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¿Cuántas veces, la realidad supera la ficción?

Haré el comentario de la película Intouchables (2011) desde dos aristas: la parte técnica y la
parte humanista. Ambos aspectos igual de importantes.

En los protagonistas, vemos una relación codependiente: quién busca obtener un empleo y
la persona necesitada de cuidados personalizados. Phillipe representa al adulto mayor con un grado
importante de discapacidad. Esta condición lo hace totalmente dependiente para poder cubrir todas
sus necesidades básicas. Una ventaja es que cuenta con los recursos económicos suficientes para
poderse hacer de los implementos tecnológicos de vanguardia que le ayuden a sobrellevar la
situación: desplazamiento automatizado, grúas de movilización, mobiliario para rehabilitación y un
equipo de servicio a su disposición.

Esta condición es privilegiada respecto a la gran mayoría de la población quien no tiene


acceso o tiene serias limitaciones para el cuidado en la enfermedad. El tener un alto grado de
instrucción y cultura, le da autonomía en su propio cuidado y le permite tomar decisiones respecto
al mismo. La elección de un personal no especializado en el cuidado sanitario, obedece más a un
impulso que a un razonamiento fundamentado.

Pese a la disposición de recursos, se enfrenta a la limitación más básica que puede haber: la
de su propio cuerpo imposibilitado para satisfacer las actividades básicas de la vida diaria.

El cuidador, protagonizado por el personaje llamado Driss, nos mostraría a una persona
cuya necesidad más urgente es asegurar un ingreso económico y la conciliación de sus relaciones
familiares en conflicto. Como cuidador, no tiene la capacidad técnica para otorgar un cuidado digno
y eficiente, sin embargo, sustituye este déficit por el trato humano e igualitario que otorga a su
paciente. En el transcurso de la película, se hace de los medios necesarios para cuidar del adulto
mayor de una manera holística y eficaz; integra la concepción de la persona como un todo
atendiéndole en la salud emocional, física y espiritual.

Y aquí, es donde abordo la segunda parte de este comentario.

El anciano, llega a la cúspide de su vida con un cúmulo de saberes conceptuales y


vivenciales. Cualquiera de los dos es valioso, su experiencia puede enriquecer la vida de quienes le
rodean y facilitar la toma de decisiones. La edad avanzada no necesariamente es sinónimo de
sabiduría, sin embargo, la visión que desarrollan derivado de los años de vida, pueden ser un factor
favorable en el desarrollo de la familia que se refleje en la comunidad.

Nuestros ancianos actuales, vienen de una circunstancia cultural en el que el silencio y la


violencia fueron parte de su niñez como protagonistas directos o testigos indirectos. Muchos están
acostumbrados a callar y dar por hecho la circunstancia del respeto por el simple acto del ser.

Esta particularidad, hace especialmente difícil sobrellevar el acto de ser ignorados y sentirse
poco valorados, aunado a padecer de manera real cualquier tipo de violencia. Desarrollan
sentimientos de vergüenza si es que tienen que depender de los demás pues acrecienta la sensación

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de inutilidad. Entonces, para poder disminuir esa parte, minimizan sus necesidades y sufren en
silencio molestias y padecimientos que pueden complicar su salud y derivar en un diagnóstico
incorrecto o poco apego al tratamiento.

Una problemática en el adulto mayor, es la automedicación. En parte, puede explicarse


porque no hay una persona de su confianza que pueda acompañarle a las visitas médicas, en otra,
tiene origen en esa minimización de sus padecimientos para “evitar dar molestias” a sus familiares
cercanos. Por supuesto, la situación de pobreza juega un papel preponderante. Y el anciano prefiere
automedicarse en lugar de buscar atención porque siente no merecerla, buscándola hasta que es
demasiado tarde.

La situación del anciano con discapacidad lo coloca en cierto estado de vulnerabilidad y


fragilidad. Independientemente a que el cuidador esté capacitado, no lo exime del riesgo de maltrato
y se soslaya la necesidad de escucha y afecto para preponderar el mantenimiento físico.

La salud mental en el adulto mayor es un problema expuesto ante el que todavía no tenemos
los recursos suficientes para su atención. A un niño, se le puede tolerar cierta conducta y
dependencia, pero en el anciano, esta regresión provoca rechazo o incredulidad de que sea un
problema real.

En pocos años, los cuidadores serán insuficientes para satisfacer la demanda de servicios de
salud en un sector de población que ya no parará de crecer. La población está envejeciendo y no hay
vuelta atrás. Debemos prepararnos hoy para todo escenario posible en el que los protagonistas, esta
vez, seremos nosotros mismos.

Referencia:

1. Toledano E., Nakache O. (2011). Intouchables. Película. Francia. Disponible en


http://www.peliculasaudiolatino.tv/movies/Amigos/87156.html

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