Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
5 Sustantivos
5 Sustantivos
A pesar de esta clara división, los tres mundos están íntimamente relacionados e incluso
algunas veces se entremezclan. Se podría decir que forman un “continuum”, no hay líneas
divisorias claras y precisas pues los tres forman parte del gran Árbol Cósmico o eje del
universo, que alza su copa abarcando los cielos y hunde sus raíces en lo más profundo
del inframundo. A través de este “árbol de la vida” es posible el tránsito de una región a
otra, es la vía que comunica y entrelaza todo lo existente.
Estos tres niveles se diferencian entre sí por el tipo de energía que conforma y rige en
cada uno de ellos. Las ener-gías se encuentran en continua transformación. La energía
de la muerte por ej., es susceptible de transformarse en su opuesto y generar vida. Así,
los dioses que moran en el inframundo pueden regir al mismo tiempo en algún nivel de los
cielos a través de su aspecto contrario.
La cosmogonía maya no tiene solamente un carácter religioso o cosmológico, sino que a
la vez tiene una dimensión interna, su reflejo se encontraba en el interior del hombre, de
modo que los mismos planos energéticos del universo maya existían en el mundo
psíquico del ser humano. Allí, en la estructura energética humana, se podían encontrar
“niveles”.
El plano terrestre o parte más externa es el relacionado con la vida cotidiana, los hábitos y
costumbres, el carácter, el modo de afrontar los quehaceres y circunstancias de cada día.
Es este el nivel que se encuentra en el punto medio y a través del cual se conecta con los
demás.
También en el mundo interior humano, como fiel reflejo del cosmos, se ubican las
regiones celestiales a las que se ascendía una vez superadas las pruebas del inframundo.
El camino del alma desde los planos terrestres era muy preciso. El mundo del medio no
llevaba directamente a los cielos, sino que obligatoriamente había primero que descender
al inframundo y desde allí, superadas las pruebas, se producía el ascenso a regiones
celestiales. Para la psiquis humana, este proceso significa una transmutación. Se trata de
ingresar en el propio Xibalbá o mundo de abajo, en niveles profundos de la psiquis y llevar
a cabo una transformación energética, o dicho de otro modo, eliminar las energías densas
o negativas, es decir llevar a cabo la muerte psicológica, para renacer purificado en
estratos más sutiles, de vibración energética superior.
Decíamos que los mayas subdividen el cielo en trece niveles horizontales, lo imaginaban
como una pirámide escalonada que se asienta en el nivel terrestre donde tiene su base, y
cuya representación es la montaña sagrada. Entre los mayas yucatecos el cielo era regido
por Oxlahuntikú, que significa "Trece dios", una deidad que es una y trece
simultáneamente y que representa la energía opuesta a los “Bolontikú”, los señores del
inframundo. Aunque existía una deidad para cada uno de los estratos, en el nivel más alto
del plano celeste reside el dios supremo, principio vital del cosmos, el dragón-serpiente
Itzamná, que impregna con su energía todos los mundos, el celeste, el terrestre (donde
adquiere otro nombre y características: Itzan Kab o Tierra-Iguana), y el inframundo. El
grupo de divinidades denominado Oxlahún-Ti-Ku, "Trece Dioses" o energías sagradas
que rigen el mundo superior, podían entenderse como otras tantas personalidades
separadas, o colectivamente como una única fuerza. Contrastan con los Bolón-Ti-Ku o
"Nueve Dioses" que regían el inframundo; alegóricamente tienen entre ellos la misma
relación que la luz con las tinieblas. Cada uno de los trece niveles celestiales tiene sus
propias características y en conjunto forman los mundos espirituales superiores. Las trece
energías superiores eran invocadas en las plegarias en su aspecto de divinidades. Los
Nueve Dioses del inframundo y la oscuridad gobernaban en interminable sucesión sobre
un "ciclo" o "semana" de nueve noches. En muchas inscripciones de fechas se pueden
ver los glifos correspondientes a ese ciclo de los Señores de la Noche.
La Región Celeste: dividida en 13 estratos.