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III, REVISIONES: EL DESCUBRIMIENTO No, nadie sefialé con el dedo al agustino de Erfurt a Wittemberg el camino que habia que seguir. tero fue el artesano, solitario y secreto, no de st doctrina, sino de su tranquilided interior. Y fue, en efecto, tal como él lo dijo, concentrando sus medita- ciones sobre un problema’ planteado no ante su ra r6n, sino ante su paz: el de Ia Justicia de Dios, como entrevié al principio, y vio luego claramente el me- dio de eseapar a los terrores, a los tormentos, @ las crisis de ansiedad que lo consumian, Sefialar este progreso de texto en texto, desde el Comentario sobre el Salterio, donde ya se hacen oir timidamente algunos de los principales temas lutera- nos, hasta el Comentario sobre la Epistola a los Ro- manos, infinitamente més amplio y a lo largo de todo el cual el pensamiento de Lutero se apoya sobre el pensamiento dominante del Apéstol, es una tarea irrealirable en un libro como éste, En algu ‘en algunas paginas cuando mucho, no se puede re- construir con ayuda de textos —cuya historia misma no siempre esta perfectamente elucidada— Ia evolu- cién de un pensamiento todavia vacilante y de unos sentimientos que, demasiado s menudo, adoptan para expresarse formulas aprendidas y a veces equivocas. jlemente de aprehender este pensamien- to en lo que tiene de esencial; mejor, de traducir ese imiento en toda su fuerza y su fogosidad esponti- neas, sin embarazarnos demasiado con precisiones tex- no serian sino falsas precisiones. L. Lo que es EL “pescusnimienTo” En el convento, Lutero habia tratado ansiosamen- te de lograr su salvacién por el cumplimiento de obras meritorias. ;Cual habia sido el premio a sus esfuer- oa? Un inmenso desaliento; espantosas crisis de des- esperacién; y, poco a poco, Ia conviceién naciente, que Inego ve iba arraigando, de que toda lucha era Lo QUE ES EL “DESCUBRIMIENTO" ST ana, puesto que el deseo se muestra invencible y ol Wazedo permanente, El pecado: no une simple fla Petga a ia que el hombre pone remedio por medios duet ores, sino el poder maldito infinite, que separa SThombre para siempre de sa creedor. ; SCémo salir, pues, de la duda, de la desesperacién y dal expanto? En un stbito relimpago, ilaminando J avunlo de pensamientos y de meditaciones ante- ores, Lyfero lo entevid y ya no lo olvids, zEn qué Tmomento de oy vide ene Togar exaclamente eat re Welacign? ZA Tinales de 1512? 0 mis bien ea 15137 Ta todo e210, antes de In mitad de 1514, en el con- Minto de Wittemberg, en In torre? Se tratabs de we lccubrimiente. doctrinal, de un eonjunto de con- weptoe inéditos?. Es. bastante idiculo que algunos fajan parecide plantearse exte problema, Una ansic seen oho la que experimentabs Lutero, {qué srgu- cea ccion hubvera podido apaciguarla? Era un re Medio lo que el monje necesitabe, Fue un remedio To que encontré, 0, mas exactamente, una terapéutica. este entonces, en Ia. tension de un furioto ex fuerte habia intentado cientos y miles de veces al cuore’ el puerto. por sus propioe medios. Purificar Su alma; aplastar en ella las fuerzas malas; trensfor- Matte eeador en hombre justo: frases dificles wiry Lonsejoe més dificiles de seguir. La expe- DEI orobleme de le torre! Maraylloo ejemplo del, Lax rin EL eet Gutta, por staf altrmadan cation fn eee, aan tka, a_una conversacion consignsds 4, Pepenantt or Carden une, 1592), Pater, oa area “Una var que emabe Yo eo ts tore al scete de lov mons, seems [eas a chorum}, meditaba”, ete. (Tischreden, W., Ill, 228, UeHp Ray TET ioeal secrets) de los monjes! i Magnifico are eel i de Latero habla tide Tegan “ex las Tetrines”, ‘como cecribe triunfalmente el, abete Fequice (D.P., I, 316, 2, 2) Owe ‘version (Tischreden, W., Il, (Deki Hh NG. 2 cierto, locus secretus por hypocaustum: 2 2282) ga ee hypacaant. pecularer El Ite “Cum some ine ao" Bere una, trcara version habla de ‘Cloaca... \Todo esto es todavia més ‘apasionante que le man- Fe tate Gea Worture! sa EL DESCUBRIMIENTO riencia, una experiencia cruelmente adquirida, le de- mostraba que todas sus tentati pars, merece” Ja wacién terminaban para él en lamentables fraca- Bruscamente, descubrié un camino completamen- te diferente. En lugar de buscar una rigider y un esfuerzo excesivo de eu voluntad débil, el cristiano que se dejara evar simplemente, experimentando, con una indecible mezcla de alegria y de terror, la sceién, ‘inica poderosa, de una voluntad sobren ral, infinitamente santa y verdaderamente regenera- dora; el pecador que, désesperando totalmente de mismo y de sus obras, no se agotars queriendo hui del inferno, sino que legara a acepterlo, como mil veces merecido, y en lugar de luchar para ser ven cido, se refugiara “bajo las alas de la gallina”, pi- diendo a Ia plenitud divina el don de lo que le falt. no conoceria, finalmente, In paz y el consuelo? Revolucién total, de una singular audacia. Un momento antes, Ia actividad furiosa, y vana, del gla- iador que hincha sus misculos tan solo para sucum- bir. Ahora, Ia pasividad total y bendita ‘del resigna- do que, confesindose vencido antes del combate, no Pone ninguna esperanza si no es en el exceso misino de su derrota, Naturalmente, Lutero mismo y, después de , to- dos los comentadores, traducen, © més exactamente trasponen, en lenguaje teolégico estas realidades de tn orden diferente. El punto de partida es aqui la idea, descubierta bruscamente, de que, para resolver- Jo, habia que invertir los términos del problema por excelencia: el problema de la justicis, Para agradar Dios, decia la Iglesia catélica, y Lutero lo crefe, eo necesario de toda necesidad que el hombre se haya ocho justo. Pero en que el hombre se hiciera justo era precisamente donde estabs Ia imposibilidad. “En- tre la santidad de Dios y Ia abyeccién de la cristura, el abismo es tan ancho que, enarbolando en el extre- LO QUE ES EL “DESCUBRIMIENTO" 9 0 brazos ridiculamente cortos esas pequefies oe elsoran: las buenas obras, el hombre parece groteaco hasta el punto de hacer olvidar su falta y tu Elasfemia. Porque silo Dios ex cepar de suprimit cl abiamo proyectindose hacin el hombre, rodeandolo de un amor eficaz, de un amor que, penetrando & eriatura, le regenera, a eleva hasta el Creador. Dios 62 capaz de suprimir el sbiemo, pero no pecado: Lutero, nos dice Denifle, no es més que un Fmnorante, un impavido descubridor de Mediterraneos. Vento esto: atace a la Iplesia por errores que nuncs ensefi. Porque este tedlogo novicio hubiera debido taberlo: la Talesin profess, precisamente, que por le jumittacisn Dios hace al hombre justo. ‘Formula ‘ana. Qué ha inventado, pues, Lutero ‘ Seatethce Squrecaty oncluye demasiado apria. Para la Iglesia, sin duda, la justificacién es obra de Dios, Pero Dios, con su justifieacién, no hace mas ‘coroner los méritos adquiridos por un esfuerso morel, “bajo el impulso y con la ayuds continua de Ia grace”? No hay oposicin entre Is virtud propia personal, In virtud natural edquirida y le justics de Cristo: ‘ni esa justicia que 4 mismo posee, ni In justicia sobrenatural que nos comunica cuando nos fa'asimilamos por nuestra couperacién. La justifica- cién hace desaparecer el pecado, pero deja a le mo- ralidad natural su papel, su lugar y su virtud. Para Latero, en cambio, le jusifieacin deja sub; sistir el pecado 'y no da ningin lugar @ la mor fatural, a justicia propia del hombre ex radical mente incompatible con le "justicia sobrenatural de Dios, En vano la teologia tradicional distingue el pe- cado actual del pecado original. El pecado es ‘nico: ts el pecedo original, que no es inicamente privacién de luz, sino, como diré Lutero en su Comentario sobre la Epistola a los Romanos (Ficker, 11, 143-144), pri- vyocién de toda rectitud y de toda eficacia en nuestras fecultades, tanto del euerpo como del alma, tanto del 2 Strobl, 1, 158. EL. DESCUBRIMIENTO hombre interior como del exterior. En suma, 1 heldia positiva contra Dios. Un pecado asi nada lo hace desaparecer, ni siquiera la blasfemia ni la peni- tencia; lo vicia todo en nosotros, empezendo por nues- tras buenas acciones dictadas por el orgullo o por el interés, Ademis, ze6mo seria posible que Dios, amo soberano de sus decisiones: se viera’ ahi pastel ence fen cuenta, cuando decide sobre la suerte de los hom- bres, este elemento objetivo: Ia observancia o Ia no observancia de las prescripciones legales? En las re- laciones del hombre con Dios no hay nada juridico. Todo es amor, un amor activo y regenerador, mani- festado a la criatura caida por la Majestad temible. Un amor que la inclina no a perdonar a los hombres sus pecados, sino a no imputarsclos, Todo pecador que, reconociéndose como tal, aceptando en su mi- seria moral y en su mancha el testimonio de una in complacencia, siente y atestigua que el nico justo, esta plenamente én el derecho de echazarlo; en lenguaje luterano, todo hombre que re- cibe el don de la fe (porque In fe para Lutero no es la creencia; es el reconocimiento por el pecador de la justicie de’ Dios),* todo pecador que, refugiéndose asi en el seno de la misericordia divina, siente su mi- seria, Ia detesta, y proclama en cambio su confianze en Dios, Dios’lo mira como justo. Aunque sea injus- to; més exactamente, aunque sea a la vez justo ¢ injusto: Revera peccalores, sed reputatione miserentis Deis iusti; ignoranter iusti et scienter iniusti; pecca- tores in re, iusti autem in spe gJustos en espe- ranza? Por anticipacién mas exactamente. Porque en 3 A despecho de algunos textos de esa époc reminiscencins, sin tener sobre te Primers. Hay en Ia frase erpetuo flujo y reflujo” (D.-P., III, 307). ‘Comment, in Romanos, f* 142 (Bicker, 1, 104106). LO QUE ES EL “DESCUBRIMIENTO” a este mundo Dios comienza iinicamente la obra de re- generacin, de vivificacién, de santificacién que, en su término, nos haré justos, es decir, perfectos. No somos todavia los justificados, sino aquellos que de- ben ser justificados: non iustificati, sed iustificandi. ‘Asi pues, Ias obras desaparecen. Todas. Arbitra- mur iustificart hominem per fidem, sine operibus legis: Lutero encontraba, en Ia Epfstola a los Romanos (III, 28), le formula famose. Ya en 1516 rechazaba con fuerza la interpretacién tradicional: opera legis, las précticas exteriores. ‘“jError!” —exclamaba en uns carta @ Spalatin del 19 de octubre de 1516—j y ya, anunciando futuros combates: “Sobre este pun- to, sin vacilacién, me sepato tadicalmente de Eras- mo.” Opera legis, todas las obras humanas, sean Jas que sean; todas merecen la reprobacién del Apéstol, La. salvacién? Nos proviene de sentir en nosotros, siempre, el mal activo y nuestra im perfeccién. Pero también, si tenemos fe, de llevar en nosotros a Dios. De su sola presencia nace Ia esperanza de ser justificado, de colocarse entre aque- Ilos elegidos que, desde toda Ia eternidad, predestins fa la salvacion, porque los ama lo suficiente para lamarlos a la vida eterna. Asi ese insondable mis- terio de la predestinacién —duro y cruel, dicen esos hombres de poca fe que hablan de los designios de Ia divinidad como un zapatero de su cuero— se en: cuentra leno de promesas y de amor pare las almas religiosas: las que florecen en la dulzura secreta de una absoluta dependencia de Dios. Concepcién de acento absclutamente personal. Se ve en seguida en qué, y cémo, podia procurar a Lu- tero la calma, la paz que la doctrina tradicional de la Iglesia no le otorgaba. Ese descontento de si mismo ue no le abandonaba nunca; ese sentimiento sgudo qe ia tenscidad, de la virulencia perpetua del pe- cado que persistia en a en la hora misma en que © Enders, I, n° 25, p. 63. a EL DESCUBRIMIENTO hubiera debido sentirse liberado y purificado; esa conciencia de no realizar nunca, ni siquiera al pre- de los mas grandes, de los mis santos esfuerzos, sino obras manchadas por el pecado, por el egoismo © por el deseo; todo Io que hacia la desesperacién, la ansiedad, la duda atroz de Lutero, todo eso lo «: ahora con una fuerza, con una claridad indeci- condiciones queridas por Dios, condiciones nor- males y necesarias de la salvaci6n, j Qué alivio y qué Se comprende entonces que Lutero haya presen- tado siempre su “‘descubrimiento” de la torre como ‘una revelacién. El hombre que, de pronto, desp' de haberlo buscado tanto, encuentra el remedio su- premo para los males que lo roen; el hombre que concibe, con una fuerza irresistible, una verdad que, valiendo para él, le parece susceptible de uso y de aplicacién comin, ;cémo podria creerse cres- dor de la felicidad que siente descender a él? Tiene que tratarse de una revelacién, Sobre todo, porque silo a ese precio el remedio sera infalible, y la ver~ dad_percibida universal: porque su origen sera sa- grado. Y para su heraldo, {qué inmenso orgullo! No es ef secreto de un hombre lo que divulgara entre los ‘otros hombres. Dejando caer de ¢us labios Ia pala- bra que viene de Dios, el secreto liberador que Dios le ha confiado, saboreara el orgullo humano de par- ticipar en la majestad divina, en Ia omnisciencia, en la infalibilidad del Padre Comin, ;Un fruto de Mar- tin Lutero el descubrimiento de la torre? No. Un don de Dios que proclamara muy alto y que en si mismo todos los hombres deberan reverenciar. II, Sus consecuencias Doctrina de paz, en su fresca novedad. Doctrina de fuerza también, y de energia. Hay que insistir en clo tanto mis cuanto mayor sea la violencia con que se lo niega. SUS CONSECUI 6 ‘A través de sus formulas de 1516, de 1517, jeémo se capta directamente el alma inguieta, ator- mentada, el alma violenta también, el alma excesiva de Martin Lutero! Va, o mas bien salta, de contraste en contraste, brinca con una holgura, wna vivacidad, una escalofriante osadia, del pesimismo més desesperado ‘al optimismo més confiado, de una aceptacién exel- tada del infierno el mas dulee abandono en los hrazos de le divinidad: del terror al amor, de la muerte a la vide. Nada es mis patético, mas personal también y menos libresco... Ese movimiento prodigioso, esos saltos_y esos transportes tan bruscos de les cimas a los bajos fondos, mantienen en el “sistema” de La tero, en esos afios de plena y joven energia (Lutero en 1516 tiene treinta y tres afios), una tonicidad, una robustez, una salud que no conservard siemp ella, no se sabria de dénde brota la energia viril y Ia audacia del Inchador de 1517. (CIAS Se suele decir, desde hace cuatro siglos, que Im. tero aprecié poco la vida moral; se sefiala, para escarnecerla o deplorarla, su hostilidad hacia todo es- fuerzo humano, ya sea ‘para hacer el bien o para resistir al mal; se establece sin esfuerzo que a sus ojos buenas 0 malas acciones son equivalentes, puesto que estan igualmente menchadas por el pecado. Es verdad. Lutero es seguramente el hombre que mil ve- ces eacribié 0 pronuncis formulas como éta, recogida de sus labios, en otofio de 1533, por Veit Dietrich (Tischreden, W., I, n° 654): “EI cristiano es pasivo ante Dios, pasivo ‘ante los hombres. Por un lado, recthe pasivamente; por el otro, sufre pasivamen- te. Recibe de Dios sus bienes; de los hombres, sus males...” Pero en 1516, en el tiempo del Comentario sobre la Epistola a los Romanos, ;cuil era sobre este punto el pensamiento profundo del agustino? En esas palabras se refiere a su concepciin de Ia Fe. Entre el hombre y la Divinidad, ese don de Dios establece, nos dice, un contacto directo. Exalta al cy EL DESCUBRIMIENTO hombre, tanto, que lo transporta, fuera de sf mismo, 4 Dios. El alma del hombre no se distingue ya dei Dios al que la une la Fe, En él, con él, como él, odia el mal. Con él y como él tiene el amor del bien. Y ese bien que ama, lo cumple, “No hacer el bien dice el Comentario sobre la Epistola a los Romanos es no amar a Dios.”* Al justificar al peceder que te sabe pecador, que tiene horror del pecador que es, Dios mata ese egoismo sutil y especioso, esa concu, Piscencia que vicia las acciones pretendidamente bue. nas de los hombres. Y como él es amor, es de amor de lo que lena el corazén del creyente, de un amor desbordante que se derrama sobre el’ debil, el desgraciado, el préjimo miserable. Don magnifico Vivificante de Dios, la fe, en otros términos, crea ey el hombre un deseo constante de no permanecer inn digno de su nuevo estado; lo trabaja activamente, no lo transforma de pronto, con un golpe de varita magica; lo empuja, lo anima a emprender una mar, cha progresiva y confiada hacia un ideal que se alcanzado en Ia otra vida, cuando la fe (que progresa filla misma y llega a la perfeccién cuando morimos) haya acabado de expulsar fuera de nosotros, totalmen: te, al viejo Adan pecador." Si, el cristiano goza de Dios. Se abre entero a él. Se deja penetrar por él, Pasivamente: passive, sicut mulier ad conceptum. No trata de adelantarse por el cumplimiento estéril y no- civo de obras débiles. Pero ese gozo pronto lo Pncita a Ia accién. Cuando ha gozado de Dios, utiliza a Dios: uti, después de jrui... Su vida es un progreso sin tregua, de bono in melius; es una batalla, dice también Lutero, o bien una penitencia; una tarea, y ruda: la tarea de un hombre que, no ereyéndoss nea con derecho a detenerse, con el pretexto de que la meta esti alcanzada, tiende hasta su iiltimo aliette hacia un ideal que no se realizard sino més alla de le muerte, ., © Comment, in Romanos, ed. Ficker, Hl, 78. 7 Strohl, II, 86, SUS CONSECUENCIAS 6 del mismo modo, de la activided variable de Ia fda crear ate relajamiento de su contacto can Dios, Lutero, en la misma época, hace depen: lor la certidumbre mas o menos segura de su sale Mis tarde, en 1518, en el curso de su polémica con Cayetana (We, M13) yen su cuee de 1517-1518 obre Ia Epistola a los Hebreos, proclamara que el Bee hare sicmpre Ia cortidumbre de #4 sal egies Cheitinnam. opuriet seme pee lificaré de errénea a la escolastica, “que niega la yoniided de esta certidumbre”, No esta justificado, explicard, sino que “somita la gracia”, quien dude de su salvacion personal. ;No ha de encontrar la cer- tidumbre del cristiano en'el sacrifieio de Cristo por todos los hombres una garantia objetiva, indepen- diente de sus condiciones subjetivas? En 1516, la pre- ccupactén de Lutero es otra Giertamente, lo dice ya y lo repite con fuerza: of creyente que siente a su Dios trabajar y comenzar su obra em él, posee ya el germen de una esperanza; porque Dios, que no decepciona a sus criaturas, si ha comenzado la obra, es para levarla a término, Pero la ciencia totalmente intima del cristiano, su experiencia personal, si engendra en él quietud y confianea, gengendra tambien una certidumbre ver dadera, de la que pueda nacer la inconmovible se- guridad? La seguridad: es, en esa época, la gran enemiga de Lutero. Diria entonces gustosamente Jo contrar {en apariencia, por supuesto} de Io que proclamara 1518; i leyéremos en el Comentasto Ue la Epis. fola a los Romanos: Christianum oportet nunquam secyyum cui, ete delaracion no nos sopprenderia nada, Estar seguro; ser mantenido en una falsa segu- Fidad por la creencia en los efector Hberadores del hautismo y de la penitencia, © por el sentimiento de haber cumplido obras meritorias: no es verse arras- trado a cruzarse de manos en la quietud sin preocu- 66 EL, DESCURRIMIENTO parse de combatir y de horrar nuestras faltas por los gemidos, los lamentos y los esfuerzos? De hecho, para cl Lutero de 1516, tal es la fe, tal es la confianza Gel hombre en su salvacién. La fe crece? La con- Fianza crece. La fe disminuye y el comacto con Dios hhace menos estrecho: la confianza se desvanece, para renacer en cuanto se reanuida el contacto... Jus- lificaciin por la fe: esta formula de apariencia iner le, se ve cuainta energia y cuanto dinamtismo encierra en realidad. fe cirinta confianza alegre, cuinto impulso, cuanta invencible seguridad contiene en po- tencia; se ve, en la vispera de los acontecimientos de 1517, lo que expresaba para un Martin Lutero: la conviceibn de tener a Dios de su lado, con él y en un Dios que no era la Justicia inmanente de los tedlopos, sino una voluntad activa y radiante, una hondad ‘soherana actuando por amor, y dandose al hombre para que el hombre se dé a Dios. Eshozw may esquemitica. Sahemos todo To que dejamos escapar del pensamiento de Lutero, tan rico, tan tupido en sus comienzos. Salemos también que para ttazar una linea mais 9 menos clara, hemos te- ido que hacer abstraceion constantemente de una multitud. de raszos intrineados que enturbiahan y embrollaban la imagen principal, Reconstituir en un periodo dado de su vida lo que se llama Ja doctrina © €l sistema de Lutero, es desprender de una multitud de eshozos 0 de esquemas jarciales tina sola traduc- cian, la mas expresiva, del nude jnfinito de ima- genes y de representaciones que llevaba en él y cuya abundancia fogosa lograba_dificilmente disciplinar 0 mas bien (porque el genio de Lutero no es plas: tico) de una multitud de cantos que surgen de un alma vilirante entre todas, con tna ineansable, una inagotable fecundidad, y a veces eoinciden en un acor de, se refuerzan o se exalian, a veces se oponen en agias disonancias o se quiebran: es desprender una Kinea melodica clara, continua, un poco fragil, SUS CONSECUENCIAS o ntradicciones: hace ya cuatro siglos que la pa- labra ha sido pronunciada, cuatro siglos que los iefores rads superficiales, los mas insignificantes es fadiantillos de teologia, incluso, To cual es mas tuite, hombres doctos y limitedos,.triunfan sin dis- aravjgn de los mil mentis que en formulas resonantes, fiaero, de pagina en pagina y de afio en afio, se ha Jado a sf misino sin medida. Juego ficil, Mas vale (Smprender que el agustino de Erfurt o de Witters: Loren tiene nada de un recopilador exacto de Coreeptes bien pulides Un tedlogo, no. Un cristiano avido de Cristo, un hombre sediento de Dios en cuyo corazén tumultuoso Hierven y tiemblan deseos, impulsos, alegrias sobre humana y desolaciones sin limite, todo un mundo de pensamientos y de sentimientos que, bajo el cho- (que de Tas circunstancias, deshordan y se expenden Gy olas poderosas, apresuradas, irresistibles. Cada tina siguiendo su marcha, segin su ritmo, sin preocu- parse de las precedentes ni de las siguientes, Cada Wha Hlevando consigo una parte igualmente rica. igual mente legitima, del corazén y del cerebro de donde proviene. Cada una reflejando uno de los aspect se utero, Y asi, a veces, concentrando todo st poder de visi6n sobre la religién en cuanto. tel, Lu: Tero, en sa prisa estremecida de poser « Dios, pasa por encima de In Ley para ir derechamente al Evan, Palio, Pero a veces, en cambio, cbsesionado por, el se ntimiento de que una falsa certidumbre engendra Jas peores flaquezas morales, reprocha a la Islesia con vehemencia que deje insinuarse en las acciones {que llama meritorias un disimulado exoisme ¥ un aikulo interesado; y entonces, como si ya no se Preocupara mas que de moral, Lutero abandona mo Inentaneamente ere deseo apasionado de religiin que, tn momento antes, lo arrastraba, to dominaba, to po- seia exclusivamente. « Rasgo fundamental de ta naturaleza dor, que explica su obra. Y que se 1 Reforma: fiala desde ef oo EL DESCUBRIMIENTO origen, desde aquel curso sobre Ios Romanos que, bor primera vez, nos permite vislumbrar, ya armado y preparato para la lucha, a un Martin Lutero que esgrime su fe. HI. Lureno ex 1516 Detengiimonos un instante en esta fecha de 1516, 2Qué es Lutero? Uno de esos cristianos piadosos, tan abundantes en esa é)oca, ohsesionados por la idea de una profunda decadencia de la Iglesia? Van pi. diendo enérgicamente una reforma completa del Pa- pado romano, del Episcopado, del clero regular y secular. ZY Lutero unia su vor a la de ellos? Eso se decia antes. El odio a los ahusos, el deseo de una depuracién, de una reconstrucciin del viejo edificio carcomido: éste era el mévil que atribuian a Lutero, Esto es lo que para nosotros ya no existe, gReforma? {Se trata verdaderamente para Lu- tero de aportar tino 0 varios cambios, cualesquiera que sean, al orden religioso existente en su tiempo? El famoso viaje a Roma que todos los historiadores, bajo la palabra de Lutero, pusieron durante tanto tiempo en el origen mismo de la actividad reforma- dora del agustino: acahamos de esbozar, en resumen, toda In evolucidn espiritual de Lutero, de 1505 a 1515, sin darle el menor lugar. Ni siquiera nos hemos to- mado el trabajo de reproducir, a propésito de este magto episodio, las conclusiones de trabajos recientes que han definido muy exactamente su importancia. aPara qué? Que Lutero, en las cuatro semanas justas que pasd, desde finales de diciembre de 1510 a finales de enero de 1511, en le Ciudad Fterna, haya sido mis ‘9 menos turhado en algunos de sus prejuicios, 0 mo- estado en algunos de sus sentimientos, por costum- bres, maneras de comportarse que le eran profunda- mente extrafias; porque hay hastante diferencia de LUTERO EN 1516 o Yintemberg. al Vaticano... Todo esto nos importa te yale historia de ta Reforma menos todavia Dejemos de lado, de una vez por todas, Ia “Roma de los Borgias” y las historietas, tan triviales por otra parte, que han coleccionado los benévolos reporters de las frases del gran hombre. Scheel lo ha dicho muy bien: “En Roma, el agustino no vio ni oyé nada extraordinario, auch in Rom sak und hérte er nichts ungewohnliches.”® Desempens concienzudamente su oficio de peregrine, y de peregrino desprovisto de todo sentido critica: no era el fuerte de Lutero. De su contacto con las oficinas de la Santa Sede, y con los cardenales también, trajo una impresion muy favora- ble y que traduce en diversas ocasiones. En todo caso, vio mucho a los romanos? Un monje aleman que yenia a Roma para los asuntos de su_orden me ima- gino que haria sus gestiones en compatiia de alemanes y de flamencos, que pululaban en Ta ciudad. Y esto, entre paréntesis, es algo que debe restringir el al- ‘cance de los contactos con tal doctor, tal doctrina, que la ardiente curiosidad® de los buscadores de in- fluencias se complace, desde hace poco tiempo, en imaginar como posibles, en el curso de ese visje fatigoso de un mes que no se resignan a tratar como un simple episodio: Mirabilia Urbis Romae. Una ver mis, se trata de eso. ,j Lo que le importa a Lutero, de 1505 a 1515, no es la Reforma de le Iglesia. Es Lutero, El alma de Lu- tero, la salvaciin de Lutero, Sélo eso. Y ademis, ,n0 es éa su grande, su verdadera originalidad? A una religion que instalaba al fiel, sdlidainente rodeado y 4 Sete, Lath Th 2 adhey Neen ei, Flt domi astdo al qonteaantone, A. Milter se deen 8 nose ete dsttnay de Later Is Para mis detalles, Bochmer, doctrinas tradicionsles de una. eatisua escuela. agustiniona. Cha Luthers. theologische Quellen, Giessen, 1912. Luthers Werdegong bis sum Turmetlebnis, Gotha, 1920, ete, Sobre el agustinismo en el Concilio de Trenta, vase [1 parte, cap. TIT, 0 FI, DESCURRIMIENTO eiangelio transformado en teologia. Sustitnis une religion completamente personal y que pusiens «1a pinturs, ditectamente y sin intermediarios, frente 4 en Dios, sola, sin cortejo de méritos de bres: winnie terposiciones parasitas ni de sacerdotes, ni de sanins medindores, ni de indulgencias adquiridas en este mundo y valederas en el otro, © de absoluciones Hie: aden con respecto a Dios mismo: eine deberia tender en primer lugar el gran esfurrze del Reformador? é ideo ¥ no es que Lutero se abismara como un egoista SRot meditacin... Esas angustias que le. dejobea Gretrozado y anonadadl, esas angustias de las que él mismo habia experimentado todo el horror, saliva ue otros hombres las sentian como él. Lutere’ na Pensaba guardarse su remedio. El secreto que Dive ke permitié hurtar, lo ensefia, lo predica a todos exe una alegria evangélica, en sus cartas, en sus curcon en sus sermones. Y como en 1515, en 1516, las eit Cunstancias exteriores desu vida’ le sacan’ poco. a Poco de la oscuridad y del silencio; como, en 1515 su nombramiento de vicatio de distrito para les con. Nentos de Misnia y Turingia, que le hace colaborac con Staupitz, le lleva a ensanchar el campo de on sin y el efreulo de sus relaciones, se puede seguir ualmente, en log sermones que conservamos de dl, desde los mas antiguos fechados en 1513 haste, Ke famosos sobre el Decilogo predicados de junio de 1516 a febrero de 1517 en Ia parroquia de Witteas berg, el progreso de su pensamiento y la consaide cin de st autoridad. (Textos, muy interesantes para nosotros. Impreg- nados de la teologia personal de Lutero, prochene, LUTERO EN 1516 n on fuerza que el hombre no puede cumplir el bien, Ricaneime eee cea Siolentament, ontra ese Aristételes que ensefia una vol luntad libre, = vad en poder da hombre: y detriis de Aris- toteles se adivina ya a los humanistas, Erasmo. = libre arbitrio, su moralismo, su ctistianismo —joh Masfemia!— que es a la ver una filosofia y una amis- tad... Pero sobre todo estos textos nos informan. on exactitud sobre lo que era ee ioe en esa fecha isiva, la nociin misma de reforma. Cae ee oe ee tos mas antiguos que nos quedan de él, se expresaba ya sobre este punto importante con una claridad per- fecta.” Si, es necesaria una Sefsume eetkee ee jue empiece por volver a dar a los sacerdotes el co- omens y eh wapete de ta vehdad de Dios. “Al jen me dird: jqué crimenes, qué escindalos, esa nada por el’ juego, todos esos vicios del clera!. Grandes esvindalos. lo confieso; hay que denuncia los, hay que remediarlos: pero los vicios de los que hablais son visibles para todos; son groseramente ma- teriales; caen bajo los sentidos de cada uno; conmue- se, pat lo epi. Desraiadmet, re al a peste incomparablemente mis nociva y mie ceuels Ai fienes org rieadd sobre la Palabra de Verdad o su adulteracion, ese mal que no es groseramente ma: terial, ni siquiera se le ve; no conmueve; no se siente su horror..." Y ya, en esa fecha, sin embargo tan recor, escribe traduciendo sentimientos que ‘muy a ests ino expresara con fuerza: “;,Cuantos sacerdotes encontraréis hoy que consideren ‘que hay menos pecado en una falta contra la castidad, el ol. vido de una oracién, un error cometido al recitar el canon, que en la negligencia en predicar y en inter- 1 W. Ts pp. O..5 cf. Ess Op. ror. arg, 1, 241. Se tata da i) enna ten tia Ratetatet aL Dremmratna, por ae conve de aba Be eee fae pulieede ha 6, ‘Ln feck Se 1S mice 2 EL DESCUBRIMTENTO Pretar correctamente la Palabra de Verdad? rear correct bra de Verdad?... Y sin embargo, el tinico perad posible de un sacetdote en tanto que sacerdote, es contra la Palabra de Ver- dad..." Estas citas son largas, pero jesmo abi tambien ta ras de unseen, fora ea nelamente huterano ya, con su violencia contenida y #1 exceto que impresiona a tas imagrnacioncs?s "fhe, Alo asto, hacedlo bueno, hacedlo docto; que ace ciente los réditos de su curato, que edifique casas piadosos, que decuple la fortuna de la Teles “inelaas Si queeéis que haga milagros, resucite muertos, ex. Pulse demonis: gqué importa? So seri verdadera mente sacerdote, silo sera verdaderamente pastor el que, predicando al pucblo el Verbo de verdad se haga Angel anunciador del Dios de los ejércitos y —", a Divin lad.” ees Reforma Sepa aqwiere, Reforma rlipasa: es Ia efiramonos ahora a los Sermones sobre el Deed: foge. iu Hite, ox ben aeiainte eerllon cracbon oe Sias sobre los hibits de los elétigs. Silo aos mo- derwos les parecen atrevidas, porque lo jgnoran todo los “libres predicadores”’ de antafio, de sus aude. wins verbales, de sus trucuentas volencas, En to que Keatero, insist, tain aqui, es en la ensefianza, tan deseuidada; en el winisterio' de In alabra, tan aben- nado en Ia perera y la negligencia de is pasors aue se dusnnen, sin yreocuarse del reba. ‘No 1a épara como en las anteriores, no es un nto horror de los abusos, un deseo de restau lesa ln que nieve a Tutero y le apasiona. 7Un Reformacor? $i. De la vida interior. Y que aes ma ya ¢l gran principio que fornulari, en. Worme, sobre el escenario del munilo: Que cada ano se so leviga firmemente en su propia conciencia: Unus quisque robustus sit in conseientia sua” i 1 Comment, in Romanos, ed, Picker, fy 122 UTERO EN 1516 a Nietzsche se lee una curiosa pir gina.!? Se inti | primer cristiano.” Nietzsche five en ella la historia de un alma “ambiciosa ¢ im- portuna’, de un espiritu “leno de supersticion y de pedor ala vex": ta historia del apdstol Pablo, ‘X Pablo lo muestra enfermo de una idea fija, siempre presente en su pensamiento, siempre eseoch Gelelen eu conciencia, ;Cémo cumplir la Ley? Y en primer. lugar, trata de cefirse a sus exigencias. La Jefiende furiosamente contra los adversarios y los in- diferentes, Con un celo fandtico cumple sus prescrip Sones, Esto para concliir, después de demasiadas experiencias, que un hombre como él, “violento, sen- Sua, melanedlico como es él, que refina el odio, no puede cumplir una ley tal”. Se obstina, sin embargo Liacha palmo @ palmo, Para satisfacer su ansiosa ne- cesidad. de aduefiarse, de dominar todas las cosas, faguza su ingenio, Y de todos sus esfuerzos, no saca finalmente més que esta conclusién desesperada: “No es posible vencer el tormento de la ley no eum- plida Fntonces, nuevo suplicio, nueva biisqueda deses- perada, en la angustia y la pena. “La ley se convier- qe en la cruz en la que se siente clavado. jCuinto Ta odia! jCuinto rencor le guarda! ;Cémo busca por todas partes un medio de anonadarla!” Bruscamen- te, una visibn, un rayo de luz, Ia idea Tiheradora sur- fe: sohre un camino desierto aparece Cristo, com una {rradiacién divina sobre al rostro; y Pablo oye estas palabras: “gPor qué me persigues?” De golpe, el enfermo de orpullo atormentado se siente volver Ja salud; la desesperacion moral se esfuma, porque la moral misma se ha esfumado, anonadada, cumplida fn lo allo, sobre la Cruz. Y Pablo se convierte en el mis dicheso de los hombres. “El destine de los ju- Jno, el destino de la humanidad entera le parece ligado a ese segundo de iluminacin stibita; posee la mre, teat, francesa de ATbert, Mereare iy 6b 12 Nietrsehn, fu de France, 1919. p. a FL, DESCURRIMIENTO idea de las ideas, la Have de las aves, Ja luz de Tes luces; de ahora en adelante la historia gravita a su alrededor.” Y el campedn de la Ley se hace el apés- tol, el propagandista de su anonadamiento. “Estoy fuera de la Ley —dice—, si quisiera ahora confesar de nuevo la Ley y someterme a ella, haria a Cristo cémplice del pecado.” Porque la ley no era sino para engendrar el pecado, continuamente, “como una san- Bre corrompida hace surgir la enfermedad”. En lo sucesivo, no silo los pecados nos son per- donados, sino que el pecado mismo es abolido: la Ley ha muerto y ha muerto el espiritu carnal en el que ‘diay o esta muriendo, cayendo en putrefaccisn, iAlgunos dias mas de vida en el seno de esta putrefs cién! Tal es la suerte del cristiano, antes de que, uni- do a Cristo, resucite con él, participe con él en la ia divina, sea el hijo de Dios él también... “Aqui —concluye Nietesche— la exaltacién de San Pablo Hega a su colmo y, con ella, la importunidad de su alma; la idea de la unién con Cristo le ha hecho per- der todo pudor, toda medida, todo espirita de sum 1 ¥ St yoluntad de dor na-en su embriaguez: anticipacién de la gloria d iTal fue el primer cristiano, el inventor del cristianismo!” Se nos perdonara haher transcrito casi este largo trozo, Pero, ges preciso decirlo?, no sélo una vez, cuando se lee, sino perpetuamente, se extraiia uno de tener que pronunciar “Pablo” donde uno, por si mis- mo, ha pensado: “Lutero.” Poco nos importa, por Io demas, que, segin los expertos, la transcripcién por Nietzsche de las ideas paulianas sea ono execta en el detalle. Poco nos importa que ciertas formulas que aplica a Pablo no puedan aplicarse sin retoques a lo que sabemos del pensamiento Tuterano, en estos afios de ensayo. No pedimos al fildsofo ese estudio sobre el paulinismo de Lutero que doctos tedlogos nos han proporcionado, Pero, con un pulso notalilemente fir- me, Nietzsche ha trazado el esquema de una evolu- LUTERO EN 1516 va, firme y elistica, que traduce a Ie vez peut lento nsami ciencia de los tiovimientos de pensamiento y de conciencia de I tea "eombres: el apestol_y cl herético, Hgatos por jazos de una solidaridad visible, y que no es. eee te de orden doctrinal: de orden moral y psicobisico. Por eso esta pagina no nos ofrece sélo a sane claro y srtancil de ls paginas que preceden. Mat ca, con un trazo fuerte, las articulaciones maestras ee esta deble continuidad de extados do énimo parale los: los de un Pablo, vistos a través del prisma a rano; los de un Lutero, mas o menos con mentee eo Calcados sobre los de un Pablo zazonablenente bipo- tético... En el momento en que, frente al individ Et frente al creyente aislado, nicamente preocupado por al mismo, por eu salvaciin, jor ett paz interior vamos a tener que colocar la masa ruidosa de ba Hombres, de los lemanes de ese tempo que, apode: rinvdose del pensamiento, de ln palabra Tuterany de- formandola segtin sus deseos y sus tendencias, le va ‘a conferir su valor social y su dignidad colectiva, no ts ocioso que Nietzsche nos lo recuerde: la historia del cristianismo esta hecha de vueltas. Y més Ee cuando la psicologia, duefia por fin de su alfal et, pueda Teer'a os hombres sin vacaciones, e oded Captar en el individuo cuyo esfuerzo personal abre tuna revolucién, el ejemplar escogido. el tipo robusto ‘franco de un grupo, de una familia de espititus idénticos y diversos a través de los siglos. 1 EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS: Asi, pues, ef Lutero nleerado por su estancia en Roma, al Lutero que reprimia sus ascos, pero que desarro- faba en su interior una pasion vehemente por la re- forma de los abusos eclesissticos, ese Lutero ha muerto hoy para nosotros. Lo sustituye un cristiano solita- rio que sufrig mucho y medito mucho antes de for- jarse su verdad, Como este hombre, preocupade dante todo por la vida interior y la religiosidad pro: funda, fue sacado bruscamente de sus_pensamientos y de sus piadosas preocupaciones? ;Cimo explicar, de acuerdo con lo que hoy ereemos saber de su evo- Tucion primera, la transformacién brusca de un er tiano que se abisma a los pies de su Dios, en tribuno soherano que guia a las multitudes? Si'es verdad que fl asunto de las indulzencias constituya el preludio, I fbertura del drama de la Reforma; si es verdad que forma el primer eslabon de una cadena que une a Wittemberg con Worms, se nos permitiri consagtar al estudio de lo que es més que un episodio. un lugar justificado por la importancia misma, la importancia decisiva de los acontecimientos de 1517. 1. Avpento, Fiican, TETZet Estos _acontecimientos empezamos, a _conocerlos bien. Mejor que hace veinte afios. Mejor, evidente mente, que Lutero mismo los conocis. En primer lugar, y sobre todo desde 1904 y los hallazgos de Schulte,! reconstituimos con precision la historia de lo que se podria lamar, con un poco de mal gusto, “la candidatura Hohenzollern” al trono 1A Schulte, Die Fogger in Rom, t. 1, Teigsig, 1904 cap. IV, pp. 9355. u 78 EL ASUNTO DE LAS INDULGENCTAS arzobispal de Maguncia: ese preludio necesario del asunto de las indulgencias propiamente dicho. Sabe- mos cémo, el 30 de agosto de 1513, Alberto, herma: no menor del elector de Brandeburgo, Joaquin, era elegido arzobispo de Magdeburgo por el capitulo cate- dralicio, y luego, poco después, el 9 de septic postulado igualmente como administrador de la didee sis por ef capitulo de Halberstadt, Nada habia en esto que pudiera escandalizar a la corte de Roma. La acumulacién? Si Alberto de Brandeburgo reunia en- tre sus manos dos didcesis, no haria sino seguir el ejemplo de su predecesor: éste, Ernesto de Sajonia, habia poseido simulténeamente Magdeburgo y Hal- berstadt? ;¥ la edad? Sin duda el nuevo elegido era joven. Acababa apenas de entrar en su. vigésimo cuarto afio, Pero {qué importancia tenia? Leén X, que pont entonces, habia recibido la tonsura a los siete afios, a Tos ocho el arzobispado de Aquisgrin y Ia rica aba- dia de Passignano, a los trece el capelo... De hecho, los. delegarlos que, después de la doble postulacién de los capitulos, fueron enviados a Roma por Joaquin y por Alberto, arreglaron pronto las cosas. El 9 de enero de 1514, los obispos de Liibeck y de Brande- hurgo eran encargados de remitir el palio.a Alberto. En esto, el 9 de febrero de 1514 moria el arzobis- po de Maguncia, Uriel de Gemmiriga. Ahora bien, la rola suerte habia hecho que en algunos. afios tres prelados, fallecidos respectivamente en 1504, 1508 y 15M, se hubieran sucedido en la direccién de la arquididcesis renana, Por eada nuevo titular, jeuén- to dinero habia que pagar en la corte de Roma! mas enormes salian de las holsas de Maguncia, bien provistas, mejor exprimidas, Puede adivinarse el fa tidio que causi la muerte de Uriel, y la irritaciin de Tos diocesanas al pensar en todo ese buen oro renano {que iha a itse alli, al otro Indo de los montes, a una Talia cordialmente detestada, 2 La unién continaé después de la muerte de Alberto. , +. ic het ALBERTO, FUCAR, TET EI 7 de marzo de 1514, Alberto de Brandeburgo hacia lanzar su candidatura al arzobispsdo de Ma- guncia ante Ios candnigos, Los Hohenzollern apresu- rabon su fortuna, No hay que olvidarlo: el arzobispo de Maguncia era elector, canciller del Imperio, pre- sidente del Colegio electoral y primado de Germania. Sin que haya habido, como pretende una tradicidn todavia viva, ningin compromiso solemne tomado por Alberto y debidamente registrado, los delegados de Joaquin dicron a entender al capitulo de Maguncia que si el Hohenzollern era designado, los gastos de dispensa, de confirmacién y de pallium no quedarian a cargo de los diocesanos, E19 de marzo de 1511 Alberto era elegido Faltaba hacer confirmar la elecciin por Roma Dos arzobispados mis un obispado sobre una sola cabeza, la de un joven todavia lejos de los treinta aiios; }¥ qué arzobispados! De todas formas era mu- cho... Faltaban precedentes. No falts en Roma quien Jo hiciera observar: el cardenal Lang, a quien Te hu- hiera gustado que le otorgaran Magdeburgo y Male herstadt, quedandole a Alberto slo Maguncis,.. Pero la cuestidn era, por una parte, politica. Autorizar la acumulacion: en la vispera de una eleccin imperial que se adivinaba préxima, la Curia podia caleular que esto significaba conquistarse de un solo golpe el apo: yo agradecido de dos clectores, Alberto y Joaquin, fen el colegio de los Siete. La cuestién era también financiera; los Hohenzollern se percetaron de ello y se dirigieron a los Ficar. Jacobo Ficar el Rico, financiero de genio, habia fundado solvre inmensas empresas de naturale7a muy variada —textiles, mineras, finalmente bancarias— la prosperidad sin precedentes de su casa. Los asuntos con Roma eran particularmente su especialidad. Schulte, en 1901, miostrs claramente emo, suplar: tando a los banquetos italianos, hahia monopolizado poco a poco todas las operaciones fiscales de la curia con las didcesis slemanas. Fra natural que en 1514 80 EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS se ocupara de Ios intereses, tan considerables, de los | dos Hohenzollern, De hecho, el asunto no se oe | g6. EL 18 de agosto de 1514, Alberto era declarado \ arzobispo de Maguncia por el Papa en consistorio. Pa- | garia, ademas de los 14.000 ducados ordinarios de la { confitmacién, una “composicion voluntaria” de 10,000 ducados; mediante Jo cual conservarfa Magdeburgo | y Halberstadt al mismo tiempo que Maguncia. Jacobo | Ficar adelanté los fondos. Y fue sélo después cuan- do intervino, por primera vez, una cuestién de indul- \gencias a Detengémonos aqui un instante. Vemos consume do en agosto de 1514, conocido en Alemania, paten- te, evidente, un “abuso” inaurlito hasta entonees. Por que, por mis que se diga que la acumula heneficios era cosa normal entonces, y que 24 afios, para un prelado, no era en absoluto la extrema ju: ventud, de todas formas nunca hasta entonces dos arzobispados, y tan considerables desde todo punto de vista como los de Maguneia_y Magdeburgo, habian sido reanidos, con on abispada por adidur, on ls vanos de un'solo y anico titular, La prucha’es que ‘Alberta Fil sat iota felgee pretence apoyo de au exorbitant pretension. __ sto Ip sabia Lutero. No podia dejar de saber! Sin dud ignotaia log detalles del acontecaiento ls negociaciones, todas las modalidades: zpeto el resule tado? Era bastante visible, Magnifica ocasion de indignarse para un. religioso ohsesionado por el mi- y apasionade por la des- y Lutero no dijo nada. Absoluta: mente nada. Ni en 1514, ni en los afios siguientes, ni en 1517, en el momento del asunto de las indulgen- cias, Vale la pena sin duda tomar nota de este si- Se decia, se creia antes, que Alherto, deseoso de a los Ficar con el dinero del prejimo, habe pedido la coneesidn de una indulgencia pare predi- TE cuits ae Su Poace eianvenion tee bispales y ALBERTO, FUCAR, TETZEL aL episcopales asi como en los dominios de Jouquin. Esto era falso. Fue la curia la que propuso la ~ Inluigencia a los representantes de los Hohenzollern; y éstos se ‘mostraron bastante poco entusiastas. Sin Jpabargo, no tuvieron més remedio que aceptar. Una pula, expedida el 31 de marzo de 1515,* estableci6 que la mitad de las cantidades recogidas irian « las ‘jes pontificias, y Is otra mitad = las de Albertox que con ayuda de este mand pagaria a sus acreedores los Facer. Pero el emperador “sin un centavo”, Maximilinno, tuvo noticia de aquello. Intervino: Re-- parto entre tres! Sobre el producto de Ia indulgencia predicada darante tres y no ocho atios, él por su par, Te so Hevaria 1,000 florines; después de lo cus resto se dividiria en dos partes: ‘mited para el Papa, mnitad para Alberto, Digamos en seguida que la in- Gulgencia sélo pudo ser predicada durante dos aiios. Produjo p gastos, sac oco. Alberto, después de cubrir todos sus lo justo para saldar la mitad de su com- peetia ‘de 10,000 ducados, La prédica no empez6 h asta, prin cipios de 1517. Solo entonces el dominico Juan Tetzel, subcomisario general del arzobiepado de Maguncia, fe puso con voz rimbombante a prometer . ‘a los fieles toda una serie graduada de favores in- — comparables. qui también detengamonos un instante, De las transacciones que precedieron, en la corte de Rome, ‘a la concesion definitiva de Ia bula de indulgenc Lutero no, te haber j supo nada, Pretende incluso en alguna par- jenorado ai principio que detrés de Tetzel estuviera Alberto de Brandeburgo; se puede pensar que esa igi prenderle cuando Tetzel, entrando en accién, recor! morancia era diplomética, Pero zpudo sor- a novedad ineudita del acontecimiento, en peque: fas jornadas, con todos los arreos de un vendedor de nuestra Koehler 1902, ‘con otros documentos 2 los que. se refiere exposicidn, en Ia buens pequeia recopilacién de ikamente zum Ablassstreit von 1517, Tubings, cy EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS panacea, la didcesis de Magdchurgo y las tierras de Joaquin? Hay que decir que no, con mas fuerza atin de lo que se acostumbra... En primer lugar, y contrariamente a Io que ee afirmaba antes, Tetzel no vino a Wittemberg para Provocar, por decirlo asi, directamente la indigns- ‘én de Lutero. En Wittemberg se estaba sobre las tierras del elector de Sajonis, Federico el Sabio; y este principe no tenfa intencién de que se predi en sus dominios la indulgencia de San Pedro de Roma. Por luteranismo anticipade? No, sino por aplicacién de un principio bien conocido: 1s earidad hien ordenada empieza por uno mismo, La piedad de Federico era entonces de las mas tradicionales. Fn los aftos que preceden a In Reforma, aparece preocu- pado, ante todo, por mostrar en Wittemberg una coleccién de reliquias preciosas que atraen a su ciu- dad a numerosos peregrinos.” Las solicita por todas partes; las compra; las cambia; pedazos de pafiales del Niflo Jesis, briznas de paja ‘del pesebre, cabellos de la Virgen, gotas de su leche, fragmentos de clavos o de varas de la Pasion... Indulgencias en_nimero reciente se unian a estos insignes tesoros. Se obte- nia su heneficio visitando, el tunes siguiente al do- mingo de Misericordia, las reliquias conservadas en la Schlosskirche, Se podia obtener igualmente, me- diante una ofrenda pagada el dia de Todos los San- tos, y-después de haberse confesado, Ja indulgencia plenaria de la Porcidneula: indulgentia ab omni cul- pa et poena. Asi Lutero, en Wittemberg, no né cindalo de Tetzel” para ver en accién a los predica- dores de indulgencias... y a los que las edquirian, Pero cera Tetzel mis cinico? {No se atrevia a declarar sitaba del “es- 4 Sobre In versién de un chisme de J. Oldecorp, 5 Sobre este aspecto de Federico, cf. Scheel, Af. Luther, 1, cap, Mi, pp. 1695s. (principalmente, sopin Kelkoff, Ablast und Reliquienverehrung an der Schlass Kirche xu Wittemberg, Gotha, 1907). | ALBERTO, FOCAR, TETZEL 3 op regoeijados papanatas que apenas caido su dine- a los reecoro, el ina que ee Uratabe de iberar volaba i Purgatorio y se iba directamente al Paraiso: Sobald das Geld im Kasten lingt, Die Secle aus dem Feglewer springt hecho, puede uno no querer hacerse denigra- pc ‘de Tetze, charlatén eélebre, y negarle sin cctbargo, la paternidad de esos dos versos_ machaco- os, Abrase el primero de los gruesos in-folios en Jos Males Du Plessis d'Argentré hizo caber su imponen- fe coleccién de los juicios de la Facultad de Teolo- gia de Paris: se vera, in it mas lejos, que en el afio ie 1482 Ia Sorbona juzg6, y condend, una propos ‘ ee Te habia sido diferida y que traduzco de su Jatin: “Toda alma del Purgatorio vacla inmediata- mente al Cielo, es decir, es liberada inmediatamente de toda pena, desde el momento en que un fiel pone tna moneda de seis blancas, por manera de sufragio o de limosna, en el cepo para las reparaciones de la jglesia de San Pedro de Saintes.”* Esto es lo que predicaba, mucho antes de 1517, un eclestistico an: Fimo y que fue censurado. La censura no previno jor lo demés las reincidenciae; el 6 de mayo de 1518, [P’Sorhona debia volver « la carga, y calificar de fal- say escandalosa Ia misma proposicién. Como puede verte, Tetzel no tenia nada de inventor. '¥ en cuanto a lo que predicaba... Remisién ple- naria de todos sus pecados a aquellos que, contritos de corazén, confesados de hoca, habiendo visitado siete iglesias reverenciadas y recitado cinco padre- nuestros y cinco avemarias, dieran a la caja de les indulgencias una ofrenda, cotizada segin el rango social y la fortuna, que variaba desde 25 florines de ‘oro para los principes, hasta medio florin, © incluso absolutamente nada, para Los simples fieles. Derecho @ Da Plessis PArgentté, Collectio Tudicioram de Novis Erroribus, I, pp. 80655, 4 EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS de escoger un confesor, regular o secular, y de obte- ner de él, una vez en el curso de la vida y, en articu: lo de muerte, todas las veces que fuera necesario, la indulgencia plenaria y la absolucién, no slo de los pecados ordinarios, sino de los casos reservados: esto, mediante un cuarto de florin, precio minimo, Final. mente, concesién de la remision plenaria de los peca- dos para cualquier alma del purgatorio, mediante ofrendas cotizadas como las arriba las: tales eran log tres favores principales que Tetzel vendia a los suscriptores henévolos. En todo esto, nada habia de inédito, nade que no fuera normal y en concordan- cia con los usos y las ideas del tiempo... ;Entonces? EL eco ibit? La explosion ives pro vocada, en cierto modo, por un espectaculo i it tin per nl precedente? Petes ees IL. La ReAccION pe LuTERO En realidad, es preciso, con jor decisién ain de lo que sucle hacerse —Iaé viejas maneras de pen sar se imponen con tanta tenacidad a los espiritus liberados yuprereni a la vez—, es preciso recons- tituir en plena concordancia con la que se cree saber de la evolucién interior de Lutero en los aiios decisi- vos de 1515, 1516 y 1517, Ia historia de una eri e fue, toda ella interior, y particip6 muy poco de la anécdota. Lutero, en 1515, en 1516 —las notas del Curso sobre la Epistola a los Romanos to muestran hasta la evidencia—, ha tomado posesién realmente de sus ideas personales. Por lo bienhechoras que son para 1, les tiene tanto agradecimiento, les supone tanta cficacia, que se lanza a comunicar a los otros el que- ido tesoro que acaba de descubrir. A los otros? A Jos estudiantes en primer lugar, en sus cursos. A la gente simple en sus sermones, ‘A los tedlogos igual- mente, a los tedlogos, a los hombres doctos, sus igua- les, sus antiguos maestros, sus émulo: + ¥ vemos a LA REACCION DE LUTERO 85 utero, poco a poco, tomar Ia figura de un jefe de tater En septiembre de 1516, redacta y hace dis cv pajo eu presidencia por un eandidato, Berahardi siFeldkirchen, unas tesis de viribus et voluntate ho- Geis sine gratia, cayo titulo por si sélo muestra su Tharacién de las doctrinas gabriclisas, y del aristote- seco Un affo después exactamente, en septiembre T'ISI?, preside de nuevo una dispute Contra Scolas- je am theologiam y redacta en esta ocasiin para otro tetfidato, Fr. Gunther, unas tesis, 97 tesis, que son cam exposicion de las’ grandes \ineas directrices de su doctrina? El hombre, transformado en un arbol podrido, arbor male Jactus, no puede querer y hacer mas que mak, Su voluntad no es libres es sierva. Decir {que puede, por sus propios medios, alcanzar esa cum: fie, sl amor de Dios por encima de todo, es mentira y quimera (terminus ictus, sicut Chimera). Por pa: YiMlena, el hombre no puede amar a Dios sino egofs- Tumente, ‘Todo esto es una refutacion muy clara por Trtero de las doetrinss escotistas y_ gabriefaas para que nadie lo ignorase, indicaba al final de cada ven de sus tesis: Contra Scotum, contra Gabriclem, tintra dictum commune... Después venian tesis fi- fecsfieas. Con el mismo vigor y sin escatimar nada, [utero proclamaba su odio a Aristételes, a su mete- Fisies, a su logica, a su ética: “La execrable ética gristetélica es toda ella enemiga mortal de Ia gracia {jcontra los escoldsticos!). Es falso que la teoria de Ie felicidad de Aristételes no esté opuesta radicelmen- tea la doctrina cristiana (jcontra los moralistas, con- tra morales!). Un teélogo que no es un logico es un monstruo de herejia: he aqui una proposicion que e ‘dla misma monstruosa y herética.” Después de, lo cual Lutero concluia desarrollando su tema favor la oposicién fundamental de le ley y de la gr “Toda obra de la ley sin la gracia tiene la apariencia TW, 1p. M2 Ey op sor. arg, Te pp. 2355s, (1065), BW Ly pe 221i of. Strohl Hl, pp. 16Pss. % EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS de una buena accién; vista de cerca, no es mas que un pecado. Malditos los que cumplen las obras de la ley; benditos los que cumplen las obras de la graci La ley buena que hace vivir al cristiano no es la ke muerta del Levitico; no es el Decdlogo; es el amor de Dios, derramado en nuestros corazones por el Es- pirita Santo.” Asi argumentaba Lutero en 1516 y en 1517. Con una plena y profunda sinceridad, También, tal vez, con un grano de particularismo universitario que se deslizaba a pesar suyo en sus preocupaciones? Era a escuela de Wittemberg, la doctrina de Wittemberg lo que se trataba de poner enfrente de las escuclas ri- vales de Erfurt, de Leiprig, de Francfort, del Oder y de otras partes... Las tesis de Cunther de 1517 son comunicadas por Lutero, que envia copias a eus ami gos y las hace sostener por los de Erfurt. Ha legado el momento, para sus ideas, de afrontar la critica de Jos maestros. Los que no queden convencidos de pri- mera intencién argumentarén. Y Lutero sabe que los convencera. Tiene a Dios de su parte, en su corazén eno de fe, en su conciencia ahora’ apaciguada y tranquilizada. Las tesis de Gunther: septiembre de 1517. Las tesis sobre las indulgencias: octubre de 1517. El 31 de octubre de 1517, en Ia puerta lateral de Ia capilla del castillo de Wittemberg, Lutero fija un anuncio en latin: “Por amor a la verdad, por celo de hacerla triunfar, las proposiciones siguientes serén discutidas en Wittemberg, bajo la presidencia del R, P. Martin Lutero, maestro en artes, doctor en la Santa Teolo- gia y lector ordinario en la Universidad, Ruega a ‘aquellos que no puedan estar presentes en la discu- sin oral que intervengan por carta, En nombre de Nuestro Sefior Jesucristo, Amén.” El tema? Pro declaratione virtutis indulgentiarum.? Asi, pues, Tetzel? Sin duda, Pero, en primer lugar, fijémonos en Ia fecha. El 31 de octubre es la vispera de Todos #W., 1p. 229; ef. Strobl, H, pp. 223.2. LA REACCION DE LUTERO at Jos Santos. Y el dia de Todos los Santos era cuando ada. aio Tos peregrinos acudian, inoumerables, Sintemberg, para ganar los perdones visitando las wes ‘ares al corazon —y a la bolsa— de Fede- veo. La indulgencia predicada por Tetzel: bien. Pero Tice gigencia adquitida en Witlemberg igualmente.. “Teel. Pero qué contenia el anuncio fijado por Luero?; zbrutales ataques contra ese charlatin tra- ficante en cosas santas?; zla denuncia violenta del eceindalo de su indulgencia, de la indulgencia para Son Pedro de Roma y los menudos beneficios de Al- herto de Brandeburgo? El anuncio Janzaba cont Ia indulgencia una acusacidn esencial, una acus de fondo: la de conferir a los pecadores una fa seguridad. acu no esté formulada una s i vyez, en un solo articulo, Vuelve continuamente, @ través de toda la pieza, a cada nuevo giro, del pensamiento Iuterano. “Cuando dijo: haced peniten cia, Nuestro Sefior Jesucristo quiso que ta vida en- tera de los ficles fuese penitencia.” Es la primera tecis, “Hay que exhortar a los cristianos a que sigan ‘a Cristo, su jefe, a través de los tormentos, de la muer- te y del infierno, y s entrar en el ciclo a través de muchas tribulaciones (Hechos, 14, 22) mas bien que ‘a descansar sobre la seguridad de una falsa paz.” Son Jas dos éltimas, la 94% y Ia 95? tesis. sto enmar- ca la eerie completa de las afirmaciones de Lutero. Une. con el mis estrecho de los lazos, su doctrine sobre las indulgencias a su doctrina general, a su concepeién en conjunto de la vida cristiana, Esto hace de las 95 tesis del 31 de octubre una aplicacion particular, un corolario preciso de las 97 tesis del + Ue septiembre. ... Y con esto queda revelada, en toda esta génesis, la importancia exacta de ese pretexto: Tetzel. Hay, en las 95 tesis, un articulo 39, donde me parece captar facilmente una confesiin, una confiden- Cia. personal de Martin Lutero: “Es una cosa, extra- ‘ordinariamente dificil, incluso pata los més bébiles cy EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS tedlogos, exaltar # la vez ante el pueblo la gracia de Ins indulgences y la nevesidad de la eontrcion.” Y el articulo 40, que es el siguiente, afiade: “La ver- dadera contricién busca y ama las penalidades; Ia indulgencia en cambio relega las penalidades y nos inspira una aversién contra ellas...” jQué claros son estos texios, y qué elocuentemente hablan! Es- tas son sin duda las intimas inquietudes de un Lu- tero, sus reflexiones ante el problema brutalmente plantesdo a su espiritu y, més aiin, a su conciencia de predicador, por ese conflicto violento de tesis in- compatibles. Por aqui es por donde el debate sobre a indulgencia se suelde con su nocién de la verda- dera religién... Pero entonces, qué probabilidad hay de que este hombre, tan dispuesto a ir hasta el extremo de sus sentimientos, haya esperado a Tetzel y sus sermones para tener conciencia de una antino- mia_semejante? Ya sé que él lo dijo. Lo dijo en el crepisculo do su vide oa 1541, ca tm pasaje de wu escrito contra Enrique de Brunswick: Wider Hans Worst. EI texto es bien conocido.” “Viendo que, en Wi temberg, una multitud de gente corria tras las indul- gencias a Jutterbock, a Zerbst, a otros Iugares, y, tan cierto como que Cristo me ha rescatado, no sabiendo entonces mas que cualquier otra en qué consistia la indulgencia, empecé a predicar tranguilamente que habia algo mejor y mas seguro que comprar perdo- nes...” Resumen demasiado rapido e inexacto. A Lutero viejo le era fécil resumir asi recuerdos le} nos, No nos es permitido tomar este resumen al pie de la letra... Lutero se equivoca. Precisamente porque sabia ya, 0 creia saber “mejor que cualquier otro” en qué consistia la indulgencia, es por lo que tomé la palabra, a pesar de la prudencia que le acon sejaba su respeto a un principe, Federico, que teni interés en las indulgencias y se dedicaba @ colecci 19 Ch. por ej. los Extraits de Luther so OF yy traits de Luther de Goguel, Paris, LA REACCION DE LUTERO oo narlas, Para tener la prueba de esto no hay més que abrir el tomo I de la edicion critica de Weimar. 1516. Extracto del sermén predicado el décimo domingo después de la Trinidad.’ Tema: Las In- Gulgencias, Argumento: “Los Comisarios y_ sub-Co: tnisarios encargados de predicar las indulgencias no hacen nunca otra cosa que alabar sus virtudes al pueblo, y excitarlo a que fas compre. Nunca los oiréis Fxplicar @ su) auditorio lo que es en realidad Ia in- Gulgencia, a qué se aplica y cules son sus efectos. Poco les importa que los cristianos engaiiados se figu- ren que, apenas comprado el pedazo de pergamino, estén salvados. ..” 'Y lo que sigue es particularmente interesante. Este conflicto que denuncia Ia 39% de las 95 tesis, en octubre de 1517, este antagonismo entre la gracia de las indulgencias y la necesidad de la contricién, pre samente aqui esta expuesto por Lutero en términos absolutamente personales; aqui esta planteada la dis- tincion entre la infusio que es intrinseca y la remissio que es extrinseca, no siendo sino la remision de la pena temporal, de la pena candnica a In que ef sa- terdote ha condenado al pecedor... Hay que cum plisla en le tierra; quien muera antes 1a pagardé-en 41 Purgatorio; y si el Papa puede remitirla, no es por el poder de las Haves, sino aplicandole Ia inter cesién de la Iglesia entera. Y aiin subsiste una duda: {Dios acepta en parte solamente, o totalmente, seme Jante remision? Y Lutero afirma: “Predicar que semejantes indulgencias pueden rescatar las almas del Purgatorio es tener demasiada temeridad.” Desde esta fecha, desde 1516, afiade esto, que se da habi- tualmente como el gran atrevimiento del documento de 1517, esto que repite textualmente la tesis 82 de Wittemberg: “El Papa es demasiado cruel si, te niendo en efecto el poder de liberar a tas almas del Purgatorio, no cuncede gratis a las almas que sufren 2 W, I, p. 65 9 EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS lo que torgs por dinero a Tes almas privilegia Nada mis interesante que este corto documento de 1516. Cree uno eaptar en él el trabajo mismo del pensamiento de Lutero, en esos afius de ehullicién pro- funda y de génesis. Mis que un sermén, mas que una disertacién, es una serie de interrogaciones que el agustino se hace a si mismo, Y a veces eonfiesn: “No sé!” Escuchémosle: “Me diréis: la contricion per- fecta de si mismo puede abolir toda pena; entonces, Zpara qué sirven las indulgencias?...” Pero ya la conclusion esté asegurada: “jTened cuidado! {Que las indulgencias no engendren nunca en nosotres wna falsa seguridad, una inercia culpable, Ia ruina de Ia gracia interior!” ‘Tetzel no habia nacido todavia a la historia cuando Lutero esctibié estas Tineas. 0 cuando formulaba esta otra interrogacién, que ia le- jos: “;Pero quién nos garantiza que Dios acepte lo que el Papa propone?. .. Quis certus est, quod ita Deus acceptat sicut petitur? 1516. A la mitad del aio. El 31 de octubre, un mente, dia por dia, antes del anuncio de is, el 31 de octubre ya, en la vispera del gran dia de los Perdones de Wittemberg, Martin Lu Aero prediaba um cermin sobre la, indulgercia’® isma argumentacién. Y familiar a Lutero, porque Io dice al empezar: “Dixi de iis, alias, plura.” den? Sin duda en la capilla de tos agustinos. ‘Por Io. demas, es la inspiracién misma de las 93 tesis, IIL, Las 95. tests Las 95 tesis: ni,un panfletos armas; ni la reacciin una Hamada a las sibita de un hombre ante cu- “lingsin, Pape ruts bier snimas gon com iat god fs po fcuie esa Tn 3H EL ao del sermin, predicado el 3T a rtubre, bo sda. Se ha dicho 1517: les editores gens eho 1SITy Tos eavoves de: Wear LAS 95 TESIS 1 oe ojos se deearrolla on escindalo.imprevisioy Moastado evidente, La manifestacién, entre otras, Ge un designio formado por Lutero antes de que ‘Tetzel apareciese y de que Alberto de Brandeburgo ectuviese en cuestion. La aplicacién a un caso parti- Solar (que no podia dejar de plantearse ante el tspiritu y la conciencia de Lutera) de Tos principios Que habia claborado, de las nociones que se habia fiemado. .. Afiado: la reedicton, con mas brillo, mas amplitud, més seguridad, de tesis que, desde hacia por lo menos dos afios, preocupaban sin cesar al es- Firitu siempre en trabajo, al espiritu “infatigable y Ptridente” de Martin Lutero, Alberto de Brande- urge, Tetzcl, los germones erandilocuentes ¢ impios de Zerbst, de Juterbock y de otros: pretextos; w oca- iones, como se quiera, No es de una bula que, entre decenas de otras semejantes, concedia indulgencias sino del trabajo interior de Martin Lutero sobre Martin Lutero de donde salid, completamente erma- da, la protesta del 31 de octubre. Y sin duda el gesto del agustino, en ese medio- dia de otofio, estaba cargado de consccuencias, 2Un ggesto revolucionario? Es lo que se dice siempre, rit tualmente, 4 posteriori, porque se conoce la historia ¥ no es falso en conjunto, Porque Lutero no habia hecho imprimir sus sermones de 1516 y de 1517 sobre las indulgencias. Pero de las 95 tesis —quehabian de imprimirse may pronto—, desde el 31 de octu- bre de 1517, envia copia al arzobispo de Maguncia, ‘Alberto de Brandeburgo, con una carta categ6rica.!! Sin embargo, no era una declaracién de guerra. Una advertencia, ‘si. Una llamada al orden, severa, en hombre de Dios, La aplicacién de esas ideas que, come hemos visto, formulaba ya en 1512 en el ser~ mén fabricado para el prehoste de Leitzhau, Ni en Tas tesis, ni en Ia carta a Alberto, se deja llevar a las injurias, a los gritos furiosos. Al contrario. Tiene para con los charlatanes que engafian a los ficles una ¥4 End, I, n? 48, pp. 113s. EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS el articulo 40, que es el siguiente, afade: “La ver- dadera contricién busca y ama las penalidades; la indulgencia en cambio relega las penalidades y ‘no inspira una aversiOn contra elas...” jQué claros son estos. textos, y qué elocuentemente heblan! Es- tas son sin duda las intimas inquietudes de un Lu- tero, sus reflexiones ante el problema brutalmente planteado a su espiritu y, més ain, a su conciencia de predicador, por ese conflicto violento de tesis in- compatibles, Por aqui es por donde el debate sobre a indulgencia se suelda con su nocién de la verda- dera religiOn... Pero entonces, zqué probabilidad hay de que este hombre, tan dispuesto a ir hasta el extremo de sus sentimientos, haya esperado a Tetzel y sus sermones para tener conciencia de una antino- mia_semejante? : Ya sé que él lo dijo. Lo dijo en el crepiisculo de su vida, en 1541, en un pasaje de su escrito contra Enrique de Brunswick: Wider Hans Worst. EL texto es bien conocido.® “Viendo que, en Wit temberg, una multitud de gente corria tras las indul- gencias a Jutterbock, a Zerbst, a otros lugares, y, tan cierto como que Cristo me ha rescatado, no sabiendo entonces més que cualquier otro en qué consistia la indulgencia, empecé a predicar tranquilamente que habia algo woejor y més seguro que comprar perdo- nes...” Resumen ‘demasiado rapido ¢ inexacto. A Lutero viejo le era fécil resumir asi recuerdos lej nos. No nos es permitido tomar este resumen al pie de la letra... Lutero se equivoce. Precisamente Porque sabia ya, o creia saber “mejor que cualquier "” en qué consistia la indulgencia, es por lo que tomé la palabra, a pesar de la prudencia que le acon: scjaba su respeto a un principe, Federico, que tenia interés en las indulgencias y se dedicaba a coleccio- 49 Ch. por ej. los Extraits de Luther fe wl CBee is de Luther de Goguel, Paris, LA REACCION DE LUTERO "9 parlas, Para tener la prueba de esto no hay més que “prir el tomo I de la edicién critica de Weimar. 1516. Extracto del sermén predicado el décimo domingo después de la Trinidad. Tema: Las In- Gulgencias, Argumento: “Los Comisarios y sub-Co- misarios encargados de predicar las indulgencias no hiscen nunca otra cosa que slabar sus virtudes al ueblo, y excitarlo a que las compre. Nunca los oir Pilicar a su euditorio lo que es en realidad la in- Gulgencia, a qué se aplica y cudles son sus efectos. Poco les importa que los cristianos engafisdos se figu- ren que, apenas comprado el pedazo de pergamino, estin salvados. ..” "Y lo. que sigue es particularmente interesante. Este conflicto que denuncia Is 39% de las 95 tesis, en octubre de 1517, este antagonismo entre Ia gracia de las indulgencias y la necesidad de la contriciin, pre- cisamente aqui esta expuesto por Lutero en términos absolutamente personales; aqui esta planteada la dis tincion entre la infusio que es intrinseca y la remissio que es extrinseca, no siendo sino la remision de la pena temporal, de la pena candnica a Ia que el sa- terdote ha condenado al pecador... Hay que cum plirla en le tierra; quien muera antes Ia pagaré-en 41 Purgatorio; y si el Papa puede remitirla, no es por el poder de las Haves, sino aplicindole 1a inter- Cesién de la Iglesia entera. Y aiin subsiste una duda: {Dios acepta en parte solamente, o totalmente, seme- (sin? Y Lutero afirma: “Predicar que temejantes indulgencias pueden rescatar las almas del Purgatorio es tener demasiada temeridad.” Desde esta fecha, deede 1516, afiade esto, que se da habi- fualmente ‘como el gran atrevimiento del documento de 1517, esto que repite textualmente Ia tesis 82 de Wittemberg: “El Papa es demasiado cruel si, te niendo en efecto el poder de liberar a las almas del Purgatorio, no concede gratis a las almas que sufren 2 W, hp. 65. 9 EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS Yo ug gtoran por dinero. a as alas privilege: Nada mas interesante que este corto documento de 1816. Gree aco eaptar en el abajo mina a pensamiento de Lutero, en esos afios de ebullicion pro- funda y de génesis, Mas que un sermén, mas que erlacidn, es una serie de interrogaciones que el He uae! confiesa: “No fe diréis: la contrieién_per- fecta de si mismo puede abolir toda pena; sting apara qué sirven las indulgencias?...” Pero ya la conclusion esti asegurada: “;Tened cuidado! iQue las indulgencias no engendren nunca en nosotros una falsa seguridad, una inercia culpable, la ruina de la gracia interior!” Tetzel no habia nacido todavia a Ia historia cuando Lutero escribié estas Tineas, 0 cuando formulaba esta otra interrogacion, que iba Te jos: “;Pero qui ys garantiza que Dios acepte lo que el Papa propone?. . . Quis certus est, quod ita Deus acceptat sicut petitur?” 4 1516. A la me del Bie El 31 de octubre, un aio exactamente, dia por dia, antes del anunci las 95 tesis, el 31 de ee ya, en la ee a gran dia de los Perdones de Wittemberg, Martin Lu- lero. predicaha un sermén sobre la indulgencia.!* Misma argumentacién. Y familiar a Lutero, porque Jo dice al empezar: “Dixi de iis, alias, plura.” ¢ Alias? Sin duda en la capilla de los agustinos. Por lo demas, es la inspiracién misma de las 95 tesis, IIL, Las 95 Las 95 tesis: ni un panfletos ni una Tamada a las armas; nila reaccidn sibita de un hombre ante cu- TEA liegcin pst endsis a teeter entaacee sitar quod potest, no pecunia necessaria ad Is BW. Lp. OE alin lel sermin, qeedirade el 31 di cvtuhee, nn se da, Se ha dicho 1517; los editores de_ Weimar seine 1517: los editores de. Weimar LAS 95 TESIS a os ojos se desarrolla un escdndalo imprevs Memnasiado evidente, La manifestacién, entre, ob fe an designio formado por Lutero antes de que Teteel apareciese y de que Alberto de Brandeburgo cstuviese en cuestion. La aplicacién a un caso parti; Siar (que no podia dejar de plantearse ante el tspiritu y Te conciencia de Lutero) de los principios (ue habia claborado, de las nociones que se habi formado, .. Afiado: le reedicién, con més brillo, mé amplitud, mis seguridad, de tesis que, desde hacia lo menos dos afios, preocupaban sin cesar al es- tu siempre en trabajo, al espiritu “infatigable y Faridente” de Martin Lutero, Alberto de Brande- hargo, Tetzcl, los sermones grandilocuentes e impios de Zerbst, de Juterbock y de otros: pretextos; tt oca- Siones, como se quiera. No es de una bula que, entre Gecenas de otras semejantes, concedia indulgenci sino del trabajo interior de Martin Lutero sobre Martin Lutero de donde salié, completamente arma- da, la protesta del 31 de octubre. . Y sin duda el gesto del agustino, en ese medio- dia Ye otofos estabe eargadlo de consecuencias. Un gesto revolucionario? Fs lo que se dice siempre, ualmente, A posteriori, porque se conoce la historia. ¥ no es falso en conjinto, Porque Lutero no habia hecho imprimir sus sermones de 1516 y de 1517 sobre las indulgencias. Pero de las 95 tesis —que, habian de imprimirse may pronto—, desde el 31 de octu- bre de 1517, envia copia al arzobispo de Maguncia, ‘Alberto de Brandeburgo, con una carta catezorica.** Sin embargo, no era una declaracion de guerra. Una advertencia, si, Una Hamada al orden, severa, en nombre de Dios. La aplicacién de esas ideas que, como hemos visto, formulaba ya en 1512 en el ser mén fabricado para el preboste de Leitzkau, Ni en fas tesis, ni en la carta a Alberto, se deja llevar a las injurias, a los gritos furiosos. Al contrario. Tien para con los charlatanes que engaiian a Jos files una 14 End, In? 48, pp. 113 4s 92 EL ASUNTO DE LAS INDULGENCIAS especie de mesura desdefiosa: “Mi finalidad es me- nos incriminar sus clamores (pues no los he oido) que destruir Iss imaginaciones erréneas que hacen nacer en el espiritu de sus auditores.” *° Esta especie de serenidad era el testimonio de una fuerza singular, y si Alberto de Brandeburgo hubiera sido un conoce- dor de hombres, seguramente hubiera vacilado en denunciar al monje, en iniciar el proceso contra él __ qRevolucfonario, el documento del 31 de octubre? Si y no. :Por su forma, su tenor, su hrutalidad? No lo creo. Aqui, nuevamente, hay que comparar. Revo- lucionario, si, ese Juan Laillier, sacerdote, maestro en artes, licenciado en teologia, que proclamsba en su Sorbénica, en 1484, que “el Papa no tenia el poder de perdonar a los peregrinos, por medio de indul- gencias, Ia totalidad de la pena debida por ellos en razén de sus pecados, aun cuando esas indulgencias fueran otorgadas justa y santamente”..® Afiadia que los decretos y decretales de los Papss no eran més que trampas y engafios, “non sunt nisi truphae”; ha. cia presentir las doctrinas de Lutero sobre el Sacer- docio Universal; declaraba que la Iglesia de Rom: no era la cabeza de las otras iglesiag; que el matri monio de los sacerdotes era ticito y, testimonio de espiritu critico que un historiador tiene el deber de se- falar al pasar, “que no se tiene mayor obligacién de creer en las leyendas de los Santos que en las Cré- nicas de Francia”, Este Laillier salié del Kio abjuran- do de sus errores (jy de qué manera!: pretendis friamente haber ignorado que Wiclef era un heré- tico). El obispo de Paris lo absolvié, con gran escdndalo de la Sorbona. Catorve aiios més tarde, en 1498, un hombre mu- 16 “Non adeo aceuto pracicatorum_exclamatioes, on auliv; "sed dolee,faliines loteligentis popu lis conent Vy T, 115). eae “6 D'Argentss, Collects. udicirum, Y, 300; Rena Préréforme et Humanisme, 1916, p. 108. as LAS 95 TESIS 23 cho mis conocido y cuya influencia sobre Erasmo jen sabida, el franciscano Juan Vitrier, era em fado en la Sorbona por haber profesado, entre iMias proposiciones notoriamente escandslosas, ésta: que no se debe dar dinero por los perdones” y que lye perdones vienen del infierno”27 Panurgo, en gus dias de mayor licencia, no diré nunca tanto. Y Martin Lutero, el 31 de octubre de 1517, no usaba de un vocabulario asi. Vitrier, censurado, termind sit Vida tranquilamente en su convento de Saint-Omer... ‘He aqui dos ejemplos, entre muchos otros, que nos ayudan a valorar exactamente Ia audacia “for: mal” de un gesto atrevido pero mesurado en su atre- Vimiento, Sélo que, precisamente, Io que hacia la Fuerza de Lutero es que no se limitaba a lanzar un grito violento, a clevar de pronto una proteste bru- tal pero sin porvenir. Lutero aportaba noventa ¥ cinco tesis, Detrés de estas noventa y cinco tesis es: tahan las noventa y siete tesis de septiembre, Detras de estas tecis, diez afios de su vida, diez afios de esfuerzos heroicos para encontrar la paz. Y no era ni siquiera una “doctrina” lo que sostenia. Nuestra engua, tan pobre, nos obliga a utilizar palabras mal adaptedas, Detris de sus protestas y de sus afirma- ciones de 1517, Lutero se ponfa entero, en cuerpo y alma. Ponia a un hombre, y a un hombre al que nada en el mundo haria retroceder, porque en su co- yazén, un Dios, su Dios, vivia, sensible y tangible a cada instante: un Dios del que sacaba su fuerza con- fesindole, confidndole por decirlo asi, su debilided y su miser ‘Asi, antafio, al anuncio de las tesis, al movimien- to de rebeldia contra un abuso formal, se le buscaba tun antecedente de la misma naturaleza. Se encontraba sin eafuerzo este antecedente en los sentimientos de Tebeldia que se le prestaban igualmente al joven Lu- tero de Roma. ZY hoy? De manera muy natural se ve al agustino, sumergido hasta entonces en sus me- 37 D’Argentré, ibid, T, ps 340; Renuder, ibid. p. 297. 91 EL ASUNTO DF. LAS INDULGENCIAS ditaciones solitarias, erguiree en pie y clamar, jqué? ios sebalitn xtieg os veo ktan de Yeo Funda, indestructible, iluminada, en una doctrina po- seida al precio de grandes esfuerzos, saludable entre todas y pacificadora, la Gnica, y de la cual los tor- ninales mis bien, se esfuerzan en apartar asunto de las Indulgenci macidn, La consecuencia légica, la eonelusién necesa- de todo el esfuerzo de pensamiento del monje, desde su entrada en el convento de Erfurt. Sélo que quien lanza un grito no sabra nunca qué cos levantar su vor. El 1° de noviembre de 1517, nadie se presents para discutit con el Hermano Mar- tin, Pero en unos pocos dias, las noventa y cinco tesis, reimpresas, traducidas al alemin, Hevadas a to- dos los medios, traian al monje, para gran sorpresa suya, el eco de una vor cuya potencia y euyo acento Je turbaron profundamente, La vor de una Alemania inquieta, sordamente estremecida de pasiones mal con- tonidas, y que no esperaba mas que une sefial, un hombre, para revelar pilblicamente sus deseos se- ere fnuto decisive en el cual, sobre el proscenio, en- frente de Martin Lutero, se ‘dolantay_colahorad andnimo pero cuya parte en Ja obra se ensanchard constantemente, “el hombre aleman” de 1517, leno de energias contradictorias. El es quien, de golpe, va a hacer nacer y morir en su origen la obra original, Ia obra hecha del solo impuleo que un monje Hevaba en si, y de la que no firmé ante Ia historia mis que una prueba falseada, It, LA ALEMANIA DE 1517 Y LUTERO No se acostumbra decirlo corrientemente, ys sin em- argo, hay que anotarlo: si habia en Europa, al fina- fer el primer cuarto del siglo xv1, un gran pais que no ofreciera a una Reforma, en ef sentido cortiente Ye la palabra, y a un Reformador, mas que un terre- fo difeil y un suelo ingrato, este pais era Alemania. La Alemania de 1517: tierras fuertes, recursos ma- teriales poderosos, ciudades orgullosas y espléndidass trabajo por todas partes, inicialiva, riquezas; pero ninguna unidad, ni moral ni politica. Anarquia. Mil deseos confusos, a menudo contradictorios; la aspera amargura de wna situacion turbia y. desde algunos puntos de vista, humillante: por ola perte, una to- al impotencia para remediar cl msl. No repitamos Snitilmente y fuera de sitio lo que dicen tantos Tibros ya puestos a prucha, No vacilemos tampoco en re- fordar en pocas palabras todo lo que pueda ayudar a comprender mejor la historia que nos ocupa. En un Finedn de esa Alemania, un hombre vivia en 1517, oscuro, desconocide, un’ monje del que no se sebia ni siquiera si merecia, en una biografia general de los agustinos, una mencién de cinco lineas. Ese hom- bre, en algunos meses, tha a convertirse en un héroe nacional. Vale la pena preguntarse lo que un estudio atento del mapa politico y moral de la Alemania de tse tiempo podia dejar adivinar de una aventura ‘como ésa, de sus posibilidades de éxito, de sus posi- bilidades ‘de duracion, 1, Misentas Porfricas ‘Alemania era un pais sin unidad: esto es lo esencial. Habia alemanes, numerosos, fuertes, acti: vos, muchos alemanes que hablaban dialectos vecinos los unos de los otros, que tenfan en gran medida cos: tumbres, usos, maneras de ser y de pensar en comii Esos alemanes formaban una “naci’n” en el sentido medieval de la palabra. No estaban agrupados, to- 5

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