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BURT, David F. La Imagen Del Dios Invisible. Comentario N.T. Colosenses 1.1-23 No. 136
BURT, David F. La Imagen Del Dios Invisible. Comentario N.T. Colosenses 1.1-23 No. 136
BURT
— 136 —
COLOSENSES 1:1–23
p 4 Editan y distribuyen:
PUBLICACIONES TIMOTEO* Y PUBLICACIONES ANDAMIO ®
C/ Alts Forns n° 68, sót. 1°,
08038 Barcelona.
Tel-Fax: 93 / 432 25 23
Burt, David F.
PUBLICACIONES ANDAMIO es la sección editorial de los Grupos Bíblicos Universitarios de España (G.B.U.).
Las citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS, COPYRIGHT © 1986, 1995, 1997 by e
Lockman Foundation. Usadas con permiso. www.LBLA.com
p5 ÍNDICE
5. Epafras (1:7–8)
Burt, David F.
Bibliogra a
p7 RECONOCIMIENTOS
A mi amada esposa, Margarita, sin cuyo estímulo, apoyo y ejemplo de fe la redacción de este
libro habría sido imposible.
A Marc Fargas, por su fiel labor de grabación de los estudios que dieron origen a este libro.
A Elena Flores, por su perseverancia en la lectura y corrección del texto y por sus valiosas
sugerencias en cuanto a su contenido.
A Francisco Mira, por sus constantes palabras de ánimo y apoyo en la publicación de esta serie
de comentarios.
Y a todos aquellos hermanos en la fe cuya asistencia fiel a los estudios originales me dieron los
ánimos de seguir adelante con este proyecto.
Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, … [por] vuestra fe en Cristo Jesús
y [por] el amor que tenéis por todos los santos (Colosenses 1:3–4).
p9 CAPÍTULO 1
Burt, David F.
Antes de considerar cuáles fueron las circunstancias que condujeron a la redacción de Efesios,
Colosenses y Filemón, tenemos que abordar, lamentablemente, la cuestión de su paternidad
literaria. «Lamentablemente», porque sería de esperar que, a estas alturas, después de largas
décadas de debate, la autoría del apóstol Pablo estuviera firmemente establecida y aceptada en
todo el mundo cristiano. Sin embargo, no es así.
A lo largo de casi 1800 años, nadie dudó de que Pablo fuera el autor de estas epístolas. Pero en el
año 1838, Mayerhoff p 11 publicó una obra1 que puso en tela de juicio la autoría paulina de
Colosenses. Este autor observó (correctamente) que ciertos pasajes de Colosenses se parecen
mucho a ciertos pasajes de Efesios y sacó la conclusión (altamente dudosa) de que, por tanto,
Colosenses era una imitación de Efesios hecha por un autor anónimo. El escrito de Mayerhoff
1 E. T. Mayerhoff: Der Brief an die Colosser mit vornehmlichter Berücksichtigung der drei Pastoralbriefe
Burt, David F.
Burt, David F.
3. El lenguaje de Colosenses
Según algunos autores, ciertas palabras típicamente paulinas —justicia, salvación, revelación,
etc.— no aparecen en Colosenses, mientras que sí aparecen nada menos que 48 palabras que no se
hallan en el resto de los escritos paulinos6. Para ellos, estas omisiones y novedades son suficientes
para sugerir que el autor de Colosenses no es Pablo.
Pero el vocabulario empleado por un autor se determina no sólo por su propio gusto y estilo
personales, sino también por la temática tratada en cada escrito suyo y por las necesidades
específicas de sus lectores. Si Pablo omite ciertos vocablos, es sencillamente porque su tema es otro
y no necesita referirse a ellos. Y, en cuanto a las palabras «nuevas», 48 no es un número
excesivamente elevado en un escrito de este tamaño, sino comparable a lo que encontramos en
otros escritos de Pablo y de otros autores. Además, muchas de estas palabras aparecen en la sección
de la epístola en la que el apóstol hace frente a la herejía colosense, razón por la cual emplea la
terminología especializada de los herejes. Vienen determinadas, pues, por las necesidades de la
argumentación7 . Como consecuencia, puede afirmarse con toda p 14 seguridad que del aspecto
lexicográfico ningún argumento serio puede presentarse en contra del carácter genuino de esta epístola8 .
• Algunas de las oraciones de Colosenses son excepcionalmente largas. Por ejemplo, en el texto
original, Colosenses 1:9–20 es una sola oración sin pausa y contiene 218 palabras. Pablo
—dicen— no acostumbraba a emplear oraciones tan largas.
• Colosenses contiene una gran cantidad de sinónimos. Limitándonos al capítulo 1, nos
encontramos con los siguientes: orar y rogar (1:9); perseverancia y paciencia (1:11); santos, sin
5 A este respecto, Hendriksen, pág. 40, dice: De esta manera, [Baur] canaliza todo el pensamiento de Pablo en una
sola dirección. Esto es manifiestamente injusto.
6 Abbo , pág, lii. Según Carballosa, pág. 20, son 53 palabras.
7 Cf. Hendriksen, pág. 41: Un tema diferente requiere palabras diferentes; Gutiérrez, pág. 808: La elección de estos
términos nuevos se explica bien por razón del argumento y por haber empleado el apóstol los mismos términos que
usaban los pseudo-doctores colosenses; Collantes, pág. 1350: Los críticos han notado algunas diferencias de estilo
con las cartas anteriores y también diferencias de vocabulario … pero el estilo es susceptible de modalidades
diferentes que se acomodan a circunstancias de tiempo, de edad y de materia que se trata; y en cuanto al vocabulario,
diǐcilmente podrá señalarse ninguna carta de San Pablo que no tenga un buen número de palabras exclusivas.
8 E. Percy: Die Problem der Kolosser—und Epheserbriefe (1946. Lund), pág. 18. Citado por Hendriksen, pág. 41.
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• Es cierto que Colosenses 1:9–20 es la oración más larga de las epístolas paulinas; pero no es
cierto que Pablo no acostumbrara p 15 a emplear oraciones largas9. De hecho, éstas
constituyen uno de los rasgos característicos de su estilo.
• Las parejas de palabras (o frases) prácticamente sinónimas abundan en otras epístolas paulinas.
Para poner un solo caso, tomemos el primer capítulo de Romanos. Allí encontramos los
siguientes ejemplos: impiedad e injusticia (1:18); su eterno poder y divinidad (1:20); no le honraron
ni le dieron gracias (1:21); se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue
entenebrecido (1:21); adoraron y sirvieron (1:25); injusticia, maldad, malicia, malignidad (1:29). Es
cierto que, en todos estos casos, la duplicación de palabras o frases no indica redundancia,
porque las repeticiones no son totalmente sinónimas. Pero lo mismo se puede decir acerca de
los ejemplos procedentes de Colosenses10.
• En cuanto a la ausencia de ciertas partículas de Colosenses, el estudio cuidadoso de las epístolas
paulinas cuya autenticidad nunca ha sido cuestionada sólo sirve para demostrar ¡que esta
ausencia no demuestra nada! Ara («pues») sólo aparece una vez en Efesios y tres veces en la
larga segunda epístola a los Corintios; dio («por tanto») sólo aparece una vez en Gálatas y dos
veces en 2 Corintios; dioti («porque») sólo una vez en 1 Corintios y nunca en 2 Corintios11.
Sencillamente, no hay ninguna constancia en el uso de esta clase de partículas en los escritos de
Pablo, porque dependen de la naturaleza y el fluir del discurso en cuestión.
Así pues, no hay nada en el estilo literario de Colosenses que pueda servir como razón de
p 16
peso para hacernos cuestionar la autoría de Pablo12 .
9 Hendriksen, pág. 42, señala que Romanos 1:1–7 tiene 93 palabras en el original; Romanos 2:5–10 tiene 87; y
Filipenses 3:8–11 tiene 78; cf. Abbo , pág. liii. Tanto estos textos como Colosenses 1:9–20 suelen ser divididos
en diversas oraciones en las versiones modernas.
10 Cf. Abbo , pág. liv: Muchas de los llamados sinónimos no lo son; y, aun en aquellos casos en los que se llaman así
estilo de Colosenses puede ser usado como un argumento en contra de su autenticidad; Carballosa, pág. 20: Una de
las más reiteradas objeciones de la crítica en contra de la autenticidad de Colosenses se relaciona con el estilo y el
vocabulario de la epístola … Sin embargo, dicha objeción es extremadamente subjetiva y arbitraria. ¿Es que acaso el
apóstol Pablo tenía por fuerza que limitarse sólo al uso de ciertas palabras? ¿No tiene todo escritor el privilegio de
cambiar su estilo y vocabulario según lo demanden las circunstancias?; Barclay, pág. 129: Nadie escribe siempre de
la misma manera y con el mismo vocabulario … En Colosenses, Pablo tenía nuevas cosas que decir y encontró
nuevas maneras de decirlas.
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6. La cristología de Colosenses
Nadie duda de que ciertas afirmaciones cristológicas de Colosenses constituyan algunas de las
declaraciones más amplias de todo el Nuevo Testamento en cuanto a la divinidad y grandeza de
Cristo. Pero los que niegan la autoría paulina de la epístola sostienen que tales afirmaciones son
más dignas de la teología de Juan que de la de Pablo. Con ello dan a entender que la cristología de
Colosenses es un anacronismo: ideas tan «avanzadas» sólo pueden corresponder a una datación
más tardía15.
Pero esto es no tomar en consideración de una manera objetiva las evidencias que proceden del
Nuevo Testamento, sino hacerlas encajar dentro de los esquemas filosóficos o históricos creados
por los propios teólogos. En realidad, la cristología de Colosenses es la que Pablo sostuvo siempre.
Antes había escrito textos como Romanos 9:5, 1 Corintios 8:6 o 2 Corintios 4:4; y después iba a
escribir textos como 1 Timoteo 3:16 y Tito 2:13. Sólo una persona que busca tres pies al gato es
capaz de encontrar serias discrepancias entre estos textos16. Pero, en todo caso, la exposición más
amplia de conceptos cristológicos en el caso de Colosenses se explica perfectamente por el carácter
de la herejía contra la cual Pablo tiene que arremeter17 .
13 Cf. Bruce, pág. 734: El tipo de herejía atacado en la epístola no es el gnosticismo plenamente desarrollado del siglo
II, sino un gnosticismo incipiente tal y como solía producirse en el siglo I y aun antes en regiones donde el judaísmo
de la diáspora se exponía a las modas dominantes en el pensamiento helenístico y oriental. Y puntualiza Abbo ,
pág. liv: No basta con señalar que ciertos errores análogos existían a mediados del siglo II; es necesario demostrar
que no podían haber existido en tiempos de San Pablo.
14 Ver Hendriksen, pág. 44.
15 MacDonald, pág. 946, puntualiza al respecto: Sólo los que quieren hacer de la deidad de Cristo un desarrollo del
las encontramos en germen en otros escritos suyos, de modo que no hay nada contradictorio.
17 Cf. Hendriksen, pág. 44: ¿No es del todo probable que este énfasis en la singularidad de Cristo, en su supremacía
sobre todo, surge de la negación expresa o implícita de la misma por parte de los herejes de Colosas? Para una
Burt, David F.
• Está claro que el Canon de Marción (h.140–150 d.C.) aceptaba la autoría paulina de Colosenses.
• El Fragmento Muratoriano, escrito alrededor de los años 180–200, afirma que Pablo es el autor
de Colosenses.
• Ireneo (h.125–h.202 d.C.) no sólo cita textos procedentes de cada capítulo de Colosenses, sino
excelente réplica a las ideas de Mayerhoff, Baur y Holtzmann acerca de la herejía colosense, ver Abbo , págs.
liv–lvii.
18 Por ejemplo, Pérez, pág. 56: Pensamos que la carta no fue elaborada por Pablo mismo, sino por un discípulo
cercano a él en el tiempo; Margaret MacDonald (Las comunidades paulinas, 1994, Ediciones Sígueme,
Salamanca, págs. 135–136): Es posible que la carta fuera escrita por un colaborador de Pablo durante la prisión de
éste. Bornkamm, pág. 226, considera Colosenses una carta postpaulina. Otros autores contemporáneos que
niegan la autoría paulina son: E. Lohse: Colossians and Philemon, 1971, Filadelfia; E. Schweizer: La Carta a los
Colosenses, 1987, Salamanca; E. P. Sanders: Literary Dependence in Colossians, 1966; W. Meeks: Los primeros
cristianos urbanos, 1988, Salamanca. Dato curioso: en 1965, el jesuita Gutiérrez (pág. 807) pudo aseverar que
los exegetas católicos y la mayor parte de los acatólicos moderados rechazan [los argumentos de los antipaulinos]
como carentes de verdadero valor científico. ¡Cómo cambian las cosas! Hoy, casi todas las obras en castellano que
niegan la autoría paulina proceden de editoriales católicas. Se presentan las ideas antipaulinas como
novedosas y progresistas, cuando en realidad son ya viejas y retrógradas y fueron contestadas
satisfactoriamente hace muchas décadas.
19 Cf. Wickham, pág. 115: Algunos eruditos modernos han impugnado la creencia tradicional acerca de la autoría
del escrito, pero las objeciones tienen poco peso, siendo decisivos los argumentos a favor, tanto de la evidencia externa
como de la interna; Bruce, pág. 734: Los argumentos empleados en contra de la autenticidad de Colosenses no
pueden soportar un examen serio; Hendriksen, pág. 44: Los argumentos en contra de la paternidad literaria de
Pablo … son más bien superficiales; Carson, pág. 12: Los argumentos en contra de la autoría paulina no convencen.
20 Cf. Hendriksen, pág. 49: El testimonio a favor de la paternidad literaria de Pablo es abrumador. El testimonio,
tanto interno como externo, sólo permite una conclusión, a saber, que fue Pablo el que escribió Colosenses; Guthrie
(1), pág. 119: No hay nada en Colosenses que no pudiera haber sido escrito por el apóstol.
21 Ver Abbo , págs. l–li; Collantes, pág. 1350; Jamieson, págs. 508–509; y Gutiérrez, págs. 807–808, para
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Así pues, las tradiciones que sostienen la autoría del apóstol se remontan a mediados del siglo II
y no hay ni el más mínimo p 20 asomo de discrepancia en cuanto a esta atribución. Tal
unanimidad, de por sí, hace poco creíbles las especulaciones de los teólogos antipaulinos de los
siglos XIX y XX.
• No cesa de orar por sus lectores y demuestra un profundo interés en su bienestar espiritual
hasta el punto de «luchar» por ellos (Colosenses 1:3, 9; 2:1). Lo mismo hacía Pablo (por ejemplo,
en Romanos 1:8–9 o en Gálatas 4:19).
• Alaba a sus lectores a causa de las cosas buenas que sabe de ellos (Colosenses 1:4–6; 2:5; cf.
Romanos 1:8; 15:14; 16:19; 1 Corintios 1:4–7; 2 Corintios 8:7).
• Sin embargo, atribuye a Dios las virtudes que ve en ellos y le da a él toda la gloria (Colosenses
1:12, 29; cf. 1 Corintios 1:4; 2 Corintios 1:3–4; 2:14).
• Asimismo, reconoce que el ministerio que ejerce le fue concedido por la gracia de Dios
(Colosenses 1:23, 25; cf. 1 Corintios 15:9–10; 2 Corintios 11:16–12:13; Gálatas 1:15–16).
• Por tanto, no teme afirmar su autoridad apostólica (Colosenses 1:1; 2:8, 16, etc.; cf. 2 Corintios
11:5; Gálatas 1:1).
• Le gusta hacer listas de virtudes y vicios (Colosenses 3:5, 8, 12; cf. 1 Corintios 6:9–10; Gálatas
5:19–21, 22–23).
• Y, en cuanto a las virtudes, para él el amor es preeminente (Colosenses 3:14; cf. 1 Corintios 13:4–
22 Ireneo: Contra Herejías III.xiv.1. Comenta Hendriksen, págs. 48–49: Cuando Ireneo atribuye Colosenses a
Pablo, su testimonio debe de tener mucho peso. Él había viajado extensamente, estaba íntimamente relacionado con
la casi totalidad de la iglesia, y vivía en una época en que las más antiguas tradiciones apostólicas todavía estaban
latentes.
23 Hendriksen, págs. 44–46, dedica largas páginas a este tema.
Burt, David F.
Leyendo cuidadosamente textos como éstos, resulta casi impensable que el autor de
p 21
Colosenses y el autor de Romanos, Corintios y Gálatas sean dos personas diferentes24 . La
personalidad del apóstol resplandece en toda la carta25.
• Ambas epístolas hacen referencia a Onésimo, el esclavo fugitivo, a quien Pablo devuelve a su
amo en compañía de Tíquico (Colosenses 4:9; Filemón 10–16).
• Igualmente, las dos cartas envían saludos a Arquipo (Colosenses 4:17; Filemón 2) y a todos los
lectores de parte de Epafras, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas (Colosenses 4:10–14; Filemón
23–24), los cuales estaban evidentemente presentes con el autor en el momento de redactar las
cartas.
• Las dos cartas fueron escritas desde la cárcel (Colosenses 4:3, 18; Filemón 1, 9) y llevan la firma
24 Abbo (págs. lviii–lix) y Hendriksen (págs. 45–48) dedican amplias secciones de sus comentarios a
establecer la estrecha relación entre Colosenses y Filipenses, para demostrar así que tenían necesariamente el
mismo autor. No repetimos aquí sus argumentos porque, desgraciadamente, muchos de los autores que
cuestionan la autoría paulina de Colosenses también cuestionan la de Filipenses.
25 Guthrie (1), pág. 113.
26 A estas consideraciones, Gutiérrez (págs. 808–809) añade frases que se encuentran igualmente en
Colosenses y en Romanos o Gálatas, y concluye: Las semejanzas son tantas que corroboran la autenticidad de la
carta. Cf. Collantes, pág. 1350: Aun cuando la crítica liberal rechazó la autenticidad de la presente carta, hoy día se
nota una positiva reacción hacia la postura tradicional … Un estudio más sereno y minucioso de la teología de esta
carta … ha dado por resultado que el contenido de ella es tan paulino que diǐcilmente hubiera podido haber sido
expresado por otro que no fuera el mismo Pablo.
Burt, David F.
Ahora bien, no existe prácticamente nadie que dude de la autoría paulina de Filemón; puesto
que es una epístola que no contiene doctrinas polémicas, no existe motivo alguno por el que
alguien habría deseado fabricarla. Pero si la carta a Filemón es genuina, resulta poco probable que
Colosenses sea una falsificación27 . Es una cuestión de coherencia histórica y literaria. Si p 23 el
autor de Colosenses es Pablo, todos los detalles circunstanciales y personales registrados en las dos
cartas encajan perfectamente. Si no lo es, la fabricación viene a ser de una complejidad tal que
acaba resultando inverosímil.
5. La firma de la carta
Pero la evidencia interna más obvia es, por supuesto, que el texto de Colosenses declara que el
autor es Pablo. De hecho, el apóstol estampa su firma —por así decirlo— nada menos que tres
veces: al principio, en medio y al final. Escuchemos sus palabras: Pablo, apóstol de Jesucristo por la
voluntad de Dios … Del [evangelio] yo, Pablo, fui hecho ministro … Yo, Pablo, escribo este saludo con mi
propia mano. Acordaos de mis cadenas (1:1; 1:23; 4:18).
Estas palabras son muy solemnes y contundentes. Sin embargo, los que se oponen a la autoría
paulina pretenden decirnos que se trata de una falsificación pero, no obstante, de una falsificación
«bien intencionada»; el autor anónimo sólo se apropió la firma de Pablo con la finalidad noble de
aumentar la autoridad de sus propias ideas, que en sí son buenas. Así, habiendo negado la
autoridad apostólica de Colosenses, quieren retener algo de su utilidad espiritual. Pero esto,
sencillamente, no puede ser. El autor afirma que es Pablo. Reclama para sí autoridad apostólica.
Sostiene que ha sido comisionado y autorizado nada menos que por Dios, por aquel Dios que nunca
engaña ni miente (Números 23:19; 1 Samuel 15:29; Tito 1:2). Afirma que ha sido enviado por aquel
mismo Jesucristo que exigió que el «sí» de sus discípulos fuera un «sí» sincero y sin
encubrimientos, y su «no», un «no» de verdad (Mateo 5:37). Por si todo esto fuera poco, afirma que
su letra es la de Pablo y que está escribiendo desde la cárcel.
Una de dos: o Pablo es verdaderamente el autor, en cuyo caso Colosenses tiene una autoridad
incuestionable en nuestras vidas; o estamos ante un documento fraudulento, una obra maestra del
engaño y de la mentira, en cuyo caso su autoridad y su vigencia actual son nulas. Esto es lo que está
realmente en p 24 juego detrás del debate sobre la autoría de Colosenses. No es un debate árido,
que no tiene por qué afectar nuestra apreciación del texto. Es un debate de todo o nada, de vida o
muerte, en el que se decide si vamos a someter nuestras vidas a la autoridad del texto o si
27 Cf. Moule, pág. 13: Parecería … imposible dudar de que Filemón fue escrita por San Pablo, o dudar de la íntima
conexión entre Filemón y Colosenses; Guthrie (1), pág. 1139: La conclusión ineludible es que ambas cartas fueron
escritas en el mismo momento; pero la autenticidad de Filemón no es cuestionada y así provee una fuerte
probabilidad de que Colosenses también sea genuina; Guthrie (2), pág. 554: A la luz de estos datos es imposible
pensar que las dos epístolas fueron enviadas en momentos diferentes; y, puesto que la aceptación de la autenticidad
de Filemón es universal, conlleva la certeza de que Colosenses es una obra genuina de Pablo.
Burt, David F.
A la luz de todos estos argumentos, pues, nos acercamos a Colosenses con confianza y con
temor de Dios, reconociendo que fue escrita por Pablo29 , que lleva el sello de la autoridad
apostólica y que constituye una parte intrínseca de la revelación normativa de la voluntad de Dios
para nosotros. Nos acercamos p 25 tratándola con reverencia y con disposición a someternos
gozosamente a sus enseñanzas.
28 Cf.Buffard, pág. 9: No venimos para juzgar el libro, sino para que el libro nos juzgue a nosotros.
29 Cf.Guthrie (1), pág. 1139: Así pues, aceptamos confiadamente como genuina la adscripción de la epístola
al apóstol.
30 Los méritos de cada una de estas ciudades son evaluados en gran detalle y con gran agudeza por Guthrie (2),
págs. 555–558. Él elimina la posibilidad de que la epístola fuera escrita desde Cesarea y, en cuanto a las
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candidaturas de Éfeso y Roma, concluye: La hipótesis de Éfeso no puede ser descartada como imposible, pero el
criterio tradicional [de Roma] ofrece las mejores probabilidades.
31 En contra de esta idea están las palabras de C. H. Dodd (citadas por Guthrie [2], pág. 556): Puestos a especular,
resulta tan probable que el esclavo fugitivo, los bolsillos llenos de dinero robado a su amo, se dirigiera a Roma porque
estaba distante, como a Éfeso porque estaba cerca.
32 También milita en contra de un origen efesio el hecho de que Lucas, quien está con Pablo al escribir la carta
(4:14), parece no haberle acompañado a Éfeso (la narración de Hechos 19 está en tercera persona; Lucas suele
emplear la primera persona—nosotros—cuando describe episodios en los que él mismo ha estado presente).
33 Existen otros argumentos en contra de este origen. Cuando Pablo estaba en Cesarea, deseaba visitar Roma
(Hechos 23:11), no Colosas (Filemón 22). Entre los compañeros de Pablo en Cesarea se encontraba, sin duda,
Felipe el evangelista, en cuya casa Pablo se había alojado poco antes de su encarcelamiento (Hechos 21:8); nos
extraña que Pablo no envíe saludos de su parte.
34 Cf. Guthrie (1), pág. 1141: De aquellos encarcelamientos de los cuales nos habla el Libro de los Hechos, Roma
parece la única opción razonable … Al sopesar las evidencias, éstas se decantan a favor de un origen romano;
Collantes, pág. 1349: Todos los indicios apuntan más bien a la prisión romana.
Burt, David F.
35 Cf. Abbo , pág. lix; Buffard, pág. 9; Carballosa, pág. 22; Carson, pág. 15; Erdman, pág. 28; Gutiérrez, pág.
809; Harrison, pág. 10; Nielson, pág. 380; Staab, págs. 104–105. Según McRay, pág. 1049, ha aparecido una
nueva evidencia que quizás modifique estas fechas en lo sucesivo. Se trata de una moneda acuñada en honor
del nuevo procurador de Judea, Festo, y fechada en el año 56. Esto nos obliga a mover el encarcelamiento de
Pablo en Cesarea a los años 54 a 56 (ver Hechos 24:27–25:1), y las prisiones de Roma a los años 57 a 59.
36 Cf. Staab, págs. 100–101: Es indudable que estas tres cartas, despachadas al mismo tiempo, fueron también
escritas a distancia de pocos días … El parentesco entre las cartas a los Colosenses y a los Efesios es aún más estrecho
que entre las cartas a los Romanos y a los Gálatas … En la carta a los Efesios, las exhortaciones son más amplias y
están más fundamentadas en razones doctrinales. Este hecho favorece también la conclusión de que la carta a los
Colosenses fue escrita antes que la carta a los Efesios, porque parece lógico pensar que la simple enunciación de un
tema es anterior a su desarrollo. Es posible que Pablo haya escrito en este momento una cuarta carta dirigida a
los laodicenses. Exploraremos esta posibilidad con más detalle cuando lleguemos al comentario del 4:16.
37 McRay, pág. 1051, indica que esta fórmula aparece constantemente en las cartas contemporáneas
Burt, David F.
38 El concepto esencial del apostolado reside en que el apóstol se reviste de la autoridad de aquel que le envía y se
le confiere su poder (Carson, pág. 26).
39 Cf. Lightfoot, pág. 131: Aunque no tenemos razones para suponer que se impugnaba su autoridad en la iglesia
colosense, sin embargo Pablo interviene en la iglesia en virtud de su comisión apostólica y, por tanto, emplea el título
que le confiere autoridad.
40 Cf. Erdman, pág. 29: Pablo da por supuesto lo que en otro lugar afirma: que posee todos los requisitos de la
condición de apóstol, a saber, que ha visto al Cristo resucitado, que es testigo inspirado de la resurrección, que en el
don de realizar milagros posee «las señales de un apóstol» … y que la comisión que posee procede de Cristo en forma
directa y personal.
41 Estas palabras de Gálatas indican que la iniciativa para la constitución del apostolado de Pablo no partió de
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hombres (no de parte de hombres) y tampoco los hombres fueron los mediadores de la voluntad de Dios en su
llamamiento (ni mediante hombre alguno).
42 Pablo mismo no se cansaba de repetir que había sido escogido y designado por Dios como apóstol a los
gentiles. Ver Hechos 9:5–6, 15–16; 22:10–21; 26:15–18; Romanos 1:1, 5; Gálatas 1:1; 2:9.
43 Cf. MacDonald, pág. 948: Su apostolado … no era una ocupación que hubiese escogido para sí mismo ni había
sido instruido por hombres para la misma. Tampoco le había sido dado el oficio por ordenación humana … No, sino
que todo su ministerio era llevado a cabo bajo el solemne conocimiento de que el mismo Dios lo había escogido como
apóstol; Hendriksen, págs. 55–56: Pablo había alcanzado su alto oficio no por aspiración, ni por usurpación, ni
tampoco por nominación de parte de otros hombres (Gálatas 1:1, 16–17), sino por medio de preparación divina
(Gálatas 1:15–16), habiendo sido apartado y capacitado por la actividad de la voluntad soberana de Dios; Carson,
pág. 27: Este alto llamamiento no se debe a la capacidad intrínseca de Pablo o a sus indudables cualidades
intelectuales; se debe a la gracia y misericordia del Dios que le ha escogido; Gutiérrez, pág. 810: Nadie, bajo ningún
pretexto, podrá disputarle esta misión, que le viene del mismo Dios, mediante la cual puede hacer valer sus plenos
poderes aun sobre las comunidades cristianas que no tuvieron contacto personal con él.
44 Por otro lado, la firma de Timoteo y la ausencia de las firmas de los otros compañeros pueden deberse a que
Timoteo había estado con Pablo en Éfeso (Hechos 19:21–22), lo cual hace posible que conociera personalmente
a los miembros de la congregación de Colosas.
45 Ver también CENT 128, Mucha libertad en Cristo, págs. 24–25. Para más información sobre Timoteo, ver
CENT 140, La conversión auténtica, págs.48–51. Timoteo «firma» también otras cartas de Pablo: 2 Corintios
1:1; Filipenses 1:1; 1 Tesalonicenses 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1; Filemón 1.
46 A este respecto, comenta MacDonald, pág. 948, que es importante observar aquí la total ausencia de
oficialismo en la actitud de Pablo para con Timoteo. Los dos eran miembros de una común hermandad y no había
concepto alguno de una jerarquía de dignatarios eclesiásticos con pomposos títulos y vestiduras distintivas. Cf.
Buffard, pág. 19: La ordenación por una iglesia, si no va acompañada de la ordenación de las manos taladradas de
Cristo, no tiene eficacia alguna.
Burt, David F.
p 35 CAPÍTULO 2
… a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia a vosotros y paz de
Dios nuestro Padre.
47 Cf. Hendriksen, pág. 56: Al llamar a Timoteo «nuestro hermano», Pablo … estaba enfatizando la íntima relación
que había entre él y su compañero. Pablo amaba a Timoteo profunda y tiernamente (Filipenses 2:19–23); Erdman,
págs. 29–30: En ningún otro compañero puso Pablo tanta confianza; a nadie más prodigó tanto amor.
48 Cf. Lightfoot, pág. 131: Esta expresión debe entenderse como la renuncia de toda valía personal y una declaración
Burt, David F.
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2 Estrabón (Geograǐa XII. viii. 16) describe la comarca como sísmica, sujeta a terremotos. Cf. Lightfoot, págs.
2–3, 38–40; Hendriksen, pág. 19.
3 Heródoto: Historia vii.30. Ver Banks, pág. 732; Hendriksen, pág. 20.
4 Jenofonte: Anábasis i.2.6. Ver Banks, pág. 732; Hendriksen, pág. 20.
5 Puesto que Pablo mismo pide que su epístola sea leída también en la iglesia de Laodicea (4:16), casi sería
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Colosas ya había perdido la carrera. Si alguien buscaba salud, placer y reposo, iría a
Hierápolis; y si estaba interesado en negocios o política, dirigiría sus pasos a Laodicea10.
Ya en tiempos de Estrabón, que vivía dos generaciones antes de Pablo, la «gran ciudad de
Frigia» mencionada por Heródoto se había convertido un una ciudad pequeña11. Dan fe de ello los
pobres restos arqueológicos que marcan hoy la ubicación de Colosas, en contraste con las soberbias
ruinas de Laodicea y, sobre todo, de Hierápolis12.
exacto decir que se trata de ¡«La Epístola de Pablo a los Colosenses y a los Laodicenses»!
6 Green, págs. 261–262; Hendriksen, pág. 21.
7 Un pequeño botón de muestra de la importancia cultural de Laodicea es que Cicerón pasó años en la ciudad y
desde ella envió algunas de sus cartas más famosas. Ver Erdman, pág. 6.
8 Por supuesto, la riqueza bancaria de Laodicea, su industria textil y las termas medicinales de la comarca
están detrás de las palabras irónicas del Señor al dirigirse a la iglesia de Laodicea: Te aconsejo que de mí compres
oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza
de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver (Apocalipsis 3:18).
9 Erdman, pág. 7.
10 Hendriksen, pág. 22.
11 Estrabón: Geograǐa, XII, viii, 13. Ver Hendriksen, pág. 23.
12 Los restos de Laodicea son menos espléndidos no porque la ciudad fuera menos gloriosa que Hierápolis,
¡sino porque sus ruinas sirvieron de cantera para la construcción del cercano pueblo turco de Denizli! Ver
Lightfoot, págs. 6–7.
13 Flavio Josefo: Antigüedades de los judíos, XII, iii, 4. Ver Abbo , pág. xlviii; Barclay, pág. 121; Buffard, pág. 11;
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en la fecha exacta. Algunos proponen los años 52 a 54; otros, 54 a 56. Es posible que Pablo pasara por Colosas
al comienzo de su tercer viaje misionero, cuando se dirigió desde Antioquía hasta Éfeso, pues la carretera que
pasaba por la ciudad formaba parte de la ruta natural. Ver Hendriksen, págs. 16–18.
16 Los que piensan que la iglesia fue fundada por Pablo mismo se apoyan en las referencias a su obra misionera
habían convertido desde su visita hasta la fecha de escribir. Pero la mayoría de comentaristas estaría de
acuerdo con la conclusión de Wickham, pág. 114: El apóstol pasó la mayor parte de aquella larga temporada
trabajando en la misma capital, pero sus colegas y discípulos llevaron el mensaje por todas partes. Cf. Hendriksen,
pág. 25.
18 Cf. Guthrie (2), pág. 545: Parece razonable suponer que la iglesia tuvo su origen como resultado del ministerio de
Epafras, porque, en el 1:7, Pablo dice: «lo aprendisteis de Epafras, nuestro amado consiervo, quien es fiel servidor de
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LA HEREJÍA COLOSENSE
Por todo lo que hemos visto hasta aquí podemos deducir que, estando Pablo en prisiones,
Epafras, anciano de la iglesia de p 43 Colosas, hizo el largo viaje hasta Roma para consultar con él
acerca de la situación que estaba afrontando la congregación. Emprender un viaje de esta
envergadura —unos 1700 a 2200 kilómetros, según la ruta escogida— y compartir las condiciones
incómodas del apóstol (Filemón 23) sugiere que Epafras estaba alarmado. Aunque trae saludos
afectuosos —Epafras … nos informó de vuestro amor en el Espíritu (1:8)— y aunque puede informar
acerca de la «fe, amor y esperanza» de los colosenses (1:4–5; 2:5), otras noticias que lleva al apóstol
son suficientemente preocupantes como para ocasionar la redacción de nuestra epístola22. La
iglesia estaba bajo la amenaza de enseñanzas erróneas.
No es fácil dilucidar todos los aspectos doctrinales de la «herejía colosense». Disponemos de
la iglesia: La iglesia no fue plantada en Colosas por el ministerio de Pablo, sino por el de Epafras, a quien el apóstol
había delegado para que predicase el evangelio entre los gentiles. Cf. Gutiérrez, págs. 800–801; Pérez, pág. 55;
Staab, pág. 107. Otros autores, en cambio, comparten la opinión de Nielson, pág. 380: Es extraño sostener …
que Pablo nunca visitó las iglesias del valle del Lico, cuando era un viajero incansable y estuvo durante dos años en la
cercana Éfeso.
20 Muchos comentaristas suponen que Apia era la esposa de Filemón, y Arquipo su hijo. Ver Hendriksen, pág.
26; Wiersbe, pág. 3. Desde luego, existía una estrecha relación entre ellos.
21 Ver Guthrie (2), pág. 546.
22 Cf. Guthrie (2), pág. 546: Una de las razones del viaje de Epafras a Roma … fue su deseo de informar a Pablo
acerca del progreso del evangelio en el valle del Lico y, así, consolar el corazón del apóstol. Pero, sin duda, la razón
principal fue recabar consejo en cuanto a una peligrosa herejía que había asomado en Colosas y que amenazaba la
seguridad de la iglesia.
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1. La cristología
Parece claro que, de alguna manera, ciertos colosenses estaban cuestionando la preeminencia
de Cristo y, por tanto, poniendo en entredicho la total suficiencia de su obra salvadora26. La
cosmogra a del pleno gnosticismo del siglo II dividía el universo en siete esferas, cada una de las
cuales era gobernada p 45 por una categoría diferente de seres espirituales. Más allá de estas
23 Guthrie (2), pág. 550, concluye su discusión de las posibles relaciones entre la herejía colosense y el
gnosticismo con el resumen siguiente: Desde luego, no hay ni rasgo en Colosenses de las doctrinas peculiares de
Cerinto, con su distinción entre el Jesús humano y el Cristo divino. Como mucho, las conexiones con el gnosticismo
son muy difuminadas y señalan hacia un gnosticismo incipiente que aún no ha sido formulado en un sistema fijo.
24 Cf. Guthrie (1), pág. 1140: Siempre resulta diǐcil reconstruir los principios de una herejía cuando los únicos datos
dominantes de aquella época proponen influencias tan variadas como: el culto frigio a la luna o a los dioses
frigios Sabazio, Atis y Cibeles; la teoso a egipcia; el mitraísmo; las doctrinas de los esenios; el sincretismo
gnóstico; o la angelología judía. Pero la verdad es que todas estas vinculaciones adolecen de una falta de datos
reales que las apoyen. Ver Guthrie (2), pág. 549. La posible relación entre la herejía colosense y la doctrina de
los esenios es tratada con detalle por Hendriksen, págs. 30–32 y, especialmente, por Lightfoot, págs. 73–113.
Lightfoot establece también la estrecha relación doctrinal entre los esenios y el gnosticismo, de forma que
aquéllos practicaban una especie de «judaismo gnóstico». Carballosa, págs. 24–29, da un interesante resumen
del pensamiento gnóstico.
26 Cf. Collantes, pág. 1349: Sobre los colosenses se ciernen serios peligros de falsear la doctrina cristiana, a causa de
ciertos perturbadores y pseudo doctores que, mezclando concepciones helénicas con interpretaciones judaicas,
desvirtuaban la absoluta supremacía de Cristo.
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La epístola contiene una cristología elevada. Cristo es preeminente sobre toda criatura y sobre
la misma creación. De hecho, todo fue creado no sólo por él, sino para él. Él es percibido como el
centro del universo, soberano sobre todos los principados y poderes, es decir, sobre cualquier
agencia que pudiera desafiar su autoridad. No sólo eso, sino que él es la imagen de Dios y el
poseedor de toda la plenitud de Dios. Estas afirmaciones le exaltan forzosamente a una igualdad
con Dios … El pasaje cristológico que expresa estas ideas (1:15–19) introduce una afirmación
acerca de la obra redentora de Cristo (1:20–23), obra matizada también en el 2:14, que enseña que
en la cruz Cristo triunfó sobre todos sus enemigos. Está claro que el propósito de Pablo es
demostrar la inconmensurable superioridad de Cristo, en contraste con la inadecuada doctrina
27 Cf. Ashby, pág. 481–482: Una de las enseñanzas fundamentales del gnosticismo fue que la materia es
intrínsecamente mala. Por tanto, no se podía imaginar que Dios tuviera una intervención directa en la obra de la
creación. Se suponía que existía toda una serie de «emanaciones», poderes intermediarios que debían ser aplacados y
adorados. Asimismo, esta doctrina militaba contra toda creencia en la Encarnación.
28 Según Guthrie (1), pág. 1140, en el gnosticismo del siglo segundo, «la plenitud» era un nombre abstracto
empleado para referirse al dios absoluto, quien no podía tener contacto con la tierra, o sea, con «el vacío».
29 Cf. Hendriksen, págs. 27–28: Es muy posible que … [los falsos maestros dijeran]: «Cristo no os dará la plenitud
de conocimiento, santidad, poder y gozo. Por tanto, para que podáis conseguir esa plenitud, además de creer en Cristo
debéis seguir nuestras ordenanzas y reglas».
30 Cf. Guthrie (2), pág. 546: Está claro que la enseñanza falsa de alguna manera restaba importancia a la persona de
Burt, David F.
Vivimos en una época pluralista en la que la corrección política exige que aceptemos la validez
de toda clase de opiniones. Vivimos también en una época en la que corren muchas ideas acerca de
quién fue Jesucristo34 . Para algunos, no era más que un gran pensador ético. Para otros, era un
revolucionario político que defendía los intereses de los indefensos de la sociedad. Algunos ven en
él al «gran mago», un ser con poderes extraordinarios que concede las mismas fuerzas a sus
elegidos. Otros, en cambio, piensan que no era más que el hijo de un carpintero, pero que sus
seguidores iban inventándose leyendas en torno a su persona, mitificándole y deificándole hasta
convertir el «Jesús de la historia» en el «Cristo de la fe». Pero todas estas versiones son parciales o
pertenecen a la incredulidad. Hay una sola cristología verdaderamente cristiana. Es la que
encontramos en Colosenses. El apóstol Pablo no se pone aquí a inventar nuevas doctrinas
cristológicas, sino que afirma lo que ha llegado a creer, juntamente con los demás apóstoles, desde
el día de su conversión: que Jesús de Nazaret es Dios encarnado, creador del universo y su legítimo
Señor. No se puede jugar con las doctrinas cristológicas. No tenemos derecho a inventarnos
nuevas p 48 interpretaciones acerca de la persona de Jesús. A la larga, sólo hay dos opciones. O
creemos acerca de él lo que Dios ha revelado que es: hijo de David según la carne, pero declarado
inequívocamente Hijo de Dios con poder por su resurrección de entre los muertos (Romanos 1:4).
O negamos el testimonio apostólico, nos inventamos un Cristo de fabricación humana y, con ello,
acabamos desmontando todo el mensaje del evangelio. Lo que creemos acerca de la persona de
Cristo determina lo que creemos acerca de su obra. Su obra no tiene sentido a no ser que él sea
quien dice ser.
combatir de tiempo en tiempo no son aquellas que abiertamente y de una manera crasa atacan la persona de nuestro
Señor, sino más bien aquellas que sutilmente le roban parte de su dignidad, en tanto que dan apariencia de honrarle.
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3. La dimensión filosófica
Las doctrinas de los herejes se caracterizaban por su filosoǐa y vanas sutilezas (2:8) y Pablo les
dice que no se dejen engañar por ellas. No sabemos exactamente en qué consistía la «filoso a» de
los herejes, pero el solo empleo de esta frase sugiere que algunos de los colosenses estaban
deslumbrados por la aparente sutileza de su dialéctica (2:4). Los falsos maestros hablaban
probablemente en términos de «sabiduría y conocimiento» y «del misterio de Dios» (2:2–3),
envolviendo en un sofisticado lenguaje intelectual sus pobres ideas erróneas38. Se ve que esta
filoso a, además de tener un contenido contrario a la Palabra de Dios, empleaba métodos que no
estaban en consonancia con las Escrituras: se alimentaba de visiones que se anteponían a lo que
Dios había revelado por los apóstoles y profetas (2:18); y se fomentaba mediante la promesa de una
creciente iluminación por el desvelo de secretos esotéricos que estaban en poder de los p
50 maestros herejes únicamente (2:8), pues sólo unos cuantos privilegiados tenían acceso a los
35 Esto encajaría con la idea, prominente entre los rabinos judíos de la época, de que los ángeles tenían una
función mediadora entre Dios y los hombres. Ver Guthrie (2), pág. 548; Abbo , págs. xlix–1.
36 Algunos comentaristas ven en el uso de la palabra «elementos» (2:8, 20) otra referencia al mundo angelical
y proponen que debe ser traducida como «espíritus elementales» (es decir, los poderosos espíritus que
controlaban las fuerzas de la naturaleza, según el pensamiento contemporáneo). Ver Barclay, págs. 124–125;
Guthrie (2), pág. 548. Es de observar también que el autor de la Epístola a los Hebreos tuvo que dedicar los dos
primeros capítulos de su carta al tema de la superioridad de Cristo sobre los ángeles, lo cual sugiere que el
judaismo del siglo I había absorbido ideas helenizantes sobre el dominio angelical. Ver Harrison, pág. 13.
37 Esta idea, a su vez, enlaza con los conceptos astrológicos de la antigüedad. Cf. Barclay, pág. 125: El mundo
antiguo estaba dominado por la idea de la influencia de las estrellas … Se creía que todas las cosas estaban en poder
de un fatalismo férreo que dependía de ellas, y la astrología profesaba proveer a los hombres del conocimiento secreto
que podía liberarlos de la esclavitud a los espíritus elementales. Es muy probable que los falsos maestros colosenses
estuvieran enseñando que se necesitaba algo más que Jesucristo para liberar a las personas de la sujeción a esos
espíritus elementales.
38 Estas frases, juntamente con otras como plenitud, perfecto o trato severo del cuerpo (1:19, 28; 2:23), eran
empleadas tanto por las sectas mistéricas que florecieron en el siglo I como por los gnósticos del siglo II. Ver
Buffard, pág. 15; Carson, pág. 17; Guthrie (2), pág. 547.
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4. El trasfondo judío
Pero, aunque muchas de estas palabras e ideas provenían de fuentes helenísticas, se ve que iban
acompañadas por tendencias judaizantes. Es posible que debamos entender en este sentido las
referencias a tradiciones de los hombres (2:8), a reglas de comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o
luna nueva, o día de reposo (2:16). Sin embargo, la referencia más clara es a la circuncisión (2:11;
3:11) 39. Pablo se ve en la necesidad de explicar el significado cristiano de este rito, por lo cual
podemos suponer que algunos intentaban imponerlo a los creyentes. Y, en cuanto a todas estas
reglas y exigencias judías, el apóstol afirma que sólo pueden ser sombras de lo que ha de venir y que
deben considerarse como cumplidas en Cristo (2:16–17).
5. El ascetismo
Otra característica propia de ciertas formas de judaismo era la utilización de métodos ascetas
para intentar conseguir niveles superiores de santidad y pureza. Para ello, trataban severamente el
cuerpo40 y practicaban toda clase de austeridad y abstinencia (2:20–23). Sin embargo, para el
apóstol, estos métodos no eran más que otra manera de desviar a los creyentes de p 51 la persona
de Cristo; porque, para él, Cristo mismo es la verdadera respuesta a los problemas de doctrina y de
vida41.
6. La inmoralidad
Como ya hemos indicado, no es fácil ver la relación ideológica entre el ascetismo practicado,
aparentemente, por algunos colosenses y las advertencias de Pablo contra la inmoralidad. Pero el
hecho es que ambas tendencias —la legalista y la libertina— parecen haber estado presentes en la
congregación42.
El texto de Colosenses indica que la inmensa mayoría de los creyentes de la ciudad procedían de
un trasfondo gentil (ver 1:21, 27; 2:11–13; 3:5–7)43. En el pasado habían practicado el culto a
diversos dioses paganos, culto que con frecuencia se asociaba a diferentes formas de desenfreno y
39 Cf. Carson, pág. 16: A la luz de las palabras de Pablo acerca de la circuncisión espiritual de Cristo, es probable que
se enseñara en Colosas el rito de la circuncisión ǐsico como legalismo vinculante.
40 Collantes, pág. 1349, incluso habla de maceraciones corporales.
41 Hendriksen, pág. 29.
42 Curiosamente, estas dos tendencias iban a caracterizar dos formas distintas de enseñanza gnóstica en las
décadas futuras. Puesto que los gnósticos seguían la tendencia helénica a exaltar el espíritu y despreciar el
cuerpo, algunos practicaban un riguroso ascetismo y hasta maltrataban el cuerpo a fin de que no interfiera
con la santificación del espíritu, mientras que otros opinaban que los pecados del cuerpo no importaban. Ver
Barclay, pág. 127; Carson, pág. 16.
43 Abbo , pág. xlviii, va más lejos y propone que, puesto que la iglesia fue fundada por el gentil Epafras y
puesto que los judíos de la ciudad no le habrían prestado atención, la iglesia se componía sólo de gentiles.
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Por tanto, la razón principal por la cual Pablo escribe a los colosenses es para refutar estos
errores44. Su epístola se alza como testimonio a la imperiosa necesidad de sostener creencias
correctas. La falsa doctrina no debe ser contemplada nunca como una alternativa viable a la
revelación divina, sino que debe ser denunciada y rechazada como peligrosa y aberrante.
Puesto que estaba en entredicho la persona de Jesucristo, la primera finalidad de Pablo es
ensalzar de tal manera al Señor que los colosenses puedan volver a depositar su plena confianza en
su poder para salvarles por completo. Así pues, la epístola es eminentemente cristológica.
Juntamente con Juan 1 y Hebreos 1, Colosenses 1 constituye una maravillosa exposición de la
persona y divinidad del Señor Jesucristo45 . Y este capítulo condiciona todo el resto de la epístola,
de manera que Cristo viene a ser el centro constante de nuestra atención.
Pero la defensa fiel del evangelio consiste no sólo en exponer la verdad, sino también,
p 53
como acabamos de decir, en delatar el error. Por tanto, una segunda finalidad de la carta es
advertir a los colosenses en cuanto a las falsas doctrinas de los herejes y en cuanto a los peligros del
estilo de vida que promueven y que no hace justicia al evangelio. Los herejes ofrecen una sabiduría
humana y una solución asceta que nada tienen que ver con la auténtica santificación. En cambio
—dice Pablo—, Jesús ofrece revestirnos de una nueva vida que refleja la verdadera santidad de
Dios.
Puesto que es posible que, a causa de la influencia de los herejes, algunos cuestionaran la
validez del ministerio de Epafras, una tercera finalidad podría ser la vindicación de éste como fiel
44 McRay, pág. 1050, resume la herejía colosense con estas palabras: Algunos de los colosenses se habían
enredado en alguna clase de filosoǐa judeo-helenística e intentaban imponer sobre la iglesia ciertas restricciones,
tales como la observancia de sábados, fiestas y lunas nuevas (2:16), el culto a ángeles (2:18), reglamentos ascetas en
torno a la comida y el sexo (2:20–23), la circuncisión (2:11–13), enseñanzas erróneas acerca de Cristo y los poderes
angelicales y acerca de su papel intermediario entre Dios y los hombres (1:15–20; 2:8, 20) y prácticas inmorales
(3:5–11).
45 Cf. Staab, pág. 110: La carta a los Colosenses [es] el documento más importante de la cristología paulina.
Burt, David F.
ESTRUCTURA DE LA EPÍSTOLA
A la luz de lo que acabamos de decir, podemos aseverar que Pablo tenía que resolver dos
problemas principales: uno era doctrinal y tenía que ver con la persona de Cristo; el otro era práctico y
tenía que ver con la vida del cristiano46.
Estos dos problemas corresponden a las dos secciones principales de la carta. La primera
(1:13–2:23) es de carácter esencialmente doctrinal. La segunda (3:1–4:1) es práctica y p 54 ética47.
Pero están estrechamente vinculadas entre sí. La enseñanza ética brota directamente de la
enseñanza doctrinal. La primera mitad de la epístola ensalza a Cristo mismo. Demuestra su
absoluta preeminencia frente a los seres celestiales y la completa eficacia de su obra salvadora en
contraste con la inutilidad de los sistemas humanos de mejoría moral propuestos por los herejes.
La segunda mitad nos invita, como consecuencia, a revestirnos de Cristo en nuestro caminar
diario, en nuestras relaciones y en nuestra vida de oración y testimonio. Es decir, aquel Cristo que
es el tema principal de la primera mitad se contempla como la medida y el promotor de la vida del
creyente en la segunda. La vida del cristiano está unida íntimamente a la de Cristo. Ha muerto con
Cristo (3:3) y, por tanto, debe hacer morir lo terrenal en su vida (3:5). Ha resucitado con él (2:12;
3:1–4), por lo cual debe vivir ya una vida consecuente con su resurrección. El viejo hombre en
Adán debe desaparecer (3:9) y el creyente debe ser revestido del nuevo hombre en Cristo (3:10). Los
falsos maestros ofrecían sistemas inútiles para vencer los apetitos de la carne. Pablo enseña la
auténtica manera cristiana de crecer en santidad: venciendo con el bien el mal (Romanos 12:21);
despojándonos del viejo hombre al revestirnos del nuevo (Romanos 13:14); superando la ley del
pecado por medio de la ley del Espíritu (Romanos 7:17–8:4).
Así pues, un posible bosquejo del contenido de la epístola podría ser el siguiente:
P 55 A. INTRODUCCIÓN.
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C. SECCIÓN ÉTICA: LA NUEVA VIDA EN CRISTO EN CONTRASTE CON LA VIDA DEL VIEJO
HOMBRE (2:20–4:1).
D. CONCLUSIONES (4:2–18).
• Pablo pide que los colosenses intercedan por él (4:2–6): su conducta ante los incrédulos.
Enseguida queda patente que el apóstol, como es su costumbre, ha concedido a su carta una
estructura simétrica. Esto, a su vez, sugiere que la redacción no ha sido una improvisación, sino el
fruto de una larga reflexión sobre los temas que debían tratarse. Hay un notable equilibrio entre
las dos grandes secciones centrales. Como ya hemos visto, la doctrina cristológica de la primera da
lugar a la ética cristocéntrica de la segunda. Además, cada una de las dos secciones se divide
claramente en dos partes. Igualmente, la salutación y las oraciones de la introducción se
Burt, David F.
48 El hecho de que, en el texto griego, haya un solo artículo indica que los santos y los hermanos no
constituyen dos grupos diferentes, sino uno solo. Todos los verdaderos hermanos son santos, y viceversa.
49 Cf. Buffard, pág. 22: La consagración a Dios es la raíz de la cual procede la flor inmaculada de la pureza. Por eso,
muy pronto la palabra «santo» llegó a adquirir otro significado que implicaba pureza, de tal modo que se llamó al
mismo Dios «el Santo». Se emplea muchas veces … con esta significación moral cuando se trata de los cristianos
(véanse Colosenses 1:22; Efesios 5:27; 1 Pedro 1:15–16) … Todos los verdaderos cristianos gozan de la posición de
Burt, David F.
santos en cuanto a su relación con Dios como apartados para su servicio; es decir, que son santos en cuanto a su
estado o categoría. Todos deben serlo también en cuanto a su carácter. Gutiérrez, pág. 810: Son hermanos «santos»,
es decir, dedicados a Dios, consagrados a su servicio y, por consiguiente, apartados de usos profanos. Nelson, pág.
385: La palabra [santos] … tiene un sentido moral. Indica no sólo una posición en Cristo, como algunos quisieran,
sino una condición moral; no una mera dedicación, sino una justicia ética … Pablo no está hablando de «santos»
enclaustrados o designados por los hombres, sino de hombres morales.
50 Songer, pág. 10.
51 Buffard, pág. 24, hace una relación completa de los textos en los que aparece la frase en Cristo en
Colosenses. Los divide en tres grupos: lo que somos en Cristo; lo que tenemos en él; y lo que hacemos en él.
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EL SALUDO (1:2b)
Es habitual que Pablo empiece sus cartas con la misma salutación: Gracia y paz a vosotros, de
Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.52 Es sorprendente, por tanto, descubrir que las palabras y
del Señor Jesucristo no están presentes en los mejores manuscritos de Colosenses53. Pero,
precisamente porque es sorprendente, la mayoría de traductores y comentaristas suponen que la
omisión se debe a la redacción original de Pablo, no al error de un copista54 .
p 61 Sea como fuere, el hecho es que nadie conoce la gracia y la paz de Dios excepto por medio
de Jesucristo. Si bien la fuente de la cual emanan estas cosas es el Padre, el cauce por el cual llegan
hasta nosotros es Jesucristo. Como dice Juan 1:18, la gracia y la verdad fueron hechas realidad por
medio de Jesucristo; ¿y acaso podemos tener paz para con Dios si no es por medio de nuestro Señor
Jesucristo (Hechos 10:36; Romanos 5:1)?
El hebreo Pablo se dirige a los colosenses, en su mayoría gentiles, con una mezcla de
salutaciones de origen judío y griego55: «gracia» (en griego, charis) es una forma cristianizada de la
salutación convencional griega —«saludos» (charein; ver Hechos 15:23)—, mientras que «paz»
corresponde a la típica salutación hebrea, shalom. Pero no hay nada de convencionalismo en la
salutación del apóstol. La incorporación de esta oración al principio de casi todas sus cartas no
quiere decir que Pablo se caracterizara por la repetición vana. Al contrario, demuestra que ésta era
una petición que llegaba al corazón de su preocupación por sus lectores. Él sabe que lo que más
necesita el creyente en este mundo es que Dios supla los recursos continuos de su gracia y paz. No
hay oración más necesaria que ésta.
La palabra gracia nos habla del amor de Dios manifestado a aquellos que no lo merecemos. Por
gracia hemos sido elegidos (Romanos 11:5–6), llamados (Gálatas 1:6, 15), justificados (Romanos
3:24; 4:16; Tito 3:7), redimidos y perdonados (Efesios 1:7), salvos (Efesios 2:5, 8) y capacitados para
el ministerio (Romanos 12:3, 6; 15:15; Efesios 3:8; 4:7). Toda la obra de nuestra salvación se debe a
52 Ver Romanos 1:7; 1 Corintios 1:3; 2 Corintios 1:2; Gálatas 1:3; Efesios 1:2; Filipenses 1:2; 2 Tesalonicenses 1:2;
Tito 1:4; Filemón 3. Las excepciones son las dos epístolas a Timoteo, que incluyen la misericordia, además de
la gracia y la paz; y 1 Tesalonicenses, que omite de Dios Padre y del Señor Jesucristo, seguramente porque el
apóstol ha empleado estas mismas palabras en la frase anterior.
53 Ver Ashby, pág. 483; Buffard, pág. 27; Carson, pág. 28; Conybeare y Howson, pág. 692; Hendriksen, pág.
omiten. Tanto Orígenes como San Juan Crisóstomo dan fe de que la frase no estaba presente en los
manuscritos que ellos tenían delante. Ver Abbo , pág. 194.
55 Sobre esta salutación, ver CENT 140, La conversión auténtica, págs. 63–67; CENT 156, Por qué necesitamos
pastores, págs. 66–68; y CENT 128, Mucha libertad en Cristo, págs. 47–53.
Burt, David F.
Burt, David F.
p 65 CAPÍTULO 3
ACCIÓN DE GRACIAS
COLOSENSES 1:3–5a
Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por vosotros, al
oír de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis por todos los santos, a causa de la esperanza
reservada para vosotros en los cielos, …
56 Cf. Buffard, pág. 26: Por la gracia tenemos paz para con Dios y luego tenemos la paz de Dios; MacDonald, pág.
949: Si Dios no hubiese actuado primero en amor y misericordia para con nosotros, estaríamos aún en nuestros
pecados; pero, por cuanto tomó la iniciativa y envió a su Hijo a morir por nosotros, tenemos ahora paz para con Dios,
paz con los hombres y la paz de Dios en nuestras almas. Cf. Harrison, págs. 18–19.
1 Cf. Hendriksen, pág. 58: Dado que Pablo y Timoteo son mencionados en el contexto inmediato (1:1) es natural que
interpretemos el «damos gracias» del versículo 3 como refiriéndose a ellos y no como un plural retórico. Nielsen, pág.
386, propone que el nosotros debe incluir también a Epafras.
2 Esto es cierto de todas las epístolas paulinas con la sola excepción de Gálatas y Tito. Ver Hendriksen, pág. 58.
Además, si unimos la palabra siempre al verbo damos gracias—lo cual es admisible según el texto griego (ver
Hendriksen, págs. 58–59)—, parece que el mismo apóstol desea enfatizar que nunca intercede por los
creyentes sin también dar gracias por ellos. Ver 1 Corintios 1:4; Efesios 1:16; Filipenses 1:3; 1 Tesalonicenses
1:2; 2 Tesalonicenses 1:3; Filemón 4.
Burt, David F.
3 De hecho, la acción de gracias es un tema que vamos a encontrar a lo largo de la carta: 1:12; 2:7; 3:15, 17; 4:2.
4 Cf. Erdman, pág. 34: Las palabras de aprecio suelen preparar el corazón para que acepte las advertencias
y los consejos.
5 Hendriksen, pág. 59.
Burt, David F.
• Es posible asociar la palabra siempre a las palabras anteriores y entender que Pablo y Timoteo
dan siempre gracias a Dios7.
6 Cf.MacDonald, pág. 949: Podemos acercarnos a Dios por medio de Cristo. Aquel que es infinitamente
excelso se ha hecho íntimamente cercano.
Burt, David F.
p 70 FE Y AMOR (1:4)
Como ya hemos visto, el hecho de que Pablo hable de oír de vuestra fe puede significar o bien
que él y Timoteo acaban de recibir noticias (seguramente a través de Epafras, 1:8) acerca de cómo
los colosenses están perseverando en la fe, o bien que el apóstol mismo no ha sido el instrumento
utilizado por Dios para la conversión de los lectores, sino que ha sido informado por terceras
personas acerca de cómo han llegado a creer en Jesucristo9. Todo depende de si Pablo está hablando
de la fe inicial de los colosenses en el momento de la conversión o de la fe que siguen manifestando
posteriormente en su caminar diario.
Sea como fuere, podemos suponer que las dos cosas son ciertas. Por un lado, los colosenses han
escuchado el evangelio de Jesucristo, han comprendido que él es el único mediador entre Dios y los
hombres, han aceptado que es el Hijo de Dios, Rey y Mesías, y han creído en él como su Señor y
Salvador. Por otro, están perseverando en la fe; siguen confiando en Cristo para su salvación y
dependiendo de su dirección y providencia en la vida diaria.
Y, por supuesto, las dos cosas deben ser ciertas en nuestro caso también. Si hemos sido salvos
por la fe, debemos andar en ella. La fe no es sólo algo que hemos profesado en algún momento del
pasado, sino también un camino que seguimos caminando toda la vida (Romanos 4:12, 19–22; 2
Corintios 5:7; Gálatas 2:20). La fe que profesamos en el momento de nuestra conversión debe dar
lugar a una dependencia vital de Cristo p 71 como nuestro Señor. Si nuestra entrega inicial a
Cristo es genuina, conducirá necesariamente a una confianza permanente en él.
El objeto de la fe de los colosenses es Cristo Jesús, pero el objeto de su amor es la iglesia: el amor
que tenéis por todos los santos. Jesús mismo pide que le amemos a él amando a nuestros hermanos
7 Así la interpretan Hendriksen, págs. 58–59 y Buffard, pág. 28 (ver también BJ). Sin embargo, el orden de las
palabras en el texto griego favorece la interpretación de nuestra versión (cf. RV60, RV95, BT, CI, DHH, NVI,
RVA).
8 Cf. Hendriksen, pág. 59: La construcción más sencilla de los versículos 4 a 8 es la de considerar toda esta sección
Burt, David F.
p 72 LA ESPERANZA (1:5a)
Después de encomendar a los colosenses a causa de su fe y amor, Pablo procede a hablar de su
esperanza: a causa de la esperanza reservada para vosotros en los cielos. Pero aquí, nuevamente, nos
encontramos con una frase que se presta a diferentes lecturas:
• Algunos comentaristas12 la unen con la primera frase del versículo 3: Damos gracias a Dios … a
causa de la esperanza …; es decir, habiendo oído de vuestra fe y vuestro amor, damos gracias a Dios
por la esperanza que os está guardada. Pero para hacerlo tienen que suponer que los versículos 3b
y 4 forman un paréntesis: orando por vosotros al oír de vuestra fe y vuestro amor. En contra de esta
lectura, podemos aducir que esta construcción da como resultado una idea extraña, a saber, que
después de haber oído acerca de la fe y el amor de los colosenses, Pablo y Timoteo no dan gracias por
esta fe y amor como es de esperarse, sino sólo por la esperanza reservada para los colosenses …13
• Otros la asocian precisamente a la segunda parte del versículo 3 y suponen que el paréntesis se
10 Cf. Harrison, pág. 19: La fe es la raíz de la vida cristiana, y el amor es su fruto; Barclay, pág. 134: Estas son las
dos caras de la vida cristiana. El cristiano debe tener fe; debe saber lo que cree. Pero también debe amar a sus
semejantes: debe convertir esa fe en acción. No basta simplemente con tener fe, porque puede haber una ortodoxia que
no conozca el amor. Y tampoco basta con amar a las personas, porque sin fe real ese amor puede no ser más que
sensiblería.
11 Puntualiza MacDonald, pág. 950: No había nada local ni sectario en su amor. No amaban sólo a los de su propia
comunión local, sino que allí donde encontraban a verdaderos creyentes su amor se derramaba libre y cálidamente.
12 Por ejemplo, Conybeare y Howson, pág. 692; Buffard, pág. 33.
13 Lenski, citado por Hendriksen, pág. 62.
Burt, David F.
De aceptar esta última interpretación, debemos preguntarnos: ¿en qué sentido pueden la fe y el
amor depender de la esperanza? La respuesta consiste en que estas tres virtudes, bien entendidas,
dependen cada una de ellas de las otras dos. Crecer en una de ellas es crecer en las tres. Carecer de
una es, en última instancia, carecer de las tres. En el caso concreto de la esperanza, lo cierto es que
cuanto más viva está nuestra expectación en cuanto a la pronta llegada de Cristo, al
establecimiento completo del reino de Dios y a nuestra perfecta transformación a la imagen del
Señor, tanto más se aviva nuestra fe y, con ella, los vínculos afectivos que nos unen a aquellos que
van a ser conciudadanos nuestros en el reino15.
Pero, esto dicho, tenemos que abordar otra cuestión polémica: ¿se refiere Pablo aquí a la
esperanza objetiva o subjetiva? De la misma manera que hay una fe objetiva (el cuerpo de creencias
que constituye la «fe cristiana») y una fe subjetiva (la confianza del creyente en Cristo y en su obra
salvadora), también la esperanza tiene dos matices similares en el Nuevo Testamento. Por un lado
se puede referir a la expectación en el corazón del creyente (actitud subjetiva); por otro, a las
bendiciones que el creyente aguarda (realidad objetiva). Aquí, claramente, Pablo se p 74 refiere a
la esperanza objetiva, porque habla de la esperanza reservada para vosotros en los cielos,16 es decir, el
galardón, la gloria, la herencia de los santos en luz (1:12) y las muchas bendiciones que los colosenses
recibirán cuando Cristo se manifieste (cf. Gálatas 5:5; Tito 2:13; 1 Pedro 1:4). La cuestión es: ¿se
refiere el apóstol también a la esperanza subjetiva, aquella expectación viva que está en los
colosenses y los sostiene en la lucha de la fe? Parece ser que sí. A fin de cuentas, sería sorprendente
encontrar en un mismo contexto referencias a la fe subjetiva y al amor subjetivo, pero no a la
esperanza subjetiva. Si admitimos este matiz adicional, debemos entender que la palabra se
14 Entre ellos, Bruce; Harrison, pág. 20; Hendriksen, págs. 62–63; Lightfoot, pág. 133; Robertson.
15 Cf. Hendriksen, pág. 62: Las actitudes y actividades mentales y morales del cristiano, tales como el tener fe,
esperanza y amor, siempre reaccionan unas sobre otras … Por tanto, ¿cómo va a ser posible que la esperanza de gloria
… no fortalezca nuestra fe en aquel que ganó para nosotros todas estas bendiciones? ¿Y cómo no va a aumentar
nuestro amor hacia aquellos con los cuales vamos a compartir esta bendición por la eternidad? Harrison, pág. 20:
La esperanza crea una anticipación en el corazón, lo cual tiene un poderoso efecto sobre las actitudes presentes.
Jamieson, pág. 510: La esperanza de la vida eterna nunca será en nosotros un principio inactivo, mas siempre
producirá el amor.
16 Puntualiza Wiersbe, pág. 23: El tiempo del verbo [reservada] indica que esta esperanza ha sido reservada de una
Burt, David F.
Por tanto, los colosenses se caracterizan por la fe, el amor y la esperanza; y Pablo y Timoteo dan
gracias a Dios por ello. Esto nos suena familiar. De hecho, estas virtudes constituyen una trilogía
que encontramos con frecuencia en los escritos de Pablo17 . Pero no por familiares carecen de
importancia. Al contrario, se repiten con frecuencia precisamente porque para Pablo eran de suma
importancia. Con respecto a la doxología del versículo 2, decíamos que la petición de gracia y paz
se repite vez tras vez porque no hay oración más importante que ésa. Ahora podemos decir algo
similar en cuanto a la fe, el amor y la esperanza: si Pablo se fija en estas tres virtudes de los
colosenses, es porque son incuestionablemente las características más importantes del creyente.
En otras palabras, si queremos saber cómo van los hermanos, si están en forma, si hay cosas por las
que dar gracias al Señor en sus vidas, lo primero que debemos considerar es si tienen fe, amor y
esperanza. No es cuestión de enjuiciarlos, sino de dar gracias al Señor con conocimiento de causa.
p 77 CAPÍTULO 4
LA PALABRA DE VERDAD
17Además, se encuentra en otros textos no paulinos. Cf. Hendriksen, pág. 60: En el Nuevo Testamento, esta tríada
no está limitada a los escritos de Pablo … Puede haber sido parte de la terminología común de los primeros
cristianos. Es muy probable que Pablo no la inventara. Ver Romanos 5:1–5; 1 Corintios 13:13; Efesios 4:2–5;
Colosenses 1:4–5; 1 Tesalonicenses 1:3; 5:8; Hebreos 6:10–12; 10:22–24; 1 Pedro 1:3–8, 21–22.
Burt, David F.
… de la cual oísteis antes en la palabra de verdad, el evangelio, que ha llegado hasta vosotros,
así como en todo el mundo está dando fruto constantemente y creciendo, así lo ha estado haciendo
también en vosotros, desde el día que oísteis y comprendisteis la gracia de Dios en verdad …
• Si aprovecha ahora para abordar el tema de la eficacia del evangelio, probablemente sea porque
éste estaba bajo ataque. Los herejes estaban cuestionando el poder del evangelio. Ponían en tela
de juicio la unicidad de la obra salvadora de Cristo y su capacidad para transformar vidas y
conceder una firme esperanza de cara al futuro.
• Si Pablo procede luego a solidarizarse con Epafras, quizás sea porque los herejes estaban
socavando su autoridad y su ministerio en la iglesia. Le trataban como desfasado, insinuando
que su enseñanza estaba bien hasta donde llegaba, pero que no llegaba muy lejos. Ellos
mismos, en cambio, podían ofrecer conocimientos mucho más profundos y sabios.
• Y, si habla de estas cuestiones ahora en medio de su oración, es porque el contexto de amor
fraternal y gratitud a Dios provee el marco ideal para sus palabras. Aparentemente, la iglesia
todavía no ha sucumbido plenamente ante las presiones de los herejes. Sólo está en peligro de
hacerlo. Sin duda, si la mayoría de los miembros se hubieran desviado ya del evangelio, Pablo
habría empleado un tono de reprensión mucho más enfático, severo y directo (como en el caso
de los gálatas o los corintios). Pero ahora, ante la situación delicada de la iglesia, necesita hablar
con discreción y diplomacia. Se pone a defender el evangelio de una manera indirecta, porque
la reprensión directa podría despertar reacciones de protesta en sus lectores y servir sólo para
alienar aún más a los creyentes tambaleantes. Por eso sitúa sus palabras en el contexto de su
gratitud al Señor y habla positivamente acerca de las bendiciones del evangelio y la fidelidad de
Epafras, permitiendo que sean los propios colosenses quienes saquen la obvia conclusión
Burt, David F.
La esperanza reservada en los cielos (1:5a) no es una esperanza universal para todo ser humano,
sino sólo para «vosotros», es decir, los santos y fieles hermanos en Cristo (1:2). El que la tengamos
depende de que hayamos sido apartados por Dios (santos), incorporados en la nueva humanidad
«en Cristo» y hechos miembros de la familia de Dios (hermanos). Depende también de que la
profesión de fe que hicimos en el pasado nos haya conducido a una vida de fe perseverante
(fidelidad) en el momento presente. Esta esperanza, pues, pertenece a unos pocos privilegiados. La
inmensa mayoría sigue viviendo sin tener esperanza y sin Dios en el mundo (Efesios 2:12).
¿Cómo, pues, llegaron los colosenses a ser contados entre los que tienen esta esperanza? Desde
el punto de vista celestial, fue a causa de la elección y del llamamiento de Dios mismo: él los apartó
para ser sus santos; si no fuera por la iniciativa divina en la santificación, nunca habrían llegado a
tener esta esperanza. Sin embargo, desde el punto de vista terrenal, llegaron a obtenerla al oír antes
la palabra de verdad y al creer en Jesucristo como Señor y Salvador1. Pero esto nunca habría
ocurrido si alguien no les hubiera predicado el evangelio. Si Dios no hubiera enviado a sus
mensajeros, no habría habido predicación; si no hubiera habido predicación, los colosenses no
habrían oído el evangelio; sin oírlo, no habrían podido creer en él; sin creer el evangelio, no
habrían podido invocar el nombre del Señor; y sin invocar a Dios, no habría para ellos ni salvación
ni esperanza (Romanos 10:13–15).
Pero el hecho es—dice Pablo—que sí ha habido proclamación del evangelio y vosotros, los
colosenses, sí habéis respondido p 80 con fe. Esta es la razón por la cual tenéis buena esperanza2.
Porque la proclamación de la esperanza reservada en los cielos es una parte intrínseca del mensaje
del evangelio: recibisteis noticia de ella «en el evangelio que ha llegado hasta vosotros» (1:5–6). El
mensaje del evangelio versa no solamente sobre el perdón de pecados y la transformación moral
del ser humano en esta vida, sino también sobre las inimaginables bendiciones que están
reservadas para el creyente en la vida venidera: una patria celestial; una ciudad en la cual mora la
justicia; una ciudadanía en los cielos; relaciones fraternales perfectas, sin sombras ni recelos; la
creación vuelta a su hermosura prístina y liberada de su presente «vanidad»; una vida impecable y
un cuerpo incorruptible; la plena comunión con Dios … Verdaderamente, el evangelio consiste en
«buenas noticias» para todo aquel que cree.
Pero el evangelio no sólo es una «buena noticia» acerca de una gloriosa esperanza. También es
la palabra de verdad. En este mundo hay muchas religiones e ideologías y todas ellas prometen
grandes esperanzas a sus seguidores. La ciudad de Colosas estaba llena de templos, dioses y
promesas religiosas. Pero hay una sola «palabra de verdad»3, un solo mensaje autorizado por el
1 La palabra antes ha recibido muchas interpretaciones: antes, es decir, en el momento de vuestra conversión
(Guthrie, 1, pág. 1142; Erdman, pág. 36); antes de que los falsos maestros introdujeran sus herejías (Carballosa,
pág. 36; cf. Nielsen, pág. 388; Wiersbe, pág. 20); antes de que se escribiera esta carta, etc.
2 Cf. Carson, pág. 32: La esperanza no es el fruto de una imaginación creativa, sino que procede de —y se desarrolla
Burt, David F.
Burt, David F.
No existen pueblos, griegos o bárbaros, o de la raza que sean, no importa por qué apelativo o de
qué manera sean llamados, si moran en tiendas o si vagan en carretas cubiertas, entre quienes no
sean ofrecidas oraciones y acciones de gracias al Padre y Creador de todas las cosas en el nombre
del Jesús crucificado.
Aparecimos casi ayer y, sin embargo, ya hemos llenado vuestras ciudades e islas, vuestros
campos y palacios, vuestro senado y foro. Solamente os hemos dejado vuestros templos8 .
El Libro de los Hechos narra este crecimiento asombroso. El maligno intentaba por todos
p 84
los medios poner trabas al progreso del evangelio, pero la palabra de verdad siempre las vencía. De
hecho, Lucas jalona su narración con frases como: Asì crecía poderosamente y prevalecía la palabra
del Señor (Hechos 19:20; cf. 2:47; 5:14; 9:31; 12:24; 16:5), indicando con ellas el avance imparable de
6 Cf. Lightfoot, págs. 134–135: Más es lo que se esconde debajo de estas palabras [«así como en todo el mundo»] de lo
que parece en su superficie. El verdadero evangelio, parece decir el apóstol, proclama su verdad por su universalidad.
Los falsos evangelios son el resultado de circunstancias locales, de idiosincrasias especiales; el verdadero evangelio es
el mismo en todas partes. El falso evangelio se dirige a círculos limitados; el verdadero se proclama abiertamente por
todo el mundo.
7 R. H. Glover, ˆe Progress of World-Wide Missions (Nueva York, 1925), pág. 39. Ver Hendriksen, pág. 64.
8 Ambas citas aparecen en Hendriksen, pág. 64.
Burt, David F.
9 Cf. Hendriksen, pág. 65: El evangelio jamás depende del hombre, ni siquiera de Pablo; es la obra de Dios en la
que le place usar al hombre.
10Muchos comentaristas suponen que crecer se refiere al crecimiento geográfico del evangelio y dar fruto al
crecimiento espiritual. En todo caso, ambos aspectos están presentes en el pensamiento del apóstol.
Burt, David F.
11 Puntualiza MacDonald, pág. 951: El evangelio hace dos cosas al mismo tiempo: da fruto en la salvación de las
almas y en la edificación de los santos.
12 Cf. Hendriksen, pág. 65: La nota principal todavía es la de acción de gracias, [pero] la inferencia es: así que,
gracia de Dios; cf. CI; RVA), parece más adecuado asociarla al sustantivo gracia. Todo el empeño de Pablo en
esta carta es confirmar la confianza de los colosenses en «la gracia de Dios tal y como es realmente» en
contraste con la falsa interpretación de la gracia propugnada por los herejes. Ver Hendriksen, pág. 66, y las
demás versiones.
Burt, David F.
p 89 CAPÍTULO 5
EPAFRAS
COLOSENSES 1:7–8
15 El verbo traducido como comprender (en griego, epignoskein) es enfático. Era una palabra predilecta de los
gnósticos y se puede traducir como conocer, pero siempre tiene la connotación de un conocimiento cabal y
perfecto. Cf. Carson, pág. 34: El uso de este verbo sugiere una asimilación del significado íntimo del evangelio, de
modo que la verdad se transforma en experiencia.
16 Cf. Harrison, pág. 21: Con una sencilla mención de la gracia de Dios al principio de la carta, juntamente con el
recordatorio de que sus lectores habían venido a conocer el significado de la gracia como una realidad en sus vidas,
Pablo está ya poniendo el hacha a la raíz del legalismo que va a desarraigar y echar a un lado más tarde (2:16–23).
Burt, David F.
1 El verbo aprender tiene la fuerza deser instruido por … Ver Lightfoot, pág. 136; Songer, pág. 24.
2 Ver Abbo , pág. 199; Coneybeare y Howson, pág. 692; Hunter, pág. 108. Este último autor señala que
Epafrodito («hermoso») era un nombre muy común en aquel entonces.
3 El único caso aparte de esta referencia a Epafras es el de Timoteo, en Filipenses 1:1.
Burt, David F.
ministro de Cristo en nuestro lugar) y por los siguientes comentaristas: Abbo (págs. 200–201), Ashby (pág.
484), Bruce, Guthrie (1, pág. 1142), Gutiérrez (pág. 815), Harrison (pág. 22), Hendriksen (pág. 66), Lightfoot
(pág. 136), C. F. D. Moule, Songer (pág. 24), Staab (pág. 112); la segunda (vuestra), por RV60, RV95 y BT (fiel
ministro de Cristo para vosotros), RVA (fiel ministro de Cristo a vuestro favor), DHH (en quien ustedes tienen un fiel
servidor de Cristo) y NVI (fiel servidor de Cristo para el bien de ustedes), y por Lacueva (pág. 790) y Pérez (pág.
60), entre otros.
7 C. F. D. Moule; cf. Hendriksen, pág. 66.
8 Ver Lacueva, pág. 790.
Burt, David F.
Cada una de estas tres ideas puede ser cierta. Por eso es di cil determinar cuál de ellas tenía en
mente el apóstol en este p 93 momento. Por tanto, quizás la solución más sabia y salomónica sea
dar espacio a todas ellas:
1. Es del todo posible que, después de su conversión, Epafras fuera nombrado por Pablo como
delegado suyo en Colosas y como ministro de la naciente comunidad cristiana. Si ésta es la
lectura correcta del texto, Pablo está diciendo que Epafras ha ejercido sus funciones entre los
colosenses bajo la doble autoridad de Cristo como Señor y de Pablo mismo como apóstol. Pero
es de observar que, aun cuando Epafras haya sido designado y enviado por Pablo, no es a Pablo
a quien sirve, sino que es fiel servidor de Cristo.9
2. Es probable que Epafras fuera ministro en la iglesia de los colosenses. Según esta segunda
lectura, el énfasis del texto no recae sobre el hecho de su ministerio pastoral en sí —los
colosenses tenían que conocerlo de sobra y no necesitan ser informados por Pablo—, sino sobre
la fidelidad de aquel ministerio. Ante las insinuaciones de los herejes acerca de la mediocridad
de Epafras, Pablo estaría diciendo que es un siervo fiel y competente y que actúa bajo la
autoridad de Cristo mismo.
3. También es posible que Epafras, con el beneplácito de los colosenses, se hubiera trasladado a
Roma a fin de acompañar a Pablo en sus prisiones (cf. Filemón 23)10 y atender a sus necesidades
materiales. Si ésta es la lectura correcta, Pablo está comunicando a los colosenses que su deseo
de prestarle ayuda en aquellas circunstancias di ciles se ha cumplido ampliamente gracias a la
fidelidad de Epafras. Esta lectura resulta especialmente atractiva, por cuanto p 94 ayuda a
explicar por qué Epafras permaneció en Roma con el apóstol en vez de volver a Colosas con
Onésimo. Además, enlaza bien con la frase siguiente: «Epafras está cumpliendo fielmente el
servicio de apoyo para el cual me lo enviasteis y, asimismo, me ha comunicado vuestro amor».
Lo que todas estas interpretaciones tienen en común es la nota de aprecio y elogio a Epafras. La
gratitud de Pablo es sincera y patente, por lo cual sitúa acertadamente estas palabras en el contexto
de su acción de gracias al Señor. Pero, por otra parte, nos da la impresión de que quiere
solidarizarse con Epafras y defender su ministerio ante las calumnias de sus detractores. Le da a
Epafras su sello de aprobación. Las implicaciones de sus palabras, según las diversas
interpretaciones del texto, son las siguientes:
1. Puesto que Epafras ha ministrado en Colosas como delegado apostólico, quien rechaza su
ministerio rechaza también la autoridad de Pablo y Timoteo (1:1). No ha actuado por iniciativa
propia, sino como ministro autorizado.
9 Cf. Buffard, pág. 41: Todos los oficiales de la Iglesia deben serlo primero de Cristo; si no, su ministerio no
tiene valor alguno.
10 En cuanto a este texto de Filemón, Jamieson (pág. 510) comenta: Es posible que Epafras hubiera sido arrestado
a causa de sus obras entusiastas en Asia Menor; pero es más probable que Pablo le diera este título [mi compañero de
prisión] como de su fiel compañero en su encarcelamiento.
Burt, David F.
11 Cf. Harrison, pág. 22: De la boca de este hombre que había fundado la iglesia, nada se oyó excepto el puro
evangelio; los creyentes fueron iniciados por él en el verdadero camino.
12 Cf. Carballosa, pág. 35: La práctica del amor hacia los hermanos es el distintivo más sobresaliente que debe
existir entre los cristianos (Juan 13:34–35; Hebreos 13:1; 1 Juan 3:11, 13–18).
13 En este último sentido lo entiende Hendriksen, pág. 67: Aquel amor que tiene a Dios como su objeto … señala
al deleite inteligente y con propósito que se tiene en el Dios trino, a la entrega espontánea y agradecida de la
personalidad entera a aquel que se ha revelado a sí mismo en Jesucristo, lo cual también resulta en un anhelo
profundo y firme por una verdadera prosperidad para todos sus hijos.
Burt, David F.
Así concluye la acción de gracias del apóstol. Ha empezado con referencias al Padre y al Hijo
(1:3) y concluye —posiblemente— con una referencia al Espíritu Santo (1:8) 14. Se centra en la fe, el
amor y la esperanza de los colosenses (1:4), virtudes de las cuales la principal es el amor (1:7). Y se
arraiga en el evangelio sin cuya proclamación fiel y aceptación de corazón no habría ni fe, ni amor,
ni esperanza (1:5–7).
Vale la pena recalcar que estos temas deben constituir también la base de nuestra acción de
gracias cuando pensamos en nuestros hermanos. Está bien que demos gracias a Dios cuando les
concede buena salud sica, excelentes situaciones laborales o abundante prosperidad material.
Pero lo que más debe emocionarnos y estimular en nosotros el gozo y el espíritu de gratitud es oír
que nuestros hermanos andan en la verdad (3 Juan 4), en fe, amor y esperanza.
14 Por cierto, ésta es la única mención explícita del Espíritu Santo en toda la Epístola.
Burt, David F.
Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por
vosotros y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y
comprensión espiritual, para que andéis como es digno del Señor …
• Las buenas noticias acerca de los colosenses se han centrado en su amor: tanto el amor que
tienen para con todos los santos (1:4) como el amor que tienen a Pablo y su equipo (1:8).
• El amor despierta amor. El genuino afecto que Pablo, hasta aquí, ya sentía hacia los colosenses
aumenta considerablemente al saber que su amor es correspondido.
• Ahora bien, la primera manera en que un cristiano como Pablo da expresión a su amor es
llevando a la persona amada ante el trono de la gracia en oración2. Hasta la fecha, había orado
constantemente por los colosenses (1:3); pero ahora que Epafras le ha traído noticias frescas
—desde el día que lo supimos—, su intercesión es aún más intensa y está mejor orientada.
Por otra parte, es posible que la frase desde que lo supimos no se refiera a que Pablo ha sido
informado sólo acerca del amor de los colosenses, sino también acerca del estado de la iglesia. En
general, este informe es positivo y da muchas razones para dar gracias a Dios; pero contiene
1 No es fácil establecer dónde acaba Pablo su intercesión. De hecho, los versículos 9 a 20 constituyen una sola
oración gramatical en la cual el discurso procede de forma paulatina desde la intercesión a la exposición
cristológica. Muchos pondrían la frontera entre ellas al final del versículo 12. Yo prefiero colocarla al final del
14, porque los versículos 13 y 14 están claramente vinculados al 12. Hendriksen (pág. 68), Carballosa (págs.
30–39), Guthrie (I, pág. 1143), Harrison (pág. 23) y Nielsen (pág. 391) son del mismo sentir.
2 Quizás este razonamiento sea la explicación del significado de la palabra también, algo extraña en este lugar
(ver Buffard, pág. 43). Pablo sabe que el amor de los colosenses hacia él (1:8) se ve, entre otras cosas, en que
oran por él (4:3). Quiere que sepan que él «también» ora por ellos.
Burt, David F.
• En primer lugar, su tema no es el «conocimiento» (gnosis) impartido por los falsos maestros,
sino el «pleno conocimiento» (epignosis) del evangelio4. Las enseñanzas esotéricas de aquéllos
prometían mucho y daban poco. Pretendían ser profundos, pero sólo lograban cambios
cosméticos. Pretendían abrir camino a Dios, pero en realidad colocaban incontables barreras
en el camino a Dios abierto por Jesucristo. En cambio, los conocimientos proporcionados por el
3 Comenta Sturz, pág. 32: ¡Muchos no cesan de orar por la sencilla razón de que nunca han empezado a orar!
4 «Epignosis» es una palabra empleada con frecuencia en el Nuevo Testamento (para limitarnos a los escritos
de Pablo, ver Romanos 1:28; 10:2; Efesios 1:17; 4:13; Filipenses 1:9–10; Colosenses 1:9–10; 2:3; 3:10; 1 Timoteo
2:4; 2 Timoteo 2:25; 3:7; Tito 1:1; Filemón 6) y siempre tiene la connotación de conocimiento pleno o
profundo. Ver Hendriksen, pág. 71.
Burt, David F.
p 104 Veamos, pues, cuáles son las peticiones6 explícitas del apóstol:
Conocimiento de su voluntad
La primera es que los colosenses sean llenos del conocimiento de la voluntad de Dios. De todos los
«conocimientos» disponibles para el ser humano, éste es el fundamental. En contraste, todo el
saber científico, cultural y académico es de relativamente poca importancia. Todo lo que puedes
aprender en la prensa, en los medios de comunicación, en el instituto o en la universidad es trivial
5 Cf. Wiersbe, pág. 28: [Los colosenses] no necesitan una nueva experiencia espiritual … Lo que necesitan es sólo
crecer en la experiencia que ya han tenido. Cuando una persona nace en la familia de Dios a través de la fe en
Jesucristo, nace con todo lo necesario para crecer y madurar.
6 En cuanto a los dos verbos orar y pedir, Hendriksen (pág. 70) puntualiza: El término mas general y comprensivo
es «orar», el cual señala cualquier forma de expresión reverente dirigida a la deidad; … pero «pedir» es mucho mas
específico, pues indica que se está haciendo una petición definida y humilde. Cf. Buffard, pág. 45.
Burt, David F.
7 Es emocionante recordar que, cuando Dios envió a Ananías a hablar con Pablo después de su experiencia
inicial con el Señor en el camino a Damasco, le dijo: El Dios de nuestros padres te ha designado para que
conozcas su voluntad. Es cierto, pues, que Pablo tenía el privilegio de recibir conocimientos velados hasta aquel
momento. Pero no tenía que retenerlos para sí mismo, sino comunicarlos a todos, porque testigo suyo serás a
todos los hombres de lo que has visto y oído (Hechos 22:14–15).
Burt, David F.
En toda sabiduría
La sabiduría es esencialmente el conocimiento de la voluntad de Dios aplicado a la vivencia
diaria8. Conforme a las Escrituras, la verdadera sabiduría siempre parte del conocimiento de Dios:
El principio de la sabiduría es el temor del Señor, y el conocimiento del Santo es inteligencia (Proverbios
9:10; cf. Proverbios 1:7; Salmo 25:12–14; 111:10). En cambio, la sabiduría del mundo parte del
egocentrismo humano: se centra en un escrutinio más o menos acertado del mundo creado y de la
experiencia humana; pero, desgraciadamente, suele ignorar la existencia y los designios del
Creador. Aun cuando puede ser brillante en su elaboración y presentación, la sabiduría humana, al
pasar por alto lo más esencial, no es más que necedad. Quien edifica sobre premisas erróneas
levanta una construcción destinada a derrumbarse:
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el polemista de este siglo? ¿No ha hecho
Dios que la sabiduría de este mundo sea necedad? Porque ya que en la sabiduría de Dios el mundo
no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría, agradó a Dios, mediante la necedad de la
p 107predicación, salvar a los que creen. Porque … nosotros predicamos a Cristo crucificado,
piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles; mas para los llamados, tanto judíos
como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad de Dios es más sabia
que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres (1 Corintios 1:20–25).
8 En palabras de Hendriksen (pág. 71), es la habilidad de usar los mejores medios para alcanzar la meta más alta, a
saber, una vida para la gloria de Dios; en las de Buffard (pág. 47) es la inteligencia haciendo uso del conocimiento
adquirido.
Burt, David F.
9 Cf. Erdman, pág. 40: Sabiduría … indica el entendimiento de principios morales, en tanto que comprensión
implica la capacidad de aplicar dichos principios a problemas particulares; Wickham, pág. 119: La sabiduría se basa
en el temor de Dios, el deseo de someterse a él y tener en cuenta lo que él desea; mientras que la comprensión es la
aplicación práctica de ella a todas las distintas situaciones de la vida. Barclay, pág. 138: Cuando Pablo pide que sus
amigos tengan sabiduría y entendimiento, está pidiendo que puedan entender las grandes verdades del evangelio y
puedan ser capaces de aplicarlas a las decisiones y las tareas que les sobrevengan en la vida cotidiana.
10 Nielsen, pág. 391.
Burt, David F.
11 Según Sturz, pág. 33, el verbo andar se emplea nada menos que 32 veces en los escritos de Pablo para
referirse a la conducta y el peregrinaje terrenal del cristiano.
12 Esto, por supuesto, fue cierto en el caso de Cristo mismo. Él hizo que el cumplimiento de la voluntad de Dios
fuera su comida diaria (Juan 4:34), su motivación esencial (Juan 5:30) y la misma finalidad de su existencia
(Juan 6:38). Su conocimiento de la voluntad de Dios era eminentemente práctico.
13 Cf. Wiersbe, pág. 31: Todas las verdades bíblicas son prácticas, no teóricas. Si estamos creciendo en conocimiento,
nos ha llamado a su reino y a su gloria. Cf. también Efesios 4:1 (que viváis de una manera digna de vuestra
vocación); Filipenses 1:27 (comportaos de una manera digna del evangelio de Cristo).
Burt, David F.
Así pues, Pablo centra su intercesión en el área de amenaza o carencia que ve en los colosenses:
su necesidad de una mayor percepción espiritual ante las enseñanzas peligrosas que se estaban
introduciendo en la iglesia. Si Dios, por su Espíritu, no ilumina sus mentes, no sabrán distinguir
entre la verdad y el error, pues la enseñanza falsa suele presentarse con apariencia de sabiduría y
piedad (2 Timoteo 3:5).
Sin duda, los términos empleados por el apóstol —conocimiento, sabiduría y
p 112
comprensión— formaban parte del vocabulario religioso de los falsos maestros. Pero ellos los
empleaban con matices siniestros que atentaban contra la pura revelación de Dios16. Por un lado,
pretendían ofrecer conocimientos esotéricos accesibles sólo para los iluminados, cuando la
verdadera revelación divina en Cristo ofrece conocimiento, sabiduría y comprensión a todo aquel
que cree. Por otro lado, enseñaban especulaciones humanas que no conducían a una conducta
santa, cuando el propósito principal de la sabiduría divina es producir en nosotros un estilo de vida
digno del Señor17 . Es decir, los colosenses estaban en peligro de desviarse tras unas enseñanzas
elitistas moralmente infructíferas, cuando lo que necesitaban era profundizar en lo que ya habían
recibido: el evangelio de Cristo, cuya sabiduría está al alcance de todos y conduce a vidas
transformadas, rectas y justas.
En este sentido ora el apóstol por ellos. Y es de una manera similar como debemos interceder
los unos por los otros. Está bien llevar ante el trono de la gracia las necesidades ǐsicas y materiales
de nuestros hermanos; pero es aún más necesario interceder por sus carencias espirituales y
morales. Las apariencias engañan. Miramos a nuestros hermanos y sólo tenemos ojos para ver sus
necesidades superficiales. Pero, al ir creciendo en el conocimiento de la voluntad de Dios y al ir
divorciado de la vida real; pero el conocimiento de Dios al que aspira el cristiano se manifiesta en la transformación
de carácter.
Burt, David F.
p 113 CAPÍTULO 7
Ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de
1Hendriksen, pág. 72. La combinación de los verbos andar y agradar a Dios nos recuerda el caso de Enoc,
acerca de quien las Escrituras dicen dos cosas: que anduvo con Dios (Génesis 5:22, 24); y que recibió testimonio
de haber agradado a Dios (Hebreos 11:5).
Burt, David F.
Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres
(Colosenses 3:23).
¡Vivir para la gloria de Dios, para servirle y para serle agradables! En todo caso (¡y es de
observar que, en esta frase también, Pablo insiste en la palabra todo!), el Señor mismo debe centrar
nuestra atención. Desde nuestra conversión, él es nuestra principal razón de ser. Su gloria es
nuestra consideración prioritaria. Deseamos ante todo que Cristo sea exaltado por nuestro
testimonio, ya sea por vida o por muerte (Filipenses 1:20). Para él vivimos: Ninguno de nosotros vive
para sí mismo, … pues si vivimos, p 115 para el Señor vivimos (Romanos 14:7–8). Así pues, el gran
afán de nuestra vida debe ser complacerle.2
Ahora bien, nos resultará diǐcil saber cómo complacerle si desconocemos su voluntad. La
secuencia de ideas en la oración de Pablo es lógica: necesitamos crecer en nuestra comprensión de
la voluntad de Dios a fin de conducirnos correctamente; y, una vez que conocemos su voluntad,
necesitamos vivir de tal manera que le agrademos cumpliéndola.3
Por gracia habéis sido salvos por medio de la fe, … no por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviéramos en ellas (Efesios 2:8–10).
Y no es cuestión de dar algún que otro fruto de vez en cuando. El fruto esperado debe ser
p 116
abundante y completo: fruto en toda buena obra. La intención del Espíritu Santo no es producir
ciertas virtudes en algunos creyentes y otras en otros, sino producir todas en todos. Igualmente,
este fruto no tiene que manifestarse esporádicamente, sino de una manera constante. La vida
cristiana no es un pasatiempo dominical, sino una vivencia coherente que practicamos las
2 El verbo traducido como agradar tuvo inicialmente connotaciones negativas: adular o «dar coba». Pero
aquella actitud complaciente que, delante de los hombres, es fruto de un servilismo interesado se convierte en
una actitud correcta cuando se manifiesta ante Dios. Debemos vivir para complacerle. Ver Carson, pág. 36.
3 Cf. Erdman, pág. 41: Pablo siempre unía doctrina y deber, conocimiento y acción: del pensar recto
Burt, David F.
4 Comenta Songer, pág. 28: Algunos creyentes parecen creer que «toda buena obra» es casi lo mismo que trabajo en
la iglesia, pero la perspectiva de Pablo es más amplia … Abarca todas las esferas de la vida: iglesia, familia, trabajo
diario, relaciones sociales …
5 De hecho, el texto griego admite otra lectura posible. La relación entre los dos verbos (dando fruto y
creciendo) y los dos modificativos (en toda buena obra y en el conocimiento de Dios) podría ser más flexible, de
forma que los dos últimos se relacionen con los dos primeros (ver Carson, pág. 36; Hendriksen, pág. 72),
dando el sentido: llevando fruto y creciendo en toda obra buena por medio del conocimiento de Dios (Songer, pág.
27). Sin embargo, la gran mayoría de traductores y comentaristas apoya la lectura dada por nuestra versión.
6 Hendriksen, pág. 72.
7 Aquí también, como en el 1:9, se trata de epignosis, conocimiento pleno y cabal.
Burt, David F.
¡Qué importante es que nunca nos demos por satisfechos con el grado de conocimiento de Dios
que ya hemos adquirido! El mismo apóstol, a pesar de haber conocido a Dios ya desde hacía
muchos años y de haber visto su mano en medio de diversas experiencias, aún proseguía hacia la
meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús y estimaba como pérdida
todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús (Filipenses 3:14, 8). Él no se
conformaba con haber aprendido unas cuantas doctrinas acerca de Dios, sino que entendía que la
verdadera meta de la vida es llegar a conocer a Dios mismo en creciente profundidad, entender su
voluntad y sus designios y disfrutar de la comunión con él. Y tal conocimiento no se aprende de
golpe. Requiere una relación de sumisión y amistad que se va desarrollando paulatinamente a lo
largo de toda la vida: La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en
resplandor hasta que es pleno día (Proverbios 4:18). En el camino de la fe, el conocimiento de un día
sólo sirve como peldaño para ayudarnos a subir a nuevos niveles de conocimiento al día siguiente.
Mientras estemos en esta vida, nuestro crecimiento en conocimiento nunca llegará a su fin.
Esto se ve claramente en la experiencia de los colosenses registrada en estos versículos. Ya
habían adquirido cierto grado de comprensión de la gracia de Dios (1:6). Pero ahora p
119 necesitan crecer en el pleno conocimiento de la voluntad de Dios (1:9), y eso con la meta final
de seguir creciendo en el conocimiento perfecto de Dios mismo (1:10) hasta aquel día cuando todos
conoceremos plenamente, como hemos sido conocidos (1 Corintios 13:12).
8 Cf. MacDonald, pág. 952: La vida cristiana no puede ser vivida con una energía meramente humana;
Burt, David F.
9 El participio fortalecidos está en tiempo presente continuo. Ver Carson, pág. 37.
11 En cuanto a los vocablos empleados aquí, puntualiza Wiersbe, pág. 34, que Pablo usa dos palabras griegas
diferentes para referirse a la energía de Dios: «dunamis» … que significa poder inherente; y «kratos» que significa
poder manifiesto, poder que se exterioriza en acción.
12 Comentan Lacueva-Henry, pág. 240: El apóstol acumula vocablos que significan poder y fuerza.
Burt, David F.
13 Explica Hendriksen, pág. 73: «En conformidad con» es una expresión mucho más fuerte que «de» o «por».
Cuando un multimillonario da algo «de» sus riquezas para una buena causa, bien podría estar dando muy poco; pero
si da «en conformidad con» sus riquezas, la cantidad será cuantiosa.
14 Algunas versiones traducen esta frase como su poder glorioso porque, en el griego del Nuevo Testamento, es
frecuente encontrar una frase adverbial de este tipo empleada en lugar de un adjetivo. Abbo˄, pág. 204,
rechaza esta posibilidad en este caso.
15 Es importante tomar buena nota de estos énfasis. Solemos asociar la palabra poder a las grandes hazañas de
la fe; pero, como dice Wiersbe (págs. 34–35), las victorias internas del alma igualan, si no superan, a las victorias
públicas registradas en los anales de la historia. Y, desde luego, ambas clases de victorias son fruto del poder de
Dios. Cf. Proverbios 16:32: Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma
una ciudad.
Burt, David F.
16 «Suficiente tiempo» no porque Dios sólo conceda poder después de oraciones largas, sino porque sólo
cuando pasamos tiempo en su presencia llegamos a adquirir aquella actitud de dependencia y fe en él que hace
posible nuestro fortalecimiento interior.
17 Cf. Wiersbe, pág. 32: Dios tomó 13 años para preparar a José para su ministerio en Egipto, y 80 años para
Burt, David F.
18 Ésta es la fuerza de esta frase: somos fortalecidos con todo poder según la potencia de su gloria hacia toda
perseverancia y paciencia. Es decir, La perseverancia y la paciencia son consecuencias del fortalecimiento.
19 Cf. Hendriksen, pág. 73: La paciencia [perseverancia] … se manifiesta en relación a las cosas, esto es, es relación
a las circunstancias en que una persona se ve envuelta: aflicción, sufrimiento, persecución, etc. La longanimidad
[paciencia] caracteriza a la persona que, en relación con aquellas personas que se le oponen o le afligen, ejercita
paciencia, rehusando rendirse a la pasión o a la explosión de ira. Harrison, págs. 25–26: «Paciencia» significa
aguantar bajo las pruebas, rehusando doblarse bajo la presión; «longanimidad» es el paciente espíritu que acepta
todos los abusos sin estallar. Abbo , pág. 204, considera que paciencia es una traducción muy pobre del primer
vocablo, pues éste incluye siempre la idea de perseverar o continuar firmemente en una línea determinada de acción.
20 Cf. MacDonald, pág. 953.
Burt, David F.
21 Ver, por ejemplo, el Salmo 92:1–4 (Bueno es dar gracias al Señor … cantaré con gozo ante las obras de tus
manos); Salmo 100:2–4 (Servid al Señor con alegría; … entrad por sus puertas con acción de gracias); 1
Tesalonicenses 5:16–18 (Estad siempre gozosos; … dad gracias en todo).
22 Cf. Lightfoot, pág. 140: La acción de gracias es en sí misma un acto de regocijo. CI, Buffard, págs. 53–54;
Carson, pág. 38; Erdman, pág. 42; Gutiérrez, pág. 818; Lacueva-Henry. Pág. 240; Nielson, pág. 393; Songer,
pág. 29; Wiersbe, pág. 37, entre otros, siguen esta lectura (¡o parecen desconocer la alternativa!).
23 Acabamos de ver una en el versículo 11: fortalecidos con todo poder. El poder está tan implícito en el «ser
Burt, David F.
p 128Puesto que al apóstol le gustaba escribir con elegancia y simetría, esta sola cuestión
estilística nos decanta a favor de la segunda lectura. Con todo, no hay gran diferencia entre
«perseverar con paciencia, dando gracias al Padre con gozo» y «perseverar con paciencia y gozo,
dando gracias al Padre». En todo caso, se nos pide (o, mejor dicho, se le pide a Dios que él nos dé)
perseverancia, paciencia, gozo y gratitud.
Según Gálatas 5:22, el gozo es la segunda manifestación del fruto del Espíritu Santo en nuestras
vidas. En otras palabras, allí donde el gozo brilla por su ausencia se hace dudosa la presencia del
Espíritu; y allí donde brilla, especialmente cuando brilla en medio de circunstancias adversas,
constituye una evidencia fehaciente de la presencia del Espíritu. De igual manera, según Efesios
5:18–20, la gratitud es una de las claras manifestaciones de la plenitud del Espíritu. Así pues, tanto
el gozo como la gratitud proceden de la obra del Espíritu en nosotros. Hay ciertas personas que son
de carácter alegre por naturaleza, pero puede ser que no destaquen por su gratitud. Otras personas
conocen mucho gozo cuando las circunstancias les sonríen, pero lo pierden en cuanto las
circunstancias cambian. Otras personas saben expresar gratitud en determinadas ocasiones, pero
no tienen un carácter siempre agradecido ni gozoso. En cambio, la marca de aquel gozo que es
fruto del Espíritu Santo es su permanencia (Juan 16:22) y su carácter agradecido. El gozo se expresa
en la acción de gracias y la gratitud da lugar a una personalidad siempre gozosa.
Por supuesto, es lógico que Pablo espere que los colosenses den gracias al Padre. Aunque los
bienes espirituales descritos por el apóstol nos llegan a través de la obra salvadora de Jesucristo y se
hacen realidad en nuestra experiencia por la acción del Espíritu, es el Padre quien, en última
instancia, nos proporciona estos dones. Él nos concede juntamente con Cristo todas las cosas
(Romanos 8:32). Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre (Santiago
1:17).
Y, de entre las muchas cosas por las cuales debemos serle agradecidos, una de las principales es
precisamente ésta: que p 129 haya tenido a bien adoptarnos como hijos suyos y ser para nosotros
un Padre. Ya hemos visto que Dios es el Padre de nuestro Señor Jesucristo. La relación que existe
eternamente entre las dos primeras personas de la Trinidad es una relación de Padre e Hijo. Sin
embargo, desde que estamos «en Cristo», la paternidad de Dios se hace extensiva a nosotros
también: somos adoptados como hijos suyos en Cristo (Gálatas 3:26; 4:4–6). Antes, en nuestra
condición de pecadores culpables, el Creador aparecía ante nosotros en su capacidad de Juez;
ahora, en nuestra nueva posición en Cristo, estamos incorporados en la familia de Dios y nos
relacionamos con nuestro Creador como nuestro Padre. 25
Muchas veces, sin embargo, no nos damos cuenta de la procedencia de estos dones. Recibimos
Burt, David F.
Éstas, pues, son las seis características de la vida que, según Pablo, es digna del Señor.
p 130
Como dijimos al principio, es importante meditar mucho en ellas porque juntas forman una
descripción de todos los factores que componen la esencia de la vida cristiana.
Notemos bien dónde no recae el énfasis del apóstol. No dice que una vida digna del Señor
consiste en asistir regularmente a los cultos, en dedicar cierto tiempo diario al estudio bíblico o a la
oración, en asumir diferentes cargos y responsabilidades en la iglesia local, en dar el diezmo, salir a
evangelizar, ejercer determinados dones … Todas estas cosas tienen cierta importancia; pero son
medios más que fines y, si no tenemos cuidado, pueden convertirse en pobres sucedáneos de la
auténtica finalidad de la vida. Lo que realmente agrada a Dios es una vivencia en la que el Espíritu
Santo produce su fruto en abundancia y el creyente hace buenas obras para la gloria de Dios,
avanza siempre en su comunión con el Señor, conoce el fortalecimiento divino en el hombre
interior y, por tanto, soporta todas las circunstancias de la vida con perseverancia, paciencia, gozo
y gratitud.
No hay nada nuevo en todo esto. El profeta Miqueas había dicho esencialmente lo mismo siglos
antes de que escribiera Pablo: ¿Qué es lo que demanda el Señor de ti, sino sólo practicar la justicia,
amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios? (Miqueas 6:8).28 Lo nuevo no es la voluntad
de Dios para nuestras vidas, sino los recursos que el Señor pone a nuestra disposición. Bajo el
antiguo pacto, los hombres tenían conocimiento de la voluntad de Dios, pero ésta llegaba sólo en
forma de ley y mandato. Ahora, tanto el fortalecimiento como el fruto es obra del Espíritu en
nosotros. Por eso mismo, Pablo no se limita a exhortar a los colosenses, sino que pide a Dios por
ellos. Dios es quien obra en nosotros tanto el querer como el hacer (Filipenses 2:13). p 131 Si
dependiera solamente de nosotros, poca esperanza tendríamos de agradar a Dios. Pero, puesto que
Dios mismo obra en nosotros por su Espíritu, debemos ocuparnos en nuestra salvación no sólo con
temor y temblor, sino también con entusiasmo y confianza (Filipenses 2:12).
25 Cf. Carson, pág. 39: Habíamos estado ante el Juez eterno como reos culpables condenados por la aplicación
inexorable de la ley de santidad; pero, por la gracia de Dios, hemos sido adoptados e incorporados en su familia, por
lo cual podemos llamarle por la fe y con plena confianza «nuestro Padre».
26 Cf. Sturz, pág. 37: Deberíamos avergonzarnos al considerar lo poco que sentimos aprecio y mostramos
gratitud al Señor.
27 Por eso mismo, Pablo nos pide vez tras vez que demos gracias al Señor. Ver, por ejemplo, 2 Corintios 1:11;
Efesios 5:20; Filipenses 4:6; 1 Tesalonicenses 5:18. Pero, de entre todos sus escritos, quizás sea la Epístola a los
Colosenses la que se caracteriza más por su énfasis sobre la acción de gracias (1:3, 12; 2:7; 3:15–17; 4:2).
28 Este versículo fue el texto predilecto y el lema de la vida de mi padre, quien falleció en septiembre de 2001.
Burt, David F.
… al Padre que nos ha capacitado para compartir la herencia de los santos en luz.
CAPACITADOS (1:12)
Desde el punto de vista de una interpretación gramatical rigurosa, Pablo no nos dice cuáles son
las razones por las que debemos dar gracias al Padre (1:12a). Si queremos ser quisquillosos,
podemos sostener que la última parte del versículo 12 sólo explica quién es este «Padre» y no
pretende ofrecernos un motivo de gratitud; porque el texto dice: dando gracias al Padre, que …; no:
dando gracias al Padre porque … Pero es del todo probable que, en la mente del apóstol, el «que»
tenga aquí la fuerza de un «porque». 1 De todas maneras, huelga decir que la herencia de los santos
debe ser siempre uno de nuestros motivos principales de gratitud.
De todas las bendiciones que recibimos de lo alto, quizás la mayor sea ésta: que Dios nos ha
«capacitado».2 Es decir, nos ha hecho aptos, suficientes o dignos. Esta pequeña palabra entraña
todo el mensaje esencial del evangelio. Éste parte de la base de nuestra profunda
p 134
incapacitación para poder entrar en el reino de Dios. En la carne, lejos de ser aptos para compartir
la herencia de los santos en luz, éramos hijos de ira y extraños a los pactos de la promesa, y
estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, excluidos de la ciudadanía del pueblo de Dios,
sin esperanza y sin Dios en el mundo (Efesios 2:1, 3, 12). Todas las lágrimas, penitencias, buenas
obras e intenciones de reformarnos no podían cambiar la triste realidad de nuestra profunda
perdición. Nos esperaba sólo un negro futuro de condenación y castigo eterno, una «horrenda
expectación de juicio» (Hebreos 10:27).3
Así era nuestra situación y no podíamos hacer nada para remediarla. Pero, precisamente sobre
las base de nuestra absoluta miseria y debilidad, el evangelio nos anuncia todo lo que Dios ha
hecho por nosotros en Cristo. Estando nosotros lejos de Dios, hemos sido acercados por la sangre
de Cristo (Efesios 2:13). Siendo nosotros sus enemigos, Cristo nos ha reconciliado con él (Romanos
5:10). Siendo débiles y pecadores, Cristo llevó nuestros pecados y nuestras flaquezas en la cruz y
murió en nuestro lugar para que pudiéramos ser aceptables ante Dios y estar limpios y justificados
1 Cf. Hendriksen, pág. 74: Las razones por las que los colosenses deben dar gracias al Padre se expresan en los
versículos 12b y 13. Ver también Erdman, pág. 42.
2 En los manuscritos antiguos aparecen dos variantes de esta frase: algunos dicen que nos ha capacitado; otros,
rey y, si se presenta, no tiene la capacidad para gozarse de la limpieza y hermosura que predominan allí, así nosotros,
en estado natural, cuando nuestros mejores vestidos no son más que trapos de inmundicia, no somos dignos ni
capaces de entrar en el reino puro y majestuoso del Señor Jesucristo.
Burt, David F.
Así como el Señor en la antigua dispensación proveyó para Israel una heredad terrenal, la cual
fue distribuida por suerte entre las diversas tribus y unidades más pequeñas de la vida nacional,
… de la misma forma ha provisto para los colosenses una porción o parte en la heredad
[celestial].7
Hay lugar para nosotros. Cada uno de nosotros tiene su porción. Quien se acerca a Dios
p 136
por medio de Jesucristo nunca será echado fuera (Juan 6:37) ni perderá su parte en la herencia.
HERENCIA (1:12)
Acabamos de decir que el concepto de «capacitación» indica que nuestra salvación es por la
gracia de Dios, nunca por mérito humano. Por definición, en nuestro estado de perdición y
4 Se trata del tiempo aoristo que, según la Real Academia Española, denota una acción definitiva, completa y
pasada.
5 Cf. MacDonald, pág. 953: Ni siquiera una larga vida de obediencia en esta tierra hace más apta a una persona
para el cielo de lo que ya lo era el día que fue salvada; nuestro derecho a la gloria se encuentra sólo en la sangre de
Cristo. Jamieson, Fausset y Brown, pág. 511: Los creyentes aquí indicados estaban en diferentes grados de
santificación progresiva; pero en relación con la aptitud aquí especificada, ellos todos por igual la tenían de parte del
Padre en Cristo su Hijo, estando como estaban «completos en él» (2:10).
6 El texto reza literalmente: quien nos hizo aptos para la parte de la herencia de los santos. Ver Lacueva, pág.
hermanos, así en el mundo espiritual hay una herencia común en la cual todos tenemos una parte.
Burt, David F.
• Algunos10 asocian la frase al verbo «capacitar» y entienden que el texto debe rezar: … al Padre
que nos ha capacitado en luz para compartir la herencia de los santos. Es decir, suponen que la
«luz» se refiere a la iluminación del evangelio y que la preposición «en» tiene la fuerza de «por
medio de»: lo que nos introduce en nuestra herencia es haber sido iluminados por el evangelio.
Sin embargo, esto sería conceder un significado anormal a la preposición y, además, la
distancia que separa el verbo de la frase adverbial milita poderosamente en contra de esta
lectura. Es mejor asociar la frase al sustantivo «santos».
• p 138 Otros piensan que los santos en luz son los creyentes que han fallecido y han pasado a la
8 Ver, por ejemplo, McRay, pág. 1053. Otros han visto aquí una referencia a los ángeles; pero, como bien dice
Hendriksen, pág. 75, Pablo ama la palabra «santos», y vez tras vez la usa en sus epístolas; [pero] ni una sola vez la
usa para referirse a los ángeles, sino siempre a los redimidos.
9 Ver Sturz, págs. 37–38: La palabra «santos» aparece 59 veces en el Nuevo Testamento … Más del 90 por ciento de
estos pasajes se refieren a creyentes aún vivos sin tomar en consideración su vida o sus milagros. No hay base alguna
en el Nuevo Testamento para la interpretación que el catolicismo romano concede a esta palabra.
10 Ver Buffard, pág. 57.
Burt, David F.
Esta última lectura me parece la más convincente. Está en consonancia con el uso que Pablo
hace de esta frase en otros textos y, lo más importante, enlaza directamente con lo que dirá en el
versículo siguiente.
Entendida así, la frase los santos en luz conlleva muchos matices diferentes. Veamos algunos de
ellos:
• Por supuesto, la propia frase (los santos en luz) nos invita a recordar que, en las Escrituras, la luz
y la santidad van juntas. En el Antiguo Testamento, la santidad de Dios suele revelarse en una
luz deslumbrante. Y, en el Nuevo, la santificación del creyente se expresa en términos de su
traslado de la oscuridad a la luz. Así, Pablo pudo describir su ministerio entre judíos y gentiles
con estas palabras: a ǐn de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios,
para que reciban … herencia entre los que han sido santificados (Hechos 26:18).
p 139•Evidentemente, en este contexto podemos decir también que «estar en luz» es sinónimo de
la «esperanza reservada para vosotros en los cielos» (1:5) y de «haber sido trasladado al reino de
su amado Hijo» (1:13), lo cual sugiere que nuestra participación en ello tiene dimensiones
presentes y futuras. El reino de Cristo es un reino de luz, en contraste con el dominio de
Satanás (ver Isaías 9:1–7); porque, mientras que Satanás es el príncipe de las tinieblas, Jesús es
la luz del mundo (Juan 8:12) y Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna (1 Juan 1:5). Por eso, Sion
—es decir, la Jerusalén de arriba, la ciudad celestial, el reino eterno— se presenta como una
ciudad de luz:
Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor ha amanecido sobre ti.
Porque he aquí, tinieblas cubrirán la tierra y densa oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá
el Señor, y sobre ti aparecerá su gloria. Y acudirán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor
de tu amanecer (Isaías 60:1–3).
La ciudad santa … tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy
preciosa, como una piedra de jaspe cristalino … La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que
la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera (Apocalipsis
21:10–11, 23).
Burt, David F.
• Luego debemos recordar que, en las Escrituras, estar en luz es andar en amor. A este respecto,
las palabras del apóstol Juan son determinantes: El que dice que está en luz, y aborrece a su
hermano, está aún en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de
tropiezo en él. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas y anda en tinieblas y no sabe
adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos (1 Juan 2:9–11). Precisamente, el amor de los
colosenses (1:4, 8) es una de las principales evidencias de que realmente han sido apartados
como santos de Dios. Están «en luz» porque andan en amor.
• Finalmente, de entre los muchos matices que podríamos añadir, debemos señalar la estrecha
relación bíblica entre los conceptos de «luz» y «salvación». De hecho, son prácticamente
sinónimos. De Dios se puede decir: El Señor es mi luz y mi salvación (Salmo 27:1); y, acerca de su
Siervo, Dios mismo dice: Te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los
confines de la tierra (Isaías 49:6). En este sentído, p 141 los «santos en luz» son los creyentes en
Cristo, que han sido apartados como herederos de la salvación.
Todos estos matices, y muchos más, están presentes en la frase compartir la herencia de los
santos en luz. ¡Qué privilegio el de los colosenses! ¡Y qué privilegio el nuestro! El apóstol intercede
por sus lectores para que, teniendo los ojos abiertos ante las gloriosas realidades presentes y
promesas futuras del evangelio, puedan vivir con una actitud constante y desbordante de
agradecimiento al Padre que las ha hecho posibles.
Burt, David F.
Porque él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado …
1Es de observar que, mientras que los manuscritos antiguos oscilan entre los pronombres «os» y «nos» en el
versículo 12, en el 13 son unánimes al decir «nos». Pablo se incluye a sí mismo entre los que han recibido esta
asombrosa gracia por parte de Dios.
Burt, David F.
• Tiranía satánica
Satanás es el jefe supremo de los poderes de este mundo de tinieblas (Efesios 6:12), el príncipe de
este mundo (Mateo 4:8–9; Juan 12:31; 14:30; 16:11; 1 Juan 5:19). Antes de nuestra conversión,
pues, nos encontrábamos en la esfera espiritual en la que Satanás ejercía su jurisdicción. Dios
había concedido la mayordomía del mundo al ser humano (Génesis 1:28–30). Pero, desde que la
mujer se dejó engañar por la serpiente (Génesis 3:13) y el hombre atendió a la voz de la mujer
(Génesis 3:17), el orden establecido por Dios se vino abajo y Satanás se convirtió en el príncipe
usurpador de este mundo. Desde entonces, el ser humano anda sujeto p 146 a la voluntad del
maligno, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de
desobediencia (Efesios 2:2). Estar en el dominio de las tinieblas es estar bajo la tiranía de Satanás.
• Esclavitud
Esta tiranía no es benigna. Ciertamente, durante un tiempo, el maligno puede sonreírnos y
ofrecernos promesas seductoras. Sus tentaciones suelen ser sumamente atractivas (¡si no fuera
así, no serían tentaciones!). Pero su intención siempre es la misma: hundirnos en terribles
esclavitudes inquebrantables. Los diversos deleites y placeres que nos ofrece sólo sirven para
esclavizarnos (Tito 3:3).
• Ceguera
Además, el maligno ciega a los que son sus esclavos. Coloca una venda sobre sus ojos para que
no puedan ver la luz del evangelio (2 Corintios 4:4). Quien camina en el dominio de las tinieblas
Burt, David F.
Los maestros gnósticos creían que el mundo estaba controlado por poderes angelicales,
ubicados en diferentes esferas, que iban desde los muy malignos a los casi perfectos: ángeles,
arcángeles, principados, potestades, virtudes, dominios y tronos.3 Según ellos, para alcanzar la
pureza de Dios, el creyente tenía que progresar de esfera en esfera por medio de diferentes ritos,
enseñanzas y prácticas piadosas en la esperanza de alcanzar un p 148 día la esfera más alta. No
—dice el apóstol—. No hay más que dos opciones: el reino de Satanás o el de Cristo, las tinieblas o
la luz. Y quien está en el reino de Cristo no tiene que propiciar a los señores de las demás esferas: ya
es acepto en el Amado; Dios le ha hecho apto.
2 Cf. Carson, pág. 40: [La palabrai] «tinieblas» implica no solamente ausencia de luz, sino oposición a la luz; no
sólo es una condición en la que estamos sin Dios, sino una en la que estamos contra Dios.
3 Ver Wiersbe, pág. 42.
Burt, David F.
4 Algunos comentaristas pretenden ver notables diferencias entre el «reino de Dios», el «reino de Cristo», el
«reino de los cielos», etc. Pero estas diferenciaciones se deben más a los esquemas escatológicos
predeterminados de los comentaristas en cuestión que a cualquier enseñanza clara de la Palabra de Dios. Al
contrario, textos como Efesios 5:5 y Apocalipsis 11:15; 12:10 indican que estas frases, lejos de indicar reinos
distintos, son prácticamente sinónimas (ver Hendriksen, pág. 79). Otros comentaristas, en base a 1 Corintios
15:23–28, proponen que el reino de Cristo constituye la primera fase del reino de los cielos, pero que dará
lugar a una segunda fase: el reino de Dios. Sin embargo, textos como Daniel 7:13–14; Lucas 1:32–33; Hebreos
1:8 o 2 Pedro 1:11 indican que el reino de Cristo es tan eterno como el reino de Dios.
5 Cf. Hendriksen, pág. 76: En principio, los colosenses ya están en el reino … La posesión plena, sin
Burt, David F.
• Pablo está a punto de hablar implícitamente del alto precio que Cristo tuvo que pagar para
conquistar su reino. Algún lector podría ver en ello las maniobras de un dios empeñado en
llevar a cabo sus designios sin que le importara el coste de la redención. Anticipando este
malentendido, el apóstol enfatiza desde el primer momento que Cristo era el objeto especial
del amor del Padre y, por tanto, que el Padre también sufrió cuando el Hijo pagó aquel precio.
• Si, a pesar de amar tanto a su Hijo, el Padre le entregó a la muerte a fin de hacer posible nuestra
ciudadanía celestial, ¿cómo no nos dará con él todos los demás privilegios del reino (Romanos
8:32)? Nuestra entrada en el reino de Cristo significa nuestro acceso a todas las bendiciones de
Dios.
• Si el Hijo es amado por el Padre, podemos suponer que el reino preparado para él por el Padre
es una expresión de su amor paterno. Cristo reina porque el Padre le ama. El Padre libera y
traslada al reino a los elegidos porque ama al Hijo y quiere proveerle ciudadanos. O, para
cambiar la metáfora, porque el Padre ama al Hijo, busca para él una esposa adecuada.
p 151•Si el reino brota como expresión viva del amor que existe entre el Padre y el Hijo, podemos
suponer que la principal característica del reino es el amor y que todos sus ciudadanos deben
caracterizarse igualmente por amarse los unos a los otros.
• Si Cristo es el amado Hijo del Padre, debe ser también el objeto de nuestra devoción y nuestro
afecto, mayormente porque nosotros somos los beneficiarios de su obra redentora (1:14).
• Cristo es el «Hijo del amor» del Padre no sólo porque el Padre le ama (Mateo 17:5; Lucas 3:22;
Juan 3:35; 5:20), sino también porque el Hijo refleja el carácter del Padre (Juan 17:26). Dios es
amor y el Hijo también lo es.7 Todo el gobierno del reino se ejerce, pues, en un ambiente de
amor (Juan 16:27). La finalidad del reino es que el amor con que me amaste esté en ellos. Nuestro
traslado del dominio de las tinieblas al reino del Hijo nos lleva de la oscuridad de una terrible
carencia de amor a la luz del amor de Dios derramado en nuestros corazones (Romanos 5:5).
• Posiblemente también se trate de una frase empleada por Pablo para contrarrestar las doctrinas
erróneas de los falsos maestros. Ellos rebajaban la suprema dignidad de Cristo, atribuyéndole
la posición de un ser angelical. Pablo reivindica su posición única como Hijo unigénito del
Burt, David F.
Burt, David F.
p 155 CAPÍTULO 10
REDENCIÓN Y PERDÓN
COLOSENSES 1:14
10 Cf. Wiersbe, pág.42: Los caudillos terrenales transportaban a gente derrotada, pero Cristo Jesús
transporta a vencedores.
11 Cf. Hendriksen, pág. 79: Hemos sido libertados de una vez por todas. No hemos sido trasladados de las tinieblas a
una especie de semitinieblas, sino a la «luz maravillosa». Carballosa (págs. 38–39), en cambio, considera que se
trata de un pretérito profético, con lo cual Pablo da por efectuados actos divinos que aún yacen en el futuro. La
mayoría de comentaristas discrepa de él.
Burt, David F.
1. Que Dios tomara forma humana en la persona de nuestro Señor Jesucristo (1:22; 2:9).
2. Que Jesucristo muriese en la cruz. Por eso necesitó un «cuerpo de carne»: para morir por
nosotros (1:22; 2:14). Se hizo hombre con el fin expreso de ofrecerse en sacrificio en nuestro
lugar.
3. Que resucitase de entre los muertos y ascendiese a la diestra del Padre (3:1), desde donde
derrama su Espíritu sobre los que creen en él para que compartan su vida (2:12–13) como
dignos ciudadanos del reino eterno.
REDENCIÓN (1:14)
Para que pudiéramos ser liberados, tuvimos que ser redimidos. Nuestra salida del dominio de
las tinieblas sólo ha sido posible gracias a nuestra redención; es decir, el pago de nuestro rescate.
Bajo la ley del Antiguo Testamento, en determinadas circunstancias, un reo a muerte podía ser
liberado de la pena capital mediante el pago de un rescate (Éxodo 21:30). En la actualidad, cuando
alguien es secuestrado, sus captores suelen liberarle sólo si se paga un rescate. En el mundo
antiguo, la emancipación de un esclavo exigía el pago de un rescate.
Algo de todas estas ideas está presente en nuestro versículo. La raza humana entera ha sido
secuestrada por el usurpador p 157 y necesita ser rescatada. Nuestro captor es un tirano cruel que
nos somete a severas esclavitudes de las cuales necesitamos ser liberados. Pero, puesto que nuestra
triste condición no es sólo consecuencia de una opresión involuntaria, sino también de una
rebelión culpable, somos reos de muerte cuya sentencia sólo puede ser conmutada por el pago de
un rescate adecuado.
De entre todos estos matices, el que más destaca en las Escrituras es el de la redención de
esclavos. El ser humano está bajo la esclavitud del pecado (Juan 8:34; Romanos 7:14), de los
Burt, David F.
El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por
muchos (Mateo 20:28; Marcos 10:45).
No fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir … con cosas perecederas como oro o
plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo (1
Pedro 1:18–19).
Pero no sólo somos redimidos por la sangre de Cristo; también somos redimidos «en él»: en
quien tenemos redención. Cristo mismo es el precio pagado para nuestra redención (cf. 1 Timoteo
2:6) y es por medio de nuestra unión con él como esta redención llega a ser eficaz. La persona que
cree en Cristo se hace uno con él. Al creer que Cristo murió en su lugar y como su sustituto,
considera que ella murió con él (3:5). Pero, habiendo muerto con él, también ha resucitado con él:
1 Entre las versiones consultadas, la frase sólo es retenida por RV60 y RV95. RVA y BT la mencionan en una
nota de pie de página. Ninguno de los comentaristas consultados defiende su retención. Ver Abbo˄, págs.
208–209; Gutiérrez, pág. 820; Lacueva-Henry, pág. 241; MacDonald, pág. 986; Sturz, pág. 40.
2 Es de observar que, de hecho, son dos las frases que están presentes en Efesios, pero que faltan en Colosenses:
mediante su sangre y según las riquezas de su gracia. Lo probable es que Pablo añadiera ambas al redactar Efesios
tanto para redondear las ideas como a efectos de elegancia estilística.
3 Cf. Hendriksen, pág. 80: Las palabras «por su sangre» no deben ser incluidas en el texto de Colosenses 1:14, [pero]
Burt, David F.
PERDÓN (1:14)
Si el pago del rescate consigue nuestra liberación, el perdón de nuestros pecados es lo que nos
capacita para entrar en el reino. Jesucristo ha pagado el precio necesario para que nadie pueda
cuestionar nuestro derecho a salir del dominio de las tinieblas. Pero el mismo pago —el
derramamiento de su sangre— es el que nos limpia y justifica para que podamos ser ciudadanos
dignos en el reino eterno.
De hecho, la relación entre la redención y el perdón es muy estrecha. Lo que Dios perdona son
nuestros pecados, pero éstos son concebidos en las Escrituras como deudas (Mateo 6:12). Para que
una deuda sea condonada, el acreedor tiene que considerarla como pagada. Así pues, tanto en el
caso de la redención como en la de la remisión de pecados, tiene que haber un pago adecuado. Y, en
ambos casos, el precio pagado es la muerte de Cristo.5
Algunos autores han sugerido que la frase el perdón de los pecados fue añadida por Pablo para
contrarrestar ciertas enseñanzas p 160 de los falsos maestros. Desde luego sabemos que en el siglo
II se extendió la idea de que la salvación en Jesucristo tenía dos fases distintas: primero, el hombre
debía conocer la remisión de sus pecados por medio del bautismo en el nombre del Jesús humano;
y luego debía conocer la perfección y la plenitud por medio de la redención llevada a cabo por el
Cristo divino.6 Cabe la posibilidad de que estas ideas circularan ya en tiempos apostólicos. Pablo,
en ese caso, quiere enfatizar que tanto la persona como la obra de Jesucristo es una e indivisible. La
redención y la remisión de pecados, aunque se pueden separar a efectos de estudio y análisis, son
consecuencias indivisibles de una sola obra expiatoria efectuada por una sola persona: el «Dios-
hecho-hombre», el Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo.
En todo caso, lo cierto es que la cruz de Cristo significa nuestra redención y también nuestra
justificación. Jesús murió para expiar nuestros pecados, a fin de que el Juez justo pudiera declarar
inocentes y limpias a personas culpables e inmundas. Ningún inmundo tiene entrada en el reino
de Dios. Cristo, por medio de su sacrificio, ha logrado que todo aquel que cree en él esté limpio
5 Cf. MacDonald, pág. 954: Dios ha cancelado la deuda que habíamos contraído por nuestros pecados. El Señor
Jesucristo pagó la pena en la cruz. No tiene que volver a ser pagada. La cuenta está cancelada y cerrada, y Dios no sólo
ha perdonado, sino que ha quitado nuestros pecados, echándolos tan lejos de sí y de nosotros como el este está lejos del
oeste (Salmo 103:12).
6 Ver Hendriksen, págs. 80–81.
Burt, David F.
CONCLUSIONES
Así pues, el apóstol llega al final de su intercesión a favor de los colosenses. En ella ha repasado
las necesidades espirituales más importantes del creyente desde el día de su conversión (1:9) hasta
el día de entrar en su herencia (1:12). Ha tocado todas las facetas principales de la vida de fe: la
necesidad de una plena comprensión de todo lo que Dios ha tenido a bien revelarnos acerca de su
voluntad (1:9); la necesidad de una conducta consecuente con el evangelio (1:10a); la necesidad de
crecer en la comunión y el conocimiento de Dios (1:10b); la necesidad de ser fortalecidos en el
hombre interior por el Espíritu Santo (1:11a); la necesidad de perseverar a pesar de todos los
escollos del camino (1:11b); y la necesidad de tener un espíritu agradecido a Dios por todo lo que ha
hecho a nuestro favor en Cristo (1:12). La esencia de lo que ha hecho no es nada menos que un
cambio radical en nuestra posición ante él y en nuestras expectativas de cara al futuro. A causa de
la redención de la cruz, nos ha traslado del poder de Satanás al poder de Cristo, de las tinieblas a la
luz, de la esclavitud a la libertad y de la condenación al perdón.
Y es con una clara referencia a la persona y obra de Cristo, el «Hijo amado» de Dios, como Pablo
concluye su oración. A p 162 través de la muerte expiatoria de Jesucristo, Dios nos ha perdonado y
redimido (1:14) y, en consecuencia, nos ha liberado de las garras del maligno y nos ha llevado a la
jurisdicción del reino eterno (1:13). Así, el apóstol prepara el camino para lo que será el primer
gran tema de su epístola: la persona de Jesucristo y su obra salvadora (1:15–23). Los versículos 13 y
14 llevan a su conclusión la intercesión, pero también constituyen un breve resumen del tema de la
reconciliación en Cristo que Pablo está a punto de exponer con más detalle (1:20–23).
Burt, David F.
¿QUIÉN ES JESUCRISTO?
COLOSENSES 1:15a
1 Como ya hemos dicho al comentar el 1:13–14, no es fácil establecer dónde acaba la intercesión de Pablo y
dónde comienza su exposición doctrinal. Una cosa lleva sin fisuras a la otra. De hecho, en el texto original, el
versículo 15 empieza con un pronombre relativo (el cual) que indica claramente la continuidad del
pensamiento de Pablo. El apóstol procede del hecho de la redención a la gloria del Redentor (Carson, pág. 42).
2 Afirma Nielson, pág. 398: Éste es el campo de batalla de la teología del Nuevo Testamento: la persona, posición,
Burt, David F.
16 Pues en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, las visibles y las invisibles, ya
sean tronos o dominios o principados o potestades; todas las cosas mediante él y para él han sido creadas;
18b El cual es el principio, primogénito de entre los muertos, para ser en todas las cosas el que ocupa el
4 Son varios los comentaristas que señalan que la gloriosa cristología de este texto y el lenguaje poético
empleado por Pablo se parecen a lo que encontramos en el prólogo del Evangelio de Juan. Por ejemplo, Staab,
pág. 117: Es sorprendente la estrecha relación que se observa entre esta doctrina del apóstol y el prólogo de san Juan;
sólo falta el término «logos». Cf. Gutiérrez, pág. 820.
5 Por ejemplo, Hendriksen (págs. 82–85) enumera y da una evaluación crítica de diez de estas teorías. Él
mismo aboga a favor de la idea de que se trata de un himno de la Iglesia (cf. Harrison, pág. 28; Songer, pág.
35).
6 En el texto transcrito a continuación sigo de cerca la traducción literal de Lacueva, pág. 791.
Burt, David F.
20 Y mediante él reconciliar todas las cosas consigo, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz,
mediante él, ya sean las cosas de sobre la tierra, ya sean las en los cielos.
Enseguida observamos varias cosas.7 Cada estrofa empieza con las palabras el cual es y sigue
afirmando que Cristo es el primogénito (en la primera estrofa, lo es con respecto a la creación; en la
segunda, con respecto a la redención). A continuación p 167 viene una mayor explicación de las
palabras iniciales, introducida en cada caso por las palabras pues en él. En el resto de cada estrofa
hay más divergencia, pues se trata de dos temas diferentes. Aun así, es de observar la frecuente
repetición de la frase todas las cosas (cuatro veces en la primera estrofa; dos veces en la segunda), la
mención en ambas estrofas de las cosas en los cielos y sobre la tierra, y el hecho de que tanto la
creación como la redención fueron realizadas mediante él (1:16, 20). Es decir, aun tratándose de dos
temas diferenciados, Pablo emplea el mismo vocabulario hasta donde sea posible. Así pues,
tenemos aquí un paralelismo definido de idea y forma: la gloria de Cristo en la creación es igualada por
su majestad en la redención.8
• Significa que, a sólo treinta años después de la muerte de Jesús, la iglesia apostólica proclamaba
lo que Pedro había proclamado desde el primer día (Hechos 2:32–36): que Jesús de Nazaret
había sido exaltado a la diestra de Dios como Señor y Mesías, Rey legítimo del universo entero
y p 168 amada Cabeza de la Iglesia. A pesar de haber sufrido una muerte vergonzosa, recibía
ahora honores divinos. Y eso no porque la Iglesia, decepcionada y desolada por la muerte de su
líder, se hubiera inventado una nueva cristología retrospectiva y hubiera dado una lectura
sesgada e interesada a la triste realidad histórica, sino porque, desde el principio, la Iglesia
entendía que la persona y obra de Jesucristo estaban en perfecta consonancia con lo que Dios
había anunciado de antemano por medio de los profetas y con lo que él mismo había
proclamado y demostrado desde el cielo.
• No es cuestión de ver en el testimonio del Nuevo Testamento una tergiversación de la historia.
Al contrario, la transfiguración, la resurrección y la ascensión de Jesús son hechos históricos
7 Hendriksen, pág. 81, señala acertadamente que, en cuanto a su contenido, el 1:18a pertenece más bien a la
segunda estrofa. Sin embargo, se mantiene mejor la estructura literaria colocándolo al final de la primera.
8 Hendriksen, pág. 82.
Burt, David F.
9 Puntualiza Hendriksen, pág. 86: Las así llamadas «leyes de la naturaleza» no tienen una existencia
independiente. Son la expresión de su voluntad. Y es posible hablar de leyes porque él se deleita en el orden y no en la
confusión.
Burt, David F.
La perfecta «imagen»
En primer lugar, parece que Pablo, al emplear estas frases, esté contestando a los herejes en sus
propios términos. Ellos decían probablemente que, si bien Jesucristo era un mediador válido entre
Dios y los hombres, sólo era uno entre muchos intermediarios; y que, si bien reflejaba algo de la
verdad y la gloria divinas, su revelación de Dios sólo era parcial.
Tanto en el mundo hebreo como en el mundo helénico, se utilizaba la palabra «imagen» (en
griego, eikón) con altas connotaciones filosóficas. El Dios trascendente, inalcanzable por el ser
humano, sólo podía ser conocido a través de su «palabra» (logos) o de su «imagen» (eikón). Lo
importante era determinar cuál era la verdadera imagen y palabra de Dios. Sin duda, por eso
mismo, Juan presenta a Jesucristo como el verdadero Logos de Dios (Juan 1:1) y Pablo le presenta
aquí como el Eikón de Dios. En diferentes escuelas de pensamiento se debatía cuál era el medio a
través del cual el ser humano podía alcanzar las sublimes alturas de Dios: la sabiduría, la razón, la
mente, la palabra …10 Pero todos estos sistemas eran caminos esotéricos de p 171 especulación
humana, abiertos para los intelectuales, pero fuera del alcance de la gente común:
Es como si Pablo les dijera a los griegos: «Los últimos seiscientos años habéis estado soñando
y pensando y escribiendo acerca de la Razón, la Mente, la Palabra, el Logos de Dios; ese Logos ha
venido en Jesucristo para que le podamos ver claramente. Vuestros sueños y vuestras filosoǐas se
han cumplido en Jesucristo.» 11
En otras palabras, el «eikón» que el hombre necesita para poder ver a Dios no es un sistema de
filosoǐa humana. Los herejes ofrecían caminos de conocimiento teórico, pero no conocían a Dios,
porque él sólo se da a conocer en Cristo.
Burt, David F.
12Puntualiza Carson, pág. 42: Es cierto que la frase «la imagen de Dios» no conlleva necesariamente la idea de la
perfección, pues se aplica al ser humano en 1 Corintios 11:7. Pero aquí se debe interpretar sobre la base de todo el
contexto en el cual el carácter único de la revelación de Dios por medio del Hijo se expone clara y plenamente.
Burt, David F.
13 Erdman, pág. 46, sugiere que el carácter «invisible» de Dios no se refiere solamente a que no sea visible al
ojo humano, sino que no se puede llegar a conocer con la sola razón, el intelecto o la imaginación; Dios no puede ser
conocido si no es en Cristo y por medio de Cristo.
14 Cf. Carson, pág. 42: Los hombres fabrican imágenes de Dios; pero, al hacerlo, desfiguran la gloria del Dios
incorruptible … Mas, en Cristo, la gloria de Dios no se desfigura, sino que se ve en toda su perfección.
Burt, David F.
Burt, David F.
p 179 CAPÍTULO 12
… el primogénito de toda creación; porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en los
Burt, David F.
Engendramiento
Notemos en primer lugar que la palabra primogénito contiene la idea de engendramiento.5 Es
decir, sugiere que entre Dios y Jesucristo existe una relación de paternidad. Pablo acaba de llamar a
Cristo su Hijo amado (1:13). Aunque, como ya hemos dicho, no tenemos derecho a afirmar que el
Hijo fue creado por el Padre, sí hay base bíblica para afirmar que fue engendrado por él. ¿Y esto qué
significa? No lo sabemos. O, mejor dicho, sólo podemos entenderlo en la medida en que Dios ha
1 Según Sturz, pág. 42, y Staab, pág. 118, existía una palabra, protoktistos, empleada frecuentemente por los
filósofos alejandrinos, que significaba «primero de la creación» o «primer ser creado». Si Pablo hubiera
deseado comunicar esta idea, habría empleado este vocablo en vez de «primogénito» (prototokos).
2 Cf. Carson, pág. 42: Según la gramática de esta frase, cabe la posibilidad de entenderla como si significara que
Cristo ocupa la cima de la creación, pero siendo él mismo un ser creado … Sin embargo, el contexto hace que esta
lectura sea imposible.
3 Cf. Guthrie (1), pág. 1144.
4 Cf. Ashby, pág. 485: Cristo está fuera de la creación, es anterior a ella, distinto de ella y soberano sobre ella, porque
Burt, David F.
Burt, David F.
Supremacía
En las Escrituras existe una estrecha relación entre la primogenitura y el derecho a gobernar.
Por eso, durante la monarquía de Israel, el heredero legítimo del trono —el que estaba destinado a
reinar— era siempre el primogénito del rey. Por eso también, cuando Jacob le compró a Esaú la
primogenitura, fue en cumplimiento de lo que Dios ya había dicho a su madre Rebeca: El mayor
servirá al menor (Génesis 25:23). También Efraín es llamado «primogénito» (Jeremías 31:9) en
cumplimiento de la bendición de Jacob (Génesis 48:20), aun cuando era el menor de los hijos
gemelos de José. E, igualmente, cuando Dios llama a su Mesías mi primogénito, añade que él será el
más excelso de los reyes de la tierra (Salmo 89:27). Ser primogénito de toda la creación es ejercer el
gobierno supremo sobre ella. En otras palabras, «primogénito» es p 184 un título mesiánico (ver
Hebreos 1:6). Llamar a Cristo el «primogénito» es exaltarlo, concederle honores supremos,
reconocerlo como rey legítimo del universo, colocarlo por encima de todo el mundo creado y
establecer su soberanía y preeminencia (1:18).
Herencia
El primogénito es siempre el principal heredero. De hecho, en el pensamiento hebreo,
6 Nuevamente observamos la estrecha relación entre Juan 1, Hebreos 1 y Colosenses 1. Los tres textos emplean
un vocabulario diferente, distintivo de cada autor, pero los conceptos son los mismos: unigénito, Hijo,
primogénito; todas las cosas fueron hechas por él, en él fueron creadas todas las cosas, por medio de él, Dios hizo el
universo; él le ha dado a conocer a Dios, él es la imagen del Dios invisible, él es la expresión exacta de su naturaleza
… Según Nielson, pág. 399, «primogénito» es equivalente a «unigénito»; es un término judío que significa
«increado».
7 MacDonald, pág. 955.
8 Seguramente, cuando Hebreos 12:23 se refiere a los redimidos como «iglesia de los primogénitos», es porque
éstos son hijos amados de Dios, coherederos con el Hijo. Por cierto, este texto basta por sí solo para demostrar
que la palabra primogénito no siempre lleva el significado literal de hijo que nace primero.
Burt, David F.
Burt, David F.
Visibles o invisibles
Lo visible se refiere seguramente al mundo material y terrenal; lo invisible, al mundo
espiritual y celestial. La absoluta universalidad de la creación de Cristo se extiende al mundo
oculto de espíritus, demonios caídos y ángeles santos. Allí también, todo lo que existe es creación
de Cristo y, por tanto, está sujeto a su autoridad.
12 Puntualiza MacDonald, pág. 956: Los gnósticos enseñaban que había varios rangos y clases de seres espirituales
entre Dios y la materia, y que Cristo pertenecía a una de estas clases. En nuestros tiempos, los espiritistas pretenden
que Jesucristo es un ser avanzado de la sexta esfera. Los Testigos de Jehová enseñan que, antes de que nuestro Señor
entrara en el mundo, era un ángel creado, ¡nada menos que el arcángel Miguel! Aquí, Pablo refuta vigorosamente
estos absurdos conceptos declarando de la forma más clara posible que el Señor Jesucristo es el Creador de los ángeles
y de todos los seres invisibles. Cf. Barclay, pág. 150: Es como si Pablo dijera a los gnósticos: «En vuestro
pensamiento, dais una gran importancia a los ángeles. Contáis a Jesucristo meramente como uno de ellos. Lejos de
eso, él fue quien los creó.»
13 Cf. Erdman, pág. 48: Pablo no se detiene a inquirir en la parte de verdad que puede haber en estas especulaciones
acerca de seres celestiales. Afirma en forma marcada y enfática que todas las potestades, los principados y los seres
del universo, de cualquier índole o clase que sean, son inferiores a Cristo y están sometidos a él.
Burt, David F.
Todo lo dicho tiene grandes implicaciones para la salvación y para la vida de fe. Los ángeles
caídos quieren desviar hacia sí mismos la adoración que sólo se le debe a Dios. Con este fin, quieren
hacerse pasar por otros tantos mediadores entre Dios y los hombres. Pero, aparte del Padre, el
único que se merece nuestra adoración es Dios-hecho-hombre, Jesucristo, y fuera de él no hay
salvación posible. 16
En resumidas cuentas, pues, de él, por él y para él son todas las cosas; a él sea la gloria para siempre.
Amén (Romanos 11:36).
p 189 CAPÍTULO 13
EL HIJO ETERNO
COLOSENSES 1:17
criatura, aunque esta criatura sea un ángel; no importa cuán exaltados sean los ángeles, ellos también son criaturas
y, como tales, están sujetos a Cristo.
Burt, David F.
1 En el texto griego, el pronombre «él» es enfático y debe ser traducido como «él mismo», en contraste con las
cosas creadas. Ver Abbo , pág. 217.
2 Hendriksen, pág. 91.
3 O, más literalmente, antes que Abraham viniera a ser, yo soy. Hubo un tiempo en que el patriarca no existía; él
tuvo que «llegar a ser»; pero Jesucristo, sencillamente, «es». El uso del tiempo presente, tanto en Juan 8:58
(que no reza: Antes que Abraham naciera, yo fui) como en Colosenses 1:17, sugiere no sólo la preexistencia de
Cristo, sino también su eterna permanencia (su existencia absoluta, en palabras de Lightfoot, pág. 155). Nos
recuerda enseguida el «Yo soy» de Éxodo 3:14 (ver también Juan 8:24, 28, 13:19). Cf. MacDonald, pág. 956: El
tiempo presente se emplea frecuentemente en la Biblia para describir la «atemporalidad» de la Deidad.
Burt, David F.
Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque tú creaste
todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas (Apocalipsis 4:11).
Digno eres … porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios a gente de toda
tribu, lengua, pueblo y nación (Apocalipsis 5:9).
4 Cf. Carballosa, pág. 49: Cristo antecede a todo lo creado en cuanto a tiempo y rango.
5Notemos que, una vez más, el texto dice «en él», no «por él». El mantenimiento del universo no sólo es obra
suya, sino que tiene todo su propósito y punto de cohesión en él. Cf. H. C. G. Moule, pág. 38: Él es no sólo la
causa inicial de todas las cosas; él es para siempre su vínculo, su orden, su ley, el secreto último que hace que todo el
universo, visible e invisible, sea un cosmos, no un caos.
Burt, David F.
Burt, David F.
Y así termina la primera estrofa de nuestro himno. ¡Qué maravilla! Hemos contemplado
p 195
a aquel que nació indefenso, como niño humano, como lo que realmente es desde la eternidad:
Dios hecho hombre, el Cristo soberano que, aunque empezó su existencia humana al nacer en
Belén, tuvo una «preexistencia» en forma de Dios eterno; el que no fue creado, sino que es
engendrado eternamente por él; el que dio principio al universo y es creador y sustentador de
absolutamente todo lo que existe.
Y ésta sólo ha sido la primera estrofa. Nos queda aún una segunda. Versará sobre Cristo como
principio, origen, sustento y meta final de la nueva creación. En ella contemplaremos a Cristo
como Señor de la Iglesia.
p 197 CAPÍTULO 14
CABEZA DE LA IGLESIA
COLOSENSES 1:18
cuando Cristo reina como monarca absoluto, entonces todo está en perfecta armonía.
Burt, David F.
1 En el texto griego, el pronombre es enfático y podría traducirse como él mismo o él y no otro (Abbo , pág.
217). Es decir, el mismo Hijo que hizo la creación es también el Señor Jesucristo que llevó a cabo la nueva
creación.
2 Cf. Carson, pág. 43: Aquí, Pablo pasa imperceptiblemente de hablar del Hijo en su ser eterno a hablar del
Burt, David F.
4 Y,de hecho, observamos que, hoy en día, ni las esposas suelen someterse de buena gana a sus maridos, ni
muchas iglesias al señorío de Cristo. Las dos cosas siguen vinculadas entre sí. En mi experiencia, allí donde
una iglesia se somete de verdad a la autoridad de Cristo, las esposas se someten a sus maridos.
5 Hendriksen, págs. 93–95, se refiere a estas dos opciones llamando a Cristo cabeza orgánica y cabeza directriz.
6 Para este mismo principio aplicado al matrimonio, ver 1 Corintios 11:8–10.
7 Para este mismo principio aplicado al matrimonio, ver 1 Timoteo 2:13.
8 Esta idea no es explícita en el texto de Colosenses, pero está implícita en la obra de reconciliación y
santificación mencionada en 1:20–22. Pablo la explorará más ampliamente en Efesios 5:25–32, aplicándola
igualmente a Cristo y la Iglesia y a marido y mujer.
9 Cf. Buffard, pág. 69: Esta figura de Cristo como cabeza nos enseña … que Cristo dirige y la Iglesia obedece;
Burt, David F.
p 201Nosotros, pues, como miembros del cuerpo de Cristo, la Iglesia, ¿cómo debemos
relacionarnos con nuestra cabeza? Como una esposa con su marido, correspondiendo con amor a
su amor y correspondiendo con sumisión a su cuidado, abnegación y entrega. Le tenemos por
nuestro rey y acatamos su señorío como respuesta voluntaria a lo que hemos visto en él: nos ha
puesto en alto como su «gloria», nos ha tratado como su tesoro especial, nos ha amado hasta
sacrificarse por nosotros y ahora vela por nuestro bienestar y nos cuida. Por tanto hacemos
nuestras las palabras de los ancianos: El Cordero que fue inmolado digno es de recibir el poder … Al que
está sentado en el trono, y al Cordero, sea … el dominio por los siglos de los siglos (Apocalipsis 5:12–13).
Puesto que él es la cabeza que nos ama y nos cuida, reconocemos en él a la cabeza que tiene el
derecho incuestionable de gobernarnos.
Para que el cuerpo pueda funcionar de una manera armoniosa en la que todos los miembros
participen en unidad y colaboren en interdependencia, tiene que haber un solo centro de mando. Y
todos los miembros tienen que estar sujetos a ese mando. De otra manera, el cuerpo sería un caos,
sin alimentación adecuada, sin dirección y sin rumbo.11
Antes de dejar esta primera idea —que Cristo es cabeza del cuerpo—, conviene decir alguna
palabra acerca del cuerpo. Porque, si bien el énfasis de Pablo no recae aquí sobre la naturaleza de la
Iglesia, sino sobre el Señor de la Iglesia, el solo uso de la metáfora del cuerpo nos invita a ciertas
reflexiones. Evidentemente, como acabamos de ver, el cuerpo no puede funcionar si no está
conectado a la cabeza y sometido a ella. Pero, igualmente, la p 202 cabeza no está completa sin el
cuerpo. Pablo está a punto de hablar de la completa «plenitud» de Cristo (1:19; 2:9). En cierto
sentido, pues, Cristo como Hijo de Dios es completo en sí. Pero, porque ama a la Iglesia, es como si
no estuviera completo sin ella. Por eso, Pablo dirá en Efesios 1:23 que la Iglesia es la «plenitud» de
Cristo, la plenitud de aquel que lo llena todo en todo. ¡Hermosa paradoja! La Iglesia no existiría si
Cristo no la creara y llenara; pero, precisamente porque ella está llena de Cristo, constituye la
plenitud de Cristo.
Y la Iglesia como plenitud de Cristo comporta otras ideas también. De la misma manera que
una cabeza no puede actuar sin cuerpo, así Cristo tiene a bien utilizar a la Iglesia para llevar a cabo
10 Por esa misma razón, en el caso del matrimonio, la contrapartida de la autoridad amante del marido como
cabeza es la sumisión voluntaria de la esposa (3:18; Efesios 5:22, 24; 1 Corintios 14:34–35; Tito 2:5; 1 Pedro 3:1).
11 Cf. Carson, pág. 44: Cristo es el poder director y controlador al cual deben someterse los miembros; más aún, el
control de la Cabeza es el que les concede unidad como cuerpo y permite que funcionen con propósito; Barclay, pág.
151: Jesucristo es el que dirige a la Iglesia; es por su inspiración como la Iglesia actúa y vive; la Iglesia no puede
pensar la verdad sin él, ni actuar correctamente, ni decidir su dirección; Erdman, pág. 50: Cristo es la fuente de la
que la Iglesia extrae su vida, poder y fortaleza; Cristo une a sus miembros en un organismo indivisible; y, sobre todo,
controla y dirige a la Iglesia.
Burt, David F.
Burt, David F.
13 Recordemos que la palabra primogénito indica no sólo prioridad en el tiempo, sino también soberanía.
Cristo no sólo es el primero en resucitar, sino que es Maestro y Señor de los resucitados (Erdman, pág. 50).
14 En torno a la frase primogénito de entre los muertos, puntualiza Wiersbe, pág. 48: La tumba fue la matriz de
donde Cristo salió victorioso, ya que los dolores de la muerte no pudieron sujetarlo … El Hijo fue engendrado en la
resurrección.
Burt, David F.
Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron. Porque
ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos.
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno
en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en su venida (1 Corintios
15:20–23).
Porque él, el forjador de la nueva creación, vive, nosotros también vivimos y viviremos (Juan
14:19). Él es el primogénito de entre los muertos y las primicias de la resurrección por cuanto su
p 207 resurrección es el comienzo, principio o causa de la gloriosa resurrección ǐsica de la cual gozarán
los suyos.15
Burt, David F.
p 209 CAPÍTULO 15
LA PLENITUD DE CRISTO
COLOSENSES 1:19
Burt, David F.
34; Hendriksen, pág. 95, nota 55; Jamieson, Fausset y Brown, pág. 513; Lacueva-Henry, pág. 243; Lightfoot,
págs. 158–159; McRay, pág. 1054; Buffard, pág. 72. Cf. también BJ, RV60, RV95, RVA, NVI.
4 Cf. Hendriksen, págs. 96–97: Los poderes y atributos de la deidad no se repartirían entre una multitud de ángeles.
La supremacía o soberanía divina, sea en parte o como un todo, no sería entregada a ellos. Por el contrario, en
conformidad con el beneplácito de Dios, desde toda la eternidad la plenitud de la divinidad … reside en el Hijo de su
amor, en él solo, no en él y en los ángeles … La plenitud de Dios, sobre la que tanto hablaban los maestros del error, se
encuentra en Cristo, y en él solo.
5 Los comentaristas que siguen esta interpretación suelen puntualizar que el verbo traducido como habitar no
Burt, David F.
indica una residencia provisional o temporal, sino una característica permanente. Cf. Erdman, pág. 52: La
palabra «habitar» indica no una permanencia temporal, sino fija; Wuest, citado por Wiersbe (pág. 50): la plenitud
de Cristo no es algo agregado a su ser que no le fuera natural, sino que era parte de su esencia como parte de su
mismo ser, y eso en forma permanente.
6 La palabra plenitud aparece nada menos que seis veces en Colosenses y Efesios, sin contar palabras similares
como llenar, completar o cumplir. Para una discusión amplia del significado de plenitud, ver Hendriksen (págs.
96–97, nota 56).
7 Carballosa (pág. 51) limita esta frase sólo a la potestad salvadora de Cristo. Esta limitación parece no hacer
Burt, David F.
p 215 CAPÍTULO 16
… y por medio de él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la
sangre de su cruz, por medio de él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los
cielos.
LA RECONCILIACIÓN (1:20)
Acabamos de ver que la primera razón por la que Cristo tiene la primacía es porque al Padre le
complace que sea así (1:19). Ahora, la segunda razón es porque fue a través de Jesucristo como el
Padre llevó a cabo nuestra reconciliación consigo (1:20). Cristo murió para que pudiéramos tener
paz con Dios.
Esta segunda razón debe conmovernos profundamente. ¿Estamos de acuerdo con que
Jesucristo tenga en todo la primacía? Como creyentes, afirmamos que sí. ¿Por qué? ¿Por qué
consideramos que él es digno de tanta exaltación? Que contesten los ancianos: Digno eres … porque
tú fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación …
El Cordero que fue inmolado digno es de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor,
la gloria y la alabanza (Apocalipsis 5:9, 12). Cristo es digno de tener en todo la primacía porque es el
Redentor de todo.
Nuestro Dios es un Dios de paz y reconciliación. Es cierto que respeta nuestra libertad
p 216
humana y no nos obliga a reconciliarnos con él. Como consecuencia, también es cierto que,
finalmente, hará la guerra contra sus enemigos y castigará a todos los que persisten en su rebeldía
contra él. Pero, en principio, lo que desea no es nuestra destrucción, sino nuestra salvación y
Burt, David F.
1 Cf. MacDonald, pág. 957: La Biblia nunca dice que Dios necesitase ser reconciliado con el hombre, pero siempre
[habla] de la necesidad del hombre de reconciliarse con Dios.
2 Cf. Barclay, pág. 153.
3 Cf. Carson, pág. 46; Carballosa, pág. 59.
4 La repetición de la frase por medio de él en el versículo 20 es omitida en algunos manuscritos (así como en la
mayoría de versiones modernas: RV60, RV95, RVA, DHH, NVI, BJ, CI, BT), pero la mayoría de comentaristas
Burt, David F.
la dan por genuina (y así aparece en Lacueva). Nuestra versión es fiel a esta repetición, así como al orden de las
frases en el texto original. Éste reza literalmente: y por medio de él reconciliar todas las cosas consigo haciendo la
paz mediante la sangre de su cruz por medio de él ya sean las cosas sobre la tierra ya sean las en los cielos. Para
aclarar el significado del texto, los traductores de nuestra versión han añadido la palabra repito. Ver Abbo˄,
pág. 221; Hendriksen, pág. 98.
5 Huelga decir que la frase por medio de él tiene la fuerza de por medio sólo de él. Nuevamente es probable que
Pablo esté pensando en el error de los herejes, que enseñaban que la reconciliación con Dios fue el resultado
de la mediación de toda una serie de seres angelicales. Ver Lightfoot, pág. 159.
6 Para una mayor exposición de esta idea, ver Efesios 2:13–16.
Burt, David F.
7 Cf. Wiersbe, pág. 52: Puede haber paz y armonía entre aquellos que están enemistados sólo cuando el
Burt, David F.
2. En cuanto al mundo natural, éste fue sujetado a la vanidad como consecuencia del pecado
humano. Los animales y las plantas enferman y mueren. Toda la tierra sufrió una terrible
maldición a causa de la caída de Adán (Génesis 3:17). Pero, cuando llegue el día de la
manifestación y la plena reconciliación de los hijos de Dios, vendrá también la restauración del
mundo natural. Éste volverá al buen orden y a la armonía. Se acabará el proceso de decadencia
y degeneración, la «esclavitud de corrupción», que ahora lo caracteriza (Romanos 8:19–22).
9 Sin ir más lejos, a continuación, en el 1:21–23, Pablo enseña claramente que quienes son reconciliados con
Dios son los que creen en Cristo y perseveran en esa fe. Sin fe no hay reconciliación.
10 Cf. Carson, págs. 46–47: La frase es indefinida y sugiere el carácter completo del plan de Dios.
11 Cf. MacDonald, pág. 958: Aunque la obra reconciliadora de Cristo es suficiente para toda la humanidad, es sólo
Burt, David F.
4. En cuanto al mundo angelical, es más di cil entender el concepto de reconciliación, porque los
espíritus puros no tienen necesidad de reconciliación y los condenados son incapaces de ella.12 Pero,
de alguna manera, el desorden introducido por la caída humana está íntimamente vinculado al
desorden en el mundo oculto, por lo cual la restauración de aquél implicará también la
restauración de éste.13 Sabemos que algunos ángeles cayeron en algún tiempo del pasado (Job
4:18), aunque Dios no ha tenido a bien revelarnos muchos detalles al respecto. Es de suponer
que el Señor podría haberlos fulminado ya hace tiempo; pero, aunque ganó la batalla decisiva
sobre ellos en la cruz (Colosenses 2:13–15), su castigo eterno queda aún en el futuro (Judas 6),
posiblemente porque el día que Dios los juzgue caerán también todos los seres humanos que
están en su poder. Una vez forjado el camino de salvación de los creyentes, ya no hay nada que
impida que el Señor resucitado y glorificado restaure el orden en las esferas angelicales.14 De
alguna manera que no nos es dado entender, Cristo preparó en la cruz el camino a la
restauración de todas las cosas, p 224 incluido el reestablecimiento final de dominio,
obediencia y armonía en el mundo invisible.15 Recordemos que, en las Escrituras, aun la
destrucción de Satanás es concebida como una acción benéfica del Dios que busca la
reconciliación y restauración de todas las cosas: Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo
de vuestros pies (Romanos 16:20).
Así pues, nuestro texto mira adelante y contempla aquel día cuando todo esté sujeto bajo los
(Lucas 2:14).
15 Gutiérrez, pág. 832, entiende que el texto se refiere a una reconciliación de ángeles y hombres y de toda la
creación material y puntualiza: entre todos ellos se restablece el equilibrio roto por el pecado, que causó un corte fatal
en nuestras relaciones con Dios … Al restablecerse por la muerte de Cristo el recto orden entre las criaturas y el
Creador, los ángeles no permanecen extraños a esta armonía restaurada: entran también ellos a formar parte en este
concierto armónico y universal.
Burt, David F.
p 225 CAPÍTULO 17
Y aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras, …
INTRODUCCIÓN
Se ha acabado el himno (1:15–20). El apóstol vuelve de los lugares celestiales a la tierra, del
universo entero a la iglesia local, de la primacía de Cristo a la reconciliación de los colosenses y de
la poesía a la prosa. Deja de contemplar las glorias trascendentes de nuestro Señor desde la amplia
perspectiva de la historia universal, y ahora considera lo que estas glorias significan para los
creyentes de Colosas. El sujeto de los verbos de la cláusula principal (1:22) sigue siendo «él», es
decir, el hijo amado de Dios (1:13),1 pero ahora se sitúa su obra reconciliadora no en el gran
panorama que abarca todos los tiempos y todo el espacio, sino en el limitado contexto particular
de los colosenses. Ya no habla de cómo Cristo reconcilia todas las cosas con Dios, sino p 226 de
cómo os ha reconciliado.2 Las grandes realidades universales expuestas en el himno las aplica ahora
1 Lightfoot, pág. 161 (seguido por Buffard, pág. 77), supone que el sujeto de reconciliar debe ser Dios, como en
el versículo 20. Pero es más probable que sea Cristo (ver Hendriksen, pág. 100). De hecho, estas tres
afirmaciones, por supuesto, son ciertas: 1) Dios nos reconcilia consigo por medio de la muerte de Jesús; 2) la
muerte de Jesús nos reconcilia con Dios; 3) Jesús nos reconcilia con Dios por medio de su muerte.
2 La interpretación exacta de esta frase es muy compleja. Por un lado, el verbo reconciliar tiene nada menos
que cuatro formas diferentes en los manuscritos antiguos (ver Abbo , págs. 224–225) y admite ser entendido
en forma transitiva (él [os] reconcilió) o intransitiva (habéis sido reconciliados). Por otro, el pronombre «os»,
Burt, David F.
que en el texto griego aparece al principio del versículo 21, puede ser entendido (1) como modificativo del
sustantivo alejados, (2) como objeto directo enfático del verbo presentar, (3) como complemento directo del
infinitivo reconciliar del versículo 20, (4) como «pronombre suspendido», no conectado explícitamente con
ninguno de los verbos del contexto, pero teniendo una relación suelta con todos, o (5) como el complemento
directo del verbo reconcilió del versículo 22 (en RV60, versículo 21). La mayoría de versiones opta por esta
última lectura. En cualquier caso, el sentido general del texto está claro. Para un análisis de todas estas
opciones, ver Hendriksen, págs. 115–116; también Carson, pág. 47; Lightfoot, págs. 161–162.
Burt, David F.
2. De ánimo hostil
Por otro lado, puesto que al ser humano le resulta diǐcil vivir en un vacío ideológico que le deja
sin rumbo y significado en la vida, comete la «necedad» de inventarse toda clase de religión,
ideología o filosoǐa para conceder un poco de sentido a su existencia. Éstas son, a la fuerza,
especulativas, producto de la creatividad humana o de la mentira diabólica. Pero no son ideas
superficiales y sin importancia que los hombres van cambiando fácilmente de día en día, como si
3 Como ya hemos indicado, Efesios 2:11–22 viene a ser un comentario ampliado de nuestro texto de
Colosenses.
4 Cf. Songer, págs. 44–45: La palabra [«alejados»] implica aislamiento, soledad y un profundo
grandes colonias de modo que, en determinadas situaciones, cometen «suicidio en masa»; porque, sí los
líderes se tiran por un precipicio, todos los de la manada los siguen.
Burt, David F.
6 Puntualiza Hendriksen, pág. 100: Este estado de enajenación no se debe simplemente a ignorancia o inocencia.
¡No existen paganos inocentes! Por el contrario, eran extraños y hostiles en su disposición.
7 Y está claramente expuesta por Pablo en Romanos 1:18–32.
Burt, David F.
Así pues, según nuestro texto, antes de nuestra reconciliación con Dios por medio de Jesucristo
éramos personas alienadas, enemigas y malvadas. Alejados de Dios, en nuestra impiedad,
pensábamos y obrábamos como enemigos suyos.
No resulta fácil asimilar este diagnóstico de la condición humana. Nos relacionamos con
nuestros vecinos y los encontramos bastante civilizados y considerados. A veces incluso nos
avergüenzan, porque son más generosos y amables que algunos creyentes. Sin embargo, debemos
recordar que estas tres frases resumen el veredicto del Juez divino sobre la condición humana. Las
apariencias engañan. Durante un tiempo y por razones interesadas, la gente puede parecer amable
y, puesto que la imagen de Dios en el hombre no ha desaparecido del todo, algunas personas son
capaces de gestos puntuales de gran magnanimidad. Pero, detrás de nuestras máscaras de bondad,
todos escondemos un corazón perverso y engañoso (Jeremías 17:9), un egocentrismo enfermizo y
una variedad espeluznante de vicios y pecados. La injusticia, la necedad y la impiedad nos
caracterizan a todos. Como dice Pablo en Romanos 3:10–12, basándose en el p 232 Salmo 14:1–3:
No hay justo, ni aun uno [injusticia]; no hay quien entienda [necedad]; no hay quien busque a Dios
[impiedad]; todos se han desviado, a una se hicieron inútiles [alienación y perdición como
consecuencia lógica e inevitable de tanto desvarío].
Las apariencias —repito— engañan. Pero lo que puede convencernos acerca del acierto del
veredicto divino es el examen de nuestro propio corazón. Nosotros también nos colocamos
máscaras de amabilidad y logramos convencer a otros de que somos buenos. Pero, si el Espíritu
Santo ha comenzado siquiera a revelarnos cómo somos por dentro, habremos visto que el
diagnóstico de Dios es correcto en cuanto a nosotros y, entonces, nos convenceremos de que tiene
que ser correcto en cuanto a los demás.
p 233 CAPÍTULO 18
8Cf. Hendriksen, pág. 100: La disposición interior de aversión a Dios y de antipatía a la voz de la conciencia … se
manifiesta luego en obras perversas. Es de observar que aquí, como en varios lugares de las Escrituras, las malas
obras se ven como consecuencia de una disposición pervertida, y no como su causa. Las acciones malas son
producto de un corazón malo.
Burt, David F.
• Allí (1:20), la muerte de Jesucristo fue el medio por el cual Dios ha reconciliado consigo «todas
las cosas»; ahora (1:22) su muerte es el medio de reconciliación de los creyentes colosenses.
Pablo, como hemos dicho, deja lo universal y se vuelve a lo particular. El Hijo de Dios no sólo
tiene propósitos universales, sino que me amó y se entregó a la muerte por mí (Gálatas 2:20).
• El uso aquí de la palabra muerte viene a confirmar lo que dijimos con respecto al versículo 20:
sangre, en las Escrituras, es prácticamente un sinónimo de muerte, pero indica una muerte
violenta como víctima expiatoria.
• Esta muerte, Jesús la sufrió en su cuerpo de carne.2 Es decir, el sacrificio reconciliador de Jesús
habría sido imposible sin la encarnación. Él tuvo que hacerse hombre y asumir nuestra
condición mortal para poder padecer en nuestro lugar (cf. Hebreos 2:14–16; 1 Pedro 2:24).
Nuestro Mediador no es como los ángeles: no es un ser espiritual que pudo asumir
temporalmente una apariencia corporal.3 Él es verdadero hombre e hizo su morada entre
nosotros en un p 235 auténtico cuerpo humano de carne (Juan 1:14). Es la muerte ǐsica de
Jesucristo en la cruz la que consiguió nuestra reconciliación.
1 Muchas versiones (RV60, RVA, BJ, CI, DHH, NVI, Lacueva) siguen aquellos manuscritos antiguos que
omiten el sin embargo. Pero los mejores manuscritos apoyan esta última traducción (cf. LBLA, BT). Ver
Carballosa, pág. 60.
2 Cuerpo de carne es un hebraísmo que significa «el cuerpo humano de Cristo» (Hendriksen, pág. 101). El mismo
autor (siguiendo a Lightfoot, pág. 162) señala que, si Pablo no se limita a decir en su cuerpo, sino que añade la
expresión casi redundante de carne, quizás sea porque lo esté contrastando con su cuerpo que es la iglesia, que
acaba de mencionar (1:18).
3 Así enseñaban los gnósticos. Los falsos maestros negaban la encarnación y enseñaban que Jesucristo no tenía un
cuerpo verdaderamente humano; su filosoǐa de que toda la materia es pecaminosa los condujo a esta falsa conclusión
(Wiersbe, pág. 57). Cf. también Carballosa, pág. 60; Conybeare y Howson, pág. 694; Harrison, págs. 35–36;
Hendriksen, pág. 101; Jamieson, Fausset y Brown, págs. 514–515; Lacueva-Henry, págs. 244–245; MacDonald,
pág. 958; Nielson, pág. 404; Wickham, pág. 125. Sin embargo, debemos recordar que otros comentaristas de
peso (entre ellos Lightfoot, pág. 162; Abbo˄, pág. 226) indican que no hay ninguna evidencia independiente
de que esta falsa doctrina circulara ya en tiempos del apóstol.
Burt, David F.
Burt, David F.
• Si antes estábamos alejados de Dios, ahora hemos sido hechos sus «santos», apartados por
Cristo para ser la posesión especial de Dios, su pueblo elegido y cercano.
• Antes éramos de ánimo hostil, enemigos de Dios, pero ahora Dios nos ve como «sin mancha»
delante de él.
• Antes nos ocupábamos en malas obras; pero ahora, increíblemente, comparecemos
«irreprensibles» ante Dios.
Ya en el momento presente, estas tres afirmaciones son ciertas con respecto a nuestra
condición «jurídica» ante el juez divino. Gracias a la expiación de Cristo, no hay condenación
posible para los que creemos en él y nos apropiamos los beneficios redentores y reconciliadores de
su muerte. Sugerir otra cosa sería cuestionar la plena eficacia de su sacrificio.
Sin embargo, lo que es cierto en términos jurídicos tiene que llegar a ser cierto en términos
reales y prácticos.7 El juez ya nos ha declarado inocentes y limpios; pero hemos de llegar a ser
inocentes y limpios en nuestra vivencia diaria. Éste será el tema del apóstol en el capítulo 3:
habiendo ya muerto y resucitado con Cristo a efectos legales, debemos aprender a hacer morir los
viejos hábitos del pecado y a andar según la justicia de una vida resucitada. No está absolutamente
claro si, en este versículo, Pablo está contemplando nuestra perfecta justificación presente o
nuestra plena santificación futura. Pero, puesto que la frase mira la «finalidad» de nuestra
reconciliación (a fin de …) y puesto que el verbo presentaros suele emplearse en torno al día final,
parece preferible entender el texto como una referencia a la meta de la vida cristiana que aún no
hemos alcanzado, pero que, por p 238 la gracia de Dios, vamos camino de alcanzar.8 En todo caso,
debemos recordar que lo que hemos de ser un día gracias al poder transformador de Dios no es más
que la culminación de una obra que ya ha comenzado en nosotros. Si esperamos ser santos, sin
7 Cf. Nielson, pág. 404: Lo que Cristo ha hecho decisiva y completamente en el Calvario con respecto a nuestra
salvación debe ahora ser aplicado en la experiencia diaria sobre una base individual.
8 Carballosa, pág. 60, indica que el tiempo aoristo del verbo presentar implica propósito y que la frase entera
anticipa el propósito final de Dios para los redimidos. Y Hendriksen, pág. 102, afirma: La presentación de la que
aquí se habla debe entenderse como definitivamente escatológica, es decir, como refiriéndose a la gran consumación,
cuando Cristo vuelva sobre las nubes en gloria. En cambio, Nielson, pág. 405, opina que la presentación es tanto
presente como futura; mientras que Erdman, pág. 54, dice que este aspecto futuro del propósito divino no se debe
forzar demasiado, pues Pablo tiene en mente tanto una intención como un proceso por el cual la perfección moral,
como resultado de la reconciliación que Cristo realizó, se va consiguiendo en esta vida; y Lightfoot, pág. 162, afirma
que es más probable que Pablo se refiera aquí a la aprobación presente de Dios que a su juicio futuro. Carson,
pág. 48, define bien la relación entre las dimensiones presente y futura de nuestra santificación: Es verdad que
el mismo acto de reconciliación conlleva el comienzo de la transformación que sigue a ella; pero el perfeccionamiento
de aquella obra queda aún en el futuro.
Burt, David F.
p 239Porque agradó al Padre que en el Hijo habitara toda la plenitud, y por medio del
Hijo quiso el Padre reconciliar todas las cosas consigo (con el Padre), habiendo hecho el Hijo la
paz por medio de su cruz … Y ahora el Hijo os ha reconciliado en su cuerpo de carne,
mediante su muerte, a fin de presentaros (el Hijo) santos, sin mancha e irreprensibles
delante del Padre.
Sin embargo, debemos recordar que todos estos pronombres griegos se prestan a ser
entendidos de otra manera. Es posible entender el versículo 22 como si rezara: Y ahora el Padre os
ha reconciliado en el cuerpo de carne del Hijo y mediante la muerte del Hijo, a fin de presentaros (el
Padre) santos, sin mancha e irreprensibles delante de sí (del Padre).9 También es posible entender la
última frase como si el Hijo os presentara santos … delante de si mismo.10 ¿Cuál es la lectura
correcta de estas frases? La interpretación exacta no puede dilucidarse por consideraciones
gramaticales o textuales. Y tampoco por consideraciones doctrinales, puesto que la idea de nuestra
«presentación» en el día final es a veces delante de Dios Padre (Romanos 14:10; 2 Timoteo 2:15)11 y a
veces delante del Hijo (Efesios 5:27; 2 Corintios 4:14; 11:2).12 Tenemos que depender, pues, de
criterios muy subjetivos: la que nos parece la lectura más llana del texto según el fluir del
argumento del apóstol. En este sentido, a mí me parece preferible entender aquí que es Cristo
quien nos presenta delante del Padre. En todo caso es evidente que, cuando seamos «presentados»
en el día final, será ante el Padre p 240 y el Hijo igualmente, y que una presentación no será posible
sin la otra (Juan 14:9). En última instancia, estas cuestiones de interpretación resultan un tanto
ociosas.
Lo cierto es que el apóstol mira adelante a aquel día glorioso cuando seremos semejantes a Cristo
Burt, David F.
Santos
La santidad, como hemos dicho en numerosas ocasiones, conlleva la idea fundamental de
separación. Dios ha «apartado» para sí un pueblo para que le adore y le sirva y para que viva con los
mismos valores (amor, integridad, veracidad …) que le caracterizan a él. Ya somos santos, en el
sentido de apartados para Dios. Aún distamos de serlo en cuanto a nuestra perfecta vivencia según
esos valores. Pero ya estamos en el camino de la santidad (Isaías 35:8–10), en proceso de ser
transformados a la imagen de Cristo (Romanos 8:29; 2 Corintios 3:18), cada vez más cerca de Dios
(en contraste con lo lejos que antes estábamos).
Nuestro destino glorioso es el de vivir completamente limpios del pecado en perfecta
comunión con Dios. En términos negativos, la santidad significa la ruptura con toda clase de
pecado (1 Tesalonicenses 5:22); en términos positivos, significa la práctica de toda clase de bondad;
esencialmente, significa ser como Cristo y andar como él anduvo.
Sin mancha
Esta frase sigue con la idea de la santidad (cf. Efesios 1:4: santos y sin mancha delante de él). Para
que los animales sacrificados en holocausto en el antiguo pacto pudieran ser considerados santos
para Dios, tenían que ser perfectos, sin mancha ni defecto alguno. Igualmente, Cristo se ofreció en
sacrificio como un cordero sin tacha y sin mancha (1 Pedro 1:19). Aquella muerte suya sirve para
limpiarnos de toda mancha de la culpa del pecado. Dios nos ve en Cristo completamente
purificados, sin defecto alguno.
Pero en nuestro caso, por supuesto, no se refiere a defectos ǐsicos, sino morales y
p 241
espirituales. La frase sin mancha, por tanto, equivale a «sin culpa».13 La sangre de Jesucristo nos
limpia de todo pecado y hace que podamos estar delante de Dios como personas declaradas
jurídicamente inocentes y justas.
Sin embargo, no debemos olvidar las implicaciones vivenciales de esta frase. Gracias a la
muerte de Jesucristo estamos eternamente exentos de culpa. Pero ahora tenemos que vivir de día
en día como hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual
resplandecéis como luminares en el mundo (Filipenses 2:15; cf. 1 Timoteo 6:14). Ninguno de nosotros
puede pretender haber alcanzado ya esta meta, pero todos debemos seguir adelante a fin de poder
alcanzar aquello para lo cual fuimos alcanzados por Cristo (Filipenses 3:12).
Irreprensibles
La idea de ser irreprensibles sugiere que nadie puede acusarnos legítimamente de ningún
pecado, fallo, desliz o incoherencia. Y, nuevamente, hemos de decir que, en el sentido legal
estricto, ya somos irreprensibles. Nadie puede acusarnos ante Dios, porque todos nuestros delitos
ya han sido castigados y expiados en la persona de nuestro sustituto, Jesucristo. ¿Quién acusará a
13Cf. Abbo˄, pág. 227: Es un término jurídico y determina el sentido jurídico de toda la frase. Songer, pág. 46,
añade: El vocablo «presentaros» … era usado para designar la acción de llevar a una persona ante el tribunal
(Hechos 23:33) y denotaba una presentación solemne y significativa.
Burt, David F.
p 243•¿Acepto sin reservas el veredicto divino sobre la condición humana: que el hombre no
regenerado es impío, insensato e injusto?
• ¿Acepto sin reservas que la reconciliación con Dios sólo puede ser lograda por medio de la
muerte expiatoria de Cristo y que, por tanto, él no es una entre muchas opciones religiosas
válidas, sino el único mediador entre el hombre pecador y el Dios vivo y verdadero?
• ¿Comprendo que la finalidad de la reconciliación con Dios no es seguir en una vida impía e
injusta, sino vivir una vida santa e irreprensible delante de Dios? ¿Tengo como mi máxima
aspiración ser como Jesucristo, vivir como él vivió y amar como él amó? ¿Estoy creciendo en
amor, en santidad y en el conocimiento de Dios?
14 Y es en este sentido como Pablo exige que los candidatos para el pastoreo de las iglesias sean hombres
«irreprensibles». Ver 1 Timoteo 3:10; Tito 1:6–7.
Burt, David F.
LA PERSEVERANCIA EN LA FE
COLOSENSES 1:23
1 Es posible entender este versículo como dependiente del infinitivo presentar, en vez de serlo del verbo
principal reconcilió (os presentará si permanecéis fieles en vez de os ha reconciliado si permanecéis fieles). Así lo
entiende la mayoría de comentaristas. En ese caso, tanto nuestra presentación ante Dios como nuestra
permanencia en la fe son acciones futuras, lo cual soslaya la dificultad de si una situación establecida en el
pasado puede depender de una acción aún en el futuro. La soslaya en cuanto a consideraciones gramaticales,
pero no en cuanto a la realidad soteriológica; porque nuestra presentación, aunque sea futura, depende
claramente de la acción reconciliadora de Cristo ya cumplida en el pasado.
2 MacDonald, pág. 959.
Burt, David F.
p 248•El que persevere hasta el fin, ése será salvo (Mateo 10:22; cf. 24:13; Marcos 13:13).
• Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad
de Dios si permaneces en su bondad; de lo contrario también tú serás cortado (Romanos 11:22).
• Tened cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de incredulidad,
para apartarse del Dios vivo (Hebreos 3:12).
• Esforcémonos por entrar en [el reposo de Dios], no sea que alguno caiga siguiendo el mismo ejemplo
de desobediencia (Hebreos 4:11).
• Tenéis necesidad de paciencia [ fe perseverante], para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa … No somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para
3Cf. MacDonald, pág. 959: La permanencia es una prueba de realidad; Hendriksen, pág. 102: La perseverancia
prueba el carácter genuino de la fe y, por lo tanto, es indispensable para la salvación.
Burt, David F.
PERSEVERANCIA (1:23)
1. Perseverantes en la fe
Así pues, habiendo asegurado a los colosenses que ya no son enemigos de Dios, sino que han
sido reconciliados con él por la muerte de Cristo, Pablo procede a darlas una advertencia acerca de
su perseverancia. Esto ya es cierto de vosotros —dice— si p 249 en verdad permanecéis en la fe.
Deben perseverar.4 De no ser así, demostrarán que su confianza en Cristo nunca fue verdadera y
que la reconciliación con Dios que parecían disfrutar nunca fue más que una tregua aparente.
Pero notemos bien en qué tienen que perseverar. Pablo no dice si permanecéis en buenas obras, si
seguís asistiendo a los cultos de la iglesia o si avanzáis siempre en santidad y amor. Estas cosas son los
frutos y los resultados de nuestra salvación, pero no constituyen su raíz. En lo que debemos
perseverar es en la fe.
Jesucristo mismo dijo algo muy parecido cuando empleó el símil de la vid y los sarmientos
(Juan 15:1–8). El resultado final que busca el viñador es, efectivamente, una abundante cosecha de
frutos, de uvas de calidad (buenas obras, santidad, amor …). Pero Jesús no dice a los discípulos:
«Por tanto, esforzaos por producir mucho fruto»; sino: «permaneced en mí». Si la relación con
Cristo es lo que debe ser, si existe entre él y los discípulos una auténtica relación de amor, si su
palabra mora en ellos, entonces el fruto se producirá por sí solo. En cambio, si la relación con él se
debilita, ningún esfuerzo humano dará buen fruto. Y, por supuesto, la relación de los discípulos
con el Señor es esencialmente una relación de fe: Creed en mí; creed y acatad mi palabra; depended
de mi poder salvador; seguid en el camino que os he trazado; reconocedme en todo como vuestro
Señor. En nosotros mismos, no podemos alcanzar las demandas éticas de Dios. Todo esfuerzo al
margen de la fe es inútil. El discípulo debe echarse vez tras vez sobre el poder transformador de
Cristo.
Y ésta, precisamente, es la relación que los falsos maestros querían socavar. Buscaban diluir la
fe de los colosenses en Jesucristo, diciendo que él era sólo uno entre muchos mediadores. Querían
sacudir su fe en la obra propiciatoria de la cruz, diciendo p 250 que sólo era uno de muchos medios
a través de los cuales el hombre necesita ser reconciliado con Dios.
4 De hecho, la exhortación a la perseverancia constituye la razón de ser de toda esta epístola. Cf. Nielson, pág.
405: La trágica posibilidad de hacer vana la reconciliación y perder la presentación es la razón básica para haber
escrito esta carta.
Burt, David F.
Y ahora, después de todos estos matices, centrémonos en el énfasis principal de este versículo:
tú y yo, si queremos hacer efectiva nuestra reconciliación con Dios, vivir en paz y comunión con él
y ser presentados ante él para vivir eternamente en su reino, debemos perseverar en la fe. No basta
con haber creído en algún momento del pasado. La cuestión es si nuestra fe sigue firme y vibrante
Burt, David F.
Burt, David F.
5 Puntualiza Schweizer, pág. 88: La «creación» no significa aquí, como en el himno, todo el universo, sino la
humanidad. Cf. Gutiérrez, pág. 834: En el rabinismo judio, el término «criatura» era sinónimo de «hombre»; San
Pablo se adapta a ese uso del término.
6 Como, por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 1:8.
7 Aunque el tiempo es aoristo, el sentido es indeterminado. Ver nota del traductor, Jamieson, Fausset y Brown,
pág. 515. Cf. Guthrie (1), pág. 1145: Esta frase demuestra que Pablo está contemplando posibilidades más que
realidades.
8 También es posible que Pablo, al hablar de toda la creación, esté pensando en el hecho de que ahora el
evangelio se proclama tanto a judíos como a gentiles; es decir, a toda criatura sin distinción, no sin excepción.
9 Cf. Erdman, pág. 56: Esta universalidad del evangelio la presenta Pablo como garantía de su verdad. El mensaje
que ha satisfecho las necesidades de todas las clases y razas da prueba de ser un mensaje de Dios. La herejía suele ser
local y provincial.
10 La frase es de Carballosa, pág. 61.
11 De hecho, la palabra empleada por Pablo es diáconos. Pero aquí la emplea no como título de un oficio
Burt, David F.
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