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El Ejército de Salvación

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Divisiones en la Iglesia 1ª Corintios 1:10-17


La Iglesia de Corinto fue fundada por el Apóstol Pablo (1 Cor. 3:6). Según nos relata Hechos 18, el
apóstol pasó de Macedonia a Grecia, y fue de Atenas a Corinto. El Señor le dijo que él tenía un pueblo
numeroso allí (Hechos 18:9-10); así que, el Apóstol se quedó en Corinto por un espacio aproximado de
dieciocho meses. Pablo vio levantarse a su alrededor una iglesia numerosa (Hechos 18:4, 8, 10),
compuesta en gran parte de gentiles (1 Cor. 12:2), pero también de judíos; aún Crispo, el principal de la
sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa. Pero el apóstol se ausentó y se estableció en Éfeso, donde
residió por tres años, a fin de los cuales escribió la epístola a los Corintios (AD 56).

¿Qué sucedió durante su ausencia? La Epístola nos describe los tipos de problemas que se habían
desarrollado en la Iglesia de Corinto. Entre otras cosas, había división, desorden moral, confusión en
cuanto al matrimonio, a lo ofrecido a los ídolos, a los dones espirituales, a la cena del Señor y a la
resurrección. En pocas palabras, y tal como ya ha sido mencionado, la Iglesia de Corinto no era muy
distinta a nuestras iglesias hoy en día.

En éste ambiente vivían los corintios.

Pero hay algo más, al leer la salutación de la carta notamos que pablo se dirige a ellos como “la iglesia
de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos” (1:2). Luego da
gracias a Dios por ellos (1:4-9) por cuanto han sido receptores de la Gracia de Dios en Cristo y por
cuanto ha sido enriquecidos en toda palabra y ciencia en El. Da gracias también por cuanto
sobreabunda la presencia de los dones espirituales en su medio.

Es decir, eran una Iglesia que poseía un sano conocimiento del Señor y también gozaban de las
manifestaciones carismáticas del Espíritu Santo.

Una iglesia ideal ¿no? Hasta aquí todo esta bien... pero viene el primer problema: Hay divisiones
internas. Ellos, como iglesia tenían los fundamentos de la doctrina cristiana y eran fieles seguidores de
Cristo... pero estaban divididos... Así lo podemos ver en el v. 10

Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que
no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo
parecer.

Estoy seguro de que han escuchado aquella celebre frase de divide y vencerás...

Divide et vinces, es una de esas citas históricas atribuidas a todo el mundo: desde Julio César hasta
Napoleón Bonaparte. Sin embargo, su autor es desconocido. Fue popularizada por Nicolás Maquiavelo,
y no podemos dudar del hecho que es una triste realidad, pero más triste aún cuando se da en el seno de
la iglesia...
¿No es esto lo que sucede muchas veces en la Iglesia? Tenemos divisiones entre nosotros.

Hermanos, sabemos que no hay estratega más astuto que el Diablo. El sabe que cuando le damos puerta
abierta para dividir...él podrá ganar una importante batalla!

En la Iglesia de Corinto habían cuatro facciones: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de
Cristo”. ¿Por qué habían llegado algunos a identificarse con estos líderes?

Veamos las posibles razones...

1. Pablo. Pablo había plantado la iglesia de Corinto (3:6). Como el fundador de la iglesia y defensor
de las doctrinas de la gracia, no es de extrañar que tuviera fuertes adherentes dentro de esta
iglesia.

2. Apolos. Apolos había regado lo que Pablo plantó (3:6; 4:6). Apolos era de Alejandría y pudo
haber tenido un trasfondo de apelación intelectual, el cual, unido a su capacidad oratoria,
habrían hecho de él un predicador magnético. Es de suponer que este era el motivo por el que
muchos lo preferían. Quizá también él se rehusaba a regresar a Corinto (16:12) precisamente
para no causar más división entre los hermanos.

3. Cefas. Cefas es el nombre arameo de Pedro. Tal vez era percibido como el más apegado a la ley, y
a las tradiciones y ceremonias judías. Es de suponer que era la elección de los hermanos judíos
de Corinto.

4. Cristo. Es interesante notar que había un partido que alegaban ser los verdaderos seguidores de
Cristo. Posiblemente declaraban que no se querían someter a maestros humanos, sino que toda
su fe se basaba en las palabras de Cristo. Pero contrariamente a lo que suponían, el apóstol
Pablo, al mencionarlos, está haciendo notar que aún ellos están equivocados en su partidismo y
divisionismo "en nombre" de Cristo.

¿Por qué son peligrosas este tipo de divisiones en la Iglesia? Permítanme darle
tres razones:
La primera razón por la que la éste tipo de divisiones en la Iglesia son peligrosas es por que...

I. Faltamos a la verdad y al amor (v.13a).

Me explico: Proclamamos que somos el Cuerpo de Cristo. Que somos UNO en El, que somos
miembros de dicho cuerpo unidos los unos a los otros en el vínculo del amor. Eso lo decimos, lo
predicamos y lo cantamos; pero cuando tenemos divisiones entre nosotros estamos mintiendo.

Este problema es muy común en la vida de la Iglesia y debemos combatirlo. ¿Cómo? Pablo nos dice
(v.10):

“...que habléis todos una misma cosa... que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en
un mismo parecer”.

Al concluir la carta se despide con estas palabras (16:13):

13Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. 14Todas vuestras cosas sean
hechas con amor.

Hermanos: necesitamos comunicarnos mejor. Hablar entre nosotros. Discutir nuestras diferencias
en el vínculo del amor y más que todo CEDER bajo el peso de la Palabra.

Cuando creemos tener la razón pero hemos estado equivocados, no tengamos miedo de reconocerlo.
No perdemos nada importante, quizá lo único que perdemos es nuestro orgullo.

Otra razón por la que la éste tipo de divisiones en la Iglesia son peligrosas es que...

II. Nos constituimos en seguidores de hombres (v.13b).

Pablo de manera enfática les pregunta: ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados
en el nombre de Pablo? En otras palabras: ¿quién dio su vida por ti? ¿A quién estas unido por la fe?
¿Al pastor? ¿A tal o cual hermano? ¡POR SUPUESTO QUE NO!

Este es otro peligro para nosotros en nuestra congregación. “Ah, yo soy de fulano, yo de mengano.
“Ese sí es mi líder favorito, sólo a él le obedezco... “

Hermanos, es inevitable que existan vínculos de amistad especiales entre algunos. Es normal que
hayan sentimientos de simpatía más fuertes hacia ciertas personas... Eso no esta mal, pero lo
peligroso es que nos pongamos unos contra otros. Que dividamos la Iglesia conformando grupos de
favoritos.

Tengamos cuidado de no crear divisiones entre nosotros. ¿A quien seguimos en último instancia?
¡Debemos seguir al Señor!

III. Evidenciamos mal testimonio (v.11).

“He sido informado acerca de vosotros de los de Cloé...”

No sabemos quienes eran los de Cloé, pero es obvio que ellos llevaron el reporte a Pablo. Lo que
estaba sucediendo en la Iglesia – las fracciones - eran del conocimiento de muchos aún fuera de
“casa” (a lo menos eso pasó cuando empezaron a enjuiciarse en los tribunales públicos).

Cuando nosotros mantenemos malas relaciones y nos dejamos llevar por la división estamos
predicando lo opuesto de la enseñanza bíblica en cuanto a la comunión cristiana.

Muchas veces hemos cantado el Salmo 133: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los
hermanos juntos!”. También hemos confesado en el Credo de los Apóstoles: “Creo en la comunión
de los santos”. Sin embargo es posible que muchos no estemos viviendo esas declaraciones.
Tenemos celos, envidias y resentimientos. Damos mal testimonio hacia el mundo que observa,
atento para ver cómo vivimos. Un mundo que observa atento para ver si practicamos lo que
predicamos.

¿Ha oído alguna ves a alguien decir: para qué voy a hacerme cristiano si ellos son hipócritas? ¡Mejor
sigo como estoy!

Hermanos, llevémonos bien. Aun si tenemos diferencias en opinión y en gustos, cuidemos de que
prime el amor cristiano. Pablo así lo dice a los Romanos: “Amaos los unos a los otros con amor
fraternal”

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