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I.E.E. RICARDO PALMA.

EPOCA REPUBLICANA

La anarquía (1841-1845)
Anarquía militar (1841-1845)

Manuel Ignacio de Vivanco, gobernante de facto del Perú (1841 y 1843-1844).

Tras la muerte de Gamarra estalló un período de anarquía. Numerosos caudillos militares


entablaron la lucha por el poder, desconociendo la autoridad de Manuel Menéndez,
presidente del Consejo de Estado (cargo equivalente al de vicepresidente). Estos
caudillos fueron el general Juan Crisóstomo Torrico, jefe del ejército del Norte; Antonio
Gutiérrez de la Fuente, jefe del ejército del Sur; Domingo Nieto y Juan Francisco de Vidal,
quienes formaban parte del ejército del Sur, y el general Manuel Ignacio de Vivanco, quien
anteriormente había encabezado en Arequipa la llamada “revolución regeneracionista”
de 1841.
Torrico derribó a Menéndez y se proclamó Jefe Supremo del Perú, el 16 de agosto de
1842. Mientras tanto, el ejército del Sur se pronunció en el Cuzco a favor del general Vidal,
quien aceptó encabezar la lucha contra el usurpador Torrico, en su calidad de 2.º
vicepresidente del Consejo de Estado. Las fuerzas de ambos rivales se enfrentaron en
la batalla de Agua Santa, cerca de Pisco, el 17 de octubre de 1842. Torrico fue
completamente derrotado y se vio obligado a partir hacia Chile. Vidal asumió la
presidencia del Perú el día 20 de octubre y desempeñó su alto cargo con probidad y
desinterés. Hizo cuanto estuvo a su alcance por remediar los males de la administración
pública. Logró que disminuyera la deuda contraída por el estado y que gravara sobre
las aduanas; también merece citarse su esfuerzo por mejorar la educación de la juventud;
pero la anarquía política vino a frustrar sus planes. Tuvo que afrontar la revolución
acaudillada por el general Vivanco, que se autoproclamó Supremo Director de la
República, el 14 de febrero de 1843. No queriendo desatar una guerra civil, Vidal declinó
el mando en Justo Figuerola, que era el 1.º vicepresidente del Consejo de Estado (15 de
marzo de 1843). Figuerola asistió al día siguiente a Palacio y recibió de manos de Vidal la
banda presidencial. Días después, el mismo Figuerola se vio obligado a arrojar dicha
banda desde el balcón de su casa, a los vivanquistas que lo pedían a gritos, según lo
cuenta Ricardo Palma en una de sus tradiciones (19 de marzo de 1843).
Vivanco, que denominó a su régimen como el Directorio, representaba al sector más
rígido del conservadurismo peruano. Se rodeó de hombres cultos, implantando una
especie de Despotismo Ilustrado, pues creía que el país progresaría con el imperio del
orden sobre la libertad. Poco a poco, la popularidad con que fue encumbrado fue
disminuyendo y el descontento se hizo notar rápidamente, puesto que todas sus
actividades las desenvolvió en medio del lujo, con detrimento de la hacienda pública.

Guerra civil peruana de 1843-1844


Guerra civil peruana de 1843-1844

Milicia peruana (1843).

Atendiendo al descontento popular, en el Sur, más precisamente en Tacna y Moquegua,


se sublevaron los generales Ramón Castilla y Domingo Nieto, en defensa de la
constitucionalidad (1843). Se propusieron devolver el mando de la República a quien
legítimamente le correspondía, es decir a Meléndez. Estalló así la guerra civil. Castilla y
Nieto, al mando de milicias, derrotaron a las fuerza regulares del gobierno en los
combates de Pachía y San Antonio. Para combatir a los rebeldes, Vivanco se trasladó a

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Arequipa, lo que fue aprovechado por el prefecto de Lima, Domingo Elías, para
proclamarse Jefe de la Nación. Ante el peligro de que los vivanquistas comandados por
el general José Rufino Echenique invadieran Lima, Elías preparó la defensa de la capital
durante la llamada "Semana Magna" (julio de 1844). Finalmente, Echenique optó por no
atacar, al darse cuenta de que la guerra iba a decidirse en el sur. En efecto, cerca de
Arequipa se trabó la sangrienta batalla de Carmen Alto, entre las fuerzas de Castilla y las
de Vivanco. Castilla resultó ganador (22 de julio de 1844).
Después de la guerra civil, Castilla y Elías se pusieron de acuerdo y devolvieron el poder
a quien constitucionalmente le correspondía: Manuel Menéndez. A su vez, este convocó
a elecciones, en las que triunfó Castilla.

Era del guano (1845-1866)


Era del guano

Ramón Castilla, presidente del Perú (1845-1851, 1855-1862 y 1863).

Se conoce como la Era del Guano a un período de estabilidad y prosperidad que vivió el
Perú entre 1845 y 1866, cuando el Estado Peruano fue sostenido por los importantes
ingresos generados por la exportación del guano, principalmente hacia Europa, donde
se desarrollaba la revolución agrícola. La fecha de inicio de la Era del Guano se fija
comúnmente en 1845, año en el que Castilla comenzó su primer gobierno. El historiador
Basadre denomina esta etapa como el de la Prosperidad Falaz, pues la bonanza fue
efímera y terminó poco después de la guerra con España de 1865-1866.
La ascensión al poder del general Ramón Castilla como presidente constitucional el 20
de abril de 1845 significó el comienzo de una etapa de calma institucional. Aunque las
luchas personales continuaron en las décadas siguientes, la habilidad política de Castilla
logró que disminuyeran los brotes conspirativos y las guerras civiles. Contando con esta
tranquilidad y con el respaldo de la bonanza financiera proveniente de la venta del guano,
se dedicó a organizar el Estado Peruano. Ordenó la economía nacional con el régimen de
los presupuestos, canceló la deuda externa, dio al Perú una posición internacional
relevante en el continente, fomentó el progreso intelectual y material, inició el desarrollo
de la Amazonía, fundó el servicio diplomático, reformó la administración pública, inició
la reforma educativa abandonando los moldes coloniales, modernizó el ejército y creó
una fuerza naval respetable. Como signo del progreso material alcanzado se construyó
el ferrocarril de Lima al Callao, que fue inaugurado en 1851, siendo el primero en serlo en
Sudamérica.
Castilla completó tranquilamente su período presidencial de 6 años, siendo el primer
presidente del Perú en hacerlo. En las elecciones de 1851 se postularon tres candidatos
que representaban a los tres grupos en que estaba dividida la sociedad peruana. Uno de
ellos era el general José Rufino Echenique, apoyado por Castilla; el otro fue el general
Manuel Ignacio de Vivanco, antiguo enemigo de Castilla; y el tercero era el agricultor y
empresario Domingo Elías, la primera candidatura de un civil en la historia republicana
peruana.

Revolución liberal y guerra civil peruana de 1856-1858[editar]


Véanse también: Revolución Liberal de 1854, Guerra civil peruana de 1856-1858, Segundo
gobierno de Ramón Castilla y Guerra peruano-ecuatoriana (1858-1860).

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El asalto de Arequipa del 6 al 7 de marzo de 1858.

El triunfo correspondió a Echenique, quien asumió la presidencia el 20 de abril de 1851.


La situación política del país era estable y había una idea de progreso material que estaba
muy arraigada en la población. El gobierno de Echenique realizó muchas obras y supo
rodearse de hombres muy capaces. Sin embargo, se vio envuelto en un escándalo
de corrupción relacionado con la llamada Consolidación de la Deuda Interna, por el cual
el Estado pagó la deuda que tenía con particulares desde los días de la independencia,
pero desgraciadamente muchos se hicieron pasar por acreedores sin serlo. Estalló
entonces una revolución liberal en 1854 encabezada por Castilla y apoyada por los
liberales, quienes auspiciaron, en pleno conflicto, dos medidas importantísimas: la
abolición de la esclavitud y del tributo indígena. Echenique fue derrotado en la batalla de
La Palma, el 5 de enero de 1855, debiendo renunciar a la presidencia y abandonar el país.
Castilla asumió nuevamente el poder, como presidente provisorio. Convocó a
una Convención Nacional (asamblea constituyente) cuyos representantes fueron
elegidos por sufragio directo y universal, instalándose el 14 de julio de 1855. Esta
Convención dio la Constitución Liberal de 1856. De este período provisorio hay que
destacar también la ley de la libertad de prensa (25 de marzo de 1855) y la organización
del Consejo de Ministros (1856). Apareció entonces la figura del Presidente del Consejo
de Ministros del Perú.
Descontentos con el régimen liberal que se iba implantando, los conservadores se
alzaron en Arequipa, en torno al caudillo Manuel Ignacio de Vivanco, viejo rival de
Castilla. Estalló una sangrienta guerra civil, que culminó con el triunfo de Castilla tras
la toma de Arequipa (7 de marzo de 1858).
No obstante, Castilla, pulsando el sentir ciudadano (que tradicionalmente era contrario
al liberalismo anticlerical), se desligó de los políticos liberales que le habían apoyado e
instauró un gobierno conservador. La Convención Nacional fue disuelta en noviembre de
1857. En 1858 se realizaron elecciones generales, en las cuales triunfó Castilla,
asumiendo como presidente constitucional el 24 de octubre de ese año. En 1860 Castilla
convocó a un Congreso Ordinario, el mismo que se arrogó la facultad de Constituyente
y dio una nueva Constitución, que fue de tendencia moderada, es decir sin llegar a los
extremismos conservadores o liberales; ésta ha sido la carta magna de más duración en
la historia republicana peruana, pues estuvo vigente hasta 1920.
En su segunda presidencia constitucional, Castilla tuvo una intensa actividad política en
el campo internacional. Se opuso enérgicamente a las intromisiones de las potencias
europeas en América (Santo Domingo, México), convocando a la unidad americana. De
otro lado, enfrentó una guerra victoriosa con el Ecuador (1858-1860). En el aspecto
interno continuó el impulso dado al desarrollo de la Amazonía y al equipamiento de las
fuerzas armadas, así como el fomento del progreso material con la adopción de los
grandes adelantos técnicos como el telégrafo y el alumbrado a gas.

Guerra contra España


Véanse también: Guerra civil peruana de 1865 y Guerra hispano-sudamericana.

Combate del Callao del 2 de mayo de 1866.

En las elecciones de 1862 Castilla apoyó al general Miguel de San Román, quien ganó y
asumió la presidencia el 24 de octubre de 1862, pero murió meses después, víctima de
una enfermedad (3 de abril de 1863). Lo sucedió el primer vicepresidente, general Juan
Antonio Pezet, quien debió enfrentar un conflicto con España motivado por la presencia
hostil de la Escuadra Española del Pacífico en las costas sudamericanas.

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Arrogantemente, los españoles ocuparon las islas guaneras de Chincha, exigiendo al


gobierno peruano reparaciones por supuestas ofensas y agresiones inferidas a súbditos
españoles. Naturalmente, la población peruana reaccionó contra lo que se consideró un
agravio a la dignidad nacional y una violación a la integridad territorial.
Pezet fue acusado de traidor a la patria por negociar con los españoles y firmar el
humillante Tratado de Vivanco-Pareja, del 27 de enero de 1865, por el cual se indemnizaba
a los españoles por los gastos hechos durante su campaña naval y se establecían las
bases para el pago de la deuda de la independencia, pago este que se había acordado en
la capitulación de Ayacucho de 1824. Una revolución liderada por el coronel Mariano
Ignacio Prado tomó el poder y Pezet se embarcó hacia Europa. Prado se proclamó
Dictador, declaró nulo el tratado Vivanco-Pareja, formó la Cuádruple Alianza con Chile,
Ecuador y Bolivia y le declaró la guerra a España. Las defensas del Callao rechazaron
con éxito la agresión de la escuadra española, en el combate del 2 de mayo de 1866. En
1871, por mediación de los Estados Unidos, se firmó un pacto de tregua y en 1879 quedó
suscrito el definitivo tratado de paz en París. La deuda de la independencia no fue pagada.
Los gastos ocasionados por la guerra con España afectaron severamente a la economía
del Perú. El llamado “boom guanero” empezaba ya a declinar.

Crisis hacendaria (1867-1879)


Véanse también: Guerra civil peruana de 1867, Gobierno de José Balta, Rebelión de los
coroneles Gutiérrez y Gobierno de Mariano Herencia Zevallos.

José Balta y Montero, presidente del Perú (1868-1872).

Tras la guerra contra España, el dictador Mariano Ignacio Prado fue nombrado presidente
provisorio. Pese a las críticas, Prado se presentó como candidato a la presidencia sin
abandonar el poder, obteniendo el triunfo. Convocó también a un Congreso
Constituyente, que se encargó de dar una nueva Constitución: la Constitución Liberal de
1867. Pero una revolución acaudillada por el general Pedro Diez Canseco en Arequipa y
por el coronel José Balta en Chiclayo, trajo abajo a su régimen y restituyó la Constitución
de 1860, a principios de 1868. Diez Canseco ejerció un gobierno interino y convocó
a elecciones. Se presentaron dos candidatos de líneas opuestas. Uno era el coronel José
Balta, representante del antiguo militarismo; y el otro, el civil Manuel Toribio Ureta,
representante del liberalismo. Balta resultó vencedor y asumió el poder el 6 de agosto de
1868.
El gobierno de Balta se inició con una lenta tarea de reorganización. El problema más
acuciante era el económico, principalmente por los gastos generados por la guerra contra
España. Balta nombró como ministro de Hacienda al entonces desconocido
joven Nicolás de Piérola, quien logró un acuerdo con la Casa judía-francesa Dreyfus
Hnos. de París para la explotación del guano, firmándose el llamado Contrato Dreyfus (5
de julio de 1869). El gobierno peruano vendía a la Casa Dreyfus dos millones de toneladas
de guano, valorados en 73 millones de soles; por su parte, la Casa Dreyfus adelantaba al
Estado dos millones de soles, y se comprometía a pagar a razón de 700 mil soles cada
mes y a cubrir los intereses de la deuda externa peruana. Posteriormente se hicieron
algunas ampliaciones. En teoría este contrato era muy conveniente para el Estado
Peruano y ponía fin a los abusos de los consignatarios peruanos, hasta entonces
intermediarios en el negocio guanero. Estos demandaron ante la justicia al Estado por
daños y perjuicios, pero el contrato terminó por ser aprobado por el Congreso y el
gobierno siguió adelante en su ejecución.

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Contando con la garantía del guano, el gobierno peruano celebró grandes empréstitos
con la misma Casa Dreyfus, con los que inició un ambicioso programa de obras públicas,
principalmente la construcción de ferrocarriles, siendo los más notables los de
penetración de la costa a la sierra. El gobierno actuó irresponsablemente y se endeudó
crecidamente, confiado en las rentas del guano, que no serían duraderas.
Un año antes del término legal de su mandato, Balta convocó a elecciones en medio de
una gran crisis económica. Varios candidatos se presentaron, pero entre todos destacó
la figura de Manuel Pardo y Lavalle, líder del recién fundado Partido Civil, el primer
partido propiamente dicho fundado en el Perú como respuesta al predominio militar en
la política peruana y que agrupaba a profesionales liberales, comerciantes, empresarios,
hacendados, que conformaban la naciente burguesía nacional. Pardo triunfó, pero
faltando pocos días para que asumiera el poder, Balta fue derrocado y apresado por los
coroneles Gutiérrez (que eran cuatro hermanos), originando así un golpe de Estado
conocido como la rebelión de los coroneles Gutiérrez. Estos fueron incitados a realizar
tal acción pues temían perder sus privilegios castrenses con la ascensión al poder del
civilismo. El mayor de dichos hermanos, Tomás Gutiérrez, se autoproclamó Jefe
Supremo; unos días después Balta era asesinado en la prisión (26 de julio de 1872), lo
que provocó una violenta reacción de la ciudadanía, que asesinó en las calles a tres de
los Gutiérrez (entre ellos Tomás) y restituyó la constitucionalidad.

Manuel Pardo y Lavalle, primer presidente civil del Perú (1872-1876).

Manuel Pardo, que había huido a Pisco, retornó a Lima y tomó el mando de la nación el 2
de agosto de 1872. Pese a las medidas que tomó para contrarrestar la grave crisis
económica (entre ellas la nacionalización de la riqueza salitrera), no tuvo éxito. El
contrato Dreyfus ya no rendía pues la Casa Dreyfus se negó a dar más adelantos con
garantía del guano, arguyendo que el Estado peruano le debía.
Durante el gobierno de Pardo se firmó el Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y
Bolivia, el 6 de febrero de 1873, que luego sería usado como pretexto por Chile para
desatar la Guerra del Pacífico.
En 1876 la transmisión del mando se produjo sin incidentes. Los principales candidatos
eran el expresidente Mariano Ignacio Prado y el contralmirante Lizardo Montero. El
triunfador fue Prado.
Durante su gobierno, Prado enfrentó el problema de la cuantiosa deuda externa y la
galopante crisis económica y hacendaria. Tratando de paliar la situación, Prado declaró
disuelto el Contrato Dreyfus y firmó un nuevo contrato para la venta del guano con la
firma inglesa Raphael e Hijos, el llamado Contrato Raphael, pero no tuvo éxito. El precio
del guano iba por entonces cayendo en el mercado internacional y ya no constituía un
negocio rentable. La crisis se agudizó. El Estado peruano se declaró en bancarrota y
anunció la moratoria de su deuda externa.
Para colmo, Prado tuvo que enfrentar la oposición de Nicolás de Piérola, que acaudilló
dos revoluciones, que si bien fueron sofocadas, causaron un gasto a la ya exhausta caja
fiscal. Suceso luctuoso de este período fue el asesinato de Manuel Pardo, entonces
presidente del Senado, el 16 de septiembre de 1878. Al año siguiente estalló la guerra con
Chile, pese a los intentos de Prado de evitarla diplomáticamente. Chile, con su
característica perfidia, esperó el momento adecuado para atacar al Perú, es decir cuando
este se hallaba en plena bancarrota y prácticamente desarmado.

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