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Gestión de residuos y vertidos

Cuando se produce una gestión de residuos y de vertidos deficiente (o incluso


directamente ilegal), éstos componentes acaban en los suelos, dando lugar a
contaminación. Son especialmente perjudiciales los vertidos, dado que al ser líquidos se
propagan rápidamente y en grandes extensiones de terreno. Residuos como los metales
pesados (como el plomo) son muy difíciles de eliminar.

Además pueden agravar otros problemas. Por ejemplo, los fragmentos de vidrio en
climas áridos (especialmente en áreas con plantas herbáceas que se secan en verano)
aumentan el riesgo de incendios.

Tala, agricultura extensiva y sobrepastoreo

La tala, la agricultura extensiva (directamente relacionada con la tala en muchos casos)


y el sobrepastoreo contribuyen a la eliminación de la cubierta vegetal, cuyas raíces
previenen la erosión del suelo. Puede afectar a grandes extensiones. El monocultivo sin
rotación degrada el suelo por agotamiento de alguno de los nutrientes. Se agravan con
los incendios forestales.

Incendios y sobreexplotación de recursos hídricos

En aquellas zonas donde la vegetación no es xerófila ni pirófila, la falta de agua provoca


la muerte de las especies que dan origen al horizonte superficial del suelo,
empobreciéndolo. Contribuyen igualmente a la erosión.

Gestión del territorio

La gestión del territorio puede llegar a ser muy dañina, lo que dependerá en gran medida
de las características concretas del territorio. Por ejemplo, las grandes presas evitan la
distribución de limos y arcillas con alto contenido orgánico en zonas adyacentes al río y
modifican el perfil hídrico del territorio.

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