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Traduccién: | Thomas Bernhard Miguel Séenz Relatos Alianza Editorial ‘Teatos originales: Anas - Unenacd - Watton Geben Aaorag © Ins! Vlg Braun em Main 1968: Unger Gabrbonme Daron Potatfars ao Mote, 1968 jen © Subrbump. Velog Fronblart ant Man 1969. ‘Gchen © Subrkanep Verlag Frnt ame Main 1977 © Fd cau Aline Euitoril, S.A, Madrid, 2987 Calle‘Milin, 38, 25043 Madvid ‘eth. 2000005, ISBN: #4.20631922 Depérito legals Me 63721987, Compuesto en Hernindee Cixded, S. Impreso on Level Lo Lieror, mgae 6 Humane; (Madrid) Printed Spain 7 137 197 Amras Ungensch Jugar al watten Andar Indice Amras La esencia de Ia enfermedad es tan foscura como Ia esencia de le vida. Novaurs Después del suicidio de nuestros padres estuvimos cencerrados dos meses y medio en la torre, en ese monu- mento caractetistico de nuestro arrabal de Amras, al que sélo puede accederse a través del gran manzanar, hace unos afios propiedad atin de nuestro padre, que asciende cen direccién sur hacia el Urgestein. Esa torte perteneciente a nuestro tfo fue para nosotros, en esos dos meses y medio, un refugio que nos protegia de Ia intromisién de los hombres, que nos guardaba y escondia de las miradas de un mundo que sélo actia y comprende siempre a partir del mal Sélo a la influencia de nuestro tf, el hermano de nues- tra madre, tuimos que agradecer que, en contra de la brutal reglamentacién sanitaria tizolesa, relative a los descubiertos en suicidio, condenados a seguir viviendo atrozmente y asi mutilados, no fuéramos internados en el manicomio ni tuviéramos que compartir como tantos, de Ja forma espantosa que yo conocia, el destino de los des- 9 truidos y destrozados sélo en él, procedentes del Ober- inntal y del Karwendel y de los pueblos del Brénnero. Nuestra conspitacién familiar fue descubierta y hecha piblica por un comerciante y acreedor de nuestro padre, dos horas demasiado pronto: a diferencia de nuestros pa- dees, no estébamos muertos atin... .inmediatamente y, como no nos ha ocultado nuestro ‘fo, totalmente desnudos, fuimos levados, envueltos en dos mantas de caballo y una piel de perto, esa misma noche y todavia sin conocimiento, a fin de adelantarse a las autoridades sanitarias, en un coche ligero, enviado por nuestro t(o, de la casa paterna de Innsbruck a Amras y con ello a la seguridad, al abrigo de acusaciones € indiscreciones y calumnias ¢ infamias... Como nuestros padres, habfamos deseado nuestro suicidio y lo habfamos convenido mutuamente... y el dia tres no habiamos que- rido saber ya nada de aplazamientos, comothabiamos te- nido que aceptar en el curso del invierno, a menudo en ‘el tlimo momento y siempre por tazdn de las objeciones de nuestra madre Supervivientes de nuestros padres, abandonados por ellos, permaneciamos echados, Walter y yo, en aquellos dias que todos nos describian vergonzosamente sélo en fragmentos y que por ello quedaban tan oscuros, poco después de In noche del suicidio, ya desde los primeros ‘momentos en la torre, todo el tiempo sobre unos jergo- nes, sin duda recié enfundados para nosotros a toda ptisa, en el piso central de la torre, al principio sin sen- tido, més tarde guardando silencio y escuchando, y luego reteniendo a menudo el aliento, yendo sdlo de un lado a otfo, sin ocuparnos mas que de nuestra joven natura- leza totalmente oscurecida, burlada y de veinte afios tods- via no cumplidos... La torre nos era desde la infancia mejor conocida que ingiin otto edificio del Tirol, no una cércel ... tanto en Ja escalera superior como en Ja inferior escuchébamos continuamente, a tientas y helados, en medio de nuestros pensamientos destruidos de forma insondablemente im- 10 pulsiva desde todos los puntos cardinales y de nuestro embrutecimieato fraterno desesperado, aunque también bastante noble... Nuestra vela nos oprimia el énimo y limitaba nues:ra raz6n... No mirébamos por las ventanas, pero ofamos ruidos suficientes para tener miedo... Nues- tras cabezas, si las sacébamos al aire, quedaban expuestas a la malignidad de las tormentas del fobn *; en medio de aquellas masts de aire apenas podiamos ya respirar... Era principios de marzo... Ofamos muchos pajaros, sin saber qué clase de péjaros... Las aguas del Sill se preci- pitaban ante nosotros en el abismo, separdndonos estruen- dosamente de Innsbruck, nuestra ciudad natal, y con ello del mundo que tan insoportable se nos habia vuelto... Hojeando los libros y escritos que nos pertenecian a los dos, elegidos con gran cuidado por nuestro tio y Ilevados a Amras desde la Herrengasse mientras estébamos ain desmayados, probablemente por completo ausentes y sin sentido... como muertos habjamos estado, los mios, in- comprensibles para Walter, de ciencias naturales, y los de Walter, incomprensibles para mi, musicales, meditando en la historia propia y en la ajena, en la gram historia gene- ral, que nos volvia locos, cada vez més profundamente retraidos en auestras alborotadas cabezas ante los millo- nes de tormentas de nieve de acontecimientos —siempre hhabfamos amado lo que nos resultaba dificil, aborrecido Io fécil—, y rellengbamos de tristeza nuestra torre. ‘Auuna carta de Holihof, psiquiatra de Merano y amigo de nuestro padre, que recibimos sdlo tres dias después de estat en la torre, contestamos del siguiente modo: Estimado sefior: El momento de poder comunicarle algo sobre las cir- ‘cunstancias que condujeron a Ia muerte de nuesttos pa- dres, tal como nos pide, y de hacerle una descripcién, sobre todo, del perfodo transcurrido entre la decisién de * Viento cilldo del sur. (N. del T.) ul nuestros padres (y nuestra) de suicidarse y la ejecucién de su suicidio y, por lo que a nosotros se refiere, de nues- tro «intento de suicidion, no ha legado atin; de momento s6lo deseamos que nos dejen en paz. Le agradecemos su pésame, KMWM El mismo dfa enviamos también otra carta de contes- tacién a Kufstein: ‘Muy estimada sefiore: todas‘ sus demandas relatives a los negocios de nuestro padre deberé dirigirlas a nuestro tfo, el hermano de nuestra madre, a quien usted conoce. Atentamente KMWM, Animados slo por Ia atencién de nuestro tio, que nos visitaba dos veces por semana, los martes y los sébados —su economfa no le permitia hacerlo més a menudo, ottos dias—, siempre de buen humor, nos parecfa, siem- pre con periddicos, noticias y novedades, que sin embargo sélo nos estremecfan, existiamos de pronto, confiados sélo & nuestros caracteres horribles, de siempre heridos, des- piertos y poco perseverantes, en la oscuridad que cada vex conspiraba més contra nosotros, perturbando incluso nuestra capacidad de andar y sentarnos y echarnos y estar de pie, y como es natural nuestra capacidad de pensar y también de hablar, de aquella torre que para nosotros no tenia cientos sino miles de afios. También alli recibia Walter regularmente, como duran- te toda ou vida, las visitas para él importantes y caras del internista, un especialista en epilepsia afamado y malafamado en todo el Tirol, hombre de cuarenta aiios, bratal y supersano, que, formado sin duda como nadie médicamente, por su primitivo celo y posterior astucia, habfamos odiado siempre, y que haba tratado ya también 12 a nuestra madre... Después de haber sido sibitamente abandonados en Ia torte, como totalmente fuera del mun- do, y también por nuestros padres y su protectora eficien- cia la enfermedad de Walter, visible como a empujones y grados, una enfermedad que desde su nacimiento no habia dejado de afigislo, socavando al principio sélo su énimo, pero luego también su raz6n, de forma cada vez més profunda, y que actuaba contra él, al parecer, con cruel- dad Idgica, tanto aviesa como abiertamente, y todavia hoy absolutamente sin investigar, habia empeorado violenta y periédicamente con gran rapidez y, como consecuencia, habia empeorado también, hasta el limite de nuestras posibilidades, nuestra relacién mutua, basada tanto en la confianza fraterna como en una supercautela fraternal Sin embargo tenfamos que permanecer juntos, y por es nos soportébamos. Los dos habfamos temido enseguida, después de haber terminado nuestro desvanecimiento provocado por las pas- tillas y desintoxicado por dos médicos en ejercicio de Innsbruck, como puede imaginarse con gran solemnidad, ‘con conciencia de tener que volver a existir otra vez y cen contra de nuestra voluntad, es decir, tanto més espan- tosamente, que los ataques de Walter, congénitos en él, heredados de su madre y favorecidos por su exéstosis, que de cuando en cuando lo maltrataban con la rapidez del rayo, y que en los iiltimos meses habian legado a una interrupcién total, ahora en la torre, bajo el exceso de resign de lo que nos sucedfa, pudieran volver a apare- cet... y realmente volvieron a aparecer (los ataques por @aplazados como consecuencia de un permanente esfuerzo cicntifico), ya desde nuestros primeros pasos en la torte. Mi hermano, un aie més joven, estaba constituido mucho més delicadamente que yo, sometido a un sistema ner- vioso més bien fantéstico, y su constitucién se vefa siem- pre autométicamente debilitada... durante toda su vida hhabfa tenido miedo de los ataques de su madre, y ese 13 miedo se lo habia aumentado en la torre... después de haber estado contemplindose a s{ mismo a mi lado durante dias, siempre en silencio y, como yo, sin tomar alimento, cuando de pronto, poniéadose en pie y pidiéndome ayu- da, quiso dirigirse hacia la ventana, la epilepsia habia vuelto a caer sobre él, aunque al principio s6lo breve- mente, como lo que se llama una afasia momenténea, sin la menor pérdida de conciencia... En la oscuridad, es- piando la violencia de la enfermedad, yo no habia visto cémo cambiaban su rostro, sus ojos sobre todo a causa del padecimiento, sin embargo, en su mufeca, por la que lo sujetaba al conducizlo, noté, mientras se desplo- maba, cudl era su estado... Temimos un empeoramiento catastr6fico de su epilepsia... Hablamos tenido que pasar toda nuestra vida, atada a nuestros padres como a dos estacas, con un miedo constante de la «epilepsia del Tirol», cada vez més siniestra para nosotros, también en nuestra madre... esa enfermedad, a partir de un momento que no podia ya determinarse, nos habia destruido a todos, esa epilepsia sélo conocida en el Tirol... Nuestra madre habia sido atacada de pronto por ella, curiosamente tarde, a sus veintidin afios, poco antes del nacimiento de Walter, en un instante, comprobadamente en el apogeo de un baile en una casa sefiorial de Wilten... e inmediatamente, de tuna forma enseguida estremecedora para su entorno, ha- bia cambiado... Walter, sin duda por su supermiedo infan- til, habia sido répidamente aterrorizado y desmoralizado por ella... yo mismo, funestamente intrépido de nifio, no me habia visto afectado nunca por ella en lo mis minimo.... Parecfa como si esa enfermedad, que surge en el Tirol en cualquier época y por todas partes, se hubiera arro- jado totalmente sobre Walter después de la muerte de nuestra madre... Ahora en la torte, y de hecho cada vez més despiadadamente con el pasar de los dias, volvia a aparecer en él, tal como yo la conocfa por mi madre, pro- tegida por todo, eso me parecia, y favorecida por la atmés- fera de la torre, més maligna que antes de la muerte de nuestros padres... De una forma que the espantaba, ob- 14 setvaba yo cémo él, Walter, de dia en dia se parecia cada ver més a nuestra madre también fisiondmicamente, en su silencio, color de piel, tono de voz, reacciones antimi- cas y funciones corporales... El insomnio, que nos habia acometido a los dos sibitamente por un perfodo que no podfamos ya abarcar, a causa de una bérbara ley fisica que nos resultaba evidente, al estar sometidos en la torre aun ritmo atmosférico para nosotros absolutamente des- conocido, impedia que, aunque fuera por un instante, nos calmésemos... Sélo tara vez nos atzeviamos a acercarnos a Ja ventana y tirar de los postigos: mirébamos, desilusionados, nos parecfa en el lamento de la tormenta, Ios manzanos irre- misiblemente atrofiados, en medio de un paisaje de alta montafia, sordo de pura oscuridad y enigmes naturales y conmocién de la raz6n, segtin nos parecia, y curiosamente ruidoso y, como si fuera s6lo en apatiencia, poblado por seres humanos muy abajo, al final del manzanar, donde es- taba el circo, espectral, inquictado en su extravagancia sdlo en sus superficies negtas y pardas y blancas, aqui y alld, y que sélo existia suburbanamente siempre en medio de hechos delictivos y provocaba el hastfo... Lo que ofamos eran los claros codgulos de una quimica ininterrumpida, muerta de censancio, lo que vefamos no era dia y noche mAs que noche... una oscuridad rugiente, ensordecedora.... Estdbamos adiestrados de siempre y constantemente en Ta observaciin de todo lo que fracasaba, sin embargo, agut en la torre, trastornados y gozando de la confianza de la Naturaleza entera, sentiamos de repente la sabidu- rfa de la podredumbre... Sin distraemnos de nosotros mismos mds que por nosotros mismos, nos vefamos en ‘Amras en tuestra relacién fraternal hirviente y luego otra vez rigida... haciéndonos una y otra vez la pre- gunta: por qué tenemos que seguir viviendo... y nos que- débamos siempre sin respuesta —ni un eco que nos ilu- minase jamés, jsiempre ataques de retroceso como ataques cerebrales!— desesperadamente dependientes el uno del otto en una soledad de dos cerebros que, de hora en hora, 15 aunque, efectivamente, digna de seres humanos, se contrafa cada vez més en nosotros y en torno a nosotros, incluso en los actos y funciones més lastimosos... aun después de transcurridos dias, semanas, no nos atreviamos a ha- blar los dos de 1a catéstrofe; nos mantenfamos ain, animalmente juntos, en medio de toda clase de mistifi- caciones, s6lo de lo orgénico.... todo lo que habia en nosotros fracasaba en posibilidades de perecer, en las ener- fas naturales més profundas:.. En los gemidos de su semisuefio, escuchaba cémo mi Walter volvia a menudo a fantasear fatigosamente con aquella noche, llena de fab, del suicidio, bajando de la torre a la Herrengasse, con los dias que precedicron a nuestro suicidio y nuestros inten- tos de suicidio, con todo lo de marzo, io sofocante, que ni por un instante siquiera habla estado @ favor de no- sotros, sino siempre, Gnicamente, en contra de nosotros; cada vez més solemnemente, predispuesto a la muerte; durante toda la tarde de aquel dia tres que, de repente, nos pareci6 tan favorable, s6lo habfamos esperado que, como en atencién a nosotros, se hiciera pronto oscuro, se aca- bara, que con la luz del dia también nosotros, padres, hijos, répidamente y sin esfuerzo pereciéramos y nos ex- tinguiéramos sencillamente en el suefio, desapareciéra- mos... Pediamos, con conciencia sobreaguda y no sin palabras, poder dormirnos con rapidez inusitada... nos limitébamos a contemplar los vasos, aquella bebida tur- bia y blanca... no querfamos nada, no ser ya, no ser ya nada... Detrds de ventanas cerradas, de visillos corti- dos, estébamos, totalmente aislados y estzechamente jun- tos, acabados ya; de vez en cuando un ruido que subja de la calle, el ruido de un vehiculo, una risa, un lejano entrechocar desde Biichsenhausen, habfan sido ain un me- din de acceso al mundo... una puerta, una ventana, un sillén... No comiamos, no bebiamos ya... de pronto, se- ‘gin crefamos por iltima vez, nos habfan gustado nues- ‘ros trajes, nuestras manos, voces, ideas... el dulce olor de nuestra despensa, que estaba abierta pero a la que nninguno de Ios dos entraba ya... tres, cuatro, cinco libros 16 habia tenido mi hermano abiertos delante sobre la mesa... Stifter, Jean Paul, Lermontov... las cortinas descorridas por mi una vez stibitamente habfan hecho que mi Walter, sentado junto a la ventana y ocupado con sus libros, como si estudiara, levantase la vista asustado para mirar- me, mientras yo observaba, en la calle, ya casi totalmente oscurecida por las montafias, a algunas personas que iban al teatto... Cbservé a dos muchachas hermanas, una pa- reja de hermanos, dos profesores de abrigos negros, acos- tumbrados a sus bastones, con gtises sombreros de banda negra; a una distancia de tres o cuatro metros, las muje- res de los profesores, vestidas también de negro... esas personas, lo mismo que otras su abono de miércoles o sébados, tienen su abono de comedias o tragedias, su abo- no de los martes... Observé al hombre de los periédi- cos, vecino nuestro, con su vieja esclavina que conservaba su corte militar, a una muchacha de un carnicero con un cesto de salchichas y a un desconocido... Era triste lo que vela, era triste lo que pensaba, tristemente corti la cor tina, con la tristeza que gobierna Ja razén... Entre las casas de enfrente miré ain el Inn, las aguas que corrian, continuamente cambiantes, y sin embargo siempre igua- les... El Inn, la arteria en Ja que todo, durante unas gene- raciones fugices, participaba hozriblemente con nuestro nombre, misteriosamente ruidoso... Al volverme me asus- 16 la espectrel abreviatura familiar: observéndonos a no- sotros mismos, nosotros, nuestros padtes y sus hijos, en nuestra casa previsoramente limpia, segiin nos parecia, de extrafios, sirvientas y criados, después de haber despe- dido atin a los mozos del campo, habjamos salido de la jaula... éramos comparables slo a un grupo de viajeros gue esperase en silencio la hora de salida de un tren al qne hnbieran subido hacia tiempo... Nuestra madre, por primera vez desde hacia semanas, habia vuelto a dejar el lecho y se habia sentado al aire libre... yo la vefa como tun monumento silencioso al cansancio tirolés de la vida... Con su vestido de chiffon, hacfa tiempo pasado de moda, que, como todos sus vestidos, a causa de sus delgados 7 brazos, tenia mangas que le llegaban hasta el dorso de Ja mano, era para mi la expresién de la melancolfa de una estitpe antigua, espantada por la enfermedad, la callada cocultacién de un infierno... Nos habfamos oftecido mutua- mente los mejores asientos... nuestro padre lefa aparen- temente la seccién de anuncios de nuestro periédico... mi hermano sumergido de cuando en cuando en las obras de Sterne y de Dante y Donne, que recientemente se habia buscado.... y en Diderot... No esperabamos a nadie, si la- maban, habjamos convenido, no abririamos ya... No se nos cocutria nadie que pudiera venir... Aquel atardecer, como estdbamos ya acostumbrados, una gigantesca ave de ri- pifia muerta se estrellé en la calle... habiamos ofdo enton- ces aiin Tas campanas de las iglesias tan claramente, que pudimos distinguir bien la procedencia de cada sonido ue bajaba de Wilten, Pradl, Hétting y Amras... Cutioso: Ja gente iba aquella tarde al teatro... Cada uno, pertre- chado en su vaso, segrin nos pareci6, con suficientes pas- tillas, nos retiramos a nuestra habitacién y por consiguien- te, como habfamos convenido, los unos de los otros. a nuestro padre lo of todavia refsse en la alcoba, Walter se volvié ya a las nueve y media hacia la pared, y yo mismo, luchando con el somnifero més de una hora, luego sin éxito, me levanté y fui por el pasillo y bajé al vesti- bulo y volvi otra vez a Ia habitacién de los hermanos... por un instante, sélo por un instante esperé que alguien viniera a la casa y nos descubriera... no vino nadie... Jas aguas del Inn, en cuanto yo nadé nada mas que en imé- genes lechosas, golpeaban, con olas que se alzaban muy alto y luego se confundian entre sf, en el lugar de la orilla alterado por Ia caida de rocas y temido por no- sotzos os nifios... En la ciudad se produjo un ruido de repente, como de hombres a los que fusilascn... ofa venir desde Ia aduana pasos, cada vez més y més pasos, como si los soldados desfilasen entonces... un ave que cada vez se hacia mayor estuvo de pronto en el cuarto, golpedn- dose desesperada contra las paredes... tuve miedo de ahogarme 18 En aquella torre, preparada por nuestro tio, como sé, con predileccisn por la oscuridad, cada vez més oscure- ida por él con el paso de los afios, aparentemente para sf mismo, viviamos una sola noche sin suefio, aligerada s6lo por nuestros violentos dolores fisicos y sentimen- tales, y los ruidos de aguas y péjaros, y las artes bellas, fas Ilamadas elevadas, y la alta ciencia, cuyos usufruc- tuarios pudimos considerarnos los dos, tanto y dutan- te tanto tiempo como pudimos, casi siempre sin ser molestados’ desde Ia infancia y en el entorno paterno, aunque tambign a Ia sombra de nuestras enfermedades, no fueron de pronto para nosotros, que, por orden de nuestro padre habfamos tenido que volver de repente del extranjero (de Inglaterra), adonde nos habfan enviado para estudiar, a causa de la enfermedad cada vez més grave de nuestra madre y también de la enfermedad, muy stbitamente agravada en el extranjero, de Walter, de tepente ningén remedio ya, fundamentalmente para nosotros, de forma que nos hubiera sido saludable apar- tarnos, por no hablar de recuperarnos, de nuestras espan- tosas convulsiones, de nuestros espantosos estados enfer- mizos... Nos parecia en esas semanas como si mis ciencias naturales hubiesen muerto con nuestros padres, como si se hubietan suicidado con nuestros padres... como si tam- ign la miisica de Walter estuviera muerta desde enton- ces; de repente contemplébamos nuestras investigaciones, hnuesttas teorias y descubrimientos asombrosos, nuestros productos intelectuales, como dos personas, engafiadas en todo, en una casa mortuoria; con cada libro que abrfa, abria un ataid... nuestras conquistas, prerrogativas y pre- laciones estéticas para la vida, hasta las mas antignas y fragmentarias, pruebas de nuestro desarrollo intelectual, estaban en ataddes.., Walter, un afio més joven, de una naturaleza, armonia, aunque mds enferma, sin embargo mucho més attistica, no ofa ya, en ningiin momento, nin- ica tan lejana; de él, para quien lo habia sido 19 todo y que sin ella no hubiera podido imaginarse nunca siquiera la vida, ell, a Ia que habfa investigado, se habfa retrafdo asustada al mismo tiempo que él... Mis cencias naturales, lo que sepresentaban, se habfan convertido para mi de golpe en una telaciin tirante que me perturbaba y me castigaba por s{ misma, con todo lo que siempre habia sido yo... El que la torre padeciera de repence en aquellos itimos dias de marzo un tiempo que Ia rodeaba obstinadamente, presuntuoso, hecho de miles de humo- tes, mutaciones, revoluciones y explosiones contrapues- tos... tenia en nosotros, extrafiamente, en la torre, cuando nos sentiamos uniformemente melancdlicos, y nos encom. trdbamos de pronto muy por detrés de nosotros mismos y sin ningtin progreso, una horrible influencia: nos escon- diamos a menudo, como si nos bubiéramos puesto de acuerdo, en el rineén més apartado de Ia Cocina Negra que s6lo distaba unos pasos de nuestros jergones... de vez en cuando en el crepisculo; cuando la noche profunda se habfa convertido en otra atin més profunda que, segin ctefamos, nos calumniabi, cuando las sienes de las mon- tafias, las paredes que cortaban las aguas del Sill, cuando Jos barrancos sin ecos a causa del rugiente Sill oscurectan imperdonablemente hasta la desfigutacién nuestro mondo circundante y, con ello, también nuestro mundo inte. rior, lo oscutecian y mutilaban, nos atreviamos a sali. Entonces, como si nos butléramos de nosotros mismos, de los paisajes, de las ciencias, de las oscuridades y artes hhumanas, con gritos extravagantes y confusos, y frag. ‘mentos de frases, hasta medianoche y, més tarde, guiados sélo por la calider y los celos animales de nuestros cuer- pos, que echaban raices en ella, desplazsbamos una y otra ver las mesas y sillas y bancos y armarios de la torre... tuna vez perforamos con nuestros cuerpos loe montones de manzanas, bajo las montafias de eras, metiéndonos en lo mohoso, podrido... como si desedtamos, con esa es- pecie de mntilacién de los sentidos, asfixiamos lenta- mente... A menudo, cuando crefamos, cuando sentfainos cuando sabfamos que nuestras almas, incluso nuestros 20 cerebros, se habjan vuelto ya insensibles al dolor, nos causdbamos en el cuerpo, con la mayor excitacién, aqui y allé, en el pecho, en la espalda, en los muslos y en las atticulaciones de las rodillas, y también en las palmas de las manos y en las nucas, no recfprocamente sino cada uno a sf mismo, fraternalmente, a merced de la rapidez de la forma de actuar de nuestra naturaleza més tem- pranamente primaveral, heridas... contrapuntisticamente, con una ritmizacién cada vez més fuerte, golpedbamos con la cabeva contra las cuatro paredes... traviesamente, con risas cémplices, desgarrébamos a menudo por placer en la oscuridad, guiados por olotes y por consiguiente también por ilceras, y aferrados nada més que al aire, a Io oxigenado infernal, nuestra ropa, nuestros pantalones y camisas... cada uno era de por si el centro destructor de toda destruccién... enfermizamente en nuestras oposi- ciones... nos agotébamos rdpidamente en nuestras exal- taciones... En los tltimos tiempos habiamos dado la wuelta siempre a nuestros jergones de paja, embriagén- donos con el olor a podrido de sus entrafias... los dos, fen esos estados provocados en nosotros por el fébn, en esas circunstancias, que producfamos de forma concerta- da, pero sin decir palabra, descubriamos en nosotros una flexibilidad, una felinided primitiva.... {Nos vengéba- most... Nos vengébamos a fondo en muestra propia de- formidad fisica e intelectual... La mayoria de las veces hhacfan falta horas para que después de esos estados, como ya he dicho, de cientos de esos estados pasados en la oscutided, pudiéramos liberarnos otra vez... En Ja torre, por Ia proximidad de la corriente del Sill, hacia frio, pero sin embargo, después de la cena, mientras po- dfainos aguantarlo, nos quedébamos a menudo total- mente desnudos, cuerpo con cuerpo, apoyados contra Ins muros relucientes de humedad con un contacto delicado que desde hacfa tiempo ya no obraba en nosotros mila- gros, en una especie de estilo refrescante y piber que pesaba sobre nuestras cabezas... La piel de Walter, sin manchas, enferma, sumida en la perplejided, brillaba de 24. la forma més bella allf donde cafa el resplandor del Sill, en ngulo casi agudo, partido por una sombra estrecha, producida por el postigo izquierdo de la ventana... teme- 10s0s, incluso miedosos permaneciamos en silencio en tales instantes que, desde nuestra més temprana infancia, hhaclamos ain més profundos y perfeccionébamos cuida. dosamente... ahora nos irritaban, cada ver més dolozo- sos, cada vez més abusivos... y cada vez mds tenfamos que conformarnos en la torre con suposiciones en nuestra capacidad para acechar, sumamente desarrollada.... Co- metfamos exces0s, pero no consegufamos ninguna diver. sién Mi explicacién de los cromonemas, por ejemplo, de la endomitosis, de los isétopos de las mitocondrias, del nucleolo, de Ia polifenia, que siempre habfan asombrado a mi Welter, causéndole placer, porque, en su relacién para mf querida con la contemplacién de una ciencia que Te resultaba «chino», Jas f6rmulas y teorias de Correns y Mendel eran para 41 s6lo poesia, se me desmenuzaban en la lengua... de igual modo, tos recitados de Walter de versos de Baudelaire y Novalis 0 incluso su intento sumamente ingenuo de aproximacién al «Discurso de Cristo muerto desde el universo», slo provocaban espan- to en nosotros, porque cada vez acababan lastimosamente en sus comienzos; nuestra forma de hablar, sobre todo la de Walter, que, al no estar obligado a oftla saliendo de ‘mi mismo, podia juzgar de la forma més exacta, era antes, al menos en casa de nuestros padres, siempre abierta, y Mena durante toda nuestra infancia y época del instituto, hasta Ia catéstrofe, de sus hermosos ritmos, siempre im. pulso para muchas cosas, para todo, y ahogada de repente de una forma servil, babia sido prese del pénico A Hollbof Estimado sefior; podemos comprobar una extraiia con- cordancia en nuestros procesos mentales, aunque ahora, 22 en la torte, no sean més que cadticos: aprobamos la for de actuar de nuestros padres y, a diferencia de la opinién piblica, a diferencia de los periédicos de Innsbruck, la gente de los tribunales, no la condenamos... Sabemos fo que escribieron los periddicos y lo que escriben, porque los leemos, lo que se dijo en Innsbruck y lo que se dijo en Wilten y Amras, en Hall y Kufstein, en Wérgl, en todo el valle del Inn, lo que se dice, porque nuestro tio nos informa siempre al respecto... De qué forma tan monstruosa corre por las calles de Innsbruck, avidas de descomposicién, por sus calles y plazas, ese espantoso material de rumores basado sélo en especulaciones ‘de una vecindad vil, lo que en las tiendas y en las posadas y en los mercados, en estos dias y semanas, porque al fin y al cabo los dos somos conocidos en todo el Tizol, conocidos desde hace ya siglos... corre de boca en boca, de cerebro fen cerebro... $i nuestro tio no nos hubiera traido a Am- ras, a la tote, cémo hubiéramos tenido que sufrir en Innsbruck y entre esas gentes, y emo hubiéramos tenido gue suftir alli... y también en el manicomio, en las con- diciones que siguen imperando... Ya en el primer dia cen la torre, el dfa en que nos despertamos, Walter sospe- ch6 que nuestro hogar de Innsbruck habfa quedado des- hecho: pot ls Herrengasse pasaban ininterrumpidamente coches que se alejaban con nuestras hermosas posesiones, vehfculos pesadamente cargados... él Jos veia venir unas veces de la izquierda y otras veces de Ia derecha... veta ininterrampidamente lo DE WALTER Amras, marzo se han hecho superficies totalmente nuevas, circulos totalmente nuevos, angulos rectos totalmente nue. ‘vos, conmigo una arquitectura totalmente nueva, El silencio del cerebro... El aire penetra y se retira... Eso, antes de que fuera la muette... 5 ‘Todo rituwy: montafias pensantes, rios pensantes... Durante toda mi vida: no quiero ser yo, yo quiero ser, no ser yo... En la representacién antigua molesta lo bumano. 50 sobre lo que llamo la atenciéa... La realidad en los intersticios de la verdad. ‘Agentes patégenos: sutilezas filosdficas de la muerte. ‘Tratar a los muertos como a la vida. A la vida como a Ja muerte. Yo soy el limite, continuamente, la muerte, 1La muerte, en fin de cuentas, s6lo es algo para el mate- mitico bastante elevado. ...ast de sencilla es la muerte. ideal con mi muerte. Tengo una relaci El rey ideal. El ideal es rey. La generacién que no admira ya nada. La cabeza que lo comprende todo... y entonces muerte Un plan mayor por miedo... Las transicienes son enigméticas... Pregunta diaria: gpor qué soy yo a partir de mi? En Légica, los contextos no conducen (directamente) a(N)ada. Nacimientos: introducciones de la supersticién. Las enfermedades extrabumanas comprobables en medio de los seres humanos. La falta de sensibilidad de la Naturaleza... (Fahrenheit, Celsius, etc...). UN ACTOR, de hadas, en ‘Un actor aparece en una obra de cuento la que interpreta el papel del mago malo... Ie ponen una 31 piel de oveja y unos zapatos demasiado pequefios que le aprietan los pies... es0 no fo ve nadie... le gusta tanto actuar para los nifios, porque son el puiblico més agrade- cido... Los nifios, trescientos, se asustan naturalmente de su entrada en escena, porque los ha conquistado total- mente Ia joven pareja ala que el mago ha transformado, hechizado, convirtiéndola en dos animales (mamiferos rep. tantes)... Lo que mis les gustarfa seria ver s6lo a la joven pareja y nada més, pero entonces Ja comedia no seria una buena comedia, y se trata de una buena comedia, de ‘una buena comedia de cuento de hades... en una comedia de cuento de hadas (comedia) ealmente buena debe ha. ber un personaje malo (malvado) y poco claro, que tiene que (intenta) destruir 0 por lo menos ridiculizar lo bueno y transparente, Cuando el tel6n se levanta por segunda vez (y la comedia toma impulso), no se puede contener ya a los nifios, se precipitan desde sus butacas al escenario, y es como sino fueran sélo trescientos, sino tres mil, un millén... y aunque el actor que interpreta el papel de mago llora y les suplica bajo su méscara de mago, para que cesen en sus golpes y patadas, no se dejan imptesio:. nar y lo golpean (con objetos duros y puntiagudos, tijeras y cuchillos) hasta que y lo pisotean hasta que no se mueve mds, hasta que estd muerto... cuando los otros actores, que estaban detrds del escenario aguardando su entrada en escena, sin haberse dado cuenta de nada de la tragedia de esa comedia de cuento de hadas, acuden de pronto corriendo y comprueban que su compaiiero, su querido amigo, el mago, el actor que interpreta el papel de mago, esté muerto, los nifios que lo han matado sueltan una carcajada monstruosa, que es tan grande que todos pierden Ja tazén con ella... En la Naturaleza la Naturaleza representa Ja muerte en el futuro. Lo natural, lo mecénico en la Naturaleza Arte: la vida como infamia 52 La teligién 2 través de lo infinito, pero... lo mismo que se extinguen las épocas se extinguen las religiones... La distancia es la més corta, ‘Yermo en el hombre, yermo en el entorno del hombre, yermo... Cuando tantas cosas del mundo estén destruidas en nosotros. Los dias poéticos, Jos dfas antinaturales AGENDA 13. La luvia lo vuelve todo melancélico... Por encima de los mil hay nieve, hace frfo, sin calefaccién, pero es mejor estar en la torre... el perro ha aullado, una y otra vez ha hecho ruido con su cadena, y no he podido acos- tumbtarme a su obstinado aviso; como si alguien hubiera trepado el muro, y estuviera ya entre los manzanos. 14 Los trabajadotes del huerto abren una fosa, de dos me- tr0s de hondo, dos metros de largo, ochenta centimetros de ancho... 15. El perro ha mordido al niffo... 17, Nues- tro tfo ha podido lograr que entierren a nuestros padres. Leer, no leer nuestros libros... El perro no obedece. 18. A ninguno de los dos, nia nuestro tio ni al inter- nista, los comprendo... 19. Yo, Walter? Un hermano observa a su hermano continuamente... 21. Con la ven- tana cerrada es imposible leer en voz alta. Unos pasos hhacia la ventana: nada... pero nuestros padres han Ila- mado... Lo espiritual en nuestros padres... 23. Mi prima- vera malograda... Visitado a la gente del cireo, conver- sado con ellos, hablado de su hijo natural, preparacién de matz a la lumbre... el leopardo fenecido... Nuestras manzanas para los nifios, a manteca de cerdo para las heridas del domador... diez en un carromato, durmiendo a pierna suelta,.. CUARTELES DE INVIERNO DEL CIRCO, titulo de novela corta, 24, Alguien me pregunta si estoy 33 matriculado en la Universidad, probablemente el hom- bre del despacho, y mi hermano dice enaturalmente...». 26. El miedo al cuchillo de Philippine Welser... 27. Un cerdo Jo ha hecho Iorar... (a nuestzo tio). 28. Un hombre suefia realmente con empleo para toda la vida en la fé- brica de ladrillos, como ahora sé... Por la tarde, de pronto ante mi la imagen de mi hermano y yo que vamos en trineo a la iglesia y le gritamos al cochero que vaya el doble de deprisa que la tltima vez. 29. Yo: ¢una cola cortada como simbolo de Ia felicidad? El: y de quién no... Ya no me interesa, porque sé lo que es interés, ya no tengo interés... Bs posible a los diecinueve lo que sélo a los ochenta? Si cada dia, aunque sea distinto, es igual, igual de largo... 30. Nuestra vida aislada en la Herrengasse 6. 4. Por qué padres? Hijos... Ayer dos ataques, uno tras otro, Probablemente no dicen nada a los padres los hijos, los hijos nada a los padres. 5. La inmortalidad primitiva, ¢qué inmortalidad si no...? O bien: en un trozo de hielo a través del mundo... 6. Han envenenado al perro. cUn conductor de tranvia con el cerebro de Montaigne? 7. Tw sagacidad, que triunfa alli. 12. gEn qué concepto es el perro ef perro de nuestro tho? Dark night, that from the eye his function takes,.. 13, Un hermano es un aguafiestas continuo. 17. La muerte me muerde sencillamente en ef alma y me deja tendido. En el camino de vuelta del internista, en el bosque de abajo, espero siempre que me Hamen, sé que es algo malo lo que me llama. No preguntar. A Hollbof Estimado sefior: no puedo sustracrme a su pregunta: vi el desorden en Ia torre que nuestro tio habia puesto a nuestra disposicién, miré dentro de la Cocina Negra mientras miraba sin embargo atin la puerta entreabierta de la consulta del internista... en la torre, en la que rei- naban Jas circunstancias cadticas de una pareja de herma- 34 nos encadenados entre si hasta la muerte, deformados por ciencias y suefios, abandonados por sus padres, entre mon- tafias de libros y de desesperanza... En esa iiltima tarde juntos tuve Ja sensacién de que mi Walter desconfiaba de mi... La vispera se habia cafdo de cabeza de su sillén situado junto a Ia ventana de la torre y habia estado dos horas sin conocimiento... Entonces, durante la noche, decidimos no ‘r al internista el martes previsto, sino ya el viernes, 0, sea, al dia siguiente ya... A veces pude com- probar una auténtica calma mortal en Walter... Me asusté de esa calma mortal (en Walter)... hasta que al inter- nista, detrés de la puerta de la consulta, se le cay6 pro- ablemente el estetoscopio... El reconocimiento, como los veintisiete reconocimientos anteriores (durante nuestra es tancia en la torre) no habia revelado «nada inquietanter (segtin el interista)... Esa tarde nuestro tio nos Ilevs en su coche a la torre... después de que se hubo ido, “Walter se eché, y yo, como no aguantaba més en Ja torre, fai al huetto, e inmediatamente a ver a a gente del circo. ‘Al cabo de una hora volvi (para prepararnos Ia cena) y encontré a Walter, después de haberlo buscado bastante tiempo, con la cabeza destrozada debajo de mi, tendido exactamente debajo de la ventana abierta de la torre; hasta las dos de la mafiana no cori a la granja de en- frente para comunicar lo que habia ocutrido de pronto. A Hollbof Esstimado sefior: mi hermano, desde hace ya dos sema- nas, es objeto de conjeturas en el Instituto de Medicina Forense. Después de haber sido ya despachado el cadé- ver, seri feconocido, controlado, por das de Ins prepara- dores anatémicos de Innsbruck (no por H.)... Se exclaye la posibilidad de un accidente, pero también la de un incidente... Si quisiera usted cederme el reloj que mi padre le regalé, creo que en Mantua. ‘Una visita mia a ‘Merano no es posible. 55 A Hollbof Estimado sefior: se trata, ahora también de modo off- cial, de un suicidio; hay una breve nota al respecto en vuna agenda de Walter que encontzé ayer; estoy pensando en cederle a usted también esa agenda, lo mismo que los cuadernos que mi hermano escribié desde los trece afios, el iltimo todavia en Ja torre, para sus fines, Sélo me que. daré por corto tiempo en la torre. A Hollbof Estimado sefior: finalmente, en contra de la voluntad de Jas autoridades eclesidsticas de Innsbruck, se ha Jogrado el entierro de mi hermano; tuvo lugar el 29, a las cuatro de la mafiana; salvo mi tio, una sefiota para mi descono- ida pero, segtin sus manifestaciones, muy amiga de nues- tro padre, y Jos auxiliares del cementerio, no habia nadie presente... ni la més minima tepresentacién del clero. Mi tio me Ilevé enseguida a Aldrans, donde posee una gran extensién de bosque y una cise de guardabosque que no se construyé hasta el verano y donde, segin creo, podré setle util, Es suficiente que escriba como direccién «Casa del guardabosque de Aldrans» y nada més. EN ALDRANS Por la noche baja el lefiador; al principio pensé, un animal... pero luego, con toda claridad, un animal que es un set humano, ese ser humano que es el lefiador y que se esconde de mf como si él fuera un animal... yo mismo me he escondido, lo he observado, acechnca; da tres 0 cuatro pasos hacia la izquierda, luego hacia la dere- cha, pero no puedo ver més que su sombra, que unas veces eat abo ottasaribe; cuando da un salto, alto yo también, cuando ye sambién, cuando asoma tras ef drbol, he echado ya 56 | t {Qué clase de personas (la sefiorita) son las que viven en Gutshof? preguntan los que no viven en Gutshof, y los que viven en Gutshof y atraviesan el bosque y levan polainas (!) se preguntan: equé clase de gente es la que no vive en Gutshof? Los unos encuentran siempre a los otros detrds del cementerio, y no saben cémo deben salu- darse, ni si deben saludarse, porque cualquier saludo les parece ridfculo.,. como si los que viven en Gutshof y Jos que no viven en Gutshof pertenecieran a distintos cuerpos terrestres... el que lleva polainas, y el que no lleva polainas, pretenden estar en un mundo totalmente ajeno para el otro, set de otro espiritu... estar més lejos y no existir sdlo,.. esas tardes son, para los que caminan a diario pesadamente por ellas, uno de los mayores exro- res de todos. En el fondo s6lo existe lo que nos ha atormentado y Jo que nos atormenta, sélo existe fo que nos atormenta siempre (para nosotros); lo que nos ha seducido, el que rnos ha seducido... todo lo demés, todos los demés, para nosotros, 0 ha existido nunca... nadie que alguna vez no me hubieta atormentado y me hubiera seducido, Cuanto mayo: sea el tormento que (él) me causé, tanto mayor etc, ... Nuestra madre nos caus6 nuesto mayor tormento, sus mayores tormentos, nada més que incesan- tes tormentos hasta en los detalles pequefios y pequefi- simos... tormentos exactamente calculados (calculados por ella)... He subido en Schladminger hasta los alerces, hasta el Utmite de los érboles; una manada de ciervos asfixiada ‘bajo el alud; inmediatamente me acordé del espantoso estruendo después de medianoche. La sombra de Walter, que me explica la velocidad que deja atrds su figura, su rostto, que se desvanece ya... $0 cuerpo, sélo existente ya en sus intentos de moverse (Walter) ato:mentados y fatigosos... Entra en la torre 37 y se precipita inmediatamente a la ventana... su figura, que deja entonces atrés sdlo fi 5 aus ee ete te Spurs gue no conser Bore primera y Bg hi ermano... Walter es. Dénde has ofdo eso antes sade? Que cintos de mils, millones, miles de millones dk Sigras.. al fin al cabo la muerte no intertumpe. i relacién con Walter ahora: se quita cien veces la chaqueta, va cien veces a la Cocina Negra, se echa en el jergén... siente miedo del cuchillo de Augsburgo, cien veces, pero no cien veces como su eterno... En Aldrans todo guarda relacién con Walter, ? ePen- La palabra corneja y los gritos de las corneja lanzarse en picado de les corneas y Ia negroes de Ie cotnejas son todo lo que sientes... La palabra corneja es las estaciones del aio pasadas y faturas, las actuales. La palabra cotneja, como el precipitarse en picade de las comejas, etc. lo hace todo posible, imposible, ete. .. Dux zante dias emteros le palabra cornsia (también en el sue , que es un semisuefio) lo ani toc arruil Tocatinguetodew tw aededor T2419 aun oo, Pasan Ilevando un féretro: el cura ds : va detras del £6 ay Ja hermana del muerto va detrds del feretro (detrés at smucr), i ovis del muerto, los hijos del muerto, 08 parientes Jejanos del muerto,, al i féretro, y luego la miisica, ° aes seponen en el no afio en Folkestone con sus visitas mensuales 4 Londres fue nuestro afio més hermoso, como se de- muestra ahora; i rues we hots Jos estudios una falta de claridad bas- | Aldtans, 7/11 Querido to: después de haberme traido ti a Aldrans y haber desaparecido otra vez tan deprisa, he necesitado cuatro dias para acostumbrarme a mi, a mi el que soy, 58 a mi que estoy ahora sin Walter, que he estado siempre sin Walter; sdlo he creido siempre estar solo, pero nunca he estado solo... s6lo ahora estoy realmente solo. La casa, extrafiamente, porque al fin y al cabo sélo tiene unos meses, se puede calentar bien de arriba abajo; ‘me lo hago todo yo mismo; por medio del trabajo ma- nual vuelvo sencillamente a mi, de tepente mis pensa- mientos me comprenden... Mi comida, mi topa, todo es cosa mfa... Tus gentes son confiadas, pero sin embargo se apartan de mi camino, para ellos hay algo en mf ahora de lo que tienen miedo. Quiz me hacen reproches.. todos son buenos, yo los observo cuando trabajan, comen, conversan, sobre todo observo su relacién contigo, con su sefior que en los tiltimos tiempos, segiin dicen, rara vez viene a verlos; creo que es una relacién sana Oyeme: el més viejo y el més joven de tus lefiadores duermen juntos, y 0 sélo de noche... no es antinatural (sf, antinatural como la Naturaleza), no, pero como, sin embargo, hay otros en el dormitorio, creo que a pesar de todo deberfas trasladar al viejo arriba, a los alerces... Jugar a las cartas me distrac, las muchas y diversas posibilidades del juego de las cartas, del més hermoso de los juegos humanos, me proporcionan calma, aunque sea una calma peligrosa a la larga. Mis célcules en Jo que se refiere a Ia lefia cortada son todos exactos... Me divierte mi nueva ocupacidn... El cansancio que ahora, ya a las ocho, a las ocho y media, ‘me hace caer en la cama con los demds no es el cansancio de mis éltimos afios... También Hollhof se sigue intere- sando por nesotros, pero apenas le escribo nada util, € incluso eso sélo por Ia obligacién que tengo, al haber sido amigo de nuestro padre... ‘A menudo hay tanto silencio en la casa del guardabos- que que da miedo, Muy lejos atin de estudiar la Natu Teza nueva pera mi, comienzo a hacer otra vez. descubr mientos de ii infancia hace tiempo olvidados (por ¢., la geometria de los cristales)... Como lectura echo en falta el libro «Sobre las rocas primitivas» de Bergonzi; me ocu- 59 Baré con gusto de Seume, y tengo ganas de leer «Moby %», Descartes... Cuando subas, trae dos ca Dicks, Deve , trae dos cajas de cer- , un litro de pettéleo y un candado para el cobertive, La conciencia de que no er ds que ave ls épocss coras y bastante larger eee son mds que fragmentos... de que las duraciones de de des y pafses no son més que fragmentos... y la Ties, aca de que toda la evolucién es fragmento at pees noes nada de que los fragmentos han sur- pee surge: no hay camino, sdlo legadas... de que el *s inconsciente,.. de que entonces no habré nada sin ti y de que, por consiguiente, no habré nada... Los seres humanos que mueren sin hal enfermedad, sus enfermedades mottales. caemcd de Walter, la enfermedad de nuestra madre... el enigm qu rodea a nuestra «epilepsia del Tirol»... nadie ae de cuenta de su enfermedad motial... la vida seria entorices insoportable, no ya una Oenothera Lamarckiang, = 8 cuestién del tiempo més breve, no del tem- eramento... aunque: puedo recordatl, sa mismo entonces que ahora, ae Grandissimi fiumi corron sotto terra don Hestengase la habitacién en que esaban colge- los los trajes de teatro: Pantalén, Colombina, . Noesth tragedias, juguetes cémicos, comedias... italobéean cudnto me gustarfa estar en el desvin can los tetjes, re usc estd prohibido entrar en «nuestra» casa, nN eee to, «por sus buenas razones» no la ha subastado... _, Como si sélo los lefiadores tuviesen derecho al paisa- je... y yo no tuviera ningin derecho a &l... Si se lo dijera 60 a ellos, de lo que no soy capaz... absolutamente ningin derecho, ech? cuando, saliendo de mi, me alejo de ellos. El padre, un hombre infeliz como la madre, s6lo a través de Ia madre; y a través de la madre luego la fami- Tia... cuando Merano era todavia la capital, podria deci. Comercio, titulos académicos, cierto principado de la Tplesia secular... en el trato con la gente, liberalmente graninquisitorial.... carruajes, caballos de silla, cacerfas con el Primas Getmaniae... los muchos artistas en casa en el verano, siempre despreciados ante nosotros... Los artistas, esos seres lamentables (padre)... Excesos, Tup- tura con la Tglesia, guerra... en relacién con los abuelos os nombres de Cattaro, Solferino, Pontebba, Venecia, Riva, Monte Cimone... Nuestzo padte utilizabe a menudo Ia palabra Londres; Paris Io odiaba... «La desgracia en gue nos hemos visto precipitados» (padre). ‘Todo comptimido en unas cuantas inscripciones sepul- crales en el cementerio de Wilten. La vila bene spesa... lunga é Aldrans, 18/11 Querido tfc: hoy he zecibido del internista una cuenta de cuarenta y cinco mil chelines, te rego encarecids- mente que la compruebes y Ia pagues luego con cargo a la cuenta de Flirsch... como también que me digas el nombre exacto de la sefiora que estuvo en el entierro de Walter y que, segin dices. conoces de Padua. En dias totalmente corrientes nuestro padre hacia en- ganchar los caballos... en el landé transformado para el invierno sobre el Achensee helado... los corceles apenas podian agarrarse a la superficie del hielo... a veces me despierto, porque tenia en los ofdos durante horas el 61 martillear de los cascos al principio torpes, y h promt, ripdos faeries Pes Y IB, de «Cuando se puede permitir uno cocinera y portero y jardinero y una mujer enferma durante veintidin affos...» (Lugger). En secreto, pensaba ya en mi més tem is , iprana infancia, me iré del mundo... he quedado yo solo de todos ellos. Yo hubiera podido evolucionar de una forma total mente distinta sin Walter... No es cierto, si estoy all tampoco es cierto, si estoy allé... Al traspasar les from, teras (invisibles) se pierde siempre todo... Porque entone. ces, sin embargo, womno partido... Sr. LT., en Rum Estimado sefior: en su posesidn, procedente de nuestro Tegado de la Herrengasse 6 de Innsbruck, se encuentran varias partcuras para piano de mi dfunto hermano Wal r, y segiin me consta también algunas con la firm: Michael Haydn, sobre todo un para mf sumamente oe liosa del «Tito» de Mozart; como también un ejemplar de la @Zaiden. Estoy interesado sobre todo en volver a ad- guitir nuestra edicién de Hofhaymer, y le ruego que me indique sobre qué bases estaria dispuesto a considerar una negociacién entre nosotros, en relacién con las obtas mencionadas ast como con otras obras de la coleccién de ni hermano que le fae adjudicada por el tribunal dl die ito. En el camino de vuelta a la casa del guardabosque se me ocutre qué suerte es no tener absolutamente nin- gin derecho ya... y asf, durante bastante tiempo, doy vvueltas a ese pensamiento, Todos me miran como al cazador furtivo de la semana pasada; de nifios, lo més siniestro era para nosotros, sin 62 duda, cualquier persona de la que se dijera que era un cazador furtivo, un furtivo. Por fin, piensas, por fin... e inmediatamente después (después de dos horas de soledad ¢otal): no debes hablar a una persona arrodillada... y sigues tu camino... Aldrans, 27/11 Querido tfo: O, subié a las cuatro a los alerces, ni siguiera de mala gana, no sabe por qué lo has trasla- dado... el joven no comprende... su herida, la dcera, se Je abre diatiamente, porque ahora estamos muy atareados con la lefia... Ayer, en la biisculz, una reparacién bastante importante, que hemos hecho nosotros mismos... el arro- yo esté helado, y puedo ir al forraje sin dar un rodeo, pasando pot a central eléctrica: dos ciervas, siempre las mismas... Nuestto proceso ante el tribunal de menores de Innsbruck tendré lugar ahom, al parecer, s6lo contra ‘mi, pero no antes de la primavers. En Hall una mujer dijo al parecer ante el tribunal que estaba emparentada con nosotros, y dejé constancia en acta de muchas cosas sobre nosotros que no son ciertas. De nifio, en un solo dia, reunf arrastréndolos, en una hondonada, tres docenas de ciervos congelados... llo- rando y heléndome me eché en el suelo junto a los cadé- veres de los animales, sin congelatme. Las heridas que el viejo lefiador causé al joven le siguen doliendo al joven de la forma «més horrible», cuando el viejo penetra realmente en el joven, penetra en su cerebro, en el vestibulo, abierto hacia todos lados, de su cerebro. El artoyo esta helado, la primavera est helada, el ve~ rano esté helado, el invierno esté helado, hombres, ani- 53 ales, sensaciones, todo... Ia palabra hablada, que exch sencillamente al mundo. vances _Abres una puerta, otra, una tercera, cuarta, quinta, las cierras otra vez detris de ti y sigues avanzando (ideas de Walter que siempre se repetian)... cada vez abses més puertas, y en definitiva se cierran a tus espaldas y te aplastan cada vez... ae Batterano il grano En Milehtisch, antes de la desviacién hacia la ciudad, se acurruca al lefiador, borracho y dotmido... asi pues, se ha atrevido a bajar de los alerces... lo Ilevo otra vez la mitad del camino hasta los alerces... El acarrear tron- cos ha hecho de él un invélido, dice. Una large contemplacién de las comnejas muertas ante mi ventana, ‘Una rama que retrocede répidamente te asusta.... du- ante dias enteros dolores en el lugar que es pata ti mortal. El «Tiroler Nachrichten» escribe: «...que el pasado in- vierno se suicidaron... eran considerados... han sido’ de- clatados culpables... Acteedores... excesos... Iujo... hijos inteligentes... que perecié por la epilepsia de su ma- de» etc., «...que estaba matriculado en asignaturas de

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