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NIDAD 4 ENCUENTROS Lucta Gdlves ‘Vasco NUNEZ DE BALBOA Y EL OCEANO PActFico Lamentablemente, la Corona y el Consejo de Indias no elegfan siempre a sus hombres con acier- to. Uno de sus peores errores fue elegir gobernador de Castilla del Oroval cruel Pedrarias Davila en lu- gar de nombrar a Vasco Nuifiez de Balboa, que co- nocia la tierra y tenfa una buena relacién con los indios. El temor de la Corona era que algtin jefe ca- tismatico se alzara con el poder, tan dificil de con- trolar en el Nuevo Mundo. Balboa era un hombre valiente, amado por sus soldados y respetado por los indios del lugar, con quienes se habfa emparen- tado al tomar como mujer a la hija del cacique Ca- eta. Habja llegado al Darién (Panam) como poli- 26n desde Santo Domingo dentro de un barril con Ja armada del bachiller Enciso. Pronto su audacia, su buen trato con los indigenas y sus condiciones innatas de conductor de hombres impulsaron a la gente a elegirlo como jefe cuando decidieron fun- dar Santa Marfa la Antigua)en el‘Golfo de Darié Algunos habfan comprendido que se podia obtener mucho més de los indios por las buenas —sobre to- do de las mujeres~ que enfrentindolos. Por medio del intercambio consiguieron fortunas en esa re- gidn, tan abundante en oro que todos los hombres llevaban discos de ese material colgando del cuello mientras las mujeres usaban una barra del rico me- tal sujetando los senos ‘y en ellas algunos pdjaros y otras figuras de relieve, todo de oro fino, que por io ‘menos pesaba ciento ochenta y aun doscientos pesos una barreta de éstas’, afirma el detallista Fernandez de Oviedo. Nativos del Daritn, ataviados con adornos de oro, egin un ‘antiguo grabado, Las Mil y Una Histories de Amég, Mis importante que el oro y las perlas era po, entonces descubrir el paso que completara el dey. cubrimiento de Colén comunicando el Viejo y gy Nuevo Mundo con el fabuloso Maluco; meta de portugueses y espafioles. El hijo del cacique Cy. magre dio a Balboa noticias de la existencia de un. inmenso mar del otro lado de las montafias, y gy amante Anayansi le indicé el camino. Fue asf co. mo, cruzando el istmo de Panamé, Vasco Nuifiez sus veintidés soldados espafioles acompaitados de gran cantidad de indios amigos cuvieron la emo. cién de lanzarse a las aguas azules del “mar de Sur” ~como bautizé Balboa al Pacifico~ el 25 de septiembre de 1513. Lamentablemente, la Ilegada de Pedrarias cam. biaria completamente este estado de cosas cuando sus tropas, penetrando a sangre y fuego, destruye- ran todo el trabajo conciliatorio anterior, Este funcionario, luego de retener por un mes el titulo donde el rey nombraba a Vasco Niifiex goberna- dor de Panama y adelantado del mar del Sur, por envidia lo mandé encarcelar mientras le hacian el juicio de residencia. A instancias del obispo Que- vedo tuvo que soltarlo, y viendo que sin su cola- boracién iba a tener la gente en su contra, le ofte- cié casarse por poderes con su hija, que estaba en Espafia. Balboa acepté, aunque seguia viviendo con su fiel Anayansi, y siguié explorando la tierra con el objeto de poblar hacia el mar del Sur, don- de se fundaria la ciudad de Panamé para iniciar desde alli los viajes hacia el Oriente segtin deseos del Consejo de Indias. Sin embargo, Balboa y otros hombres conocedores de la tierra, como el también extremefio Francisco Pizarro, tenfan pues- tas sus miras mas al Sur, rumbo al fabuloso “Biri”, que los indios describian como el verdadero lugar del oro. Mientras Vasco Nufiez colonizaba con su mé- todo de amistad y trueques, Pedrarias y sus hom- bres iban marcando sus expediciones con atrope- llos y vandalismos que provocarfan la reaccién de los aborigenes. Las crueldades inauditas de algu- nos de ellos, como Juan de Ayoras, son propias de criminales psicépatas, s6lo comparables a algunas perpetradas en las Antillas y a las que cometerfan Nufio de Guzmén y sus hombres entre los taras- cos de Michoacan. Estas aberraciones, recopila- das y exageradas en miimeros por Las Casas, da- rian lugar a ld Leyenda Negra) que extendia a to- dos los conquistadores el comportamiento inhu- weve v ela Giles mano de algunos perversos. Juzgar a todos por la Conducta de unos cuantos equivaldtia a jurgar a nuestra sociedad por las noticias policiales que gparecen ef los diarios. Como dice Hanke, aie defenderta accualmente las estadtsticas que dio Las Casts, pero pocos podrian negar queen ne principales cargos habla un fondo de verdad”. No olvidemos ademds que, a pesar de las armas de fuego y los caballos, los invasores eran minora y no podrian haber sobrevivido sin la colaboracigh, de los indigenas. Af lo prueba el hecho de que todas las fundaciones hechas por Ayoras o tue hombres fueron destruidas y quemadas por les indios, que vengaban de esta manera las cruelda. des de que habian sido objeco. El cacique Poco. rosa logré apresar algunos de estos criminales que habfan ahorcado y torturado a su gente queman- doles las plantas de los pies, ademas de sus mujeres. Después de atarlos, mandé que les colocaran unos embudos de batzo en la boca y les hizo echar oro fundido diciéndoles: “jHartense de oro!”. No sélo los indigenas fixeron victimas de la co- diciay la maldad de Pedratias y sus hombres. Con falsas acusaciones, el descubridor del Pacifico se- tia apresado a traicién y degollado junto con sus ‘cuatro mejores amigos. Demostrando un sal mo que espanté a los aborigenes de Darién, estos “birbaros” curopeos clavaron en picas las cinco caberas, que fueron expuestas en la plaza de la ciudad de Acla el 12 de enero de 1519. iolar a EL DESCUBRIMIENTO 4” Y CONQUISTA DE NUEVAS TIERRAS La conquista de Méjico En 1517 los espafioles miembros de la expedi- cin de Fernandez de Cérdoba se enfrentaron por primera vez a un poder organizado cuando desem- barcaron en Ia costas del Yucatan. Los mayas los acogieron favorablemente, pero al dia siguiente los obligaron a refugiarse en sus naves. Cuando en Cuba se enteraron de la existencia de ciudades en " Lewis Hanke, La lucha espariola por la usticia en la con- ‘sta do América, Aguiar, Madrid, 1959. Las Mily Una Historias de América esa regién, el gobemador, Diego de Velézquez, quiso mandar una gran expedicién de reconoci- miento. Aparece entonces en el escenario del Nue- vo Mundo el extremefio Hernin Cortés, una de las figuras més discutidas de la conquista espafio- la: tan audaz como aventurero, convencido de es- tar actuando en nombre de su fe y de su rey. Su habilidad politica consistié en aprovechar las ene- mistades de los pueblos mesoamericanos, y su {gran acierto inicial fue darse cuenta de que lo fun- damental era lograr la comunicacién idiomstica. {Al desembarcar en el golfo de Méjico y oft a la_ gence del lugar algunas palabras en castellano, de- dujo que por alli debfa haber algun néufrago espa- fiol de una anterior expedicién, que podria hacer- le de intérprete y estuvo unos dias a la espera has- ta que, ante la emocién de todos, aparecié Jeréni- mo Aguilar, més semejante a indio que a espafiol ‘porque de suyo era moreno y tresquilado a manera de un esclavo”?. EL. CASO DE GONZALO. GUERRERO aro ejemplo de asimilacién de la cultura y va- “lores indigenas por parte de los europeos es. el de Gonzalo Guerrero, narrado por Bernal Diaz del Castillo. Este soldado espariol habia naufraga- do en 1511 en las costas de Yucatan. Y murieron casi todos sus compafieros, excepto Jeronimo Aguilar, futuro intérprete de Hernan Cortés. Des- ués del encuentro con el capitan extremerio, Agu lar va a buscarlo para que wuelva junto a sus com- patriotas. Oigamos lo que Guerrero le contest6, en Palabras de Bernal Diaz: “Hermano Aguilar: yo soy casado y tengo tres hijos, y estos tiénenme por ca- cique capitan cuando hay guerras. Véte con Dios, que yo tengo labrada la cara y horadadas las ore- Jas. éQue dirén de mi los espafioles cuando me vean de esta manera? Y ya veis estos mis hijitos qué bonitos son. Dadme esas cuentas verdes que traes para ellos y diré que mis hermanos me las envian de mi tierra”. Bernal Diaz de! Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espaiia. 2 Bernal Diaz del Castilo, Historia verdadera de la con- quista de la Nueva Esparia, Espasa-Calpe, coleccion Austral, Madrid, séptima edicién, 1985, th aesnwane C Las Mil y Una Historias Arig Lucie Galvez A bevgve «vest bre | babes ‘ Quien desee investigar sobre Is conttovey : ba su breviarios en destjico tiene a st disposicigy y ag, que atin conservaba s guises de Mae aban Ente ase . yma im= fue un aur de soma pues habia sido clérigo, fas descuclla, P Pt lo completa, por sus descr alles, Ia del soldado Reo 5 et portancia en la conquista de Méjico s zi 5 and ron s det mo intérprete del idioma maya. Y cuando oie nes y SUS —— a prodigiosa memoria Beal que comuniearse en idioma nasal apareci6 8° Dy del Cast erin que causany grosamente La Malinszin, dota ina, que hae gala demuestra a ‘Causaron «dos idiomas, en un grupo de indias dads ce Be os extraordinatios acontecimientos as, en un gruj a i blaba como prenda de paz en Ia regidn de Tabasco- LAS MUJERES bién inteligente intérprete del pensamiento de Cor tés ante Moctezuma, buscando los términos mas diplométicos para expresar ideas que podian cho- zin aparece junto a Cortés. Tuvo muy mala en el Méjico posterior a la independencia. Sin em- argo, ella fue coherente: amé y admiré al vencedor de su pueblo, con quien tuvo un hijo, realizando en si misma la sintesis cultural del mestizaje. En gene- altelolco. Entrevista de Hernan Cortés y los embajadores de Moctezuma, donde ‘dosia Marina’ oficia de intérprete, (Lienzo de Tlaxcala, lémina N°27.) " . ral, ésa fue f D2 Marna, piza fundamental de la conaulss Ne en ellas estaba mas arraigado el con, ere Mics, tue no solo traductora sino tam — 2 mia que el de patria 0 coniunidad. Ellas Tas primeras alianzes, denunciaron lag ‘cimentaron jraciones. QF i gua, caminos, ‘etc., y facilitaron la vida de los con. Le ‘demas de darles los primeros hijos car. Bernal Diaz dice de ella que “era de buen pare uistadores, cer, entrometida y desenvuelta”. En casi todos 1s ks vtizas nacidos en [a tierra. Hay ejemplos de es. Gijos nechos por los Indios la Malinche o Maint. — MESO hombres” y su hogar en distin prensa ‘de América: Ananyasi, la amante de tos pueblos Balboa, las araucan: Alonso de Monroy ¥ amantes guaranies Ia actitud de casi todas las mujeres indicaron dénde habia minas, fas que salvaron las vidas de Pedro de Miranda, una de las de Juan de Salazar que denun. ‘cié en Asunci6n la conspiraciOn de los carios, y todas las que fueron dadas como prendas de paz para la convivencia 0 el trabajo y all permanecieron. “La lealtad de las mujeres americanas -afirma Ricardo Herrén en La conquista erética de las Indias- su sentido de pertenencia e identidad, estaban orienta. dos al pequefio universo del hogar, de las re- laciones personales, y no al de la comunidad, etnia o cultura en la que habian sido criadas. De alli que las indias integradas en el mundo de los espafioles no dudasen en traicionar a sus parientes y paisanos para proteger a los extranjeros que se habian convertido en sus amos al mismo tiempo que en sus hombres y padres de su descendencia mestiza"*. Bas- tante excepcional es el caso de Yacotzin, ma- dre de un principe de Texcoco, que reprochd a su hijo el haberse bautizado diciéndole “que debia haber perdido el juicio pues tan presto se habia dejado vencer de unos pocos barbaros como eran los cristianos"*. en Ricardo Herrén, La conquista erdtica de las ‘Indias, Planeta, Madrid, 101 = Ghedioe Ramirez, en Visién de los vencidos, mew eee ube Giles vidos yal mismo tiempo Ia avanzada edad en que In eseribié ~ochenta afios~ da a sus relatos cies sabidurla y comprensién poco comunes en su jempo. Bernal Diaz admira a los vencidos. Otro testimonio directo son las cartas de relacién que el propio Cortés escribié a Carlos V, en las que le quenta sus hazafias. Existen también varios teat), monios nahuas. Ademds del ya citado de los ine formantes de Sahagtin, escrito bastantes afios dee. pués del acontecimiento, hay mds de doce rela. ciones y pinturas hechas por los nahuas. Los mis antiguos son verdaderos poemas, cantares o ele, fas que lloran la caida de Tenochtitlan, casi con. temporineas al hecho, aunque escritas despuce Pero ya en 1528 autores anénimos que hablan aprendido el alfabeto latino escriben la Relacién anbnima de Tlatelolco en in segunda mitad del siglo XVI, el mestizo Diego Camargo redacta en castellano la Historia de Tlaxcala, Las pinturas mas conocidas son las del Cidice Florentino y las del lienzo de Tlaxcala, dibuijado por los tlaxcalte- cajaliados de los espafioles \La habilidad de Cortés, tanto en Tabasco co- mo entre los tlaxcaltecas, consistié en mezclar fuerza con amabilidad. Si le daban guerra, con- testaba con violencia; pero luego, a través de Aguilar, el intérprete, hablaba largamente a los prisioneros conténdoles que venia de muy lejos en representacidn de un rey muy podcroso y en nombre de un Dios que los amaba y querfa su bien, afiadiendo “gue les queremos tener por her- manos y que no tuviesen miedo”. Acto seguido, los Ilenaba de regalos ~collares, ropa y objetos euro- peos que podfan llamar su atencién~ y después de amonestarlos para que no hicieran sacrificios humanos, los devolvia a los suyos.\Al mismo tiempo, fomentaba la idea de que eran seres ex- trordinarios mostrandoles las proezas que ha- cian con los caballos y haciéndoles ofr el estruen- do de los cafionesy Esta politica le dio grand. sultados, “Y Juego otro dia vinieron treinta indios principales con buenas mantas y trajeron gallinas, pescado, fruta y pan de maiz... y saludaron a Cor- 145 y todos nosotros y con sus inciensos andaban sa- Iumando a cuantos alli estdbamos y demandaron_ perdin por lo pasado”. En este episodio, ocurrido en Tabasco, le regalaron veinte mujeres, entre las que estaba la incomparable Malintzin 0 Malin- che que, bautizada, tomé el nombre de dofia Marina, Lat Mily Una Hisorias de América Curiosidad y temores de Moctezuma Aunque estaban muy lejos de Tenochtitlin, al poco tiempo Hegaron los primeros embajadores ‘enviados por el gran Moctezuma, emperador de los mexicas, ante cuyo nombre temblaban todos los pueblos. Desde el principio se puso en eviden- cia la ambigiiedad de sentimientos que desperta- ba en él la Ilegada de los extrafios hombres que venfan de donde nace el sol. ;Serfa Cortés el dios Quetzalcoat! o alguien por él enviado? ;Vendrfa a tomarle su reino? “Dicen que otra vez. ha salido a la tierra nuestro seftor ~comenta el emperador a sus caballeros-tigres~. Id a sy. encuentro, Poned buena oreja a lo que él os diga. FEI primer encuen- tro con los mexicas tuvo lugar en las naves ancla- das en el puerto que los espafioles llamaron San Juan de Ubia. “..Vinieron dos canoas muy gran- des, que en esas partes llaman piraguas~natra Ber- nal Diaz, y en ellas muchos indios mejicanos, y co- mo vieron los estandartes y el navto grande, supie- ron que alli debtan ir a hablar al capitdn”. Gracias a dofia Marina, pudo desarrollarse la primera conversacién entre occidentales y representantes de una civilizacién tan sofisticada como era la mexica: ‘y los indios le hicieron mucho acato a Cor- 1és a su usanza y le dijeron que fuese bienvenido y que un criado del gran Moctezuma, su sefior, les en- viaba a saber qué hombres éramos y qué buscdbe mos....y Cortés les mandé dar de comer y beber no y les dijo que ventamos para verlos y contratar (comerciar) y que tuviesen por buena nuestra llega- da a aquella tierra.” Todo anduvo bien hasta que la insistencia de Cortés por encontrarse con el emperador provocé la airada respuesta del envia- do: ‘Acabas de llegar y ya le quieres hablar. Recibe ahora este presente que te damos en su nombre y lue- go me dirds lo que quieres” [...] “Y mandé pintar al natural la cara, rostro, cuerpo y facciones de Cortés ‘y de todos los capitanes y soldados y navios y velas y caballos, y a dona Marina y Aguilar y hasta dos le- breles, y tiros y pelotas, y todo el ejército que trata- ‘mos. ¥ luego mandé Cortés que tuvieramos bien ce- badas las lombardas con un golpe de pélvora para que hiciese gran trueno cuando las soltase. Y man- dé a Pedro de Alvarado que ély todos los de a caba- Uo se aparejasen para que aquellos criados de Moc- 5 Bernal Diaz, Op. cit. ee Lucla Galvez ales de tecuma los viesen correr, y que llevasen pret cascabeles. ¥ sambién Cores cabal. tod indios se espantaron de cosas tan nuevas P' ellos..."* 7 o ‘As{ lo contarfan luego a su sefior que espera ansiosamente: “Dijo Moctecuhzoma: Aun cw! J todos los sando Cortés manda colocar una eruz en Tlaxcala. (Lienzo de Tlaxcala, ldmina N° 5.) durmiendo esté, avisadme: ‘Ya llegaron los que en- viaste a la mar’. Pero cuando fueron, dijo al mo- mento: Agui no los quiero oir. Los oiré en la Casa de la Serpiente. Y viene a dar orden, dice: Que se sinan de greda dos cautivos... Luego, a sus ojos fue- ron sacrificados. Abrieron el pecho a los cautivo, con su sangre rociaron a los enviados... por haber visto a los dioses, haber fijado sus ojos en su cara y en su cabeza. [..] ¥ cuando hubo ofdo lo que le eo- municaron sus enviados, mucho se espanth, mucho se admiré, Le llamé a asombro en gran manera su alimento. También mucho espanto le causé el ofr cb- ‘mo estalla el caiton, cémo retumba su estrépita y cb- ‘mo se desmaya uno; se le aturden a uno los oldos, Y cuando cae el tire, una como bola de piedra sale de sus entrafias, va loviendo fuego, va destilando chis. pasy el humo que de él sale es muy pestilente, huele “tbid. Las Mily Una Hiri dey "ricg ido, penetra hasta el cerebro ¢ 0 Indo podide "dat contra UN Cerra, comme mmole © guebra, 383 a Contra ty age bende, Otho atilas, como si ftera algo Adrinay destrota, ‘dguien le hubiera soplado detde el ingar Come nde gue on todos de ber biem ‘e vsten, Biero pore como eqn asus eabezas, birr0 som sus apa hierro sus arcos, ierro sus eect hierro sus lanzas. Los soportan ents domos sus venades. Tan alto ergy ‘mo los techos. Por todas partes estén envuelty cuerpos, solamente aparecen sus cant Son blanca, son ci2%0 $i fueran s cal. Tienen el cabetto amarilly at que algunos lo tien negro, Lane su barba es tambiés amarilla el ote también tienen amarillo, Son ig pelo crespo y fino... Sus perros son enormes, de on ondulantes y aplastadas, de grants, lenguas colgantes; tienen ojos que de. rraman fuego, estén echando chispa, sus ojos son amarillo. Cuando hubo ofdo todo esto, Moe teauma se lend de grande temor, el amortecié el corazin, se le encogis e corazén, se le abatib por la angur tia.” Uno de los soldados espafioles tenia puesto un casco dorado que Ilamé mucho Ia atencién de los mexicas por su parecido con uno que ellos tenfan que se los habfan dejado sus antepasados y que actualmente lo llevaba uno de sus dioses. Un mensajero dijo que a su sefior le gustaria verlo, Se lo regalaron y Cortés aprove- ché para pedir que se lo devolvieran leno de granos de oro ‘para enviarlo a nuestro gran empe- rador, porque queria ver si el oro de esta tierra e como el que sacan de la nuestra”. En la embajada siguiente no sélo le trajeron lo que pedia sino al- 80 mucho més valioso, que seria asombro y ma- ravilla de toda Europa: “..1una rueda de hechura de Sol, de oro muy fino, del tamafo de una rueda j Informantes de Sahagin (Version de An ibay) en ; Qi gel Garbay) Ing 2 18 vencidos. Relaciones inalgenas de fa conqust Sided Ne S8leccIén y notas: Miguel Leén Portia, Unive acional Auténoma de México, Méjco, 1984. Lac Glee decarreta, con muchas pinturas, gran obra de mi- war... otra mayor rueda de plata figurando la Lue pa, con muchos resplandores y figuras en ella. 9 muchas piezas de oro de tigre, leones, monosy va. nados,y diez collares de bella hechura y doce fle thas y wna arco.con su cuerda.. todo de oro muy no hecho de vaciadizo (método de la cera perds- da), y penachos de oro y de ricas plumas verdes.) sreinta cargas de ropa de algodén de muchas elaie 5yformas bordados de plumas de muchos colores., fueron tantas las cosas que como hace ya tant J aos que pasé no me acuerdo de todo”, ‘concluye Bernal Diaz. Adorno de plumas azteca. (Museo de Viena.) TA medida que los espafioles se van acercando, Moctezuma sigue actuando de manera incoheren- te: los colma de regalos preciosos, pero al mismo. tiempo les ruega, cada vez con mis insistencia, que no entren en la ciudad, que se vuelvan] Hace vestir a Cortés con los atributos de Quetzalcoatl pero por otra parte trama con los de Cholula una emboscada que, de tener éxito, hubiera mandado a los presuntos dioses a los estémagos de los cho- lutecas.|Es posible que sus capitanes no compar- tieran con el emperador el convencimiento de que los recién llegados fuesen “teules” (dioses) y Las Mil y Una Historias de América que quisieran probar sus fuerzas. Por su parte, Cortés supo aprovechar muy bien el odio de los, tlaxcaltecas y toronecas, sin cuya cooperacién ja- mis los espafioles hubieran podido tomar la in mensa Tenochtitl4n. Astucia de Cortés: dividir para reinar El imperialismo azteca no s6lo proveia de vic~ timas de otros pueblos para sacrificar a sus dioses sino que se iba expandiendo y obligando a tribu- xar a esos pueblos vecinos. Los totonecas, por ejemplo: “..dijeron que fuésemos bienvenidos y que reposdsemos; que se habtan ausentado hasta ver cémo éramos porque tenian miedo de nosotros y de los caballos. ¥ Cortés les mostré mucho amor y les dijo muchas cosas sobre nuestra Santa Fe, como siempre acosumbraba a donde Ilegdramos. Dijo sambién gue éramos vasallos del gran emperador lon Carlos y les dio unas cuentas verdes y otras co- illas de Castilla, ellos nos trajeron gallinas y pan Y estando en estas pliticas vinieron a de- cir a Cortés que venia el cacique gordo de Cempoa- a, en andas y a cuestas de muchos indios principa-~ les. ¥ desde gue llegé estuvo hablando con Cortés y con los otros caciques principales de aquel pueblo, quejindose de Moctezuma y de su gran poder, con ligrimas y suspiros... Nos contd cémo habian hecho ‘para dominarlos y cémo todos los aifos les llevaban sus hijos e hijas para sacrificarlos y para hacerlos trabajar en sus chacras y sementeras, Dectan tam- bién que los recaudadores de Moctezuma les toma- ban sus mujeres e hijas si eran hermosas y las forza- ban y que lo mismo hacian en toda esa tierra de la lengua totonaque, que eran més de treinta pueblos. Y Cortés, por medio de nuestras lenguas (intérpre- tes) los consolaba cuanto podia... les dijo que aca- baréa con esos robos y agravios... que el rey nuestro sefior le ordené que viniese a castigar los malhecho- res y que no consintiese sacrificios humanos ni ro- bos... y mandé a todos los caciques que no diesen” més tributos ni obediencia a Moctezuma... Y con semblante muy alegre les aseguré que los defende- riamos... Entonces, todos aquellos pueblos y caciques prometieron a una que nos obedecerian en todo lo que les mandasemos y juntarian todas sus fuerzas contra Moctezuma y sus aliados”. * Bemal Diaz del Castillo, Op. cit, een woke Goes Cortés ensrando en Texcoco. (Lienzo de Tlaxcala, limina No 41.) Después de este encuentro pacifico con los to- tonecas y de la alianza sellada, como siempre, con Ia donacién de mujeres, Cortés aproveché imera ciudad espajiola en tierras para fundar la pri Inexicanas: Villa Rica de la Veracrus, donde dejé tuna guarnicién al mando de Juan Escalante, pa- ra tener cubiertas las espaldas. Fue entonces que ordend no quemar, como vulgarmente se dice, si- no hundir las naves, ante el descontento de algu- no de sus hombres. Era una manera dréstica de romper el cordén umbilical que los unia a Cuba. ‘Antes habia mandado a Alonso de Portocarrero y a Francisco de Montejo a Espafia para legitimar su conquista, codiciada por Velézquez!|Iban car- gados con algunos de los fastuosos ‘tegalos de Moctezuma, entre ellos el Sol de oro y Ia Luna de plata con que deslumbrarfan a Carlos V y a su corte. } Por medio de sus intérpretes, Hernan Cortés hablaba a los principales de cada pueblo que lle- gaban, convenciéndolos de las ventajas de ser sus aliados y no pagar més tributos humanos a los mexicas/ Como contraprestacibn, exigia que fue- ran liberados los prisioneros que estaban engor- dando para sacrificar y comer, pues todos estos pueblos practicaban la antropofagia ritual, ys si no habia mucha resistencia, mandaba levantar una cruz y hasta destruir los {dolos. ‘Las Mily Una Historias de Ambreg DESTRUCCION DE [IDOLOS EN ‘CEMPOALA | esde que Cortés les dijo aquellas amena. | D zas... dijeron que ellos no eran dignos de lie. | gara sus doses y que, si nosotros los queriamas cerrocer, que no era con su consentimiento, que hi. | Giésemos lo que quisiésemos. Y no acabo de decir. fo cuando cincuenta soldados subimos y los derro. ‘camos y vinieron rodando hechos pedazos y eran a manera de dragones espantables, tan grandes co. mo becerros, y otras figuras a manera de medio hombre y de perros grandes y malas Semejanzas. ‘cuando los vieron hechos pedazos los caciques y pa. pas (sacerdotes) que con ellos estaban lloraban y ta. paban sus ojos y en su lengua totonaque les decfan que les perdonasen y que no tenfan culpa, sino que esos teules los derrocan. [...] Como ya callaban, mando Cortés que a los idolos hechos pedazos log quemasen. [...] El hdbito que trafan aquellos papas eran unas mantas prietas (negras) @ menera de so- 81 cabello tanas, y largas hasta los pies... y tale ‘muy largo, hasta la cintura y aun hasta fos pies, lle nos de sangre pegada y muy enredados que no se podian esparcir,y las orejas hechas pedazos por los, sacrificios, [...] Cortés hizo un buen razonamiento con nuestras lenguas (intérpretes) dofia Marina y Je- r6nimo de Aguilar y les dijo que ahora les tendriamos ‘como hermanos y les favoreceria en todo lo que pu- diese contra Moctezuma y sus mejicanas. Y pues en aquellos sus altos cles {templos) no habian de te ner més [dolos, que él les quiere dejar una gran se- fiora que es madre de Nuestro Se/ior Jesucristo, en quien creemos y adoramios, para que ellos también Ja tengan por seriora y abogada [..]y les declaré mu chas cosas tocantes a nuestra fe, tan bien dichas como ahora los religiosos se las dan a entender, de ‘manera que lo ofan de buena voluntad. Y luego man- 6 llamar todos los indios albafiles que habia en el pueblo y traer mucha cal para que lo arreglasen. Y ‘mand6 que quitasen las costras de sangre que es- taban en aquellos cies. Y luego que se encalé y se hizo un altar con buenas mantas, mandé traer mi chas rosas de las naturales que habia en la tierra ‘que eran bien olorosas y muchos ramos y lo mandé enramar y que lo tuvieran limpio y barrido. Después encargé a cuatro papas para que lo cuidasen y les hizo cortar el pelo y vestir mantas blancas y que ‘siempre estuviesen limpios para servir a esa santa imagen de Nuestra Sefiora, y dejé allf como ermita- fio un soldado nuestro, cojo y viejo, que se llamaba Juan de Torres.” Bernal Diaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espana. ute Gales Choques y encuentros con los de Tlaxcala El encuentro con los tlaxcaltecas fue uno de Jos momentos decisivos en el avance hacia Mg 5A punto de ser derrotados por la superiorided numérica de estos bravos guerreros que no ha- dan caso de las propuestas de paz, Cortés se j otra ver el todo por el todo y, alardeando de ena seguridad que no tenta,'con sus hombres ex. haustos y casi sin comer después de pelear dia y noche, mand6 decir con unos prisioneros al ex. cique Xicotenga “que si dentro de dos dias no vi- niesen, les irfamos a buscar a su real”. A esto se cumé la insistencia det pz ve de Xicorenga y de otro capitan en hacer l2s paces con los “teules” (dioses) argumentando que ellos podrfan ayu- darlos contra sus enemigos de mas de cien afios, Jos mexicas, que los tenian dominados y empo- frecidos. “Mostrémosles amor y paz para que nos aden y defiendan de nostro: enemigos y démos- es mujeres para que de su generacién tengamos pa- rientes”. Asi fue que en ver de los batallones de guerreros dispuestos a aniquitarlos, los espafoles vieron aparecer por el camino que llevaba a Tlax- _eqla multitud de indios e indias con cargas de co- a: tortas de maiz, gallinas, frutas y bebidas, en ese momento ambicionadas mucho més que el oro. Los caciques principales ~siguiendo la na- rracién de Bernal Diaz ‘se vinieron derecho a la choza de Cortés y pusieron la mano en el suelo y be- saron la tierra ¢ hicieron tres reverencias y quema= ron sus copales y dijeron que todos los caciques de Tlaxcala y vasallos y aliados y amigos y confedera- dos suyos se ventan a poner bajo la amistad y paces de Cortés y de todos sus hermanos los teules que con dl esabamos”§, (La alianza, como siempre, se se- Il6 con la enérega de mujeres) Una de las princi- pales, bautizada con el nombre de dofia Luisa, serfa por muchos afios la compafiera de Pedro de Alvarado y madre de su hija Leonor. Cortés qui- so aprovechar la ocasién para hacerles dejar sus {dolos y sacrificios humanos, pero esta vez fraca- 6. Esta fue, segiin Bernal Diaz, la sensata res- puesta de los principales: “Malinche, ya te hemos oido antes de ahora y bien creemos que vuestro Dios J sa gran seftora son muy buenos. Pero mira, aca- bas de llegar a nuestras casas; andando el tiempo 1} Beal Diaz, Op. cit. Bernal Diaz, Op. cit. Las Mil y Una Historias de América entenderemos mas claramente vuestras cosas y vere- ‘mos cémo son y haremos lo que sea bueno. ¢Cbmo quieres que dejemos nuestros teules que desde mu- chos afios nuestros antepasados tienen por dioses y les han adorado y sacrificado? Y aungue nosotros, gue somos viejos, por complacerte lo hiciéramos, qué hardin nuestros papas y todos los vecinos, mo- 20s y nifios de esta provincia sino levantarse contra nosotros?”. Ante estas palabras, el fraile de la Mer- ced que acompafiaba al ejército apoyé a los indi- genas, diciendo: “Seiior, no los importunes mds, que no es justo que por fuerza les hagamos ser cris- tanos, y atin lo que hicimos en Cempoala de derro- carles sus idolos no quisiera yo que se hiciera hasta que tuvieran conocimiento de nuestra Santa Fe”. Los demids capitanes también estuvieron de acuerdo en que no se hablara més del tema por el momento, pero les hicieron prometer que no matarian ni comerian més indios y destruyeron uunas “casas de maderas hechas de redes y lenas de indias ¢ indios que tenian encarcelados y a cebo hasta que estuvieran gordos para comer y sacrifi- car”, De allf en adelante, un grupo de tlaxcalte- cas acompafarian a los espafioles en el camino transportando la artillerfa y los “bastimentos” (provisiones). Fue entonces que empezaron a Ila- mar a Cortés con el nombre indigena de dofia Marina: Malinche. Rumbo a Tenochtitlan Los aliados habian recomendado a Cortés que no entraran en la capital del imperio ni confia- sen en Moctezuma ni en ningtin mejicano. Por su parte, los embajadores mexicas que seguian legando con regalos les decian que no podian entender cémo permanecian con gente tan po- bre como los tlaxcaltecas. Tampoco querian los tlaxcaltecas que entraran en la gran ciudad de Cholula, enemiga de ellos y aliada de los mejica- nos] Como Cortés insistiera, ofrecieron un re- fuerzo de mil guerreros a los escasos cuatrocien- tos espafioles y algunos totonecas. Después de ser “recibidos de paz”, aunque sin mucho entu- siasmo, ocurtié el discutido episodio de la ma- tanza de Cholula. Habfa varios indicios de que algo se tramaba. La sospecha fue confirmada por la confidencia que hizo a dofia Marina la mujer de un cacique, que al verla “mozay de buen pare- . mew eee act Giles cer y rica, le aconsejb que fuese au casa si queria escapar con vida porque ciertamente quella noche y otro dia nos hablan de matar a todos, qite Jae ‘taba ast concertado con el gran Moctezuma’. Ga nandoles de mano, los invasores actuaron drést camente y dieron a la poblacién un cerrible es carmicnto recordado afios después por los nfor- mantes de Sabagiin:’“.. la gente humilde esd le- na de espanto. No hace mds que sentirse az0raa’. Es como si la tierra temblara, como si la tierra gi rara en torno a los ojos, Tal como si le diera vuel- ras a uno cuando hace ruedos. Todo era una admi- racién. ( después de sucedidas las matancas de Cholu- lay ya se pusieron en marcha, ya van hacia MGico. Van en circulo, van en son de conguista. Van al- zando en torbellino el polvo de los caminos. Sus Lanzas, sus astiles que murciélagos semejan, van cO- mo resplandeciendo. Ast hacen también estruendo. Sus cotas de mallla, sus cascos de hierro; haciendo van estruendo. Algunos van ataviados de hierro. Van relum- free Schegih Suvdote ie Recordemos que aunque los aztecas no tenian escrtu- ra fonética, sus escribientes-dibujantes aprendieron répida- ‘mente la escritura que les ensefiaron los misioneros y dejaron consignados en su lengua nahuatl os relatos que se transmi- tian en forma oral y pictografica. Chololla. anza de Cholula. (Lienzo de Tlaxcala, ldmina No 9,) Lat Mil y Una Historias de Arey beg vio con gran temo) fo mucho esp ethan 10508, 507 jor delante, los van preced, "Yas perros van P Precedien, ‘narices en alto, evan. ten do; len vsarrera, les va cayendo la salina tt maT ero es que 10s de Cholula habjan prepa,’ decay bien la emboscaday cenfan fosas abieng, reas afladas para ensartar en ellasalos eg los como afirma Bernal Diaz, “ya tentan apa, los ys corm “on sal, ajiy tomate, Para comer ny tee las ollas. fi da ie pdicamente Bernal Diz. Se way fe vencer 0 mori. ; is Medaban ya seris ObstECUIOS paral gy, rida en Tenochtitkin. Los de Cempoala piezo, tents para eeirarss pues era cemasiado el, resis les inspiraban los aztecas. Corts |g, colmados de regalos, fie. as. ‘mandé a sus tierras fs Ds voc de tener las espaldas bien cubiertas Loy Ee Tlaxcala, en cambio, ofrecieron diez mil gue. freros, pero Cortés acept6 s6lo mil para no irtitar 4 Jos mexicas entrando con tanta gente en sus do. minjos? También entre los espafioles habfa hab. do discusiones y dudas sobre la temeraria empre. sa, El mismo Cortés cuenta a Carlos V en su se. gunda carta de relacién del 30 de octubre de 1520, que “habla ofdo decir a ciertos compafiero,, que si yo era loco y me metia donde nunca podria salir, que no lo fuesen ellos, sino que se volviesen a la mar, Y que si yo quisiese volver con ellos, bien, y si no, que me dejasen. Mu- chas veces fui requerido por esto, y ‘yo los animaba diciéndoles que mi- ‘rasen que eran vasallos de Vuestra Alteza y que jamds entre los espa- oles bubo falta y que estdbamos en disposicién de ganar para Vuestra Majestad los mayores reinos y sefio- rios que habia en el mundo, Y que ademds de hacer lo que como cris tianos éramos obligados, de luchar contra los enemigos de nuestra San- ta Fe, por ello en el otro mundo ga- ndbamos la gloria y en éste conse- gutamos la mayor prez. y honra gut ues, de poli " Informantes de Sahagin, Cédice Florentino, versin de Angel Garibay &” Vsidn de los vencidos. HS Verivuwe C ucla Galore pasta nucstros tiempos ninguna generacion gand, ¥ aque mirdsemos que tentamos a Dios de nuestra par- fey que a Ol ninguna cosa lees imposible y ghe lo creyesen por las victorias que habfamos tenido'en las ue tanta gente de los otros habla muerto y de los Jesirosninguno. [..] Y cobraron énimo y los atra jea mi propbito y @ hacer lo que yo deveaban,™® Entonces se pusieron en camino para realizar tuno de los actos mas temerarios de la historia al entrar en una ciudad que en cualquier momento podia convertirse en trampa mortal. Con su can- fidad de islotes comunicados por puentes que se Jevantaban a voluntad, con una poblacién de rescientas mil almas y «un ejército de cuarenta mil guerreros avezados, dispuestos a morir por su emperador y su propia hor una ciudad inexpugnai Tenochtitlan era iss caballos, que tan- to aterraban a los indigenas. y a quienes, segin Cortés, debian el éxito de ia conquista “porque no teniamos, después de Di seguridad que la de Ios caballos”, se habian reducido quince. Tam- bign tenfan algunos fieros mastines, descono dos en América, donde sélo existian ciettos perti- tos pelados que casi no aullaban y servian en Mé&- jico para aumentar una dicta pobre en protefnas. bt "8 Hernan Cortés, Cartas de Relacién, Ed. Porria, Méjico, 1908. Elvalle de Méjico en 1519 (Cédice Florentino). Lat Mily Una Historias de América {De los pueblos cercanos 2 Méjico ~Chaleo, Culhuacén, Iztapalapa, Coyoacdn— salian a reci- birlos al camino y les pedfan que no siguieran adelante, pues los mexicas, luego de dejarlos en- trar, los matarfan, segiin les habfa aconsejado su dios Huitzilopochtli (a quien los espafioles que cambiaban todos los nombres dificiles lamaban Huichilobos),| “Y Cortés les dijo con buen semblan- ze que ni los mejicanos ni ninguna otra nacién tenia poder para matarnos, salvo Nuestro Senor Dios en quien creemos.” Por wiltima ver intenta Moctezuma evitar la entrada de los teules con regalos y promesas de tributos. Cuatro principales se acercan a decirle: “Malinche, este presente te envia nuestro sefior el gran Moctezuma y dice que le pesa mucho el traba- jjo que habéis pasado al venir de tan lejanas tierras «a verle, y que te dard mucho oro y plata y chalehui- duis (piedras preciosas) en tributo para vuestro eniperador y para vos y los demés teules... y nueva- mente te pide por merced que no vengas a Méjico, que no pases de aqui adelante y te vuelvas por don- de viniste, que él te promete enviarte al puerto mu- cha cantidad de oro y plata y ricas piedras para ese duestro rey”, Utilizando tanto la amenaza como la excusa, afirma “gue todos sus vasallos estan puestos en armas para no dejarnos entrar... que no tiene ca- mino, si no muy angosto ni bastimentos para que comiéramos”** Cortés se mostré muy asombrado de que tan gran sefior, que se decia amigo, tuvie~ ra tales cambios de opinién, y con esa seguridad suya casi suicida afirmé que “de una manera o de otra habiamos de entrar en su ciudad, y que de allt en adelante no le enviara més excusas”. La osadia de Cortés es notoria. “;Qué hombres ha habido en el universo que tal atrevimiento tuviesen?”, se pre- gunta Bernal Diaz. Los aztecas podrian perfecta- mente haberlos matado ahi mismo, zpor qué no Io hicieron? Los testimonios mejicanos escritos en nahuatl affos después de la Conquista, mues- tran en Moctezuma y algunos mexicas cierta pre- disposicién psicolégica hacia el fatalismo, cierta resignacién ante la derrotaprefigurada por gran- des signos y presagios que hablan anunciado la caida del imperio, poco antes de la llegada de los espafioles. Lo curioso es que lo mismo sucede en el Imperio Inca, donde también se repite la iden- Bernal Diaz, Op. cit. ene Lucha Gives tificacién de los conquistadores con dioses (“Vi- jucochas’) y sobre todo de sus jefes con héroes dulturales barbados —Quetzalcoatl en el caso de Cortés, Viracocha en el de Pizarro— que se habfan ido en tiempos miticos, prometiendo retornar. Nada igual les habia sucedido desde que tenian memoria y esto era lo que los llenaba de espanto ytemor. “Nunca habemos oido cosas semejantes de Juestros antepasados —dicen los informantes de Sahagiin-, zcdmo no hubo de esto memoria en los riempos pasados ni lo dijeron unos a otros los vie- jos?” Otros se negaban a oponerse a quienes ‘refan dioses: De dénde podian venir sino del cielo los que vienen? [...] ;Cémo habian de venir sin propésito? Algtin dios los envid, por eso vienen”. Esto es lo que preocupaba a Moctezuma hasta el punto de no saber qué actitud tomar ante lo que le contaban sus espfas. Habia mandado magos y hechiceros que nada habjan podido hacer y vol- vieron diciendo: “No somos sus contendientes iguales! Somos como unas nadas!” El relato de los Informantes nos presenta un Moctezuma temero- so y expectante lo mismo que su pueblo. “Mocte- zuma cavilaba en aquellas cosas, estaba preocupa- do. Lleno de terror, de miedo, cavilaba qué iba a acontecer con la ciudad. Y todo el mundo estaba muy temeroso... Se discutian las cosas, se hablaba de lo sucedido. Hay juntas, hay discusiones, se forman corrillos, hay lanto, se hace largo lanto, se lora por los otros. [...] Los padres de familia dicen: Ay! bi- jitos mios, eque pasard con vosotros? [...] Cuando ‘ofa Moctezuma que los “dioses” mucho deseaban verle la cara, como que se le apretaba el corazon, se Henaba de grande angustia. Fstaba para huir. Te- nia deseos de huir... se les queria escabullir a los “dioses” [...] “No hizo mds que esperarlos, no hizo mds que re- solverlo en su corazhn, No hizo mds que resignarse. Dominé finalmente su corazén... lo dejé en disposi- cin de ver, de admirar lo que habria de suceder.”* En este temor y a la vez resignacién mostrados por Moctezuma, zhabria sentimiento de culpa por ha- ber descuidado la tradicién tolteca de “la flor y el canto” y haber abusado del cruel culto de Huitzilo- jochtli con sus multiples sacrificios humanos? En esta disposicién de dnimo se realiz6 el encuentro. 15 informantes de Sahagiin, Cédice Florentino, en Visién e los vencides, Op. cit. Las Mil y Una Historias de Ami Tanto Hernin Cortés como Bernal Diaz pin leno de majestad al emperador, aunque el relate da soldado sea més rico en detalles y colorido. {Qui pudiera alora decir la multitud de hombres, mujeres ‘y muchachos que etaban en las calles y azoteas yen cq. noas en equllas acequias que nos salian a mirar!, Abra que lo estay eseribiendo se presenta todo delay. xe de mis ojos como si ayer fuera cuando esto pass, [. Se aped ol gran Moctezuma de las andas trayéndole de! braze aquellos grandes caciques debajo de un palio ri. agisisimo a mavavilla, y la color de plumas verdes, con grandes labores de ora, con mucha argenterta y peras + piedras chalehavis que colgaban de urias como bor. dadwras.. Y el gran Moctezuma venia muy ricamen. te ataviado segiin su wsanza... y otros grandes sehores que venian por delante barriendo ef suelo por donde habla de pisar y le ponian mantas pans que no pisae Ia tierna...y ninguno le miraba en fa cara excepto los cuatro sobrinos suyos que lo tlevchan del brazo, Y cuando Cortés vio que venia 2! gran Moctezuma, se

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