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Sálmacis y Hermafrodito Luego, la náyade guardó silencio y el joven (prevenido

de que lo observaba) se ruborizó, y aunque aún


ruborizado se veía hermoso, ignoraba lo que es el amor.
Y a la ninfa, que comenzó a pedirle besos sin fin, aunque
Sepan de donde proviene la mala fama de la fuente de sea inocentes, y ya intentaba abrazarlo, le dijo: “¿Me
Sálmacis, que debilita y reblandece los miembros que soltás? ¿O me escapo y dejo este lugar al igual que a
toca con sus aguas poco vigorosas. Es muy conocido su vos?” Entonces, Sálmacis espantada, y temerosa de
poder, pero pocos saben el motivo: perderlo para siempre, le concedió que ande libre por
allí y disimulando alejarse se escondió en una arboleda
Al niño nacido de Mercurio1 y de la diosa Venus2, lo de matorrales. Él, por su parte, como si no lo estuvieran
alimentaron las Náyades3 en las cavernas del Ida; tenía observando, jugueteaba en el agua con los pies y
un rostro hermoso, en el cual podía reconocerse a su pronto, cautivado por la tibieza de las aguas del lago, se
madre y a su padre, y también tomó el nombre de quitó la ropa. Sálmacis, ardió por el deseo de su cuerpo
ambos4. Este, al cumplir la edad de quince años, desnudo, y ya enloquecida, cuando vio que el joven
abandonó los montes del Ida, que lo habían alimentado, saltó ágilmente al agua, gritó “Gané y es mío”; y
comenzó a errar gozosamente por lugares desconocidos arrojando lejos su ropa, se introdujo en mitad de las
y a bañarse en los nuevos ríos que encontraba, como aguas y comienza a adueñarse del cuerpo que se le
una forma de calmar su fatiga. También visitó las resiste, a robarle besos que se le niegan, y a poner su
ciudades de Licia, donde dio con una laguna de agua mano por debajo y a tocar el pecho que no la desea. Lo
cristalina, libre de cañas y de juncos, como suelen tener envuelve por un lado y por el otro. Pero el joven resiste
los pantanos. Sin embargo, el borde estaba rodeado de y le niega a la ninfa su tan esperado placer; ella lo abraza
un vivo césped y de hierbas, las cuales eran habitadas estrechamente y le dice: “Aunque luches, malvado, no
por una ninfa, pero esta, al contrario de las demás, no se vas a escapar. Ordénenlo así, Dioses, y que ningún día
dedicaba ni a la caza, ni solía competir en carreras, ni separe a este de mí, ni a mí de éste”. Sus súplicas
utilizaba el arco y la flecha. Se cuenta que sus hermanas alcanzaron a los dioses: los cuerpos enredados de
solían decirle: “¡Sálmacis, agarrá la jabalina, y no solo ambos se unieron en uno solo. Ya no son dos, sino una
ocupés tu tiempo en descansar, también ocupalo en el figura doble, de modo que no puede ser llamado ni
duro trabajo de la caza!”. Pero sin hacer caso, Sálmacis mujer, ni joven, y no parece ni uno, ni otro, y parece uno
dedicaba su tiempo a bañarse en el lago o a peinarse los y otro.
cabellos y a hablar con su reflejo; otras veces se envolvía
en un manto transparente y se recostaba sobre hojas Cuando Hermafrodito vio que las aguas, en las que había
blandas a descansar, o se dedicaba a recoger flores. Por entrado como hombre, lo habían convertido en
casualidad, mientras hacía esto último, vio al joven y mediohombre, y también habían debilitado sus
rápidamente deseó poseerlo. Pero sin embargo, no se miembros, alzó las manos y dijo (aunque ya no con voz
acercó a él, pensando que primero debía verse hermosa. varonil): “Concedanlé a su hijo, que lleva el nombre de
Tomó su manto y dijo para sí: “Joven, que dignamente ambos, del padre y de la madre, un regalo: que
podés llegar a ser considerado un dios, y si lo fueras, cualquiera que llegue como hombre a estas fuentes,
podrías ser Cupido; pero si sos mortal cuanta felicidad y salga de ellas mediohombre y que se debilite con solo
fortuna que tienen tus hermanos, pero más felicidad tocar estas aguas”. Conmovidos el padre y la madre,
debe tener tu prometida, si considerás a alguna digna ratificaron las palabras de su hijo de doble figura y
del fuego matrimonial. Si es que tenés una, en ese caso, tiñeron la fuente con un impuro brebaje.
que nuestro placer sea clandestino; pero si no hay
ninguna, que sea yo, y que vayamos a la misma cama”.
(Versión adaptada por Iezzi Mauricio
de Metamorfosis IV 275-385, Ovidio)
1 Hermes
2 Afrodita
3 Ninfas del agua dulce
4
Hermafrodito

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