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Sea uno BY PDILULKAPIA DEL NINO Antes que el dibujo y la palabra, ! juego constituye uno de los principales te, rrenos exploratorios de la psiquis del nifio. Por sus componentes sensoriles y mo- trices, permite una expresién directa de la actividad pulsional. La presente obra estéfundada en el estudio analitco de numerosos casos el- nicos. Estd dividido et tes prandes partes que se refieren al juego en 21 nfo de cero & cinco afios, después e}periodo de latencia,y finalmente el psicocrama con el adolescente. Otros capftvlos estén consagrados en particular ala historia de la técnica del juego en psicoterapia del nif, al proceso de simbolizacién ya los pro- biemas de la imerpretcin en psicoterapia, Fruto de In experiencia clinica de tres psicoanalistas, este libro est Jamado a ‘convertirse en un itil Je consulta y de referencia para todos los psicoanalists, psi- ‘cterapeutts relacionados con laresponstbilizacion y el tratamiento Ge ins ios. ANNE ANZIEU es psicoanalista, miembro titular de la Association Psycha- nalytique de France, viepresidente de Ia Sociedad Europes para el Psicoandlisis de: Nitto y del Adolescente (SEPEA), ex responsable del departamento de psico- ANZIG-PREMMEREUR ¢5 psiconnalista, alumna de la Société Psychanalytique de Pars, pedo-psiquiatra del Centre Alfred Binet de Pars Simone Davutas es médico psicoanalista, miembro de ta Socieé Paychenali- tique de Pars, ex responsable dela ensefianza del psicodrama en el rosptal de La, Salpétitre EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO] aNZIEU - ANZIEU-PREMMEREU - DAYM. siauOTECA MEEVA ANNIE ANZIEU CHRISTINE ANZIEU-PREMMEREUR SIMONE DAYMAS EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO BIBLIOTECA NUEVA. PreseNtaciOn, por Annie Anzicu .. Ixreopuccién, por Annie Ancieu y Simone Daymas .. CAPITULO PRIMERO 1. Hiseoria Freud y la bebina . El establecimiento ¥ Amis Pret sd vncnctenereenenevenseneceetos D.W. Winnicote 2, El marco .. El marco préctico El marco y ls ceglas Interferencias del marco y del proceso El marco y la conurstransferencia . 3 La emda dl anlar ido que juga nnn El analista, figura parental A partir de Bion enn Con Winnicot ptratansferencia y supetvs El nalts frente alas padees ” El peligio de la seduccién 4. Bl matcial del juego au 29 29 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 43 45 4B 49 INDICE “ia eran: Lejeu en peychothéape deena nal: Leu en prychothéape de enfant El hombre solamente es completa- mente hombre allf donde juegs. | sexta Lector, hay que jugar. Jugar con nos- otros, con los nis, las palabras y las coz Experames arvasmaros a elo con nosoires. La traduceién de este libro ha recibido la ayuda del Ministerlo Francés de Cultura-Centro Naconal del Libro © Dunod, Paris, 2001 © A Andieu, C Ansicy-Premmercut y S. Daymss, 2001 © Editorial Biblioteca Nueva, 5. L., Madrid, 2001 ‘Almagro, 38 28010 Madrid \ ISBN; £4:7030-884- Bepesito Legal Mei83337-2001 Iinpreso eo Rogar $A. Iinprso en Expat Printed Spain Ninguna parte de esa publccin, include dsefo de la cubic, puade Ze Rare pcs aso ane pe yn es electric, quia, mecanico, Spc, degrbackn {locopia sm permio previo dl edior A. ANZIEU C. ANZIEU-PREMMEREUR S. DAYMAS EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO ‘ Traduccién de Sofia Vidaurrazaga Zimmermann BIBLIOTECA NUEVA C 2 ‘CAPITULO SEGUNDO EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO. DEOA5 ANOS (Cunisrive ANziEU-PREMMEREUR 1. Las modalidades de los juegos de los nifios muy pequetios .. 2. Las premisas del juego... William: la investiduca joegn 3. Bl acceso al juego... Cyril: despues del aurismo, el juego en torno @ la ausencia yo a wavés del primer 4, Los tratamientos conjuntos padres-hijos * Jacques el Mio. qUe. 20,694 rnnnecnnsnoannnna OO hija inseparables.. Pauls el juego que incroduce al tercero 1/58 madre, compafiasactvs en Tos juegos que favorecen el acceso al edipo 7 Mathilde: juego de dominio recipraco madce-hija 5. La psicocerapia individual. ‘Alice: hipomania y renegacién de las 126 CAPITULO TERCERO EL JUEGO EN PSICOTERAPIA EN PERIODO, DE LATENCIA ¥ DE ADOLESCENCIA Annie Anzigu y Sasone Daras 1 Pera 2. Latencia e inbibicién 3, Los juegos en la edad de latencia encla yo pom rena 4. El juego en la psicorerapia del adolescente INDICE 7 60 61 63 6 65 76 80 84 90 98 98 4 8 1 inpice (CAPITULO CUARTO LA FUNCION DEL CUERPO. AnwiE ANZIBU 1. Laimportancia de le motricidad ... : El cuerpo a cuerpo edipico: Leonie y el lobo Juego y psicosis: Christian y su coche . 2. (Qué es lo que s€ mUeve? eon ‘Motricidad y relacién de objeto Represion y motriddad Excitacién motrie y escena pri HISTERIA, INHIBICION Y ANGUSTIA DE MUERTE Anwig ANZiEU |. Laura: analidad y feminidad . 1 a 2. ucla: la repericidn wansferencial en el juego... 3. Jules: destructivided del yo 4 5. ‘Ax: consttucin del objeto interno y de un consinente Comentarios Represign y regresn La imporeancia del vocar: toma de distancia con el obj LA SIMBOLIZACION EN EL JUEGO Annie Anzicu 1. _La-confusién de los contenidos del cuerpo: Gabriel Técnica ¢ interpresscién ... Progresién de la simbolizacion .. 2. La ilizacidn del objeto no consticudo en figura: Antoine Emergencia del sfmbolo Espaciofciempo CAAT. QuiNsTO S 125 126 130 135 138 140 142 146 153 157 160 71 wm 174 179 182 184 186 190 Ise iCusindo inteapresae? 2. :Qué interpretar? 3. :Cémo ineprew? et z Wnotce ee wg i 3 bio de nivel en la simbolizacidin: Elisa ane 194 Los tratimasiamos 259. 1 El juego como historia del traumacistno 198 Los nifias adoptados nnanu . 260 aad ba 5. Las indzactones del psicodrama 261 | Las jges denial ae 6. Los psicodramas de grupo .. 263 rl Compendio te6tiee 264 ( Téenica 267 ‘CAPITULO SEFTIMO a Bee 269 ( LA RECONSTRUCCION INTERPRETATIVA ( Asie Avaeu Browioceatta .. mo fwoice TeMATICO .. 9 ( t I ( Luc: la seduccién en el juego. 220 { “Transferencia y convatansferencia 226 ( sear ‘ EL PSICODRAMA EN LA PSICOTERAPIA CON EL ADOLESCENTE | Stone Daxmas 4 1. Hiscoria . 233 I 2, Elpsicodrama psicoanalticn 234 4 El marco i 236 q El juego pricodramicico 237 Psicodrama: Y FERUTO sen, 4 La puesea ent recor 241 Les coterapeutas 22 q 3. Contratransferencia y seduccifn 245, cI “Abordaje dela rivalidad faterna 6 q Juego y seduccién : 247 Tilsde cinco : x q a porescsién 250 P| 4. Bjemplos clinicos 251 Psicodrama y psicoss 251 Los crascornos de ls conducts alimentiias 256 as neurosis necita annn 257 PRESENTACION por ANNIE ANZIEU Se trata aqu{ de caminar al hilo del juego de los nifios cuando se encuentran en situacién de anilisis. Camino sinuoso, frecuen- ‘miento de bases, tan firmes como posibles, de una identidad que podré pensarse sf misma. Nuestra intencién no es solamente la de describir la multi- plicidad de los soportes y de los pretextos del juego. Queremos intentar demoserar cémo el nifio expresa sus fantasfas incons- cientes, sus conflictos psiquicos y sus angustias actuales. El pre- sente trabajo no pretende ser exhaustivo. Es el resultado parcial de observaciones y de reflexiones de larga duracién, en gran parte personales, pero también que han surgido de discusiones con nu- ‘merosos terapeutas de nifios. El juego oftece una multiplicidad cde matices cuyo sentido se nos escapa o quizds es desatendido por nosotros, ya sea por nuestras posiciones tedricas, ya sea por la li- mitacién de nuestro tema. Algunos mecanismos psiquicos pare- ‘cern desconocides por esta polivalencia del juego. El lenguaje y paradigmas, representan también una limitacién de nuestra es- ‘cucha y de los procesos de la relacién nifio-adulto.. En otro lugar he expuesto la estructura institucional en la que se ha desarrollado una gran parte de mi experiencia con los ni- fios (Anaiew, 19964, pags. 1-5). Esta préctica se ha completado ‘con los afios de trabajo privado y con el modo de compromi diferente que éste supone. Semejance disposicién arrastra al ana- lista a enfocar otros aspectos de su intimidad con el nifo y las necesidades que provoca esta situacién. Vamos pues aqui a in- 07) ELLJUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NISO tentar ver emo el analista puede comprender y utilizar el con- tenido del juego, sintiéndose el destinatario de lo que de ello puede extraer para ayudar al nifio a progresar en la cons:ruccién de si mismo. Para organizar més a fondo esta obra y liberar algunas formas mayores del juego en la psicoterapia, he recurrido a la experien- cia de otras dos analistas que trabajan con nifios. Una, Christine Anzicu-Premmereur!, se ocupa de nifios muy pequefios: veremos INTRODUCCION con-ella cémo el nifio accede al juego y se instala en él, y cudl es por ANNIE ANzizy y Simons Davaas el efecto terapéutico; cbmo ese trabajo hace posible el desarrollo : psiquico y las capacidades de relacién. La otra, Simone Daymas?, practica y ensefia el psicodrama desde hace muchos afios en la En el nifio el juego parece un comportamiento esponténco. institucién donde yo misma ejerzo. Nos hace aqui participar de Sin embargo, esto no es posible sin cl establecimiento, en él pre- eriencia en el psicodrama con los nifios v los adalescen ‘viamente; de tun sentimicnto-de-seguridad-de base. Esta vivencia Esta técnica es fructifera con los pacientes cuyas disposiciones ac- painvorcral PACA Te SPUN PATE TUE ror tmneiaro tet nifio debe proporcionarle Ia confianza de estar contenido en t0- das las situaciones. Es decir, no tener que absorberse enteramente en la necesidad de su supervivencia, real o psiquica. Sobre esta base de estructuracién del psiquismo, el juego es buisqueda y crea- cién germanente de la realidad, del sentimiento de existir por sf mismo y del sentido que toman estos fendmenos para el nifio. A partir del establecimiento primero de este eje narcisista, va a hacerse posible la creacién de objeros diferentes de sf mismo y después la entrada en relacién con esos objetos. Hace falta anorar aqui Ia ambigtiedad del término objeto. To- mado en el sentido corriente, significa una cosa material exterior al cuerpo del «sujeto> que la percibe y la utiliza. En el sentido. psicoanalitico, designa «aquello en qué y por qué la pulsién busca dlcanzar su fin, a saber un cierto tipo de satisfaccién, Se puede tratar de una persona o de un objeto parcial, de un objeto real 0 de un objeto fantasmético» (Laplanche y Pontalis, 1967, pégi- nna 290). Ast, Freud llama «pulsién» a la misteriose vinculacién que consrata entre la energia espontinea del yo y lo que produce tuales no responden a una psicoterapia cara a cara. " La primera parte de este texto, que comprende Fundamentalmence «La psicoterapia, espacio de juegos, ha sido redactada por Annie Anieu. jUn mo- mental. juego e histeria ha sido redactado por Simone Daymas. * Psiquiata-psicoanaist, Centre Alfed-Binet. 2 Peiquiatrapsicoanalista, deparcamento de psicoandlsis de la Salpecitre (fe, Basquin). lis) 20 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO como actividad. El nifio que juega utiliza los objetos/cosas como soportes de las representaciones de sus objetos fantasmaticos y las proyecciones afectivas que se refieren a esos objetos internos. Esta relacién entce el interior pulsional y fantasmatico y el contacto perceptivo establece el orden Itidico que produce eépidamente el ‘orden simbélico en el caso de relaciones normales con los obje- tos internos. El caso del nifio que juega con la bobina, descrito por Freud en Més alld del principio del placer, es un perfecto ejem- plo de la precisién y la condensacién del juego. El juego consiste, pues, en experimentar el contacto con los objetos externos, en probarlos, utilizarlos, interiorizar los aspec- tos materiales y afectivos y, finalmente, en adquicie el dominio, Es una experimentacién gratuita que reproduce y amplia la cu- -iosidad deLbebe hacia cl cuerpo materne, y'los intereambios sen Esca experimentacién permite integrar los cambios internos vinculados con el desarrollo del individuo, Veremcs que, en la gran variedad de las formas del juego, se intsoducen poco a poco las caracteristicas de la simbolizacién, Por sus caracteres sensoriales y motores, se puede pensar que el juego es una expresién directa de la pulsién. Aunque en la edad de latencia, aparece ya un funcionamiento del preconsciente. Se- ria pues una representacién simbélica de la actividad pulsional del yo, que precede al dibujo y al discurso, En efecto, el juego del nifio precede al lenguaje. En la situacién de psicoterapia, pre- cede también al dibujo cuyo nivel simbélico es poscerior y su- pone la utilizacién de los objetos/cosas (lépiz, pincel) converti- dos en inscrumentos, con una finalidad de figuracién definida cién se adhiere al simbolo de forma directa, mientras que, en el juego, fluctiia mas cerca de la fantasia, y pasa por el contacto réc- til con la cosa representativa y por los movimientos significantes. INTRODUCCION 2 La PSICOTERAPIA, ESPACIO DE JUEGO ‘Cuando el psicoanalista se sitia ante un nifio que juega, aban- dona el mundo de los adultos. Se permite volver al Pats de las Maravillas, como Lewis Carol. Pero se encuentra en una situa- cin original si se la quiere comparar con la situ: «conforme» del andlisis: divan/butaca. Para relarar esta situacién, los autores del presente trabajo fre- cuentemente se han encontrado ante la dificultad de la ausencia de todo soporte material. Su memoria se ejercita vigorosamente y se pone en duda cuando se trata de relatar el contenido y el proceso de una sesién de la que solamente queda la huella me- _ morizada, Las notas tomadas-fuera de la sesién, como es muy-itil CET, r transferencia est tocada y presenta tantos mds problemas en cuanto que su elaboracién reposa, en gran parte, en las cons- trucciones. Este estado de cosas puede también Llevar al rerapeuta a referirse a las aporcaciones aparentemente mas tangibles en forma de informaciones que vienen del exterior. Winnicott (1971, pag. 76) describe bien la sicuacién de cada uno de los dos compafieros cuando escribe (...] la psicoterapia se efectdia alli donde dos dreas de juego se imbrican, la del paciente y la del cerapeuta. Si el cerapeuta no puede jugar, eso significa que no esté hecho para este tra- bajo. Si el paciente no puede jugar, hace fata hacer algo para permitile tener la capacidad de jugar, después de Jo cual la psicoterapia podrd empezar. Si el juego es esencial es porque Este pasaje resume perfectamente la posicién de los autores de este libro. La tiniea puncualizacién que se puede afiadir, es que «si el paciente no puede jugar», hace falta,sin ninguna duda, em- pezar la psicoterapia permitiéndole acceder al juego. Pero Win- nicote no se situaba a este nivel cuando escribia este texto, aun- que lo sabia muy bien. Por lo que se refiere al analista ef juego del nifto durante la se- sién le permite acercarse a las emaciones infantis, experimen- 2 rE EN PSICOTERAPIA DEL NINO rarlas nuevamente en lo agradable, o dominatlas sin cesar en lo desagradable y analizarlas permanentemente en la relacién con el objeto/nifo, La movilizacién de las identificacones por los mati- ces del proceso trdnsfero-contratransferencial suscita la posibilidad de transformar esas emociones en elemento: comunicables al nifio. La distancia que toma el analista hacia los contenidos de su contratransferencia le permite entonces pensar e incerpretar. En el desarrollo del nifio, y, a continuacien, en la situacién analitica, el juego precede al dibujo y al discurso, incluso si una cierta verbalizacién acompaiia a veces al juego. Fl juego cor promete no obstante a los procesos de acceso 4 la simbolizacién, a la expresi6n de si mismo y a la comunicaciéa que estén pres. tablecidas en el pequefio paciente, en los estadios precedentes a Los juegos que producen los nifios durante sus terapias son, sin duda, poco diferentes de los que realizan en su vida cotidiana. Melanie Klein empezé su carrera yendo al domicilio de sus jéve~ nes paciente, en casa de los cuales ella les miraba utilizar sus pro- ios juguetes. Después comprendié que ese marco no era sufi- para que ella pudiera liberar los elementos puramente transferenciales. En efecto, es el proceso de la trans- ferencia el que va a hacer que se modifique el contenido y la na- rracién desarrollados en el juego. Modificar también la relacién del nisio con el espacio del marco, con el cuerpo del analista, con el contacto con los objetos de los que dispone, El espacio del marco de la terapia se utiliza libremente por el nifio. Si los desbordamientos aparecen, el analista ¢s responsable sesién representa el espacio mental comin a los des componen- tes y a las disposiciones que ahi se establecen en el curso de las asociaciones. Bion hablard, sin duda, de «modificaciones», Win- nicott de «espacio transicional». Poco importa el vocabulatio que intenta poner en palabras de adultos, en teorias y en metapsico- logia lo que sucede en una sesién durante la cual un nifio juega ante y con su terapeuta. Lo que importa ¢s la escucha que se presca a ese juego, y las transformaciones que modifican la es- teuctura psiquica del nifto por la organizacién de sus objecos in- INTRODU temos y que conducen poco a poco al joven paciente « una vida de pensamiento y de equilibrio interior, por la organizacién ar- moniosa de las relaciones entre sus objets internos. | No se sabe jamés cémo terminard un juego. Lo propio del juego es lo inesperado. Incluso si la espera de ganar forma parte del jugo. Jugar es intentar un desafio. A si mismo y a los com- paferos. En esto el psicoandlisis es un juego. Un desafio lanzado a las defensas, alas pulsiones, a las imégenes, al analista, cesafio que se vuelve a poner en juego sin cesar. La resistencia estd ahi para hacer frente a la realidad y sus coacciones. El psicoandlisis con los nifios es, por nuestra parte, adultos y anelista, un juego reencontrado con las fantasfas infantiles y actuales. Es también -un-desafio-a la-desaparicién- de-lo-infantil, que nosotsos intenta- todo, mantener por su valor dinémico irreemplazable. Lo infun- til idealizante que conducird al nifio al pensamiento y quizds a la sublimacién gracias al juego con las palabras en las que se con- vertiri el analisis. No obstante, vamos a intentar en esta obra dar cuenta de al- gunos de los procesos que se cumplen y se modifican gracias al juego en la psicoterapia de un nifio. {Uw MomeNnTo!... JUEGO HISTERIA? Un momentols, dice el nifio que juege... y el juego se de- tiene y el tiempo del verbo pasa del condicional al presente. de su limitacién por una palabra adecuada cuyo sentido habré oO eaieeasaneiones pecnwnieec ‘dad donde ¢! cénsul, bajando el pulgar, exigia que se diera muerte al gladiador abatido que demandaba piedad. ; E] sjun momento!» del nifio es un dedo levantado que dice: «Deteneos, calma, respiracién, bastante pdnico, bastante excita- eign, bastante goce.» : : El jucgo del nifio fascina al adultos el juego de la histérica fas- ina al médico desde la antigiiedad (los egipcios, como trata- 2 Texto aparecido ya en Newropychiarie de lenfanr, 1982, adm. 30. 24 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DELNINO miento, intentaban acorralar, por fumigaciones en todos los ori- ficios del cuerpo, los desplazamientos placenteros del tivero); el argumento de la histérica fascina al psicoanalista desde Freud. 2No existe entre las manifestaciones histéricas y la actividad Iidica del niffo una relacién muy fntima? Existe un parentesco cierto entre la ambigiiedad de la natu- raleza infantil que busca su sexo a través de las identificaciones, a las que cualquier verdadero interrogatorio esté prohibido, y «el ambiguo desorden de una carne andrégina» (Perrier, 1968) de la hiseérica que habla por su s{ntoma, F La histérica «sufre de reminiscencias», reminiscencias de emo- ciones del nifio vinculadas con la seduccién por el adulto, cul- pabilizadas y reprimidas, {as pruebas més convincentes,[...] de atentado sexual, de vincu- laciones infantiles, de abuso brutal reiterado, A pesar del descubrimiento de la sexualidad infantil, y el as- ecto «perverso polimorfo» (Freud, 1905) del nifio, a pesar de la afirmacién de la universalidad de los deseos edipicos, Freud ja- més abandoné completamente la teorfa de la seduccién. La csatisfaccién alucinadora del deseo», piedra de toque del psiquismo humano, que asegura los contrafuertes del narcisismo ¢ intenta lenar las angustias de separacién y de castracién, es también la nostalgia de una primera seduccién. La alienacién del nifio a sus padres es fisiol6gica, psicolégica y social. wemmure adres y de ls personas que dan sus cul dado ln raramene deja de radi su cree er. fica, el nifio es un juguete erético... La nifia acusa regular- ‘mente a su madre de seduccién porque ella ha sentido sus més fuertes sensaciones genitales durance la roilete 0 los cuidados corporales... Frsup, 1931 Una alienacién exitosa presupone su desconocimiento. Si es absolura en el nifo, ¢s la psicosis; pero en la evolticién mencal, mtroDUCCION 25 l nifio escé confrontado a la ambivalencia de los padres y «es obligado a investir simulténeamente a un objeto causa de vida y de muerte a la vez» (Aulagnier, 1981). Pero hace falta al mismo tiempo el aprendizaje de la duda, porque el discurso del padre no s fiable; puede mentir. Si se puede decir cualquier cosa, se puede liberar de toda tu- tela; asi el nifio en el juego se expresa frecuentemente en condi- cional: la duda libera los procesos de pensamiento, pero no la vida pulsional. ‘Antes de la duda, el nifo, frente al adulto que piensa, mani- pula las ideas sin l6gica, téctica de proteccién, de ataque o de su- misién. Es asi como se encuentra a los nifios perfectamente sumisos, c ———————— —niirios morietos, nirias pequenas lienas de cintas con tos mismos rere ecm Sn RT OTC To cn pea fios timoratos y amanerados, nifios fuera de juego, economizando todo pensamiento, {Qué medios tiene pues a su disposicién el niffio para des- marcarse de este rasgo de deseos adultos, para evadirse de la alie- nacidn y de la seduccién? La via més econémica, la mas directa, la mds eficaz es por su- puesto el juego, actividad infantil por excelencia que el adulto envidia y quiere imitar E| nifio que no juega esta enfermo: puede agotarse en una ac- id de chantaje, en la crisis de rabia o de negativismo, en la ccesidad incesante de hacerse interesante 0 en las crisis de ner- vios. Puede expresarse en los compromisos neuréticos donde el sintoma marca la colusién entre un entorno inadecuado y las ne- El juego infantil es, como la histeria, a dramatizacién, la es- cenificacin de todos los misterios de la bisexualidad humana y del misterio de la sexualidad femenina. :No se puede decir del juego que es, como el sintoma de conversién, represencante sim- bélico del falo perdido reemplazando con una vivencia de placer todos los afectos de angustia y todo sentimiento de peligro? E] juego instala un espacio ficricio, verdadero territorio del que todo adulto esta excluide, del que toda seduccién directa del adulco esté excluida. Bl nifto esta protegido de la seduccién 26 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO cn la que «un elemento exterior cualquiera explora sus pulsiores, favorece en él el aniquilamiento del sentimiento que tiene de existir y por ello hace el juego imposible» (Winnicott, 1971). El juego es una actividad real que utiliza tanto la morticidad como el lenguaje, permite todas las peemutaciones indentifica- doras y expresa todas las facetas de la vida pulional La excitacién psiquica se sitéia siempre en un limite en el que peligra de ser demasiado fuerte y de romper el juego. El elemento de angustia esta frecuentemente presente pero siempre conno- tado de incensa satisfaccién. La descarga pulsional se inscribe en- «re la alucinacién psicdtica y el simulacto. Siempre hay escenifi- cacién y accién, El lenguaje soporta la accidn en toda su sutilidad. Esto va — desde ¢l-grito; expresié directa debafecroya la ISCUTSO Ceatral a varias voces, Este discurso es entonces frecuen= temente imitacién y parodia del discurso parental; el nifio, a su vez, aprende a manejat la palabra mentirosa. Hacer como si, es conjurar todas las experiencias, dominarlas y anularlas. En el juego se expresa también el terrorismo fraterno, las relaciones de presencia, de celos y de envidia, pero fuera del envite de los pa- dres. Es el maravilloso aprendizaje de la banda» de la misma edad, con las relaciones finalmente liberadas del «més grande y del més pequefio», sujecién de hermanos y hermanas, Asi el juego, «operacién compleja dialéctica entre el simbo- lismo y el mundo fantasmético» (Gutton, 1972), aventura cor- poral siempre estrechamente vinculada con el leaguaje, se adapta a toda la evolucidn libidinal del nifio. Juego famoso de la bobina (uno de los primeros juegos de! bebé), juego de ensarcar perlas 0 primer plano), juego de carreras 0 de batalla, juego del negociante (con un componente anal dominante), todas las variaciones del juego del Papd y de la Mamé, etc, He aqui tres ejemplos para iluscrar las diversas facetas del juego que se han evocado, ejemplos tomados del natural, en un jardin puiblico. Un bebe titubeante seguido por un papd distraido; el papd se instala cerca de un recipiente de arena, abre su petiddico y da una pelora a su bebé. Este tira inmediatamente la pelota fuera del re- labra clave y al — sopucctdy, cipiente de anna, grita a su padre que debe recogerla y volvzisela a dar, El bebé se alegra y vuelve a empezar. Eso se repite... El pa- dre, desbordado, se levanta, retoma al nifo en sus brazos y la pe- Jota y se va, perdiendo su periédico. =. : Dos chicos, sin duda hermanos, tres y seis afios, juegan a la guerra con los bastones-carabinas. El mayor ordena: «Yo saltaré, tu tirards y yo seré herido» El pequefio obedece; el mayor se de- bate, oscila y se acuesta en el suelo, tocado. En un soplo, ordena: «Mérame.» El pequetio lo ejecuta: «Pan, pan, pan.» El mayor, después de un sobresalto, yace inerte, con los brazos en cruz. Si- lencio, el pequetio, completamente aterrorizado, se paraliza, des- pués esralla en sollozos. Pero el mayor se levanta inmediara- mente... para que el juego pueda continuar! Tos zapatos al jersey. Tienen aproximadamente siete y once afios, seguramente dos hermanas. Mirindolas caminar, uno se imagina a los padres sofiando con la gemelidad o bien, rechazando la cul- pabilidad de su decepcién de no tener chicos, sobreinvistiendo el parecido y la similitud. Las chiquillas legan a la fuente. Una se monta a caballo sobre la fuente, la abraza con sus dos brazos y apoya sus dos manos sobre el boroncito y asf hace que corra el agua. La or, receptor, mantine ent ts piesnas sabe el cho- ro un pequerio regador de juguete. La operacién se desarrolla lentamente, ceremoniosamente, como un ritual religioso. ‘Se pone uno a sofiar: gnegacién de la pequefia diferencia? ¢ cenificacién de la diferencia de sexos? ;Afirmacién de la bisexua- lidad? Sorprende lo serio del juego seguramente por su excesiva gran propio del jusgo del nifio. De un patio de recreo, son los gritos los que nos llegan y no las carcajadas. Bit weeanchs, cl aduleo se cuando juege. Loe peicoanaliseas rien también cuando hablan de ciercos contenidos de psicotera- pia de nifios y durante las sesiones de psicodrama, Hamada a este espacio irreemplazable del juego infantil. {Un momento... Siviandonos ante el dibujo y la palabra, cuando los signos son c 28 ELJUEGO EN PSICOTERAPIA DEL. NINO las tinicas aproximaciones que el nifio nos dirige, él juega y nos- ‘entamos jugar con él y para dl. __ En suma, no hay ni espacio ni tiempo, solamente un ser vivo que se mueve, y el espacio-tiempo nace con él. Es sufi- ( ciente un cuadrado desnudo, de algunos metros, para que to- dos los suo y todas fs pasiones del hombre estén repre- sentadas. Cutns, 1998 ‘CAPITULO PRIMERO LA TECNICA PSICOANALITICA CON EL NINO Annie ANZIEU La historia: det juego en et anilisis de los nifios suscita-relati- Vamente poca curlosidad, La complejdad Gel proceso hace que se desplieguen muchas preguntas para aquellos que la utilizan. Hay que decir que son raros los analistas conocidos que han osado abordar este tema. 1. Historia Freud y la bobina ‘Mis alla del principio del placer, 1920: en esce texto, el mismo Freud constata la prioridad de la investigacién del placer en el transcurso de Jos procesos psiquicos. Es entonces cuando esta- bleciendo la segunda tépica de su metapsicologia, saca de su ob- mento, por un rodeo familias, su nieto le revela la importancia del juego en la biisqueda del placer, y la defensa contra el dis- placer. Ademés, el juego va a aparecer como una técnica que | set humano utiliza para establecer una economia psiquica que co- rrige las angustias de pérdida del objeto, y, como consecuencia, las eendencias depresivas. Ese nifio pequefio de un afio y medio hablaba poco, era obe- diente y no lloraba jamds cuando su madre le dejaba. Sin em- bargo, tenia la costumbre, un poco molesta, de enviar lejos de él (29) 20 ELJUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO todo lo que podia atrapar profiriendo un «ooo» prolongado, que se habia podido entender como fort, es decir, lejos» en alemén. Dirfamos en castellano: «marchado». Un dia que el nifio jugaba con una bobina atada a una cuerda, Freud se da cuenta de que él tiraba el juguete en su camita di- iendo «000»; el objeto desaparecta. Después el nifio recogia el hilo de la bobina y alegremente gritaba vasa» (eda, whe aquis). El placer se encontraba en hacer reaparecer el objeto desapare- cido. Freud comprendié entonces que ¢l nifio pequefio que no lloraba cuando su madre desaparecia ejercia sobre si mismo, en ese momento, un gran esfuerzo para no oponerse a esa marcha y renunciar a sus pulsiones. Compensaba ese esfuerzo de dominio sobre s{ mismo intentando dominar la vuelta del objeto materno LA TECNICA FSICOANALITICA CON EL NINO 31 El establecimiento de la téenica del juego: Melanie Klein y Anna Freud Hasta aqui, por asimilacién con el andlisis de adulros, la au sencia del lenguaje desfavorecta el trabajo con los nifios. Esta po- sicién no esté ademas verdaderamente modificada en la época ac- tual, incluso si los argumentos utilizados contra esta practica se han multiplicado superficialmente. Melanie Klein cambia completamente la perspectiva afir- mando lo qu todos los analistas de niffos estén persuadidos en el presence: en sesidn, el juego del nifio ¢s equivalence a la asocia- cién libre de: adulto. A partir del trabajo realizado por Freud con El nif, con su juego, tenia una doble finalidad: repitiendo su doble gesto de desaparicién y reaparicién del objeto, pasaba de un estado pasivo, en el que experimentaba el acontecimiento, a una independencia activa, gracias a la cual decidia la marcha y el rerorno del objeto, y asi podia, sin duda, vengarse del aban- dono de la madre. Este juego aparece entonces como una elabo- racién de los sentimientos de abandono vinculados con la au- sencia de la madre. En esta observacidn, se revelan la vendencia y la repeticién de lo reprimido y el deseo de dominio vinculado con la investiga- cién del placer que aparecen como los motores esenciales de la actividad Itidica en el nifio, y fueron, a continuacién, utilizados en la prdctica psicoanalitica con el nifio. Alpunos afios después, en 1924, Melanie Klein inventa su téc- comprensin del medio psicoanalitico berlinés y con la presen- cia, cerca de Freud, de su hija Anna, que rivaliza con Melanie por su interés comtin por el andlisis de nifios. «Eb nombre deh (198};ellarafirmayapoyindose-en-ar— ‘Bumentos teoricos que desarrollart a conuinuacion r que se trata no de una diferencia de naturaleza en el trabajo, sino de técnica con el paciente. Efectivamente, deja libre curso al desarrollo de las asociacio- nes lidicas del nifio a las cuales concede la equivalencia de una sublimacién primaria y de una simbélica creadora. La idea fun~ dadora de su técnica es que la proyeccin del nifio sobre los ob- jetos manipulados, de forma activa, se suscita por la estimulacién. permanente de las fantaslas mascurbadoras, que estén vinculadas con las representaciones de la escena primitiva. Planteados estos principios, Melanie Klein trabaja, no como H. von Hugh-Helmuc y A. Freud, con fines educativos y curati~ vos a nivel sintomatico, sino que ella espera alcanzar las races del proceso neurético interpretando la transferencia «en sus menores tias y la culpabilidad del nifio, y resolver las fijaciones. La larga querella entre Melanie Klein y Anna Freud reposa, con toda evidencia, sobre las bases afectivas y las rivalidades per- sonales en las que Freud fue el envite. Pero también se trata de hipétesis muy inceresantes. La utilizacién técnica que tealiz6 Me- lanie Klein del juego de los nifios durante la sesidn fue el punco- de partida de las diferencias cedricas entre las dos mujeres. La forma de escucha que ofrecian al nifio se cevelaba como tema de comparacién y de divergencia, Para Anna Freud, el nifio esté atra- 2 EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO pado en los conflictos edipicos. Para Melanie Klein, las fantastas del nifio, que el juego revela, descubren la gran precocidad del edipo, y del desarrollo libidinal. D.W, Winnicore El nifio no tiene a su disposicién el uso del lenguaje, pero el juego le permite una expresién simbélica de sus angustias, Existe un valor de sublimacién creadora. El nifio proyecta en los obje- tos a los personajes de su mundo interno y pone en escena sus mecanismos de defensa. __D.W, Winnicor, después de haber side supervisado por Me- se ha convertido para él en lugar de la experiencia de realidad, el espacio donde se desarrollan los contactos, las «transiciones» entre el interior del individuo, contenido en su «membrana», y la vida exterior. El juego es un ejercicio de creacién de los objetos. La re- lacién que hizo de la terapia de «ia pequefia Piggle» (1958, pégi- nas 81-91) nos proporciona un ejemplo norable del trabajo con un nifio pequefio. D. W. Winnicott entré en andlisis al mismo tiempo que empezaba a practicar la pediatefa, Desarrollé y :uavib las re- glas del andlisis de los nifios, especialmente poniends el acento en dos puntos: la importancia de la actitud del terapeuta y la uciliza- cién de la actitud hidica en el tratamiento, Para él, no existe dife- rencia entre psicoterapia y andlisis, sobre todo con el nifio. Las dis- cusiones que dividen todavia sobre este punto a los medios analticos se resumen con la pregunta: zel terapeuta tiene una for- macién psicoanalifica 0 n0! fuego, es a este nivel en el que se plancean actualmente los problemas que aparecen en el tema de la multiplicidad de las sociedades de psicoterapeutas. Para Winnicore, en la medida en la que el terapeuta se com- porta como un analista, la forma del tratamiento debe adaptarse a las necesidades inmediacas: «los limites son tan borrosos que no es posible precisarlos» (1978). Esta cuestién permanece cviden- temente como el objeto de un debate cuyo tema no esta aqui, in- cluso si este libro puede prestarse a esta discusién. La oiinalidad de Winnicott reside en Ia gran libertad con la LA TECNICA PSICOANALITICA CON ELNINO B que acta en su préctica, conservando estrctamente el espiritu del analista. Si no ha creado escuela, su personalidad ha influido mu- cho en la evolucién de las téenicas vinculadas con el analisis y la comprensi6n de los nifios en los medios médicos y sociales. Su obra std consagrada esencialmente a la infancia,y la importancia del es piritu hidico tiene un gran espacio. Constivuye el fundamento esen- ial de la personalidad, con la identidad psiquica. En su trabajo con Jos adultos, encuentra las mismas bases del tratamiento analitico. El sentimienco del contacto permice ejercer el poder fantasmatico de ‘omnipotencia reciproca entre el sujeto y el objeto. El nifio, gracias al juego, espacio de transicidn, va a pasar de la relacién con el ob- jeto interno a la utilizacién de éste como fenémeno exterior, —En la cetapia, el juego-va pues-a permitiral-nifio-utilizarel es 80. libertad fantasmética. Puede experimentar la destruccién 0 la su- pervivencia de los objetos, y, situando asi los «objetos fuera de sf mismo», fabrica la realidad. Al hilo de esas numerosas reflexiones teéricas, que profundi- zan la elaboracién de la relacién del nifio con el objeto a través de la técnica de! juego, encontramos en Freud, al nifio y a su bo- bina, la cuerda crea un espacio transicional entre la madre des- aparecida y el intento megalomantaco del nifio pequefio. Desde la segunda mitad del sigio xx, la técnica del juego es definitivamente adoptada por los analistas que trabajan con los ni- fios, incluso si no es siempre practicada de forma muy pertinente y si ella estd sujeca a las interpretaciones més 0 menos tigurosas. Desde Winnicott, hay que esperar el final de este siglo para ue podamos nuevamente tomar en considera nifio y el Iugar que tiene el juego en esta disciplina particular. 2. ELMarco Para Kant (Critica de la razén pura), el juego se incorpora al sentimiento de lo bello, pero se opone al trabajo, que llamaria- mos la realidad. Debemos también reconocer que el juego in- dluye en él mismo la nociéa de places, de satisfaccidn de una es pera que puede indefinidamente renova ea EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO El marco prdstico La organizacién eécnica de una psicoterapia del nifio desen- -cadena numerosas cuestiones. No es suficiente plantear una regla ‘ya instituida de palabra y de continuidad, como se hace con un adulto. La dependencia del nifio frente a sus padres, del medio ‘escolar o de otras instituciones y la del terapeuta que establece -agui una dependencia practica, de la realidad, a la que est muy obligado a tenerla en cuenta, Ta organizacién de la terapia de un nifio se hace con la ayuda de los padies. Raramente un nifio demanda por si mismo este ‘ipo de intervencién en su vida. La decisién del principio y de de las primeras entrevistas de los padres, con el terapeuta, des- pués del nifio, Esta modalidad que separa primero a los padres del nifio, aunque no sea una regla general, nos parece la mejor. Pero no es aqui el lugar de discutirlo. ‘Ala salida de estas entrevistas, segiin la patologta encontrada en el nifio, después de haber decidido juntos iniciar una relacién personal del nifo con su terapeuta, este timo debe enunciar las reglas, El marco donde debe sicuarse comprende primero el ni- micro, el lugar, eventualmente el precio de as sesiones con el nitio y el pago de las ausencias, tema siempre delicado en la relacién ‘de; cerapeuca con los padres. Esto se eplantea» como un contrato, priparado que se deriva del establecimiento previo que se ha he- chy en la concepcién freudiana del andlisis. Este contrato es la formalidad de un compromiso personal reciproco donde lo trans- eren ria menudo Ta vaetar a te bla aqui de alianza terapéucica. La regularidad y la continuidad, dificiles a veces de hacer respetar durante la terapia del nifio, no ‘obstante son las bases esenciales. A partir de este factor particu- lar es cuando se pucde decir que las reglas de base de este trabajo no se han «planteado» pero si que es necesario «establecerlas» con Ja colaboracién, més 0 menos asegurada, de los padres y del nifio. En esto, parece que el marco de una terapia del nifo se conscruye a medida, incluso si las nociones esenciales estin sdlidamente es- tablecidas en el analista. No es despreciable anovar que algunos LA TECNICA P3|COANAL/TICA CON EL NINO. ¥s nifios utilizan el juego durante las primeras encreviscas, cuando les recibe el terapeuta al mismo tiempo que a sus padres. Ya sea tun juego de seduccién hacia los adultos, por agitacién, opos.cién o participacién, ya sea que juegan a discancia, sin ninguna duda a los juegos en relacidn con los intercambios entre adultos 2 los ‘que parece que no tienen en consideracién. José Bleger (1966) estudia cuidadosamente las formas y las implicaciones de un marco «idealmente normal» a partir de una norma de partida. Esta se nos ha presentado y facilicado por los Excritos téenicos de Freud, y en particular El Principio del srata- miento. Es evidente que después de un siglo, han intervenido cambios en la concepcién de las reglas enunciadas por Freud, cambios vinculados con las condiciones actuales, y con la dlabo- Sn que se hi ticular sobre ebtera det tratamiento de los aifios, esta elaboracién, aparentemente, sok- mente ha compartido con los analistas la cualidad analitica del tratamiento de los nifios. Y esto muy particularmente sobre la ¢s- pecificidad del juego en la técnica de expresién que se uiliza con el nifo. Miencras que se da la prioridad a la palabra en el andl sis llamado «issico. En la relacién que hace del andlisis de .2 pe- quefia Pigg. Winnicott nos proporciona un ejemplo magistral de la maleabilidad posible del marco puesto al servicio del nif. El marco y las reglas La regla de libre asociacién adaptada al nifio es indispensable. Debs ser formulada en un modo accesible al nifio, a la necesidad bien la libertad que tiene para expresarse. Intervene enconces la regle de la abstinencia. Establece los as- pectos reciprocos del marco que exigen, tanto por parte del ana- lisea como del paciente, abstenerse de todo dominio fisico y pst- quico del uno sobre el otro. Alude pues a la seduccién, actuada fen particular, como a la agresividad accuada por el uno 0 dl otro de los dos compafieros. Esta regla se completa con la promesa de discrecién, por parte del analista, en cuanto al contenido de las sesicnes. ¢ ARAN c 7 Interferericias del marco y del proceso venitlo, sale de la habitacién durante la sesién, va al aseo, se lleva c nudos. : marco puede transformarse siguiendo tanto el proceso terapéu- = 2 “ anece extable y sirve de sesiones y la continuidad de la presencia acogedora del analista apoyo al nifio para desarrollar su yo. El marco coma entonces un % EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NIRO He establecido aqui un marco formal que reposa sobre el nii- mero fijado de sesiones, su duracién, su regularidad, su precio y sus modificaciones accidentales, como las vacaciones. Otras mo- dificaciones de la forma del marco, por ejemplo, las ausencias, justificadas o no, por parte del nifio, hay que reinvesticlas siem- pre y unirlas a la transferencia por el analista. Lo mismo que las modificaciones provocadas por el analista, que el paciente las siente siempre como una frustracién, incluso una persecucién: por ejemplo, cuando el analista hace esperar al nifio mds alld de la hora previsca para el encuentro. El juego en la sexién offece fre- cuentemente la ocasién de retomar el vinculo y de analizar el sen- timiento del nifio por la falta del terapeuta. De hecho el marco es el soporte de la transferencia. Cuando no se modifica nada en sus modalidades procesuales, es que, se- atin Bleger, se ha convertido en el depésito de las partes psicsti- cas del paciente. En ese momento, la estabilidad se convierte en tigidea, nada debe cambiar: a'veces vemos la manifestacién en el juego del nifio, cuando exige al analista retomar el mismo juego en cada sesién, 0 con Christian (cff. Capitulo cuarto) que repite incansablemente el movimiento circular de la silla alrededor de la habitacién, sin levantar los ojos jamds, ni emitir ningiin otro signo. Lo volveremos a encontrar en Antoine (cf. Capitulo sexto) ‘que rompe incansablemente los platos en trozos cada vez més me- reactiva, segin Winnicott, algo de la «preocupacién materna pri: maria». Piensa también que una de las preocupaciones del ana- lista debe ser la de continuar viviendo hasta el final del andlisi. Y sin embargo... La nocién de continuidad es primordial, pienso, para el establecimiento de un marco/envolture en cl que ‘va a poderse desarrollar el proceso. Los casos de los nifios relata- dos aqui me parecen demostrar el estcble e una rela- n de confianza fundada en el LA TECNICA PSICOANALITICA CON EL NLNO den retomarse y continuarse de una sesidn a otra, sin que las in- terrupciones entre esas sesiones hayan cortado el vinculo transfe- rencial. El analisca no desaparece definitivamente en el intervalo. El marco y la contratransferencia Por sus caracteres de estabilidad, el marco representa también las exigencias superyoicas y frecuentemente la persecucién. Los procesos de represién y de separaci6n son discutidos de forma permanente. Las infracciones y los araques que se constituyen en el juego de los nifios por las milltiples maneras de actuar sus fan- _tasias, son, nacuralmente, las resistencias a la cransferencia de el material de juego, 0 incluso deteriora e! lugar de la terapia, se sube en los muebles o amenaza con saltar por la ventana. Las frus- traciones que siente durante las sesiones, las reacciones més 0 me- nos violentas que manifiesta por los temas del juego o en el mismo juego, permiten al nifio, en el presente, expetimentar la solidez del marco que ataca y la permanente acogida del cera- peuta. Incluso si éste interpreta la violencia de la cransferencia, Jas pulsiones destructoras, las insatisfacciones o los sentimientos de castracién, aun si son contratransferenciales y se manifiestan de manera un poco negativa, el nifio sabe que puede contar con 41, El marco permanece como el continente de las representacio- nes excitantes que el terapeuta puede interpretar. Una parte del sentido y despierta al superyé necesario para la estructuracién firme del yo. Pero este género de situaciones provoca inevicable- mente cn cl analista vivas reacciones contratransferencialey. Puede tesistirse, 0 utilizarlos para interprecar cuando estén préximos a su preconscience. Peto sobre todo si se toman desprevenidamente es cuando el juego pasa a la violencia, porque su interpretacién, in- cluso justa, se ha expresado corpemente o a destiempo ado como el miedo de ser atacado A 38. 'UEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO. LA TECNICA PSICOANALITICA CON EL, NINO 39 por el analista es general en el nifio, Es bueno interpretarlo in- necesidad del analista de no stolerat en él mismo ninguna rest rrediatamente para transformar en positivo este aspecto de la tencia susceptible de impedir a las percepciones de su incons, transferencia negativa. Sente que leguen hasta su consciente...» Cuando el juego del Este matiz importante del establecimiento de la transferencia nifo, rapido, cambiante, sin cesar en movimiento, duda del marco, por la interpretacién de esos aspecros negativos, estaba en con- Tos objetos y la persona del analista, es evidente que las resister: tradiccidn con Ia aproximacién de Anna Freud, ‘Esta pensaba que cias contratransferenciales aparecen en él, Permanecer «neutro» se {a waansferencia no surge naturalmence en el nifio y que los adul- hace no s6lo problemitico sino utépico. La ausencia de pasién, tos debian dar prueba de su interés por el nifiointerviniendo ma- como lo deseribira Bion, es sin duda una represencacién de la ac- terialmente en el marco: carta a los padres, incitacién a ciertos Gud interior deseable en esas circunstancias. El analista debe ser Capaz de absteneise de un compromiso con una idea preconce- juegos, manipulaciones pedagdgicas con los objetos. fentificaciones con el nifio, 0 con ‘Este debate condujo a Melanie Klein a aproximar el setring de bida que se desprende de su la cura de los nifios a la de los adultos, resperando no obstante los padres. jas diferencias-necesatias. La duracién y la re idad de las se- La acticud contratransferencial, por neutra que ella sea des- i abo card-en-Una.xintervencién» del analista. Bien en torno a esta al paciente. Veremos més adelante los detalles del seting que = : sinverpr M. Klein instaura en esta época. ciénn, aparecetd ese debate sobre Ja neucralidad. Se puede uno pregunrar entonces qué es de la posicién de neutralidad del analista en su trabajo con un nifio que juega. El analista figura parental i aia ANALISEA SRENTE 41. SISO De entrada, la diferencia de generaciones marca al analista de niffos, Su presencia de adulto cerca de su joven pacience, para el Un analisea que trabaja con un nifio que juega estd la mayor tual es desconocido, le sivda en el papel de cepresentante de los pave del tempo preso de una contratransferencia muy mévil La dultos: padres y maestios de todas clases. Esté lejos de ser neu- situacién particular de este trabajo pone en duda el respeto de las tro para el nifio. ¢ regis cortientes editadas por Freud desde 1904, Ha vueito aellas Pr analista solamente puede sentir esta diferencia en el primer ce hemeza, en 1912, en 1913 (El principio del tratamiento) y contacto que incluye frecuentemente a los padres del nif. La y sus aplicaciones frecuentemente se ham mites ¢ inconscientes con los padres y con el mismo tipadas, Algunas modalidades de la neutralidad son particulates nifo, La cantidad de asociaciones en para el psicoandisis de los nis. Hemos visto la importancia del ble. Las fan asfas producidas por la diferencia de generaciones $5 respeto hacia el marco, su organizacién y la forma de las inter- ian al anaiista en cuanto tercero en este conjunto de personas. Vonelones, Sin embargo, un elemento importance de la situacion Es puesto er duda por las relaciones intrafamiliares de las que es Yel analista me parece que es el poner en tela de juicio lo que €l testigo por el eco sobre el nifio que se le presenta, Freud llamaba la «acencién flocante> y correlativamente de la Fl apoyo que buscan los padres mismos cerca del analista del aneutralidad», Freud no utiliza ese término: parte de «la frialdad nifio es a menudo el objeto de complicaciones en la organizacién Ge los sentimientos exigidos al psicoanalista», pero insiste, a lo del marco. El analista se convierte en la imagen de un abuelo y se largo de todo su texto sobre «la técnica psicoanaliticar, sobre la encuentra confrontado, por esta razéa entre otras, con la dificil # EL JUEGO EN PSICOTERAPIA DELNINO, necesidad de mantener «la intemporalidad» del andlisis. Lo que significa que padres ¢ hijo esperan de él que «rchaga» el nifio ideal que ellos hubieran querido ser y que habrian querido hacer. Ellos le confian al nifio, en el mejor de los casos, pero a menudo con la ambivalencia vinculada con los temores de desposesién y de impotencia en la rivalidad edfpica. Queda la dificultad de sopor- tar la presién del enworno faniliar y esuular que sumerge nueva mente sin cesar al analista en la consideracién de sus propias identificaciones y de la utilizacién que puede hacer con ellas frence a la cransferencia del paciente A partir de Bion En su libro La arencién y la interpretacién (1970), Bion se em- plea en describir las dificultades que encuentra para definir el es- tado psiquico ideal del analista frente a su paciente. La memoria y los deseos obscruyen la capacidad del analista para conservar un estado de espiritu cientifico, es decir, abstraerse de los datos sen- soriales de la situacidn para concentrarse en el pensamiento que se produce por la capacidad de soportar Ia frustracién. Es necesatio prohibirse entorpecer los recuerdos y los de- seos. Son dos facetas de la misma cosa: los dos reposan en sen saciones corporales; los dos implican la ausencia de satisfac- cién inmediata de los sentidos, (...] los invariantes consisten en un interior y un exterior compuestos de objetos que son Se incorpora muy directamente al pensamiento de Freud en sus pensamientos sobre la técnica del andlisis. El analista que trabaja con nifios esté particularmente some- tido a este género de dificulrad. El conocimiento de hechos exteriores, revelados por la anam- resis y Ia familia del nifio, acumula en el espiricu del analista un conjunto inoporcuno. Una especie de envolcica de realidad re lacin directa con Ta parte personal y'desconocide del bce Ia paciente. [.os remores provocados por Ix rea LA TECNICA PSICOANALITICA CON EL NINO a inevitablemence en la contratransferencia suscitada por este co- nocimiento. Se puede medir cudn pesado es este saber que viene del exterior de la sicuacién analitica, cuando se conoce que el nifio ha sido separado precozmente de su madre, cuando ha su- frido violencias 0 traumatismos diversos, o incluso cuando su si- uacién familiar es inextricable, Es diflcl no asociar el desarrollo de algunos juegos con la cepeticién de estas situaciones conoci- das por el analista aunque a menudo ignoradas por el nifio. La contratransferencia del adulto es arrastrada hacia las identifica- ciones con el suftimiento infantil que disminuyen las posiciones de neutralidad. En estas circunstancias, esto supone que el ana- lista pueda hacer abstraccién de su memoria, como lo aconseja Bion, y también de su deseo.de venir en ayuda-del-anifio-en-pe- de algunos aspectos de su yo precoz, 0 de las huellas de sus pro- pios conflictos edipicos. Es notable que cuando los aspectos edf- pcos se presentan claramente en las sesiones, son més Fécilmente accesibles a la interpretacién y més soportables en la contra- transferencia que los suftimientos o las fantastas atcaicas. El analista de nifios, como frecuentemente el de los adultos, debe incluso hacer abstraccién de su deseo de ver progresar a st paciente hacia un retrato idealizador que forma parte de las cons- trucciones inherentes a la contratransferencia del analista. La imagen inevitable de la construccién del «nifio bueno» gracias al «pecho bueno/analista» se impone en la contratransferencia y el analista debe concienciatlo, para que no se convierta en una pro- yeccién que el nifio interioriza ditectamente como objeto ideal. les. . . . —— Bion, 1970, pag. 83. La relacidn de objeto particular nifio/adulto que una sesion, hace que el analista evoque el deseo de recrear a este nifio ideal que él mismo deseé ser con sus padres y con su pro- pio analista. Corre el peligto de provocar lo que yo llamo las «in- tervenciones pedagégicas» cuya influencia pedagégica o morali- zadora esté en contradiccién con la libertad que se deja al nifio para evocar libremente sus fancasias y sus emociones en kes se- cs. Esta actitud durante mucho tiempo ha sido un tema de discordancia entre Melanie Klein y Anna Freud que no admitia transferencia en el nfo Veremas que la actitad de neutral terior, que parece tan 2 EL.JUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO dificil que se instaure en el analista, puede provocar un problema cen eco con la situacién de supervisién. Finalmente, existe un desacuerdo que persiste entre los ana- listas, en el cema del valor analitico del trabajo con ¢! nifio, por las disposiciones particulares del marco. La conerecién del juego del nifio entra en oposicién con Ia situacién analitica llamada «clésica, Esta supone la abstraccién de todo comportamiento distinco del verbal, y la eneucralidad» de la disposicién espacial entre el analista y el paciente, representada por la disposicién divén/butaca, Ahora bien, el analista de nifios se encuentra en una situacidn en la que las fantas/as se materializan en el juego, donde las prohibiciones se transgreden por el tocar y por la utilizacién de objetos concretos que sugieren las representaciones miliples. puede ser fuente de progresos en la construccién del yo precoz. y la recuperacién de emociones arcaicas que no han podido ser integradas. En este momento, la memoria del analisca esté abierta a la del nifio como continente de una experiencia ya vivida, ‘mientras que se desarrolla en el nifio un proceso de repeticién de tuna experiencia no vivida o recubierta por una represién inade- cuada. El analista deja a diserecién del nifio un vesquema senso- rigl, depésito que han dejado las introyecciones antiguas de ob- jej0s onganizadores. ¢En qué se convierce la neutralidad en esta sitpacién? Melanie Klein no se plancea el problema desde este én- ‘guilo. Pone a disposicidn del nino su capacidad de comunicacién di recta de las fantasfas, su compzensién de la angustia las represenca- cciones que su conocimiento cedrico de los procesos psiquicos primatios suscita, ¢ interpreta al nifio lo que presiente de su ding mas posibilidades que Melanie Klein y debe desenvolverse con la disposicidn propia de su aparato psiquico en el momento preciso. Bion propone a su paciente un espacio de transferencia en el que su funcién de analista «transforma los datos sensoriales en elementos alfa», destinados a desembocar en la capacidad de abs- traccién, al funcionamicnto de! pensamiento y a la tolerancia 2 Ja frustracién, Sila finalidad de todo analista es idéntica a la de Bion, los ca- ‘minos por los que intenta que el paciente lo consiga no estan for- LA TECNICA PSICOANALITICA CON EL NINO a8 zosamente ‘undados en los mismos datos de la sesién. Bion se re- fiere en particular al discurso, incluso cuando él denuncia las alu- cinaciones del psicético. Admite que las alucinaciones son crea~ ciones del paciente destinadas a demostrar su independencia. En el nifio, la sensorialidad y la motricidad condicionan la reali cidn creadora, y es aqui donde Ia situacién contratransferencial del analista es puesta a prueba. Con Winnicott El juego del nifio, con lo que revela de deseo de omnipoten- cia sobre el objeto, vincula las defensas contra las fantasias per- securotias, es una creacién deb mismo urden—Winnicot ens ‘gran preocupacion hacia Tos sufrimuentos mnfanuiles y su Opa mismo sin igual, instaur6 el juego como principio de la creacién del objeto cuyo entorno puede proporcionar, «si todo sucede bien», los primeros elementos. Una madre «suficientemence buena [...] proporciona al nifio la ilusién de que existe una rea- lidad exterior» (1971). El juego reproduce esta experiencia del paso de la ilusién a la realidad que es necesaria desde hace mu- cho tiempo para instaurar las defensas aptas para hacer frente al objeto como fenémeno exterior, En la sesién con un nifio que juega, el analista vuelve a hundirse en el mundo de la creacién de los objetos por la dinémica fantasmdtica. Vuelve a encontrar ‘sus propios argumentos infantiles con los que necesita tomir dis- tancia gracias a varios procesos dindmicos: por una especie de «comparacién» de st mismo y con el nifio exterior que él ve jugar; dindmica fantasmatica para una identificacin cuya proyeccién, sobre el juego del nifio, debe evirar; o incluso apoydndose en las referencias tedricas. Esta situacién del analista de nifios, implicada en la concre- cién objetal por la situacién del juego, pone vivamente en duda la contratransferencia. 4 ELJUEGO EN PSICOTERAPIA DEL NINO LA TECNICA PSICOANALITICA CON EL NIRO “6 tra como la inhibicién de éste esta vinculada con los sentimien- Contratransferencia y supervision tos inconscientes de castracién. Su imago materna se mantenia terriblemente prohibitiva hacia sus pretensiones filicas, hasta el La influencia de las imagos parentales nos recuerda lo que tra- punto de que no podia identificarse con el pequefio Luc y per- tébamos mis arriba: las representaciones superyoicas vinculadas cibir la decepcién de éste en su situacién de nifio demasiado pe- con [a diferencia de generaciones. Esto me conduce a algunas quefio para pretender el reconocimiento de su pene por el tera- puntualizaciones sobre la situacién de supervision, especialmente peuta. El analista se ha encontrado en la misma situacién en el tratamiento de nifios. conmigo. Solamente cuando pude hacer discretamente alusién a El supervisor representa forzosamente pata el analista del nifio. este estado psiquico el proceso de las identificaciones y de las con- un supery6 apremiante e idealizador. De entrada aparece la in- cienciaciones ha lo volver a ponerse en marcha. Mi propia certidumbre del marco y su justificacién durante el estableci- neutralidad ha consistido simplemente en una tempotizacién pa- miento con el nifio y su entorno familiar o institucional. Todos ciente, en una investigacién de las alusiones aceptables por el ana- ¢ sabemos que ésta es la piedra de choque para el reconocimiento__ lista y su transferencia sobre mf, de no desconfiar y de no'habler casi regularmente encargado, sino de la decisién de la cura, por Lo esencial de este trabajo tanto en la supervisién como en la se- Jo menos de la aprobacién mds 0 menos explicita de Ia eleccién sién con el nifio consiste en reemplazar sobre la escena psiquica de la organizacién de las sesiones y de la utilizacién del material. Jo que nosotros vemos actuar en el juego. La imprecisién que rodea forzosamente, la mayor parte del tiempo, la puesta en marcha de un anilisis del nifio por las re- sistencias del entorno, valora la espera superyoica del analista que El analisea frense a los padres se va a encargar del nifio y de dar cuenta de su trabajo con él. Las imagos que se proyectan sobre el supervisor son defensivas La importancia de la presencia de los padres en el andlisis de en el sentido de la agresividad, del despertar de los temores de los nifios no es evitable. Percurba la contratransferencia del ana- castracién, de la superioridad de la capacidad de pensar. Des- lista en sus posiciones defensivas. Yo no podria hacer nada més piertan también las identificaciones positivas con la potencia pa- honesto que ilustrar este situacién con mi propia experiencia, rental, con la formacién de elementos alfa comunicables al nifio, Cuando la madre de Antoine (Capitulo sexto), la sefiora V., : con la capacidad de ensofiacién hacia el nifio. Otros tantos mo- me persuadié un dia para recibirla con su hijo, yo me encontraba vimientos relacionales que frecuentemente es posible poner al dia contrariada, No solamente por la oposicién manifiesta del nifio,

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