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Alocronismo y cultura material: Discursos de dominación y la


utilización de bienes materiales en la sociedad brasilera del
siglo XIX

Luís Cláudio P. Symanski

Resumen
Al analizar los orígenes de la antropología evolucionista unilineal del siglo XIX, Fabian
(1983) observó que los primeros antropólogos adoptaron una concepción de tiempo
intelectualmente conservadora, fundamentada en la historia natural y la física
Newtoniana. La misma espacializaba completamente el tiempo, de forma que las so-
ciedades no occidentales pasaron a ser consideradas no sólo espacialmente distantes
de Europa, sino que también situadas en períodos considerados primitivos de la his-
toria humana. Así, la antropología le negó contemporaneidad al otro no occidental,
generando una fuerte justificación ideológica para la expansión colonial europea. A
pesar que Fabian enfocó su crítica de manera directa sobre la práctica antropológica,
en este trabajo pretendo desarrollar la idea de que los artificios utilizados por los
antropólogos para negar coexistencia a los pueblos no europeos eran parte de un
discurso mayor. Estos terminaron guiando las impresiones que, de manera explicita
o implícita, las personas de naciones económicamente dominantes mantenían sobre
las sociedades del resto del mundo. Este discurso puede ser observado en las descrip-
ciones de los viajeros que visitaron y/o vivieron en Brasil durante el período colonial
(1500-1808) e imperial (1808-1890). A partir de esta línea de análisis afirmo, con
base en el caso de un Ingenio localizado en el estado de Mato Grosso, que las clases
dominantes brasileras, a través de la manipulación de la cultura material, se apro-
piaron de estos discursos para negar contemporaneidad a los esclavos y, así, legiti-
mar el sistema esclavista.

In a critical analysis about the beginning of the unilinear evolutionist anthropology,


Fabian (1983) noticed that the first anthropologists adopted an intellectually
conservative notion of time, based on natural history and Newtonian Physics. This
time’s conception equalized time with space, so that non-Western societies started to
be seen not only as located on places faraway from Europe, but also inserted in primitive
periods of the human history. Thus, anthropology denied coevalness to the non-Western
other, furnishing a strong justification for the expansion of the European colonialism.
Although Fabian´s focus is on the practice of anthropology, on this paper I argue that
the alochronic devices applied by the anthropologists to deny coevalness to the non-
European peoples was inserted in a wider discourse, which guided the impressions
that people from the economically dominant nations kept about the societies of the
rest of the world. This discourse is revealed on several travelers´ descriptions about
Brazilian society between the sixteenth and the nineteenth centuries. Following this
assumptions Il argue, based on a case study of a plantation in Western Brazil, that the
Brazilian dominant classes, through the manipulation of material culture, appropriated
this same set of discourses, applying them to deny coelvaness to the slaves and thus to
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legitimate the slavery system.
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Introducción
El propósito de este artículo es discutir las formas en que la cultura material fue
utilizada para sustentar discursos de dominación, desde dos niveles, uno internacional
asociado con el capitalismo industrial, y otro interno sobre la sociedad brasilera del siglo
XIX. Desde mi óptica la cultura material tuvo un papel predominante en la justificación
de las relaciones de poder asimétricas en ambas escalas, como queda evidenciado en la
adopción de ítems industrializados de lujo por parte de las elites brasileras. Estos garanti-
zaban la distinción social de estas clases en un nivel social interno, al mismo tiempo que
las actualizaban frente a los modos de vida modernos de países capitalistas europeos.
Mi análisis estará centrado en los conceptos de alocronismo y coexistencia, como
fuera planteado por Fabian (1983), explorando las formas como esos conceptos fueron
implícita o explícitamente usados en los discursos que pretendían justificar la explotación
económica del Brasil y las fuertes desigualdades sociales inherentes al sistema esclavista.
Fabian desarrolla esos conceptos en su libro “Time and the Other: How Anthropology
Makes its Object” (Fabian 1983). En el mismo critica las concepciones de tiempo adopta-
das por la antropología en su fase inicial del evolucionismo unilineal del siglo XIX, cuyos
principales preceptos continuaron siendo utilizados por diferentes escuelas de pensamien-
to antropológico durante todo el siglo XX. A través de la evaluación crítica de esas con-
cepciones tradicionales de tiempo, Fabian deconstruyó el discurso antropológico revelan-
do las formas mediante las cuales fue usado para justificar la dominación de los pueblos
no occidentales. Se les negaba su capacidad de coexistencia con la cultura hegemónica de
las sociedades occidentales económicamente dominantes. El concepto de coexistencia y
el acto de negar esta característica, denominado alocronismo, son centrales en el análisis
de Fabian.
Fabian, utiliza el termino “coexistencia” como un puente entre los términos
etimológicamente relacionados de sincronía y contemporaneidad. La idea de sincronía
está relacionada con la concepción de tiempo físico, que es definido como tiempo no
sujeto a variación cultural, o tiempo de duración, que puede ser cronométricamente medi-
do. Por su parte, la noción de contemporaneidad está relacionada con la categoría de
tiempo definida como tipológica. Se trata de tiempo medido de acuerdo con eventos
socioculturales significantes, que fundamenta calificaciones tales como “preliterato” ver-
sus literato, tradicional versus moderno, rural versus urbano (Fabian 1983:23). Sincronía
esta asociado con eventos que ocurren en un mismo tiempo físico, mientras que para
contemporaneidad, lo es para los que comparten un tiempo tipológico. La coexistencia
cubre las dos nociones. Por otra parte la noción de alocronismo se refiere a los artificios
empleados en el discurso antropológico para negar coexistencia o al otro no occidental
que se volvió el objeto de la disciplina. Tales artificios están basados en la idea de anacro-
nismo, que significa “un hecho, o la afirmación de un hecho, que discorde con una deter-
minada estructura temporal” (Fabian 1983:32).
El principal argumento de Fabian es que la antropología evolucionista del siglo
XIX adopto una concepción de tiempo intelectualmente conservadora, modelada en la
historia natural e influenciada por la física de Newton y por el uniformismo geológico de
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Lyell. Dentro de esta concepción, el tiempo fue completamente especializado, con el otro
no occidental, siendo construido como “un sistema de coordenadas (emanando de un
centro real, la metrópolis occidental) en la cual las sociedades de todos los tiempos y
lugares podrían ser incluidas en términos de distancia relativa al presente” (Fabian 1983:26)
A pesar de que Fabian centra sus criticas directamente en la practica antropológica,
pienso que los artificios empleados por los antropólogos para negar coexistencia a los
pueblos no europeos constituyeron un discurso que implícita o explícitamente, guió las
impresiones que las personas de las naciones económicamente dominantes mantenían
sobre las sociedades del resto del mundo. Este discurso puede ser revelado a través de las
descripciones de los viajantes, tales como escritores, naturalistas, artistas, políticos, mili-
tares, negociantes, profesores, entre otros, que visitaron o vivieron en Brasil durante la
época colonial (1500-1808) e imperial (1808-1890). Siguiendo esta línea de análisis pro-
pongo que las clases dominantes brasileras adoptaron esos mismos artificios alocronicos,
para legitimar el sistema esclavista a través de discursos religiosos y racistas, como será
discutido a partir de un caso de estudio sobre una plantación localizada en el oeste de
Brasil (en Mato Grosso).
En primer lugar me propongo discutir las percepciones que las naciones europeas
tenían sobre la sociedad brasilera colonial e imperial, a través de relatos de viajantes euro-
peos. Posteriormente, analizaré como la sociedad brasilera asimiló estas ideas y las utilizó
para justificar sus desigualdades sociales a través de un estudio de caso centrado en una
plantación localizada en el estado de Mato Grosso.

Capitalismo y discursos alocronicos: Cómo las naciones europeas occi-


dentales miraban la sociedad brasilera

La mirada de los viajantes I: La sociedad colonial del siglo XVIII


Durante el período colonial, Brasil no tenía mucho contacto con la Europa no por-
tuguesa, estando bajo una rigurosa vigilancia y control la presencia de extranjeros. A
pesar de que los barcos de las naciones amigas algunas veces obtuvieran permisos para
entrar en los puertos coloniales, sus pasajeros y tripulación solamente podían desembar-
car bajo la supervisión de soldados de la colonia (Franca 1999:09; Kidder n.d.:24). Debi-
do a estas restricciones, son escasas las descripciones europeas sobre la colonia y su socie-
dad. Las pocas existentes se refieren principalmente a Río de Janeiro, que junto con Salva-
dor de Bahía, fueron las capitales durante la colonia.
La economía colonial brasilera estaba centrada en la producción de bienes prima-
rios, principalmente caña de azúcar, y en la extracción de oro para ser exportado a Portu-
gal (Skidmore 1999:30). La mayoría de los productos importados era de producción por-
tuguesa o entraban en la colonia a través de comercio portugués. El acceso limitado a los
ítems importados resulto en la falta de confort doméstico, incluso en las viviendas de las
elites. Luccock, un viajante británico que visito Brasil en 1808 describió las salas de visita
de las casas más ricas como amuebladas apenas con un sofá tosco y unas pocas sillas. El
comedor estaba compuesto por una mesa improvisada, hecha con un largo pedazo257 de
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madera plano sustentado por dos caballetes, y con sólo una o dos sillas (Leitão 1937:131).
Daniel Kidder, un sacerdote norteamericano que vivió en Brasil entre 1837 y 1840, relató
que durante el período colonial incluso los ricos señores de los ingenios no poseían cu-
biertos suficientes para servir a sus visitantes, por lo que era una práctica común por
ejemplo compartir un mismo vaso entre varios durante una comida (Kidder s.d.:24). Du-
rante este período, el único cubierto de uso común era el cuchillo, usado por los hombres,
de modo que las personas comían con las manos (Leitão 1937:144).
Al visitar Río de Janeiro en 1751, el astrónomo francés Nicolás La Caille fue
invitado a una cena en la casa del gobernador. La Caille se quejó de la comida debido a la
predominancia de pescado y de que las servilletas eran pequeñas y sucias. Irónicamente
observó que a pesar de esto el gobernador, un hombre rico, se consideraba un bon-vivant.
Por otro lado, La Caille elogió la cena en la casa de un comerciante dinamarqués, donde
pudo disfrutar de una buena comida con servilletas limpias (Franca 1999:100-101).
En 1792, el inglés John Barrow observó que los comercios de Río de Janeiro man-
tenían stocks razonablemente buenos de ítems de manufactura europea (principalmente
británicos). No obstante, notó que los mismos eran productos fuera de moda, vendidos
para las colonias cuando dejaban de ser consumidos en Inglaterra y otros países europeos
(Franca 1999:217). La observación de Barrow corrobora la del español Don Juan de
Aguirre de 1782, cuando afirmó que la moda europea no había penetrado en Río de Janeiro.
Al describir una mujer brasilera rica en un contexto público, Aguirre observó que imitaba
el peinado de una mujer británica que había pasado por la ciudad recientemente (Franca
1999:161).
El cuadro de la sociedad colonial brasilera, esbozado por observadores europeos
occidentales en relación con la vida en sus centros urbanos más importantes, revela un
pueblo atrasado, aislado del contacto con la “civilización”. Una sociedad en la que la
escasez de bienes de consumo reflejaba la propia tosquedad de sus costumbres. El uso de
ítems industrializados europeos ultrapasados, exportados al Brasil después que eran des-
cartados por las sociedades europeas, recalcaban ese atraso. Las tentativas de las altas
clases brasileras para mantenerse en consonancia con los hábitos y modas europeas eran
vistas como copias grotescas de un pueblo bruto, tal como se desprende las narraciones de
La Caille y Aguirre. La sociedad brasilera era descripta como perezosa y libertina por
Bellisle Pepu (Franca 1999:84), como sucia y de pocos hábitos de higiene por Barrow
(Franca 1999:219), y como ignorante y supersticiosa por el misionero ingles James Wilson
(Franca 1999:241-243). Incluso en 1809 las mujeres brasileras eran caracterizadas por
Luccock como toscas, con comportamientos que representaban “la negación de la gracia
y la elegancia” (Leitão 1937:133).
Para comprender mejor las impresiones negativas que los europeos mantenían so-
bre la sociedad brasilera colonial es necesario considerar las transformaciones en el com-
portamiento social que estaba ocurriendo en ese momento en Europa. Schammas (1980)
describe estos cambios en el ambiente domestico asociados al ideal de privacidad que la
aristocracia europea occidental comenzó a adoptar hacia fines del siglo XVI. La
compartimentación de los espacios domésticos, que garantizan mayor privacidad para sus
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ocupantes, y la creación de lugares específicos de socialización (como el comedor) son


reflejo de ese proceso. Al mismo tiempo aumentó el numero de muebles y otros acceso-
rios para la casa, incluyendo ítems relacionados a la alimentación como cubiertos, crista-
lería, porcelanas, platos, juegos de te y café, lo que muestra una mayor elaboración de la
dieta. Estos cambios se acentúan a lo largo del siglo XVII, extendiéndose al resto de la
población de menor renta durante la revolución industrial. Ya en el siglo XIX, la privacidad
entro en su “edad de oro” (Perrot 1995:10), con lo domestico transformándose en la marca
registrada del modo de vida burgués. Queda delineada una dicotomía entre la esfera mas-
culina (asociada al dominio público) y el femenino, asociado con el dominio doméstico
privado (Hall 1995). Dentro de ese contexto las mercaderías dejaron de ser simplemente
ítems utilitarios o símbolos de estatus y suceso para pasar a tener significados personales,
adquiriendo un conjunto de asociaciones que no tenían nada que ver con su uso (Sennett
1999:184). Los objetos ganaron valor en si mismos “…como expresiones de personali-
dad, como siendo el modelo y la realidad de la vida burguesa, e incluso como transforma-
dores del hombre. De ahí la necesidad de ser acumulados” (Hobsbawn, 1997:322).

La mirada de los viajantes II: La modernidad brasilera y el papel de la


cultura material
En 1808 la familia real portuguesa, junto con unos 10.000 cortesanos, se trasladó al
Brasil escapando de las guerras napoleónicas. Este hecho marcó el fin del período colo-
nial. En 1810, el príncipe regente Don João VI, abrió los puertos brasileros a los navíos de
las naciones amigas, poniendo fin a tres siglos de monopolio portugués. Además, entre
otras medidas el príncipe creo la biblioteca Nacional, el Jardín Botánico, el Banco de
Brasil, las facultades de Medicina de Río y Bahía, e introdujo la primera prensa (Skidmore
1999:36). El establecimiento de la corte en Río de Janeiro impactó también en el creci-
miento de la ciudad que entre 1799 y 1821 pasó de 43.000 habitantes a 79.000 (Alencastro
1997:13).
La apertura de los puertos le permitió a la sociedad brasilera un contacto más am-
plio con los países europeos occidentales, los que por su parte buscaban nuevos mercados
para sus productos. La revolución industrial permitió la fabricación en masa de ítems que
hasta ese momento eran consumidos exclusivamente por las clases dominantes. La caída
de los precios de los mismos introdujo al mercado nuevos grupos de consumidores, de
poder adquisitivo medio y bajo. La adopción del ideal burgués de lo domestico por estos
grupos fue consecuencia directa de la revolución industrial.
Entretanto, para que la cultura material del capitalismo industrial pudiese ser consu-
mida por la sociedad brasilera, era necesario que una parte razonable de la población estu-
viese predispuesta a adoptar una nueva cultura del consumo1, opuesta a la austeridad mante-
nida durante el período colonial. Para ser adoptada y difundida esta nueva cultura tenía que
1
Shackel (1998) desarrolla la idea de adopción de una nueva cultura de consumo en los Estados Unidos
hacia inicios del XIX, para explicar la creciente presencia de lozas en contextos datados a partir de ese
período. Considera que fue creada una nueva ideología de consumo cuya meta era generar una creciente
necesidad de objetos. Ésta refuerza en el espacio doméstico un aumento en la división industrial del trabajo,
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a través del uso de lozas que regulan y segmentan el proceso de alimentación.
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estar sustentada por un discurso que justificase el consumo continuo de ítems hasta entonces
considerados superfluos. Este discurso fue el ideal burgués de lo doméstico.
En Brasil, este ideal fue inicialmente adoptado por la clase propietaria rural, que
como consecuencia de los cambios políticos, económicos y sociales generados desde el
nuevo régimen imperial, comenzaba a salir del aislamiento de sus plantaciones y a
proyectarse a la política de la corte y los gobiernos provinciales. Este grupo tendió a
adoptar estilos de vida urbanos así como patrones de comportamiento cosmopolitas
(Fernándes 1975:27). De acuerdo con Queiroz (1978:56-57), este proceso se inició entre
1829 y 1830, cuando las diferencias entre la vida rural y urbana se acentuaron en todos los
niveles sociales. Durante este período, la población urbana se diferenciaba de la rural no
solamente en términos económicos, sino también culturales, con sus clases altas adoptan-
do como signos de distinción elementos considerados sofisticados e intelectuales. Este
nuevo modo de vida fue característico en primer lugar de Río de Janeiro, y solamente
décadas más tarde en las capitales de las demás provincias (Queiroz 1978:58).
El período de apertura de los puertos en 1810, junto con el comienzo de la adopción
del modo de vida burgués-europeo mencionado por Queiroz en 1820, fue una época tran-
sitoria de asimilación de nuevos discursos y objetos asociados con éstos. Silva (1977:50-
54) efectúa una comparación que resulta ilustrativa entre los muebles de un rico comer-
ciante mencionados en un inventario de 1816 y los anuncios de diarios sobre los muebles
europeos de lujo que estaban siendo comercializados en Río de Janeiro en ese momento.
La casa del comerciante todavía seguía los patrones coloniales tradicionales, con muebles
simples y una gran cantidad de ítems en plata, lo que contrastaba con los modernos y
sofisticados objetos domésticos europeos vendidos en negocios de productos importados.
Con posterioridad a 1820, las clases altas de Río de Janeiro fueron asimilando de
manera gradual los discursos y la cultura material asociado con la idea doméstica de la
burguesía. Ya en 1850, Francia comenzó a ser considerada como paradigma de lo civili-
zado, y esas clases adoptaron sus modos. De esta manera, por ejemplo los pianos se transfor-
maron en un ítem obligatorio dentro de las casas, dando nuevo significado a la sala de visitas
como espacio de sociabilidad, donde se celebraban las fiestas (Alencastro 1997:47-50).
Investigaciones arqueológicas en unidades domésticas y otros contextos de Río de
Janeiro, asociados al período imperial, han demostrado la amplia penetración de este ideal
burgués de lo doméstico en la sociedad carioca (Lima 1994, 1996a, 1996b, 1997, 1999).
Lima estudió el valor simbólico que las altas clases atribuían a las lozas a través de la
exhibición y el uso de juegos de porcelanas y de lozas de lujo. Ya sea durante el consumo
local del té o en las comidas formales, estas clases sociales trataban de imitar la burguesía
europea. Tal copia generó una mezcla de prácticas tradicionales brasileras con europeas,
creando en palabras de Lima “expresiones híbridas, marcadas por acentuados contrastes”
(Lima 1999:215). La importancia social otorgada a la vajilla muestra que la adquisición
de esos ítems estuvo guiada por deseos y necesidades que ultrapasaban en mucho sus
funciones utilitarias.
¿Cuál es la razón para que las altas clases brasileras adoptaran este discurso hege-
mónico europeo, así como el modo de vida asociado con el mismo? La primera respuesta
260
propuesta por Queiroz (1978) está relacionada al deseo de distinción social de una socie-
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dad que se estaba volviendo cada vez más estratificada. Este argumento, a pesar de con-
vincente, es limitado ya que está enfocado únicamente en la preocupación de estas clases
hacia su propia sociedad, explicando sólo una parte del proceso. Personalmente considero
que la elite asimiló esos discursos como tentativa de alcanzar una coexistencia con sus
equivalentes en los países de Europa occidental. Esta coexistencia fue buscada mediante
el consumo de ítems de lujo producidos Europa (muebles, lozas, pianos, etc.), así como el
copiar prácticas europeas asociadas al uso de estos objetos.
Sin embargo, la adopción de esta nueva cultura material, sincrónica con la utilizada
en Europa occidental, no fue considerada suficiente para que los propios europeos consi-
deraran la coexistencia de la sociedad brasilera. Por ejemplo el francés Freycinet, cuando
visitó Río de Janeiro entre 1817 y 1820, a pesar de describir las mesas de las clases altas
como bien servidas, con porcelanas chinas e ítems europeos similares a lo utilizados en
Francia, se refirió a los modos de los anfitriones y sus invitados como toscos – incluso
algunos todavía comían con las manos – (Silva 1977:18). Por su parte Kidder, en 1840, al
referirse a una cena en una plantación muy rica, notó que si bien la vajilla era lujosa, la
mesa y las sillas eran simples. De acuerdo con este viajante, el servicio de los 10 esclavos
domésticos que atendían a los invitados era caótico y bien podrían haber sido substituidos
apenas por dos bien preparados (Kidder s/d:2003). Incluso después de 1850, viajantes de
toda Europa coincidían en estas apreciaciones. En 1880, Wells despreciaba el interior de
las casas brasileras de la elite, describiéndolas como extravagantes y sin el mínimo trazo
de buen gusto, a pesar de los carísimos muebles franceses que la adornaban (Leitão
1937:130). Un año después, la joven profesora alemana Ina von Binzer (1956:25-26)
describió un típico almuerzo brasilero en una plantación de café en la provincia de San
Pablo, remarcando la situación de confusión producida por varios platos servidos al mis-
mo tiempo, por los esclavos que atendían, por el barullo de los niños esclavos que debían
espantar a los insectos, por los gritos de los invitados y por la excesiva gesticulación de los
brasileros.
Tales descripciones demuestran que para los europeos no era suficiente que las
clases altas locales hubiesen adoptado las prácticas y cultura material del capitalismo in-
dustrial para ser reconocidos como iguales. Desde la visión europea lo que estaba en
juego, más que las condiciones económicas necesarias para poseer esos bienes, era la
manera correcta de utilizarlos, o como Bourdieu (1999:15) menciona, la capacidad para
transformar esos objetos en signos, en valores que representasen la posición social de sus
dueños. Por lo tanto el cuadro reflejado sobre la sociedad brasilera por los viajantes es el
de un pueblo tosco y primitivo, que a pesar de poder disponer de ítems de lujo, no enten-
día o desconocía las formas de utilizarlos. Esta mirada prejuiciosa no reconoce ninguna
originalidad de la sociedad brasilera al asimilar nuevas prácticas al mismo tiempo que
mantenían tradiciones culturales locales, generando así expresiones híbridas adaptadas a
las condiciones sociales del país.
Estas descripciones demuestran que el proceso de modernización de la sociedad
brasilera durante el paso de la colonia al imperio, no fue suficiente para cambiar las impre-
siones de atrasada, primitiva, salvaje, grosera, perezosa y supersticiosa, que los europeos261
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mantenían sobre la misma. Incluso esto valía también para las clases altas. El conde de
Gobineau, durante el corto período que vivió en Brasil como representante del gobierno
francés entre 1869 y 1870, comparó el país con una tierra ficticia que había sido visitada
por el mítico héroe persa, Simbad, y que era ocupada por monos gobernados por un rey
humano (Raeders 1976:69). Gobineau, autor de “L’Essay sur L’Inegalite des Races
Humaines”, consideraba al emperador del Brasil, Don Pedro II (del que era amigo cerca-
no) como la única persona civilizada del país. Irónicamente Don Pedro II fue obligado a
solicitarle personalmente a Gobineau que abandone Brasil debido a un conflicto con un
aristócrata local. Ocurrió que en un teatro frecuentado por la elite imperial, Gobineau, al
sentirse provocado por un aristócrata habría gritado “pays de suavages” (país de salvajes).
Así el representante francés había ofendido a la elite brasilera en su centro social de imita-
ción de las modas y comportamientos europeos, negándole a estas clases altas coexisten-
cia con el país que era considerado el paradigma de lo civilizado.

Alocronismo a nivel interno: El sitio taperão


Hasta ahora mi análisis ha estado enfocado en discutir las formas en que los discur-
sos europeos occidentales fueron asimilados por la corte, tomando como caso de estudio
la capital del imperio brasilero. También he analizado las imágenes que esos países tenían
sobre la sociedad local. En este punto me propongo centrar mi estudio hacia el interior de
Brasil, mostrando como las propias clases altas brasileras utilizaban los mismos discursos
alocrónicos que los europeos, para legitimar la jerarquía social del sistema esclavista. Para
esto tomo como ejemplo una investigación que realicé en una plantación del siglo XIX
localizado en el oeste brasilero, en el estado de Mato Grosso, conocido como sitio Taperão.

Mato Grosso: Contextos histórico y social


La ocupación histórica de Mato Grosso comenzó en la segunda década del siglo
XVIII, a través de expediciones que buscaban oro y piedras preciosas. La minería del oro
fue la actividad económica principal hasta el agotamiento de las minas a fin de ese siglo
(Siqueira et al. 1990:10-22). De todas maneras esta actividad no llevó riqueza a la región,
principalmente debido a la dificultad de mantener contacto y comercio con la corte tan
distante. Problemas de abastecimiento fueron comunes hasta 1857, cuando la ruta fluvial
del Paraguay fue establecida (Volpato 1993:36-44). Incluso antes de ese período, las cla-
ses altas locales vivían sin confort, en casas simples y sin ítems importados. La ruta fluvial
paraguaya permitió un contacto más próximo con la corte y con Buenos Aires, influyendo
en la vida social y económica de la provincia. A través de un acceso más fácil a bienes de
consumo importados, así como a personas e ideas venidas de Europa, las clases altas de la
región comenzaron a adoptar nuevos conceptos sobre civilización y progreso, siempre
teniendo como modelo los países industrializados (Volpato 1993:37-50). A pesar de atra-
sado, el ideal burgués de lo doméstico comenzó a ser adoptado por estos grupos.
El ingenio o plantación conocido como sitio Taperão, objeto de este estudio, está
localizado a unos 80 km al noroeste de Cuiabá, en el municipio de la Chapada dos Guimarães
262
(Figura 1). A pesar que la ocupación histórica del territorio de este municipio se inició en
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las primeras décadas del siglo XVIII, la región donde se encuentra el sitio Taperão fue
poblada por los colonizadores más tardíamente, a partir de 1780 con la implantación de
los primeros ingenios de azúcar (Siqueira 2001:78). La principal actividad económica de
estos ingenios fue el cultivo y procesamiento de caña de azúcar (Corrêa Filho 1969:455).
Su importancia económica estuvo limitada a un nivel regional, siendo sus productos fun-
damentales para el abastecimiento de Cuaibá (Siqueira et al. 1990:34). Los ingenios te-
nían una estratificación social extremadamente rígida. El grupo dominante era el de los
señores dueños del ingenio, que residían en las plantaciones durante la estación seca (en-
tre abril y noviembre), supervisando la cosecha de la caña de azúcar así como su procesa-
miento. Posteriormente retornaban con sus familias a Cuiabá, donde cuidaban de sus inte-
reses políticos, económicos y sociales (Seckinger 1970:69). Trabajadores libres, como
capataces y agregados, formaban la clase media. Los primeros tenían como función prin-
cipal controlar el trabajo y la vida cotidiana de los esclavos. Los agregados, podían man-
tener sus propios espacios de cultivo, dando una parte de su producción a los propietarios
de los ingenios (Volpato 1993:201). Los esclavos vivían en “senzalas” (barracas) colecti-
vas o individuales, estando sujetos a un trato violento y represivo, según menciona
Langsdorff (1998:111-112) cuando visitó esta región en 1827.

Figura 1. Mapa de Brasil con la localización de Chapada dos Guimarães 263


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Las formas violentas con las que se trataban los esclavos terminaron generando
muchas veces rebeliones, fugas y la formación de quilombos. Los quilombos aumentaron
en número en la región después de 1850, alcanzando su pico durante la guerra del Para-
guay, entre 1865 y 1870, cuando los esfuerzos militares del gobierno estuvieron concen-
trados en esta confrontación. En ese entonces los habitantes de los quilombos se volvieron
cada vez más osados, atacando sistemáticamente los ingenios de la región. Esta situación
aumento la inestabilidad económica local, haciendo que sus dueños invirtiesen menos en
producción o mismo abandonasen sus tierras (Volpato 1996:232). El golpe final vino con
la abolición de la esclavitud en 1888, cuando la mayoría de los esclavos abandonó las
plantaciones, dejando sin mano de obra los ingenios (Corrêa Filho 1969:111). Este parece
haber sido el caso del sitio Taperão, ya que no fueron encontradas evidencias de ocupa-
ción del lugar posteriores a 1880.

El Ingenio Rio da Casca (sitio Taperão)


El sitio Taperão, que originalmente fue denominado Ingenio “Rio da Casca”, por
estar ubicado cerca del río que así se llama, tuvo una ocupación de entre finales del siglo
XVIII y finales del XIX. Es un sitio de grandes dimensiones para un contexto regional,
con estructuras y artefactos distribuidos en un área de 180 x 180 m.
Investigaciones realizadas en el Archivo Público del Estado de Mato Grosso, per-
mitieron identificar los grupos domésticos y esclavos que ocuparon este sitio entre finales
del siglo XVIII y 1841. La “sesmaria” (territorio otorgado por el rey) en la cual el ingenio
fue implantado en 1776, estuvo a nombre del Capitán Francisco Ferreira de Azevedo. Sin
embargo, unos años después, el Capitán portugués Luís Monteiro Salgado compró esas
tierras que eran parte de la herencia de José Pereira Nunes. En una lista de los ingenios de
la Chapada dos Guimarães fechada en 1789, Luís Monteiro aparece como establecido en
esa propiedad, con un plantel de 60 esclavos. Monteiro estaba casado con Rosa Cardoso
de Lima, hija de paulistas y natural de Mato Grosso. Tuvieron tres hijos y cuatro hijas, una
de ellas se caso con Antônio Leite do Amaral Coutinho, dueño de un ingenio en la región.
Luís Monteiro Salgado murió en 1808, en momentos en que el ingenio tenía un
volumen importante de producción azucarera. Al momento de su muerte, 61 esclavos
trabajaban en el ingenio y otros ocho en su residencia de Cuiabá. Entre los esclavos 32
eran africanos y 29 brasileros. El ingenio fue heredado por su esposa, quien en 1812 puso
como administrador a su hijo Antônio Monteiro Salgado, que ocupo este cargo hasta
1838. En 1826 había 71 esclavos viviendo en el ingenio, siendo 21 africanos y 50 brasileros.
Rosa Cardoso de Lima murió en 1841, momento en el cual el ingenio se encontraba en
decadencia económica, con su plantel de esclavos reducido a 33 individuos (9 africanos y
24 brasileros). El ingenio entonces paso a manos de João Fernandes de Mello como parte
de pago de una deuda, al mismo tiempo que los esclavos se dispersaron, algunos para
pagar deudas y otros distribuidos entre los herederos de la familia. Es probable que João
Fernandes haya vendido el ingenio poco tiempo después, ya que cuando su esposa murió
en 1856, el ingenio no estaba dentro de la lista de bienes del matrimonio. No fueron
encontrados registros documentales de ocupantes posteriores.
264
NOMBRE DE AUTOR O DEL ARTICULO????????????? | 265

Para descubrir las áreas preferenciales de descarte relacionadas a las distintas uni-
dades de habitación/grupos sociales que ocuparon el sitio, fue utilizado un muestra siste-
mática-geométrica (Redman 1974), mediante sondeos de 50 x 50 cm, a intervalos regula-
res de 10 m en toda la extensión del sitio. Se localizaron nueve áreas de concentración de
materiales arqueológicos, que están relacionadas con seis unidades de habitación distintas
(Figura 2). Se excavaron un total de 422 m², entre sondeos trincheras y áreas de excava-
ción. El sector asociado con la casa del señor del ingenio fue la que tuvo la concentración
más alta de estructuras y artefactos, estando representada por los depósitos 5,6,7,8,9,11 y
12 (Figura 2). La casa principal es una estructura de 20 x 14 m, de la cual excavamos un
50%, mediante cuatro trincheras paralelas a intervalos de 2 m. La concentración más alta
de artefactos y restos faunísticos apareció en el área 8, próxima a los cimientos del sector
sur de la casa. Se trata de un área de descarte adyacente localizada en lo que debieron
haber sido los fondos de la residencia. Este patrón de descarte es común en viviendas
rurales en todo Brasil (Souza y Symanski 1996). Por otro lado, la escasez de material en el
sector norte de la casa sugiere que allí debió estar ubicado el frente de la misma. Las
unidades 1, 3, 4 y 15 representan áreas periféricas, ya que no poseen estructuras, y solo
fueron localizados depósitos de artefactos. En la unidad adyacente, área 14, tampoco se
localizaron estructuras. Como discutiremos más adelante las evidencias arqueológicas y
documentales señalan que los esclavos y trabajadores libres ocuparon respectivamente las
áreas periféricas y adyacentes del ingenio. Finalmente, en el área 13 sólo fueron encontrados
una vasija de cerámica completa, y fragmentos de otras, así como una lámpara de hierro.

265
Figura 2. Planta del sitio Taperão indicando las áreas ocupadas por cada unidad social
266 | SED NON SATIATA NOMBRE DEL AUTOR LIBRO O ARTICULO???????????????

Los depósitos arqueológicos fueron asociados con tres momentos de ocupación del
sitio. Un período inicial, relacionado a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, re-
presentado por depósitos localizados en las áreas 3, 4 y 15, así como a un sector dentro de
la casa del señor del ingenio (área 7). Un período intermedio, asociado con la primera
mitad del siglo XIX, representado por los estratos inferiores del área adyacente (unidad
14), también por el contexto total del área 1, y por un estrato intermedio del área 3. Un
período final, relacionado a la segunda mitad del XIX, representado por los estratos supe-
riores del área central, del área 14 y del área 3.

El sitio Taperão: Cultura material y discursos alocronicos en una


“Fazenda” brasilera
El diseño y la distribución de las estructuras en el sitio Taperão fueron organizadas
por el señor del ingenio con el propósito de realzar criterios jerárquicos definidos a las
distancias a la sede del ingenio. Al mismo tiempo impuso un orden y un control visual
sobre el espacio y los grupos subordinados. De esta forma la casa del señor representó la
vigilancia, a la manera de un panóptico. Su residencia, la única construida con piedras y
cubierta con tejas, se transforma en la expresión material máxima del poder del señor, en
contraste con la de los esclavos, edificadas apenas con materiales perecibles, arcilla y
paja.
Las características de durabilidad del material utilizado para construir la casa del
señor del ingenio le dio al edificio un carácter de continuidad temporal, sirviendo para
legitimar y reproducir relaciones sociales a través del tiempo. El deposito de la unidad de
habitación más próxima esta localizado a 30 m al norte de la casa del señor, probablemen-
te asociado con trabajadores libres que ocuparon el sitio (área 14, Figura 2). Sus casas
fueron señaladas en diversos documentos, como localizadas próximas a la sede, o casa
principal, del ingenio (Symanski en preparación; Volpato 1996:06). Finalmente, los de-
pósitos asociados con los esclavos están localizados a una distancia media de 60 m al este
y sudoeste de la casa del señor. Esta distribución espacial de los depósitos asociados con
unidades de habitación de los distintos grupos que ocuparon Taperão esta representada en
un diseño de 1827 del pintor francés Hercules Florence que retrato el Engenho do Buriti
localizado en la región de la Chapada dos Guimarães (Figura 3). En la porción izquierda
inferior del diseño se encuentra representada parte de una pequeña casa de barro y paja y,
en el fondo derecho, la casa del señor, con el ingenio de lado. La misma distribución
jerárquica para el caso del sudeste brasilero, fue descripta y retratada por Debret (1978) en
el sudeste de Brasil en las primeras décadas del siglo XIX.
Resulta evidente que los señores organizaron el espacio del ingenio según patrones
de jerarquía rígidos, separando las viviendas de las diferentes categorías sociales. De esta
manera la distancia espacial era sinónimo de distancia social, tomando como base de
comparación la proximidad a la vivienda de lo señor del ingenio.

266
NOMBRE DE AUTOR O DEL ARTICULO????????????? | 267

Figura 3. Dibujo del Ingeniero Buriti en 1827, con las unidades adyacentes y periférica marcadas con círculos (Florence s.d.)

Anánlisis comparativo de las lozas finas presentes en las diversas unidades


de depositación
El análisis comparativo de las lozas encontradas en las diversas unidades de depó-
sito mostró que todos los tipos presentes en la unidad adyacente (área 14, depósito de los
trabajadores libres) y en las unidades periféricas (depósitos de esclavos) aparecían en
cantidades mucho mayores en depósitos asociados al área central (casa de los señores).
Tales evidencias indican que los señores controlaban la distribución de las lozas dentro
del ingenio. Durante la primera etapa de ocupación, creamwares no decoradas eran el tipo
de loza dominante en el área central y el tipo exclusivo de las periféricas 3, 4 y 15. Sin
embargo es posteriormente, en el período asociado con la primera mitad del siglo XIX,
representado por los depósitos del área central y las áreas 14, 3 y 1, que las muestras son
cuantitativamente significativas para establecer una comparación intrasitio. En este mo-
mento resulta claro que el señor efectuaba una distribución jerárquica de las lozas con el
propósito de realzar las diferencias en el interior del ingenio. De esta manera mantuvo
para sí las lozas más caras, decoradas con la técnica del transfer printing, y repartió a los
trabajadores libres lozas usadas, también decoradas con transfer printing, y a los esclavos
apenas piezas de lozas baratas (platos blancos).
La preocupación del señor por reafirmar la jerarquía social intrasitio a través de la
distribución de lozas indica que este grupo atribuía alta significación social a este mate-
rial. De hecho, Langsdorff (1998:111) visitando un ingenio de esta región en 1827, obser-267
vó que la mesa del señor, a pesar de que éste se disculpó porque la mayoría de su vajilla
268 | SED NON SATIATA NOMBRE DEL AUTOR LIBRO O ARTICULO???????????????

estaba en su residencia de Cuiaba, contaba con un importante juego de loza inglesa junto
con cubiertos de plata.
Un aspecto importante de la distribución de lozas en el sitio Taperão fue que los
señores mantenían las piezas nuevas para ellos y entregaban las más viejas para los escla-
vos. Por su parte, los trabajadores libres recibían lozas más nuevas que la de los esclavos,
pero más viejas que la de los señores. Esta situación es clara al observar las muestras de
lozas obtenidas a través de la formula de South (1972): área central 1836, área 14 -1825,
área 3 -1820, y área 4 -18102. De esta manera, al distribuir estas piezas el señor no sólo se
preocupó por reforzar el status social dentro del ingenio, sino también con una temporali-
dad inserida en la loza que resaltaba esas diferencias. En este sentido igualó distancia
social con distancia espacial y temporal. Así, el grupo socialmente más próximo a él, los
trabajadores libres, físicamente se encontraban cerca de su casa y recibían las lozas usadas
“no tan viejas”. Por su parte los esclavos, eran el grupo espacialmente más distante de la
residencia del señor, y recibían las lozas más viejas.
Esa distribución jerárquica y diacrónica de las lozas se vio reforzada por la cerámica
producida localmente (Figura 4). El gráfico muestra la distribución jerárquica de las tres
categorías materiales más populares presentes en el sitio: lozas, vidrios y cerámicas de ma-
nufactura local. El área central presentó la mayor cantidad de productos industriales y la
más baja en cerámicas de producción local. Por su parte las áreas periféricas (3 y 1), reflejan
las proporciones más altas de cerámica local y las menores de lozas y vidrios. Como discu-
tiré más adelante, la cerámica de manufactura local posee motivos y técnicas decorativas
bastante similares a las encontradas en tradiciones ceramistas etnográficas y arqueológicas
del África Subsahariano, lo que permitiría relacionarlas con los grupos esclavos.

Figura 4. Frecuencia de lozas, vidrios y cerámicas durante el período intermediário de ocupación del sitio
Taperão, referente a la primera mitad del siglo XIX.
2
La aplicación de la formula de South a las muestras de lozas tuvo como propósito, más que establecer una
cronología, demostrar cuantitativamente la popularidad de las lozas más viejas versus la más nuevas. Las
fechas medias de los tipos de lozas encontrados en la muestra presentan intervalos de depositación próximos
indicando una ocupación contemporánea de las áreas: área central ! de 1790 (creamware) a 1850 (transfer-
printed azul, borde lineal); área 14 ! de 1790 (creamware) a 1850 (transfer-printed azul, borde lineal); área
3 ! de 1790 (creamware) a 1850 (transfer-printed azul, borde lineal); área 1 ! de 1790 (creamware) a 1847
268
(transfer-printed negro).
NOMBRE DE AUTOR O DEL ARTICULO????????????? | 269

En ese momento es importante considerar los dos discursos utilizados por las clases
altas para justificar la esclavitud africana en Brasil durante el siglo XIX, el religioso y el
racista. Ambos eran usados juntos, de modo que uno reafirmaba el otro. El discurso más
tradicional y antiguo era el religioso, que sostenía que la esclavitud de los africanos era
importante para transformar los pueblos paganos en cristianos (Alencastro 1997:82; Vainfas
1986). Por su parte, el discurso racista rotulaba a los esclavos como “pueblos primitivos”
con deficiencias mentales que los transformaban en criaturas perezosas y sensuales
(Alencastro 1997:80). Esto permitía a los señores considerar a los esclavos como paga-
nos, de raza inferior y primitiva, siendo por lo tanto sus manifestaciones materiales (como
la cerámica) indignas de ser expuestas en sus casas. La casa del señor podía tener muebles
viejos y rústicos, pero en general dejaban visibles lozas estampadas que representaban la
era del capitalismo industrial y el modo de vida burgués. A través de estos preconceptos,
los señores organizaron el universo material del ingenio siguiendo un modelo diacrónico:
la casa del señor del ingenio representaba la modernidad; a su vez la distancia entre ésta y
las barracas de los esclavos remitía a una vuelta en el tiempo hacia lo primitivo. Las
barracas eran cabañas de palo a pique, donde se utilizaban lozas viejas y cerámicas toscas.
A mitad de camino entre lo moderno y lo primitivo existía otro espacio, el de los trabaja-
dores libres. Estos constituían un grupo social intermedio, que era al mismo tiempo opre-
sor y oprimido, moderno y primitivo. El alocronismo era espacialmente y materialmente
evidente. La caminata del señor de su casa hacia los lugares de los esclavos representa de
esta manera una analogía interesante con la concepción de viaje de los antropólogos
evolucionistas del siglo XIX. De acuerdo con Fabian (1983:07) el viaje en sí mismo era
instituido como una practica temporalizadora. Así, cuando los viajantes europeos dejaban
sus países industrializados en dirección a los del mundo no occidental, estaban viajando
en el tiempo, volviendo a los momentos más primitivos de la historia humana. El mismo
discurso alocrónista, estaba en los niveles macro y micro.
Finalmente, la negación de la coexistencia del señor del ingenio y los grupos subor-
dinados fue más allá de estas expresiones espaciales y materiales, ya que el control de la
distribución de los recursos para estos grupos sugiere una actitud paternalista. Como afir-
ma Garman (1998:137), el paternalismo constituye una de las formas más humillantes de
relación de poder, ya que está basado en la idea de que ciertos adultos deben ser tratados
como chicos, y por lo tanto necesitan ser educados , vigilados y castigados. Esta situación
generó que el señor aplicase a los esclavos un tiempo tipológicamente diferente del de los
adultos, el tiempo de la fase infantil.
Existe todavía un aspecto crítico que se interpone a los artificios alocrónicos utili-
zados por el señor para negar la coexistencia a los esclavos, así como de las posibles
percepciones que éstos mantenían de estas estrategias que buscaban legitimar las relacio-
nes de poder asimétricas dentro del espacio de la plantación. Los esclavos tenían un baga-
je cultural diferente de los señores y por lo tanto le daban un significado distinto al mundo
material que estaba a su alrededor. De esta manera, la loza no tenía la misma importancia
que le daba el señor, ya que no se preocupaban por los discursos capitalistas que poseían
las clases altas de la región. Por otra parte, la cerámica producida por los esclavos (basada
269
en una estética y sistema de creencias africano) tenía una serie de elementos que reafirma-
270 | SED NON SATIATA NOMBRE DEL AUTOR LIBRO O ARTICULO???????????????

ban sus propios valores.


La muestra de la cerámica producida a nivel local por los esclavos está representada
por una gran diversidad de formas que incluyen ollas, piezas utilitarias y de consumo
(platos, jarras y vasos), vasijas para almacenamiento de alimentos y líquidos y piezas
multifuncionales (Figura 5). Los esclavos emplearon muchos de estos artefactos como
soporte de prácticas de origen africano, como el caso de “malgas” (escudillas) que cons-
tituían las piezas de servicio y consumo más populares, representado el 68% de las mues-
tras cerámicas referentes a esa categoría (Figura 5). Éstas permiten pensar que las tradicio-
nes en la dieta de origen africanos, centradas en cocidos y sopas (véase DeCorse 2001:147-
148), fueron mantenidas por estos grupos.

270
Figura 5. Formas cerámicas identificadas en el sitio Taperão. Las piezas dentro de los círculos son !malgas" (escudillas).
NOMBRE DE AUTOR O DEL ARTICULO????????????? | 271

De esta manera la cerámica fue también utilizada con el propósito de reforzar una
memoria africana a través de patrones decorativos y signos expuestos en estas piezas.
Existe gran similitud entre los patrones decorativos incisos empleados por los Ovimbundu
de Benguela, de Angola y aquellos referentes a la primera mitad del siglo XIX encontra-
dos en las cerámicas de la Chapada dos Guimarães (Figura 6). Estos corresponden al
período en que los esclavos de la Nación Benguela eran el grupo africano mayoritario en
esa región (Symanski en preparación).

Figura 6. Cuadro a la izquierda: patrones decorativos utilizados por Ovimbundus de Benguela en las cerámicas y en
otros materiales (Haenstein 1964, 1988). Cuadro a la derecha: patrones decorativos de la Chapada dos Guimarães.

Un claro ejemplo sobre cómo era mantenido el sistema de creencias africanos, se


evidencia en los apliques encontrados en las cerámicas, no sólo del sitio Taperão sino
también en Engenho do Quilombo, Buritizinho y Tapera do Pingador. Se trata apliques de
forma circular con un diámetro medio de 3 cm. En el interior poseen líneas incisas que
forman una cruz y en algunos casos, un dibujo semejante a un asterisco producido por
incluir otras dos líneas incisas en la cruz (Figura 7). 271
272 | SED NON SATIATA NOMBRE DEL AUTOR LIBRO O ARTICULO???????????????

Figura 7. Representaciones cruciformes en cerámicas de Chapada dos Guimarães: a) sitio Taperão # d.m. 1836, b) sitio
Buritizinho # d.m. 1840, c) sitio Engenho do Quilombo # d.m. 1853, d) sitio Tapera do Pingador # d.m. 1850.

Este mismo signo fue encontrado en cerámicas y otros materiales en contextos


norteamericanos y relacionado con la cosmografía Bacongo (véase Ferguson 1992, 1999;
Fennell 2003). Los Bacongo ocupaban la parte sur de la Republica Democrática del Con-
go y Norte de Angola. Para los Bacongo, este signo simbolizaba el pasaje diario del sol
alrededor del mundo de los vivos y de lo muertos. El círculo representa la noción de que
la vida no tiene fin, constituyendo un ciclo (Thompson 1983:108-109). En África Central
también es frecuente este signo, principalmente entre pueblos vecinos a los Bacongo,
como los Chokwe y los Luenas, quienes los utilizan en tatuajes, pinturas y piezas de
carácter sagrado. Para estos dos grupos representa el sol, por lo tanto existe una proximi-
dad notoria con el significado atribuido por los Bacongo (Redinha 1948:86). En sitios
históricos de la de Chapada dos Guimarães, cerámicas con estos signos aparecen única-
mente en contextos datados a partir de 1830, llegando hasta finales del siglo XIX. Esto
puede estar relacionado al hecho de que esclavos del Congo, a pesar de estar presentes en
la región en pequeño número desde 1790, pasaran a ser el segundo grupo mayoritario
africano después de 1830, solo superados por los Benguelas del sur de Angola, y el prime-
ro entre 1850 y 1870. En aquel entonces es probable que las mujeres Congo, fuesen las
responsables por la mayoría de la producción cerámica, ya que representaban el 29% de la
población africana femenina de la región, casi el triple de las mozambicanas (Souza y
Symanski en preparación; Symanski 2006). La reproducción de un símbolo religioso africa-
no en la cerámica producida por esclavos refleja la importancia que tenía para los grupos
de la región de Chapada dos Guimarães reforzar sus lazos con sistemas de creencias aso-
ciados con sus respectivas tradiciones.
De la misma forma que el señor del ingenio atribuía significados sociales a las lozas
importadas, utilizándolas para crear artificios alocrónicos que negaban la posibilidad de
coexistencia a los esclavos, estos últimos utilizaban estrategias similares para establecer
272
un referencial propio a través de sus tradiciones africanas. Mediante éstas, principalmente
NOMBRE DE AUTOR O DEL ARTICULO????????????? | 273

a través de la decoración, ellos también negaban coexistencia al señor. Esta creación de


temporalidades excluyentes, en el caso del señor funcionaban diferenciando espacios
modernos (asociados con su casa) y primitivos (el lugar de los esclavos), mientras que
para los esclavos las distancias representaba un viaje entre sus memorias africanas y un
presente de opresión.

Discursos, alocronismo y colonialismo: Algunas consideraciones finales


El presente artículo discutió las formas en que discursos europeos fueron utilizados
para justificar la explotación económica del Brasil durante los períodos colonial e impe-
rial. También la manera en que las clases altas locales las internalizaron y emplearon para
justificar la esclavitud. El concepto de coexistencia, según la propuesta de Fabian (1983),
fue central como eje conceptual de análisis. De esta manera, todas las descripciones
etnocéntricas sobre Brasil tenían como propósito subyacente negar su coexistencia, para
colocarlo en una posición periférica que avalaba su colonización y explotación por parte
de las potencias europeas.
El ideal burgués de “lo domestico” fue el discurso hegemónico que acompaño la
nueva cultura del consumo impulsada por el capitalismo industrial. Como mencioné ante-
riormente, las clases altas brasileras adoptaron estos ideales por dos motivos: (1) para
reforzar su jerarquía en una sociedad que estaba cambiando rápidamente; (2) para conse-
guir coexistencia con las clases altas de los países europeos. La elite brasilera, especial-
mente después de 1850, asimiló discursos racistas, culpando del subdesarrollo y la mise-
ria del país a la miscegenación de los africanos con los portugueses e indios, lo que habría
generado un pueblo “triste”, física y moralmente degradado” (Prado 1928).
Estos artificios alocrónicos, fueron ampliamente difundidos llegando a los puntos
más remotos del Brasil, incluyendo los ingenios del extremo oeste. A nivel micro, como
el caso del sitio Taperão, tales discursos se materializaron en la manera jerárquica y
“diacrónica” en que los señores del ingenio distribuían la cultura material europea en el
interior del asentamiento. A pesar que las lozas hayan sido producidas en diferentes perío-
dos, las muestras analizadas pertenecen a un mismo período ocupacional, por lo que eran
utilizadas en un mismo momento. En este caso la formula de South, más que señalar
fechados de acumulación de los depósitos arqueológicos, apuntó a la distribución
“diacrónica” del material. Se trata de un artificio alocronico utilizado por el señor para
negar coexistencia a los trabajadores libres y esclavos. Por otra parte, los esclavos utiliza-
ron artificios similares para afirmar sus diferencias, solo que fundamentados en sistemas
de referencias diferentes a los de la cultura del consumo capitalistas. A través de su cerá-
mica este grupo no solamente reafirmó y reprodujo memorias y sistemas de creencias
africanos, sino que también negó coexistencia al señor del ingenio.

Agradecimientos
Este artículo se originó en el curso A Critical Archaeology of Time, dictado en el
año 2004 por el profesor Peter Schmidt en el Departamento de Antropología de la Univer-
273
sidad de Florida. Agradezco a Peter Schmidt por todas las discusiones durante las clases y
274 | SED NON SATIATA NOMBRE DEL AUTOR LIBRO O ARTICULO???????????????

sus sugerencias sobre la primera versión de este artículo. También quiero agradecer espe-
cialmente a mi colega Marcos André Torres Souza, quien trabajó conmigo en el desarro-
llo del proyecto arqueológico del área afectada por la UHE Manso, donde se encuentran
los sitios estudiados. Marcos analizó la cerámica de los sitios Chapada dos Guimarães,
siendo el primero en estudiar la influencia africana sobre ese material. Finalmente agra-
dezco a Andrés Zarankin y Félix Acuto por invitarme a participar del libro y traducir este
texto al español.

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História dos Quilombos no Brasil, editado por J.J. Reis y F.S. Gomes, pp. 213-239. Companhia das
Letras, São Paulo.

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276 | SED NON SATIATA NOMBRE DEL AUTOR LIBRO O ARTICULO???????????????

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