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Quien dice contradicción dice también problema por resolver,

dificultades, obstáculos —por lo tanto lucha y acción—, pero


también posibilidad de victoria, de paso adelante, de progreso. En
consecuencia, el marxismo escapa tanto al pesimismo definitivo
como al optimismo fácil. El marxismo ha descubierto la realidad
natural, histórica y lógica de las contradicciones. Con ello aporta
una toma de conciencia del mundo actual, donde las
contradicciones son evidentes (tanto que el mundo moderno es
arrojado irremediablemente en el absurdo, si no situamos la teoría
de las contradicciones y de su superación en el centro de nuestras
preocupaciones). El marxismo apareció históricamente en relación
con una forma de actividad humana que hizo evidente la lucha del
hombre contra la naturaleza: la gran industria moderna con todos
los problemas que plantea. Se formuló, además, en relación con
una realidad social nueva, que sintetiza en ella las contradicciones
de esa sociedad moderna: el proletariado, la clase obrera. Ya en sus
obras de juventud, Marx comprobó que el progreso técnico, el
poder sobre la naturaleza, la liberación del hombre respecto de ella
y el enriquecimiento general provocaban en la sociedad
«moderna», es decir, capitalista, esta consecuencia contradictoria:
la servidumbre, el empobrecimiento de una parte cada vez mayor
de esa sociedad, o sea del proletariado. Durante toda su vida
continuó el análisis y siguió el proceso de esta situación; mostró
que esa contradicción implicaba una sentencia de muerte contra
una sociedad determinada: la sociedad capitalista.

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