Está en la página 1de 6

RESUMEN

Sentencia TS, Sala de lo Social, de 25/9/2020, recurso de Casación para la unificación de


doctrina acerca de la laboralidad de los “riders”.

El día 3 de Septiembre de 2018, el Juzgado de lo Social nº 39 de Madrid dictó sentencia


desestimando la demanda interpuesta por un trabajador de la empresa Glovo a la empresa
Glovo en la que se pretendía que se le reconociera como un trabajador asalariado y no un
trabajador autónomo, entendiendo que se trataba de un contrato de trabajo.

En la sentencia de primera instancia, se consideró que entre las partes no existía una relación
laboral. En la resolución se afirmaba que el repartidor tenía la condición de trabajador autónomo
económicamente dependiente (TRADE) y se desestimaron las demandas acumuladas de despido
tácito, extinción indemnizada del contrato de trabajo por voluntad del trabajador y despido
expreso. Dicho fallo fue luego confirmado en segunda instancia al desestimarse el recurso de
suplicación por parte de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Madrid el 19 de
Septiembre de 2019, llegando a la conclusión de que en el recurso de suplicación solamente se
combatía el supuesto despido tácito, ocurrido el 21 de otubre de 2017, y considerando que los
días 24 y 25 de octubre el trabajador prestó sus servicios a Glovo, se rechazó tal despido.
Posteriormente, el trabajador interpuso al Tribunal Supremo el recurso de casación para la
Unificación de doctrina, por la contradicción existente entre la sentencia de la sala de lo Social
del TSJM y un fallo de la sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, de 25 de
Julio de 2019. En este caso, también se había impugnado el vínculo que unía a los repartidores
con la empresa Glovo, entendiendo que se trataba de una relación laboral, según alegó el
demandante.

Por su parte, Glovo, en su contestación a la demanda alegó:

- falta de contradicción entre la sentencia recurrida y la de contraste del Tribunal Superior de


Justicia de Asturias de 25 de julio de 2019, ya que los hechos y pretensiones eran distintas.

-También incurrió en la falta de contenido casacional.

-negó que la sentencia impugnada incurría en infracciones legales.

-solicitó que el tribunal elevara cuestión prejudicial ante el Tribunal de justicia de la Unión
Europea (TJUE). A esta cuestión se respondió negativamente recordando que el propio TJUE
había planteado previamente al reafirmar que no era necesario elevar cuestión prejudicial
cuando se comprueba que “la cuestión suscitada no es pertinente, que la disposición de Derecho
de la Unión de que se trata ya ha sido objeto de interpretación por el Tribunal de Justicia o que
la correcta aplicación del Derecho de la Unión se impone con tal evidencia que no deja lugar a
duda razonable alguna, debiendo valorarse la existencia de tal eventualidad en función de las
características propias del Derecho de la Unión, de las dificultades concretas que presente su
interpretación y del riesgo de divergencias jurisprudenciales dentro de la Unión”(sentencia del
TJUE de 30 de enero 2019, C-587/17).

Por este motivo, el Tribunal expresó que el TJUE sostiene que se aplique la Directiva 2003/88/CE
“ cuando la independencia del prestador del servicio parezca ficticia y cuando exista una relación
de subordinación entre esa persona y su supuesto empleador, lo que corresponde determinar
al Tribunal Nacional”.

1

Además, el tribunal añadió que “ la calificación de la relación jurídica del actor como un contrato
laboral no supone una restricción de las libertades de establecimiento y libre prestación de
servicios garantizadas por los Tratados de la Unión, ni vulnera los derechos fundamentales a la
libertad profesional y a la libertad de empresa de los artículos 15 y 16 de la Carta de los Derechos
fundamentales de la Unión Europea”. Por todo ello, se consideró innecesario elevar la cuestión
prejudicial al TJUE.

El punto de partida del Tribunal Supremo fue valorar la oposición de pronunciamientos


concretos obtenidos en conflictos esencialmente iguales (según lo indicado en el art. 219 de la
Ley Reguladora de la Jurisdicción Social), en cuanto presupuesto procesal de admisibilidad del
recurso de casación. A pesar de reconocer que entre ambas sentencias existían diferencias
procesales, ya que en el caso de la sentencia que nos ocupa se acumulaban tres
procesos,(despido tácito, resolución indemnizada del contrato de trabajo y despido expreso),
mientras que en el otro caso solamente se analizaba una demanda de despido, y, por otro lado,
había también diferencias fácticas (derivadas de la actividad probatoria de cada juicio y de la
apreciación de la prueba), se consideró que se reunían los requisitos requeridos por la normativa
procesal.

En esta sentencia unificadora del Tribunal Supremo, el problema jurídico principal que se
plantea es si existió una relación laboral entre la empresa Glovo y un trabajador de la empresa
que prestaba sus servicios como repartidor o, si por el contrario, se trataba de un contrato de
arrendamiento de servicios bajo la modalidad de trabajador autónomo.

Por tanto, en este recurso de casación unificadora de la doctrina se abordan dos cuestiones:

En primer lugar, si existió o no, una relación laboral entre el trabajador que prestaba sus servicios
como repartidor, y la empresa Glovo. Y, en segundo lugar, si la sentencia recurrida incurrió en
contradicción e incongruencia al resolver el motivo de suplicación relativo a las acciones de
despido y de resolución del contrato de trabajo después de que en primera instancia la sentencia
negara la existencia de una relación laboral. El recurrente invocó que si no había existido
contrato de trabajo, el tribunal no podía pronunciarse sobre despido tácito, resolución
indemnizada del contrato de trabajo y sobre despido expreso, que eran las pretensiones
formuladas por el demandante.

En relación a la cronología de los hechos, el demandante suscribió con Glovo el 8 de septiembre


de 2015, un contrato de prestación de servicios profesionales para la realización de pedidos
como trabajador autónomo, dándose de alta en el Régimen Especial de Trabajadores
Autónomos de la Seguridad Social, el 1/9/2015.

El 20/6/2016, el trabajador comunicó que el 75% de sus ingresos los percibía de Glovo por lo
que suscribió un contrato de TRADE.

La primera demanda por parte del trabajador se interpone por despido tácito contra la empresa
solicitando la nulidad de dicho despido por la vulneración del derecho fundamental a la no
discriminación por razón de la salud, como consecuencia de su inactividad por enfermedad no
volviendo a recibir trabajo por este motivo. Por todo ello, solicita una indemnización por daños
y perjuicios causados por el incumplimiento del art. 50 del Estatuto de los Trabajadores
reconociendo asimismo el vínculo de laboralidad mantenida con la empresa Glovo.

El Tribunal Supremo sostiene que para analizar la relación de trabajo entre el “rider”, repartidor
de servicios, y Glovo, hay que determinar los indicios favorables y contrarios a la existencia de

2

un contrato de trabajo para poder decidir si concurre o no una relación laboral. Por ello, el
Tribunal declara que:

Glovo es una compañía que ha desarrollado una plataforma informática suscribiendo acuerdos
con comercios locales que ofrecen determinados productos y servicios. “No es una mera
intermediaria en la contratación de servicios entre comercios o establecimientos y
repartidores”. No se limita a prestar un servicio electrónico de intermediación consistente en
poner en contacto a consumidores (clientes) y auténticos trabajadores autónomos, sino que
realiza una labor de coordinación y organización del servicio productivo.

El tribunal pone de manifiesto que Glovo es una empresa que presta servicios de recadería y
mensajería “fijando el precio y condiciones de pago del servicio, así como las condiciones
esenciales para la prestación de dicho servicio”.

Por tanto, el tribunal recuerda que “el repartidor ni organiza por sí mismo la actividad
productiva, ni negocia precios o condiciones con los titulares de los establecimientos a los que
sirve, ni recibe de los clientes finales su retribución”.

Se concluye que Glovo se sirve de repartidores que no disponen de una organización empresarial
propia y autónoma ya que es la empresa la que establece la forma de prestación de servicio, el
precio y forma de pago controlando el proceso productivo. Asimismo, dispone de medios de
control sobre la actividad y el resultado, el sistema de valoraciones de los repartidores y la
geolocalización de los mismos, quedando el trabajador sujeto a las directrices organizativas
fijadas por Glovo y quedando una autonomía muy limitada al repartidor que se reduce al medio
de transporte que utiliza y ruta que sigue al realizar el reparto.

Para prestar estos servicios “Glovo se sirve de un programa informático que asigna los servicios
en función de la valoración de cada repartidor, lo que condiciona decisivamente la teórica
libertad de elección de horarios y de rechazar pedidos”.

Además, “disfruta de un poder para sancionar a sus repartidores por una pluralidad de
conductas diferentes, que es una manifestación del poder directivo del empleador”.

A través de la plataforma digital, “Glovo lleva a cabo un control en tiempo real de la prestación
del servicio, sin que el repartidor pueda realizar su trabajo desvinculado de la plataforma.”

Por todo lo expuesto, el Tribunal declaró que concurren todas las notas que definen el contrato
de trabajo entre el trabajador y la empresa demandada tal como dispone el art. 1.1 del Estatuto
de los Trabajadores y el art. 11.2 de la Ley del Estatuto del Trabajador Autónomo, reafirmando
que el concepto de trabajador por cuenta ajena tiene como requisitos esenciales la prestación
de servicios voluntaria, retribuida, ajena y dependiente.

El Tribunal recuerda que “la dependencia no implica una subordinación absoluta, sino sólo la
inserción en el círculo rector, organizativo y disciplinario de la empresa”(sentencia del TS de 11
de mayo de 1979).

También alude a que “La calificación de la relación como laboral ha de hacerse en cada caso en
atención a los indicios existentes, valorando principalmente el margen de autonomía del que
goza quien presta el servicio” (sentencia del TS de 20 de enero de 2015).

Por otro lado, también menciona dos sentencias del TJUE:

3

La primera, indica que el hecho de que una persona no se encuentre obligada a aceptar una
concreta prestación de servicios, no impide que se trate de un trabajador ( a los efectos del
principio de igualdad de retribución entre trabajadores y trabajadoras) (sentencia de 13 de
enero de 2004, C-256/01).

La segunda, donde se declaró que el servicio de intermediación de Uber se califica como


“servicio en el ámbito de los transportes” a efectos del Derecho de la Unión, por lo que se zanjó
la cuestión acerca de la naturaleza de la actividad cumplida por dicha empresa, descartando de
que fuera una mera intermediaria entre oferta y demanda de servicios de transporte (sentencia
de 20 de diciembre de 2017, asunto C-434/15).

Es de destacar, asimismo, que el Tribunal pone de manifiesto los criterios jurisprudenciales para
distinguir el contrato de trabajo de otros vínculos de naturaleza semejante, entre los que indica
que:

-La realidad fáctica debe prevalecer sobre el nomen iuris, la que se derive de la concurrencia de
los requisitos que determinan la laboralidad y de las prestaciones realmente llevadas a cabo.

-Existe una presunción iuris tantum de laboralidad (art. 8 del ET).

-El art.1.1 del ET, define la relación laboral sobre la base de la concurrencia de la prestación de
servicios voluntaria, ajenidad en los resultados, la dependencia y la retribución.

-La diferencia entre el contrato de trabajo y otros vínculos regulados por el derecho civil o
mercantil, requiere un análisis casuístico, a fin de constatar si se dan las notas de ajenidad,
retribución y dependencia.

En cuanto a la dependencia, la sentencia recuerda que se define como la integración “en el


ámbito de organización y dirección del empresario”, lo que implica “ajenidad respecto a la
organización de la propia prestación laboral”.

La ajenidad se acredita cuando concurren las circunstancias siguientes ( sentencias del TS de 24


de enero de 2018, recurso 3595/2015; 8 de febrero de 2018, recurso 3389/2015; 29 de octubre
de 2019, recurso 1338/2017): si los frutos del trabajo son cedidos ab initio al empleador,
asumiendo la obligación de retribuir el servicio; así como que se pruebe que el trabajador no
asume el riesgo empresarial; o cuando el trabajador no haya efectuado una inversión de capital
importante. Asimismo, cuando lo que pagan los clientes ingresa directamente en el patrimonio
de la empresa y no en el del trabajador y éste percibe su salario por unidad de obra, (sentencias
del TS de 6 de octubre de 2010, recurso 2010/2009 y 19 de febrero de 2014, recurso 3205/2012).

Es en la ajenidad donde el Tribunal fundamenta especialmente la relación laboral entre las


partes, al evaluar los indicios de sus diversas manifestaciones, como la ajenidad en los riesgos,
en los frutos, en los medios y en la marca.

Por otro lado, la retribución “no es un elemento característico delimitador del contrato de
trabajo respecto de otras figuras, dado el concepto de salario recogido en el art. 26.1 ET “la
totalidad de las percepciones económicas de los trabajadores en dinero o en especie, por la
prestación profesional de los servicios laborales por cuenta ajena, ya retribuyan el trabajo
efectivo, cualquiera que sea la forma de remuneración, o los períodos de descanso computables
como de trabajo”(sentencias del TS de 29 de diciembre de 1999, recurso 1093/1999 y 25 de
marzo de 2013, recurso 1564/2012).

4

En este caso, los repartidores no perciben sus honorarios de los clientes sino que el precio del
servicio lo recibe Glovo, quien posteriormente abona su retribución a los repartidores. De ahí
que se sostenga que la empresa “no es una mera intermediaria” entre la oferta y la demanda.

En cuanto al riesgo-lucro que caracteriza la actividad del empresario o al libre ejercicio de las
profesiones, tampoco concurre en el trabajador ya que a pesar de que el trabajador asumía los
riesgos frente al cliente de los daños o pérdidas que pudieran sufrir los productos durante el
transporte, así como los costes derivados de la motocicleta y móvil propios del trabajador, es
Glovo quien se apropia de manera directa del resultado de la prestación de trabajo. Y a ello, hay
que añadir que los medios materiales aportados por el trabajador ( móvil y una motocicleta) no
se consideran medios de producción esenciales ya que es la aplicación tecnológica de la
plataforma digital el medio de producción esencial por su importancia económica.(sentencias
del TS de 24 de enero de 2018, recurso 3394/2015; 8 de febrero de 2018, recurso 3389/2015; y
4 de febrero de 2020 recurso 3008/2017).

De este modo, por todo lo analizado anteriormente, se concluye que la primera cuestión
suscitada en el recurso de casación queda estimada al entender el Tribunal Supremo que la
relación entre el “rider” y la empresa Glovo tenía naturaleza laboral.

Sin embargo, el segundo motivo del recurso se desestima por el incumplimiento de requisitos
formales, alegando que la sentencia recurrida vulneraba el art. 97 de la Ley Reguladora de la
Jurisdicción social (LRJS).

La parte recurrente afirmaba que “la sentencia de instancia incurrió en contradicción e


incongruencia al analizar la procedencia o improcedencia de las acciones de despido y de
resolución del contrato de trabajo porque si no existió relación laboral el Tribunal no debía
pronunciarse sobre los citados extremos”.

También sostenía que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid cometió el mismo error al
conocer del motivo de suplicación en el que se impugnaba el despido tácito, alegando que si no
existía contrato de trabajo no podía pronunciarse sobre el despido.

Por todos los argumentos expuestos, el Fallo del Tribunal Supremo revocó parcialmente la
sentencia de instancia, declarando la relación entre el trabajador y la mercantil Glovoapp23 SL
de naturaleza laboral y la firmeza de la sentencia dictada por el Juzgado de lo Social en cuanto
a la desestimación de las demandas de despido tácito, resolución indemnizada del contrato de
trabajo y despido expreso. Sin pronunciamiento sobre costas.

Conclusión

Esta sentencia unificadora de la doctrina tiene una enorme importancia porque resuelve las
contradicciones existentes que ha habido entre los diferentes Tribunales de Justicia acerca de la
calificación laboral de los trabajadores que prestan servicios como repartidores a empresas de
plataformas digitales que mantienen acuerdos comerciales con diferentes comercios o
establecimientos ofreciendo productos y servicios.

Glovo, no es una mera intermediaria en la contratación de servicios entre comercios y


repartidores, como sostenía la empresa. Es una empresa que presta servicios de recadería y
mensajería fijando las condiciones esenciales para la prestación del servicio y es titular de los
activos esenciales para la realización de su actividad. Los trabajadores como se ha demostrado

5

a lo largo de la sentencia deben ser considerados empleados asalariados y no autónomos ya que
se cumplen las notas definitorias del contrato de trabajo, haciendo mención especial a la
dependencia y ajenidad que caracterizan al contrato de trabajo.

También podría gustarte