Una de las cosas más seguras en nuestro caminar es que el sufrimiento llegará a nuestra vida. Sea por una enfermedad, pecados propios o de personas que amamos, divorcios, muerte, traiciones, malos entendidos, etc, los momentos difíciles están siempre a la puerta. Esto a veces nos lleva a tiempos en los que sentimos que no hay esperanza para nuestras vidas. Pero por la gracia y misericordia del Señor, podemos tener la certeza de esperanza a través de estas temporadas de dificultad y dolor. Quiero compartirte algunas cosas sobre esa esperanza que podemos tener en medio de las dificultades: 1) La esperanza verdadera se da cuando realmente hay una verdadera salvación. Tener esperanza en Cristo nos da consuelo en medio de los sufrimientos en esta vida presente. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia , nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”, 1 Pedro 1:3. 2) La esperanza en medio de esos tiempos difíciles solo puede venir de una relación de meditación de la Palabra y la oración, que va llevando gradualmente a una obra santificadora que produce paciencia, gozo, y perseverancia. “Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo, nuestro hombre interior se renueva día en día”, 2 Corintios 4:16. 3) La esperanza que experimentamos en nosotras viene de poder entender la soberanía del Señor en nuestra vida. Él hace lo que quiera y todos sus designios son siempre buenos. “Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y el Señor se deleita en su camino”, Salmos 37:28. 4) La esperanza en medio del sufrimiento, aun del dolor por el pecado, tiene un propósito. El Señor hará que obre para bien, y especialmente para nuestra santificación. Recordemos que Él quiere formar la imagen de Cristo en nosotras. “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”, Romanos 8:28. Cada dificultad puede ser un medio para glorificar al Señor. 5) La esperanza no se basa en sentimientos que podamos tener en medio de los tiempos difíciles, sino en lo que Dios es y ha prometido. Cada dificultad puede ser un medio para glorificar al Señor, sabiendo que nuestro carácter será probado para producir en nosotros esperanza. “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce paciencia, y la paciencia, carácter probado, y el carácter probado, esperanza, y la esperanza no desilusiona porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que fue dado”, Romanos 5:1-5. Reflexiones para sumergirnos en el amor de Dios, renovar nuestra fe y esperanza Hablar hoy de esperanza y de un Dios que es rico en amor y misericordia pudiera ser contradictorio y chocante cuando lo que hemos percibido en los últimos días a nivel global es que prima el caos, la angustia, la incertidumbre y la desolación. ¿Cómo puede ser cierto que Dios sea bueno y amoroso si es que está sucediendo todo esto? Se cuestionan no pocas personas. ¿Cómo puede un Dios tan amoroso querer tanta injusticia? Ante este contexto novedoso de sufrimiento en el mundo, puede resultar lógico cuestionarnos por la presencia de Dios, por su acción e intervención.
Buscando a Dios en un panorama oscuro o complejo
¿Dónde está Dios? Pareciera que, ante un panorama tan sombrío, Dios está alejado y nos ha dejado para ver cómo lo resolvemos. Y es que no pocas veces tenemos la experiencia que, a pesar de nuestra fe, hay momentos en que Dios nos puede parecer abstracto, lejano y desconocido. Quizá nuestra creencia es en un Dios que existe y es real, pero que no se acerca a tener una relación personal con nosotros. Nos viene bien profundizar nuevamente en quién es Dios, cuál es su identidad y el rostro que se nos ha revelado en la fe. Recordemos que la imagen de Dios se nos ha revelado por las palabras y las obras del Señor Jesús. Cristo, Dios hecho hombre, nos ha mostrado el rostro de su Padre, de nuestro Padre. Es por ello, que decimos que nuestra fe cristiana nos lleva a reconocer que el Dios en el cual confiamos es un Padre. Por eso nosotros cristianos nos referimos a Él como Dios Padre: «Padre nuestro».
¿Cuántos en su vida espiritual, en su oración, tienen una
relación personal con Dios Padre? Para algunos puede ser que influya mucho la concepción que han tenido o tienen de sus padres, es el modelo de paternidad que han conocido y que les resulta más familiar. Quizá esa experiencia en algunos casos, no haya sido muy positiva o rica afectivamente. Me gusta mucho un texto del papa Francisco en el que hablando a los jóvenes los alienta a confiar en esta verdad: Dios es amor. Él les dice: «Puedes arrojarte seguro en los brazos de tu Padre divino, de ese Dios que te dio la vida y que te la da a cada momento. Él te sostendrá con firmeza, y al mismo tiempo sentirás que Él respeta hasta el fondo tu libertad». La lógica del Evangelio nos muestra a ese Padre que espera pacientemente a su hijo perdido. Que está dispuesto a hacer fiesta, que lo perdona, lo comprende y consuela. Así es cómo Jesús nos lo ha dicho, el amor de Dios es constante, no se cansa, es fiel.
La misericordia de Dios no es una idea abstracta
No es tampoco una simple teoría, Jesús con su misma vida nos ha mostrado que es un amor concreto, real y personalizado. Es decir que se ajusta a cada uno de nosotros. El santo padre menciona a la juventud en el texto que ya les comenté: «Dios te ama. Nunca lo dudes, más allá de lo que te suceda en la vida. En cualquier circunstancia, eres infinitamente amado». Además, dirá más adelante: «el amor del Señor sabe más de levantadas que de caídas, de reconciliación que, de prohibición, de dar nueva oportunidad que, de condenar, de futuro que dé pasado». Sin embargo, muchas ideas y falsas creencias han empañado nuestra fe en estas palabras. Pues nos predisponen al Dios antes de Cristo, como aquel ser incomprensivo o distante. Dios no ha cambiado, no cambia y nunca cambiará. Pues no puede ir en contra de su identidad, la de ser un Padre lleno en amor.
Y con todo esto, ¿Qué podemos esperar?
Hoy nos preguntamos ¿Cómo mantener la esperanza cuando la realidad del mundo y de mi vida es tan incierta y compleja? Pareciera que todo lo que hemos dicho de Dios no se está cumpliendo, incluso se podría pensar en este contexto que Dios nos ha olvidado, que nos ha dejado solos lidiando con esta situación. No se trata que estos sentimientos no existan, dado que sí hay motivos para que nos duela y nos entristezcamos. La cuestión es no permanecer en ellos ni dejarnos llevar de estas sensaciones y actitudes negativas. Que lo que logran es que no veamos luz en medio de la oscuridad, no permiten que veamos más allá de lo negativo, hace que nos olvidemos que no estamos solos. Que Dios existe, que Dios está presente a pesar que nos cueste verlo. Preguntas para meditar: 1. ¿Te ha pasado que te cuesta confiar en que Dios es un Padre amoroso, que quiere lo mejor para ti? ¿Por qué? 2. ¿Qué trae de novedad a tu vida el que reconozcas que en Dios tienes un padre que te ama? 3. ¿Qué crees que Dios quiere para ti en este tiempo? 4. ¿Cómo mantener la esperanza cuando la realidad del mundo y de mi vida es tan incierta y compleja? 5. ¿Cómo vivir en este tiempo entonces?