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Iglesias y Conventos de Quito
Iglesias y Conventos de Quito
Con edificios que datan de 1534, un recorrido por las iglesias con museos de Quito en su casco
antiguo se asemeja a remontarse al tiempo en que el catolicismo era la fuerza más importante
– religiosa o no – en Ecuador.
Tan importantes son las estructuras religiosas de la ciudad que existe una ruta de iglesias, y una
calle apodada “de las siete cruces” que pasa a la vera de siete cruces de piedra ubicadas al
frente de algunos de los templos más importantes de la ciudad. Para algunos, eje de la
procesión católica que se realiza en Semana Santa, esta vía es una buena manera de
experimentar la arquitectura, historia y cultura de la ciudad.
Otra forma de hacer esto es visitar los museos que se encuentran en muchas de estas
maravillosas iglesias, monasterios y conventos, revelando las historias detrás de su
construcción, leyendas y decenas de esculturas y pinturas centenarias.
Puede visitar San Francisco, con su ilustre historia y una diabólica leyenda sobre una de sus
piedras desaparecidas. Hay también la iglesia y monasterio de San Agustín, habitada por
monjes vestidos con atuendos tradicionales, y Santo Domingo con gloriosas capillas y una
letanía de obras de arte.
La Basílica ofrece una vista fabulosa de la ciudad desde sus torres neogóticas, sobre las cuales
descansan gárgolas que representan a animales ecuatorianos, y Santa Catalina es el lugar para
comprar curas naturales hechas por las monjas (donde quizás quieras probar suerte sobre una
banca que supuestamente incrementa tus chances de concebir).
Por último, El Carmen Alto no sólo está llena de maravillosas pinturas y esculturas restauradas,
sino que cuenta trae a la vida todas sus historias en su museo.
Sus torreones blancos, su plaza empedrada y las ráfagas de palomas volando por doquier son
verdaderos iconos de Quito. El museo adyacente revela sus muchos secretos e idiosincrasias. El
mayor complejo religioso de América Latina, la iglesia de San Francisco y el orden religioso
franciscano han tenido y siguen teniendo un profundo impacto sobre la tradición católica del
país.
Construida en 1535, San Francisco fue la primera iglesia de Quito, y la base desde la cual los
monjes franciscanos evangelizarían a los indígenas locales. Es hogar de las multitudinarias
celebraciones de Viernes Santo durante Semana Santa, el punto de partida y de llegada de la
icónica procesión Jesús del Gran Poder, escoltada por “cucuruchos” encapuchados y penitentes
que cargan cruces y se disfrazan como Jesús.
El complejo religioso es una impresionante estructura que contiene alrededor de 4.000 objetos
de arte, incluyendo esculturas, pinturas y mueblería. El museo contiene 250 obras de artistas
como Miguel de Santiago, Caspicara y Legarda.
En el siglo XIV, durante la construcción del complejo, un famoso mestizo con el nombre de
Cantuña fue pedido por el sacerdote de la ciudad revestir el atrio principal de la iglesia con
piedras. Aunque se tratara de un trabajo muy extenso, Cantuña la aceptó con inesperada
ligereza. Pasaron los días y a Cantuña no parecía preocuparle la fecha de entrega… hasta el día
antes de que ésta se cumpliera… Oró a Dios por ayuda. Pero Dios estaba ocupado, y no
respondió por más que le implorara el pobre mestizo.
Viendo que Dios se había negado a contestarle, Cantuña se volvió hacia el Diablo, que ni corto
ni perezoso ofreció un contrato: terminaría el Atrio a cambio de su alma. Cantuña aceptó,
agregando su propia cláusula: que si el Diablo y sus pequeños ayudantes diabólicos no
hubieran terminado de colocar cada ladrillo hasta la primera campana a las 6 am, el trato se
cancelaría.
El diablo estuvo de acuerdo, a sabiendas que sus demonios eran los mejores trabajadores que
el universo hubiera conocido. Firmaron el acuerdo. Mientras trabajaban las criaturas, Cantuña
caminó por entre ellos y sin que nadie se diera cuenta, sacó una piedra de una pared,
deslizándola bajo su poncho.
A las 6 am, el Diablo orgulloso le preguntó si deseaba despedirse de su alma, pero cuando la
campana empezó a sonar, fue el hombre el que se rió, diciéndole al Diablo que mirara con
mayor atención a sus paredes.
Había una sola piedra que faltaba, y al sonar de la campana, el contrato se rompió. Cantuña
había derrotado al Diablo, y hoy, el muro, sin su piedra desaparecida, recuerda este encuentro
entre un quiteño y el mal.
No te lo pierdas: Casa Gangotena ofrece a los huéspedes una visita exclusiva al coro de la
iglesia, donde podrás subir hasta el campanario accesible sólo para los frailes y campaneros.
Es conocido por las flores frescas y coloridas que adornan el patio, aportando exuberancia a la
solemne y tranquila atmósfera del interior. Entrando por una puerta de piedra tallada al puro
estilo barroco español, la iglesia se compone de varios altares, con obras de Miguel de
Santiago, uno de los artistas más importantes de la historia del país, que vivió en el monasterio
durante muchos años, buscando refugio del mundo exterior.
También hay brillantes ejemplos de claroscuro en la arquitectura, utilizando luz natural y las
sombras para definir y crear un ambiente de recogimiento.
¿Sabías qué…?
Los monjes, todavía vestidos con túnicas tradicionales de siglos pasados, mantienen y cuidan
las pinturas en las paredes revestidas de pan de oro, lo cual habla del lujo y riqueza del pasado.
Dominando una de las plazas más significativas de Quito, la iglesia y convento de Santo
Domingo cuenta con una historia ilustre. Construido por monjes dominicos, todo el complejo
fue modernizado en 1880 por un sacerdote italiano, dándole algunas adecuaciones neoclásicas
a su arquitectura.
Aparte de su gran patio, lleno de árboles que atraen a las aves más bonitas de la urbe, Santo
Domingo es mejor conocido por su hermoso ícono de la Virgen del Rosario, traída desde
Sevilla, España. En 1586, el fraile Pedro Bedón esculpió y pintó un cuerpo de obras de arte
importantes para el complejo. Al mismo hombre se le atribuye haber sido uno de los ejes de la
Escuela de Arte de Quito.
Dentro del museo se exhiben obras de Diego de Robles, el artista que creó la Virgen de
Guápulo y la Virgen del Quinche. Su alto relieve de San Pío V y San Antonio de Florencia son
algunas de las obras sobresalientes de la iglesia. El museo, por otra parte, es un tesoro de obras
de los escultores más eminentes de la ciudad, como “Santo Domingo de Guzmán” por el Padre
Carlos, el “San Juan de Dios” de Caspicara y “San Tomás de Aquino” de Bernardo Legarda.
¿Sabías qué…?
En octubre de 2016, el blanco del exterior de la iglesia fue utilizado como lienzo para un arte
completamente diferente: una hermosa iluminación durante la Fiesta de la Luz, en la que los
colores, patrones y animaciones que se proyectaron sobre las paredes ofrecieron una
emocionante exhibición de creatividad y tecnología.
La Iglesia de Santo Domingo cuenta con diez hermosas capillas laterales en su interior.
Uno de los edificios religiosos más extraordinarios del casco histórico de Quito es la Basílica, la
cual irrumpe del paisaje de la ciudad como ningún otro edificio con sus dos torres de reloj que
se levantan gloriosamente hacia el cielo.
En la cripta, existe un panteón que contiene los restos de varios de los jefes de estado más
ilustres del país.
El ápice de la visita, sin embargo, está a través de la puerta trasera del santuario. Subiendo las
escaleras (empinadas y no aptas para quienes sufren de vértigo) uno llega al techo de la
construcción, atravesándolo a lo largo de las vigas.
Desde aquí, sales por una de las torres, donde te encontrarás con una de las vistas más
espectaculares de la ciudad.
Desde 74 m de altura hasta los 115m de la parte más alta, podrás disfrutar de la metrópolis,
rodeada de verdes montañas y volcanes. Una vista digna de un templo celestial, podríamos
decir.
Empezando como santuario para 30 mujeres de estatus social acomodado: hijas o nietas de
conquistadores españoles, o viudas de presidentes o jueces, sigue siendo un espacio sagrado
para las monjas, que sólo tienen contacto con el mundo exterior a través de los tornos y los
diversos manjares y menjurjes que venden al público.
Estas monjas de clausura no sólo cantan y rezan todo el día. Lejos de ello, hacen vinos y
tratamientos para las dolencias de sus feligreses, con ingredientes naturales como ajo y
eucaliptos para la tos, así como otros para el corazón, e incluso para tratar el cáncer.
Aunque el museo adyacente cuenta con una oferta algo escasa, una atracción del complejo es
el banco con poderes mágicos: se dice que si una mujer se sienta sobre él, estará próxima a
quedar embarazadas.
Uno de los hechos destacables de Santa Catalina es que los restos del ex presidente Gabriel
García Moreno quedaron aquí por más de 80 años, después de ser asesinado en 1875.
Según las leyendas locales, el mismo cadáver fue al principio almacenado en un edificio
cercano, ahora un restaurante llamado Café Díos No Se Muere después de su asesinato.
Este pequeño restaurante es un excelente lugar donde hacer escala luego de caminar la ciudad.
Con sus excéntricos propietarios que sirven comida estilo Nueva Orleans y una buena selección
de vinos y cerveza artesanal, la historia del lugar cobra vida mientras cenas sobre las vetustas
planchas de madera crujientes que forman el suelo del lugar.
Otro convento de larga data en el casco histórico de Quito es Carmen Alto, concluida su
construcción en 1653.
Hasta el día de hoy, todavía pertenece a las monjas carmelitas enclaustradas que viven al otro
lado de sus muros, quienes rara vez se aventuran al mundo exterior. La vida en el convento fue
una vez considerada austera y se sabe que las antiguas monjas practicaban la autoflagelación.
El convento fue construido sobre los terrenos de Mariana de Jesús, la primera santa de
Ecuador. Todos los días iba a la iglesia vecina de La Compañía y rezaba por la salvación del
Ecuador, en un momento de terremotos altamente destructivos, al final renunciando a su vida
por la causa.
Según la leyenda, en el momento en que Mariana murió, en la esquina del jardín del convento
brotó un impresionante lirio blanco, con un hermoso aroma que llenaba el barrio. Las raíces de
la planta estaban cubiertas de sangre.
El complejo está ubicado a la altura de una de las Siete Cruces, una ruta que pasa por los siete
edificios religiosos más importantes del casco colonial.
Alrededor de 400 piezas se encuentran en el museo, algunas datan del siglo XVI, entre ellas
pinturas al óleo, esculturas, piezas en metales preciosos, así como una exposición de la vida
cotidiana de las monjas de clausura de épocas pasadas.
Al igual que sus compañeras monjas en Santa Catalina, las hermanas de Carmen Alto
fermentan vino elaborado con uvas chilenas en grandes barricas de roble. Los ingresos van
hacia el mantenimiento del convento y la restauración de su impresionante catálogo de obras
de arte.
MUSEOS DE QUITO
El casco colonial de Quito es un museo viviente. Recorrer sus calles es encontrar imponentes
edificaciones, pero también pequeños reductos que guardan miles de piezas arquitectónicas,
arqueológicas, bibliográficas y artísticas. La agencia EFE destaca en un reportaje algunas de las
obras que se pueden encontrar en el centro histórico.
De los 80 museos y casas patrimoniales en Quito, entre ellos el Museo Nacional, el mayor
repositorio de la memoria histórica del país, Fabián Amores, director general del colectivo
Mediarte, calcula que unos 15 están en el casco colonial, patrimonio cultural de la Unesco
desde 1978.
Museo de San Francisco: Dentro del Convento homónimo, este complejo arquitectónico de 3,5
hectáreas, cuya construcción tardó algo más de 100 años, tiene tres galerías y ocho salas de
exposición. Se puede recorrer también los dos claustros principales del convento, el coro, las
torres del campanario y su antigua cervecería.
l Museo de San Francisco contiene una de las mejores colecciones de arte religioso colonial, es
quizás uno de sus ejemplos más emblemáticos junto con la Iglesia de la Compañía de Jesús. Sus
obras, de los siglos XVII al XIX, pertenecen a la famosa Escuela Quiteña de artistas como Miguel
de Santiago, Manuel Chili "Caspicara" o Bernardo de Legarda. De este último es la "Virgen
inmaculada de Quito" (1734), que se aprecia en el altar mayor de la iglesia.
Otra de las obras más importantes expuesta en el Museo de San Francisco es "La negación de
Pedro" (S. XVII), de autoría anónima y conformada por dos esculturas cuyas cabezas fueron
realizadas sobre cráneos humanos.