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INSTITUTO COMERCIAL PANAMÁ

ASIGNATURA: LÓGICA Y FILOSOFÍA

PLAN 1 “¿QUÉ ES FILOSOFÍA?”

Objetivo: Reconoce la importancia del estudio de la filosofía y la lógica, como generadora de ideas y fuente de
conocimiento.

NOCIONES GENERALES DE FILOSOFÍA

1. FILOSOFÍA: Concepto y significado.


Mucho se ha hablado de filosofía o pensamiento filosófico. Con frecuencia, el hombre suele afirmar: –¡Yo tengo
una filosofía!, por querer decir con ello, la mayor de las veces, que se tiene un modo de pensar o de actuar
frente a determinado tema o circunstancia. Es común escuchar, además, que alguien es filósofo o que estudia
algo denominado “filosofía”. Pero cabe preguntarse: ¿qué es en sí la FILOSOFÍA?, ¿qué encierra tal palabra?
Posiblemente se haya formulado usted semejantes interrogantes y muchas otras más; no es extraño que
ocurran tales cuestionamientos, pues, para la mayoría de la gente el verdadero sentido del término aún es
oscuro. Se pretende, por tanto, ofrecer una breve pero clara explicación al respecto. La palabra filosofía requiere
primeramente una explicación en dos sentidos. Por un lado, se hace necesario acudir a su raíz etimológica, es
decir, por lo que la palabra misma significa en su forma propiamente gramatical o conceptual; por otra parte,
debe apreciarse el término por su significado real, esto es, por las diversas definiciones que de ella se han dado
a lo largo de la historia del pensamiento.

1.1 Significado etimológico (o conceptual). La palabra filosofía es de origen griego, y tiene su origen en Filo, que
a su vez proviene de fileo, que significa amor, amistad y, Sofía, que significa sabiduría; por lo anterior se
concluye que, por lo menos etimológicamente, filosofía no es otra cosa que amor o amistad por la sabiduría y
en consecuencia, el filósofo es el amante o amigo del saber. Una vez esclarecido el sentido de la palabra griega
filosofía, es oportuno conocer cómo surgió dicho término, o al menos, a quién se le ocurrió el uso de tal concepto
para referirse a esa pasión del ser humano por el saber.
Existe al respecto una vieja tradición que, si bien no puede probarse históricamente, al menos ilustra de algún
modo cómo pudo haber nacido el vocablo en mención. Algunos historiadores han atribuido a Pitágoras de
Samos (580-500 a.C.), el origen de dicha palabra. El motivo de esta atribución se sustenta en una leyenda
según la cual el rey León, o Leontes, que gobernaba a los Fliacos, preguntó en una ocasión al matemático a
qué se dedicaba él, y Pitágoras, que no quiso presentarse, como sí lo hacían sus contemporáneos que
presumían de ser sabios, contestó con modestia que era solamente filósofo, amante o amigo del saber.

La respuesta atribuida a Pitágoras tenía una connotación relevante, no sólo por el hecho de estar impregnada
de una sencillez poco usual en la Grecia antigua, sino por el hecho de que evidentemente no es lo mismo ser
sabio, que anhelar serlo, esto porque es más propio del filósofo apelar a ese natural deseo de saber, que
arrogarse el derecho de reconocerse sabio. Con ese dato sobre el posible origen del concepto filosofía se
insinúa, como se dijo antes, el propósito de esta disciplina humana. El ser humano tiene un innato deseo por el
conocimiento; tal deseo se manifiesta por la insaciable pasión de preguntárselo “todo” para responder a “algo”.
Esa pasión que podría confundirse a veces con una obsesión se transforma en un amor por el conocimiento
más allá de la aprehensión sensible de las cosas. No obstante, si se considera que el vocablo griego de filosofía
tuvo en sus orígenes el mismo sentido de ciencia o saber, hablar de filósofo era lo mismo que referirse a sabio
o científico. La respuesta pitagórica añade, sin embargo, algo nuevo al sofos de los antepasados del maestro
de Samos: amor, amistad por el saber, de ahí la importancia del concepto que a partir de allí se seguirá
empleando con naturalidad hasta nuestros días.

Con la filosofía se pasa de la opinión (doxa), que es conocimiento aparente como el que dan los sentidos, al
saber (episteme), que es conocimiento esencial, objetivo, y que supone no solamente validez sino veracidad.
El uso de la palabra filosofía en su forma verbal, es decir, filosofar, fue introducido por Heráclito de Éfeso, “El
Oscuro”, que vivió aproximadamente entre el año 544 a. C. y el 483 a. C. En uno de sus escritos más antiguos
se lee: “Necesario es que todos los mortales anhelen filosofar”. Heráclito es influenciado posiblemente por
Pitágoras que era ya un pensador reconocido en el círculo intelectual de la Magna Grecia.

1.2 En virtud de lo anterior, conviene conocer algunas de las definiciones que sobre filosofía se han conocido.
Desde luego no se abarcarán todos los pensamientos posibles, pero sí, al menos se citarán algunos de los
pensadores más relevantes de los distintos períodos de la historia. La definición más clásica de filosofía es la
siguiente: FILOSOFÍA ES LA CIENCIA DE LA TOTALIDAD DE LAS COSAS POR SUS CAUSAS ÚLTIMAS, Y QUE SE ADQUIERE
POR LA LUZ DE LA RAZÓN. Al afirmarse que es ciencia, se dice que es conocimiento; de la totalidad de las cosas,
porque antiguamente, la filosofía abarcaba todos los estudios posibles que pudieran existir, por cuanto era el
árbol de todas las ciencias; por sus causas últimas, porque intenta conocer el origen de todo y llegar hasta
donde el pensamiento humano alcance explicar la realidad toda; y, se adquiere por la luz de la razón, porque la
razón constituye evidentemente, el “ingrediente” esencial del saber filosófico. Aquí se subraya la racionalidad
de esta disciplina y por tal razón el matiz eminentemente humano que ésta ostenta. Asoma allí uno de los rasgos
más distintivos de la filosofía, se trata de un saber racional, y por ende, humano. Algunas otras definiciones de
filosofía son las siguientes:

“Filosofía es el principio de todo principio y primeras causas” (Aristóteles; Grecia clásica)

“Es la ciencia que intenta conocer todo lo divino y lo humano” (Cicerón; Roma antigua)

“Es la ciencia que abarca todas las verdades que surgen de la razón” (Santo Tomás de Aquino; escolástica
cristiana)

“Es el estudio que hace el hombre para conducirse bien en la vida” (René Descartes; modernismo francés)

“Es aquello que le sirve al hombre para no dejarse engañar” (Karl Jasper; existencialismo alemán)

“Es el extraordinario preguntarse por lo extraordinario” (Martín Heidegger; existencialismo alemán reciente)
1.3 La filosofía, una vivencia del ser Constantino Láscaris (1923-1979), filósofo español radicado en Costa
Rica desde mediados de la década de 1950, define la filosofía de una forma muy particular; en su libro
Fundamentos de Filosofía, publicado algunos años antes de morir, el profesor Láscaris, escribe: “La filosofía no
es más que el resultado del filosofar. La filosofía en sí misma no es nada. No se la encontrará nunca por la calle”
(p. 7). La filosofía, al modo de entender de Láscaris, tendrá sentido en tanto y en cuanto se pueda filosofar, de
otro modo la filosofía no sería nada. En sí misma la filosofía es algo abstracto, por ello el mencionado autor y
connotado filósofo español dice que no se le encontrará por la calle, esto es, la filosofía en concreto no es nada,
por más que filosóficamente la nada sea “algo”; la filosofía no tiene color, ni sabor, ni textura, no tiene peso ni
dimensión física alguna. Eso sí, se verá por la calle al hombre que filosofa, que se cuestiona constantemente
acerca de problemas existenciales de orden natural y de orden personal; se observa al ser humano que divaga
en lucubraciones filosóficas acerca del mundo y que, teniendo claro a veces quién es Dios, cuestiona verdades
religiosas debido a su innato deseo por comprender en su inmanencia, la grandeza de lo trascendente. Cuando
en el hombre surge un cuestionamiento sobre su propia vida, allí hay ya un problema filosófico por resolver, y
ése, es sólo el comienzo de una aventura de conocimiento que rebasa los límites del pensamiento.

El mismo Láscaris apunta en su obra ya citada que, el cuestionamiento es algo propio del ser humano; alguien
que encuentra que todo lo que existe es obvio y que se explica por sí mismo sin necesidad alguna de
preguntárselo, no puede ser filósofo. Filósofo es aquél que tiene capacidad de escudriñar dentro y fuera de sí,
en lo más recóndito de su existencia y en la grandeza de lo infinito, buscando una respuesta que dé sentido a
su vida y a su ser. A Sócrates, el tábano de Atenas, se le atribuye la emblemática frase que rezaba, una vida
que no se cuestiona, no merece ser vivida. Se podría decir, a la manera socrática, que cuestionar su misma
vida constituye de por sí una exigencia del hombre. La filosofía es un saber abstracto que cobra vida en el
“alguien” concreto que es el ser humano. Al filosofar, el ser humano es parte de un mundo que piensa, es un
ser con capacidad de cuestionar y cuestionarse. Esto convierte a la filosofía en un saber que se vive en la
medida que se ejercita. Cabría una pregunta de la que se esperaría una respuesta radical y a lo mejor, chocante:

1.4 ¿Para qué sirve la filosofía?; se dice sin titubeos que la filosofía no sirve para nada, es decir, no es algo que
deba tener una utilidad práctica en el sentido convencional y material del término. La filosofía será tal y servirá
para algo en la medida que pueda ser ejercitada; cuando el hombre haga suyo ese saber, en ese instante se
descubrirá el valor instrumental y vivencial de este saber humano racional. Viene a la memoria la pregunta que
se le hiciera en alguna ocasión al filósofo alemán Hubert Lotze, especialista en axiología en la línea del también
alemán Max Scheller; ¿qué son los valores?, Lotze respondió con acierto, “los valores no son, los valores valen,
su esencia radica en su valer y no tanto en su existir”. En este sentido, se podría decir lo mismo de la filosofía,
su esencia no radica tanto en su ser y existir sino en su vivir, o en la forma de Heráclito, filosofar; la filosofía es
un arte, una vivencia y no una fría teoría que agoniza en la letra muerta de los filósofos.

El significado de la filosofía tiene para quien escribe, un significado similar al que tienen los libros. Los libros
son fuente de conocimiento, sí, pero conocimiento pasivo que pasará a ser activo en el hombre en el instante
en que éste tome un libro en sus manos, haga suyas las ideas expresadas mediante la palabra impresa, allí se
genera un saber que se inició a partir de la lectura. La filosofía, comparada así con una forma de conocimiento
que tiene su fuente en un libro, no es algo mágico, es un acto humano que requiere de la intervención volitiva
del hombre desde su interior. Ese “yo” que se cuestiona y que intenta hallar respuestas constantes a la realidad
que lo envuelve y que por su misma naturaleza, no descansa en ese esfuerzo por pensar y pensarse a sí mismo.
Mucho más se puede especular y lucubrar acerca de lo qué es y debe ser la filosofía (a esto último le vendría
bien una interpretación kantiana); definir la filosofía constituye ya un problema filosófico. Por aquí podría
empezar la especulación filosófica. Si la paternidad del concepto es discutible, por cuanto, como se dijo, carece
de sustento histórico que la respalde, más difícil aún, es coincidir en una sola definición de esta disciplina. Se
ha intentado aquí convenir con algunas definiciones al problema filosófico, no se pretende sentenciar la última
palabra, pues, sería jactancioso y alejado de la verdad misma. Mientras persista duda en alguien que se
cuestione, habrá filosofía; la certeza será el resultado afanoso del hombre que busca la sabiduría; él no
descansará jamás en ese afán.

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