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Poder Judicial de la Nación

CAMARA CIVIL - SALA J

En la Ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, a los


5 días del mes de abril del año dos mil veintiuno, reunidas en acuerdo
las señoras juezas de la Sala “J” de la Excma. Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil, para conocer en los recursos de apelación
interpuestos en los autos caratulados: “Hermosilla, Pedro Hugo y
otros c/ Godoy, Carlos Alberto y otros s/ daños y perjuicios”
(expte. 99.611/2010), respecto de la sentencia dictada, el tribunal
estableció la siguiente cuestión a resolver:
¿ES JUSTA LA SENTENCIA APELADA?
Practicado el sorteo, arrojó como resultado que el orden
de votación debía realizarse en el siguiente orden: señoras juezas de
cámara doctoras Gabriela Mariel Scolarici - Beatriz AliciaVerón.

A la cuestión propuesta, la Dra. Gabriela Mariel Scolarici


dijo:
I. La presente causa se origina en la demanda entablada
por Pedro Hugo Hermosilla, Gloria Isabel Meneses y Flora Zambrana
Mercado de Meneses, por apoderado, contra Carlos Alberto Godoy y
Daniel Oscar Londero, por los daños y perjuicios sufridos en el
incidente de tránsito ocurrido el 22 de noviembre de 2008,
aproximadamente a las 19 hs., en el kilómetro 26 de la Autopista
Panamericana, cuando circulaban a bordo del automóvil marca Fiat
Duna, dominio CUU-757 y fueran embestidos por una camioneta
Toyota Hilux, que al darse a la fuga no pudo ser individualizada,
ocasionando la detención del motor de su vehículo.
Refieren los accionantes que ante la situación señalada el
coactor Pedro Hugo Hermosilla encendió las balizas del automóvil,
colocó las balizas reglamentarias y con sus brazos dio aviso a los
otros vehículos que circulaban por la autopista.

Fecha de firma: 05/04/2021


Firmado por: MARIANO CARLOS GIGLI, SECRETARIO DE CAMARA
Firmado por: BEATRIZ ALICIA VERON, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: GABRIELA MARIEL SCOLARICI, JUEZ DE CAMARA

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Que a los pocos minutos de la detención el automóvil
resultó nuevamente embestido en la parte trasera izquierda por el
rodado marca Chevrolet Corsa, color gris, patente FHC, conducido
por el Sr. Carlos Alberto Godoy.
Expresan que como consecuencia del segundo impacto el
rodado del Sr. Hermosilla fue desplazado hacia los carriles de
circulación lenta (la derecha), abriéndose la puerta trasera derecha, y
siendo expulsada la Sra. Gloria Isabel Meneses, quien se había
quitado el cinturón de seguridad instantes previos para contener a su
madre (Flora Zambrana Mercado Meneses), que se encontraba en una
situación de crisis de nervios.
Dicen también que, al caer al pavimento, si bien la Sra.
Gloria logró levantarse, resultó inevitablemente atropellada por el
vehículo, Renault 9, dominio SSX-586, conducido por Daniel Oscar
Londero.
II. La sentencia de primera instancia rechazó la demanda
entablada contra Daniel Oscar Londero y su aseguradora Federación
Patronal Seguros S.A., con costas por su orden. Así también, y
dejando establecido que los conductores de los vehículos Fiat Duna
(actora) y el Chevrolet Corsa (codemandado Godoy) son responsables
en forma concurrente y en partes iguales por la ocurrencia del
siniestro, hizo lugar a la demanda contra Carlos Alberto Godoy y
Paraná S.A. de Seguros (en la medida del seguro), condenando a los
mencionados a abonar a Gloria Isabel Meneses la suma de $74.850.-;
a Flora Zambrana Mercado de Meneses la suma de $47.350.- y Pedro
Hugo Hermosilla la suma de $36.900.- con más los intereses, según la
forma que prescribe, y las costas del proceso.
Del decisorio apelaron la representación de la parte
actora y de la codemandada Carlos Alberto Godoy y la citada en
garantía Paraná S.A. de Seguros. Corrido el traslado fueron

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contestadas por todas las partes intervinientes las quejas de su


contraria.
En el marco de las Acordadas 31/20 y concs de la CSJN,
se dictó el llamamiento de autos, providencia que se encuentra firme,
quedando de esta manera los presentes en estado de dictar sentencia.
III. Como previo y con relación al derecho aplicable,
debo señalar que, si bien a partir del 1 de agosto de 2015 ha entrado
en vigor el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, los hechos
ventilados en el sub lite (y por ende, la constitución de la obligación
de reparar) han acaecido durante la vigencia del Código Civil
derogado. Por consiguiente –y con excepción de ciertas normas
puntuales de la nueva legislación que resultan inmediatamente
aplicables, según se expondrá en cada caso-, la cuestión debe juzgarse
a la luz de la legislación derogada, que mantiene ultraactividad en este
supuesto (art. 7 Código Civil y Comercial de la Nación, vid. Roubier,
Paul, “Le droit transitorite. Conflit des lois dans le temps”, Dalloz,
Paris, 2008, p. 188/190; Kemelmajer de Carlucci, Aída, “La
aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y situaciones
jurídicas existentes”, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2015, p. 158).
IV. Por una cuestión de orden metodológico daré
tratamiento en primer término a los agravios en los que se cuestiona la
responsabilidad que les asigna la sentencia.
Los argumentos de las apelantes giran esencialmente
sobre la base de entender, la demandada y su asegurada, que en el
caso hubo culpa exclusiva del coactor Hermosilla en tanto que “luego
del primer impacto el actor solo se atuvo a detener el vehículo y
quedar sus ocupantes en el interior del mismo, sin colocar las luces
traseras y delanteras en señal de baliza centellante o alguna otra forma
de señalización ni realizar ninguna otra advertencia sobre su
detención”, siendo –a su entender- la detención del vehículo la que
creó y generó en el seno mismo de una autopista de alto tránsito un

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riesgo abrupto, impensado, imprevisto y sorprendente. Respecto a la
conducta de la coactora Meneses argumenta que el hecho de quitarse
el cinturón de seguridad para ayudar a su madre fractura –al menos
parcialmente- el nexo causal con las lesiones que sostiene padecer.
Por su parte, los accionantes sostuvieron la
responsabilidad de los demandados por considerar que los únicos dos
rodados que participaron del accidente fueron el Chevrolet Corsa,
conducido por Godoy y el Renaul 9 conducido por Londero, mientras
que el resto del tráfico vehicular pudo disminuir su velocidad y
desplazarse hacia carriles laterales.
V. 1. En primer lugar, es dable destacar que, en el terreno
de la apreciación de la prueba, el juzgador puede inclinarse por lo que
le merece mayor fe en concordancia con los demás elementos de
mérito que puedan obrar en el expediente, siendo ello, en definitiva,
una facultad privativa del magistrado.
Los jueces no se encuentran obligados a seguir a las
partes en todos los planteamientos, ni evaluar la totalidad de los
elementos probatorios agregados al expediente, sino que sólo deben
hacer mérito de aquéllos que crean conducentes y de las articulaciones
que juzguen valederas para la resolución de la litis. (CSJN Fallos 258:
304; 262:222; 272: 225; 278:271 y 291: 390 y otros más).
2. En los supuestos regidos por el art. 1113, segundo
párrafo, segunda parte del Código Civil derogado, opera una
presunción de causalidad. Tal es el criterio que inspiró a la Excma.
Cámara de Apelaciones en lo Civil, en el fallo plenario, autos "in re"
"Valdés E. c./ El Puente SAT s/ daños y perjuicios"(10 de noviembre
de 1994).
En este sentido, cabe recordar que a partir del
pronunciamiento recaído en los autos "Empresa Nacional de
Telecomunicaciones c/ Provincia de Buenos Aires y otro", del 22 de
diciembre de 1987 (LL 1988-D, 295), la Corte Suprema de Justicia de

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la Nación sostuvo que “la sola circunstancia de la existencia de un


riesgo recíproco no excluye la aplicación de lo dispuesto en ese
precepto legal que regula lo atinente a la responsabilidad civil por el
hecho de las cosas, y, de tal suerte, en supuestos como el sometido a la
consideración del Tribunal, se crean presunciones concurrentes como
las que pesan sobre el dueño o guardián, quienes deben afrontar los
daños causados a otro salvo que prueben la existencia de
circunstancias eximentes. Por lo demás, la invocación de una
neutralización de los riesgos no resulta de por sí suficiente para dejar
de lado los factores de atribución de responsabilidad que rigen en ese
ámbito”.
Como puede advertirse la Corte Federal admitió la teoría
de las presunciones concurrentes de causalidad, ya aceptada por
prestigiosa doctrina (Alterini, "Presunciones concurrentes de
causalidad en la colisión plural de automotores", LL 1988-D, 296;
Kelmemajer de Carlucci, en Belluscio "Código Civil Comentado,
Anotado y Concordado", t.5, p. 492; Trigo Represas,
"Responsabilidad civil por accidentes de automotores", tomo 2-b, p.
433 y ss.; Brebbia. "Problemática jurídica de los automotores", t. I, p.
263 y ss; Mosset Iturraspe, "Responsabilidad por daños", t. II-B, p.45,
nº 208).
La parte actora, a tenor de lo expuesto, debe probar el
perjuicio sufrido y el contacto material para tener por configurada la
relación causal adecuada (doctrina adoptada por el art. 1726 del
CCCN). Es decir, acreditado el contacto material se hacen operativas
las presunciones de causalidad a nivel de la autoría y adecuación de
las consecuencias que pesan sobre el dueño o guardián de la cosa
riesgosa.
El demandado, por su parte y para desligarse de la
responsabilidad que se le imputa, debe acreditar la configuración de

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alguna de las eximentes previstas: el hecho de la víctima de un tercero
por quien no deba responder, caso fortuito o fuerza mayor.
Para que el hecho de la víctima o la de un tercero tenga
aptitud para cortar el nexo de causalidad debe aparecer como la única
causal del daño y revestir las características de imprevisibilidad e
irresistibilidad propias del caso fortuito o fuerza mayor. Por otro lado,
dichas eximentes pueden obrar como concausa del daño lo que limita
la responsabilidad del demandado.
3. En el caso de autos se encuentra reconocida la
existencia del contacto material entre los rodados, aunque las partes
discrepan respecto de la mecánica del accidente y de la atribución de
responsabilidad.
Es sabido que la jurisprudencia ha establecido una
presunción hominis de responsabilidad contra el conductor que
embiste a otro con la parte delantera de su coche, lo cual se tiene por
sucedido si uno de los vehículos presenta deterioros en su parte frontal
o delantera y el otro en su costado o atrás (Trigo Represas, Félix –
López Mesa, Marcelo, Tratado de responsabilidad civil, La Ley,
Buenos Aires, 2011, TV, p. 789 y 790).
Además, el carácter de embestidor mecánico es un
indicador de que se ha violado la norma que manda a tener en todo
momento el control del vehículo para prevenir accidentes (Mosset
Iturraspe, Jorge, “Colisión desde atrás, un caso dudoso. ¿Eximente o
culpa concurrente?”, LL 1994-C, 215).
A tenor de lo expuesto, y sobre la base del
reconocimiento respecto de la existencia del hecho corresponde hacer
operativas las presunciones de causalidad y responsabilidad que
establece el art. 1113 2° párrafo 2° parte del CC (actual arts. 1757 y
1769 del CCCN).
Los elementos que surgen de la causa penal agregada a
los presentes en copias certificadas en autos (ver fs. 285/655) dan

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cuenta que los vehículos involucrados transitaban por Autopista


Panamericana en sentido a provincia; que el rodado marca Chevrolet
(propiedad del codemandado Godoy) se encontraba detenido sobre el
primer carril de la mano rápida y que sobre el tercer carril se
encontraba detenido el vehículo Renault 9 (conducido por el
codemandado Londero) y el Fiat Uno, propiedad del coactor
Hermosilla se encontraba se encontraba sobre el primer carril de la
mano lenta, presentando daños en el baúl –completamente hundido-,
paragolpe dañado y rueda trasera del lado del conductor.
El perito ingeniero mecánico designado de oficio
dictamina sobre la mecánica de los hechos que la detención del
vehículo de la actora se produce como consecuencia de un impacto de
la camioneta marca Toyota y que posteriormente se produce una
segunda colisión, donde el rodado Chevrolet Corsa con su parte
frontal impacta sobre la parte trasera izquierda del Duna, originándole
un movimiento rototraslatorio hacia la derecha. Agrega que, como
consecuencia del impacto se produce la apertura de la puerta trasera
derecha y sale despedida del automóvil la pasajera que estaba sentada
en el asiento trasero del lado derecho.
Solicitado al perito que aclare si el contacto entre el
vehículo Renault 9 y el peatón fue inevitable (fs. 738), el experto
expresó que no se ha podido determinar la distancia real del Renault 9
respecto al vehículo Fiat Duna cuando percibe la situación de riesgo
(ver fs. 740/741).
4. El esfuerzo argumental de los apelantes gira: para la
codemandada y su citada en garantía, sobre la idea de que en la
producción del evento dañoso hubo negligencia de la accionante luego
de producida la colisión con la camioneta Toyota y, para la parte
actora, en que el accidente se produjo como consecuencia de que los
demandados Godoy y Londero carecieron del control de sus
respectivos rodados.

Fecha de firma: 05/04/2021


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No obstante que las pruebas producidas en autos
acreditan la existencia del evento dañoso, ciertamente no esclarecen la
forma en que se produjo el siniestro. En este sentido el peritaje
mecánico realizado por el ingeniero designado de oficio se sustenta
sobre los dichos de las partes y de las actuaciones tramitadas en sede
represora que no brindan, a mi modo de ver, sostén fáctico suficiente
como para esclarecer la cuestión traída a juzgamiento.
Por otra parte, los dichos del testigo Ángel Héctor Barca,
quien declaró haber visto lo sucedido mientras circulaba por el lugar a
bordo de su rodado marca Renault 12 y advirtiera que un vecino suyo
sufriera un accidente y que, por tal razón, aminoró la marcha para
detenerse en la banquina, no logran formar convicción. Ello así, pues,
más allá de la llamativa casualidad de poder reconocer a vecinos
suyos mientras circulaba por una autopista de alto tránsito, no puede
soslayarse que el declarante -advertido del accidente desde que la
camioneta colisiona con el auto del actor- se quedó observando
pasivamente todo lo demás sucedido, siendo que se trató de un evento
que se produjo en secuencias o períodos de tiempo suficientemente
extensos como para que diera lugar a la posibilidad de que prestara
alguna colaboración en la emergencia para evitar el segundo impacto
o embestida del tercer vehículo (Renault 9) a la persona de la coactora
Meneses; circunstancias éstas que no se advierten de su declaración.
5. En el expediente quedaron eficazmente demostrados
los extremos que pesaban sobre la parte actora, esto es, el daño y la
relación de causalidad, en un caso donde los demandados embistieron
el rodado de la actora con la parte frontal del vehículo a su cargo.
No obstante, ciertamente no puede dejar de ponderarse
también que la parte actora se encontraba detenida en un lugar
altamente peligroso como consecuencia de un choque previo con una
camioneta que no ha sido identificada, interponiéndose en la línea de
marcha de los rodados que circulaban por la autopista.

Fecha de firma: 05/04/2021


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En el caso, la víctima debió extremar las medidas de


seguridad, pues se encontraba sometido a condiciones de muy alta
exposición al riesgo, dado que se hallaba detenido su rodado en un
lugar que no ofrecía protección material alguna y particularmente
vulnerable a cualquier vector de fuerza externa (conf. C.N.Civ., esta
Sala, 15/4/2010, Expte. Nº 114.354/2003 “Rendón, Juan Carlos
c/Mazzoconi, Laura Edith s/ daños y perjuicios” Ídem 5/10/2010
Expte. 93611/2007 “Agüero Carlos Leandro c/ Paradela Maximino
s/daños y perjuicios” ídem id, 18/11/2014, Expte. Nº 12.780/2007
“Eguez Hilda Beatriz y otros c/ Mejias Fernando Marcelo y otros).
Sin perjuicio de la constante aplicación en materia de
accidentes de tránsito del riesgo creado, el hecho de un tercero que no
resultó identificado y la actitud asumida por la víctima no resultan
ajenos al caso sometido a juzgamiento, pues, a mi entender, debe ser
tenida en cuenta como causal interruptiva del nexo causal para liberar
total o parcialmente a los sindicados como responsables.
En efecto, del análisis del material probatorio analizado
en conjunto estimo que la conducta llevada adelante por los
protagonistas tuvieron incidencia causal en la producción del
siniestro.
Ello así, pues, desde mi punto de vista entiendo que
resulta incorrecto pensar que por la sola circunstancia que los rodados
de los demandados hayan sido secuencialmente los embestidores del
vehículo de la actora y en la persona de la coactora Gloria Isabel
Meneses, quede comprometida per se su responsabilidad en el evento
dañoso, en tanto que en este tipo de cuestiones no puede desatenderse
que, desde el marco de la causalidad física y desde la perspectiva
humana, el eje continúa siendo la previsibilidad de las consecuencias
del obrar, por lo que mal puede tenerse por presumida la adecuación a
ciertas consecuencias dañosas, en tanto no se trata de juzgar meras

Fecha de firma: 05/04/2021


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probabilidades, lo que “pudo” acontecer, sino de determinar lo que
concretamente acaeció en el sub examine.
En el caso, aun cuando los rodados de los demandados
resultaron ser embestidores, considero que la posición de riesgo fue
creada en la anterior colisión, cuando un tercero que no fue
identificado (Toyota Hilux) dejó detenido al automotor de la actora en
un lugar de suma peligrosidad, imponiendo a los demás
automovilistas que circulaban por el lugar a esforzar maniobras
riesgosas para sí y para terceros, máxime cuando no se probó que los
demandados hubieran tenido un margen de tiempo razonable como
para maniobrar de manera de evitar el impacto, como tampoco que en
la ocasión los conductores no hubieran tomado los recaudos de
seguridad indicados por el lugar, circularan a velocidad impropia o
estuvieran desatendidos como para poder sortear una eventual
emergencia; exigencia que impone extremar los cuidados en la
conducción de una autopista en las que las velocidades permitidas de
circulación resultan relativamente elevadas.
En síntesis, luego de realizar un análisis hermenéutico del
material probatorio en su conjunto, concluyo que la conducta del
tercero no identificado como del demandado Godoy tuvo decisiva
incidencia causal en la producción del siniestro, pues aun cuando el
demandado resulta responsable por haberse acreditado que con su
rodado impactó el sector trasero del automotor en el que viajaban los
accionantes, entiendo también que resulta un elemento esencial para la
decisión del caso sometido a juzgamiento el riesgo propio que genera
el choque previo de la camioneta Toyota que obligó la detención
inadecuada del rodado del actor, dejando a los reclamantes en una
posición sensiblemente peligrosa en el segundo carril rápido de la
autopista, por lo que habré de confirmar la eximición parcial de su
responsabilidad por haberse acreditado la concurrencia del extremo
previsto en el art. 1113 del Código Civil entonces vigente (actual art.

Fecha de firma: 05/04/2021


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1731 del CCCN), considerando ajustada la proporción por la que el


Sr. Juez de grado exime de responsabilidad al codemandado Carlos
Alberto Godoy.
Tocante a los agravios que hacen al rechazo de la
demanda contra el codemandado Londero, conductor del Renault 9,
considero que los dichos del testigo Hugo Mario Caminos, en cuanto
expresa haber visto “un auto rojo detenido sobre el segundo carril
rápido y escucha un fuerte impacto pudiendo notar que un auto color
gris colisiona al auto rojo y lo desplaza hacia la derecha, por lo cual
directamente frena en la banquina, en ese instante observa que una
femenina se levanta de la cinta asfáltica y ve algunos autos que la
eluden, es embestida por un Renault 9”, informan con elocuencia que,
después de producida la segunda colisión, el desenlace del evento
dañoso resultó, cuanto menos, alocado y precipitado como para que el
conductor del Renault 9 tuviera la posibilidad de anticipar
adecuadamente una maniobra apropiada para la emergencia; ello así
porque, aun cuando otros vehículos hayan logrado esquivar a la
accionante, no puede desatenderse las circunstancias propias que
rodearon el accidente y que significaron una sorpresiva e inevitable
dificultad que condicionó al demandado Londero a realizar una
efectiva maniobra que permitiera evitar el contacto con la coactora
Gloria Isabel Meneses.
Por lo demás, agrego a lo ya expuesto que, desde mi
punto de vista, si bien es cierto que estrictamente si se parte el análisis
del caso desde la doctrina de la conditio sine qua non, resulta
indudable que el demandado Londero “aportó” la causalidad para
ocasionar los daños a la accionante, no puede soslayarse que la
activación causal del evento inicialmente se produjo cuando la actora
procedió a desabrochar su cinturón de seguridad luego del choque del
vehículo no identificado y encontrándose aún en un lugar de alta
peligrosidad, circunstancia que, junto con el posterior impacto del

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automóvil marca Chevrolet Corsa, resultaron la causa adecuada del
daño. Por lo que, más allá de las argumentaciones brindadas en sus
agravios respecto de la que la víctima no se encontraba caminando por
la autopista, comparto en lo sustancial la solución arribada por el Sr.
Magistrado de la anterior instancia.
Por las razones expuestas, propongo al acuerdo la
desestimación de los agravios de ambas partes recurrentes.
VI. A) Incapacidad sobreviniente
La sentencia fijó la suma de $80.000.- a favor de Gloria
Isabel Meneses y la de $45.000.- para Flora Zambrana Mercado de
Meneses.
Se agravian la demandada y la citada en garantía de la
procedencia del reclamo y la actora de los montos fijados por
considerar que son reducidos.
En primer lugar, es dable señalar que la protección a la
integridad de las personas y el derecho a la reparación integral se
encuentra respaldada en tratados internacionales que integran el
sistema constitucional en función del art. 75 inc. 22 de la Constitución
Nacional, entre las cuales podemos citar al art. 21 punto 2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, al expresar que
ninguna persona puede ser privada de sus bienes excepto mediante el
pago de indemnización justa. Asimismo, el art. 5 del mismo cuerpo
normativo, de jerarquía constitucional, ampara el derecho a la
integridad personal al expresar que toda persona tiene derecho a que
se respete su integridad, física, psíquica y moral (Bidart Campos,
“Manual de la Constitución Reformada” t° II, pág. 110, Ed. Ediar) El
derecho al resarcimiento y a la reparación del daño se encuentra
incluido entre los derechos implícitos (art. 33 CN) especialmente si se
tiene en cuenta que otras normas como el art. 17 y el 41 CN refieren
casos específicos (C.N.Civ., Sala L, 15/10/2009, “L., S. y otro c.
Hospital Británico y otro s/daños y perjuicios”, E.D. 09/02/2010, Nº

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12.439, Id, esta Sala, 10/8/2010 expte. Nº 69.941/2005 “Gutiérrez,


Luis Alfredo y otro c/ Luciani, Daniela Cyntia y otros s/ daños y
perjuicios”).
Estos principios fueron receptados en el nuevo
ordenamiento sobre la base de la doctrina y jurisprudencia ya
elaboradas y teniendo en mira, precisamente, la incorporación de las
normas de rango constitucional y convencional.
Así, el art. 1737 del Código Civil y Comercial de la
Nación da una definición genérica y abarcativa del concepto de daño:
hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por
el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el
patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva.
En particular, el art. 1738 determina que la
indemnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio de
la víctima, el lucro cesante en el beneficio económico esperado de
acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de
chance. Incluye especialmente las consecuencias de la violación de
los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad personal,
su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que
resultan de la interferencia en su proyecto de vida. Específicamente en
relación con el principio de resarcimiento integral, el art. 1740 Cod.
Civ. y Com. establece que la reparación del daño debe ser plena,
restituyendo la situación del damnificado al estado anterior al hecho
dañoso, sea por el pago en dinero o en especie.
En concreto, el art. 1746 del nuevo texto legal establece
pautas para la indemnización por lesiones o incapacidad física o
psíquica, total o parcial, admitiendo la presunción de la existencia de
los gastos médicos, farmacéuticos y por transporte que resulten
razonables en función de la índole de las lesiones o la incapacidad.
Como se señalara, aun cuando esta normativa no se
aplique al caso de autos, que será analizado conforme a la ley vigente

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al momento del hecho dañoso, condensa los criterios ya aceptados en
la materia.
Asimismo, cabe señalar que la incapacidad sobreviniente
está representada por las secuelas o disminución física o psíquica que
queda luego de completado el período de recuperación o
restablecimiento; produciéndose entonces para la misma un quebranto
patrimonial indirecto, derivado de las limitaciones que presenta al
reanudar sus actividades habituales y al establecerse su imposibilidad
-total o parcial- de asumirlas y cumplirlas adecuadamente. La
incapacidad económica -o laborativa- sobreviniente se refiere a una
merma de aptitudes que sufre el individuo para obtener lucros futuros,
sea en las tareas que habitualmente suele desempeñar o en otras, es
decir, una chance frustrada de percepción de ganancias ..." (Trigo
Represas, Félix A. - López Mesa, Marcelo J.; "Tratado de la
responsabilidad civil", La Ley, Bs. As., 2006, vol. "Cuantificación del
Daño", p. 231 y ss.).
Tal el criterio de nuestra Corte Suprema, que ha sostenido
que cuando la víctima resulta disminuida en sus aptitudes físicas o
psíquicas en forma permanente, esta incapacidad debe ser objeto de
reparación, al margen de lo que pueda corresponder por el menoscabo
de la actividad productiva y por el daño moral, pues la integridad
física tiene por sí misma un valor indemnizable y su lesión
comprende, a más de aquella actividad económica, diversos aspectos
de la personalidad que hacen al ámbito doméstico, cultural o social
con la consiguiente frustración del desarrollo pleno de la vida
(C.S.J.N., Fallos: 308:1109; 312:2412; 315:2834; 318:1715; Idem.,
08/04/2008, “Arostegui Pablo Martín c. Omega Aseguradora de
Riesgos del Trabajo S.A. y PametalPeluso y Compañía”, L. L. 2008-
C, 247).
Sentado ello, con relación a la coactora Gloria Isabel
Meneses el peritaje médico realizado por la Dra. Viviana Inés Sánchez

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da cuenta que a causa del accidente la accionante tiene secuelas por


fracturas de tobillo y clavícula derecha con angulación hasta 10º y
acortamiento menor de un centímetro y cervicalgia post-traumática
que le genera una incapacidad del 17, 09 %, lesiones que se relaciones
en forma directa con el evento dañoso (ver fs. 668/677).
Con relación a la coactora Flora Zambrana Mercado el
dictamen pericial da cuenta que el accidente le causó secuelas en
forma de fractura de tobillo con limitación funcional del 8% y cicatriz
de mano derecha, que le representa una incapacidad del 9,84%.
Si bien el peritaje fue objeto de observaciones e
impugnaciones considero que ha sido debidamente fundado en
circunstancias científicas y de hecho coherentes, sin evidenciar errores
o discordancias valorables por la suscripta, con apoyo bibliográfico,
por lo que no advierto razones como para apartarme de sus
conclusiones, máxime con las explicaciones brindadas por la experta a
fs. 700/701 que aportan mayor claridad a las consideraciones
expuestas en su peritaje (art. 477 del Código Procesal).
En el aspecto psicológico el peritaje realizado por la
Licenciada en Psicología Verónica Bonsignore dictamina que la Sra.
Gloria Isabel Meneses el accidente tiene la suficiente entidad para
causar en la nombrada un estado de perturbación emocional
compatible con el daño psíquico, compatible con Trastorno de
Ansiedad Generalizado de estado leve que le genera una incapacidad
del orden del 14 %.
Respecto a la coactora Flora Zambrana Mercado de
Meneses la experta concluyó que “el hecho traumático ha tenido la
suficiente subjetividad para evidenciar un estado de perturbación
emocional compatible con el daño psíquico”, presentando un cuadro
compatible con Trastorno por estrés pos traumático que le ocasiona
una incapacidad del 11 %.

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En función de lo reseñado precedentemente habré de
concluir que los reclamos son procedentes, como así también que en
función de las secuelas incapacitantes de carácter permanentes que
padecen las accionantes; los porcentajes de incapacidad dictaminados
por la perita médica -como elemento meramente indicativo no
determinante del monto a reconocer- y las circunstancias personales
de cada una de las víctimas: en el caso de la coactora Gloria Isabel
Meneses, de 44 años al momento del accidente, de profesión ama de
casa, casada y madre de dos hijos de 23 y 20 años con los cuales
convive y con relación a la coactora Flora Zambrana Mercado de
Meneses, de 76 años al momento del accidente, de estado civil viuda
y profesión ama de casa, considero que los montos fijados en el
decisorio para cada uno de ellos, en función del principio de
reparación plena y lo dispuesto en el art. 165 del Código Procesal
resultan reducidos, por lo que propicio su elevación a $1.000.000.- a
favor de Gloria Isabel Meneses y a $680.000.- a favor de Flora
Zambrana Mercado de Meneses.
B) Consecuencias no patrimoniales
La sentencia fijó como indemnizatorio del denominado
“daño moral” la suma de $30.000.- a favor de Gloria Isabel Meneses y
la de $20.000.- a favor de Flora Zambrana Mercado de Meneses.
Los agravios de las partes hacen a las cantidades
asignadas por entender: la actora que reducido y la demandada y la
citada en garantía que son elevadas.
Con respecto a los agravios vertidos en torno a la cuantía
del “daño moral”, actualmente denominado consecuencias no
patrimoniales -contempladas en el art. 1741 del Código Civil y
Comercial- las que se producen cuando existe una consecuencia lesiva
de naturaleza espiritual, aun cuando la norma no resulte aplicable a
este ilícito, puede ser tomada como pauta doctrinaria orientativa de su
cuantificación.

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Desde una concepción sistémica -en donde la


Constitución constituye el vértice o núcleo- el Derecho tutela intereses
trascendentes de la persona, además de los estrictamente
patrimoniales. (Tobías, José W, “Hacia un replanteo del concepto (o el
contenido) del daño moral” L. L. 1993-E, 1227 - Responsabilidad
Civil Doctrinas Esenciales Tomo III, 33; C. N. Civ., esta Sala,
25/02/2010, Expte. Nº 87.802/2000 “Valdez Sandra Noelia c/ Urbano
Alberto Daniel y otro s/ daños y perjuicios”; Ídem., Id. 15/04/2010,
Expte. 114.354/2003 “Rendon, Juan Carlos c/Mazzoconi, Laura Edith
daños y perjuicios”, entre otros).
Este instituto se aplica cuando se lesionan los
sentimientos o afecciones legítimas de una persona que se traducen en
un concreto perjuicio ocasionado por un evento dañoso. Dicho en
otros términos, cuando se perturba de una manera u otra la
tranquilidad y el ritmo normal de vida del damnificado, sea en el
ámbito privado, o en el desempeño de sus actividades comerciales.
Con atinado criterio se ha expresado que el daño
patrimonial afecta lo que el sujeto tiene, en cambio, el daño moral
lesiona lo que el sujeto “es” (Matilde Zavala de González,
“Resarcimiento de Daños”, Presupuestos y Funciones del Derecho de
Daños, t. 4, págs. 103, 1143 y “El concepto de daño moral”, JA del 6-
2-85; C. N. Civ., esta Sala, 23/6/2010, expte. 26720/2002 “Pages
Mariano José c/ Laudanno Andrés Fabián y otros s/ daños y
perjuicios”; Idem., id., 15/04/2010, expte. 114.354/2003 “Rendon,
Juan Carlos c/ Mazzoconi, Laura Edith daños y perjuicios”; entre
otros).
Por lo demás, es dable señalar, que la procedencia y
determinación de este daño no está vinculada a la existencia o entidad
de los perjuicios materiales, pues media interdependencia entre tales
rubros, que tienen su propia configuración (conf. Llambías, Jorge J.,
“Tratado de Derecho Civil, Obligaciones, Tº I, p. 13, ed. Abeledo

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Perrot; CSJN., 06/10/2009, “Arisnabarreta, Rubén J. c/ E. N. (Min. de
Educación y Justicia de la Nación) s/ juicios de conocimiento”; Ídem.,
07/11/2006, “Bianchi, Isabel del Carmen Pereyra de c/ Buenos Aires,
Provincia de y Camino del Atlántico S.A. y/o quien pueda resultar
dueño y/o guardián de los animales causantes del accidente s/ daños y
perjuicios”, Fallos 329:4944; Id., 24/08/2006, “Ferrari de Grand,
Teresa Hortensia Mercedes y otros c/ Entre Ríos, Provincia de y otros
s/ daños y perjuicios”, Fallos 329: 3403; Id., 06/03/2007, ORI,
“Mosca, Hugo Arnaldo c/ Buenos Aires, Provincia de (Policía
Bonaerense) y otros s/ daños y perjuicios”, Fallos 330: 563, entre
muchos otros).
Asimismo, el art. 1741 del CCyCN in fine establece que
“el monto de la indemnización debe fijarse ponderando las
satisfacciones sustitutivas y compensatorias que pueden procurar las
sumas reconocidas” delimitando la actividad jurisdiccional y
acentuando sus funciones reparatorias.
En otras palabras, el monto del resarcimiento debe
permitir procurarse un placer que compense o sustituya el displacer
sufrido, criterio que jurisprudencialmente se viene aplicando de
manera inveterada por nuestros tribunales.
En cuanto a su valuación, cabe recordar lo señalado por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el sentido de que: El
dolor humano es apreciable y la tarea del juez es realizar la justicia
humana; no se trata de una especulación ilícita con los sentimientos
sino de darle a la víctima la posibilidad de procurar
satisfacciones equivalentes a lo que ha perdido.
Señaló nuestro Máximo Tribunal que "Aun cuando el
dinero sea un factor muy inadecuado de reparación, puede procurar
algunas satisfacciones de orden moral, susceptibles, en cierto grado,
de reemplazar en el patrimonio moral el valor que del mismo ha
desaparecido. Se trata de compensar, en la medida posible, un daño

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consumado (.). El dinero es un medio de obtener satisfacción goces y


distracciones para restablecer el equilibrio en los bienes
extrapatrimoniales. El dinero no cumple una función valorativa
exacta, el dolor no puede medirse o tasarse, sino que se trata
solamente de dar algunos medios de satisfacción, lo cual no es igual a
la equivalencia. Empero, la dificultad en calcular los dolores no
impide apreciarlos en su intensidad y grado, por lo que cabe sostener
que es posible justipreciar la satisfacción que procede para resarcir
dentro de lo humanamente posible, las angustias, inquietudes, miedos,
padecimientos y tristeza propios de la situación vivida" (CSJN,
12/4/2011, "Baeza, Silvia Ofelia c/ Provincia de Buenos Aires y
otros", RCyS, noviembre de 2011, p. 261, con nota de Jorge Mario
Galdós) (conf CNCiv, Sala A 17/7/2014 “R. M. B. c/ Banco
Supervielle S.A. s/ daños y perjuicios” del voto del Dr. Sebastián
Picasso; cita: MJ-JU-M-88578-AR | MJJ88578 | MJJ88578).
El criterio fijado por la actual legislación de fondo, aun
cuando el hecho sea anterior a su vigencia, la cuantía indemnizatoria
debe fijarse conforme dicha pauta orientadora.
En virtud de lo expuesto considero que en función de las
circunstancias fácticas que rodearon el accidente la procedencia de
ambos reclamos resulta incuestionable, como así también que las
afecciones que debieron padecer los reclamantes durante el tiempo
que duró su recuperación, como así también las zozobras e
inquietudes que presumiblemente debió provocarles el accidente y los
demás vivencias que debieron provocarle un intenso sufrimiento
espiritual, circunstancias que me llevan a concluir que los montos
fijados la sentencia son reducidos, por lo que en función al principio
de reparación plena propongo su elevación a $400.000.- a favor de
Gloria Isabel Meneses y $300.000.- (art. 165 del Código Procesal y
1740 del CCyC).
VII. Tasa de interés

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La sentencia dispuso que a las cantidades por la que
prospera la demanda deberá adicionar un interés que se calculará
desde la fecha del hecho y hasta su efectivo pago de acuerdo a la tasa
activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a treinta días
del Banco de la Nación Argentina.
Se agravian la demandada y la citada en garantía de la
tasa de interés fijada en la sentencia y solicitan se aplique una tasa
pura que del 6% anual.
Al respecto, cabe recordar que la indemnización resulta
un equivalente del daño sufrido y el interés compensa la demora en su
reparación al no haber el responsable cumplido inmediatamente con
su obligación de resarcir.
Se trata entonces de una estimación “actual” que el juez
de grado ha tenido en cuenta para sopesar la variación patrimonial de
la prestación debida, considerando para ello que estamos ante una
indemnización de daños que, lejos de resultar una obligación
“dineraria” en la que se adeuda un quantum y resulta insensible a la
variación del poder adquisitivo, importa una verdadera obligación “de
valor” en la que se debe un quid y, por tanto, sí admite o reconoce las
alteraciones sufridas por el poder adquisitivo (Casiello, Juan, Méndez
Sierra, Eduardo, “Deudas de dinero y deudas de valor. Situación
actual”, LL 28/08/03, pág. 1).
Sabido es que la fijación judicial de intereses para las
deudas en mora procura resarcir al acreedor por la demora en percibir
su crédito y castigar al incumplidor, quien se apartó de los términos de
la obligación asumida en origen, ya que el orden jurídico requiere,
como pauta general de conducta, que toda persona cumpla con las
obligaciones que legítimamente asume o le impone la ley.
Ahora bien conforme la jurisprudencia y doctrina
mayoritaria imperante en el fuero la tasa que corresponde aplicar
desde el inicio de la mora y hasta el efectivo pago del capital de

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condena, es la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual


vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina siguiendo la
doctrina del fallo plenario del fuero in re, “Samudio de Martínez, L. c/
Transportes Doscientos Setenta SA, salvo que su aplicación, en el
período transcurrido hasta el dictado de dicha sentencia, pueda
implicar como un efecto no querido, un resultado contrario y
objetivamente injusto, produciendo una alteración del significado
económico del capital de condena que configure un enriquecimiento
indebido (conf. CNCiv., esta Sala, expte. Nº 69.941/2005 “Gutiérrez,
Luis Alfredo y otroc/ Luciani, Daniela Cyntia y otros s/ daños y
perjuicios”, del 10/8/2010, entre otros muchos).
En consecuencia, deberá aplicarse la referida tasa activa
en los casos en que la misma no genera o configura un
“enriquecimiento indebido” único supuesto fáctico que justificaría
apartarse del principio general (conf. C.N.Civ., esta Sala, 15/04/2010,
Expte. 114.354/2003 “Rendon, Juan Carlos c/ Mazzoconi, Laura
Edith”; ídem 24/2/2017 Expte N° 51917/2009 “Suárez Adriana
Soledad y otro s/ Flecha Manuel Edmundo y otros s/ Daños y
Perjuicios”.
En el caso, a mi juicio, no obran en la causa constancias
que acrediten que, con la aplicación de la tasa activa desde el día del
hecho, se configuraría el mentado "enriquecimiento indebido"; como
tampoco existen elementos que siquiera lo hagan presumir, si así fuera
e importara una situación excepcional que se apartara de la regla
general referida la misma debe ser probada en forma clara por el
deudor en el ámbito del proceso (conf. art. 377 del CPCCN),
circunstancia que no se verifica en los presentes.
En consecuencia, propicio la desestimación de los
agravios de las partes en cuanto al tema.
VIII. Por todo lo que dejo expresado doy mi voto para
que:

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1. Se modifique la sentencia, en el sentido de que: a) se
eleven los montos indemnizatorios fijados a favor de Gloria Isabel
Meneses por “Incapacidad Sobreviniente” (daño físico y psicológico)
a $1.000.000.- y por “Daño Moral” $400.000; b) se eleven los montos
indemnizatorios fijados a favor de Flora Zambrano de Meneses por
“Incapacidad Sobreviniente” (daño físico y psicológico) a $680.000.-
y por “Daño Moral” $300.000.-; c) Se deje establecido que las sumas
establecidas en la presente deberán ajustarse en la instancia de grado
de conformidad con el porcentual de responsabilidad atribuido.
2. Se confirme la sentencia en todo cuanto decide y fue
motivo de apelación y agravios, con imposición de las costas de
alzada a la parte demandada y citada en garantía por haber resultado
vencidas en las cuestiones principales que fueron sometidas a
juzgamiento (art. 68 del Código Procesal).
La Dra. Beatriz A. Verón adhiere al voto precedente.
Se deja constancia que la vocalía Nº 30 se encuentra
vacante. Con lo que terminó el acto, firmando las Sras. vocales en los
términos de la Acordada 12/20, de lo que doy fe.

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Buenos Aires, 5 de abril de 2021.-


Y VISTOS:
Lo deliberado y conclusiones establecidas en el Acuerdo
precedentemente transcripto el Tribunal RESUELVE:
1. Modificar la sentencia, en el sentido de que: a) se
eleven los montos indemnizatorios fijados a favor de Gloria Isabel
Meneses por “Incapacidad Sobreviniente” (daño físico y psicológico)
a $1.000.000.- y por “Daño Moral” $400.000; b) se eleven los montos
indemnizatorios fijados a favor de Flora Zambrano de Meneses por
“Incapacidad Sobreviniente” (daño físico y psicológico) a $680.000.-
y por “Daño Moral” a $300.000.-; c) Se deje establecido que las
sumas establecidas en la presente deberán ajustarse en la instancia de
grado de conformidad con el porcentual de responsabilidad atribuido.
2. Se confirme la sentencia en todo cuanto decide y fue
motivo de apelación y agravios, con imposición de las costas de
alzada a la parte demandada y citada en garantía por haber resultado
vencidas en las cuestiones principales que fueron sometidas a
juzgamiento (art. 68 del Código Procesal).
3.- Diferir la regulación de los honorarios profesionales
para su oportunidad.
Regístrese, notifíquese a las partes por Secretaría,
comuníquese a la Dirección de Comunicación Pública de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (Acordada Nº 15/13 art. 4º) y,
oportunamente, devuélvase.
Fdo. Gabriela M. Scolarici - Beatriz A. Verón. Se deja
constancia que la vocalía Nº 30 se encuentra vacante.

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