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Castellana y Literatura

Tema 2. LA NOVELA A PRINCIPIOS DE SIGLO. PÍO


BAROJA Y MIGUEL DE UNAMUNO.


Los autores modernistas y los del grupo del 98
fueron los primeros en renovar el género narrativo con
nuevos enfoques y estilos. A partir de 1914, la
generación novecentista, opuesta a la anterior, siguió
la línea intelectualista de las primeras vanguardias
europeas. Estos escritores, defensores de un arte
puro, persiguieron ante todo una renovación formal
que hiciera de la novela un mundo autónomo. En sus
relatos utilizaban un estilo CUIDADO, daban entrada a
la ironía y reflejaban el proceso del pensamiento de los
personajes, aspectos que también tuvieron en cuenta
los narradores de vanguardia.

Los acontecimientos políticos que se suceden en


España desde finales de los años veinte ( fin de la
dictadura de Primo de Rivera, II República y Guerra
La narrativa realista de finales del siglo XIX reflejaba Civil) provocaron un cambio de actitud en los
un mundo socialmente estable dominado por unos escritores. Se abrió paso a una estética de
principios morales duraderos. A partir de la crisis de fin rehumanización y la novela se trasformó (al igual que
de siglo, la nueva realidad histórica y social del siglo los demás géneros) en un medio de exponer conflictos
XX hizo que los narradores convirtieran los conflictos humanos de todo tipo, incluidos los de contenido
internos y existenciales del ser humano en tema social y político.
principal de sus novelas.

La novela del Modernismo y de la Generación del 98

La renovación estética del Modernismo, del lenguaje poético, se extiende a la prosa y la novela. Sus temas y
actitudes coinciden con los de la poesía. La sensualidad, la idealización y estilización de la realidad son la base
de las Sonatas de Valle-Inclán y de Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, cimas de la prosa modernista por la
acumulación de recursos retóricos y sensaciones, su evasión de la realidad cotidiana y su atmósfera de nostalgia
y melancolía.

La Generación del 98 conserva aspectos modernistas significativos (como la renovación del lenguaje, la
descripción impresionista, la evocación nostálgica y la idealización del paisaje), reacciona contra el estilo
«vulgar» del Realismo y recoge, en unos casos, el legado temático e ideológico del Naturalismo (Baroja), en
otros, la enorme carga intelectual y existencialista del pensamiento alemán (Unamuno) y, en otros, las formas de
una nueva sensibilidad basada en la precisión lingüística o las evocaciones nostálgicas del Romanticismo
(Azorín).

Otros novelistas de la época dignos de mención, además de los citados Unamuno, Baroja,Valle-Inclán y
Azorín, son Concha Espina, en la tendencia realista, Eduardo Zamacois y Felipe Trigo, en la novela erótica, y
Wenceslao Fernández Flórez, en la tendencia lírica o en la del humor.

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La novela del Novecentismo

Aunque unos críticos, denominan novecentistas y Generación del 14 a algunos ensayistas (Ortega y Gasset,
Eugenio d’Ors o Gregorio Marañón) y novelistas (Pérez de Ayala, Gabriel Miró o Gómez de la Serna), otros
opinan que estos autores no son sino continuadores del Modernismo, que en unos casos depuran
intelectualmente la expresión literaria (Miró y Ayala) y en otros avanzan en la ruptura hacia el Vanguardismo
(Gómez de la Serna).

Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala

Gabriel Miró (1879-1930), alicantino, es el más fiel continuador del Modernismo en la acumulación de
sensaciones y la idealización del paisaje. Sus novelas, más que construcciones argumentales, responden al
objetivo de convertir lo que se percibe en el arte de la palabra. Destacan sus obras Las cerezas del cementerio
(1910), El abuelo del rey (1912), Nuestro Padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926).

Ramón Pérez de Ayala (1880-1962), asturiano, combina a la perfección el simbolismo modernista con la
actitud intelectual novecentista en sus novelas más importantes: Belarmino y Apolonio (1921), Tigre Juan
(1926) y su continuación, El curandero de su honra (1926). Anteriormente, había publicado novelas de carácter
autobiográfico: A.M.D.G. (1910) o Troteras y danzaderas (1913).

La novela vanguardista

En términos estéticos, la novela vanguardista se identifica con el formalismo y la experimentación. Entre 1910
y 1930, bastantes escritores, acordes con Europa, analizan la teoría de la novela, sus problemas técnicos y
practican una nueva novela que rompe ataduras con la existente entonces, jugando con la realidad y la fantasía,
con la inverosimilitud y la incongruencia, con las estructuras y la sintaxis.

Ramón Gómez de la Serna

Estas características son evidentes en Gómez de la Serna. A su visión del mundo como un territorio desordenado
en el que no hay jerarquía de valores, el escritor propone un modo de orden posible a través de la literatura, pero
se trata de una literatura libre configurada por la greguería.

Por eso, la greguería está en la base de su arte narrativo desde sus primeras novelas (El doctor inverosímil,
1914; La viuda blanca y negra, 1917; El incongruente, 1922, o La quinta de Palmira, 1923), pero se acentúa,
coincidiendo con la literatura deshumanizada, a partir de El torero Caracho (1926), a la que siguen La mujer de
ámbar (1927), El caballero del hongo gris (1928), La Nardo (1930), ¡Rebeca! (1936) y su obra maestra, El
hombre perdido (1946).

La novela de la Generación del 27


Influidos por la vanguardia europea y por las teorías de Ortega y Gasset (1925) sobre el arte nuevo,
«deshumanizado», y sobre la novela –incapaz, según él, de encontrar nuevos temas y necesitada, para su
recuperación, de otros ingredientes, como la exigencia formal–, los autores de la Generación del 27 realizan un
tipo de novela que renueva las estructuras, se construye sobre una base metafórica y, por tanto, evasiva del
entorno, y practica el juego y la experimentación. Su único compromiso lo tiene con el arte, en la línea de
Gómez de la Serna. No todos los novelistas de la época, sin embargo, optan por esta solución. Por eso, deben
señalarse dos tendencias: la novela vanguardista y la novela realista y social.

La novela vanguardista

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Esta novela está acorde con la estética ya señalada, que, desde una intensa subjetividad y abstracción y
desde una actitud intelectual y formalista, busca la experimentación.

Conviene recordar a Benjamín Jarnés y sus novelas El profesor inútil

(1926), Paula y Paulita (1929) y Locura y muerte de nadie (1929); a Antonio Espina con Pájaro pinto (1927) y
Luna de copas (1929); a Pedro Salinas y Víspera del gozo (1926); y, sobre todo, en sus obras iniciales, a Max
Aub con Geografía (1923), Fábula verde (1933) y Luis Álvarez Petreña (1934); a Francisco Ayala con los
cuentos de El boxeador y un ángel (1929) y Cazador en el alba (1930); y a Rosa Chacel con Estación, ida y
vuelta (1930).

La novela realista y social

Contrasta con la anterior. Hacia 1930 aparecen algunos novelistas comprometidos con la situación política son:
revolucionarios románticos que escriben una literatura de testimonio y denuncia. La figura capital es Ramón J.
Sender (1902-1982), que inicia esta tendencia con Imán (1930), a la que siguen Siete domingos rojos (1932), La
noche de las cien cabezas (1932) y Mr.Witt en el Cantón (1935). En el exilio escribe una obra amplia, con títulos
valiosos como Epitalamio del Prieto Trinidad (1942), El rey y la reina (1947) o Réquiem por un campesino
español (1953). Al lado de Sender hay que recordar a César Manuel Arconada, con La turbina (1930), Joaquín
Arderíus, con Campesinos (1931) y Andrés Carranque de Ríos, con La vida difícil (1935).

Miguel de Unamuno (1864-1936) Los temas que más preocupan a Unamuno son los
siguientes:

- El problema de España. Al preocuparse por


la esencia de lo español , diferenció entre historia
e intrahistoria. Para Unamuno el verdadero
carácter del pueblo se manifiesta en la
intrahistoria, es decir, la vida silenciosa de
millones de hombres sin historia

- El problema religioso. El ser humano, según


Unamuno, tiene terror a la nada y desea existir
eternamente, por eso necesit un Dios que
garantice su perdurabilidad después de la muerte
Miguel de Unamuno fue una figura intelectual clave .Identifica, por tanto la necesidad religiosa con el
en su tiempo rector de la Universidad de ansia de inmortalidad. Toda su vida fue una
Salamanca, cultivó casi todos los géneros lucha entre el deseo de creer y la falta de fe.

- El problema de la identidad. Unamuno distingue entre lo que uno es y lo que desea ser. Para él la
personalidad humana, es obra de la imaginación. Por eso se pregunta ¿qué son más verdad, los seres
reales o los de ficción? Unamuno los equipara y piensa que los de ficción son superiores porque pueden
soslayar la muerte.

Unamuno renovó el género novelístico, y con el fin de justificar las innovaciones que introdujo, inventó la palabra
nivola para denominar su modelo narrativo, que se caracteriza por:

• La desnudez expresiva: no aparecen descripciones ni pintura de costumbres.


• La importancia que se concede al diálogo.
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• La presencia de un protagonista individual, personaje agonista, en lucha con la idea de la muerte.
• La concepción de la novela como un método de conocimiento aplicado, sobre todo a la búsqueda de
soluciones frente al ansia de no morir
• La reinterpretación del concepto de Realismo (mezcla personajes reales con los de ficción, interpola
relatos…)
• La estructura abierta, con posibilidad de varias interpretaciones, que exigen la participación de un lector
activo e inteligente.
• El anticipo de algunos rasgos de la narrativa contemporánea como el monólogo interior.

Su primera novela fue Paz en la guerra que trata el tema de las guerras carlistas y tiene un trasfondo
autobiográfico. Amor y Pedagogía cuenta la historia de don Avito Carrascal, que fracasará en su intento de
educar a su hijo según las más modernas técnicas pedagógicas. Niebla se refiere a los problemas existenciales
de Augusto Pérez quien, abrumado por sus fracasos amorosos decide suicidarse y al comunicárselo a Unamuno
descubre su realidad de ente ficticio y suplica a su creador que no lo mate. Abel Sánchez cuenta la historia de
un hombre que lucha contra su constante tendencia al odio y la envidia. La tía Tula tiene como tema central las
ansias de maternidad de una mujer virgen. Y San Manuel Bueno, mártir obra maestra de la literatura española y
prototipo de nivola, se centra en la vida del cura rural don Manuel Bueno.

Pío Baroja (1872-1956)


Fue un escritor prolífico que centró su labor en la
novela, si bien es también escritor de ensayos,
teatro y varios volúmenes de memorias. Su visión
pesimista del mundo se refleja en los argumentos
de sus personajes y sus libros.

Escribió casi cien obras, sesenta y seis de las


cuales son novelas, que agrupó de forma arbitraria
en trilogías.

Podemos distinguir tres etapas en su producción literaria:

Primera etapa: Es la de mayor creatividad y vitalismo. Pertenecen a ella obras como Camino de perfección; la
trilogía La lucha por la vida: La busca, Mala hierba y Aurora roja; El árbol de la ciencia, Zalacaín el
aventurero o Las inquietudes de Shanti Andía,entre otras. Son las novelas en las que se refleja mejor la
personalidad de Pío Baroja, y las que expresan más claramente el espíritu del grupo del 98 y la crisis de fin de
siglo. Presentan una serie de personajes que intentan buscar sentido a su existencia; algunos son seres en
conflicto consigo mismos y con el medio, que acaban sucumbiendo; otros son hombres de acción que sueñan
con la libertad.

Segunda etapa: decae su capacidad creadora, repite moldes narrativos anteriores y carga sus narraciones con
divagaciones ideológicas. Lo más interesante de este periodo es la serie Memorias de un hombre de acción,
que cuéntalas aventuras de un antepasado del autor, Eugenio de Avinareta, conspirador y guerrillero del siglo
XIX.

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Tercera etapa: Baroja ya no creo nada nuevo. Desaparecen de sus escritos la fuerza crítica y los ataques a la
sociedad. Destacan sus memorias, tituladas Desde la última vuelta del camino, escritas con gran sinceridad.

Aunque se le ha reprochado un cierto descuido en la forma de escribir, la crítica actual valora su estilo a la luz
de sus ideas sobre la novela:

- La novela es un género abierto, que como la propia vida se va haciendo a sí misma.

- Defiende la libertad absoluta del novelista y considera que las principales cualidades de la novela
deben ser la naturalidad, la amenidad, el ritmo dinámico y la captación del ambiente.

- En sus obras no hay una estructura precisa, una progresión de la acción, o un desenlace claro. Es
frecuente que componga sus narraciones a partir de de una serie de episodios dispersos unidos por la
figura del personaje principal.

- Los personajes son proyección de sus ideas sobre el mundo y su falta de fe en el ser humano: son
seres inadaptados que se oponen al ambiente social en el que viven, pero carecen de fuerza para
enfrentarse.

- El ritmo de las narraciones es rápido y ágil. Se consigue a través de una acción trepidante, la aparición
continua de nuevos personajes, la abundancia de escenas dialogadas y de rápidos cambios de
escenario, y mediante el recurso del suspense.

- Prefiere la frase breve, las descripciones impresionistas y una “retórica de tono menor”, cuyas notas
dominantes son la sencillez, la claridad, la precisión.

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