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Presses Universitaires François-Rabelais: La Autonomía Universitaria en Venezuela
Presses Universitaires François-Rabelais: La Autonomía Universitaria en Venezuela
Presses
universitaires
François-
Rabelais
L'Université en Espagne et en Amérique Latine du Moyen Âge à nos jours.
II | Ève-Marie Fell, Jean-Louis Guerena
La autonomía universitaria
en Venezuela
Alexis Marquez Rodriguez
p. 553-561
Texte intégral
1 La autonomía universitaria tiene una larga tradición en Venezuela, pero más en el
terreno de los principios, que en la práctica. La doctrina autonómica ha formado parte
de la ideología universitaria de los venezolanos desde que existe la Universidad.
2 Sin embargo, aunque la universidad venezolana se fundó sobre ese criterio, dentro de la
antigua tradición de la universidad medieval, en Venezuela el principio autonómico de
hecho ha estado siempre en contradicción con otro principio esencial de la educación
venezolana, como es el del estado docente. Ya en tiempos de la Colonia los gobernantes
españoles consideraban que la educación es una función esencial del Estado, y ese
principio pasó incólume al período republicano, y hasta se robusteció a partir de
entonces. De modo que aun siendo tradicionalmente los gobernantes venezolanos
partidarios de la autonomía universitaria, al ser también celosos abanderados del
principio de estado docente, nunca, salvo contadas excepciones, han resistido la
tentación de ejercer, desde el poder político y gubernamental, algún tipo de control
sobre las universidades, y alguna forma de injerencia en la elección del gobierno
universitario.
3 Esta contradicción ha sido fuente de numerosos problemas y de graves inconvenientes,
que bien pueden mencionarse como el signo permanente más visible de la Universidad
venezolana, en especial a través de los numerosos gobiernos que hemos tenido desde
1830, cuando, a raíz de la disolución de la llamada Gran Colombia, Venezuela se
constituye como estado autónomo y soberano.
4 La Universidad venezolana nace a fines del siglo XVIII, cuando se crea la Real y
Pontificia Universidad de Caracas, por Real Cédula del monarca Felipe V, fechada el
22 de diciembre de 1721. Esta Universidad se constituyó sobre la base del antiguo
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deseos, y la normativa dictada por el Libertador fue la mayoría de las veces letra
muerta. Y en cuanto a las rentas propias, tampoco fueron siempre efectivas, entre otras
razones porque el cobro de las mismas, aunque provenían de sus propios bienes, tenía
que hacerse a través de órganos gubernamentales, lo cual propiciaba innumerables
corruptelas e incumplimientos muchas veces intencionales, que mantenían a la
Universidad en una crisis permanente. Todo ello culminó cuando, en 1883, el
presidente Antonio Guzmán Blanco, salido por cierto de las aulas universitarias,
despojó a la Universidad de Caracas de los bienes que el Libertador le había asignado,
los cuales fueron a engrosar los propios bolsillos del corrupto gobernante. Desde
entonces la Universidad ha dependido financieramente del presupuesto que
anualmente le asigna el gobierno de turno, lo cual ha constituido un grave tropiezo para
el goce efectivo de la autonomía. Sin autarquía financiera ninguna institución puede ser
efectivamente autónoma.
12 De acuerdo con este artículo, las universidades venezolanas gozan, en primer lugar, de
autonomía organizativa, lo cual les permite establecer internamente, cada universidad
en forma individual, su propia organización, a efecto de lo cual se dictarán, también
internamente, los reglamentos y demás normas que consideren necesarias a ese fin.
Autonomía académica
13 En segundo lugar, gozan también de autonomía académica, lo cual significa que cada
universidad puede aplicar los planes y programas de trabajo que estime apropiados
para el cumplimiento de su misión, tanto en la docencia, como en la investigación y la
extensión universitaria. Esto permite que cada universidad establezca los estudios que
desee, organizando las facultades, escuelas, institutos y departamentos que a bien
tenga. Sin embargo, este importante aspecto de la autonomía no posee una libertad tan
absoluta como a primera vista pudiera parecer. En efecto, el art° 5o de la misma Ley,
por ejemplo, dispone que "Como parte integral del sistema educativo, especialmente
del área de estudios superiores, las Universidades se organizarán y funcionarán dentro
de una estrecha coordinación con dicho sistema", y el 6° agrega que "La finalidad de las
Universidades (...) es una en toda la Nación. Dentro de este concepto se atenderá a las
necesidades del medio donde cada Universidad funcione y se respetará la libertad de
iniciativa de cada Institución". Estas precisiones son necesarias, para evitar que una
interpretación irrestricta de la autonomía académica pueda derivar en una aplicación
anárquica de dicho principio. A cambio de ello, lo que se persigue es crear un sistema
armónico de enseñanza universitaria, coherente y orgánico, que esté, además, en
concordancia con el sistema educativo en general, que funciona en el país bajo la
suprema orientación y dirección del Estado.
14 Por otra parte, la misma Ley crea el Consejo Nacional de Universidades (CNU),
formado por el Ministro de Educación, quien lo preside, los rectores de las
universidades nacionales y privadas, tres representantes de los profesores, tres
representantes estudiantiles, dos profesores universitarios de alto rango designados
fuera de su seno por el Congreso de la República, y un representante del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT). Entre las
atribuciones de este Consejo hay varias que reglamentan la autonomía académica,
garantizando su aplicación dentro de un concepto de sistema orgánico de la educación
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Autonomía administrativa
15 Dentro del concepto de autonomía, nuestras universidades gozan también de
autonomía administrativa, en virtud de la cual cada universidad elige su propio
gobierno, de conformidad con el esquema organizativo establecido en la misma Ley, y
que es igual para todas las universidades autónomas, y designa y remueve, de acuerdo
con las normas establecidas al respecto, su personal docente, de investigación y
administrativo.
16 Este aspecto de la autonomía universitaria es sumamente importante. Se trata, en
principio, de instituir un privilegio para la universidad, consistente en que, no obstante
ser instituciones oficiales, órganos del Estado y financieramente sostenidos por él, cada
universidad autónoma está facultada para elegir sus rectores, vicerrectores, secretarios,
decanos de facultades, directores de escuelas e institutos y jefes de departamento o de
cátedra, así como también los representantes profesorales y estudiantiles a los órganos
de cogobierno universitario, sin injerencia de ningún organismo estatal ni de ninguna
otra índole. La organización del gobierno universitario está establecida de manera
uniforme para todas las universidades autónomas, y el procedimiento para la elección
de los respectivos funcionarios es igualmente el mismo en todas las universidades. El
sistema electoral está reglamentado en cada universidad, pero con apego a ciertas
normas de carácter general pautadas en la propia Ley.
17 El principio autonómico en la elección de las autoridades de cada universidad que
actualmente rige, se estableció en Venezuela en la Ley de Universidades dictada el 5 de
diciembre de 1958 por el gobierno de facto constituido a la caída de la dictadura de
Marcos Pérez Jiménez, en enero de ese mismo año. Hasta 1970 el sistema establecido
garantizaba la más amplia estabilidad de las autoridades electas en cada universidad,
que no podían ser removidas sino en circunstancias muy excepcionales, y en todo caso
mediante mecanismos internos, sin injerencia de ningún organismo extrauniversitario.
Pero ese principio, que en la práctica era un ejercicio irrestricto de la autonomía, fue
modificado por el Congreso Nacional en la reforma de la Ley de Universidades
promulgada en 1970. Esta reforma fue producto de una serie de conflictos surgidos
entre las universidades autónomas y el gobierno nacional, que llevaron en varias
ocasiones al allanamiento del recinto universitario, hasta culminar, ese mismo año, con
la clausura temporal de la Universidad Central de Venezuela y la ocupación militar de
sus locales e instalaciones.
18 La reforma de la Ley estableció, entre las atribuciones del Consejo Nacional de
Universidades, la de acordar, en circunstancias muy especiales, la remoción de las
autoridades universitarias y declarar la universidad respectiva en proceso de
reorganización, designándole autoridades interinas, que habrán de convocar a
elecciones de las nuevas autoridades en el lapso de seis meses. Esta reforma apuntaba
fundamentalmente a limitar el principio autonómico en cuanto a la estabilidad de las
autoridades electas, mediante un mecanismo que, si bien sigue estando en poder del
mismo cuerpo universitario, dada la composición del C.N.U., al mismo tiempo abre la
posibilidad de mayores presiones de parte de los organismos del Estado, que les
permitan influir en el gobierno universitario. En el momento en que se produce dicha
reforma, ésta tiene destinatarios muy concretos, pues en verdad fue dirigida a destituir
las autoridades que en ese momento regían la primera universidad del país, tal como se
hizo efectivamente en octubre de 1970. En los veintidós años transcurridos desde
entonces nunca más se ha aplicado esa norma de excepción. Sin embargo, es un riesgo
permanente que pende sobre las universidades, pues dentro del juego político que de
manera constante se vive en países como Venezuela, y que inevitablemente envuelve a
sus universidades, siempre habrá la posibilidad de que se aplique, justificada o
arbitrariamente, la norma en cuestión.
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son reprimidos con abusos aún mayores por las autoridades policiales, y eventualmente
por las militares, que en más de una ocasión han sido utilizadas a tales efectos.
Libertad de cátedra
23 Es igualmente importante, como elementos consustancial y complementario de la
autonomía universitaria, la libertad de cátedra. Esta aparece expresamente
consagrada en el art°. 4° de la Ley, en los siguientes términos: "La enseñanza
universitaria se inspirará en un definido espíritu de democracia, de justicia social y de
solidaridad humana, y estará abierta a todas las corrientes del pensamiento universal,
las cuales se expondrán y analizarán de manera rigurosamente científica". Este es uno
de los principios doctrinarios que mejor y más amplia aplicación han tenido en las
universidades venezolanas durante los treinta y cuatro años de vigencia que lleva la Ley
de Universidades. Tal concepto constituye, en realidad, una muy arraigada tradición en
el pensamiento pedagógico y universitario venezolano, ya desde mucho antes de la
etapa actual de nuestra historia. Son muy pocos los casos de persecución ideológica,
filosófica o religiosa que se han producido en las universidades venezolanas, y puede
decirse que de 1958 a esta parte ha sido absoluta la ausencia de casos de ese tipo.
24 El balance que puede hacerse del ejercicio de la autonomía universitaria a través de la
historia venezolana es francamente positivo. Hasta 1958 la autonomía tuvo una
vigencia sumamente accidentada, pero sobrevivió como principio muy arraigado, y
puede decirse que irrenunciable, en la mentalidad de los universitarios venezolanos.
Además, en los períodos del siglo pasado en que realmente se puso en práctica siempre
mostró la excelencia de sus frutos.
25 A partir de 1958, la autonomía ha tenido vigencia en las más importantes universidades
del país, que se rigen plenamente por la Ley de Universidades. No ha sido así en las
nuevas universidades, en cuya creación el Estado se ha escudado tras la figura de la
experimentación para sustraerlas del sistema autonómico. Sin embargo, en todas ellas
ha estado siempre presente el espíritu autonomista, y algunas han logrado su
autonomía mediante luchas tenaces libradas conjuntamente por profesores y
estudiantes. En otras esas luchas continúan, y es predecible que gradualmente vayan
siendo incorporadas a los beneficios del régimen autonómico. Hay que advertir,
además, que en estas universidades experimentales lo que más se resiente es la
ausencia de autonomía administrativa, en particular en lo concerniente a la elección
de sus autoridades, porque en muchos otros aspectos el sistema autonómico sí ha
tenido aplicación en ellas, aunque en diversos grados y con variadas interpretaciones.
26 El principal problema que el régimen autonómico presenta en las universidades que lo
tienen es la excesiva partidización política en muchos aspectos de la vida universitaria,
en especial en la elección de sus autoridades. La autonomía, ciertamente, ha logrado
sustraer el gobierno universitario de la abusiva injerencia del gobierno político en la
conducción de las universidades, pero al mismo tiempo ha permitido una participación
excesiva de los partidos políticos, sobre todo en la escogencia de las autoridades de cada
universidad. Lo cual se agrava por la circunstancia de que nuestras universidades en
realidad son gobernadas por un Consejo Universitario demasiado grande, formado por
los rectores, vicerrectores, secretarios, decanos, cinco representantes profesorales, tres
estudiantiles, uno de los egresados y uno del Ministerio de Educación. Este organismo
es definido en la Ley como "La autoridad suprema de cada Universidad", el cual
"ejercerá las funciones de gobierno por órgano del Rector, los Vicerrectores y el
Secretario...". De tal suerte que las autoridades electas son realmente ejecutantes de
una política impuesta por un organismo colegiado demasiado grande, por cuyo control
ideológico y político también se pelean los principales partidos políticos, con el
consiguiente caudal de inconvenientes y de vicios que tal hecho genera.
27 No obstante todo ello, el balance del ejercicio de la autonomía, como decimos más
arriba, ha sido ampliamente favorable, y ha permitido un desarrollo realmente
extraordinario de las grandes universidades venezolanas que han funcionado bajo la
tradición autonomista. Este balance positivo es independiente del rendimiento
académico de cada universidad en particular, y del sistema universitario en general. En
este aspecto el balance no es igualmente favorable, pues por muchos factores la calidad
de la enseñanza universitaria en Venezuela se ha venido deteriorando en los últimos
años, y hoy día deja mucho qué desear.
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