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. op aay ong ie, a CME RII ETIENNE GILSON LA FILOSOFIA EN LA EDAD MEDIA DESDE LOS ORIGENES PATRISTICOS HASTA EL FIN DEL SIGLO XIV. ARSENIO PACIOS Y SALVADOR CABALLERO SEGUNDA EDICION i - BDITORIAL GREDOS | INTRODUCCION La_religién cristiana ha entrado en contacto con la filosofia en el si- glo 1 de nuestra era, desde el momento en que hubo conversos de cultura gtiega. Seria posible remontarse mds arriba todavia y buscar qué nocio™\ .¢ nes de origen filoséfico se hallan en los libros del Nuevo Testamento, ae Cuarto Evangelio y las Epistolas de San Pablo, por ejemplo. Estas inves- tigaciones tienen su importancia, aun cuando quienes se entregan a ellas estan expuestgs | a muchos errores de perspectiva. El Cristianismo es una religién; al sar) a veces, ciertos términos filosoficos para expresar su fe, ) los escritores ‘Sagrados cedian a una necesidad humana, pero sustituian el antiguo sentido filoséfico de estos términos por un sentido religioso nue-¢, v6. Es este sentido el que se les debe atribuir cuando se les encuentre en libros cristianos. Tendremos frecuentes ocasiones de verificar esta regla a lo largo de la historia del pensamiento cristiano, y resulta siempre pe- ligroso olvidarla. Reducida a lo esencial, la religion cristiana se fundaba, desde sus co- mienzos, sobre la ensefianza de los Evangelios, es decir, sobre la fe en la persona y en la doctrina de Jesucristo. Los Evangelios de Mateo, Lucas y Marcos anuncian al mundo una buena nueva. Ha nacido un hombre en circunstancias maravillosas: se Iamaba Jestis; ha ensefiado que era el Mesfas anunciado por los profetas de Israel, e Hijo de Dios, y lo ha de- mostrado con sus milagros. Este Jestis ha prometido el advenimiento del reino de Dios para todos aquellos que se preparen a él con Ia observancia de sus mandamientos: el amor al Padre que est4 en los cielos; el amor mutuo de los hombres, hermanos desde ahora en Jesucristo e hijos del mismo Padre; la penitencia de los pecados; Ia renuncia al mundo y a todo Jo que es del mundo, por amor al Padre sobre todas las cosas. El mismo Jestis ha muerto en la Cruz para redimir a los hombres; su resurreccién hha demostrado su divinidad, y vendré de nuevo, al fin de los tiempos, para juzgar a los vivos y a los muertos y reinar con los elegidos en su reino. Ni una palabra de filosofia en todo esto. El Cristianismo se dirige 12 Introduccién al hombre para aliviarle de su miseria, mostrandole cudl es la causa de ésta_y ofreciéndole el remedio. Es una doctrina de salvacién, y por ello precisamente es una religién. La filosofia es un saber que se dirige a la inteligencia y le dice lo que son las cosas; Ia religién se dirige al hombre y le habla de su destino, ya sea para que se someta a él, como la religién griega, ya sea para que lo realice, como la religién cristiana. Por lo demés, ésa es la razén por Ja cual, influenciadas por Ia religién griega, las filoso- fias griegas son filosofias de la necesidad, mientras que las filosoffas in- fluidas por la religidn cristiana serdn filosofias de la libertad. Asi, desde el origen de esta historia, el resultado de su episodio central venfa decidido por la naturaleza misma de las fuerzas que debian crearlo, Este momento critico se situar4 hacia el fin del siglo x11, cuando el mundo occidental tenga que elegir entre el necesitarismo griego de Averroes y una metafisica de la libertad divina. La eleccién estaba hecha de antemano para todos cuantos profesaban Ia doctrina de Jesucristo. Mesfas de Dios, el tiltimo de los profetas de Israel, y el més grande, no hab{a venido a su- primir el Antiguo Testamento, sino a cumplirlo. Mantener y confirmar el ‘Antiguo Testamento era al mismo tiempo situar la historia del hombre, tal como la entenderian los cristianos, en el conjunto de la historia del mundo, tal como la habian entendido los judfos. La doctrina cristiana de Ja salvacién venfa a insertarse asi en una cosmogonja. En Ja cima de todo, Yahveh (Jéhovéh), que es Dios. Cuando Moisés le pregunta cudl es su nom: , Bue ese Dios le responde: «Yo soy el que soy», y afiade: «Hablards asf Jos hhijos de Israel: ef que es me envia a vosotros» (Exodo, III, 1215). Por fl hecho de que es, y de que es El que Es, este Dios es tinico. Yo-Soy es: Dios, y no hay otro Dios que El. En el principio, Yahveh creé el ciclo y la tierra, incluso el hombre; el mundo, que es obra suya, le pertenece y en él puede intervenir en todo momento, segiin su voluntad, De hecho, ro cesa de intervenir, goberndndolo por su providencia, escogiéndose ibrement, tun pueblo elegido al que promulga su ley y cuya historia conduce conte nuamente, castigando y premiando alternativamente, Porque nada oe oculta. Yo-Soy es un Dios vivo y todopoderoso que tiene el amma cn ee mano. Ninguna de sus obras puede sustraerse en nada oi nm momento a la vista de Aquel que las hace existir; £1 penetre nee ono” y los corazones; ni un acto, ni un pensamiento siguiers ve o> Tienes Gre buentsimo de los que le aman y de los que ana ws le eSCaPai Pa que ama, es también juez sin y su orden; penetrando el ciéndolo con dulzura, ella e: i 5 S quien re fri de las cosas, la estructura del mveren 9 a esol tos. Del mismo modo que ex y las pr lic desvela también el sentido de Sane ae Opiedades de los el, : lemen- q Pensamiento del sabio, ie ¢l comienzo, el medio y et tin 4 Introduccion 13 de los tiempos. Artifice de todos estas nica que las puede ensefiar. También sente al término de una investigacién igualmente el mundo de Dios. Este hecho capital, cw cosas, la Sabidurfa de Dios es la aqui, cualquier verdad que se pre- conducida por la razén humana, ¢ y la misma sabidurfa, no son sitio la obra y el don / yo olvido es fuente permanente de confusiones, debe ser para nosotros regla de interpretacién en el caso, en apariencg més complejo, del principio del Evangelio de Juan, Alli se ve aparecer, en efecto, toda una serie de términos y de nociones cuyas resonancias filoce ficas son innegables, y en primer lugar la del Logos o Verbo. En el prim cipio era el Verbo; estaba con Dios; todo ha sido hecho por El; en Bi estaba Ta vida, y la vida era la luz de los hombres, Esta nocién griega de Logos es manifiestamente de origen filoséfico, principalmente estoico, y > habia sido ya utilizada por Filén de Alejandria (muerto hacia el 40 después de J.C): Pero equé papel desempefia esta nocién en el principio del cuarto Evangelio? Puede admitirse, como con frecuencia se ha hecho, que una nocién filoséfica viene a ocupar aqui el lugar del Dios cristiano, imponien- do asi ala corriente del pensamiento cristiano una desviacién primitiva que, ya nunea sera capaz de enderezar. El momento es, pues, decisivo; Hele) nismo y Cristianismo estén desde entonces en contacto. ¢Cuil de ellos ha /“) i ro? P Sapanpamos gue el Helenismo hubiera triunfado entonces, Deberfa mos asistir a este acontecimiento de importancia ciertamente capital: una filosofia del Logos, que explica la formacién del mundo por la accién de ee supremo iteligible) que qui incluso ve en él un principio de Uberaién de salvacién, encuentra una secta judia que predica un Mesias, absorbe X ese Mesias y hace de él una manifestacién del Verbo. Los gnosticismos Gus han de saver serdn fruto de una operacin de este género, rove precisa- a Ja religin cristiana se negara tan firmemente a confundirse peered af ecsa(Gratl pues poaiblty) eel proauiatpestentel Evangelio on eee ee produjo. Fue exactamente todo lo contrario. Pactitnrionde Ja persons completa de Jesés; objeto-de'te-fe-erstiana, Sua \ Patter ote Per hGsoTos bara decirles-que-lo-que elles llamaban Lge? | aE vacley hacia ioe Ose Pee ea “Gue ha habitado entre nosotros, Ei-2i“ane ef Logos oe oe etl a espiritus en busca de una de tal modo que —escindalo intolerable para exptitus en busca de uns explicacién puramente especulativa del mundo— nosotros lo hemos visto ir que el Cristo es el Logos ms : oe ij entemente A. Puech: «Lo mismo qu Séifica, sino religiosa. Como dijo ““jianismo ha.tomado del Helenismo a en todas las nociones que el ee eee tesa 19 Pee eevee oS Pond Cara la interpretaci6n filoséfica de la fe,| © tee ee to constitutive de esta fe» " tds bien que de-un elemento consttuva 46 0 fe oa nocén El solo hecho de que la rei cade el tiempo del cuarto Evangelio no filoséfica de tanta imPorcontecimiento decisivo, Por lo mismo (y een dele, Por importante), Ta revelacién cristiana misma, con anteriori mucho, i Introduccién a toda especulacién teolégica y filoséfica, no solamente legitimaba, sino que imponia semejantes apropiaciones, Esta es la razén por la eual nece: sariamente debia resultar de ello una especulacién teologica y filosdfica. Afirmar que, en cuanto Logos, el Cristo es Dios, que todo ha sido hecho en El y por El, que El es Ja vida y Ja luz de los hombres, era como re- clamar anticipadamente no sélo una teologia del Verbo, sino también una metafisica de las Ideas divinas y una noética de la iluminacién. Esto, que es valido para el Evangelio de San Juan, lo es también para las Epistolas de San Pablo, judio de nacimiento, pero originario de Tarso. en Cilicia, que era una ciudad abierta a las influencias griegas; Pablo ha cofdo con seguridad «diatribas» estoicas, de Jas que ha conservado el tono vehemente y determinadas expresiones; pero también aqui encontramos algo mas que reliquias de metafisicas anteriores; dos o tres ideas sim- ples, casi brutales, en todo caso fuertes, y que son otros tantos puntos de Partida. En primer lugar, una cierta nocién de la Sabiduria cristiana, Pablo earnce la existencia de la sabiduria de los filésofos griegos, pero la com que es una locura para Ja razén: dena eh nombre de una Sabiduria nueva, fa fe en Jesucristo: «Los judifos exigen milagros y los griegos buscan la fa; nosotros, en cambio, predicamos un Cristo crucificado, escdn- sabidurié du Ship para los judios y necedad para los gentiles, pero para aquellos que tae ido Iamados, sean judfos 0 griegos, poder de Dios y Sabiduria de sen porque la locura de Dios es més sabia que la sabiduria de los hom- pres, y la debilidad de Dios es més fuerte que Ja fuerza de los hombres» (1 Cor, I, 2225). De este doble ataque, ‘el que se dirige a los fildsofos tendr prolongado eco durante la Edad Media, tanto més cuanto que San Pablo Prepite varias veces (1 Cor, I, 21; Il 5, 8). Sobre la sabiduria humana, y Jo repifedola a necedad, esté la locura de la predicacién, Sabidurfa que salva. ste alegato contra la sabiduria griega no era, sin embargo, una con- @enacién de la raz6n. Subordinado_a | conocimiento natural_no da excluido. Por el contrario, en un texto que serd citado constante- oirie en la Edad Media (Rom, J, 19-21), y del que el mismo Descartes se aprovecharé para legitimar su empresa metafisica, San Pablo afirma que los hombres tienen de Dios un conocimiento natural suficiente para jus- fifcar Ia severidad eterna para con ellos: «pues Ja célera de Dios estalla desde lo alto del cielo contra toda impiedad y toda injusticia de los hom- ‘cuales, por su injusticia, retienen cautiva la verdad; ya que lo bres, los i jue se puede conocer de Dios, esté manifestado entre ellos; Dios se 1o ha Aisnifestado. En efecto, sus perfecciones invisibles, su eterno poder y di- Vinidad se han hecho visibles a la inteligencia, desde la creacién del mun- Yo, por medio de sus obras», Sin duda, lo que San Pablo quiere probar agut es que los paganos son inexcusables; pero lo establece en virtud del sigiiente principio: la raz6n puede, mediante la inteligencia y partiend Gel espectéculo de las obras divinas, conocer Ja existencia de Dit ve Sterno poder, y otros atributos més que no nombra. HOS, Sh \+ Introduccién 15 La tesis no era L nueva, ya que se enct cl libro de la Sabiduria (XIII, 5-9); pero, filésofo cristiano el deb ‘uentra explicitamente afirmada en , gracias a San Pablo, desde ahora er de admitir que es posible para mundo exterior. Otro texto de la Epistola a los Romanos obligaba, de manera semejante, @ admitir que todo hombre encuentra en su concienela cl conocimiento natural de la ley moral (Rom, I, 14-15); Bis indicaciones de alcance esencialmente religioso en’ el texto de ne Epistolas, pero cuyas férmulas era Fomos Uutilizadas después por numerosos autores cristianos. Tal, sobre todo, la distincién del alma (psyché, anima) y el soplo (pnenmna, spiritus), que més tarde servird de base a muchas especulaciones psicologicas ins. Piradas en Ja primera Epistola a los Tesalonicenses, V, 23. Asi, pues, asis. timos aqui, sencillamente, a otra de estas apropiaciones filosdficas, de las cuales San Juan acaba de darnos un ejemplo tan notable. De igual manera que San Juan dice a los paganos: «lo que vosotros lamdis Verbo es nues- tro Cristo», San Pablo dice a los estoicos: «lo que vosotros lamdis Sabi- durfa es nuestra fe en Cristo, y esa conciencia de que vosotros tanto ha- blais rinde homenaje al Cristo, sin saberlo», Estos puntos de contacto no permiten descubrir la introduccién de ningin elemento griego en la sus: tancia de la fe cristiana; la persona del Cristo y el sentido de su misién no se ven afectados por ello en modo alguno; los acontecimientos que el Evangelio refiere y la doctrina que ensefia seguirén siendo, en su integri- dad primitiva, la materia sobre la que se va a ejercer la reflexién de los Padres y de la Iglesia. Se=llama*literatura»patristica, en sentido amplio, al conjunto de las obras cristianas que datan del tiempo de los Padres de la Iglesia; pero no todas tienen a los Padres de la Iglesia como autores, y ni siquiera se en- cuentra rigurosamente precisado este titulo. En un primer sentido, designa a todos los escritores eclesidsticos antiguos muertos en Ja fe cristiana y en comunién con Ia Iglesia; en sentido estricto, un Padre de la Iglesia debe presentar cuatro caracteres: ortodoxia doctrinal, santidad de vida, apro- bacién de la Iglesia, antigiiedad relativa (hasta el fin del siglo 111, aproxie 2s p> madamente). Cuando falta la nota de antigiiedad, si el escritor ha repre-, sentado de manera eminente Ja doctrina de la Iglesia, recibe el titulo de Doctor de la Iglesia; pero el uso autoriza a Hamar Padres a los mas anti- guos de entre ellos, hasta Gregorio Magno; en Ia Edad Media se desig- haba a todos con el titulo de Sancti. Cuando se distingufa a los «santos» de los «filésofos», se entendia que se hablaba de los Doctores de la Iglesia. En 1298, Bonifacio VIII elevé al rango de Doctor de Ja Iglesia a Ambrosio, Agustin, Jeronimo y Gregorio Magno. Muchos stros, como Tomas de Aqui- son relativamente recientes; Buenaventura recil este titulo de Six- rey ya en.1587, Recordemos que el Doctor de Ia Iglesia no es infalible, y gue cuando yerra no habla como Doctor. Por debajo de los Doctores de Pr Sglesia estén los Escritores eclesidsticos, cuya autoridad doctrinal es R - parE yom — wd Introduccion no ser irreprochable, pero | mucho menor y cuya ortodoxia puede, incluso, que son testigos antiguos e importantes de la tradicién; Origenes y Eusebio le Cesarea pertenecen a este grupo. Estas precisiones son de origen mo- Gerno la Edad Media, si bien no colocaba a todos estos autores ch el mismo ién precisa. Al nivel, tampoco los distribufa con arreglo a una clasificacit hablar de la actitud de'los Padres griegos y de los Padres latinos respecte de la filosofia, incluiremos juntamente, bajo esta denominacién comtin, a } Joe Eseritores eclesidsticos y a los Doctores de la Iglesia. BIBLIOGRAFIA Se encontraré una excelente introduecién estudio de estos problemas en Aimé Puncit, Histoire de la littérature erecate ion iene depuis tes origines jusaw'd Ia fin TAMIV! sidele, t. I, Le Nouveau Testament, Paris, Les Belles Lettres, 1928 (para un cont plemento bibliografico, oP. cit ‘Sr Histoire littéraire)—J. LEDRETO, Ker origines du Pavis, 1919-—C. Toussarst, L'Hellénisme ef Yapdtre Paul, Yogme de ta Trinité, 4° 0% Soames. Prat, Le théologie de ‘Saint Paul, 62 ed., Paris, 1924. | I

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