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GONZALO SANABRIA ANZOLA

ELEGIDO POR DIOS


A PESAR DE TODO
(Reflexiones de Vida y liderazgo)
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Libros Cristianos Gonzalo Sanabria

Todos los derechos reservados. Ninguna porción de éste


libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema
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Excepto para citas breves en revistas o libros con la


correspondiente mención. A menos que se indique lo
contrario, las citas bíblicas han sido tomadas de la Biblia
Versión Reina-Valera de 1960, de las sociedades Bíblicas.
Todos los derechos reservados.

DEDICATORIA

Dedico este libro a mi buen Dios, por Su amor y paciencia


conmigo. A Jesucristo mi salvador y maestro y al Espíritu
Santo bendito Consolador. A mi linda esposa Andrea
regalo de Dios y a mi hijo Daniel.

AGRADECIMIENTOS

A mi familia, a la iglesia que Dios me permite pastorear


(por su apoyo y oraciones), a todos los que leen nuestras
publicaciones, y por supuesto a Dios, quien me da la fuerza
y la capacidad para escribir y desarrollar el llamado que me
ha hecho.
Contenido

INTRODUCCIÓN
EL AMOR DERROTA LAS ADVERSIDADES FAMILIARES
POR LA OBRA DE DIOS UN OBSTÁCULO SE CONVIERTE EN
BENDICIÓN
EL LLAMADO DIVINO ES MÁS FUERTE
DERROTEMOS TODO SENTIMIENTO DE CULPA
AÚN EN EL MÁS DIFICIL DESIERTO DIOS NO DESAMPARA A
SUS HIJOS
DIOS NO DESAMPARA NI DESECHA SUS PLANES.
LIBRES PARA CUMPLIR CON EL PLAN DE DIOS
DIOS NUNCA SE EQUIVOCA
NO HAY OBSTÁCULO MÁS GRANDE QUE EL MIEDO
LAS BATALLAS NOS HACEN MÁS FUERTES
MOISÉS DEBE SUPERAR ALGUNAS DIFICULTADES CON SU
ESPOSA E HIJOS
MOISÉS FUE UN BUSCADOR DE DIOS
LIDIANDO CON LA OPOSICIÓN
MOISÉS NO PUDO ENTRAR A LA TIERRA PROMETIDA
DIOS HONRA Y BENDICE A SUS ELEGIDOS
INTRODUCCIÓN

Las dificultades y obstáculos son propios de la vida del ser


humano. Una fortaleza ante éstos es estar precisamente
seguros de las razones por las cuales vamos hacia
adelante. La visión o meta de vida es fundamental para
luchar ante la adversidad y para disfrutar los avances. Una
vida sin metas o sueños es una vida que respira sin pasión,
es un tesoro que se desperdicia ante la maravilla de la
creación.

Éste libro está basado en la interesante vida de Moisés, sus


errores, virtudes, fracasos, éxitos, su familia, su liderazgo,
su poderosa comunión con Dios, etc. Es una vida llena de
enseñanzas y revelaciones sumamente útiles para nosotros
hoy día. Por eso es un libro de motivación e inspiración
cristiana. Rico en reflexiones de vida que a la luz de la Biblia
nos hará recapacitar en nuestro propósito de existencia.

En sus quince capítulos describe el sin igual nacimiento de


Moisés, la educación recibida de sus padres, su juventud y
errores, la huida al desierto, la conformación de su familia,
sus éxitos y fracasos en el peregrinar por el desierto, su
única y poderosa comunión con Dios, su error o pecado por
el cual no pudo entrar a la tierra prometida, entre otras
enseñanzas de gran valor para la iglesia hoy.

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“SERMONES PARA PREDICAR, TOMO 6”


CAPÍTULO 1
EL AMOR DERROTA LAS ADVERSIDADES
FAMILIARES

Muchos líderes del Señor, ungidos, privilegiados, exitosos,


tuvieron un talón de Aquiles o debilidad: su familia. Por
ejemplo el sacerdote Elí, el profeta Samuel, el Rey David,
pero la voluntad de Dios, es que nuestra familia le siga y le
sirva. Por eso necesitamos la sabiduría del Señor para ver
el plan divino desarrollado en nuestro hogar, y decir como
Josué: "Yo y mi casa serviremos a Jehová". Vamos a
considerar inicialmente la importancia de los padres en la
vida de Moisés.

Los padres de Moisés fueron Amram y Jocabed, Números


26:59 “La mujer de Amram se llamó Jocabed, hija de Leví,
que le nació a Leví en Egipto; ésta dio a luz de Amram a
Aarón y a Moisés, y a María su hermana”.

Es interesante que Amram significa: gente exaltada,


Jocabed significa: Dios es honorable, Dios es gloria, y
Moisés significa: salvado de las aguas, sacado de,
respuesta. Sus hermanos Aarón y Maria, fueron
respectivamente el sumo sacerdote y profetiza en Israel, era
pues una familia llamada por Dios para servirle y vivir para
él, como creo es la voluntad del Señor para todo creyente.

La Biblia nos muestra someramente los primeros años de


Moisés y su educación en Hechos 7:20-22. Vemos
entonces que durante los primeros años fue educado por
sus padres, y ellos sembraron en su corazón las bases de la
fe, le presentaron al Dios de los hebreos, también
sembraron en su corazón los fundamentos de su identidad
hebrea, y depositaron en él la semilla del propósito del Señor
con él (sería el libertador de Israel). Como Padres somos
responsables de enseñar a nuestros hijos en un marco de
amor la ley de Dios.

Posteriormente su educación continúo en el palacio de


faraón, hasta los cuarenta años. Es interesante ver que esto
último no logró borrar sus principios de fe como tampoco
anuló la conciencia de que Dios tenía un gran plan para él.
Tengamos presente que de igual somos elegidos por Dios,
pues Jesús dijo: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que
yo os elegí a vosotros”, Juan 15:16.

La crisis puede un día llegar a casa sin avisar. Aunque la


llegada de un hijo a la familia, es una gran noticia, los padres
de Moisés enfrentaban la orden del faraón: “todo hijo varón
de los hebreos debía morir”. Pero ellos estaban unidos en la
fe. Eran hebreos, levitas (tribu que sería llamada al
sacerdocio más adelante). Ellos creyeron en Dios, y no
fueron avergonzados.

Dios requiere tu fe y disposición


El mundo de hoy es un desafío para educar y formar a
nuestros hijos, pues son muchas las tentaciones y ofertas
de maldad. Es nuestro anhelo como padres educar y formar
hijos que mañana sean hombres y mujeres de Dios. Así
cómo José y Daniel fueron íntegros en medio de Egipto y
Babilonia respectivamente, somos llamados a formar hijos
que glorifiquen al Señor.
La fe en Dios genera valentía, Hebreos 11:23 “Por la fe
Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por
tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el
decreto del rey”.

Debemos ver con el amor de Dios a nuestros hijos, los


padres de Moisés “le vieron niño hermoso”, lo quisieron
como era. Los hijos no son una molestia, son una bendición
de Dios. Aun en medio de la dificultad (persecución y
esclavitud) ellos no se quejaban por Moisés. Fueron
valientes “por la fe” y lo escondieron por tres meses,
arriesgando sus vidas. Ellos no aceptaron el decreto de
muerte del faraón, lucharon por su hijo y vencieron (no
importa que haya dicho el enemigo acerca de tus hijos,
debemos luchar por ellos con fe en Dios y veremos la obra
del Señor en sus vidas).

La fe en Dios debe transmitirse, Hebreos


11:24-25.
“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de
la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el
pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del
pecado”.
Moisés creció y durante sus primeros años fue educado por
sus padres, pues la nodriza que lo cuidó fue su propia madre
(la hija de faraón lo permitió sin saberlo), durante ese tiempo
le enseñaron que era hebreo, le enseñaron acerca de su
Dios, y cuando debía tomar decisiones la enseñanza de
Dios venía a su corazón y se apartaba de lo que no
convenía. Hoy día nuestros hijos deben fortalecer su fe y su
carácter para rechazar las tentaciones y maldad de éste
mundo.
Los hijos siguen el ejemplo de los padres, Hebreos 11:27
“Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se
sostuvo como viendo al Invisible”. En éste versículo vemos
la actitud de Moisés ante la ira del faraón. “No tuvo temor”.
Recordemos que sus padres no tuvieron temor ante el
decreto del rey (o faraón) y lo protegieron, y su hijo Moisés
heredó esta valentía, pues siendo mayor no tuvo miedo de la
ira del rey. Como padres tenemos el desafío y la
responsabilidad de ser ejemplo para nuestros hijos.

Moisés fue valiente “Porque se sostuvo como viendo al


Invisible”, su fe estaba puesta en el Señor, él miraba con los
ojos de la fe a Dios. Los padres de Moisés no renunciaron
ni renegaron de su fe, aún en medio de un ambiente hostil
como la esclavitud egipcia. Sin duda, un buen ejemplo para
nuestros hijos es que nos vean perseverar siguiendo a
Jesús, aún en los días difíciles.

Una buena enseñanza es fundamental para toda


la vida, Hebreos 11:26 “teniendo por mayores riquezas
el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque
tenía puesta la mirada en el galardón”.

La Palabra de Dios nos guarda de las ofertas “egipcias”. En


Egipto Moisés recibiría muchos privilegios, regalos, poder,
pero su corazón viviría un continuo vacío, pues fue diseñado
para ser un poderoso instrumento en las manos de Dios.
Moisés no fue diseñado para ser un príncipe egipcio o un
faraón, él sería el libertador de una nación. Éste mundo
puede ofrecer a nuestros niños, adolescentes y jóvenes
muchas cosas, ante esto lo que les fortalecerá para no caer
ante lo malo y continuar hacia el plan de Dios para sus vidas
es la poderosa Palabra del Señor.

Lo que el mundo ofrece o da, nunca se puede comparar con


lo que tiene Dios para nosotros. La decisión de Moisés
estuvo en función de lo que él estaba mirando, él “tenía
puesta la mirada en el galardón”. El galardón no sólo es un
premio al final, es la honra de ser llamado por Dios, es el
privilegio de conocerlo, escucharlo y estar para siempre con
el Señor, pues el tesoro más grande es él mismo.
Dios ha diseñado el hogar como el ambiente donde se
forman los hijos, y la enseñanza de los padres es
fundamental, la palabra de Dios es vital en éste proceso,
pues es ésta la que sella y transforma el corazón humano,
es ésta la que conduce a Cristo Jesús, el único que da
salvación y restaura al ser humano.
El nacimiento de Moisés
“Un hombre de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una
hija de Leví, la que concibió y dio a luz un hijo, al ver que era
hermoso, lo tuvo escondido durante tres meses.” Éxodo 2:1-
2.
Es muy importante tener en cuenta que el faraón había
decretado que todo hijo de los hebreos que naciera debía
morir, él había dicho: “Echad al río a todo hijo que nazca”.
Observamos aquí una constante tarea del reino de las
tinieblas: destruir las nuevas generaciones que servirán a
Dios; lo vemos aquí en éxodo 1 y en Mateo 2, cuando
Herodes mandó a matar a todos los niños menores de dos
años en Belén y sus alrededores.

Las estrategias del reino de las tinieblas son variadas,


multiformes y crueles, y todo esto se convierte en un desafío
para los padres de hoy, pues en todo éste marco, debemos
enseñar a nuestros hijos el consejo de Dios.
Es interesante que los padres de Moisés pertenecieran a la
tribu de Leví, la que más adelante se convertiría en la tribu
sacerdotal. Vale la pena destacar aquí que cuando una
pareja se va a casar, debe existir unidad en cuanto a la fe,
visión ministerial, pasión por Dios, pues la ausencia de
estos elementos producirá grandes dificultades.

Los nombres de los padres de Moisés: Amram y Jocabed,


que significan gente exaltada y Jehová es gloria
respectivamente, nos dejan ver la piedad y fe de los abuelos
de Moisés a pesar del yugo de esclavitud egipcia (hablamos
entonces de tres generaciones de fe, ejemplo que debemos
imitar).
Los padres de Moisés experimentan una mezcla de
emociones, por un lado felicidad, pues iba a nacer un nuevo
hijo, y por otra lado miedo ante el mortal decreto de faraón.
Éxodo 2 destaca que ellos “le vieron hermoso”, sin embargo
debemos reconocer que para todos los padres sus hijos son
hermosos. Entonces podemos concluir que ellos pudieron
ver algo más en Moisés, pudieron vislumbrar el plan de Dios
con él.
La carta a los Hebreos destaca la fe de los padres de
Moisés, “por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por
sus padres… porque lo vieron niño hermoso y no temieron
el decreto del rey” (Hebreos 11:23), fueron tres meses
difíciles donde protegieron al bebe. Al considerar cómo
planearon la arquilla, el encuentro con la hija de faraón en el
río, y cómo la propia madre de Moisés se convierte en
nodriza de éste por orden de la hija de faraón, quien le
pagaría por sus servicios, vemos que actuaron con
inteligencia espiritual y Dios fue entonces propicio.

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CAPÍTULO 2
POR LA OBRA DE DIOS UN OBSTÁCULO SE
CONVIERTE EN BENDICIÓN

“Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una


hija de Leví, la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole
que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. Pero no
pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y
la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo
puso en un carrizal a la orilla del río” Éxodo 2:1-3.
Debemos aclarar que cuando en una pareja, sólo uno de los
dos se hace cristiano, la Biblia enseña: “vosotras mujeres,
estad sujetas a vuestros maridos, para que los que no creen
a la palabra sean ganados sin palabra por la conducta de
sus esposas”. Hablamos de intercesión, sabiduría, y
testimonio de vida por parte del creyente, elementos con los
cuales Dios hará su obra en el corazón que aún no cree en
él.
Los padres de Moisés estaban unidos por la fe, aun ante las
crisis. La orden de Faraón, era una orden demoniaca, pues
el objetivo de las tinieblas era acabar con la simiente de
Dios. Pero ellos fueron no solo valientes, sino que su
discernimiento fue profundo, al ver en Moisés el plan del
Señor. Lo escondieron por tres meses, eso fue lo que
acordaron, juntos lo hicieron, lucharon unidos ante la
adversidad.

El destino de Moisés según faraón era la muerte en el rio


Nilo, pero los padres de Moisés estaban unidos en las
decisiones. ¿Qué hacer con Moisés? Amram y Jocabed no
se culparon, se ayudaron. Se encomendaron a Dios y
planearon que hacer. Vemos trabajo en equipo, oración
mutua. Estaban unidos en la educación y formación de sus
hijos, de hecho María (la mayor) fue profetisa, Aarón se
convirtió en el sumo sacerdote de Israel, y Moisés (el
menor) fue el libertador usado por Dios.

La fe es la atmosfera propicia para los


milagros.
El Señor movió su poderosa mano, y fue propicio a la fe de
Amram y Jocabed, padres de Moisés, pues la hija de faraón
lo adoptó y fue la misma Jocabed quien lo cuidó en sus
primeros años. Que soberano es nuestro Dios, pues el río
donde debía morir Moisés, fue el río de la salvación, y la
princesa del pueblo enemigo fue quien lo cuido y educo. Es
cuando por la obra divina un obstáculo se convierte en
bendición.
Puede ser que el enemigo esté afectando la visión
matrimonial, o que los enemigos del matrimonio estén
tocando la puerta de tu casa, o que falte la unidad que el
Señor quiere en casa. Pero, nuestro Dios es todopoderoso
para salvarnos, acércate con fe y confianza, y deposita en
sus manos todas tus preocupaciones y continua avanzando,
él te ayudará.

Él bebe fue llamado Moisés, que significa: salvado de las


aguas ¡El lugar que según faraón era el lugar de muerte,
Dios lo usó como lugar de vida! Como padres debemos
proteger y cubrir a nuestros hijos con oración, sabiduría e
instrucción divina, y por supuesto, con el mejor sermón: un
ejemplo piadoso en casa. Hagamos esto, Dios hará el resto
en nuestros hijos.
Nuestra fe en Dios se expresa mediante actos coherentes
en nuestra vida diaria, y es fortalecida en la comunión íntima
con él. La fe nos lleva a vencer la adversidad y los miedos,
nos conduce a la victoria en Cristo ¡Dios gracias por
conducirnos a tu propósito!
CAPÍTULO 3
EL LLAMADO DIVINO ES MÁS FUERTE

“En aquellos días sucedió que, crecido ya Moisés, salió a


visitar a sus hermanos. Los vio en sus duras tareas, y
observó a un egipcio que golpeaba a uno de sus hermanos
hebreos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no
había nadie, mató al egipcio y lo escondió en la
arena” Éxodo 2:11-12.
A esta altura Moisés tiene cuarenta años de edad, y por
unos treinta y cinco años fue educado en la corte real
egipcia con los mejores profesores y asesores del imperio.
El texto bíblico nos dice “él salió a visitar a su hermanos
hebreos”, de manera que Moisés sabía que era hebreo y
que el pueblo oprimido era su pueblo. Las décadas de
educación y formación egipcia no lograron diluir su identidad
hebrea. Cuán importante es esto, mantener nuestra
identidad como pueblo de Dios por encima del entorno en el
que nos encontremos, pues somos “real sacerdocio, nación
santa, linaje escogido para anunciar las virtudes de nuestro
Dios”.

En éste escenario Moisés (quien “era poderoso en palabras


y obras”) era testigo del maltrato de un egipcio a un hebreo e
impulsado por su ira y deseos de justicia propia, habiendo
observado que no había testigos, se lanza contra el egipcio
y lo mata. Creo que como Moisés, muchas veces nosotros
impulsados por la ira u otras pasiones, hemos actuado loca
y apresuradamente, provocándonos un profundo daño y
lastimando a otros. Acto seguido, cual Moisés que esconde
el cuerpo en la arena, queremos justificar, cubrir o esconder
nuestras acciones.
La verdad es que en nuestra mente hay muchos conceptos
bíblicos, de tal manera que podemos tener extensas y
variadas conversaciones teológicas, sin embargo,
observamos que buen número de veces, nuestra vida diaria
no se ajusta a ese conocimiento teológico ¿por qué? Porque
requerimos más que un saber, esto es, revelación de Dios,
su temor en nuestro corazón y una relación consciente,
sincera y constante con él.

Moisés pensaba que sus hermanos hebreos habían


comprendido ya que él era el libertador (Hechos 7:25), pero
ellos no lo habían entendido así. Seguramente en sus
primeros años antes que su madre lo entregará a la hija de
faraón, Moisés fue instruido y había asimilado la razón de su
vida: sería el libertador de Israel.
Pero Moisés como nosotros tenía que aprender a caminar
en los tiempos de Dios y entender que la obra del Señor no
se hace “ni con fuerza, ni con ejército, sino con el Santo
Espíritu de Dios”. Ante éste error y fracaso (el homicidio)
Moisés huye y vive como extranjero en la tierra de Madián,
éste nombre Madián significa: disputa, y revela la condición
del corazón de Moisés, luchaba con su llamado, con su
futuro, con lo que acababa de hacer.

Pero Dios estaba al tanto de lo que estaba pasando, y sabía


lo que había de hacer, visitaría a Moisés, lo llamaría, y
restaurado lo enviaría a cumplir con aquel plan para el cual
había nacido.
Es fundamental que nos acerquemos cada vez más a Dios,
y procurar conocerle más allá de un saber bíblico y escrito.
Perseverar a pesar de los errores y tropiezos, y en ese
espacio de encuentro con él nos guiará al cumplimento de
aquello para lo cual fuimos diseñados, y es esto lo que
produce en nosotros un gozo altísimo, gozo incomprendido
por el mundo, pues su naturaleza es celestial, y nada iguala
a la plenitud que se experimenta cuando hacemos aquello
para lo cual Dios nos creó.
CAPÍTULO 4
DERROTEMOS TODO SENTIMIENTO DE
CULPA

El enemigo de nuestras vidas procura por cualquier medio


detener el llamado de Dios y el sentimiento de culpa es una
de sus armas. Éste sentimiento mal sano genera miedo y
ansiedad ante “los castigos” por malas acciones, reales o
imaginarias. El sentimiento de culpa aparece por no
perdonarnos a nosotros mismos, y por no creer en el poder
pleno de la sangre del Cordero de Dios cuando le pedimos
perdón a él. El sentimiento de culpa afecta a la persona y su
llamado.
“Al oír esta palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en
tierra de Madián, donde engendró dos hijos” Hechos 7:29.

Consideremos el caso de Moisés: Hechos 7:20-22. Moisés


nace en un tiempo de persecución, todos los niños varones
hebreos que nacieran debían morir siendo lanzados al río
Nilo, pero librado por Dios llegó a ser poderoso (el término
griego usado aquí para poderoso nos indica: apto, capaz,
competente) en palabras y obras en Egipto. A los cuarenta
años comete un homicidio pensando que era el momento de
Dios para comenzar su llamado: Hechos 7:23-28. Moisés
huye, y vuelve a esconderse ante el enojo de Faraón
(también siendo bebe sus padres lo habían escondido de
faraón).
Según Hechos 7:29 Moisés huye a tierra de Madián. Éste
término Madián significa: juicio; que lucha o se esfuerza; que
regaña o reprende; que cubre. Esto nos expresa como
estaba Moisés, cubierto por un manto de condenación o de
fracaso, luchaba y se esforzaba por vivir. Veamos algunas
expresiones del sentimiento de culpa:
Autocastigo (la persona requiere sufrir para sentirse
aceptada por Dios).
Comportamientos compulsivos (adicciones alcohol; drogas;
aventuras sexuales reales o virtuales; excesos de trabajo,
de comida, etc).
Falsa humildad (“no merezco esto, soy muy malo”).
Enfermedades del alma y físicas (somatizando o
expresando el dolor emocional).
La relación con Dios se debilita (la persona de aleja del
Señor y el creyente se siente indigno de su favor). Veamos
por ejemplo a Moisés:
Su autoestima, sus sueños y visión fueron anulados (Éxodo
3:11).
Sus capacidades y talentos fueron enterrados (aunque
recordemos que la Biblia nos dice que antes “era poderoso
en palabras” Éxodo 4:10).
La persona no cree que Dios pueda usarlo, no cree que el
Señor pueda hacerlo. (Éxodo 4:13).
Pero gracias a Dios que en él hay restauración.
Recordemos que Jesús es nuestro sumo sacerdote, y por
eso se compadece de nuestras debilidades (“debilidades”
desde el griego “asdseneia” que traduce también: fragilidad,
incapacidad, timidez). La Biblia nos invita a acercarnos a
Aquel que nos comprende y tiene el poder para ayudarnos a
superar esa dificultad y todas las demás.
Dios restaura la identidad de sus hijos, por ejemplo en
Mateo 3:13-17 Jesús sabía quién era, aunque las
autoridades religiosas y muchos dijeran otra cosa. El Señor
restauró la identidad de Moisés, pues él dijo: ¿Quién soy yo
para ir…” y por eso Dios se le reveló: “YO SOY EL QUE
SOY”, no eres tú, es Dios en ti, no se trata de lo que puedes
hacer, sino de cuan poderoso es Dios para hacerlo a través
de ti. Nuestra identidad está en la persona de Jesucristo y
“en él estamos completos”.
Seguramente hemos cometido fallas, quizá hemos pecado,
pero es el tiempo de arrepentirnos con un corazón sincero, y
aceptar por la fe su perdón. Confiar en su poder para llevar
a cabo el plan con el cual nos diseñó desde antes de la
fundación del mundo.
CAPÍTULO 5
AÚN EN EL MÁS DIFICIL DESIERTO DIOS NO
DESAMPARA A SUS HIJOS

Dos hermanos tenían un ahorro y vieron un plantío de vides


que estaba a la venta. Conversaron con el dueño, y le
preguntaron ¿Por qué lo vende? Él dijo: Lo compré porque
decían que aquí había un tesoro, lo busqué y no lo encontré,
y ahora quiero irme a probar fortuna. Los hermanos le
dijeron: ¿Si compramos el plantío y hallamos el tesoro será
nuestro? Dudo que aparezca, pero hagamos el trato, dijo el
dueño.
Cuando tomaron posesión del terreno, todas las plantas y
vides estaban marchitas. La tierra que las rodeaba era seca
y compacta. Se pusieron a trabajar desde que salía el sol,
hasta el atardecer. Retiraron toda la basura y hojas secas
acumuladas. Humedecieron la tierra para que se aflojara y
empezaron a cavar. Pasaron varios meses y el tesoro no
aparecía, y transcurría el tiempo sin que tuvieran éxito. Pero
notaron que algo estaba cambiando…
Por una parte, ellos se habían vuelto más fuertes, y no
experimentaban la fatiga de los primeros días. Por otro lado,
al recibir agua suficiente y extender sus raíces por la tierra
floja, las vides comenzaron a dar grandes racimos de uvas.
Había transcurrido un año, y un día llevaron las uvas al
mercado y lograron venderlas bien.
Pronto todos buscaban su fruta, y recuperaron el costo del
plantío, y siguieron ganando más a lo largo de los años. Con
el tiempo supieron cuál era el tesoro oculto en aquel terreno.
Siempre la perseverancia será recompensada. No
desmayes, no renuncies, persevera, y Dios actuará a tu
favor, él vendrá en tu ayuda.

En la presencia de Dios son sanadas las más


profundas heridas
El pasado no sanado, impide el fluir de Dios en el presente.
Es necesario mirar un poco el pasado de Moisés. Él había
fracasado en su primer intento por comenzar la campaña de
liberación de Israel (Hechos 7:23-25). Él pensaba que esa
era la manera correcta, pero al quitarle la vida al egipcio
cometió un gran error.

Entonces huye, aislándose del plan de Dios, Hechos 7:26-


29. Quizá no podía perdonarse a sí mismo, quizá no quería
ser rechazado nuevamente, Moisés se fue a la “tierra de
Madián” y la palabra Madián significa: reprensión, juicio,
regaño o reprensión, cobertura; éstos términos nos dejan
ver que así estaba viviendo Moisés, es decir él estaba bajo
un manto de acusación o culpa personal.
Su autoestima ha sufrido un gran daño, por eso le responde
a Dios diciendo: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y
saque de Egipto a los hijos de Israel? Y también expresó
otras excusas más buscando no aceptar el llamado que
Dios le hacía.
Volver al propósito de Dios para su vida no formaba parte de
su plan. Estaba trabajando cuidando ovejas, tenía familia, y
con ochenta años de edad seguro pensaba que allí
terminaba todo.
Pero Dios viene al encuentro de Moisés (Éxodo 3:1-6). En
ésta porción de la Escritura podemos ver y reflexionar en
cosas muy importantes:
Dios no es Dios de casualidades, Moisés llegó hasta Horeb,
monte de Dios y Horeb significa: desierto, desolado. A
veces el Señor nos lleva a ciertas etapas en nuestra vida de
soledad, impotencia, decepción, donde el único a quien
podemos recurrir es a él para enseñarnos precisamente a
confiar en Su poder. También desarrollamos otras
habilidades como escuchar la voz del Señor.
Se le aparece Dios mismo en una llama de fuego en una
zarza, es decir él nos sorprende haciendo lo que menos
esperamos o pensamos, él es Dios Todopoderoso.
Dios le dice: “Quita el calzado de tus pies”, los zapatos
hacen referencia al caminar de Moisés (Sus pies sucios
quedan expuestos ante Dios. Los zapatos que lo habían
llevado por otro camino ahora debe “quitárselos” y eso
significa “despojarse de su propia manera de andar, para
seguir ahora el camino de Dios”).

La presencia de Dios viene a Moisés para restaurar su


autoestima, su confianza, para fortalecerlo y vencer sus
miedos, así como para renovar su visión de vida.

Dios renueva la visión y los sueños.

Dios desea una prosperidad integral para sus hijos. Cuando


observamos la Escritura y el plan redentor en Cristo, vemos
que la salvación es integral, que la prosperidad de Dios para
sus hijos involucra todas las áreas, pues la victoria de Jesús
en la cruz fue completa, Cristo redimió al ser humano en su
integridad: espíritu, alma y cuerpo.
La visión de Dios es ilimitada y misericordiosa (Éxodo 3:7-
9). Dios conoce, ve y escucha el dolor de su pueblo, Moisés
y el pueblo de Israel habían perdido la esperanza de libertad,
de cambio de vida. Con frecuencia el pensamiento del ser
humano difiere mucho del pensamiento divino, aquí vemos
que mientras ellos pensaban en seguir cómo esclavos, Dios
ya estaba dando inicio a su plan de liberación, por eso dice
la Biblia: “Como son más altos los cielos que la tierra, así
son más altos mis pensamientos que los vuestros”, por amor
hacía su pueblo, no sólo los liberaría de la esclavitud, sino
que los llevaría a una tierra buena y ancha, tierra dónde fluye
leche y miel, de las tierras conocidas Dios los llevaría a la
mejor. El Señor tiene el poder de cambiar y transformar
todas las cosas.
Dios le recuerda a moisés el llamado y los planes celestiales
para su vida (Éxodo 3:10). Algo así como: “has sido
diseñado para ser un libertador” (no sólo de personas, sino
además de ciudades y pueblos, eres equipado con autoridad
y señales sobrenaturales para liberar una nación).
Dios quiere darnos la victoria sobre nuestros miedos, para
sacar a otros de su cautiverio. Es interesante que Moisés
debe volver al lugar de donde huyó, e ir a enfrentar la figura
que temía: el faraón (Moisés debía enfrentar sus miedos y
con la ayuda de Dios vencer), pues no era posible sacar del
cautiverio a Israel, si primero él no salía del suyo. En una
experiencia con Dios somos liberados y transformados para
avanzar hacia Su voluntad.
Moisés dirigía las ovejas de Jetro por el desierto, pero ahora
debía dirigir todo un pueblo a la tierra prometida, ahora él
saldría del anonimato y se convierte (en el proceso y tiempo
del Señor) en un gran instrumento para Dios, Deuteronomio
34:10-12.
Dios nos creó a todos con un gran propósito, sin embargo
por ofensas, heridas, pecados o rebelión, aparece el
estancamiento, los miedos, la auto condenación, etc. Pero,
en una experiencia con Dios él viene a tu encuentro a
restaurar, a renovar y a recordarte tu diseño, fuiste creado
para un gran plan.
Capítulo 6
DIOS NO DESAMPARA NI DESECHA SUS
PLANES.

“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro,


sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto,
y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el
Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una
zarza”, Éxodo 3:1-2a.
Han pasado cuarenta años desde que Moisés huyó de
Egipto, y se ha refugiado en la tierra de Madián, está casado
con Sefora, y tiene dos hijos, a uno le puso por nombre:
Gersón, cuyo significado es “forastero soy en tierra ajena”
(Éxodo 2:22), y expresa en buena manera lo que estaba
Moisés viviendo: estaba muy lejos de su pueblo, en tierra
extranjera, no volvió a ver a sus padres, y vive con nostalgia
en su corazón. Al segundo hijo lo llamó Eliezer que significa:
Dios es mi ayuda, que nos recuerda que sólo en Dios
podemos fortalecernos.
Ahora es pastor de ovejas, y son muy importantes los
detalles que la Escritura nos brinda, por ejemplo nos dice
que: eran “las ovejas de Jetro su suegro” (no eran de él,
entonces aunque habían pasado muchos años no le había
ido muy bien económicamente hablando), y también nos dice
el texto: las “llevó a través del desierto”, de manera que
hablamos de un camino difícil: calor de día, mucho frio de
noche, peligros, soledad, etc. Pastorear ovejas a través del
desierto no era cosa fácil.
Considerando que para Moisés han pasado cuatro décadas,
tiene familia, vive muy lejos de la tierra de sus padres y es
pastor de ovejas, seguramente en su mente y corazón ya no
laten con fuerza aquellos sueños de ser un libertador, un
gran líder y un poderoso instrumento de Dios.
Probablemente los había olvidado. Pero Dios no, aunque
había fallado, aunque estaba en un desierto, aunque tenía
ochenta años de edad, el Señor no lo había desechado, ni lo
había olvidado.
La Escritura nos dice que Moisés “llegó hasta Horeb, monte
de Dios”, la palabra Horeb significa: desolado, seco,
desierto. La Biblia lo califica como “monte de Dios”, lugar de
manifestación divina. Es un lugar donde no hay muchas
voces, ni distracciones, soledad en la que Dios se
manifiesta, y a la cual a veces nos lleva para escuchar sólo
Su voz y en medio del “desierto” donde reconocemos
nuestra débil condición.
Dios se le aparece a Moisés en el desierto, a sus ochenta
años, en un escenario y modo que ninguno de nosotros
esperaría. Pero así es Dios, se manifiesta cuando él quiere,
y dónde él quiere (de acuerdo a Su perfecta voluntad), él es
el Señor, Dios todopoderoso y soberano.

Moisés por el fracaso del pasado huía de la gente, de


grandes responsabilidades, de cualquier posible liderazgo,
pero no podía huir y esconderse de Dios. Por eso el
salmista dice: “¿a dónde huiré de tu Espíritu? ¿Y a dónde
huiré de tu presencia?
Cuando hemos cometido errores significativos en nuestra
vida o ministerio, o hemos experimentado decepciones,
somos tentados a huir, a no intentarlo de nuevo, o pensamos
en olvidar lo que un día soñamos. Sin embargo, la Escritura
nos enseña que Dios es restaurador por excelencia, él no
desecha a sus hijos y vuelve a convocarlos a su plan
celestial, animándolos y depositando en ellos Su poder.
Adelante, acércate al monte de Dios (quiero decir a Su
presencia) y él te hablará y te enviará con un nuevo nivel de
gloria. El plan de Dios contigo sigue vigente.

Vemos también que es Dios quien viene al encuentro del


hombre, en éste caso es Moisés quien experimenta la
visitación divina. El Señor llega en el momento preciso para
liberar a su pueblo y también liberar a Moisés de sus miedos
y complejos, que lo han tenido aislado y escondido en el
desierto por cuarenta años. Ya estaba casado, con hijos,
con un oficio: pastor de ovejas, pero Dios no lo había
creado para vivir escondido, su condición era temporal,
ahora comenzaría en su vida un nuevo tiempo, los planes de
Dios son grandes con cada uno, pues él no es pequeño.

Moisés y la zarza ardiente:


“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro,
sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto,
y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el
Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una
zarza… y lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo:
¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te
acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en
que tú estás, tierra santa es”, Éxodo 3:1-5.
En ésta porción de la Escritura podemos ver algunas cosas
muy importantes, por ejemplo:
En Dios no hay accidentes. Moisés llegó hasta Horeb,
monte de Dios. Es aquí donde Moisés oye a Dios, y esto
nos recuerda la importancia del silencio, del retiro, de
apartarse al secreto para oír a Dios. Recordemos que fue
en la isla de Patmos, donde Juan desterrado y solitario tuvo
la visita del Señor y la revelación del Apocalipsis.
A Moisés se le aparece Dios mismo en una llama de fuego
en una zarza que no se consumía. Sin duda alguna el Señor
sabe cómo llamar nuestra atención (pues era precisamente
la zarza usada para alimentar el fuego, pero a diferencia de
lo normal, ésta no se consumía).
“Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo…
y he oído su clamor… he conocido sus angustias, y he
descendido para librarlos… y sacarlos a una tierra buena y
ancha, a tierra que fluye leche y miel”, Éxodo 3:7-8.
Moisés y el pueblo de Israel habían perdido la esperanza de
libertad, de cambio de vida. Dios le recuerda a Moisés el
llamado, le recuerda los planos celestiales diseñados para
su vida: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para
que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” (Éxodo
3:10). Era necesario sacar a Moisés de su encierro de
mente y de corazón. Dios quiere darnos la victoria sobre
nuestros miedos, para sacar a otros de su esclavitud.
Capítulo 7
LIBRES PARA CUMPLIR CON EL PLAN DE
DIOS

Debemos dar gracias a Dios por todo lo que nos ha dado.


También es muy importante prepararnos para lo nuevo que
el Señor trae. Prepara tu vida pues Dios trae cosas nuevas.
Cuando el diablo derriba la capacidad de soñar, derriba la
capacidad de creer en cosas grandes. Desechemos los
argumentos de mentira y baja autoestima que impiden el
avance hacia el propósito de Dios.
El Señor usa la misma naturaleza para hablarnos y
enseñarnos, Éxodo 19:3-4 “Y Moisés subió a Dios; y
Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa
de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis
lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de
águilas, y os he traído a mí”.
Israel ha salido del cautiverio egipcio, Moisés los dirige y van
camino a la conquista de la tierra prometida. Uno de los
cambios que tiene que haber en ellos, es el cambio de
mente, deben trascender de una mente de esclavitud a una
de conquista. Por cuatrocientos años han sido esclavos y
ahora van a poseer la tierra que fluye lecho y miel. De igual
manera en nuestra vida muchas cosas nos han atado, pero
ahora en Cristo somos llamados a la libertad y al avance en
Dios para poseer lo que él nos ha prometido.
Es muy importante destacar la frase de Dios: “os tomé, y os
he traído sobre alas de águila”. Nos muestra la acción de un
águila no sólo transportando a su polluelo sino que está
enseñándole a volar. Esta experiencia seguramente
imprimía en la pequeña ave el sentido de libertad, señorío
desde las alturas y le mostraba la grandeza del territorio
donde podía cazar. Así Dios estaba mostrándoles la
grandeza de lo que quería hacer con ellos. De igual manera
Dios quiere hacer cosas grandes con cada uno de sus hijos.
Es fundamental creer el mensaje de libertad en Dios. El
Señor envió un mensaje a su pueblo a través de Moisés: “he
visto la aflicción de mi pueblo, he conocido sus angustias, y
he descendido para librarlos y sacarlos a una tierra buena y
ancha, a una tierra que fluye leche y miel”. Que gran
mensaje, pues no sólo nos muestra el poder y amor de Dios
que libera a sus hijos, sino el deseo del Señor de entregar a
su pueblo lo mejor. Moisés e Israel creyeron en ese mensaje
por eso emprendieron el camino hacia la tierra prometida.
Debemos creer en las promesas del Señor, pues Dios no
miente él nunca te fallará.

El poder de la sangre del Cordero nos libra


de las ataduras y del juicio por el pecado.
Cuando Israel estaba en Egipto la noche antes de salir,
murieron los primogénitos de los egipcios, la Biblia nos
enseña que no hubo muerte en casa de los israelitas, esto
se debe a que ellos aplicaron en las puertas de sus casas la
sangre del cordero pascual, y así no vino sobre ellos el juicio
divino. La sangre de Jesús es la que nos libra del juicio o
castigo por el pecado, Su sangre sigue vigente, nos sigue
limpiando, por eso no demos lugar al diablo, sino acudamos
a los pies de Jesucristo quien nos enseña y limpia de toda
maldad.
Es vital desechar el pasado malsano, para avanzar y
conquistar lo nuevo de Dios. El Señor sacó a Israel de
Egipto y ellos tuvieron que sacar a Egipto de su corazón, era
necesario abandonar todo afecto por esa tierra. Egipto tenía
que quedar atrás y así empezar un nuevo tiempo, una nueva
vida. Egipto representa la esclavitud, el pasado, la opresión,
el dolor, el trabajo arduo y constante pero sin resultado
alguno (pues todo era para el faraón).
Recordemos que la mujer de Lot miró hacia atrás y se
convirtió en estatua de sal, pues ella salió físicamente, pero
su corazón seguía en Sodoma. Es fundamental para salir en
realidad del cautiverio desechar de corazón todo lo que nos
una o ata al pasado malsano y pecaminoso.

Cómo el águila enseña a volar sus polluelos, así el Señor


hace con su pueblo, pues Israel estaba naciendo como
nación, recordemos que los polluelos nacen con un diseño
propio para volar en las alturas, no tiene el diseño para estar
enjaulados, ni para vivir a pocos metros del suelo, los
polluelos del águila fueron diseñados para volar a grandes
alturas. Entonces podemos concluir que fuiste diseñado
para las alturas, por eso nos dice también la Biblia: “y
reinaremos con él”, nuestra mentalidad debe ser celestial,
debemos caminar con la mente de Cristo (para eso nos fue
dada).
Dios te planeo para grandes cosas, puso en ti un diseño
único para cumplir el propósito por el cual estas aquí en la
tierra. Dispongamos el corazón para que en las manos del
Señor sea sanado y liberado de todo cautiverio, y servir a
Dios con todo nuestro ser.
Capítulo 8
DIOS NUNCA SE EQUIVOCA

Ante los obstáculos propios del camino y la oposición del


enemigo, algunas veces nos pueden asaltar las dudas y
pensamientos como: ¿Será que estoy equivocado? ¿Será
que Dios quiere que haga esto? ¿Sí Dios está conmigo por
qué sucede todo esto? Veamos éste pasaje en la vida de
Moisés: “Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor,
¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?
Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu
nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu
pueblo”, Éxodo 5:22-23.
Recordemos que para este momento el pueblo de Israel
trabaja para faraón construyéndole ciudades de
almacenamiento, bajo un fuerte ritmo de trabajo y en
condiciones difíciles. Moisés y Aarón enviados por el Señor
se presentan ante faraón para que deje ir a Israel, pero ante
esta petición el rey egipcio decide aumentar el trabajo de los
hebreos, pues la paja que antes les facilitaba para hacer los
ladrillos, ahora debían los hebreos buscarla.
Moisés y Aarón son ahora señalados como culpables de
esta situación. Recordemos que ellos estaban haciendo la
voluntad de Dios, y que fueron enviados por él. Esto nos
recuerda algo muy importante que debemos tener presente:
el hecho de que estemos haciendo la voluntad de Dios, no
significa, ni implica, que estaremos exentos de
adversidades, dificultades e incomprensión. Consideremos
por ejemplo el caso de nuestro Señor Jesucristo, quien
“anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos
por el diablo” y “nunca hizo maldad ni hubo engaño en su
boca”, sin embargo fue calumniado, rechazado, ofendido,
resistido y traicionado.

El texto en Éxodo cinco nos dice que “Moisés se volvió a


Jehová”, nos habla de la oración, de buscar a Dios, y es en
realidad el camino correcto ante la adversidad o ante la
incapacidad de asimilar la realidad de nuestro entorno. Sin
embargo, las preguntas que hace Moisés a Dios reflejan
nuestra humana reacción ante lo que pensamos es un
fracaso o una equivocación, y entonces cuestionamos al
Señor, Su manera de actuar y murmuramos de Su voluntad;
Moisés pregunta: ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué
me enviaste?

Moisés además se culpa diciendo: “desde que yo vine a


faraón… ha afligido a este pueblo”; culparnos es la otra
tentación en la que caemos cuando las cosas no salen
como esperamos, pero esto no soluciona la situación, por el
contrario la complica. Debemos buscar a Dios como hizo
Moisés, pero con el objetivo de encontrar Su dirección y
estrategia para salir en victoria, pues finalmente lo que
procuramos es hacer Su voluntad.
El texto bíblico nos dice que Moisés le dice al Señor: “y tú no
has librado a tu pueblo”, culpar a Dios, es otra de las cosas
que somos tentados a hacer ante los resultados adversos,
esto es parte de nuestra herencia adánica, pues cuando
Dios le pregunta a Adán por su desobediencia, éste le
responde: “la mujer que me diste por compañera me dio del
árbol, y yo comí”, notemos que no dice “mi esposa”, Adán
dice “la que me diste”. Dios no tiene falla alguna (“es de sus
hijos la mancha” Deuteronomio 32:5), el Señor no se
equivoca, él siempre tiene la razón, continua sentado en Su
trono y sus acciones son el resultado de Su amor.
En medio de las dificultades y adversidades, acudamos a
Dios para fortalecernos y continuar haciendo Su voluntad,
superando la incomprensión, y la tentación de querer
cuestionar Su obra. El Señor sabe lo que hace y a dónde
nos lleva, confiemos en él.
Capítulo 9
NO HAY OBSTÁCULO MÁS GRANDE QUE EL
MIEDO

Cuando Israel sale de Egipto no sólo tendrían que superar el


desierto, sino algunos obstáculos propios del camino, como
el mar rojo. La Biblia nos relata: “Y Moisés dijo al pueblo: No
temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy
con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto,
nunca más para siempre los veréis, Jehová peleará por
vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”, Éxodo 14:13-14.
El capítulo nos describe la persecución del faraón y su
ejército contra los hebreos, después que derrotado por la
mano de Dios los tuvo que dejar salir de Egipto. El pueblo de
Israel llega a orillas del mar rojo, cuando mira atrás y ve
venir a faraón, tiene varias actitudes ante esto, imagínate el
ejército egipcio los persigue y adelante tienen al mar rojo,
según los versículos diez y once del mismo capítulo los
israelitas:
“Temieron en gran manera”,
“Clamaron a Jehová”
“Dijeron a Moisés: era mejor haber muerto en Egipto”...
La verdad es que éste comportamiento, mezclado de miedo,
clamor y fracaso, ha sido el nuestro en varias ocasiones,
cuando enfrentamos la presión del enemigo, los numerosos
obstáculos y/o la incertidumbre del futuro, vemos entonces
que no hay mucha diferencia entre el comportamiento de
ellos y el nuestro.
La seguridad y confianza de Moisés es un ejemplo digno de
imitar hoy día, él dice: “No temáis, estad firmes”, frase que
una y otra vez se repite en la Biblia, en diferentes tiempos,
diferentes circunstancias y con diferentes héroes de las
Escrituras, pues el temor y la fragilidad son componentes
que no podemos excluir de la naturaleza humana, pero cual
Moisés, quien conoce a su Señor se esforzará y actuará,
confiará en la providencia soberana de su Dios.
Moisés invita al pueblo de Israel a “ver la salvación que
Jehová hará hoy”. Solo los ojos de la fe pueden ver al
Invisible, solo éstos ojos pueden ver el milagro antes de ser
manifestado en lo natural, con éstos ojos fue que “Moisés
se sostuvo como viendo al Invisible”. Debemos tener
presente siempre que cuando caminamos por el sendero
que Dios ha trazado para nosotros, él también va caminando
junto a nosotros para animarnos, fortalecernos y hacernos
testigos de los milagros del camino.

Ahora veamos que frase tan impresionante: “Jehová peleará


por vosotros”, recuerda que Israel venía de ser esclavo, no
era gente de guerra, ni armas tenían, pero el Señor mismo
pelearía por ellos. Es interesante que también la Biblia,
presenta a nuestro Dios como “Jehová de los ejércitos”,
imagínate por un momento su inmenso poder, tanto es así,
que según Apocalipsis 20:1-2, Dios envía “un solo ángel”
con una cadena en su mano y Satanás es atado por mil
años. Esto nos lleva a pensar: si su ejército es poderoso en
gran manera, piensa cuán grande es el poder de su General.

Ante esta verdad, Moisés le dice a Israel: “vosotros estaréis


tranquilos”. Claro en ese momento el mar no se había
abierto y faraón con su ejército se acercaba, pero la
tranquilidad de nuestro corazón debe reposar en el poder de
nuestro Dios, y no en las circunstancias que nuestros ojos
naturales puedan ver. Podemos estar tranquilos, Jesús dijo:
“vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas
estas cosas”. Antes sus propios ojos Dios hace un milagro
e Israel cruza el mar rojo como por tierra seca. Poderoso es
el Señor para darnos la victoria sobre lo que antes era un
imposible y cuando no había posibilidad alguna.
Ante las dificultades y los obstáculos, debemos recordar y
confesar el poder y grandeza de Dios, debemos mirar con
los ojos de la fe, el Señor es nuestro protector y proveedor,
confía en él, solo avanza por el camino que ha trazado para
ti, él va adelante.
Capítulo 10
LAS BATALLAS NOS HACEN MÁS FUERTES

El ejército espartano era la fuerza militar de la ciudad estado


de Esparta, una de las más importantes en la historia de la
antigua Grecia, sometidos al entrenamiento militar desde su
infancia, los soldados espartanos eran los más
disciplinados, entrenados y temidos de la antigua Grecia.
Esparta era un estado militar. Todo se hacía en función del
ejército y sus conquistas. No les interesaban ni la filosofía ni
el arte, sólo formarse desde niños para la guerra y extender
las fronteras del estado. “Los espartanos no preguntaban
cuántos eran los enemigos, sino dónde estaban”. Como
ejército de Dios es vital mantener el discernimiento y
dependencia del Señor, y con esfuerzo y valentía avanzar
según Su dirección.

Mientras Moisés dirige a Israel por el desierto se levanta un


enemigo contra ellos (Amalec). “Entonces vino Amalec y
peleó contra Israel en Refidim. Y dijo Moisés a Josué:
Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana
yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en
mi mano” Éxodo 17:8-9a.
Ahora Israel experimentaría algo nuevo, pues hasta el
momento Dios mismo es quien ha peleado por ellos y ha
derrotado a sus enemigos, por tanto ellos no han tenido que
usar armas, ni batallar físicamente. Pero en ésta ocasión
Israel debe enfrentar la guerra contra Amalec y su ejército, y
es Josué el designado para liderar el ejército de Israel
(Algunas de nuestras batallas las libra Dios directamente a
nuestro favor, pero otras las debemos encarar nosotros, por
supuesto con Su ayuda, y cuando así lo hacemos la victoria
es segura).

Las batallas en nuestra vida tienen diversos orígenes.


Pueden ser el resultado de nuestras malas conductas (ver
Éxodo 17:7), o el intento de las tinieblas para impedir tu
avance y crecimiento (iban para la tierra prometida por
Dios), etc.
Debemos ver las dificultades como oportunidades para ver
la gloria del Señor y para crecer como soldados del ejército
de Dios. Israel debía prepararse y adiestrarse para la
guerra, pues la tierra de Canaán les exigiría enfrentar
múltiples batallas, era pues éste momento una oportunidad
diseñada por Dios para formar, adiestrar y equipar a su
pueblo, ya que adelante había muchas cosas por conquistar.
Amalec es todo aquello que se levanta contra Dios y sus
propósitos. La palabra “Amalec” significa: "belicoso", "pueblo
que lame", “pueblo maldecido”, “pueblo que ama la guerra”;
era un pueblo nómada, rapaz y fiero, es interesante que la
Biblia más adelante nos revela cómo atacó Amalec: Deut.
25:17-18, lo que nos deja ver su actitud traicionera e impía:

“Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino,


cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el
camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles
que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y
trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios”.
Cuál león que está de cacería, el enemigo procura atacar a
los débiles y cansados, por eso el hijo de Dios debe renovar
sus fuerzas en el Señor continuamente, mediante la oración
y “velando en ello con toda perseverancia”, en Dios está
nuestra fuerza, él es nuestro escondedero y refugio.

El vocablo “Refidim” (lugar de la batalla) significa: Grandes


espacios, lugar de descanso, refresco, Sostén o Apoyo.
Esto nos recuerda que aunque los tiempos sean difíciles
Dios nos da descanso y victoria. Josué significa “Dios
salva” o “el Señor es salvador”, se menciona a Josué por
primera vez, quien es enviado para salvar a Israel del
enemigo. Es interesante que este nombre en el idioma
griego sea "Jesús", Josué comienza a ser adiestrado en el
desierto para dirigir la conquista de Canaán. Podemos ver
entonces en Josué una figura de Jesús, Aquel que vendría a
salvar y liberar a los cautivos.

Moisés dirige a los suyos para mantener las actitudes


correctas en tiempos difíciles.
“Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear
contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del
collado, y la vara de Dios en mi mano” Éxodo 17:9b. Un líder
sabe que debe trabajar en equipo.

Josué con su ejército se dirige al valle para pelear, y Moisés


a la cumbre del monte para orar. Cada uno de acuerdo a lo
impartido por Dios ejerce con autoridad y esfuerzo los
dones recibidos. Josué el hombre de batalla y acción, y
Moisés el hombre de la revelación y la oración, ambos
fundamentales y figura del equilibrio que Dios requiere de
sus conquistadores: oración y acción.
Moisés en la cumbre y Josué en el valle, también nos habla
del orden divino: primero lo espiritual, primero el cielo y
después lo natural, lo material. El cielo quiere dirigir las
conquistas en la tierra, lamentablemente iniciamos muchas
cosas en nuestras propias fuerzas, sin dirección divina y por
eso los penosos fracasos.

Moisés toma una posición de autoridad: “la cumbre del


collado”. Los montes en la Biblia simbolizan lugares de
poder, posiciones de gobierno; la carta a los Efesios nos
dice: “nos dio vida juntamente con Cristo, y juntamente con
él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:5-6), sentarse es
tomar autoridad, ejercer gobierno, es declarar el juicio; por
ejemplo los jueces en un estrado, el rey en su trono. No ores
como si estuvieras debajo de la alfombra o en un rincón, ora
desde las alturas, donde Dios te ha puesto.
Moisés guiado por el Espíritu ejerce la autoridad del Señor:
“la vara de Dios”. La vara indica autoridad, es la de las
señales en Egipto, la de los milagros en el desierto (con ella
se abre el Mar Rojo, salió agua de la roca, entonces
proclama o declara lo que Dios hará contra Faraón o en el
desierto).

Cuando las manos de Moisés estaban arriba, Israel


prevalecía, y lo contrario ocurría cuando las bajaba. Creo
que con frecuencia nuestras manos se han cansado, y en
otros casos como en el boxeo “se ha tirado la toalla”, como
seres humanos es natural que a veces la fatiga aparezca,
pero nuestra respuesta no debe ser la renuncia, o
abandonar los sueños o visión que Dios ha impartido a
nuestro corazón, sino apoyarse en otro y continuar. Fue lo
que hizo Moisés, Aarón y Hur lo ayudaron, sostuvieron sus
manos, hasta alcanzar la victoria sobre Amalec.
Aarón y Hur, simbolizan la importancia de la unidad “E hizo
Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y
Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado”
Éxodo 17:10. “Aarón” significa luz, iluminado, incluso
inspirado y “Hur” significa fiel y noble, un equipo cuyo anhelo
es ver la gloria de Dios. No luches solo, somos un cuerpo.
Es fundamental prevalecer “Y sucedía que cuando alzaba
Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su
mano, prevalecía Amalec” Éxodo 17:11. Prevalecer es
traducción del hebrero “gabar” que además significa: ser
fuerte, esforzarse, ser valiente, prevalecer. Ante la fatiga, el
desánimo, el temor, o las dudas, Dios te fortalece y sólo así
veremos la gloria del Señor.

Mantengamos la firmeza hasta el fin “Y las manos de Moisés


se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron
debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían
sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en
sus manos firmeza hasta que se puso el sol” Éxodo 17:
12.

Ellos fueron estratégicos, y no renunciaron “hubo en sus


manos firmeza hasta que se puso el sol”, la batalla no fue
instantánea, duró un tiempo, por eso persevera, al final
veras el poder de Dios establecer Su voluntad.

El trono de Dios es un trono de victoria


“Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. Y
Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un
libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec
de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su
nombre Jehová- nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec
se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra
con Amalec de generación en generación” Éxodo 17:13-16.

Desde su trono Dios está a nuestro favor. Amalec y su


pueblo fueron vencidos, eran guerreros, belicosos, piratas
del desierto, mientras que Josué e Israel no conocían la
batalla, sus armas eran escazas, venían con una mentalidad
de esclavos en Egipto, sin embargo, por obedecer a Dios,
obtuvieron la victoria.

La victoria está basada en la naturaleza y obra de Dios. El


altar nos enseña que cada victoria es una oportunidad para
adorar a Dios, no para exaltarnos nosotros mismos;
Jehová-nisi, la palabra "NISI" es una palabra compuesta de
"NES" que significa bandera, estandarte, y el pronombre
posesivo "I" (mi), por eso la traducción es: Jehová mi
bandera o estandarte (de guerra). Nuestra victoria está
basada en lo que Cristo hizo en la cruz del calvario por
nosotros.

Por naturaleza nuestro Dios, es vencedor, somos sus hijos,


llamados a ser vencedores, quizá hayan adversidades, pero
el Señor está contigo y él quiere darte la victoria, depende
de Dios, intercede, él es el rey, Jehová de los ejércitos y tú
eres soldado del reino.
Todos enfrentamos diferentes batallas y algunas son más
fuertes que otras, pero Dios es el mismo, y por él y en él
“somos más que vencedores”, somos sus hijos, por eso en
nuestra genética esta la victoria. No renuncies a tus sueños,
ni a tu llamado, ni a tu oración, ni a tu matrimonio, persevera,
la victoria está cerca.
Capítulo 11
MOISÉS DEBE SUPERAR ALGUNAS
DIFICULTADES CON SU ESPOSA E HIJOS

El pasaje bíblico de Éxodo diez y ocho nos narra la visita de


Jetro a Moisés. Éste había enviado a su esposa Séfora y
sus dos hijos (Gersón y Eliezer) a casa de su suegro Jetro,
y había transcurrido un tiempo durante el cual Dios había
hecho muchas cosas: las plagas sobre Egipto, el paso por el
mar rojo, el agua y maná en el desierto, la gran victoria
sobre Amalec y su ejército; pero su familia: Séfora su
esposa y sus dos hijos no habían estado allí. Moisés no
había estado con ellos, y es interesante que la Escritura nos
diga que fue Jetro (el suegro) quien tomo la iniciativa de
venir a Moisés y traerle su familia.
“Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de
éste, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado
junto al monte de Dios; y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro
vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella”. Éxodo
18:5-6.

Moisés estaba “en el desierto”, lugar difícil, solitario y


adverso, y Jetro consideró que Séfora y los niños debían
estar con su esposo y padre respectivamente (Jetro es
figura de sabiduría y prudencia, ayudo a Moisés a corregir
varios errores que estaba cometiendo). Es fundamental
recordar aquí que la unidad familiar es una columna que
soportará las más crueles y difíciles adversidades.
Nos dice además el texto bíblico que “Moisés estaba
acampado junto al monte de Dios”, el término “acampado”
traducción del hebreo “Kjaná” significa además: atrincherar,
detener, habitar; y nos deja ver que Moisés había tomado
ese lugar por morada, por lugar de habitación. Por supuesto,
con todas las señales, milagros y manifestaciones gloriosas
de Dios, Moisés estaba absorto o sumido en la presencia
del Señor, y aparentemente había olvidado a su familia que
estaba donde el suegro, y éste los trae a él, ahora la familia
de Moisés está completa.

Creo que la voluntad de Dios es que caminemos con


nuestra familia, que ellos también puedan ver la gloria del
Señor manifestada, pero a veces para nosotros la comunión
con él y el servicio son tan especiales e intensos que nos
olvidamos del tiempo de calidad para la esposa y para los
hijos (Es interesante ver que los hijos del profeta Samuel, los
hijos de Moisés, los hijos de Josué, entre otros, no aparecen
después de sus padres desempeñando un papel
significativo en las Escrituras).
Dios debe ocupar el primer lugar en nuestro corazón, Jesús
mismo lo dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y
grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a
tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos
depende toda la ley y los profetas”. Nuestro “prójimo” más
cercano es nuestro cónyuge, son nuestros hijos. Nuestra
familia es un tesoro, que debemos cuidar con la sabiduría de
Dios.
Capítulo 12
MOISÉS FUE UN BUSCADOR DE DIOS

Todas las cosas que hacemos deben contar con una razón
de ser, y Jesús enseñó que el principal mandamiento es
amar a Dios sobre todo, entonces debemos fortalecer y
crecer en nuestra intimidad con el Señor, conocerle más y
obedecer así el gran mandamiento: “Amarás al Señor tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas”. En esa búsqueda el corazón humano experimenta
la presencia de Dios y es transformado por Su gloria.

Buscar a Dios requiere perseverancia.


Es necesario perseverar ante los obstáculos (Éxodo 34:1-2)
“Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como
las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que
estaban en las tablas primeras que quebraste. Prepárate,
pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y
preséntate ante mí sobre la cumbre del monte”.

Moisés debe llevar dos nuevas tablas de piedra (peso


adicional a su cuerpo), debía subir a la cumbre del monte
(esto implica esfuerzo) y no permitir la condenación o
depresión por sus acciones pasadas, pues Dios le dice
“como las tablas primeras que quebraste”. Nuestros errores
del pasado no deben levantarse para detenernos en la
búsqueda de Dios, por el contrario deben impulsarnos a
buscar el poder del Señor que nos transforma.

Es necesario perseverar para construir amistad con


Dios. La Biblia nos dice en Santiago 2:23 que: “Abraham
creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado
amigo de Dios”. La verdadera amistad requiere tiempo,
conocimiento, ayuda, apoyo, confianza mutua, diálogos
sinceros y transparentes, superación en amor de las
diferencias y tiempo.
Moisés tenía una comunión con el Señor única en la tierra,
resultado de su continua búsqueda de Dios, Jesús dijo: “Y
esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3)
y el término “conocer” aquí es traducido del griego “ginosko”,
que además significa: “estar tomando conocimiento”
(entonces es una búsqueda continua, hablamos de un estilo
de vida donde somos transformados por Su presencia).

Debe tener expectativa de la revelación divina.

Intimidad implica encuentro a solas, Éxodo 34:3 “Y no suba


hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni
ovejas ni bueyes pazcan delante del monte”. Hay diferentes
tipos de oración y estar a solas con Dios es muy importante.
Debe haber ausencia de factores distractores externos e
internos, sí éste encuentro es real, habrá transparencia y
por tanto lo oculto del corazón se pone en evidencia ante la
luz del Señor. Es allí donde comienzan los verdaderos
cambios en el ser humano.
Dios revela su voluntad y diseño, Éxodo 34:4 “Y Moisés
alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó
de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y
llevó en su mano las dos tablas de piedra”. En éste monte
Dios entrego: La Ley, el modelo del tabernáculo, las
instrucciones para el sacerdocio levítico, el orden para
marchar por el desierto (el Señor no quitó el desierto de su
camino, más bien los instruyó para atravesarlo). Vemos
entonces que fue un lugar de revelación de Dios a su
pueblo.

Cuando alguien busca al Señor, Dios viene a él, Éxodo 34:5


“Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él,
proclamando el nombre de Jehová”. Dios es omnipresente,
está en todo lugar, también ha prometido estar con nosotros
todos los días, sin embargo debemos reconocer que hay
momentos especiales y sobrenaturales… Aquí Dios
“descendió y permaneció junto a Moisés”, Tengamos en
cuenta que Moisés tenía falencias, debilidades, pero
buscaba al Señor y Dios vino a él, por eso la Biblia dice:
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago
4:8).

Nos dice el texto: “Jehová descendió en la nube”, el término


“nube” traducido del hebreo “Anan” significa además: masa
nubosa, se usa en particular para indicar la masa de
«nubes» por cuyo medio la presencia de Dios se manifestó,
la vemos aquí en el monte Sinaí, cuando consagraron el
tabernáculo en el desierto, también cuando iba delante de
ellos en el desierto. Ésta nube hace referencia la presencia
de Dios.

La presencia divina produce transformación.


La verdadera transformación sucede en la intimidad con
Dios, Éxodo 34:29 “Y aconteció que descendiendo Moisés
del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su
mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel
de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con
Dios”.

El texto nos dice que: “el rostro de Moisés resplandecía por


haber estado hablando con Dios”, aquí “hablar” es traducido
del hebreo “Dabár” que también significa: arreglar, hablar;
someter. Así que fue un tiempo en el que en Moisés tuvo
cosas que fueron arregladas u ordenadas en su vida, todo
esto quedo rendido a Dios, también escuchó y conoció
revelaciones del Señor. Éste conjunto de cosas y decisiones
de Moisés, permiten el resplandor en su rostro. Es imposible
el resplandor de Dios en nosotros sin que tengamos que
despojarnos de ciertas cosas nuestras.
La verdadera transformación y renovación, es evidente. El
texto nos dice que Moisés no lo sabía, pero todos los demás
lo veían. Realmente es Dios quien da testimonio de nosotros
y de su obra, pues “no es digno aquel que se alaba a sí
mismo, sino aquel a quien Dios alaba”.

Es interesante que el Señor Jesús se transformó o


transfiguró mientras oraba en el monte, Lucas 9:27-29, 34-
35 (aparece de nuevo la nube), y ésta gloria es reconocida
también por los demonios: Lucas 9:37-39, 42. Sucedió en el
monte Sinaí, sucedió con Jesús, sigue sucediendo hoy. Al
entrar en Su presencia somos transformados por Su
presencia.

La verdad es que en la vida cristiana a veces vivimos


circunstancias que son incomprensibles para nosotros, en
otras ocasiones no sabemos qué camino seguir, o que
hacer ante cierta adversidad, pero cuando vamos a Dios y
le buscamos con insistencia, él se manifiesta, nos enseña y
nos transforma con Su gloria y poder.
Capítulo 13
LIDIANDO CON LA OPOSICIÓN

Vivimos una batalla contra varios frentes, quiero decir a


veces es espiritual, otras veces es contra las obras de la
carne, en otras ocasiones es contra nuestro propio
carácter; y la pregunta es ¿Cómo ganar? Cristo venció en
todos los frentes, venció al diablo y sus potestades en la
cruz, fue tentado en todo pero sin pecado, y vivió una vida
de completa obediencia al Padre, y ahora Jesús vive en
nosotros y por él podemos vencer, puedes confiar
plenamente en él.
A veces manipulando algo, se nos daña y tratando de
repararlo, cometemos un error y nos enojamos y golpeamos
el objeto, y acabamos de dañarlo. En otras ocasiones
nuestras respuestas llenas de ira lastiman corazones ¿Le
ha sucedido? A veces somos presa del enojo, la ira o la
angustia, y debemos hacernos la pregunta: ¿Cómo nos
conducimos bajo presión? Moisés debe enfrentar ahora una
crisis diferente, pues son los suyos quienes se levantan
contra él.

“Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al


desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en
Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada. Y porque no
había agua para la congregación, se juntaron contra Moisés
y Aarón. Y habló el pueblo contra Moisés, diciendo: ¡Ojalá
hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos
delante de Jehová!” Números 20:1-3.
Las dificultades son parte del camino, esa es una realidad
innegable. Es una fantasía de color rosa pensar que no
vamos a enfrentar dificultes, o enemigos que derrotar. En el
camino de la obediencia, podemos encontrarnos con
calumnias, murmuración, oposición interna, decepciones,
etc. Podemos estar haciendo la voluntad de Dios y ser
cuestionados, rechazados o calumniados. Hacer la voluntad
del Señor no nos exonera de la oposición o adversidad,
pero él mismo nos promete su ayuda y protección.
Qquisiéramos no tener que enfrentar adversidades, pero es
necesario tener presente que ellas nos ayudan a crecer y a
madurar, son parte del diseño divino para nuestra formación,
y debemos ver en cada una de ellas una oportunidad para
ver la gloria de Dios.

La Biblia nos enseña que Moisés estaba haciendo la


voluntad del Señor. Dios los guiaba de día y de noche (nube
y columna de fuego respectivamente). A pesar de eso “no
había agua para la congregación” E Israel reacciona
juntándose contra Moisés y Aarón, y con enojo hablan
contra Moisés (la reacción de Israel aquí, es una
oportunidad para preguntarnos ¿Cómo actuamos ante la
dificultad?). Algunos se enojan o murmuran contra Dios,
otros huyen, otros se desaniman, etc; pero el Señor espera
que sigamos avanzando en Su voluntad.
La presión del desierto y la ausencia de agua (o provisión)
hace expresar un enojo o inconformidad del pasado en el
corazón de los hebreos: ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando
perecieron nuestros hermanos delante de Jehová! (pues
capítulos atrás habían muerto Coré, Datán y Abiram, su
familias y muchos otros). Entonces las adversidades
también nos permiten ver cosas que están pendientes de
arreglar en nuestro corazón.

No aprender de las lecciones del pasado, es construir


los errores del futuro.
El pueblo de Israel una vez más cae en el pecado de la
murmuración, Números 20:4-5 “¿Por qué hiciste venir la
congregación de Jehová a este desierto, para que muramos
aquí nosotros y nuestras bestias? ¿Y por qué nos has
hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No
es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni de
granadas; ni aun de agua para beber”. En casos pasados el
resultado de la murmuración había sido funesto, trágico.

Llevaban décadas caminando por el desierto, muchos


hebreos han muerto por la maldad y rebelión, han sido
víctimas de la dureza de su corazón, pero aun así Israel
vuelve a murmurar. Hablan mal, con enojo en sus palabras,
aunque Dios mismo iba delante de ellos. Cuán duro es a
veces nuestro corazón.

El Señor no se había equivocado (Él nunca se equivoca),


eran ellos quienes no habían entendido. Casi siempre,
entender es uno de los resultados de obedecer (Jesús le
dijo a pedro: “lo que yo hago, tu no lo comprendes ahora,
más lo entenderás después”). Aún en la adversidad
debemos valorar la enseñanza, pues también dice la Biblia:
“no menosprecies, hijo mío, la disciplina del Señor”. Tal vez
no entendamos nuestro momento, pero más que
comprensión, Dios espera obediencia.
Sin duda alguna lo más sabio es procurar el consejo o
dirección de Dios: “Y se fueron Moisés y Aarón de delante
de la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión, y
se postraron sobre sus rostros; y la gloria de Jehová
apareció sobre ellos”, Números 20:6. Es allí donde
encontramos no sólo fuerzas para perseverar, sino la
dirección para tomar decisiones correctas y no basadas en
la crisis emocional, y al seguir su dirección veremos su
gloria manifestarse a nuestro favor.

Moisés y Aarón son figura del servidor de Dios. El siervo del


Señor debe mantener una buena comunión con él, pues está
expuesto a las calumnias, incomprensión, oposición y
murmuración, incluso de aquellos a quienes ha servido.
Quien considera que el servicio al Señor está exento de
dificultades, está equivocado; pero quien está seguro de la
ayuda de Dios, está confiado.
Es necesario depositar nuestra confianza en Dios, pues en
esencia él es bueno y sabe lo que hace. Su voluntad es
conducir nuestra vida al lugar destinado por Su providencia y
amor. Avanza, confiado en Su amor y poder.
Capítulo 14
MOISÉS NO PUDO ENTRAR A LA TIERRA
PROMETIDA

Ante los problemas o dificultades las reacciones son


diversas. Puede llegar la presión emocional a ser tan fuerte,
que se comenten grandes locuras. Por un momento de ira
puede incluso presentarse un homicidio; en otras ocasiones
las heridas provocadas son tan profundas y dolorosas que
se requiere cierto tratamiento especial y un tiempo prudente
para superar el trauma.

En la ira del hombre no obra la justicia de Dios, y las


Escrituras insisten una y otra vez en contra de esta intensa
pasión. Es un fruto pecaminoso de la naturaleza caída del
hombre, de su egoísmo; los resultados de la ira son
dolorosos y tristes. Sin embargo, cuando disponemos
nuestro corazón para la obra de Dios, se da inicio no sólo a
una sanidad sino a un cambio sobrenatural que nos permite
ser transformados para ayudar y bendecir a otros.

“Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma la vara, y reúne la


congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a
vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la
peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestia. Y
reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la
peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer
salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano y
golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas
aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Y Jehová dijo
a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para
santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no
meteréis esta congregación en la tierra que les he dado”
Números 20:7-12.

Moisés enfrenta la murmuración y descontento de los


israelitas porque no hay agua. Es una situación crítica pues
expresan el deseo de volver atrás y su incredulidad en la
provisión divina. Dios, Moisés y Aarón son menospreciados
por los israelitas que han salido de Egipto. Ante una
situación como esta ¿Qué hacer?

Moisés y Aarón fueron a buscar a Dios. Servir al Señor,


debe ser el resultado de una buena comunión con Dios,
Número 20:6 nos relata que “Moisés y Aarón se postraron
sobre sus rostros” expresión de dependencia y humildad de
corazón, y es esto lo que precede la gloria de Dios, pues “la
gloria de Jehová apareció sobre ellos”. La gloria de Dios
requiere corazones mansos, pues brillará tanto como deje
de brillar el hombre.

Moisés y Aarón reciben las instrucciones del Señor para


sortear la dificultad: Números 20:7-8. Dios conoce nuestra
condición, y quiere guiarnos e instruirnos. Él nos revela las
maneras para salir en victoria. En éste caso la instrucción
divina fue “hablad a la peña… y ella dará su agua”. Es
interesante que Dios le dice a Moisés que tome la vara y
hable a la roca, esto nos habla de autoridad (la vara es
símbolo de la autoridad), pero no para golpear sino para
hablar.

En muchas situaciones críticas la reacción puede ser con


enojo. Buscar a Dios es la primera fase en el proceso de
agradarle, pero la segunda es hacer lo que él dice. Moisés
estaba enojado, él dice: “Oíd ahora rebeldes”, no era aquel
Moisés que rogó a Dios para que nos los destruyera. “Os
hemos de hacer salir agua de ésta peña?” Moisés
impulsado por el enojo no glorificó a Dios, pues no eran ellos
quienes hacían salir agua de la roca, era el poder de Dios.
El enojo nos lleva a cometer errores y locuras.
La ira es una de las más intensas pasiones. La ira o enojo
ciega al hombre, haciéndole actuar locamente. Dios le dijo:
“hablad a la peña” y Moisés la golpeó dos veces, habiendo
dicho: “¡Oíd ahora, rebeldes! La ira o enojo impide glorificar
a Dios, Salmo 106:32-33. Estas aguas son llamadas las
aguas de Meriba, término que significa: altercado, rencilla,
contienda, riña, pelea. Son aguas que producen heridas,
infectan el corazón, lastiman a los que están a nuestro
alrededor.

La ira es una pésima consejera.


Según Salmos 106:32-33, Moisés reaccionó irritado. Pero
debemos pensar aquí, nosotros ¿cómo reaccionamos ante
la presión? Puede ser:
1. Con una venganza,
2. Con palabras que hieren y lastiman,
3. Con rebelión en tono desafiante,
4. Con introversión y aislamiento,
5. Otros huyen,
6. Con maltrato físico (Moisés golpeó la roca, porque la ira
nos hace golpear).

Lamentablemente Moisés sufre las consecuencias, aunque


ellos (los israelitas) fueron la causa. Los errores de otros no
nos dan licencia para desobedecer a Dios. La rebelión de su
espíritu, se expresó a través de sus labios ¿Cómo
reaccionamos cuando aparece el enojo? Puede ser con una
venganza, con palabras que hieren, con desobediencia, con
aislamiento, etc… Lo correcto es someternos al Señor,
buscar su dirección y ayuda.

Nuestra dependencia de Dios debe ser continua. Los


buenos resultados no señalan siempre aprobación divina,
“Salieron muchas aguas”, esto nos muestra la fidelidad de
Dios hacía su pueblo, por encima de los hombres. La
provisión divina para el pueblo del Señor no se detendrá por
las falencias de los hombres. El que haya salido agua, no
significó que Dios aprobaba lo que Moisés había hecho. A
veces los deseos del Señor son afectados por el hombre,
también podemos verlo en Sansón, un propósito divino que
sufrió las consecuencias de las malas decisiones.
El camino recorrido o metas alcanzadas no justifican la
autosuficiencia, “Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por
cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los
hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en
la tierra que les he dado”, Números 20:12.

Estaban en el último año de peregrinación (año cuarenta) a


punto de ingresar a la tierra prometida. Moisés y Aarón
llevaban sirviendo a Dios cuarenta años. “El tropiezo puede
aparecer en el trayecto donde tú crees que mejor caminas”.
Moisés falló en su punto más fuerte: la mansedumbre, pues
la Biblia nos dice: “Y aquel varón Moisés era muy manso,
más que todos los hombres que había sobre la tierra”,
Números 12:3. No importa el grado de crecimiento o
revelación alcanzado, no somos autosuficientes,
necesitamos a Dios hasta el último día de nuestra vida.
Moisés no pudo entrar al a tierra prometida, sólo pudo verla.

El Espíritu Santo ha venido para enseñarnos, para


ayudarnos a caminar en Su carácter y fruto. Con frecuencia,
por ira o enojo dañamos, herimos. Por orgullo, queremos
hacer las cosas a nuestra manera, pero esto sólo produce
tristezas, hagamos las cosas con el amor de Dios, con el
carácter del Cristo que vive en nosotros.
Capítulo 15
DIOS HONRA Y BENDICE A SUS ELEGIDOS

Es muy importante en nuestra vida cristiana mantener clara


y presente la verdad de que somos elegidos por Dios. Jesús
lo dijo: “no me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí
a vosotros”. La misma Escritura nos enseña que fuimos
elegidos por Dios en su presciencia (conocimiento previo)
desde antes de la fundación del mundo: “elegidos según la
presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para
obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo:
Gracia y paz os sean multiplicadas” 1 Pedro 1:2. Esa
elección es un desafío para “andar como él anduvo”. Es un
llamado a la obediencia.
Moisés fue no sólo un gran instrumento en las manos del
Señor, sino un hombre que se destacó por una comunión
con Dios sin igual. Hablaba con él cara a cara, a los demás
les hablaba por figuras o sueños pero con Moisés era
diferente. La protección y respaldo divinos sobre su vida
fueron notorios sobremanera.

Moisés marcó la historia del mundo, es un referente


fundamental en la historia del pueblo hebreo, y es clave en la
historia de la iglesia cristiana. Su vida es en sí misma una
gran enseñanza, vemos como la gracia de Dios cubrió sus
falencias y debilidades, para convertirlo en un instrumento
de salvación para millones de personas. Así actúa la gracia
de Dios, para que ninguno se jacte en Su presencia.

La Biblia nos describe la maravillosa manera en que Dios se


manifestó a través de Moisés, Deuteronomio 34:10-12 “Y
nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a
quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en
todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer
en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda
su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y
terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel”.

Las frases que leemos en ésta porción bíblica nos permite


ver como Dios honra la vida de Moisés y su obra. Un
hombre que cometió errores, se equivocó aun caminando
con Dios, una persona que procuró evitar el llamado del
Señor, con debilidades como cualquier ser humano, pero
con una gran virtud: Moisés buscaba el rostro de Dios y se
humillaba en Su presencia.

Dios se hace tan grande en una persona, como se humille


ésta en Su presencia. El Señor está buscando corazones
dispuestos a darlo todo por hacer Su voluntad. Las
maravillosas obras de Dios no se han acabado, lo que
sucede es que él está buscando muchos Moisés. No
importan las debilidades, allí es donde Dios se hace fuerte.
No importa cuán incapaz se sienta el ser humano, pues es
el Señor quien capacita. Recuerda que la Biblia nos dice:
“Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de
Dios” (Romanos 11:29) por tanto el plan del Señor para ti
sigue vigente. Sólo dile: Dios mío, aquí estoy a pesar de
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no nacieron como demonios, ellos se convirtieron
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