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CONCLUSION PORVENIR DE LA CIENCIA Y DE LA PRACTICA PENALES Si volvemos nuestras miradas sobre las condiciones genera- les del pensamiento cientifico moderna, que nos ha conducido a aplicar un nuevo método al estudio de los delitos y de las penas, y de donde ha surgido Ia ciencia nueva de Ja antropo- logia criminal; si recordamos en particular los resultados esen- ciales de la antropologia y de la estadistica criminaies, una conclusién definitiva se presenta ante nosvtros espontanea- mente. Que de hoy para siempre Ja ciencia criminal, quedando como una ciencia juridica en sus resultados y en su fin, debe, no obstante, en su base y medios de investigacién, Hegar a ser una rama de la sociologia, y por lo tanto, tener como funda- mento el estudio preliminar de la antropologia y de la estadis- tica, en la parte de éstas ciencias que estudia al hombre crimi- nal y su actividad antisocial. El estudio de Jos fendmenos sociales, esto es, de 1a activi- dad humana en el organismo social, constituye en Ja creacién de Augusto Comte, ja ciencia de la sociologia general, que después se subdivide en un cierto niimero de ramas particula- res, segtin el orden mas especial de los fendmenos sociales que se dedica a estudiar. La lucha por Ja existencia puede ser sostenida por cuaiquier hombre con una actividad normal, 0 sea coordinada con las condiciones de existencia’ de los demas individuos y de la so- ciedad entera; o bien, bajo la accién perturbadora de los fac- tores naturales que he sefialado en los capitulos precedentes, puede mantenerse con una actividad anormal, contraria a estas condiciones de la exi8tencia individuo-social. Por esto jas sociologias particulares se desenvuelven en dos direcciones 336 SOCIOLOGIA CRIMINAL distintas aunque no separadas, porque parten ambas de la so- ciologia general, estudiando las unas la actividad humana normal, ya sea social o juridica, y las otras la actividad humana, antisocial o antijuridica. Asi, lo mismo que, en el orden orgdnico, sobre el funda- mento comun de la biologia general (ciencia de Ia vida indivi- dual), se distingue, para el estudio especial de los fendmenos vitales, normales o anormales, la fisiologia y la patologia; lo mismo, en el orden superorgdnico (como diria Spencer con una idea acaso inexacta), sobre el fundamento comin de la sociolo- gia general (ciencia de la vida social), se distinguen para el es- tudio especial de ios fenomenos sociales normales 0 anormates, de un lado la sociologia econdémica, juridica y politica, y de otro la sociologia criminal. Por este motivo decia, en la introduccién, que la innova- cién aportada por la escuela criminal positiva, no se limita a una simple alianza del derecho criminal y penal con 1a antro- pologia y la estadistica criminales; sino que es en realidad una reforma radical de método y de organismo cientifico, que se despliega en la ciencia nueva de la sociologia criminal de ta que, la antropologia (para el estudio de los hechos organicos y de los hechos psiquicos) y Ja estadistica criminal, de una parte, y de otva el derecho criminal y penal, no son mas que capitulos especiales. Sin embargo, estas ideas expresadas por mi desde hace va- trios afios, proponiendo desde el comienzo el nuevo nombre de sociologia criminal (1), y que han sido aprobadas por la mayor parte de los positivistas, han encontrado las reservas y restricciones eclécticas ordinarias, no sélo de parte de los cri- minalistas clasigos, lo que era muy natural, sino también en- tre algunos hombres que a pesar de ello siguen con simpatia y sostienen las conclusiones teéricas y prdcticas de la escuela positiva, Es, pues, necesario decir algunas palabras acerca de las relaciones entre el derecho penal y la sdciologia criminal, y entre la sociologia criminat y la politica criminal. GQ). Fersi, 11 diritio di punire come funsione sociales, en el Arch. di psch., 1882, TIL, fasciculo 1, pag. 5; idem, La scuola positiva di divitto criminale, Siena, 1883, pag. 31; idem, Socialismo e criminalitd, Turin, 1883; pigs. 16, 40, 42 y 43. TORVENIR DE LA CIENCIA Y DE LA PRACTICA PENALES 537 Puglia, aunque partidario decidido de la escuela positiva comenzé por declarar que para él «la ciencia criminal» aun con da ayuda de las ciencias naturales y sociales, es sin duda una ciencia sociolégica como todas las demas ciencias juridicas; pero que é] sostiene como inmutab/e su naturaleza de ciencia puramente juridica» (1). Aiiadia después que Ja antropologia criminal, la sociologia criminal, la penologia, la ciencia del derecho de prevencién, Ja estadistica de ja ciencia criminal y la ciencia criminal, debian todas, cada una por su parte, ocuparse exclustwa y separadamen~ te de sus objetos respectivos (2). Sin contar lo que hay de incompleto en decir que se trata solamente, en cuanto a las ciencias naturales y sociales de pres- tarles ayuda, y no de renovar por el método cientifico el es- tudio del delito, sin hablar de la iamutadilidad que se intenta oponer a la transformacién de todas las ciencias y de todas las formas de la vida, el sistema celular que Puglia quisiera aplicar a los diferentes grupos de estudio que nos ofrecen los datos de hecho para la génesis del delito y suministran las conclu- siones para la defensa que Je sera opuesta, es no sdlo inexacto en el establecimiento de sus tabiques aisladores, sino que en- cuentra un mentis en la imposibilidad de aplicarle. En efecto, el estudio de la pena considerada como medio de represion en- traria, segtin Puglia, en la socioiogia criminal, a penotogia y el derecho de represién; mientras que el delito perteneceria a la antropologia, a la sociologid criminal y a la ciencia del de- recho de prevencidn. Esto equivale a decir que, a pesar del es- fuerzo hecho para aislar completamente un estudio del otro, existen entre los dos continuos puntos de contacto; lo que bas- ta para proba que no se puede aislar las diferentes partes de una misma ciencia como érganos diversos de un organismo entero, sino que se las debe solamente distinguir. La antropologia y la estadistica criminales, como el dere- (1) Puglia, Le droit de répression, Prolusién, pg. 25. (2) Puglia, Resorgimente ed avvenire della scienza criminale, Pa- lermo, 1886, pag. 52. Puglia ha insistido en la Autonontia della scienza del diritto penale, Mcsina, 1893; pero at contestar a las criticas que yo le he dirigido desde mi tercera edicién, no ha formulado argumentos nuevos. ‘Faxat—Touo Il. 2 338 SOCIOLOGEA CRIMINAL cho criminal y penal, no son mas gue capitulos diferentes de una ciencia tinica que estudia el delito considerado como fe- némeno natural y social, y, por lo tanto, juridico, y de los me- dios més eficaces para la defensa preventiva y defensiva de la sociedad (1). Pero las ideas de Puglia han sido repetidas después de él por los italianos, y en el extranjero por Gretener, Liszt, Ga- rrauld, Sergejewski,-Gauckler, Meinrtck, etc. (2). Para ellos el derecho penal estudia el delito y la pena como «fenédmenos juridicos», en tanto que la sociologia los estudia como «fenémenos sociales» y se propone esta triple misién: describir la delincuencia, en el pasado y en el presente—deter- minar fos factores individuales, fisicos y sociales—, indicar los medios para combatirla. Como se ve, en el fondo de esta pretendida separacién exis- te por completo aquella idea anticuada de lcs fenémenos juri- dices, que hemos ya encontrado a propésito de la teoria de la responsabilidad, en la distincién que los clasicos establecian entre defensa social y defensa juridica. Pero cuando se admite (y es imposible no hacerlo), que los fenémenos juridicos no son mds que fendmenos sociales, porque derecho y sociedad son términos inseparables y correlativos, se reconoce inmedia- tamente todo lo que hay de artificial en separar asi la ciencia G) Este es también el pensamiento de Dorado, La socioligia y et derecho penal, en los Annales Inst. intern, Sociol, 1895, 1, pags. 305 y siguiente. (2) Gretener, Ueber die italianische positive Schiile des Sirafrechts, en la Zeitschrift des Bernischen Juristenverein, 1885, XX, 1; Liszt, Lehrbuch des deutschen Strafrechts, segunda edicién, Berlin, 1884, y De Ia répartition géographique des crimes dans Empire allemand, en Jos Archives d’/nthr. crim. Marzo 1886; Garraud, Rapports du droit pénal et de la” sociologie criminelle, ibidem, 1886, V, 1; Sergejewski, Das Verbrechen und die Strafen als Gegenstand des Reschtswissenschaft, en la Zeitsch. f. die ges. Strafrechisw, 1882, pag. 211 y examen de su obra por Frassati, Dienewe positive Schiile des Strafrechts in Russland, ib{dem, 1890, X, fasciculo V, y en el volumen La nuova scuola dt diritto penale in Italia ed all'estero, Turin, 1891, pag. 229; Gauckler en el Bull. un. inter. droit pén., 1893, IV, 37; Dallemagne, La sociologie criminell, en los Ann. Soc. Med. leg., Bruselas, 1893; Tarde, La socto- logie criminelle et le droit pénal, en los Essais et mélenges sociologi- ques, Lyon, 1895, y en la Senola positive, Septiembre 1893, con las monografias sobre el mismo asumto de Gardfalo y de Liszt; Meintich, Strafrecht und kriminalpolitik, en Zeitsch f. ges Strofrechtsw, 1897, XVI, pig. 779. PORVENTR DE LA CIENCIA Y DE LA PRACTICA PENALES 339° que estudia el delito como fendmeno juridico de la que Je es- tudia como fendmeno social. El derecho criminal y penal, como ciencia que subsiste por si misma, no se comprende mas que si se continua, con ta es- cucla cldésica, considerando el delito como entidad juridica abstracta arrancada a la realidad natural que es su terreno propio. Pero no ocurre lo mismo cuando se admite, como lo hacen muchos autores, por una concesién inevitable a los he- chos establecidos por la ciencia positiva, que el delito como fe- némeno juridico, no es otra cosa que el delito como fendmeno social, teniendo en cuenta que el delito no existe més que como hecho natural cuyos diversos factores y aspectos pueden ser comprobados y estudiados, aun cuando no por ello dejen de ser inseparables entre si. Lo mismo que seria absurdo se- parar el estudio de los factores individuales del delito del de sus factores sociales, seria igualmente absurdo pretender sepa- rar el estudio de su aspecto natural y social det de su aspecto juridico. El estudio cientifico y experimental del delito, y, por lo tanto, de los medios preventivos y represivos que pueden de- fender de él a la sociedad, es el contenido de la sociologia eri- minal, ciencia unica y compleja. Esto no impide que ella tenga capitulos distintos, aunque paralelos e inseparables, segtin Jos aspectos especiales del fe- némeno criminal y de ios medios de combatirle cuyo estudio emprende. También es extrafio que Liszt, por ejemplo, quiera separar el delito penal de la sociologia criminal (viendo con error, como Puglia, en este tiltimo término un sindnimo de estadis- tica criminal}, cuando rehusa después admitir que ia peno- logia exista como ciencia auténoma, y dice con raz6n que no es mas que un capitulo de la ciencia general de los delitos y de las penas. Esta pretendida separacién entre el derecho penal y la so- ciologia criminal no tiene sélo importancia tedrica, pues tam- bién la posee practica. Si se cree que el criminalista debe estudiar unicamente el detito y la pena como entidades juridicas, dejando a la socio- 540 SOCIOLOGEA CRIMINAL logia el cuidado de ocuparse del delito como de un fenémeno social en su génesis natural, y, por consecuencia, a las doctri- nas preventivas el de procurar su profilasis, encargando a la ciencia penitenciaria la misién de estudiar la pena como apli- cacién practica de una regla juridica abstracta, resultaré de ello (lo que ya ha sucedido con Ja escuela clasica) que cada una de estas ciencias y de sus aplicaciones ira por su lado, sin que haya entre ellas inteligencia alguna, y existiendo a menu- do oposicién‘entre sus métodos y sus intenciones....., y mien- tras tanto, gquién es el que lo sufre? La sociedad civil, que que- da sin defensa contra los ataques de los criminales, y que no hace nada por prevenirlos; y también el condenado mismo, quien permanece perdido entve los engranajes incoherentes de un mecanismo represivo ciego. Un hombre mata a otro para despojarle. Este es un hecho que, bajo una forma u otra, se reproduce desgrrciadamente todos los dias. Por lo tanto, es preciso estudiarle: pues bien, partamos la carga, ‘Vos, socidlogo criminalista, estudiaréis las causas que han Hevado a este hombre a cometer la muerte de un semejan- te: hasta ahora la ciencia criminal clasica no se habia ocupado de ello por completo, aceptando el hecho consumado: ella ha- cia mal, lo reconocemos; pero atended, nada de confusién: vos, socidlogo criminalista, debéis tomar también con vosotros la antropologia y la estadistica criminal, aunque retirdndoos a vuestra celda para estudiar los factores naturales de esta muer- te. Vos nos haréis conocer después los resultados de estos estu- dios, que serdn ciertamente interesantes; pero entretanto, por nuestra parte, debemos observar la divisién del trabajo. Estu- diad, criminafista, el asesinato como hecho juridico; ved si ha sido intentado o consumado; con 0 sin premeditacién; si es sim~ ple o cualificado; pero no os ocupéis de otra cosa: a lo sumo nos indicaréis la pena que considerdis proporcionada a la responsa-~ bilidad moral det matador: id a encerraros a vuestra celda para meditar sobre esto. Vos, fancionaria de policia, no tenéis desgra- ciadamente nada que hacer en el caso que nos ocupa; pero no o!- vidad, al salir, el prevenir los demas atentados a la vida que pue- den cometerse; vigilad Jas personas sospechosas; haced- cerrar PORVENIR DE LA CIENCIA ¥ DE LA PRACTICA PENALES M41 los establecimientos de bebidas a cierta hora; prohibid el uso de armas; y esperemos que vuestros cuidados sean eficaces. Vos, procesalista, retirdos a otra celda y estudiad el mejor medio de juzgar a este criminal; prestad atencidn a que es mas bien una victima de la autoridad social, y que es preciso, sobre todo, protegerle contra los excesos de poder, pronto a hacerle com- parecer en seguida por fdrmuda a los debates en que el Juez debe- r4 ocuparse principalmente del crimen que ha cometido aguél, y del articulo del Codigo penal que debe aplicdrsele. Y vos, por fin, penitenciarista, esperad que el Juez le haya condeng- do, por ejemplo a diez afios, cinco meses y nueve dias de re- clusién; no os ocupéis de lo que el socidtogo criminalista pue- de estudiar en su celda; retirdos por vuestra parte para inven- tar y combinar un sistema de prisién, bajo el cual el condenado pueda pasar sus diez afios, cinco meses y nueve dius; y no ol- vidéis que, transcurrido el ultimo dia, deberéis ponerle en }i- bertad, siempre sin preocuparos un solo instante de lo que hayan hecho por su parte vuestros colegas en esta e colaboracién. Esto es Jo que se ha hecho hasta el presente y lo que se con- tinuaria haciendo, si uno se contentase con unir la sociologia criminal a las otras ciencias que tienen la costumbre de pres- tar al derecho penal su concurso sefoliento. Tan cierto es esto, que en los tratados de derecho penal, por ejemplo, en los de Garraud y de Liszt, la sociologia criminal es mencionada en el capitulo de introduccién al mismo tiempo que las otras cien- cias auxiliares; pero después el criminalista continia por su propia cuenta su trabajo silogistico ordinario sobre el delito y la pena, considerados «como fenédmenos juridicos», es decir, como entidades abstractas; sin inquietarse mds de saber cudles son sus condiciones determinantes, y cuales serdn Ja ejecucién y los efectos de las sanciones penales que él prescribe. Y Ja criminalidad, planta malhechora, crece con vigor y ex~ tiende sus raices cada vez mds profundas, a través de las enor- mes soluciones de continuidad que existen en la practica entre el texto de la ley, las sentencias del Juez, la organizacién de las prisiones y de las llamadas medidas preventivas. Nosotros, en cambio, sostenemos que el orden de los fené- rafia 342 SOCIOLOGIA CRIMINAL menos es uno y una debe ser también la ciencia que se encargue de estudiar las causas, condiciones y remedios de los mismos. Ciertamente, el socidlogo criminalista no se hard antropé- logo, estadistico, penitenciariv, como lo han hecho hasta el presente los positivistas porque la divisién del trabajo no exis- te nunca, sabido es, al comienzo de una ciencia. Pero no debe permanecer extrafio alos estudios y resultados de estas cien- cias especiales, que son como otros tantos capitulos de la cien- cia compleja. De igual manera el socidlogo economisia no esta obligado a hacer eaprofeso estudios de quimica, de fisiologia, psicolo- gia y estadislica; y sin embargo no puede ser socidlogo si, buscando las relaciones entre los estudios particulares y los fenémenos econdmicos, no conoce, no sigue y no aplica Jas in- ducciones fundamentales que ellas le ofrecen; y asi también, en la sociologia criminal, existe una conexién mas intima en- tre las partes que la componen, precisamente porque se refie- ren todas ellas a un hecho tinico aunque complejo y proteifor- me, es decir, al delito y a la necesidad que nos impone de de- fendernos de é], ya sea previniendo sus manifestaciones, ya re- primiendo a sus autores del modo més apropiado. No obstante !a separacién entre el derecho penal y la so- ciologia criminal se ha presentado mds recientemente bajo una forma menos ingenua y menos franca: se ha dicho que la so- ciologia criminal no es verdaderamente una ciencia auxiliar del derecho criminal, sino que mds bien se confunde con la po- litica criminal (kriminalpolitik). Ademés, Liszt, que reproduce muchas conclusiones de la escuela positiva, sin decir de quién las ha tomado, deja enten- der que para-él no existe mds que la politica criminal, funda- da sobre la biologia criminal (antropologia) y sobre la socio- logia criminal (estadistica); y desarrollando la nocién que te- nia dada sumariamente en la tercera edicién de su tratado, ta define como

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