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CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS:
pág. 20 : © Archigram Archive 1968
pág. 35: © The Estate of Robert Smithson!Vegap, Barcelona 2009
pág. 52: © Richard Serra/Vegap, Barcelona 2009
pág. 122: ©David Plowden/RLR Associates, LTD
pág. 127: ©Manolo Laguillo/Vegap, Barcelona 2009
pág. 173: © Manel Royo
pág. 182: © Florian Beigel and Architecture Research Unit
pág. 188: © Paul Klee/Vegap, Barcelona 2009; de la fotografía© ALBUM/akg-images
pág. 222: © Cortesía del artista, neugerriemscheider, Berlín; Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York
págs. 226, 231: ©Teresa Galí-lzard
pág. 245: ©Time & Life Pictures/ Getty lmages
Printed in Spain
ISBN: 978-84-252-2276-4
Depósito legal: B. 30.018-2009
Impresión : Gráficas 92, SA, Rubí (Barcelona)
Índice
7 Introducción
lñaki Ábalos
19 Cuaderno del jardinero
David Greene
31 Frederick Law Olmsted y el paisaje dialéctico
Robert Smithson
49 Paseo pintoresco alrededor de Clara-Clara
Yve-Alain Bois
83 Concurso internacional para el parque de La Villette, París
OMA
101 Paisajes de cambio:
los Stati d'animo de Boccioni como teoría general de modelos
Sanford Kwinter
123 Terrain vague
lgnasi de Sola-Morales
252 Bibliografía
257 Biografías de los autores
Introducción
lñaki Ábalos
7
ciente prestigio del paisajismo como disciplina creativa, para algunos
capaz de producir una ciudad más acorde con las demandas sociales
que las prácticas del urbanismo, es un hecho extendido, medible en la
enorme difusión que esta disciplina recibe en los medios profesionales
arquitectónicos (apenas hace dos décadas era por completo invisible).
Algunas de sus propuestas, como el "jardín en movimiento" de Gilles
Clément o, de forma más estructural, ellandscape urbanism de la mano
de James Corner (Field Operations), han entrado a formar parte de la
cultura proyectual de las nuevas generaciones de arquitectos con total
naturalidad. Son manifestaciones de un fenómeno más amplio que pue-
de registrarse en distintos campos. En el terreno puramente técnico y
constructivo, observamos que el interés moderno por los materiales
artificiales se ha visto desplazado doblemente. La materialidad natu-
ral ha pasado a ser un campo de investigación relevante, en algunos
momentos hasta arrasador. La introducción de materias naturales como
materiales de construcción, las cubiertas ecológicas, las fachadas ver-
des, así como las metáforas de nubes, agua, moléculas , enzimas, vien-
to, flujos, tornados y otros fenómenos atmosféricos o meteoros como
desencadenantes imaginarios de los proyectos está a la orden del día. Y
no es un fenómeno exclusivamente arquitectónico: la enorme influencia
alcanzada por la obra de Olafur Eliasson en el ámbito plástico da buena
cuenta de este desplazamiento de interés hacia las materias naturales y
lo háptico o atmosférico. Por otra parte, el interés creciente por controlar
el consumo energético y las emisiones de gases nocivos ha ido generan-
do una visión de la energía como verdadero material de construcción, que
implica un cambio de sistemáticas proyectuales, de formas de trabajar,
y conlleva un cuestionamiento de los parámetros materiales y técnicos
del confort moderno, buscando identificar técnicas de optimización en la
gestión del consumo y las emisiones y generando lo que podríamos de-
nominar un paradigma "termodinámico" frente al mecánico típico de la
modernidad, utilizando aquí las palabras de Sanford Kwinter.
Cabe reseñar también que, desde el punto de vista ensayístico o
teórico, se han esbozado en este mismo período muchas posiciones
arquitectónicas a partir de postulados ecológicos, bioclimáticos o
paisajísticos, así como a partir de la noción de reciclaje: neologismos
8 Introducción
como groundscrapes, land-arch, "especies filogenéticas", "geofracta-
les", landform buildings y otros muestran hasta qué punto la imitación
de la naturaleza y de las actuales visiones científicas de la misma sirven
como inspiración a un modelo estético y técn ico híbrido, que busca la
disolución de la dicotomía moderna naturaleza/artificio, en gran parte
amparado en la propia disposición de las tecnologías digitales y su sis-
temática binaria para la construcción de sistemas complejos análogos
a los de la vida orgánica.
Es esta perspectiva la que nos interesa aquí: la construcción de un
ideario estético a partir del cuestionamiento de tal modelo dicotómico
y la repercusión de dicho ideario en la construcción de nuevas prácticas
de la arquitectura y el paisaje.1
Leyendo simultáneamente escritos que desarrollaban alguna de es-
tas teorías contemporáneas y el bellísimo texto escrito entre 1790 y
1810 por Uvedale Price -Three essays on the picturesque- fue como
visualicé este retorno del paradigma pintoresco a la escena cultural ar-
quitectónica y paisajística. Y ha sido uno de mis intereses prioritarios,
especialmente al escribir los dos volúmenes del Atlas pintoresco, 2 dar
fe de esta dimensión histórica, del espesor temporal de algunas de las
ideas estéticas contemporáneas, desde la convicción de que hacerlo
permitiría a algún lector alejarse de la excesiva inocencia que rodea a
menudo estas propuestas "neonaturalistas".
De hecho, al documentar y escribir los dos volúmenes del Atlas pin-
toresco fui descubriendo que esta idea, la de la ligazón entre la esté-
tica pintoresca y la contemporánea, había dado ya lugar a un número
considerable de textos memorables de autores cuyo prestigio n? sólo
reforzaba , sino que ampliaba y contextualizaba esta primera intuición;
su disposición ordenada permitirá apreciar el alcance de sus ideas que,
de otro modo, seguirían quedando subsumidas , no visibles en su verda-
dera magnitud . Así pues, una selección de esas referencias, razonada
y ordenada cronológicamente, compone este compendio, que recoge
aquellos temas que creo principales del ideario pintoresco, actualizado
hoy con nuevas formulaciones.
El volumen se ciñe voluntariamente a los ámbitos disciplinares de la
arquitectura y el paisajismo, o de ambas disciplinas ejercidas simultá-
lñaki Ábalos 9
neamente, escogiendo exclusivamente textos realizados por críticos,
ensayistas y profesionales en activo de ambas disciplinas. Se ha redu-
cido a un ún ico texto el "privilegio" que la colección concede de selec-
cionar alguno con fecha anterior a 1973. Este texto es "Cuaderno del
jardinero", escrito por David Greene en 1969, miembro del grupo Archi-
gram, y publicado en la revista del mismo nombre (número 9, 1970). Tie-
ne el valor histórico de plantear una visión de la naturaleza ya no con-
templativa al modo pintoresco tradicional, sino como soporte del ocio
tecnificado de las masas consumistas del fin de la posguerra: propone
un nuevo híbrido de naturaleza y artificio, intuye y anuncia la actual ubi-
cuidad de las tecnologías de la información, y da forma visible a otras
maneras de disfrutar la naturaleza, de las que el pescador que mira la
televisión sentado plácidamente al borde de un arroyo campestre (véa-
se pág. 24) es la imagen paradigmática, numerosas veces reproducida.
Los arquitectos comienzan a interesarse por la naturaleza como un ma-
terial de construcción manipulable en combinación con las nuevas tec-
nologías, que les permite dar forma a nuevas modalidades del espacio
público contemporáneo. Una amalgama en la que se anuncian técnicas
constructivas, métodos y actitudes como los que Archigram desarro-
lló en el concurso de Montecarlo, que nos remiten al ideario pintoresco
como una sorprendente referencia que se enfrenta al carácter homoge-
neizador y positivista de la modernidad ortodoxa.
Nada más clarificador de este interés renovado que el texto que pue-
de considerarse testamento artístico de Robert Smithson, "Frederick
Law Olmsted y el paisaje dialéctico", publicado en Artforum (febrero de
1973), el último texto escrito por este autor antes de su muerte, en Ama-
rillo, Texas, al sobrevolar en avioneta uno de sus earthworks. Dedicado a
la figura pionera del paisajismo moderno, Frederick Law Olmsted , autor
de Central Park y creador de la figura dellandscape architect (en sí mis-
ma una invención pintoresca), Robert Smithson hace en él una reivindi -
cación totalizadora de Olmsted como artista "contemporáneo", capaz
de entender el paisaje como algo dialéctico, nunca concluso, capaz de
hacer visibles en su obra tiempos geológicos y de dar nuevas direccio-
nes al espacio público de las grandes metrópolis modernas entonces en
su fase adolescente. El paseo que hace Smithson desde el Whitney M u-
10 Introducción
seum, donde se expone por primera vez el fabuloso legado de Olmsted,
hasta Central Park, a pocas manzanas, donde se complace en pasear y
fotografiar distintos episodios -en su terminología entre un non-site y
un site-, le permite reivindicar en toda regla esta tradición pintoresca
norteamericana como el sustrato que soporta el land art y su propia
obra plástica.
Esta visión de la vigencia de los autores y la estética pintoresca le
había llevado a mantener una discusión, ya famosa, con Richard Serra
que encabeza el que será uno de los artículos o ensayos más defini-
tivos en la consolidación de los vínculos entre pintoresquismo, arte
y arquitectura actuales, el escrito por el crítico Yve-Alain Sois con el
título "Un paseo pintoresco alrededor de Clara-Clara" (1983), referido
precisamente a la obra así denominada objeto de discu·sión entre los
dos artistas. A partir de esta anécdota, Yve-Alain Sois construye una
completa e impecable genealogía de las ideas pintorescas en la moder-
nidad, desde Piranesi a Le Corbusier; explica en qué se basa Smithson
para calificar de pintoresca la obra de Serra y aprovecha todo ello para
llevar a cabo una verdadera restitución del ideario pintoresco, compo-
niendo un ensayo que podemos denominar clásico, presente en cientos
de bibliografías académicas y con una enorme influencia en los centros
académicos norteamericanos y europeos.
No por casualidad se encadena esta revisión con la ya emblemática
presentación del proyecto de Rem Koolhaas (OMA) para el parque de La
Villette, París, concurso de 1983, en el que puede cifrarse el auge del in-
terés de los arquitectos por el paisajismo, entendido como el último lu-
gar para una exploración pura sobre el espacio público y los conceptos
espaciales y culturales que lo conforman. La enorme influencia de este
proyecto se basa en el hecho de que, por primera vez, se materializa
de forma consciente desde la modernidad una transferencia comple-
ta de técnicas proyectuales de la arquitectura al paisajismo, del ras-
cacielos a la superficie horizontal del parque, mostrando las enormes
posibilidades de una identificación entre ambas disciplinas. A través
de este proyecto y el realizado poco después para Melun-Senart (1987)
la idea del vacío como verdadero potencial de la transformación de la
ciudad moderna se consolida en la profesión; comienza a emerger una
lñaki Ábalos 11
atención renovada por las técnicas y los métodos del paisajismo, que
se consolida cuando se da el paso de ligar los fenómenos de cambio y
sucesión biológicos -en un principio ajenos por completo al aparato
técnico y metodológico del arquitecto- con las entonces recién llega-
das tecnologías informáticas, capaces de registrar procesos dinámicos
y que permiten al arquitecto operar sobre campos dinámicos.
La unión de digitalización, procesos biológicos y procesos creativos
es el tema recurrente de los ensayos de Sanford Kwinter. En su artículo
"Paisajes de cambio: los Stati d'animo de Boccioni como teoría general
de modelos" (1992) propone revisar desde nuevas perspectivas la mo-
tricidad del futurista Umberto Boccioni para desplegar una nueva ter-
minología, que explica no sólo la sistemática del autor sino todo un pro-
cedimiento proyectual universal y actual cuya sistemática procesual
mezcla teorías matemáticas, léxico tomado de las ciencias biológicas,
en particular de la ecología, y la revisión de algunas técnicas creati-
vas típicas de la modernidad. Así construye un nuevo panorama epis-
temológico, primera fusión rigurosa de disciplinas complementarias
hasta entonces inconexas, basada, como los textos de Ylya Prygogyne,
en la coincidencia final de ciencias exactas, biológicas y sociales en un
único paradigma biotecnológico.
Las consecuencias de este artículo en Norteamérica sólo son com-
parables con las del extraordinario texto en torno al terrain vague de
nuestro siempre añorado lgnasi de Sola-Morales en Europa. Este escri-
to, titulado precisamente "Terrain vague" (1995), es una aproximación
a los lugares entrópicos generados por los procesos de urbanización,
cuyo potencial como generadores de nuevas formas de socialización y
nuevos proyectos no ha dejado de interesar a arquitectos y paisajistas
hasta hoy. La filiación que Sola-Morales propone del terrain vague en la
fotografía y el cine contemporáneos plantea otro terreno de juego dife-
renciado del metodológico de Sanford Kwinter, definiendo entre ambos
el marco en el que aún hoy se desarrollan las ideas prácticas más inte-
resantes de ambas disciplinas, arquitectura y paisaje.
La fundación y brevísima vida (en su formulación inicial) de Field Ope-
rations pueden ser vistas como el perfecto episodio neopintoresco,
donde uno de los profesores de arquitectura más destacados de la es-
12 Introducción
cena académica estadounidense (Stan Allen), interesado especialmente
por la representación y las mutaciones introducidas por la eclosión de
lo digital, se une con uno de los más prometedores paisajistas (James
Corner), en una búsqueda de nuevas formas de establecer los límites
disciplinares en base a los paradigmas ecológicos. De su unión (Field
Operations) sale inmediatamente la exitosa propuesta de restauración
del vertedero de Staten lsland, hoy en construcción y verdadera piedra
de toque de movimientos y actitudes posteriores.
Si hasta ahora hemos ido de la mano mayoritariamente de críticos y
ensayistas relevantes en las escenas europea y norteamericana, llega-
mos aquí al momento en el que los profesionales en activo toman el re-
levo y comienzan a elaborar discursos "desde dentro", que registran con
precisión los cambios que se experimentan. No es casual que recojamos
los textos germinales de los dos autores implicados en la fundación de
Field Operations: Stan Allen, con "Del objeto al campo: condiciones de
campo en la arquitectura y el urbanismo" (1999-2008), y James Corner,
con "Terra fluxus" (1997), escribieron dos ensayos, cada uno desde su
dominio disciplinar, que hablan con claridad de la asunción desde ambos
dominios de una condición nueva y convergente. James Corner entiende
el paisajismo ya no desde los principios científicos de la ecología, sino
desde la dimensión creativa y metodológica implícita en los mismos,
aplicada a la construcción del marco donde se desarrolla la vida de los
hombres, la ciudad, y sienta las bases para la consolidación dellands-
cape urbanism como una disciplina capaz de dar respuestas coheren-
tes en el marco natural y artificial simultáneamente. Stan Allen, por su
parte, identifica en el despliegue de las condiciones de campo -referi-
do tanto al campo físico, al emplazamiento, como a la teoría de campos
matemáticos- un nuevo referente estético y creativo de la arquitec-
tura, ejemplar para aproximaciones de carácter sistémico y procesual
al diseño que explotan las posibilidades de los medios informáticos en
la consolidación de composiciones híbridas, a medio camino entre un
mat-building y un paisaje natural. Estas conformaciones extensivas a
través de la definición de unos cuantos parámetros puestos a negociar
las condiciones locales desde sus propias reglas de constitución capi-
talizarán, al menos durante una década, el "espíritu de los tiempos". En
lñaki Ábalos 13
su imaginación, la construcción de estos campos en base a patrones
autoorganizativos que permiten la continuidad y la diferencia, sustituye
como ideal operativo a la definición autorial de objetos cerrados, para-
digma de una época marcada por un nuevo instrumental tecnológico y
unos nuevos intereses de carácter "ambiental".
En cualquier caso, en pocos años, una idea de belleza basada en un
cruce fecundo de paradigmas ecológicos, instrumentos digitales e imá-
genes artificializadas de campos ondulados, se constituye en foco de
atención preferente de arquitectos y paisajistas, y las metáforas híbridas
vuelven a florecer, a imagen y semejanza de las inauguradas por David
Greene en 1969. Buen ejemplo de este momento lo constituye el texto
escogido aquí de Toyo lto, uno de los arquitectos más sutiles a la hora
de captar el"espíritu de los tiempos", donde desarrolla con gran poder
evocativo un lenguaje fenomenológico "actualizado", por así decirlo, en
el que son protagonistas las transformaciones de la percepción que in-
troduce la tecnología digital, con especial énfasis en la fragilidad física y
temporal de la realidad virtual. El éxito de Toyo lto como ensayista estri-
ba en su capacidad para describir con sentido proyectual y sin excesivo
"aparato" léxico estos fenómenos, en un momento en el que el lenguaje
pseudocientífico invadía la terminología arquitectónica. Algo que se hace
evidente cuando vuelve sobre el mito del"Tarzán digital" en su texto "Tar-
zanes en el bosque de los medios" (1997); retomando de forma tan literal
la versión del jardinero de Greene que no podemos evitar su reproduc-
ción, entendiendo este fenómeno reiterado como una letanía pintoresca
que se repitiese cíclicamente hasta nuestros días ...
Con la misma raíz fenomenológica, el trabajo de Florian Beigel y Philip
Christou desarrolla una nueva versión de la idea de "escuchar a los genios
del lugar" que fue una de las técnicas germinales del pintoresco (recogi-
do en el poema que Alexander Pope dedicó a Lord Burlington en 1731). Allí
se inauguraba la visión hoy tan extendida de que son los lugares los que
hablan al arquitecto y al paisajista "auténticos", que saben "escuchar",
estableciendo una comunión un tanto espuria pero de enorme credibili-
dad. Pero ahora, como cuenta Andrew Mead en el artículo que considero
más comprensivo escrito sobre la obra de estos autores, "Viajeros del
tiempo" (2003), esta visión del genio del lugar abandona esa retórica y
14 Introducción
despliega una multiplicidad de capas, de lecturas y de léxicos adoptados
de disciplinas como la geografía, la arqueología, el análisis toponímico,
etc. De este modo, se conforma una técnica de registrar y "mapear" los
terrenos que conduce con naturalidad a una reducción de la necesidad
de "hacer". Ésta es sustituida por el interés por revelar las trazas en una
actitud que podemos ligar sin dificultad a esa necesidad de establecer
nuevos foros propicios para el diálogo entre humanos y no humanos que
Bruno Latour viene invocando al menos desde su conocido libro Poli-
tiques de la nature, 3 y que también ha alcanzado un alto predicamento en
los ámbitos académicos contemporáneos. 4
A continuación se encadenan deliberadamente en este compendio
tres artículos significativos, no sólo por la repercusión que tuvieron en
su momento, sino también porque nos permiten reflejar la amplitud de
las posiciones y los métodos construidos en estas últimas décadas.
Gilles Clément escribió el que seguramente ha sido el manifiesto más
decisivo en la reorganización de saberes, métodos y actitudes en torno
a la estética del paisaje en Europa, su libro Le Jardín en mouvement. 5 La
idea de que el conocimiento científico adquirido nos permite crear una
nueva belleza sin apenas intervención, una belleza pasiva, derivada de
"escuchar" y "mirar", consistente en el placer derivado de la contem-
plación de los propios procesos de sucesión biológica, es una versión
refinada y actualizada del original interés por el accídent y el neglect
de los primeros autores pintorescos. Pero contiene una visión científica
-ecológica, para mayor precisión- que le permite presentar sus ideas
como una puesta al día de las teorías paisajísticas en sintonía con la
fascinación por el cambio y la complejidad de muchos de los teóricos
de la arquitectura digital. El arquitecto y el jardinero aparecen como
constructores de procesos que guían mediante el uso de ciertos cono-
cimientos técnicos, pero no conforman objetos cerrados, estáticos. El
tiempo se convierte en la nueva palabra talismán, una revelación que
no puede ocultar que fueran los autores pintorescos de 1800 los pri-
meros en teorizar la experiencia estética como algo que se desarrolla
en el tiempo, entonces entendido tanto como agente de procesos de
transformación naturales como un elemento inherente a la experiencia
cinestésica del sujeto.
lñaki Ábalos 15
Otros autores han entendido que la vigencia de la mirada pintoresca
estriba en aceptar lo prosaico, lo que está "ahí fuera", el mundo mate-
rial contemporáneo heredado de la modernidad tal y como los autores
pintorescos lo hicieron en el paisaje entonces semiagrícola en el que
se desarrollaba su escenografía vital. Mirko Zardini, por ejemplo, lleva
décadas depurando su fascinación por un material que ha sido tan deci-
sivo en el paisaje y la ciudad de la modernidad como el acero o el vidrio
en la arquitectura: el asfalto, un material sobre el que ha desplegado
una doble sabiduría técnica y fenomenológica que expresa por sí misma
la complejidad adquirida hoy por la noción de "paisaje", y de la que dan
cuenta dos trabajos, los libros Asfalto: il carattere della citta 6 y Sense
of the city?
Desde las prácticas artísticas -y en especial desde las prácticas
basadas en la construcción de "instalaciones"- este interés por la
materialidad corrupta moderna y sus ambiguas potencias como gene-
radora de paisajes simultáneamente artificiales y naturales recibe una
atención creciente. Olafur Eliasson, un ejemplo importante de esta ma-
nera de operar, propone en 2001 su radical transformación del bellísimo
Kunsthaus Bregenz de Peter Zumthor, haciendo una lectura paisajís-
tica y fenomenológica de su estructura espacial en cuatro salas con-
catenadas verticalmente, que le conducen a experimentar con distin-
tos elementos naturales -agua, tierra, vapor- y con los procesos de
corrupción orgánica, en la construcción de un diálogo verdaderamente
neo pintoresco entre arte, arquitectura y paisaje. Compone así un verda-
dero manifiesto y una revisión de las ideas fenomenológicas aplicadas
a la inducción de nuevos estados materiales y atmosféricos, de los que
su The weather project en la Tate Modern (Londres, 2003) se convertirá
en una referencia fundamental.
Por último, he querido incluir en este compendio dos textos recientes
de autores españoles que permiten comprobar la significativa reper-
cusión que las ideas pintorescas tienen en nuestro país y en los expo-
nentes más interesantes de la generación más joven. Teresa Galí-lzard
es una conocida paisajista (ingeniero técnico agrónomo de formación)
que ha desarrollado su carrera colaborando con varios estudios del
territorio nacional, mientras que Cristina Díaz Moreno y Efrén García-
16 Introducción
Grinda han desarrollado una trayectoria profesional en la que la aten-
ción a las geometrías tecnobiológicas se entrecruza con reflexiones
paisajísticas y, más recientemente, ambientales. En "El aprendizaje de
lo imprevisible" (2004), Teresa Galí-lzard se concentra en explicar cómo
la belleza de lo imprevisto puede dar lugar a un método proyectual que
aúna rigor y poesía; Cristina Díaz Moreno y Efrén García Grinda, por su
parte, con el artículo titulado "Atmósfera, material del jardinero digital"
(2004) introducen la noción de lo atmosférico en la evolución del jar-
dinero inaugurado por David Greene, permitiéndonos abrir otra puerta
aún por explorar, la de lo atmosférico, que demuestra la flexibilidad y
elasticidad o capacidad de adaptación del ideario pintoresco señalando
nuevas direcciones para el futuro inmediato.
El libro concluye con un artículo de Philip Ursprung, que cierra el
círculo histórico del interés por la naturaleza en el siglo xx y que na-
rra de forma comprensiva la evolución de las ideas de los creadores en
paralelo a los avances científicos y a las transformaciones políticas y
económicas. El compendio se cierra así con una llamada a reconocer
la compleja relación de las cuestiones estéticas con las políticas del
territorio.
Quisiera añadir una última reflexión sobre lo que considero que nin-
gún texto ha tratado aún convenientemente de este filón estético, a
pesar de estar implícito en el origen de todos los de este compendio
y otros muchos dedicados a la teoría pintoresca, entre los que inclu-
yo los dos volúmenes del Atlas pintoresco. Me refiero a la gran aporta-
ción compositiva de dicha estética: la aparición de la línea sinusoidal
en el ámbito del paisaje primero y luego de la arquitectura, y la larga
vida que ha tenido este artificio compositivo desde sus comienzos en
los caminos trazados con tal geometría para proporcionar variedad e
intrincamiento, así como una nueva experiencia estética basada en el
movimiento del sujeto y su despliegue temporal. Desde este punto de
vista, prácticamente todos los textos aquí recogidos confluyen en un
único objetivo: ampliar la complejidad de este artificio proyectual, do-
tándolo de actualidad y vitalidad al incorporar nuevas referencias plás-
ticas, nuevas técnicas y materiales, nuevos paradigmas científicos y
nuevas "dimensiones", pasando de las dos originales a tres -con la
lñaki Ábalos 17
promenade architecturale de Le Corbusier- y a cuatro -ya con la in-
corporación del tiempo como instrumento de proyectación-. Aún está
por escribir la historia de esta línea elemental reveladora del sentido de
tantas elaboraciones, desde las ecológicas a las digitales cinestésicas
y hápticas, como hemos ido incorporando. Pero, también, está aún por
imaginar lo que semejante expansión de sus posibilidades espaciotem-
porales puede dar de sí en el futuro próximo en un contexto profesional
en el que las barreras entre arquitectura, naturaleza y energía buscan
disolverse en favor de una nueva técnica proyectual unificada y en el
que la atención tradicional a la estabilidad del objeto se desplaza hacia
las experiencias somáticas, individuales y la creación de campos cre-
cientemente inmateriales.
18
Cuaderno del jardinero
David Greene
1969
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David Green 21
Por el momento, deberemos esperar a que se descompongan los
mausoleos de acero y hormigón de nuestras capitales, ciudades, pue-
blos, etc., y florezcan y se desarrollen los barrios residenciales. Ellos
también morirán a su vez, y entonces quizás el mundo vuelva a ser un
jardín. Y quizá sea éste el sueño y debamos convencernos de no cons-
truir, sino de prepararnos para las redes invisibles que están en el aire ...
Lea un fragmento de este increíble poema; las Máquinas de Amorosa
Gracia velan por todo.
Me gusta imaginar
(¡ahora mismo, por favor!)
un bosque cibernético
repleto de pinos y electrónica
donde pasea el ciervo plácidamente
antiguos ordenadores
como si fueran flores
con brotes giratorios.
El realista
Proyecto LAWUN n· 1
Una robotería experimental, 1969
David Greene
El robot.
Máquina transitoria en el paisaje.
La fotografía de este hombre junto al río reúne gran parte de las ideas
e influencias que originaron este proyecto. Ha sido posible crear un
entorno efímero no especializado gracias al desarrollo de sofisticados
equipos portátiles.
El hombre aparece sentado ante su televisor, con su nevera portátil
y su coche detrás de él, todo arreglado, componiendo un escenario a
su gusto; todo puede trasladarse y al desaparecer no queda nada que
demuestre que allí hubo algo, salvo un poco de hierba pisoteada y qui-
zás unas huellas de neumático o de pisadas. De modo que, en cierto
sentido, todo ello es invisible; un lugar transitorio que quizá se retiene
permanentemente en el recuerdo. Una arquitectura que existe sólo en
referencia al tiempo.
David Green 23
Fotografía publicada en la revistaArchigram , 9 (Londres, 1970).
Resulta curioso que desde hace algunos años el tiempo se haya converti-
do en una influencia importante en las "artes"; es decir, excepto en la arqui-
tectura (aparte de concesiones nominales y superficiales al "movimiento"
y las "comunicaciones"). Quizá los arquitectos han sabido desde el primer
momento que si lograban manejar el tiempo se quedarían obsoletos.
"La gente está empezando a interesarse más por otra gente y por la realidad,
en lugar de alimentar sistemas míticos."
Warren Chalk
David Green 25
Los hilos comunes que existen entre el pescador y su Sony y el proyec-
to anteriormente mencionado. Es fundamental el proyecto lncidents of
mirror-travel in the Yucatan de Robert Smithson.
Ambos implican la colocación temporal de pedazos de equipo en el
escenario natural y su eliminación final ; Smithson escribió sobre este
proyecto: "Lo que hay que encontrar es la dimensión de la ausencia",
de modo que podría decirse que el desarrollo de equipos portátiles pro-
duce una arquitectura de la ausencia. Se consigue reconocerla tanto
cuando no está ahí como cuando está.
El cowboy es el héroe nómada internacional. Parecía una buena idea
transportar el propio entorno con uno mismo (el traje de astronauta, el Cu-
shicle, el Suitaloon de Mike Webb, etc.), pero puede ser tan molesto como
tener que estar anclado en un lugar. Probablemente el cowboy era uno de
los que mejor transportaba su propio entorno, porque el equipo que nece-
sitaba era muy reducido (una taza, una silla de montar, un petate, cerillas,
etc.) y porque su elemento principal de transporte, el caballo, seleccionaba
su propio combustible y era un animal robot realmente eficiente. El rancho
era su oasis, su base. Howard Johnson entiende que el sofisticado nómada
moderno necesita servicios, y en la robotería se consigue por la técnica de
solicitarlo donde quiera que uno esté, servido por robots. Es anarquía -y
es equipo- mantenida hasta que esté bajo la piel o en la mente.
Marshall McLuhan afirma que el planeta Tierra puede entenderse
ahora como una pieza de escultura en la galaxia.
La robotería es parte de la idea del Parque Espacial Tierra (escri-
to para Sierra Club Foundation, Mili Tower, San Francisco, California
94104, para más información).
Mowbot (a la venta)
Firebot
David Green 27
Dispositivo de llamada de robot
Éste es el diagrama del proyecto LAWUN; se trata de pedir todo desde don-
de uno esté (anarquía medioambiental). Una robotería es un paisaje servi-
do por robots. El propósito de este proyecto es el establecimiento de una
robotería experimental utilizada únicamente por peatones, con el objetivo
de: (a) estudiar la naturaleza y el funcionamiento de la relación entre hom-
bre y robot, y (b) desarrollar sistemas de robótica fiables y eficientes.
El área seleccionada del Reino Unido está situada en una zona de
monte, entre la carretera 83351 y el puerto de Poole, una región poco
utilizada y de considerable belleza natural. En la robotería se incluyen
los brezales de Arne, Grep, Slepe, Wytch, Rempstone y Newton, la isla
Round y la plantación Botham.
Zona de picnic (habilitada) en algún lugar del Parque Mundial. Skinbot
proporciona 18m 3 de espacio climatizado y alterable, cerrados por una
tenue membrana Sunfilta que puede relumbrar por la noche mediante
mando de voz y cuya opacidad es infinitamente variable.
David Green 29
Central Park, Nueva York, 1885. Vista hacia el noroeste desde Park Avenue,
probablemente entre la calle 94 y la 95.
30
Frederick Law Olmsted y el paisaje dialéctico
Robert Smithson
1973
Smithson , Robert, " Frederic k Law Olmsted and the dialectic landscape", en Artforum,
febrero de 1973 (recogido en Flam, Jack (ed.), Robert Sm ithson: The complete writings ,
University of Califo rn ia Press, Berkeley/ Los Ángeles , 1996). Traducción de Harri Smith
publicada en el catálogo de la expos ición Robert Smithson, IVAM Centre Julio González,
Valencia, 1993, págs. 174-181.
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miento, que reharían a modo de escultura de tierra. Me recuerda a las
regiones de minas en franjas que vi el año pasado en el sudeste de Ohio.
Esta fotografía desdibujada revela que la isla de Manhattan tuvo una
vez sobre ella un desierto -un yermo artificial-. Sin arbolado y esté-
ril, evoca las observaciones del "valle de cenizas" en El gran Gatsby de
Francis Scott Fitzgerald, "donde las cenizas crecen como el trigo for-
mando lomas y colinas y jardines grotescos".1
Olmsted, "el artista silvestre", añoraba el color verde como "manto
universal de la Naturaleza" 2 y los parques sharawaggi de lnglaterra, 3 y
quería los paisajes asimétricos de Uvedale Price en medio del flujo ur-
bano. Al interior de Brooklyn traería "la exuberancia del paisaje tropical
[...] alegre con flores e intrincado con parras y enredaderas, helechos,
juncos y plantas de hoja ancha". Esto es como tener un jardín de orquí-
deas en una acería o en una fábrica donde se iluminaran las palmeras
con el fuego de los hornos de fundición. En comparación con los con-
trastes mentales de Henry David Thoreau ("Walden Pond se convirtió
en un pequeño océano"), los contrastes físicos de Olmsted introdujeron
una realidad rural jeffersoniana en la metrópolis. Olmsted construyó
estanques, no se limitó a conceptualizarlos.
Los orígenes de la visión del paisaje de Olmsted se encuentran en la
Inglaterra del siglo xv111, en particular en las teorías de Uvedale Price y
William Gilpin. Price amplió la Indagación filosófica sobre el origen de
nuestras ideas de lo sublime y lo bello de Edmund Burke 4 hasta el punto
de intentar liberar el paisajismo de los jardines "de postal" de Italia para
lograr un sentido más físico del paisaje temporal. Un árbol, por ejemplo,
alcanzado por un rayo, era algo más que un elemento meramente bello
o sublime: era "pintoresco". Esta palabra ha sido también, a su modo,
alcanzada por rayos a lo largo de los siglos. Las palabras, como los ár-
boles, pueden quedar repentinamente deformadas o destrozadas, pero
esta deformación o destrucción no puede ser desechada por tímidos
académicos. Price parece haber aceptado un aspecto de la naturaleza
que los "formalistas" de su época habrían excluido.
Algunos de nuestros ecologistas actuales, que todavía ven la natu-
raleza condicionados por un idealismo unilateral, deberían considerar
la siguiente cita de Price:
Robert Smithson 33
podemos adoptar una visión unilateral del paisaje en esta dialéctica.
Un parque no puede ser visto ya como "una cosa en sí misma", sino más
bien como un proceso de relaciones continuadas que existen en una re-
gión física; el parque se convierte en una "cosa para nosotros". Como
resultado de ello, no somos arrojados al espiritualismo, el trascenden-
talismo thoreauiano o su prole actual de "formalismo moderno" arrai-
gado en Kant, Hegel y Fitche. Price, Gilpin y Olmsted son precursores de
un materialismo dialéctico aplicado al paisaje físico. Las dialécticas de
este tipo constituyen un modo de ver las cosas en una multiplicidad de
relaciones, no como objetos aislados. Para el dialéctico la naturaleza es
indiferente a cualquier ideal formal.
Esto no significa que uno se encuentre impotente ante la naturaleza,
sino más bien que las condiciones de la naturaleza son inesperadas, como
la colina descrita por Price, desgarrada por la inundación. En otro sentido,
los parques de Olmsted existen antes de estar acabados, lo que significa,
de hecho, que no se terminan nunca; permanecen como portadores de lo
inesperado y de la contradicción en todos los niveles de la actividad hu-
mana, sea social, política o natural. Un ejemplo de esto lo podemos encon-
trar en el excelente libro de Paul Shepard, Man in the landscape:
La noción del parque como una entidad estática queda cuestionada por
el ojo de la cámara. La carpeta trae a la mente los montajes documenta-
les de Dziga Vértov y sugiere que ciertas fotografías fijas están relacio-
nadas con la dialéctica del cine. Por ejemplo, una fotografía que aparece
en la página 78 del catálogo, Túnel excavado a través de Vista Rock para la
carretera transversal n. 0 2 en la calle 79, podría ser un fotograma de una
hipotética película de Vértov sobre el proceso de construcción de Central
Park. En la fotografía no hay evidencia alguna de los árboles que en el fu-
turo ocultarían el camino rehundido del parque. La fotografía tiene la cru-
deza de un instante sacado del crecimiento continuo y la construcción
del parque, e indica una ruptura en la continuidad que sirve para reforzar
una sensación de transformación, más que una formación aislada. Nota-
mos en esta fotografía que el desarrollo de la naturaleza se fundamenta
en lo dialéctico, y no en lo metafísico.
Un ejemplo de representación metafísica de un "túnel" puede verse
en el grabado mezzotinto de John Martin At the brink of chaos (Al borde
Robert Smithson 37
columna de Grace Glueck lleva el encabezado: "Artist-in-residence for
Mother Earth" ("Artista residente para la Madre Tierra") y una fotografía
de Alan Gussow con el pie: "Una especie de guardián espiritual". Al leer
este artículo, uno descubre lo que podría llamarse un complejo de Edipo
ecológico. La penetración de la "Madre Tierra" se convierte en una pro-
yección del tabú del incesto con la naturaleza. En el libro de Theodore
Thass-Thienemann, The subconcious language, hallamos una cita de un
esquizofrénico catatónico: "Tienen que dejar de cavar (ahora gritando
malhumoradamente, con rabia) en la tierra para sacar metales. Eso es
cavar en la Madre Tierra y llevarse cosas que no deben llevarse".19
Simone de Beauvoir escribió en El segundo sexo : "Esquilo dice de
Edipo que 'osó sembrar el surco sagrado en el que se formó"'. 20 Alan
Gussow, en The New York Times, proyecta sobre los "artistas de earth-
works" un complejo de Edipo nacido de un trascendentalismo aguado.
Permitiéndose la fantasía espiritual, dice de los pintores paisajistas
figurativos: "Lo que hacen estos artistas es conseguir que estos lugares
sean visibles, comunicar su espíritu, no como 105 artistas de earth-
works que cortan y excavan la tierra como ingenieros militares. Lo que
se necesita son poetas líricos para celebrarlo ".21
La proyección de Gussow de los "ingenieros militares" sobre lo que
imagina que son los "artistas de earthworks" parece estar vinculada a
sus propios temores sexuales. Paul Shepard , en suMan in the landscape,
señala que: "Estos ingenieros [militares] parecen encontrarse en el ex-
tremo opuesto de los estetas que intentan 'eterealizar' su sexualidad. No
obstante, la autoridad y la dominación de los ingenieros sobre la tierra
tiene la fuerza de una agresión sexual, y quizá también su culpa"Y
Un artista figurativo 'eterealizado' como Gussow (que pinta cuadros
impresionistas mediocres) no reconoce la posibilidad de una manipu-
lación orgánica directa de la tierra desprovista de violencia y agresión
"machista". El espiritualismo agranda la separación entre el hombre y la
naturaleza. La forma en que el granjero, el minero o el artista tratan la
tierra está en función del tipo de conciencia que tienen de sí mismos
y de la naturaleza; al fin y al cabo, el sexo no se reduce a una serie de
violaciones. El granjero o el ingeniero que corta la tierra puede o bien
cultivarla o bien devastada. La representación de la naturaleza que en
Robert Smithson 39
Mirando la naturaleza del parque o su historia y nuestras percepcio-
nes de la misma, se nos presenta en primer lugar un laberinto infinito de
relaciones e interconexiones, donde nada sigue siendo lo que es ni per-
manece donde está como cosa en sí, sino que el parque entero cambia
como el día y la noche, dentro y fuera, oscuro y claro; un grupo de arbus-
tos cuidadosamente diseñado también puede ser el escondrijo de un
ladrón. La razón por la que se vino abajo la dialéctica potencial inheren-
te a lo pintoresco fue porque los procesos naturales se consideraban
aisladamente, como clasificaciones, separados, sin interconexión físi-
ca y sustituidos finalmente por representaciones mentales de un ideal
absoluto acabado. Libros biliosos como El reverdecer de América pre-
sentan una noción de la "conciencia" sin sustancia. 26 Central Park es
un trabajo básico de necesidad y oportunidad, un abanico de puntos de
vista contrastados que están fluctuando siempre, pero que se encuen-
tran sólidamente basados en la tierra.
Al expandir nuestra dialéctica más allá de Central Park hasta el Par-
que Nacional de Yosemite, adquirimos una nueva percepción de cuál
fue el desarrollo de ambos lugares antes de convertirse en "parques".
El lugar de Central Park era el resultado de la "desertización urbana";
los primeros pobladores habían talado los árboles sin consideración
alguna por el futuro. Un lugar tal podría recuperarse mediante el mo-
vimiento directo de tierras sin temor a perturbar la ecología. Mi propia
experiencia es que los mejores emplazamientos para earth art son lu-
gares que han sido desbaratados por la industria, la urbanización in-
controlada o la devastación de la propia naturaleza. Por ejemplo, The
spiraljetty está construido en un mar muerto y The broken eire/e y Spiral
hill en una gravera en funcionamiento. Esta tierra se cultiva o se recicla
como arte. Por otro lado, cuando Olmsted visitó Yosemite, existía como
"zona salvaje". No tiene sentido reciclar una zona salvaje tal como se
recicló Central Park. Yosemite no necesita ser mejorado, lo único que
hay que hacer es proporcionar rutas de acceso y alojamiento. Sin em-
bargo, esto disminuye la definición original de zona salvaje como lugar
que existe sin la intervención humana. Hoy en día, Yosemite es más bien
una zona salvaje urbanizada, con sus tomas eléctricas para campistas
y sus cuerdas para tender ropa colgadas entre los pinos. No queda mu-
1
Fitzgerald, Francis Scott, The great Gatsby [1925) (versión castellana : El gran Gatsby,
Alfaguara, Madrid , 2002).
2
Véase Thomson , James , Seasons [1728) (versión castellana : Las estaciones del año, Im -
prenta Real, Madrid, 1801).
3
El shrarawaggi resulta de una influencia china en el desarrollo del paisaje inglés. La
obra corresponde a las sílabas chinas sa- lo-kwai- chi , que significan "cualidad de ser
impresionante o sorp rendente a través de una elegancia descuidada o no ordenada"
(véase: Chang, Y. Z., "A note on sharawaggi ", en Modern Language Notes, 1930, pág. 221).
Véase también : Hyams, Edward , The Engtish garden, Th ames & Hudson, Londres, 1964:
" El hecho es que, como aparece en testimonios de ciertos jardines, el jardín de Alexander
Pope en Twickenham , Stowe, de William Kent, Rousham del mismo artista, Stou rmead
(y hubo otros), de Hoare, la jardinería 'china' (es decir, la naturaleza poética) estaba bien
implantada en Gran Bretaña cas i medio siglo antes de que los contactos de los ingleses
con la jardinería china fueran algo más que tenues ".
Robert Smithson 45
4Burke, Edmund, lnquiry into the origin ofour ideas ofthe sublime and the beautiful [1756],
Oxford University Press, Oxford, 1990 (versión castellana: Indagación filosófica sobre el
origen de nuestras ideas de lo sublime y lo bello, Tecnos, Madrid , 1997 2).
5 Price, Uvedale, Three essays on the picturesque, 1810.
6
Gilpin, William, Observations, relative chiefly to picturesque beauty, made in the year
1776, on severalparts ofGreat Britain; particularilythe High-lands ofScotland, R. Blamire,
Londres, 1789.
7 La dialéctica hegeliana existe sólo para la mente y se encuentra próxima a la dialéc-
tica mental de Thoreau, que mezcla lo local con lo global. "Estoy acostumbrado -dice
Thoreau en su diario- a considerar el arroyo más pequeño con tanto interés por el mo-
mento como si se tratara del Orinoco o del Mississipí". Véase: Christie, John Aldrich ,
Thoreau as world traveler, Columbia University Press/American Geographical Society,
Nueva York, 1965.
6
Shepard, Paul, Man in the landscape. A historie view of the esthetics of nature, Knopf,
Nueva York, 1967.
9
Alex, William y Barlow, Elizabeth, Frederick Law Olmsted's New York, Praeger/Whitney
Museum of American Art, Nueva York, 1972. Este importante libro resultó muy útil para
estructurar el presente ensayo.
10
Milton, John, The Paradise lost of Mi/ton (con ilustrac iones de John Martin), H. Wash-
bourne & Co. , Londres, 1858 (versión castellana : El paraíso perdido, Cátedra, Madrid,
1986).
11
Véase el capítulo "The age of despair", en Klingender, Francis D., Art and the Industrial
Revolution, Augustus M. Kelley, Nueva York, 1968.
12
"Creo que el culto al antinaturalismo es el auténtico problema del conjunto y está to -
davía muy presente entre nosotros, al menos en la crítica académica". Véase la intro-
ducción de William Epsom al libro: Harrison, John R., The reactionaries: Yeats, Lewis,
Pound, Eliot, Lawrence. A study of the anti-democratic intelligentsia, Schocken Books,
Nueva York, 1966.
13
Eliot, T. S., The waste land/ La tierra baldía [1922], Cátedra, Madrid, 2005.
14
Greenberg, Clement, "Wyndham Lewis against abstract art", en Art and Culture, 8os-
ton, 1961.
15
Clement Greenberg manifiesta un interés por la dialéctica en "Necessity offormalism"
(en Art lnternational, octubre de 1972): "De hecho, es un giro 'dialéctico' que funciona
para mantener o restaurar la continuidad; una continuidad de lo más esencial; una con-
tinuidad con los estándares estéticos más elevados del pasado". Por otro lado, el for-
malismo surge en el ensayo menos como "necesidad" y más como un lujo. La noción de
" calidad" apela a vagas nociones de lujo.
16
La tendencia reduccionista existía en los jardines formales ingleses del siglo xv111. El
ensayista Joseph Addison escribió en The Spectator (1712): "Nuestros jardineros britá-
nicos, por el contrario, en lugar de animar la naturaleza, gustaban de desviarse lo más
posible de ella. Nuestros árboles se yerguen como conos, esferas y pirámides". Nikolaus
Pevsner habla de la aversión de Joseph Addison hacia las matemáticas en el jardín y su
Robert Smithson 47
30Landscape into cityscape: Frederick Law 0/msted's plans for a Greater New York City
(Cornell University Press, lthaca, 1967). Publicado con un ensayo introductorio y notas
de Albert Fein. Se incluye el ensayo "The spoils of the park" (1882) que revela la preo-
cupación de Olmsted por la política de Central Park.
31Mumford, Lewis, The brown decades. A study ofthe arts in America: 1865- 1895, Dover
Publications, Harcourt, Brace and Co ., Nueva York, 1931 (versión castellana: Las déca-
das oscuras, Infinito, Buenos Aires, 1960).
32 Véase Rechy, John, City of night, Grove Press, Nueva York, 1963.
33 Landscape into cityscape, op. cit.
34El31 de marzo de 1918, The New York Times publicó un mapa titulado " SI LOS PLANES
DE 'MEJORA' SE HUBIERAN COMIDO CENTRAL PARK" con el subtitulo "Muchos otros
robos no se muestran en la imagen , por falta de espacio". Tiene que haber un límite a las
"innovadoras destructoras" (Albert Fein). Las mejoras t ipo Disney me parecen antide-
mocráticas, porque uno tiene que pagar para entrar.
r,
48
Paseo pintoresco alrededor de Clara-Clara
Yve-Alain Bois
1983
"Cuando [Robert] Smithson fue a ver Shift, comentó sus cualidades pinto-
rescas, y yo no sabía exactamente qué quería decir con eso." 1 Esta incom-
prensión resulta muy comprensible, sobre todo si nos circunscribimos a
las primeras definiciones de lo pintoresco, que se remiten en su totalidad
al origen etimológico del término, es decir, al universo de la pintura. Richard
Serra siempre quiso desterrar la calidad pictórica de sus esculturas. Cuan-
do habla de sus Prop pieces, critica que éstas todavía contengan apuestas
pictóricas (la utilización de un muro de fondo), porque este tipo de remi-
niscencias cambia el significado de la obra (determinado por la manera
como se han hecho). 2 Serra juzga con severidad la deuda con la pintura de
un gran número de obras basadas en la dispersión de materiales sobre el
suelo y que aparecieron, a finales de la década de 1960, como una crítica
al minimalismo en la que él participó: "En este caso, la extensión hacia los
lados permite que la escultura sea vista de forma pictórica; es decir, como
si el suelo constituyese el plano del cuadro. No es casual que la mayoría
de las earth works estén fotografiadas desde arriba", 3 algo que nos remite
a Smithson: "Lo que la mayoría conoce como Spiral jetty -comenta Se-
rra- es una imagen tomada desde un helicóptero. La obra real no tiene en
absoluto este carácter gráfico [...]. Si se reduce la escultura al plano de la
fotografía[...] se niega la experiencia temporal de la obra. No sólo se redu-
ce la escala de la escultura con el fin de adecuarla al consumo, sino que,
además, se niega el contenido real de la obra". 4 Serrano puede imaginarse
que Smithson aprobase tamaña reducción de su trabajo a la planimetría de
una instantánea (es sabido que el soporte cinematográfico le pareció más
adecuado para explicar Spiraljetty, ya que éste incorpora el movimiento),
pero esta animadversión hacia la fotografía aérea nos sumerge en el cara-
49
zón de la experiencia de lo pintoresco. ¿Por qué esta hostilidad? Porque la
fotografía aérea proporciona una lectura gestaltista de la obra, la recons-
truye como la actualización indiferente de un a priori compositivo (Serra
llega a decir que es una especie de deformación profesional propia de la
fotografía: "La mayoría de los fotógrafos toman ejemplo de la publicidad,
donde la imagen debe tener un contenido máximo para facilitar una lectura
gestaltista fácil"). 5 Sin embargo, toda la obra de Serra está marcada por
una voluntad de escapar de la teoría de la "buena forma" (y de su opuesta,
con la que juega, entre figura y fondo). Vean lo que dice del Rotary are: ya
sea a pie o en coche, quien gira alrededor de esta escultura "nunca puede
asignar una lectura gestaltista a la multiplicidad de las vistas. Su forma
sigue siendo ambigua, indeterminada, inaprensible en tanto que entidad".6
La multiplicidad de vistas es lo que destruye la fotografía aérea (punto de
vista teológico por excelencia), y la multiplicidad de vistas es la cuestión
que plantea lo pintoresco, su nudo de contradicción.
"No sabía exactamente qué entendía por ello. Nunca hablaba de la forma
de esta obra. Creo que quería decir que, a través de la obra, se experimenta
el paisaje como algo pintoresco'? Esta interpretación por parte de Serra
de las palabras de Smithson se basa sobre uno de los lugares comunes
de la teoría del jardín pintoresco: no forzar la naturaleza sino revelar las
"capacidades" del lugar, y magnificar su variedad y singularidad. Eso es,
precisamente, lo que hará Serra: "El lugar es re-defin ido y no representado
[.. .]. La disposición de los elementos escultóricos en el campo abierto atrae
la atención del espectador sobre la topografía del paisaje cuando lo reco-
rre".8A partir de Shifty en todas sus esculturas del paisaje posteriores, Se-
rra insiste en que el espectador, cuando camine en la escultura, descubra
el carácter informe del terreno: la escultura "subraya la indeterminación
del paisaje. Los elementos escultóricos funcionan como barómetros para
leer el paisaje".9 O también: "Es la dialéctica entre recorrer y mirar el pai-
saje lo que fundamenta la experiencia de la escultura".10
Sin embargo, creo que el comentario de Smithson va más allá, y que este
comentario aclara toda la obra de Serra posterior a 1970; es decir, a partir
del momento en que se interesa por el espacio deambulatorio y la visión
peripatética, a raíz de un viaje a Japón en el que admirará durante seis se-
manas los jardines zen de Myoshin-ji. Toda la escultura de Serra, es decir,
Yve-Aiain Boi s 51
Richard Serra, Clara-Clara,
París, Francia, 1983. Planta.
"El lugar determina mi modo de pensar sobre lo que voy a construir, se trate
de un emplazamiento urbano o paisajístico, de una estancia o de cualquier
otro recinto arquitectónico[...]. Algunas obras se llevan a cabo in situ, de prin-
cipio a fin. Otras se elaboran en el taller. Trabajo a tientas con maquetas de
acero sobre un cajón de arena, teniendo una idea precisa de emplazamiento
real. La arena, que funciona como un sucedáneo del terreno y sus desniveles,
me permite mover los elementos constructivos para entender su capacidad
escultural. El método de construcción se fundamenta en la manipulación .
Un procedimiento de manipulación continua, tanto en el taller como in situ ,
utilizando maquetas a escala real, me permite percibir unas estructuras que
no podría imaginar." 14 O también : "Nunca hago esbozos ni dibujos para una
escultura. No trabajo a partir de un concepto ni de una imagen a priori".15
Yve-Alain Sois 57
do y al instante ocultos, ofreciéndole espectáculos bellísimos' ". 42 Y en
un texto que Collins menciona sin citar, el maestro de obras que sucede
a Soufflot en Sainte Genevieve afirma que el principal objetivo de ese
arquitecto "al construir su iglesia, fue reunir, bajo una de las formas
más bellas, la ligereza de la construcción de los edificios góticos y la
pureza y magnificencia de la arquitectura griega". 43
A primera vista, nada parece más alejado de los contenidos de este
artículo que el interés de un arquitecto neoclásico por los edificios
góticos. Sin embargo, la extrañeza misma de ese interés nos lleva di-
rectamente hacia él ya que, como señala Collins, es consecuencia de
ese nuevo gusto por los paralajes que se desarrolló en la época. Un ele-
mento adicional confirma la intuición de Collins: el 6 de septiembre de
1764, con ocasión de la colocación de la primera piedra de Sainte Ge-
nevieve, David Le Roy -célebre por su libro Les ruines des plus beaux
monuments de la Grece, 44 que marcó el inicio del neogriego- regaló un
pequeño opúsculo al rey. Sin embargo, este breve libro, que acaba con
un panegírico a la futura iglesia de Soufflot, es sin duda el primer tra-
tado de arquitectura que "se apoya en un conocimiento experimental
del movimiento en el espacio; esta parte metafísica de la arquitectura,
como la llama Le Roy en sus cartas".45 El himno a los variados efectos
que produce un peristilo es todavía más emotivo en esta pequeña pu-
blicación que en el libro recopilatorio de las ruinas griegas, en el que Le
Roy ya había abordado la cuestión. Prefiero referirme al pasaje menos
efusivo en el que Le Roy, con el fin de explicar su negación de las co-
lumnas apilastradas y de las pilastras, un tema que por entonces era
objeto de un gran debate entre los teóricos de la arquitectura france-
ses, remite al arte de los jardines. Su demostración es bien sencilla: "Si
usted se pasea por un jardín, a cierta distancia y a lo largo de una hilera
de árboles plantados de forma regular, en la cual todos los árboles to-
can un muro con una arcada (al igual que las columnas apilastradas), la
situación relativa de los árboles respecto a esta arcada no le permitirá
percibir cambios significativos y su alma no se verá afectada por ningu-
na nueva sensación [. .. ]. Pero si esta hilera de árboles está alejada del
muro (como lo está un peristilo), al pasearse de la misma manera, dis-
frutará de un espectáculo nuevo, debido a los diferentes fragmentos de
Yve-Alain Boi s 63
el desarrollo de estos arcos no es vertical, primer hecho que la planta
no revela. Como los arcos no son paralelos entre sí, sino que están si-
tuados uno frente a otro (su convexidad es casi tangente en su parte
central), se podría concluir de forma lógica que los planos se inclinan
en sentidos opuestos, cada uno hacia el interior de su propia curva. Sin
embargo, el invento de Serra -segundo elemento que la planta no in -
dica- consiste en haber roto esa simetría al utilizar como base de uno
de los arcos lo que conforma la coronación del segundo; dicho de otro
modo, en poner uno de los planos boca abajo. Gracias a esta inversión,
los dos muros se inclinan en la misma dirección (uno hacia el interior
de la curva y otro hacia el exterior), lo que multiplica el juego de los pa-
ralajes. Al adentrarse en Clara-Clara, yendo hacia el estrangulamiento
que forman los dos arcos en su parte central, el espectador tendrá la
sensación constante y extraña de que uno de los muros va "más rápido"
que el otro, que el lado izquierdo y el derecho de su cuerpo no son sin-
crónicos. Una vez superado el estrangulamiento, que quizá habrá reve-
lado al espectador la razón de esta singularidad -aunque la oblicuidad
de los muros es bastante leve-, verá cómo las diferencias de "veloci-
dad" laterales se invierten: la simetría de este efecto es previsible, pero
no la sorpresa que acompaña a este efecto.
Volvamos a Piranesi. William Chambers, uno de los primeros teóricos
del jardín inglés que Price criticaba, relata que "cuando los pensiona-
dos de la Academia de Francia en Roma le acusaron de ignorar el arte
de las plantas, compuso una de extrema complejidad". 69 Esta Pianta di
ampio magnifico collegio, única planta de la obra de Piranesi, es, en pri-
mer lugar, una crítica de la tradición barroca: " El rasgo más singular
-dice Monique Mosser- es quizás el esfuerzo que hace Piranesi para
desarrollar de forma conjunta dos ideas que difícilmente se avienen [y
que incluso se excluyen] : la idea del edificio de planta central y la de
la escalera como elemento dominante". 70 En efecto, qué hace Piranesi
frente a la acusación de los pensionados: compone, es cierto, una plan-
ta central, pero ese espacio central es, por un lado, sensiblemente más
pequeño que las estancias perimetrales (sobre todo las de las esqui-
nas) y, por otra parte, no es más que un lugar de paso y su única función
consiste en dar acceso a ocho tramos de escaleras. En una planta de
Yve-Alain Bois 65
esculturas de Skullcracker series (1969), que enunció de la manera más
sencilla inscribiendo una lista de verbos sobre la tarjeta de invitación
de una de sus primeras exposiciones .7 5 Sergéi Eisenstein descubrió esa
misma transitividad en Piranesi al comparar los espacios de las cárce-
les y la secuencia de Octubre en la que "El truco de la escena [...] con -
siste en haber repetido varias veces seguidas, 'hasta el infinito', siem-
pre el mismo fragmento en el que se ve a Karenski subir los marmóreos
escalones del Palacio de Invierno. Desde luego la secuencia no carecía
de fin, pero la duración de las cuatro o cinco variantes de la escena fue
concebida en el rodaje como un episodio extremadamente pomposo".76
Desde luego, la intención del cineasta había sido irónica (demostrar que
la irresistible ascensión de Alexander Kerensky era un castillo en el aire),
pero esto no importa aquí ya que el montaje puede hacer que " siempre
el mismo fragmento" exprese cualquier cosa. Lo importante es, por una
parte, que esta descripción de una repetición casi infinita de un mismo
gesto sin finalidad (subir sólo por subir) concuerda exactamente con el
no acontecimiento repetitivo de la primera película de Serra, Hand cat-
ching lead (en el que una mano intenta coger trozos de plomo que caen,
y en ocasiones coge alguno que deja caer enseguida: no hay "clímax", no
hay descarga orgásmica, como ocurre en el barroco). 77 Por otra parte,
también es importante que Eisenstein descubra esta transitividad en
la obra de Piranesi. No sólo por el tema de la ascensión sin fin (lectura
romántica de las cárceles, que constituye un lugar común desde las cé-
lebres frases de Thomas Quincey, a quien cita el director de cine)/ 8 sino
sobre todo porque, según él, el grabador trabaja como un maestro del
montaje y basa sus continuidades espaciales en la discontinuidad: "En
las cárceles no encontramos nunca una vis ión en perspectiva que pro-
ceda en profundidad sin interrupciones . En todas partes , el movimiento
en perspectiva de profundidad se ve interrumpido por un puente, un pi-
lar, un arco o una galería. Cada vez, más allá del pilar o del semicírcu-
lo del arco, se reanuda el movimiento de la perspectiva".79 Pero si "el
ojo espera ver detrás del arco la continuación del tema arquitectónico
que le precede, normalmente reducido por la perspectiva, aparece otro
motivo arquitectónico que, además, en una reducción de perspectiva
es aproximadamente el doble de lo que suponía el ojo. [... ] De ahí pues
Yve-Alain Bois 67
seno de la empresa de Serra: tanto en sus películas como en sus escul-
turas, intenta destruir aquello en lo que se basa el fundamento milena-
rio del relato, es decir el desenlace. Hand catching lead casi carece de
fin, "desde luego, no carece realmente de fin", como diría Eisenstein,
pero casi. Y la narración descriptiva que hace de Rotary ore describe
un círculo completo: empieza y termina en un punto escogido de forma
arbitraria, casi arbitraria, y podría perpetuarse hasta el infinito. Cuan-
do Peter Eisenman se refirió al "encuadre del paisaje" al referirse a sus
esculturas, Serrase sublevó: "Utilizar el término 'encuadre' al referirse
al paisaje, implica una noción de lo pintoresco. La noción del encuadre
del paisaje nunca me ha parecido particularmente interesante para la
escultura. Smithson se interesaba por lo pintoresco [... ]. Es una noción
interesante por su relación con la narración de la visión, pero a mí no
me concierne especialmente". 84 Ya he hablado de esta limitación pictó-
rica de la teoría de lo pintoresco que llevaba a los jardineros a elaborar
una serie de pequeños cuadros al aire libre en los paseos por los par-
ques. Serrase opone a esta concepción narrativa de la discontinuidad
y es esto, más que ninguna otra cosa, lo que le aleja de lo pintoresco.
En diciembre de 1782, Hannah More refería a sus hermanas una con-
versación que había mantenido con 'Capability' Brown, el primer gran
maestro del jardín pintoresco inglés: "Me dijo que comparaba su arte
a la composición literaria: 'aquí', me dijo al señalar con el dedo, 'pongo
una coma y allí', señalando hacia otro lado, 'pongo dos puntos porque
es necesario un giro más decidido; en otro lugar, donde es deseable
una interrupción para detener la vista, pongo un paréntesis; después
un punto final, y abordo otro tema'." 85 Esto es, entre otras cosas, lo
que distingue el arte de Serra del de los jardines pintorescos: en Serra
no hay punto final. Su arte no es un arte de la puntuación (aunque, a
menudo, cuando habla de una de sus esculturas, traza sobre el papel,
a un ritmo de diez dibujos por minuto, un storyboard de sus diferentes
aspectos). Es un arte del montaje, un arte que no se contenta con in-
terrumpir la continuidad de manera provisional, sino que produce una
continuidad mediante una doble negación, al destruir la recuperación
pictórica de la discontinuidad por la discontinuidad, por la disociación,
por la pérdida de identidad en el interior del fragmento.
Yve-Alain Sois 69
quitectos que Serra salva de su anatema general. Poco importa si el
concepto de la promenade architecturale que acuñó Le Corbusier tiene
fuertes influencias del fantástico hallazgo de Choisy; lo importante es
que, por primera vez desde Boullée, un arquitecto habla del juego de los
paralajes con relación a su arquitectura, tomando referencias de otras
culturas, al igual que los cubistas hicieran con el arte primitivo.
El texto que acompaña los planos de la villa Savoie, en las obras com-
pletas de Le Corbusier, es conocido: "La arquitectura árabe nos propor-
ciona una enseñanza valiosa. Ésta se aprecia al caminar, con los pies; es
al caminar, al desplazarse, cuando uno ve cómo se desarrolla el orden de
la arquitectura. Es un principio que se opone a la arquitectura barroca
[...]. En esta casa [la villa Savoie], se trata de una verdadera promenade
architecturale, que ofrece aspectos que varían constantemente, inespe-
rados, a veces sorprendentes. Es interesante obtener tanta diversidad
cuando, por ejemplo, desde el punto de vista constructivo se ha admi-
tido un esquema de pilares y jácenas de un rigor absoluto". 88 Es impor-
tante señalar dos cosas: por una parte, el "esquema de pilares" no es
de un rigor absoluto (los pilares no son "equidistantes", al contrario de
lo que afirma Le Corbusier un poco más adelante en su texto). Por otra
parte, esta perturbación de la planta ha sido necesaria para dar cabida
a la perforación vertical que supone la rampa, y luego se ha complicado
por el desplazamiento de la escalera en el desarrollo del proyecto (que
se transforma en una escalera helicoidal); es decir, ha sufrido dos per-
turbaciones diferentes, por dos lugares de paso. A veces nos hemos pre-
guntado por qué Le Corbusier conservó esta rampa perturbadora (él, que
piensa que la planta genera el proyecto) cuando una simple escalera (so-
bre todo helicoidal) hubiera planteado menos problemas. Sin embargo, el
tema que aborda la villa Savoie es la penetración de un elemento seccio -
nador vertical en una retícula horizontal (la trama Dom- Inó, de 1914, que
Le Corbusier puso en práctica en sus casas Citrohan de 1920-1922, en las
que la escalera estaba siempre en el exterior de la retícula). La riqueza
de la villa Savoie, "lo intrincado", radica en esta penetración vertical del
recorrido en el orden de la planta, en esta perturbación de la planta por el
alzado y por el movimiento del fléineur (y, en cierto modo, se podría decir
que la aspiración de la planta libre persigue una voluntad, a pesar de lo
Yve-Alain Sois 71
to de vista común". 91 En ese mismo sentido, Serra afirma: "Mis obras
abiertas [las que se pueden recorrer] están al margen de relaciones in-
ternas. Tienen que ver con 'mirar el espacio a partir de ellas', o también
con 'mirar dónde está situado el otro a partir de ellas'." 92 Que ese otro
sea otro elemento de la escultura (como en Open field vertical/Horizon-
tal elevations, diez cubos de acero dispersos en un parque aparente-
mente inmenso) o bien sea otro espectador viene a ser lo mismo, ya que
se trata de una experiencia de la reciprocidad, de lo mutuo.
Tanto en la arquitectura de Le Corbusier como en la escultura de Se-
rra, la historia de los paralajes y del paseo pintoresco desemboca en
esa fractura de la identidad, en esa división de la unidad en dos. A esto
se debe mi interés por reconstruir los hilos discontinuos de esta histo-
ria, aunque haya sido necesario recorrer el siglo xv111.
La segunda razón que explica haber retrocedido en el tiempo es más
indirecta, pero no menos esencial.
Todo el que se haya interesado por la escultura de estos últimos vein-
te años recordará el texto esencial y vehemente que publicó Michael
Fried contra el minimalismo, a finales de la década de 1960. En cierto
modo toda la obra de Serra es una respuesta implícita al texto de Fried.
No hay lugar aquí para reproducir los términos del debate ni para resumir
Arte y objetualidad. 93 Digamos simplemente que, para Fried, el arte mini-
malista zozobraba hacia el "teatro" (es decir: la identificación del espacio
del arte con el del espectador, de la vida cotidiana, del mundo de los ob-
jetos), mientras que, para él, el objetivo esencial del arte moderno y de la
escultura en particular consistía en afirmar su autonomía respecto a ese
espacio real. Además de atacar la confusión entre dos espacios -que
reiteraba la crítica de Adolf von Hildebrandt a las tumbas de Canova y a
los panoramas, a finales del siglo x1x-, 94 el texto de Fried denuncia, en la
obra minimalista, la implicación de la duración de la experiencia del es-
pectador. Al relato entusiasta que hace Tony Smith de un paseo por una
autopista inacabada (el relato de un pasaje concebido como parangón
de la experiencia minimalista), Michael Fried opone la atemporalidad
y la percepción de la obra de los escultores que él defendía, inteligi-
ble de forma instantánea ("en todo momento, la obra en su totalidad
es completamente manifiesta"). 95 Fried se decanta por una concepción
Yve-Alain Sois 73
misma".102 Y si, en lo bello, la noción de totalidad se aprehende de for-
ma inmediata, el sentimiento de lo sublime proviene de la contradicción
entre la aprehensión (que " puede ir al infinito" 103) y la comprensión (que
" pronto llega a su máximo" 104 , "un máximo del cual no puede pasar" 105).
En otras palabras, el sentimiento de lo sublime ocupa el intervalo entre
la idea de la totalidad y la imposibilidad de comprender esa totalidad
mediante la percepción. El estupor del que entra por primera vez en la
basílica de San Pedro, en Roma, constituye para Kant la experiencia
sublime por excelencia (una experiencia que no era suficientemente su-
blime , dicho sea de paso, para Le Royo Boullée, para quienes la iglesia
parecía mucho más pequeña de lo que era en realidad, porque no pres-
taron suficiente atención al juego de los paralajes). Según Kant, el es-
pectador virgen que penetra en el corazón del papado experimenta es-
tupor o perplejidad, " Pues aquí es un sentimiento de la disconformidad
de su imaginación con la idea de un todo, para exponerla en donde la
imaginación alcanza su máximo y, en el esfuerzo para ensancharlo, re-
cae sobre sí misma, y, mediante todo eso, se sume en una emocionante
satisfacción".106 (El placer que yo experimenté al deambular por Spin out
no surgió a pesar de mi incapacidad de entender su forma geométrica ,
sino debido a esa incapacidad). En una palabra, Kant en su "Analítica de
lo sublime", se ve obligado a imaginar un mecanismo de la percepción
muy diferente del que ha imaginado en su juicio de lo bello. Se ve obliga-
do, en particular, a introducir la temporalidad de la experiencia estéti-
ca. En efecto, como señala Smithson con relación a toda teoría del arte
idealista, para Kant se trata de un mecanismo de la inteligencia, pero
este mecanismo está inducido por las características del objeto (" po-
demos decir que el objeto es propio para exponer una sublimidad que
puede encontrarse en el espíritu").107 ¿Por qué? Porque el sentimiento
de lo sublime sólo puede venir de la dimensión del objeto y de la imposi-
bilidad que tiene la mente de controlar, de entender esa dimensión. De
la imposibilidad , como diría Serra, de tener una visión gestaltista: "Pues
cuando la aprehensión ha llegado tan lejos que las representaciones
parciales de la intuición sensible, primeramente aprehendidas, empie-
zan ya a apagarse en la imaginación , retrocediendo ésta para aprehen -
der algunas de ellas , entonces pierde por un lado lo que por otro gana,
Yve-Alai n Bo is 75
La palabra pintoresco, afirma Smithson, es ella misma como el árbol
sublime, alcanzado por un rayo, de un jardín pintoresco inglés del siglo
xv111: "Esta palabra ha sido también, a su modo, alcanzada por rayos a
lo largo de los siglos. Las palabras, como los árboles, pueden quedar
repentinamente deformadas o destrozadas, pero esta deformación o
destrucción no puede ser desechada por tímidos académicos".113 Al tí-
mido universitario que soy le ha hecho falta el apoyo completo del tra-
bajo de Serra para intentar emprender tamaña subsanación.
1
La mayoría de las citas de Richard Serra provienen de la recopilación de textos y entre-
vistas publicadas en Serra, Richard, lnterviews, etc., 1970-1980, Hudson River Museum/
Yonkers, Nueva York, 1980.
2
lbíd., pág. 142.
3
lbíd., pág. 16.
4
lbíd., pág. 170.
5
lbíd., pág. 170.
6
lbíd., pág. 161 .
7 1bíd., pág. 181.
8
Serra, Richard, "Notes from Sight Point Road", en Perspecta, 19, 1982, pág. 180.
9
Entrevista de Peter Eisenman a Richard Serra, "lnterview", en Skyline, abril de 1983, pág. 16.
10
Serra, Richard, lnterviews, etc., op. cit., pág. 72.
11
lbíd., pág. 180.
12
Smithson , Robert, "Frederick Law Olmsted and the dialectic landscape", en Artforum,
febrero de 1973 (versión castellana: "Frederick Law Olmsted y el paisaje dialéctico", en
Robert Smithson [catálogo de la exposición homónima], IVAM, Valencia, 1993, pág. 176).
13
Krauss , Rosalind E. , " Richard Serra: Sculpture redrawn", en Artforum, mayo de 1972,
págs. 38-43.
14
Serra, Richard, "Notes from Sight Point Road", op. cit., pág. 174.
15
Serra, Richard , lnterviews, etc., op. cit., pág. 146.
1
• 1bíd., pág. 121.
Yve-Alain Soi s 77
41
lbíd ., pág. 20.
42lbíd., págs. 21 -22. Las citas de Jacques-Germain Soufflot que recoge Collins provienen
de Soufflot, Jacques-Germain, " Mémoire sur l'architecture gothique" [1741], recogidas
en Petzet, Michael, Soufflots Sainte Genevieve und der franzósische Kirchenbau des 18.
Jahrhunderts, W. de Gruyter, Berlín , 1961 .
43
Brébion, Maximilien, "Mémoire a monsieur le comte de la Billarderie d'Angiviller"
[1780], en Petzet, Michael, op. cit., pág. 147. Esta síntesis del gótico y Grecia será exacta-
mente el programa expuesto por Étiene-Louis Boullée en su famoso Architecture. Essai
sur l'art, Hermann, París, 1968 (versión castellana: Arquitectura. Ensayo sobre el arte,
Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1985).
44
Le Roy, David , Les ruines des plus beaux monuments de la Grece, H.-L. Guérin et L.-F.
Delatour, París, 1758.
45
Etlin, Richard, " Grandeur et décadence d'un modele: l'église de Sainte-Geneviéve et
les changements de valeur esthétique au xv 111• siécle", en Soufflot et l'architecture des
lumieres [Actas de un seminario celebrado en Lyon en 1980], suplemento de Cahiers de la
Recherche Architecturale, 6-7, 1980, pág. 30. Le debo a este texto que me pusiera sobre
la pista de Le Roy.
46
Le Roy, David , Histoire de la disposition et des formes différentes que les chrétiens ont
données ó leurs temples, depuis le regne de Constantin le Grand, jusqu 'ó nous, Desaint et
Saillant, París , 1764, págs. 56 - 57.
47
lbíd.
48
lbíd.
49
Price, Uvedale, Essays on the picturesque as compared to the sublime and the beautiful
[1810], Gregg lnternational, Westmead, Farnborough, 1971.
5
°Collins, Peter, op. cit., pág. 49.
51
Reptan, Humphry, "Sketches and hints on landscape gardening" [1794], en Martinet,
Marie- Madeleine, Art et nature en Bretagne au xvn,. siecle, Aub ier, París, 1980, pág. 243.
52
Kames, Henry, Elements of criticism [1762] , Liberty Fund , lndianápolis , 2005.
53
Shenstone , William, Unconnected thoughts on gardening [1764], Gardland, Nueva York,
1983.
54
Collins, Peter, op. cit., pág. 48
55
lbíd.
56
Scully, Vincent, Modern architecture: The architecture of democracy [1961], George
Brazilier, Nueva York, 1974, págs . 10-11.
57 lbíd ., pág. 11.
58 lbíd. , pág. 12.
59
"El espacio visual del niño está centrado, habitado por el cuerpo de la madre cargado
de interés libidinal. Que este espacio se 'despueble' y que los confines entre los que se
pierde se vuelvan fascinantes con su inseguridad, su imprecisión, su falta de referen-
Yve-Alain Bo is 81
OMA, concurso internacional para el parque de la Villete, París, Francia, 1982-1983. Planta.
82
Concurso internacional
para el parque de La Vi llette, París
OMA
1983
83
pretérito. ¿No son los ejes sin fin, las simetrías imponentes y las vastas
composiciones obra de los arquitectos? La profesión, con una erudición
enriquecida pero también erosionada por su obsesión por la forma, se
enfrentaba a los últimos años del siglo xx con confianza, llena de sueños
nostálgicos de omnipotencia. Una serie de grandes concursos, ilustres,
se sucede de forma ambigua -fosa común desnuda, nunca una pro-
fesión había sido objeto de una sangría de energías y recursos tan ver-
gonzosa como la arquitectura en los últimos quince años- y cada uno
representa el principio de una eventual marcha triunfal hacia un nuevo
tipo de ciudad, una nueva urbanidad.
En el primer concurso de La Villette, los nuevos arquitectos tenían
total libertad para proponer un barrio que sería un fragmento de una
nueva ciudad del futuro, más humana.
Enfrentados a la posibilidad de imaginar un episodio ideal de la vida a
finales de un siglo xx que avanzaba a toda velocidad hacia el tercer milenio,
los arquitectos acabaron reinventando un entorno perfectamente adapta-
do a las necesidades de un mundo extinguido, que corría hacia delante.
Más tarde -¡a saber qué les animaba!-, los movimientos a favor de
la reconstrucción de las ciudades europeas se hicieron todavía más fa-
náticos en sus declaraciones. ¡Vergüenza para aquellos que firmaron la
Declaración de Palermo! Entre tanto, OMA, con una rigurosa falta de sin-
cronización, estaba completamente absorbida por una preocupación do-
ble: la imaginación programática -simple interés por el acontecimien-
to-, que parecía ser el objeto no realizado de una sección marginal de
la arquitectura moderna, y los fenómenos de Manhattan, que parecían
ser su materialización accidental. Su síntesis contenía la promesa de una
relación plausible entre la arquitectura, la modernidad y la metrópoli.
En La Villette, en la segunda fase, parecía que se habían reunido to-
dos los elementos de una situación metropolitana ideal, una cultura de
la congestión en Europa: un terrain vague entre la ciudad histórica, a su
vez violada por las demandas insaciables del siglo xx, y el plancton de
la periferia. Allí, en esa nada cuyo infinito potencial permite su preser-
vación, más aun cuando el programa hace hincapié en su inestabilidad,
todavía se erigen dos fragmentos de la historia, como dos naves espa-
ciales abandonadas.
Hipótesis
1. Hipótesis inicial
OMA 85
No hay duda de que el programa sufrirá cambios radicales y también es
previsible que sea objeto de constantes revisiones y ajustes a lo largo de la
vida del parque. Más que pensar en términos de diseño, se trata de propo-
ner un método que combine la especificidad arquitectónica y la indetermi-
nación programática en función de la constancia de los reajustes.
En otras palabras, concebimos esta subordinación más como una
estrategia que como un "diseño": se trata, por lo tanto, de sacar un ren-
dimiento óptimo de la implantación eficaz y explosiva de cierto número
de instalaciones y de proporcionar, al mismo tiempo, una experiencia
estética (relativamente) estable.
En la base del concepto formal, el principio de indeterminación pro-
gramática permite cualquier mutación, modificación o sustitución, sin
perjudicar la hipótesis inicial. El concurso, en tanto que forma más eco-
nómica de inversión de la inteligencia, equivale a orquestar sobre el te-
rreno metropolitano la coexistencia dinámica de actividades x, y y z, y a
provocar una reacción en cadena de acontecimientos sin precedentes,
al hacer que las actividades interactúen entre ellas.
Dicho de otro modo, se trata de saber cómo concebir un Condensador
Social a la escala de un parque, a partir de una congestión horizontal.
A tal efecto, proponemos un sistema de cinco capas cuya superposi-
ción en el emplazamiento constituya el parque.
2. Franjas
3. Retículas o confeti
OMA 87
La distribución de estos elementos en el emplazamiento (hasta y en
el interior del Museo, de la gran plaza cubierta y de otras instalaciones
importantes como las Termas) se hace mediante retículas y se calcu-
la matemáticamente según la frecuencia deseada: este procedimiento
asegura "esferas de influencia" iguales y la óptima disponibilidad de
estas instalaciones en todo el emplazamiento.
Esta frecuencia se ha calculado a partir de la superficie disponible
(zona A), de la superficie total necesaria para cada instalación, de la
evaluación del número óptimo de unidades requeridas y de la necesidad
de repartirlos en el conjunto del emplazamiento o solamente sobre una
parte del mismo. A partir de estos datos, las dimensiones de cada tra-
ma puntual se calculan con la siguiente fórmula:
VA-a
X
OMA 89
el resto del parque está cerrado, el recinto del Mail (que inunda con sus
neones el ámbito del paseante) constituye un elemento metropolitano
excepcional en el tejido urbano parisino; es el equivalente contemporá-
neo de las arcadas.
Los accesos al Paseo coinciden con las entradas al Parque que con-
trolan.
5. La capa final
6. Conexiones y elaboraciones
OMA 91
drados (de 40 x 40 m) que van del canal de Saint Denis a la Halle aux
Cuirs, al otro lado del cinturón periférico, y una línea en diagonal que
cruza estos cuadrados desde la esclusa hasta la cubierta de la Halle, y
adopta sucesivamente la forma de un puente, un cable de teleférico y
una rampa parabólica.
Cada uno de los cuadrados contiene objetos que provienen del Museo
de las Ciencias: una cuenca oceanográfica con batiscafo, la rampa de
lanzamiento del cohete Ariane, un espacio cubierto para exposiciones
permanentes, la sala Hemisférica, radiotelescopios, observatorios (oc-
cidentales y orientales), un centro de investigación meteorológica y un
Bosque de Antenas. "Capturada" en el interior de la franja, una sección
del cinturón periférico se convierte en objeto expositivo.
Los planetas del sistema solar se disponen sobre la línea del cable en
función de la distancia relativa al sol a escala 1/40.000.
En esta constelación, la sala Hemisférica, que representa a Saturno,
tiene anillos fluorescentes. La posición del sol coincide con el Mail y
está representada con un cuadrante solar que marca el final de la línea
del teleférico.
Al este, esta línea desemboca en el Cubo-salón de té situado sobre la
cubierta de la Halle aux Cuirs.
El Cubo, la Esfera, el Invernadero-pirámide y otros elementos en al-
tura situados en este jardín forman una "línea del horizonte newtonia-
na" paralela al canal de l'Ourcq.
Además, el paisaje está salpicado de árboles, setos y alamedas que
representan las órbitas de los cuerpos celestes.
El Jardín-temático acoge la franja Media, un área productiva situada
al oeste de la gran plaza cubierta, mientras que el Jardín-decorado se
encuentra al este.
En el Jardín-media se pueden producir películas, y programas de vídeo
y de radio para aficionados. De este modo, los visitantes y los habitan-
tes de la zona pueden, por fin, familiarizarse con la manipulación de los
medios de comunicación que se han infiltrado por todas partes en la vida
moderna.
Los Jardines-decorado explotan las posibilidades escénicas que
ofrecen los dos invernaderos y el Bosque Circular.
Demostración
Principios
OMA 93
nas, tienen alturas, densidades y, en consecuencia, transparencias,
diferentes. El conjunto forma un "paisaje entre bastidor(es)". Las
diferentes pantallas que constituyen los bastidores están formadas
por alineaciones vegetales cuyos efectos se combinan: mezcla, por
ejemplo, de la especie dominante (acer) con la serie de cultivares o
con el clon opuesto a los individuos de la especie. Esta diferencia-
ción serial tendrá una base estética y didáctica. De esta disposición
surgen dos tipos de percepción: juntas, por el efecto de superposi-
ción de la perspectiva (norte y sur), estas pantallas se suman y su-
gieren la presencia de una masa de árboles (unos seis mil ejempla-
res) que cubre toda la extensión del emplazamiento. En el sentido
contrario, de oeste a este, estas pantallas enmarcan unos espacios
abiertos a modo de "campos". A veces, unas fracturas en el siste-
ma abren la perspectiva. Como resultado de este juego de enclaves
y de conexiones, la profundidad aparente se estrecha o ensancha.
En particular, esta estrategia se adopta para que el espacio com-
prendido entre el museo y el canal participe de la organización de la
parte central del parque. En los principales ejes de circulación que
conforman el Mail y el Paseo también se explota la oposición entre
estas percepciones diversas. Oposición entre lo que se muestra y lo
que se oculta: el objetivo del Paseo sufre continuos desvíos; por el
contrario, el recorrido del Mail carece de sorpresas y sus diferentes
etapas son deliberadamente explícitas. El Paseo es una sorpresa,
el Mail una certidumbre.
OMA 95
y los jardines encajonados que la acompañan forman un claro en el
bosque.
Al margen de los tres sistemas de naturaleza que se han descrito, el
paisaje incorpora una serie de elementos que no pertenecen a ninguna
categoría; diseminados por el emplazamiento, hay "islotes" de bosque
virgen donde crecen libremente árboles aislados o en pequeñas agru-
paciones; estos "islotes" constituyen un archipiélago de fragmentos del
parque romántico tradicional; en la hierba y en el suelo hay manchas de
color geométricas, dispuestas como un papel pintado 3 de motivos flo-
rales. Estas manchas de color surgen al ritmo de las estaciones, como
apariciones resplandecientes y efímeras que tienen algo de espejismo.
Demostración
El principio de alternancia
OMA 97
Colores: Floración blanca Malus coronaria
---
Floración rosa Malus 'magdeburgensis'
Floración roja Malus x purpurea
Acentos: islotes
geométricos e islotes
románticos Populus nigra var. italica
(sembrados a través
de las franjas)
1
Koolhaas, Re m, Delirious New York: A retroactive manifesto for Manhattan, Oxford Uni-
versity Press, Nueva York, 1978 (versión castellana: Delirio de Nueva York: un manifiesto
retroactivo para Manhattan , Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2009 5 ) .
2
Mai/: nombre que adoptan los paseos públicos de algunas ciudades francesas, en ge-
neral arbolados [N. de la T.] .
3
Se utilizará, por ejemplo, un nuevo tipo de siembra. Las semillas se dispondrán de for-
ma regular entre dos hojas de papel armado. Este papel putrescible se extiende sobre
el suelo fértil y se riega . Las semillas atraviesan el papel en descomposición y brotan.
Según cómo se dispongan las semillas (de forma ordenada o aleatoria), este proceso
permite crear composiciones efímeras de manchas de color sobre el suelo.
OMA 99
Paisajes de cambio: los Statí d1anlmo de Boccioni como
teoría general de modelos
Sanford Kwinter
1992
Kwinter, Sanford , "Landscapes of change: Boccioni 's Stati d'animo as a general theory of
models", en Assemblage, 19, Massachusetts lnstitute ofTechnology (MIT), diciembre de
1992, págs. 50-65. Traducción de Marfa Jesús Rivas .
101
4
5 7
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3 6
11 o Paisajes de cambio
que traza el comportamiento de fuerzas en el espacio a lo largo del tiem-
po, pero sus t écnicas se han extendido a muchos fenómenos del mundo
real, como la f ormación de herramientas, el vuelco de embarcaciones, la
embriología y la psicología (anorexia nerviosa, teoría de la lucha-huida).
Ello es posible porque el comportamiento de una fuerza verdadera en el
espacio real (la fuerza que se aplica a una viga, la mala distribución del
peso en el casco de un barco) sigue exactamente las mismas reglas que
una fuerza modelada en un espacio complejo (topológico, de parámetro
o de "fase").16 La teoría de catástrofes admite que cada suceso (o forma)
está envuelto en una multiplicidad de fuerzas y es el resultado de mu-
chas causas diferentes, y no sólo de una. Veamos cómo se llega a esto.
La teoría de catástrofes es una "ciencia" que remite fundamentalmen-
te a la doctrina de Heráclito, en la que se reconoce que toda forma es el
resultado de la lucha y del conflicto. Muestra que la combinación de dos o
más fuerzas en conflicto puede tener como resultado un comportamiento
totalmente irregular y discontinuo cuando interactúan de manera dinámi-
ca. Esto quiere decir que si se trazan dichas fuerzas en un plano en su in-
tersección en un punto, cada fuerza se verá afectada de forma desigual a
medida que el punto se mueve en cualquier dirección. Los efectos produ-
cidos por esta diferencia inicial en una de las fuerzas puede compensar-
se o absorberse simplemente por un aumento proporcionado en la fuerza
contraria, no obstante, también puede ocurrir que un pequeño descen-
so en la prim era fuerza provoque un aumento en una tercera fuerza que
disminuirá la segunda hasta un grado mayor incluso que la disminución
sufrida por la primera fuerza. Por tanto, se establecerá un ciclo de reali-
mentación entre la primera y la tercera fuerza que en poco tiempo puede
arrollar completamente a la segunda. En ese caso realmente podría de-
cirse que la segunda fuerza se habría visto condenada a la destrucción
por su propia fortaleza inicial. Si hubiera sido débil desde el principio, el
escenario subsiguiente habría sido totalmente distinto, un contexto que
le podría haber permitido dominar al final. Lo importante aquí es que las
condiciones en el plano dinámico son muy erráticas y la simple posición
significa mucho menos que el camino por el que se llega a ella.17 La teoría
de catástrofes se especializa en explicar estas situaciones; se interesa
por el efecto de fuerzas aplicadas en un sistema dinámico desde el ex-
6 9
7 10
Quisiera expresar mi gratitud al Getty Center for the History of Art and the Humanities,
cuya invitación a convertirme en miembro investigador en el otoño de 1990 me propor-
cionó la oportun idad de emprender la investigación y escribir el presente ensayo.
' Bergson , Henri , Matiere et mémoire: essai sur la rélation du corps ó /'esprit [1896], Pres-
ses Universitaires de France, París, 2004 (versión castellana: Materia y memoria: ensayo
sobre la relación del cuerpo con el espíritu, Librería de Victoriano Suárez/Librería de Fer-
nando Fe, Madrid, 1900).
2
Bergson, Henri, L'Évolution créatrice [1907], Presses Universitaires de France, París, 2001
(versión castellana: La evolución creadora, Planeta-Agostin i, Barcelona, 1994, capitulo 2).
3
Poincaré, Henri , "Sur le probléme des trois corps et les équations de la dynamique",
en Acta Mathematica, 13, 1890, pág. 1-270; Les Méthodes nouvelles de la mécanique ce-
leste (vols. 1-3), Gauthiers Villars, París, 1892-1899. Sobre las funciones homoclinicas
que descubrió Poincaré, compárese el libro Le Calcul, l'imprévu (Éditions Le Seuil, París,
1984) de lvars El<elund con Dynamics : The geometry of behavior (vol. 3: Global behavior
y vol. 4: Bifurca tion behavior, Ariel Press, Santa Cruz, 1986-1988) de Ralph Abraham y
Chris Shaw.
Sanford Kwinter 11 7
4
Las ciencias biológicas fueron las primeras en interesarse por una descripción sis-
temática de la morfogénesis: teoría de la entelequia (Driesch), teoría de gradientes
(Boveri, Child), campos embriónicos (Gurwitsch), teoría sistema-campo (Weiss), análi-
sis de deformación topológica (D'Arcy Thompson), teoría Umwelt (Von Uexküll), teoría
de la regulación . Finalmente, Joseph Needham , Conrad Waddington y otros crearon en
Inglaterra el Theoretical Biology Club para estudiar caminos de desarrollo en campos
complejos.
5
Una combinación de neoplatonismo cristiano, influencias orientales y la desaparición
definitiva de los formalismos grecorromanos en la Edad Media liberó la secular repre-
sentación pictórica de sus tendencias más estáticas, analíticas y espaciales. Esta
emancipación parcial del espacio óptico introdujo las tendencias modales (o musicales)
que asociamos con lo dinámico, la manifestación superficial y la organización material
más que con las obras de proyección de espacio del arte bizantino y románico hasta bien
entrada la época de Duccio. La vuelta del futurismo a lo modal, es decir, a un espacio que
resalta el movimiento y la cualidad de "mosaico", hace que el cubismo sea algo mejor al
incorporar tiempo real (en oposición a derivado o abstracto) a la obra moderna.
6
Véase mi texto "La Citta Nu ova: Modernity and continuity", en Feher, Michel y Kwinter,
Sanford (eds .), Zone, 1-2 (The contemporary city), Zone Books, Nueva York, 1986.
7
Se puede encontrar una importante crítica sistemática del hilemorfismo en Simondon,
Gilbert, L'lndividu et so génese physico-biologique, PUF, París , 1964. Véase también Need-
ham, Joseph, "Matter, form , evolution and us", en This Changing World, 6, 1944.
8
El sistema de cuadrícula, como la llamada metafísica occidental en el que se basa,
no puede subvertirse ni destruirse desde dentro, a pesar de las afirmaciones de pro-
fesionales que creen haber introducido en él sus propias pequeñas fisuras. Las únicas
"formas débiles" que conocemos son aquellas formas de pensamiento que, incapaces
de volver a caracterizar un espacio homogéneo cuantitativo, se consuelan atacándolo
con resentimiento . Es mucho más interesante el acto de deshomogeneización del mate-
mático René Thom, quien incluso en el plano cartesiano hiperracional y cuasi monótono
considera la aparición de cualidades morfológicas irreductibles: en el caso adjunto, un
llamado chreod de captura en un bucle de depredación (un punto que los ejes de x e y
se tragan al recortarlo). Véase Thom, René, Stobilité structurelle et morphogénese; es-
sai d'une théorie générale des modeles, W. A. Benjamin, Reading (Mass .), 1972 (versión
castellana: Estabilidad estructural y morfogénesis: ensayo de una teoría general de los
modelos, Gedisa, Barcelona, 19972) .
9
Estoy siguiendo la distinción de Henri Bergson entre multiplicidades intensivas cuali -
tativas y extensivas cuantitativas. Las primeras se definen como aquellas que no pue-
den dividirse sin cambiar su naturaleza, y esto ocurre porque poseen no homogeneida-
des creativas -su naturaleza intensiva se deriva del hecho de que se distribuyen en el
tiempo (y por tanto de forma desigual, acumulativa y dinámica) y no en el espacio- y
porque son virtuales y actúan por actualización/diferenciación continua, no por repeti-
ción/representación.
10
Whitney, Hasster, "On singutarities of mappings of Euclidean spaces: l. Mappings of
the plane onto the plane", en Annals of Mathematics , 62, 1955. Hassler Whitney es el
creador de la teoría de la singularidad y verdadero padre de la teoría de catástrofes.
11
Los desconcertantes resultados de los recientes experimentos sobre fusión fría su-
122
Terraln vague
lgnasi de Sola-Morales
1995
Publicado enAnyplace, Anyone Corporation / The MIT Press, Nueva York/Cambridge (Mass.),
1995, págs. 118-123; (recogido también en : Sola-Morales, lgnasi de, Territorios , Editorial
Gustavo Gili , Barcelona, 2002, págs. 181-193). Publicado co n permiso de Eulalia Serra.
123
ojo y la técnica fotográfica. La imagen de la arquitectura es una imagen
mediatizada que, según los recursos de la representación plana de la
fotografía, nos facilita el acceso y la comprensión del objeto.
Sucede lo mismo con la ciudad. No sólo la posibilidad de acumular
experiencias personales directas es problemática en los lugares en los
que no hemos vivido por un largo tiempo. También nuestra mirada ha
sido construida y nuestra imaginación prefigurada a través de la foto-
grafía. Por supuesto, existen la literatura, la pintura, el vídeo o el film.
Pero la incidencia de lo fotográfico, este arte medio según lo calificase
Pierre Bourdieu, sigue siendo primordial en nuestra experiencia visual
de la ciudad.
En los años del proyecto metropolitano, de su teorización y de la pro-
paganda de la gran ciudad como motor indispensable de moderniza-
ción, la fotografía ejerció un papel decisivo. Los fotomontajes de Paul
Citroen, Man Ray, Georg Grosz o John Heartfield presentaban la acumu-
lación y yuxtaposición de grandes objetos arquitectónicos para explicar
la experiencia de la gran ciudad.
Como ha explicado Rosalind E. Krauss, la fotografía no actúa semio-
lógicamente como un icono sino como un índice. Esto quiere decir que
aquello que constituye su referente no está inmediatamente relaciona-
do, como figura, con las formas que la fotografía desarrolla. Por el con-
trario, no es una analogía formal la que hace posible la transmisión del
mensaje fotográfico, sino la contigüidad física entre el significado y su
significante fotográfico. A través de las fotografías no estamos viendo
las ciudades. Menos aún a través de los fotomontajes. Sólo vemos las
imágenes, en su estática y encuadrada impresión. Pero a través de la
imagen fotográfica somos capaces de recibir indicios, impulsos físicos
que dirigen en una determinada dirección la construcción de un imagi-
nario que establecemos como el de un lugar o una ciudad determinada.
Porque ya hemos visto o porque vamos a ver algunos de estos lugares,
el mecanismo semiológico de la comunicación a través de indicios se
consuma, y la memoria que acumulamos por experiencia directa, por
narraciones o por simple acumulación de nuevos indicios es la que, in-
definidamente, produce nuestra imaginación de la ciudad, de una o de
muchas ciudades.
1
Véase: Steichen , Edward , The familyof man (catálogo de la exposic ión homónima), Mu-
se um of Modern Art/ Maco Magazine, Nueva York, 1955.
2
Véase: Frank, Robert, TheAmericans , Gro ove Press, Nueva York, 1959 (vers ión castella-
na: Los americanos , La Fábrica , Madrid, 2008).
13 2
Terra fluxus
James Corner
2006
Corner, James, "Terra flu xus", en Waldheim , Charles (ed .), The landscape urbanism read-
er, Princeton Architectural Press , Nueva York, 2006, págs. 21-32. Traducción de María
Jesús Rivas .
133
urbanismo, adoptando técnicas organ izativas a gran escala junto a las
de proyecto, expresión cultural y formación ecológica. Recientemente,
unos pocos arquitectos del paisaje se han despojado de las fronteras
definidas por la profesión para ampliar sus técnicas a complejos ám-
bitos urbanísticos, programáticos e infraestructurales. Esto hace su-
poner que algunos elementos dentro de cada profesión enfocada al
diseño -arquitectura, arquitectura del paisaje, urban ismo y planifica-
ción- se van acercando hacia una forma conjunta de trabajar en la que
el término ' paisaje' tiene una significación fundamental , como queda
expresado en la formulac ión landscape urbanism. ¿Cuál es la naturaleza
exacta de esta práctica híbrida y cómo se modifican mutuamente los
términos paisaje y urbanismo?
Esta nueva connivencia entre disciplinas ya fue anticipada en el sim-
posio y la exposición de 1997 titulada Landscape urbanism, originalmen-
te concebida y organizada por Charles Waldheim, y ha sido formulada
posteriormente en diversas publicaciones.1 Se trata de una propuesta
de refundición y un ión de disciplinas, si bien se trata de una unidad que
contiene (o mantiene) diferencias ; diferencias en términos del conteni-
do ideológico, programático y cultural de cada una de estas polémicas y
densas palabras : 'paisaje' y ' urbanismo'.
Evidentemente, gran parte del propósito intelectual de esta especie
de manifiesto es la total disolución de ambos términos en una única
palabra, un único fenómeno y una única práctica, y que, aun así, cada
término permanezca diferenciado, sugiriendo su necesaria, quizás ine-
vitable, individualidad . Lo mismo, pero diferente ; intercambiables , pero
nunca totalmente fundidos, como un nuevo híbrido dependiente siem-
pre de los dos cromosomas x e y, incapaz de sacudirse de encima las
distintas expresiones de sus progenitores.
Una síntesis dialéctica de este tipo es significativa, por la discre-
pancia con los primeros intentos de hablar de entornos urbanos como
paisajes, o con los intentos de situar el paisaje en la ciudad. La manera
más tradic ional de tratar el tema del paisaje y las ciudades se ha vis-
to condicionada a través de la lente decimonón ica de la diferencia y la
oposición . Desde esta perspectiva, las ciudades se han visto tomadas
por la tecnología de la edificación de gran densidad, las infraestructu-
140 Terrafluxus
Al conceptualizar un urbanismo más orgánico y fluido, la propia ecolo-
gía se convierte en una lente extremadamente útil a través de la cual ana-
lizar y proyect ar futuros urbanos alternativos. Las lecciones de ecología
han pretendido poner de manifiesto que toda la vida del planeta está
profundamente comprometida en relaciones dinámicas; es más, la com-
plejidad de la interacción entre elementos dentro de los sistemas ecoló-
gicos es tal que los modelos lineales y mecanicistas han demostrado ser
notablemente inadecuados para describirlos. Por el contrario, el estudio
de la ecología sugiere que los agentes individuales que actúan en un am-
plio campo de operación producen efectos incrementales y acumulati-
vos que hacen evolucionar continuamente la configuración de un entorno
a lo largo del tiempo. Por tanto, la teoría ecologista pone de relieve las
relaciones di námicas y los organismos del proceso, acabando con una
forma espacial concreta como mero estado de la cuestión provisional, en
camino de convertirse en otra cosa. En consecuencia, condiciones com-
plejas o aparentemente incoherentes que uno podría malinterpretar ini-
cialmente como aleatorias o caóticas pueden, de hecho, aparecer como
entidades altamente estructuradas que integran una serie determinada
de disposiciones geométricas y espaciales. En este sentido, las ciudades
e infraestruct uras son exactamente como bosques y ríos "ecológicos".
Desde la publicación en 1969 de la obra de lan McHarg Proyectar con
la naturaleza, 6 1os arquitectos paisajistas se han ocupado especialmen-
te en desarrollar una serie de técnicas ecológicas para la urbanización
y proyecto de emplazamientos. Sin embargo, por una serie de razones,
algunas ya reseñadas, la ecología se ha utilizado únicamente en el con-
texto de algo denominado el "entorno", que generalmente se ha consi-
derado "natural" y que excluye la ciudad. Incluso quienes han incluido la
ciudad en la ecuación ecológica lo han hecho sólo desde la perspectiva
de los sistemas naturales (hidrología, circulación del aire, conjuntos de
vegetación, etc.). Todavía tenemos que entender que el entorno cultu-
ral, social, político y económico está integrado en y es simétrico al mun-
do "natural". La promesa del urbanismo paisajístico es el desarrollo de
una ecología espaciotemporal que trata con la totalidad de fuerzas y
agentes que actúan en el ámbito urbano y que las considera redes per-
manentes de interrelaciones.
144 Terrafluxus
algunas más parecen formar parte de cualquier ejercicio significativo y
real de proyección urbana sintética. Sin embargo, hay una desesperan-
te falta de té cnicas para tratar el auténtico alcance de estas cuestiones
y sólo este asunto, me parece a mí, merece nuestra máxima atención e
investigación.
Por supuesto, todo ello nos conduce al cuarto tema del urbanismo
paisajístico: lo imaginario. Sencillamente no tiene ningún sentido tratar
cualquiera de los temas anteriores sólo por sí mismo. La imaginación
colectiva, informada y estimulada por las experiencias del mundo ma-
terial debe seguir siendo la primera motivación para cualquier empeño
creativo. En muchos sentidos se podrían atribuir los defectos de la ur-
banización en el siglo xx al absoluto empobrecimiento de la imaginación
en cuanto a la racionalización optimizada de prácticas de desarrollo y
acumulación de capital. Sin duda, el espacio público de la ciudad debe
ser algo más que un mero regalo o compensación para esa actividad
genérica denominada "esparcimiento". Los espacios públicos son en
primer lugar los recipientes de la memoria y del deseo colectivos, y en
segundo lugar representan el espacio en que la imaginación social y
geográfica invita a nuevas relaciones y escenarios de posibilidades. Ma-
terialidad, re presentac ión e imaginación no son mundos diferenciados;
gracias a la práctica de construcción de lugares, el cambio político debe
tanto al ámbito simbólico y de representación como a las actividades
materiales. Y, por tanto, parece que el urbanismo paisajístico resulta de
principio a fin un proyecto imaginativo, un engrosamiento especulativo
del mundo de posibilidades.
Para conc luir vo lvería a la paradójica diferenciación entre paisaje y
urbanismo según la formulación que da lugar a este ensayo. Ninguno de
estos términ os se funde totalmente con el otro. Creo que esta paradoja
no sólo result a inevitable, sino que es necesario que se mantenga. Inde-
pendientemente de lo ambiciosas y de largo alcance que puedan ser las
prácticas que anteriormente se han explicado, al final siempre seguirán
existiendo puertas, ventanas, jardines, corredores, manzanas y cafés
con leche. Existe una ineludible familiaridad con lo que caracteriza una
experiencia urbana próspera. El defecto del anterior primitivo y las ini-
ciativas a escala regional fue la excesiva simplificación y la reducción
1
Simposio y exposición Landscape urbanism, abril de 1997, Graham Foundation , Chicago.
Véanse también, por ejemplo, mis trabajos en : Daskalakis, Georgia; Waldheim, Charles y
Young Jason (eds.), Stalking Detroit, Actar, Barcelona, 2001; Mostafavi , Moshen y Najle,
Ciro (eds .), Landscape urbanism: A manual for the machinic landscape, Architectural As-
sociation Publications, Londres, 2003 ; y Shane, David Grahame, Recombinant urbanism ,
John Wiley, Londres, 2005 .
2
Jensen, Jens, Siftings, Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1990. Sobre la obra
y la vida de Jensen, véase Grese , Robert E., Jens Jensen: Maker of Natural Parks and
gardens, Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1992.
3
Gruen, Víctor, The heart of our cities: The urban crisis, diagnosis and cure, Simon and
Schuster, Nueva York, 1964; Centers forthe urban environment. Survival ofthe cities , Van
Nostrand Reinhold, Nueva York, 1973.
148
Del objeto a l campo: condiciones de campo
en la arquitectura y el urbanismo
Stan Allen
1996-2008
Allen, Stan , " From object to field : Field conditions in architecture and urbanism", en
Practice: Architecture, tecnique + representation, Routledge, Nueva York, 2009, págs.
216-243 . Versión revisada por el autor en 2008 . Traducción de Maria Jesús Rivas y Moisés
Puente.
149
las dinámicas no lineales y a simulaciones de cambio evolutivo por orde-
nador. Es comparable al cambio del objeto analógico al campo digital en
las tecnologías recientes. Presta gran atención a los precedentes en las
artes visuales, desde la pintura abstracta de la década de 1920 a la es-
cultura minimalista y posminimalista de la década de 1960. Al apartarse
de las restricciones del serialismo, los compositores de posguerra em-
plearon conceptos como "nubes" de sonido o, en el caso de lannis Xena-
kis, música estadística en la que no es posible descomponer experiencias
acústicas complejas en sus unidades constituyentes.1 Los elementos in-
fraestructurales de la ciudad moderna, conectados por su propia natura-
leza en redes abiertas, ofrecen otro ejemplo de condiciones de campo en
el contexto urbano. Por último, un análisis completo de la repercusión de
las condiciones de campo en arquitectura reflejaría necesariamente los
comportamientos complejos y dinámicos de los usuarios de la arquitec-
tura, y reflexionaría sobre nuevas tecnologías para dar forma a progra-
mas y espacios.
Hablando en general, una condición de campo podría ser cualquier
matriz formal o espacial capaz de unificar diversos elementos respe-
tando al mismo tiempo la identidad de cada uno de ellos. Las configura-
ciones de campo son conjuntos unidos de forma flexible que se carac-
terizan por su porosidad y conectividad interna. La forma y extensión
global son altamente fluidas y tienen menos importancia que la rela-
ción interna de las partes, que es lo que determina el comportamiento
del campo. Los campos no funcionan ni mediante mallas reguladoras ni
mediante relaciones convencionales de axialidad, simetría y jerarquía.
Las reglas de combinación tienen menos que ver con la disposición de
elementos diferenciados e identificables que con la agregación seriada
de un gran número de partes relativamente pequeñas y más o menos si-
milares. Las condiciones de campo son relacionales, no figurativas, y se
basan en el intervalo y la medida. La escala importa; las condiciones de
campo dependen de la repetición y requieren una cierta extensión para
poder registrarse. Las condiciones de campo tienen una capacidad es-
pecial para hacer que las fuerzas abstractas sean visibles. Una lámina
de limaduras de hierro registrará los patrones de un campo magnético,
pero las limaduras no son el campo; simplemente son el registro grá-
Construcciones de campo
El elemento común de estos dos ejemplos -uno que procede del inte-
rior de la cultura arquitectónica y otro del exterior- es un cambio de
énfasis desd e la descripción formal abstracta hacia las operaciones
de fabricación. Las cuestiones de significado y composición son se-
cundarias. En el caso de la mezquita de Córdoba, los arquitectos es-
tudiaron sólo rudimentariamente la forma exterior (que estaba dicta-
da por su tamaño y las restricciones del lugar), pero prestaron mucha
atención a la dimensión y el intervalo de los elementos individuales.
En el caso de los artistas posminimalistas, se produce la sensación de
que sucumbe n ante la lógica promiscua del propio material: dejar que
la propia materia tome forma y calcule sus posibles configuraciones;
el artista sólo la dirige sin excesivo rigor.
Éste es un punto crucial y es en este sentido que la idea de condiciones
de campo tiene conexión con las nuevas actitudes hacia la fabricación, la
creación de la forma y la cuestión de la estandarización en la arquitectura
contemporánea. Hoy es posible imaginar (y con la fabricación por ordena-
dor cada vez resulta más fácil de realizar) una forma de construcción que
Todas las mallas son campos, pero no todos los campos son mallas.
Uno de los potenciales del campo sirve para redefinir la relación entre
figura y fondo. El teórico legal y social Roberto Mangabiera Unger ha
identificado los atributos tradicionales de la expresión religiosa en la
arquitectura de las sociedades iconoclastas como "vacuos, inmensos
y señalados".15 Esta terminología también podría aplicarse a los atri-
butos básicos de lo que yo llamo condiciones de campo. El campo no
es figurativo, de ahí que sea vacuo y que se resista a la interpretación
semiótica; el campo es necesariamente inmenso; es decir, necesita
Instituciones distribuidas
Existe una fuerte conexión histórica entre las reglas exactas referentes
a la axialidad, la simetría y la jerarquía formal que rigen la arquitectura
clásica, y la tipología tradicional de las instituciones en Occidente. La
biblioteca, el museo y la sala de conciertos, así como el banco, el ayun-
tamiento o el juzgado, todos ellos apelan a la estabilidad del orden clá-
sico para expresar su estatus de instituciones duraderas. En el siglo xx,
los programas utópicos de la primera arquitectura moderna pretendían
presentar las instituciones de la democracia liberal como organismos
transparentes. Ligeras estructuras de acero y muros cortina de vidrio
subrayaron la transparencia literal, mientras que una dinámica fun-
cional y compositiva hacía visibles los diferentes elementos de dichos
programas de complejidad creciente. Más recientemente, ha habido
un intento por abrir estas instituciones mediante rupturas compositi-
vas y estrategias de descomposición más radicales. Sin embargo, los
cambios compositivos son capaces de reconfigurar estas instituciones
"Las estaciones y los cam inos forman juntos un sistema . Puntos y líneas,
entes y relaciones . Lo interesante podría ser la construcc ión del sistema,
el número y disposición de las estac iones y los cam inos; o podría se r el flujo
de mensajes que atraviesan las líneas. En otras palabras, un sistema com-
plejo se puede describir formalmente [.. .]. Se podría haber buscado la for-
mación y distribuc ión de las líneas, caminos y estaciones , sus lindes, orillas
y formas ; pero también se debe escribir sobre intercepciones, accidentes
en el recorrido entre estaciones [.. .]. Lo que pasa puede ser un mensaje,
pero los parásitos (estática) impiden que se escuche, y a veces impiden que
se envíe". 23
170
Tarzanes en el bosque de los medios
Toyo lto
1997
Publicado en 2G , 2 (Toyo Ita. Sección 1997), Barcelona , 1997, págs. 122-142. Traducción de
Shigeko Suzuki.
171
guna otra obra de Mies. El espacio compuesto por superficies de vidrio,
que se alza como si fuera una columna de hielo, parece que empezara a
fundirse en el aire. Es una arquitectura nacida solamente de imágenes
y, sin embargo, no tiene una forma definida.
Por supuesto que el Pabellón de Barcelona tiene una estructura y una
forma , pero la idea original de una arquitectura de vidrio que Mies dibu-
jó en sus primeros proyectos se encuentra vívidamente representada
en esta obra. Se trata de una arquitectura cuya forma no se ha revelado
todavía.
Se considera que Mies es el exponente del concepto del "espacio
universal" que se expandió por las ciudades del siglo xx, un espacio
creado por un continuum homogéneo de retículas que se extienden en
sentido horizontal y vertical. Ciertamente, Mies fue uno de los primeros
arquitectos que definió la imagen de un rascacielos compuesto por un
muro cortina de acero y vidrio. Sin embargo, la imagen del rascacielos
que asemeja una columna de hielo y el espacio plasmado en el Pabe-
llón de Barcelona son bastante diferentes de los edificios de oficinas
transparentes que llenan las ciudades actuales . La transparencia del
espacio de Mies parece ser completamente distinta de la que ofrecen
otros edificios de la arquitectura moderna.
En su ensayo titulado "La estructura de Chicago",1 Colin Rowe obser-
va esta diferencia y constata que el espacio definido por los edificios
construidos en Chicago con estructura metálica a finales del siglo x1x di-
fiere del espacio universal representado por Mies. Equivale a la diferen-
cia que existe entre un espacio creado como resultado de una búsqueda
racional de la economía pragmática y una manifest ación ideológica como
símbolo de un mundo futuro basado en la tecnología. Esta diferencia, o
más bien antagonismo, sigue vigente hoy en día entre los grandes des-
pachos corporativos de arquitectura y los arquitectos llamados de van-
guardia. Dejando aparte estos antagonismos, no hay arquitectos que se
adhieran tan radicalmente al uso del acero y vidrio como lo hizo Mies van
der Rohe; sin duda, sus obras son transparentes. No obstante, la t rans-
parencia del Pabellón de Barcelona no es semejante a la del aire límpido,
sino que se trata de una transparencia similar a la que contemplaríamos
si estuviéramos mirando las cosas desde la profundidad del agua y que
bien puede describirse como translúcida. Esa fluidez infinita que senti-
mos en el pabellón se debe, sin duda, a esta característica de espacio
líquido y tra nslúcido. En él ya no experimentamos la sensación del fluir
del aire, sino la impresión de vagar lentamente dentro del agua. Precisa-
mente esa impresión es la que hace que el espacio sea distinto y único.
Sin embargo, después del Pabellón de Barcelona, esta fluidez y densi-
dad fueron desapareciendo gradualmente, incluso en las obras del pro-
pio Mies. En cambio, el formalismo arquitectónico ocupó rápidamente
su lugar. Se había perdido aquel espacio que entonces se sentía como
fluido, como si el líquido se hubiera solidificado. Y en estos momentos,
cuando estamos a punto de entrar en el siglo xx1, nos encontramos de
nuevo buscando aquella arquitectura erótica en estado de fusión con el
entorno.
Una noche tuve la ocasión de pronunciar una conferencia al borde
del estanque del pabellón de Mies utilizando unas diapositivas que se
reflejaban en el agua. Al cabo de unos días me encontré en Lanzarote,
Toyo lt o 175
samente los nuevos medios? ¿Por qué debemos concebir la imagen de
"agua" o de "cuerpo fluido en el agua" para albergar los nuevos medios
electrónicos?
Un diseñador gráfico experto en ordenadores, Asahi Shimbun, dice
que él tiene la extraña sensación de que una parte de su cuerpo comien-
za a fluir hacia la pantalla cuando se sienta ante un ordenador. "Natu-
ralmente, el interior de un ordenador no es el interior de mí mismo, pero
tampoco está fuera de mí. Es un mundo ambiguo donde las fronteras
son vagas y no sabría decir hasta dónde se extiende uno mismo. En el
mundo de los medios electrónicos el tiempo y el espacio son nociones
distintas a las de nuestra vida cotidiana. A medida que penetro en su
mundo, siento una sensación extrañamente confortable en mi propio
interior. Cuando estoy sentado frente a un ordenador tengo la sensa-
ción de que estoy unido a otro mundo, como si estuviera con los pies
mojados a la orilla del agua." 2
Entre el 50 y el 60 % del cuerpo humano está constituido por agua,
sangre, líquido linfático, etc., y en el caso de un recién nacido, el por-
centaje asciende a un 80 %. Podemos decir que el cuerpo humano es
algo así como un afluente de un río, en el sentido de que el agua fluye y
circula en su interior; se encuentra unido al mundo por medio del agua.
A pesar de que la gente no puede vivir sin agua, el sistema de suministro
de agua de nuestras ciudades contemporáneas permanece completamen-
te oculto a la vista. Por este motivo, tendemos a olvidar que nuestro cuerpo
forma parte de la naturaleza. Este hecho se nos muestra de forma muy
evidente cuando visitamos Bangkok, por ejemplo. Aún hoy en día, la ciudad
de Bangkok tiene una red de canales muy bien desarrollada y un gran nú-
mero de gente vive a lo largo de su recorrido. Cuando nos fijamos en cómo
viven estas personas, nos percatamos de cómo antaño nuestra vida esta-
ba íntimamente relacionada con el agua. En Bangkok hay cántaros de agua
alineados en grandes terrazas, la gente se zambulle y se baña en el agua
turbia y lava su ropa y su vajilla en el canal. Viven como animales anfibios.
Al verlos podemos entender por qué Richard Buckminster Fuller buscó el
origen de la humanidad en las aguas del sureste de Asia.
Que el dios del agua, Naga, sea el símbolo de los tailandeses también
apoya esta idea. Naga, la ligera y ondulante serpiente de mar, a menu-
1
Rowe, Colin, "Chicago trame" [1956], en The mathematics ofthe ideal villa and otheressays,
The MIT Press, Cambridge (Mass.), 1976 (versión castellana: " La estructura de Chicago", en
Manierismo y arquitectura moderna y otros ensayos, Editorial Gustavo Gili , Barcelona, 1978,
págs. 91-109).
2
Asahi Shimbu n, 19 de j ulio de 1994.
3
lbíd .
182
Viajeros del tiempo
Andrew Mead
2003
Mead , Andrew, "Time travellers", en The Architects Journal, 3, abril de 2003, págs. 26-44.
Traducción de María Jesús Rivas.
183
Al intentar convertir estos proyectos ganadores en realidad, Beigel +
ARU se han enfrentado a obstáculos y frustraciones, pero quizás esas
penalidades sólo hayan dado más validez a su propuesta. Las ideas que
plantean sus proyectos son sumamente sugestivas, como revela una
mirada más atenta al proyecto de Berlín.
Vista panorámica
"Cada uno de estos paisajes presenta un poderoso sentido del tiempo -dice
Beige!-, y esta dimensión temporal es central para nuestro proyecto. Nos
preocupamos por las trazas de la historia, queremos exponerlas y potenciar-
las, intensificarlas, por así decir. Nuestras infraestructuras paisajísticas se
generan a partir de estas trazas."
Actuación cu idadosa
Naturaleza generosa
1
Sola-Morales, lgnasi de, " Terrain vague ", en Anyplace , Anyone Corporation/The MIT Press,
Nueva York/ Cambridge (Mass.), 1995, págs. 118-123; (recogido también en : Sola-Morales,
lgnasi de, Territorios , Editorial Gustavo Gili , Barcelona, págs. 181-193). Publicado en las
páginas 123-132 de este volumen .
2 lbíd.
3
lbíd.
4
http ://aru.londonmet.ac.uk
Referencias bibliográficas
• Beigel, Florian y Christou , Philip, " Brikettfabrik Witzn itz : specific indeterminacy -de-
signing for uncertainty", en Arq , vol. 2, 2, 1996; "Time architecture: Stadtlandschaft
Lichterfelde Süd, Berlin ", en Arq, vol. 3, 3, 1999.
• "Time architecture: Florian Beigel in conversation with David Kohn ", en scroope (Cam-
bridge Architecture Journal), 9, julio de 1997.
• Beigel , Florian ; Christou, Philip y Misselwitz, Philipp, " Cospudem: Constructing the
site", en a+t, 17, 2001 .
194
El jardín en movimiento
Gilles Clément
2006
"El hombre nunca ha podido vivir sin tramas. Ante el desorden aparente del
mundo, tu vo que buscar los términos significantes, aquellos que, asociados
entre ellos, hacían que su acción sobre el medio fuese más eficaz, aquellos
que le permitían sobrevivir. Ante la infinita abundancia de objetos y seres,
buscó rela ci ones entre ellos y, ante la infinita movilidad de las cosas, buscó
invariables".1
195
cuando el lindero del bosque es espeso, y de "margen" para designar
a los matorrales que lo acompañan. Este vocabulario alude a un teji-
do continuo que se desarrolla entre la copa y el estrato herbáceo. Está
compuesto de múltiples especies imbricadas. Y cuando en este manto,
o pradera, se encuentran matorrales espinosos, se dice de él que está
"armado" o que está invadido por una "maleza de colonización".
¿Se trata todavía de un jardín?
Quizá. Pero integrar estas palabras a la larga lista que ya entorpece
las publicaciones sobre jardinería, aporta una nueva mirada sobre la
noción de orden. Una mirada diametralmente opuesta que, por ejemplo,
tendría en cuenta la posible expresión de un orden interior, íntimo, el
de los mensajes que se transmiten con vistas a una evolución ; un orden
que permitiría "ir hacia". "La naturaleza evoluciona, es decir que suma y
se vuelve compleja, no resta". 4
En un jardín de "orden estático", una dedalera que emerge del macizo
que le estaba destinado es indeseable. Produce sensación de desorden.
En un j'ardín de "orden dinámico", una dedalera de raíces libres indica
que el lugar está en evolución. El desorden consistiría, por el contrario,
en interrumpir esta evolución.
Con frecuencia, el orden se asocia a la limpieza. Es una noción sub-
jetiva carente de sentido biológico. Origina comportamientos diversos.
En un parque floral del centro de Francia, 5 un jardinero cortaba flores
marchitas y lozanas a la vez; las amontonaba en una carretilla para ti-
rarlas. Al percatarse, el propietario se inquieta y le pregunta:
-¿Por qué corta usted las flores que están en buen estado?
-¡Me adelanto, señor!
Este gesto anodino tiene más consecuencias de las que pueda pen-
sarse. Sin duda, eliminar la causa elimina el efecto, pero eliminar las
flores marchitas no significa únicamente eliminar las manchas (limpiar);
significa también eliminar los frutos y, por lo tanto, las semillas. Ahora
bien, es precisamente en las semillas donde se encuentra lo esencial
del mensaje biológico, el que genera un orden dinámico y conduce ajar-
dines desconocidos.
Es necesario que exista cierto abandono para que aparezca "un estado
de alta probabilidad". En un jardín, se deja ese abandono a la vida. Joel
de Rosnay señala que Henri Bergson y Pierre Teilhard de Chardin "dan
prioridad a la evolución biológica respecto a aquella de la entropía". 7
111. Reconquista.
"La palabra vida es una palabra mágica. Es una palabra valorizada. Todo
otro principio palidece cuando se puede invocar un principio vital." 8
V. Clímax
Año o
Suelo abandona do
Presencia de algunas
especies adventicias
de cultivos
Oe1 a3años
Si el suelo es de origen
agrfcola, se forma
un manto herbáceo
directamente; si no, se
observa un premanto
herbáceo de briofitos
(musgos) y, más tarde,
un manto herbáceo.
De 3a 7 a ños
La maleza de coloni-
zación compuesta por
matorrales espinosos
interrumpe el manto
herbáceo. Prader a
.. armada".
-)·('
l.
1 De 7 a 14 años
La superficie de prade-
De 14 a 40 añ os
l os árboles proporcio-
¡/;JI:- ' ,
' ' • ,,,, WJ¡ nan som bra. !Ost a pro-
voca el debilitamiento
de los ar bustos que,
al principio, habfan
protegido a los árboles,
pero los arbustos sólo
se desarrollan si las
. /1 ~.~ • condiciones del suelo
.! . •.·· son favorables .
~~ ~·:tifJli1.i~;f¡[j¡'·~':iMI-:IP.
En otros entornos,
los terrenos baldfos
pueden detenerse en
una etapa anterior ya
manto fo r esta( que el suelo es pobre.
manto mar gen
o canopes suelo En todos los casos la
ar bustivo profundo
suelo profund o vegetación se corres~
suelo poco
ponde con un clrmax.
profundo
1
Laborit, Henri, La nouvelle grille, Éditions Robert Laffont, París, 1974.
2 Conan , Michel, Vocabulaire desjardins, Ministerio de Cultura Francés, Dirección de Pa-
trimonio .
3
Fournet, Claire, " Une approche écologique de la gestion des espaces verts : Orléans-la-
Source", en P+A, 12, septiembre de 1987.
frica), un cartel muestra las doce especies cuya erradicación de los jardines es funda-
mental: entre ellas f iguran varias especies de acacias australianas, la Acacia cyclops y
la Acacia melanoxylon, que colonizan las chamiceras a gran velocidad en detrimento de
la flora local, de crecimiento más lento.
13Desde hace tiempo, los terrenos baldíos de París contienen plantas exóticas : buddleias,
ailanthus, robinias . Especies provenientes de China y América que se han asilvestrado
en nuestros territorios (subespontáneas).
14
Berthelot, André (dir.), La grande encyclopédie, H. Laminarault Editeur, París, 1891-
1902.
15Larousse, Pierre, Grand dictionnaire universel du XIX" siécle [París , 1866-1876), C. La-
cour, Ni mes , 1990.
16 lbíd.
17
Pinos silvestres que antaño se talaban para obtener madera para los hornos de pan y
que, hoy día, est án dejados a su suerte.
18
Friche en el texto original, que aquí se ha traducido por " suelo baldío" [N. de la T.) .
19
Tseu , Lao, citado en Okakura, Kakuzo, El libro del té, Ed itori al Ka irós, Barcelona, 2005,
pág. 56.
Zardini, Mirko, "The ground ofthe modern city and the preponderance of asphalt", publicado
originalmente en francés e inglés en Zardini , Mirko (ed.), Sense of the city. An alternate
approach to urbanism, Canadian Centre for Architecture/ Lars Müller Publishers, Mon-
treal/ Baden, 2005, págs. 239-245. Traducción de María Jesús Rivas . © Mirko Zardini / Ca-
nadian Centre for Architecture
211
que algunos se componen de piedra molida de diverso tamaño, siendo
lo suficientemente porosos para que el agua se filtre a través suyo e
impedir que se "estanque" en carreteras y autopistas. En algunos casos
existen variaciones en sección en una superficie determinada, respon-
diendo así a los diferentes tipos de esfuerzos a los que será sometido el
asfalto por los distintos tipos de tráfico: peatonal, ciclista, coches, ca-
miones o aviones. La consistencia de los pocos centímetros de la capa
superficial depende de la preparación de la base, de manera que, inclu-
so en los "países en vías de desarrollo", 2 el método típico que se emplea
en superficies que nunca se han pavimentado es marcar y apisonar la
zona y eliminar todos los trozos sueltos de piedra antes de extender el
asfalto. Así se han pavimentado miles de kilómetros de autopista en la
India y en China, mientras que en Indonesia, aunque todavía se utilizan
métodos que implican mucha mano de obra, se prefiere extender el as-
falto sobre una base de macadán, básicamente dos o tres capas cada
vez más finas de piedra muy compacta.
Por tanto, los asfaltos difieren en sus elementos constitutivos, in-
cluyendo el tipo de alquitrán utilizado, y en los métodos con los que se
extiende. Incluso en la actualidad, algunos de los bitúmenes que se uti-
lizaban en la fabricación de asfalto son de origen natural, hechos con
piedra de canteras de los Alpes o de Albania, o extraídos del lago de
La Brea en la isla de Trinidad. El asfalto que cubrió al principio los ca-
minos y luego las calles de las ciudades europeas a partir de la década
de 1830, empezando por París y Londres, y de las ciudades americanas
algunas décadas más tarde, se obtenía de depósitos naturales. De he-
cho, en Estados Unidos no se empezó a producir el alquitrán a partir del
refinado industrial de petróleo hasta finales del siglo diecinueve.
Un material global
Algunas de las razones del éxito del asfalto son evidentes y visibles. En
las primeras décadas del siglo xx, uno de los principales problemas que
padecía Nueva York, al igual que Londres, Milán y París, era el estado de
las carreteras, que en muchos casos seguían sin pavimentar, o sólo con
macadán, y, por tanto, eran polvorientas o se embarraban. El polvo era
un factor tan constante en la vida cotidiana que fomentó el desarrollo
de complem entos de vestir especiales, como velos, sombreros, antifa-
ces y salvazapatos diseñados para proteger a peatones y conductores.
Mientras qu e la suciedad, los desperdicios y la basura acumulada en
las calles no sólo apestaban, sino que eran claramente visibles, el polvo
constituía una amenaza más sutil. Como advertía con algo de retraso
Samuel Cyril Blacktin en 1934, el polvo "brotaba continuamente de la
ropa al andar; las ruedas levantaban cada vez más polvo y de una mane-
ra continuad a"Y La principal solución consistía en rociar las carreteras
con agua, pero no era suficiente. Francia registró en 1904 el surgimiento
de las primeras asociaciones antipolvo, cuyo objetivo era persuadir a
los gobiernos locales de que cubrieran las carreteras con asfalto. En
las carreteras que todavía no se habían pavimentado se extendieron
o rociaron las primeras capas de alquitrán para fijar el polvo al suelo.
Los mismos nombres de aquellos productos (en Italia: Impregno!, Fix y
Apulvi) garantizaban la certeza de la victoria.
No obstant e, el asfalto no sólo resolvió los problemas del barro, el pol-
vo y la higiene, sino que también disminuyó considerablemente el ruido
que hacían los carros, carretas y caballos que transitaban sobre el pa-
vimento de piedra y, al mismo tiempo, introdujo en la ciudad moderna
una superficie ininterrumpida; se trataba de una superficie continua que
facilitaba el t razado de señalización vial dirigida principalmente a la re-
gulación del t ráfico.18 En la ciudad apareció un nuevo sistema de señales
que, junto al aumento de carteles comerciales, constituyó una concen-
tración de mensajes visuales sin precedentes.
Entre los grupos sociales que más apreciaron estas cualidades se
encontraban los propietarios de carruajes ligeros, los primeros ciclis-
tas y, sobre t odo, los ingenieros municipales responsables de gestio-
1 Benjamin, Walter, Das Passagen- Werk, en Gesammelte Schriften (tomo V- 1), Suhrkamp
Verlag, Fráncfort, 1982 (versión castellana: El libro de los pasajes , Akal, Madrid, 2005).
Para una introducción a los diferentes aspectos del asfalto, véase Abraham , Herbert, As-
phalt and allied substances, D. Van Nostrand Co ., Nueva York, 1918, y ediciones posterio-
res ; también Zardini, Mi rko (ed .), Asfalto: il carattere della citta, Electa, Milán , 2003.
2 Thagesen ,Bent (ed .), Highway and traffic engineering in developing countries , Chapman
& Hall, Londres, 1995.
3
Sennett, Rich ard, Flesh and stone: The body and the city in Western civilization, W.W.
Norton, Nueva York, 1994, pág. 263 y ss . (versión castellana: Carne y piedra: el cuerpo y
la ciudad en la civilización occidental, Alianza, Madrid, 1997).
4
Oud, J. J. P., "Das Flachdach in Den Niederlanden", en Das neue Frankfurt, 7, octubre-di-
ciembre de 1927, págs. 189-192.
5 Cullen, Gordon , Townscape, Architectural Press , Londres, 1961 .
6
Ruscha, Edward, Thirty-four parking lots in Los Angeles (con fotografías de Art Alanis),
publicación del artista, Los Ángeles, 1967.
7
Stock , Chester, Rancho La Brea: A record of pleistocene life in Californ ia, Los Angeles
County Museum of Art, Los Ángeles, 1956 6 •
8 Venturi, Robert y Scott Brown , Denise, "A significance for A & P parking lots , or Learn ing
from Las Vegas ", en Architectural Forum, marzo de 1968; Venturi, Robert; Scott Brown ,
Denise y lzenou r, Steven , Learning from Las Vegas. The forgotten symbolism of architec-
tural form , The MIT Press , Cambridge (Mass.), 1977, pág. 19 (versión castellana : Apren-
diendo de Las Vegas. El simbolismo olvidado de las formas arquitectónicas , Editorial Gus-
tavo Gili, Barcelona, 1998, pág. 41).
9
Eschwege , Wilhelm Ludwig von , Asphalto artificial Portugues: reflexoes dirigidas aos
engenheiros e architetos, Tipographia do Director, Lisboa, 1840.
10
11 viaggio di un ignorante ossia. Ricetta per gli ipocondriaci composta dal dottore Giovan-
ni Raiberti, Pre sso Giuseppe Bernardoni di Gio, Milán, mayo de 1857 (nueva edición en
Guida Editare, ápoles, pág. 68).
The idea of the functional city: A lecture with slides 1928, NAi/EFL Publications/DAP,
Róterdam / La Haya/ Nueva York, 1997.
14
Built in USA: 1932-1944 (catálogo de la exposición homónima), Museum of Modern Art,
Nueva York, 1944.
15 Véase Esperdy, Gabrielle, "Una cattedrale d'asfalto nella moderna Manhattan", en
methods, recipes and theories, with examples and practica/ hints, for road authorities,
contractors, and advanced students , Richard Clay & Sons, Londres , 1926.
17 Blacktin , Samuel Cyril, Dust, Chapman & Hall, Londres , 1934.
18
Según el ingeniero !talo Vandone, la señalización vial se utilizó por primera vez en Sos-
ton en 1919 tras una huelga de la policfa de tráfico . Véase Vandone , 1., " La di pintura sulle
pavimentazioni urbane delle direttrici pel traffico", en Le strade. Touring Club Italiano,
noviembre de 1922, págs. 360-361.
19
McShane, Clay, " La costruzione sociale delle strade in America", en Zard ini, Mirko
(ed.), op. cit., pág. 56-61 .
20
Register, Richard, " Depaving the world", en Auto free times, 10, invierno de 1996.
www.cultu rechange.org/ issue1 0/ rregister.html.
220
Queridos todos
Querido v i sitante
Olafur Eliasson
2001
Queridos todos:
Cuando escribo esto queda menos de un mes para la inauguración
del proyecto de Bregenz. Prácticamente todos los elementos de la ex-
posición están ya en su sitio, pero, como de costumbre, quedan unos
cuantos cabos sueltos.
¿Podría alguien decirme si la exposición se acaba en el piso superior
o si el descenso hasta la planta baja hacia la salida, mirando la muestra
en sentido inverso, es en realidad una prolongación de la exposición de
forma que el final quede a la salida del edificio?
En cuanto a este tema, quizás el proyecto ya haya empezado al recibir
esta información por correo electrónico que seguramente ha desperta-
do en vosotros ciertas expectativas, antes incluso de visitar la exposi-
ción. Vuestras expectativas influirán en la manera en que finalmente
descubráis y experimentéis el proyecto en el Kunsthaus; así como el
edificio extraordinariamente provocador de Peter Zumthor: ¿cuántas
expectativas e ideas preconcebidas nos ha proporcionado sólo este
edificio?
¿Sobre qué base se puede levantar este proyecto? ¿Se trata del edifi-
cio autónomo de hormigón o de todas las presunciones y dinámicas que
os asaltan antes de y durante el acceso al edificio? Para mí, el Kuns-
thaus Bregenz podría no existir siquiera hasta que leáis esta carta y,
para vosotros, la muestra probablemente no existiría si vuestro nombre
no apareciera en el listado de correo del museo. Sois vosotros y vues-
tras expectativas -vuestro viaje hacia y a través de la exposición- lo
que crea esta muestra. En otras palabras, esta muestra depende de
Eliasson, Olafur, "Dear everybody" y "Dear visitors", en The mediated motion (catálogo
de la exposición homónima), Kunsthaus Bregenz, Bregenz, 2001. Traducción de Maria
Jesús Rivas.
221
Olafur Etiasson en colaboración con GüntherVogt,
The mediated motion , Kunsthaus Bregenz, Austria, 2001 .
Agua, madera, suelo comprimido, máquina de niebla, metal,
papel de plata, Le m na minor y Lentinula edodes. Dimensiones
variables.
Fotografía: Markus Tretter 2001 .
Queridos visitantes:
La muestra ya est á en marcha. Cuando Leáis estas Líneas es muy pro-
bable que hayáis paseado por todas Las plantas del edificio.
Antes de entrar en el edificio, ¿os fijasteis en el tiempo que hacía fue-
ra? Si yo dijera que el clima de Bregenz forma parte de La exposición
-una pieza añadida a La muestra-, ¿me creeríais? Supongo que no se
trata de si yo he creado o no el clima; de hecho, no he hecho nada en
esta muestra. Yo sólo decidí Lo que debería formar parte de ella y Lo que
no. En mi deseo por decidir dónde iba a empezar y terminar La muestra
me di cuenta (como siempre) de que La cuestión de si el clima forma o
no parte de ella es irrelevante, puesto que no tengo elección -el clima
siempre será parte del espectáculo, Lo quiera yo o no-, al igual que La
exposición a su vez forma parte del clima. Por supuesto, esta historia
empezó hace mucho tiempo, con el fin del objeto en el arte y La obra de
arte asumiendo una existencia como algo autónomo. Por tanto, instiga-
do por el Kun sthaus Bregenz, además de por el clima, tuve que conside-
rar el edificio de Peter Zumthor como parte de La exposición. La razón
es, sencillam ente, que el Kunsthaus está ahí y, a diferencia de muchos
Querido Peter:
Presumiendo que sabes que tu edificio forma ya parte de esta ex-
posición, quiero preguntarte sobre la gente que va a visitar el edificio
(y que ahora está leyendo este texto). ¿Qué crees que ocurre cuando la
gente se mueve por los espacios? ¿Qué ven? ¿Se ven a sí mismos, sin-
tiendo su propia presencia activada por lo que les rodea, o se olvidan
de ellos mismos (y de su cuerpo) como una no presencia debida a su
entorno no reflexivo?
Hace un año, cuando empecé a pensar en la realización de esta ex-
posición en el Kunsthaus, estas preguntas fueron de las primeras que
me asaltaron; y me llevó un tiempo entender que las dos posibilidades
mencionadas (el sentimiento de presencia de los visitantes y el menos
afortunado olvido de uno mismo en la no presencia) parecían estar en
juego, sólo que bajo diferentes condiciones. Cuando se percibe el edi-
ficio como un icono (de la arquitectura), una imagen estática represen-
tativa del buen gusto, o incluso un espacio sagrado objetivado, la im-
plicación de la gente con el edificio es puramente formal. Y su sentido
de presencia se sumerge en una absorta narración de conocimiento (un
desplazamiento donde el clima exterior no supone ninguna diferencia).
Es como contar -y debatir- el edificio sin el elemento más importan-
te: la duración, o mejor dicho, el tiempo. El tiempo del visitante, nuestro
tiempo. Se tarda un rato en subir hasta la tercera planta, y el hacerlo
nos introduce en cada sala de exposición del edificio. Creo que experi-
mentar los espacios, desplazarse a través de ellos, aprovechar (tu sen-
tido de) el tiempo, nos concede el beneficio de la presencia -poseer un
cuerpo-, moverse e interactuar con lo que nos rodea es lo que final-
mente conforma el espacio (y a uno mismo).
De modo que, afortunadamente, encontré aquí la clave para abordar
esta exposición: el movimiento. El desplazamiento. Éste es el compo-
nente que os permite (también a mí) ver una transparencia subjetiva
en el edificio en lugar de un monolito totalitario. A partir de ahí pude
226
El aprendi zaje de lo imprevisible
Teresa Galí-lzard
2004
Publicado en AA VV, Paisaje y memoria (catálogo de la exposic ión homón ima), Fundación
Caja Madrid , Mad rid , 2004, págs. 293-303 .
227
tos compactos. Control y prevención son palabras que condicionan la
gestión de los espacios naturales. En el bosque, todo esto se traduce
en desbroces y eliminación de soto bosque para tener los llamados bos-
ques limpios. En los cursos fluviales, en la desaparición de los márge-
nes y de la vegetación de ribera que asegura el drenaje de caudales para
períodos de retorno cada vez mayores.
Este paisaje vegetal cada vez más simplificado, y más estático, se ve
sometido únicamente a los cambios previsibles que marcan las condi-
ciones climáticas y estacionales, como la distribución de las lluvias a lo
largo del año, las oscilaciones de temperatura, la dirección e intensidad
de los vientos, que afectan inevitablemente a los procesos y a las for-
mas de los seres vivos.
La influencia de la climatología es más o menos previsible, por lo que
las consecuencias de sus efectos sobre los seres vivos son conocidas
y, en cierto modo, predecibles. Así pues, no nos extrañamos ante la pri-
mera floración de los almendros, la caída de hojas de los plátanos o la
visión de las praderas en flor en primavera. Los ciclos estacionales se
repiten de forma similar año tras año.
Estos cambios, pues, no forman parte de lo imprevisible. Son espe-
rados, estudiados y previstos con minuciosa y estricta metodología.
El cientifismo constituye otro factor !imitador en el desarrollo de lo
imprevisible. Tanto la biología como la ecología describen los elemen-
tos naturales y sus interrelaciones y, en este sentido, limitan las actua-
ciones. Siempre que se actúa sobre un elemento natural, se afecta de
una forma u otra al resto de elementos de su entorno, ya sea su entorno
físico como fisiológico; y esto pesa. Extremadamente. En términos de
ecología, es difícilmente justificable una acción gratuita.
Igualmente es un factor !imitador el conocimiento empírico, repre-
sentado por la agricultura, que ha supuesto la explotación de la natu-
raleza durante años y años con un único objetivo y en una única y sola
dirección: la producción vegetal y animal.
El peso de la tradición, de lo de toda la vida, también limita la ex-
ploración de nuevos caminos. Desde tiempos remotos arrastramos la
tradición por podar los árboles, una tradición que tiene su origen en la
consecución de frutos más grandes y más fácilmente recolectables;
¿Material del jardinero digital? ¿Por qué referirnos al arquitecto como jar-
dinero digital? ¿Qué sentido tiene proponer trabajar con algo tan indefini-
do como la at mósfera? Comencemos por preguntarnos sobre la materia.
Generalmente, cuando en la disciplina arquitectónica se discute sobre
la relación entre técnica y espacio, o entre la tecnología disponible y su
influencia en cómo se concibe y proyecta el espacio, resulta habitual
desfigurar los conceptos de tal modo que resulta difícil establecer un
diálogo fructífero. Se suele afirmar que las transformaciones radicales
de la materia son aquellas que inducen las revoluciones drásticas -y
auténticas- de nuestra disciplina, como si existiera algún tipo de ma-
teria desconocida que se pueda descubrir o fabricar; un tipo de material
no conocido cuya irrupción borraría de una vez la forma usual en la que
proyectamos las transformaciones físicas de nuestro entorno.
No nos int eresa discutir aquí qué clase de nuevo material es ése, si
existe entre nosotros en algún tipo de estado embrionario, ni exponer
las cualidad es que debería poseer; ni mucho menos jugar a la futurolo-
gía de salón y predecir la fantástica y liberadora arquitectura a la que
daría lugar, en un ejercicio consolador y estéri l de ciencia ficción. Sa-
bemos que para que estas transformaciones surtan efecto, no basta
con una invención en el campo de la ciencia de los materiales. Dicho de
otro modo, lo que varía constantemente no es la materia, sino nuestra
mirada sobre ella. Cuando decimos materia no nos estamos refirien-
do a algo que exist e ahí fuera, esperándonos, a un objeto o una cosa,
sino a una construcción cultural en la que inciden directamente trans-
formaciones sociales o políticas, la evolución en el campo del arte y
del pensamiento, y también, claro, los avances o descubrimientos de
235
la tecnología y de la ciencia. Insistimos: no nos interesa si la materia
cambia o no, sino la idea que la sociedad, o una determinada disciplina,
han llegado a construir y compartir de la misma. Por eso, hasta que una
determinada cultura material no ha llegado a cristalizar, las novedades
tecnológicas no han sido capaces de producir por sí mismas ese tipo
de cambios. Si modificáramos la idea que la disciplina tiene sobre esas
transformaciones, podríamos reconquistar el futuro como proyecto y,
al tiempo, volver irrelevante la palabra "progreso". Pasaríamos a pensar
en futuros materiales posibles, de crédito finito y autoextinguibles, que
no estuvieran basados en la epifanía de nuevas técnicas, sino en trans-
formaciones de nuestra cultura material.
Quisiéramos, a efectos de lo que aquí estamos tratando, resumir en
una pirueta simplificadora esas recientes transformaciones en sola-
mente dos: el colapso de la idea de naturaleza y su posterior actuali-
zación, y la inmersión masiva de la cultura en el mundo de lo digital.
Hagamos el esfuerzo de suponer que ambas podrían resumir y con-
densar la infinidad de transformaciones que han tenido lugar en estos
últimos años. Empezando por la primera, deberíamos olvidar de una
vez esa idea por la que se concede a la naturaleza una doble condición
que por una parte alienta su dominio y la explotación de sus recursos
y por otra la presenta como depositaria de una idílica capacidad re-
dentora de todos los males de la civilización; por ello, al mismo tiem-
po, la explotamos sin piedad y nos dejamos fascinar abúlicamente por
su belleza. Malas noticias para los ingenuos: ya no existe esa clase
de naturaleza. Lo que nos circunda es otra naturaleza compuesta por
fragmentos de paisajes desertificados, parques naturales, extensio-
nes agrícolas, terrenos contaminados, ciudades magmáticas y exten-
sivas, infraestructuras de transporte, etc. Un mosaico de diferentes
naturalezas, algunas mantenidas en estado original a través de su
sobreprotección y otras irreversiblemente contaminadas y alteradas.
Esa otra naturaleza es, en realidad, muchas naturalezas distintas: un
océano de multinaturalezas alrededor del cual se ha elaborado una
nueva belleza que le es propia y totalmente alejada de aquella idílica
que servía a los modernos como redención de los males de la gran
ciudad.
242
La doble hélice y el planeta azul:
la visualización de la naturaleza en el siglo xx
Philip Ursprung
2007
Ursprung, Philip, " Double helix and blue planet: The visualization of nature in the twen-
tieth century", en Sachs, Angeli (ed.), Nature design: From inspiration to innovation (catá-
logo de la exposic ión homónima celebrada en el Museum für Gestaltung de Zúrich), Lars
Müller Publishers , Baden, 2007. Traducción de Moisés Puente.
243
formas específicas de la naturaleza o fuerzas naturales. Las figuras pre-
dominantes de esta tradición fueron Alvar Aalto, Eero Saarinen y Henry
Moore. Orientaban su trabajo sobre formas orgánicas en el sentido más
amplio del término, y su manera de utilizar los materiales -ya fuera ma-
dera, bronce u hormigón- reflejaba fuerzas naturales -como la grave-
dad, la tectónica, la erosión, etc.- que se manifiestan a través de esos
mismos materiales . En última instancia su postura es antimoderna y
comparable a la de Antoni Gaudí, Émile Gallé o Hector Guimard a finales
del siglo x1x, en la medida en que buscaban sus referencias en aquellas
formas que la industrialización había desplazado. Su vocabulario de for-
mas era universalmente comprensible, en especial después de mediados
del siglo xx, y tuvo éxito y se generalizó no sólo entre especialistas, sino
también entre políticos y hombres de negocios. Una de las razones de
ello fue el desarrollo de un lenguaje que contrarrestaba la discontinuidad
y la crudeza del movimiento moderno y le daba, por así decirlo, una cara
"natural" y familiar. Otra de las razones era que sus proyectos se centra-
ban en el tema de que podían subyugarse las fuerzas de la naturaleza y,
en última instancia, sacar provecho de ellas.
La arquitectura icónica de Eero Saarinen -la antigua terminal de la
TWA en el aeropuerto John F. Kennedy que recuerda a un pájaro des-
plegando sus alas en vuelo, la pista de hockey lngalls en New Haven
conocida como "la ballena de Vale", o el arco puerta de la ciudad de
St. Louis- puede ser entendida de inmediato por un público amplio.
Al evocar modelos naturales se crea una arquitectura monumental que
establece una identidad. En buena medida, los proyectos arquitectóni-
cos de Aalto tuvieron tanto éxito internacionalmente porque, indepen-
dientemente de su tamaño -su obra abarcaba desde un florero o una
silla de madera hasta una residencia de estudiantes o la sala de plenos
de las Naciones Unidas-, parecían antropomórficos y capaces de in-
tegrar una escala humana incluso en las configuraciones políticas más
abstractas. Por último, las grandes curvas de las esculturas de Henry
Moore, con su insinuación de protección maternal, fueron tan efecti-
vas como adorno para edificios públicos en la Europa de las décadas
de 1960 y 1970 porque reflejaban a la perfección la visión del Estado de
bienestar de la posguerra y su propósito de planificar para sus ciudad a-
El gran todo
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3
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4
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nia Press, Berkeley/Los Ángeles/ Londres, 1996, págs. 301-309.
Bibliografía 255
Ursprung, Philip, "Architecture under pressure: The legacy of earth art", en Meta-
morph (catálogo de la IX Bienal de Venecia), Marsilio, Milán, 2004, págs. 150-163.
Zardini , Mirko (ed .), Asfalto: il carattere della citta, Electa, Milán, 2003.
256
Biografías de los autores
Stan Allen
Arquitecto con despacho propio (Stan Allen Architect) desde 1990 y de-
cano de la Escuela de Arquitectura de la Princeton University. Su obra
construida incluye galerías, jardines, oficinas y varias casas unifamilia-
res . Entre 1999 y 2003 trabajó en colaboración con el paisajista James
Corner (Field Operations) en una serie de proyectos para enclaves urba-
nos de gran escala. Su obra ha sido recogida en el libro Points + Unes:
Diagrams and projects forthe city (Princeton Architectural Press, Nueva
York, 1999) y sus ensayos teóricos en Practice: Architecture, tecnique +
representation (Routledge, Nueva York, 2009).
Yve-Alain Bois
Especialista en arte europeo y americano del siglo xx, ha sido comisario
y ca-comisario de diversas exposiciones de gran influencia en la déca-
da de 1990, como Piet Mondrian, a retrospective (1994-1995), L'informe,
m ode d'emp loi (1996) y Matisse and Picasso: A gentle rivalry (1999). Entre
sus libros se encuentran Matisse and Picasso (Flammarion, Nueva York,
1998, ganador del premio Alfred H. Barren 2001), Formless: A users gui-
de (Zone Books, Nueva York, 1998; con Rosalind E. Krauss) y Arte desde
1900: modernidad, antimodernidad, posmodernidad (Akal, Madrid , 2006;
con B. Buch loh, H. Foster y R. Krauss). En la actualidad trabaja en varios
proyectos a largo plazo como un estudio de la obra de Barnett Newman,
el catálogo razonado de la pintura y la escultura de Ellsworth Kelly y la
historia moderna de la proyección axonométrica.
Gilles Clément
Profesor en la Escuela de Paisaje de Versalles desde 1980, ha sido
artífice de varios parques y espacios públicos, como los jardines del
Arco de la Defensa (París), Le Domaine du Rayol (Var), el parque Ma-
tisse (Lille), los jardines del Musée du Quai Branly (París) y el parque
André Citroen (París). Es autor de numerosos libros relacionados con
el paisajisrno, novelas, ensayos y otras publicaciones en colaboración
con artistas , entre los que destacan Le Jardín en mouvement (Sens et
257
Tonka, París, 1994), Nove giardini planetari (22 publishing, Milán, 2007)
y Manifesto del tercer paisaje (Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2007).
James Corner
Arquitecto paisajista y urbanista, es fundador del estudio Field Ope-
rations de Nueva York y catedrático del departamento de Arquitectura
del Paisaje de la University of Pennsylvania School of Design. Entre sus
obras destacan el Fresh Kills Park (Staten lsland, Nueva York), The High
Line (con Diller Scofidio, Nueva York) y el Jardín Botánico de la Univer-
sidad de Puerto Rico (San Juan). Escribe asiduamente sobre temas de
paisaje y ha editado el compendio sobre arquitectura del paisaje Reco-
vering landscape: essays in contemporary landscape architecture (Prin-
ceton Architectural Press, Nueva York, 1999).
Olafur Eliasson
Estudió en Det Kongelige Danske Kunstakademi de Copenhague. Fue el
representante de Dinamarca en la 50 edición de la Bienal de Venecia en
2003, año en que instaló The weather project en la sala de turbinas de la
Tate Modern de Londres. La exposición Take your time: Olafur E/iasson,
organizada por el San Francisco Museum of Modern Art, viajó al Muse-
u m of Modern Art de New York (2008). Eliasson ha abordado numerosos
proyectos en el espacio público, entre los que se encuentran Green
river, que se llevó a cabo en diferentes ciudades entre 1998 y 2001; el
pabellón de la Serpentine Gallery de Londres (2007, con Kjetil Thorsen)
Teresa Galí-lzard
Ingeniera agrícola y paisajista, desde 1989 trabaja como proyectista
de jardines , parques, intervenciones en el paisaje, restauraciones del
medio natural y planes urbanísticos y de gestión, investigando nuevas
maneras de enfocar el proyecto en la naturaleza. Ha colaborado con
arquitectos como Eduardo Arroyo, Foreign Office Architects, Guillermo
Vázquez Consuegra y Ábalos+Sentkiewicz. Ha sido profesora del máster
de Arquitectura del Paisaje de la ETS Arquitectura de Barcelona y de
Técnicas del Paisaj e de la ETS de Arquitectura de Madrid. Es autora del
libro Los mismos paisajes (Editorial Gustavo Gilí, Barcelona, 2005).
David Greene
Nacido en 1937 en Nottingham, estudió arquitectura en su ciudad natal.
Junto a PeterCooke y Michael Webb lanzaron en 1961 Archigram, una revis-
ta de una sola hoja para la "comunicación instantánea". Con la incorpora-
ción de más miembros -Warren Chalk, Dennis Crompton, Ron Herron-,
el grupo Archigram se dedicaba a explorar nuevas vías para el pensamien-
to arquitectónico y urbano surgidas de la condición cambiante de la socie-
dad de consumo. El segundo número de la revista salió en 1962, y el grupo
siguió funcionando hasta 1974. Green colaboró con Casa Verde y ha sido
profesor en la escuela de arquitectura de la University of Westminster.
Toyolto
Estudió en la escuela de arquitectura de la Universidad de Tokio y, tras
trabajar en el despacho de Kiyonori Kikutake, fundó su propio despa-
cho en 1971 en Tokio: Urban Robot, que en 1979 pasó a llamarse Toyo
lto & Associates. Entre sus obras destacan la Torre de los vientos en
Yokohama (1986), la Mediateca de Sendai (2001), el pabellón de la Ser-
pentine Gallery en Londres (2002) o el edificio de TOD's en Tokio (2004).
Sus textos han sido recopilados en Toyo lto. Escritos (COAAT/Librería
Yerba/CajaMurcia, Murcia, 2000).
Andrew Mead
Escribe regularmente sobre arquitectura, arte y paisaje. Entre sus pu-
blicaciones se incluye Redefining London: King's Cross, Bloomsbury, Co-
vent Garden, Holborn, Soho, Fitzrovia (Publisher Pipers Projects, Lon-
dres, 2008), el primer libro de una colección de libros sobre el desarrollo
de la capital británica. Vive y trabaja en Londres.
Robert Smithson
Artista estadounidense (1938-1973), estudió pintura y dibujo en Nue-
va York y más tarde se inscribió en la escuela del Brooklyn Museum.
Tras sus inicios con la pintura abstracta, a partir de 1965 se dedica a
lgnasi de Sola-Morales
Arquitecto y fi lósofo, fue catedrático de Teoría e Historia de la Arqui-
tectura en la Escuela de Arquitectura de Barcelona (ETSAB) y profesor
invitado en numerosas universidades americanas y europeas. Miembro
fundador de Any, formó parte de comités editoriales de varias revistas
internacionales. Su obra teórica ha sido recogida en una colección de li-
bros de la Editorial Gustavo Gili: Territorios (2002), Diferencias. Topografía
de la arquitectura contemporánea (2003), Inscripciones (2003), Eclecti-
cismo y vangu ardia y otros escritos (2004) e Intervenciones (2006).
Philip Ursprung
Estudió historia del arte, historia y literatura alemanas en Ginebra, Viena
y Berlín, obteniendo su título de doctor por la Freie Universitat de Ber-
lín. Ha sido profesor en la Université de Genéve, en la ETH de Zúrich y
en la UniversiUit der Künste de Berlín, y desde 2005 es profesor de arte
moderno y co ntemporáneo de la Zürich Universitat. En 2007 fue profe -
sor invitado en la Columbia University de Nueva York. Fue comisario de
la exposición del Canadian Centre for Architecture de Montréal Herzog
& de Meuron: Archeology of the mind y editor del catálogo Herzog & de
Meuron: Natural history (Lars Müller, Baden, 2002). Entre sus publica-
ciones más recientes se incluye la introducción del libro Studio Olafur
Eliasson: An encyclopedia (Taschen, Colonia, 2008) y la edición de Ca-
ruso St John: Almost everything (Polígrafa, Barcelona, 2008).
Mirko Zardini
Es arquitecto y director del Canadian Centre for Architecture en Mon-
treal. Ha sido miembro de los comités editoriales de las revistas ita-
lianas Casabella y Lotus Internacional, profesor invitado en numerosas
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Otros títulos de la colección:
la digitilización
toma el mando
GG"