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Una Yerva Enconada Romancero
Una Yerva Enconada Romancero
Grupo de Investigación
Servicio de Publicaciones “MARÍA GOYRI”
de la Universidad de Cádiz Universidad de Cádiz FUNDACION MACHADO
2000
Vázquez Recio, Nieves
ISBN 84-7786-569-8
860-1.09
ISBN: 84-7786-569-8
Depósito legal :CA 648/00
Diseño: Creasur.
Dibujo de Nieves Vázquez.
Fotocomposición: Consegraf.
Imprime: Santa Teresa Ind. Gráficas, S.A.
2000
PRÓLOGO
ÍNDICE......................................................................................................... 11
PRESENTACIÓN......................................................................................... 15
15
y la apertura. En este sentido, la publicación del Catálogo General del
Romancero [CG7?] en 1984 marca, sin duda, un antes y un después en
los estudios sobre el Romancero. La aplicación al género de los presu
puestos de la narratología contemporánea abre un horizonte de fructí
feros resultados.
La investigación sobre el romancero andaluz ha seguido esta
misma evolución. La labor recolectora llevada a cabo de forma siste
mática en el último cuarto de siglo ha permitido reunir un rico conjun
to textual y establecer la situación del género en esta zona del Sur,
cuyos frutos para el ámbito gaditano pueden ya contemplarse en el
Romancero de la provincia de Cádiz [V. Atero, 1996]. La preocupación
de los investigadores andaluces ha ido, sin embargo, más allá de la sola
dedicación a la recogida de romances y al estudio de variantes, encau
zándose también hacia estudios de poética .
Pero si D. Catalán y sus colaboradores supieron ofrecer un método
de análisis, zanjando así muchos problemas, en el CGR dejaron también
puertas abiertas que invitaban a entrar, aspectos en los que indagar más
profundamente. Entre ellos, el del motivo, su definición y delimitación,
constituye uno de los asuntos pendientes de una mayor reflexión. Este
término, usado de forma habitual en la práctica de la crítica romancística,
está sujeto, sin embargo, a una versatilidad que lo hace impreciso y mul
tiforme. El problema, en realidad, excede los límites del género que estu
diamos, puesto que, como veremos, el motivo llega al Romancero con
una sobrecarga de significados, desde las artes musicales y plásticas, la
exploración folklórica y la crítica literaria en general.
De este modo, nos adentramos en este resbaladizo campo de
investigación sin ignorar las dificultades que comporta, pues constituye
uno de los ámbitos más oscuros de la poética del género, ámbito que
sigue preocupando también a la crítica literaria no exclusivamente
romancística. Esta obra pretende acercarse al Romancero con una
visión globalizadora, que no lo contemple como un extraño espécimen
aislado de todo lo demás, sino como un género peculiar, pero que vive
expuesto al contacto con otras formas literarias y que, como ellas,
depende de un universo cultural y social específico. Mi interés ha sido
hacer del motivo una unidad narrativa que ilumine y dé cuenta de la
tradición cultural en que se inscribe el Romancero, sirviéndome de esta
visión integradora del género dentro de la literatura española, y aten-
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diendo a aspectos que quizás no se han tenido tanto en cuenta en otro
tipo de aproximaciones.
Este trabajo intenta aportar una definición de motivo para el ámbi
to del Romancero partiendo de la revisión de los principales usos del
término en la crítica literaria en general y romancística en particular.
Con esta definición emprendemos más tarde el análisis de dos roman
ces: La aparición - ¿Dónde vas, Alfonso XII? y La bastarda y el segador,
estudiados en las versiones gaditanas, para observar el comportamien
to de los motivos, tal como los entendemos, como unidades funciona
les, pero también como elementos de contenido, dependientes de un
universo socio-cultural específico, elementos que a veces pueden arro
jar una luz muy valiosa sobre ese complejo mundo que representa y
significa el Romancero.
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PRIMERA PARTE
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Nieves Vázquez Rucio_______________________________________________________
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_______________________________________________________ Ham -Yerva Enconada»
' «Lo percibimos [el contenido secundario] al comprobar que una figura masculina con
un cuchillo representa a San Bartolomé, que una figura femenina con un melocotón en
la mano es la representación de la Veracidad, que un grupo de figuras sentadas en una
mesa representan La Última Cena, o que dos figuras luchando de una forma determi
nada representan el combate del Vicio y la Virtud» [1972: 16]. Es, puede decirse, el sig
nificado añadido por la pertenencia a una determinada tradición cultural.
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origines, la representación del sol como un ojo, del sol y la luna como
hermano y hermana, como marido y mujer; los mitos sobre la salida y
la puesta de sol, sobre manchas lunares, sobre los eclipses, etc; 2) las
situaciones de la vida: el rapto de la doncella-esposa (episodio de las
bodas populares), la partida (en los cuentos), etc. [Cit. por C. Segre, 1985:
351]
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_______________________________________________________ Sam Enconada»
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______________________________________________________ «Yerva Enconada»
«Pero es preciso advertir que el término “motivo”, empleado por la poética histórica en
el estudio comparativo de la tramas “errantes” (por ejemplo, en el estudio de las fábu
las), es sustancialmente distinto de la acepción aquí adoptada, aunque, en general, se
define del mismo modo. En el análisis comparativo de los motivos se define como moti
vo una unidad temática que se repite en diversas obras. (Por ejemplo, “el rapto de la
novia”, “los animales colaboradores”, es decir, los animales que ayudan al protagonista
a resolver sus propios trabajos, etc.). Estos motivos pasan enteramente de una estructu
ra narrativa a otra. En la poética comparada no importa que puedan subdividirse o no
en motivos más pequeños. Lo único que importa es que, en el marco del género estu
diado, estos “motivos” se presenten siempre enteros. Por consiguiente, en lugar de moti
vos “indivisibles”, en el estudio comparativo se puede hablar de motivos históricamen
te indivisos, que conservan su propia unidad en las peregrinaciones de una obra a otra.
Además, muchos motivos de la poética comparada conservan su importancia, en cuan
to tales, también por la poética teórica». [B. Tomashevski, 1982: 186].
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_______________________________________________________ ¡Bam «Yerva Enconada»
•un concepto tan amplio como para designar, tanto una cierta actitud -por ejemplo,
la revolución- como una situación de base, impersonal, cuyos actores no han sido indi
vidualizados todavía -por ejemplo, las situaciones de un hombre entre dos mujeres, la
oposición entre dos hermanos, entre un padre y un hijo, la mujer abandonada, etc.»
[Cit. por C. Segre, 1985: 3491.
Más adelante nos detendremos con detalle en el empleo del motivo en el ámbito de
la lírica, sobre todo de la lírica popular.
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_______________________________________________________ Ham «Yerva Enconada»
6 Como señalan R. Bourneuf y R. Ouellet: «cualesquiera que sean las variantes metodo
lógicas, en Claude Bremond, Todorov, Greimas, o los trabajos en los que se inspiran,
la intención común es reducir la multiplicidad de intrigas a un número limitado de
modelos cuyas formas y combinaciones hay que describir: esta empresa constituye la
base de un estudio objetivo de la narración y, a otro nivel, la de una ciencia de la lite
ratura» [1985: 52],
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________________________________________________ ®.v.4 «Yerva Enconada»
Como hemos dicho, fueron los folkloristas del siglo XIX los pri
meros en emplear el término en el ámbito literario, de una manera más
o menos arbitraria. Tras las formulaciones de A. N. Veselovski, el pro
blema de la delimitación del motivo en el siglo XX va a ser retomado
por los estudiosos del material folklórico, que lo utilizan como un con
cepto propio de este ámbito literario.
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______________________________________________________ «Yerva Enconada»
In folklore the term used to designate any one of the parts into
which an item of folklore can be analyzed. [...] Narrative motifs
sometimes consist of very simple concepts which continually find
their place in traditional tales. These may be unusual creatures
likes fairies, witches, dragons, ogres, cruel stepmothers, talking
animals, or the like. They may consist of marvelous worlds or of
lands in which magic is always powerful, of all kinds of magic
objects and unusual physical phenomena. A motif may also be
essentially a short and simple story in itself, an occurrence that is
sufficiently striking or amusing to appeal to an audience of liste
ners.
While the term motif is used very loosely to include any of the ele
ments going into a traditional tale, it must be remembered that in
order to become a real part of tradition an element must have
something about it that will make people remember and repeat it.
It must be more than commonplace. A mother as such is not a
motif. A cruel mother becomes one because she is at least thought
to be unusual. To say that «John dressed and walked to town- is not
to give a single motif worth remembering; but to say that the hero
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put on his cap of invisibility, mounted his magic carpet, and went
to the land east of the sun and west of the moon is to include at
least four motifs -the cap, the carpet, the magic air journey, and the
marvelous land. Each of these motifs lives on because it has been
found satisfying by generations of tale-tellers. [S. Thompson, 1950a:
7531
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_______________________________________________________ B¡a44 -Yerva Enconada-
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X 11 1 1 . 1
zacion previa . En cualquier caso, esos mismos autores no dejan de
admitir la valía de la obra de S. Thompson, fruto de una laboriosa dedi
cación, y convertida, a pesar de sus deficiencias, en una referencia de
consulta imprescindible.
Dentro del uso del motivo en la literatura de raigambre folklórica
hay que comentar también una serie de trabajos que abordan el estu
dio de la épica desde la perspectiva oralista, haciendo uso indistinto de
los términos motif y theme, pero partiendo, en cualquier caso, de la
definición de A. B. Lord en cuanto al theme:
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_______________________________________________________ ¡Ham «Yerva Enconada-'
Nous distinguons dans une chanson le sujet, les thèmes, les motifs, le
langage. Le sujet de Raoul de Cambrai, par exemple, c'est la lutte entre
Cambrésis et Vermandois. Les thèmes sont: jeunesse du héros, ingrati
tude royale, préliminaires à la guerre, bataille générale, mort du héros,
etc. Les motifs plus restreints apparaissent dans le traitement des thè
mes: une bataille générale se décomposera en combats particuliers, à
la lance ou à l'épée, en mêlées générales, en discours des chefs à leurs
troupes, en fuites, en poursuites, etc. La mort du héros sera traitée à
l'aide de motifs comme «derniers coups reçus», chute du héros, prière,
«battre sa coulpe», «l'âme s'en va», découverte du corps, regrets pro
noncés sur le cadavre. [1955: 1271
' Para la revisión del concepto de theme y de la teoría oralista, en general, remitimos,
por ejemplo, a los dos grandes estudios monográficos editados por J. M. Foley [1981a
y 19851.
' «It is not always easy to define the frontiers of this subject. Folk-motifs overlap to
some extent with the fundamental epic motifs (treachery, vengeance, the assembly,
enumeration of warriors, and so on) which, as reading of Bowra or Lord quickly reve
als, are a remarkably constant feature of the genre over many centuries and many lan
guages. It will be seen that in this article we refer to several motifs which are indexed
by Stith Thopmson as features of folk-literature but which are also the characteristic of
the epic as a whole» [1972: 38].
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Lord and subsequent students of the oral nature of epic have used the
word «theme» to signify what had, until then, especially in the field of
folktale, been called a motif. The word seems synonimous from the
way Lord uses theme. [1976: 11]
Ces segments à leur tour pourraient être classés, selon leur nature et
leur dimension, en argument (le «sujet», l'anecdote sous son aspect le
plus général), thèmes (ensembles complexes mais homogènes, axés
sur une certaine variété d'action) et motifs (unités minimales). [Ibi
dem, 1091
" ■‘(motiva. pequeña unidad descriptiva) [...] (tema: episodio repetido construido con
motivos, por ejemplo las batallas, los viajes, los encuentros, los dones, las plegarias,
etc.)» [1985: 242],
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______________________________________________________ «Yerva Enconada»
' Etic unit-. «An entity seen, from the perspective of the analyst, before its systemic rela
tionships are adequately known; a member of cross-cultural taxonomy, without rela
tion to any particular system»; Ernie unit-. «An entity seen from the perspective of the
internal “logic” or structure of its containing systems; with contrastive-identificational
features, variants; and with distribution in class, sequence, and system of a universe of
discur.se» [K. L. Pike y E. G. Pike, 1982: 442 y 4431.
•Pike's minimun unit of the feature mode is the EMIC MOTIF or MOTIFEME. In other
words, Propp's function in Pike's scheme of analysis would be called a MOTIFEME.
Since the term function has not yet achieved any amount of currrency among folklo
rists, it is here proposed that MOTIFEME be used instead» [1962: 1011.
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______________________________________________________ «Yerva Enconada»
Meletinski concluye de este modo: «En résumé, nous pouvons considérer que les
motifs sont des micro-sujets organisés autour d'une action. La structure de base du motif
comporte un prédicat-action et des actants du type agens, patiens, etc. Des motifs peu
vent exprimer d'une manière concrète des thèmes, modeler des actions et donner un
contenu aux formes de conduite les plus importantes. Le découpage de la chaîne syn-
tagmatique en motifs est une tâche relativement simple (il suffit d'isoler une action, le
déplacement qui précède et qui suit cette action...). Plus difficile est le choix du nive
au d'abstraction auquel on saisira le motif sur l'axe paradigmatique. Il faut alors distin
guer, en s'appuyant sur notre connaissance du contexte culturel et des données eth
nologiques, un niveau sémantique superficiel, où quelques motifs peuvent jouer un
rôle quasi syntaxique (par exemple, les fonctions de Propp, qui sont plutôt des rap
ports que des choses), et un niveau sémantique profond (qui est celui, par exemple,
des “mythèmes” de C. Lévi-Strauss). Ainsi l'Index présuppose-t-il un système des motifs
et des archi-motifs, qui n'est pas prêt d'être élaboré, mais dont nous discernons déjà
cartaines exigences» [1977: 24],
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“Se trataría entonces de proceder, sobre el propio terreno, a delimitar y analizar estas
unidades figurativas transfrásticas, constituidas en bloques fijos: especies de invariantes
capaces de emigrar dentro de relatos diferentes de un universo cultural dado o, inclu
so, más allá de los límites de un área cultural, persistiendo, a pesar de los cambios de
contexto y de las significaciones funcionales secundarias que las vecindades narrativas
puedan conferirles. Así, en el cuento popular francés, el motivo del ‘ matrimonio"
ocupa posiciones y desempeña diferentes funciones [...] El motivo aparece como una
unidad de tipo figurativo que posee, pues, un sentido independiente de su significa
ción funcional con relación al conjunto del relato en el que se sitúa» [A. J. Greimas y J.
Courtés, 1982: 2691
' «nous définissons le figuratif comme tout contenu d'une langue naturelle ou d'un
système de représentation ayant un correspondant perceptible au plan de l'expression
du monde “naturel”- (T. Courtés, 1986: 18], En la entrada de su diccionario de semióti
ca leemos: «A diferencia del término figura -polisémico- del que se deriva, el califica
tivo figurativo sólo se emplea a propósito de un contenido dado (de una lengua natu
ral, por ejemplo), cuando tiene un correspondiente en el nivel de la expresión de la
semiótica natural (o del mundo natural). En este sentido, dentro del marco del recorri
do generativo del discurso, la semántica discursiva incluye, con el componente temáti
co (o abstracto), un componente figurativo
Igualmente, desde esta perspectiva, se entiende por recorrido figurativo un
encadenamiento isótopo de figuras, correlativo a un tema dado. Este encadenamiento,
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________________________________________________ B¡v/i "Yerva Enconada-
Este autor distingue dentro del motivo una forma sintáctica fija
subyacente, una «combinación figurativa» narrativizable {combinaison
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_______________________________________________________ Bam «Yerva Enconada»
-Comment concevoir le motif pour échapper à cet arbitraire? Tant que le motif est
considéré comme pouvant être n'importe quel élément de la structure narrative, la
sélection des motifs selon le critère subjectif de leur “intérêt” s'imponse comme un
correctif inéluctable: vouloir sortir du texte tous les dé-tails susceptibles d'être érigés en
objets d'étude reviendrait en effect à s’engager dans une tâche sans fin. Voulons-nous,
en revanche, à propos d'un corpus de récits quelconques, dresser un catalogue systé
matique (sinon exhaustif) des unités narratives dont ces récits sont composés, sans pré
juger de l'intérêt relatif de ces unités?- [1980: 16-17].
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4s
___________________________________________________________________________ ¡¡¡'VX »Yerva Enconada»
qué; 7) que pone por obra qué medio; 8) afecta a qué paciente; 9)
en qué tiempo y en qué lugar; 10) con qué consecuencias ulteriores,
11) y antes de qué acontecimientos [1984: 37-391-
Otro problema distinto es conciliar los conceptos de motivo y fun
ción. Para C. Bremond la intución genial de V. Propp es haber compren
dido que la inestabilidad del motivo de Veselovski impide describir el rela
to como la unión de cierto número de invariantes. Según la teoría prop-
piana, a un nivel de abstracción determinada el cuento se ordena siem
pre en una secuencia de acciones siempre idénticas y siempre encadena
das en el mismo orden. Estas acciones se oponen al motivo por su abs
tracción, por su subordinación a una regla sintáctica fija y su posición en
la secuencia de las otras acciones. Bremond critica, sin embargo, la pues
ta en práctica de esta teoría, en la que Propp llega a cometer el mismo
error que criticó en la formulación de Veselovski: aislar funciones que, en
realidad, son variantes de una invariante superior que él no contempla (la
función Matrimonio no es sino una forma posible de Recompensa).
Para C. Bremond el motivo y la función responden al mismo
modelo fràstico, la diferencia radica en el grado de abstracción:
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elección de los rasgos (atributos) que entran a formar parte del motivo
(o sea, el nivel de abstracción) queda a la elección del folklorista,
depende del examen empírico del corpus, del conocimiento del con
texto cultural y social, etc. [1980: 26].
Por último, Bremond plantea el interesante y difícil problema prác
tico de las transformaciones de un motivo, o, en otras palabras, las
interferencias que pueden darse entre motivos desde el punto de vista
temático o funcional: motivos con idéntica función y contenido similar
pueden considerarse como expresiones distintas de un motivo más
general, algo parecido a los alomotivos descritos por A. Dundes:
' «Elle suggère en effet que la fonction n'est pas plus indissolublement liée au motif
que chacun des éléments du suppport thématique [...] Et si cela est, que devient le pri
vilège que nous avons prétendu conférer à la fonction? Cette “entrée" de notre classe
ment ne serait ni moins instable ni moins arbitraire que toutes celles qu'on pourrait ima
giner en partant de l'agent, du patient, des circonstances de l'action, ou en passant d'un
de ces points de vue à l'autre, à la manière éclectique de Stith Thompson.
Nous maintiendrons néanmoins que le point de vue de la fonction est la seule
“entrée” concevable pour un classement des motifs. De tous les éléments constitutifs
de la proposition narrative, le plus résistant aux forces d'erosion et de transformation
reste, et de loin, la fonction. En ce sens, elle est bien V invariant dèce\é par Propp sous
les variations du contenu.
Certes, le rapport fonctionnel ne crée pas ex nihilo son support thématique, d'or
dinaire emprunté à des traditions préexistantes; mais ce faisant, il le remodèle à son
usage, figeant dans un rôle spécialisé ceux des éléments du thème qui lui sont le plus
utiles, laissant au contraire flotter les autres au gré des conteurs. Une solidarité interne
qui se fortifie à l'usage cimente ainsi à la fonction les éléments les plus caractéristiques
du motif» [1980: 27-28],
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______________________________________________________ «Yerva Enconada»
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The Thompson concept of the term motif has been constantly kept in
mind by present compiler when deciding on inclusión or exclusión. That
«The plan of the motif-index is a complex one; but since it is systematic and logical
in principle, it is not difficult to understand and follow. It is true, however, that becau
se of the great diversity of its material the index can be used most effectively only after
considerable practice. Those who are unfamiliar with the general plan are advised to
consult the introduction to the new revised and enlarged Motif-Index of Folk Literatu
re. It should be noted that the present classification, like all such works based on the
Thompson Index, will be of the greatest service only when used in conjunction with
Thompson's master index» [1959: XXVI-XXVII].
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___________________________________________________________________________ ®A?1 «T/íffUl ENCONADA"
Las críticas que pueden hacerse al trabajo de Seay son las mismas
que suscitaron el índice de Thompson, según ya comentamos. La falta
de una definición rigurosa de motivo y la imprecisión de los criterios
selectivos origina en la práctica un resultado sometido a la subjetividad
del analista. En este caso, además, los motivos que se fijan en cada
romance quedan supeditados a los previamente incluidos en el Motif
Index, exceptuando los pocos casos (subtipos nuevos) que Seay añade
al esquema general de la obra de Thompson. Otra cuestión distinta que
merece nuestra atención es el concepto de tradicionalidad, tan alejado
del pidaliano, que baraja este autor, en tanto que para él sólo son tra
dicionales aquellas unidades narrativas conservadas en la memoria que
están dotadas de un singular valor significativo, muchas veces basado
en lo excepcional, condición sine qua non para alcanzar el rango de
motivo. Otros elementos narrativos conservados en la cadena de trans
misión, pero anodinos desde el punto de vista temático, no serían,
pues, tradicionales.
Si la obra de H. N. Seay se muestra como una incursión coyuntu-
ral en este género, al que su autor parece acercarse sólo por el interés
de aportar nuevos datos al índice de Thompson, puede decirse que es
la controversia que originan los trabajos de D. Devoto en el seno de la
crítica romancística la que hace del motivo una cuestión teórica o meto
dológica que hay que debatir. De este autor hay que partir para recons
truir los avatares de la reflexión sobre tal unidad en el romancero. En
su conocido artículo «Sobre el estudio folklórico del romancero» (1955),
Devoto emplea el término motivo en el mismo sentido que Aarne-
Thompson («the smallest element in a tale having a power to persist in
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
Es evidente que ciertos elementos del tema, ciertos motivos (los más
importantes, los únicos que la tradición hace correr) están unidos a
él por una especie de fatalidad que obra con un mecanismo seme
jante al de otras operaciones de la psiquis [...]; y es también eviden
te que si un motivo dado se incorpora a uno o varios temas es por
que su contenido latente no se ajusta exactamente a esta contami-
natio. [Ibidem, 2831
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________________________________________________ Ülvx «Yerva Enconada»
cada uno ele los elementos o partes, variables de una versión a otra,
que se dan en una narración romancística. [...] Quiero advertir que
nunca utilizo motivo al referirme a las partes o episodios de la narra
ción abstrayendo la forma en que aparecen en las versiones: así por
ejemplo, en el romance de Gerineldo no llamo motivo al episodio de
la disculpa de Gerineldo, sino a las formas varias que tal episodio revis
te en las versiones tradicionales, esto es, a la disculpa del jardín, a la
disculpa de los moros o de la caza, a la disculpa de las llaves o el cofre
perdidos, etc., disculpas que presentan luego, en las diferentes versio
nes, variaciones distintas. [1959: 150]
’ «Pero el conocimiento de unos cientos de versiones nos evidencia que todos los res
tantes pormenores que pudieran creerse originales son también tradicionales y no pue
den atribuirse a la “conducta” del sujeto cantor»; «Hasta aquí hemos venido analizando
algunas escenas complejas, ricas en motivos secundarios, y hemos podido comprobar
el arraigo tradicional de cada uno de los pormenores y formas de expresión que las
componían» [1959: 159-160 y 1631- El subrayado es mío.
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
«Sin embargo, las iniciativas ocasionales de éste o aquel cantor (que se decide a mejorar
un pasaje con la adición de un motivo nuevo, o que trata de reinterpretar un motivo oscu
ro, o que reacciona según su ética personal ante el contexto de la narración) unidas a las
contaminaciones, en la memoria de ciertos cantores, entre versiones varias de un mismo
romance (llegadas a ella por conductos varios) o entre romances distintos que tienen algo
en común, más la tendencia general a olvidar algunos detalles del texto aprendido, hacen
del romance tradicional una poesía abierta a continua renovación. [...] En cada versión tra
dicional de un romance coexisten, par a par motivos y variantes de gran abolengo (poéti
camente más o menos acertadas) con motivos y variantes de reciente creación (que, a su
vez, pueden ser más o menos felices)» [1969b: 91 Sobre el romance del Sacrificio de Isaac:
«Pero los judíos marroquíes, al adoptar el romance cristiano de tema bíblico, lo refundieron
profundamente, adicionándole toda una serie de motivos y escenas basadas en el relato
bíblico y en la tradición talmúdica: las diez pruebas de Dios a Abraham, el mecatreh, la
muerte de Sara, el duelo, la compra del sepulcro, el entierro en Hebrón, etc.» [1970: 72], En
las dos partes de su artículo «Memoria e invención...» usa también motivo en el sentido de
pormenor narrativo, por citar algún ejemplo: «Menos conocido es, en cambio, el hecho de
que junto a la importación de romances [a la minoría judeo-española del Norte de Manue-
cos a partir de 1859-1860], se dé también la importación de motivos sueltos» [1970-1971: I,
8]; «también ocurre el caso contrario, esto es, la incorporación de un motivo propio de la
tradición autóctona en un romance de nueva importación. Puede servir de ejemplo el
romance de Gerineldoy La Condesita, que en una versión de Tetuán [...] contiene los ver
sos: “-Esperéisme los siete años, / los siete años m'asperedeis, // si a los ocho no viniere,
/ a los nueve vos casadéis.- // Treze años estuvo el conde, / treze años estuvo y más.” (w.
46-48), procedentes del romance, de tema análogo, El Conde Antore» [ibidem, n. 24]; o «la
aparición de los mismos motivos y aún de los mismos versos en comarcas muy apartadas,
su existencia en una versión portuguesa del siglo XVII, su presencia en la tradición sefar
dí, todo parece apoyar la tesis “arqueológica” de que la escena del diálogo entre el ama y
el criado [en el romance El cautivo y el ama buena] remonta a la tradición antigua» [1970
1971: II, 4471. En el estudio que lleva a calió de las versiones antiguas y modernas de Don
Manuel de León y el moro Muza para ilustrar el concepto de «apertura» romancística leemos:
«Lo esencial en el verso viejo era el motivo de la rapidez (“apriesa”, “en un punto”) que las
versiones modernas desarrollaron echando mano de las más variadas expresiones formu
larias» [1972b: 1991. El subrayado es mío.
«Por otra parte, Armistead y Silverman vislumbran el motivo de la joven “encerrada” en los
fundamentos de un puente, de la balada TbsÁrtas tó gefúri, en el verso inicial del romance
de La hermosa exigente, romance que creen de raíz hispánica. Si ambas cosas son ciertas, ten
dríamos un ejemplo de inserción de un motivo folklórico de procedencia balcánica en un
romance preexistente» [1970-1971:1, 131- El subrayado es mío.
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_______________________________________________________ Q|a^ -Yerva Enconada»
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___________________________________________________________________________ ® A?1 «YERVA ENCONADA“
En otro artículo posterior se reitera el uso de motivo corno unidad narrativa traslati
cia. Así por ejemplo estas palabras sobre «la verde faya, al pie de la cual encuentra Mon
tesinos a su agonizante primo»: «Una vez nacido, el motivo de la “verde faya” se impu
so en la imaginación de cuantos trataron el tema a fines del siglo XVI según una esté
tica nueva. Versos como “Aportóle su ventura / al pie de una verde haya”, “A la umbra
de una haya / Durandarte está apeado”, “Echado está Montesinos / al pie de una verde
haya”, “Y aviéndole sepultado, / de una antigua aya y gruesa / cuelga las sangrientas
armas, / no por tropheo ni ympresa...”, aparecen en cuatro romances “nuevos”, de
aquellos que gustaban copiar los formadores de cartapacios manuscritos entre 1580 y
1600» [1992: 70-71]. El subrayado es mío.
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
En este sentido, antes del CGR sólo pueden señalarse las referencias de M. Díaz Roig
y D. Catalán en el 2a Coloquio Internacional. La insigne investigadora, siguiendo el
mismo empleo del motivo como unidad narrativa menor no exenta de cierto grado de
estereotipación (usado, por ejemplo, en [1976a]), habla en su ponencia sobre Las señas
del esposo de los motivos de «la muerte del marido en el juego y el motivo de la infi
delidad». «Estos motivos -dice- no están en ninguno de los textos franceses que hemos
supuesto antecesores de La señas... (Gentílzgallans... y el episodio del falso Justamont)
[...] Ya sabemos que era común que los romances se refundieran, enriqueciéndolos con
detalles, motivos, etc., tomados, bien de la tradición, bien del acervo personal, bien de
propia invención» [1979: 124-125]. Por su parte, D. Catalán, en su artículo precursor de
los planteamientos del CGR, emplea motivo como esa unidad menor de la intriga, aun
que el autor no se mete aquí en explicaciones: «Alertado por estos “indicios”, el recep
tor del mensaje romancístico está preparado para interpretar la oscuridad lograda por
el caballero al tiempo que le franquean la puerta (motivo del candil) como una poten
cial amenaza a la hermosa» (está comentando el romance Bernal Francés) [1979b: 242],
El subrayado es mío. En cuanto a los estudios sobre el motivo del 3." y 4a Coloquio
Internacional de Romancero, tendremos tiempo de analizarlos con más detalle a lo
largo de esta revisión crítica.
60
________________________________________ B¡ ah "Yerva Enconada»
to, según propone S. Thompson (I, 10). Estudios más modernos sobre
los motivos suelen partir de los catalogados por Thompson o similares,
y su definición incluye, en general, el hecho de que esos elementos
abarcan más de un nivel significativo.
En los romances, la variación a este nivel es a base de la sustitución de
un motivo por otro equivalente. Ese otro motivo puede tomarlo el autor
de otros romances: pero también puede, si así lo exige su voluntad de
comunicación, su deseo de aclarar un mensaje, echar mano de sus habi
lidades de “hablante» de este lenguaje y crear nuevos motivos de gene
ración posible dentro de ese lenguaje. En la creación de nuevos moti
vos o en la simple adopción de motivos existentes interviene, necesa
riamente, el conocimiento consciente o inconsciente, tanto de la gramá
tica del lenguaje como del referente, ya que la definición semántica de
cada actante es doble: dentro del universo del Romancero y referencial.
[1994: 2551
61
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
62
___________________________________________________________________________ ¡¡¡¿VX “YeRVA ENCONADA“
' «Les motifs -et je n'en ai évoqué ici que quelques-uns-, unités discursives stéréoty
pées et mobiles (passant d'un texte à l'autre) à la fois ont une fonction dans le texte
d'accueil (par exemple ici tous les motifs qui jouent le même rôle de servir d'excuse à
Gerineldo en face du roi), et à la fois réfèrent à une axiologie relevant du domaine
socio-culturel. Pour ne prendre qu'un exemple “chasser le héron” ou “aller à la chas
se”, excuses données par Gerineldo connotent clairement la chasse d'amour. [...] Le
motif peut bien se conserver mais infléchi par le contexte. C'est ainsi que nous voyons
que le motif initial de l'invite amoureuse de la fille du roi, s'il est sinon mal compris,
tout du moins mal accepté, est partiellement vidé de sa valeur par l'adjonction d'un
autre motif, celui du pouvoir magique du chant ou du moins de mai qui entraîne l'in
fante dans cette aventure, malgré elle cette fois.
Ce fonctionnement est donc complexe. Si l'on prend en compte les deux facet
tes du motif, on se rend compte que celui-ci, pour autant qu'il garde même forme sur
face, peut varier dans sa fonction, ce qui entraîne une certaine déperdition ou un chan
gement de ses connotations ethno-culturelles. Cela revient à dire que le motif ne peut
être étudié in abstracto mais en relation avec chaque contexte qui l'accueille tant tex
tuel que socio-culturel» [1984: 57-58].
63
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
Este coloquio se celebró en 1982, pero sus actas no se publican hasta el año 1994.
El lapso de tiempo que media entre la lectura de la ponencia y su redacción escrita
permite quizás entender este trabajo como un fruto maduro y una reflexión acorde con
todo lo que M. Débax publicó sobre el motivo desde 1982.
64
_______________________________________________________ ¡Sam «Yerva Enconada-
Para esta terminología nos remitimos a nuestra revisión del uso de motivo en J. Courtés.
65
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
66
___________________________________________________________________________ ®.V4 "YERVA ENCONADA”
se llega o por el que se pasa. Se podría decir que el primer tipo de alguna mane
ra engloba al otro, ya que el ir de viaje implica ausencia; pero sólo hacemos la dis
tinción para señalar una diferencia en la perspectiva narrativa.
Si comparamos éstas con otras versiones de los mismos romances encontraremos
que lo que queda fijo en la historia es el significado del elemento narrativo “ir de caza”
más que la expresión. Por ejemplo, tenemos versiones sefardíes en las cuales la ausen
cia del marido se expresa diciéndonos que ha salido “a comprar tapetes y almenaras”,
y en algunas versiones de Zamora la ausencia se debe a que el esposo está “jugando
a los tableros”» [1989: 54],
10
«si tomamos en cuenta los planteamientos de Barthes, en los que, a partir de
Hjemslev, considera que todo sistema de significación conlleva un plano de expre
sión (E) y un plano de contenido (C), y que la significación coincide con la rela
ción (R) de ambos planos, este sistema de significación (ERC) se puede convertir
en plano de la expresión de un segundo sistema. En el primer sistema se daría una
relación de significación denotativa, y en el segundo nivel de connotación» [1990:
971.
67
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
" Su forma ele entender los distintos niveles organizativos coincide, no obstante, con la
del CGR (al menos en los tres primeros niveles): en el primer nivel (Discurso/Intriga)
•la relación de significación se da entre el plano de la organización artística de una “his
toria” (intriga) y el plano de su expresión en el lenguaje figurativo propio del género
(discurso)»; en el segundo nivel (Discurso/intriga-Fábula) «el plano de la fábula es el
del ordenamiento cronológico y causal de las secuencias narrativas»; en el tercer nivel
(...Intriga/fábula-Modelo funcional) «las secuencias -unidades del plano de la fábula-
son la expresión de la estructura narrativa o funcional. La relación de significación está
dada entre las acciones, abstraídas en las etiquetas de la fábula, y las funciones»; en el
cuarto nivel (...Fábula/modelo funcional-Mito) «construimos la matriz lógica del relato
por la relación que se da entre la estructura funcional y la serie de paradigmas opues
tos binariamente en la matriz lógica, llamados mitemas por Lévi-Strauss» [1990: 98-99,
101, 103 y 104],
68
_______________________________________________________ 3¡ah «Yerva Enconada»
" El autor precisa así sus discrepancias: «El modelo de análisis Romancero creado y
aplicado por el Seminario Menéndez Pidal ofrece una definición de motivo que me ha
parecido válida desde el aspecto operativo durante los años de trabajo como colabo
rador del Seminario mismo. Sin embargo, el enfoque paradigmático que la caracteriza
no la vuelve ese instrumento tan flexible que requiere el investigador en el momento
de aplicarla al análisis de textos literarios específicos de transmisión oral, o sea consti
tuidos más que otros por elementos repetitivos y esquemáticos» [1990: 282],
69
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
70
______________________________________________________ «Yerva Enconada»
A. González deja muchas veces clara su posición. Respecto a elementos del tipo d,
como «fuente fría», escribe: «En el ámbito del presente análisis, que pretende ser fun
cional, y no toma en consideración estos niveles más propios de estudios antropológi
cos o psicoanalíticos, estos elementos pueden tener varios valores, entre los cuales el
indicial, que es el más cercano al simbólico, aunque no alcanza la profundidad y exclu
ye la universalidad de aquél» [1990: 234].
71
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
" El mismo A. González ha hecho uso de la concepción del motivo como unidad este
reotipada y recurrente en alguno de sus trabajos, como en [1985-1987].
Hablando de las fórmulas vuelve a decir el autor: «Las fórmulas pueden ser fácilmen
te frases hipercodificadas y recurrentes, y esta estabilidad formal ha propiciado que se
les atribuya el valor de motivo, en el sentido de “elemento fijo recurrente”, quitando así
al concepto su valor funcional. Una perspectiva como la que propongo, reconoce el
motivo en relación con un significado presente en niveles más profundos, esté o no
representado, en el nivel del discurso, por elementos hipercodificados» [1990: 2331.
72
______________________________________________________ «Yerva Enconada-
Este corpus de aplicación ha sido criticado por M. Débax, por «considerar un conjun
to de romances sobre un mismo héroe, como si fueran una unidad textual» [1982: 1201.
Beatie aclara así su uso del término: «The term "theme'’ is deliberately left undefined.
As used here the only valid definition would be something like: “a narrative element that
one can isolate within the Rodrigo-legends as it appears in the texts published in the
Romancero tradicional, volumen I. [...] This usage represents a compromise lietween
Propp's word “function” and Albert B. Lord usage of the term “theme” in The Singer of
Tales- [1976: 54, n. 48],
J. L. Alonso define así el mitema: «Entendemos por mitema la unidad significativa míni
ma, legible e interpretable a nivel simbólico, y que aparece en desplazamiento en las
diferentes narraciones de carácter mítico. La formalización del mitema puede adoptar
modalidades muy diferentes pero siempre su significación es la misma» [1990: 200].
73
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
' «Un motivo frecuentísimo en los romances tradicionales es el de las múltiples vuel
tas que da el protagonista antes de entrar en algún edificio o de proseguir la acción del
poema» [1974: 324]; “Estas últimas versiones de Oriente [del romance de Turquino y
Lucrecia] nada nos dicen acerca del motivo de la caza de Tarquino...» [1978: 1251;
«Obviamente se trata del mismo motivo que aquí nos interesa [el de la segunda espa
dada]» [1984: 450, n. 11], En un trabajo posterior Armistead hace uso, sin embargo, de
la terminología de Parry-Lord y utiliza el término theme y la expresión formulaic theme
para caracterizar una escena repetida en la épica hispánica medieval y en el romance
ro, la del juego violentamente interrumpido: «The violent interrupted game of chance
can, I believe, be identified as a formulaic theme of the medieval Spanish epic» [1990
91: 134], El subrayado es mío.
74
______________________________________________________ «Yerva Enconada»
Sirvan las siguientes referencias para ilustrar ese repaso general. V. Atero: «La secuen
cia de la aparición de la enamorada muerta [en el romance de La aparición] no está
demasiado extendida. En ella encontramos los motivos básicos de las versiones anti
guas como decíamos: el miedo al rey, la identificación de la sombra, la mención de la
corrupción del cuerpo y la petición del nuevo matrimonio [...] La pervivencia dei
romance de La aparición a lo largo de los siglos [...] puede explicarse si analizamos
los temas y los motivos que configuran la historia [temas que configuran todo un entra
mado folklórico tradicional» [1987a: 72 y 771; «Varios motivos de profunda raigambre fol
klórica se unen en este romance [el de La bastarda y el secador] En primer lugar la
seducción de que es objeto el segador por parte de la dama de alto linaje...» [1987b:
220], J. Battesti: «La conexión entre los varios motivos temáticos del poema, la integra
ción de estos varios motivos en un tema más amplio y las modalidades de su sucesión
o interferencias precisan el nivel temático [1975: 231; «Mais c'est sans nul doute le motif
de la nuit qui est chargé de la symbolique chrétienne la plus forte» [1983: 27]. P. Béni-
chou: «D'autre part, un des motifs importants de notre chanson [Por qué no cantáis, la
bella], celui de l'impossibilité de chanter dans la situation de l'heroine» [1954: 1]; «El tra
bajo de la tradición merece ser estudiado como proceso creador, y la mejor forma de
hacerlo es considerar un romance en la totalidad de sus versiones conocidas, antiguas
y modernas, sin vacilar en detenerse, a veces, en detalles y motivos accesorios, de cuya
vida tradicional podemos aprender mucho respecto a la génesis de los textos poéticos
orales» [1968a: 8]; «lo único que vemos claramente es que Olinos está hecho con tres
motivos combinados, que todos tienen infinita difusión y formas en el folklore poético
de Europa: el canto mágico, el conflicto de los amantes con los padres de la niña (gene
ralmente con la madre), la doble muerte con la metamorfosis» [1968b: 336]. J. Burt:
«Overlooked or ignored by most critics, it is the motif of the Fall of the Man, in fací,
which explains the complete cycle of the legend [en el Romancero del Rey Rodrigo] bet
ter than any other» [1982: 70]. G. Cándano Fierro: «El motivo de la doncella que se dis
fraza ha sido muy gustado en la tradición popular» [1992: 151]. G. Chicote: «hay un eje
fabulístico que liga a las diferentes versiones estudiadas [del Romance del Palmero], El
motivo de la “la amada aparecida” sobrevive, en tanto que las sucesivas versiones obje
to aparecen como distintas expresiones de una misma fábula» [1986: 65]. J. A. Cid:
«puede establecerse con seguridad la cronología de las variantes del motivo del recha
zo de la autoalabanza del héroe» [1982: 68], G. Di Stefano: «La traccia piú vistosa é il
motivo della madre priva di chi la vendichi quando le é stato ucciso l'unico figlio» [está
hablando de Helo, helo por do viene] [1967: 79]; «vaivén del que parece quedar huella,
sin embargo, en el Romance [sobre el emplazamiento y muerte de Fernando IV] en ese
motivo de los desplazamientos con ocasión de las fiestas» [1988: 917]; comentando, por
ejemplo, la versión del Conde Arnaldos atribuida a Rodríguez del Padrón escribe Di
Stefano: «el motivo del canto misterioso y hechicero, asociado al mar, en un texto, y el
motivo de contiguo de la sirena, en el otro texto, ambos bien arraigados en el folklo
re [...], hicieron inevitable la contaminación entre los dos romances» [1993: 133, n. 10-
75
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
16]; «un motivo aparentemente secundario en el relato [del romance sobre Sancho II
que empieza "Riberas del Duero arriba'’], el del vínculo familiar entre los dos caballe
ros que lanzan el desafío» [1994: 2691 M. Díaz Roig: «Los motivos romancescos también
han sido objeto de estudio [...] Las versiones canarias de La adúltera utilizan el motivo
[de la enramada]» [1976a: 7 y 252]; «Los motivos del segundo verso [del Conde Niño]
también pueden considerarse tópicos: “a las orillas de..." es muy utilizado en la lírica
antigua y moderna y aparece algunas veces en el romancero [...] Inútil sería reseñar
las muchas menciones del caballo en el romancero, motivo que viene desde la épica.
[...] El motivo del canto no es extraño al romancero [...] El motivo de la sirena nos viene
de la tradición clásica» [1990: 337], P. Díaz-Mas en su comentario de Espínelo indica: «El
romance recoge una serie de motivos folklóricos que se encuentran también reunidos
en otras narraciones europeas medievales, como el laida María de Francia Fraisne [...].
Todas estas composiciones narran una historia similiar...»; en sus notas a Don Bueso se
lee: «el motivo del zafiro que relumbra más que el sol está tomado de la épica france
sa» [1994: 264 y 273]. W. J. Entwistle: «el romance de El Conde Olinos acaba como la
balada de La mala madre con el motivo de los dos árboles que nacen de las dos tum
bas y se entrelazan a pesar de la mala madre. Es el motivo de l'epine et Votivo [1951:
246]. P. O. Gericke: «Mi propósito es tratar dos motivos que se destacan en ciertas ver
siones del romance [de El Enamorado y la Muerte], a saber: el cordón y la escalera de
cabello» [1994: 277]. A. Hauf y J. M. Aguirre: «Las diversas interpretaciones de este
romance [Conde Arnaldos], aludidas más adelante, no parecen haber tenido en cuenta
el vocabulario simbólico del poema para relacionar sus motivos con otros semejantes
en distintas obras literarias de la época [la mañana de San Juan, la caza, el canto, por
ejemplo]» [1969: 90]. F. López Estrada: «Debido a la gran difusión que obtuvo [el roman
ce de El prisionero] y a que su comienzo recoge el motivo universal del mes de mayo,
el romance se mezcló con otros...» [1986: 380], J. S. Miletich: «The motifot the mermaid
and related creatures in Hispanic balladry has received relatively little attention» 11985:
151]. F. L. Odd: «In each of the ballads just discussed, the motif of woman as victim and
censurar of injustice is clearly subordinated to the unique particulars of the tragedy
achieved in each case on its own terms» [1983: 362], P. M. Piñero y V. Atero: «Creemos
que la explicación de pervivencia tan firme [del romance BernalFrancés] debe de estar
en que se trata de un tema que se ha configurado por el acopio de motivos folklóricos
muy arraigados en la tradición occidental: la mujer adúltera, la prueba de fidelidad a
que la somete el marido, el marido que se hace pasar por el amante, el candil apaga
do como anticipo simbólico del castigo final de la adúltera, y la muerte de ésta» [1989:
76
______________________________________________________ «Yerva Enconada»
414]; «[en la tradición romancística del sur del romance de La bella en misa] se ha redu
cido el motivo del retrato de la dama en beneficio de la pormenorización de la escena
de la iglesia« [1992: 322], E. Rogers: -At he same time, the ballad motifs that imply some
thing besides their obvious meaning tend to retain also their “real" role in the narrati
ve. They are symbols that speak for their own concrete selves and also for a broader
concept or an invisible process. Games are an example of such action with double
duty» [1972b: 4191; «What I propose is to examine the transformation motif in “El Conde
Olinos” as it is sung today» [1973: 3251; «Some motifs, though dealing with action, con
tribute but little to the development of the plot; yet these are possibly the motifs that
have sustained the appeal of the ballad through centuries [el motivo de la caza, por
ejemplo]» [1974: 133]. M. J. Ruiz Fernández habla del valor indicial del motivo para la
caracterización de los personajes romandsticos: «en el nivel de intriga son especial
mente significativos los motivos tradicionales de índole recurrente: el valor arquetípico
de estas unidades favorece que los transmisores apliquen un determinado motivo (del
que comprenden su sentido general) a un determinado personaje al que desean carac
terizar con un rasgo arquetípico y definitorio, con lo que el motivo adquiere una pri
mordial función indicial» [1991a: 47-48]. Así, hablando de Don Bueso, dice la autora: «el
primero de estos motivos indicíales es el del encuentro de la pareja protagonista junto
al agua» [ibidem, 72], En otro trabajo señala: «La incursión del motivo de mayo en géne
ros tradicionales diversos (romances, canciones, etc.) lo determina como elemento per
teneciente a la organización paradigmática del texto tradicional» [1991b: 789]. R. H.
Webber caracteriza los romances novelescos y caballerescos sueltos incluidos en la Pri
mavera de Wolf y Hofmann precisamente por ser «ballads that contain international fol
klore motifs and medieval fictional material» [1951: 178], Los subrayados son míos.
77
CAPÍTULO II
Para aislar los motivos deberá empezarse por identificarlos con las
«unidades narrativas mínimas de la intriga / fábula», a secas, tal como
80
31 na «Yerva Enconada»
si
Nieves Vázquez Recio.
' «the system may be defined in turn as a group of phrases which have the same metri
cal value and which are enough alike in thought and words to leave no doubt that the
poet who used them knew them not only as single formulas, but formulas of a certain
type» [1930: 851.
«The definition thus implies the metrical usefulness of the formula. [...] The simple num
ber of times the phrase appears is the direct measure of its usefulness» [1930: 80-81],
82
Ü¡/V?l «YERVA ENCONADA“
•the formulas in any poetry are due, so far as their ideas go, to the theme, their rhythm
is fixed by verse-form, but their art is that of the poets who made them and of the poets
who kept them» [1930: 81],
Al comienzo del capítulo tercero de su conocida obra The Singer of Tales, dedicado ente
ramente a la fórmula, tras citar la definición de Parry, A. B. Lord señala: «By this defini
tion the ambiguity of “repetitions'’ was eliminated; we were henceforth to deal with repe
ated words groups» [I960: 30].
83
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
84
JEam "Yerva Enconada»
85
Nieves Vázqvez Recio.
’ Trabajos como los de M. T. Cáceres Lorenzo [19931 muestran los excesos a los que
puede conducir un concepto demasiado amplio de fórmula.
F. Salazar, que parte del CGR, llega, en definitiva, a localizar ciertas fórmulas (las que
llama compartidas y comunes, frente a las propias) por su uso compartido en varios
romances o en la inmensa mayoría de ellos [1994a]. En su estudio se percibe un crite
rio evolucionista, a cada fórmula se le ha de suponer un tema de origen, desde el que
luego se extiende con mayor o menor fortuna (de ahí la diferencia entre las fórmulas
compartidas y las comunes). En esta «selección natural» vencen las fórmulas mejores,
las poéticamente más dotadas. Pero ¿cómo llega esta autora a esas fórmulas, por la
valoración de su función tropológlca o porque como gran conocedora del romancero
identifica los elementos repetidos y lexicalizados? Creer que la repetición sigue siendo
un instrumento imprescindible en este tipo de análisis, aunque estemos de acuerdo en
que la razón de la recurrencia de una fórmula radica en el valor poético que posee.
86
J]aa -Yerva Enconada-
El mismo D. Catalán da a entender esto cuando dice: «Claro está que en un solo
romance no aparecen todas las fórmulas que posee el Romancero para expresar un
mismo motivo» [1994b: 26].
Uso historia oponiéndola a discurso, en el mismo sentido de T. Todorov -siguiendo
a E. Benveniste-: «Au niveau le plus général, l'oeuvre littéraire a deux aspects: elle est
même temps une histoire et un discours. Elle est histoire, dans ce sens qu'elle évoque
une certaine réalité, des événements qui se seraient passés, des personnages qui, de ce
point de vue, se confondent avec ceux de la vie réelle. [...] Mais l'oeuvre est en même
temps discours: il existe un narrateur qui relate l'historié; et il y a en face de lui un lec
teur qui la perçoit. A ce niveau, ce ne sont pas les événements rapportés qui comptent
mais la façon dont le narrateur nous les a fait connaître» [1981: 132], La historia englo
baría lo que para R. Barthes es el nivel de las fonctions y actions frente al de la narra
tion [R. Barthes, 1981] o lo que en la retórica antigua correspondería a la inventio fren
te a la dispositio [T. Todorov, 1981: 1331.
87
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
' «Secuencia [es] una unidad narrativa constituida por la representación de un conjun
to de sucesos o un suceso único que, al cumplirse, modifican .sustancialmente la inte
rrelación de las dramatis personae dando lugar a una situación de relato nueva» [D.
Catalán, 1991: 4591. Con estas palabras precisa este autor las consideraciones del CGR.
«La secuencia puede definirse como la representación de un suceso que, al cumplirse,
modifica sustancialmente la inter-relación de las dramatis personae, dando lugar a una
situación de relato nueva» [CGR: 67]. El subrayado es mío.
' ' En la crítica no romancística la secuencia se ha considerado como un instrumento
fundamental para analizar la sintaxis del contenido narrativo. Así R. Barthes, al hablar
del nivel de la función, señala: «La couverture fonctionnelle du récit impose une orga
nisation de relais, dont l'unité de base de peut être qu'un petit groupement de fonc
tions, qu'on appellera ici (à la suite de Cl. Bremond) une séquence. Une séquence est
une suite logique de noyaux, unis entre eux par une relation de solidarité: la sequen
ce s'ouvre lorsque l'un de ses termes n'a point d'antécédent solidaire et elle se ferme
lorsqu'un autre de ses termes n'a plus de conséquent» [R. Barthes, 1981: 191. Para
Barthes es posible establecer una jerarquía de secuencias, una suerte de «árbol stem-
mático», en el que las micro-secuencias van quedando subsumidas en secuencias de
mayor grado de generalización, hasta llegar a lo que podría ser algo similar a las fun
ciones de Propp, etiquetas generalizadoras de acciones o funciones menores [R.
Barthes, 1981: 20-21], Otras aplicaciones del concepto pueden encontrarse en C.
Bremond [1981, por ejemplo] o A. J. Greimas [1981].
88
J¡A14 -YERVA ENCONADA"
' «La fábula misma, a un nivel interpretativo más “profundo” (o “superior”, si se pre
fiere usar otro meta-lenguaje), se nos presenta, a su vez, como una expresión particu
lar de unas estructuras funcionales en que los papeles de las dramatis personan y el
“hacer” de los personajes se integran para ofrecer al receptor mensajes unificados. En
este nivel de organización del relato, las fábulas, tan vinculadas al referente a través de
la simulación de comportamientos humanos, no son sino manifestaciones “históricas”,
circunstanciales, de estructuras más generales y abstractas (modelos actanciales o fun
cionales) que organizan sintagmáticamente contenidos “míticos” atemporales; en ellas
los personajes se despojan de sus valores semánticos para quedar identificados mera
mente con los grandes papeles de la “gramática” de la narrativa» [CGR: 25].
89
Nieves Vázquez Recio.
Las fábulas del romancero, tan vinculadas siempre al mundo real a través
de la simulación de comportamientos humanos, articulan sus mensajes,
más o menos unitarios y unívocos, mediante el recurso a modelos de
estructuración narrativa en el que el «ser» y el «hacer» de las dramatis per
sonae aparecen despojados de su particularismo histórico y quedan redu
cidos a meras «funciones», a procesos que afectan a un conjunto de «actan-
tes» desemantizados. [1991: 4631
90
J3|a'14 «Yerva Enconada»
91
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
92
Ü¡.\u «Yerva Enconada»
Recordamos las objeciones que formuló Propp a uno de los ejemplos de motivo de
Veselovski, que mencionamos en nuestra revisión crítica: «el dragón rapta a la hija del
rey». Cada uno de los cuatro elementos puede variar y ser cambiado por otro: el dra
gón, el rapto, la hija, el rey. Sin embargo, la acción resulta más estable; como señala
Propp, el rapto puede sustituirse sólo por «las diferentes acciones que en el cuento pro
ducen la desaparición» [1985: 251
93
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
«Con ellos [los términos tema, motivo lírico, variaciones temáticas, subtemas] no pre
tendo otra cosa que aludir de algún modo a la existencia de una diversidad temática
(de contenido) en el villancico y al hecho de que entre estos temas (o aspectos temá
ticos) pueden establecerse relaciones significantes; esa temática es, pues, susceptible de
una ordenación que nos facilite su estudio, y eso es lo que aquí he hecho» [1969: 56,
n. 67 bis]
94
3¡ AM -YERVA ENCONADA"
El mismo V. Beltrán utiliza cierto grado de abstracción al hablar del motivo de «el
insomnio de amor» o el de «el encuentro en un lugar acuático» [1990: XVI y XVII].
95
Nieve:s Vázquez Recio_______________________________________________________
Estas formas estereotipadas no son exclusivas, desde luego, del discurso poético. En
el cuento popular reencontramos muchos de estos elementos, a veces como motivos
simbólicos, otras como simples símbolos o figuras recurrentes, el ruiseñor, por ejem
plo, o el agua mágica.
96
J3 am "Yerva Enconada»
Estos términos están tomados de R. Barthes. Este autor distingue tres niveles de aná
lisis del relato: el nivel de las funciones, el nivel de las acciones, que atiende al estatu
to del personaje y, por último, el nivel de la narración, esto es, del discurso. El nivel
de las funciones comprende, a su vez, dos tipos de unidades, las funciones propiamente
dichas -catalíticas o cardinales- y los indicios e informes-. «La seconde grande classe
d'unités, de nature intégrative, comprend tous les “indices" (au sens très général du
mot); l'unité renvoie alors, non à un acte complémentaire et conséquent, mais à un con
cept plus ou moins diffus, nécessaire cependant au sens de l'histoire: indices caractériels
concernant les personnages, informations relatives à leur identité, notations d'
"atmosphères”, etc.; [...] ils renvoient à un signifié, non à une “opération”; la sanction des
Indices est “plus haut”, parfois même virtuelle, hors du syntagme explicite (le “caractè
re" d'un personnage peut n'être jamais nommé, mais cependant sans cesse indexé) [...]
Fonctions et Indices recouvrent donc une autre distinction classique: les Fonctions impli
quent des relata métonymiques, les Indices des relata métaphoriques; les unes corres
pondent à une fonctionnalité du faire, les autres à une fontionnalité de l'être. [...]
Quant à la seconde grande classe d'unités narratives (les Indices), classe intré-
grative, les unités qui s'y trouvent ont en commun de ne pouvoir être saturées (com
plétées) qu'au niveau des personnages ou de la narration; elles font donc partie d'une
relation paramétrique, dont le second terme, implicite, est continu, extensif à un épi
sode, un personnage ou une oeuvre tout entière; on peut cependant y distinguer des
indices proprement dits, renvoyant à un caractère, à un sentiment, à une atmosphère
(par exemple de suspicion), à une philosophie, et des informantions, qui servent à
identifier, à situer dans le temps et dans l'espace. [...] Les indices ont donc toujours des
signifiés implicites; les informants, au contraire, n'en ont pas, du moins au niveau de
l'historié: ce sont des donnés pures, immédiatement signifiantes. Les indices impliquent
une activité de déchiffrement: il s'agit pour le lecteur d'apprendre à connaître un
caractère, une atmosphere; les informants apportent une connaissance toute faite... (par
exemple l'âge précis d'un personnage)» [R. Barthes, 1981: 14-17].
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_______________________________________________________ ¡Haw «Yerva Enconada»
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iü/VX -YERVA ENCONADA"
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SEGUNDA PARTE
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ALGUNAS ACLARACIONES.
' Sólo hay dos versiones más antiguas, las dos de La bastarda: una, de 1940, recogida
y publicada por Pedro Pérez Clotet [P. Pérez Clotet y G. Álvarez Beigberder, 1940: 38,
na 13: 11 y otra anterior, de 1928, recogida por Juan Tamayo y Francisco Utrera, un texto
del Archivo del Seminario Menéndez Pidal publicado por V. Atero [1996: 189, ns
0161:1]. No he manejado la versión inédita de La aparición del Seminario Menéndez
Pidal: versión de Medina Sidonia, de Josefa Maclas (60 a.), recogida por Juan Tamayo
y Francisco Utrera en 1931 [V. Atero, 1996: 699-701].
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4Ü/vx -Yerna Enconada-
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
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3¡m4 «Yerva Enconada»
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CAPÍTULO 1
Los textos que encabezan el estudio de cada romance constituyen una muestra signifi
cativa de las versiones gaditanas recogidas hasta la fecha. En el estudio nos referiremos
a ellos según su numeración, obviando los datos de recolección, ya aquí señalados, que
sólo se especificarán cuando aludamos a versiones no incluidas en esta selección.
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
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J¡.v.4 «Yerva Enconada»
Alfonso XII, versión de Ubrique, de María Ruiz Rivera (35 a.). Recogida
por Virtudes Atero en 1982. Publicada por V. Atero [1987b: 56, nQ 2],
113
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Alfonso XII, Version de Algar, de Ines Barea (74 a.). Recogida por
Remedios Angulo, Isabel Alvarez Albarran, Rosa Corbacho Labrador y
114
JH.vü «Yhrva Enconada»
María José Frutos Salas en 1989- Publicada por V. Atero [1996: 175-176,
nQ 0162:1],
115
Nieves Vázquez Recio._______________________________________________________
116
4ÜA/1 «Yerva Enconada»
1. INTRODUCCIÓN.
117
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
’«El asonante [...] se halla en las versiones italianas o francesas al final, en las solemnes
palabras de ultratumba que pronuncia la amante. Aquí, como en el caso anterior
[Bernal Francés], la versión catalana no procede, como creen los citados críticos, del
Languedoc, pues está toda asonantada en -í) y abunda en palabras castellanas. El
romance, pues, no entró en la Península por Cataluña; es lo que seguramente pode
mos decir; quizás salió de España por Cataluña, o quizás de un salto pasó a otro país
de donde irradió a los vecinos» [R. Menéndez Pidal, 1968a: I, 364-365].
118
4J¡am «Yerva Enconada»
cuenta por sí mismo de este fenómeno. Sin embargo, Dónde vas Alfonso
XII no es una reproducción totalmente mimética del tema precedente,
sino que a veces añade variaciones significativas: forma peculiar de
actualizar los motivos comunes e inclusión de motivos originales. Estos
cambios están causados, en su mayor parte, por la incorporación de ele
mentos que provienen del hecho referencial, del cual tenemos suficien
tes datos, dada su cercanía histórica. Esta ventaja permite comprobar la
forma de comportamiento de la creación y recreación tradicional, cómo
y por qué surgen variantes temáticas y discursivas. Por otro lado, es de
señalar que, adaptándose a la historia de Alfonso XII, el romance de La
aparición ha alcanzado el último grado en el proceso de tradicionaliza-
ción: su uso como canción de corro infantil [V. Atero, 1987a: 551, uso
que se constata ya desde los primeros testimonios sobre la existencia de
Dónde vas Alfonso XII, según la referencia que incluye Galdós en su últi
mo Episodio Nacional, Cánovas (1912).
En este sentido, la obra galdosiana constituye una fuente docu
mental de primera mano para conocer la recepción social del suceso
que intenta recrear el romance. Sin duda la muerte de la reina
Mercedes, con apenas dieciocho años y recién casada, debió conmo
cionar el sentir popular por varias razones. Según se rumoreaba la boda
no había sido un mero trámite impuesto por los intereses nacionales,
sino, como indica uno de los personajes del escritor canario, una con
secuencia del amor: -Te diré, si lo ignoras, que el simpático Alfonso se
ha enamorado perdidamente de su primita». La joven atrajo pronto las
simpatías del pueblo: «La futura reina es simpática, humilde, linda, y
apenas se habló de su boda se hizo popular». Los desposorios reales
estuvieron acompañados «de festejos oficiales, palatinos, y en aquel
caso señaladamente populares». «Remolino de las muchedumbres rego
cijadas» se agolpaba en torno a la Basílica de Atocha el día de la boda
y acompañando el desfile hasta el Palacio Real. Dos corridas de toros
con caballeros en plaza «fueron el número popular en el programa de
los reales festejos». Todo había sido adobado, además, con las discre
pancias políticas que había suscitado ese enlace matrimonial, que algu
nas voces públicas hubieran preferido se celebrase con la princesa
Beatriz de Inglaterra. Por otro lado, el padre de Mercedes de Orleans.
el duque de Montpensier, no contaba con demasiados apoyos políticos,
claro oponente, como era, de la misma Isabel II [B. Pérez Galdós, 1980:
92, 110, 113-114, 101].
119
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
Pérez Guidos, con su aguda ironía, cuenta así algunas de las cosas que hizo el pue
blo por la reina: «Hiciéronse rogativas en innúmeros templos, catedrales, parroquias,
conventos, santuarios y ermitas; enronquecieron frailes, monjas, capellanes y canóni
gos de tanto pedir a Dios la vida de la joven reina; y hasta las pobrecitas presas de la
cárcel de mujeres reunieron, cuarto a cuarto, suma bastante para mandar decir una misa
rezada con el mismo piadoso objeto» [1980: 124],
«No exagero al decir que medio Madrid desfiló por la capilla ardiente. Las apreturas
fueron horribles; se entraba por la Plaza de la Armería y se salía por la puerta del
Príncipe. El sentimiento, derivado a la curiosidad, convertíase en fuerza irresistible que
todo lo arrollaba: hubo desmayos, síntomas de asfixia, magulladuras y estrujones tan
violentos que muchas personas hubieron de ser auxiliadas en la casa de Socorro o en
las farmacias próximas» [B. Pérez Galdós, 1980: 126]. Cerca de 90.000 personas acudie
ron a ver el cadáver de la reina |J. Varela, 1990: 171].
120
JB.X.4 «YERVA ENCONADA"
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4Ü.V4 "YeRVA ENCONADA'’
3. MODELO ACTANCIAL.
La fechoría es la octava función descrita por V. Propp, aunque considerada como la pri
mera impulsadora de la historia «porque es ella la que da al cuento su movimiento... la intri
ga va ligada al momento de la fechoría”. Una de las formas que reviste esta función según
el autor es aquella en que el agresor provoca una desaparición repentina [1985: 42-431. La
décima función se describe con la frase: el héroe-buscador acepta o decide actuar, según
comentamos al hablar de la S-l# de nuestro romance (la búsqueda). La decimoquinta queda
designada con el título de desplazamiento [1985: 49 y 60], Algunos elementos en común
con nuestro diseño narrativo, aunque salvando las enormes diferencias, muestra el esque
ma de la aventura del héroe de J. Campbell: PARTIDA —> cruce del primer umbral (como
primera prueba, el acceso al lugar de la aventura sobrenatural)—> INICIACIÓN [1959: 77].
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«Yerva Enconada»
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La ausencia del marido con que principian las versiones más tem
pranas «puede ser reinterpretada como causa de la muerte» de la espo
sa [M. Débax, 1982: 344; también A. Moreno e I. Fonseca dos Santos,
1980: 4251 -muerte por amor- y, en cualquier caso, matiza al protago
nista masculino como responsable hasta cierto punto de la desgracia:
ha supeditado el bienestar de la familia a otras obligaciones sociales,
sean cuales sean, que lo han sustraído del hogar. En este esquema la
mujer -al igual que en otros relatos romancísticos- aparece como víc
tima [R. H. Webber, 1989: 61; M. J. Ruiz, 1989, entre otros] y, particu
larmente en este caso, extrema su carácter generoso en el desenlace de
la historia. En contraste con la actitud despreocupada del marido, aún
ignorante de lo que ocurre, se sitúa la imprecación del palmero, el por
tador de noticias.
La sustitución del motivo de la AUSENCIA por el de la BÚSQUE
DA transforma la historia. La mujer ha desaparecido, sin que se sepa la
causa, y el marido cambia su pasividad por actividad amorosa; busca a
su enamorada y así queda marcado como buen amante, incluso como
víctima de una desgracia que desconoce. Se convierte, de este modo,
en el «héroe-buscador» que «acepta o decide actuar» y que para ello ha
de partir hacia una aventura centrada en la búsqueda, como en las fun
ciones décima y undécima descritas por V. Propp [1985: 49-50].
La búsqueda, que en La aparición es un motivo previo a la acción
descrita en el romance -reconstruido a partir de los datos de la intri
ga-, aparece en otras ocasiones con una localización narrativa distinta.
En el antiguo romance sobre la muerte de don Beltrán es el motivo que
inicia la historia:
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JQ.vu «Yerva Enconada»
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JHau -Yerva Enconada»
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JOam «Yerva Enconada»
SECUENCIA PRIMERA
En esta forma dialógica no existe verbum dicendi ni rasgo indicativo (gestual o con
textual) del personaje que habla, como ocurre en otros casos. Véase sobre esto [N.
Vázquez, 1996b], una aplicación al género romancístico del método de análisis del esti
lo directo puesto en práctica por D. Alonso para el Poema de Mió Cid y la épica fran
cesa [19731.
’ A veces el diálogo va precedido de un exordio, cuya información prohemial [CGR:
114-1191 sirve para focalizar al protagonista, encareciéndolo, y que consiste en una
copla suelta, seguramente de la guerra carlista, añadida fácilmente al romance por la
tendencia que éste muestra hacia la forma lírica que ha impuesto la rima varia [M. Díaz
Roig, 1976a: 223-224]: «De los árboles frutales / me gusta el melocotón // y de los reyes
de España, / Alfonsito de Borbón» (Texto 6).
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-La cruzadilla. Dos niñas ponen cada una sobre una mesa un alfiler echado; y empu
jándole á su vez con la uña del dedo pulgar hacia el de su compañera, procuran cru
zarlos, es decir, que el uno monte poco ó mucho sobre el otro: la primera que lo con
sigue gana el alfiler de la otra, que tiene que poner segundo alfiler, con el cual se
esfuerza en formar la cruz sobre el que quedó: si no acierta deja tirar á su adversaria,
alternando una vez cada una hasta conseguirlo. Como este juego es demasiado tran
quilo, no gusta mucho á las niñas.
Cabeza con cabeza ó contrarios. Este es otro juego de alfileres, tan tranquilo como
el precedente: consiste en tomar en una mano dos alfileres, y presentándola cerrada á
su compañera preguntarle: cabeza con cabeza ó contrarios? es decir si los alfileres que
tienen en la mano tienen ambos la cabeza á un lado ó si están encontrados. Si acierta,
una gana el alfiler; y si no, le pierde» [R. C.: 1989: 14-15].
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_®a?i «Yerva Enconada-
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J¡ax «Kjíriíi Enconada-
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" «Games are example of such action with double duty. Whether extending through
most of the ballad or occupying a few verses, they ussually convey information beyond
the explicit meaning of the words. Yet, one may safely assume that the games are
actually played, not just employed as metaphors. This “real’’ aspect is probably the main
reason for the variance in the types of games that occur in ballads of different periods
or of different social classes» [1972b: 4191
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«YERVA ENCONADA”
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ÍHau -Ym Enconada»
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«17-Kva Enconada»
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51 va «Yerva Enconada»
Elementos indicíales.
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España que tal vez contempló las primeras muestras de este tema- un ele
mento anacrónico, sin referente que lo explicara y, por lo tanto, inservible
para la comunidad transmisora . El informante pierde caracterización para
convertirse en un «canal de información» [CGR: 76] vacío de indicios. Si a
la ignorancia absoluta del marido se contraponía el tono a veces censor
del palmero, en la tradición moderna el anónimo interlocutor acude sim
plemente a la demanda de noticias del esposo, el verdadero protagonista.
El término caballero con el que se designa al marido marca al prota
gonista como miembro de un grupo social de prestigio [R. H. Webber,
1989: 59], además de la sumisión al código del honor y amor cortés que
según G. Chicote puede entenderse en ese tratamiento [1986: 59-60], De
igual modo, las señas que aduce el informante ratifican a la esposa como
componente de ese grupo, a la vez que subrayan tópicamente su hermo
sura: gargantilla de alabastro, paño de carmesí, cortejo noble (cuatro
duques, caballeros más de mil o caballeros de Madrid), pero también dien
tes de marfil.
" «Finalizada la primera etapa de ceremonias realizadas en la casa, lugar privado y familiar,
el paso siguiente es el de la marcha hacia la Iglesia, territorio sagrado donde se desarrolla
rán la misa de los funerales, los oficios y con frecuencia el mismo enterramiento. El cortejo
fúnebre que se podía constituir era en ocasiones de gran ostentación y según Vovelle es la
prolongación natural de la exposición en el domicilio mortuorio representando “la última
exposición de honor” del difunto y en la manera de desarrollarse tenía mucho de espectá
culo urbano pues podía ser presenciado por numeroso público. [...] [Por lo que se obseva
en los testamentos medievales] el comienzo del cortejo es lo único específico de las exe
quias, pues al frente de la procesión va la cruz, emblema del cristiano que recuerda que el
difunto lo fue y que puede participar de los méritos y redención de Cristo crucificado. Detrás
se suceden los “gritadores” de los muertos, los pobres oficiales, vestidos, alimentados y paga
dos en número variable, en proporción al rango y generosidad del difunto, los clérigos
parroquiales, canónigos y prelados, representaciones de distintas órdenes religiosas y muy
especialmente de los mendicantes -según lo indicaban algunas daúsulas del testamento- y
representantes de cofradías. También participaban en el cortejo sus oficiales y servidores y
escuderos que podían exhibir las piezas de honor del difunto y los escudos, a veces situa-
144
JBau "Yerva Enconada-
dos sobre el caballo, que como algo inherente al caballero y como signo de clase en la Edad
Media, no solía faltar [..] El ataúd-féretro con el cuerpo del difunto era el centro del cortejo
y en los funerales reales a episcopales a veces el cadáver se trasladaba expuesto, con sus
vestimentas oficiales, sobre el féretro» [M. J. Gómez Barcena, 1988: 41-42],
' Como el ascenso de las cofradías en la primera mitad del XVI, que entre 1551 y 1571
acompañan al 85% de los entierros, y una bajada de las órdenes mendicantes y, sobre todo,
de los pobres. La alternativa son los niños de doctrina -discípulos del colegio de doctrinos,
una institución organizada para el acompañamiento de los entierros- y, en menor medida,
el cabildo de curas y beneficiados, restringidos, sin embargo, a los testadores acomodados
o eclesiásticos. Las órdenes religiosas aumentan su presencia a partir de 1550 [E Martínez
Gil, 1993: 527-5361.
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_______________________________________________________ ¡Sau «Yerva Enconada-
’ Celestina Tirado, uno de los personajes galdosianos, cuenta así su propia visita a la
capilla ardiente: «-La he visto, la he visto. ¡Qué dolor de niña! Está ya medio descom
puesta, vestidita con el hábito de la Merced, en una caja de tisú de oro» [B. Pérez
Galdós, 1980: 1271.
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________________________________________ B¡NA «YKRVA ENCONADA“
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__________________________________ H¡ na 'Yerva Enconada-
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SECUENCIA SEGUNDA
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_______________________________________________________ H¡au «Yerva Enconada»
LA APARICIÓN DE UN DIFUNTO.
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“ -Bajar en vida a los Infiernos, enfrentarse con los monstruos y demonios infernales, es
sufrir una prueba iniciática -señala M. Eliade-, Hemos de añadir que tales descensos a
los Infiernos, en carne y hueso, constituye un elemento peculiar de las iniciaciones
heroicas, cuyo objetivo es la conquista de la inmortalidad corporal» [1975: 104], En nues
tro caso, sin embargo, esta prueba capacita al héroe para reponer su trayectoria vital.
En esta época el mito se acomoda a las necesidades estéticas del momento y hace
de Orfeo el héroe del humanismo, domador de la naturaleza, representante de la
Civilización, poeta trovadoresco, amante más allá de lo posible, ganador y perdedor
definitivo, todo esto después del afán de sincretismo entre lo pagano y lo cristiano pro
pio del medievo, que había convertido la leyenda òrfica en una alegoría de la reden
ción cristiana. Con el Barroco el mito se desintegraría en distintas interpretaciones,
como la que desrrolla Calderón en su Divino Orfeo, pero permaneció vivo hasta el
Romanticismo que hizo de éste uno de sus símbolos poéticos predilectos. Me remito a
la revisión del tema en J. Warden [1982], Véase también el resumen que ofrece C.
García Guai sobre las distintas facetas del mito [1983].
Sobre el Descensus ad inferos véase también P. M. Piñero [1995].
154
____________________________________________ ¡j/va «Yerva Enconada -
' «Le substantif purgatorium, le Purgatoire, apparaît clans le denier tiers du siècle. Cette
véritable “naissance" du Purgatoire s'insère dans une grande mutation des mentalités et
des sensibilités au tournant du Xlle au XHIe siècle, notamment dans un remaniement
profond de la géographie de l'audelà et des rapports entre la société des vivants et la
société des morts» |J. Le Goff, 99: 27]. Véase específicamente su obra El nacimiento ciel
Purgatorio [L Le Goff, 98],
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________________________________________________ ®.\>i -Yerva Enconada»
157
Nieves Vázquez Recio.
Así los milagros del «Sacristán fornicario- (n° II), de «San Pedro y el monje mal orde
nado» (ns VII), de «El romero engañado por el enemigo malo- (nL> VIII) o de «Los dos
hermanos» (n- X). Utilizo los títulos empleados por M. Gerli en su edición de la obra
de Berceo [19891.
158
________________________________________________ 0¡.\u -Yerva Enconada»
«Es notorio -señala Said Armesto- que en nuestras letras de principios del siglo XVII
hay toda una galería de figuras que no se encogen ante las visiones y los espectros,
hombres de genio exasperado y temple varonil que se encuentran en conflicto con lo
sobrenatural y le hacen cara» [1968: 140].
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_______________________________________________________ H¡am «Yerva Enconada»
Jardín de Flores curiosas, donde Torquemada ameniza la exposición teórica sobre «si las
almas de los difuntos vienen a ver y a hablar con algunos de los que están vivos» con algu
nos casos ilustrativos; Miscelánea, de Zapata; Jerónimo de Barrionuevo, en sus Avisos,
recolección de casos supuestamente reales; una breve anécdota narrada por Estebanillo
González en su Vida y hechos-, los dos cuentecillos que narra Alonso en El donado habla
dor, de Jerónimo de Alcalá; la Comedia del Príncipe tirano de Juan de la Cueva, etc.
A. Duran diría sobre la versión de Sepúlveda: «Semialegórico parece este romance, y
de aquellos que en el siglo XV empezaron á imitar la poesía de los provenzales» [1945a:
158],
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_______________________________________________________ H¡au -Yerva Enconada»
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_______________________________________________________ H¡am «Yerna Enconada»
En la famosa versión de este romance recogida por Juan Menéndez Pidal en Cumeña
(León) leemos:
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______________________________________________________ «Yerva Enconada»
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_______________________________________________________ B¡.\m «Yerva Enconada»
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_______________________________________________________ Ham "Yerva Enconada-
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_______________________________________________________ Eam «Yerva Enconada»
«Le mot phantasticus entre ainsi dans le champ conceptuel de la vérité et de l'erreur
selon les critères propes à la pensée chrétienne, critères que l'on retrouvera toujours au
premier plan de la réflexion médiévale sur la question du vrai et de la validité des
idées» [F. Dubost, 1991: I, 3H
177
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
«il est régulière qualifié par les termes mirabilis et miraculum, jamais par fantasti
cus.' [F. Dubost, 1991: I, 391
” «Ce mot s'applique au versant négatif du merveilleux et caractérise des situations
étranges et inexplicables, qui laissent l'esprit hésitant et troublé, suscitent des interro
gations auxquelles aucun code, auccun système de pensée ne peut jamais apporter de
réponse satisfaisante» [F. Dubost, 1991: I, 451
T. Todorov distingue entre lo maravilloso, lo extraño y lo fantástico. Mientras que lo
extraño puede resolverse mediante la reflexión, en lo maravilloso siempre queda un
residuo sobrenatural que no puede explicarse si no es mediante lo sobrenatural, pero
dándose una aceptación del portento, sin que ello provoque ninguna reacción parti
cular ni en los personajes ni en el lector implícito. Lo fantástico, por su parte, parece
concebirse como un producto exclusivo del siglo XVIII; representaría la duda experi
mentada por quien no conoce más que las leyes naturales frente a un suceso en apa
riencia sobrenatural [T. Todorov, 1970: 29-59].
■■Le merveilleux est profondément integré à cette quête de l'identité individuelle et
collective du chevalier idéalisé. Le fait que les épreuves du chevalier passent par
toute une serie de merveilles qui aident (tels certains objets magiques) ou de mer
veilles qui'il faut combattre (tels les monstres) a conduit Erich Köhler à écrire que
l'aventure elle-même, qui est cette prouesse, cette quête de l'identité du chevalier
dans le monde courtois, est, en définitive, elle-même une merveille» IJ. Le Goff, 1991:
21]
178
________________________________________________ [Jva «Yerva Enconada-
' «le merveilleux trouble le moins possible la régularité quotidienne et pourtant, c'est
peut-être ce qu'il y a de plus inquiétant dans ce merveilleux médiéval, le fait justement
que l'on ne s'interroge pas sur sa présence sans couture au sein du quotidien» [J. Le
Goff, 1991: 261
179
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
Pero habría que añadir, a la luz de los pocos ejemplos que hemos
aducido aquí a propósito de las «apariciones» en el romancero, que la
función grupal que el género tiene -y, sobre todo, tenía, en épocas más
favorecedoras de la oralidad- como «proyección de la realidad», no
180
_______________________________________________________ Mam «Yerva Enconada-
En el pensamiento popular, sin embargo, muchas veces el milagro linda con lo mara
villoso y responde más a la necesidad de lo extraordinario que a una razón de fe. Un
ejemplo que sirve para ilustrar la indistinta interpretación de lo extraordinario como
maravilla o como milagro -en virtud de la explícita intervención divina- es el compor
tamiento del romance de Blancaflory Filomena en el ámbito andaluz. Mientras que en
Cádiz, según hemos visto, la aparición del ave o pastorcito ayudante de Filomena viene
antecedida por una petición expresa de ayuda a Dios, no ocurre lo mismo en algunas
versiones del oriente andaluz, donde el socorro inmediato resulta algo extraño, pero
sin connotaciones religiosas. Dentro del ámbito gaditano, la aparición similar del Conde
Claros está exenta de petición religiosa previa. La comparación del comportamiento de
un mismo romance en dos zonas andaluzas distintas y de una aparición del mismo tipo
en romance distintos, permite ver hasta qué punto la adscripción de lo extraordinario
a la divinidad en el género romancístico puede parecer, a veces, un mero recurso para
hacer aceptable lo sobrenatural dentro del contexto marcadamente cristiano en que
vive el romance.
181
Nieves Vázquez Recio.
' «Lieu social de l'inhumation des corps, le cimetière représente aussi pour l'imaginai
re un lieu d'exhumation. Le cimentière est un seuil, le lieu du grand passage d'où l'on
peut regarder à la fois vers la vie et vers la mort. Ce lieu devient fantastique lorsque s'y
déroulent des actions visant à inverser l'ordre naturel qui va de la vie vers la mort, à
nier l'irréversibilité de la mort et du temps, à retrouver, sous quelque forme que ce soit,
le vivant dans le cadavre, à faire “revenir” le mort sous les apparences du fantôme ou
du vampire, à créer la confusion si redoutée au Moyen Age, du mort et du vif, à nou
rrir la mort avez la sève de la vie, à rechercher V autrefois de la vie dans l'atemporalité
du tombeau» [F. Dubost, 1991: I, 410],
' Durante la antigüedad pagana y cristiana de Occidente el mundo de los muertos esta
ba claramente distanciado del de los vivos. En Roma la ley de las Doce Tablas prohi
bía los entierros in urbe, en el interior de la ciudad, y el código teodosiano reiteró esa
prohibición. Los cementerios estaban situados fuera de las ciudades, junto a carreteras
como la Via Appia. Pero a partir del siglo VI, sobre todo, y a raíz del culto a los már
tires y el deseo de enterrarse cerca de éstos, entierros ad santos, con las consiguientes
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_______________________________________________________ [|aM «KERW4 ENCONADA'’
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Señalan estos autores: «La portada de las iglesias es el lugar en el que se sintetiza el
tránsito entre el ámbito de lo mundano, de lo cotidiano, de lo pecaminoso, y el ámbito
de la revelación. [...] Cuando el hombre traspasa su umbral cambia de vida, abandona
lo conocido para adentrarse en un camino iniciático que le conduce hasta la cuenca
absidal, manifestación de la Majestad del Señor» [X. Barral y J. Sureda, 1995: 121]. En el
siglo XIII, Sicardo de Cremona escribía en su Mitrale. «La puerta de la iglesia es Cristo,
ya que “Yo soy la puerta, el que entre por mí será salvo” (Juan, X, 9). “Nadie va al Padre
si no es por mediación de Cristo” (Juan, XIV, 6). Así como se dice que una puerta cie
rra el paso, o bien se ofrece abierta, ya que las puertas se hacen para alejar a los ene
migos y para admitir a los huéspedes, así el mismo Cristo, que resiste a los soberbios y
da la gracia a los humildes, obrando en justicia, arrojará a los infieles del reino y, ofre
ciéndose abierto por su infinita misericordia, introducirá a los fieles en el reino. [...] Las
hojas de la puerta [...] son los apóstoles, merced a cuya predicación somos conducidos
a la fe y por la fe a la santidad» [cit. por X. Barral y J. Sureda, 1995: 220],
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_______________________________________________________ HIam -Yerva Enconada»
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nagas (serpientes), por la cual el Buddha desciende del monte Meru |J.
Chevalier y A. Gheerbrant, 1995: 4551. En la literatura cristiana medie
val abunda el símbolo. Así, en la Visio Esdrae (s. I o principios del II):
■<Siete ángeles conducen a Esdras al infierno por setenta escalones» [H.
R. Patch, 1983: 96]; o en La visión de Perpetua, de los primeros años
del siglo III: “Perpetua ve una angosta escala de oro que se tiende hacia
el cielo, al pie de la cual hay un enorme dragón, y alrededor de cuyos
escalones hay afilados ganchos y cuchillos» [H. R. Patch, 1983: 991-
Dante ve también, en el cielo de Saturno, una escala de oro que se
eleva hasta la última esfera celeste y sobre la que suben las almas de
los bienaventurados {Paraíso, XXI).
Comunicación entre mundos, elevación en el conocimiento y pro
gresión hacia el saber, el sentido que adquiere la escalera o la escala la
convierte, según M. Eliade, en un «símbolo de ascensión»’, también en
relación con la muerte:
«figura plásticamente la ruptura de nivel que hace posible el paso de un modo de ser
a otro; o bien desde un plano cosmológico, que hace posible la comunicación entre
Cielo, Tierra e Infierno. Por esto, la escalera y la ascensión desempeñan un papel con
siderable tanto en los ritos y mitos de iniciación como en los ritos funerarios, para no
decir nada de los ritos de entronización real o sacerdotal, o de los ritos matrimoniales»
[M. Eliade, 1986: 531.
' Y añade: «En asirio, la expresión habitual para el verbo “morir" es: “agarrarse a la
montaña”. Análogamente en egipcio myny, “agarrarse”, es un eufemismo por morir. En
la tradición mítica india, Yama, el primer muerto, trepó sobre la montaña, y ha reco
rrido “los altos desfiladeros” para enseñar “el camino a muchos hombres”. Así habla el
Rig-Vecl (X, 14,1). El camino de los muertos en las creencias populares uralaltaicas esca
la los montes; Bolot, héroe KaraKirghiz, lo mismo que Kesar, rey legendario de los
mongoles, penetra en el mundo del más allá, a manera de prueba de iniciación, por
una gruta situada en la cima de las montañas; el descenso del chamán a los Infiernos
se realiza igualmente por mediación de una gruta» [1986: 531.
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Sobre las formas «al subir, al bajar...», al romancero parecen gustarle los emplazamien
tos que no estén a ras del suelo. En el Corpus de Cádiz vemos más de una vez cómo los
personajes viven en lo alto o están situados en espacios de la casa distintos en cuanto a
la verticalidad : «subió el padre para arriba / donde la niña se hallaba» (La mala hierba);
«llegaron a palacio / sulren arriba // y en la sala de en medio / los examinan» (Los primos
romeros); «la reina se paseaba por una montaña arriba» (Don Bueso); «subió una primita
suya / por ver si la consolaba» o «bajó una primita suya, / bajó para consolarla» (Elpája
ro verde); «y allá arriba en la posera / habitaba un labrador» (La infanticida); «y subió su
padre a verlo / un domingo de mañana», «subió pa su gabinete / donde cosía y bordaba»
(Turnar). En nuestro análisis ele La bastarda tendremos tiempo de volver a hablar de las
fórmulas de ascenso y descenso en relación con el amor y la muerte.
Ha de diferenciarse la unidad motivo de otras como las que representa el ubi sunt, los
tópicos. Mientras el motivo es un micro-relato, una unidad definida, en principio, por su
acción dentro de una cadena de acciones, al margen de la función indicial y del estereo
tipo cultural que pueda contener, los topoi parecen representar temas generales que sir
ven para iluminar, desde el punto de vista retórico, el discurso, sea éste de la naturaleza
que sea: «En el antiguo sistema didáctico de la retórica, la tópica hacía las veces de alma
cén de provisiones; en ella se podían encontrar las ideas más generales, a propósito para
190
__________________________________ dna "Yerva Enconada»
citarse en todos los discursos y todos los escritos» [E. R. Curtius, 1989: I, 122], Por su parte
P. Zumthor aclara sobre estos «lieux communs»: «la topique, partie de la tradition latine
davantage liée au contenu qu'à l'expression, était de loin la plus mobile et la plus apte aux
transpositions de toute espèce. Il y a moins, dans ce secteur, entre la tradition “classique"
et les traditions de langue vulgaire, de frontière qu'une large zone médiane. [...] Les topi
concernent la notation des phénomènes naturels (paysages, sai-sons), des sentiments
humains (amitié, amour, conscience de la fuite du temps), des âges de la vie, de jugements
esthétiques et moraux (louange, blâme, consolation), d'attitudes caractéristiques d'indivi
dus ou de groupes: en somme, toutes les conditions ou circonstances de l'existence. Ils
peuvent se définir comme des thèmes imaginatifs déterminant le choix de telle pensée,
telle image, plutôt que de toute autre à tel propos; de plus, la tendance est force, à fixer,
dans des termes relativement étroits, leur matérialisation linguistique, choix des mots ou
figures» [1972: 83].
Lo macabro no parece, sin embargo, un invento occidental, según demuestra J. Baltrusai-
tis al rastrear su posible deuda con Oriente: «Es, sin embargo, en el Asia central y oriental
donde encontramos los temas y representaciones más afines a los Ciclos de la Muerte del
arte gótico; todas las puestas en escena -los muertos tendidos en estado de descomposición,
los muertos en pie, los muertos bailando- transmiten -grave y acuciante advertencia- el
mismo mensaje. [...] El florecimiento de temas macabros en el otoño de la Edad Media se
vio muy favorecido por la naturaleza misma de su evolución. El nuevo culto de la Pasión,
el Apocalipsis y el Infierno resucitados, el gusto por el melodrama y las alegorías, estimula
ron la amplitud de estas visiones. Pero todas las formas que aparecen [...] reflejan el espec
tro de la muerte que siempre obsesionó al Asia budista» [1994: 238-239 y 249].
«El espíritu del hombre medieval -señala este autor-, enemigo del mundo siempre, se
encontraba a gusto entre el polvo y los gusanos. En los tratados religiosos sobre el menos
precio del mundo estaban conjurados ya todos los horrores de la descomposición. Pero
la pintura de los detalles de este espectáculo sólo viene más tarde. Sólo hacia fines del
siglo XIV se apoderan las artes plásticas de este motivo. Era necesario cierto grado de fuer
za expresiva realista para tratarlo acertadamente en la escultura o la pintura, y esta fuerza
se alcanzó por el 1400. Hacia la misma época se propaga el motivo de la literatura ecle
siástica a la literatura popular. Hasta bien entrado el siglo XVI vese representado con abo
minable diversidad en los sepulcros el cadáver desnudo, corrupto o arrugado, con las
manos y los pies retorcidos y la boca entreabierta, con los gusanos pululantes en las entra
ñas. El pensamiento gusta detenerse una y otra vez en esta espantosa visión» (I. Huizinga,
1985: 197-198],
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
Y si, como vimos, hay una abundante literatura áurea que se ocupa
del tema de las apariciones, también es cierto que desde fines de la Edad
Media la muerte, en general, se convierte en un elemento omnipresente,
como testimonia la producción ascético-moral o la iconografía [A.
Milhou-Roudie, 1993; P. Civil, 19931- El ars moñendi alcanzó un primer
gran auge en Europa entre 1450 y 1530. En España, en las dos últimas
décadas del siglo XV, se observa una sucesión de primeras ediciones de
artes de bien morir. A mediados del siglo XVI, “probablemente a impul
sos de Trento, se produce una acusada concentración [de ediciones] que
se mantiene hasta el ecuador del XVII para descender en la segunda
mitad» [F. Martínez Gil, 1993: 36 y 38-391. Esta proximidad de la muerte
se aúna con la intensificación de lo macabro, sobre todo en el siglo XVII
pero también presente en el siglo XVI. La insistencia en la descomposi
ción y la agonía de la muerte fue una veta largamente explotada en obras
como la popular Guía de pecadores (1556) o en De las cuatro postrime
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Las almas en pena se aparecen á los vivos para pedirles que les digan
misas, aplicadas a su descanso, o que paguen las deudas y cumplan
las promesas que ellas, en vida, dejaron de pagar y cumplir. [A.
Guichot, 1995: 101, ne 82]
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«Casarse una vez no es cordura, casarse dos es locura»; «De nada se maravilla el
diablo, sino de ver a un hombre dos veces casado»; «Bodas multiplicadas, bodas
deshonradas» [L. Martínez Kleiser, 1993: 460, núms. 40.221, 40.225 y 40.226]. El
mismo autor señala: «Las cencerradas con que las obsequia el pueblo demuestran
que no les merecen respeto.» A este propósito, la encuesta antropológica del
Ateneo de Madrid en Andalucía informaba del uso abundante de esta costumbre a
principios de siglo. De Nerja (Málaga) se dice: «las bodas de viejos y viudos vie
nen precedidas de cencerradas muchos días antes de casarse. Pero el día en que
se casan es mayor el alboroto. Hay sermones alusivos a la vida peor de cada con
trayente en las plazas más públicas; se llevan antorchas y banderas con cuernos,
máscaras alusivas al acto matrimonial; carteles indecentes, asquerosos y burlescos»
[A. Limón Delgado, 1981: 210-211], J. A. Pitt-Rivers ha estudiado detenidamente el
significado de la cencerrada: «El mismo espíritu de sátira social, la misma envidia,
inspira otra institución que vela por las normas morales del pueblo, la cencerrada.
Esta costumbre ha sido descrita extensamente por escritores del folklore europeo,
porque no es conocida sólo en España, sino también en Francia y otros países. En
algunos puntos es similar a la burla pública que hace tiempo se practicaba en
zonas rurales de Inglaterra. La cencerrada andaluza se describe generalmente
como una forma de celebración del segundo o tercer matrimonio de una persona
viuda, sea hombre o mujer. La noche de bodas, los muchachos del pueblo bailan
calle arriba calle abajo de la casa nupcial con cencerros atados a la cintura. Llevan
también cuernos de vaca, botes de hojalata y con ayuda de tales instrumentos
hacen tanto ruido que, con toda seguridad, la nueva pareja no podrá conciliar el
sueño en toda la noche. [...] No es más que una aplicación semiseria de la sanción
[por una manifestación de sexualidad antisocial] [...] El sistema de valores del pue
blo es profundamente monógamo y cualquier retorno, después de que una perso
na se ha casado, al romanticismo prematrimonial por parte del hombre o de la
mujer aparece como un desafío a estos valores» |J. A. Pitt Rivers, 1989: 188, 192
193], Véase también de este autor [1968: 471.
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______________________________________________________ «Yerva Enconada-
Sobre este punto señala I. Teston: «La mortalidad elevada era uno de los males endé
micos que padecía la sociedad española de los tiempos modernos y con mucha más
razón la del siglo XVII, por ser ésta la centuria más crítica y que registra una mayor
mortandad. [...] Cuando la muerte truncaba una familia llevándose consigo al marido o
a la esposa, el cónyuge superviviente trataba de rehacer su vida contrayendo un nuevo
matrimonio que aliviase el sufrimiento y permitiese poner en funcionamiento el hogar
deshecho por el golpe de la muerte.
La decisión de recibir nuevamente el sacramento del matrimonio era asumida con
bastante rapidez, y tras un corto período de luto, que oscilaba de unas semanas a tres
años, los cónyuges viudos se inclinaban por volver a contraer nupcias presentando el
hombre una conducta más apresurada que la mujer.!...] Esta actitud se vincula con fac
tores de tipo económico y familiar, así como motivos psicológicos y mentales. Los pri
meros aluden a la mayor necesidad que existe en el varón de contraer nupcias, pues
to que la esposa le es imprescindible para la asistencia y reanudación de la vida coti
diana del hogar. Las causas psicológicas y mentales ponen en contacto con una serie
de convencionalismos sociales que impiden a la mujer, tras enviudarse, unirse en matri
monio con la misma libertad que el varón: los hijos habidos en el primer matrimonio,
la edad de la mujer y, sobre todo, la tradición social de un luto mucho más duradero
que en el varón eran elementos que coartaban la iniciativa femenina a la hora de fun
dar una nueva familia» [1985: 116-117].
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«Alfonso XII tuvo un despertar sexual precoz. La primera aventura que se le conoce
data de su estancia en el Theresianum a los 15 años. Se trata de Elena Sanz, cantante
de ópera con el nombre artístico de Adela Patti, una mujer de 20 años, 5 más que él,
y que no queda claro para los cronistas si se trató de una relación puramente espon
tánea o si su madre y su tutor Alcañices tuvieron una intervención directa para que se
conocieran.» También de esa época es su amistad con María Studehlmina Leticia Wyse
Bonaparte, llamada «Princesa Rattazzi» [E. Rojas, 1993: 3101.
También Pérez Galdós recoge la oleada de opiniones que suscitó la enfermedad de
la reina: «Después de San Antonio, festividad del padre de la reina, fue más denso el
rumor de la enfermedad de ésta, y ya no se ocultaba lo grave del caso. Quién decía
que era una afección al pecho, quién que una fiebre maligna; muchos recordaban que
otros hijos de Montpensier habían muerto, en plena juventud, de calenturas infeccio
sas, contra las que nada pudo la ciencia» [B. Pérez Galdós, 1980: 1231.
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LA SEÑALIZACIÓN DE LA MUERTE.
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grada por la tradición cultural62, con un uso que viene de muy antiguo.
Como señala F. Llop y Bayo las campanas «eran el medio de comuni
cación de masas más importante en la sociedad tradicional» [1983: 1551.
Desde la parroquia, las campanas presidían los ritos de paso de la
comunidad y marcaban el ritmo de la vida cotidiana. Su importancia se
constata en las asiduas menciones que merecen en los memoriales de
constituciones sinodales .
Las campanas tienen un carácter omnipresente en el romancero,
siempre con función anunciadora. Si examinamos el corpus romancís-
tico de Cádiz, ésta acoge dos valores antitéticos, uno de desgracia y
otro de júbilo:
a) Anuncio de muerte:
" Aparece recogida, por ejemplo, en la encuesta antropológica del Ateneo de Madrid,
a principios de siglo: «No existiendo otra costumbre mientras está el cadáver de cuer
po presente que la de los dobles de campana (Sevilla, Coronil); [...] la convocatoria para
el entierro se hace por medio de los toques de campana de la correspondiente parro
quia a efecto de que asistan todas las personas que tengan voluntad (Arjona)» [A. Limón
Delgado, 1981: 304 y 3091
Desde el siglo XVII todas las sinodales intentaron limitar el número de los toques por
los difuntos a tres. El primero de ellos se daba para avisar de la muerte, dando cuatro
golpes de doble si el fallecido era religioso, tres si varón, dos si mujer y uno si se tra
taba de un niño. El segundo clamor anunciaba que el cortejo se dirigía a la iglesia, y
el tercero sonaba cuando, acabado el oficio y enterrado el cuerpo, se estaba diciendo
el responso sobre la sepultura. Pero también se constata el tratamiento especial que se
le da a los personajes importantes, como testimonia un manuscrito del siglo XVII sobre
las ceremonias en la catedral de Toledo: por las personas reales, por ejemplo, el toque
era «clamores con siete campanas» [F. Martínez Gil, 1993: 417]. A propósito del uso de
campanas en los ritos fúnebres señala Aloaso de Villegas en su Flos Sanctorum: «El
tañer campanas en los entierros es cosa bien antigua, pues Beda haze mención de que
departauan con campanas a la gente quando alguno moría, para que con aquel soni
do se mouiessen a mirar en la vida passada, y se emendasen en lo por venir, junto con
que rogassen a Dios por el diffuncto» [cit. por F. Martínez Gil, 1993: 414].
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romance parece haber dado expresión literaria a lo que tuvo que ser,
en vivo, una arrolladora demostración pública de dolor .
Frente a las señales luctuosas más o menos realistas encontramos
otras que exceden lo cotidiano, como que «los caballos no quieren
pasear». Todas tienen en común, estilísticamente, el representar una
animación de la naturaleza y de los objetos, que simpatèticamente se
hacen solidarios con el dolor general. Quizás pueda verse aquí, a tra
vés de la prosopopeya, un acercamiento parco a lo maravilloso.
«Para las exequias de María de las Mercedes en San Francisco el Grande se coloca
ron sobre colgaduras negras escudos de flores con las iniciales M. O., junto a otros de
las casas de Orleans y Borbón. Las 16 lámparas que pendían del techo de la nave ser
vían también como jardineras de flores naturales, con guirnaldas y enredaderas. En el
altar mayor se avizoraba una colosal estatua de Nuestra Señora de las Mercedes. El
túmulo, que a muchos les pareció “una verdadera obra de arte”, era muy sencillo: un
plinto con dos gradas sobre las que se apoyaban candelabros y cuatro heraldos de la
Casa de Borbón, prestados, por cierto, por la casa de Osuna; una urna entreabierta lo
culminaba, semitapada por un manto real con una corona de siemprevivas, azucenas,
azahares y violetas. Las coronas de flores puestas a sus pies, así como los ramilletes
que brotaban sin cesar del sepulcro -alguien debía estar puesto en el interior con el
cometido de arrojarlos-, completan esta exhibición floral, modo habitual de manifestar
el cuidado o recuerdo de los difuntos» |J. Varela, 1990: 192].
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M. FUNCIONALES
M. FUNCIONALES RECURRENTES
AISLADOS MOTIVOS ROMANCÍSTICOS
• Ratificación de la búsqueda de la •Búsqueda del ausente: La aparición,
esposa. Alfonso XII, La condesita, Gerineldo + La
condesita, Las tres cautivas, Don Bueso, El
• Despedida del marido. niño perdido disputa con los doctores, El
niño perdido se recuesta en la cruz y El
niño perdido y bailado en el templo.
• Petición de saludo de reconoci
miento a la muerta/Negación de la •Identificación por señas a través de un
petición. informante: La aparición, Alfonso XII,
Mambrú, El niño perdido se recuesta en
la cruz, El niño perdido y hallado en el
templo y El rastro divino.
' Referimos los romances gaditanos en que aparecen los motivos, no así los citados en
el estudio previo sobre la tradición romancística en general, pues aunque ese cotejo es
lo que nos ha permitido valorar cada motivo, no puede considerarse realizado de forma
sistemática y completa.
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FÓRMULAS INDICIALES
Fórmulas espaciales:
• «al entrar...», «al subir/bajar las escaleras», «al revolver de una
esquina»: ‘señal de advenimiento de un hecho decisivo para la his
toria, muchas veces en relación con el amor o la muerte’.
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CAPÍTULO II
IA BASTARDA Y EL SEGADOR
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Versión de Paterna de Rivera, de Felisa Romero (60 a.). Recogida por Rosa
Calderón, Esperanza Mirabet, Fabiola Romero y Juana Rosado en 1990.
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1. INTRODUCCIÓN.
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_______________________________________________________ ¡Sam -Yerva Enconada»
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3. MODELO ACTANCIAL.
PRUEBA
Potencia sexual
o
Tentación de trangresión de un tabú sexual
(amor/matrimonio entre desiguales)
(incontinencia sexual = acceso a mujer fácil)
(amor remunerado)
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___________________________________________________________________________ ®.va «Yerva Enconada»
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SECUENCIA PRIMERA
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O imperador de Roma
Tem una filha bastarda,
A quera tanto quer e tanto
Que a traz mui mal criada,
Pedem Ih'a duques e condes,
Homens de capa e de espada;
Ella isenta e desdenhosa
A todos Ihe punha taxa.
[V. E. Hardung, 1877: 2591
226
________________________________________ B¡NA "YF^VA ENCONADA“
«La niña que no quiere ser monja» o «el padre/la madre que quie
re enclaustrar a la hija contra su gusto», como forma concreta de NEGA
CIÓN DE CASAMIENTO, es un motivo literario ampliamente difundido
en la lírica tradicional. A. Sánchez Romeralo lo cita como uno de los
núcleos temáticos básicos del villancico [1969: 77-781:
El emperador de Roma
tiene una hija bastarda,
y ella, como es tan bonita,
a todos los despreciaba.
[H. Kundert, 1962: 37, ns 431
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El Presidente de Lima
Tenía una hija bastarda,
Por tenerla más segura
La tenía en una sala.
[I. Moya, 1941: 107]
«El ingreso en un convento fue la solución para las hijas de familias de la alta, media
na y pequeña aristocracia, a las que sus padres no podían dotar convenientemente para
casarlas dentro de sus linajes. Bien porque estuvieran en dificultades económicas, o
bien porque en la familia hubiera varias hermanas y los padres sólo tuvieran posibili
dades económicas para casar a una, o simplemente porque no quisieran cargar dema
siado la herencia del mayorazgo. Tales mujeres podían llegar a los conventos en una
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_______________________________________________________ [|m4 Ama Enconada»
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________________________________________________ Q|/vx -Yerva Enconada»
tir del siglo XVII el registro en las partidas bautismales de la ilegitimidad del recep
tor del sacramento. La natalidad extramatrimonial, y el habitual abandono infantil
con que suele ir acompañada, es un problema social repetidamente analizado por
la historiografía familiar, así L. C. Álvarez Santalo [1980], J. Deleito y Piñuela habla de
la gran cantidad de hijos bastardos que se conocen en la época de Felipe IV, consecuencia
de las habituales uniones irregulares: "especialmente en las alturas Rey, infantes, aristócratas,
confesados con publicidad en muchos casos, y de los que hablan sin retozo alguno los
papeles de la época». El autor cita algunos testimonios como éste: “Ha declarado el
duque del Infantado un hijo legítimo de veintiséis años, que antes de casarse tuvo
en una señora criada de su casa, que despachó la duquesa madre a la otra vida, y
que se casó con ella en artículo de muerte. Que se llama don Francisco de
Mendoza» [1987: 24-25]. Otras referencias concretas al fenómeno en el siglo XVII
las encontramos, por ejemplo, en L. C. Álvarez Santalo [1987], C. Larquié [1987], R.
Fresneda Collado y R. Elgarrista Domeque [1987], C. Gómez-Centurión Jiménez
[1989:188-190] e I. Testón Núñez [1985: 224-252], Sobre el siglo XVIII véase M.
Santillana Pérez [1992: 69-80],
1 Así, por ejemplo, la legislación sobre la familia en la Edad Moderna, tal corno
testimonian las Leyes de Toro, coloca a los hijos naturales en clara desigualdad
frente a los legítimos con respecto a la herencia: ni el padre ni la madre podían
instituirles más allá del quinto de libre disposición; faltando descendencia legíti
ma, podían declararles herederos universales, con exclusión absoluta de los ascen
dientes [E. Gacto, 1987: 57],
Otro de los testimonios de bastardía que cita J. Deleito y Piñuela recoge preci
samente la opción monacal para las hijas ilegítimas del cardenal-infante Don
Fernando, hermano de Felipe IV, según el informe de Pellicer: «Dícese que el
infante Don Fernando, que esté en gloria, dejó un hijo y dos hijas en dama de gran
sangre, y que los traerán a España y meterán las hijas en la Encarnación». Comenta
Deleito y Piñuela que una ingresó en las Descalzas Reales de Madrid y la otra en
las Huelgas de Burgos [1987: 25].
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mentalidad popular («de tal palo, tal astilla») , por hacerla portadora
de una especie de estigma sexual .
El romancero antiguo contiene al menos dos ejemplos de bastardía,
ejemplos que representan situaciones antitéticas en cuanto al tratamiento
que el ilegítimo recibe de la familia. Bernardo del Carpió se queja ante el
rey Alfonso II del vituperio al que se ve sometido, según él, injustamente:
232
_______________________________________________________ Haw «Yerva Enconada»
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9
los moralistas de los siglos XVI y XVII. Y aunque, sobre todo en este últi
mo siglo, las mujeres empezaran a ser cada vez más enemigas «de sus rin
cones y sus casas», el problema seguía afectando a las jóvenes, sobre todo
de clases urbanas medias y altas [M. Vigil, 1986: 18-38; véase también M.
Defourneaux, 1983: 141-149] • La paulatina liberación del prescrito «reca
to» hacia el «despejo» [C. Martín Gaite, 1981: 113-138], hacia formas de
comportamiento más abiertas que se da en el siglo XVIII, no impedirá que
aún en el siglo XIX el Donjuán Tenorio (1844) de Zorrilla muestre a Doña
Inés encerrada desde niña en un convento (paso previo al matrimonio o
a la definitiva clausura monacal) , como la doña Francisca de El sí de las
niñas (1805), obra que Leandro Fernández de Moratín utiliza para poner
en tela de juicio la oscurantista educación femenina.
El encierro está ausente en las versiones gaditanas de La bastarda
que, sin embargo, sí muestran a la joven asomada a la misma ventana
o balcón de las versiones de otras zonas hispánicas, aunque, tal como
se da en Cádiz, parece más un gesto de exhibición o, incluso, de domi-
Luscinda, uno de los personajes que Cervantes incluye en el Quijote, habla de la vida
que llevaba en casa de sus padres en estos términos: «pasando mi vida en tantas ocu
paciones y en un encerramiento tal, que al de un monesterio pudiera compararse, sin
ser vista, a mi parecer, de otra persona alguna que de los criados de casa, porque los
días que iba a misa eran tan de mañana, y tan acompañada de mi madre y de otras
criadas, y yo tan cubierta y recatada, que apenas vían mis ojos más tierra de aquella
donde ponía los pies» (I, cap. 28) [M. de Cervantes, 1981: 3031
' El encierro doméstico no afectaba sólo a las doncellas, sino también a las casadas,
llevándose al extremo la adjudicación del lugar que parece propio de la mujer, la
casa, espacio femenino por antonomasia. Refiriéndose al medievo indica G. Duby:
«En el seno del grupo doméstico, por otra parte, había distribución de roles. Los hom
bres tenían a su cargo la actividad exterior y pública; las mujeres normalmente se
encontraban confinadas en el interior, en esa habitación que era, en el corazón de la
casa, como una matriz. En esa interioridad reconocemos lo que era la función feme
nina esencial: la procreación, pero también el gobierno de los secretos más miste
riosos de la vida, que afectan al nacimiento, a la muerte (lavar los cuerpos de los
recién nacidos y, también, los de los difuntos). El interior de la casa, asimismo, se
correspondía natural y metafóricamente con el cuerpo femenino» [1990: 1051. Esta
división de papeles ha pervivido en la familia mediterránea tradicional hasta hoy,
como señala J. A. Pitt-Rivers: «Los hombres actúan en virtud de su relación con el
mundo exterior a la comunidad, mientras que las mujeres reciben su poder del
mundo interior de la casa e incluso de sus cuerpos. [...] La división doméstica del tra
bajo, [...] define el interior de la casa como esfera de las mujeres y todo el exterior a
la casa como esfera de los hombres» [1979: 121-122],
234
___________________________________________________________________________ ®.\u -Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
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___________________________________________________________________________ ffl/VX -YERVA ENCONADA"
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Nieves Vázquez Recio.
LA PRETENDIDA DESDEÑOSA.
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_______________________________________________________ H¡am "Yerva Enconada»
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_______________________________________________________ Ham «Yerva Enconada-
•Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. Los árboles de
estas montañas son mi compañía, las claras aguas de estos arroyos mis espejos; con los
árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y
espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las pala
bras. Y si deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo
ni a otro alguno, en fin, de ninguno dellos, bien se puede decir que antes le mató su por
fía que mi crueldad. Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por
esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que cuando en ese mismo lugar donde
ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía
era en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los
despojos de mi hermosura». Así se defendía Marcela de las acusaciones de culpabilidad
sobre la muerte de Grisóstomo (I, 14) [M. de Cervantes, 1980: 142-1431
241
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
episodio sirva para sacar a relucir las precisas ideas que tenía el autor
sobre la necesidad de la libertad amorosa, no cabe duda de que aquí se
deja guiar por modelos literarios muy precisos.
En el romance de La bastarda debe hablarse además de un ingre
diente que, según E. Frenzel, puede aparecer mezclado con el motivo
de la pretendida hostil: «la prueba del pretendiente», es decir, la pro
banza a la que se ha de someter todo aspirante al amor de la dama. El
precio de la victoria o el castigo de la derrota forman los componentes
fundamentales de la prueba. Su documentación es muy lejana, desde
el Génesis (29), con la prueba de Labán a su sobrino Jacob, pasando
por el Ramayana, Mababbarata, la literatura griega antigua (el espec
táculo de los pretendientes en la corte de Clístenes de Sicione, descri
to por Herodoto en el siglo V a. de C.; la entrega de Penélope a Ulises,
victorioso en la carrera, narrado por Pausanias en su Periégesis de
Grecia, S. II, etc.), la epopeya medieval (la leyenda de Hilde en el
poema Kudrun, 1230-1240; el cantar de gesta Mainet, h. 1200), hasta la
misma obra de Lope que antes citamos, La vengadora de las mujeres .
242
_______________________________________________________ [Ham «Yerva Enconada»
■Amor es fuego
quien no se atreva
a saltar por las llamas
que no me quiera.»
[E. Casas Gaspar, s/f: 106]
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
244
______________________________________________________ ® «Yerva Enconada»
y al resplandor de la llama
vi un montón de calaveras:
-¿Cúyos son aquestos huesos?
¿Cúyas estas calaveras?
|J. Caro Baroja, 1989b: 274]
•las gentes de Garganta la Olla o sus antepasados más remotos, ajustaron al paisaje
de la sierra la creencia en aquella especie de numen terrorífico, refiriendo a él y a sus
hábitos la existencia de una cueva concreta, una peña, una supuesta huella, etc.
Porque claro es que huellas, cuevas y peñas se relacionan, aquí y allá, con la exis
tencia de ciertos seres fantásticos o personajes más o menos legendarios: desde
Hércules a Roldán» (J. Caro Baroja, 1989b: 2911.
245
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
' Este animal mítico presenta como forma más antigua la de la mujer-ave, tal como
la evocan los poetas clásicos y describe San Isidoro en sus Etimologías. Según E.
Faral, la mujer-pez aparece en el Occidente hacia finales del siglo séptimo [Cit. por
J. S. Miletich, 1985: 158]; así la define el Líber monstruorum medieval [I.
Malaxecheverría, 1991: 651 El Bestiario Toscano, del siglo XV, admite ya tres tipos:
mujer-ave, mujer-pez y mujer-yegua [S. Sebastián, 1986: B, 23-24], Si las sirenas se
convierten en el litoral vasco en lamias, dones d'aigua en Cataluña, también pululan
las leyendas sobre mujeres de la selva, el otro tipo de lamias, que habitan en los mon
tes vascos, por ejemplo, o las xanas astures, a las que según San Martín Dumiense
se daba culto como divinidades en el siglo VI [J. Caro Baroja, 1991: 144 -145]. Muy
curioso es que la Serrana se peine, pues éste es un gesto habitual de las lamias y de
las sirenas, a las que, como señalaba Torquemada en 1570, se las suele pintar «con
un peine en la mano y un espejo en la otra» [I. Malaxecheverría, 1991: 68 y 1989: 142
146; también J. E. Cirlot, 1992: 2791.
«Primero se trata de un mito sacrifical: eliminación del obstáculo -aquí un mons
truo en forma de mujer- que impide el paso de la vida salvaje a la cultura. En segun
do lugar se distinguen muy bien las etapas sucesivas de una leyenda iniciática: las
pruebas vespertinas y nocturnas impuestas a un joven por una maga antes de una
liberación que cobra el aspecto de un triunfo solar. Por fin esta leyenda se relaciona
estrechamente con una serie de cuentos matrimoniales que narran la unión agonísti
ca de la “mujer fuerte”, o de la “mujer salvaje” con un hombre al que se pone a prue
ba por una lucha y unos juegos erótico-deportivos, juegos destinados a despertar o
manifestar sus aptitudes para desempeñar el papel carismático de paredro de la diosa
grande. A cada uno de estos tres niveles se representa un combate en que se van a
decidir el paso de la vida salvaje a la civilización, el dominio de un sexo sobre otro,
y, por lo tanto, la elección del tipo de comunicación cultural sobre el que va a fun
darse la vida social inaugurada por este combate» [F. Delpech, 1979a: 27].
246
_______________________________________________________ Uva «Yerva Enconada»
19 1
matadora guarda con la aventura que Luciano incluye en uno de
sus Relatos Verídicos (siglo II d. C) y que viene a aseverar lo difícil que
resulta desenmarañar los hilos que entretejen la inspiración tradicio
nal’’. Como afirma F. Delpech, el romance de La Serrana probable-
«Ya de noche, llegamos a una isla de no grandes dimensiones, habitada por mujeres
-según creimos- que hablaban griego. Se acercaron, nos saludaron y abrazaron.
Ataviadas muy a la usanza cortesana, eran todas hermosas y jóvenes, vestidas con túni
cas telares. La isla se llamaba Hechicería, y la ciudad Canal de Agua. Tomó cada mujer
a uno de nosostros, nos llevó a su casa y nos hizo su huésped. Yo marché aparte un
momento, pues no sospechaba nada bueno, y observando con más atención vi muchos
huesos y calaveras humanas esparcidos por tierra. [...] Poco después, mientras mi anfi-
triona me servía, vi que no tenía piernas de mujer, sino cascos de asno. Entonces
desenvainé mi espada, la reduje y até, y le pregunté por la totalidad de sus planes.
247
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
Contra su voluntad terminó confesando que ellas eran mujeres del mar, llamadas “per-
niburras”, y que se alimentaban de los extranjeros que las visitaban. “Después de
emborracharlos -dijo- nos acostamos con ellos y les atacamos mientras duermen”. Tras
escuchar su relato, la dejé allí atada, subí alterado y me puse a gritar, llamando a mis
compañeros. Cuando acudieron se lo expliqué todo, les mostré los huesos y los intro
duje junto a la que tenía atada, pero ella al punto se volvió agua y desapareció. Sin
embargo, introduje mi espada en el agua para probar, y se volvió sangre. Rápidamente,
pues, regresamos a la nave y zarpamos» [Luciano, 1981: 225-226].
«je ne prétends pas suggérer que cette histoire est composite, fabriquée à coups
d'emprunts à des répertoires légendaires différents, puisant ses motifs dans le fonds
commun d'un folklore européen ou international. Au contraire. Je pense qu'il s'agit
d'une création organique, complexe et originale, comme le sont la plupart des pro
ductions de ce qui'l convient d'appeler la “culture populaire"» [F. Delpech, 1979b: 75].
J. S. Miletich estudia la aparición de sirenas y seres emparentados desde el punto de
vista significativo dentro del romancero. Cuatro son los temas que aluden a ellas: Conde
Olinos, La buena hija, La lavandera de San Juan y La canción del huérfano [1985].
Entre las «fieras de romance» que, por su parte, V. Risco rastrea en los pliegos de cor
del y relaciones, figuran dos que guardan parecido con la del romance de La Serrana,
son la Galupa y la Harpía Americana, ambas con forma «sirenoide». La harpía tiene la
mitad inferior del cuerpo cubierta de escamas y una doble cola pisciforme; de forma
similar, con doble cola, es la Galupa [1958: 18, 25-26 y 36],
248
_______________________________________________________ ¡8au «Yerva Enconada»
que elige y somete a prueba a los hombres. Y aunque no sea una ase
sina múltiple, como la Gallarda o la Serrana, lo cierto es que acarrea la
muerte de quien tal vez no pudo satisfacerla lo suficiente, quien no
superó la prueba, y con quien, en cualquier caso, no iba a unirse públi
camente, mediando diferencias sociales irreconciliables. De manera
que este motivo, cuando aparece, sirve de sutil indicio que anticipa un
final funesto para el protagonista masculino que cae en las garras de la
desdeñosa mujer.
SECUENCIA SEGUNDA
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Nieves Vázquez Recio.
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_______________________________________________________ ¡Sam -Yerva Enconada»
" A no ser ese «buscar amiga» que algunas versiones, como la que R. Menéndez Pidal
incluye en su Flor Nueva, especifican [1988: 2351.
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
sigue, parece usarse más por el estatismo que implica semánticamente que
por el desplazamiento que conlleva, denota más «estar» que «moverse»:
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______________________________________________________ -Yerva Enconada-
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______________________________________________________ fflva «YERVA ENCONADA”
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Elementos indicíales.
a) El número tres.
~ Sobre esta inclinación universal aclara el autor: «Cualquiera puede verificar esto
fundándose en la propia experiencia y en la observación. El refrán inglés “more than
two is company” nos dice que en la mente popular el primer número que se añade
al dos ya forma el principio de una cantidad. Contra los que sostienen que el empleo
corriente del tres se debe a la influencia del concepto cristiano del Trinidad, Wilhelm
Knopf en Zur Geschichte der Typischen Zahlen (Leipzig, 1902), página 16, declara
que el tres es “die einfaschte Vermehrung der Zwei”. El tres, continúa Knopf, es el
primer número que tiene principio, medio y fin, por lo que viene a ser forma básica
de toda conceptualización espacial y temporal. Según Vicente Foster Hopper en
Medieval Number Symbolism (N. Y., 1938), aún hoy, entre ciertas tribus, el tres equi
vale a “muchos” y su sistema de contar consta de tres términos numéricos: “1, 2,
muchos”» [E. de Chasca, 1972: 266, n. 16].
256
________________________________________________ B¡V/t «YERVA ENCONADA"
258
__________________________________ B¡va «Yerva Enconada»
b) El oficio de segador.
’ «El sector agrario aún significaba en 1960 el 42 por 100 de toda la población activa.
Seguía en importancia la industria con un 22 por 100 y a continuación los servicios con
el 14. La economía española se confirmaba aún como predominantemente agrícola, sin
serlo ya de manera absoluta» [A. Sáez, 1975: 1771.
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_______________________________________________________ Ham «Yema Enconada»
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' En algunas versiones gaditanas de Alba Niña, por ejemplo, el castigo mortal de la
adúltera es ejecutado en el monte, lugar apartado, agreste, fuera de la contemplación
2Ó2
________________________________________ [B v/ «Yerva Enconada»
SECUENCIA TERCERA
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Nieves Vázquez Recio.
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_______________________________________________________ ® aw «Yerva Enconada»
Pero, sin duda, la «trampa» del amor cortés y de alguno de los tópi
cos que éste usó, como el enamoramiento al primer contacto visual, no
paró en el seiscientos; el «flechazo» romántico, que explota la novela
rosa y que sigue pareciendo una aspiración habitual, así lo demuestra,
si no es que, como señalaba P. Dronke, algunos de los rasgos de este
amor son universales y responden a una sola experiencia humana bási
ca [cit. por K. Whinnon, 1985: 8]. En cualquier caso, nuestro «enamora
do» seguirá en su aventura los mismos pasos que los tratadistas latino-
medievales señalaban al hablar de amor, que coinciden con los que
describía el autor anónimo de mediados del XIII para la poesía trova
doresca , desde la contemplación, pasando por la conversación hasta
la intimidad sexual: visus, alloquium, contactus, basia y factum [C.
Alvar y A. Gómez Moreno, 1987: 451. Y aunque este personaje no res
ponda en mucho a las características del dolorido amante cortesano, no
deja de ser curioso que, como era habitual en aquella preceptiva, su
amor tenga también un carácter adulterino. Podrá decirse que estamos
ante el uso de elementos usuales en ese tipo de representación amo
rosa, desviados hacia una trama burlesca y de enredo, como suele ocu
rrir también en la comedia de los Siglos de Oro. El «flechazo» se da tam
bién en otros romances de Cádiz:
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___________________________________________________________________________ H,VX "YERVA ENCONADA"
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' Recuerda, por ejemplo, el caso de Don Duardos: «el drama interno que provoca en
la enamorada la actitud de Don Duardos que quiere ser amado gracias a sus dones
naturales es suficientemente revelador, porque Don Duardos es un caballero disfraza
do y sólo contando con esta apoyatura es posible el juego que se permite" [1976: 64],
Por mi parte, recuerdo aquí la comedia de Torres Naharro Calamita, donde se cuenta
la historia de Floribundio que, enamorado de Calamita, provocará el disgusto de su
padre, Euticio, por ser ella de origen humilde. Llegados a la boda «de palabra», en la
anagnórisis final se descubre que ella es en realidad la hija que perdió un caballero
siciliano amigo de Euticio.
«por una parte -escribe Diez Borque-, está el convencional poder absoluto del amor
que puede trastocar la estructura social y sus leyes y esto origina alguna protesta demo
cratizante en la comedia, pero el sentido último es la necesidad de igualdad social para
que pueda existir el amor, sin posibilidad de quebrantar esta rígida reglamentación que
refleja la efectiva estructura social, aunque externamente la comedia juegue, de vez en
vez, la carta falsa de presentar la ilusión de un amor absoluto que iguale a los desi
guales» [1976: 64].
26«
_______________________________________________________ B¡am «Yerva Enconada-
También Cervantes recoge esta vertiente burlesca en el famoso cuento que Don
Quijote relata a Sancho, una vez que le ha revelado la identidad de su Dulcinea del
Toboso: «Has de saber que una viuda hermosa, moza, libre y rica, y, sobre todo,
desenfadada, se enamoró de un mozo motilón, rollizo y de buen tomo; alcanzólo a
saber su mayor, y un día dijo a la buena viuda, por vía de fraternal reprehensión:
“Maravillado estoy, señora, y no sin mucha causa, de que una mujer tan principal,
tan hermosa y tan rica como vuestra merced, se haya enamorado de un hombre tan
soez, tan bajo y tan idiota como fulano, habiendo en esta casa tantos maestros, tan
tos presentados y tantos teólogos, en quien vuestra merced pudiera escoger como
entre peras, y decir: Éste quiero, aqueste no quiero”. Mas ella le respondió, con
mucho donaire y desenvoltura: “Vuestra merced, señor mío, está muy engañado y
piensa que yo he escogido mal en fulano, por idiota que le parece; pues para lo que
yo le quiero, tanta filosofía sabe, y más, que Aristóteles”» (I, 25) [M. de Cervantes,
1980: 266-267].
269
Nieves Vázquez Recio.
Llamáisme villana;
yo no lo soy.
Casóme mi padre
con un caballero;
a cada palabra
•Hija de pechero».
Yo no lo soy.
Llamáisme villana;
yo no lo soy.
[Ibidem, 58, na 120]
270
________________________________________________ B¡¡vx «Yhrva Enconada»
Compañero, compañero,
Casóse mi linda amiga,
Casóse con un villano
Que es lo que mas me dolía.
Irme quiero á tornar moro
Así lo ilustran, por ejemplo, las palabras de Alonso de Andrade: «Dios castiga de ordi
nario a las que se casan por su voluntad contra la de sus padres [...] por mano de sus
propios maridos, saliéndoles aviesos, y mal acondicionados, desagradecidos, jugadores
y desbaratados, con que desperdician la hacienda, y a pocos años les pierden el amor,
y se hallan pobres, miserables, aborrecidas, dejadas de sus padres [...] y, por el contra
rio, a las que son sujetas, humildes y obedientes, y se dejan regir y gobernar de sus
mayores, las echa Dios mil bendiciones, y todo les sucede bien, y viven en suma felici
dad, y prospera Dios, su casa y su familia [...], si se casase con menoscabo de su honra,
y con persona de menor calidad, sería un pecado grave dar a sus padres tal afrenta y
causa de tanta amargura, con mancha de tanto deshonor» [Cit. por M. Vigil, 1986: 80].
271
Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
Allende la morería:
Cristiano que allá pasare
Yo le quitaré la vida.
-No lo hagas, compañero,
No lo hagas por tu vida,
De tres hermanas que tengo
Darte he yo la más garrida,
Si la quieres por mujer,
Si la quieres por amiga.
-Ni la quiero por mujer,
Ni la quiero por amiga,
Pues que no pude gozar
De aquella que más quería.
[A. Duran, 1945a: 162, ne 301]
272
________________________________________________________ ® au -Yerva Enconada»
273
Nif.ves Vázquez Recio_______________________________________________________
SECUENCIA CUARTA
274
_______________________________________________________ [|m4 «Yhrva Enconada»
«Mas habiendo salido aquel día Constanza con una toca ceñida por las mejillas, y
dicho a quien se lo preguntó que por qué se la había puesto, que tenía un gran dolor
de muelas, Tomás, a quien sus deseos avivaban el entendimiento, en un instante dis
currió lo que sería bueno que hiciese, y dijo:
-Señora Constanza, yo le daré una oración en escrito, que a dos veces que la
recese le quitará como con la mano su dolor.
-Norabuena -respondió Constanza-; que yo la rezaré, porque sé leer. [...]
Retiróse Tomás y escribió la oración, y tuvo lugar de dársela a Constanza sin
que nadie lo viese, y ella, con mucho gusto y más devoción, se entró en un aposen
to a solas, y abriendo el papel, vio que decía de esta manera:
"Señora de mi alma: Yo soy un caballero natural de Burgos; si alcanzo de días
a mi padre, heredo un mayorazgo de seis mil ducados de renta. A la fama de vuestra
hermosura, que por muchas leguas se extiende, dejé mi patria, mudé vestido, y en el
traje que me veis vine a servir a nuestro dueño; si vos lo quisiéredes ser mío, por los
medios que más a vuestra honestidad convenga, mirad qué pruebas queréis que haga
para enteraros de esta verdad; y enterada de ella, siendo gusto vuestro, seré vuestro
esposo, y me tendré por el más bien afortunado del mundo..."» (I, 33) [M. de
Cervantes, 1982: 356].
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________________________________________________ [||va "Yerva Enconada»
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_________________________________________________________ «Yerva Enconada»
«that [theme] of sending, carrying, delivering, and receiving a letter» [A. B. Lord,
1960: 96].
«There are, however, certain motifs which seem to retain a tenuous link with other
in the Spanish epic. Perhaps one of the most outstanding is the interruption of
assembly. [...] in PAfCMinaya Albarfanez, acting as the Cid's ambassador, always comes
upon the King at his court, and it is either stated or implied that the King is surroun
ded by his courtiers» [M. Chaplin, 1976: 16].
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A1 hablar del simbolismo en los sueños S. Freud señala: «En la literatura hebrea
posterior [a los textos bíblicos] se encuentra muy frecuentemente el símbolo que
representa a la mujer como una casa cuya puerta corresponde al orificio genital. Así,
en los casos de pérdida de virginidad, se lamenta el marido de haber hallado la puer
ta abierta» [1982: 168]. De hecho, la Virgen será en la literatura mariológica el hortus
conclusas, la porta clausa-, como dice Gonzalo de Berceo en sus Milagros: «Ella es
dicha puerta / en sí bien encerrada» (c. 36). Comenta M. Gerli en las anotaciones a
su edición que esta puerta cerrada, como símbolo tipológico, la encontramos en el
Antiguo Testamento, por ejemplo en Ez. 44, 1-2: «Llevóme luego a la puerta de fuera
del santuario que daba al oriente, pero la puerta estaba cerrada, y me dijo Yavé: Esta
puerta ha de estar cerrada; no se abrirá ni entrará por ella hombre alguno, porque
ha entrado por ella Yavé, Dios de Israel; por tanto ha de quedar cerrada» [en G. de
Berceo, 1989: 76, n. 36a],
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________________________________________________ 2¡va -Yerva Enconada»
Con el mismo uso que Juan Ruiz le diera en el episodio de Pitas Payas:
281
Nieves Vázquez Recio.
-Tin, tin, que a la puerta llaman, tin, tin, que no quiero abrir.
-Ábreme a tu rico amante que ha venido a verte a ti.
(Versión de Jerez de la Fra., publicada por M.
J. Ruiz [1991a: 1991)
282
____________________________________________ Bjw «Yerva Enconada»
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___________________________________¡DNA -YERVA ENCONADA“
SECUENCIA QUINTA
• M5.1. PETICIÓN AMOROSA FEMENINA. Thompson: T55.E
Princess declares love for lowly hero; Seay: T 55.1.2.*Princess
invites servant to share her bell (Gerineldo).
' S. Freud interpretó en más de una ocasión la subida y la bajada de las escaleras como
símbolo de acceso sexual. En su Introducción al Psicoanálisis se lee: «La escalera, la
rampa y el acto de subir por ellas son, desde luego, símbolos de las relaciones sexua
les. Reflexionando detenidamente, hallamos en ellos, como factor común, el ritmo de
la ascensión, y quizá también el incremento de la excitación; esto es, la opresión que
sentimos a medida que alcanzamos una mayor altura. [...] la escalera nos es ya cono
cida como elemento del simbolismo sexual de los sueños, circunstancia apoyada tam
bién por el lenguaje vulgar, pues (en alemán) solemos emplear el verbo subir en un
sentido sexual, hablando de subir detrás de las mujeres {Den Frauen naschteigen), cali
ficando de viejo subidor (alter Steiger) a los viejos vividores. En francés, idioma en que
la palabra alemana Stufe (escalón) se traduce por la palabra “marche”, se llama a un
viejo juerguista vieux marcheur. El hecho de que muchos animales verifiquen el coito
subiendo o montándose sobre la hembra no es, sin duda, extraño a esta aproximación«
[S. Freud, 1982: 164 y 171]. En el análisis que hace de uno de los sueños que incluye
en La interpretación de los sueños («Representación de los genitales por edificios, esca
leras y fosos. [Sueño de un joven coartado por el complejo del padre]»), volverá a hablar
del descenso como «realización del coito» [1985: 383-385] •
285
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
" Emparentado con estos motivos, aunque distinto, entendemos el CANTO MARAVI
LLOSO, que M. Débax llama -el poder del canto» [1994], como se da en el Conde Niño
o en el Conde Arnaldos.
286
_________________________________________________________ «Yerva Enconada»
En la provincia de Huelva
había un molinero honrado
que ganaba su sustento
con un molino arrendado.
Y era casado
con una moza
que era una rosa
y era tan bella,
que el Corregidor, madre,
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
se prendió de ella.
La regalaba,
la prometía
hasta que un día
le pidió los favores
que pretendía.
(El corregidor y la molinera, versión de Cádiz, de I y M.
Pájaro, recogida por A. Fernández, E. Ríos, A. Perales e
I. Cano en 1988)
288
__________________________________ 2¡ na "Yerva Enconada-
En la Vega de Antequera,
hija de un corregidor,
no tenía quien casarse, sí, sí
se enamoró de un pastor,
Adiós, adiós pastorcito, adiós.
-Pastorcito si quisieras,
mi padre te pondría un coche,
para que vengas a verme, sí, sí,
los domingos por la noche.
-Pastorcito si quisieras,
dormieras entre almohadas,
en vez de dormir de noche, sí, sí,
entre cerros y cañadas.
(La dama y el pastor, versión de Taraguilla [San Roque],
publicada por M. J. Ruiz [1995a, 56-57, n23H)
289
Nieves Vázquez Recio___________________________________________________ ___
290
____________________________________________ [j¡w «Yerva Enconada»
Débax, 1984: 40-41], Se trata del mismo juego petitorio femenino que
representó Juan Ruiz a su manera en las «Cánticas de serrana»:
La vaqueriza traviessa
di[z]e: «Luchemos un rato;
liévate dende apriesa,
desbuélbete de aqués hato.»
Por la muñeca me priso,
ove a fazer quanto quiso:
creo que fiz buen barato.
|J. Ruiz, 1990: 417, c. 9711
Véase supra (cap. II, nota 12) la distinción de la que partíamos, siguiendo a E.
Benveniste, entre historia y discurso.
291
Nieves Vázquez Recio.
292
________________________________________________ 3¡\u «Yerva Enconada»
293
Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
«Y hay que hacer constar también que, precisamente en Guipúzcoa, se han conser
vado danzas agrícolas como la jorrai-dantza, o sea, la danza de la escarda, en la que
los mozos danzantes simulan trabajar con uno de estos escardillos o azadas, golpean
do al final a otros que llevan sobre los hombros pellejos u odres de vino hinchados,
con lo que queda patente la existencia de un viejo rito agrario y de expulsión. El mismo
carácter tiene el paloteado (makil-dantzd) de Vera de Bidasoa. Pero donde mejor se
ve reflejado el ritual arcaico es en la danza de la fiesta de la Virgen de septiembre en
Ochagaria (Valle de Salazar, Navarra), en la que hay un número, el quinto, llamado el
“modorro”, en que los danzantes golpean el suelo con palos como si estuvieran escar
dando con azadas, y quedan en ocasiones como hipnotizados o dormidos, y otros
números en que una máscara con dos caras, una especie de Jano, pasa entre las filas
de danzantes escardando igualmente. [...] El rito de conducir un arado, o arar la plaza,
que en la Maragatería y en otras partes se halla en conexión con mascaradas semejan
tes, encuéntrase también entre los ritos carnavalescos de la zona norte de Cataluña. [...]
Desde el Ampurdán hasta Andorra se ha conservado una mascarada invernal carnava
lesca en que intervienen un cazador fingido y un oso u osa igualmente fingidos y a
veces también un caballero y su dama, el servidor, dos segadores (dalladors) y una fre
gona, que bailaban por el orden indicado una vez que se representaba la caza del ani
mal, caza que nos recuerda un episodio de las mascaradas suletinas de otra época, y
el paseo de osos de paja que tenía o tiene lugar en Asturias, zonas de Inglaterra,
Bohemia, etc., osos considerados por Mannhart y Frazer, sistemáticamente, como espí
ritus vegetales en relación con los que se creía que morían en la siega» IJ. Caro Baroja,
1981: II, 50-51, 423 y 420).
’ «La naturaleza le rodea constante, ineluctable e insistentemente. De este modo,
cuando canta sobre ella, no tiene necesidad de ningún tipo de pretexto o introduc
ción y puede concentrarse en el detalle que le interesa en ese momento. En casi
todos estos cantos hay implícita una finalidad o suposición posterior, que conocen
perfectamente tanto el compositor como su auditorio y, por tanto, es una pérdida de
tiempo manifestarlo explícitamente, aunque es posible que proporcione su punto
central» [C. M. Bowra, 1984: 156],
294
___________________________________Hna «Yerva Enconada»
295
Nieves Vázquez Recio.
«E estonces entraron al Rey e dixéronle: -Señor, nós aviemos una tierra e diémosla a
este omne bueno a labrar, que la labrase e la desfrutase del fruto d'ella. E él fízolo así
una gran sazón e dexóla una gran picea por labrar.
E el rey dixo: -¿qué dizes tú a esto?
E el omne bueno respondió e dixo: -Verdat dizen, que me dieron una tierra, fallé
rastro del león e ove miedo que me conbrié. Por ende dexé la tierra por labrar.
E dixo el Rey: -Verdat es que entró el león en ella, mas no te fizo cosa que non
te oviese de fazer nin te tornó mal dello. Por ende, toma tu tierra e lábrala» [M. J.
Lacarra, 1989: BOL
” M. Eliade se detiene en muchos más ejemplos de la asimilación de la mujer y la tie
rra: «Esquilo, por ejemplo, nos confiesa que Edipo “se atrevió a sembrar en el surco
sagrado donde él había sido formado y a plantar allí una cepa sangrienta” {Los siete
contra TebasV.]). En Sófocles las alusiones abundan: a los “surcos paternos” {Eclipo rey
[...]), al “labrador, dueño de un campo lejano que sólo visita una vez en la época de la
siembra” (Dejanira, hablando de Heracles), {Traquinias [...]). Dieterich, que añade a
estos textos clásicos muchísimas otras referencias [...], estudia también la frecuencia del
motivo arat-amat entre los poetas latinos [...]. “Soy la tierra”, confiesa la bienamada en
296
___________________________________51^ «y/sta Enconada-
una canción de amor egipcia. El Videvdüt compara la tierra en barbecho con una mujer
sin hijos, del mismo modo que en los cuentos la reina estéril se lamenta: “¡Soy seme
jante a un campo donde nada crece!” Al contrario, en un himno del siglo XII la vir
gen María es glorificada en cuanto térra non arabilis quae fructum parturiít. Baal era
llamado “el marido de los campos” [...]. En cuanto a la identificación de la mujer y de
la gleba es frecuente en todos los pueblos semitas [...]. En los textos islámicos, la mujer
es llamada “campo”, “viña”, “uvas", etc. Así el Corán [...]: “Vuestras mujeres son para
vosotros como campos.” Los hindúes asimilaban surcos y vulva (yoní), grano y semen
viril Tpitapatba Brahmána [...]). “¡Esa mujer vino como un solar vivo: sembrad en ella,
hombres, la simiente!” (Atbana-Veda [...]). Náracla comenta de esta manera: “La mujer
es el campo y el hombre el dispensador de la simiente.” [...]. Un proverbio finlandés
dice que “las muchachas tienen su campo en su propio cuerpo”- [1981: 235-236 y 238].
La canción termina de este modo:
«Nu rad ick alien Megtlin junk,
De Megdlin willen bliven:
Dat se nicht mer mit Henselin gan,
Mit Henselin Korn to schniden.»
(«Advierto a todas las niñas / que doncellas quieran quedar: / No vuelvan a ir con
Juanico / a hacer la cosecha del pan») [S. G. Armistead y J. H. Silverman, 1979: 1101.
297
Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
(»Era una mañana veraniega del catorce de mayo, / me encontré con una bella donce
lla, ella me preguntó mi oficio y yo le contesté / que mi ocupación era ir de un lado
a otro / con mi desgarradora guadaña para segar los campos. / Ella dijo, mi hermoso
joven, si eres un segador, / yo te encontraré un nuevo empleo si vienes conmigo, /
tengo un pequeño prado reservado para ti hace tiempo, /está lleno de rocío, te digo la
verdad, nunca ha sido segado antes. / Él dijo, mi bella doncellita, si es como dices /
me esforzaré todo lo que pueda en cortar tu heno, / para que tu bello semblante no
frunza nunca el ceño, / así que cortaré tu hierba, mi querida muchacha, ésa que nunca
ha sido pisada...»).
Se ha llegado a ver en las metáforas sexuales de La bastarda la dramatización de un
rito específico [S. G. Armistead y J. H. Silverman, 1979: 111, n. 48],
298
___________________________________¡S va -Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
300
_______________________________________________________ [|mi «Yerva Enconada»
301
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
SECUENCIA SEXTA
302
____________________________________________ jjv4 «Yerva Enconada»
303
Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
4 Ha salido el molinero
y a su casa ya se ha ido,
los ha encontrao a los dos
como en harina metidos.
{El corregidor y la molinera, versión de Cádiz, de I. y M.
Pájaro, recogida por A. Fernández, E. Ríos, A. Perales e
I. Cano en 1988)
304
_______________________________________________________ |J¡au «Yerva Enconada»
305
Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
Este uso del juego parece similar al que Juan Ruiz le da a luchar
en sus Cánticas de Serrana, haciéndose eco de una tradición que,
ITT - 1 . “
como aclara J. Joset, venia de antiguo :
Ése es el verbo que aparece en otras versiones hispánicas comentadas por M. Débax:
«se pusieron a luchar / los clos a brazo partido» [M. Débax, 19^9: 34],
"" 4ucha-, eufemismo por ‘acto sexual’, como luchar, ‘hacer el amor’; son palabras
conocidas con estas acepciones desde la antigüedad dudare en Propercio, 2, I, 13 y
12 [...]. En las pastourelles francesas, Initier tiene el mismo sentido: "a moi vous con
vient luitier/en ce biau pre verdoit”, Bartsch, Romanzen uncí Pastourelleu, Leipzig,
1970, II, núm. 75, w. 30-1, pág. 201.)» |J. Ruiz, 1990: 416, n. 969gl.
306
_________________________________________________2¡.va -Yerva Enconada»
11 Aviaron de cenar
tres perdices y un conejo y tres cosillas muy buenas.
Cuando la pilló dormida el galán cogió la puerta.
(La Serrana de la Vera, versión de Tarifa, de D.
Perea, recogida por F. Vegara y C. Tizón en 1982)
De hecho en muchas lenguas el acto sexual es simbolizado por el acto de comer IC.
Lévi-Strauss, 1970: 1571. Véanse los comentarios de M. Débax sobre este aspecto [1989: 351
307
Nieves Vázquez Recio.
308
__________________________________ Ql NA «YERVA ENCONADA"
Que realmente sea una hierba, una losa -en otras versiones- o,
incluso, el agua del antiguo romance de Tristón, la que fecunde y no
que éstas sean expresiones eufemísticas, poco importa. Lo cierto es
que tanto el verbo pisar, usado en estos casos (siempre se menciona
en La mujer del molinero y el cura: «padre cura, mi marido / me quie
re pisar pie»), como picar (empleado en el ejemplo 13, de El cura
enfermo, dentro de una metáfora animal) o pinchar, se usan en los
romances erótico-burlescos de forma transparente aludiendo a la
' No resulta raro este uso de pisar, mera aplicación al ámbito humano del término
usado para el apareamiento de las aves, según el DLE: «En las aves, cubrir el macho a
la hembra».
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Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
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________________________________________________ B¡vu «Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio.
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___________________________________________________________________________ 2¡AÍ4 “YERVA ENCONADA“
El verbo dormir, como hemos visto, habitual en la expresión del motivo dentro del
corpus gaditano -así se formula la petición amorosa en Alba Niña, por ejemplo-, apa
rece más veces en el romancero antiguo, como en estos ejemplos de referencias indi
rectas a la relación amorosa:
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Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
314
___________________________________________________________________________ 2|.va -Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
No faltan las jóvenes preñadas a espaldas de sus padres, por ejemplo la infanta «que
del conde don Galván / tres vezes parido avía» [La infanta recién parida, G. Di Stefano,
1993: 175, n° 231; o la que está a punto de parir: «-Tiempo es, el cavallero, / tiempo es
de andar de aquí» [La infanta embarazada, ibidem, 176, na 24], Pero quizás sea el caso
del arcipreste del romance de La infanta de Navarra libera a Fernán González el que
refleja mejor esa incursión habitual de lo sexual en el día a día:
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___________________________________________________________________________ B¡.v^ «Yerva Enconada»
Elementos indicíales.
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
318
_________________________________________________2jx4 -Yerva Enconada»
b) «Y a eso de la medianoche».
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________________________________________________ [Jvi «Yerva Enconada»
en su celda y una monja sola con ella vio la monja a media noche estar con ella un
hombre muy feo negro y muy espantable, y la monja tuvo grandísima pavor y miedo
y respondióle Magdalena de la Cruz y dijo: “no hayáis miedo, hermana, que no os hará
mal, cata que es un serafinico”; y la monja salió fuera dando gritos y dijo a todas las
monjas lo que había visto. Y por estas cosas y otras semejantes sin cuento que de ella
se descubrieron, se hizo de ella la visitación por nuestro Padre Provincial, el cual la
reprendió muy dura y ásperamente y la mandó echar en la cárcel» [R. Gracia Boix, 1983:
11-12], J. Caro Baroja reproduce algunos datos de los procesos inquisitoriales de
Toulouse entre 1330 y 1340 que hacen referencia también a esa hora de la noche:
«Catalina, esposa de Pedro Delort, de Toulouse, ha sido convicta por sus declaraciones
y en consecuencia del testimonio de personas dignas de fe, de que hace diez años,
encontrándose en el patio de la parroquia de Quint, se unió en amistad criminal con
un pastor, que, abusando de su ascendiente, la obligó a hacer un pacto con el espíri
tu infernal. Esta odiosa ceremonia tuvo lugar a media noche, en la linde de un bosque,
en el cruce de dos caminos» [1984: 117]. Los subrayados son míos.
321
Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
Esta distribución de las muertes que se da en algunas versiones del Conde Niño
parece constituirse en fórmula que vemos usada, por ejemplo, en una versión san-
tanderina de La muerte del príncipe don Juan: «Él murió a las doce / y el otro al ris
car el alba» (J. M. de Cossío y T. Maza 1933-34: I, 57, na 24], A. González cita algunos
ejemplos catalanes y occitanos de este tipo: «La un mort a mitja nit / l'atre al despun
tar el ciar» (Don Lluis de Montalbá)-, «El cavall morirá a nit / i jo a la dematinada» (Don
Joan i don Ramón)-, «La hela est mórta a miejanuéit / e lo galant a punta d'alba» ( Gojats
que setz a maridar) [1985-87: 92], Por otra parte, el intervalo entre la medianoche y el
amanecer aparece en el romancero antiguo como medida básica. En La infanta de
Navarra libera a Fernán González se cuenta así el intervalo que les ocupa la huida
hasta el encuentro con el Arcipreste: «Toda la noche anduvieron / hasta qu'el alva reía»
[G. Di Stefano, 1993: 331, ne 1131. En algunas versiones gaditanas de Gerineldo y
Gerineldo + Condesita, la noche de amor se extiende desde la medianoche al amane
cer: «Entre juegos y deleites / la noche se les ha ido // y a eso del amanecer / los dos
se duermen vencidos» (Versión de Arcos de la Frontera, publicada por P. M. Piñero y
V. Atero [1986a: 71, na 1.13.31).
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____________________________________________ [J|NA «YF.RVA ENCONADA"
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Nieves Vázquez Recio.
SECUENCIA SÉPTIMA
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_______________________________________________________ [Jam -Yerva Enconada-
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Nieves Vázquez Recio.
tir que el amor asoma siempre al rostro del enamorado y no puede encu
brirse También en el ámbito tradicional su uso es más que frecuente:
" «Otra señal es la sorpresa y ansiedad que se pintan en el rostro del amante cuando
impensadamente ve a quien ama o éste aparece de súbito. [...] Yo conozco a uno a
quien le sucedió algo de lo que hemos dicho. El amor se había aposentado en su pecho
y él pretendía negarlo, hasta que la cosa creció de tal modo, que podía leerla en su
rostro el que quería saberla y aun el que no quería [...] apenas sus ojos se fijaron en el
ser amado, quedóse confuso, abandonó su primera actitud, se le demudó el color...»
(II y XII) [Ibn Hazam de Córdoba, 1979: 110 y 147-148],
Otras versiones no gaditanas de Alba Niña subrayan aún más la relación del color
mudado con la sexualidad, así en estos ejemplos leoneses:
326
_________________________________________________________________ « PÁ7ÍVX Enconada»
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
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________________________________________________ i.V4 -Yerva Enconada-
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Nieves Vázquez Recio______________________________________________________
SECUENCIA OCTAVA
No deja de ser significativa la laguna crítica con la que tropieza cualquier intento de
indagar en la historia del mercado sexual masculino. Si en los últimos años la prosti
tución femenina en España ha recibido una relativa atención por parte de la historio-
330
________________________________________________ ¡gM4 -Yerva Enconada»
grafía [R. Carrasco, 1994a; M. Jiménez Monteserín, 1994; J. Rioyo, 1991; F. Vázquez
García y A. Moreno Méngíbar, 1995; F. Núñez Roldan, 1995; M. H. Sánchez Ortega,
19951, no ocurre lo mismo con la prostitución masculina, en apariencia inexistente, y
que sólo parece haber sido tratada con detenimiento en su vertiente homosexual [R.
Carrasco, 1985 y 1994b; F. Vázquez García y A. Moreno Méngíbar, 1995: 179-182; B.
Bennassar, 19841. El «comprador de sexo» es, por excelencia, un hombre, aunque el
•producto en venta» no sea exclusivamente una mujer. La prostitución masculina hete
rosexual ha debido vivir de forma mucho más oculta, constituyendo una realidad hui
diza, ajena a los inventarios y documentos oficiales. Puede intuirse, sin embargo, que
ese tipo de comercio carnal debió darse sobre todo entre los grupos de élite, la bur
guesía adinerada y la nobleza, grupos a los que pertenecen, por ejemplo, los persona
jes en los que el Marqués de Sade proyectó sus fantasías filosóficas y sexuales. En La
philosophie dans le boudoirMme. de Saint-Ange nos proporciona un ejemplo de cómo
debió funcionar ese sutil negocio. Ante el solícito y deseado Dolmancé la señora dirá:
«He depositado quinientos luises en casa de un notario para el individuo que me ense
ñe una pasión que todavía no conozca y que pueda hundir mis sentidos en una volup
tuosidad de la que todavía no haya gozado» [Marqués de Sade, 1984: 98],
331
Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
una mujer requirió a un hombre desde un balcón y éste subió para ver
qué quería. Allí le dio un doblón de a cuatro por cada «ofensa a Dios»
que hiciese con ella. Hasta tres doblones seguidos se ganó el buen ciu
dadano, y al no poder ya ofender a su Divina Majestad por cuarta vez,
por mucho que lo intentase, quiso la mujer quitarle todo, gritando
como que era robada. Entrado un alguacil y averiguada la verdad del
caso, salió el hombre libre de cargos y la dama a presidio una tempo
rada, «para quitarle el rijo con algunos días de pan y agua». [F. Núñez
Roldan, 1995: 120]
332
_______________________________________________________________ ______ "YERVA ENCONADA"
-No los quiero, son muy caros; yo los compro más baratos
Le borraron el borrico sólo quedaron los nardos.
(Versión de Arcos de la Frontera, publicada por P.
M. Piñero y V. Atero [1986a: 118, nQ 2.17])
333
Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
334
____________________________________________________________ ___ ___________ ; [gvu -Yerva Enconada-
Isabel, Isabel,
perdiste la tu faja;
héla por do va
nadando por el agua.
¡Isabel la tan garrida!...
[D. Alonso y J. M. Blecua, 1992: 46, na 881
La asiduidad con que el himen ha sido comparado con una tela, con
virtiendo en oficio el “remendar» virgos , se comprueba en ciertas prácticas
nupciales que hacen uso de esa simbología . Éstas suelen hacer hincapié
en la prueba del paño manchado como testimonio del desvirgamiento.
Entre los cantos de boda que acompañan a los ritos gitanos está, por ejem
plo, esta alborea, cantada en el «momento de la exaltación virginal de la
novia» tras el primero de los tres levantamientos que ensalzan su probada
pureza [E. Rodríguez Baltanás y A. J. Pérez Castellano, 1989: 627-6281:
En un prado verde
tendí mi pañuelo,
«Esto de los virgos [dice Pármeno de Celestina! unos hazla de bexiga y otros carava
de punto» [F. de Rojas, 1993: 112],
Entre los ritos gitanos que anteceden ai matrimonio está el de la comprobación de
la virginidad de la novia: «Se nombran cuatro matronas, parientes de los cónyuges, dos
por cada parte, síguese un reconocimiento riguroso, en que juega el principal papel un
finísimo pañuelo de batista. Si las matronas proclaman la entereza de la novia, la boda
se celebra al día siguiente.
Y a la cabeza del cortejo nupcial un chalán lleva en la mano levantado un palo, en
cuyo extremo flota al aire matinal la ropa interior y la misteriosa batista; palo que clava
en el suelo al llegar a la iglesia con un ruidoso viva, y el cortejo, formado en dos hile
ras, se mete en el templo, desfilando a cada lado del palo» [E. Casas Gaspar, s/f: 297].
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Nieves Vázquez Recio.
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__________________________________ Q|na «Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
33«
__________________________________ 2¡.\n «Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
SECUENCIA NOVENA
LA SEÑALIZACIÓN DE LA MUERTE.
340
_______________________________________________________ 2¡a« «Yerva Enconada»
' El mismo San Isidoro afirmaba categóricamente: «Las hembras están más sometidas
al deseo (Jibidinosiers) que los machos, tanto entre los seres humanos como entre los
animales.» [cit. por D. Jacquart y C. Thomasset, 1989: 8], En este sentido, en los trata
dos médicos medievales surge en más de una ocasión la pregunta de «¿por qué la
mujer, aún siendo de naturaleza más fría que el hombre, experimenta un deseo tan
ardiente?». Ésta «recibe primeramente una respuesta ligada a la física: la leña húmeda
tarda en inflamarse pero arde más tiempo. Puesto que la calidad fría busca su contra
rio, la matriz se alegra con la recepción del esperma cálido..., como las serpientes que,
al buscar el calor, penetran en el interior de la boca del durmiente. Al optar por la exis
tencia del esperma femenino, el Pímregwdio a conocer otro tipo de respuesta: la mujer
disfruta con la emisión de su propio semen y con la recepción del esperma masculino.
La llegada del aristotelismo iba a introducir una interpretación muy diferente. El exce
so de humedad, la desmesura de la mujer y su pasividad hacen de ella una criatua sem-
perparata ad coitum que tras la realización del acto se queda lassata sed non satiata,
según la fórmula de Juvenal. A partir del siglo XIII, la respuesta a la cuestión tradicio
nal mencionada se complementa con una precisión: la mujer experimenta un placer
mayor en cantidad pero más débil en calidad e intensidad» [Ihidem, 77-78], Vid. tam
bién de los mismos autores [1985: 158].
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Nieves Vázquez Recio__________________________________________ __ _____________
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_______________________________________________________ ¡Jam «Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
Las posibilidades son tan variadas que una versión salmantina recogida en 1975
explica la muerte del segador de este modo:
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__________________________________ Q)na »Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio_______________________________________________________
Hemos sangrado los versos, que en la edición que citamos aparecen seguidos.
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____________________________________________ [¡¡AU «YERVA ENCONADA“
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Nieves Vázquez Recio................................................................................................... ..... ......
feudal y al amante en vasallo [1984: 41, n. 171. Señala esta autora, igual
mente, que el tema de Gerineldo pone en escena un conflicto con el
padre, con la ley del padre, en el que la solución matrimonial supone
también su acatamiento, ya que viene impuesta por la autoridad pater
na. Sólo las versiones que muestran a un Gerineldo rebelde, que se
niega a desposarse con la hija difamada, bajo el pretexto de su respe
to al juramento a la Virgen, cambian la autoridad paterna por otra ins
tancia superior y acusan mucho más a la infanta, subrayando el valor
de la virginidad [ibidem, 56-571.
A la luz de estas reflexiones podemos decir que la ausencia de la
delación en el romance de La bastarda elimina este tipo de conflictos
públicos y familiares y hace sustituir la ley del padre, o ley masculina
(la misma que se aplica también en Alba Niña), por la ley femenina. Si
entendemos que la muerte del segador es una consecuencia directa de
la actuación de la mujer para impedir la publicidad de su delito, ésta
respondería, en realidad, a una ley femenina dictada por la ley mascu
lina, de cuyos rigores la dama quiere escapar. Pero si, por el contrario,
la muerte sobreviene por otro tipo de causas, como la extenuación, por
ejemplo, el romance desarrollaría una historia que vive de espaldas a
la moralidad y a la ley masculina, en un universo femenino, que de
todas formas, sea cual sea la interpretación de esta historia, se erige con
una fuerza temible ante los ojos del varón. Mientras que Gerineldo
representa, según M. Débax, una modalidad socializada del poder de
la mujer [ibidem, 41], en La bastarda se trataría de un poder no socia
lizado, aunque no tan extremo como en el romance de La Serrana,
donde la protagonista está dotada de poderes sobrehumanos.
Dejando a un lado el romance de Gerineldo, y hablando de otros
temas en donde se incluye la muerte tras la relación amorosa, también en
Alba Niña la mujer y, a veces, también el amante son asesinados por el
marido, pero en este caso como consecuencia de su relación adúltera:
348
_______________________________________________________ [Jam «Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
O imperador de Roma
Tem urna filha bastarda,
A quera tanto quer e tanto,
Que a traz mui mal criada,
Phedem Ih'a duques e condes,
Homes de capa e espada;
Ella isenta e desdenhosa
A todos Ihe punha taxa:
A uns que nao eram homens,
Outros que nao tinham barbas;
Aquelle que nao tem pulso
Para puchar pela espada.
Dizialhe o pae sorrindo:
—Inda has de ser castigada!
De algum villáo de porqueiro
Te espero ver namorada.»
[V. E. Hardung, 1877: 259, ns 1]
350
_______________________________________________________ B|au "Yerva Enconada»
Lá junto da meia-noite
Ao cegador perguntava:
—Dizei-me bom cegador
De quem eu fico pejada?»-
—Eu sou filho de um porqueiro,
E meu pae porcos guardava.—
—Oh triste de mim, coitada!
Bem me dizi meu pae:
Tu has de ser castigada.
Pediram-me condes e duques,
Homes de capa e d'espada,
E agora eis-me aqui
De un porqueiro deshonrada.»-
[Ibidem, 261]
351
Nieves Vázquez Recio___________________________________________________________
con un mensaje similar al de los cuentos donde una niña mala es cas
tigada por su conducta mediante un escarmiento que al final le repor
ta beneficios, pero con el que aprende definitivamente la lección. En
estos casos el desajuste social aparente que plantea el conocimiento
público de la falta queda disuelto en el momento en que el segador
resulta ser un buen partido para la dama.
Otro final punitivo ejercido más contra la mujer que contra el
hombre aparece cuando el segador no muere y la dama, al cabo de los
nueve meses, tiene un hijo con las señas de éste. Lo encontramos, por
ejemplo, en esta versión de Albacete:
El motivo del niño delator, a través de sus señas físicas [M. J. Ruiz, 1997], aparece en
la tradición gaditana más de una vez. Lo encontramos con un uso burlesco en La adúl
tera del cebollero, La monja enferma, La patraña y el militar y El cura enfermo. Sirva
como ejemplo una versión de este último romance:
352
_______________________________________________________ ¡Jam -Yerva Enconada»
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Nieves Vázquez Recio.
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_________________________________________________________ -Yerva Enconada»
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356
CONCLUSIONES
CONCLUSIONES
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________________________________________________ B¡xi "Yerva Enconada»
361
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Véase A. G. Hauf [1972], E. R. Rogers [19731 o A. González [1985-87], entre otros, para
las transformaciones; para el canto, sobre todo en relación con Conde Niño y Conde
Arnaldos-, W. J. Entwistle [1951], T. R. Hart [1957], A. G. Hauf y J. M. Aguirre [19691, R.
Menéndez Pidal [1972b], L. Spitzer [1980b], A. Suárez Pallasa [1975], M. Débax [1983 y
1994], E. Martínez Mata [1991].
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_______________________________________________________ Bau -Yerva Enconada»
orden social, aunque el género sirva también para reflejar las fantasías co
lectivas, las necesidades imaginarias de la comunidad transmisora, como
indica el motivo de «La aparición de un difunto». Como unidades «motiva
das», estos elementos codificados aportan un significado añadido que inte
resa descifrar. He intentado demostrar que, a veces, conceder importancia
a detalles en apariencia intrascendentes y conocer lo que está detrás de
un determinado componente narrativo puede iluminar todo el romance.
En La bastarda y el segador el motivo de la «Pretendida desdeñosa», pre
tendida hostil, prefigura a la protagonista, de acuerdo con los anteceden
tes literarios del motivo, como mujer difícil y peligrosa en el amor,
desdeñosa sistemática o mujer que somete a prueba a los hombres [E.
Frenzel, 1980: 16 y ss.], en relación con otras féminas del romancero como
la Gallarda Matadora o la Serrana de la Vera, aunque no sea una asesina
múltiple. La aparición de este motivo en algunas versiones sirve, de este
modo, de sutil indicio que anticipa un final trágico para el protagonista
masculino que cae en las garras de la desdeñosa mujer. Así pues, a veces
importa más lo que los motivos «indican» que su mero papel funcional.
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mente una “acción mínima», pero que comparten con estos motivos el
hecho de representar contenidos estereotipados, de ser relevantes por
su fuerte carga indicial. Como los motivos simbólicos, estos elementos
son imprescindibles para la interpretación del texto romancístico.
Entre ellos incluimos algunas fórmulas de valor indicial, según nues
tra forma de entender tales elementos, como unidades tropológicas, pero
caracterizadas por una flexible fijación verbal en el nivel discursivo. Hemos
podido constatar el peculiar valor significativo de las expresiones que fijan
el lugar del encuentro sobrenatural en La aparición, «al entrar ....», «al subir
las escaleras», «al bajar las escaleras», etc. Todas ellas comparten el mismo
sustrato semántico, lugar de tránsito, espacio limítrofe, como suelen serlo
esas múltiples barreras que separan el mundo y el trasmundo [H. R. Patch,
19831- En general, éstas y otras fórmulas suelen indicar un momento o un
lugar crítico, pues al romancero, como ocurre también en el cuento folkló
rico, no parece gustarle ubicar los sucesos de forma imprecisa, sino fijarlos
en unas coordenadas que suelen estar muy avaladas culturalmente, por
constituir momentos señeros del horario o el calendario tradicional. «A eso
de la medianoche», ambivalente hora de lo mágico-fatídico y del amor, o
«Entre las siete y las ocho» segadas, intervalo muy usado en el género [D.
Devoto, 19591, se cansa el segador de su faena amorosa en La bastarda.
Al margen de los motivos simbólicos y de esas fórmulas connota-
tivas, el discurso romancístico puede incorporar otra clase de indicios
menos codificados. Éstos constituyen, a veces, símbolos habituales, co
mo el «caballo», animal omnipresente en el romancero en relación con
lo masculino y el impulso sexual en general [J. Chevalier y A. Gheer-
brant, 1995: 214], o la «espada2», también símbolo varonil [S. Freud,
' Sirvan estos ejemplos gaditanos: «deja beber mi caballo / agua fresca y cristalina» (Don
Bueso)-, «Madrugaba el conde Olinos / mañanita de San Juan // a dar agua a su caballo / a
la orillita del mar. // Mientras el caballo bebe / se oye un hermoso cantar» (Conde Niño)-,
«Mi marido es alto, rubio, / regimiento de la guerra // gasta caballito blanco / sillita borda
de seda» (Las señas del esposó)-, -enterrarme en campo verde / donde a mí me vea la gente.
// En mi cabecera pones / las espuela(s) y mi caballo» (Polonia y la muerte de un galán +
No me entierren en sagrado)-, «y allá lo vio de venir / montado en su yegua negra» (La
Serrana de la Vera)-, «Coge tu caballo y vete, / vete ya para tu tierra» (El Quintado)-, «La ha
montado en su caballo / y a su tierra se la lleva» (Blancaflory Filomena)-, «pondré mi espa
da por medio / pa que sirva de testigo» (Gerineldo)-, «¿De quién es aquella espada / que veo
en ese rincón // -Cogedla, conde, cogedla, // matadme con ella vos» (Alba Niña)-, «En el
palacio del rey / ha florecido una espada // para matar a Tarquino / que ha abusado de su
hermana» (Tamar)-, «-Alevántate, mi Carmela, / no vuelvas a replicarme, // que traigo la
espada 'esnuda / y reviento de coraje» (La mala suegra)-, «Yo te juro por mi espada / que
va en mi vaina metida // que mirarte ni tocarte / hasta los montes de Oliva» (Don Buesó);
«A la medianoche / el picaro se iba // la capa torcida, / la espada tendida» (La malcasada).
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-El sueño posee, pues, -dice S. Freud- para los genitales masculinos un gran núme
ro de representaciones que podemos considerar como simbólicas, y en las cuales el
factor común de la comparación es casi siempre evidente. [...] La parte principal y la
más interesante para los dos sexos del aparato genital del hombre, esto es, el pene,
halla en primer lugar sus sustituciones simbólicas en objetos que se le asemejan por su
forma, tales como bastones, paraguas, tallos, árboles, etc., y después en objetos que tie
nen, como él, la facultad de poder penetrar en el interior de un cuerpo y causar heri
das: armas puntiagudas de toda clase, cuchillos, puñales, lanzas y sables, o también
armas defuego, tales como fusiles o pistolas, y más particularmente aquella que por su
forma se presta con especialidad a esta comparación, o sea, el revólver- [1982: 159-160],
La espada suele actuar como representación vicaria -casi fálica- de su dueño, la más
íntima y demostrativa (al fin y al cabo, el gladius latino no sólo servía para designar el
arma, sino también el atributo sexual del que la esgrimía, «pene» [E. Montero Cartelle,
1991: 54, 75, 228, 246]).
Pues, como apunta J. Flori sobre el mundo caballeresco medieval, la espada es, en
general, un «signe de pouvoir» [1986: 90], en sus distintas facetas: demostración de la
autoridad («glaive de l'autorité»), del poder militar («glaive militaire») y del poder de la
justicia («pouvoir de justice»), que en su más alta manifestación es la justicia del rey [ibi
dem, 78 y 49]. Véase también J. Chevalier y A. Gheerbrant [1995: 471-474],
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4. ALGUNAS OBSERVACIONES.
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•Hoy vemos darse, en los romances de mayor éxito, la existencia en el Sur de España
de un tipo único que ha uniformado todas las versiones de una gran zona». Frente a
esa zona Sureste, la del Noroeste «por su carácter conservador, se muestra fragmenta
da en tipos y formas múltiples, ya que mantiene, repartidas en las distintas versiones,
variantes que la tradición de siglos ha venido elaborando» [R. Menéndez Pidal, 1968a:
II, 397 y 395].
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Frente a la oralidad primaria, que es aquella que existe «sin contacto con la “escritu
ra””, existe una oralidad que coexiste con lo escrito y que «según el modo de coexis
tencia, puede funcionar de dos maneras: ya sea como oralidad mixta, cuando la
influencia de lo escrito permanece externa a ella, parcial y retardada (por ejemplo, en
nuestros días, en las masas analfabetas del tercer mundo), ya sea como oralidad segun
da, que se (re)-compone a partir de la escritura y en el seno de un medio donde ésta
predomina sobre los valores de la voz en el uso y en la imaginación [...] y, en fin, una
oralidad mecánicamente mediatizada, por tanto, diferida en el tiempo y / o en el espa
cio» [P. Zumthor, 1991: 37].
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS1
Sólo mencionamos aquí las obras citadas. Para una amplia información bibliográfica
sobre el romancero me remito a obras monográficas como la de A. Sánchez Romeralo,
S. G. Armistead y S. H. Petersen [A. Sánchez Romeralo, 1980] o como los apéndices
bibliográficos elaborados por S. G. Armistead que acompañan los distintos Coloquios
Internacionales sobre el Romancero [S. G. Armistead, 1979b, 1989, 1990 y 1994], Para las
abreviaturas, remitimos a la primera entrada bibliográfica que contiene el título completo
de la obra y, entre paréntesis, la forma abreviada en que será citada en adelante.
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Se terminó de componer este libro
en los talleres de Gráficas Santa Teresa,
el día 7 de mayo, fiesta de San Estanislao,
obispo de Cracovia al que disgustaba
muy profundamente la tiranía
y así lo hizo saber
al monarca Boleslao II.