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Lujuria y chantaje:

Querido padre Jorge, le escribo esta carta con motivo de su divorcio con la Iglesia católica y
su reciente boda. Primero quiero felicitarlo y desearle ahora, pueda coger mucho con su
señora esposa y ojalá no vuelva a tocar a ningún monaguillo o niño afeminado. De seguro
padre, se preguntará quién mierda le escribe y para qué… Bueno, se acerca mi partida de
este plano y no pude parar con mi maldita lujuria, no digo que usted tenga la culpa entera
de ella pero, sí que fue parte de esta cruda historia. Yo me recuerdo de chiquito, corriendo a
jugar con otros niños a ese típico acting de la mamá y el papá, o el otro escenario del policía
y el ladrón, o cuando ya estábamos muy calientes, simplemente meternos en una casa
abandonada del barrio y disfrutar nuestros cuerpos a escondidas. Hasta ahí estaba todo
bien, disfrutaba y no sentía culpa, todo cambió cuando usted me dió del vino de la
eucaristía, para ponerme feliz y mareado en su oficina, que le pedí me dejara ir, que no
siga, pero usted quería meterme la lengua por todos lados, sobre todo en mi boca. Luego el
mareo se puso intenso, no sé qué tenía ese vino, pero sumiso y obediente acepté besarle el
cuerpo. No disfruté nada toda esa secuencia, porque cuando desperté antes del atardecer,
sentía dolor de cabeza, ardor en mis labios y garganta , pero lo peor fue cuando toqué la
cosa babosa entre mis piernas, sólo sentí asco, confusión y culpa; recuerdo que usted ya
estaba cambiado y contando dinero en su escritorio, me dio 500 pesos y me dijo que habría
más si no contaba nada. ¡Imagínese! 500 pesos en los noventas , a un niño de 12 años! Me
sentía rico!. Pero nunca más me volvió a dar plata, siendo que me hizo repetir la misma
historia cada domingo, todo el verano que me tuvo de asistente y monaguillo. Sabe padre,
me parece que fue ahí donde asocié la idea de entregar mi cuerpo por la recompensa del
dinero, porque después de esos meses jugando a su juego perverso, no pude parar con el
deseo de la embriaguez combinada con el sexo; a los 15 entonces no aguanté más, dejé la
cárcel del secundario para viajar a la gran ciudad con mis amigas mariquitas, entre ellas
Victor, se acuerda de él? Él tampoco es un él ahora … los dos somos ellas, y de segura
también algún día ella le escriba. Juntas viajamos a Buenos Aires ,vivimos lo duro de la
calle y tallamos nuestros cuerpos de mujer, hace un par de años nos hicimos la última
cirugía,la vaginoplastia, todo gracias a la calle, pero Victoria dejó la prostitución y milita para
salvar la comunidad trans de la marginación, yo en cambio no pude dejar el puterio, ni
tampoco el vino y el deseo de coger todos los días, no puedo ni quiero, me gusta mucho la
idea de ser penetrada, me encanta gemir fuerte, cabalgar encima de un tipo como si
estuviera perreando un reguetón, me gusta oler cada espacio del cuerpo de un hombre, me
encanta también cuando un cuarentón, casado y a escondidas, baja el vidrio del auto y su
mirada va directo a mis tetas, otra que disfruto mucho es ponerme el arnés, con un dildo
enorme y romperles el orto... que me digan "así! Así! Que rico guacha! … Tengo el privilegio
de que por día, de lunes a viernes, pasan por mi cuerpo como máximo 6 tipos, algunos ya
los conozco y otros son nuevos, a veces me pregunto si ya me cogí a la mitad de los
hombres en Buenos Aires... Los fines de semana, me emborracho con mis hermanas trans,
al principio hablamos de muchas cosas, de la desigualdad que vivimos , de las compañeras
que matan en el interior, de la yuta de mierda y su mafia, pero al final, cuando ya estamos
extasiadas de alcohol, siempre volvemos a lo mismo, hablar de pijas y chongos o de
nuestros traumas de la niñez...
Ay padresito… como dice la canción, sabe? El infierno está encantador… pero la muerte
está después del infierno para mi, y no antes como para usted; ya me queda poco, tengo
ahora 36 años y quiero hacer algo por mis hermanas de la calle, antes que me mate el
Covid o el VIH...y como fue Vox Populi su casamiento con esa vieja ricachona de Europa,
quería pedirle una recompensa por haberme quedado calladita tantos años; además ahora
500.000 mil dólares no son nada para usted, y supongo entenderá que llevar esta historia a
los medios, no será otra situación más que de estrés para usted y su nueva familia, por eso
le sugiero reunirnos. Le dejo en el posdata mi número para que me escriba. De verdad
padre, hágalo, Victoria y yo estamos seguras de que usted debería estar aquí, en este
averno citadino, y que las personas que aplaudieron su boda y deserción de la iglesia, se
enteren de sus chanchadas con tantos niñes. Además estoy segura que al igual que yo,
usted no dejó la lascivia…
Sin más querido curita, padre santo de la pequeña ciudad de Orán, me despido
afectuosamente, y le dejo besos dónde de seguro le sigue gustando recibirlos.
Atentamente. Eva.

Iñaki Royo

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