Está en la página 1de 5

Le damos forma a las víctimas del machismo y a la misoginia, creemos que tienen un

rostro y un sexo; pero la realidad es otra, que aunque no sea visibilizada, no debe seguir

desapercibida. El mundo entero ha crecido con el machismo como un pilar, tanto así que se

normalizó al punto de que nos cuesta notar nuestras actitudes misóginas y así mismo sus

consecuencias, impidiendo que se realicen cambios a las acciones dañinas de las que como

bien sabemos gran parte las enfrentan mujeres y minorías. Sin embargo, de acuerdo a lo que

mencioné anteriormente ni las víctimas ni los practicantes tienen un rostro, esto se debe a que

todo lo que conocemos es una sociedad machista donde todos somos participes y somos

víctimas desde que nacemos, lastimosamente el ideal machista le ha quitado importancia a las

consecuencias del mismo ante los hombres quienes aferrados al “ser macho” y a la

masculinidad que siempre se ha impuesto, viven en la sombra del problema, incapaces de

reconocer que algo anda mal, al igual que el resto de la sociedad.

Partiendo de lo que representa la masculinidad para los hombres, se puede decir que

desde niños se les inculca a demostrar una superioridad, a veces manifestándose de una forma

homofóbica, otras reprimiendo sus sentimientos porque de lo contrario no serán el sexo fuerte

o mostrándose dominantes y valientes en todas las situaciones e incluso violentos en algunos

casos, “Pero es claro que no es la naturaleza masculina la que determina este comportamiento

sino la cultura que lo condiciona.” (Trujillo Fajardo, 2011) dicho en otras palabras, se les

incita a reflejar una imagen poco realista y no porque no se puedan tener esas cualidades sino

porque las mismas no tienen que ser estrictamente propias del sexo masculino. Ahora bien, la

masculinidad en la sociedad ha significado por mucho tiempo control y poder, ósea que trae

de la mano cierto privilegio, el cual por años ha logrado que la gente ignore por completo las

consecuencias que recaen en los hombres al ser fomentada.


Hay que tener en cuenta que a través de distintas generaciones, se ha perpetuado una

frase la cual es tomada a la ligera, “Los hombres no lloran” que a simple vista es inofensiva y

se ha repetido tantas veces que es vista como algo normal, lo cierto es que esta tiene un peso

mayor. Esta frase es una de las muchas que se verbaliza a las personas en su niñez, que van

marcando los roles de genero y así mismo patrones en la conducta, de los cuales gran parte

serán replicados el resto de su vida. Es así como esta frase va moldeando una pared en el

interior de los hombres y entonces “El hombre, cuando se acerca demasiado al mundo

emocional, se siente inseguro porque cree que pierde su identidad masculina" (Menéndez,

2016). Dicho lo anterior, podemos mirar más allá de la niñez, donde realmente evidenciamos

el problema. Como primer caso están las relaciones, donde entra en juego la falta de

expresividad y comunicación, dos puntales para este ámbito. Los vínculos emotivos no

funcionan cuando la comunicación afectiva no es mutua y de la misma manera la confianza

comienza a debilitarse cuando una de las personas comienza a reservar sus sentimientos, y

cuando las relaciones comienzan a deteriorarse, la mujer es quien tiende a tomar la iniciativa

ya sea de terminar las cosas como de buscar una ayuda externa, porque a el hombre le cuesta

admitir que tiene un problema. Esto mismo es una de las causales por las cuales la tasa de

suicidio de los hombres sea superior globalmente, nada más para julio del 2022 se registraron

por el Instituto Colombiano de Medicina Legal 1.564 suicidios en Colombia, donde 1.241

concierne a hombres. Nuevamente se puede destacar que el sexo masculino no ve la ayuda

externa como una opción, no únicamente en cuanto a la salud mental “los hombres son menos

dados a admitir que se sienten vulnerables, ya sea a ellos mismos, a sus amigos o a

profesionales. Y también van menos al doctor que las mujeres” (Schumacher, 2019) porque

no está socialmente bien visto que sean expresivos o que demuestren preocupación.
Si bien, el hecho de que históricamente sean los hombres quienes “den la cara” por su

país y participen en la guerra es un argumento machista que recurrentemente es utilizado para

excusarse en el mismo y atacar a las mujeres, puede ser analizado en cambio (e ignorando por

completo el rol de la mujer en tiempos de guerra), como una de las consecuencias de una

sociedad machista, donde se ve perjudicada la integridad física y mental de los hombres. Es

cierto que el servicio militar ya no es obligatorio en todos los países, sin embargo no se debe

dejar de lado el hecho de que aún existen países donde si es obligatorio, para los hombres es

obligatorio prestar servicio militar generalmente desde los 18 años si están sanos. En primer

lugar el servicio militar no debería de ser obligatorio para nadie puesto que el mismo

gobierno es quien estaría obligando a los hombres a poner su salud y su vida en riesgo, sin

mencionar que interviene con la libertad y autonomía de los jóvenes y adultos reclutados, “El

servicio militar obligatorio significa que la libertad individual de una persona se pone en

suspenso para que las libertades de otras personas puedan protegerse a través de su servicio”

(Lebreault, 2021). Otro aspecto a mirar es la educación la cual normalmente en el caso de los

reclutas más jóvenes es interferida, tanto como sus planes de vida en los que suceden cambios

que hagan que su vida no vuelva a ser igual, expresa el mismo autor:

Incluso si está progresando lo suficiente en su carrera o con su educación, el servicio

militar obligatorio lo obliga a hacer un cambio. Es posible que sus circunstancias no sean

para mejor, lo que significa que es posible que nunca salga de la pausa que ocurre cuando su

vida queda paralizada. (Lebreault, 2021).

Visto de otra forma, aunque el servicio militar pueda traer ciertos beneficios al país,

no es justo y los efectos negativos en la vida del sexo masculino son más impactantes que los

aspectos positivos.
Por último, siguiendo por la línea de que al hombre se le enseña en la sociedad

machista, tiene que ser imponente y fuerte de manera que gran parte de los problemas

acostumbran a ser resueltos de forma violenta, llegando incluso al homicidio en algunas

situaciones, en este caso muchos son realizados por enfrentamientos entre pandillas, donde

muchos son jóvenes con un porte ilegal de armas, otros incluso son causados por hombres

quienes asesinan a los familiares de sus exparejas a modo de venganza. Es justo decir que en

la mayoría de los casos no se implementan las herramientas existentes para solucionar

conflictos de una forma pacífica con el debido proceso como lo son las fiscalías, comisarias o

casas de justicia, y la mayor parte del tiempo se intenta dar una “solución” inmediata a los

conflictos. Para 2016 se estimaba que el 95% de los homicidios eran cometidos por hombres,

en el articulo proporcionado por Margarita Rodríguez

Idrobo manifiesta:

Según el reporte más reciente de Medicina Legal, en total entre enero y junio de este

año se han registrado 13.224 muertes violentas, de las cuales, 11.458 corresponde a hombres

y 1.765 mujeres, siendo la mayor causa de estos decesos los homicidios con 6.392 casos.

(Idrobo, 2022).

En síntesis, aunque estos no sean los principales aspectos que se tengan en cuenta al

hablar del machismo, no significa que no estén sucediendo, a diario tanto las mujeres como

los hombres son víctimas de una sociedad machista que si bien, se ha intentado erradicar con

los años, el ignorar los argumentos propuestos en este ensayo ha logrado que se tenga un

retraso respecto a este objetivo. El machismo es un arma de doble filo que aunque a simple

vista traiga un privilegio consigo, no favorece realmente a ninguno de los dos lados, la vida
patriarcal con la que hemos estado aferrados por tantos años no nos ha dejado conocer otro

lugar distinto a la muerte.

También podría gustarte