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Hora Santa de Sanacion y Liberacion - Oraciones Del Dia
Hora Santa de Sanacion y Liberacion - Oraciones Del Dia
11. OFRECIMIENTO
R. Amén.
S. Señor Jesucristo, otro jueves más nos congregamos junto a ti en esta audiencia que
nos concedes bondadoso cada semana. Somos tus amigos, Señor. Tú nos amas, y queremos
corresponder a tu amor. Somos los creyentes de esta comunidad cristiana. Tenemos
hambre de ser santos, aunque somos pecadores. Y sentimos tu llamada a ser apóstoles
entre nuestros hermanos.
Creemos, Señor, que Tú eres el camino único que conduce al Padre. Pero son muchos los
hombres, hermanos nuestros, que andan perdidos sin saber que han sido creados por Dios
y para Dios. Ignoran que Tú los has rescatado con el precio de tu Sangre. No atinan a dar
sentido a su vida, y no aspiran a ocupar el lugar que Tú les tienes preparado en tu gloria.
Por nosotros, los creyentes, y por los que no te conocen, venimos a rogarte, Señor.
Venimos a adorarte, Jesús, porque eres el Hijo de Dios, Uno con el Padre y el Espíritu
Santo. Vives desde siempre y para siempre. Posees la plenitud de la gracia y eres la
Sabiduría y la Verdad. Junto con el Padre creaste todas las cosas y te ha sido dado todo
el poder en el cielo y en la tierra. Eres digno de adoración, gloria y alabanza por siempre.
Por eso te agradecemos que te hayas hecho hombre; que estés formado de nuestro
mismo barro; que conozcas nuestras angustias, depresiones y miedos; que hayas
saboreado nuestras mismas alegrías, ilusiones y éxitos.
Maestro, hablanos al corazón, porque tu palabra nos alienta y nos perdona, ilumina
nuestra vida y nos hace sabios con la sabiduría de Dios.
Te queremos escuchar hoy con la atención de María de Betania; con la fe de los doce
Apóstoles, con el amor de María tu Madre, que atesoraba en su corazón tus gestos y tus
palabras, para meditarlos y hacerlos vida. Ayúdanos a mantenernos vigilantes y atentos
como Ella en esta hora de adoración.
R. Amén.
Parroquia Sagrada Familia de Nazareth, Col. Tres Cruces, Puebla, Pue
"ARDIENTEMENTE HE DESEADO"
"Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de
este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en este mundo, los amó
hasta el fin" (Juan 13,1-2). "Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles y les
dijo: Ardientemente he deseado comer esta pascua con ustedes antes de padecer;
porque les digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de
Dios" (Lucas 22,14-16). "Y mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo
partió, y dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomen, coman, esto es mi cuerpo. Tomó luego
una copa y, habiendo dado gracias, se la pasó diciendo: Beban de ella todos, porque esta
es mi sangre de la Alianza, que es derramada por todos para el perdón de los pecados".
(Mateo 26,26-28). "Hagan esto en conmemoración mía" (Lucas 22,19).
El Corazón de Cristo vibra en la Última Cena con unos sentimientos sublimes, imposibles
de expresar ni comprender. Jesús nos abre su alma de par en par. Esta noche, ante el
odio de los enemigos que han jurado su desaparición, parece como si Jesús dijera: -Los
hombres me quieren echar del mundo, ¡pues yo no me quiero ir! Los hombres me gritan:
¡Fuera! Y yo les respondo: ¡No me voy! ¡Con los míos me quedo!
Es entonces cuando toma el pan y agarra la copa, mientras nos dice: -Yo les doy esto; me
doy yo, y no por un instante, no por esta noche nada más, sino para siempre, hasta que
vuelva a ustedes al final del mundo.
Encargo que recogió San Pablo: "Por lo mismo, cada vez que coman este pan y beban este
cáliz, anuncien la muerte del Señor hasta que vuelva" (1 Corintios 11,16) Y aquí tenemos
nosotros a Jesús, en forma de pan y de vino, como Víctima en el Altar, como comida en la
Comunión, como compañero en el Sagrario.
Jesús no permite que nos presentemos ante Dios con las manos vacías, y se nos pone en
ellas sobre el Altar como la Víctima del Calvario ya glorificada, para que podamos
tributar con esta Víctima al Padre, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda
gloria.
Parroquia Sagrada Familia de Nazareth, Col. Tres Cruces, Puebla, Pue
Jesús no quiere que en el peregrinar pasemos hambre, y, quien es en el Cielo el pan que
sacia a los Ángeles, se nos da a nosotros en comida por la Comunión para henchirnos de la
vida de Dios.
Así será hasta el fin. Hasta que Jesús responda definitivamente al grito de su Iglesia:
"¡Ven, Señor Jesús!" (Apocalipsis 22,20)
Señor Jesús, Tú conoces mis problemas, los pongo todos en Tu corazón de Buen Pastor.
Te ruego, en virtud de aquella gran llaga abierta en Tu Corazón,
que cures las pequeñas heridas que hay en el mío.
Cura las heridas de mis recuerdos, a fin de que nada de cuanto me ha acaecido
me haga permanecer en el dolor, en la angustia, en la preocupación.
Cura, Señor, todas esas heridas que, en mi vida, han sido causa de raíces de pecado.
Quiero perdonar a todas las personas que me han ofendido,
mira esas heridas interiores que me hacen incapaz de perdonar.
Tú que has venido a curar los corazones afligidos, cura mi corazón.
Cura, Señor Jesús, mis heridas íntimas que son causa de enfermedades físicas.
Yo te ofrezco mi corazón, acéptalo, Señor, purifícalo y dame
los sentimientos de Tu Corazón Divino. Ayúdame a ser humilde y benigno.
Concédeme, Señor, la curación del dolor que me oprime
por la muerte de las personas queridas.
Parroquia Sagrada Familia de Nazareth, Col. Tres Cruces, Puebla, Pue
Oh, Señor, que dijiste “la paz os dejo, mi paz os doy”, por la intercesión de la Virgen
María concédenos ser liberados de toda maldición y gozar siempre de tu paz.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
Amén