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April Kelley
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Sinopsis
Ser un rehén no es tan malo siempre y cuando consigas negociar los
términos.
Todo lo que Ryan Newell quiere es probarles a sus hermanos que es tan
capaz como ellos de salir en una misión. Esta vez realmente lo escuchan y lo
envían a rescatar a tres hombres de un culto que los está reteniendo como
prisioneros. Justo desde el principio las cosas van mal. Uno de los prisioneros,
Zach Landen, se las arregla para romperle el móvil y amenazarlo con un cuchillo.
Ryan detesta la idea de llamar por refuerzos, pero sabe que necesita
hacerlo después de saber que Zach está muy enfermo. Para él es innato cuidarlo,
pero su naturaleza dadivosa lo ha metido en problemas antes. ¿Realmente quiere
ser herido de nuevo?
Dedicatoria
Para Hayley, que me dijo que era lo bastante buena. ¡Gracias!
Capítulo Uno
Ryan Newell entró en la oficina de su hermano Aiden con el singular
propósito de salir pitando de casa tan rápido como fuese posible, antes de que
Aiden cambiase de opinión sobre su salida. Todos sus hermanos le habían
enseñado todo lo que podían, y estaba más que preparado para salir en una
misión solo. Esta además era una increíblemente importante. Le confiaban la
vida de tres hombres que estaban siendo retenidos por algún psicópata grupo
religioso. Quién sabía qué clase de traumas, tanto físicos como mentales,
estarían atravesando en ese momento.
El trabajo de Ryan era no solo sacarlos, sino evaluar y tratar los problemas
médicos que pudieran tener los tres, aunque no se sentía cualificado para hacer
esa parte del trabajo.
Era un milagro, uno que no podía dar por hecho, que sus hermanos
todavía lo dejasen ir después de que la había jodido cuando secuestraron a Aaron
en la tienda. Verlo siendo golpeado en la cabeza y luego arrastrado a un coche
lo perseguiría durante mucho tiempo.
Ryan se sentó en el sofá de la salita y esperó por alguien más. Fue el único
en la oficina durante un rato, antes de que Xander entrase llevando cargado a
Aaron, quien tenía la cabeza en su hombro y los ojos cerrados.
—Lo sé, pero no puedo dejarlo solo todavía. Ni siquiera durante los quince
minutos de la reunión. —Xander se sentó en el sofá a su lado, sosteniendo a
Aaron.
—Siento que te hayan herido —dijo Ryan, pasando sus dedos por el cabello
oscuro de Aaron, masajeando su cuero cabelludo, pero evitando el chichón que
le había provocado el golpe que le había dado Ben Smith más temprano ese
día—. Me siento como una mierda, hombre.
—Para ahora mismo, Ryan. No hiciste nada malo. Estuviste justo detrás
de mí todo el camino, y realmente podía haber sido mucho peor —dijo Aaron, su
cabeza todavía descansando contra el hombro de Xander, dándole la espalda.
Ryan se figuró que la luz probablemente le hacía daño, por lo que sus ojos
estaban todavía cerrados, aunque no podía verlo para estar seguro.
—Tiene razón, hermanito. Hiciste todo lo que pudiste. No podías saber que
Ben Smith estaba patrullando el área y que os había visto. Mierda, Ryan. Ni
siquiera os estaba buscando. El jodido solo tuvo suerte. —Esto era lo máximo
que Xander había dicho de un tirón desde que tenía diez años, lo cual decía
gritos cuán asustado estaba por su novio.
—En mi bolsillo.
—Bien.
Ryan puso los ojos en blanco, pero no dijo nada. Danny entró poco
después trayendo un pliegue de papel enorme. Lo colocó en la mesilla de café
entre ellos. Ryan se inclinó hacia delante lo suficiente para poder ver, pero sus
dejar de masajear el cuero cabelludo a Aaron.
—Oye, eso no es justo. ¿Cómo es que Ryan puede tocarlo y yo no? —dijo
Tripp, entrando en el cuarto. Se sentó en el brazo de la silla donde Danny se
había desplomado.
Aaron levantó una mano y la movió de un lado a otro para indicar que más
o menos.
—Una vez que estés dentro, quédate ahí tanto tiempo como puedas.
Probablemente bajan solo ciertas veces al día, así que espera por ellos. Luego
sabrás cuanto tiempo tendrás —continuó Aiden.
—Sé todo eso. Sé lo que me hago —dijo Ryan, poniendo los ojos en blanco.
—De acuerdo, cariño —dijo Xander con dulzura, pero estaba mirando por
encima de su cabeza hacia Ryan.
—¿Qué he hecho?
—Es cierto, Xander. Estás exagerando. Estas al tanto que sabe lo que hace
porque tú le has enseñado todo. Ahora, necesitas darle un voto de confianza —
murmuró Aaron. La única razón de que Ryan lo hubiera oído todo era porque
estaba sentado justo a su lado.
—Si le tienes que disparar a uno de esos cabrones para salir, hazlo. Nos
preocuparemos por la limpieza más adelante.
****
—¿Estás bien, hombre? —dijo Elijan desde dos celdas más allá.
—No lo sé. Tengo que salir pronto de aquí —dijo Zach entre jadeos. Estaba
cerca de abrir la puerta, picando el cemento de la pared en diminutos
fragmentos. Unas semanas antes había encontrado una piedra. La había
sostenido en su mano, jugando con ella durante días porque no tenía nada más
que hacer, hasta que una noche, la pared se resquebrajó cuando lanzó la piedra
contra ella en un arranque de furia. Así tuvo la idea de socavar la pared poco a
poco. Trabajó hasta lo único que quedaba era una fina capa que a los guardias
que venían dos veces al días les parecía completamente normal. Tenía que hacer
un agujero lo bastante grande para lograr meter la mano. Una vez que tuvieran
el agujero hecho, tendría que ser cuidadoso y rápido. Tenía el tiempo justo, si
dejaba a la vista el agujero demasiado pronto lo atraparían.
Saldría esta noche, y necesitaba un arma. Eso era el motivo de que hubiera
hecho un cuchillo. Era la única arma en la que podía pensar en hacer con sus
recursos extremadamente limitados.
Zach trabajó en el cuchillo hasta que empezó a toser de nuevo. Una vez
que paró y descansó lo suficiente para que le fuera posible respirar de nuevo,
puso el cuchillo en sus pantalones, recogió la piedra, y se puso a trabajar en el
cemento. Se las arregló para llegar al otro lado. Tres arranques de tos después
le fue posible meter la mano a través del mismo.
—Zach.
—Sí.
—Sí, lo sé.
Zach no se atrevía a decirlo en voz alta, que creía que Jacob estaba muerto
en la celda, que quizás estaba peor y su mente se había desquebrajado tanto qué
tan siquiera podía llamar a su madre una y otra vez como solía hacer. En su
lugar, solo dijo;
Zach soltó una risa acuosa, la cual se convirtió en otra oleada de tos.
—Supongo.
Levantó la vista al agujero que había hecho. La cosa más importante que
hubiera hecho alguna vez en toda su vida era hacer un agujero en un bloque de
cemento para así poder salir de una celda. Ni siquiera sabía por qué estaba en
este sitio para empezar. ¿Los criminales necesitaban una razón para hacerles
cosas innombrables a otras personas?
Ese jodido agujero. Debería ponerle nombre a la maldita cosa. Algo así de
importante merecía un nombre. Salvaría su vida un día.
—Oye, qué nombre debería ponerle a mi agujero —le murmuró Zach a Eli.
Eli soltó una risilla a través de las lágrimas, que era lo que Zach esperaba
conseguir. Quería hacer que la mente de Eli se evadiera de la situación actual.
—Nelson será.
Capítulo Dos
Ryan tenía la voz de Aiden resonando en su cabeza como una maldita
grabación, diciéndole una y otra vez cuáles eran sus instrucciones. Luego
escuchó la voz de Xander diciéndole una y otra vez que prestara atención y que
no la jodiera. De acuerdo, puede que Xander realmente nunca le dijese que iba
a joderla, pero bien podía haberlo hecho. ¿Cuál era su maldito problema, de
todos modos?
Ryan estaba acostado entre la hierba alta solo a unos cuantos metros de
la valla. Los hombres no lo notaron, y esa era su intención. Su ropa se
mimetizaba muy bien con lo que lo rodeaba en estos momentos. Parecía un
soldado, pero se sentía como un impostor jugando a serlo, como si fuese un
jodido juego que tenía que pasar y las balas no fuesen reales.
—El Padre Phillip dice que los chismorreos son obra del diablo.
Así que algunos seguidores se estaban asustando. Eso podía ser muy
buena cosa cuando Seguridad Lakehouse avisara a las autoridades sobre todo
este lío. Quizás se irían pronto, si encontraban la manera de salir, y contar su
historia. Podría ayudar a poner al Padre Phillip Avery entre rejas durante mucho
tiempo. Debía ser muy buen orador para conseguir que las personas se quedaran
en un espacio tan pequeño del mundo durante años. Ryan cortó cada uno de los
alambres rápidamente y luego puso los alicates en su bolsillo. Ryan se figuraba
que el hombre debía ser también relativamente carismático para mantener a sus
seguidores en fila. Una parte de él se preguntaba si el hombre era como Hitler.
Una vez que los pies de Ryan tocaron el suelo con un suave sonido, se giró
y simplemente permaneció allí de pie, permitiendo que sus ojos se adaptasen a
la oscuridad. Se desplazó lentamente, esperando que su espalda golpease la
esquina de la pared. Escuchó a alguien toser, pero el sonido era apagado y no
pudo discernir de qué dirección venía. El olor era casi insoportable y le recordaba
la manera en la que había olido Aaron cuando lo habían encontrado. Por
supuesto, el cuerpo de Aaron había estado unas cuantas horas al aire libre; el
aire aquí estaba enrarecido y se aferraba al interior de su nariz y garganta como
manos que apretasen su cuello.
El hombre que lo sostenía resolló contra su pecho, lo cual Ryan pensó que
era extraño.
—No voy a hacerte daño. Estoy aquí para ayudar —murmuró Ryan. Tenía
un enlace con Danny el cual le estaba gritando en su oído, demandando saber
que estaba pasando.
Este debía ser Zach. Aaron le había dicho que tenía tos. Ryan sospechaba
por su intensidad que tenía neumonía, y con el aire de aquí abajo, era
insignificante preguntarse el porqué.
unos pies se deslizaron por el suelo de cemento en unas de las celdas. Ryan olió
el aire fresco que entraba por la rendija de la puerta. Quería inspirar
profundamente, pero no quería alertar al guardia de su presencia. El guardia
dobló la esquina en ese momento, mirando en su dirección, entrecerrando los
ojos, intentando ver entre las sombras donde estaban.
—Harold, ¿eres tú? Creí que habías dicho que ibas a comprobar al
silencioso —dijo el guardia, viniendo hacia ellos.
Al momento que lo hizo el hombre empezó a gritar, hasta que Ryan apretó
el cuello del hombre y la tensión abandonó su cuerpo al instante.
—Sí.
—Apuesto a que dolió decirlo, ¿no? —dijo Danny como si fuera el mismo
Dios—. Tripp debería estar en la ventana ahora mismo.
—Vas a llevarme contigo —dijo una suave voz que venía de su izquierda.
Ryan lo agarró por la cintura, una mano sobre sus planos abdominales.
Zach era un hombre grande que medía algunos centímetros más que él y al
menos pesaba unos veintitrés kilos más. Pero ahora parecía frágil, sus ojos
tenían ojeras oscuras como si alguien le hubiera dado unos puñetazos, y parecía
que estaba a punto de inspirar por última vez. Al estar tan cerca, podía decir que
tenía fiebre.
—Sí.
—¿Crees que puedes valerte por ti mismo hasta que hayamos salido del
edificio? —le murmuró Ryan al oído.
La zona exterior estaba despejada salvo por una niña pequeña que alzó la
vista hacia ellos sorprendida desde donde estaba sentada jugando con sus
muñecas. Ryan le sonrió y puso un dedo en sus labios. Ella sonrió y saludó con
la mano, entonces regresó a las muñecas con las que estaba jugando. Acababan
de llegar a la puerta cuando se abrió de golpe. Ryan tiró de ellos hacia un lado
mientras la puerta se abría, cubriéndolos de ser vistos. Tres hombres estaban
llevando a un forcejeante Tripp que se reía a través del pasillo. Ryan no se quedó
para descubrir que pasaba a continuación. Prácticamente arrastró a Zach por la
puerta, corriendo hacia la valla tan rápido como podían. Zach estaba tosiendo
tanto por correr que estaba trastabillando junto a él lo mejor que podía. Llegaron
a la cerca cortada y Ryan prácticamente lo empujó a través de ella, sin
preocuparse si su camiseta sucia y sangrienta se rompía. Miró hacia atrás
rápidamente y vio a dos hombres sobre sus talones. Sacó la pistola y apuntó,
disparando a uno de los hombres en la pierna. El hombre cayó, el otro se giró
para ayudarlo. Ryan le pasó la pistola a Zach mientras traspasaba la cerca. La
tomó de regreso una vez que estuvo al otro lado y se giró, sosteniéndola delante
de él, pero el hombre todavía estaba ayudando al pobre estúpido al que había
disparado.
Tomó la mano de Zach de nuevo y tiró de él. Deseaba poder darle tiempo,
pero tenía que salir de la zona rápidamente. Zach finalmente dio un tirón a su
mano y negó con la cabeza. Ryan se detuvo.
—Solo un poco más —dijo Ryan frotando el pecho de Zach con la palma
de su mano. No tenía ni idea si funcionaba o no, pero definitivamente no le hacía
daño.
Ryan llevó a Zach casi a cuestas a la habitación del hotel. Con todo el
ejercicio de las pasadas horas, al hombretón apenas le era posible moverse.
Había dormido la mayor parte de las dos horas de camino en coche, respirando
de forma sibilante hasta que finalmente Ryan tuvo que parar. Tenía que
conseguirle medicación, pero primero tenía que conseguir que estuviera limpio.
Lo llevó inmediatamente al baño, abriendo el agua con una mano mientras
sostenía a un mucho más grande Zach con el resto de su cuerpo. Tuvo que
apuntalarse a sí mismo para no caer y arrastrar con él al hombre.
Ryan se arrodilló a sus pies, desabotonó los vaqueros sucios que llevaba
puestos, bajó la cremallera, y entonces se detuvo.
—Voy a tener que pedirte que te levantes. —Ryan odiaba tener que pedirle
que se moviera. El pobre no se sentía claramente nada bien en este momento—
. Apóyate sobre mis hombros y nos levantaremos juntos, ¿de acuerdo?
Zach asintió para indicar que comprendía. Puso sus brazos alrededor del
cuello de Ryan y lo abrazó. No esperaba un abrazo, no es que no fuese
bienvenido. Simplemente no era lo que había querido decir. Ryan agarró a Zach
por la cintura.
—¿Estás preparado?
cualquiera, y Zach estaba sintiendo claramente los efectos de todo lo que había
pasado hasta el momento.
Zach parecía muy joven, incluso más joven que los veinticinco de Ryan.
Dudaba que pudiera beber cerveza legalmente. El padecimiento que había
atravesado podía pasarle factura a cualquiera, pero para alguien tan joven que
apenas había salido del instituto era peor por alguna razón. Zach no se merecía
ser tirado en una celda como si fuese su maldito ataúd.
Cuánto Ryan más pensaba sobre ello y cuantas más lágrimas derramaba
Zach, más enfurecido se sentía. La misión era sobre un hombre que
probablemente tendría cicatrices emocionales durante el resto de su vida,
incluso si superaba su enfermedad. Ryan mataría a los bastardos que le habían
hecho esto. Se estaba pateando a sí mismo por haber perdido la oportunidad con
el guardia. Debería de haber matado al cabrón. Cómo fuera, la herida en el
hombro del hombre no era letal, a menos que no consiguiera salir pronto de la
celda.
Cuando Zach se relajó, Ryan se apartó solo lo bastante para bajarle los
pantalones y la ropa interior. Le sacó todo de alrededor de sus tobillos.
Zach asintió.
Zach apretó su agarre sobre Ryan y este irguió al hombre, golpeando sobre
un pie.
—Primero un pie y luego el otro —dijo Ryan y esperó a que Zach siguiera
sus instrucciones. Cuando Zach estuvo satisfactoriamente dentro de la bañera,
Ryan lo convenció de que se recostarse, dejando que el agua cayera sobre él
desde el chorro de la ducha. No quería que se extenuara más de lo que estaba.
—¿Has terminado?
aplicándolo en el cabello de Zach. Pasó sus dedos por el brillante cabello rojo,
reluciente con la humedad, masajeando el champú lo mejor que podía. Aplicó
más champú y frotó de nuevo, asegurándose de que Zach se sintiera tan limpio
como fuese posible.
Una vez que enjuagó todo resto de champú y jabón, Ryan cerró el agua.
Agarró una toalla de la estantería y la desdobló, poniéndola alrededor de los
hombros de Zach. Frotó su espalda y brazos, cualquier parte a la que llegaba
mientras Zach estaba sentado todavía en la bañera. Ryan dejó la toalla alrededor
de sus hombros y se levantó.
—No sé por qué estoy tan débil. Me sentía bien hasta que salí de esa celda,
lo cual no tiene sentido, ¿no?
con las mantas. Una vez que Zach estuvo acomodado, Ryan tomó la toalla y le
secó el cabello tanto como pudo. La almohada absorbió parte de la humedad,
pero al menos quitó la mayor cantidad de agua que pudo.
Ahora que su cabello estaba libre de suciedad y grasa, parecía más suave.
Ryan mantuvo la toalla en su regazo. No podía evitar descubrir cómo de suave
era. Así que tomó un mechón de pelo entre sus dedos y sintió las hebras. Era
justo como pensaba que sería, parecía seda. Seda roja.
Ryan apartó la mano, pero Zach la agarró, tirando de él. Ryan se vio
obligado a sentarse en el borde de la cama.
Capítulo Tres
Zach se despertó lentamente, estaba de lado, e intentó inspirar
profundamente, pero comenzó a toser. Una mano empezó a frotar su espalda,
confortándolo. Una vez que consiguió respirar y cesó la tos, dijo:
—¿Cómo te llamas?
—¿Hacer qué?
—Sonreír.
duro bajo la manta. Ryan tenía el culo más pequeño y prieto que jamás hubiera
visto. Ese culo iba a volverlo loco todo el tiempo que estuviera tendido en esta
cama. Zach creía que estaba demasiado enfermo para sentir lujuria, pero
aparentemente no estaba demasiado enfermo para eso. Al menos, alrededor de
este hombre no.
Zach se giró para que su erección no fuese tan obvia cuando Ryan
regresara a la cama. El hombre tenía un bote de píldoras en una mano y un
botellín de agua en la otra.
—Hablé con una buena amiga mía qué es doctora. Ella me consiguió el
medicamento para ti. Aaron nos dijo que estabas tosiendo y que se estaba
empeorando. Quería asegurarme de que tuvieras la medicación para el peor de
los casos.
—¿A tu casa?
—Sí. Está bien, supongo. No es como si tuviera algún lado al que ir antes
de que me hubieran metido en esa celda.
Zach empezó a toser y se dobló hacia delante por instinto. Ryan frotó su
espalda al instante donde se encontraban los pulmones. Le llevó bastantes
minutos parar el ataque de tos, y una vez que lo hizo, estaba exhausto. Ryan lo
ayudó a acostarse con una mano en su pecho y otra en la zona apalea. Una vez
que estuvo acostado, Ryan comenzó a apartarse, pero Zach sostuvo su mano
sobre su pecho, manteniéndolo en el sitio.
—¿Cómo lo sabes?
Ryan intentó apartar la mano de nuevo, pero Zach la sostuvo con firmeza.
—No creo que sea buena idea —dijo Ryan, pero suavizó el rechazo
inclinándose y besando a Zach en la mejilla. Esta vez cuando se irguió se llevó
su mano con él, Zach lo dejó ir—. Descansa algo, y entonces la próxima vez que
te despiertes te tendré algo de comer.
Ryan extendió una mano y la pasó por el rostro de Zach, haciendo que
este se riera. Zach comenzó a toser de nuevo, pero esta vez no fue durante tanto
tiempo.
—Eso, también.
—Oye, se supone que eres el que está secuestrado. Yo soy el que hace las
demandas.
—Está bien.
Quizás estaba exagerando, pero algo sobre el hecho de este hombre siendo
herido lo enfadaba. Ahora, podría patear su propio trasero. Quizás, era la
naturaleza gentil de Ryan o la manera en la que fue criado. Ryan era como una
pequeña mamá gallina cuidando de él. Lo que quiera que fuese, Zach no iba a
cuestionarse su propia reacción ante el dulce hombre.
****
matarían si se involucraba con Zach, y tampoco les iba a importar que Xander
hubiera hecho lo mismo con Aaron. Todavía encontrarían algo malo y le dirían
que lo había jodido espléndidamente.
Observó a Zach dormir. Ahora que no estaba en modo salvar vidas, podía
ver cuán atractivo era. Su cabello rojo y su pálida piel eran completamente
extraños el uno con el otro. Tenía un rostro marcado, se veía joven pero marcado,
y la línea de la mandíbula cuadrada hacía que quisiera besarla toda a lo largo.
Los labios llenos estaban ligeramente abiertos. Cuando su respiración cambió,
Ryan salió de la cama. Agarró otro botellín de agua de la mesa y lo dejó en la
mesilla de noche junto a uno de los antibióticos.
Después de eso, fue al baño. Estaba medio vestido cuando oyó que
llamaban a la puerta. Ryan la abrió.
—Ahora estoy bien —dijo Zach sonriéndole. Por primera vez, Ryan estaba
echándole una buena mirada a toda esa pálida piel cubriendo músculos
esbeltos. Solo subió hasta los hombros anchos, los cuales lo encendieron como
nada más podía. La polla de Zach se puso dura bajo sus vaqueros mientras se
la miraba. Cuando sus ojos llegaron a esa erección, Ryan realmente quiso
arrodillarse y tomarla en su boca.
—¿Necesitas el baño?
—Solo tengo que mear. Adelante… puedo esperar a que estés en la ducha.
—Las cejas de Zach se arquearon con diversión.
Ryan sabía que estaba ruborizado, pero no pudo evitarlo. Nunca había
sido bueno ocultando sus sentimientos, sin importar cuales fuesen. Había sido
herido en bastantes ocasiones por eso, y todavía no se las arreglaba para
ocultarlo. Un montón de hombres se habían aprovechado de sus sentimientos
por ellos. Siempre les era posible saber cuándo se sentía atraído. Ellos habían
llevado a Ryan hasta la parte de follar con palabras dulces y suaves toques, hasta
que a la mañana siguiente no volvía a escuchar de ellos de nuevo. Había
aprendido a mantenerlos a distancia, sin confiar mucho y tan rápido.
Aunque Zach parecía inocente, hacía que Ryan se ruborizara todo cuando
flirteaba. Y entonces estaba el hecho de que Zach estaba enfermo y que él tenía
el sobrecogedor impulso de cuidarlo. Zach de seguro no era el único en lo que
concernía a la reacción de Ryan ante su enfermedad. Él se comportaba así con
la mayoría de la gente que estaba enferma o herida.
—Lo lamento.
—No.
—No.
—¿Necesitas el baño?
—No.
—Oh.
Zach soltó una risilla y luego tosió. Ryan notó que la tos estaba empezando
a ser ya fructífera. Los antibióticos eran bastante fuertes, así que no era
sorprendente. Lo escuchó escupir y luego abrir el agua en el lavabo. Zach se
enjuagó la boca y escupió de nuevo. Entonces cerró el agua.
—¿Tienes más pasta de dientes en tu bolsa? Este tubo está casi terminado.
—Gracias.
¡Oh, Dios! Este hombre iba a ser su perdición. Iba a morir por estar
cachondo. ¿Podía alguien morir de excitación? Sus jodidas bolas ya le dolían, así
que suponía que era posible.
—¡Ja! Sabía que estarías mirando —dijo Zach mientras se volvía—. Ahora
yo consigo ver.
—Vale.
—Sí.
Ryan escuchó la puerta del baño cerrarse y soltó el aliento que estaba
conteniendo.
****
Dios ese fue el peor trato que Zach había hecho alguna vez. Ahora tendría
que esperar al menos dos días antes de poder coquetear de nuevo. Iban a ser los
dos días más largos de su maldita vida. Se metió en la ducha y se masturbó. No
podía evitar pensar en el dulce cuerpo de Ryan expuesto para él. El culo del
hombre en un par de vaqueros se veía genial, pero al desnudo hacía que quisiera
lamer cada centímetro hasta que Ryan suplicara tomar su polla.
—Te has sobre exigido. Estabas pensando demasiado con el Sr. Feliz de
ahí abajo. —Ryan estaba en ropa interior y eso fue lo que notó.
Ryan entonces se rió abiertamente. Zach soltó una risilla, pero comenzó a
toser de nuevo. Mierda, le dolía su jodido pecho.
lo cual era una vergüenza. A Zach le gustaba como sonaba su risa. Ryan cerró
el agua y agarró la última toalla del estante, secándolo con ella.
—Pensaba que el trato era dejar de flirtear hasta que te sintieras mejor.
—Tienes que saber que no me va a ser posible mantener esa parte del
trato.
—Serán los día más interesantes que haya pasado desde hace mucho
tiempo. Al menos hasta que conozcas a mis hermanos y descubras que son en
cierta manera más guapos que yo.
—No es solo una frase, Ryan. Es la maldita verdad —dijo Zach, serio por
primera vez en toda la mañana. Ryan estudio su rostro durante bastantes
minutos. Zach pensó que quizás estaba intentando decidir si estaba lleno de
mierda o no. Todavía no confiaba en él pero no lo culpaba. Comprendía que
estaba intentando ligarlo con más ímpetu de la que debería dada su condición
actual y la dura experiencia que acababa de pasar, pero no podía evitarlo. Lo
quería de una manera en la que nunca había querido a nadie, no solo estaba
hablando de meterse en sus pantalones. Quería llegar a conocerlo íntimamente.
Quería saber todos sus secretos, lo que hacía que fuese tan dulce y cariñoso.
Quería conocer a su familia y amigos. Quería sostener su mano solo por el placer
de hacerlo.
Nunca se había sentido así con nadie. Era el primero en admitir que había
sido un Don Juan en el instituto e incluso los dos años siguientes. Aunque este
hombre era diferente. Lo que no sabía era si realmente era porque Ryan lo había
rescatado de la mierda en la que se había convertido su vida. A Zach le gustaba
pensar que sus experiencias lo habían cambiado de una manera fundamental,
Había estado fuera de ese lugar solo un par de días. Dejar pasar el tiempo
sería de sabios en este punto. Incluso antes del secuestro, su vida había ido en
picado en un tren de alta velocidad, y no estaba seguro de cómo volver a la
normalidad sin admitir la derrota y volver a casa. Quería poder ser independiente
sin tener que acudir pidiendo ayuda a sus padres. No quería tener que vivir con
un hombre que le decía que su sexualidad era errónea cada día de su vida.
Capítulo Cuatro
Ryan no estaba seguro de lo que ocurría, pero había un interruptor dentro
de Zach que se había apagado los pasados tres días que habían estado en la
habitación del hotel juntos
—Creo que estás lo bastante bien para viajar hoy —dijo Ryan mientras
comían un emparedado de desayuno en el restaurante de comida rápida que
estaba justo al otro lado del hotel.
—Por supuesto.
—¿Y todavía piensas que tus hermanos estarán conformes con que me
quedé contigo?
—Por supuesto. —Se habían convertido en buenos amigos en los tres días
que Zach había parado de flirtear con él. En perspectiva, de hecho, Ryan no
recordaba haberle contado alguna vez algunas de las cosas que le había dicho a
Zach o reír tanto con alguien antes. Aún así, podría haberle gustado si Zach
fuera serio sobre salir con él.
—Simplemente estoy nervioso por ir a casa, supongo. —Lo cual no era una
completa mentira, pero definitivamente tampoco era toda la verdad.
—Nunca me harían daño físico, pero me van a reñir hasta que sea viejo y
tenga canas. Lo cual apesta más que la azotaina en el culo que probablemente
merezco. —Sí, Xander especialmente iba a estar enfadado con él cuando
regresara a casa. Ya había intentado llamarlo numerosas veces, pero Ryan solo
le había enviado un mensaje diciendo que todo estaba bien. Salirse del cuadro
por culpa de su orgullo había sido realmente algo estúpido para hacer.
Ryan supo que su boca colgaba abierta, pero no pudo evitarlo. No tenía ni
idea de cómo reaccionar. Estaba tan confundido. En lugar de decir algo, se
levantó, apartando la mano de Zach.
Zach lo dejó ir, sentado allí observando cómo Ryan comenzaba a limpiar
la mesa, tirando la basura en la papelera que estaba junto al armario. Empezó
a recoger toda la ropa y la mierda que habían esparcido por doquier, doblando
todo y poniéndolo en su bolsa. Había tenido que comprar otra para Zach, cuando
finalmente se las arregló para poder salir y conseguir alguna ropa para él. Ryan
tenía que admitir que Zach se veía muy atractivo en vaqueros y con la camiseta
azul claro que le había comprado, la cual tenía puesta ahora.
Ryan bufó y se giró para fruncirle el ceño. Zach le estaba sonriendo desde
el otro lado de la habitación. Ryan cerró su bolsa llena y la llevó hasta donde
estaba el hombre sentado. La empujó contra el pecho ancho de Zach.
Una vez que tuvieron todo empaquetado y estaban preparados para irse,
Zach extendió la mano justo cuando Ryan cerró la puerta de su habitación de
hotel.
—¿Qué?
—Quiero conducir.
Una vez que estuvieron a pocos minutos de llegar, Ryan decidió enviarle
un mensaje a Xander, diciéndole que pronto estaría en casa. Zach agarró su
mano después de haberlo hecho, sujetándola, tirando de ella hasta acomodarla
sobre su muslo. Ryan lo miró y sonrió. Había hecho esto unas cuantas veces a
través de las numerosas horas que estuvieron dentro del coche juntos.
—No admitiré que eché de menos el maldito trabajo que hago en casa, no
importa lo mucho que me grite Xander.
Zach se rió, le había contado toda la historia de cómo sentía que estaba
siendo menospreciado porque le habían asignado el trabajo de doncella durante
dos años. No podía esperar a ser justo como Xander y salir en misiones como el
chico grande. Maldita sea, aunque no estaba por completo equivocado. Lo habían
tratado como un maldito niño durante más tiempo del que deberían y ahora le
iban a gritar por eso.
Todo su enfado salió justo por la ventanilla cuando vio a Xander de pie en
la entrada esperando por él. Tenía los brazos cruzados en el pecho y un ceño
fruncido en su cara.
—¿Ese es tu hermano?
—Es uno de ellos. Ya que tengo cuatro. Tres trabajan aquí conmigo en la
casa. Zane, mi hermano mayor, está en el ejército así que ahora mismo está en
el extranjero.
Ryan lo miró.
—¿El qué?
—Sí.
****
—¿Qué? —dijo Ryan, girándose para mirar a Zach. Al segundo que los dos
hombres se separaron se sintió mejor, eso fue hasta que un hombre mucho más
delgado de cabello oscuro se lanzará a Ryan. Sus piernas rodearon la cintura de
Ryan durante un par de segundos antes de tocar el suelo de nuevo. Zach no
pudo aguantarlo más, fue hasta Ryan y lo agarró por la cintura, tirándolo fuerte
contra su costado.
de repente que era Aaron. Reconoció su voz cuando habló. Cuando Aaron
comenzó a llorar, Zach lo abrazó. Ryan trazó círculos en la espalda de Aaron.
—Ryan no iba a permitir que eso ocurriese —dijo Zach y se giró, besando
la cima de la cabeza de Ryan.
—Sí —dijo Zach y lo besó en los labios. Solo fue un rápido pico, pero Ryan
parecía tan sorprendido que casi resultaba cómico. Ryan se quedó allí plantado
durante mucho tiempo mirándolo como si intentase descubrir a qué clase de
juego estaba jugando.
—Te lo contaré más tarde. Por ahora, come algo y descansa. Mañana por
la mañana tendremos una reunión. —Xander lideró el camino hacia el interior
de la casa a través de la puerta lateral.
—Es algo de lo que hago aquí —dijo Ryan, sacando los huevos de la
nevera—. Aunque algunas veces Aiden hace el desayuno. Así que no soy el único
que cocina.
—¿Qué?
—Nadie quiere que Xander cocine. Confía en mí. Hay una razón de que
mayoritariamente solo Ryan y Aiden usen la cocina. Ahora, que alguien me traiga
el tocino.
Capítulo Cinco
Zach miró la habitación que se suponía sería la suya.
—No voy a dormir aquí —dijo Zach a Ryan que empezaba a verse un poco
pálido.
—¿Por qué? ¿Te da vibras extrañas o algo así? —Ryan paseó alrededor del
salón, cepillando polvo imaginario del respaldo del sofá.
traumática.
—Es el sofá.
Zach sonrió.
—Gracias, dulzura.
Ryan abrió una puerta del lado derecho del pasillo y ambos entraron en la
habitación. Está habitación se parecía mucho a la anterior, excepto que tenía
toques personales que la otra no tenía. Había una vela en el medio de la mesilla
del café, junto con un libro de fotografía y una revista de historia. Zach soltó a
Ryan y recogió la revista.
Así que Ryan se desvistió y puso su ropa en el cesto de la colada. Sacó unos
pantalones de pijama del armario del otro lado de la habitación.
—No, realmente no. Quiero decir me imaginaba que quieres una relación
y tal. Pero no sabía que también querías corazones y flores.
—Bueno, ahora lo sabes. Dado que vamos a volver a flirtear, eso puede ser
algo en lo que deberías de pensar.
—Sí, lo sé. Por eso te estoy pidiendo que pares si no puedes actuar con
seriedad.
—¿Cuántas?
—Dormir en el sofá.
—¿Por qué?
Zach suspiró.
—Ven a la cama.
—No.
—¿Moverme? Este sofá fue hecho para párvulos. ¿Dónde se supone que
me meta?
Zach se despertó con un dolor de cabeza que tenía que haber venido del
infierno. El ángulo de su cabeza probablemente tenía algo que ver con eso.
Cuando abrió los ojos, la primera cosa que vio fue a Ryan mirándolo, lo cual fue
un poco espeluznante.
Zach asintió.
alrededor de la cama hasta el otro lado. Ryan estiró las mantas sobre la cama y
Zach, acostándose bajo ella cuando hubo terminado. Ambos se estaban
acostados de espaldas mirando el techo.
Zach puso sentir la cama moverse ligeramente cuando Ryan se giró para
quedar frente a él
—¿En serio?
—Sí, quiero decir, estoy un poco herido de que pienses tan mal de mí.
—Oh, ¿eso es lo que quiere decir que quiera estar contigo? ¿Qué estoy
madurando? —Zach giró su cabeza y sonrió.
Zach se levantó.
****
—¿Tienes hambre?
—¿Bajarás conmigo?
Una vez que estuvieron en el pasillo, Ryan se detuvo y se giró hacia Zach.
—Zach.
Zach sostuvo las manos en alto como para decir que abandonaran el tema.
Caminaron en silencio hasta que llegaron a la cocina.
—Juraría que me llevaste por el camino largo hasta aquí solo para
conseguir que volviera a mí mismo.
Ryan se rió.
—No lo hice.
—Lo que sea. ¿Qué tomas para desayunar? —Zach abrió la nevera y sacó
huevos, leche y queso, entonces la cerró y puso las cosas en la encimera. Ryan
tenía una cebolla y ya la estaba cortando. Se movieron por la cocina alrededor
uno del otro con fluidez, como si lo hicieran todo el tiempo.
—Dios, vosotros dos estáis hechos el uno para el otro —dijo Danny,
echando agua en el recipiente de la cafetera. Agarró el café de la alacena y pareció
volcar la mitad del contenido de granulado en el filtro.
—Sí. Esa es la palabra que usé —dijo Ryan con los dientes apretados.
Zach limpió sus manos en el paño de cocina que había entre ellos y luego
se giró hacia él. Dio un paso y Ryan no tuvo otra elección salvo recular.
—No eres nada conveniente. Eres como un dolor en el culo. Peor, eres un
dolor en mis bolas y no hay nada conveniente sobre eso. Si quisiera solo una
follada, hay un montón de hombres más convenientes que tú.
—Zach.
—Has estado poniendo mis bolas azules desde el día que te conocí en ese
sótano. Y todavía estoy aquí, ¿no? ¿Y bien?
—Sí.
—Crees que tengo que estar aquí. Puedo irme a casa, Ryan.
Ryan no sabía qué decir. Abrió la boca, pero las palabras no salieron.
Finalmente, dijo:
—Vale.
—¿Vale?
Capítulo Seis
Ryan estaba sorprendido de que Zach recordara a donde ir para llegar a
su habitación. Una vez que estuvieron puertas adentro, Zach lo empujó contra
la pared de nuevo, aunque esta vez agarró el culo de Ryan, obligándolo a envolver
su brazos y piernas a su alrededor como si estuviera abrazando a un árbol.
Dios los beneficios de tener un amante alto y fuerte le ganaba con creces
a las desventajas. En ese momento, Ryan no podía pensar ni en una simple cosa
que fuese negativa sobre ello.
—Por favor, dime que no eres virgen. No creo que tenga la paciencia para
eso ahora mismo. Pero haré lo que pueda para ir lento si lo eres, dulzura.
—Te gusta eso —dijo contra el cuello de Ryan. Ryan sintió como sus labios
se alzaban en una sonrisa. Zach se centró en un punto durante bastantes
segundos antes de desplazarse al lugar donde el cuello y el hombro se unen.
Ryan se sintió caer muy lentamente, Zach acostado encima de él. Su peso
se sentía bien, sólido de una manera que hacía que se sintiera cuidado. Ahora
podía admitirlo, mientras ellos estaban así, sentía una conexión con Zach que
nunca había sentido con nadie. Ryan no estaba seguro de que era. ¿Quizás solo
era una intensa atracción? Quizás más, pero lo que fuera lo asustaba más de lo
que quería admitir.
Zach lo besó incluso mientras estaba sentado sobre sus rodillas, llevando
a Ryan con él. Su camiseta fue alzada y tuvieron que romper el beso para
conseguir sacarla de su cabeza. Zach se sacó la suya y cuando lo hizo, Ryan no
pudo enfocarse en nada más. Toda esa piel en su cara cortocircuitó su cerebro,
y sus manos se agotaron mientras tocaba. Los labios de Ryan besaron el pecho
de Zach por el medio. Trazó un sendero lamiendo y besando hasta su pezón,
mordisqueándolo ligeramente y luego lamiendo para desvanecer el escozor. Ryan
hizo la misma cosa con el otro antes de moverse y besar la piel a su alcance.
Zach se recostó de nuevo y colocó sus pezones sobre la boca de Ryan. Ryan
sonrió al mismo tiempo que lamía la zona que quería. Pellizcó el otro con sus
dedos hasta que Zach gimió de placer. Ryan movió sus manos hasta que
encontró el botón de los vaqueros de Zach, lo desabrochó, deslizando las yemas
de sus dedos bajo el algodón, deseando más piel. Bajó la cremallera cuando
terminó de juguetear, empujando la ropa hacia abajo tan lejos como podía hasta
que la polla de Zach quedó libre.
Zach se irguió entonces, y Ryan se alzó sobre sus codos para verlo
desvestirse. Cuando terminó, tomó su polla en la mano, acariciándola
suavemente. Ryan debía de tener una expresión lujuriosa en la cara, porque
Zach sonrió. Ryan se lamió los labios. Realmente no podía evitarlo.
—Sí. Quiero saborearte —murmuró Ryan, sin quitar los ojos de la polla de
Zach.
—Suena como que lo deseas de mala manera —dijo Zach y se movió por
la cama para así estar al alcance de su toque.
—Oh, Dios, te ves tan sexy así —dijo Zach, sus dedos enredándose en el
pelo de Ryan, solo agarrando suavemente—. Se siente tan bien, dulzura.
—¿Qué?
—Y creo que también hay condones. Aunque, puede que sean demasiado
viejos. Ha pasado realmente mucho tiempo.
Ryan obedeció y abrió sus piernas cuando Zach echó algo de lubricante
en sus dedos. Frotó sus dedos unos contra otros, calentando el lubricante.
Empujando un dedo en su interior lentamente, se inclinó hacia delante para
besarlo en los labios. Zach lo introdujo del todo y cuando iba a sacarlo de nuevo,
curvó la punta de su dedo, frotando la próstata de Ryan. Ryan estuvo entonces
a punto de caerse de la cama, empujando su caderas hacia arriba, queriendo
más. Zach añadió otro dedo e hizo lo mismo un par de veces antes de que Ryan
pidiera más. En lugar de cumplir con lo demandado, Zach empujó sus dedos
dentro y fuera con más dureza. Rompió el beso el tiempo suficiente para
preguntar:
—Sí —jadeó Ryan. Sintió la pérdida cuando Zach sacó sus dedos.
Entonces Zach se colocó sobre él y Ryan suspiró feliz. Sus brazos y piernas lo
envolvieron alrededor de su cuerpo, sujetándolo tan cerca como le era posible.
—¿Estás seguro?
—Más fuerte. —Zach golpeaba su próstata cada vez, volviendo a Ryan loco
por la necesidad.
—Cosquillas.
—Sé lo que quieres decir, creo. También me gusta el tuyo. —Ryan comenzó
a reír después de pasados unos segundos.
Ryan sonrió.
Zach sonrió.
—No tengo tiempo para un baño. Tengo una reunión a la que asistir y
todavía tenemos que desayunar. —Ryan recorrió con un dedo la mejilla de
Zach—. Siempre negociando. No tienes que asistir, si no estás preparado.
—Nada. Todo es genial. —Ryan le sonrió. Porque realmente era genial. Tan
genial de hecho, que Ryan estaba pasándolo mal para guardarse lo que sentía.
—No es nada.
—¿En serio?
—¿Qué?
—Salta.
—¿Qué? No. ¿Qué tienes diez años? —Ryan suspiró cuando Zach aún así
no se puso derecho—. Bien. Pero esto es demasiado infantil.
****
—No puedo creer que estés aquí —dijo Ryan al hombre, sonriendo de oreja
a oreja—. Aiden se va a cargar en todo cuando te vea.
—Sí.
Ryan soltó una risilla y se giró hacia él, presionando sus labios contra los
suyos. Ryan pareció derretirse a su alrededor mientras el beso se profundizaba.
—Ryan —dijo Xander suavemente. Eso pareció ser la única cosa que
necesitó para romper el beso y ponerse serio.
Zach asintió.
—Estuve en esa celda durante semanas. No había nada allí dentro salvo
yo y esa estúpida piedra. Pensé en esa jodida cerradura la mayoría de mi tiempo
allí.
Zach sabía que su conexión con Aaron era única y siempre poderosa por
lo que habían experimentado juntos. Ahora eran amigos de por vida. Nunca
tendría ese tipo de conexión con nadie más.
—Sí. Tripp dice que Jacob no está coherente. Te necesito para que los
asistas médicamente. Mantén a ambos fuera del hospital si puedes. La última
cosa que necesitamos es tener a Jacob en un pabellón psiquiátrico —dijo Xander
Justin dijo:
—Tráelos de regreso tan pronto como sea factible —dijo Xander. Zach se
levantó y empezó a seguirlo—. Tú no vas —escuchó decir a Xander y se detuvo.
—Ryan es más que capaz de cuidar de sí mismo y a casi todos los de esta
habitación. Le enseñé todo lo que sé —dijo Xander.
Capítulo Siete
Zach golpeó la colchoneta con un gruñido por lo que parecía la centésima
vez.
—Mantén tus manos levantadas —le dijo Xander de nuevo. Zach soltó el
aliento y se levantó renuente. Permaneció de pie con las manos delante de él
como Xander quería y esperó a que lo atacará de nuevo. Cuando lo hizo, Zach
intentó mantener las manos levantadas, pero falló de algún modo cuando Xander
volvió a patearle el culo—. Mantén las manos levantadas —dijo Xander de nuevo,
esta vez con frustración—. Lo estás pensando demasiado. Tiene que ser intuitivo.
—Xander permanecía derecho, suspirando.
—Entonces podemos tomar un respiro para así poder llamar a Ryan —dijo
Zach.
—Si me dejas llamar a Ryan entonces haré una hora más. —Intentó
negociar incluso aunque sabía que Xander no iba a caer en sus trucos de la
misma manera que hacía Ryan.
—No. Ahora, venga. —Entonces Xander se echó sobre él, obligando a Zach
a bloquearlo. Trabajaron en el bloqueo durante un par de horas más. Zach
estaba sin respiración la mayoría del tiempo que trabajaron. Lo que realmente
le enfadaba era el hecho que Xander ni siquiera parecía jadear por la actividad
física. En un punto Aaron entró en la sala y Xander perdió la concentración, no
es que a Zach le fuese posible ganarle la mano incluso entonces, pero era
agradable saber que el hombre tenía un poco de humanidad.
—Te necesito.
Zach puso los ojos en blanco. Incluso él sabía lo que Aaron quería. Para
un hombre que era tan bueno en la lucha, podía ser aparentemente bastante
obtuso.
—Obvio —dijo Zach y fue al lado del tratamiento donde había una toalla,
junto a su teléfono.
—No. No sé lo que estoy haciendo aquí, Zach. Jacob está… está mal.
Realmente mal. No sé cómo ayudarlo. —Ryan parecía muy exhausto.
—¿Qué tal si llamamos a su familia? Xander dijo que Justin iba a poder
presentar cargos pronto. Quiere asegurarse de que puede hacerse con ambos
cultos al mismo tiempo. —Zach transmitió eso porque no estaba seguro de
—Creo que la pregunta en cuestión es, ¿por qué una mujer no deja todo
lo que posee a su hijo? ¿Por qué se lo deja a un completo extraño? Hablaré
contigo más tarde, dulzura. Tengo que hablar con Danny. Te amo.
—Por supuesto.
Zach no esperó a que Danny dijese nada más sino que se dirigió pasillo
adelante a la oficina de Aiden. Zach fue directo al escritorio y se sentó. La
información que estaba buscando era un archivo marcado eficientemente en la
cima. Dado la actividad extracurricular que Xander estaba manteniendo con
Aaron en este momento, dudaba que el hombre hubiera mirado esto todavía.
Zach comenzó a leer, y cuánto más leía, más alarmado se sentía. Julianna
Klein había dejado en testamento voluntariamente todos sus bienes a Cliff
Morris, un conocido miembro del culto. Cliff venía a ser simplemente la mano
derecha de Phillip Avery. Zach no necesito ver nada más. Dejó el archivo donde
estaba y regresó a la oficina de Danny.
—Creo que las familias están siendo manipuladas para que piensen que
el culto es uno de esos que curan a gays. Les dan los ahorros de sus vidas para
—Sabía que mi padre tenía problemas para tratar con ello. Aunque, nunca
creí que hiciera algo como esto. Me mudé para alejarme de su desaprobación.
Gracias a Dios, no tengo hermanos, ¿eh? —Zach quería llorar jodidamente o
golpear algo.
—¿Qué?
—Sí. Lo sé. —Zach sabía demasiado bien como los ideales y las creencias
de la gente influían en su sentido común. Sus padres no estarían pensando
exactamente con claridad cuando otorgaron un testamento por la totalidad de
sus bienes materiales a Phillip Avery o a quien quiera que heredara la mierda de
****
—Cierto.
—No dejes que la puerta golpee tu culo cuando salgas. Ya que sabes que
el culto está tras de nosotros ahora. Ellos te volverán a atrapar —dijo Tripp. No
había ni rastro de amor entre esos dos hombres, y sus pullas constantes estaban
volviendo loco a Ryan.
—¿Retroceder a qué? Ya está realmente mal —dijo Elijah y Ryan tuvo que
admitir que no erraba en su juicio.
—Tanto como odio tener que estar de acuerdo con ese pequeño gilipollas,
está en lo cierto. No creo que vaya a suponer una diferencia —murmuró Tripp,
pareciendo triste. Comenzó a salir de la cama, pero Jacob de repente le agarró
la mano. Tripp parecía que iba a cagarse encima de la sorpresa. Ryan quería
saltar de alegría porque esta era la mayor interacción que habían obtenido del
hombre en todo el tiempo que había estado con él.
—Hola, dulzura.
—¿Estás bien?
—¿Qué pasa?
—Dios, cariño, lo siento tanto. Desearía poder estar ahí contigo. Pronto
estaré en casa. Creo que mañana.
—Sí, un poco. No estuvo tan mal cuando tú estabas conmigo. Pero antes
de eso, ¿cuando estuve con Xander y encontramos a Aaron? Ese fue una tortura.
Me dejaban de lado todo el tiempo. De todos modos, así era como me sentía. Era
asqueroso.
Zach se rió.
—Te apoyaré en lo que sea que decidas. Además, ya tienes una familia.
Mis padres van a adorarte.
—¿Lo crees?
—Lo conozco bastante bien. Hablamos mucho en los pocos días que
fuimos atrapados juntos. Lo pasó peor que yo, aunque yo estuve más tiempo allí
abajo.
Capítulo Ocho
Zach estaba tan nervioso que para él era difícil estarse quieto. Sus piernas
se movían como un resorte mientras conducían por la carretera que llevaba a
donde había vivido de niño. A su mente acudían muchos recuerdos agradables.
Solía jugar al fútbol en el instituto y su padre había asistido a todos los partidos.
Siendo junior y senior, incluso fue al campeonato del distrito para la división de
su colegio. Recordaba ayudar a su madre a plantar el jardín en el patio trasero,
y había ayudado a su padre en algunos trabajos de madera en el garaje.
No había tenido una mala infancia, de hecho, era lo opuesto. Sus padres
eran atentos y cariñosos, justo hasta que les dijera que era gay. Se lo dijo a su
madre primero porque sabía que se lo tomaría mejor. Su padre se puso histérico,
incluso fue tan lejos como para echarlo de casa. Zach se quedó en casa de un
amigo. Fue a la universidad como siempre los primeros días, pero después lo
dejó. En su lugar, encontró un empleo o al menos pensó que había encontrado
uno. Resultó ser un fracaso, pero había intentado rehacer su vida lejos de sus
padres. No había hablado con ellos desde esa noche en que había salido delante
de su padre.
—Ja, no —dijo Zach y miró la única casa que había conocido los primeros
diecinueve años de su vida. Todo parecía exactamente igual a la última vez que
estuvo aquí, el día que su padre lo echó. Fue como si el último año de su vida
nunca hubiera sucedido y estuviera solo regresando a casa después de que
terminaran las clases. Entonces, la mano que estaba sosteniendo apretó la suya
y miró a Ryan una vez más. Ryan tenía una expresión en sus ojos que estaba
solo reservada para él y nadie más. Era esa mirada, ese algo especial que le daba
solo a él, lo que le dio valor.
Zach abrió la puerta del coche y salió, obligando a Ryan a salir también.
No había forma de que soltara su mano. Necesitaba el contacto físico para poder
superar las siguientes horas.
Justin los siguió por el sendero de entrada y hasta delante de la casa. Zach
dudó durante un segundo antes de llamar en la puerta principal. Nunca había
llamado a la puerta de esta casa antes, y se sentía algo extraño.
—Vale. —Zach sabía que le estaba ofreciendo una salida. Justin parecía
duro, pero realmente tenía un punto suave y súper dulce para cualquiera que
sintiera que tenía el alma herida. Zach suponía que había caído en esa categoría
por el momento.
—Zachary. ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! Estás bien. —Su madre pasó
empujando a Justin y se tiró a Zach. Zach se vio obligado a soltar la mano de
Ryan cuando su madre comenzó a llorar, dándole un abrazo incómodo.
Zach se apartó de ella, arrastrando a Ryan a su lado una vez que ella se
apartó.
—De hecho, casi muero por estar en esa jaula en la tú y padre pagasteis
por meterme. Ryan fue el que salvó mi vida, así que puedes agradecérselo a él.
—Sí, está en su oficina. Iré a buscarlo. —Se apresuró a subir las escaleras.
—¿Por qué tiene él que estar aquí? ¿No puedo simplemente llevarlo a casa?
—dijo Ryan.
—Para poner punto y final —dijo Zach. Ryan tomó su mano por debajo de
la mesa, dándole el apoyo que necesitaba. Ya había conseguido todo lo que
necesitaba. Realmente solo había querido saber con seguridad si sus padres lo
habían puesto en esa celda.
—Si por curarme quieres decir encerrarme en una celda sin luz y sin cama,
entonces sí, me curaron correctamente. Incluso me provocaron una neumonía.
Vuestro dinero compró unas instalaciones que incluso nuestro sistema de
prisiones podría considerar inhumano —dijo Zach.
—Eso es una mentira. El Sr. Avery nos dijo que cuidaría bien de ti, que te
sanaría de tu perversión.
—Solo voy a hacerle unas cuantas preguntas, Sr. Landen, ¿cómo pagó el
tratamiento de Zach?
—Tuve que legar todos mis bienes al Sr. Avery. Aunque vale la pena si
Zach se recupera.
—Sí. ¿Qué tiene que ver eso con que mi hijo se recupere?
****
Era de Ryan.
Siempre te necesito.
Zach se giró entonces. Ryan estaba parado a unos poco metros cerca de la
casa. Miraba el teléfono y entonces levantó la vista, sonriendo cuando vio el
mensaje. Ryan corrió los pocos metros que los separaban para llegar a él. Zach
entrelazó sus dedos juntos y caminaron hasta el agua en un cómodo silencio.
El sol estaba lo bastante bajo así que parecía como si tocase el agua. Nada
como mirar atardecer con su hombre. Se sentó en la arena y tiró de Ryan hacia
él para que el hombre más pequeño se sentase delante.
Zach hizo un ruido con la garganta, pero no dijo nada de otro modo. ¿Qué
había que decir? No estaba seguro de cómo se sentía al respecto. Sabía que de
alguna manera hoy se le había hecho justicia, pero aún así no hacía que se
sintiera mejor. Siempre lo perseguiría. Muy en lo profundo lo sabía.
Ryan bajó su bóxer y lo metió bajo sus bolas. Se acostó sobre su vientre
entre las piernas de Zach y tomó el pene en sus manos. Así se veía muy lindo,
juguetón con esa sonrisa en su cara y los pies cruzado por los tobillos en el aire.
Ryan besó la cabeza de su pene y contuvo el aliento.
—Creo que esta vez tú serás mi rehén —dijo Ryan antes de tomar el eje
entero en su boca de una vez hasta que Zach sintió la cabeza golpear el fondo de
su garganta.
—Creo que necesito más incentivo. ¿Qué tal si eres el rehén las siguientes
tres veces?
—Una vez.
—Dos.
—Bien.
Zach añadió otro dedo, trabajando más rápido ahora, abriendo lo bastante
a Ryan para así tomar su polla no le hiciese daño.
Una vez que creyó que estaba lo bastante estirado, retiró los dedos. Ryan
los persiguió, haciéndolo más dulce para Zach, el cual ya estaba desenrollando
el condón sobre su polla. Alineó su polla y observó la cabeza desaparecer. Gimió
cuando la mayor parte de su eje estuvo dentro. Se inclinó para besar a Ryan en
el centro de su espalda cubierta con la camisa. El brazo de Zach se envolvió en
la cintura de Ryan una vez que estuvo asentado dentro.
Zach esperó a que Ryan le dijese que estaba listo para que se moviera.
Ryan gimoteó un por favor y eso fue la única cosa que necesitó escuchar.
Comenzó a moverse lentamente al principio, saboreando la sensación de estar
dentro de su hombre. Ryan comenzó a reunirse con él a cada embestida.
—Zach —jadeó e intentó que Zach se moviese más rápido. Zach se contuvo
hasta que no pudo más. Envolvió su mano alrededor de la polla de Ryan y lo
masturbó al mismo ritmo que sus envestidas. Ryan echó la cabeza hacia atrás,
gimiendo su orgasmo después de unos cuantos tirones y embestidas, su culo se
contrajo alrededor de la polla de Zach y fue todo lo que se necesitó para que se
corriese. Zach lo embistió una última vez, permaneciendo allí durante largos
segundos mientras su orgasmo se apoderaba de él. Sus movimientos finalmente
se hicieron más lentos y se detuvo.
—Te lavaré en la ducha más tarde —dijo Zach y batió las pestañas.
Haciendo que Ryan se riese todavía más.
—Te amo.
—Salido.
—Iba a intentar traerte aquí. Supongo que ambos tuvimos la misma idea.
Ryan se rió.
Una cosa que Zach sabía con seguridad era que nunca atraparía a Ryan a
menos que se lo permitiera. Sería divertido ver si se lo permitiría.
Fin
Staff
Soñadora
Naimara
Cazadora y Diseño
Lelu
Acerca de la Autora
Vive en el suroeste de Michigan, April reside con su marido y
sus dos hijos. Ha sido una lectora ávida durante muchos
años. Escribió su primera historia a los diez años, los
personajes en su cabeza aún así no dejaron de contarle sus
historias. Si April no está leyendo o escribiendo, puede
encontrarse jugando con sus animales o dando un largo
paseo por el bosque.