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Wayur
Wayur
Entregado por
Sergio Estiven Chica Gallego
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Grupo: 100003_4
Había una vez un joven llamado Tomás. Tomás era una persona muy apasionada la
psicología y estaba tratando de comprender la importancia de la inteligencia emocional y
social en la construcción del bienestar de las personas.
Un día, mientras caminaba por el parque, Tomás vio a un niño llamado Lucas. Lucas
siempre se sentaba solo en un banco, mirando tristemente a los demás niños que jugaban
juntos. Tomás al ver esta situación decidió acercarse y entablar una conversación con el
niño. Este comenzó a preguntarle a Lucas sobre cómo se sentía y si algo no le agradaba.
Lucas al ver la amabilidad del Tomás, empezó a abrir su corazón lentamente y le conto que
se sentía solo y excluido porque no sabía cómo hacer amigos. Tomás sonrió y le explicó
que la inteligencia emocional y social podría ayudarlo a superar esas dificultades. En los
días siguientes, Tomás pasó tiempo con Lucas, enseñándole sobre la empatía, la escucha
activa y la expresión de emociones. Juntos, practicaron cómo reconocer las emociones en
los demás y cómo responder de manera adecuada. Tomás le dijo a Lucas que se vieran en el
parque para que este se uniese o aprovechara las diferentes actividades que allí hacían,
además que quería presentarlo con otros niños y le enseñó cómo iniciar conversaciones.
Con el pasar de los días, Lucas fue haciéndose más confiable y apacible en su lugar. Al
hacerse más consciente de lo que eran sus emociones y sus habilidades sociales, el con la
ayuda que Tomas le había brindado fue capaz de comprender las emociones de los demás y
como comunicarse con ellos de manera más efectiva. Rápidamente, Lucas hizo muchos
amigos y ya no se sentía solo.
Tomás estaba feliz de ver cómo la inteligencia emocional y social había transformado la
vida de Lucas. También se dio cuenta de que su propio bienestar también se había mejorado
al ayudar a otros. Se sintió agradecido por tener la oportunidad de aplicar lo que había
aprendido en su estudio de psicología en la vida real. Desde ese día, Tomás se dedicó a
promover por que es importante la inteligencia emocional y social en la construcción del
bienestar de las personas. Siguió ayudando a otros a desarrollar estas habilidades, sabiendo
que cada pequeño gesto de bondad y comprensión podía marcar una gran diferencia en la
vida de alguien.
Y así, Tomás y Lucas demostraron que la inteligencia emocional y social pueden ser
poderosas herramientas para construir el bienestar individual y crear conexiones
significativas con los demás.