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Examen Final Ciencia Polícita
Examen Final Ciencia Polícita
LA VIOLENCIA
4.1 La praxis
Para poder comprender el concepto de violencia, primero se debe enfocar el tema de la
praxis, pues la violencia está inmersa en ella. La Praxis: es toda actividad humana
que transforma el mundo natural y social Toda praxis es un proceso de transformación
de la materia. 125 La praxis, como transformación o cambio, conlleva dos fases: 1) la
alteración del funcionamiento de un ente natural o social, la alteración de su legalidad,
de su orden, o su destrucción; 2) la creación de algo nuevo, aprovechando todo
aquello que pueda utilizarse y desarrollarse en un nuevo ente. El sujeto imprime una
forma dada a la materia (objeto) después de haberla desarticulado o violentado. De
este modo, es arrancado a su propia legalidad, a la ley que lo rige, para adaptarse a la
que establece el sujeto con su actividad. El objeto sufre así una imposición de una ley
exterior y en la medida que la acepta se transforma. Pero el objeto requiere de ciertas
condiciones externas para ser transformado, no cualquier objeto puede ser
transformado, sino sólo aquel cuyas condiciones se encuentran suficientemente
maduras, de otra manera el esfuerzo sería inútil y la acción se quedaría sólo en un
hecho violento y no habría transformación.
125 Juárez Ricardo. La Violencia. Desarrollo del programa, Contenido Mínimo para catedráticos. S.N.T. Pág. 1
126 Sánchez Vásquez, A. “Praxis y Violencia”. Introducción a la Ciencia Política. Ricardo Juárez. Pág. 139 - 140
152
En la praxis productiva, primero se utiliza la violencia contra un ser natural, se altera su
legalidad, su curso normal, se destruye como tal y luego se construye un bien nuevo.
Sólo pueden ser objetos de transformación aquellos seres naturales ya maduros,
desarrollados, que ofrecen las condiciones para ser transformados, para servir de
materia prima para una nuevo producto. La constante violentación de la naturaleza por
el hombre, obedeciendo a la praxis productiva, ha generado hasta nuestros días una
alteración profunda de las leyes naturales, lo que a su vez puede incidir en la existencia
misma de las futuras generaciones humanas. La violencia está solamente de parte del
sujeto, los seres naturales no son violentos, los seres naturales son la fuerza en sí y la
violencia es el uso o la instrumentalización de esa fuerza. Los animales, por ejemplo,
por muy agresivos y crueles que parezcan, (como en el caso de los depredadores) no
son violentos, por cuanto no alteran la legalidad natural; por el contrario, sus actos
obedecen al orden natural en el ámbito de la evolución natural.
La praxis social es la actividad humana que transforma la sociedad. La praxis social
se lleva a cabo en el proceso social, en el cambio social, en el desarrollo social. Se
transforman las instituciones, las relaciones sociales, los modos de producción, las
formaciones económico-sociales. En la praxis social tanto el sujeto como el objeto lo
constituyen los seres humanos y grupos humanos. La violencia social se manifiesta
cuando se truncan, se altera el funcionamiento de las instituciones y de las relaciones
sociales y se altera también el cauce de las ideas dominantes. En cualquier sociedad,
lo normal es que las fuerzas productivas avancen dentro del marco de las relaciones
sociales existentes. Pero llega un momento en que el desarrollo de las fuerzas
productivas se detienen y entonces se violenta el curso normal de las fuerzas
productivas y del desarrollo social, se manifiestan en la sociedad una serie de
contradicciones y conmociones de orden económico y superestructural, se afecta el
desarrollo económico, cultural, político, de los seres humanos y se instaura una
situación de violencia. Las fuerzas productivas han llegado a su máximo desarrollo
dentro de los límites que permiten las relaciones sociales de producción y eso implica
que las condiciones han madurado para que esa sociedad o los entes sociales sean
transformados.
La violencia en la sociedad se manifiesta en la alteración del normal funcionamiento de
una institución, de una relación social o en la conducta, pensamiento y acción de los
seres humanos. Significa también la destrucción o uso de la fuerza contra un ente
social o ser humano, la alteración de la legalidad de un ente social. A diferencia de la
praxis productiva, en la sociedad si se suscita una oposición a la transformación, a la
alteración y destrucción; se da una antipraxis o sea una serie de actos tendientes a
anular la praxis, y estos actos también son violentos; la violencia acompaña tanto al
sujeto como al objeto de la praxis social.127
153
Para poder transformar el orden social, se tiene que alterar el normal funcionamiento de
las instituciones y relaciones económicas y de las instituciones y relaciones
superestructurales, de las ideas y de la conciencia social. “La praxis social tiende a la
destrucción o alteración de una determinada estructura social, constituida por ciertas
relaciones o instituciones sociales”.128 Sobre todo aquello aprovechable y maduro de
esa sociedad, se crean nuevas instituciones, nuevas relaciones, una nueva formación
económico social, de calidades superiores. Por supuesto existen grupos humanos que
se oponen a esa transformación, porque la situación prevaleciente favorece a sus
intereses y desarrollan actos violentos, represivos contra la transformación, contra la
praxis, desarrollan una antipraxis.
La violencia se puede, pues, definir en sentido amplio y en sentido restringido: en
sentido amplio es la alteración o destrucción de un orden natural o social dado
por los seres humanos. En sentido restringido es la destrucción física o el uso
de la fuerza para lograr esa destrucción.129
Este conjunto de actos violentos contra la mayoría de la población, instaura una situación
de violencia. “Cuando una colectividad le rehúsa a la mayor parte de sus miembros la
satisfacción de sus necesidades fundamentales.... hay una situación de violencia que se
manifiesta cotidianamente a través de hechos violentos como el desempleo, la vagancia,
la mendicidad callejera, el abandono de los niños, el aumento de la prostitución, la
delincuencia juvenil y la desocupación masiva”. 130 En la sociedad también se
desarrollan diferentes tipos de violencia; violencia económica: inadecuada distribución de
la riqueza material, que origina una serie de déficit en los indicadores sociales como
desnutrición infantil, mortalidad infantil, altos índices de mortalidad y morbilidad, etc.;
violencia pedagógica: la negación del acceso a la educación a gran parte de la población:
4.4 La contraviolencia
Cuando se instaura una situación de violencia para favorecer determinadas relaciones
sociales y a determinados sectores sociales, se hace necesaria una actividad para
anular esa situación de violencia se desarrolla la contraviolencia, violencia de los
oprimidos o violencia revolucionaria, que es una serie de acciones que tienen como
fin suprimir una situación de violencia instaurada en una sociedad y es un medio para
construir una sociedad más justa y democrática. Estos actos que componen la
contraviolencia pueden ser violentos, no necesariamente en el sentido de usar la fuerza
física, sino el hecho de modificar una situación dada, tanto de orden económico como
superestructural e intelectual.
155
vigilancia, secuestros, desapariciones, asesinatos selectivos o indiscriminados,
masacres. Los actos son cometidos con saña y crueldad indescriptibles.
2) La reacción emocional: es la sensación que se produce en las personas, en la
comunidad, en la sociedad, por el acto violento; es el miedo extremo, es el impacto
psicológico y moral que provoca el espectáculo de horror.
3) Los efectos sociales: es la estructuración de una esfera de relaciones que abarca a
todos los habitantes del universo en que se manifiesta el fenómeno, que consiste en
tomar una actitud de inhibición. Es decir, las personas dejan de participar, de
expresarse, deponen su resistencia, no cuestionan ni protestan. Anulan su capacidad
de crítica.
Walter. distingue los actores del proceso de terror: 1) la fuente o equipo del terror, 2) la
víctima y 3) el blanco.
La fuente o equipo del terror está constituido a su vez por dos elementos: a) el
directorio o hechores intelectuales, que está constituido por quienes planifican, definen,
trazan, diseñan, deciden, ordenan, justifican, dirigen el terror. b) los agentes o hechores
materiales: son los esbirros, verdugos, ejecutores que llevan a cabo las órdenes y
efectúan los actos de destrucción.
La víctima y el blanco son ambos objetos del terror, la víctima es la persona o personas
sobre la que recae directamente el hecho violento y que incluso puede perecer. El
blanco es la comunidad, la sociedad que se espera reaccione, y que efectivamente lo
hace ante el espectáculo o noticias de la destrucción con diversas formas de
acomodación, sumisión y conformismo. 133
134 Juárez Ricardo. La Ideología. Contenido mínimo para catedráticos, 1978, Pág. 1.
135 Mannheim kart. Ideología y Utopía. México, Fondo de Cultura Económica, 1993, segunda edición, Pág. 65
136 Juárez Ricardo. Op. Cit. Pág. 2
137 Juárez Ricardo. Op. Cit Pág. 2
157
obra afirman: “También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de
hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso
empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la
metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas
corresponden pierden así la apariencia de su propia sustantividad.... Y si en toda
ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una cámara
oscura, este fenómeno responde a un proceso histórico de vida,... ” 138
Por ideología entendían estos autores todo soñar vacío, el alejamiento de la vida,
la concepción falsa o completamente abstracta de la historia y la tergiversación idealista
de las relaciones económicas en la Alemania de su tiempo. Los términos “ideólogo”,
“ideológico” lo emplearon Marx y Engels no menos despectivamente que Napoleón,
pero a diferencia de éste, su desprecio ya no se refiere a la impotencia práctica de los
ideólogos, sino a la inconsistencia de sus construcciones. En EL Capital, el término
“ideológico” se emplea como sinónimo de reflejo deformado de la realidad.139
Por lo anteriormente expuesto pareciera que Marx y Engels le dan al término
ideología una connotación totalmente negativa, sin embargo, le dan ese sentido
“bonapartiano” cuando se refieren a la representación que tiene de la realidad la clase
dominante, es decir como una evaluación negativa de ciertas formas de pensar de la
clase dominante.140
Yadov aclara que, si bien en Marx y Engels el término “ideológico” conllevaba un
sentido despectivo, posteriormente, este matiz se pierde en Lenin. Cuando Lenin se
refiere a sus adversarios ideológicos, el tono despectivo no recae sobre el concepto de
“ideología” en cuanto tal, sino sobre los calificativos correspondientes a “pequeño
burguesa”, “burguesa”, “filistea”, etc.141
Definiciones:
Marx y Engels: “Reflejo falso y deformado de la realidad”. Cuando los creadores
del socialismo científico (en La Ideología Alemana) se expresaban en esa forma de la
ideología, se referían a la ideología de la clase dominante, a la ideología burguesa. Se
nota en esta definición el sentido despectivo que se le había dado al término.
Marx: “forma mediante la cual los hombres toman conciencia de sus conflictos
sociales y luchan por resolverlos” (Prólogo de la Contribución a la Crítica de la
Economía Política) En esta definición se hace alusión a ciertas formas mediante las
cuales los hombres toman conciencia de su realidad o experiencia social y no está
158
presente la connotación peyorativa del término.
Es un conjunto de ideas, concepciones, en las que se reflejan, traducen o
expresan perspectivas, intereses o percepciones de clase o grupo social; es decir,
determinadas de un modo u otro por el sistema social o por el lugar que el enunciante
ocupa en la estructura social. (Yadov)
El término ideología se refiere a proposiciones, se trata de juicios valorativos,
prejuicios, creencias, representaciones de la realidad (Juárez Ricardo).
La ideología alude a ciertas formas mediante las cuales los hombres toman
conciencia de su realidad o experiencia social. Ideas en las que se reflejan, traducen o
expresan perspectivas, intereses, percepciones de clase: es decir determinadas de un
modo u otro por el sistema social o por el lugar que el enunciante ocupa en el sistema.
(Eugenio Trias).142
159
en la psicología social y la cultura espiritual145
La psicología social comprende las formas primarias de reflejar el ser social,
tales como las sensaciones, percepciones, estados de ánimo, respuestas de la
conducta frente a los estímulos del ser social. La psicología social también comprende
los sentimientos, estados de ánimo, emociones, hábitos, inclinaciones, tendencias de la
voluntad, rasgos especiales del carácter, ilusiones que surgen sobre la base de la
situación social de una comunidad dada. 146 Yadov afirma que en la psicología social de
una clase social, las relaciones económicas y político sociales se reflejan más
directamente. Así, las condiciones de vida de la pequeña burguesía determinan su
individualismo y las del obrero contribuyen a su sentimiento colectivista, la sensibilidad
política y su espíritu revolucionario147. Por otro lado, la ideología incluye también
aspectos psicológicos, pues se considera que los intereses causan una conducta de
engaño o de mentira.148 Sin embargo, existe diferencia entre la ideología y la psicología,
puesto que alguien puede tener una ideología que se considera “consecuente” y
adoptar algunas veces una conducta inapropiada.
Otra forma de la conciencia social es la cultura espiritual; en cuanto una esfera
más amplia y más desarrollada de la conciencia social comprende a la ciencia, la
enseñanza, la educación, las costumbres, tradiciones, creencias y también a la
ideología.
El carácter específico de la ideología se manifiesta precisamente en que el ser
social se refleja desde el ángulo de los intereses de clase. La ideología se diferencia de
las otras formas de la cultura espiritual en la manera de reflejar el ser social. Refleja el
ser social a través del prisma de los intereses de clase. Por consiguiente por su
esencia misma, no puede dejar de ser cognoscitiva, aunque la función específica de la
ideología, el acento social de las concepciones ideológicas no consista en el
conocimiento en cuanto tal, sino ser una conciencia teórica de clase.149
“El concepto ideología refleja una de los descubrimientos que han surgido del
conflicto político, a saber, que los grupos dominantes pueden estar tan ligados en su
pensamiento a los intereses de una situación que, sencillamente, son incapaces de
percibir ciertos hechos que vendrían a destruir su sentido de dominación. La palabra
ideología entraña el concepto de que, en ciertas situaciones, lo inconsciente colectivo
de ciertos grupos obscurece el verdadero estado de la sociedad.”150
El carácter de clase distingue también a la ideología de la cultura espiritual, considerada
en su conjunto. La ideología es una parte importante de la cultura espiritual, pero por
supuesto, se halla lejos de agotar su contenido. La cultura espiritual engloba mayor
161
principalmente la ideología de la clase dominante y la ideología de la clase dominada.
Toda ideología tiene como funciones generales la expresión de los intereses de clase y
de grupo y descubrir el lugar que se ocupa en la estructura social.
Con respecto a la ideología de la clase dominante, se puede aseverar que para
esta clase no le es difícil formarse una ideología propia, debido al control que ejerce
sobre los medios de producción y sobre los aparatos de producción espiritual. “Para la
clase dominante, la realidad que percibe y elabora en su conciencia es la realidad de la
expansión del sistema en que ella misma es dominante, sin plantearse la dominación
como hecho o menos la dominación como problema;... La percepción de la expansión
del sistema es para la clase dominante condición de su supervivencia como tal, y así
siempre que una clase pueda ser definida como dominante, esa es la realidad concreta
en la cual y para la cual trabaja. Por lo que su formación en la conciencia propiciada
por la acción cotidiana misma no implica mayores dificultades. ” 153
“Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o
dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad
es al mimo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición
los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios
de producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo por término
medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir
espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las
relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes
concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase,
la clase dominante, son también las que confieren el papel dominante de sus ideas.”154
La función de la ideología de la clase dominante es la justificación teórica de las
relaciones sociales existentes y su fin es mantener y reproducir esas relaciones, que
permiten prolongar el dominio de esa clase social. No es el fin el de la ideología
dominante, reflejar real y objetivamente la realidad. Pero dentro de la función de la
ideología no está solamente expresar los intereses de la clase dominante, sino que
integrar a ella a toda la sociedad. Que la clase dominada y todos los grupos y sectores
sociales aprecien la sociedad desde el punto de vista de la clase dominante y actúen
según esta ideología. 155 La clase dominante por el hecho de su relación con los
medios de producción, por la conciencia que se tiene de sus verdaderos intereses, por
estar claros de la posición dominante que se ocupa en la estructura social y actuar de
acuerdo a ello es una clase para sí. “ Los individuos que forman la clase dominante
tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello;”156
A la clase dominada le es difícil formar una ideología propia, por el mismo hecho
de subordinación con respecto a los medios de producción y los medios de control
168 Poulantzas, Nicos. Fascismo y Dictadura. México, Siglo XXI Editores S.A. 5ª. Ed. 1974 Págs 353 - 357
169 Althusser , Louis. Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado. Notas para una Investigación. Traducido por
Alberto J. Pla. Medellín Colombia, Ediciones Pepe, 1978. Págs. 27 y 28
166
el aparato político, cultura. Etc. Agrega: “cada grupo está prácticamente provisto de
ideología que le conviene al rol que debe cumplir en la sociedad de clases: rol de
explotado, rol de agente de explotación, de agentes de represión170
En una formación social, no existe solamente una ideología dominante: existen
varias ideologías o subsistemas ideológicos contradictorios, referidos a las distintas clases
en lucha. La misma ideología dominante no se constituye como tal sino logrando dominar,
de manera especialísima esas ideologías y subsistemas ideológicos, lo cual se hace
precisamente por la vía indirecta de los aparatos ideológicos del Estado.171
Desde principios del siglo XX, las principales corrientes ideológicas desarrolladas y
aplicadas en los países del mundo son: el Positivismo (base ideológica del sistema
capitalista desde su origen; las llamadas “liberales” –pro capitalistas- (en cualquiera de
sus versiones liberalismo clásico, moderno y neoliberalismo); y el Marxismo definido como
un movimiento político e ideológico que contiene un sistema de conocimientos
filosóficos y sociales que constituye la concepción del mundo de la clase obrera
167
(fundado por Karl Marx y Federico Engels a mediados del siglo XIX). Vale decir que
esta última corriente es la base fundamental, aunque no plena al menos en el aspecto
económico, de los sistemas socialistas vigentes en la actualidad.
168
6. PARTIDOS POLÍTICOS
6.1 Concepto
Para Edmund Burke (inglés), “Un partido es un grupo de hombres unidos para
fomentar, mediante sus esfuerzos conjuntos, el interés nacional, basàndose en algún
principio determinado en el que todos sus miembros están de acuerdo” 172.
Max Weber (alemán), por su parte, afirma que, “Llamamos partidos a las formas de
´socializaciòn´ que, descansando en un reclutamiento (formalmente) libre, tienen como
fin proporcionar poder a sus dirigentes dentro de una asociación y otorgar por ese
medio a sus miembros activos determinadas probabilidades ideales o materiales (la
relación de bienes objetivos o el logro de ventajas personales o ambas cosas)” 173.
Para Andrés Serra Rojas (mexicano), “Un partido político se constituye por un grupo de
hombres y mujeres que son ciudadanos en el pleno ejercicio de sus derechos cívicos y
que legalmente se organizan en forma permanente, para representar a una parte de la
comunidad social con el propósito de elaborar y ejecutar una plataforma política y un
programa nacional con un equipo gubernamental” 174.
Luis Sánchez Agesta (español) nos dice que por partidos políticos debe entenderse a
aquellos “grupos societarios y secundarios, cuyo fin inmediato es la posesión y el
ejercicio del poder político organizado para establecer, reformar o defender un orden
como articulación de los fines que responden a las convicciones comunes de sus
miembros” 175.
172 Lenk y Neumann. Teoría y Sociología Críticas de los Partidos Políticos. Editorial Anagrama, Barcelona, citado por
Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 86
173 Weber Max. Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica, Tercera Reimpresión. México 1977, citado por
Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 86
174 Serra Rojas, Andrés. Teoría General del Estado. Librería de Manuel Porrùa, S.A., citado por Eduardo Andrade Sánchez,
Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 87
175 Sánchez Agesta, Luis. Principios de Teoría Política. Editora
Nacional, Madrid, citado por Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la
Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 87
169
Jesús Anlén (mexicano) declara, por su parte, que el partido político es la “asociación
legal creada por un grupo de ciudadanos, con carácter permanente, en torno a una
declaración de principios y un programa de acción para la conquista o conservación del
poder estatal” 176.
Almond y Powell (estadounidenses) sostienen que: “El partido político debe ser
considerado como la estructura especializada de integración (de intereses) en las
sociedades modernas” 177.
Como puede apreciarse, cada autor incluye los aspectos que considera determinantes
del concepto de partido político. No obstante, éstos difieren según el enfoque que se
emplea para el análisis.
En los conceptos citados podemos notar cómo algunos autores (Weber, Coleman y
Rosberg) acentúan la finalidad de alcanzar el poder como esencial, sin mencionar los
aspectos programáticos o la consecución de fines idealmente deseables para la
comunidad. En cambio, en Burke, la persecución del interés nacional es lo que aparece
como fundamental. Este autor está influido por las nociones de la época en la que vive
(fines del siglo XVIII), en la que parecía indispensable resaltar la supremacía del interés
de la nación frente a las tendencias que aparecieran como divisorias.
176 Anlén López, Jesús. Origen y Evolución de los Partidos Políticos en México. Librería de Manuel Porrùa, S.A. México 1973,
citado por Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 87
177 Almond y Powell. Comparative Politics. Little, Brown and Company. Boston 1966, citado por Eduardo Andrade
Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 87
Serra Rojas y Anlén estiman como indispensable la operación legal del partido, la
permanencia de la organización y la calidad de ciudadanos que deben tener sus
integrantes.
En realidad, ninguna definición que se intente puede satisfacer plenamente las múltiples
características que presenta el fenómeno del partido político en la actualidad, salvo que
fuese tan minuciosamente descriptiva que resultase demasiado amplia y poco útil para
la formación de un concepto preciso.
“Para lograr describir el concepto de partido político, debemos tomar en cuenta que se
trata, en principio, de agrupaciones organizadas con carácter permanente, cuyo
propósito es gobernar o participar en el gobierno mediante la proposición o
designación de personas para ocupar puestos públicos.
180 Citados en Sociologie Politique de Schwartzenberg. Editions Montchrestein, Collection Universitè Nouvelle. Pág.476
181 Friedrich, Carl. Gobierno Constitucional y Democracia. Instituto de Estudios Políticos. Madrid
1975. Tomo II, pág. 358
171
Los grupos de presión, por otro lado, también tratan de obtener poder, aunque no
por la vía formal de asumir el control de los órganos gubernamentales. No
ponemos en duda la vocación fundamental de poder que debe tener todo partido
para ser considerado como tal, pero ésta aparece también en otras agrupaciones
que no son partidos. Sin embargo, su propósito de integrar el gobierno o
participar en él es lo que caracteriza al partido. No importa que la estructura de
gobierno que proponga sea radicalmente distinta a la existente o que actúe en la
clandestinidad.
3. Especifica la función partidista, por virtud de la cual los individuos pasan a ocupar
puestos públicos. El partido, cuando gobierna, no lo hace de manera abstracta y
general, sino mediante la colocación especifica de individuos como funcionarios.
No necesariamente, como se señala en algunas definiciones, son los dirigentes
de los partidos los que ejercen la función pùblica. En algunos casos ni siquiera
sus miembros, ya que puede ocurrir que postulen a personalidades destacadas
que por su popularidad pueden atraer votos.
Debe indicarse también que los partidos políticos no solamente proponen candidatos
para cargos de elección popular, sino que la militancia en ellos puede determinar la
designación para cargos no electorales por parte de funcionarios que tengan la facultad
de realizar dicha designación.
Esta última característica alienta, sin duda, la participación en el seno de los partidos y
ha dado lugar al denominado spoils system que consiste en el otorgamiento de puestos
en la administración pública a los seguidores de los candidatos triunfantes.
Queda también comprendida en esta parte del concepto, la función de los partidos
como entidades a través de las cuales se recluta al personal político y se satisface la
posibilidad de otorgar satisfacciones ideales o materiales a sus miembros a través del
acceso de éstos al poder gubernamental. Al respecto, dice Julien Freund: “Un partido
172
que renunciara de golpe a la conquista del poder dejaría muy pronto de ser una
organización política, ya que, al no poder prometer empleos o prebendas a sus
miembros, su capacidad de reclutamiento se agotaría rápidamente.
No obstante debe reconocerse que, desde un punto de vista jurídico, los elementos
formales pueden resultar indispensables como lo veremos más adelante.
“El surgimiento de los partidos como actores en el escenario político, está íntimamente
173
vinculado con el desarrollo del parlamentarismo como forma de gobierno. En las
primeras asambleas parlamentarias se inició la formación de grupos de diputados
unidos por su afinidad ideológica; como cada uno de ellos contaba con simpatizantes y
activistas que actuaban en sus respectivas circunscripciones electorales, se produjo la
unificación de los comités de campaña en concordancia con la reunión de los diputados
en grupos parlamentarios. Así, el agrupamiento de un determinado número de
miembros de la asamblea, correspondía el agrupamiento de sus respectivos
seguidores, que empezaron a formar organizaciones políticas estables”182.
182 Duverger, Maurice. Los Partidos Políticos. Fondo de Cultura Económica, Séptima Reimpresión. México 1980,
Págs. 16 y ss.
183 Lenk y Neumman. Op. Cit. Pág. 79
184 Hamilton, Madison y Jay. “El Federalista” Fondo de Cultura Económica. Primera Reimpresión. México 1974. Ver
también Tocqueville, Alexis de. “La Democracia en América”. Fondo de Cultura Económica. Segunda Reimpresión,
México 1873. Pág. 192
174
6.2.1 Teorías sobre el origen de los partidos
Es necesario distinguir entre el surgimiento histórico del partido político como una forma
institucionalizada de participación en los procesos electorales o en la toma de
decisiones en el seno de los parlamentos, del origen especifico de cada partido político
en particular.
Duverger hace una distinción entre los partidos políticos de origen electoral y
parlamentario y los de “origen exterior”, queriendo significar con esta expresión que se
forman fuera del sistema parlamentario. Esta clasificación parece poco útil y su autor
reconoce que no es rigurosa y que resulta difícil distinguir con precisión entre unos y
otros. Esto se debe a la confusión que se establece entre la aparición de los partidos
en el marco de los sistemas políticos, que es simultánea al desarrollo del
parlamentarismo y que ya antes hemos descrito brevemente, con la génesis especifica
de distintas organizaciones políticas partidistas.
Para algunos, los partidos surgen con ocasión de los procesos de modernización de los
Estados, que incorporan a las masas a la vida política haciendo a ésta más compleja.
En estas condiciones, quienes desean llegar al poder o mantenerlo, deben asegurarse
un determinado grado de apoyo popular. Pantoja Morán, refiriéndose a la opinión de La
Palombara acerca de esta necesidad de apoyo público, indica que el autor mencionado
en último término “señala dos condiciones para que esto ocurra: a) Debe haber un
cambio tal, en las actitudes de los individuos frente a la autoridad, que prevalezca la
creencia en el derecho que aquéllos tienen de influir en el ejercicio del poder político. b)
Una porción importante de la élite política dominante o una élite aspirante debe tratar de
ganar el apoyo público a fin de apoderarse del poder político o mantenerse en él,
aunque la gran mayoría no participe en la vida política.
Algunos sociólogos de la política acentúan la importancia que tienen las crisis sociales
en la formación de los partidos políticos. Dowse y Hughes analizan las crisis de
legitimidad, de participación y de integración como causas de la formación de los
185 Para ejemplos concretos de cómo estas diversas organizaciones han dado origen a partidos políticos, ver M.
Duverger. Op. Cit. Págs. 22 a 26
175
partidos. La crisis de legitimidad supone la necesidad de allegarse apoyos populares
para justificar una posición contestataria del orden vigente. Así, por ejemplo, los
revolucionarios franceses del siglo XVIII buscaban legitimizarse mediante el apoyo de
grupos que hasta entonces no habían tenido participación política, tales como los
campesinos, los artesanos y la burguesía. En el mismo caso se encuentran, en opinión
de estos autores, los movimientos nacionalistas que luchan contra regímenes coloniales
que buscan legitimar su acción mediante un apoyo masivo de la población autóctona.
176
La necesidad de estructuración que da origen a un partido político, se presenta cuando
un régimen se constituye a partir de un movimiento nacionalista o revolucionario, que
llega al poder después de una lucha armada y se encuentra ante la necesidad de
organizar a las fuerzas sociales triunfantes. Como ejemplo podríamos citar al Partido
Republicano del Pueblo creado en Turquía por Kemal Ataturk en 1923, y el Partido
Revolucionario Institucional, creado en 1929 en México.
Abstracción hecha de sus orígenes históricos o sociológicos, los partidos políticos son
una realidad en los sistemas políticos contemporáneos, tanto que no concebimos la
organización estatal de nuestra época sin su presencia, ya sea con carácter exclusivo
en una función organizadora de la sociedad al estilo de los sistemas comunistas o como
entidades competitivas que se disputan el poder mediante las más variadas técnicas en
los estados pluralistas occidentales. Almond y Powell explican la presencia universal de
los partidos en función de las necesidades que tiene el Estado moderno de contar con
un amplio apoyo para sus actividades políticas, de crear nuevas bases de legitimidad
no tradicionales, de proveer nuevos esquemas de valores para iniciar y mantener la
modernización económica. Los mismos autores destacan la necesidad que tienen los
sistemas políticos de realizar, a través de ellos, diversas funciones: “las sociedades
totalitarias, utilizan los partidos como medio para movilizar apoyo; las sociedades
democráticas, como un canal para articular e integrar demandas; y las sociedades en
transición, como agencias para crear y estructurar nuevas normas de conducta”.
187 Fernández de la Mora, Gonzalo. La Participación. Instituto de Estudios Políticos. Madrid 1977. pág. 153
177
El desplazamiento de los poderes institucionales del Estado a los partidos, que a
nuestro juicio, debería denominarse en español partidocracia,188 puede producir, según
el citado autor, dos consecuencias: la sustitución de los partidos en el papel del Estado
o la desintegración de éste. El primer caso presenta las siguientes características:
pérdida de la independencia de los diputados; sacrificio de la capacidad de los
representantes en busca de una mayor disciplina de partido; transferencia de la
voluntad popular a la voluntad partidista; deshumanización del diputado que se
convierte en un mero instrumento de votación para el partido; devaluación política de la
asamblea legislativa; desarrollo del proceso real de legislación fuera del parlamento;
falta de control real sobre el gobierno; confusión de los poderes del Estado; pérdida de
funciones reales del parlamento; deterioro de la vida política local por la imposición de
criterios partidistas; monopolización de la actividad política que impide la creación de
nuevos partidos y consolidación monolítica de la administración del Estado que impide
el pluralismo efectivo.
Durante mucho tiempo los partidos políticos no fueron objeto de ningún tipo de
regulación jurídica. Se consideraba que su constitución y actividades pertenecían a la
esfera privada y se aceptaba que no tenían relación alguna con las instituciones
estatales. La doctrina vigente a principios de este siglo convalidaba dicha postura. Así,
Jellinek, en su Teoría General del Estado, nos dice que: “en el orden de la vida del
estado no hay lugar alguno para el concepto de partido político; incluso, cuando los
partidos deben ejercer y ejercen un influjo sobre aquél, sólo son considerados en
cuanto mayorías y minorías.
188 El término partitocracia se ha tomado del italiano partitocrazia, derivado del sustantivo italiano partito que en
español es partido.
178
ciudadanos a asociarse en materia política no tenían por qué ser constitucionalmente
regulado.
A principios del siglo los partidos empiezan a cobrar vida en el mundo del Derecho,
aunque no por su carácter de organizaciones políticas, sino, particularmente, por su
representación parlamentaria. Los reglamentos de las asambleas legislativas,
paulatinamente van otorgando ciertos derechos a los grupos parlamentarios que se
identifican por su pertenencia a un partido, pero éste, como agrupación cuya finalidad
es participar en la vida política, no es objeto de ninguna regulación específica y sólo se
hacen referencias a él en las normas electorales, sobre todo por la necesidad de admitir
que los partidos son las organizaciones que presentan las listas de candidatos,
indispensables en los sistemas de representación proporcional.
189 Loewenstein, Karl. “Teoría de la Constitución” Editorial Ariel, Colección Demos Barcelona , España, 1976. Pág.
447
179
son inconstitucionales. Sobre la inconstitucionalidad decidirá la Corte Constitucional
Federal. 3. La reglamentación se hará por leyes federales” 190.
190 Texto tomado de la traducción publicada por el Departamento de Prensa e Información del Gobierno Federal
Alemán, preparada por la sección de interpretación de Idiomas del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República
Federal de Alemania. Impreso por Industriedruk A-G Essen-Werden. 1971
191 Fernández de la Mora, Gonzalo, Op. Cit. Pág. 177
192 Véase Pantoja Mora, David, Op. Cit.
193 Para una descripción de la regulación jurídica de los partidos en E.E.U.U., véase Loewenstein, Karl. Op. Cit. Pág.
452 a 454
180
través de las elecciones primarias194 y tiende a garantizar a cualquier ciudadano su
acceso al partido de su preferencia; también se han establecido reglas relativas al
financiamiento.
Una excepción a esta regla general, fue la constitución uruguaya de 1917, que parece
haber sido la primera en el mundo en emitir previsiones para la participación de los
partidos polìticos en el gobierno 195.
194 Cfr. Pág. 119, acerca del sistema de elecciones primarias en E.E.U.U.
195 Loewenstein, Karl. Op. Cit.
196 “La constitucionalizaciòn del régimen jurídico de los partidos políticos en Centroamérica, en “El Régimen
Constitucional de los Partidos Políticos”, Instituto de Investigaciones Jurídicas. UNAM. 1975. Pág. 42.
181
6.4 Conformación y Estructura de los Partidos
Los partidos políticos, como toda organización, no son informes y desarticulados, sino
que requieren de una estructura jerárquica y de una organización. El partido actúa en
una realidad social organizada de múltiples maneras. En tal organización existen
agrupaciones de diversa índole y variados objetivos que se asientan de acuerdo con
una determinada distribución territorial, según la forma como esté organizado el Estado
de que se trate. Así, la organización del partido queda condicionada por todos esos
factores.
Podemos resumir diciendo que la conformación tiene una raíz de contenido social, en
tanto que la estructura tiene una base territorial-electoral.
Tanto los partidos de clase como los pluriclasistas tienen intimas relaciones con
diversas organizaciones sociales. Estas relaciones pueden desenvolverse de distintas
formas. Cuando el partido admite en su integración a organizaciones completas,
estamos en presencia de partidos de conformación indirecta 197. Esto se debe a que
la relación entre el partido y sus miembros individuales se realiza de manera indirecta a
través de una organización intermedia. El individuo pertenece indirectamente al
partido al cual se encuentra afiliada la agrupación, como podría ser el caso de la
Confederación de Trabajadores de México, que a su vez se encuentra afiliada al Partido
Revolucionario Institucional.
En ellos las organizaciones no se afilian con el carácter de tales, sino que cada
individuo debe manifestar expresamente su intención de integrarse al partido. De
cualquier modo, aun estos partidos suelen tener ligas estrechas con organizaciones con
cuyos intereses están identificados y entre las cuales buscan a sus miembros
individuales.
Debemos señalar que, en la práctica, estos tipos de partido no se dan con absoluta
pureza y hay muchos de conformación mixta, que admiten las dos formas de
integración señaladas. Podemos afirmar en términos generales que aquéllos que se
conforman a través de la afiliación indirecta suelen también admitir la incorporación
directa, tal es el caso del Partido Laborista de la Gran Bretaña o el Partido
Revolucionario Institucional de México. En cambio hay otros que solamente se
conforman por afiliación directa, como el Partido Comunista de la U.R.S.S.
183
habla de partidos de cuadros y partidos de masas 199, que es la terminología
empleada por Duverger, o de partidos de armadura y partidos de membrecía, que
son las expresiones usadas por Deutsch 200, para referirse a lo mismo.
199 Duverger, Maurice. Los Partidos Políticos, Op. Cit. Págs. 35 y ss.
200 Deutsch, Karl. Política y Gobierno. Fondo de Cultura Económica. México 1976. Págs. 77 y 78.
201 Citado por Schwartzenberg, Roger-Gerard. Sociologie Politique. Editions Montchrestien. Colletion Universitè
Nouvelle. París. 1977 pàgs. 515 y 518
184
jerárquicos siguen los comités correspondientes a la demarcación territorial de que se
trate. En esta estructura hay comités regionales que dirigen las actividades del partido
en toda una zona del país que puede abarcar varios estados, provincias o
departamentos; después de los comités dirigentes de estas divisiones territoriales están
los comités de poblados o municipios y, dentro de éstos, se encuentran las unidades
básicas del partido, que son su mínimo grupo de militantes que responden a un
conjunto de dirigentes, los cuales ocupan el primer escalón en la estructura jerárquica.
La milicia aparece como unidad básica de los partidos fascistas, aunque no es la única.
Se caracteriza por su similitud con la organización militar; sus miembros reciben
entrenamiento periódico y obedecen a una disciplina y a una jerarquía equiparables a
185
las del ejército, incluyendo, en muchos casos, los uniformes y distintivos. Se encargan
de actividades ilegales y violentas que tienden a lograr los objetivos de sus partidos
mediante la intimidación y el terrorismo.
Los partidos de expresión, por otra parte, parecen conformarse con plantear sus
exigencias y, si bien no ejercen el poder directamente, pueden, mediante coaliciones
con otros partidos mayores, lograr ciertos beneficios para los intereses que representan.
En ocasiones, esas coaliciones suelen darse con grupos insatisfechos de lo que
pueden ofrecerles los partidos más grandes y se manifiestan a través de estos partidos
de expresión. Con tales coaliciones se obtienen, por lo menos, recompensas
psicológicas y, en alguna medida, no tienen que transigir en cuanto a cuestiones de
principio que consideren intocables.
Entre las actividades de los partidos presentan particular importancia los pactos y
alianzas. Estos permiten agrupar fuerza con tendencia semejantes para asegurar
triunfos electorales. Se dan con mayor vigor en los sistemas multipartidistas y, en
ocasiones, han generado críticas severas, pues afirman algunos autores que la decisión
política se traslada en esos casos, del electorado a la dirección de los partidos, que
deciden dichas alianzas sin contar con la opinión de los electores.
186
En el Derecho mexicano las formas de unión de los partidos están reguladas por la
LOPPE de manera precisa. Este ordenamiento distingue entre fusión, frente, coalición
e incorporación.
El frente es una unión de varios partidos con propósitos de lucha política no electoral,
es decir, para propugnar la adopción de ciertas medidas, hacer declaraciones políticas
relativas a acontecimientos nacionales o internacionales, realizar manifestaciones, etc.
(art.56).
6.6.2 Multipartidismo
Además el multipartidismo puede verse incentivado por el tipo de sistema electoral que
se adopta en un país. Al respecto Duverger planteó en su obra Los Partidos Políticos
las que él denominó leyes sociológicas fundamentales a través de las cuales relacionó
el sistema electoral con el de partidos indicando, en primer término, que el escrutinio
mayoritario a una sola vuelta da por resultado el bipartidismo, que la representación
proporcional origina un sistema de partidos múltiples y que el escrutinio mayoritario a
dos vueltas da lugar a un multipartidismo atemperado por la formación de alianzas.
Aunque estas llamadas leyes sociológicas han sido severamente criticadas, es
indiscutible que existe una influencia capaz de ser reconocida, por parte de los sistemas
electorales sobre la configuración del sistema de partidos, aunque no puede decirse
que el sistema electoral sea un factor indefectiblemente determinante del sistema de
partidos, ya que, como hemos visto, existen otras razones sociológicas que influyen en
la aparición de los partidos políticos en el marco de una sociedad. De cualquier modo,
las afirmaciones de Duverger pueden considerarse como válidas en un sentido
tendencial, es decir, puede admitirse, en el caso del multipartidismo, que éste tal vez
sea el resultado de una tendencia motivada por la aplicación del sistema electoral de
representación proporcional.
Sin embargo, el Partido Liberal (FDP) tiene una fuera considerable, tanto que, al no
alcanzar ninguna de las dos grandes formaciones la mayoría absoluta requiere de la
coalición con los liberales para poder integrar una mayoría que elija al gobierno. En los
años posteriores a la Segunda Guerra Mundial los liberales se mantuvieron aliados con
192
la CDU, pero a partir de la década de los sesenta establecieron una coalición con los
socialdemócratas que se mantuvo en el poder hasta octubre de 1982, cuando los
liberales volvieron a pactar con la CDU, provocando la caída del gobierno del Canciller
Helmut Schmidt y elevando al poder al líder de los Demócrata cristianos, Helmut Kohl.
Los sistemas de partido dominante se caracterizan, según este autor, por el hecho de
que un partido obtiene durante un largo período de tiempo una constante ventaja
electoral sobre todos los demás participantes. Aunque no alcance la mayoría absoluta
de los sufragios, su condición de partido que cuenta con una considerable mayoría
relativa de los sufragios, le permite prácticamente determinar la orientación del
gobierno. Indica el autor que venimos citando, que para que un partido se pueda
considerar dominante debe obtener aproximadamente entre el 30 y el 35 por ciento de
los votos emitidos, aunque no considere indispensable que logre determinar la
formación de un gobierno estable. Desde nuestro punto de vista, la existencia de un
partido dominante sólo puede ser determinada por la capacidad de dirección
gubernamental y no simplemente por un porcentaje de sufragios obtenidos durante un
largo período de tiempo, dado que, si un partido no logra estabilizar y controlar la
dirección gubernamental, no se le puede atribuir plenamente el carácter de dominante.
194
7. GRUPOS DE PRESIÓN
7.1.1 Concepto
Al igual que en otros temas de nuestro estudio, existen múltiples definiciones en los
textos con respecto a los grupos de presión. Podríamos decir, sintetizando, que un
grupo de presión es un agrupamiento de individuos, con cierto grado de organización,
que realizan acciones dirigidas a los mecanismos formales de decisión gubernamental
con la intención de que tales decisiones sean favorables a sus intereses o pretensiones.
David Trumann define al grupo de interés como cualquier grupo que, basàndose en una
o varias actitudes compartidas, lleva adelante ciertas reivindicaciones ante los demás
grupos de la sociedad, para el establecimiento, el mantenimiento o la ampliación de
formas de conducta que son inherentes a las actitudes compartidas 202.
A nuestro juicio es acertado el punto de vista de Jean Meynaud 203, según el cual las
denominaciones de grupo de presión y grupo de interés designan dos realidades
distintas o, si se quiere, dos momentos diferentes de una misma realidad.
202 Ver Diccionario de Política. Ed. Siglo XXI. Tomo I, Pág. 751
203 Ver Meynaud, Jean. Los Grupos de Presión. Ed. Universitaria de Buenos Aires, Sexta Edición, 1978. Pág. 11
195
presión supone una actuación específicamente dirigida a presionar a las estructuras
gubernamentales para que se adopte o no una determinada medida política que
favorece o no los intereses del grupo. Es claro que un grupo de interés puede
convertirse, en ciertos momentos, en grupo de presión o incluso serlo
permanentemente. Para distinguir la diferencia pensemos en una asociación de
comerciantes que se ponen de acuerdo a fin de realizar acciones que les permitan
mantener un cierto precio de los artículos que venden. Es obvio que tienen un interés
común y que hay una actividad concertada para defenderlo. Mientras esta actividad va
dirigida al público o a otros grupos, la asociación está actuando como grupo de interés.
En cambio, si sus acciones se dirigen a evitar que el gobierno imponga un control de
precios sobre los bienes que expenden, estará ya asumido el carácter de grupo de
presión.
Como hemos visto, todo grupo de interés puede convertirse en un momento dado en un
grupo de presión. Existen grupos que se constituyen con una finalidad específica que
originalmente se encuentra prácticamente desvinculada de las acciones políticas, y
que, sin embargo, pueden ejercer en ciertos momentos, una presión con respecto a una
decisión gubernamental. Meynaud cita el caso de la Academia Francesa, cuyos
propósitos habituales son de carácter científico y que, sin embargo, realizó en ciertas
circunstancias una acción presionante con respecto a la aplicación de tasas impositivas
a las publicaciones escritas. En cambio, existen grupos que se constituyen con el
propósito específico de intentar influir en las decisiones gubernamentales. En este
caso, hablamos de grupos permanentes de presión, puesto que su finalidad principal es
el ejercicio de dicha presión. Cuando el grupo tiene otras finalidades principales, pero
ocasionalmente pretende influir en las decisiones políticas, le denominamos grupos de
presión eventual.
Según nuestro punto de vista, derivado del análisis de la realidad mexicana, pensamos
196
que puede introducirse una tercera categoría: la de grupos sociales de presión. Este
tercer tipo nos permite resolver la preocupación manifestada por Meynaud cuando
escribe: Se dice frecuentemente que si bien es posible que los sindicatos obreros y los
patronales sean igualmente grupos de presión, nadie podría poner en el mismo plano,
dentro de su conciencia, al trabajador que defiende su derecho de vivir y al director de
empresa que lucha por mantener sus beneficios.
Por otro lado, la división tripartita que proponemos permite emplear la categoría de
grupos de presión en todos los sistemas socioeconómicos vigentes y superar la noción
de que sólo pueden existir grupos de presión en las sociedades capitalistas
organizadas bajo los principios de la ideología democrático-liberal. Se afirma a favor de
esta tesis que el carácter pluralista de estas sociedades es el único que permite la
constitución de grupos de presión, los cuales no pueden concebirse en las sociedades
de economía centralmente planificada por el Estado, puesto que en éstas no existen
intereses privados que puedan organizarse. Esta afirmación es sólo parcialmente cierta
ya que, por un lado, en un sector público tan amplio y diversificado como el que existe
en estos países, no puede evitarse la aparición de intereses encontrados que, aunque
no siempre alcanzan un grado de organización formal, si se manifiestan de manera que
producen tensiones dentro del propio sistema de decisiones del Estado. Así, por
ejemplo, los dirigentes de las diversas ramas de la industria soviética luchan entre sí
para colocar a la suya entre las prioridades del partido, lo cual les rinde beneficios en su
carácter de grupo de funcionarios. Estaríamos aquí en presencia de un grupo de
presión de carácter público, catalogado no tanto por el tipo de intereses que defiende,
que pueden no necesariamente vincularse al interés público de la economía. Este
fenómeno se presenta también en las sociedades capitalistas en que algunas ramas de
la producción se manejan públicamente. Es conocido el hecho de que grandes
industrias paraestatales, aun en los regímenes capitalistas, ejercen presión sobre el
gobierno para obtener decisiones favorables.
Los grupos sociales de presión son los que se constituyen en el sector social,
cualquiera que sea el tipo de economía predominante. El grupo característico en este
197
sector es el sindicato. Quizá en cierto sentido, es más característico como grupo de
presión en las economías socialistas que en las capitalistas, pues en éstas se
manifiesta originalmente como grupo de interés que, al reivindicar aspiraciones
económicas, se enfrenta primero al patrono privado y, en una segunda instancia,
presiona al poder político para conseguir decisiones favorables; en tanto que en la
economía socialista su actividad se da siempre frente al Estado como patrón y en
consecuencia está interesado en la obtención de decisiones políticas adecuadas a los
intereses que representa. Es ilustrativo el fenómeno polaco generado en la década de
los 70 y que ha hecho crisis a principios de la presente década, caracterizado por la
presión de grupos de trabajadores organizados en el sindicato “Solidaridad” que
reivindican conquistas del proletariado frente a una dictadura burocrático-militar,
supuestamente instaurada en su beneficio.
Duverger204 traslada esta clasificación desde el ámbito del estudio de los partidos
políticos. Sin dejar de reconocer que parece un poco artificial aplicada a los grupos de
presión, es interesante considerarla porque explica algunas modalidades del proceso
de integración de estos grupos. Así, los que hemos llamado grupos sociales, se nos
presentan como grupos de encuadramiento masivo, que buscan atraerse un número
considerable de adeptos de forma que la cantidad de sus miembros sea un elemento de
apoyo considerable cuando ejerce presión; tal es el caso de los sindicatos o de los
movimientos étnicos, feministas, ecologistas o pacifistas.
Otra distinción importante es la que separa a los grupos que persiguen un beneficio
concreto para sus integrantes, de aquellos que defienden un interés general. “Algunos
autores llaman a los primeros grupos, de interés y a los segundos, de ideas. A nuestro
juicio, esta terminología no resulta adecuada porque hemos partido de la base de que
todos los agrupamientos de esta naturaleza se identifican por un interés, aunque es
cierto que no es lo mismo pugnar por medidas que benefician directamente a los
204 Duverger, Maurice. Sociología Política. Ed. Ariel. Colección Demos, Barcelona, 1975, citado por Eduardo Andrade
Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V., México 1983, Pág. 142
198
miembros del grupo, como lo hacen las asociaciones patronales o los sindicatos, que
interesarse en medidas que busquen un beneficio que rebasa al de los miembros del
grupo, como pueden ser los casos de los grupos que buscan la supresión de las armas
nucleares o la conservación del medio ambiente” 205.
Debe admitirse que esta distinción, como cualquiera de las otras, sólo tiene un valor
relativo para permitirnos ubicar la tendencia manifiesta o principal de los grupos, pero
que no pueden establecerse fronteras precisas que separen a unos de otros. Es muy
frecuente que bajo la cobertura de la defensa de valores generales se encuentren
intereses materiales concretos, como sucede cuando se busca el reconocimiento de
valores, como la igualdad social o entre los sexos, o cuando se argumenta a favor de la
ecología, pues los interesados en estos valores pueden también obtener mejores
condiciones de empleo en los casos étnico o sexológico o bien la preservación de sus
tierras cultivables amenazadas, por ejemplo, por la construcción de un aeropuerto o una
presa.
La existencia de estas realidades políticas han dado lugar a juicios valorativos con
relación a su papel en los procesos políticos. Se argumenta a favor de la existencia de
estos grupos: 1. Que estimulan la discusión pública de los asuntos que requieren de
una decisión política; 2. Que emplean métodos no siempre legítimos como el chantaje o
la corrupción, deteriorando el sistema político; 3. Que permiten la acumulación de un
excesivo poder en manos de los dirigentes de los grupos, cuyos intereses pueden
acabar oponiéndose a los de las colectividades que dicen representar (la ley de hierro
de la oligarquía parece operar también en el grupo de presión); 4. Que su multiplicación
en defensa de muy variados y encontrados intereses concretos, dificulta la negociación
y la adopción de medidas generalmente aceptables.206
Como puede apreciarse, los grupos de presión se mueven en el terreno político con el
objeto de lograr ventajas para sus agremiados. En este sentido, su función parece
confundirse con la de los partidos políticos a la que ya nos hemos referido. Se dice que
205 Eduardo Andrade Sánchez. “Introducción a la Ciencia Política”. Ed. Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 143
206 Ebenstein, William, Pritchett Herman, et.al. American Democracy in world perspective. Ed. Harper and Row,
Publishers. New York. 1980. Fifth Edition, citado por Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed.
Harla, S.A. de C.V., México, 1983, Pág. 144
199
una diferencia importante la constituye el hecho de que los grupos de presión se
especializan en la articulación de intereses, y los partidos en la agregación de los
mismos. “Entiendo por articulación la expresión pública de las aspiraciones de quienes
integran los grupos representados, y por agregación, la conciliación y estructuración de
las demandas así expresadas para formular líneas de acción política concretas. Esta
distinción parece insuficiente, pues lo mismo existen grupos de presión que reclaman
decisiones políticas precisas como resultado de la agregación de los intereses que
representan; como partidos políticos que formulan solamente demandas específicas de
los grupos que los integran” 207.
Un criterio más preciso de distinción es el que formula Noack al sostener que “la
diferencia fundamental entre partidos y grupos de interés es que los partidos influyen
directamente sobre la formación de la voluntad política y la ocupación de puestos
políticos, y las asociaciones, indirectamente.
Esta distinción entre acción directa e indirecta se explica por una diferente actitud frente
a la decisión política. Los grupos de presión desean que se tomen ciertas medidas,
independientemente de quien lo haga; de allí que, frecuentemente, presenten sus
demandas de igual manera frente a distintos partidos políticos en pugna, en tanto que
los partidos buscan el ejercicio directo del poder, de modo que sean las personas por
ellos propuestas quienes tomen las decisiones.
Esta distinción se expresa por dos funciones que son exclusivas de los partidos
políticos y que los grupos de presión no realizan: la intervención en la contienda
electoral y la administración directa del poder como grupo. Debe precisarse el énfasis
que hacemos en estas dos últimas palabras: como grupo, pues si bien los grupos de
presión no intervienen directamente como tales en las elecciones, sí suelen lograr que
los partidos políticos designen como candidatos a personas propuestas por ellos, con lo
cual, en muchos casos sus integrantes llegan también a ser administradores directos
del poder.
Otra relación importante entre los partidos políticos y los grupos de presión es que éstos
suelen colaborar en gran medida a financiar las campañas de aquéllos y de sus
candidatos. En Estados Unidos se estima que los grupos de presión aportaron 35
millones de dólares para las campañas de los congresistas en 1978. 208
209 Schwartezenberg, Roger-Gerard. “Sociologie Politique” Editions Montchrestein, Collection Universitè Nouvelle,
París 1977, citado por Eduardo Andrade Sánchez, Introducción a la Ciencia Política, Ed. Harla, S.A. de C.V. México,
1983, pág. 146
201
La cantidad de personas adheridas a un grupo, puede ser determinante en cuanto a
la presión que es capaz de ejercer. Los grupos de presión de masas se fundan en
este principio. Por ejemplo, un sindicato que abarque diversas ramas de la industria
puede paralizar, mediante una huelga, diversas actividades vitales de un país.
Igualmente, en los países con sistemas electorales avanzados, la amenaza colectiva
de votar en la siguiente elección por la oposición, puede mover al gobierno a acceder
a sus peticiones.
Las relaciones personales de los miembros destacados o de los dirigentes del grupo de
que se trate, con los funcionarios gubernamentales, puede resultar decisiva para el
logro de los objetivos propuestos. Un grupo con escaso reconocimiento público puede,
sin embargo, contar con miembros que tengan estrechas relaciones familiares o de
negocios con funcionarios colocados en posiciones claves para la toma de decisiones
en las que el grupo está interesado.
La manera de actuar de los grupos de presión puede ser muy variada. El concepto de
presión implica no tanto “la posibilidad de tener acceso al poder político, como la
posibilidad de recurrir a sanciones negativas –castigos- o positivas-premios- con el fin
202
de influir en la asignación imperativa de los valores sociales a través del poder público”
210
.
Esto quiere decir que la presión es ejercida por un grupo no sólo por el hecho de ser
capaz de formular una demanda, sino, particularmente, por su capacidad para ofrecer a
cambio de la decisión favorable una posible ventaja para aquéllos que tomen dicha
decisión o la posibilidad de crearles problemas específicos.
La presión que ejercen los grupos puede manifestarse en diversos grados, los cuales
pueden ir desde una persuasión comedida hasta las manifestaciones violentas. Estas
distintas técnicas de actuación pueden combinarse y los grupos recurren a ellas según
las circunstancias. El “catálogo” que se presenta a continuación, nos ofrece algunas de
las principales.
7.3.1 Persuasión
7.3.2 Lobbying
Para Eduardo Andrade Sánchez este término deriva de la palabra inglesa lobby, que
designa el pasillo o vestíbulo de los edificios gubernamentales y se refiere al trabajo de
convencimiento hecho sobre los parlamentarios o los funcionarios que trabajan en
dichos edificios, no de manera oficial, mediante peticiones dirigidas a ellos en su
carácter de funcionarios, sino de manera más o menos discreta y realizada en los
“pasillos” más que en las oficinas; dicho esto de una manera figurada.
203
publicidad, que ofrecen sus servicios de intermediación entre los grupos con intereses
específicos y los funcionarios. La regulación de sus actividades, realizada hasta ahora
de manera imperfecta, consiste particularmente en obligar a que los dedicados a estas
funciones, se registren. Según datos publicados en revistas estadounidenses, en
Washington operan 15 mil agencias de lobbyin211. Este cabildeo no es desarrollado
solamente por agencias especializadas, sino también por departamentos
específicamente creados para esta función en las grandes empresas a la manera de los
departamentos de publicidad y relaciones públicas que algunas corporaciones
mantienen por sí mismas para su servicio.
Las oficinas de lobbying pueden servir también para la entrega de fondos destinadas a
las campañas de candidatos, o para hacer investigaciones acerca de la vida privada de
los funcionarios cuyos resultados pueden servir para ejercer presión por medio del
chantaje.
204
los intereses del grupo. Esta técnica, como ya vimos, puede ser empleada con mayor
facilidad por las agrupaciones numerosas. Otra amenaza, que es más propia de los
grupos financieramente poderosos, se relaciona con la retracción económica y consiste
en advertir que habrán de dejar de realizar inversiones en determinados campos si no
se adoptan las medidas que les convengan a ellos. De igual manera, pueden
amenazar con retirar fondos del país y depositarlos en el extranjero.
Los sindicatos pueden recurrir a huelgas más o menos generalizadas para lograr que
se tomen las decisiones que pretenden. En ocasiones, se puede recurrir a la
resistencia pasiva mediante fórmulas como “tortuguismo en el trabajo” o falta de
colaboración de los empresarios privados en relación con las acciones que emprende el
gobierno. Otras veces se acude al expediente de retirar efectivamente los capitales del
país, con el fin de provocar una situación económica crítica. Esta técnica fue empleada
con singular eficacia en México en 1976 con la finalidad de que el gobierno abandonara
los propósitos reformistas que había puesto en marcha y también fue intentada por los
capitalistas franceses a raíz de la victoria del partido socialista, encabezado por
Francois Miterrand.
Los intereses de los productores del campo suelen también dar lugar a la constitución
de grupos de presión, En Estados Unidos existen tres agrupaciones principales: la de
los patrones agrícolas, la Unión Nacional de Granjeros y el Buró de Granjeros. En
Francia, la Federación Nacional de los Sindicatos y Empresarios Agrícolas. En
Alemania, la Unión Nacional de los Campesinos. En Italia existen tres organizaciones:
la Confederación General de la Agricultura, la Confederación Nacional de los
Cultivadores Directos y la Federación de la Tierra. En México, la Confederación
Nacional de la Pequeña Propiedad “CNPP”, en Guatemala UNAGRO.
En algunos países este tipo de agrupaciones tiene una muy considerable relevancia.
Por ejemplo en Estados Unidos, la Asociación Médica Americana (AMA) se ha
constituido a lo largo de los años en un importante grupo de presión que se ha opuesto
con éxito a determinados programas de seguridad social que han pretendido ser
implantados por el gobierno. En México, la agrupación profesional de los economistas
se ha constituido en los últimos años como grupo de presión, particularmente por el
prestigio intelectual de sus miembros. En Guatemala diversos colegios de
profesionales.
206
7.4.5 Agrupaciones religiosas
7.4.6 Ejército
Estos constituyen grupos particulares de presión sobre todo en los casos en que son
administrados privadamente. Un congresista estadounidense afirma que todos los
miembros del Congreso dependen, en buena medida, del vigor que les otorga la
televisión, de sus apariciones en la pantalla. “Es extremadamente difícil ser un crítico
de las cadenas de televisión”. Los periódicos, estaciones de radio y de televisión suelen
ejercer una presión sobre el gobierno por su capacidad de influir en la opinión del
público. En ocasiones, como el caso de los periódicos pertenecientes a sindicatos, se
expresan públicamente como medios al servicio de ciertos grupos, pero en otras, su
influencia es oculta pero no por eso menos efectiva.
207
8. América Latina. Movimientos sociales y Representación
política
(Autora: Isabel Rauber)*
Carlos Marx
Miseria de la Filosofía
208
8.1 PALABRAS INTRODUCTORIAS
Nuestros paradigmas de vida y nuestra cultura están en crisis y también los paradigmas
emancipatorios precedentes. Las transformaciones ocurridas en el sistema-mundo
[Samir], la radicalidad y velocidad de las mismas, se suman a la crisis actual y reclaman
de nosotros, para enfrentarlas, un profundo cambio de mentalidad. La posibilidad de
sobrevivencia se anuda a la conformación de un mundo basado en la armonía de la
dimensión cósmica-humana. En este contexto, la transformación social deviene radical-
integral, es decir, se trata de un proceso de transformación social, cultural, política, y –
aunque parezca un sinsentido decirlo- humana, que resulta impostergable pensar,
construir, transitar.
Otro mundo será posible si se transforma de raíz, desde el interior de nosotros mismos
y el de nuestras organizaciones sociales y políticas, y desde ahora. Lo cultural, las
subjetividades, afloran a un plano primero y todo ello nos obliga a concentrar nuestras
miradas y reflexiones en los protagonistas de pensar y realizar las transformaciones.
212 Como señala Leonardo Boff, “...Bush apunta a establecer la "pax americana" y uniformizar el mundo bajo los
moldes del estilo de vida norteamericano. Después del 11 de septiembre decidió que eso se hará utilizando la fuerza.
Nadie podrá desafiar esta pretensión, de lo contrario conocerá, de inmediato, el poder avasallador de Estados
Unidos. De este modo, Bush prolonga y lleva hasta las últimas consecuencias la marca intrínseca del paradigma
occidental: la voluntad de someter a todo el mundo, vale decir, de implantar un imperio universal. En concreto, la así
llamada globalización, no es otra cosa, sino la occidentalización, u occiintoxicación del mundo.” ¿Choque de
civilizaciones?, ALAI, versión digital, abril 2003.
209
8.2 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
La entrada veloz del neoliberalismo globalizador del poder del Norte en Latinoamérica,
se produjo en un período de desorientación, perplejidad y confusión abierto por la
conjugación histórica del fracaso de procesos de lucha revolucionaria, en medio de
dictaduras militares que se imponían mediante el terrorismo de Estado, y el derrumbe
del sistema socialista mundial. Pero en pocos años la desorientación del campo popular
ha ido modificándose sustantivamente y hoy vivimos –diferenciadamente en los
distintos países-, una época de ampliadas y crecientes resistencias sociales a la
implantación del modelo neoliberal y sus consecuencias, agudizadas por la necesidad
vital de frenar (e impedir) la firma del ALCA (Área de Libre Comercio de Las Américas),
que –de consumarse en el 2005- abriría las puertas de nuestros territorios y recursos
naturales a la voracidad anexionista del poder imperial estadounidense.
Todo ello reclama hoy superar las barreras culturales214 predominantes acerca de quién
es (o debe ser) el sujeto de los cambios, acerca de cuál es la relación entre los
movimientos sociales y los partidos políticos de izquierda, acerca del tipo de
organización política que reclaman los tiempos actuales, acerca de lo que significa
conducir. Se impone superar las posiciones reformistas, vanguardistas y elitistas que
actúan como una retranca ante las nuevas realidades sociales, económicas, políticas,
históricas, culturales. El debate de las relaciones entre movimiento social y organización
política resume otros interrelacionados e intercondicionantes, en primer lugar –y de
213 El proyecto hace al sujeto en tanto es el sujeto el que -en su articulación y constitución- va definiendo su
proyecto; sujeto y proyecto están íntimamente imbricados, son inseparables; no se lo puede concebir desde la
lógica que supone un emisor que sabe y decide, y un receptor que –no sabe- recibe y ejecuta.
214 El análisis de los contenidos ideológico-culturales de esas barreras resulta central para la comprensión de las
clave teórico-prácticas que ayudarán a avanzar en el proceso de búsqueda colectiva de alternativas, de nuevas
opciones organizativas y políticas para contener y conjugar a las nuevas y numerosas expresiones de actores
sociales con identidad propia y protagonismo pleno.
211
mayor alcance-, expresa condensadamente un punto de vista acerca de las relaciones
entre sociedad civil y política en el contexto del capitalismo, donde la sociedad civil es,
por un lado, el ámbito en el que se genera la alineación fundada en el mundo del
trabajo regido por la lógica del capital, que la afianza y multiplica universalizando -por
medios políticos, sociales, culturales, etc.-, su dominación hegemónica y, por otro, el
ámbito donde brota y se multiplica también la rebelión ante ello, en primer lugar, por
parte de los que están en el centro mismo de la producción de la base de esa
enajenación política, económica, cultural y social: los trabajadores.
Esta re-articulación debe encontrar también una nueva expresión orgánica –de hecho la
realidad política latinoamericana actual lo reclama y anuncia con creces-, cuyo núcleo
constitutivo arranca por entender (y practicar) a la representación políticosocial de un
215 Falsa en el sentido de no “natural”, no propia de la organización de la sociedad. La división entre partido y
sindicato respondió y responde a la lógica del desarrollo ampliado del capital y su modo político de organización de la
sociedad que impide la participación y expresión política directa de los trabajadores en los ámbitos del poder político
(del capital).
216 Ver, parte II de este libro, “Un nuevo tipo de conducción política”, epígrafe 2.
217 Mészáros, István, The alternative to capital’s social order, K P Bagchi & Company, Kolkata, 2001, p.67. [En
inglés]
212
modo radicalmente diferente al actual, como pivote de interactuación participativo-
empoderadora de los actores sociopolíticos, en tanto son actores-sujetos
representantes y representados. La unidad radical entre lo social, lo político y sus
actores, resume uno de los ejes centrales de este trabajo; el otro -convergentemente
con este, imprescindible de abordar por tanto-, es el referido al proceso de articulación-
constitución de la clase y el pueblo en sujeto popular de la transformación social. Y todo
ello enlaza con lo que sería un tercer eje, abordando lo relativo a las formas de
surgimiento y organización de ese sujeto políticosocial.
Podría decirse que –en ese sentido, y en relación con los partidos políticos de izquierda
218 Algunos autores distinguen varios tipos o categorías de sujetos: sujeto social, sujeto social de la revolución,
sujeto histórico y sujeto político. Según esa lógica, sujeto social sería el conjunto de clases y sectores sociales
objetivamente interesados en las transformaciones revolucionarias; sujeto social de la revolución, sería la reunión de
una especie de vanguardia de cada uno de los sectores del sujeto social; el sujeto histórico sería la
vanguardia del conjunto del sujeto social de la transformación, por ser el portador de la misión histórica; y el
sujeto político sería la vanguardia de esa sujeto histórico y, por tanto, de los “otros” sujetos, que quedarían
organizados de mayor a menor, sujetados verticalmente de y por ese sujeto político.
219 “Si por política se entiende “(...) al espacio en el se realizan las práctica políticas (...), la política es básicamente
un espacio de acumulación de fuerzas propias y de destrucción o neutralización de las del adversario con vistas a
alcanzar metas estratégicas.” [Gallardo, Helio, Elementos de política en América Latina. Editorial DEI, San José.
1989, pp. 102-103.] Práctica política, por tanto, es aquella que tiene como objetivo la destrucción, neutralización o
consolidación de la estructura del poder, los medios y modos de dominación, o sea, lo político. (...) Así como la
política ha sido transformada por el mercado, que ha penetrado sus espacios, sus contenidos y sus modos de acción
borrando las fronteras de lo económico y lo político, también lo político se ha modificado, ha salido de su esfera
tradicional para ocupar (compartir, estar presente en) los espacios de la economía, es decir, del amplio espectro de
las relaciones sociales que en ella se originan. Lo político ha penetrado como nunca antes en el mundo del mercado,
mezclándose con un espacio antes reservado casi exclusivamente a la economía. // Esto permite replantear los
nexos entre lo político, la política y el poder (objetivo último de la acción política), sin reducir a éste al poder político,
concepción tradicional y frecuente entre sectores de la izquierda latinoamericana, que sirvió de base a estrategias de
confrontación social directa por la conquista del poder político, y que entendía por lucha política popular solamente a
aquella dirigida directamente a golpear el poder político de la dominación y a conquistarlo o ‘tomarlo’.” (Rauber,
Isabel, Actores sociales, luchas reivindicativas y política popular, UMA, Buenos Aires, 1997 (segunda edición), pp. 8-
9. Actualmente puede encontrarse en edición digital en: www.rebelión.org,)
213
actualmente existentes-, se trata de pensar y construir (o re-construir) un nuevo tipo de
organización política de izquierda, que solo puede ser tal si –a partir de reconocer su
raíz sociopolítica-, es capaz de proponerse su rearticulación con lo social sobre bases
diferentes, y romper la cadena fragmentadora y verticalista-subordinante entre partido-
clase-movimiento-pueblo, entre lo reivindicativo, lo político y lo social,220 entre vida
cotidiana, sociedad y política, entre lo público y lo privado, cadena que constituye a su
vez, un importante eslabón en la producción y reproducción ampliada de la enajenación
política, de la clase y el pueblo todo, vitales a la continuidad de la lógica del capital. El
caso es comprender que La rebelión de los trabajadores en contra del capitalismo no es
reductible a la lucha de clases en el marco del modo del modo de producción
capitalista, por importante que ésta sea; es (o puede ser) también rechazo a la
enajenación (1968 lo ilustra) e invita con ello a salir del marco de la reproducción
capitalista.221
Son muchos y positivos los esfuerzos por encontrar alternativas a una situación que
mayoritariamente se visualiza como insostenible; hay sin duda cimbronazos que –como
campanadas- ayudan a que la venda –para los que aún la llevan- caiga de sus ojos. En
primer lugar, el Foro Social Mundial, capaz de movilizar a miles y miles de luchadores
identificados en la necesidad de conformar, al menos, un movimiento antiglobalización-
neoliberal de alcance mundial. En segundo lugar -y articulado a lo anterior-, el propio
Foro de Sao Paulo que nuclea a la gran mayoría de partidos de izquierda y
centroizquierda latinoamericana, y que así lo ha reconocido implícita o explícitamente.
220 “Asumir lo político y la política con sentido amplio y popular supone reconsiderar lo que se entiende
por escena política, tradicionalmente considerada como el campo de acción abierta de las fuerzas
sociales mediante su representación en partidos. Si se toma en consideración que la <reducción,
congelamiento o anulación de la escena política no disuelve como por arte de magia ni el campo de la
dominación ni la existencia de oposiciones, desplazamientos y asimetrías entre las fuerzas sociales>, y
que <la desaparición de los partidos no supone, pues, la desaparición de lo político y de la política>
[Gallardo, Op. Cit., p.16], resulta evidente que la escena política comprende al conjunto de fuerzas
sociales actuantes en el campo de la acción política en un momento dado, independientemente de que
éstas se hallen organizadas o no en estructuras político-partidarias. Respetando todo lo que son o
puedan llegar a ser las opciones partidarias, la participación política de la ciudadanía, de hecho, reclama
la incorporación de los diversos actores a una discusión y a un escenario más amplio que el de los
partidos.” (Rauber, Isabel, Idem, pp. 7-8).
221 Amín, Samir, Crítica de nuestro tiempo, Siglo XXI, México, 2001, p. 60.
214
El volante que distribuyeron en el FSM 2002, es una muestra de ello.
Vale recordar también el Seminario anual “Los Partidos y una Nueva Sociedad” que
organiza el Partido del Trabajo, de México, que hace años –entre variadas temáticas-
se preocupa por avanzar en las reflexiones sobre las experiencias de lucha de los
movimientos sociales, sin prejuicios, buscando vías para superar dialécticamente –de
eso se trata- la situación de fractura entre los movimientos sociales populares y los
partidos políticos de la izquierda. Considero que, en este sentido, estaríamos entonces
en una etapa de maduración y, a la vez, de transición, donde quizá el paso siguiente
radique en identificar la dimensión local (nacional, regional) de la fractura histórica y
actual entre lo social y lo político, entre los movimientos sociales y los partidos políticos
de izquierda, y –sobre esa base- trazarse objetivos concretos para ir construyendo
inicialmente ámbitos de diálogo entre organizaciones sociales y políticas.222 En
realidad, si tenemos en cuenta las experiencias y los esfuerzos concretos realizados en
Latinoamérica al respecto, estas intenciones resultan todavía un poco idílicas porque
hay marcadas resistencias a abrir los espacios. Estas provienen tanto de los partidos
políticos que, aparentemente, serían los que deben compartir “su espacio” político,
como de los movimientos sociales que –aunque de un modo menos visible-, igualmente
deberían compartir lo que consideran “su espacio” social o sociopolítico. Intervienen
aquí factores culturales, en primer lugar, el peso de lo viejo, el creer “saber cómo son
las cosas”, el elitismo, el vanguardismo, el creer “no saber” cómo construir sobre bases
diferentes, cómo fundar una representación distinta, redefinir la militancia, cambiar las
estructuras, estatutos, modos de funcionamiento, el pensar en acto y no en proceso
(entender a los fenómenos sociales como algo dado, y a las propuestas de
transformación como algo que debe darse y no como algo que hay que construir),
etcétera.
222 Mészáros seguramente habla de esto, por ejemplo, cuando –refiriéndose a la necesaria re-articulación entre el
‘brazo industrial’ y el ‘brazo político’ señala que ello “...se hará, por un lado, confiriendo poder de decisión política
significativa a los sindicatos (incentivándolos a ser directamente políticos), y haciendo que los partidos
políticos adopten una actitud desafiantemente activa en los conflictos industriales como antagonistas irreductibles del
capital, asumiendo la responsabilidad por su lucha dentro y fuera del parlamento.”
223 Por ejemplo, las experiencias políticosociales de Bolivia, Colombia, Argentina, que se referencian
específicamente en el Capítulo II de este libro.
215
experiencias acumuladas, los acervos culturales del pasado anterior y reciente,
etcétera. La constante composición y recomposición de los consensos ante cada nuevo
reto darán la línea de acción y una nueva experiencia colectiva, un nuevo aprendizaje;
no hay recetas.
216
sociedad futura, y de la identidad de la nación y de la soberanía.
Y todo ello interpela doblemente a la clase obrera, que no puede liberarse sin
desempeñar un papel transformador radical de la sociedad, y sin convocar -para ello- a
los diversos sectores populares, haciendo de esto un proceso abierto de diálogo y
construcción entre todos, a riesgo -en caso contrario- de convertirse en excluyente. No
estamos en cero; las experiencias de resistencias y luchas populares encierran y
muestran -como avances- muchos elementos de lo nuevo. Resulta imprescindible
avanzar en la proposición de nuevos caminos o en la profundización de los ya iniciados.
Se necesitan también precisiones conceptuales que contribuyan al esclarecimiento de
las certezas posibles en medio de las incertidumbres y múltiples tendencias
yuxtapuestas del sentido histórico que conviven con nosotros. Y todo ello nos lleva
nuevamente a la discusión acerca del sujeto sociopolítico de la transformación.
Sobre la base de una fractura originaria entre clase y partido de la clase, importada y
heredada de la tradición política hegemónica del pensamiento de la izquierda europea,
que a su vez reducía la clase (el proletariado) a la clase obrera industrial y consideraba
a ésta como el único sujeto (histórico) de la revolución social, en nuestras latitudes –
salvo excepciones- se ignoraron las realidades socioculturales, económicas y políticas,
que se correspondían a nuestra diversidad étnica y de desarrollo, adoptándose
mayoritariamente una postura doctrinaria que -contrariamente a los llamamientos de
Carlos Mariátegui-, fue “calco y copia” en lugar de creación heroica.
225 Por su relación específica con el tema, se tomaron sólo dos hipótesis (Nos. 3 y 5),de las nueve
contenidas en la obra original.
217
pensamiento eurocéntrico, llaman a analizar la problemática del sujeto (de los actores-
sujetos) dando cuenta –además de nuestra diversidad étnica, socioeconómica y
cultural-, de la actual fragmentación social existente producto de la aplicación del
modelo neoliberal.
226 Engels, Federico, “Principios del comunismo”, Obras Escogidas en tres tomos, Editorial Progreso, T1, Moscú,
1976, p. 82.
218
Pero el viejo y nuevo proletariado también resultan fragmentados por la globalización
neoliberal y necesitan articularse interiormente, y a la vez con otros sectores sociales.
En esa articulación -que supone en realidad un proceso de articulaciones sucesivas,
multidimensionales y yuxtapuestas-, la clase obrera desempeña un papel central,
organizador y catalizador centrípeto como así también promotor de otros nodos
organizativos con los cuales también buscará concertar, articular.
Ahí el sentido cabal del concepto de “centralidad de la clase” que empleo para referirme
a uno de sus principales roles políticosociales. Y esto es clasismo hoy: ser coherentes
con las responsabilidades y las tareas históricas de la clase hoy, generar un polo o
núcleo de articulación y organización del tejido social y sus actores proyectándolos
hacia metas superiores de transformación radical de la sociedad, sobre la base del
cumplimiento inicial de urgentes tareas de sobrevivencia, a la vez que remontándose
sobre ellas en proyección hacia la construcción –en plenitud de capacidades- del ser
nacional que reclama, en primer lugar, la defensa de la vida y también -encadenada a
ella-, la liberación.
Es decir que, en este sentido, cuando se habla de sujeto sociopolítico de los cambios,
se hace referencia, en primer lugar, a una articulación que –conteniendo a la clase, a
partir de ella- abarca al conjunto de sectores oprimidos, explotados, discriminados y
excluidos por el sistema, considerándolos también potencialmente capaces de
constituirse en sujetos a partir de su intervención en el proceso de resistencia y lucha
por la sobrevivencia, que se anuda radicalmente con la transformación del sistema que
estructura las actuales sociedades latinoamericanas.
--En segundo lugar, esto se relaciona de modo directo con las problemáticas y tareas
que ese sujeto en proceso de constitución tiene que enfrentar, que lo lleva a tomar
conciencia de la necesidad de cambiar integralmente la realidad en la que vive, y a
proponer nuevas bases sobre las cuales va a reorganizar la sociedad en la que desea
vivir.
227 La lucha es políticosocial aun en el caso supuesto de que fuera solo lucha de clases. El pueblo
(articulado) es potencial sujeto, por el contenido de las transformaciones. En primer lugar, la defensa de
la nación a la vez que de su reinvención para que pueda sobrevivir y desarrollarse en un mundo
globalizado e interdependiente. En segundo –e interpenetrado con lo anterior-, porque las tareas
nacionales (que son a la vez internacionales) solo serán posibles si se dan anudadas a un proceso de
liberación del capital (global), esto es, de lucha contra la enajenación, cuestión que trasciende –como
vimos- a los obreros, abarcando al conjunto de los sectores sometidos a ella por el capital.
229 La categoría “modo de producción” va mucho más allá de una estructura económica; a partir de ella,
Marx señala la conformación sistémica de un determinado “modo de vida” (totalidad social integrada).
230 Sobre el particular puede consultarse el libro de mi autoría, Genero y Pobreza, con reflexiones sobre
la base de estudios realizados en barrios dominicanos. Ediciones Pasado y Presente XXI-UNESCO,
Santo Domingo, 2002. Y el texto: “Mujeres piqueteras: el caso de Argentina”, publicado en: Globalización
económica e identidad de género, UNESCO –IUED-DDC, Ginebra, 2002, pp. 107-123.
220
situación, en primer lugar, las organizaciones sindicales, debido a la reducción
cuantitativa de la clase obrera, a su fragmentación al interior de una misma rama
productiva, y a la coexistencia de distintos modos de producción en una misma
sociedad. La reducción del aparato productivo hasta su virtual desintegración, junto a la
innovación tecnológica y a las nuevas formas de organización del trabajo, implica una
creciente desocupación; la lucha por conservar el empleo hace renacer con fuerza el
individualismo, a la vez que se va imponiendo en detrimento de la defensa de los
derechos de los trabajadores y de las luchas por nuevas conquistas, las que,
prácticamente, desaparecen de los escenarios de las luchas sociales.231
231 El rediseño estratégico del aparato productivo en cada país y a nivel global, implicó la pérdida de
interés económico del mercado interno y, consecuentemente, del salario como realizador de las
mercancías. La formación de grupos empresarios, la tercerización del proceso productivo, la capacidad
de transportación rápida de producciones de una región a otra en un mismo país, e incluso de un país al
otro, modificaron de raíz el poder –económico, social y político- de la clase obrera. Parar la producción
mediante huelgas, por ejemplo, dejó de ser un método de lucha incuestionable, pues en determinadas
situaciones podía incluso ser útil a los intereses de la empresa.
232 En Argentina, por ejemplo, entre cerca de 13 millones de trabajadores, los sindicalizados apenas se
acercan a los 3 millones.
233 La Central de Trabajadores Argentinos se cuenta entre las primeras organizaciones sindicales –
quizá por ser parte ya de una respuesta organizada de la clase a la irrupción devastadora del
neoliberalismo-, que reconoce por igual como trabajadores, a los trabajadores que tienen empleo y a los
que no lo tienen, y sella esto en sus bases fundacionales y en sus estatutos, mediante la afiliación directa
y plena de todos y cada uno de los trabajadores, independientemente de su condición laboral actual.
Como señala Víctor De Gennaro, su Secretario General: “No será la patronal la que decida quienes son
trabajadores y quienes no, quienes nos representan y quienes no; ese es nuestro derecho y debemos
ejercerlo.”
234 Desempleo no estructural, según el economista argentino Claudio Lozano, porque no se corresponde
con deficiencias estructurales, sino con modificaciones externas al desarrollo productivo que –sin responder a la
lógica propia de su desarrollo, por el contrario, lo han atrofiado, desarticulando, desintegrando y desregulando lo que
quedaba, destruyendo lo que –según esa lógica se consideraba “población obrera sobrante”, es decir, desocupados,
trabajadores sin empleo.
221
Atomizada, la clase existe hoy diversificada en distintas categorías y estratos. Y si es
heterogénea en su modo de existencia también lo será en sus problemáticas, en sus
modos de organización, representación y proyección. Su identidad fragmentada
reclama también ser reconstruida sobre bases –nuevas- que den cuenta de su situación
actual.
Los movimientos barriales populares de las zonas urbanas tienen entre sus mayores
referentes fundacionales o activos a hombres y mujeres con experiencia de lucha y
organización sindical correspondiente a su “época de trabajadores” con empleo, que –
reivindicándose como trabajadores- hacen del territorio donde viven su nuevo ámbito de
resistencia, lucha, organización y propuesta de transformación de la sociedad. De ahí
que no resulte extraño escuchar entre ellos, por ejemplo, que hoy “la nueva fábrica está
en el barrio”.236 La defensiva ante la impronta de la lucha por la vida se combina
necesariamente con la cada vez más necesaria ofensiva dirigida a transformar desde la
raíz su situación de exclusión o quedar entrampados en ella. (Los trabajadores urbanos
en lucha por un empleo estable y la refundación de una estructura productiva que lo
haga posible; los campesinos bolivianos, por el derecho al cultivo de la hoja de coca –
tradición cultural de los pueblos indígenas de la zona andina-, que supone también la
lucha contra la injerencia norteamericana en la región (“Plan Dignidad”); los campesinos
sin tierra de Brasil, en busca de una reforma agraria que ponga fin a los grandes
latifundios improductivos y entregue esas tierras a los trabajadores sin tierra, con lo cual
intervienen también nacionalmente convocando a una discusión nacional sobre la tierra;
los indígenas ecuatorianos y los sectores populares urbanos, en lucha por su derecho a
ser –colectivamente-, protagonistas de su historia; igual los pueblos de Chiapas, de
Perú, de Guatemala, etcétera).
235 Manuel Morales, integrante del Equipo Económico del MAS, Instrumento Político para la Soberanía
de los Pueblos. Entrevista realizada por mí en 2003. Inédita.
236 Ver, Rauber, Isabel, La Argentina de los piquetes, Documentos desde abajo, Colombia, 2003, p.16.
222
En procesos de resistencia a las políticas de muerte, en lucha por la vida -que significa
trabajo, pan, salud y educación-, han emergido problemáticas específicas de los
distintos sectores (fragmentos) sociales y ellos mismos se han constituido y han sido
visualizados socialmente como actores sociales.
Estrictamente hablando, cada uno de los actores, aisladamente, no puede llegar a ser
sujeto. El concepto sujeto, en este sentido, en tanto sujeto de la transformación del todo
social, presupone la articulación de los distintos actores comprometidos en ella (además
de las articulaciones que tienen lugar al interior de cada sector social o movimiento); es,
por tanto, plural y múltiple. Replantea los criterios tradicionales en cuanto a su
organización interna, en el desarrollo de nuevas relaciones entre sus miembros: no
jerárquico-subordinantes sino horizontales; exige el respeto a las diferencias y, todo
esto, la profundización de la democracia sobre la base del protagonismo y participación
plena de cada uno. Por ello, lejos de aceptar el divorcio entre lo social y lo político,
afirma su indisoluble nexo constituyéndose como sujeto (y actores) sociopolítico(s). 237
237 Habitualmente, en las Ciencias Sociales se emplea el concepto sujeto para señalar o referirse a las
fuerzas sociales potencialmente interesadas en la transformación social de una sociedad dada, es decir,
a los sujetos potenciales del cambio; estos se identifican y definen aquí, más específicamente, como
actores sociales.
238 Como característica distintiva de estos actores sociales puede destacarse el hecho de que no
delegan su capacidad de análisis de su realidad y la decisión de su quehacer en organizaciones externas a la
suya propia; para ellos ya no hay partidos dirigiendo al movimiento desde afuera, sino actores sociopolíticos
igualmente aptos para pensar su realidad y decidir cómo y cuándo actuar en consecuencia.
223
imposible que uno solo de los actores sociales, sociopolíticos, o políticos, pueda erigirse
en representante del conjunto. Influye en ello -además de las fracturas señaladas-, la
que existe entre lo social y lo político, entre lo reivindicativo y lo político, entre los
actores sociales y las organizaciones político-partidarias, poniendo de manifiesto –
combinadamente-, una crisis profunda de representación. La pérdida de poder de la
clase obrera, el carácter defensivo de sus luchas, y la crisis de representación y
legitimidad de sus organizaciones sindicales, se combina con la ausencia de referentes
orgánicos del movimiento, con la crisis de las organizaciones políticas en general y de
izquierda en particular, es decir, con la ausencia o debilidad de los posibles referentes
políticos de la clase.
Y todo esto pone en tela de juicio, una vez más, la concepción o el paradigma instalado
en el pensamiento marxista predominante acerca del sujeto (social y político) del
cambio. Las interrogantes colocadas serían: ¿Se puede hablar de sujeto del cambio en
sociedades tan fragmentadas socialmente? ¿Hay un sujeto o son varios?, ¿quién o
quiénes lo representan o referencian? ¿Cómo recomponer el sujeto fragmentado?¿Qué
relación guardan los actores sociales con los partidos políticos de izquierda?, ¿se trata
de un sujeto social diferenciado del sujeto político?, ¿son dos sujetos o uno solo?
240 Esto es importante porque el criterio de que política es relación entre clases, se redujo tanto que se
dejó de lado el hecho de que la política –como actividad política- impregna todo el tejido social. Se desconoció la
amplitud de su independencia relativa.
224
No es posible concebir que se pueda ser sujeto de un modo esquizofrénico: compuesto
por un sujeto que tiene conciencia, que sabe y dirige (manda), y otro dependiente del
primero para ser consciente, saber y actuar (obedeciendo). El ser sujeto indica plenitud
de capacidades y facultades, junto al ejercicio protagónico de las mismas, sin tutelajes.
“En esta perspectiva la liberación llega a ser la recuperación del ser humano como
sujeto.”241 Y esto implica participar en la definición del rumbo y el alcance de esas
transformaciones, y también de las vías y caminos de acercamiento a los objetivos, en
la medida en que vayan construyendo las soluciones, construyendo y acumulando
poder, y organización colectiva capaz de conducir al conjunto a la vez que construyen el
proyecto y se auto constituyen242 como sujetos.
242 Que no significa que se alcance espontáneamente, es decir, sin mediar procesos de formación y
reflexión colectivas impulsados por los propios actores-sujetos, anudados al propio proceso
225
La transformación de la sociedad es un proceso objetivo-subjetivo
colectivo y múltiple que no puede relegarse hasta después de la “toma del
poder”. No se producirá nunca transformación social alguna, estable y duradera, si no
es a partir de la transformación cotidiana y radical de los hombres y las mujeres que la
integran. No habrá nunca un futuro diferente al presente si no empieza a construirse
desde ahora.243 De ahí que el problema inmediato fundamental de la transformación de
la sociedad no radique en tomar el poder, sino en transformar la sociedad en la
dirección de los intereses populares.244 Y esto será posible si los hombres y las mujeres
que la integran desean, en primer lugar, cambiarse a sí mismos transformándose a
través de su participación plena, consciente y crítica, en el proceso de transformación,
en las organizaciones que ellos mismos irán creando para ello y en la definición de los
objetivos a alcanzar, participando protagónicamente en el diseño de la sociedad en la
que quieren vivir, que luchan para construir y luego lucharán para profundizar su
construcción y desarrollo.
243 Esto es asunto clave. El afán de lucha por el todo subordina el hoy de los propios luchadores no
logra acumular fuerzas, y termina engrampado en la lógica del todo o nada que –según enseña nuestra
experiencia se tradujo en nada. Como reflexiona Nicolás Guevara: “...el todo o la nada es una
abstracción; es la utopía global a la que se lleva el sueño por conseguir y, por conseguir el sueño, nunca
se avanza en algo concreto. Se desprecia la cotidianidad, olvidando que el ser humano vive de la
solución de su problema cotidiano. (...) hay que avanzar desde la cotidianidad, partir de ella para construir
el sueño, y para que sintamos todos que vamos avanzando, que no nos frustremos como la generación
del setenta y parte de los ochenta. (...) Lo que no se entendió es que la utopía se construye día a día y
que cada día hay que ganar algo para concretarla. Y eso implica confrontar, negociar y avanzar paso a
paso junto con la gente.” [Construyendo poder desde abajo, Op.Cit., p. 25.]
244 Esto no niega la posibilidad o necesidad de hacerse del poder político en determinado momento de
la lucha, si la acumulación de fuerzas lo permite y la dinámica del proceso de transformación lo reclama
para dar un salto en el proceso. No resulta posible en este trabajo detener la mirada analítica sobre este
tema; lo menciono a sabiendas de que frecuentemente suele llevar a confusiones, que no es posible
analizar en este estudio.
245 Por su relación específica con el tema, se tomó sólo este nuevo tipo de conducción política (No.
7),de los siete contenidos en la obra original.
226
pilares básicos para promover el desarrollo de las relaciones sociopolíticas propuestas.
Las prácticas específicas y las posibilidades concretas de avanzar y construir
colectivamente la dirección político social de los procesos de transformación en cada
lugar, irán enriqueciendo, profundizando, mejorando, modificando o ampliando estos
elementos iniciales acorde con las condiciones particulares concretas de cada lugar.
Identidad alude a lo que define a un colectivo humano como tal colectivo y no otro, es
decir, a lo que lo unifica, lo cohesiona en su interior a la vez que lo diferencia de todo lo
exterior a él (en diferentes grados). O sea, que, si toda identidad alude a una diferencia
respecto de otros, el reconocimiento y respeto de las identidades no es otra cosa que el
reconocimiento y respeto de esas diferencias. Es esto lo que está en la base de la
posibilidad de establecer relaciones horizontales en la articulación de los diversos
actores sociopolíticos.
246 “En esta relación conflictiva, en las luchas, es donde se van perfilando las identidades de los diversos actores.
(Esto implica) que las identidades se van construyendo en relación con otras; ellas no existen a priori y la lucha es
‘sobre la formación misma de los sujetos, lucha por determinar-articular los límites sociales’” Sojo, Ana, Mujer y
Política, Editorial DEI, San José, 1988, p. 34.
227
definición de esos “qué” no vendrá dada de parte alguna sino que será parte y resultado
de ese proceso de construcción plural articulada.
247 Guevara, Nicolás, tomado de: Construyendo poder desde abajo, Op. Cit., p. 41.
228
biunívoca que no siempre se logra. En este sentido, superar prejuicios o criterios
arraigados por antiguas prácticas, tanto por parte de los partidos de izquierda como de
las organizaciones sociopolíticas populares, es un requisito primero. Las nuevas
relaciones entre los actores sociales y políticos, la conformación de los sociopolítico
colectivo, irá cuajando en la propia práctica de construcción, sin recetas preconcebidas,
precisamente porque se asienta en el reconocimiento de la autonomía e identidad de
cada uno de los actores sociopolíticos y en el de la horizontalidad de sus relaciones.
229
Quinta Parte:
* Los temas contenidos en este documento son autoría de los diferentes exponentes
que están debidamente identificados en el inicio de cada tema. De los mismos se
seleccionaron las exposiciones que se consideraron necesarias para su lectura y
exposición en el curso de Ciencia Política impartido en la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Su reproducción es sin
fines de lucro, únicamente con intención docente y formativa. Los temas fueron
compilados por el Lic. MSc. Edgar A. Marroquín López, Coordinador del curso
mencionado.
230
Índice
Página
Presentación 234
1. El papel regulador del Estado y los problemas de auto-regulación del 235
mercado. Hinkelammert, Franz J.
6
1.2 El Estado en América Central
1.3 El antiestatismo metafísico frente al desarrollo del Estado: Sociedad civil y 9
Estado
1.4 Mercado y plan: La constitución del antiestatismo 12
1.5 La armonía de Adam Smith 13
1.6 La crítica de Marx; el mercado como sistema auto-regulado 17
1.7 El mercado como mecanismo de regulación tecnológica 24
1.8 El capitalismo salvaje 28
1.9 La determinación futura de la sociedad en América Latina 31
2. Liberalismo, neoliberalismo y Globalización. Autores varios. 38
Liberalismo Clásico 38
Liberalismo Moderno 39
Neoliberalismo 41
Visión neoliberal de las crisis económicas y medidas de política económica 42
para solucionarlas
Las políticas neoliberales 43
La globalización 43
3. Qué es la socialdemocracia. (Autor: Fundación por la Socialdemocracia 45
de las Américas, A.C.)
Socialdemocracia: definición y origen 48
La socialdemocracia originaria (1869-1945) 49
La socialdemocracia clásica (1945-1973) 51
La tercera vía (1998-2005) 55
4. Marxismo, política y medio ambiente. Autores varios. 60
Marxismo y naturaleza 60
Marx y Engels y la relación desarrollo-medioambiente 63
Marxismo y medio ambiente 69
La economía ambiental 69
La economía ecológica 70
Límite de la economía ambiental y ecológica 72
Marxismo y medio ambiente 73
A manera de resumen: volviendo hacia las críticas al Marxismo 74
5. Socialismo siglo XXI: notas para su discusión. Atilio A. Borón 77
231
Introducción 78
El socialismo del siglo XXI: notas para su discusión 82
Valores 85
Superación del economicismo 85
Lo que el socialismo del siglo XXI no debe ser 87
Proyecto 91
El caso de la economía centralmente planificada 92
Romper las cadenas del “otro pensamiento único” 95
Sujetos 99
Pueblo 100
Partidos y movimientos sociales 105
Conciencia revolucionaria 107
Conclusiones 108
232
Presentación
Desde la primera mitad siglo XX, hasta principios del siglo XXI, y paralelamente al
periodo entre los años de auge del sistema socialista mundial hasta su precipitado
debilitamiento a finales del siglo pasado -profundizado por el derrumbe de la Unión Soviética en
los inicios de los 90-, en el mundo aparecen, reaparecen y se desarrollan sucesos económicos,
políticos, sociales y medioambientales que vienen afectando y condicionan la vida de las
sociedades, y hasta amenazan la propia sobrevivencia de la humanidad en el mediano y largo
plazo.
Si bien estos sucesos se expresan en teorías y sistemas políticos que, por un lado,
defienden y promueven el mantenimiento y reproducción del capitalismo, otros analíticamente
exponen los defectos, la irracionalidad y hasta salvajismo capitalista, proponiendo sistemas
sociales con más humanismo, conservación y protección de la vida de las personas y de la
naturaleza, proveedora de los recursos como medios de vida y producción social.
Sucesos como el papel regulador del Estado y los problemas de la autorregulación del
mercado; el neoliberalismo y la globalización; la Socialdemocracia (“populismo” en digno
significado etimológico del término) como sistema político de gobierno; el deterioro y
destrucción del medio ambiente por el voraz apetito de ganancia y la mercantilización de los
recursos naturales: y la propuesta de un nuevo socialismo acorde a las condiciones cambiantes
de las últimas década, como opción de una nueva forma de convivencia cuyo eje principal sea
el respeto a naturaleza, a la vida y la dignidad humana de la persona; son realidades que el
mundo está experimentando desde mediados del siglo pasado hasta las primeras década del
actual siglo XXI.
Los temas presentados en este documento exponen de buena forma los sucesos
anteriores, los cuales deben ser conocidos y analizados por estudiantes y profesionales de las
ciencias económicas, ya que si bien tienen una estrecha relación con la economía, el
tratamiento y solución de los problemas derivados al final requieren de un enfoque y decisión
política.
Los temas también forman parte del programa del Curso de Ciencia Política impartido en la
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, conformando
la quinta unidad denominada Procesos Sociopolíticos Contemporáneos.
Por último, valga mencionar, los sucesos presentados tienen una clara expresión en la
realidad social, política, económica y medioambiental de Guatemala.
A partir de los años setenta, y con especial fuerza durante los años ochenta, aparece
una siempre más agresiva denuncia del Estado y de su papel regulador en la sociedad
moderna. Si en las décadas de los cincuenta y los sesenta al Estado se le asigna una
función clave en el desarrollo económico y social de la sociedad, en las décadas de los
setenta y los ochenta el Estado es designado como el gran culpable de los mayores
problemas que aparecen. Cada vez más ocurre una fijación negativa en el Estado. Este
aparece como el gran culpable de todo. Si no hay desarrollo, la culpa la tiene el Estado.
Si hay desempleo, también el Estado tiene la culpa. Si hay destrucción de la naturaleza,
los errores del Estado parecen ser el origen de ella. Ronald Reagan, en su campaña
electoral del año 1980, resumió esta actitud con la frase: "No tenemos problemas con el
Estado, el Estado es el problema".
Esta fijación en el Estado como culpable de todos los males, no es sino la otra cara de
una fijación contraria, según la cual el mercado soluciona todos los problemas.
Podríamos variar la expresión citada, para mostrar el significado de esto: No tenemos
que solucionar problemas, el mercado es la solución de todos los problemas. Frente al
Estado como el Mal. aparece el Bien: el mercado es considerado ahora como la
institución perfecta, cuya afirmación es suficiente para no tener problemas.
Esta negación maniquea del Estado revela un profundo estatismo al revés. Si se quiere
definir al estatismo como una actitud que cree encontrar en la acción del Estado la
solución de todos los problemas, en este estatismo al revés lo vemos simplemente
invertido y transformado en el culpable de todo. El Estado lo sigue siendo todo. De aquí
que la negación maniquea no haya cambiado la actitud profundamente estatista en
relación al Estado.
Así apareció el antiestatismo metafísico de las últimas décadas, que es la otra cara de
234
una afirmación total del mercado. Este antiestatismo domina la discusión actual sobre el
Estado y se ha transformado en un leitmotiv de la visión del mundo en el presente.
Apareció con las teorías neoliberales sobre la economía y la sociedad, representando
hoy una especie de sentido común de la opinión pública del mundo entero. Se
manifiesta incluso en los países socialistas, y domina la mayoría de las instituciones
internacionales que toman decisiones políticas.
Pero no se trata simplemente de una ideología de la gente. Son los Estados los que
asumen esta ideología antiestatista y la promueven. No se trata de un sentido
anarquista popular, como ha existido en todos los tiempos, y que sueña con una
sociedad sin dominación, sin dinero y sin Estado, sino de la definición de una estrategia
estatal a nivel de los poderes públicos mismos. Son los presidentes, los parlamentos,
los ejecutivos de las empresas, los bancos centrales, las entidades internacionales
como el FMI y el Banco Mundial, los portadores de la ideología antiesiatista. Aparecen
las dictaduras de Seguridad Nacional en América Latina, que legitiman su terrorismo de
Estado en nombre de esta misma ideología antiestatista. Aparecen verdaderos
totalitarismos que en nombre del mercado total propagan el desmantelamiento del
Estado, y que justifican su terrorismo de Estado en nombre de la pretendida necesidad
de la desaparición o minimización de éste. La dictadura de Pinochet en Chile fue un
sistema antiestatista de este tipo, sin embargo este elemento antiestatista estuvo
presente igualmente en la dictadura militar argentina y en la uruguaya, apareció en los
años ochenta en Brasil, y actualmente tiene una vigencia visible en todas las
sociedades de América Central.
Si eso vale para América Latina en general, más vale aún para América Central,
posiblemente con la excepción de Costa Rica. En Nicaragua, ha habido por primera vez
un cierto desarrollo estatal durante el gobierno sandinista, en tanto que en los otros
países el Estado es una imposición desde arriba, efectuada por las fuerzas armadas, y
simbolizada por la bandera, el himno nacional y la Iglesia Católica. La situación, en
general, corresponde a lo que ya en el siglo XIX se describió como Estados, en los
cuales había solamente dos instituciones de vigencia nacional: el ejército y la Iglesia
Católica. Aunque la posición de la Iglesia Católica se está debilitando rápidamente, ella
sigue siendo la única representante nacional en el plano simbólico, al lado del ejército
en el plano del ejercicio de la fuerza. A pesar de las grandes diferencias entre algunos
países, sobre todo con Costa Rica, esta continúa siendo la tendencia general. Estos
Estados precarios tienen una fuerte tendencia al autoritarismo, y tradicionalmente han
sido dominados por dictaduras militares. Cuando aparecen periódicamente regímenes
de democracia parlamentaria, se trata de democracias oligárquicas, que en cualquier
momento pueden ser arrolladas por nuevas dictaduras militares, apoyadas por estas
mismas oligarquías.
(Esta falta de desarrollo estatal se percibe en) el cobro de los impuestos. No se cobran
236
donde hay ingresos, sino donde alguien por alguna razón, tiene que sacar la billetera o
se le presenta alguna situación de urgencia. Por ello, la enorme importancia para los
ingresos del Estado del impuesto de compra-venta, de las tasas de aduana, de la salida
del país y de todo tipo de diligencias estatales que sirven para obligar al ciudadano a
pagar. Sin embargo, los impuestos directos son muy pocos. Se cobra a los asalariados,
pero son casi inexistentes para los ingresos altos. No obstante, incluso en esta
situación del cobro de impuestos la evasión es la regla, no la excepción. Así como los
posibles reclutas corren para que el ejército no los encuentre, los ingresos también
corren para que el Estado no les cobre. Y el Estado no es capaz de obligar, de ahí que
la evasión no es perseguida por medio de castigos sensibles. Las leyes del Estado son
para los que no tienen escape, pero de ninguna manera tienen vigencia universal.
Ciertamente, en una situación de este tipo el Estado solamente puede defender el
orden existente por la presencia del ejército, cuya gran importancia y cuya represión, de
nuevo, atestiguan el hecho de un Estado débil y poco desarrollado, y no de un Estado
fuerte.
El caso de Costa Rica es la excepción, que confirma precisamente esta regla. Costa
Rica es el único país de América Central donde la presencia de los aparatos represivos
es poco notable, y donde hasta ahora ni siquiera existe un ejército. Sin embargo. Costa
Rica es a la vez el país que tiene más desarrollo estatal en la región. Esto se evidencia
en la existencia de un sistema escolar que cubre todo el país y que ya tiene cierta
diversificación, y de un sistema de salud de carácter parecido. Con la banca
nacionalizada se dispone de un instrumento que permite efectuar una política
económica orientada por una estrategia, cuyo resultado ha sido un desarrollo
económico mucho más equilibrado entre campo y ciudad que en el resto de la región.
Se ha logrado, por tanto, un alto grado de legitimidad del orden existente, que descansa
sobre el consenso. En consecuencia, la nación puede existir sin ningún ejército
relevante que supla una falta de desarrollo del Estado por un régimen autoritario. Este
hecho explica la larga tradición democrática del país, cuya base ha sido: un desarrollo
equilibrado entre campo y ciudad; el cumplimiento de las funciones básicas del Estado
en la definición de una estrategia económica, de educación y de salud; y una
distribución de los ingresos mucho más moderada que en el resto del área.
Sin embargo, en la actualidad las mismas tesis del antiestatismo resultan mucho más
extremas de lo que eran en siglos pasados. En el siglo XVIII la sociedad capitalista se
enfrentó con una sociedad feudal del pasado, a la cual destruyó en nombre de sus
consignas antiestatistas. Esta sociedad no tenía ni fuerza ni esperanza para poder
resistir. La nueva sociedad civil todavía no había nacido. La burguesía era, de hecho, la
240
única clase social organizada, y no descubrió la necesidad de un desarrollo estatal
específico. Restringía el Estado a la función de aplicar la ley burguesa en su interior, y
al ejército para sus relaciones con el exterior. En esta situación, el antiestatismo no
alcanza tampoco los niveles metafísicos que se muestran hoy, cuando la sociedad
burguesa destruye una sociedad civil que se ha desarrollado dentro de ella. Cuando las
dictaduras de Seguridad Nacional enfrentan a los movimientos populares para
destruirlos, se enfrentan con organizaciones que surgieron como parte de la propia
sociedad burguesa. Por eso, la agresividad resulta mayor y las formulaciones del
antiestatismo más metafísicas.
Adam Smith describe a la sociedad burguesa por medio de un gran mito utópico, el mito
del mercado. El mercado es para él la gran síntesis humana, buscada a través de toda
la historia, entre el interés propio de cada uno de los seres humanos y el interés
público, o interés general, el interés de todos. Comportándose el hombre en
mercados, su persecución del interés propio asegura automáticamente el interés
común de todos. El mercado es una estructura maravillosa que exime al hombre
de toda responsabilidad por el resultado concreto de sus actos, porque
automáticamente garantiza que este resultado será directa o indirectamente, de
provecho para todos. Cuanto menos el hombre se preocupe de los otros y de su
suerte, más asegura a los otros sus condiciones humanas de vida. Se constituye
así toda una dialéctica de los contrarios, que ya Mandeville había descrito
anteriormente como: vicios privados, virtudes públicas. Adam Smith da a esta
percepción de Mandeville, su cuerpo teórico. La irresponsabilidad por el resultado de
los actos ya no parece ser irresponsabilidad, sino verdadera responsabilidad.
La destrucción del hombre que la burguesía lleva a cabo, es vista ahora como
verdadera salvación humana. La historia del colonialismo, de la esclavitud cristiana y
liberal —el mayor imperio esclavista de toda la historia humana—, los fascismos del
siglo XX y las dictaduras de la Seguridad Nacional, dan cuenta de las consecuencias
que esta visión pretendidamente científica de la sociedad, tiene. Aparece un egoísmo
que moralmente se entiende precisamente como lo contrario: preocupación realista por
la suerte del otro. Por eso, la burguesía ni siquiera entiende el reproche de egoísmo:
para ella, la persecución del interés propio equivale a la promoción de todos los otros, y
sería dañino preguntar por los efectos concretos que la acción tiene sobre el otro. El
burgués, al perseguir exclusivamente su interés propio, está completamente convencido
que está persiguiendo la salvación del otro. El cree en la identidad de todos los
intereses a través del mercado. Este cálculo del interés propio se transforma en el
pensamiento burgués, incluso en el distintivo del hombre frente a los animales. Es
asunto de animales el pedir protección, ser tomado en cuenta. El hombre calcula sus
intereses: Cuando a un animal falta alguna cosa que quiere conseguir de un hombre o
de otro animal, no tiene más remedio de persuación que granjear con halagos la gracia
de aquel de quien él aprende que ha de recibir lo que busca. Un cachorro acaricia a su
madre, y un perro procura con mil halagüeños movimientos llamarla atención de su
dueño cuando se sienta a comer, si ve que no le dan el alimento que necesita. No
obstante, el hombre no es un animal. Necesita también a los otros, pero consigue su
colaboración por el cálculo del interés propio. El mito utópico del mercado, lo defiende
en nombre del realismo.
Adam Smith prosigue con las siguientes palabras: Pero el hombre se halla siempre
constituido, según la ordinaria providencia, en la necesidad de la ayuda de su
semejante, suponiendo siempre la del primer hacedor, y aun aquella ayuda del hombre
en vano la esperaría siempre de la pura benevolencia de su prójimo, por lo que la
243
conseguirá con más seguridad interesando en favor suyo el amor propio de los otros,
en cuanto a manifestarles que por utilidad de ellos también les pide lo que desea
obtener. Cualquiera que en materia de intereses estipula con otro, se propone hacer
esto: "dame tú lo que me hace falta, y yo te daré lo que te falta a ti". Esta es la
inteligencia de semejantes compromisos, y este es el modo de obtener de otro mayor
parte en los buenos oficios de que necesita en el comercio de la sociedad civil. No de la
benevolencia del carnicero, del vinatero, del panadero, sino de su interés propio es de
quien esperamos y debemos esperar nuestro alimento. No imploramos su humanidad,
sino acudimos a su amor propio; nunca les hablamos de nuestras necesidades, sino de
sus ventajas. Aparece la división social del trabajo como un sistema de cálculos del
interés propio, que no admite ninguna corrección. Hay una convicción ingenua, de que
un mecanismo de este tipo es benevolente simplemente en cuanto estructura.
Ciertamente, nadie duda que en una división social del trabajo aparecen, y tienen que
aparecer, estos cálculos del interés propio. Sin embargo, la teoría de la armonía nos
llama a no admitir ni una sola referencia diferente. Todo tiene que reducirse a este
cálculo del interés propio, mientras sólo la ideología del mercado vigila por el interés
ajeno. Uno es servidor del otro, y la ganancia que logra, es la medida cuantitativa de la
eficacia de este servicio. El mercado parece ser un simple ámbito de servicios, en el
cual el interés propio impulsa a cada uno a servir al otro lo más y lo mejor posible.
El mercado es sociedad perfecta que nunca tiene la culpa, pero frente a la cual todos
son culpables. Sustituye a la Iglesia de la Edad Media en esta posición. Sin embargo,
esta teoría de la armonía del mercado va acompañada por un tenebroso realismo. No
sostiene que a todos les va bien en los mercados. Al contrario, vincula el mercado con
un silencioso y cotidiano genocidio. Lo que celebra en cuanto al mercado, es que este
es capaz de eliminar a todos los hombres que no tengan la capacidad o iniciativa para
imponerse. En el mercado sólo sobreviven los más aptos, los otros perecen. El mercado
es un sistema de competencia, en el cual no solamente se decide sobre los productos y
su producción, sino igualmente sobre los productores y su vida. La armonía no sólo es
de la oferta y la demanda de productos, sino igualmente de los productores.
El mercado es un señor sobre la vida y la muerte: En una sociedad civil, sólo entre las
gentes de inferior clase del pueblo puede la escasez de alimentos poner límite a la
multiplicación de la especie humana, y esto no puede verificarse de otro modo que
destruyendo aquella escasez una gran parte de los hijos que producen sus fecundos
matrimonios... Así es cómo la escasez de hombres, al modo que las mercaderías,
regula necesariamente la producción de la especie humana: la aviva cuando va lenta y
la contiene cuando se aviva demasiado. Esta misma demanda de hombres, o solicitud y
busca de manos trabajadoras que hacen falta para el trabajo, es la que regula y
determina el estado de propagación, en el orden civil, en todos los países del mundo...
La armonía de Adam Smith no es armónica para todos. Funciona únicamente para una
clase social. Es clasista y celebra una lucha de clases desde arriba, que la burguesía
lleva a cabo desde el siglo XVIII. Sirviéndose unos a otros, se elimina a aquellos que no
244
logran hacer un servicio que les permita vivir. No obstante, su muerte es un logro del
interés general y del bien común, un sacrificio necesario para que el conjunto se
desarrolle para el bien de todos. El individualismo desemboca en un colectivismo cínico
sin límites. Se trata de una visión del mundo que nos puede explicar adecuadamente el
capitalismo del siglo XVIII y de una gran parte del siglo XIX. Hay ciertos cambios a partir
de fines del siglo XIX, que impregnan el sistema capitalista hasta los años setenta del
siglo XX.
En esos años setenta ocurre otra vez un cambio, y los años ochenta atestiguan la
vuelta de un capitalismo, que de nuevo puede ser interpretado adecuadamente por la
visión del mundo de Adam Smith. Eso precisamente explica por qué hoy Adam Smith
nuevamente es considerado el clásico principal del pensamiento económico.
Actualmente encontramos la misma visión del mundo que demostramos en Adam
Smith, en autores como, por ejemplo Hayek, quien durante un viaje a Chile, en uno de
los peores momentos de la dictadura de Seguridad Nacional, dijo: Una sociedad libre
requiere de ciertas morales que en última instancia se reducen a la mantención de
vidas: no a la mantención de todas las vidas, porque podría ser necesario sacrificar
vidas individuales para preservar un número mayor de otras vidas. Por lo tanto las
únicas reglas morales son las que llevan al "cálculo de vidas": la propiedad y el
contrato. Tenemos el mismo argumento: el sacrificio de vidas humanas es necesario en
pos del interés general, expresado esta vez por Hayek como preservación de un
número mayor de vidas en el futuro. La expresión es vacía y mítica. Actuar en favor de
los desfavorecidos sólo es recomendable si, al no hacerlo, peligra la estabilidad del
sistema. Así lo expresa Lyotard, en su libro sobre el pensamiento posmodemo: El
derecho no viene del sufrimiento, viene de que el tratamiento de éste hace al sistema
más performativo. Las necesidades de los más desfavorecidos no deben servir en
principio de regulador del sistema, pues al ser ya conocida la manera de satisfacerlas,
su satisfacción no puede mejorar sus actuaciones, sino solamente dificultar (aumentar)
sus gastos. La única contra-indicación es que la no-satisfacción puede desestabilizar el
conjunto. Es contrario a la fuerza regularse de acuerdo a la debilidad. Se trataría en
este caso no de reformas sociales, sino de reformas anti-subversivas. La guerra
psicológica se encarga de producir una situación en la cual la no-satisfacción de las
necesidades» deje de desestabilizar al conjunto. En este caso no hay ninguna contra-
indicación. Es el caso de Adam Smith, en el cual el mercado regula el número de seres
humanos vivientes, condenando a muerte a los sobrantes. Visiblemente, se trata de una
visión del mundo en la cual no existen siquiera derechos humanos. La igualdad de los
hombres, es el derecho de todos por igual de matar al otro. Lo que se le impone al
hombre, exclusivamente, es hacerlo dentro de las reglas del mercado.
Marx denuncia, por ende, al mercado como un automatismo mortal para una clase
productora que está continuamente amenazada por la muerte. Una muerte que, para
una parte de los productores, constantemente se produce de manera efectiva. Esta
muerte es una condición de la eficacia del mercado. Marx la ve no sólo como muerte
efectiva de personas, sino que extiende la problemática. El mercado, al escoger a los
muertos, subvierte las propias fuentes de la productividad, sobre la cual se fundamenta
su eficacia. Este efecto del mercado lleva a subvertirlo con un efecto no intencional de
la acción de sus participantes. Al producir mucho, y cada vez más, socava las bases
propias de su productividad: el hombre y la naturaleza.
248
Fundadores del pensamiento económico moderno se consideran ellos, que sostienen
haber transformado la teoría económica en ciencia. Esta teoría de la competencia
perfecta —o teoría general del equilibrio— es una construcción abstracta, que tiene
pocos antecedentes en la teoría económica anterior. Sin embargo, uno de sus
antecedentes es el modelo de Robinson, tal como fue utilizado por el pensamiento
económico desde el siglo XVIII. Solamente que el modelo del equilibrio ya no se refiere
a una sola persona en relación a su trabajo con la naturaleza, sino que es una especie
de "Robinson social", una sociedad en la cual todos los hombres, como participantes
del mercado, actúan con una transparencia perfecta tal, que el mercado permite en
cada momento un equilibrio de todos sus componentes.
Es la situación de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. El mercado pareciera ser
249
un medio de compartir las riquezas. La tesis de Marx sobre el carácter autodestructor
del mercado, ya no convence. Pero, igualmente Adam Smith pierde actualidad. El
equilibrio del mercado parece haber vencido sobre su armonía sacrificial. Eso repercute
decisivamente en el pensamiento marxista posterior a Marx, y en las sociedades
socialistas. Estas dejan de fundar su actuación sobre la crítica del capitalismo que Marx
había hecho. Interpretan la planificación económica siempre como algo superior al
mercado, si bien apunta en la misma dirección en la que el mercado empuja. En la
Unión Soviética se habla de "alcanzar y superar a EE.UU.". El mercado capitalista da
las pautas que orientan a las propias sociedades socialistas. Capitalismo y socialismo
tienen la misma meta, y cada cual trata de llegar con métodos distintos. No se
contraponen destructividad catastrófica del mercado y sociedad alternativa que ponga
en equilibrio a la humanidad consigo misma y con la naturaleza, sino mercado y
planificación.
Sin embargo, cuando el mercado da las metas por alcanzar, también el mercado es el
mejor, e incluso el único, camino para alcanzarlas. Si se quiere alcanzar a EE.UU., hay
que hacerlo con los métodos que usa EE.UU. Por ello, los países socialistas entran en
una crisis de la que difícilmente se recuperarán. No obstante, cuando la sociedad
burguesa reformista llega a su cúspide, a fines de los años sesenta, su imagen de
sociedad sin sacrificios humanos —capitalismo con rostro humano— empieza a
derrumbarse. Varias crisis anuncian los problemas. En los países del centro aparece un
desempleo, frente al cual la política keynesiana de pleno empleo resulta ineficaz. Se
habla ahora de stagflación. Aunque el presupuesto público ejecute una política de
gastos, no se mejora la situación del empleo, sino que sólo se refuerza el proceso
inflacionario. Stagnación (estancamiento) se junta con inflación: por eso se habla de
stagflación. Al mismo tiempo ocurre que la política de desarrollo que se había seguido
en América Latina y en otros países del Tercer Mundo, entra en un proceso de
stagnación. Aun cuando se mantengan tasas de crecimiento positivas, aumenta la parte
de la población sin empleo. Toda la industria se convierte en un gran enclave. La crisis
del desarrollo se hace visible con la deuda externa del Tercer Mundo. Si bien la deuda
no es la causa de la crisis, sus efectos ahora la perpetúan.
Paralelamente se manifiesta una crisis, que pocos habían previsto unas décadas atrás.
Se trata de la crisis del ambiente, que ahora empieza a amenazar la propia
sobrevivencia de la humanidad entera. La tecnología y su uso mercantil resulta
destructora de la naturaleza, cuya sobrevivencia es condición para la sobrevivencia
humana. Sin embargo, se trata de crisis a las cuales no corresponde una crisis del
capital y del mercado. Los negocios van bien, la tasa de ganancia está subiendo. El
carácter de la crisis ha cambiado en relación a las crisis cíclicas del siglo XIX. En él, el
incremento de las tasas de ganancia coincidía con el aumento del empleo, y la crisis de
esa tasa y su baja, correspondía a una baja del desempleo. El desempleo, y con él la
pauperización, eran cíclicos. Actualmente no ocurre eso. El desempleo y la
pauperización suben, no obstante, la dinámica del mundo de los negocios y de la tasa
250
de ganancia, crece también. Desde el punto de vista del capital, no existe ninguna
crisis. La crisis es de los circuitos de reproducción de la vida humana y de la naturaleza.
Las tasas de ganancia suben, ellas no indican la crisis. La industria mundial se ha
transformado en una isla —o en un archipiélago—, en una especie de enclave que se
desarrolla tanto mejor, cuanto peor le va a los otros. La destrucción de los hombres y de
la naturaleza coincide con altas ganancias. Hoy es mucho más visible el hecho de que
las tasas de ganancia suben, en el grado en que el futuro de la humanidad es destruido.
Destruir la naturaleza, destruir el desarrollo del Tercer Mundo, produce ganancias más
altas que cuidarlos. Tasas de ganancia y sobrevivencia de la humanidad, entran cada
vez más visiblemente en contradicción. El camino de la maximización de las ganancias,
resulta ser un camino que conduce a la muerte de la humanidad. Por eso decae el
optimismo de la sociedad de bienestar durante los años setenta. El desarrollo de los
países subdesarrollados se estanca, y la destrucción progresiva de la naturaleza se
hace más obvia. Mientras en la década de los sesenta se había hablado en los países
del Tercer Mundo de la necesidad de medidas para asegurar el desarrollo, que fueran
más allá de la vigencia de la sociedad capitalista, aparecen ahora análisis preocupantes
sobre la crisis ambiental.
En 1972 se publican los Límites del crecimiento, del Club de Roma. El presidente Cárter
promueve en EE.UU. una evaluación del ambiente mundial que desemboca en el
informe Global 2000, que confirma la preocupación del Club de Roma. No obstante,
resulta ahora que las posibles medidas por tomar, tendrán efectos estructurales
profundos sobre el sistema económico. Por primera vez en su historia, la sociedad
burguesa enfrenta abiertamente crisis que ya no pueden ser tratadas en términos de
una simple política de reformas en los límites vigentes del libre juego de mercados.
El reformismo burgués, frente a estas metas —política del desarrollo y política
ambiental—, desemboca en una crítica de la sociedad burguesa misma. No efectúa
esta crítica, pero dicha sociedad está visiblemente expuesta a ella. Tanto el desarrollo
como el ambiente exigen medidas de coordinación del mismo aparato tecnológico, las
cuales no pueden ser tomadas de la lógica misma de los mercados. Tienen que ser
medidas que dirijan la tecnología, antes de que ella sea usada mercantilmente. Se trata
del retomo de la crítica del capitalismo de Marx. Efectivamente, el mercado ha
resultado ser un automatismo que, al producir la riqueza, destruye
progresivamente las fuentes de todas las riquezas: el hombre y la naturaleza.
Destruye la naturaleza por sus propios mecanismos, y al destruir a los hombres,
destruye más todavía a la naturaleza. Porque los hombres expulsados de la división
social del trabajo, y condenados a la pauperización, tratan de salvarse destruyendo aún
más la naturaleza. Vuelven las leyes de tendencia de Marx, que efectivamente pueden
interpretar lo que ocurre ahora. El efecto destructor y sacrificial del automatismo del
mercado, que ya Adam Smith había demostrado, resulta realmente acumulativo y
ascendente, tal como Marx sostuviera. En la actualidad podemos ver eso con mucha
más intensidad de lo que era posible en el siglo XIX. Tenemos imágenes de este tipo
que aparecen frecuentemente. Se habla de que son cinco minutos para las doce. Se
251
habla de una bomba de tiempo. Pero se habla también de un deterioro acumulativo de
la destrucción, sobre todo de la naturaleza, que se acerca a un punto de no retomo a
partir del cual el colapso de la vida ya no es reversible. Dennis Meadow, el coordinador
del estudio del Club de Roma sobre los Límites del crecimiento, respondió en una
entrevista a la pregunta de si no querría realizar hoy un estudio de repercusiones
parecidas: suficiente tiempo he tratado de ser un evangelista global, y he tenido que
aprender que no puedo cambiar el mundo. Además, la humanidad se comporta como
un suicida, y ya no tiene sentido argumentar con un suicida, una vez que haya saltado
de la ventana.
Pero también lo que ocurre en otras partes se hace notar, por interdependencia, en el
lugar de partida. Muchos de estos efectos son previsibles, y se desarrolla un trabajo
científico constante para conocer mejor estas interdependencias. Sin embargo, el
criterio mercantil induce, y muchas veces obliga, a no evitar tales efectos y más bien
aprovecharlos. Es más fácil ver esto en relación a la naturaleza como conjunto
interdependiente. En el aproche fragmentario se llega a grados de destrucción que
amenazan la sobrevivencia del conjunto, como un medio para la vida humana. La
destrucción de los bosques, el hoyo de ozono, el envenenamiento del agua potable,
muestran tendencias de este tipo. Ningún criterio de escasez del mercado anuncia que
se está llegando a un límite de lo posible. Únicamente el colapso podría mostrarlo, pero
lo demuestra solamente porque ya se ha pasado el punto de no retomo. Hasta llegar al
colapso, el comportamiento fragmentario sigue siendo el más rentable—mercantilmente
252
visto— de todos los comportamientos alternativos posibles. Antes del colapso el
mercado todavía florece, a pesar de que las condiciones de vida ya se han destruido. El
verde del dólar cubre el verde de la naturaleza, hasta que la muerte de la naturaleza lo
haga palidecer. Las destrucciones que ocurren, incluso aceleran el mismo proceso de
destrucción. Al intentar sobrepasar los efectos negativos resultantes, la acción
fragmentaria busca febrilmente sustitutos del elemento natural dañado, y al hacerlo, se
ciega frente a los problemas, agravándolos más todavía. Por eso, la velocidad
destructora aumenta con más rapidez que la propia producción de riquezas. Aparece de
este modo la ley tendencial autodestructora—de la cual Marx había hablado—como
producto del propio automatismo del mercado.
Se trata de un punto en el que la propia teoría económica del equilibrio deja de ser
253
explicativa. El reformismo burgués la había interpretado como una imagen utópica, a la
cual uno se puede aproximar realizando reformas económicas y sociales dentro de los
límites que deja abiertos el libre juego de los mercados. No obstante, este modelo de
equilibrio puede llevar a interpretaciones bien diferentes. Es una conceptualización
circular, cuyo funcionamiento de competencia perfecta es el resultado de supuestos
teóricos extremos, en especial del supuesto de un conocimiento perfecto de parte de
todos los participantes del mercado, siendo todos los hombres participantes. Si este es
realmente el supuesto teórico, entonces se sigue más bien que la economía de
mercado no puede tener ninguna tendencia a este equilibrio, con reformas o sin
reformas.
Si, en cambio, aceptamos esta crítica de Marx, la teoría general del equilibrio del
pensamiento neoclásico puede ser usada como prueba de lo contrario de lo que
pretende comprobar. No muestra lo que el mercado puede, sino lo que no puede.
Describe un equilibrio del mercado, y comprueba que por medio de éste, no se puede
llegar ni aproximarse a él. El precio de mercado, como precio de equilibrio de la oferta y
la demanda, no indica de por sí racionalidad económica alguna. Puede coincidir con
esta racionalidad o no. Que el precio equilibre la oferta y la demanda, no dice nada
sobre su racionalidad económica. Es económicamente racional solamente si es un
precio que, como indicador en los mercados, asegure un uso tal del hombre y de la
naturaleza, que éstos no sean destruidos. No obstante, ningún precio puede asegurar
eso automáticamente. Por tanto, para que haya racionalidad económica, hace falta una
acción que asegure que los mercados se mantengan en los límites trazados por la
necesaria reproducción de los conjuntos interdependientes de la división social del
mercado y de la naturaleza.
254
La teoría económica neoliberal, en cambio, se desentiende del problema de esta
racionalidad económica. Sostiene, por tautología, que el precio que iguala la oferta y la
demanda es el precio racional, justamente porque iguala la oferta y la demanda. No
logra salir de esta tautología, porque rechaza hablar de los efectos distorsionantes que
el mercado tiene sobre el mundo real. Resulta una teoría del óptimo de los precios, en
la cual los precios—de oferta y de demanda— describen el camino más corto, sin
rodeos ni desvíos, hacia el abismo, hacia la destrucción del hombre y de la naturaleza.
Lo que la teoría neoclásica llama precios racionales, no es más que eso. El sistema
auto-regulador tiene allí su fin. Para dar apenas un ejemplo: los precios de oferta y de
demanda indican hoy la destrucción tanto de la Amazonia como del Himalaya.
Siguiendo esta indicación, el mercado actual efectúa la destrucción. Pero estos mismos
precios de oferta y de demanda, indican ensuciar el agua y el aire. Indican además, por
los pagos de la deuda externa del Tercer Mundo, la rápida pauperización de su
población y la paralización del desarrollo de tres continentes.
En los años setenta de este siglo, el reformismo burgués llegó a su límite. Los
problemas del desempleo estructural en los países del centro de la frustración de la
política de desarrollo en el Tercer Mundo y de la crisis del ambiente, no podían ser
solucionados con los métodos tradicionales que había empleado. Si se quería
solucionarlos, se tendría que tomar medidas que chocarían con principios sagrados de
la sociedad burguesa, en especial el principio según el cual el mercado y sus leyes son
la última y la más alta referencia de cualquier política económica. Aparecía ahora la
necesidad de un nuevo orden económico y de un orden ecológico a nivel de la
economía mundial. El mercado mundial necesitaba un marco que lo canalizara dentro
de los límites de una racionalidad económica que le impusiera el respeto por las
condiciones de la reproducción, tanto de los seres humanos como de la naturaleza.
Para la sociedad burguesa era un desafío y una provocación. Tendría que haber
enfocado un problema que las sociedades socialistas no habían solucionado, y en parte
ni notado, a pesar de que tendrían que haber sido ellas las que promovieran una
solución. La provocación consistía en el hecho de que sólo podría enfrentar este
desafío, cambiando sus propias estructuras para adecuarlas a la solución de estos
problemas fundamentales. Sin embargo, en vez de eso, la sociedad burguesa realizó
una vuelta completa. En vez de encarar los problemas, los negó. Cuando en 1980
Reagan sube a la presidencia de EE.UU., efectúa una política de "tabla rasa". Frente al
desempleo estructural, opta por el debilitamiento, e incluso la destrucción de los
sindicatos obreros y de la política de empleo. Frente a la crisis de la política del
desarrollo, opta por la supresión y paralización del desarrollo del Tercer Mundo; y frente
a la crisis ambiental, simplemente cierra los ojos. Empieza una de las décadas más
agresivas y destructoras de la historia del capitalismo. Retorna el capitalismo salvaje.
El debilitamiento de los sindicatos se logra muy rápido. En los países de América Latina
se pasa por períodos de un terrorismo de Estado incontenible. La supresión del
desarrollo de los países subdesarrollados se logra por la política del cobro de la deuda
externa del Tercer Mundo, que destruye en gran parte lo logrado por la política de
desarrollo de los años cincuenta y sesenta. En cuanto al ambiente, se abren todos los
canales de destrucción sin plantear ni una medida de limitación, excepto dentro de los
países del centro mismo. Nunca se ha destruido tan despiadadamente a la naturaleza
como en la década de los ochenta, que sigue precisamente a la década en la cual con
los Limites del crecimiento, del Club de Roma, y con el plan Global 2000, se había
llamado poderosamente la atención sobre ese fenómeno. Ha surgido una burguesía
salvaje que se lanza a la destrucción, sin aceptar siquiera argumentos. Un capitalismo
frenético se vuelve en contra de las riquezas del planeta, en el grado en el que todavía
éstas siguen existiendo.
256
Y cuanto más se evidencia la crisis del socialismo, más salvaje resulta el capitalismo.
Este capitalismo aparece en nombre del antiestatismo y del anti-intervencionismo
estatal, del anti-reformismo y de la denuncia y persecución de los movimientos
populares. Es un capitalismo desnudo, que llega al poder total y lo usa con arbitrariedad
ilimitada. Transforma la sociedad burguesa en una sociedad militarista, que impone sus
puntos de vista en todas partes por la violencia militar y policial. Su antiestatismo, por
ser una defensa del mercado desnudo sin ningún límite, se transforma en violencia sin
límite. El terrorismo estatal es su instrumento imprescindible. Donde sea necesario,
instala los regímenes totalitarios de Seguridad Nacional. Este capitalismo salvaje
reencuentra a Adam Smith como su clásico y lo celebra como su fundador. Descarta a
los teóricos del reformismo burgués, desde John Stuart Mill y Marshall, hasta Keynes.
Su desnudez la defiende en nombre de la "mano invisible". Sin embargo, ya no se
puede volver tan simplemente a Adam Smith. Este vivió en un mundo bien diferente.
Era un mundo que no conocía todavía los efectos acumulativos de la destructividad del
automatismo del mercado. Smith creía en un mundo en el cual la eliminación de
hombres por la oferta y la demanda en los mercados, no era más que un sacrificio que
fertiliza a la sociedad capitalista. No obstante, desde Smith hasta hoy, pasando por
Marx como su autor principal, la percepción del carácter acumulativo de esta
destructividad se ha hecho presente. El mundo imaginario semi-arcaico de Smith ha
desaparecido. En la actualidad, el mercado contiene visiblemente un automatismo
autodestructor. Por eso, la simple referencia a la mano invisible de Adam Smith, ya no
resulta suficiente en el mundo de hoy.
Actualmente tenemos que ver no solamente con la muerte de algunos, sino con la
tendencia a la muerte de toda la humanidad, incluidos los neoliberales mismos. Para
poder sostener este su capitalismo salvaje, la misma sociedad burguesa constata esta
tendencia. Con esto ella pasa hoy a la necesidad del heroísmo de un suicidio colectivo
de la humanidad. Convencida de la crítica del capitalismo de Marx, opta no por la vida
en respuesta al mercado, sino por la mística de la muerte. En el suicidio colectivo, esta
mística se transforma en proyecto. Marx jamás previo esta posibilidad. Con su
optimismo propio del siglo XIX. Él estaba seguro de que al revelar la tendencia
destructora del automatismo del mercado, la reacción humana sería directamente y sin
rodeos en favor de una alternativa. Pero resultó no ser así. El proyecto del heroísmo del
suicidio colectivo resulta muy tentador. El nazismo alemán fue el primer caso de un
pueblo que, mayoritariamente, se emborrachó con este tipo de heroísmo. La burguesía
tiene antecedentes para este pensamiento. El reformismo burgués nunca fue su única
respuesta a la crítica del capitalismo de Marx. En los países donde los movimientos
socialistas eran suficientemente fuertes como para poder aspirar al poder, la burguesía
no ha sido predominantemente reformista. Empezó muy temprano a desarrollar un
pensamiento de respuesta salvaje. Eso ocurrió en especial en la Alemania nazi y en la
Italia y la España fascistas, si bien ha tenido muchas repercusiones en los otros países
burgueses. En la situación actual, la sociedad burguesa recupera estos pensamientos y
les da un desarrollo nuevo. Ahora, esta burguesía no se puede afirmar sin volver a este
257
heroísmo del suicidio colectivo. La sociedad burguesa de hoy lo necesita, porque sabe
que la crítica del capitalismo de Marx es cierta.
Si la sociedad del mercado contiene este automatismo autodestructor que arrastra toda
la humanidad detrás de sí, como lo sostiene Marx, únicamente se la puede afirmar en
los términos salvajes actuales, fomentando esta misma mística de la muerte. El autor
que primero elaboró esta respuesta, y que sigue siendo el más fascinante hasta hoy, es
Friedrich Nietzsche. A través de Nietzsche, esta burguesía frenética que se ha
desarrollado paralelamente al reformismo burgués desde fines del siglo pasado, se ha
interpretado a sí misma. Desde esta perspectiva, el reformismo burgués se ve diferente:
Puede muy bien ser que representantes nobles (aunque no muy inteligentes) de las
clases dirigentes se propongan tratar a todos los hombres como iguales, reconocerles
derechos iguales; en este sentido, una concepción idealista que descanse en la justicia
es posible, pero como he dicho, sólo en el seno de la clase dirigente, que en este caso
ejerce la justicia por sacrificios y abdicaciones. Por el contrario, reclamar la igualdad de
los derechos, como lo hacen los socialistas de las clases dirigidas, no es nunca
emanación de la justicia, sino de la codicia. Muéstrense a una fiera pedazos de carne
sangrienta en sus proximidades; retíreselos después, hasta que ruja; ¿este rugido
significa justicia?
En la visión del capitalismo salvaje, esta exigencia por precios e ingresos que permitan
reproducir estas fuentes de riqueza, es enfocada como el peligro. Los pueblos que
piden poder vivir, parecen ser los voraces que hay que combatir, fieras por domar. Este
criterio se ha extendido en buena parte a los grupos que se esfuerzan por salvar la
naturaleza. En la visión del capitalismo salvaje, la exigencia de la reproducción del
hombre y de la naturaleza se transforma en un levantamiento en contra de la
racionalidad, definida por las relaciones mercantiles. Para Marx, la racionalidad
económica consistía en asegurar las condiciones de la reproducción del hombre y la
naturaleza, y con eso la sobrevivencia humana. El capitalismo salvaje ha declarado los
precios de la oferta y la demanda como lo racional, aunque destruya al hombre y a la
naturaleza. La destrucción llega a ser lo racional. Esta burguesía no responde a la
crítica del capitalismo hecha por Marx, por más que está convencida de que es cierta.
258
La asume más bien al revés, celebrando la capacidad de auto-destruirse como su
heroísmo. "Vivir peligrosamente" es su lema, prefiriendo esta libertad mortal a la
preocupación por la sobrevivencia humana. Invierte la crítica del capitalismo de Marx,
para desembocar en el heroísmo del suicidio colectivo de la humanidad. Esto
presupone destruir todo humanismo universalista, y denunciar cualquier reivindicación
concreta de la igualdad de los hombres. La burguesía celebra su propia barbarie.
Lo que hace falta es un pensamiento de síntesis, capaz de interpretar una política que
sepa dar a las instituciones diversas su lugar y su función, para cumplir con las
exigencias de la vida humana en esta tierra, en la cual todos tienen que poder vivir hoy
y mañana. La base sería el reconocimiento de que en la actualidad los seres humanos,
que trabajan exclusivamente orientados por el mercado, abandonados a sus fuerzas
auto-reguladoras, destruyen las fuentes de la riqueza que están produciendo.
Abandonados a estas fuerzas, ponen en peligro la vida del planeta. Frente a estos
efectos destructores del mercado, que acompañan, eso sí, automáticamente sus
fuerzas creadoras, aparece, y tiene que aparecer, la resistencia de la propia sociedad
259
civil que toma la forma de organizaciones populares de la más diversa índole, tanto de
protección de los seres humanos como de la naturaleza. Estas organizaciones
populares cumplen una función de racionalización del mercado, al protegerlo, mediante
su resistencia, frente a las fuerzas destructoras que él produce. No "distorsionan" al
mercado, sino que actúan frente a distorsiones que el propio mercado produce.
De esta manera, el problema del Estado resulta ser un problema de la sociedad entera,
en la cual se interrelacionan e interpenetran la sociedad civil, el mercado y el Estado.
Solamente en esta perspectiva será posible enfocar los problemas del desarrollo
pendientes. Se trata de problemas que actualmente ya ni siquiera pueden ser
solucionados por los Estados dentro de sus marcos de dominación política, sino que
implican la necesidad de la creación de nuevos órdenes mundiales—nuevo orden
mundial económico, financiero, de mercados, ecológico—, sin los cuales una política de
desarrollo racional ya no es posible.
Por eso, no se trata simplemente de defender al Estado, como si algún estatismo fuera
la solución para los peligros del antiestatismo. Asegurar las funciones del Estado,
implica una determinada posición frente a las funciones del mercado y frente al
desarrollo de la propia sociedad civil. Tiene que ser una respuesta a la crisis provocada
por la política de desmantelamiento del Estado y de las políticas de desarrollo. Los
períodos de desarrollo vigoroso de América Latina, han sido períodos de alta actividad
estatal y de un importante intervencionismo estatal, a los cuales ha contestado (vale
decir en muchos casos), un significativo esfuerzo de las empresas privadas. Con el
comienzo del desmantelamiento del Estado, en cambio, empieza el estancamiento de la
economía latinoamericana y su fracaso en desarrollar el continente. Han subido
enormemente las ganancias, pero el resultado ha sido la alta ineficacia de la tal llamada
iniciativa privada para desarrollar estos países. Eso lleva a la coincidencia de un rápido
desmantelamiento del Estado económico y social en los años ochenta, con un
estancamiento cada vez más notable del desarrollo económico y de la dinámica de las
empresas capitalistas. Esto, sin embargo, va paralelo a un aumento siempre mayor de
261
las ganancias de estas mismas empresas.
Una burguesía que rechaza el pago de sus impuestos, llevó al Estado a una situación
de bancarrota que lo ha transformado en un simple recaudador de pagos de parte de
los de ingresos bajos en favor de los de ingresos altos, de los países pobres en favor de
los países ricos. Con este estrangulamiento del Estado, los países mismos son
estrangulados. En el caso de la deuda externa, (en muchos casos) más de la mitad de
esta deuda ni siquiera fue contratada por los Estados, sino por las empresas privadas
en la banca privada internacional. Cuando al comienzo de los años cincuenta esta
deuda resultó impagable, los Estados latinoamericanos fueron obligados a asumir estas
deudas como deuda pública, lo que ha constituido la subvención estatal más grande de
la historia del continente.
Al no poder efectuar ella una política económica de empleo y una política social de
distribución de los ingresos, el Estado se transforma en la única fuente de ingresos para
aquellas personas que no son empleadas por la empresa privada. Como no saben
dónde ir, presionan sobre el Estado para conseguir algún empleo. Se trata de una
presión que resulta precisamente de la ineficacia de la empresa privada para dar
empleo a la población. Esto es lo que lleva a la inflación del Estado. Este, ahora con
sus funciones restringidas, está obligado a contratar mucho más personal del que
efectivamente requiere para el cumplimiento de las funciones que le quedan. Luego, el
Estado se corrompe en ambos sentidos: para la burguesía, como fuente de ingresos,
muchas veces ilícitos; para el pueblo, como paliativo para el desempleo y la
pauperización, pues empieza a contratar personal al cual no corresponden realmente
funciones en cuyo cumplimiento podría trabajar. Esta corrupción, desmoralización e
ineficiencia del Estado, se transforma posteriormente en argumento en favor de un
desmantelamiento todavía mayor de éste y de la privatización de sus funciones.
La necesaria reforma del Estado, por tanto, tiene que sustituir la función represiva de
éste por la constitución de una política de desarrollo que permita tener un Estado
adecuado al cumplimiento de sus funciones, en cuanto esa política de desarrollo sea
capaz de responder a las necesidades económicas de la población. Tenemos que
escoger entre desmantelar el Estado o desmantelar a los aparatos represivos. El
desmantelamiento del Estado implica la hipertrofia de los aparatos represivos; el
desmantelamiento de estos aparatos, en cambio, presupone el desarrollo del
cumplimiento de las funciones del Estado. Esto constituye a la vez un planteo de la
democracia posible en la actualidad. Es la condición para que la democracia sea viable.
El antiestatismo vinculado con la totalización del mercado, exige un: vivir, y dejar morir.
La democracia presupone un: vivir, y dejar vivir. Los gobiernos civiles tienden a
constituirse como gobiernos autónomos sometidos a la función soberana del ejercicio
264
del poder de parte de los ejércitos y de la policía y, en nombre del cobro de la deuda
externa, a los dictámenes de los organismos internacionales. Se trata de democracias
controladas, cuyos controladores no están sometidos a ningún mecanismo democrático.
265
2. Liberalismo, neoliberalismo y Globalización
“Fuera del neoliberalismo no hay salvación. Hemos llegado al final de la historia. No hay
otra posibilidad, no hay otra salida más que el neoliberalismo. Todas las demás
ideologías fracasaron. Lo que sirvió en las décadas pasadas fue un sueño que no
soluciona nada. El capitalismo neoliberal es el único sistema capaz de producir riqueza,
trabajo y bienestar social.”
"¿El fin de la Historia?". Francis Fukuyama, (1989)
Las ideas esenciales del liberalismo fueron elaboradas por John Locke, Montesquieu,
David Hume, Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill, entre otros.
El liberalismo en el terreno de la economía defiende: la libertad personal, propiedad
privada, iniciativa y propiedad privada de las empresas, el libre comercio, que se
imponga el beneficio sobre cualquier otra consideración y que no debe de haber trabas
para el libre desenvolvimiento de las empresas. Los liberales del siglo XVIII sostenían
que no había nadie más apto para encaminar la economía que los empresarios y por
ende el Estado no debía intervenir en ella. Adam Smith publica en 1976 su libro La
riqueza de las naciones el que refleja la situación que se vivió en ese tiempo y, además,
sentó las bases del liberalismo económico. Smith afirmaba que cada capitalista al
buscar su propio beneficio buscaba el de los demás, por lo que no se requería la
intervención del Estado en la actividad económica, decía que la economía está regida
por una “mano invisible” que era el mercado, y que este los resolvería todo por sí
mismo. Lo que argumentan es que el gobierno siempre ha impuesto restricciones y
regulaciones sobre las actividades económicas del individuo y que deben de eliminarse
para liberar las energías creadoras que poseemos, esto es laissez-faire. Sin embargo
Smith predijo que el libre mercado a la larga empezaría a afectar a la sociedad y que el
Estado debería de intervenir. Cabe destacar que en economía se les llama
(curiosamente) liberales a los conservadores ya que la aplicación de sus doctrinas solo
favorecen a la burguesía y se ponen esta mascara de “liberales” para moverse sin
obstáculos.249
El liberalismo moderno (mediados del siglo XX), tiene como precursores más
destacados a Ludwing Von Mises y a su discípulo Friedrich Hayek, máximos
4. El mercado. Es el medio más eficiente para producir, por supuesto, tal como
demuestra el consenso actual entre los economistas. También es el más
adecuado para repartir, entre otras razones, porque producir y repartir los
beneficios son partes de un todo inseparable. No es factible durante mucho
tiempo que el mercado produzca y el estado distribuya. Si la distribución de la
riqueza que generan los procesos productivos no guarda relación con dichos
procesos los agentes productivos pierden sus incentivos y disminuyen o cesan
en su producción.
Para Von Mises el principal objetivo del liberalismo es el bienestar. El liberalismo busca
el bien para toda la sociedad, el mayor bienestar para el mayor número. “De hecho, el
liberalismo no difiere del socialismo o de otros sistemas políticos en sus fines, sino en
los medios empleados”.
Ahora bien, el liberalismo se centra en la actuación terrenal del hombre, en el progreso
externo, en el bienestar material (individual) de los humanos.
Friedrich August von Hayek (Viena, 8 de mayo de 1899 - Friburgo, 23 de marzo de
1992) fue un filósofo, jurista y economista de la Escuela Austríaca, discípulo de
Friedrich von Wieser y de Ludwig von Mises. Es conocido principalmente por su
defensa del liberalismo y por sus críticas a la economía planificada y socialista que,
como sostiene en Camino de servidumbre, considera un peligro para la libertad
267
individual que conduce al totalitarismo. Fue galardonado con el Premio Nobel de
Economía en 1974.
Su obra más conocida, Camino de servidumbre (título original "The Road to Serfdom"),
fue publicado por primera vez en marzo de 1944 en el Reino Unido, y en septiembre del
mismo año por la Universidad de Chicago en EEUU.
Von Hayek ofrece la siguiente observación, que podría haber servido de conclusión a
su obra: "En el pasado, ha sido la sumisión a las fuerzas impersonales del mercado lo
que ha hecho posible el desarrollo de la civilización. Es esta sumisión lo que nos
permite a todos construir algo que es mayor que lo que cada uno de nosotros pudiera
construir. Se equivocan terriblemente los que creen que podemos ayudar a dominar las
fuerzas de la sociedad de la misma forma que hemos aprendido a dominar las fuerzas
de la naturaleza. Esto no sólo es el camino hacia el totalitarismo sino también el camino
hacia la destrucción de nuestra civilización y, ciertamente, la mejor manera de bloquear
el progreso."
2.3 Neoliberalismo
Bajo esta perspectiva, en las últimas décadas, todos los países de América Latina y el
Caribe han realizado reformas estructurales orientadas hacia el mercado y a mejorar la
eficiencia de la economía, a acelerar el crecimiento económico, etc.; ya que las
reformas neoliberales ponen el crecimiento económico como razón de ser de la
economía. Restringen la intervención del Estado hasta despojarlo de la responsabilidad
de garantizar los bienes mínimos, que se merece todo ciudadano. Eliminan todos los
programas de creación de oportunidades para todos y los sustituyen por apoyos
ocasionales a grupos focalizados. Privatizan empresas con el criterio de que la
administración privada es mejor. Abren sin restricciones las fronteras para mercancías,
capitales, y flujos financieros, que es parte también, de la globalización económica.
Subordinan la complejidad de la Hacienda Pública al ajuste de las variables
macroeconómicas: presupuesto general equilibrado, reducción de la inflación y balanza
de pagos estable, pretendiendo que de allí, se sigue todo bien común a largo plazo, sin
atender a los nuevos problemas de la población que emergen de estos ajustes, y que
tienen que ser atendidos simultáneamente, por una política de Estado.
Según estas políticas neoliberales, el problema de la distribución del ingreso se dará
255
Neoliberalismo y globalizacion. www.amschool.edu.sv/paes/civica/TEMA%203.htm
256 Loc. Cit.
270
por rebalse, cuando, al elevar los niveles de ingreso debido a un alto crecimiento
económico, permitirá eliminar las desigualdades económicas entre la población.
La visión del ser humano en el neoliberalismo, “delimita la grandeza del hombre y de la
mujer a la capacidad de generar ingresos monetarios, exacerba el individualismo y la
carrera por ganar y poseer. En muchos casos desata la codicia, la corrupción y la
violencia y, al generalizarse en los grupos sociales destruye radicalmente la comunidad.
Se impone así un orden de valores donde priva la libertad individual para acceder al
consumo de satisfacciones y placeres”. (Zacarías, Eladio. Estudios Sociales y Cívica II.
Pag 124).
Los defensores de este fenómeno mundial exponen multitud de razones para estar a
favor del mismo. Así, entre ellas se encuentra el que permite que la libertad se extienda,
da lugar a más puestos de trabajo y a un crecimiento palpable de la economía, ha
disminuido la mortandad infantil, ha aumentado la esperanza de vida, han avanzado los
derechos de las mujeres y ha decrecido la explotación laboral infantil.(…¿?)
Existen numerosas corrientes de pensamiento que creen que la globalización
trasciende la cuestión económica y abarca a la cultura, por ejemplo. Como la relación
de fuerzas entre las naciones más desarrolladas (como las europeas o los Estados
Unidos) y las subdesarrolladas (como las latinoamericanas o africanas) es sumamente
desigual, la globalización sin límites ni controles favorece el imperialismo cultural y el
dominio económico, y atenta contra la identidad particular de cada pueblo.
El origen histórico de la globalización se remonta a 1492, cuando Cristóbal Colón llegó
a América. A partir de allí, la voluntad expansiva de Europa se tradujo en una serie de
imperios y el comercio global se intensificó año a año. Las potencias se basaban en la
teoría económico-política del mercantilismo, que suponía la competencia por una
cantidad finita de riqueza y la necesidad de un control estricto del comercio.
Vale mencionar que, especialmente desde el siglo XX, todos los países del mundo,
socialistas o capitalistas, en diversa medida, han experimentado y vivido los efectos de
257 http://definicion.de/globalizacion/#ixzz2ps4aQbR2
271
la globalización, o bien, han puesto en práctica medidas globalizantes.
272
3. QUÉ ES LA SOCIALDEMOCRACIA258
Preámbulo
273
Guatemala ha experimentado este tipo de gobierno o expresión política (además de las
consecutivas dictaduras militares y los gobiernos civiles y militares conservadores de
derecha y de extrema derecha). Por lo tanto, los siguientes documentos ilustran y
exponen académicamente el contenido y particularidades de la socialdemocracia.
274
3.1 Socialdemocracia: definición y origen.
275
PARADIGMA ESTABLECIDO RESPUESTA A
Asimismo, existen valores que también han permanecido como rasgos característicos
del paradigma socialdemócrata. Tal es el caso de la justicia social, la solidaridad, la
responsabilidad, el humanismo y el progresismo.
Desde el punto de vista político nos damos cuenta de que los privilegios de la burguesía
capitalista, en todos los países avanzados, dan paso poco a poco a las instituciones
democráticas... La legislación de la fábrica, la democratización de las administraciones
comunales y la extensión de su competencia, la liberación de los sindicatos y de las
cooperativas de todas las trabas legales, la consulta permanente de las organizaciones
obreras por parte de las autoridades públicas en las contrataciones laborales
caracterizan el nivel actual del desarrollo...A medida que las instituciones políticas de
las naciones modernas se democratizan, se reducen la necesidad y las oportunidades
276
de grandes catástrofes políticas.259
Cabe destacar que a pesar de que en esta primera etapa la clase obrera, condensada
en un partido político monoclasista, se mantuvo como el sujeto de cambio primordial, ya
se reconocía le necesidad de transformar aquel partido de clase en un partido del
pueblo.
Hasta finales de los años cincuenta del siglo XX, la socialdemocracia en general siguió
basando sus acciones en tesis marxistas. Incluso mantuvo la meta de establecer una
sociedad sin clases. Sin embargo, las circunstancias históricas la obligaron a dar un
viraje ideológico radical.
278
Finalmente, la socialdemocracia, en este segundo periodo, se consolidó como una de
las principales fuerzas políticas leal al sistema capitalista, teniendo su mayor periodo de
auge entre los años 1945 y 1973.
Para el británico Charles Anthony Raven Crosland263, los cinco elementos que
componen el paradigma socialdemócrata clásico son:
Entre los más destacados dirigentes políticos de estos años se encuentran: el Primer
263 El libro clásico de este autor se titula El futuro del socialismo y fue
escrito en 1956.
279
Ministro sueco Olof Palme (1969-1976, reelegido en 1982); el Canciller de Austria
Bruno Kreisky (1970-1983) y; el Canciller alemán Willy Brandt (1969-1974).
Más de dos décadas de grandes éxitos llegaron a su fin con la quiebra del sistema
capitalista y el denominado “consenso del bienestar” en los años setenta. La crisis del
petróleo y la consecuente alza de los precios en el mercado desencadenaron una
recesión económica, que finalmente expresó el fin de los años dorados del capitalismo.
A escala doméstica la crisis del Estado de bienestar fue insostenible. Si bien a nivel
ideológico comenzaba la ofensiva del discurso conservador contra la viabilidad de un
Estado interventor, la realidad también mostraba las fallas y el agotamiento de las
políticas de bienestar económico y social.
266 Ver el estudio Los límites del crecimiento elaborado por el Massachusetts
Institute of Technology en 1972.
281
se promovieron políticas de privatización, liberalización y desregulación como los
nuevos ejes del desarrollo económico.
Ante este nuevo panorama, la socialdemocracia respondió una vez más con una
propuesta alternativa: la tercera vía. Una tercera vía que se ubicó entre el modelo
socialdemócrata clásico y el modelo neoliberal. En palabras de su gran ideólogo,
Anthony Giddens:
...la “tercera vía” se refiere a un marco de pensamiento y política práctica que busca
adoptar la socialdemocracia a un mundo que ha cambiado esencialmente a lo largo de
las dos o tres últimas décadas. Es una tercera vía en cuanto que es un intento por
trascender tanto la socialdemocracia a la antigua como el neoliberalismo.267
282
duramente criticados. En otros países se mantuvo una tendencia más tradicional. Tal es
el caso de la Francia gobernada por el socialista Lionel Jospin (1997-2002), quien
calificó la tercera vía de Blair y Schröder como un neoliberalismo disfrazado.
En Estados Unidos, los denominados “nuevos demócratas” describieron esta tercera vía
como por medio de la Declaración del Nuevo Progresismo publicada por el Consejo de
Liderazgo Demócrata en 1996. En ella, los “nuevos demócratas” planteaban que:
A partir de esta propuesta, se destacaron los pilares del nuevo progresismo ubicados
en: la igualdad de oportunidades, la responsabilidad personal y la movilización de
ciudadanos y comunidades. En esta tendencia se propone que las políticas públicas ya
no estén dirigidas a la redistribución de la riqueza, sino más bien a la creación de ésta.
Es decir, “en lugar de ofrecer subsidios a las empresas, el Gobierno debería promover
condiciones que llevan a las compañías a innovar y a los trabajadores a ser más
eficientes en la economía global”.269 Estas ideas estuvieron animadas e implementadas
por el presidente Bill Clinton.
Por lo que respecta al desarrollo de esta filosofía política en Reino Unido como ya se
mencionó, fue el Partido Laborista bajo el liderazgo de Tony Blair, quien impulsó la idea
del Nuevo Laborismo desarrollando, de esta forma, la tercera vía. Los defensores de la
tercera vía en Reino Unido aceptaron que algunas reformas neoliberales realizadas
fueron necesarias para impulsar la modernización, sin embargo, surgieron amenazas a
la cohesión social por el surgimiento de mercados sin regular.
268 Anthony Giddens, La tercera vía y sus críticos, Taurus, México, 2001, p.
12.
269 Íbidem, p. 13.
270 Íbidem, pp. 14-15.
271 Ibidem., p. 135
284
Fuentes (citadas en el documento original):
Giddens, Anthony, La tercera vía y sus críticos, Taurus, México, 2001, 203pp.
Perona, Ángeles J., Entre el liberalismo y la socialdemocracia, Anthropos Editorial del
Hombre, Barcelona, 1993, 248pp.
285
4. Marxismo, política y medio ambiente
No existe, para Marx, la naturaleza por un lado y la sociedad por otro. La naturaleza es
la totalidad de lo existente y, al mismo tiempo, un momento de la praxis humana
(Schmidt, 1977:23). Esto significa que la naturaleza tiene sentido para el ser humano en
cuanto esfera de su actividad. Fuera del interés humano, la naturaleza no tiene sentido
alguno. De allí el antropocentrismo. Pero, esta relación del ser humano con su entorno
se da, en primera instancia, a través de la producción de su vida, lo que hace que, al
tiempo que el ser humano transforma la naturaleza externa, se transforma a sí mismo.
Al operar por medio de ese movimiento [el trabajo] sobre la naturaleza exterior a
él y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza (Marx, 1975:215-216).
El ser humano establece una relación histórica con la naturaleza. Porque, a cada fase
de su desarrollo socioeconómico, surgen relaciones sociales de producción nuevas,
272 Este material multimedia fue realizado por CIAC Digital para el CLADEAD
(Centro Latino Americano de Educación a Distancia); http://www.cladead.org
286
que crean regularidades que guían el comportamiento con el medio ambiente. En la
sociedad capitalista, por ejemplo, la clase capitalista es dueña de las condiciones de
producción. Ella reúne, bajo su administración, tanto la fuerza de trabajo como la tierra
y los medios de producción. La decisión de qué, cuánto, y cómo producir recae
exclusivamente en esta clase social. En lo que respecta a la clase que vive del trabajo
asalariado, no hay responsabilidad alguna que le toque como participante en el proceso
de producción. Claro está que la población es responsable de su ambiente no sólo
como productora, sino también como consumidora; pero, sólo se puede consumir
aquello que fue previamente producido.
Esta forma de encarar la relación de la sociedad con la naturaleza hace que el planteo
marxista no sea sólo antropocéntrico, sino prioritariamente clasista. Se trata de otra
diferencia radical con respecto al resto de las posiciones ambientalistas. Porque, si una
característica aglutina a todos los colores del ecocentrismo junto al tecnocentrismo, es
el hecho de considerar a la sociedad humana como un bloque con iguales
responsabilidades frente a la naturaleza. El marxismo considera a la sociedad
diferenciada en clases.
La teoría de la renta capitalista del suelo está dedicada a explicar los efectos de las
inversiones de capital en un medio natural, heterogéneo y monopolizable, como es el
suelo en su sentido más amplio. En esta teoría, Marx explica, entre otras cosas, la
tendencia del capital a la colonización de nuevas fronteras (renta diferencial 1), con los
consecuentes efectos sobre la depredación de la naturaleza. Y, también, la tendencia
del capital a sobre-explotar el mismo suelo aún bajo rendimientos decrecientes (renta
diferencial II), con los efectos de agotamiento de la fertilidad de los suelos.
Tres ideas básicas aparecen aquí que guardan relación con la concepción sistémica
que caracteriza la relación medio ambiente-desarrollo: un enfoque holístico, una
dimensión dinámica de cambio constante y una visión optimista de trayectoria
progresiva.
289
Las fuerzas productivas son definidas por Oscar Lange en los siguientes términos:
Podemos distinguir las fuerzas productivas reales y las fuerzas productivas humanas.
Unas y otras se forman y modelan en estrecha interdependencia; en efecto, los
hombres crean los medios de producción y los métodos técnicos que les permiten
utilizarlos, mientras que, al mismo tiempo, las aptitudes humanas se modelan en el
proceso de la producción de las cosas y en la utilización de los medios de producción.
Marx emplea igualmente el término de «fuerzas productivas materiales» subrayando de
esta manera que las fuerzas productivas son expresión de la actitud del hombre con
respecto a la naturaleza, o sea, de la relación entre el hombre y el mundo material que
le rodea; igualmente, del carácter activo de esta relación.6
El desarrollo de las fuerzas productivas va modificando las relaciones del hombre con la
naturaleza, lo que a su vez modifica el proceso de interacción de la sociedad con la
naturaleza.
La historia puede ser considerada desde dos puntos de vista, dividiéndola en historia de
la naturaleza e historia de los hombres. Sin embargo, no hay que dividir estos dos
aspectos: mientras existan hombres, la historia de la naturaleza y la historia de los
hombres se condicionan recíprocamente.7
A su vez, en El Capital señala que todas las relaciones están mediadas por cosas
naturales y viceversa, es decir, se trata siempre de relaciones entre los hombres, entre
sí y con la naturaleza. Por ello concibe el desarrollo no sólo en términos de un cambio
social, sino en función de la relación sociedad-naturaleza en que el desarrollo del
sustrato económico de la sociedad es visto como un «proceso histórico natural».
Por otra parte, la naturaleza sólo tiene sentido en cuanto está relacionada con una
acción práctica eminentemente humana: «la naturaleza, tomada en forma abstracta, por
sí, fijada en la separación del hombre, no es nada por el hombre». Por lo tanto, la
relación del hombre y el medio ambiente debe fundamentalmente concebirse como un
fenómeno social. Como bien señala Lukacs,
la naturaleza es una categoría social, esto es, siempre está socialmente condicionando
lo que en un determinado estadio del desarrollo social vale como naturaleza, así como
290
la relación de esa naturaleza con el hombre y la forma en la cual éste se enfrente con
ella, o, en resolución, la significación de la naturaleza en cuanto a su forma y su
contenido, su alcance y su objetividad.8
Respecto del primer aspecto, Marx señala que la producción es siempre «apropiación
de la naturaleza por parte del individuo en el seno de una determinada forma social y
mediante ella».9 Dentro de este proceso de apropiación, según Lukacs, «la misión
histórico universal del proceso civilizatorio que culmina en el capitalismo es la
consecución del dominio humano sobre la naturaleza».10
Sin embargo, de acuerdo con el planteamiento marxista, dicha dominación no debe ser
entendida como una actitud expoliadora, predatoria de la naturaleza. No se trata de una
explotación irrestricta, sino de un adecuado manejo del sistema natural con vistas a la
satisfacción de las necesidades humanas, tal como indica Engels:
...Y así a cada paso que damos se nos recuerda que en modo alguno gobernamos la
naturaleza como un conquistador a un pueblo extranjero, como alguien que se
encuentra fuera de la naturaleza, sino que nosotros, seres de carne, hueso y cerebro,
pertenecemos a la naturaleza y existimos en su seno, y todo nuestro dominio de ella
consiste en el hecho de que poseemos sobre las demás criaturas, la ventaja de
aprender sus leyes y aplicarlas en forma correcta.11
Por otra parte, el reduccionismo que caracteriza el estudio de los fenómenos naturales
está expuesto por Engels en el siguiente pasaje:
...Todos los modos de producción conocidos hasta ahora apuntaron nada más que al
logro del efecto útil más inmediato y directo del trabajo. Las consecuencias posteriores,
que sólo aparecen después y adquieren efectividad debido a la repetición gradual y a la
acumulación, fueron desatendidas por completo. La economía política clásica, la ciencia
social de la burguesía ante todo examina sólo los efectos sociales de las acciones
humanas en los terrenos de la producción y el intercambio hacia los cuales se apunta.
Esto corresponde por entero a la organización social de la cual es expresión teórica.
Cuando los capitalistas se encuentran dedicados a la producción y el intercambio con
vistas a la ganancia inmediata, sólo deben tenerse en cuenta en primer lugar los
resultados más próximos e inmediatos...
Lo mismo rige para los efectos naturales de esas acciones. ¡Qué les importaba a los
plantadores españoles de Cuba, que quemaron bosques enteros en las laderas de las
montañas y obtuvieron de las cenizas suficiente fertilidad para una generación de
cafetos muy provechosos; qué les importaba que después las fuertes lluvias tropicales
arrastraran la desprotegida capa superior del suelo, y dejaran detrás nada más que la
roca desnuda! En relación con la naturaleza, como con la sociedad, el modo de
producción actual se ocupa predominantemente nada más que de los resultados
inmediatos, más tangibles. Y después se expresa sorpresa cuando los efectos más
remotos de las acciones orientadas hacia ese fin resultan ser muy distintas, y a menudo
de carácter casi siempre opuesto...14
El énfasis en las leyes naturales que venían propugnando los economistas clásicos,
como una transposición de leyes naturales a la realidad social, es reemplazado en Marx
y Engels por la búsqueda de leyes propias del sistema socioeconómico, que rigen su
proceso de cambio y transformación: «...La sociedad actual no es algo pétreo e
inconmovible, sino un organismo susceptible de cambio y sujeto a un constante proceso
de transformación...». Lo anterior implica además que las leyes que rigen el
funcionamiento del sistema en un determinado momento no son necesariamente
válidas en otro:
293
…cada época histórica tiene sus propias leyes. Tan pronto como la vida supera una
determinada fase de su desarrollo, saliendo de una etapa para entrar en otra, empieza
a estar presidida por leyes distintas... Al cambiar el desarrollo de la capacidad
productiva cambian también las relaciones sociales y las leyes que las rigen. 17
4.3.1 Introducción
Ya en la década de los 20 de este siglo, Pigou (1948) sostuvo la necesidad de que las
externalidades negativas sean contempladas por el Estado, imponiendo a sus
responsables una tasa. De esta manera, el Estado corregiría las fallas del mercado;
pero éste último seguiría siendo el mecanismo asignador de recursos.
294
Más modernamente, Coase (1960) plantea que el problema radica más en términos
jurídicos que económicos. Si los derechos de propiedad abarcaran, por ejemplo, al aire
que respiramos, cada quien podría exigir una indemnización a las fábricas poluyentes.
Pero como no existe tal alcance jurídico, la propuesta de Coase consiste en que sea la
negociación directa entre poluyentes y afectados quien resuelva el problema,
descartando la participación estatal. Aunque con diferente propuesta de resolución, el
mercado seguiría siendo el mecanismo de asignación de recursos.
El análisis de la economía ecológica parte de los flujos de energía. Se basa, para ello,
en las leyes de la termodinámica. En 1971 se publica el libro de Georgescu-Roegen La
ley de la entropía y el proceso económico, donde pone sobre el tapete, nuevamente, el
papel que los materiales deben tener en la gestión económica. Georgescu-Roegen
hace hincapié en los recursos no renovables como amenaza para la sustentabilidad del
proceso económico, y en la entropía resultante. Pero el auge de la economía ecológica
no se da sino en los años siguientes, como respuesta al estado público que toma la
crisis ambiental.
Una serie de autores (Georgescu Roegen, 1971; Ehrlich, Ehrlich, Holdren, [1980];
Naredo, 1987; Martínez Alier, [1991]; Daly, 1972; Boulding, [1980]), teniendo como base
las leyes de la termodinámica, plantea una crítica a la concepción tradicional de la
economía. Los ejes centrales de esta crítica son los siguientes:
3) A pesar de que, según la ley de la entropía, toda energía tiende a degradarse, cada
modalidad energética puede ser distinguida según su calidad. Es decir, la capacidad de
producir trabajo útil es diferente según la fuente energética y su modo de utilización. El
análisis energético podrá servir de guía para la utilización de materiales
energéticamente más eficientes y, por tanto, más sustentables.
La economía ecológica descansa sobre un análisis energético. Esto plantea una serie
de dificultades. La primera es de órden científico-técnico, y puede ser formulada
mediante la pregunta, ¿existen límites físico-materiales a la producción humana? La
respuesta de la economía ecológica es un contundente sí. El argumento es simple: la
Tierra es cerrada en materiales, por tanto un crecimiento ilimitado de la producción es
inviable. Pero esto puede ser discutible por varias razones. La primera es que la vida en
la Tierra también tendrá un límite. Se calcula que el Sol se extinguirá dentro de otros 5
mil millones de años. Entonces el problema es de ritmo y no de límites absolutos. Para
ser correctamente formulada, la pregunta debería ser: ¿Crece la producción humana a
un ritmo que plantea límites de abastecimiento de materiales en un futuro previsible?
Creo que nadie se atrevería a dar una respuesta medianamente sólida, si consideramos
la rápida variación en la tecnología, en las estimaciones de existencia de los principales
materiales, y en los cambios en la dinámica de la población.
Más allá de las dificultades con que se enfrenta la economía neoclásica y keynesiana
para abordar el tema ambiental, y de la crítica de la economía ecológica, existe un
problema irresoluble para estas teorías económicas: la propia existencia de
externalidades; y la separación en la práctica entre ecología y economía. Unos se
enfrentan a la necesidad de considerar las externalidades; pero, ¿por qué existen
externalidades?. Otros se enfrentan a la necesidad de anexar criterios
físico/energéticos a la economía; pero, ¿por qué están separadas ecología y
economía?
Cuando Engels, en “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”
daba cuenta de las implicaciones de la posición erguida, de la liberación de las manos,
y de la fabricación de instrumentos, llegó a la conclusión de que la principal revolución
que aquello había ocasionado no era en la transformación de la naturaleza, sino en la
autotransformación de la sociedad humana. Con ello el marxismo se pone al frente de
todas las corrientes de estudio de la cuestión ambiental que toman a la sociedad
humana como un todo y la relacionan con el resto del mundo vivo y abiótico. El
marxismo muestra que el relacionamiento del ser humano con su ambiente está
mediado por la propias relaciones interespecíficas; y que, dentro de éstas, son las
relaciones sociales de producción las que gobiernan al resto.
298
Primero, las leyes más generales que se derivan del movimiento del capital. Tanto la
tendencia al incremento de la rotación del capital para aumentar la ganancia, como la
tendencia al abaratamiento del capital constante, constituyen la explicación más
contundente del avance del capital sobre espacios y materiales de la naturaleza no
mercantilizados a ritmos crecientes.
Los ecologistas y ambientalistas suelen plantear dos tipos de críticas al marxismo. Una,
que éste es productivista; que deifica el desarrollo de las fuerzas productivas, cuando la
realidad contemporánea ha demostrado el lado negativo del desarrollo científico y
tecnológico. Se trata de un grave error. El método de Marx se basa en la conexión entre
el proceso técnico material y la forma social que asume. Supongamos el análisis de la
tecnología; o de una máquina en particular. En una primera instancia, en el análisis en
sí de la máquina, ésta representa un mecanismo que cumple una determinada función.
En este sentido suplanta fuerza de trabajo, aumenta su productividad, y su utilización
implica una liberación del trabajador respecto de la actividad que realizaba.
Si el análisis hubiese quedado allí, las críticas serían pertinentes. Sin embargo, Marx
continúa su análisis y señala cómo, bajo relaciones capitalistas, la máquina asume el
carácter de capital constante. Ello significa que se relaciona con el trabajo como trabajo
asalariado; de manera que la liberación de la actividad del trabajador se convierte en
desempleo. O, por el contrario, la máquina se mantiene al margen de la producción
mientras la fuerza de trabajo está, en cantidad y precio, por debajo de las necesidades
299
y el costo de uso de la máquina; como sucede en muchos ingenios cañeros, donde las
cosechadoras mecánicas son un medio de control del alza de los salarios, o los
vaivenes de la oferta de fuerza de trabajo, y permanecen normalmente paradas en los
garages a disposición. Lo que en términos más abstractos aparecía como liberación de
cargas físicas, en un nivel más concreto y ajustado a la forma históricamente
determinada del trabajo, es un elemento material que relega al trabajo vivo del proceso
productivo, o bien compite directamente regulando los salarios y la oferta de fuerza de
trabajo.
Tampoco termina allí el análisis de Marx, prosigue y señala cómo dicha máquina, al
intercambiarse por trabajo asalariado, al adquirir la forma de capital constante, sirve a
los efectos de valorizar el propio capital, mistificando el origen del trabajo excedente, al
hacerlo aparecer como resultado indistinto de todos los factores de la producción. No
satisfecho, prosigue.
300
Bibliografía (Marxismo y Medio ambiente)
Boulding, Keneth [1980] 1989 “La economía de la nave espacial Tierra”. Daly, (comp.)
Economía, ecología, ética. FCE. México D.F.
Coase, R. H. 1960 “The problem of social cost”. Journal of Law and Economics. (out.
t.III).
Daly, Heman 1972 Toward a Steady State Economy. Freeman, San Francisco.
Georgescu-Roegen, Nicholas 1971 The entropy law and the economic process.
Cambridge. Harvard University Press.
Marx, Karl [1894] 1981 El capital. Tomo III. Vol. 8. Siglo XXI. México D.F.
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