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NARRADOR: Santo Domingo Savio tuvo una vida sencilla y corta, pero recorrió un
largo camino de santidad.
Su vida es una obra maestra del Espíritu Santo; pero también es fruto de la
pedagogía de san Juan Bosco.
DOMINGO: Buenos días soy Domingo Savio nací en Riva de Chieri, cerca de
Turín, Italia, el 2 de abril de 1842. Nací a las 9 de la mañana.
Soy el mayor de los cinco hijos de Ángel Savio, es un mecánico muy pobre, y de
Brígida, mi mamá es una sencilla mujer que ayuda a la economía familiar haciendo
costuras para sus vecinas.
NARRADOR: Su madre especialmente fue quien enseñó a Domingo, desde muy
pequeño a saberse poner en contacto con Dios por medio de la oración.
Domingo, antes de acostarse, siempre rezaba el Padrenuestro, el Ave María y la
oración al ángel de la guarda.
Domingo Savio, siendo muy pequeño, tuvo un día la delicadeza de agradecer a
su padre los trabajos que hacía para poder sacar adelante la familia.
DOMINGO: Gracias querido papá por el esfuerzo que realizar día a día (abrazo
entre ambos).
El día anterior a su primera confesión, pidió perdón a su madre por todos los
disgustos.
El párroco le permitió recibir su primera comunión con siete años de edad, aun
cuando la costumbre entonces era hacerla a los once años.
Aquel día fue siempre memorable para él”. Arrodillado al pie del altar, con las
manos juntas y con la mente y el corazón transportados al cielo, pronuncia los
propósitos que venía preparando desde hacía tiempo:
DOMINGO: (voz alta)
1. Me confesaré muy a menudo y recibiré la Sagrada Comunión siempre que el
confesor me lo permita.
2. Quiero santificar los días de fiesta.
3. Mis amigos serán Jesús y María.
4. Antes morir que pecar”.
NARRADOR: Domingo iba caminado, pensando ser un día sacerdote, y dijo:
NIÑOS: profesor él fue, él tiene la culpa, él nos dijo que nos portemos mal.
NARRADOR:
El 2 de octubre de 1854 se produjo el encuentro de su vida. No pudiendo continuar
los estudios por la precariedad económica de la familia, un sacerdote amigo lo
recomendó a Don Bosco, que en sus oratorios recibía a jóvenes de escasos
recursos. El sacerdote envió una carta de recomendación a Don Bosco. A la
presentación a Don Bosco lo acompañó su padre.
Poco tiempo después llegó Domingo Savio y le recitó de memoria todo aquel
capítulo.
“Tienes que saber que en esta casa la santidad consiste en estar siempre muy
DOMINGO: “Yo desearía, hacer algo en honor de María, pero hacerlo pronto
porque temo que me falte el tiempo”.
DON BOSCO: Domingo tienes que ir a casa de tus padres, para descansar y
recuperarte pronto.
DOMINGO: Don Bosco “Ruegue para que yo pueda tener una buena muerte, y será
hasta la vista, en el Paraíso".
NARRADOR: Nadie se imaginaba que iba a ser así, y así fue. Cuando Domingo se
despidió de don Bosco, los alumnos que lo rodeaban comentaban: