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La Familia, y La Nueva Evangelización.
La Familia, y La Nueva Evangelización.
INTRODUCCIÓN
La Iglesia debe impulsar todos sus esfuerzos pastorales para que la familia siga
siendo la primera escuela de la fe de los discípulos misioneros del Señor Jesús.
“Para que la familia sea “escuela de la fe” y pueda ayudar a los padres a ser los
primeros catequistas de sus hijos, la pastoral familiar debe ofrecer espacios
formativos, materiales catequéticos, momentos celebrativos, que le permitan
cumplir su misión educativa. La familia está llamada a introducir a los hijos en el
camino de la iniciación cristiana. La familia, pequeña Iglesia, debe ser, junto con la
Parroquia, el primer lugar para la iniciación cristiana de los niños. Ella ofrece a los
hijos un sentido cristiano de existencia y los acompaña en la elaboración de su
proyecto de vida, como discípulos misioneros” (DA 302)
Segundo: El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación
afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con
la sensibilidad de cada uno.
Y el mismo Papa señala un camino “La acción pastoral debe mostrar mejor
todavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que sane,
promueva y afiance los vínculos interpersonales” Entonces nuestra Pastoral
Familiar debe estar enfocada en procurar el encuentro de la cada familia con el
Señor Jesús para que pueda sanar sus relaciones familiares muchas veces
heridas en el camino (Cf. Padre Jaime H. Henao. El encuentro con Jesucristo vivo
en la vida familiar). Esto significa partir desde la realidad existencial que tiene cada
familia, realidades que generalmente nos son las ideales según el modelo de
familia que todos esperamos desde la fe. No significa que de igual todo, sino que
desde su propia realidad motivemos a las familias a ver en la Iglesia una Madre
que les comprende y les acompaña en sus situaciones existenciales concretas. Se
trata de hacer una “acción pastoral progresiva” que sepa acompañar a cualquier
familia paso a paso en las diversas etapas de su formación y de su desarrollo, en
fin, de su vida. (Cf. FC 65)
ILUMINACIÓN BÍBLICA
El Pastor carga la oveja sobre las espaldas, se hace uno con ella y la acompaña.
La Pastoral es compañía de las personas. El Evangelio no se anuncia de golpe,
sino ofreciendo siempre un paso sucesivo. Y la familia, que acompaña a las
personas durante toda su vida, es ejemplo excelso de esto. Allí contamos con
personas que están para siempre unidas a nosotros.
Es por ello que cuando una familia recibe el Evangelio, se convierte en edificadora
de Iglesia. Y es que en la familia se descubre la vida como comunión, que es la
célula básica de toda la Iglesia. En familia se aprende a recibir dones de Dios,
apertura central a la fe; en familia se practica la entrega para siempre, reflejando la
fidelidad de la fe; en familia se vive como hijos de Dios y hermanos de todos... Por
la familia pasa la vocación de toda persona, que es vocación al amor y por eso la
misión de la Iglesia ha de pasar por la familia.
Hay que caminar, por tanto hacia una pastoral integral. Pues nos hemos
acostumbrado a pastoral por sectores: dividimos a las personas en jóvenes,
ancianos, deportistas, necesitados... y preparamos una pastoral para cada grupo.
El problema de este enfoque es que no tiene unidad para transmitir la buena
noticia. Pues bien, esa unidad la recibimos precisamente a través de la familia, en
cuanto cuna de la vocación de la persona al amor. La pastoral integral mira a cada
persona a partir de una misma vocación, que es siempre vocación al amor. Y trata
a cada persona como miembro de una familia: un hijo que es llamado a
convertirse en esposo y, de ese modo, poder ser padre y madre, poder comunicar
vida.
Desde este punto de vista se iluminan todas las otras “pastorales”. La pastoral de
vocaciones, por ejemplo, solo podrá entenderse desde la familia, que educa a la
vocación al amor; la pastoral de enfermos necesita de la familia, que cuida la vida
del enfermo y afirma su dignidad; la pastoral con los más necesitados tiene que
fortalecer sus relaciones familiares, pues sin ellas es imposible salir de la pobreza,
tener un proyecto de vida y una esperanza, cultivar la propia dignidad.
Además, todos los sacramentos tienen que ver con la familia, porque nos hablan
de un Dios que nos dona su amor a través del cuerpo. Si la pastoral de la Iglesia
es sacramental, pasará siempre por la familia. Así el Bautismo es el sacramento
del nuevo nacimiento en que se reciben nuevos hermanos; la Eucaristía es el
sacramento del cuerpo entregado por amor, las bodas del Cordero (Ap 19,7; 21,9).
En la Confirmación recibimos el amor del Espíritu, que nos une en comunión,
como sucede en toda familia. La Penitencia es lugar de perdón, y la familia es
experta en perdones pequeños y grandes. La Unción de Enfermos nos recuerda
que nuestro cuerpo es frágil, pero que en la debilidad otros nos pueden sostener,
como sucede en la familia. Y el sacramento del Orden se basa en una paternidad
sacerdotal hacia la Iglesia, esposa del sacerdote.
De este modo en su pastoral la Iglesia refleja lo que es, una gran familia, una
familia de familias. Y aprende a tratar a cada persona no como fiel individual, sino
como miembro de una familia: hijo, esposo, hermano, padre, madre... Esto vale
también para las personas que han perdido su familia o que sufren situaciones
difíciles: el Evangelio asegura a todos que hay para ellos una familia, la gran
familia de Jesús.
En las situaciones difíciles por las que atraviesa la familia no dejamos que nos
roben la esperanza. Es importante plantear el plan originario de Dios para la
familia: formada de hombre y mujer, abierta a la vida, indisoluble, enlazada de
generación en generación. Y esto incluso cuando vemos tantas familias rotas.
Pues solo quien empieza planteando el ideal puede ser realista, ya que en ese
ideal está el amor primero de Dios y el destino a que nos mueve y acompaña.
Para concluir
Dado que la familia es el valor más querido por nuestros pueblos, creemos que
debe asumirse la preocupación por ella como uno de los ejes transversales de
toda la acción evangelizadora de la Iglesia. En toda diócesis se requiere una
pastoral familiar “intensa y vigorosa” para proclamar el evangelio de la familia,
promover la cultura de la vida, y trabajar para que los derechos de las familias
sean reconocidos y respetados. Aparecida 435.