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Copia de Manual de Derecho Internacional Publico Americano II
Copia de Manual de Derecho Internacional Publico Americano II
EL REGIONALISMO INTERNACIONAL
La noción de regionalismo se ilustra de manera más comprensible en el contexto
de las organizaciones internacionales. Veamos: Algunas organizaciones están
constituidas con miras a obtener objetivos que interesan a todos los Estados. En
circunstancias normales, todos los Estados tienen, pues, interés a formar parte de
tales organizaciones, y los miembros mismos tienen interés en que su asociación
—la organización— englobe el conjunto de la sociedad internacional. Son ésas
precisamente las organizaciones llamadas universales.
Parece por tanto que a veces la política pesa más que la geografía, al menos cuando
se trata de organizaciones generales. Ese hecho insinúa que la región constituye
una noción convencional.
El Art. 21 del Pacto decía que "los compromisos internacionales tales como los
Tratados de arbitraje y las ententes regionales, como la Doctrina Monroe, que
aseguran el mantenimiento de la paz, no son considerados como incompatibles con
ninguna de las disposiciones del presente Pacto". Por su parte, el Art. 52 de la Carta
de la ONU proclama que ninguna disposición de esta Carta se opone a la existencia
de acuerdos u organismos regionales cuyo fin sea entender en •os asuntos relativos
al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales y susceptibles de acción
regional, siempre que dichos acuerdos u organismos y sus actividades sean compa-
tibles con los propósitos y principios de las Naciones Unidas. Tanto en el Pacto
como en la Carta se deja sin respuesta la pregunta de qué es una organización
regional; y no sólo eso, sino que además, y de acuerdo con la interpretación literal
de los dos tratados, el regionalismo quedaría reducido a los sistemas de
mantenimiento de la paz, excluyendo, por omisión, a los organismos regionales de
cooperación en materias distintas a las de seguridad.
Ahora bien, no parece ofrecer duda que no hay nada en la carta de la ONU que
impida la existencia de las organizaciones regionales de cooperación, a condición,
claro está, de que no persigan fines contrarios a la organización general.
B. Acción coercitiva
Hay, sin embargo, una reserva grave respectó a estos organismos, pues la legítima
defensa es, en nuestra opinión, incompatible con su institucionalización. En efecto,
la presencia de un órgano que decide cuándo existe el casus foederis da a sus
decisiones el sentido de decisiones jurisdiccionales, condenatorias de un estado,
negando el carácter de urgencia a la acción de legítima defensa, que es fundamental
para su validez jurídica, y arrebatando al Consejo de Seguridad su exclusividad.
Es verdad que nada se opone a que un órgano regional estudie una controversia y
emita una decisión que envuelva la aplicación de medidas coercitivas, pero la
ejecución do esa decisión requiere la previa aprobación del Consejo de Seguridad.
También se ha dicho que si el Consejo de Seguridad no actúa, el órgano regional
puede adoptar las medidas pertinentes; creemos que ésta es una interpretación
incorrecta de la Carta, pues lo que la frase "hasta tanto el Consejo de Seguridad
haya tomado las medidas necesarias" significa que la acción de urgencia es
aceptable mientras el Consejo de Seguridad no funcione, independientemente de
la acción que tome al respecto. Lo contrario sería admitir que los estados miembros
tienen el derecho de juzgar si la acción del Consejo de Seguridad es correcta o
incorrecta.
Otras disposiciones mucho más peligrosas todavía son las contenidas en algunos
acuerdos regionales, como el de la OTASE o el de Río, que extienden la
posibilidad de legítima defensa frente a acciones que no son ataque armado, vio-
lando así el espíritu y la letra del artículo 51. Tales acuerdos son manifiestamente
violatorios de la Carta.
Acuerdos con base en las disposiciones del artículo 53, acerca de los Estados
enemigos
Este artículo permite que se creen acuerdos regionales contra la renovación de una
política de agresión por parte de "los estados enemigos, es decir todo el que durante
la segunda Guerra Mundial haya sido enemigo de cualquiera de los signatarios" de
la Carta. Como ejemplo está el Pacto de la Unión Europea Occidental en su versión
original, del 17 de marzo de 1948, que afirma el propósito de "tomar las medidas
que se jueguen necesarias en caso de reanudarse una política de agresión por parte
de Alemania". La referencia del artículo 4 de ese tratado a las disposiciones del
artículo 51 de la Carta son irrelevantes, dado que las que hemos señalado del artícu-
lo 53 les dan facultades mucho más amplias. Los organismos de este tipo tienen
competencia para tomar las medidas que crean convenientes y las Naciones Unidas
sólo pueden intervenir si los gobiernos interesados se lo solicitan.
Hasta aquí la letra de la Carta, cuyo valor es sumamente dudoso, pues el cambio
de las circunstancias y el tiempo transcurrido hacen pensar que esas disposiciones
del artículo 53 y el complementario 107, por un proceso de desuetudo han perdido
toda vigencia. Sería inconcebible que los Estados Unidos se abstuvieran frente a
una acción armada de la URSS contra la República Federal de Alemania, por el
simple hecho de que la URSS invocara el artículo 53 o el 107. Como disposiciones
legalmente muertas y políticamente inaplicables, lo más conveniente sería
eliminarlas de la Carta, donde pretenden perpetuar una situación que mejor hubiera
sido reflejar en disposiciones transitorias y no como parte de un texto
supuestamente definitivo.
Estos no hacen más que determinar las ideas generales y la cualidad específica del
Derecho Internacional moderno, mas estos constituyen normas fundamentales de
ese derecho y todas las otras normas deben estar subordinadas a éstos, y
encontrarse de acuerdo con los mismos.
Existen además, otros principios de origen consuetudinario que tienen una validez
universal, tales como el principio de la libertad de los mares, el de la inmunidad
diplomática y otros que han sido consagrados en acuerdos de carácter general.
Algunos juristas niegan la existencia de esos principios y normas. Tal es el caso
de Jesús María Yepes, famoso jurista colombiano, quien después de haber
enumerado algunos principios consuetudinarios, tales como el principio de fuerza
mayor, pacta Sunt Serwanda, etc., constata: "no existe ningún principio de Derecho
Internacional consuetudinario o contractual, ni ninguna institución "que pueda ser
considerada como absolutamente universal".
Por otra parte, existe un buen número de principios y normas que, en virtud de su
naturaleza o de funciones particulares a las cuales éstos están destinados, o bien
por las dos causas a la vez, tienen una esfera de validez regional o particular.
Existen otras normas aunque numerosas, que resultan de la práctica propia a una
región geográfica; tal es el caso de las normas que emanan de convenciones sobre
Asilo Diplomático en América Latina.
Todo lo que ha sido hasta aquí expuesto constituye una prueba que los diversos
tipos de normas de Derecho Internacional se encuentran entrelazadas y no es sino
en su conjunto que éstas nos ofrecen una imagen del Derecho Internacional
contemporáneo de su carácter y de su estructura.
Ahora bien, esta diversidad de principios y de normas y esta función particular que
ellos desempeñan en la vida internacional actual son un resultado de las leyes del
desarrollo social, lo cual nos obliga a distinguir la esencia del Derecho
Internacional contemporáneo del Derecho Internacional existente en otro período,
donde el contenido de muchos de sus principios era diferente del de hoy día y
donde el número de principios y de normas de carácter general era muy restringido.
En consecuencia, sería injusto criticar, desde un punto de vista contemporáneo los
argumentos expuestos en ese periodo por los defensores de un Derecho
Internacional Americano. El análisis de esos argumentos y el hecho de ver hasta
cual grado el factor histórico ha podido influir sobre las ideas de juristas y hombres
de Estado americanos en la concepción de un derecho particular sobre ese
continente, representa de por sí un valor teórico y práctico.
CAPITULO III
CONCEPTO GENERAL DE LAS DOCTRINAS
LATINOAMERICANAS
Las doctrinas analizadas en el presente trabajo surgen como resultado de la
situación específica creada en el Continente Americano después de la
emancipación de las Repúblicas sudamericanas del poder colonial español. Para
conocer la esencia, la particularidad de esas doctrinas, es necesario tomar en