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ENSAYO.

LAS DOCE VIRTUDES DEL BUEN MAESTRO SEGÚN SAN JUAN


BAUTISTA DE LA SALLÉ

CHRISTIAN ALBERTO CASTRO FÉLIX

ESCUELA GRACIELA PINTADO DE MADRAZO

LIC. EN EDUCACIÓN ESPECIAL

4TO SEMESTRE GRUPO A

TALLER DE LENGUA DE SEÑAS MEXICANA

MAESTRO JORGE ENRIQUE RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ


El presente ensayo tiene como objetivo describir sobre las virtudes que un buen
educador ha de tener en el ejercicio de su función, estas son: la gravedad, el
silencio, la humildad, la prudencia, la sabiduría, la paciencia, la mesura, la
mansedumbre, el celo, la vigilancia, la piedad y la generosidad.

 La gravedad: bien se describe como el porte externo que el maestro da a


los alumnados, es muy importante el ejemplo que el maestro demuestra a
los alumnos, De esta manera les da a entender que pueden tener un
respeto reciproco con seguridad y confianza, teniendo un límite y asi mismo
se eviten malentendidos en el aula.
 El silencio: descrito por san juan bautista como una manera para contribuir
el orden y tranquilidad a la clase; asegurando el progreso de los alumnos, y
proporciona al maestro el repose y la conservación de la salud: tres cosas
cuya carencia les expone a grandes inconvenientes.

Un buen maestro manejara esta virtud con el objetivo de generar dos cosas muy
importantes; el orden y un ambiente agradable en el aula, haciendo una
convivencia adecuada a la hora de la enseñanza.

 Humildad: “Esfuércense más y más por asegurar su vocación y elección,


por medio de buenas obras; porque hacienda esto no pecarán jamás. Pues
de este modo se les abrirá de par en par la entrada en el reino eterno de
Nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.

Esta virtud da a entender que durante el transcurso de la educación habrá


momentos donde tengamos que aprender de nuestros compañeros y alumnos, asi
como no querer llamar la atención o presumir de lo que se hacer, y estar siempre
abierto a nuevas experiencias, nuevos conocimientos.

Tanto en nuestra labor como docente, como en todo momento debemos evitar
creernos a los demás, compartir nuestros conocimientos, y no abusar de los
talentos o hacer mal uso de ellos.
 La prudencia: tenemos que basarnos en buenos hábitos y enseñanzas para
poder formar a nuestros alumnos capaces y seguros de si mismos, de esta
manera evitaremos situaciones sin razón alguna a la hora de enseñar.
 La sabiduría: “La sabiduría es la virtud que nos da a conocer las cosas
según los principios más excelentes, y nos mueve a obrar conforme a
ellos…

La Sabiduría animará al maestro al estudio profundo tanto de las ciencias que está
obligado a enseñar como de los principios de estas mismas ciencias; en caso
contrario, no enseñaría sino palabras a los alumnos, o tan sólo les daría ideas sin
fundamento ni conexión, cuyo recuerdo se borraría pronto de su mente.

Tenemos como objetivo orientar a los niños, a su conducta y enseñarles lo que


realmente es bueno de lo que solo se aparenta.

 La paciencia: virtud muy importante en docencia, pues como bien dice el


texto, esta virtud se cifra para él en soportar las molestias y disgustos
inherentes a su profesión… en no incomodarse por los descaros, burlas o
malos modales de los alumnos o de sus padres; en compadecerse de la
flaqueza de juicio en los niños, tan natural a sus años, así como de la
ligereza de su espíritu y de su inexperiencia; en no desalentarse nunca ni
cansarse de repetirles muchas veces y por largo tiempo las mismas cosas;
siempre con bondad y cariño… por grande que sea la dificultad y el tedio
que en ello pueda hallar. Pues, tarde o temprano, logra uno el fin que se
propone… Andando el tiempo… por fin se recogen los frutos harto más
abundantes cuanto más tiempo se hayan hecho esperar.

Tendremos mucha paciencia a la hora de enseñar a nuestros alumnos, pues cada


niño es diferente, Cada nivel de aprendizaje es diferente, nuestra misión
simplemente seria en poder enseñar a los niños de la misma manera que todos,
que sean capaces de ser independientes en el ámbito escolar, siempre y cuando
haya un maestro apoyando, reforzando y teniendo mucha paciencia en su
aprendizaje.
 La mesura: Difiere de la paciencia porque si bien es cierto que ambas
deben tener la moderación por compañera, el objeto de la primera es
prevenir el mal, y el de la segunda soportarlo convenientemente, la Mesura
tiene por objeto esencial tanto lo externo como lo interno. Consiste en
moderarse uno en las ocasiones que muevan a enojos o arrebatos.
 La mansedumbre: Nuestra tarea educativa, reside en inspirar bondad,
amor, clemencia, ternura, sin olvidar ser firmes y constantes ya que somos
los principales referentes de los alumnos. En el caso de tener que
sancionar o reprender alguna acción, que ésta se fundamente en la
reflexión, en la responsabilidad, en asumir las consecuencias de
sus/nuestros actos, y que inspire remordimiento, reparación del daño
causado, nunca temor. Esta “Mansedumbre a la que alude San Juan
Bautista son el soporte del buen cristiano que siente el Amor del Padre en
todos sus actos.
 El celo: Reside en la motivación, en la pasión para continuar con una labor
en todo momento. Es la fuerza y tenacidad para seguir adelante sobre todo
cuando los problemas surgen y nosotros, como docentes, somos
fundamentales en su modelado.
 La vigilancia: La vigilancia del maestro en la escuela se ejercerá
especialmente en tres cosas: 1.- corregir todas las palabras que el alumno
que lee diga mal; 2.- hacer que sigan todos los que están en el mismo nivel;
3.- exigir completo silencio en la clase. Debe prestarse siempre mucha
atención a estas tres cosas.
 La piedad: “El maestro debe poseer en grado eminente la virtud de Piedad;
es decir, que su Piedad ha de ser interior y sincera; si sólo aparentase
tenerla sería hipócrita. De ahí que deba descollar en él esta virtud de modo
manifiesto y ejemplar, así se mostrarán los sentimientos de que su corazón
está penetrado. Los buenos ejemplos mueven el corazón de los niños
mucho más que largos discursos por convincentes que sean.
 La generosidad: una de las principales características de los sabios.
Enseñan al que no sabe y guían al despistado con amabilidad, astucia y, de
manera inevitable, con algún jalón de orejas. Comparten con pasión las
experiencias y el conocimiento acumulados, sin pretender que los alumnos
avancen sin ningún tipo de conocimiento, sino dotados de elementos que
les permitan actuar con mayor seguridad y sensatez en el desempeño de
su profesión y en la vida misma.

Como futuros docentes, tenemos una amplia gama de virtudes que debemos
respetar al pie de la letra, para poder ser los profesionales ejemplares de nuestros
alumnos, de igual manera poder ser un pilar en la inclusión de estos niños y poder
ayudarlos en su formación mediante una enseñanza que se basara en el respeto,
la confianza, la responsabilidad, madurez, y paciencia.

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