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e L rey era un rico muñeco, con traje de raso negro
adornado con estrellas doradas. Tenía barbas
blancas, de hebras suaves como de seda; ojos
azules para suavidad de su carácter, y sobre su cabeza
lucía una preciosa corona que si no era de oro se le pa-
ojos no funcionaban ya; autos que habían perdido las
ruedas; caballos de cartón rajados por el lomo; moni-
gotes de trapo con la cabeza tan descosida que les
colgaba sobre el pecho ó sobre la espalda...; en suma,
todas las x>enas.
viles, seis paquetes de caramelos y dos caballos de car-
tón nueyecitos, todo ello con destino á los ministros...
—¡Eso no significa nada!—exclamó el general—; yo
creo que la princesa debe casarse con el guerrero que
haya hecho morir más gente en las batallas... Un prín-
recía mucho, y que en cada pico ostentaba una bolita, ... Y en aquellas habitaciones, como en todos los cipe valiente es lo que necesitamos...
ó canica del gtiá, de las de vidrio con venas. cuartos de juguetes, ocurría que cuando los dueños se En aquel momento apareció por la puerta la prince-
La princesa era una muñeca de biscuit, con ojos de acostaban y los muñecos se quedaban solos, éstos co- sita de los ojos azules, que venia de jugar al tennis con
cristal, azules como los de su padre, y trenzas rubias menzaban á vivir por su cuenta. otras muñecas, utilizando el pimpón de los niños due-
que le llegaban hasta la cintura. Vestía de terciopelo Lo primero que hacían era coger los paquetes de ños de todos aquellos juguetes. Aún tenía en la mano
coral, llevaba al cuello muchos collares de colorines y caramelos y bombones que siempre tenían en el arma- su raqueta de madera obscura... Y dijo:
para las fiestas cortesanas usaba falda de cola y gola rio los niños, y entregárselos al rey para que los re- —Padre: al entrar he oído que hablabais de mí, y he
de encajes. partiera entre sus doscientos subditos de la habitación cometido la indiscreción de escuchar cuanto habéis
Algunas veces la niña que era su dueña le ponía fal- de jugar. dicho. No quiero casarme con un poeta, porque los
da corta y un jersey de pimto, hechos por ella, y en- Claro que por un caso de milagrería, cuando entra- poetas son tristes...
tonces la quitaba las trenzas y le dejaba el pelo corto. ba la criada á limpiar los muñecos, por la mañana, to- Tampoco quiero casarme con'.un rico,porque la feli-
Luego, cuando volvía á vestirla de ceremonia, le po- dos estaban en su sitio y no faltaba ni un solo bombón. cidad no se compra con dinero... Y, por último, no
nía otra vez las trenzas, sugetándolas con horquillas y Luego que se habían comido todo, los muñecos cele- quiero casarme con un muñeco que haya hecho morir
lacitos. braban sus fiestas, hacían sus visitas, organizaban sus á muchos muñecos que al cabo son sus hermanos en el
Los demás juguetes de aquella casa demostraban que carreras de autos, sus formaciones de soldados, sus ho- mundo de la muñequería...
sus dueños—un niño y una niña—eran dos muchachi- menajes al rey y á la princesa... —Entonces—dijo el rey, moviendo al hablar sus
tos mimados, que lograban conseguir todos sus capri- Llegó un momento en que le pareció oportuno al rey grandes barbas—, ¿cómo ha de ser el muñeco que se
chos. casar á su hija, porque él se sentía viejo y su serrín co- case contigo?
Y así tenían, estos muchachitos, muchos muñecos menzaba á salir por sus costuras, ya flojas. La bella princesa cerró los ojos para pensar, y res-
de trapo del tamaño del rey y de la princesa; muñecas Llamó el monarca á sus ministros—que eran un se- pondió:
caras y baratas; caballos de cartón; monigotes recor- ñor de trapo con bigotito de seda y chistera de car- —Quiero que sea un aviador; el aviador que haga el
tados en madera; bolos que parecían personas y que tón, un bolo al que el niño había pintado barba, y un mejor recorrido en aeroplano de cualquier clase, para
tenían caras pintadas; automóviles grandes, del ta- general de pasta que tenía las piernas muy abiertas que de este modo los muñecos demuestren que saben
maño de los muñecos; aeroplanos; vapores; casas de para poder montar en un caballo de pasta también— volar como los hombres de carne y hueso...; quiero eso
muñecas, una de las cuales era el Palacio; «mecanos», y les contó sus proyectos, y les preguntó: también porque los aviadores aman el cielo y el vérti-
con los que hacían maravillosas construcciones, y cien —¿Qué proeza habré de exigir, como prueba de va- go como los poetas, y siendo dueños del espacio, son
juguetes más, con los cuales se había constituido una lor, á los pretendientes de mi hija? los más ricos del mundo, y son tan valientes como los
hermosa ciudad completa, en una habitación alfom- Los tres ministros se quedaron pensando, pensando, más famosos héroes de la guerra...
brada y con calefacción, donde los niños jugaban en sus pensando... Los cuatro ministros se miraron, y el de los bigotitos,
horas de recreo... El del sombrero de copa dijo: amigo de los poetas y de los versos, aprobó:
Pero al lado de esta habitación grande había otra —Que escriba una magnífica poesía... —^Yo creo que su alteza la princesa tiene razón...
pequeñita, obscura y sin ventilación, donde los chiqui- —¡Nada de versos, que no son sino tonterías!—ex- —^Yo lo creo igualmente—declaró el bolo...
llos iban tirando cuantos juguetes se les rompían: pa- clamó el bolo de la barba, que tenía mal genio y no —Entonces lo creemos todos—asintió el general...
yasos por cuyas heridas se escapaba el serrín; muñequi- creía en la utilidad de los versos... Y añadió: El rey dedujo:
tas bebés, de esas que mueven los párpados, y cuyos —La princesa debe casarse con el pretendiente que —Puesto que estáis conformes y á mí tampoco me
aporte mayor fortuna, y que para el servicio de nues- parece mal, se hará lo que la princesa desea. Pero como
tra pequeña nación ofrezca por lo menos dos automó- la princesa ha escuchado detrás de la puerta nuestra

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