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Caso:

Josefina es directora en una escuela secundaria del Norte de nuestro país. Como en muchas
escuelas la pandemia ha dejado huellas en los modos de participación de los estudiantes y
en sus aprendizajes. Si bien esta situación se intensificó por la falta de presencialidad, ella
sabe que ese problema viene de mucho tiempo atrás.

En el mes de abril de 2022 se propuso trabajar junto con Carmen - la vicedirectora - y José -
secretaria - en la construcción de un diagnóstico que le permitiera comprender la complejidad
del tema y pensar en posibles abordajes e intervenciones. De la información relevada y
analizada, encontraron que un 70% de los estudiantes cuentan con espacios curriculares no
aprobados al cierre del ciclo lectivo 2021 (y que la mayoría se concentra en lengua, historia y
geografía). Sumado a ello, hay un alto nivel de ausentismo en primero y segundo año. Al
conversar con los estudiantes en los recreos, ellos plantean que se aburren en clase, que no
entienden para qué les sirve lo que están estudiando.

Josefina hizo varias observaciones de clases, especialmente en las tres asignaturas que se
evidencian mayores dificultades, y advierte que hay un patrón común: los estudiantes prestan
atención, pero cuando tienen que hacer alguna actividad con el libro con el que trabajan se
muestran desganados, y en ocasiones no logran "aplicar" lo que escucharon del docente
(incluso en aquellas materias más "prácticas" la actitud es similar. Aunque ahí pareciera que
algunos alumnos y alumnas se entusiasman más). En lo que respecta a la enseñanza, las
clases son fundamentalmente expositivas, sin mucho diálogo ni preguntas que puedan
interpelar a los estudiantes.

En 2019, invitó a varios de sus docentes a participar en una capacitación sobre enseñar a
través de proyectos. La capacitación consistió en cuatro encuentros. Una vez concluida,
Josefina les pidió a esos docentes que implementaran alguna propuesta concreta. Pasaron
los meses pero no hubo grandes cambios.

Esta vez, decidió convocar por medio de una encuesta a los propios estudiantes para indagar
sus necesidades e intereses. Invitó a cuatro de los docentes que habían participado de la
capacitación en 2019 a analizar las respuestas de los estudiantes para que, desde allí,
diseñaran dos proyectos integrados. A partir de esa indagación se diseñaron e implementaron
dos propuestas: una sobre el derecho al acceso al agua potable que incluyó contenidos de
Formación Ciudadana, Geografía y de Lengua. Además la zona donde está ubicada la
escuela sufre de sequías en algunos momentos del año. La segunda consistió en una radio
escolar.

Josefina se propuso a fin de año analizar los resultados de la propuesta junto con docentes y
estudiantes para desde ahí encarar una nueva iniciativa para 2023.

Ella tiene sentimientos encontrados. Se pregunta si realmente sus estudiantes han aprendido
y han podido involucrarse más. Ha visto movimientos interesantes pero se pregunta si han
sido suficientes para hacer un verdadero cambio.
Consignas de análisis:

Lean el caso
1. ¿Cuál es el foco sobre el cual la escuela está interviniendo o delineando sus líneas de
acción?
2. Consideren estas preguntas sobre las intervenciones:
- ¿Qué actores están involucrados?
- ¿Creen que la intervención permite abordar el foco/problema definido?
- ¿Se trata solo de un hito aislado o de una propuesta de intervención sostenida
en el tiempo?
- ¿La propuesta promueve el protagonismo del estudiante y un nuevo modo de
habitar la escuela, de enseñar y aprender? Fundamenten su respuesta

3. Si fuesen el director de esta escuela, ¿hubiesen abordado el foco de la misma


manera? ¿Qué otras intervenciones propondrían?

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