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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


UNIVERSIDAD CATÓLICA CECILIO ACOSTA
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA
PROGRAMA DE TEOLOGÍA

RESUMEN DEL LIBRO “INTRODUCCION GENERAL DE LA


BIBLIA”
DE “MIGUEL ANGEL TABET”

AUTOR:
Escobar Meléndez, Dirson Ramón

PROFESOR:
Prof. Enrique Calabia Ruano

Carora , Febrero de 2022


1. La Sagrada Escritura y su relación con la Revelación como
autocomunicacion de Dios, al igual que la transmisión de la Revelación
Divina.

Resulta evidente, de lo dicho, que la ciencia que comenzamos a estudiar se


debe afrontar con un método preponderantemente teológico, en el que fe y
razón, sabiduría teológica y ciencia humana, prospectiva sobrenatural y lógica
natural, se deben entrelazar armónicamente. Desde el momento que la Biblia
según el proyecto salvífico divino está en estrecha relación con el misterio de
la Revelación de Dios a los hombres y dirigida a la salvación eterna, todos los
problemas que la ciencia bíblica debe afrontar -el origen divino-humano de los
libros bíblicos, su índole de 'palabra de Dios', su contenido salvífico, su fin y
eficacia sobrenaturales.

LA REVELACIÓN DIVINA COMO AUTOMANlFESTACIÓN y AUTO


COMUNICACIÓN DE DIOS

LA REVELACIÓN, PALABRA DE DIOS A LOS HOMBRES

Por Revelación divina se entiende, generalmente, la manifestación


sobrenatural que Dios ha hecho a los hombres de Sí mismo y de sus designios
salvíficos. En el lenguaje bíblico, sobre todo veterotestamentario, tal
acontecimiento se designa frecuentemente con la expresión 'palabra de Dios'
(debar Yahweh); 'palabra' en la que la vida que existe en Dios se ha
exteriorizado y se ha mostrado a los hombres para atraerlos a la comunión con
Él. El Dios de la Biblia, en efecto, es un Dios que se automanifiesta, que
dialoga con los hombres, al contrario de los ídolos paganos, que «tienen boca
y no hablan, tienen ojos y no ven» (Sal 115,5; cfBa 6, 7; 1 R 18,29).

El Dios, sin embargo, deseando abrir la vía de la salvación eterna, quiso


revelarse de un modo más pleno y más alto: se manifestó «a Sí mismo y los
eternos decretos de su voluntad acerca de la salvación de los hombres, "para
comunicarles los bienes divinos, que superan totalmente la comprensión de la
inteligencia humana"s» (DV6). La Revelación constituye parte esencial de la
Escritura, la cual contiene también muchas otras cosas que no son de por sí
inaccesibles a la razón humana, pero que, por su intrínseca relación al mensaje
de salvación, Dios ha manifestado sobrenaturalmente para que la razón
humana, en la presente condición, las pudiera conocer «fácilmente, con
certeza y sin error alguno», como afirma DV6 haciéndose eco de las palabras
del Vaticano I.

LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA

Con Cristo, la Revelación entra, por tanto, en una fase escatológica


irreversible. A partir de entonces, la Revelación está destinada a trasmitirse y
perpetuarse a través de los siglos. La voluntad de Dios era, en efecto, que «lo
que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para
siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones» (DV 7). Por eso,
Cristo, en quien se encuentra la plenitud de la Revelación (cf 2 eo 1,20; 3, 16-
4,6), «mandó a los apóstoles que predicaran a todos los hombres el evangelio,
comunicándoles los dones divinos» (DV7). Era el evangelio que había sido
prometido por los profetas y que Él mismo había cumplido y llevado a la
perfección, promulgándolo con su enseñanza; evangelio que contiene toda la
verdad necesaria para la salvación y toda regla de moralidad.
A una primera fase de transmisión de la Revelación, de Cristo y de su Espíritu
a los apóstoles, siguió una segunda fase, la de la transmisión de los apóstoles a
la Iglesia de todos los tiempos. Con este fin, «los apóstoles dejaron como
sucesores suyos a los obispos, «entregándoles su propio cargo del magisterio»
15»(DV 7). La Revelación se transmite integralmente, por tanto, bajo la doble
forma de Tradición y Escritura, por la sucesión legítima de los sucesores de
los apóstoles.
El Dios que se revela es un Dios que se expresa mediante un lenguaje lleno de
consecuencias y que actúa en la creación y en la historia: en su
automanifestación comunica también sus designios poniendo en acto una
presencia operante.
2. La Escritura, testimonio Divino y humano de la Revelación.

la Sagrada Escritura goza de una situación de privilegio debido especialmente


a tres motivos fundamentales: a) tiene un origen divino sobrenatural, pues,
«habiendo sido escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo», tiene a "Dios
como autor» principal?; b) su contenido posee la más alta revelación hecha
por Dios a los hombres, ya que los textos sagrados ofrecen «una respuesta
definitiva y sobre abundante a las preguntas que el hombre se plantea sobre el
sentido y fin de la propia vida»18; c) tiene como finalidad la de llevar a los
hombres hacia la plenitud de la perfección, como afirma el Apóstol: «Toda la
Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para
corregir y para educar en la justicia, con el fin de que el hombre de Dios esté
bien dispuesto, preparado para toda obra buena» (2 Tnz 3, 16-17).
En el Antiguo testamento existían textos sagrados que gozaban de autoridad
divina aparece en la tradición bíblica desde época muy remota. Se consideraba
que al origen de estos libros y textos se encontraban hombres privilegiados,
Moisés y los profetas, que habían recibido revelaciones divinas y pronunciado
oráculos bajo el impulso del 'espíritu de

El origen divino del Antiguo Testamento se expresa a través de diversas


fórmulas: «lo que el Señor ha dicho por medio del profeta»28, «el Espíritu
Santo predijo por boca de David» (Heh 1, 16) o «por boca de los profetas»
(Heh 3, 18.21), «David dijo, movido por el Espíritu Santo» (Me 12,36), etc.
Por otra parte, algunas frases de la Escritura se atribuyen directamente a Dios,
con fórmulas como: «el Espíritu Santo atestigua» (Hb 10, 15). Se habla
también de los textos del Antiguo Testamento como de «oráculo de Dios»,
«palabra de Dios» (Me 7, 13;Rm 3, 2), «Escritura» o «Sagrada Escritura» (Me
12, 10; Le 4,21; In 2, 22; 7, 38. 42). Este concepto se manifiesta a veces en
breves fórmulas, que llegan a ser técnicas: «está escrito», «la Escritura dice»,
etc., expresiones que significan que lo que está escrito debe verificarse
infaliblemente, puesto que ha sido dicho por Dios. Hay algunos textos que
revisten una importancia particular, motivo por el que han sido utilizados por
el Magisterio de la Iglesia al proponer la doctrina sobre la inspiración bíblica
Jahvé', quedando posteriormente sus palabras fijas por escrito. Los escritos
del Nuevo Testamento muestran un concepto de inspiración análogo al que
encontramos en el mundo bíblico antiguo por lo que se refiere al firme
convencimiento del origen divino de los libros sagrados y su autoridad
normativa. Jesús y los apóstoles atribuyen a la Escritura, en efecto, una
autoridad absoluta, infalible, indiscutible, como reflejan las palabras de Jesús
recogidas en Mt 5,18: "En verdad os digo que mientras no pasen el Cielo y la
tierra no pasará de la Ley ni la más pequeña tilde o signo hasta que todo se
cumpla». Esto explica también el motivo por el que los autores del Nuevo
Testamento citan constantemente el Antiguo como autoridad, más de 350
veces.

3. Dios Uno y Trino, autor principal de la Sagrada Escritura.

Esta respuesta admite un doble orden de consideraciones. Por una parte, y se


trata de la perspectiva más obvia, la acción divina se puede describir
afirmando que se trata de una de esas acciones de Dios que la teología
denomina ad extra por el hecho de que el resultado final está 'fuera' del mismo
Dios. Igual que todas las operaciones divinas ad extra, la inspiración es común
a las tres Personas divinas, pero se atribuye de modo particular al Espíritu
Santo76, Persona divina a la que se apropia todo lo que hace referencia a la
santificación de los hombres; y la Biblia, como enseña el Concilio Vaticano II,
contiene la Revelación de Dios "para nuestra salvación» (DV 11).
la Sagrada Escritura, corno obra ad extra de Dios, puede ser atribuida a cada
una de las Personas divinas: al Padre, porque su obra de la omnipotencia de
Dios; al Espíritu Santo, ya que es un medio salvífico donado por DIOS para
nuestra santificación; y a la Persona del Verbo, en cuanto la Escritura forma
parte de la Revelación divina, es decir, de la manifestación de Dios a los
hombres, y la segunda Persona es llamada 'Verbo' ('Palabra') precisamente
porque es la manifestación perfecta del Padre.

4. Biblia y Palabra de Dios (Palabra de Dios en el Antiguo y Nuevo


Testamento).
Esta atribución la encontramos consignada en los mismos libros sagrados, ya
en el AT; esto es particularmente manifiesto en los libros de los profetas, en
los que continuamente se nos está proclamando: “Oráculo del Señor"; ello
expresa la conciencia de que el mensaje transmitido no era de elaboración
personal, sino de origen divino. En el NT repetidamente nos encontramos en
los evangelios con el estribillo: "para que se cumpliera la Escritura"; lo que
hace suponer que si esa Escritura se tenía que cumplir, lo sería no por ser
simple palabra humana, sino por ser palabra de Dios. En los discursos de los
Hechos los apóstoles acuden a la Escritura para confirmar su predicación;
sabían que el auditorio que les escuchaba creía que en esa Escritura estaba la
voz de Dios. Una voz de Dios que se haría definitiva en el Hijo: "Muchas
veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por
medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del
Hijo" (Hb 1, 1-2).

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