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EL ESPÍRITU SANTO EN LA BIBLIA

La expresión “Espíritu Santo” es propia del Nuevo Testamento, anteriormente no se le llamaba


así.
La Biblia nos presenta siempre al Espíritu como fuerza activa que da vida, la biblia se escribió en
griego y en arameo, y las palabras utilizadas eran Ruakh (arameo) y pneuma (griego), que
significan “viento” o “aire en movimiento”.

En el Génesis 2:7 Dios sopla sobre la figura de barro su “aliento de vida”.


EL PROFETA JOEL. (Joel, 3)

“Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y
vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán
sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi
Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra,… antes
que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del
Señor, será salvo.”

- La Biblia le atribuye una personalidad distintiva, como también sucede con el Padre y con el
Hijo (Mateo 3:16-17; 28:19; Juan 14:16-17; 15:26). Siempre se emplea en relación con el
pronombre personal masculino a pesar de que en griego el término «Espíritu» sea neutro (Juan.
16:13-14; Hechos 13:2).

Símbolos del Espíritu Santo


Dios ha escogido ilustrar con símbolos muchas cosas, para que podamos entender y
comprender la magnitud de lo que nos está hablando. De la misma manera ocurre con el
Espíritu Santo; Dios nos da una serie de símbolos acerca de su Espíritu, esto con el fin d que
podamos entenderle, esto se debe a nuestra pobreza intelectual e idiomática. Conozcamos
algunos de los símbolos del Espíritu Santo.

1.- Fuego
El fuego nos da la idea de limpieza, y eso es lo que hace el Espíritu Santo. Limpia, purifica,
calienta, ilumina y se propaga. Y su calor intenso nadie lo puede resistir, es por ello que a su
presencia los demonios, tiemblan y huyen.

2.- Viento
El viento simboliza la labor regeneradora, la frescura de su presencia. Es el respiro en
momentos de angustia. Cuando el ser humano siente que camina bajo el sol del desierto, el
Espíritu Santo, sopla como viento fresco haciéndonos saber que el está con nosotros.

3.- Agua
El es la fuente de agua viva, El es el río de agua viva, puesto que se le conoce como una
corriente impetuosa, no da la idea de una inundación a nuestra alma, limpiándola del polvo del
pecado.

4.- Sello
Quiere decir que el Espíritu Santo, viéndolo como un sello nos sella con su poder y nos deja
impregnada la marca de pertenencia a Dios. Los cristianos son propiedad de Dios y tienen su
sello en su alma, como una señal de propiedad del Dios altísimo.
5.- Aceite
Este es uno de los símbolos más conocidos, el más familiar y hasta común. Esto nos da la idea
de sanidad, alivio, luz, fuerza. Notemos que el aceite se usa normalmente para los alimentos, la
luz, lubricación, remedio y para aliviar la piel. De la misma manera actúa el Espíritu Santo en el
creyente.

6.- Paloma
Cristo habló de la paloma como la personificación de la inocencia. La paloma representa
dulzura, ternura, amabilidad, inocencia, suavidad, paz y paciencia.

7.- Nube y Luz


Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Desde las
teofanías del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces obscura, otras luminosa, revela al Dios
vivo y salvador, tendiendo así un velo sobre la transcendencia de su Gloria: como por ejemplo
con Moisés en el Sinaí.

8.- Las Arras


Una prenda que se da como garantía de nuestra salvación 2 Corintios 1:22.

9.- Un Don
Él es quien reparte los dones como quiere, para el bien común, 1 Corintios 12, los dones
espirituales.

Conclusión

Concluimos viendo de nuevo en la Biblia, que los creyentes que fueron llenos del Espíritu Santo
en el Antiguo y Nuevo Testamento, era producto de “algo” especifico. Y que hoy en día también
debe de ser así. Todo creyente debe de buscar ser lleno del Espíritu Santo. El Espíritu Santo
sigue realizando su obra en nuestros días, y no se puede negar su poder. Pero hay que ser muy
cuidadosos, porque es en estos días en donde más engaño de Satanás, se ha desatado.
Engañando a muchos, con género falso de don de lenguas, imitación de su poder, hablando
falsamente, engañando con vanas y falsas profecías en nombre de Dios y su Espíritu Santo.
Es por ello que necesitamos con urgencia los dones del Espíritu Santo obrando en nosotros, y
esto solo lo conseguiremos buscando, anhelando, pidiendo la llenura constante de su presencia
en nuestras vidas. No basta solo con hablar en lenguas, es necesario acercarnos a El, a través de
la oración y lectura de su palabra para ser llenos todos los días de su precioso Espíritu, y gozar
de una vida plena de victoria y poder a través de su Espíritu Santo. Para concluir este estudio;
presento el siguiente cuadro ilustrativo con sus nombres, atributos, símbolos, pecados contra El
y su poder en la vida de Cristo.
LOS 7 DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Desde la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, en Pentecostés, los cristianos son
conscientes de los dones con los que asiste al creyente la tercera Persona de la Trinidad.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en el número 1830, explica que “la vida moral de los
cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes
que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo”.
Descubramos, entonces, cuáles son y en qué consisten estos dones:

1. Sabiduría: Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica el proyecto de Dios.


Él nos fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de Dios. El mismo
Jesús nos dijo: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a
hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no
seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en
vosotros” (Mt 10, 19-20). La verdadera sabiduría trae el gusto de Dios y su Palabra.
2. Entendimiento: Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas
por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las profundidades
de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento
divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios. El Señor dijo: “Les
daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh” (Jer 24,7).
3. Consejo: Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y
escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo
verdadero y falso. Sobre Jesús reposó el Espíritu Santo, y le dio en plenitud ese don,
como había profetizado Isaías: “No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.
Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra” (Is
11, 3-4).
4. Ciencia: Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el Espíritu
Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, pues “nadie
conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Co 2, 11).
5. Piedad: Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad
de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría. Si Dios vive su alianza con el
hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente también invitado a ser
piadoso con todos. En la Primera Carta de San Pablo a los Corintios escribió: “En cuanto
a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que
cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso
os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es
Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo” (1Co 12, 1-3).
6. Fortaleza: Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día
a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe. Recordemos el valor de los
mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones. Los que tienen ese don no se
amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en
el Padre. El Apocalipsis dice: “No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a
algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados, y sufriréis una tribulación de
diez días. Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 2,10).
7. Temor de Dios: Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la
sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar. Por eso,
Jesús siempre tuvo cuidado en hacer en todo la voluntad del Padre, como Isaías había
profetizado: “Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e
inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh” (Is
11,2).
¿Cuáles son los frutos del Espíritu Santo?

La tradición de la Iglesia enumera 12


“Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como
primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: ‘caridad, gozo, paz,
paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia,
castidad’ (Gálatas 5, 22-23)” (Catecismo, 1832).

Son los frutos que produce el Espíritu Santo en la vida del cristiano a lo largo de su vida
después de recibir sus 7 dones, dones que son recibidos, junto a las virtudes teologales, en el
sacramento del bautismo; dones que son aumentados con el sacramento de la confirmación
(Catecismo, 1302), dados en plenitud.

El cristiano es como los árboles: cuando está maduro dará sus frutos; por sus frutos os
conocerán (Mt 12, 33). Cuando los árboles están maduros, darán unos frutos que no son agrios,
sino dulces y buenos a la vista.
Los santos son quienes han sabido dar todos estos frutos y han sabido practicar las virtudes
cardinales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza). Ojo, que no hay que confundir estos
frutos con la vivencia de los valores humanos.
Veamos ahora en qué consisten dichos frutos:

1.- AMOR O CARIDAD. Quien da este fruto hace ver a Cristo en su vida; es quien permite actuar
a Cristo en su vida (Ga2, 20). Si falta el amor no puede encontrarse ninguna acción
sobrenatural, ningún mérito para la vida eterna, ninguna verdadera y completa felicidad.

2.- ALEGRÍA O GOZO. Es el fruto que emana naturalmente del amor; es como la luz del sol, o el
perfume de la flor, o el calor del fuego. Esta alegría no se apaga en medio de los problemas;
todo lo contrario, crece y se robustece en medio de ellos pues se hace más necesaria que
nunca. Cuando se está en comunión con Dios amor, la persona es feliz; y busca también hacer
felices a los demás. Es una alegría que supera todo goce fundado en la carne o en las cosas
materiales.

3.- PAZ. La paz es la perfección de la alegría, porque supone el goce del objeto amado. El
“objeto” amado, por excelencia, no puede ser otro sino Dios, y de ahí, la seguridad de la paz
que brota de tener a Dios en el corazón. La paz nos hace ser personas serenas y mantiene al
alma en la posesión de una constante alegría a pesar de todo.

4.- PACIENCIA. Quien da este fruto, supera las turbaciones que implica la lucha permanente
contra los enemigos del alma y sus fuerzas invisibles y visibles. También facilita un encuentro
armonioso con las criaturas con las que nos relacionamos. La paciencia nos hace ser cristianos
que se saben controlar e impide que seamos resentidos o vengativos. Este fruto ayuda a
superar la tristeza e impide que nos quejemos ante los problemas y sufrimientos de la vida.

5.- LONGAMINIDAD. Es la estrecha relación entre la perseverancia y constancia de ánimo


frente a los obstáculos y las adversidades.
También se refiere a la benignidad, la clemencia y la generosidad.
De acuerdo con el cristianismo es un aspecto del fruto del Espíritu Santo operando en la
persona creyente, que le ayuda a mantenerse fiel al Señor a lo largo de la vida.
Longanimidad es el mismo coraje o el ánimo en las dificultades que se oponen al bien; es un
ánimo sobrenatural para concebir y ejecutar las obras de la verdad. Este fruto permite al
cristiano saber esperar la acción de la Divina Providencia, cuando ve que, según la lógica
humana, se retrasa el cumplimiento de sus designios. Es un fruto que permite mantenernos
perseverantes ante las dificultades.
6.- BENIGNIDAD. Es una disposición permanente a la indulgencia y a la afabilidad. Es un fruto
que nos ayuda a ser gentiles y ayuda a defender la verdad sabiendo ‘discutir’. Da una dulzura
especial en el trato con los demás. Es una gran señal de la santidad de un alma y de la acción en
ella del Espíritu Santo.

7.- BONDAD. Es la fuerza que nos ayuda a ocuparnos del prójimo y beneficiarlo. Es como
consecuencia de la benignidad pero de manera más incisiva en quien sufre y necesita ayuda.
Quien da este fruto no critica malsanamente y tampoco condena a los demás; es más, ayuda a
sanar a ejemplo de Jesucristo, la bondad infinita.

8.- MANSEDUMBRE. Ayuda a evitar la cólera y las reacciones violentas. Se opone a la ira y al
rencor, evita que el cristiano caiga en sentimientos de venganza. La mansedumbre hace al
cristiano suave en sus palabras y en el trato frente a la prepotencia de alguien. Es el fruto que
nos asemeja a Jesús manso y humilde de corazón.

9.- FIDELIDAD. Quien da este fruto defiende la fe en público y no la oculta por miedo o
vergüenza. La fidelidad es cierta facilidad para aceptar todo lo que hay que creer; es firmeza
para afianzarnos en ello y tener la seguridad de la verdad que creemos sin sentir dudas. Al dar
este fruto estamos glorificando a Dios quien es la verdad absoluta.

10.- MODESTIA. Quien da este fruto excluye todo lo que sea áspero y mal educado; este fruto
se le nota al cristiano en el vestir, en el hablar, en su comportamiento, etc.. Ayuda para que
nuestros sentidos no se fijen en cosas indecorosas y vulgares. Ayuda a ser discreto y cuidadoso
con el cuerpo, evitando ser ocasión de pecado para los demás; así como también a preparar y
mantener nuestro cuerpo para ser, en medio de nuestra debilidad, digna morada de Dios.

11.- CONTINENCIA. Como indica su nombre, ayuda a contener o a tener a raya la


concupiscencia en lo que concierne al comer, al beber, al divertirse y en los otros placeres de la
vida terrenal. La satisfacción de estos instintos es ordenada por la continencia como
consecuencia de la dignidad de los hijos de Dios que tenemos. La continencia mantiene el
orden en el interior del hombre.

12.- CASTIDAD La castidad es la victoria conseguida sobre la carne y ayuda a que el cristiano sea
más un templo vivo del Espíritu Santo. Quien da este fruto es cuidadoso y delicado en todo lo
que se refiere al uso de la sexualidad. Quien es casto (ya sea virgen o casado) experimenta la
alegría de la íntima amistad de Dios: felices los limpios de corazón, porque verán a Dios.

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