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RENOVAR EL A. Kuen RENOVAR EL CULTO Vol. 6 Béiterat CLIE Galvani, 13 (08224 TERRASSA (Bavcelona) RENOVAR EL CULTO (© 1994 Esdtions Emmads - (© 1996 por CLIE para Ia versién espafola ‘Versién espaol: Eva Bisezma Depésito Legal: B.23 827-1997 ISBN 84-7043.047.5, cn Jos Taller Grificas de la MCE. Hore, ER. a" 2910 SE -Poligono Industrial Can Tras, ‘PRermén Llall, sin 08252 VILADECAVALLS (Barcelona) Printed in Spain Clasitiquese: 0460 ECLESIOLOGIA - Concepto de Iglesia CTC. 01-06-0460-20 Referencia: 22.40.38 INDICE Introducci6n 1. Las paradojas det cult... b Las paradojas de la Biblia ..c0.ossunsns 13 A. El c iniciativa divina o iniciativa humana? 14 B. Bl calt: (todo para Dios 0 todo para el hombre? aba 18 €. Dis trascendente o Dios inmanente 2 D. Culto formal o culto libre. tones 26 E. Adoracién a Dios o edificacion mutua.......... 35 F. Adoracién a Dios 0 servicio al projimo. 3 IL Por qué renovar el culto? 40 A. Porque Dios lo pide 40 B. Porque todo lo que vive se renveva.. 50 . Porgue et pueblo de Dios espera una tenovacién del culto Un test para nuestros cultes HI, Lineas de fuerza de una renovacién del culto .. 63 ‘A. Consideraciones preliminares.. 8 B. Lineas directrices de una renovacién a Iv. ML vu. C. Las lineas verticales del culo... soe 87 D. Las lineas horizontales del culto 7 Conclusién... sats init 10M Las caracteristicas de un culto renovado....... 102 Doce tesis acerca del cardcter del culto wee 102 La estructura del culto.... Los componente del eulto «0. {Una 0 dos reuniones? {Los otros elementos del cult... {Se debe planificar el orden del culto? . Un orden de culto.. : La presidencia del culto .... EI desarrollo del culto: EI ministerio de la Palabra. 128 La parte inicial del cult 128 1 etapa: entramos en Ia preset 129 2 etapa: arrepentimiento y perdi ist 196 3 etapa: Palabra de Dios y edificaci6n ......... 147 El desarrollo det culto: EI ministerio del Aposento Alto: alabanzas y adoracién i 164 4 etapa del culto: alabanza y adoracién. - 165 “«;Cada uno tiene un céntico?s = 166 Salmos, himnos y cénticos espit - 167 Las oraciones de alabanza y adoracion ... 170 Las oraciones de tipo litirgico. m ‘Las oraciones libres. 13 {Oraciones libres en las Iglesias «oficiales»? 176 {La alabanza: ;una enzima glotona? ea... 179 La actitud en ta oracién 180 ‘VIN. Kit desarrollo del culto: 1K x. XL. EI ministerio del Aposento alto: Cena del Seiior y comunién fraternal $* etapa del culto: la Cena del Sefior Las cuatro fases de la Cena del Sefior 6 etapa del culto: la comuni6n fraternal EI canto y Ia masica en el cult Por qué cantare iterpetar musica ene cult? 209 {Qué cénticos? 219 Para mejorar el canto en el culto Algunas indicaciones generales para ditigit Hos efitic0s La eleccién de los cénticos para el culto 237 ‘La animacién de un tiempo de alabanza ‘La misica instrumental en el culto {Se pueden utilizar todos Jos instrumentos? 243 Se pueden utilizar todos los géneros de misica? 3 Conelusién.... Los que participan en el culto........ 249 {Cristianos y no-cristianos? . 249 i I 250 La participacién de las mujeres en el cul 252 EI marco del culto EL marco temporal El tiempo y La celebracién anual del tiempo ‘La celebracién semanal del tiempo Eel ctidano del dempo EI marco espacial XII. Hacia una renovacién de su culto. {,Cémo proceder? Indice de nombres. Bibliografia.. ~ 270 m2 23 276 280, 283 287 INTRODUCCION . "Todo cristiano tiene el deseo de ofrecer a Dios algo bello, ‘YING, auténtico. ‘Todos nosotros descamos superar las formas Apidas y encontrar un nuevo impulso hacia Dios. Ht culto es el lugar privilegiado para expresar nuestro amor 4 Dios y nuestra gratitud por medio de alabanzas y de acciones de jracias. Es precisamente en el culto cuando nuestra vida ‘espitual puede ser reavivada, nuestro celo reanimado, nuestro ‘eonoeimiento de Ia Palabra de Dios enriquecido. Nuestras ora- ‘ones se rentievan cuando entran en contacta con las de los ‘otros, se hacen mis precisas y se diversifican, modeldndose en ‘hase a las de la Iglesia universal. Encontramos con otros cris- ‘lanes profundiza nuestra comunién con ellos, lo cual nos da ‘nvevas fuerzas en nuestro caminar cotidiano con el Sefior y en ‘westro testimonio, El partimiento del pan refuerza nuestros pelos con el efor y con los tos miembros del Cuerpo de vivo. ‘Todo lo que acabamos de mencionar lo podemos encontrar ‘en of cult, si éste responde a su vocacién. En efecto, ¢3 la ‘eunién mAs importante dela Iglesia. Ademés, como es la dnica ta que asisten 1a mayoria de sus miembros, toda la vida feligiosa colectiva se concentra en ella. {in el libro precedente: El culto en la Biblia y en la historia, hemos hecho el inventario de lo que la Escritura nos ensefia (on respecto al culto. Dado que el culto es para Dios, sélo El Phiede decimos cémo le gustarfa ser adorado. ‘Cuando confrontamos Ia perspectiva bfblica con nuestra 9 realidad ciltica, constatamos una gran diferencia. Los cultos de la Iglesia primitiva eran extremadamente ricos: sein el Nuevo Testamento, constaban al menos de una veintena de elementos. Nuestros cultos s6lo constan de tres 0 cuatro. En toda Ia Biblia, el culto tenfa lugar, sobre todo, para Dios. En nuestros cultos, procuramos suplir una multitud de nece sidades centradas ésencialmente en el hombre. Los primeros Cristianos calfan de sus cultos unidos, goz0s0s, alabando a Dios ¥ gandndose el favor de todo el pueblo; su comunidad aumen- {aba de dia en dia Hich. 2:44.47), Nuestros cultos s6lo en raras ‘ocasiones tienen esos mismos efectos. Los cultos que se nos ‘mvestran en el Nuevo Testamento son my diversos, dando asf testimonio de una gran capacidad de adaptacién a las condi- cciones locales y a las cireunstancias. Nuestros cultos son, en ‘general, estercotipades: son lo mismo durante todo el fio y son ‘més © menos parecidos en todos los lugares, al menos en la misma denominacién. La repeticién invariable de los mismos ‘estos, siempre en el mismo orden, engendra larutinay la apatia. ‘Estas son algunas de las razones que pueden animarnos a ‘querer renovar nuestros cultos; ain hay mds (ver Capitulo ID. ‘Ademés, tenemos el testimonio de la historia: nosotros 10 somos los primeros discfpulos de Cristo que quieren dar culto ‘aDios. En el transcurso de veinte siglos de eristianismo, innu- merables hermanos y hermanas han deseado dar el debido hhomenaje a Dios. Seria una listima no tener en cuenta sus esfuerzos. No obstante, la verdad es que las diferentes formas de culto de muchas de las numerosas ramas del cristianismo historico llevan mds bien la impronta de! hombre que la de Dios. En el libro precedente, El culto en la Biblia y en la historia (CLIE, Terrassa, 1994), hemos visto quc, desde los primeros siglos, el culto se hizo formalista,tradicionalista y ‘acramentalisia. El clero, al monopolizar uno tras otro los iversos aspectos del culto, redujo a Jos asistentes a una pasividad creciente. En la Edad Media, una misa en latin, la misma en todos los lugares, reemplaz6 a los cultos variados de Jos primeros siglos. 10 ‘Todas las veces que el Espiritu de Dios producfa un aviva- ide la fe, los que habfan sido tocados se esforzaban en las fuentes y extraer de la Palabra de Dios la inspira ‘necesaria para renovar su culto. Nosotros somas los here- le veinte siglos de desviaciones y de intentos de reno- 'No poctemos hacer tabla rasa del pasado, ya que nuestro Hente colectiyo conserva la huella de muchos errores de 5 necesario ser conscientes antes de ser capaces de ios. No obstante, el pasado también nos aporta una. ‘eantidad de materiales ttiles para la reconstruccién del ulto. Los dos aspectos de Ia directiva apostétiea siendo validos: «Examinad todas las cosas y retened ‘Wieno» (1 Ts. 5:21). En el primer libro hemos intentado todo lo que tiene relacidn con el culto tanto en la ‘como en la historia. Ahora intentaremos concentramos 4a segundo: retener lo bueno. de un capitulo introductorio acerca de las «para- Glas xbi-polaridades» del culto, la primera parte de este los diferentes aspectos de una tentativa de del culto: Se Metias mativacones: Por qué renovar el cute? = Los eaminos de acceso: Lineas de fuerza de una reno- del culo cae s Hlobjetivo que queremos alcanzar: Las caracteristicas de ‘tulto conforme al plan de Dios. a segunda parte, veremos desde una perspectiva prctica onienkdo debera tener un colto renovado ala luz de la biblica y dl testimonio de la historia y c6mo podria El capitulo 9 se concentra en el rol de Ia misica ‘clto. Los iiltimos capitulos examinan cémo el marco temporal y espacial influyen sobre el culto. ‘eonclusién quiere ser una interpelacién directa a Jos : e6mo aplicar los principios expuestos en vuesiro rs ge cn to pd dara Dose debido homens 9, fortalecido en su fe y est6 dispuesto a servir al Seffor alli donde Ei le haya puesto, En otro libro (La mujer en la Iglesia, (CLIE, Terrassa, 1997) desartollaremos wn aspecto importante de Ia renovacién del culto que ha surgido en este presente estudio: el rol y los ministerios de nuestras hermanas en el culto, 12 Capitulo T LAS PARADOJAS DEL CULTO. Las paradojas de la Biblia Las grandes verdades que se nos revelan en la Biblia nunca se pueden expresar en una sola frase. Siempre se nos presentan ‘ajo dos aspectos aparentemente contradictorios: = Hemos sido clegidos deste antes de la fundacién del smndo para salvacién ~somos nosotros quiénes debemos esco- ‘rer entre la muerte y la vida. = Dios es soberano el mal iri en aumento, =Dios quiere que todos los hombres sean salvos -hay pocos que encuentran el camino estrecho que lleva a Ia vida = «Dios esté en el ciclo y td sobre la tietra» Dios est muy cerea de nosotros. = Hace falta perder la vida para encontrarla, El culto forma parte de «los misterios del reino de Dios». ‘Lo que tiene que ver con el culto s6lo puede expresarse por medio de dos frases que nos son dificiles de conciliar con ‘muestra forma de razonar. Nuestro culto va en la buena direc «ifn siempre que maniengamos Ia tensién entre estas dos pro- Posiciones. A lo largo de la historia, todas las veces que s610 4eha retenido uno de los dos aspectos, el culto se ha desviado, Porejemplo,elculto del Nuevo Testamentocra la vez Palabra 3 y sfmbolo. En la Edad Media, s6lo quedaba el simbolo. Los ceultos de Ia Reforma frecuenterente s6lo eran Palabra. Es necesario que volvamos a encontrar ~o que mantengamos~ el equilibrio entre los dos. Sucede exactamente lo mismo con la ley y con Ia gracia, con la trascendencia y la inmanencia de Dios, con la dimensién vertical y la horizontal del cult. Michael Perry, un archididcono de la Ielesia Anglicana, ha escrito un libro titulado The Paradox of Worship («la paradoja de Ia adoracién>, 1977). Habrfa podido poner la palabra para- doja en plural, ya que hay varias que debemos conocer para ‘mantener nuestro culto en ta buena Tinea. A. El culto: iniciativa divina o iniciativa humana? EL culto: iniciativa divina ‘Sim la iniciativa del Dios que se ha complacido en revelarse ‘aun pueblo y en darle unas directrices acerca de la manera de adorarle, nuestros cultos se parecerian a todos los eultos paga- nos. «El hombre no sabria darie a Dios un culto verdadero si ios mismo no se lo permitiera y se lo ensefiara.. Dios slo puede ser cl objeto de nuestro culto si primero es cl Sujeto que nos da el culto» (R. Paquier, 54, p. 15).” «El culto es un dislogo, pero la interpelacién inicial que entabla el diélogo siempre viene de Dios» (Ibid., p. 19). «Si bien es cierto que los cultos de Isracl y los de las naciones circundantes se pa- recian exteriormente, diferfan considerablemente en sus signi- ficados. Los paganos sc imaginaban un culte, esperando ganarse el favor de los dioses por medio de él. Elculto de los. ‘hebreos era una respuesta a lo que Dios ya habfa hecho por ellos. + Pura no cargar demasiado et libro de nots + ple de pagina, lax referencias dela obras citadas en la bibioprafia se han colocado en el texto ‘mitmo. Las dos cifas que van despoés det nombre cel ater sco as de las dos stimascifas del ao deedici6n, lo cual nos permite identifica este liteo en Ia bibliogafia, 4 Los israelitas no querian ganarse el favor de Dios, sino que ‘implemente reconocfan que un Dios de amor les habia offecido, or su soberana iniciativa, su misericordia y su gracia» (B. L. Shelley, 84, p. 7), En la Biblia, CW. Pophs, 81, pp. 2527). it 15 EL culto: iniciativa humana ©. Cullmann llega a decir: «Uno de los elementos esenciales del culto de la Tglesia reside en el hecho de que la accién es realizada por Dios en Cristo y no por el hombre (44, p. 5). Es verdad pero s6loen parte, ya que el culto es también respues- ‘ta humana, esfuerzo humano ¢, incluso, iniciativa humana. ‘Lemos, a propésito del culto del Tabernéculo que «Moisés ‘convocé a toda la congregacién de los hijos de Israel y les dijo: Estas som las cosas que Jehovs ha mandado que sean hechas» (Ex. 35:1), Seguidamente: «¥ vino todo varén a quien su ‘corazin estimuld, y todo aquel a quien su espirit Ie dio volun- tad, con ofrenda a Jehovd para la obra del Tabernéculo de reunién y para toda su obra, y para las sagradas vestiduras. Vinieron asi hombres como mujeres, todos los voluntatios de corazGn... y todas las mujeres cuyo corazéa las impuls6 en sabiduria hilaron pelo de cabra» (Ex. 35:21-22, 26 ef. v. 29; 36:2). El pueblo de Israel estaba compuesto de hombres. y ‘uyjeres que gozaban de libertad de eleccin. El episodio del becerro de oro demuestra que para ellos someterse a los manda- ‘mientos de Dios no era ni evidente ni automético. En la fabricacién del Taberndculo no participaron todos, ya ue en varias ocasiones se nos precisa que los que aportaron susdones y ofrecieron su ayuida eran «los que tenfan el corazén bien dispuesto». «Betsaleel hizo todo lo que Jehové mand6 a Moisés... Moisés hizo conforme a todo Jo que Jehovat le man- 6» (Ex. 38:22; 40:16): Betsaleel y Moisés también eran hombres libres que habrfan podido negarse a ejecutar las obras de Dios. «En conformidad a todas las cosas que Jehova habia ‘mandado a Moisés, asf hicieron los hijos de Israel en toda Ia obra» (Ex. 39:42), El culto del Taberndculo era sambién la resultamee de ta libre obediencia de miles de hombres y de mujeres que contribuye- ron a la realizacién del Taberndculo de reunién y de todos sus accesories. Si no lo hubieran hecho, el culto no hubiera podido tener lugar. Posteriormente, David tomé la iniciativa de edificar un 16 ‘Templo a Jehové (2 S. 7:2). Dios aprobs su iniciativa, pero lransfris la construccién del Templo a Salomén (2 $.7:12-13).. Después de la cautividad, algunos judfos «se kevantaron....y tdificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como esté escrito en la ley de Moisés, varén de Dios» (Esd. 3:2); seguidamente, pusieron los fundamentos del Templo (v. 10) y «comenzaron a reedificar la casa de Dios que std en Jerusalém» (5:2). «Se levantaron» es sinénimo de stomaron la decisién de... Las distintas reformas del culto {bajo Josfas, Josafat, Esdras... empezaron todas con la inicia- liva de hombres de Dios que fueron tocados por su Palabra. Estoes también asf en el culto del Nuevo Pacto. Dios nunca forza anadie a adorarle, fueron los que recibieron la palabra» de Pedro los que fueron bautizados y se unieron a Ia Iglesi (Heh. 2:41-42). A to largo de la historia de la Iglesia primitiva, vemos como muchas personas abandonan a los idolos «para Serviral Dios vivo y verdadero» (1 Ts. 1:9), mientras que otros Se oponen al Evangelio. Aun hay otros que escogieron un amino intermedio entre cl judaismo y el cristianismo (los Judaizantes) o entre el paganismo y el cristianismo (los pre- Iiésticos de Colosas, p. ej.) En el transcurso de los siglos de la historia de Ia Iglesia, {al como hemos visto en El culto en la Biblia y en la historia, ‘as grandes masas volvieron a un eulto semi-pagano; otros, en ¢ambio, intentaron restaurar el culto tal como lo practicaban Jos primeros cristianos. Si todo dependiera de 1a iniciativa Aivina, je6mo explicar estas diferencias? Es verdad que «Dios es el que en vosotros produce asi el ‘querer como el hacer» (Fil. 2:13) -también en lo que respecta Asuscitar un culto que le sea agradable— pero el hombre tiene ¢l temible privilegio de rechazar el querer y el hacer. Esta es la nizén por la que el apéstol Pablo, lejos de sacar como ‘onelusion de este principio enunciado que los esfuerzos huma- 405 son inctiles, més bien exhorta a sus Iectores a la accion » ICHTUS, n° 91, 4-5 de 1980, pp. 23-26). «La lturgia, dice D. Harrison, es, junto con el credo, una salvaguarda de la verdad» (62, p. 6). «La liturgia evita que caigamos en el subjetivismo desde el que expresarfamos mas bien sentimientos personales que ideas comunes, las que toda la asamblea podria asumir como suyas propias.» (R. van Dyk, 86, p. 9). Para ta liturgia Debemos reconocer que en ciertas épocas y en ciertas Tgle~ sias en las cuales una ortodoxia muerta 0 una teologia liberal habia privado al sermén de todo poder de vida, ta liturgia permitfa, a pesar de todo, que los creyentes dicran culto a Dios ‘unigndose a las lecturas y a las oraciones que Hegaban hasta ellos procedentes de las épocas en las cuales la fe era todavia viva, Generalmente, el pastor que ya no crefa en la divinidad de Jesucristo, en su nacimiento virginal y en su resurreccién, continuaba leyendo o haciendo recitar el credo que afirmaba estos dogmas incluso cuando su sermén los contradecia. 28 "Por otra parte, en las grandes Iglesias, la liturgia obliga a ‘que el pueblo participe un poco en el culto. «El culto cristiano puede ser littirgico, es decir, obra del pueblo (traduccién de los términos griegos de donde proviene nuestra Aplin chug) Det ser toa a comida go ceebre ‘@ulto, nadie debe estar pasivo, es una verdadera accién ‘omunitaria.» (ML Thurian 46, p. 17). Bs verdad que leitourgia ‘Wesignaba la accién del /eitourgos, es decir, del que ditigfa el “ ‘etvicio, pero dado que éste invitaba a todo el pueblo a j ‘en el culto, el pensamiento de Max Thurian continga vilido, a pesar de este contrasentido etimolégico. Las formas litirgicas no s6lo afectan «la esfera de la cxpre- ‘verbal, sino también la de «ia expresién vocal (el canto), “Viwual y gestuab> (Von Allmen, 84, p. 110), dando asf a los una oportunidad de participar globalmente en el culto. al canto, el pastor Barilier nos hace notar con toda_ que «con una falta de ldgica de la cual nadie se pero que no deja de ser curiosa, los mismos que de las oraciones escritas cantan a todo pulméa ¥ citicos, que no son otra cosa que oraciones, magni- por medio de la mdsica, pero que tienen el texto rigu- fijado con antelacién, hasta el punto de impedir la yminima fantasia a aquellos que las utilizan. En este caso, » nadie piensa que el Espiritu Santo se ha retirado Ja ejecucién de este canto» (Ibid.). lectura de un Salmo o de otras oraciones de la Biblia juna forma de liturgia a la que nadie se atreve a poner En la misma Biblia encontramos elementos » incluso en el Nuevo Testamento. cartas de Pablo comienzan generalmente con la formula. : «La gracia y la paz os sean dadas de parte de Dios Padre y de nuestro Seftor Jesucristo». Al final de todas gartas, encontramos férmulas de bendiciones (Ro. 16:24; 16:23; 2 Co, 13:13; Gé. 6:18; EF. 6:23-24; :23; Col. :28; 2 Ts. 3:18; 1 Ti. 6:21b; 2 Ti. 4:22; Tit. 3:15b; 13:25; | P. 5:14b). En estas cartas encontramos a 7 craciones que podriamos calificar como «litirgicas» dado su caricter impersonal y atemporal. Las «doxologias» abundan (Ro. 11:33-36; 16:25-26; 1 Co. 15:57; 2 Co. 2:14; 9:15 1 Ti. 1:17; Jud, 24-25; Ap. 1:5-6). Si tenemos reticencias respecto a las férmulaslitirgicas compuestas por los hombres, Jo que no podemos hacer en ningiin caso es rechazar las de la Palabra de Dios, negéndonos a incluirlas en nuestros cultos. Roland Abba resume las ventajas y los inconvenientes de Ja oracién litirgica diciendo que guarda a la iglesia de los distintos humores del pastor (si es él s6lo quien ora), que es tun factor de objetividad y de estabilidad, de dignidad y de ‘orden, La oracién litirgica nos une a los ereyentes del pasado, ya que contiene la experiencia de muchas generaciones de sristianos, la sabiduria acumulada durante siglos, siendo plenamente bfblica en el espfritu y en la letra, ‘André Schlemmer decia en favor de la oracién livérgica ‘conocida: «Es precisamente porque conocemos de memoria la foracién que podemos pensarla y pronunciarla en voz baja mientras es dicha por el oficiante y, por consiguiente, asociarnes a ella de todo corazén» (47, p. 17). «Sia la imteligencia le gusta la variedad, al corazén, en cambio, le gusta explayarse en lo que le es familiar» (G. Boutier). ‘La liturgia afecta también la estructuracién de todo el ato eclesidstico segtin los grandes temas de ta historia de La salva- cin. La ventaja del vaio litirgico», nos dicen R. Allen y G. Borror, es que se da periédicamente a cada verdad y a cada acontecimiento bfblico la justa atencién; a cada culto se le da lun objetivo claramente establecido: leer sistemdticamente cl ‘Antiguo y el Nuevo Testamento. La liturgia permite una parti- ccipacién verbal y fisica a cada asistente, y una memorizacién ‘de los fundamentos de la fe (credo, versiculos importantes) (82, ficen estos mismos ‘autores, se confunde frecuentemente la libertad con la ausencia de planificacién y el culto se convierte en un conjunto hete~ réclito, de temas diferentes, a los que es dificil encontrar un ‘objetivo comin. Hay pocas lecturas biblicas, muchas palabras p. 65). En las iglesias de culto «libre», 30 pero de hecho, hay poca patticipacién verbal o fisica asistentes, reducidos cn su mayorfa a un rol de espec- (S1, p. 67). A menudo, estos cultos estén més funda- cen Ia experiencia que en la Palabra de Dios. fas iglesias tienen una liturgia ‘Todas las iglesias tienen una liturgia -escrita o-no, pero Por eso cs menos fija e intocable-. Me ha ocurrido a antes de predicar que al preguntar: «;Tienen ustedes de culto?» -cvitando a propdsito la palabra liturgia jen muchos casos habria producido vehementes protestas~ sta ha sido: «No, pero habitualmente cantamos ‘un cAntico, después...» De hecho, todo estaba p, incluso los detalles. Y en el caso de que yo me Ta proponer un cambio (una lectura o un cdntico c ®, © Ja modificacén del orden: predicacion - tectaba un evidente malestar: «Sie hhecho asi.» ee ‘ora parte, tal como dice R. Barilier, (L. Perry, 77, p. 209), ‘Abba, después de haber reconocido las ventajas de litdrgica dice que ésta «se priva de Ia ayuda del Sunto prometida (Ro. 8:26), no es especifica ni esté con las necesidades actuales de la gente, pudiendo pasividad en los oyentes. En cambio, la oracién libre se preocupa mis de la edificacidn que de la adora- fiteresada en las necesidades locales, esti falta de f, es decir, de visiOn universal, cayendo fécilmente estereotipados» (60, p. 112). joraci6n libre refleja en demasfa lo que el uno 0 el otro durante esa semana? Pero, acaso no tiene derecho al culto?, sobre todo si eso correspond a lo que ‘han podido vivir (ante ciertos eventos nacionales 0 s, frente a problemas sociales, dificultades en Ia -0 en la ciudad). Esto da a ta oracion una actualidad y ‘mucho més grandes que sise tratara de una oracin impersonal. Muy frecuentemente, cuando alguien dice ‘su oracién, me es mis fécil asociarme a é1, ya que es ‘como yo, por lo que puedo decir como el pocta mncio: «Nada de lo que es humano me es ajeno>. 33 cEs necesario escoger? De hecho, jes necesario escoger entre Ia misa y el culto ‘euiquero (en el cual todo debe ser esponténeo)? La oposicién . -«.Qué ha pasado con la experiencia neotestamentaria Unica del culto y de la comunisn con Dios que brota de forma natural de un corazén leno de gratitud hacia Dios... Nuestros “cultos”, {nos conducen a un verdadero culto?» (74, p. 204). iTiene cl partimiento det pan su lugar en todos nuestros crultos, un lugar equivalente al del ministerio de la Palabra? Nuestra adoracién se centra en las grandes verdades que nos, fecuerda la Santa Cena? Las oraciones, ;son verdaderamente la expresiGn de nuestra respuesta a larevelacién de Dios? ,Reflejan la vidal Cuerpo: sus aspiraciones, sus preocupaciones, sus problemas? {En qué ‘medida los miembros pueden participar y orar libremente? En 46 tun capitulo titulado «ia dismimucién de la oracin en las Igle- sas lteranas», el Iuterano Robert Will dice a propésito de la ‘Reforma: «Si mil afos antes fue el sacrificio eucaristico de la Iglesia catdlica lo que absorbié la oracién, después fue el sermén protestants el que la suplants. La oracin fue subor- Mindndose poco a poco a la predicacién» (35, t. 1, p. 252). _ 4En qué medida aplicamos el principio del sacerdocio ‘universal caracteristico del Nucvo Pacto? En el tercer tomo de ‘su estudio sobre el culto, R. Will dice al respecto: «En la Iglesia ‘ha proclamado cl principio del sacerdocio universal, éste ‘ha aplicado nunca seriamente. Se ha impedido el acceso 'y al altar al cristiano sencillo. La masa pasiva que, servicios protestantes, constituye més bien un paiblico comunidad activa y vibrante, no tiene consciencia de vas sacerdotales. El sacerdocio universal ha fina- en el funcionarismo de algunos tedlogos» (R. Will, 35, 226), Esta aseveracién, {no se aplica también a muchas levangélicas? ;Como Vivimes nosotros las directrices pen 1 Co, 14:26: «Cuando os reunfs, los unos 0 lo salmo, doctrina, lengua, revelacién, interpre- ‘cultos no responden a las directrices que Dios Ven su Palabra, no son como Dios quiere y tienen de ser renovados. eulto ha conservado muchas caracteristicas de las de tos primeros siglos Ia evolucién del culto durante los primeros ‘culto en la Biblia y en la historia hemos visto con Hes iglesia 0 operaron del cultosogin ol modelo ‘eGmo la preocupacién por la uniformidad hizo que Ht ‘en el formalismo y cn el tradicionalis- ss ver. arrastré a la gran masa hacia una pasividad sacramental de 1a eucaristia y de los «actos 47 eclesisticos» trajo consigo que se pusieran aparte los ofician- tes consagrados, quienes tenfan el monopolio de todo lo con- cemiente al cuito (presidencia, predicacién, oraciones). El Clericalismo, latente durante ios tres primeros siglos, se Cconvirtié en la caracteristica més notable de la Iglesia a partir ‘del momento en el que ésta se convierte en multitudinista con ta entrada masiva de los paganos después del edicto de Min, en el siglo IV. Estos siete rasgos de la evolucién del culto durante los primeros siglos no desapareeieron todos en la Reforma, ya que, 2 fin de cuentas, mis bien se volvi6 al modelo de Iglesia del siglo IV que al de la del siglo I. En las grandes Iglesias salidas de ta Reforma, se han guardado muchas oraciones de forma prescrita; en muchas de estas Iglesias se quisiera llegar a una Titurgia uniforme ~a la manera de la Iglesia Cat6lica Romana~ ‘como aquellas de la Iglesia antigua. La predicaciGn y los actos eclesidsticos (bautismo, Santa Cena, bodas...) permanecen ‘como privilegio casi exclusivo de los pastores ~a Tos cuales se les distingue de los elaicos», a pesar de la doctrina del «sacer- docio universal» que se volvi6 a sacar a la luz en ta Reforma— El multitudinismo se acepta y se justifica teol6gicamente. Mientras que estos seis factores no cambien, por mis que deploremos la pasividad de los asistentes al culto, no cambiar nada: esta pasividad es el corolario obligatorio. ‘Ademés, los esfuerzos eeuménicos actuales (de los cuales se da raz6n en el documento Baptéme-Eucharistie-Ministeres) ‘muestran que se ha tomado a la Iglesia del siglo TV como una plataforma comin capaz de acoger los catblico-romanos, los ‘ortodoxos y los protestantes. Es cierto que hay elementos interesantes en los cultos del siglo TV, pero en ningdn caso pueden servimos de norma. Aplicando el primer principio reformador: Sola Seriptura, no pexemos volver a ninguna otra cosa que no sea la Eseritura, al culto del Nuevo Testamento Tncluso las mismas Iglesias evangélicas continéan marcadas por muchos de estos rasgos caracteristicos del culto de la Iglesia antigua. 48. ‘Aunque las oraciones. no son liturgicas, no por ello som menos formales, desarrllando, casi con las mismas palabras, Jos mismos temas. Si usted visita las distintas Iglesias, ‘encontrard casi en todos los lugares el mismo tipo de culto casi feformado, No hay ni clero ni sacramentos, pero son raras las jas en las que no se espera que sea el pastor quien intro- ‘el culto, la Santa Cena y los bautismos, quien predique, iien haga las bodas y los entierros, ya que son «actos >. E.A. Payne, por ejemplo, argument fuertemente ‘tlavor de que se mantenga la costumbre bautista de que s6lo et el pastor quien presida la Cena del Seftor. Cita y aprueba caso de una iglesia bautista que, en 1670, debido a la ausen- desu pastor, renuncié a tomar la Santa Cena, considerando os ancianos no estaban habilitados para presidirel servicio ‘communion (The Fellowship of Believers, Carey-Kingsgate, 1952, pp. 57-58). fas iglesias de segunda, tercera 0 enésima generacisn, 3ismo larvado se reinstala por la via de las conni familiares. En cuanto a la pasividad del auditorio en thay muchas iglesias evangélicas que no tienen nada falas «grandes Iglesias». Lamentablemente, mu- de ellas han confirmado la conclusion a la que llega G. ‘en sa estudio del cristianismo de los primeros siglos 1925): «Cuando un movimiento moderno parte ntenci¢n deliberada de reproducir la vida y la estructura época apostélica, no tardaré en reproducir los rasgos de la época post-aposiélica, tales como la estan- del culto, del ministerio y de Ia doctrina, ta forma- de las relaciones entre las iglesias, etc» (citado por ‘Bruce, 78, p. 157). sr clos parce al del esi ius odie Iglesia de los primeros tiempos y, por lo tanto, difiere del culto conforme a tas directrices de los ‘eomisionados por Jesucristo e inspirados por su ‘pues, necesidad de ser renovado. B. Porque todo lo que vive se renueva 1. Todos los seres vivos cambian Las plantas, 1s animales, el paisaje, todo lo que forma parte de Ia creacién de Dios se renueva constantemente. «Ti renue- vas la far de la terra», exclama el salmista (Sal. 104:30). Solo Jos productos de la industria humana permanecen estéticos Nosotros mismos eambiamos sin cesar: nuestras células, nues- tras relaciones con todo lo que tenemos alrededor. nuestras ideas, nuestras preocupaciones, nuestros sentimientos van ‘modificéndose al pasar los dfs; (an slo la muerte detiene este proceso. ; [Nuestra vida religions forma parte de nuestra vida como un todo, asf que también ella se ve afectada por las fluctuaciones eet ely cee eye alegrias y nuestras tristezas se reflejan en nuestras alabanzas ¥y nuestras siplicas. Nuestro conocimiento de Dios, que va evolucionando a lo largo de mestra vida critiana, orienta nuestras relaciones con El y nuestra adoracién. Ya lo dijo el apéstol Pablo: «Nuestro hombre interior se renueva de da en dia» (2 Co. 4:16), si es que nos hemos «revestido del hombre ‘nuevo que se renueva segtn la imagen del que lo cre6» (Col. 3:10). Seguro que nuestro culto personal no es el mismo hoy que cuando a andar con el Seftor, ni tampoco es ‘gual todos los dias del afio. ;Por qué entonces nuestro culto ‘comunitario lo hemos congelado dentro de un molde invaria~ trata acaso de un producto de nuestra industria reli- {Qué es, un cuerpo muerto o un organi 2. La sociedad en la que vivimes evoluciona La vida de la sociedad en la que vivimos se modifica sin ‘cesar: Ios gustos, las modas, ls preccupaciones, los problems, Jos medios de expresién, el estilo oral y escrito: todo cambia un ritmo ripido que aumenta sin parar, Tome un periédico 50 © una revista de hace veinte, trinta 0 cincuenta aiios y se ‘quedari sorprendido de ver Cun antiguos parecen. No nos alreverfamos a producir algo parecido para hoy. Un libro de hace cien, doscientos o trescientos afios realza Ja pompa de una biblioteca, sobre todo si tiene una bella encua- ermaciGn. Sin embargo, silo abre y lo empicza a leer, excepto Ai estd verdaderamente interesado por el tema, enseguida lo ‘dejard a un lado: el papel amarillento, los caracteres, Ia dis- PosiciGn del texto, la paginacidn: todo «huele a vetustor. «Es exaciamente esta misma impresiGn la que recibe un casional ~y también, inconscientemente, nosotros cuando presenciamos un cult que fue concebido por de hace uno, cuatro 0 quince sigios. Se ha dicho con az6n que: «Si oramos como los eristianos del siglo TV de hecho, no estamos orando como ellos, ya que ellos ‘con sus propias palabras y en su propio estilo» —que ‘en absoluto los nuestros. Ja Biblia, el culto también se adapté a los tiempos y a clas: ala sociedad patriarcal le conventa el culto jen el desierto, el del Tabernéculo; a Israclscdentario, del Templo, con su imponente ceremonial. El exilio el culto de la sinagoga, que sélo tenia unos puntos on el del Templo y que, incluso después de la in de éste, para el conjunto de ls israelitas ocupé is preponderante que el del Templo. En Jerusalén, ctistianos tenfan otra forma de adoracién que los ‘en Antioquia 0 en Corinto, tha tomado en cuenta ta evolucion de la sociedad, de 'y de su cultura, dejando a sus hijos la suficiente para poder adaptar la forma de su culto, a condicién ‘el contenido. Si nosotros adoramos como se hacfa en Ginebra en el siglo XVI -o incluso en el eulto seri una cspecic de bloque errético en os visitantes ocasionales les hariel mismo Piieza de museo, y también a nosotros acabaréi vel mismo efecto, Nos gustan los museos, porque s1 nos recuerdan nuestras rafces. Vamos a ellos un dia que lIueve, cuando no podemos hacer otra cosa, y mientras vemos cémo vivian nuestros antecesores nos vamos diciendo: «;Qué suerte tenemos de haber nacido en el siglo XX!» Contemplamos con admiracién Ia bella y antigua vajlla, decorada con angelitos multicolores, pero sin tener ningiin deseo de utilizarla a diario, nit aun para nuestras recepciones. ‘Si queremos que nuestro culto corresponda a lo que vivimos durante la semana y que sea la expresién y el colofén de nuestra vvida, no podemos desconectamos de las formas de expresin actuales. Si deseamos que hable a los hombres de nuestro tiempo, debe ser «una expresiGn actualizada de la obra macstra de Dios», en el estilo y el lenguaje de nuestro tiempo. Se ha dicho acerca de las versiones biblicas: si se admite ‘el principio de la traduccién es necesario admitic también la necesidad de otra «re-traduccién» periédica. Se puede decir lo ‘mismo respecto al culo. 3. Un eulto fundamentado sobre la comunicacién debe renovarse Un culto que esté compuesto esencialmente de ritos, si quiere permanecer fiel a sus fundadores, no puede cambiar: las bailarinas sagradas de Bali hacen los mismos gestos que sus tatarabuelas; el sacerdote catélico-romano hace el signo de la ‘eruz, una genuflexidn, un gesto de bendicin... de la misma manera y en el mismo momento que su colega del siglo IX 0 XVE el rito lo exige. Pero un culto «razonable», fundamentado sobre la coma nicacién, debe adaptarse a los medios de comunicacién de los. hombres a los cuales se dirige. Esto lo hemos comprendido ‘muy bien con relacién al sermén: ya no se predica durante tres hhoras como en tiempos de los puritanos, ni siquicra durante una hora como cuando la Reforma, ya no se empiea el estilo de Alexandre Vinet. :Por qué entonces no aplicamos los mismos prineipios a las oraciones, a los cémticos y al orden del culto? 32 - (H. Snyder. 75, p. 16). «Las 8 que nosotros expresamos no cambian, pero las Y Jas frases no tienen que ser piezas de museo, sino ser nuestras» (D. Weber) €l pueblo de Dios espera una renovacién ‘eriticas de los cultos evangéticos se multiplican erltcas de las formas actuales de 10s cultos evangélicos ¥ez mis numerosas y cjercen mayor presiGn. Es cierto ellas no tienen que ver con la situacién en conereto Jector, sino con el conjunto de Iglesias pro- ‘evangélicas, Ya en el siglo pasado, E. Guers decta: deseable que el sermén no continuara absorbiendo -como sucede, lamentablemente, en la mayoria de (La cine du Seigneur, p. 8). A. W. Tozer, cuando unos pastores de Canads, les hablaba del ‘como si fuera «la joya perdida» de nuestro modemo. «Somos organizados, deia,trabaja- fnuestras agendas. Tenemos casi todo, pero hay falta en nvestras iglesias, incluso en ls iglesias fio saben adorar. No cultivamos el arte de la la joya que se ha perdido en la Iglesia moderna 3 Yy yo pienso que deberfamos buscarlo hasta que lo encontre- mos» (Worship, p. 24). «La necesidad mas grande de las Igle- sias evangélicas de nuestros dias, dicen Allen y Borror, es una renovacién de los cultos» (82, p. 77) y R. Webber afirma: «El cculto es ef drea més débil del cristianismo evangélico» (Prefa- cio a R. Barclay: Praise, Nelson, 1980).! Las criticas del culto apuntan a distintos puntos funda- ‘mentales: 1. EL culto est demasiado centrado en el hombre, en lugar de ser un «culto», es decir, adoraciéa a Dios.” 2. Nuestros cultos son conferencias: la predicaci6n ocupa el lugar central. En muchas iglesias evangélicas, la predicacicn ‘ocupa atin la mayor parte de la reunién dominical. En ciertas regiones, en vez de ir «al culto», se va a «la predicacién», En €l sigh XVI, a los pastores se les lamaba «predicadores», La 1. «Quiz no haya ninguna otra esfera en la cual I vida de Is Egkesias proesantes & tstinonio de mls grande pobreza que em la ei all. Les ‘Genominamcs «servicios de cut», pero Jo son realmente? Ea machos de ‘estos servicios Uipicos ao hay ning sentimiento de la santa presencia de Dios» ¢Lloyds Perry 77, p. 207) «Como igksias evangSlicas, es evdente que estamos en peligro de confundir la forita con la finciGn y movers ‘pidament en 1 cireccion de una completa insttacionalizacin.» (G. Get. 14, p- 201) M. Marshal lega incluso a decir: «Tengo miedo de que aquelos qu’ se weiven hacia Ia vida cristiana y quieren vivir una vida consagrach fencvertren en el call ef ma gran obstialo para na fe viva» (82, p. 9). ‘Muchos eristians van la iglesia por hibto © por tent del deber Per, tal como dice John Baigent: «Cuando al dar culo a Dios no encoatramos ‘un profunda satstaceigny Te haceros simplemente por neesidad, o como ‘un deber, hay algo que no va bien» (83 p. 18). Ls ritianos han clviado ‘sar en silencio delante de Dios, omblar de temordelants de Eb (D. Mckee, Th pe 9) 2. El pitino nos na Iezado muchas cosas postivas, pero también uaa imolestatendencia ala inrospecciGn que ba repercatigo en el culo: ea ver de que la comunidad sea el agente del cult el individuo se conven el ‘objeto... la oracn exponta los estas animicos del sujeto religioso... el Pietsiro, al profundzar Ia cracion personal, recor la acidn de Ia crac alien» (Wil, 38,1, pp. 256-257) 34 tracion de los diversos aspectos de la vida religiosa cedificacion, evangelizacion...) en el culto refuerza ‘mds la importancia dc la palabra anunciada ex cathedra ‘wumenta la pasividad de los asistentes.> 43. Hemos perdido el sentido del misterio. «él objetivo de ‘eeremonia del culto es, en parte, mostramos y recordarnos ‘estamo$ delante de misterios extraordinarios. La solem- del culto es de gran ayuda en la adoracién, 10 cual no decir que no estemos también llenos de gozo.» (R. Van 86, p. 17). Siempre que los hombres se confrontaban a este encuentro suscitaba en ellos una reacei6n -positiva va: «Quedaron aténitos, se maravillaron... Sus ‘estaba. profundamente impresionados... ;Qué es I. No hemos ofdo nunca nada igual. Glorificaban a ‘cultos «libres», frecuentemente no son mucho més Tos cultos litirgicos. «La reunin, dice N. Summer- estar dominada por una rigida liturgia, aunque ‘escrita.. Se puede predecir infaliblemente el orden de ‘en cualquier asamblea, La reunién comenzard con ntroccién desu «Projet de révision dela lure des Flies de France», publicedo cn 1888, Eugtne Berscr, pastor de templo en Pais, deta: la idea del alto pablio a ido ignorada darante sisnpo Prinitvamenc, se ba al ao pa loa io, pero I, a ensefanza por medio de la predicacion ba 2c elo, Discurirno es adorar» (10), «La comunidad, deciaK. Wil, ‘condenado 2 ofr os sermores de wn senor que predica» (35, alfemos omitido oeupamos de cata en nuestro siglo. No nos en serio. No se buscan los principios bcos parse clio ocal. La reunién del domingo por la mafan es un servicio de (BH. Lentlad, Prefaco a Allen-Borror, 82). Son precisamesie fuerte for que nos han hecho desviar de nuestro objetivo Gene Getz: «La caractrstica més evidente de la Igisia Sido su adhesin ala Biblia como autoridad suprema para la » sin embargo, cuando la explicacin de [a Biblia mono- ‘ult, este punto foere se convierte en dil 35 __ un céintico que determina el tema y el contenido de todo el culto. Habré una oracidn antes de la fraccién del pan, otra antes de la distribucién de la copa. Inmediatamente después vendr la ofrenda, seguida eventualmente por el ministerio de la Pa- labra.. La forma y el contenido del culto son muy restringides La limitacién del contenido es debida al hecho de que el objetivo de la reunin es recordar la muerte de Cristo. Lo que no encaje bien en este marco se considera inapropiado.. todo debe gravitar alrededor de la muerte de Cristo» iCuales som los errores que se producen en el culto?, pregunta Leslie B. Flynn: 1. El sermién es exaltado a expensas de todo lo dems. Incluso la arquitectura de las iglesias lo testifica, dando al pelpito el lugar central 2. Los caltos som tistes. Necesitamos mis go70 y entusiasmo. 3. Todos los cultos se parecen: un recién liegado a una idad asistié muchas veces a los servicios de los diferentes cultos. «Todas las iglesias tienen el mismo orden de culto cada semana. A las once y diez, los bautistas eantan siempre un céintico, los presbiterianos estan recitando el Credo y los me- todistas cantan el Gloria » 4. Aparte del sermén, los cultos son més © menos impro- visados, los eénticos y las Jecturas biblicas ni se escogen cui dadosamente ni se iniroducen debidamente. ‘5. Se canta sin entusiasmo, se lee la Palabra de Dios si cexpresién, se ora sin fervor y silo se escucha el sermén con una oreja. 6. Algunas de las iglesias se han esforzado poco en lo que respecta a la estética. 7. Muchas personas escogen un culto en funcicn del pred cador 0 del programa musical anunciado, buscando alguna experiencia emocional o estética (L. B. Flynn, 83, pp. 11-20) ‘Quizés estas erticas dirigidas a la mayorfa de Iglesias evan- gélicas del otro lado del Atkintico no se aplican a su iglesia, Usted es quien debe juzgarlo. ‘esumen, ol culto es esencialmente: 1. cerebral (toda Gn 0 expresisn fisica de la adoracién esté excluida), 2 » por falta de espontancidad; se ha convertide en algo entalmente litirgico, 3. soso: le falta gozo y fervor de diez minutos, un visitante que asistia a un culto ja Cena exclam: jes un funeral!) (N. Summenton, 88, 6). La critica de Summerton esté en parte justficada, debemos olvidar, como dice J. Blandenier que «en diez asamblea celebra 520 cultos. Es inevitable (y justo) formas aparezcan: jno se puede empezar de cero veces en diez afios! Maxime feniendo en cuenta que del culto de una colectividad y no de una suma de ividades individuales. Es necesario un denominador .que sea modificable ~espero que sf-, pero a medida que tiempo, se va estableciendo un cierto consenso». cultos sélo responden parcialmente a nuestras serie de diferentes encuestas respecto a los objetivos nos han proporcionacio los siguientes objetivos: Y manifestar la gloria de Dios en Cristo. 8 Dios. Ta sabiduria y la gracia de Dies. a los eristianos a crecer, edificarlos os, hacer de ellos unes discipulos. ‘oportunidades de comunién y de mutuo servicio. juntos. formacién para el servicio. over el espititu misionero. ‘ocasiones de servicio. dispensar los sacramentos. ar Jos eventos actuales a la luz de la Palabra de (L Perry, p. 32). 56 a7 M. Perry dice que «el culto cristiano puede verse bajo un ‘quintuple objetivor: ‘Adorar a Dios en su majestad y cantar sus alabanzas. Escuchar la Palabra de Dios. rar los unos por los otros y por el mundo. Purificar la conciencia de los adoradores. Celebrar la Cena del Scfior como Jess lo orden6, es decir, tomar el pan y el vino, dar gracias, partir el pan Y compartir ambos elementos» (M. Perry, 77, p. 95). Es cierto que necesitamos adorar a Dios, expresarle nuestra gratitud y nuestro amor, pero también necesitamos confesar ‘nuestros pecados, afirmar nuestra fe, escuchar cémo Dios nos habla, ser animados, exhortados, consolados, ensefiados, edi- ficados... Queremos salir del aislamiento en ei que nos confina ‘a menudo nuestra vida cotidiana en medio de las personas «de! mundo» y eneontramos con los hermanos y hermanas, com- partir con cllos nuestras alegrias y nuestras penas y participar tambien dels says. Juntos podemos cana. rat. dora. | apoyaros... dar, tomar la Cena del Sefior y marchar forta- lecidos, gozosos y bendecidos, preparados para servir ali don- de Dios nos ha puesto. He aquf to que un culto ideal nos deberia proporcionar. Sameer eel mie: no se va a dar eulto a Dios sélo para recibir 8 espirtuales. Pero éstas fluyen obligatoriamente s2 celebra el culto como Dios quiere. 1. Perry dice que «deberiamos tener en cuenta tanto a las -que adoran como al Dios que adoramos... Deberiamos dispucstos a realizar «céndidas» investigaciones y dis- 4 aceptar cambios» (77, p. 208). Si queremos evitar la esclerosis, necesitamos renovarnos actividad tiende a convertirse en rutinaria y toda vida por Ia esclerosis. Pero lo que nos resulta répida- fatigoso es lo estereotipado: todos los dias Ia misma el mismo discurso en la radio, la misma pelicula en isin: {se imaginan la reaccién? Tenemos una profunda jidad de cambio para que nuestro apetito y nuestro interés bien despicrtos. Hablando del movimiento que mas reno- culto durante cl pasado siglo, F. F. Bruce (que se sitia ‘en ese movimiento) constata con tristeza: «Hubo ‘en los primeros dias del Movimiento de los Her- en los que, después de haber abandonado consciente- yuna liturgia fija, no se podia saber jamais, en el transcurso culo, lo que iba a pasar a continuacién. Hoy en cambio, lugares con la fijacién de otra liturgia (no escrita), todo esto en cada culto durante la hora u hora y media que le demasiado bien lo que va a pasar a continuacién» (78, consagramos cada domingo. Pero si regularmentefaltan ciertos elementos esenciales, esto engendra a la larga un sentimiento de frustracién o una senfermedad carencial» que se tradueiri_ en una anemia espiritual y quizas en un abandono del cult. ) amigo cucnta en cada encuentro las mismas historias, que usted dird: «Esta enfermo», 0: 4Se centra en Ia persona y Ia obra de Jesucristo? (ef. Jn. Fil. 2:10; Col: 1:15 ss.) los ereyentes a apreciar mejor a Dios el ‘el Hijo y el Esptrita Santo? (ef. Ef. 1:17 $8.5 3:14 Estd inspirado y guiado por el Santo Espiritu? (ef. Jn. #23 ss.; Ef. 5:18 5s.) enovaciGn de nuestro culto? ;O confirmaremos Ia pesimista, ascveracién de Jesis cuando dijo:

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