LOS SUCESOS

DE LAS

BANANERAS
(Historia de los acontecimientos que se desarro-
llaron en la zona bananera del Departamento
del Magdalena.-13 de noviembre de 1928 al 15
de marzo de 1929)

POR

CARLOS CORTES VARGAS

H neral do la. Repi'1blica - ~Uembro dti número de la. Academia
Colombiana do Historia- Correspondiente dd entro de hs
tudioR históticoR do Chile-do Ja Academia. Anrnrironii do
la Historia de Bueno· Aires- y del Centro Histiíri-
co de Tunja Condecorado con la Cruz del )f,~-
rito ~Iilitar ele Chile y con la Cruz do la
Orden del J,ibertador- Autor de fa obra
Pur/Ít'ipal'ió11 de Colo111bfo t!ll lu
Libertad del Perú.

BOGO'l'A
Imprc11ta de "f,n I..ux"
l!l~l
 LOS SUCESOS DE LAS BANANERAS

Nuestra actuación desde el 13 de noviembre de 1928 hasta

el 15 de marzo de 1929, en que tuvimos el honor de desem-
peñar los cargos de Comandante Militar de la Plaza de Santa
Marta y Zona Bananera primero, y luégo, en virtud del De-
creto Legislativo número l, de diciembre 5 de 1928, el de
Jefe Civil y Militar de la Provincia de Santa Marta, está con-
densada en estas páginas.
En el decurso de esta narración procuraremos seguir el
orden cronológico de los acontecimientos y así mismo inter-
calaremos los documento'S y piezas que ya ilustren, o ya refuer-
cen esta desaliñada exposición. Otras piezas de no menor im-
portancia irán a manera de anexos, con el objeto de no dislo-
car la sucesión (Jrdenada de los hechos con asuntos que, si bien
son pertinentes a las personas o a los acontecimientos, no for-
,, man, por decirlo así. parte int~grante de la narración que de-
seamos hacer de los episodios desarrollados en la Zona Bana-
nera del Departamento del Magdalena.
Mas, para enmarcar aquellos episodios en el ambiente pro- 1

pio, es menester relatar sus antecedentes, para que de ellos

surja nítidamente la verdae de los hechos, así como la nece- 1

sidad en que nos vimos, muy a nuestro pesar, dt: obrar con la
energía que las circunstancias demandaban.
¡';

Destinados por el Gobierno para prestar nuestros servicios

en la frontera del sur, al llegar a esta capital procedentes de 111
'
Chile, donde desempeñamos el honroso cargo de Agregado
Militar a la Legación de C:>lombia, fuimos permutados con el
señor General don Luis Carlos Morales, Jefe de Estado Mayor
de la 2.ª División, cuyo Comando está radicado en la ciudad de
Barranquilla. A mediados de agosto de 1928 llegamos a hacer-
¡,¡ nos cargo de aquel puesto.
 -4-
En la m1drugada del día 13 de noviembre de 1928 reci-
bimos del señor General Comandante de la 2.ª División la
siguiente nota:
Ejército Nacional-2.ª División-Comando Superior-Númcto
2877-Bm·rat1qllilla, noviembre IJ de r928.
Al seiior General don CRrlos Cortés Vargas-Guarnición.
Tengo el honor de poner en conocimiento de usted que el
Ministerio de Guerra, en telegrama número 14837 1 de fecha
de ayer, ha tenido a bien nombrarlo Jefe Militar de la Plaza
de Santa Marta y Zona Bananera y, para la mejor inteligencia
de las misiones que le corresponderá cumplir, me permito
transcribirle el telegrama aludido, que dice:
«.lJfínisterio de Guerra -Bogotá, noviembre I2 de I928-
0ficial,-Número I4,837-0rden Público- Comandante Divi-
sión - Barranquilla.
Sírvase disponer General Cortés marche inmediatamente
Santa Marta como jefe Plaza, zona bananera, para que de
acuerdo Gobernador determine empleo tropas a fin apoyar
autoridades, fuerza policía ampare trabajadores pacíficos están
siendo hostilizados e instigados por r~voltosos actúan zona. Un
batallón de Regimiento ésa dJbe despachar mayor brevedad
posible a reforzar compañía destacada en Ciénaga, seleccio-
nando oficialidad y dotándolo lo mejor posible ......
El desarrollo de las instrucciones que preceden queda a
su claro criterio y a sus capacidades nunca desmentidas, y
probadas en todos los campos de la actividad militar. Para
los cometidos y actividades a que hubiere lugar usted cuenta
con las fuerzas acantonadas en las guarniciones de Ciénaga y
Santa Marta, las que le envíe de Cartagena y de otros lugares,
que quedan bajo sus órdenes,
Muy atentamente,
JusTO A. GUERRERO
General y Comandante General.
A las nueye de Ja mañana de ese día nos trasladamos a bor-
do de un hidroavión, que nos llevó a Santa Marta; a las diez de
la mañana tuvimos uua corta conferencia con el señor doctor J.
M. Núñez Roca, Gobernador del Departamento del Magdale-
-s-
na, quien se manifestó muy complacido de que el Gobierno
enviara tropa a la región bananera, donde, de~de la mañana
del lunes 12, había estallado una huelga, a excepción del co-
rregimiento de Riofrío. Acordes el señor Gobernador y nos-
otros en que era indispensable una acción enérgica y pruden-
te que pusiera términ a los desm1ne:> que los huelguistas es·
taban cometiendo, tales, como impedir el trabajo a aquellos
obreros que no estaban solidarizados con la huelga, detener
los trenes y dañar la fruta ya cortada, etc. etc., impartimos las
órdenes del caso a fin de que el Regimiento Córdoba, de guar-
nición en la Plaza de Santa Marta, siguiera bajn las inmedia-
tas órdenes de su Comandante señor Teniente Coronel don
Efraín Díaz.
Es el cac;o de hacer presente que tan pronto como recibi-
mos las instrucciones atrás transcritas ordenámos que un bata·
llón del Regimiento de Infantería Nariño, de guarnición en
Barranquilla, siguiera a las órdenes del señor Capitán don Luis
Carlos Fernández con dirección a Ciénaga, cuerpo que se
embarcó en las primeras horas de la mañana de este día 13.
A las once y media de la mañana llegamos a Ciénaga, y
pocos momentos después llegaron las tropas del Regimiento
,,
Córdoba procedentes de Santa Marta. A las dos de la tarde,
constituído un tren militar, segnimos en él al lugar de los acon-
tecimientos. La población de Ciénaga estaba en perfecta tran-
quilidad así como los campos circunvecino· hasta comenzar
las primeras plantacioneG de guineo que distan algunos kiló·
metros de dicha ciudad.
' Es importante conocer antes de seguir adelante La orden
del paro general impartida por los huelguistas. Esta estaba con-
cebida en los términos siguientes, e impresa en hojas sueltas:
o:Conocidos todos los detalles de las reclamaciones hechas
por loa trabajadores de la Zona Bananera a la United Fruit
Company, sobre reconocimiento de derechos que correspon-
den al obrero, respaldados esos derechos por las leyes sustan-
tivas del país, el pueblo entero del Magdalena esperaba una
pronta inteligencia entre la Cornpañía Frutera y sus trabaja-
dores, máxime cuando estos últimos agotaron todos los recur~.
sos que concede la Ley 21 de 1920,
 ó-
cNo valieron los servicios prestados por el Inspector de
Trabajo quien, después de estudio concienzudo y sereno, de-
claró en notas ya conocidas la justicia que asiste a los recla-
mantes¡ apesar de esto, Ja United Fruit Company, por me-
dio de su Gerente señor Tomás Bradshaw, desconoció a Jos que
en forma legal iban a entenderse con él, por sí y por manda-
to de sus compañeros de trabajo, quedando burladas las aspi-
raciones del trabajador y las leyes que acogen y sostienen di-
chas aspiraciones.
ttAún más temerosa la Compañía Frutera de un paro
en la Zona dentro de algunos días, ha pedido una cantidad
enorme de barcos para despachar en esta semana toda la fru-
ta existente, y declararse, después, la Compc.ñía, en huelga,
como Jo hizo años pasados en una de las regiones bananeras
centroamericanas, estando como principal a~tor el mismo se-
l!or Bradshaw, Gerente de Ja United. Es claro que el deseo de
Ja United Fruit Company es apartar a quienes han consumi-
do sus energías al servicio de la Empresa, desconociéndole
antes sus derechos. Y como esto entraña una grave injusticia,
Jos trabajadores de la Zona Bananera rechazan tal atentado y
resuelven declararse en huelga desde hoy, hasta tanto no ba-
ya arreglo definitivo con la United Fruit Company, sobre los
puntos contenidos en las reclamaciones hechas por la Unión
Sindical, en tal fecha.
cCONSTANCIA:
cLos obreros de la Zona Bananera están dentro de la ley.
No hay una sola disposición que venga a impedir el hecho de
la huelga, desde luégo que se han cumplido los mandatos
del derecho.
cLa United Fruit Company, no cumple una sola de las
leyes de Colombia referentes a los tratos y contratos con los
trabajadores, declarándose en abierta rebeldía, como lo han
pretendido hacer muchas otras compañías extranjeras, como
Ja que pretende apoderarse de las ricas regiones del Catatum-
bo, en Santander, para cercenar lo más precioso de Colombia
y fundar una república petrolera.
<e Los obreros de la Zona Bananera en cambio acatan todas
las leyes que rigen en el país, como ya está probado, y hoy,
-7-
al declararse en huelga, lo hacen para vindicar sus derechos,
conculcados diariamente por la poderosa Compañía Frutera,
que ve con indiferencia al obrero agotarse por las úlceras, el
paludismo tropical, la tuberculosis y otras enfermedades, sin
que un sentimiento de humanidad la mueva a cumplir la le-
gislación obrera de la República y a indemnizar a sus víctimas
con un salario que en parte mitigue el hambre y la miseria,
que son el legítimo patrimonio de sus fincas de banano.
cEsta huelga es el fruto de dolor de miles de miles de traba
jadores explotados y humillados día y noche por la Compañía y
sus agentes: esta huelga es la prueba que hacen los trabajadores
de Colombia para saber si el Gobierno Nacional está con los
hijo!'> del país, en su clase proletaria, o contra ella y en bene·
ficio exclusivo del capitalismo norteamericano y sus sistemas
imperialistas.
cVamos todos a la huelga.
cEI lema de esta cruzada debe ser 'Por el obrero y por
Colombia'.
cEJ obrerismo del Magdalena excita a todas las organiza-
ciones proletarias de Colombia y a la prensa independiente
y altiva a solidarizarse con este movimiento, que es un grito
de justicia salido de lo hondo del corazón sufrido de los tra·
bajadores de la Zona Bananera, en demanda de pan y justicia.
«En consecuencia, queda decretada la huelga general, des:
de la seis de la mañana del día de hoy, hasta ser oídos y acep-
tados sus delegados y sus pedimentos por la United Fruit
Company. Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena-El
Comité ejecutivo.
«Ciénaga, noviembre 12 de 1928...
* ••
La vía férrea troncal que arranca de Santa Marta toca en
Ciénaga y va hasta Fundación¡ tiene varios ramales que se
internan entre las plantaciones de banano. Uno de ellos se des-
prende un medio kilómetro antes de la población de Riofrío
con la denominación de «Ramal Tablazo,.. Al llegar a aquel
sitio tuvimos informes de que un numeroso grupo de húelguis-
tas obstruía la vía férrea a un tren de fruta que venía hacia
la línea tro11cal¡ ordenamos al señor Teniente Coronel Díaz
proceder a despejar dicho ramal en tanto que nosotros hablá-

-8-
bamos por teléfono con los agentes secretos que teníamos en
toda Ja Zona. Los hut:lguistas situados sobre la ferrovía y con
banderas rojas desplegadas impidieron resueltamente el paso
del tren militar; en consecuencia, se procedió a hacerles las
1
intimaciones legales a fin de que despejaran la vía. Al tercer
toque d~ corneta, y en vista de la actitud resuelta que mostra-
ron las tropas, se disolvió el tumulto. Esta enérgica actitud
dio a entender a los huelguistas que el Ejército estaba dis-
puesto a gar¡mtizar la tranquilidad y el orden públicos.
En seguida el tren regresó y tomó la recta hacia Riofrío¡
en la estación de dicho lugar, los huelguistas, en número de
unos dos mil, tenían paralizado un tren de pasajeros y uno
cargado de fruta. Con la llegada del tren militar y nó sin ha-
ber desembarcado unos cien hombres se logró dejar la vía
franca; disuelta que fue la multitud, los trenes que estaban de-
tenidos siguieron su ruta hacia Ciénaga y nosotros seguimos
hacia Sevilla. La vía férrea estaba llena de grupos renuentes
a dejar la vía libre y por lo tanto el tren fue marchando muy
lentamente. Serían las nueve de la noche ;:uando llegamos a
la estación Sevilla, en la cual se nos informó que algunos gru-
pos de huelguistas habían tratado de penetrar dentro de las
casas de la Superintendencia de la United Fruit Company y
que sólo bajo fuertes amenazas habían desistido de su intento.
En la estación de dicho lugar un grupo compacto de huel-
guistas trató en un principio de impedir la marcha del tren;
las tropas hicieron despejar la línea y se redujeron a prisión
los responsables; el tren siguió hacia el cacería de Guacama-
ya!, centro importante del comunismo en Ja Zona Bananera, y
en donde, según noticias fidedignas y exactas de nuestro ser-
vicio secreto, tenía su sede el grupo anarquista de Santa Mar-
ta en la Casa del Pueblo de dicho lugar.
A eso de las diez de la noche el tren llegó a Guacamaya!.
Acto seguido ordenamos que una escolta a órdenes del Te-
niente Villamil se trasladara a la Casa del Pueblo con el objeto
de cerciorarse si en efecto allí se celebraba alguna reunión y
cuál era su objeto. Efectivamente, el salón estaba lleno de los
miembroa del grupo anarquista libertario y se pronunciaban
encendidas arengas; el subteniente redujo a prisión a todos los
concurrentes y se incautó del archivo, el cual examinado puso
1
-9-
de relieve los antecedentes y propósitos muy poco tranquiliza-
dores de aquella asociación organizada P.Or los españoles Elías
Castellano::. y Abad y Mariano Lacambra y el italiano Jenaro
Toroni.
En dicho lugar se reunió en el año de 1926 el Congreso
obrero regional del Departamento del Magdalena; creemos in-
teresante transcribir a continuación el siguiente documento
tomado del archivo que hallamos en Guacamayal.
.:Al Congreso Obrero Regional del Departamento del Mag-
dalena reunido en Guacamaya!. Por la presente hacemos cons-
tar que el compañero Jenaro Toroni está debidamente auto·
rizado por esta agrupación netamente libertaria, como delegado
a ese Congreso obrero, que tendrá lugar el día 24 de diciem-
bre en adelante en Guacamayal.
cDe antemano auguramos a todos los compañeros ahí reu-
nidos que trabajarán con fervor para que brille pronto sobre
1
la faz de la tierra el reinado de los iguales, libres de prejuicios
políticos y religiosos, y que les guiará el axioma de ctodos para
!
uno y uno para todos». Santa Marta 22 de diciembre de 1926.
Por el grupo anarquista «Libertario», Elías Castellanos. -Ma-
riano Lacambra. (España).
cEsperamos que si es cierto que este Congreso Obrero ha-
bido iniciado por trabajadores y para trabajadores que sola-
mente les guía la sinceridad; no dudamos ni por un momento
que, en él el estandarte del proletariado regional será estam-
pada la declaración de que hacemos alusión.
cDcclaraciót1 de principios.-Lttcha de clases.-Acción direc·
1 ta.-Por et comimismo «Libertario• .-El grnpo anarquista de
Santa Marta.-(El encargado de correspondencia, Ellas Cas-
tellanos y Abad).
cEI cGrupo Libertario> de Santa Marta, por medio de su
delegado compañero Toroni, propone al Congreso obrero reu-
nido en Guacamaya!, la presente declaración de principios.
cAI igual que aquellos grandes hombres de la revolución
1
francesa; los amigos del pueblo, que se llamaron Marat, Ro-
bespierre y Danton, y que fueron los que presentaron la cada
a la Asamblea con la declaración de los «Derechos del hom-
brel>, Nosotros os presentamos esta declaración, porque sabe-
mos de antemano sin temor a equivocarnos que es la única
 - 10 -
táctica que los trabajadores podemos y debemos emplear, si
nó queremos continuar como basta ahora seguir engañándonos,
y engañando a los demás.
cTodos sabéis que no hay más que dos clases de lucha, la
de los explotados y la de los explotadores.
cNo hay términos medios, no puede haberlos, el que no
está con nosotros, está contra nosotros.
•Nosotros debemos por todos los medios combatir la ac·
ción ittdirecta, que es toda aquella que no sea ejercida por no-
sotros mismos, y para nosotros.
«¡Abajo los intermediarios! No elevemos ídolos, sino aplas-
témoslos para ser libres. No importa que éstos sean leaders y
pertenezcan a la última comunidad político-frailuna.1.
Estas sociedades obreras habían venido funcionando ñesde
tiempo atrás a beneplácito de las autóridades regionales como
Jo prueba el siguiente documento encontrado en el archivo a
que venimos refiriéndonos:
e Un sello que dice:·
Rep1íblica de Colombia-Departamento del Magdalena-Policía.
Guacamayal-Número 3I4-Diciembre 3I de I926.-Señor Pre-
sidente de la Asamblea Obrera.
<Tengo el honor de comunicar a esa honorable sociedad
que en la fecha be tomado posesión del puesto de Inspector
de este corregimiento, por designación que en mí hizo el se·
ñor Alcalde del Municipio¡ en cuyo puesto me es muy grato
ponerme a las órdenes.
cDe usted atento y seguro servidor, P. R. Ahumada».
Como es sabido, los dirigentes comunistas que han fomen-
tado y fomentan todos los disturbios populares son los verda-
deros enemigos del pueblo y de la tranquilidad social¡ para
pacificar una región lo más interesante es poner a buen recau-
do a aquellos individuos y así, ausentes los azuzadores, vienen
como por ensalmo la tranquilidad¡ máxime en la huelga de la
región bananera, donde una minoría casi ridícula-de entre
Jos 40.000 obreros-de esta suerte de azuzadores decretó el
paro y obligó por la fuerza a la gran masa trabajadora a se-
guirlos en forma completamente perjudicial a sus intereses y
a la tranquilidad pública. Por los informes que íbamos reco·
- 11 -
giendo llegamos a la conclusión de que era menester para cons-
tatar plenamente la coacción ejercida para el movimiento
obrero, hacer levQntar por las autoridades competentes un
informativo que pusiera de relieve la manera como había te-
nido lugar la huelga en los días 12 y 13 y aun en la noche del
domingo l l, esto es, antes de haber estallado. Adelante hare-
mos conocer la parte sustancial de los informativos a que he·
mos hecho referencia (1),
Los comunistas capturados en Guacamaya! fueron alojados
en algunos carros del ferrocarril enganchados al tren militar y
debidamente custodiados¡ mas, en vez de seguir por la recta
hacia Aracataca, tomamos adelante de Guacamayal el llamado
cRamal Paulina», que es una variante de la vía troncal que se
interna unos tantos kilómetros dentro de las plantaciones para
seguir luégo paralelo a la recta hasta la finca llamada Costa
Rica y de ahí buscar la troncal en el cace río de Tucurinca ¡
todo este trayecto estaba lleno de huelguistas que a lo largo
de la vía si bien no trataban de impedir la marcha del tren,
sí obstaculizaban el que se anduviera con alguna rapidez¡ a la
madrugada llegamos a Aracataca y allí fuimos inforrn¡ldos que
el batallón del Regimiento Nariño hacía más o menos una hora
había llegado y se alojaba en el único local de propiedad del
gobierno municipal que había en la localidad.
Inmediatamente dirigimos al señor Gobern.a dor el siguiente
tele~rama: cAI llegar con las tropas a boca cRamal Tablazo-,
un fuerte grupo de amotinados pretendió detener tren, pero
en vista insinuación, disolvióse. Por noticias recibidas se supo
que turbas a lo largo vía férrea estaban cometiendo toda suer-
te de atropellos: tales como allanamiento hogares, asalto pro-
piedades, disolución por la fuerza a trabajadores pacíficos,
impedir tráfico ferrocarril, destruir fruta iba a ser embarcada.
Como dichos actos están fuera de la ley de huelgas, he decla·
1••
rado amotinados a los autores de tales atropellos y en conse-
cuencia se ordenó su inmediata captura. Hasta este momento
hay cuatrocientos trec.e presos, los que han sido previamente
l' desarmados. En el ramal cLas Flores• hay cerca de mil hom·
bres de Jos amotinados en actitud hostil. Es de presumir que
los amotinados tomarán actitud violenta según informes que
( 1) Véase anexo N. º 1.
r
- 12 -
he recibido de personas fidedignas. Tengo presos cuatrocientos
trece individuos sindicados de atropellos de que hablé; cogidos
algunos i11/raga11li en estación Sevilla. Estimo que transigir en
estos momentos sería tanto como desquiciar autoridad mili-
tar, único sostén Gobierno. -Atentamente, Carlos Cortés Var-
gas, General y Comandante Militar de la zona bananera».
Al comando de la División se le dio cuenta como a la Go-
bernación de lo sucedido y además se le agregó: «Fin proteger
habitantes Sevilla seriamente amenazado~ por desmanes amo-
tinados ordené dejar una Compañía. En ésta {Aracataca) Ca-
pitán Fernández con su batallón y sexta Compañía Córdoba;
en Ciénaga la segunda y en Santa Marta la primera. Si autori-
dades civiles prestan apoyo, creo suficiente fuerza de que dis-
pongo para sofocar motín, indispensable usted obtenga go-
bierno que presos sean entregados a autoridad civil, sean re-
mitidos Colonia Penal, pues si pónense en libertad, quedará
desquiciado principio autoridad, respeto leyes, burlada fuerza
pública, único sostén Gobierno>.
•••
Los dirigentes comunistas organizadores de la huelga ha-
bían redactado un pliego de peticiones a la United Fruit Com-
pally, pliego que contenía nueve puntos, entre los cuales figu-
raban algunos a.bsolutamente ilegales. Es del caso dar una
ligera idea de la manera como se efectúan los trabajos en la
siembra, cultivo y recolección de la fruta.
La extensa zona bananera está dividida en un gran núme-
ro de fincas o haciendas, de las cuales al rededor de un cua-
renta y cinco por ciento son de propiedad de la Compañía
frutera; las demás pertenecen a particulares y son de una ex-
, tensión varia. El reclamo principal y único se hacía no contra
los cultivadores particulares sino contra la Compañía; ésta tie-
ne empleados de varias categorías que podemos llamar de
nómina y que son los mayordomos o mandadores, apuntado-
res de tiempo y los empleados de contabilidad y control; fue-
ra de éstos hay un reducidísimo número de asalariados que
desempeñan las funciones de cuidadores de bestias, sirvientes
de mesa, jardineros, etc.; el resto, o sea la gran masa, no pue-
de considerarse como jornaleros desde el momento en que
sus labores las hacen a destajo, o sea por contratos.
- 13 -
En la limpia de un terreno para una plantación se calcula
por una medida que llaman cabuya; se presenta un grupo de
trabajadores de entre los cuales hace uno cabeza y cnntrata a
X pesos el trabajo. Allí vienen, como es natural, la puja y la
repuja entre el patrón y el obrero respecto del precio de la
limpia; esto, como es natural, está ajustado a la ley invariable
de Ja oferta y la demanda. Ajustado el precio, el trabajo se i
organiza, y las horas de labor son aquellas que el obrero elige
a su arbitrio. Concluída la labor, el pago se divide proporcio-
nalmente entre los hombres, y son ellos los que unos a otros
se controlan con el objeto de que sea por igual Ja carga del
trabajo.
En Ja limpia de las plantaciones sucede otro tanto. Para
el corte del guineo se organizan cuadrillas en las cuales el ofi-
cio varía y de acuerdo con él, el pago. Individuos muy hábiles
que se llaman cpuyeros» cortan el racimo de la mata, otro
que requiere menor habilidad recibe en el hombro dicho raci-
mo y lo transporta a la guarda-caya, o sea la calle que divide
las hectáreas de guineo entre sí. De ahí otros individuos to-
. man el racimo y lo colocan, ya en los carros del ferrocarril,
ya en carretas tiradas por bueyes, ya en tranvías, para ser lle-
vados a las estaciones de concentración que quedan sobre la
vía férrea. Estas labores tienen un precio por racimo de gui-
neo. El acarreo de la fruta de las estaciones de concentración
~I
a los vagones del ferrocarril se efectúa por medio de cuadri-
llas que también ganan una suma ·dada por cada racimo que
,.
muevan; dichas cuadrillas trabajan por cuenta de la empresa
¡, del ferrocarril y se denominan: cargadores de guineo.
La United Fruit Company tiene establecidos comisariatos,
o sean almacenes de venta al por mayor y al por menor de
artículos alimenticios y mercancías propias para los obreros
:, de la zona bananera. Asimismo beneficia ganado y vende la
carne a razón de quince centavos Ja libra. En los comisariatos
se venden los víveres a un precio tal que no hagan competen-
cia a los comerciantes al detal que compran al por mayor en
los mismos comisariatos el arroz, la azúcar, la papa y demás
elementos que la Compañía importa de los Estados Unidos.
El interés de la Compañía al organizar estos comisariatos está
dividido entre la utilización del tonelaje de su flota de regreso

-14-
de los Estados Unidos y de Europa, y el de mantener un r1i-
vel bajo en la subsistencia de los trabajadores para, consecuen.
cialmente, no verse obligada a subir indefinidamente Jos sa-
larios.
La Compañía usaba pagar el valor de sus contratos por
medio de vales que eran cambiados por mercaderías en los
comisariatos. Este sistema se prestaba al agio entre los ten.
deros y otras personas. Acontecía que un obrero recibía una
suma de pesos representada en un vale y en vez de adquirir
con él elementos de subsistencia o prendas de vestir para sí o
para los suyos, una vez adquiridos unos u otros, los vendían a
menosprecio con el objeto de hacerse a dinero contante y em-
plearlo en licor o en otra suerte de vicios.
También ocurría el caso de ir a donde un agiotista a cam-
biar su vale hasta con el veinticinco por ciento de descuento¡
otro de los defectos, o mejor dicho de los reclamos de los tra-
bajadores, consistía en la forma del pago. La Compañía daba
un pequeño avance a sus trabajadores al comenzar la semana
y el resto al finalizar la quincena. Pero había quincenas largas
y quincenas cortas; es decir, en veces se cubrían los ajustes
después de dos semanas y en otras ocasiones por motivos diver-
sos se demoraba una semana más. Este sistema de pagos bene-
ficiaba grandemente al comercio desde el momento en que los
trabajadores, por una parte estaban obligados a entregarse a
los agiotistas, que eran por lo regular los mismos comerciantes,
y por la otra, había cuando menos, dos sábados en el mes en
que afluía el dinero en grandes cantidades a todos los estable-
cimientos comerciales.
El comercio de la región al apoyar esa petición de los
huelguistas iba contra sus intereses; si bien es cierto que no
tenían sino dos sábados en el mes de buenas ventas también
e_ra verdad que aquéllas, por su cuantía, mantenían e~ prospe-
ridad los negocios. Lógico es que el obrero al recibir casi a
diario su paga, la malgasta y nada compra en los almacenes
donde se expenden géneros.
La Compañía tiene establecido en Santa Marta un hospita 1
en el cual se atiende a todos los trabajadores así como a los
empleados de nómina tanto de la dicha Compañía frutera como
los del ferrocarril. Para tener derecho a la hospitalización
15 -
se le descuenta al trabajador un tanto por ciento, ya de su sa-
\ lario o ya del precio del contrato·. Es frecuente la anomalía
de que muchos individuos que no son trabajadores de la Com-
pañía disfrutan de la hospitalización, pues consiguen de un
mayordomo de finca el que su nombre figure en las listas res-
pectivas. También es frecuente el hecho de trabajadores tra-
sumantes que han perdido su salud al servicio de las fincas de
los particulares y que en última instancia buscan trabajo en
las fincas de la Compañía con el objeto de gozar del beneficio
de la hospitalización.
Vistas así las cosas, podemos entrar de lleno en el proble-
ma y la manera justa como debía solucionarse el conflicto.
Entre los nueve puntos exigidos en el pliego de peticiones
figuraban como principales el seguro colectivo el descanso
dominical y los accidentes del trabajo¡ la supresión de los co-
misariatos¡ el establecimiento de un hospital debidamente insta-
lado para cada 400 obreros; el establecimiento del pago sema-
nal y la abolición de los contratos, o sea el que todos los traba-
jadores figurasen como asalariados de la Compañía.
**•
En la mañana del 14 de diciembre, y previo aviso al señor
Gobernador, fueron despachados en un tren los cuatrocientos
trece detenidos que se habían hecho en la noche anterior, de
los cuales iban a quedar a órdenes de la Gobernación, pero con
orden de alojarlos transitoriamente en el cuartel del Regi-
miento Córdoba, en tanto que se proveía lo conveniente en Ja
cárcel pública de la ciudad.
A eso de las dos de la tarde de ese día se presentó a nues-
tro alojamiento el señor José Montenegro, uno de los dirigen-
tes obreros, quien venía de Santa Marta portando una carta
del señor Gobernador doctor José María Núñez Roca, conce-
bida en estos términos:
«Distinguido General:
cEI señor Montenegro, portador de ésta, ha venido a mi
despacho en su deseo de buscar una solución pacífica al con-
flicto que se confrota en la zona.
«Me permito recomendarle lo oiga, porque sus manifesta-
ciones pueden ser provechosas.
 o
- 16 - e:
..."'...
C)

cEn todo caso, tanto el Gobierno, como particularmente t/l

usted y yo, estamos vivamente interesados en solucionar de ...

o
e:
manera pacífica esta situación y no debemos desaprovechar
z"'
u
los medios que para ello se ofrezcan.
U')
cComo usted está en el terreno de los acontecimientos,
podrá apreciar con su buen juicio y discreción los medios 1
...o o"'
conciliatorios que puéiieran ponerse en juego. Es prudente ......
<11 'O
e:
atender a todos.
= ...=
<11
<11
e,:)
cConfío en que usted dejará solucionado todo satisfacto- e ~
o · «S ...
riamente». e: -rn '-
cu
:o... cu .o
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Como era nuestro deber y deseo, atendimos en forma fran·
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ca y cordial al señor Montenegro. Y él comenzó por hacernos cu
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un recuento purito por punto de las exigencias obreras y las rn :'o
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razones en que, según él y los demás miembros de la Socie-
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dad obrera, se apoyaban para su rnclamo. Fuímos debatien· .~ u~ "'
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do punto a punto hasta llegar a la conclusión de que, en el ~-
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pliego de peticiones las había fuéra de la ley y por lo tanto e u
inaceptables para la Compañía, y otras que eran justas y las "' e
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cuales apoyaríamos en forma decisiva. En vista de nuestra ...o «I ...
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conversación, que duró al rededor de dos horas, convino el cu <11 ::
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señor Montenegro en que él sólo quería se solucionara el con· .e
flicto en forma que no afectara para nada la soberanía nacio-
nal. Y recalcó mucho en este punto como también en que él
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preveía una verdadera hecatombe si no se solucionaba pron- ...eo
tamente el conflicto. u
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Convinimos con el señor Montenegro en que él vendría E
al día siguiente con los tres delegados obreros señores Erasmo
Coronel, Pedro M. del Río y Nicaoor Serrano, quienes, según UJ
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el dicho del señor Montenegro, estaban facultados por el Co•
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mité ejecutivo de los obreros para arreglar todos los asuPtos
de la huelga. Mas, como Serrano era uno de los que había
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caído entre los presos en la noche anterior, dimos orden a Santa "' =
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-Marta para que fuera puesto en libertad y entregado al refe·
rido señor Montenegro con el objeto de poder tener nuestra
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conferencia sin tropiezo alguno. "O
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Entretanto recibimos del señor Gobernador el siguiente
tel9ama:
Número r58-.Sanla Marta, r4-General Carlos Cortés Vargas,
Comandante Militar-Aracataca.
clofórmaome ba llegado tren con numerosos presos aloja·
 18 -
En la tarde del día 15 se presentaron a nuestro alojamien-
to los señores José Montenegro, Coronel, Serrano y Del Río
junto con un numeroso grupo de obrer'os ansiosos de presen-
ciar la conferencia. Por ser muy grande el número les propu.
simos celebrar la sesión bajo una frondosa ceiba en campo
abierto; allí reunido el grupo les hablamos de esta suerte: «En
estos momentos no están ustedes al frente del General Co-
mandante de las fuerzas que ha venido a pacificar la región y
que se ha visto obHgado a tomar medidas contra algunos de
ustedes debido a que el carácter de la huelga la ha colocado
según noticias fidedignas y por lo que hemos visto, fuera de
la leyi están ustedes al frente de un colombiano ansioso de
oírlos y de coadyuvar con ustedes a la pacífica solución del
conflicto que estamos presenciando. Ustedes deben ante todo
considerar que en este asunto hay dos elementos y quizá tres
que no pueden andar en armonía, a saber: los dirigentes co-
munistas que no persiguen otra cosa qne subvertir el orden
publico so pretexto del reclamo obrero; el interés de los co-
merciantes de la región, que pretenden una cosa ilegal como
es la supresión de los comisariatos, desde luego que el comer-
cio es libre en Colombia, y que la tal supresión iría directa-
mente en contra de los intereses obreros; y por otra parte los
recla:nos justificados unos e ilegales otros que ustedes como
trabajadores están respaldando. Respecto de bs intereses de
que ya he hablado, francamente me pongo al lado de ustedes
con el objeto de que discutamos punto por punto sus recla-
mos. Pueden ustedes con entera y absoluta libertad formular
sus quejas para llegar a un acuerdo que creo no sea difícil
dado el ambiente de cordialidad en que en estos momentos
estamos situados>.
Tanto los delegados obrero:. como diversos individuos del
grupo de trabajadores fueron tomando la palabra y explican-
do cada uno el caso particular de su reclamo y fuimos con-
densando todos aquellos en los puntos del pliego de peticiones.
Con argumentos sencillos y claros se fueron debatiendo uno a
uno los puntos ilegales; af>ímismo, se fue llegando al acuerdo
respecto de los puntos legales. Nos sorprendió grandemente
la viv~~a Y claridad en los conceptos así como la rápida com·
prens1on de aquel grupo de trabajadores al ir debatiendo las
- 19 -
cuestiones. El punto culminante que era el del seguro obliga-
torio y los accidentes de trabajo fue el más debatido, pues se
hizo menester contemplar el caso de cada uno para desvanecer-
les la idea que tenían del derecho que, según cada cual, le asis-
tía para exigir de la Compañía aquella protección legal. Indu-
dablemente hay un vacío en la ley del seguro obligatorio y en
la de accidentes de trabajo; como vimos antes, loe; obreros no
son asalariados sino contratistas, ya sea que se les mire indivi-
dualmente o ya que se les considere en grupos; éllos, como es
natural, van de hacienda en hacienda ejecutando los trabajos
que son menester en cada una, de suerte que en esta semana,
por ejemplo, trabajan en una de las fincas de la Compañía fru.
tera y en la semana entrante están prestando sus servicios en
otra finca de propiedad particular. A la propuesta de que Ja
Compañía fijara salarios, los mismos trabajadores convinieron
en que aquello no podría hacerse sino nivelando por Jo alto,
es decir, que cada trabajador tuviera derecho a exigir un jor-
nal proporcional al más alto rendimiento de trabajos, lo cual
ellos mismos convinieron era imposible por cuanto había mu-
chos peones que, o bien eran flojos para el trabajo, o bien
eran inhábiles; a la propuesta de nivelar por lo bajo, la protes-
ta fue unánime, llegando al resultado de que ninguno quería
sujetarse a trabajar ocho horas diarias por un jornal dado, pu-
diendo desarrollar su faena y cobrar una buena participación
con sólo el trabajo en las horas frescas de la mañana.
El resultado final de la conferencia fue el de que había pun-
tos que en realidad de verdad no eran de la competencia de la
Compañía el resolverlos sino del resorte del legislador y
otros, como el de la supresión de los Comisariatos, qtse era de
todo punto inaceptable para ellos y que no entendían por qué
razón sus dirigentes y abogados lo habían consignado en el
pliego de peticiones respectivas. Les propusimos la siguiente
transacción: «Nos hacemos cargo de gestionar y obtener de la
Gerencia de Ja Compañía frutera los puntos que están dentro
de la ley y en cambio los delegados obreros se comprometen
a ordenar a todos los trabajadores el que se reanuden los tra-
bajos :¡l día siguiente•. Para garantía y mayor confianza del
cumplimiento por nuestra parte de ese pacto verbal ofrecí-
2

- 20 -
mos ordenar Ja libertad incondicional de los presos remitidos
a Santa Marta.
Grande fue Ja alegría tanto de los delegados obreros como
del grupo de concurrentes con motivo de haber llegado a tan
favorabl'e solución el conflicto. Inmediatamente hicimos po.
ner y firmamos el telegrama ordenando la libertad incondi-
cional de los presos y asímismo se solicitó un tren para que
los trajera de nuevo a sus alojamientos. Los delegados ma-
nifestaron que en ese mismo momento irían a reunir la Asam-
blea ejecutiva con el fin de que nosotros personalmente ex-
pusiéramos ante ella los motivos por los cuales se rechazaban
algunos puntos y se adoptaban otros. Quedó convenido que a
las cinco de la tarde de ese día vendrían los delegados obre·
ros para ~onducirnos a la Casa del Pueblo con el fin antes
indicado. Después de estrechar la mano de cada uno de aque-
llos labriegos y llenos de satisfacción por el resultado obtenido,
espera"mos a que llegara Ja hora indicada.
Listos estábamos a las cinco de la tarde para concurrir a
la Asamblea ejecutiva, mas, pasaba el tiempo, y por ninguna
parte aparecían los delegados obreros; a eso de las seis p. m.
se aparecieron los tres delegados cabizbajos y mohinos a in-
formarnos que no era posible llevarnos al loc:il de Ja Asamblea
Ejecutiva por cuanto dicha Corporación ya se había disuelto.
Como les indagáramos la causa, ellos nos dijeron que la Asam-
blea había resuelto que solamente podría efectuarse una tran-
sacción mediante el voto unánime de todas las Asambleas obre-
ras de la región bananera¡ entonces, para no perder Ja labor
realizada, les propusimos que iríamos los cuatro, Asamblea por
Asamblea, auncuando fuera preciso trabajar toda la noche. Uno
de ellos más sincero que los otros nos dijo: «Vea, señor Gene·
ral: nosotros no tenemos poderes sino para aceptar los nueve
puntos sin modific'ación alguna; la Asamblea Ejecutiva ha re-
suelto que ella a su turno no acepta transacción de ninguna
especie y en cuanto a las Asambleas obreras de la Zona tam·
poco entrarán en transacción alguna,.. Les respondimos en·
tonces: e:Ustede$, señores delegados, son meros reyes de burla
sin poderes de ninguna especie y por lo visto este conflicto
no tendrá solución pacífica ninguna•. Ellos entonces nos dije-
ron: <Señor, el Gerente de la Compañía frutera se niega a re·
'
- 21 -
cibir a los trabajadores colombianos que desean hacerle un
justo reclamo». A lo cual les respondimos: a: Nos compromete-
mos a que el señor Gerente de Ja Compañía frutera los reciba
a ustedes, no como a delegados obrero~, pues en nuestro en-
tender ustedes no son trabajadores de la Compañía sino con-
tratistas que hoy trabajan para uno y mañana para otro de Jos
propietarios en esta región>.
Inmediatamente hicimos llamar por el teléfono al señor Ge-
rente de la Companía Frutera, quien convino en venir a Ara-
cataca con el objeto de celebrar una conferencia con los dele-
gados obreros, sobre la base de tratar con trabajadores colom-
bianos, fueran o no representantes legales del obrerismo de la
Zona. La conferencia debía celebrarse al día siguiente, como
ya se dijo, en la población de Aracataca : ·
Desgraciada.mente en el curso de la noche el señor Ge-
rente de la Compañía Frutera se excusó de venir y en cam-
bio concedió una audiencia para los delegados al día siguien-
te en sus oficinas de Santa Marta.
En la noche llegó el tren que conducía los individuos que
habían sido detenidos y enviados a Santa Marta. Todo ese
día y la noche pasaron sin incidente alguno digno de llamar
la atención; una gran parte de los trabajadores continuaron
en sus faenas y otra permanecía estacionada a lo largo de la
vía férrea en actitud pacífica.
Esa noche del 15 se recibió de la Gobernación el siguiente
telegrama:
«Transcríbole: Ministerio Guerra-Bogotá z4-Gobernador-
Santa Marta.
a:Por telegramas de usted y de Comandante División Ge-
neral Guerrero, heme impuesto de grave situación confróntase
esa zona bananera. Para afrontarla con buen éxito y evitar
manifestaciones subversiva~ tomen mayores proporciones, juz.
go debe procederse con mucha prudencia y tino, pero tam·
bién con Ja energía que las circunstancias requieren. Ministe-
rio aprueba medidas tomadas hasta ahora por General Cortés
Vargas de acuerdo con usted, pero estoy convencido que todo
será inútil, mientras no sean reducidos a prisión y mantenidos
con las seguridades debidas los cabecillas o agitadores comu...
 - 22 -
nistas, empezando por Raúl Mahecha, quien según aviso tele-
gráfico de General Guerrero, salió anoche de Barranquilla
para Ciénaga¡ los demás dirigentes comunistas según datos
reposan este Despacho, !:On: Santa Marta, José Montenegro,
Mariano Lacambra, Jesús Nieto; Ciénag~, F. V. Russo, J. Ni-
colás Betancourt, J. Restrepo¡ Riofrío, D. Pérez, M. Pavajeau,
Santander Salas; Sevilla, Alvaro Girón; Guacamaya!, M. F.
Morales, Carlos Calderón, Pantaleón Charris¡ Aracataca, Hugo
l\fartínez, Miguel Muñoz, Domiciano Bedoya, Secretario de
propaganda, Isabel ·López, Juana Muniven, Rosaura Santa
Elva, Filomena Palmarino, Roque Nieto, M. Polio Infante,
Alberto Yonson y Soler Martínez. Suplícole hacer conocer
este telegrama de General Cortés Vargas inmediatamente y
continuar procediendo en inteligencia con él y comunicarme
cuanto ocurra. En resto país hay calma hasta ahora.
cAmigo, servidor, lG~ACIO RE. GIFO B.-José Marta Núfiez
Roca>.
Quisimos ponernos al habla con los delegados obreros a
fin de comunicarles Ja decisión del señor Gerente de recibir-
los en sus oficinas de Santa Marta, mas fue imposible encon·
trarlos y ningún obrero quiso dar razón de ellos. A eso de las
diez de la mañana recibimos la siguiente comunicación:
«Aracataca, noviembre .16 de r928-Señor General Carlos Cortés
Vargas-Presente.
cEstimado General: La presente tiene por objeto manifes-
tarle de que usted nos ofreció de que en el día de hoy se en-
contraría en ésta el señor Gerente de Ja United, para tratar
con nosotros sobre el pliego de petición de los trabajadores
de la Zona y en vista de que hasta ahora no ha llegado, nos
vemos precisados partir para la vecina ciudad de Ciénaga. Si
por alguna circunstancia se ofreciere algo con nosotros allí
estamos enteramente a su mandar.
cDel señor General, Eras!no Coronel, Pedro M. del Río, Ni-
canor Serrano J.>
Inmediatamente dimos respuesta con el siguiente oficio:
Aracataca, noviembre I6 de r928 -Seflores Erasmo Coronel, Pe-
dro M . del Río~ Nicanor Senano-Prescnlc.
.1.En respuesta a su atenta de Ja fecha, comunico a ustedes
- 23 -
que anoche el Gerente de la United Fruit Company me hizo
saber por teléfono que le era imposible venir a esta ciudad en
el día de hoy, pero que estaba listo para recibirlos a ustedes
en su oficina de Santa Marta en el curso del día, ya fueran
acompañados por mí o por uno de los oficiales a mi mando.
cEn la mañana de hoy dí orden de buscarlos a ustedes
para comunicarles tal noticia, pero me fue imposible encon-
trarlos por no haber ustedes dado su dirección como les insi-
nué lo hicieran.
cDe ustedes atento y seguro servidor, Carlos Cotlés Vargas,
General y Comandante Militar de la Zona».
Esta comunicación fue entregada a un trabajador bajo cubier-
ta y al poco tiempo se presentaron los tres delegados obreros
a solicitarnos los acompañáramos en su conferencia de Santa
Marta¡ con el mayor gusto ase'htimos a ello y les dijimos que
iríamos los cuatro inmediatamente¡ mas los delegados dijeron
que necesitaban ser asesorados por Bernardino Guerrero, co-
nocido agitador comunista, secretario de Mabecha, y quien se
hallaba preso de orden del Alcalde de Aracataca, y por otros
de los dirigentes comunistas. Entonces les hicimos caer en Ja
cuenta de que no podíamos sancionar con nuestra presencia la
intromisión de elementos ajenos al obrerismo y sindicados de
comunistas. «No nos abandone, General, dijeron, porque us-
ted es actualmente nuestro único apoyo>; les respondimos
tener mucho gusto en comisionar a un oficial superior para
que asistiera a la conferencia como mero espectador y al pro-
pio tiempo para que los introdujera a nuestro nombre ante el
señor Gerente de la United Fruit Company. También solici-
taron la presencia del señor Alberto Martínez Gómez, Inspec-
tor de la oficina del Trabajo, y quien había sido detenido por
nuestra orden en la tarde del día 13 por haberse tenido cono-
cimiento que estaba en íntima conexión con los agitadores
comunistas. No tuvimos ningún inconveniente en acceder a
que el señor Martínez Gómez los acompañara desde luego que
era el empleado del Gobierno designado para aquellos
asuntos.
Ya que hemos hablado del señor Martínez Gómez, Inspec-
tor de la Oficina del Trabajo, es del caso aclarar aquí algu-
 - 24 -
nas versiones que han corrido en la prensa respecto de aquel
funcionario.
Este joven, al llegar a Santa Marta, no se hizo presente a
las autoridades como era su deber; fue el agitador comunista
Bernardino Guerrero, secretario de Raúl Eduardo Mahecha,
quien lo introdujo y presentó a la Gobernación (1). Las rela-
ciones de estos dos individuos fueron muy estrechas, en tér-
minos que toda la correspondencia oficial del Inspector de la
Oficina del Trabajo se encontró en poder de Guerrero. La
atenta lectura de los telegramas y oficios dirigidos por Martí-
nez tanto al Ministerio de Industrias como a la gerencia de la
United Frait Company y al señor Gobernador, muestra el
lamentable error en que estaba de todo el problema que tenía
que resolver; además, su camaradería con Mahecba y Gue-
rrero son prueba de que no estaba al lado de los intereses
obreros, lo que hubiera sido menos malo, sino francamente al
lado de los elementos perturbadores del orden y de la tran·
quilidad pública. En los anexos de este informe transcribimos
los ciocumentos que prueban nuestro aserto para no desvin-
cular el hilo de esta narración ( 2 ).
•••
De acuerdo con el telegrama del Ministerio de Guerra
transcrito por la Gobernación dimos órdenes a las autorida-
des civiles y a las militares para que procedieran al arresto de
todos los individuos sindicados por el Ministerio como agita-
dores comunistas.
Dimos cuenta ese día al Comando de la División en Ba-
rranquilla, en telegrama número 29, que dice así:
Aracataca, noviembre 16 de 1928.
cTengo informes hase colectado en comercio Santa Marta
fuerte suma de dinero fin apoyar amotinados, sin duda persi-
guiendo, como el de Barr,rnquilla, supresión comisariatos.
Partidas no menores de cinco hombres han iniciado movi-
miento desde esta tarde h~cia región Riofrío, sin duda, con
( 1) Hay un diario de puño y letra de Guerrero en el expediente, en
el cual dice que él fue quien lo presentó aJ señor Gobernador. Fo-
lio 446.
(2) Véase anexo.
25 -
objeto interrumpir trabajos adelántanse allí pacíficamente.
Esto pruébame existe cabeza ordena movimiento, que no pue-
den ser otros que Mahecha, Girón, de nacionalidad mejicana,
Lacambra, español, quienes deben expulsarse como extran-
jeros perniciosos. Despachóse una compañía a Riofrío, fin sal-
vaguardiar intereses trabajadores pacíficos. Ordené Compa-
ñía frutera sólo puede efectuar pagos hasta Rio'frío. Compa-
ñía ferrocarril en toda su línea. A las cinco a. m. de mañana
encontraráse Santa Marta tren militar conducir, vigilar dine-
ros pagos. Gobernador aún no ha ordenado arresto cabecillas
dispuso Ministerio en telegrama transcribióme mismo Gober-
nador. Esta omisión ha hecho que amotinados reciban mo-
mento por momento órdenes, propaganda etc. Ordené Co-
mandante Policía Departamental, Alcaldes zona reduzcan a
prisión tales individuos. En tropas mi mando no hay nove-
dad. En igual sentido nos dirigimos al señor Gobernador>.
En la tarde del 16 se recibió el siguiente telegrama de la
Gobernación:
Número i71-Santa Marta 16.
«Agradezco noticias su telegrama de hoy. Ya tenía noti-
cias ~omerciantes Barranquilla interesados supresión Comisa-
riatos auxilian, estimulan huelguistas; pero no puede mante-
nerse mucho tiempo. Ya había manifestado a Bogotá mis re-
celos y solicitado cambio (el señor Gobernador se refiere a la
actuación del señor Alberto Martínez Gómez, Inspector de la
Oficina de Trabajo, de cuya detención le dimos cuenta en ofi-
cio número 8, de fecba)6 de noviembre). Gerente Ferrocarril
hace la misma petición que Gerente United con respecto tren
pagos. Si usted cree pueden verificarse éstos, dé órdenes es-
colta que deba acompañarlos. Ambas compañías interesadas
se les resuelva este punto. Agradeceríasele respuesta inme-
diata. Hoy mandé Secretario de Gobierno y Juez Circuito
Ciénaga con objeto cooperar actuaciones.
fosé M. Núfiez R.
Momentos después dirigimos al Comando de la División
en Barranquilla el siguiente telegrama :
«Agradezco forma ese Comando apóyanme labor responsa-
bilidad confióme Ministerio Guerra. Estudio situación hame
convencido dificultad solucionar emergencia entre Compañía
 - 26 -
Frutera y labriegos; no obstante, facilité manera trasladarse
Santa Marta delegados. Para llenar fórmula legal, Inspector
Trabajo, Alberto Martínez, fue remitido mismo fin¡ Teniente
Coronel del Valle representaráme y servirá como introductor
solicitantes. Comercio Zona apoya movimiento con dinero.
Siguen llegando hojas propaganda impresas Ciénaga fechadas
ésa (Barranquilla). Ultima dice: «no temáis a las bayonetas,
que ellas están en manos de voestros hermanos, y por ningún
motivo dispararán sobre nuestros pechos>. Comerciantes, ten-
deros ésta suspendieron créditos al saber suspensión pagos
decretado por este Comando. Capturé H ugo Martínez, remi-
tióse Juez Policía Nacional junto con seis cabecillas. Gober-
nador envió Secretario Gobierno investigar actuación Alcaldes,
Corregidores. Conviene Ministro Industrias sepa actuación su
subalterno Martínez>.
El día 17 se recibió de la Gobernación el siguiente tele-
grama:
<Número 177-Acabo tener conferencia con Gerente Uni-
ted Fruit Company, quien ofrece recibir delegatarios obreros
Compañía para entrar a discutir dentro de los trámites de la ley
peticiones que se hacen,siempre que se restablezca normalidad.
Creo que usted esté capacitado para conseguir nombre repre·
sentantes genuinos y cese paro para entrar discusión. Mientras
se soluciona esto, creo conveniente suspender detenciones, sin
perjuicio efectuarlas en aquellos tomados infraganti desórde·
nes y reservarse tomar medidas radicales más tarde. Por el
momento lo que debemos procurar es buscar solución conci-
liadora-José Ma1ía Núñez Roca>.
A este telegrama respondiose inmediatamente lo siguiente:.
Atacataca, 11oviemb1e I7 de I928-Gobernador-Santa Marta.
cEsta mañana salieron los tres delegados obreros: Erasmo
Coronel, N. del Río y Nicanor Serrano para ésa a conferenciar
con Gerente United Fruit Company; para llenar fórmula legal
remití a Inspector Trabajo, Alberto Martínez. Lamento no ha·
yan concurrido toda vez Teniente Coronel del Valle debía
acompañarl?s en mi nombre según convenio con ellos. No se
conocen otros dirigentes; elementos distintos trabajadores son
agitadores que deben descartarse. Tengo la mejor voluntad
27 -
en seguir trabajando forma pacífica fin obtener conciliación.
Comerciantes, tenderos, han suspendido créditos al saber
prohibición pagos zona. Hay calma».
Ese día 17 el señor Juez de Policía Nucional, doctor Noé
Otálvaro, dio cuenta de haberse puesto a disposición de ese
Juzgado los señores Justiniano Zuleta, Manuel V. Panza, Gui-
llermo Ariza, Pablo Ballesteros, Azael García, Miguel Castri-
llón, Joaquín Serrano y Hugo Martínez. Luégo fue puesto a
disposición de ese mismo Juzgado el señor José G. Rosso. Es-
tos individuos estaban sindicados como agitadores comunistas.
En el periódico El Estado, del día 15 de noviembre, salió
un suelto que dice:
cAyer la United Fruit Company obsequió con un esplén-
dido banquete al señor General don Carlos Cortés Vargas, en
la Superintendencia de Riofrío. Asistieron al acto varios mi-
litares y altos empleados de la Compañía Frutera. La fiesta
resultó muy animada y llena de cordialidad>. La noche del 13
la pasamos andando en el Ferrocarril hasta la madrugada del
día 14; ni siquiera tuvimos ocasión de apearnos en la estación
de Riofrío; este suelto fue escrito por el señor Gnecco Mozo,
Secretario privado del señor Gobernador del Departamento, e
inserto en una hoja volante de propaganda subversiva con el
título de Tenemos hambre. En vista de las razones que nos asis-
tían, el señor Gobernador resolvió prescindir de los servicios
de su secretario privado.
Al medio día del domingo 18 tuvimos la visita del señor
Gobernador del Departamento, ante quien personalmente ex-
pusimos la queja que teníamos contra el señor Secretario pri-
vado. Durante ese día el señor Gobernador, a su paso por la
zona, arengó las multitudes, excitándolas a guardar una acti-
tud pacífica, gira que fue a todas luces contraproducente,
como se vio desde el siguiente día en que se declaró en huel-
ga el distrito de Riofrío, que había permanecido en absoluta
tranquilidad, salvo las incursiones que de tiempo en tiempo
hacían los grupos di! agitadores, los cuales eran dispersados
por la fuerza pública.
Esa noche, y en vista de que a nuestro juicio había varia-
do el centro de gravedad del movimiento, dejamos un Bata-
llón del regimiento Narif'w a las órdenes del señor Capitán
 - 28 -
• don Luis Carlos Fernández, de guarnición en Aracataca, y nos
trasladámos con las tropas del Regimiento Córdoba a la ciu-
dad de Ciénaga, donde fijamos desde e a nnche nuestro cuar·
tel general.
•••
El lunes 19 se efectuó en el local de la Gobernación del
Departamento en Santa Marta la primera reunión de los dele·
gados obre~os y el Gerente de la United Fruit Company¡ reu-
•
nión que no tuvo el carácter de intimidad que había querido
dársele desde un principio, sino que fue a manera de una
asamblea donde se pronunciaron violentos discursos que sólo
tuvieron por objeto agriar los ánimos. El señor Teniente Co-
ronel don Víctor del Valle, quien asistió como mero especta-
dor y de ac11erdo con_ nuestras órdenes, nos rindió informe
detallado de todas y cada una de las sesiones que se celebra-
ron con el objeto de buscar la solución al conflicto. Por las
actas que a continuación se insertan es posible formar el jui-
cio de lo que ocurrió en aquellas asambleas. El señor Gober-
nador nos informó, en oficio número 166, del 19 de noviembre,
el resultado de Ja primera en los siguientes términos:
cTengo el gusto de informar a usted que hoy han sido dis-
cutidas en el salón de la Gobernación entre el Gerente de la
United Fruit Company, varios productores de esta ciudad y de
Ciénaga y los delegados de los obreros de la Zona y varios
asesores de éstos, las peticiones que han hecho dichos obre-
ros a la expresada Compañía. Como ha habido concesiones
de una y otra parte, no se ha llegado a nada definitivo, pues
los representantes de los sindicatos dicen tienen que someter
a sus comitentes lo resuelto. Con ese fin siguen esta misma
/ noche acompañados de algunos de sus abogados. Ruego a
usted se sirva darles las facilid:ides del caso a fin de que no
encuentren dificultad alguna en conferenciar .con los obreros.
De usted atento y seguro servidor,
/osé Maria Núñez R.
Al presentarse los delegados obreros se les expidió el si-
guiente salvo conducto:
e Ciénaga, noviembre I9 de 1928.
cLos señores Erasmo Coronel, Pedro M. del Río y Nica-
nor Serrano, delegados de los centros obreros de la Zona Ba-
- 29 -
nanera, pueden transitar libremente, y reunir en cualquier Ju.
gar a los obreros para hablarles y explicarles las bases y tér-
minos del arreglo que estos señores están llevando a cabo.
o.Los señores que los acompañan gozan de las prerroga-
tivas de los delegados obreros ardba mencionados. Carlos
Cortés Vargas, General Comandante Militar de Santa Marta
y Zona Bananera• .
La primera acta dice: cEn Santa Marta a los diez y nueve
días del mes de noviembre de 1928 1 se reunieron en el Salón
de la Gobernación, por invitación que previamente les había
hecho el señor Th0más Bradshaw, Gerente de la United Fruit
Company, y en presencia del señor Gobernador del Depar-
tamento, los señores Luis C. Riveira, Presidente de la Cámara
de Comercio, doctor Juan B. Cormane, Administrador de la
Aduana, señor Mayor del Valle, del Regimiento Córdoba, en
representación del señor General Carlos Cortés Vargas, Co-
mandante de la Zona Bananera, don Nicolás Dávila, don José
M. Leyva, don Juan Campo Serrano, Alcalde de la ciudad,
don Eduardo Noguera, don José B. Vives, don Joaquín Sola-
no, don César Riascos, don Manuel D. Abello, don José Laco-
razza, don José A. !guarán Cotes, Director de La Prensa, don
0
Gabriel Echeverría, Director de El Estado, y don Rafael Li-
nero Perea, Director de La Razón; y los señores Erasmo
Coronel, Pedro N. del Río y Nicanor Serrano y otros caballe-
ros más.
cEI señor Gerente, después de dar las gracias a los con-
currentes, por la atención dispensada a su invitación, expuso
las razones por las cuales no había aceptado la delegación,
que fueron todas de orden legal, y sólo con el único propósi-
to de ajustarse en todo a las leyes que regulan estas cuestiones,
entrando de lleno a exponer el fin que había buscado, inspi-
rado en la mejor voluntad, al provocar la conferencia en la
forma en que se ha efectuado.
cA su tiempo los señores representantes de las agrupacio-
nes y Sindicatos mencianados, expusieron los motivos que los
habían inducido a un paro o cesación colectiva del trabajo, y
dieron lectura al pliego de peticiones citado, las cuales, en su
orden, fueron discutidas ampliamente con la intervención de
 - 30 -
todos los caballeros mencionados, dando cada quién sus opio.
nes fundadas, y se llegó a la siguiente conclusión.
cA Jos puntos PRIMERO, SEGU, DO Y TERCERO, que tratan
del seguro colectivo obligatorio, de reparaciones por acciden.
tes de trabajo y del des::a.nso dominical, e les con ideró ex-
traiil>S a una solicitud, oda vez que ellos constan en leyes vi-
gentes, qoe la Compañía ha cumplido y egoirá cumpliendo
estricta.meo e. En lo refereo e a reformas de f contrato de
abajo se c n ino qoe pos eriormente se estudiaría el asunto
por fo eresados en es e ponto que e ncierne a todos los iodus·
triales, por si fuere el caso de ajustar esto a la práctica.
cAI punto CUARTO, discutido ampliamente como fue, se
llegó a la conclusión, que siendo difícil establecer una tarifa
que consultara el modo o forma establecida co~o práctica en
los trabajos agrícolas, y estando sometido esto a la ley de la
orfeta y la demanda, y siendo, por otra parte, el mismo traba.
jador quien impone los precios, no fueron, como no podhn
ser, aceptados por la Compañía y los productores.
«Las peticiones a que se contraen los puntos QUINTO,
SEXTO y SEPTIMO, fueron resueltas conviniendo la Compañía
en suprimir los cupones de crédito por mercancías en las tien-
das de las fincas o Distritos agrícolas, sustituyéndolos por Ór·
denes que pueden ser efectivas en dinero, a fin de que no se
vean los trabajadores constreñidos a tener que vender a ten-
deros y usureros de la región esos vales con un descuento rui·
noso, que a veces monta hasta el veinticinco por ciento
(25 %).
cAI punto OCTAVO, se le dio Ja misma solución consignada
respecto a los puntos PRIMERO, SEGUNDO y TERCERO.
•El punto NOVENO fue aceptado por la Compañía en el
sentido de aumentar prudentemente los establecimientos en
donde se preste atención médica en la región, para cuyo efec·
to se proveerá a la instalación de dos hospitales de emergen·
cia, uno en Sevilla y otro en Aracataca, servidos por médicos
titulados, dotados con los implementos necesarios, y con dos
carros de ambulancia requeridos.
cPara constancia se firmará una vez que se haya obtenido
la aprobación definitiva.
«Respecto del punto SEXTO, se aclara en el sentido de que
- 31
si en un sábado que no caiga en quincena de pago, se ha ter-
minado un trabajo, puede el contratista hacer efectivo el to-
tal o el saldo del valor del contrato.
cDamos fe que éstos fueron los puntos discutidos en el
Salón' de la Gobernación, en la fecha expresada. '
(Fdo.) El Secretario de Gobierno, Lázaro Dtaz Granados.
Testigo (Fdo.) f. M. Leyva. Testigo (Fdo.) Nícolás Dávila>.
«Resumen de la segunda conferencia en la Gobernación
para llegar al acuerdo final deseado sobre la base de los pun-
tos discutidos ayer para solucionar la huelga.
clnterrogado por el Gerente sobre sus gestiones anoche
ante los huelgfiistas, respecto a la aceptación de lo convenido
por el Gerente y los delegados, uno de ellos manifestó que sus
mandatarios no aceptaban la negativa de la Empresa a solu-
cionar de una vez satisfactoriamente los puntos 1. 0 , 2.º, 3.º y
8.º de sus peticiones, que tratan del seguro coleGiivo obligatorio,
reparación por accidentes de trabajo, descanso dominical remu-
nerado y cesación de contratos i'ndividuales y creación de los co-
lectivos con derecho a figurar en las plamllas para los efectos
del goce de las prerrogativas de los tres primeros puntos.
•El señor Gerente repitió sus argumentos de ayer: que las
leyes vigentes no la obligaban a esa clase de concesiones; que
las venía haciendo con sus trabajadores en una forma volun-
taria y como una gracia para aquellos que la merecían; que
cualquiera concesión especial que hiciera en este sentido im-
puestas por el momento la afectarían enormemente en sus in·
tereses y de rechazo la obligaría a reformar el sistema que
tiene implantado en la organización de los trabajos. Los dele- ·
gados aceptaron que la ley en este punto no los favorecía,
pero que eso se debía a la forma como estaba redactado el
contrato en aquella parte que dice: «que ni los contratistas ni
sus empleados son empleados de la United Fruit Company» 1
y que por consiguiente mientras no se obtuviera ~~ enmienda
en ellos borrándole o suprimiéndole esta declarac1on, la Com-
pañía seguiría escudándose en la ley que en esta forma evi-
dentemente no la ohligaba; agregaron que los obreron no
aceptarían ninguno de los otros puntos si se negaba la ~avnra­
ble solución de aquél, que consideraban como el más impor-
tante de todos. La Empresa tiene establecido el sistema de
 - 32 -
contratistas para la mayor parte de sus trabajos de producción
de guineo, y se me dice que precisamente estos contratistas
. no quedan incluidos en las leyes relativas a estos tres puntos.
Los obreros quieren que se supriman los contratistas por me-
dio de Jos contratos que llaman individuales y se reemplacen
por los colectivos, porque de esta manera sí los favorec~ía al
ley y eso es lo que ellos buscan, arreglos para hacer viable la
ley y enmarcarse dentro de ella, pero la Compañía dice que
le sería imposible, porque a la vez sufriría en sus intere-
ses por l0s desembolsos que tendría que hacér para atender a
esos tres servicios. Los obreros quieren dar a entender con
esta iictitud que están resueltos a aprovechar esta circunstan-
cia favorable que se les ha presentado del paro general que
han alcanzado, para que de cualquier manera se les tenga en
cuenta y se les haga partícipes de los mismos derechos que
esas leyes conceden a otras agremiaciones, dando a entender
que si no 10 hacen así ahora y por su propio esfuerzo, no ha-
~
brá quien tome esa iniciativa¡ y el punto capital para ellos, se-
11 gún Jo han manifestado, es Ja aceptación por p;irte de la Com-
1·1
pañía de estos cuatro puntos. Varias veces estuvo a punto de
levantarse la reunión por cansancio de girar sobre un círculo
vicioso: el Gerente manifestando los mismos argumentos y los
I•
obreros Jos suyos. Otro argµmento muy discutido fue el de la
imposibilidad de los contratos colectivos, tomando en consi-
deración que no hay estabilidad de los obreros, que hoy tra-
bajan aquí y mañana allí, por la oferta y la demanda, para sa·
I~
I! bet c;1ándo se tenía derecho, por cuánto tiempo, a las indem·
nizaciones. Los obreros declararon que no podían aceptar la
Ir fórmula de arreglo que les propusimos el Gobernador y yo y
que sí ~ceptó la Comrañía de someter la cuestión al estudio
de una comí ·ión de abogados, en la cual estuvieran represen-
tadas las partes con un tercero nombrado por el Gobierno,
porque diz que eso se demoraba y ellos querían soluciones
prontas, inmediatas.
cEI punto 4.0 sobre aumento del 50 por 100 en los jorna-
les, fue rotundamente negado por la Compañía, y no obstante
se empeñó alguna discusión entre delegados y productores,
alguno de los cuales, un señllr Riascos, ofreció por su parte
un salario mínimum de $ 1-20, $ 1-50 y $ 2, en tres poblacio-
- 33 -
rres, cuyo orden no recuerdo bien, entre las cuales figuran Se-
villa y Aracataca. Los obreros manitestaron que eso era lo que
estaban ganando allí y que debían aumentarse los salarios en
razón de la diferencia de climas y condiciones de vida. No se
llegó a acuerdo alguno tampoco.
cEI punto 5. 0 , cesación de comisariatos, quedó como se
aceptó por ambas partes en la reunión de ayer.
cEI punto 6. 0 , cesación de préstamos por medio de vales,
queda solucionado al resolw·rse favorablemente el 7.º sobre
cesación <le pagos por quincenas, que fue aceptado ayer por
Ja Compañía, y modificado hoy en el sentido que lo pedían los
obreros, de que fueran por semanas.
«El punto noveno quedó como ayer. l'"ue propuesto y
aceptado por ambas partes.
«Estas reuniones las considero completamente estériles, no
hay concierto ni orientación ni lógica para tratar con la debi-
da seriedad los asuntos¡ todos quieren hablar y la atención
de Jos interesados directamente se desvía en este maremag-
num. Se necesita que haya una persona que concentre sobre sí
la atención de todos, que ilustre el criterio con exposiciones
juiciosas y adecuadas para sacar algún provecho y llegar a
11 hacer producir determinaciones definitivas. Los obreros fue.
ron asesorados hoy por el señor doctor que los acompañó ayer,
quien habló poco, pero sí se le vio didicado a asesorar cons-
tantemente a Jos delegados, pero lo hacen éstos tan mal, que
es imposible llega·r a nada práctico por falta de ideas para
hacer entender bien lo que desean. Alguien me dijo allí que
anoche, al dar cuenta a sus comitentes del resultado de la
conferencia de ayer, sus primeras palabras fueron éstas: he-
mos conseguido tres puntos, no hay que aflojar hasta conse-
guirlos todos. Al terminarse la reunión hoy, yo me quedé de
último y al dirigirme a la calle les oí que decían a los que los
esperaban: algo más hemos conseguido, mañana y los días que
vienen conseguiremos lo demás hasta completar; a lo que
agregaron los otros: todo o nada, te hacemos presente nues-
tro juramento que lo cumpliremos. En la puerta permanecie·
ron más de 50 de e5tos hombres esperando el resultado de la
reunión . Noté que cada rato salía el delegado Reyes y se me
"

- 34 -
dijo que era a consultar con un cabecilla que se oculta, pero
no se me pudo decir dónde se encontraba.
«Le repito mi General que continuaremos perdiendo el
tiempo si alguien no viene a presidir las reuniones; esa perso-
na debe ser aquella que pueda ofrecer su mediación de in-
fluencia ante el Gobierno o el Congreso para solucionarles en
alguna forma lo que piden los huelguistas con respecto a los
cuatro puntos de que le he hablado al principio. La mayor
parte de los productores, así como bs representantes de la
Empresa, no tuvieron inconveniente en manifestar en alta voz
en la reunión, que por la manera como se estaban conducien-
do los delegados, de lo que se trataba era de una imposición
de los obreros, que estaban resueltos a no aceptar. Muchos de
ellos mafestaron al despedirse o disolverse la reunión, que no
aceptc;rían más reuniones. Esta reunión se acabó por consun-
ción y desde las 5 empezaron a desfilar los concurrentes y
pasó como dedia hora sin que nadie hablara una palabra,
como si presenciáramos un duelo. El señ0r Gobernador detu-
vo por varias veces al señor Gerente en sus intentos de reti-
rluse, tal vez por fastidio. En general los ánimos quedaron
predispuestos muy desfavorablemente sobre la utilidad y con-
veniencia de estas conferencias>.
Para mayor claridad en los hechos posteriores creemos del
caso hacer conocer la actitud asumida por el Gerente de la
United Fruit Company y algunos agricultores nacionales con
respecto a los puntos tratados en las conferencias cuyos infor-
mes atrás transcribimos. Los caballeros cuyos nombres en se-
guida se verán por la constancia que transcribimos, fueron
declarados personas no gratas para los obreros, y algunos de
ellos sufrieron toda suerte de vejámenes pocos días después.
Hé aquí el texto de dicha constancia:
cNosotros, Thomas Bradshaw, Gerente de la United Fruit
Co'mpany, Atilio A. Correa, César Riascos, Enrique E. Gon-
zález, José María Leyva en su nombre y en representación de
la señora Helena de Vengoechea, Eduardo Noguera S. y José
B. Vives, estos últimos productores de bananos, dejamos cons-
tancia de los siguientes hechos ocurridos en las dos conferen-
cias que con ocasión o por causa de la cesación colectiva del
trabajo en la zona bananera, se celebraron en el salón de la
- 1
.
- 35 -
Gobernación del Departamento con asistencia del señor Go-
. bernador, de sus Secretarios de Gobierno y Hacienda, y de
I• los señores Erasmo Coronel, Pedro N. del Río y Nicanor Se-
rrano, delegados de los Sindicatos, Ligas y Comités de brace-
ros, obreros, campesinos y colonos de la zona bananera, Cié-
naga y Santa Marta; del señor Mayor E. del Valle, represen-
tante del señor General Carlos Cortés Vargas, Comandante
militar de la región bananera, y de algunos caballeros más.
cPRIMERo-Que sólo por corresponder a las reiteradas in-
sinuaciones del señor Gobern ador y del señor General Carlos
Cortés Vargas, y no porque se considerara a los tres delega-
dos nombrados por las agrupaciones ya citadas como legíti-
mos representantes de los obreros y trabajadores en las fincas
de bananos de la United Fruit Company y de los demás agri-
cultores nombrados, porque no habían sido elegirlos de acuer-
do con las leyes que regulan los conflictos colectivos del tra-
bajo; y también con el fin de evitar que se creyera que el
rechazo de los referidos delegados era sólo nn pretexto para
eludir la discasión de los puntos que contenía el pliego de
peticiones presentado primeramente a la United Fruit Com-
pany y leído después en Ja primera de las conferencias dichas,
se convino en oír a dichos delegados.
«SEGUNDO-Que a pesar de que los pretendidos repre-
sentantes de los obreros y trabajadores admitieron no sólo su
falta de personería sino también que estaban fuera de la ley
con motivo de la cesación colectiva del trabajo decretada por
ellos o sus dirigentes sin sujeción a los trámites legales, se
llegó a la discusión de los puntos del pliego referido, de ma-
nera absolutamente informal con el resultado que a continua-
ción se expresa:
«TERCERO-Los puntos primero, seg1mdo y tercero, que tra-
tan del seguro colectivo obligatorio, de las reparaciones por
accidentes del trabajo y del descanso dominical, fueron recha-
zados por referirse a cnestiones de interpretación legal, pues
ni la United Fruit Company ni los demás agricultores, que se
ajustan y se han ajustado siempre a lo!> preceptos del legis-
lador, pueden admitir que se están apartando de ellos en las
materias expresadas.
3
 - 36 -
cCUARTO-El punto cuarto que trata del aumento de algu-
nos jornales en un cincuenta por ciento (50 por 100), después
de haber sido discutido ampliamente, tampoco fue aceptado.
Sin embargo, se convino en fijar un peso veinte centavos oro
legal ( 1.20) para los jornales de! Riofrío y Orohueca¡ uno
cincuenta oro legal ( 1.50) para Sevilla y Tucurinca y Ara.
cataca, y dos pesos oro legal( .. 2 oo) para El Retén. En cuan-
to al aumento de precio para los contratos de trabajos agrí-
colas, se tuvo en cuenta que ellos están sujetos a la ley de la
oferta y Ja demand~, y que en estos casos los precios no los
fijan los dueños de las fincas ni la Compañía sino los con·
tratistas.
•QUINTO-El punto quinto por el cual se pretende la SU·
presión de las tiendas y almacenes de la Compañía en las
diferentes secciones de Ja región bananera, fue rechazado
igualmente por la misma razón, invocada por los peticionarios
que es la libertad de comercio, y porque tiende al mejora-
miento de las condiciones retributins del trabajo, como lo
exige la ley.
cSEXTO-Con relación a los puntos sexto y sépitmo, se con·
vino en el establecimiento de pagos semanales, y en la supre-
sión de vales para las tiendas.
cSÉPTIMO-La petición contenida en el punto octavo rela-
tiva a los contratos individuales para ser reemplazados por
contratos colectivos, fue negada por la imposibilidad material
de ajustarla a la práctica.
<ÜCTAvo-En lo que se refiere al establecimiento de Hos-
pitales a razón de uno por cada 400 trabajadores, por consi-
derarse exagerada la petición, se convino solamente en levan·
tar dos hospitales de emergencia en Sevilla y Aracataca en
donde se pueden atender provisionalmente los casos de ma·
yor urgencia, dotados de los implementos necesarios para
su regular funcionamiento y asistidos por médicos titulados,
hospitales que estarán dotados de un carro de ambulancia
cada uno.
cNovENO-Se ofreció por último mejorar e higienizar las
habitaciones de los trabajadores en las fincas.
•DÉCIMO-Se deja constancia igualmente de que las peti·
cienes rechazadas, lo fueron no solamente por las razones an-
- 37 -
tes expuestas, sino por ser perjudiciales para la industria ba-
nanera en general.
cSanta Marta, noviembre 20 de 1928.
Thomas Bradslzaw Atilio A. Cotrea-j. M. Leyva-E. E.
González-Ed11ardo Noguera P.-Joaquín Salcedo• .
•••
Entretanto que las conferencias seguían su curso, los obre-
ros en huelga no perdían el tiernpo y se seguían organizando
bajo el mando del conocido cabecilla comunista Raúl.Eduardo
Mahecha. El c0mercio de Ciénaga recibía a diario fuertes re·
mesas de víveres enviadas de Barranquilla; y los miembros
de la Sociedad del Comercio de Psta ciudad (Ciénaga) no
cesaban en la tarea de recolectar víveres y dinero. El señor
Aristides Facholas, súbdito griego nacionalizado en Colombia,
fue uno de los más entusiastas entre los recolectores de víve-
res y propagandistas de la huelga, así como el señor Isidro
Izquierdo y otros varios; esto!l víveres eran depositados en un
local bajo las órdenes de Cristián Vengal, negro curazaleño,
maquinista del Ferrocarril de Santa Marta, quien, desde el
principio de la huelga fue una de sus cabezas visibles. Era un
flujo y reflujo de partidas de hombres que a Jo largo de la vía
férrea, en los 75 kilómetros que hay de Ciénaga a Aracataca,
iban y venían día y noche; en Ja estación de Ciénaga había
una especie de guardia permanente de dos a trescientos hom-
bres custodiando unos grandes cartelones\lintadns en tela con
letreros subversivos e incitantes para continuar la huelga. Las
prensas de La Organización, así como las demás imprentas
de Ciénaga, no cesaban un momento imprimiendo hojas suel-
tas de propaganda subversiva, las que eran repartidas profu-
samente en toda la z.,na. El Diario del Córdoba, periódico de
propiedad del señor Julio Charris y redactado por el señor
Pedro Barrios B0ch, con encendidos artículos, relaciones de
sus corresponsales y escritos de todo orden, caldeaban mo-
mento por momento los ánimos.
De los cuarenta mil obreros que habitualmente trabajan
en Ja zona bananera, una gran mayoría estaban ansiosos de
reanudar trabajos, mas, los revoltor.os por la fuerza se lo impe-
dían. A todas estas el Comando de las fuerzas apenas disponí~

del Regimiento Córdoba el cual tenía doscientos hombres an-
tiguos y doscientos reclutas de pocos días de acuartelados
más un batallón de antiguos del Regimiento Nariño de gua .....'
nición en Aracataca¡ esto es, al rededor de trescientos hom-
bres disponibles, con los cuales era materialmente imposible
dar garantías a los propietarios de fincas de una región tan
extensa como densamente poblada.
La United Fruit Company obligada como está por contra.
tos con los agricultores particulares a recibir fruta todos los
días lunes, martes y miércoles de cada semana, solicitaba
ahincadamente de la Gobernación las garantías del caso
para que los trabajadores pudieran ir a efectuar el corte de
esta fruta, y asímismo lo solicitaban los agricultores naciona·
les. Este deseo, muy justificado por cierto, de los productores
de guineo, para efectuar el corte y recolección de la fruta con
«:I objeto de utilizar los barcos surtos en la bahía de Santa
Marta y recibir el valor de su fruta, hacía que la petición
fuera atendida por el señor Gobernador. El, a su turno,
solicitaba con insistencia' que la fuerza pública a nuestras
órdenes diera las garantías del caso para tales faenas. Mas,
como era imposible proporcionar tantas escoltas cuantas fin.
cas hay en la región, solicitamos del señor Gobernador que,
si fuere posihle, se circunscribiera el corte de la fruta a un
sector dado dentro del cual pudiéramos dar garantías efec-
tivas a los trabajadores. Ignoramos la razón, más la supo·
nemos, que cedienqo a presión tanto de los cultivadores na-
cionales como de la Compañía, se ordenara o permitiera el
corte de fruta a todo lo largo de la Zona bananera desde Papa·
re basta Fundación ,
Como ya dijimos, en la imposibilidad de situar escoltas en
todas las fincas, el comando de las tropas resolvió solicitar un
batallón más de las tropas de Barranquilla y con toda la fuer-
za constituír fracciones de veinticinco hombres cada una, in·
tercalados soldados antiguos y reclutas a las órdenes de un
oficial, con el objeto de que se embarcaran en los trenes de
recolección de fruta y fueran en ellos a todos los confines de
la zona bananera con la consigna de protejer el material
r~dante Y el personal de a::iuellos trenes, así como presen-
ciar el corte de la fruta y defender, si fuere necesario ha-
'"
- 39 -
ciendo uso de las armas, a los trabajadores que efectuaban el
corte y acarreo. Además, día y noche, un tren con tropa reco-
rría la línea y sus ramales con el objeto de acudir donde fuere
menester.
Fracasadas completamente las negociaciones, se supo que
el señor Jefe de la Oficina del Trabajo, doctor José Rafael
Hoyos Becerra, había recibido orden de trasladarse en hidro-
avión al lugar de los acontecimientos con el fin de buscar una
solución al conflicto. Las masas esperaban ansiosamente a que
J:.
el doctor Hoyos Becerra llegara, pues suponían, no sin fun-
damento, que seguiría la misma política del señor Alberto
Martínez Gómez, Inspector de la Oficina de Trabajo, quien,
como ya lo vimos, se puso francamente del lado de los di-
rigentes comunistas en vez de situarse, como era su de-
ber, en el fiel de la balanza. Llegado que fue el doctor Ho-
yos Becerra, acompañado del doctor Miguel Velandia, tu-
vieron una conferencia en Santa Marta y de allí emprendie-
ron viaje a la Zona bananera en reunión de los delegados
obreros y de algunos agitadores comunistas ; desgraciada-
mente la actitud asumida por las masas no fue de completa
cordialidad hacia aquellos funcionarios, toda vez que ya era
sabido que disentían fundamentalmente con algunos de los
nueve puntos exigidos por los obreros. Esta gira ayudó a cal-
dear los ánimos, pues en muchos, que sinceramente creían
que podrían obtener los tan decantados nueve puntos, per-
dieron totalmente las esperanzas, y otros se aprovecharon
del fracaso total de las conferencias para enardecer los
ánimos.
A todo esto se imprimió y circuló profusamente una hoja
volante toda llena de calumnias incitando a los soldados a
hacer causa común con los huelguistas, en la cual se leía:
e.Soldados del ejército colombia110, compaiieros de inforlut1io,
salve! El conmovedor espectáculo que presencia la Zona ba-
nanera, en nuestros herman0s del Regimiento, pobres parias
1
que al igual que nosotros, lanzan el grito desesperante de
e.Tenemos hambre», ese grito de dolor y angustia que con-
mueve a los corazones más empedernidos, no ha podido con-
mover a los de la brillante oficialidad de nuestro ejército, que
distrae sus ocios en bacanales «neronianos» con los empleados
•
1
 - 40 -
yankes, de donde salen juntos a lanzar provocaciones y dictar
conferencias insultantes a las masas pacíficas en nombre de la
United Fruit Company.
cQué delito han cometido los trabajadores de la Región
Bananera, para que sean tan cruelmente tratados por el Ejér-
cito de nuestra patria? Será delito cruzarse los trazos en pro·
testa pacífica contra los que tratan de explotar nuestra buena
fe comerciando con nuestro trabajo? ·
cCamaradas del Regimiento: Ya sabéis cómo os tratan
vuestros superiores que os dejan morir de hambre estando
pagada vuestra alimentación por la República.
cSoldados del Ejército colombiano, ya estáis viendo cómo
os obligan vuestros jefes a descargar de los vagones de los fe.
rrocarriles, la carga que viene consignada a la U nited Fruit
Co., y cómo os obligan también a llevarla en vuestros hom-
bros basta los comisariatos de la misma empresa.
cSoldados del Ejército colombiano, ya has presenciado
que vuestros jefes y oficiales viven en completo contubernio
con los yankes, en sus mansiones de la Zona, que los mismos
que después de robarse nuestra riqueza, se apropian nuestro
suelo. No olvidéis a Panamá.
cNo olvidéis, compañeros del Regimiento, que si tal cosa
sucede, volved las armas contra los piratas de nuestra rique·
za, y contra aquellos nacionales que cual el Iscariote de la
leyenda, venden a nuestra patria. Marcadlos bien.
Barranquilla, 19 de noviembre de 1928.
Nosotros supimos por nuestro servicio secreto que esta bo-
ja había sido impresa '!n los talleres del señor Edgardo de
Zola; inmediatamente dimos el denuncio del caso al señor
Víctor Manuel Fuentes. Alcalde Municipal de Ciénaga, quien,
no obstante la forma apremiante en que le hicimos la in'sinua·
dón de incautarse de la edición de esta hoja subversiva, no
quisn tomar providencia alguna; esta autoridad estaba de
acuerdo con los huelguistas y todas las noticias o informes
que recogía de nosotros los lanzaba inmediatamente al seno
de los dirigentes comunistas (1).
(1) Véase anexo N.º 3.
- 41
En la edición de «El Estado» del día lunes 3 de diciembre
de 1928 el señor Secretario de Gobierno del Departamento
dio un reportaje que ayudó aún más a sobreexcitar los ánimos
y a reafirmar en las masas la creencia divulgada constante y
tenazmente por los dirigentes comunistas de que, lle,gado el
caso, los soldados harían causa común con el pueblo y en nin-
gún momento dispararían sobre ellos. He aquí una parte de
ese reportaje, reservándonos para los anexos de este informe
reproducirlo íntegro así como la rectificación qne el mismo
señor Secretario de Gobierno doctor don Lázaro Díaz Grana-
dos hizo de aquél y por el cual se ve claramente que no des-
miente con la energía del caso la parte sustancial de tan mal-
hadada puqlicación (1).
cEs verdad, pregunta el cronista, que ha llegado un con-
tingente de trescientos soldados antioqueños?
e-Sí. Los del Regimiento Nariño, pedidos por el General
Cortés, son casi en su mayoría antioqueños. El Comandante
los ha pedido porque teme que en el momento de un conflic-
to, los soldados del Magdalena, que tienen sus hermanos y sus
parientes entre muchos trabajadores. de la huelga 'y que fue-
ron anteriormente trabajadores de guineo, puedan, por moti-
vos muy explicables, vacilar en caso de tener que asumir una
actitud decisiva».
Por los informes de las autoridades civiles de la Zona, el
señor Gobernador estaba también al tanto de la situación;
mas, diferíamos tan sólo en el modtls opera11di, pues él quería
que se patrullara la región tal como se hace con la policía, lo
cual era absolutamente impracticable; las masas, imbuídas
como estaban de que las tropas fraternizarían con ellos, tan
sólo respetaban a los oficiales, quienes necesitaban de toda
su presencia de ánimo y personalidad para imponer algún res-
peto a los amotinados. Disgregar las tropas en pequeñas frac-
ciones fuera de la vista y mando de sbs jefes naturales, habría
sido perder soldados y fusiles. •
Solicitó el señor Gobernador en los primeros días de di·
ciembre que se destacara una guarnición en Fundadón, o sea
en el límite extremo de la Zona bananera; aquella población
se distinguió por su amor a la paz y su respeto inquebrantable
(1) Véase anexo N. 0 4-
 - 42 - ·
a las autoridades¡ parecía inoportuno retirar fuerzas de lugares
donde, como Sevilla, realmente era indispensable la conser-
vación del orden, para llevarlas a un lugar por entero pacífico;
con todo, para acatar las órdenes de la autoridad civil ciñén-
donos a instrucciones precisas emanadas del Ministerio de
Guerra, se ordenó que el Capitán don Luis F. Luna, que con
una compañía del Regimiento Córdoba, ocupara a Fundación.
Ya que hemos dicho cuál era nuestra norma de conducta en
tales circunstancias creemos del caso insertar el telegrama de
30 de noviembre en que el Comandante General de la 2.ª Di-
visión nos dice:
e Para que usted tome atenta nota y aprecie la justificación
de procedimientos adoptados por usted desde principio huel-
ga, con gusto transcríbole telegrama acabo recibir de Minis·
terio Guerra:
cO~den público-Ministerio Guerra-Bogotá, 30 noviembre-Ge-
neral Comandante División-Barranquilla.
<Acabo transcribir a Ministros Gobierno, Industrias sus
4.065 de a"jer y 4.070 de hoy; como respuesta a ellos transcrí·
bote telegrama dirigí anC:cbe a Gobernador Santa Marta•.
E~tra- Orden público-Bogotá, noviembre 29-Doctor Núfiez
Roca, Gobernador-Santa Maria.
cSupoogo baya recibido usted telegrama dirigióle hoy se-
ñor Ministro Gobierno sobre norma conducta debe adoptar
con el fin de conservar orden público y hacer respetar dere·
chos y garantías individuales en Zona bananera. Tanto Exce-
lentísimo Presidente como Ministro Gobierno y yo estamos
perfectamente acuerdo en que único medio eficaz para resta-
blecer normalidad en dichas regiones, proceder aprehender
inmediatamente a cabecillas y agitadores, enviarlos a Cartage-
na, e instruír y adelantar los respectivos sumarios para com·
probar su responsabilidad. Debe usted estar convencido, si
ese procedimiento se hubiera adoptado desde principio, Ja
situación se habría normalizado en menos de ocho días. En
telegrama de hoy reitero a los jefes militares la orden termi-
nante que ya les había impartido de concretarse a prestar con
la fuerza pública el apoyo que usted y los demás Gobernado·
res les soliciten por escrito conforme artículo 60 del acto le·
- 43 -
gislativo número 3 de 1910, pero procurando evitar en todo
caso el fraccionamiento imprudente de las tropas, lo que po·
dría tener funesto .resultado. Refiérome suyo de hoy .-Atento
servidor, IGNACIO RENGIFO B. Ministro.
cNo solamente apruebo sino que aplaudo determinación us-
ted en sentido evitar debilitamiento fuerzas fraccionándolas.
Espero comunique actitud y actuaciones futuras Gobernador
doctor Núñez Roca en vista telegrama transcrito y del que di-
rigió ayer Ministro Gobierno, Ignacio Rengifo B. Comuníque·
me todas actuaciones Gobernadores respecto órdenes ha re-
cibido de Ministro Gobierno, pues e.s importante hacerlas
conocer inmediatamente de Ministro Guerra, aunque estoy
seguro usted procede con criterio acuerdo situación, es con·
veniente tropas queden situadas en lugares permitan mutuo
apoyo y en momento dado, poderlas concentrar donde sea
necesario. Acabo solicitar Ministerio Guerra se ordene que
guardacostas estén listos Santa Marta para conducir a Carta-
gena presos que tomen conforme órdenes Ministro Gobierno,
fin evitar transportarlos por esta vía; lo contrario mandaránse
a Ciénaga transportes-Servidor, justo A. Guerrero, Divisiona·
rio•.
De todos los puntos de la región nos ·llegaban comunica-
ciones en que se daba cuenta de las últimas disposiciones to-
madas por las Asambleas obreras; todas estaban acordes en
que habiendo fracasado las negociaciones y escaseado los ví-
veres debían efectuar un movimiento de concentración sobre
la ciudad de Ciénaga para de allí pasar a Santa Marta. Teme-
rosa Ja Sociedad de Comercio de Ciénaga de que los huelguis-
tas, escasos como estaban de víveres, pudieran cometer des-
manes, ya que las colectas de productos alimenticios había
mermado mucho, resolvió desligarse del movimiento que hasta
ese momento había apoyado francamente; reunió a los dele-
gados obreros y les notificó por boca de su presidente, señor
Jaramilla, que suspendían todo ap0yo.
Sabedores ya nosotros de ese acaecimiento recibimos la
visita de dos de los delegados, Serrano y Del Río, a quienes
manifestamos conocer los términos de la conferencia que se
había tenido¡ amonestándolos para que, si ellos lo creían con-
veniente, fueran ante el señor Gobernador y le dijeran que en
 - 44 -
vista del giro que estaba tomando el movimiento, ellos resigna ·
han su delegación para evitarse ulteriores responsabilidades.
Esto ocurría en la noche del I. 0 de diciembre del año próxi.,
mo pasado.
Tuvimos conocimiento el día 2, que circulaba una comu·
nicación, cuya copia estaba en nuestro poder, suscrita por
Tomás Uribe Márquez, en la cual se daban instrucciones de la
manera como debían proceder los huelguistas, instrucciones
poco tranquilizadoras como se verá por la siguiente trans·
cripción:
cEstimados camaradas: José G. Russo, Raúl E. Mahecha,
Manuel López Carmargo, Juan Candanosa Lobo, José Monte.
negro, José J. Lozano, demás compañeros de la Unión Sindi-
cal de Obreros del Magdalena, Ciénaga.-Ante las circunstan-
cias presentadas corresponde a los trabajadores en huelga se·
guir las siguientes líneas de conducta: no obteniendo recono-
cimiento a los reclamos pasados y a las leyes, y en vista de la
actitud humillante del Cobierno vilmente entregado al querer
del imperialismo yanqui, los huelguistas deben proceder a or·
ganizar la acción directa sorpresiva mediante el sabotaje de
las comunicaciones ::le todo orden, la intervención forzada al
trabajo ronpe-huelgas, la destrucción de zonas bananeras y
franca actitud defensiva sin que nada de esto implique con·
duela abierta de rebeldía en guerra sino la modalidad de la
propia defensa ante los, desafueros que se están cometiendo.
Por otra parte hay que organizar un movimiento de simpatía
individual hacia los soldados a efecto de procurar la frater-
nización, fin dé alcanzar ésto ustedes procederán a imprimir
bojas diversas para repartirlas a la tropa, a la vez que obten·
drán la manera de celebrar con algunos grupos de éllos con·
ferencias privadas de confraternización. Además es necesario
que organicen un asalto a las cárceles para libertar a nues.
tros compañeros presos, los más destacados de los cuales de·
ben ocultarse para dirigir la acción. Convendriá sobremanera
que establezcan desde ahora una directiva clandestina encar-
gada de actuar en reemplazo de los que sean apresados nueva·
mente. 'Envíen un delegado a Barranquilla y otro a Cartage.
gena a fin de obtener la generalización del movimiento de
solidaridad. En otros sectores del país se hará lo propio si
- 45 -
así lo requieren las circunstancias, las comunicaciones por
avión hacia esta capital deben ser puestas en Barranquilla
porque a buen seguro hay control sobre el correo en este sec-
tor. No está por demás advertirles la necesidad de virar el
carácter de la huelga en movimiento anti-imperialista. Esta
circunstancia hará cambiar el aspecto de las cosas y obligará
al Gobierno a presentar una actitud rlesdorosa ante la opinión
pública. La prudencia es virtualidad que solo debe tenerse
cuando se vea que el enemigo accede mediante tratado for.
mal hecho con las condiciones de estilo en estas emergencias.
El portador indicará algunos medios basados en la experien-
cia para que el movimiento adquiera las fases requeridas.
(Fdo). Tomás Uribe Márquez. Su Gt:neral•.
El Comandante de la Guarnición de Aracataca informó
esa noche:
Diciembre I. 0 de I928.
cSituación considérola gravísima. Infórmame que huelguis-
tas amenazan tranquilidad país y vidas americanos encuén·
transe esta región. Alcalde hasta la fecha sigue esperando de-
creto Gobernador para publicarlo por bando. Respetuoso
subalterno, Capitán Fernández>.
Pocos momentos después recibióse el siguiente telegrama
del señor Gobernador:
«Confírmole orden trasmitíle por teléfono por conducto
Secretario Gobierno, no permitir conglomerados huelguistas
trasládense esta ciudad, sea en tren o a pie. Solicito Gerente
ferrocarril coopere medida. Encarézcole también auxilie Al-
calde Ciénaga con cincuenta hombres para trasladarse Ori·
hueca a publicar bando decreto Gobernación. Díceseme estor-
báronlo allí multitud obreros lo que constituye rebeldía auto-
ridad. Servidor, J. M. NÚÑEZ Roe.u.
Inmediatamente ordenóse que el señor Capitán don Julio
Garavito que, con la compañía de su mando, se trasladara aOri-
bueca para el fin indicado por el señor Gobernador. Dicho Ca-
pitán vióse en graves dificultades a fin de conservar la forma-
ción y moral de sns tropac;, pues los huelguistas trataban de
mezclarse en las filas para disolver la columna. Cumplida la
comisión y fijad0s los decretos la mencionada fuerza regresó
a la ciudad de Ciénaga.

En previsión del éxodo de huelguistas hacia Santa Mar-
ta ordenó el señor Gobernador situar un retén de tropas en
una parte de la línea férrea entre Ciénaga y aquella ciudad.
Inmediatamente ordenóse que el Capitán Francisco Mutis, del
Regimiento Nariño, al mando de veinticinco hombres, consti-
tuyera un retén en el punto denominado Papare, inmediata-
mente cercano al puente sobre la quebrada de su nombre.
El domingo 2 de diciembre ya parecía por todos los síntomas
que se observaban en la Zona que el movimiento tomaría los
más graves caracteres. Ese día recibióse el siguiente telegra-
ma de Aracataca:
cDicen mañana seguirán huelguistas a Santa Marta protes-
tar ante Gobernador por apoyo ejército trabajos. En este mo-
mento acaban reunirse, diéronse consigna impedir trabajos
a costa todo sacrificio; obraré con prudencia exige situación.
Tengo informe que en Riofrío han llegado hoy muchos huel-
guistas reunirse fin impedir trabajos, mañana. Respetuoso su-
balterno, Capitán F ernández-.
Por su parte el señor Gobernador me decía en esa misma
fecha:
cAvísanme de Orihueca población hállase peligroso estado
agitación. Urge su inmediato traslado con fuerza cantidad juz-
gue suficiente imponer, modo enérgico y prudente, orden im-
posible hacer guardar simple policía. Gerente ferrocarril aca-
ba imformar hállase actualmente en Ciénaga tren dispuesto
órdenes suyas. Alcalde Ciénaga, quien debe lleg:u ésa dentro
de pocos momentos procedente Orihueca, ampliarále infor-
mes. Sírvase situn también fuerzas en Riofrío. JosÉ M. Nú-
ÑEZ R».
En la mañana del día 3 el Comandante de la Guarnición
de Aracataca informó:
cAnoche a la una y media llegaron huelguistas de reté~
en formación portando bandera colombiana, en seguida se
reunierón salón obreros despachando comisiones para todas
las fincas con consigna impedir trabajos. Tengo lista tropa con-
forme dispúsolo anoche inclusive trenes. Huelguistas hállanse
en espectativa. Espero órdenes. Capitán Femández».
A todas estas el señor Juez de la Policía Nacional doctor
- 47 -
Noé Otálvaro puso en libertad a todos los detenidos que tenía
a sus órdenes; el regreso de aquellos cabeci!las fue un acon-
tecimiento en toda la Zona, se les recibió en triunfo en cada
una de las Estaciones del ferrocarril y hubo ocasión para cru-
zarse encendidos discursos que caldearon aún más el ánimn de
los huelguistas. Los ciudadanos pacíficos de todos los colores
políticos acudían a nuestro despacho solicitando garantías para
sí y para sus propiedade~; argüían ellos, y no sin razón, que el
Alcalde de Ja ciudad no se preocupaba en manera alguna de
su misión principal en aquellos momentos, cual era, la de ve-
lar por la tranquilidad pública. Nuestra condición de militares
no nos pefmitía mezclarnos en asuntos ajenos a nuestra in-
cumbencia, y por lo tanto no nos era posible atender a di-
chos ciudadanos en su justo reclamo.
El siguiente telegrama del señor Gobernador muestra a las
claras cuál era la situación de ese día:
cEn vista situación Zona he dirigido Gobierno Nacional
siguiente telegrama:
cDiciembre 3 de z928-Preside11te República, Ministros Go-
bierno y G.uerra-Bogolá.
«United y productores dispusieron hoy corte bananos,
protegidos policía y tropa. Huelguistas han asumido actitud
resuelta impedir trabajos obreros que han querido hacerlo.
Con este motivo han ocurrido grandes desórdenes, según in-
forman varios puntos de la Zona. Me dicen un soldado mató a
un huelguista en Riofrío y amotinados ármanse machete. Creo
llegar el caso declarar estado sitio, Provincia Santa Mart1.
Imposible, dentro de normas legales, dada topografía y ex-
tensión de la Zona, proceder con la actividad y eficacia que
estado de C'lsas demandan. Creo urgentísimo reforzar guarni-
ción, enviar este puerto remolcador¡ para caso interrúmpase
comunicación. Seguiré informando. Servidor, JosÉ M. Nú-
ÑEZ R:o.
No fue cierta la noticia de la muerte de un huelguista a
manos de un soldado, como !:C lo habían informado al señor
Gobernador y él lo avisó al Gobierno; en lo cierto sí estaba,
que para restablecer el orden era de todo punto indispen-
sable declarar la región en estado de sitio, pues de lo contra-

rio cada día se irían caldeando más y más los ánimos ya con
las conferencias y discursos de los dirigentes comunistas ya
con las hojas de propaganda y los candentes artículos que a
diario publicaba El Diario del Córdoba. Este periódico fue al
alma mater del movimiento, sus ediciones eran devoradas por
el pueblo, cada tarde traía noticias espeluznantes de los su-
puestos atropellos cometidos p1r la fuerza pública y nos cu-
bria de los peores dicterios; fieles c1bservantes de la libertad
de prensa, jamás tratamos de coartarla, mientras el orden pú.
blico no fue turbado.
La situación se agravaba por momentos, los trabajos de
corte de fruta daban margen a encuentros entre los labriegos
que deseaban trabajar y los numerosos amotinados que a toda
costa impedían toda suerte de faenas. Como ya se dijo, las
trapas, fraccionadas en escoltas no menores de 25 hombres al
mando de un oficial, garantizaban a la medida de sus fuerzas
los trabajos, los agricultores que no gozaban de aquella pro-
tección se quejaban ante la Gobernación, la que a su turno
nos increpaba aquel abandono, sin tener en cuenta la enorme
extensión de la zona y el reducido número de tropas de que
disponíamos.
••*
El día 4 de diciembre sobrevino un incidente imprevisto
que precipitó Jos acontecimientos¡ esto, a nuestro sentir, dio
margen a que abortaran los planes que los dirigentes comunis-
tas tenían preparados. De las 1 I de la mañana en adelante
comenzaron a salir de la Estación de Ciénaga los trenes de
recolección de fruta debidamente escoltados¡ una de las escol·
tas iba al mando del teniente Ernesto Botero del Regimiento
cNariño>, y ·u misión era proteger el corte y recolección de
fruta en la finca llamada Villavicencio, de propiedad de don
Eduardo Noguera, situada en las inmediaciones del caserío
de Sevilla.
A eso de las tres de la tarde aquel día, entre las llamadas
telefónicas a que a cada instante se atendía, nos dijo el tenien·
te Botero desde la fi~c:a Villavicencio que un gran grupo de
amotinados lo amenazaban¡ le ordenamos cumplir las órdenes
terminantes que tenía y lo alentamos a hacerse respetar. Mo-
mentos después un joven empleado de Ja Compañía frutera
- 49 -
llegó a nuestro despacho a informarnos que corría la noticia
de que los amotinados habían cojido prisionero al teniente
Botero y su escolta, pues éste se había rendido. Negamos t!n·
fáticamente la versión, no sin que en nuestro ánimo hiciera
profunda impresión tal noticia.
Serían las 4 y media cuando nos informaron que el tenien-
te Botero nos llamaba por teléfono, acudímos presurosos, y
cuál sería nuestra sorpresa, al oírlo relatar que le habían
arrebatado la escolta, Ja cual había sido llevada prisionera a
Sevilla. Inmediatamente dimos orden para que todas las tro-
pas se concentraran en la Estación de Sevilla, distante unos
cuatro kilómetros de la población. No obstante que, como ya
se dijo, casi la totalidad de las tropas estaba fuéra de sus
guarniciones protejiendo los trabajos, la orden fue recibida y
cumplida inmediatamente. A eso de las 5 p. m. salimos con
dirección al punto de concentración a tomar el mando de las
tropas para ir al rescate de los soldados y los elementos: los
fusiles y los 250 cartuchos por hombre que habían caído en
manos de los amotinados, eran nuestra mayor preocupación.
Previo el embarque de las tropas de la guarnición de Cié-
naga, salimos en un autoferro en dirección a la Estación de
Sevilla; 45 minutos después llegamos a dicha Estación y allí
estaban la mayoría de las tropas y las restantes a pocos mo-
mentos llegaron en sus trenes procedentes de todos los ámbi·
tos de la zona. Críticos de pupitre nos tacharon por la prensa
la disgregación de las tropas como faltas contra los preceptos
de los grandes capitanes de la antigüedad y de Napoleón, sin
acordarse que es menester obrar de acuerdo con el terreno y
con las circunstancias, amén de que en aquellos tiempos no
existían los movimientos populares que hoy contemplamos.
Al desembarcamos en la Estación Sevilla, el capitán don
Julio Guarín se nos acercó y dio parte con la novedad de ha-
ber rescatado Jos 25 soldados con sus respectivos fusiles. Este
bravo y pundonoroso oficial llegó casualmente a dicha Esta-
ción en los i;romentos en que se impartía la orden de concen-
tración y allí supo por el Comandante Salvador Fuentes. Jefe
de policía departamental, lo sucedido al teniente Botero.
Como el capitán Guarín condujera un tren con unos centena-
res de presos cojidos en infraganti delito de atacar a los tra-
 - 50 -
bajadores en tina finca en las inmediaciones de Fundación,
dejó al señor teniente Díaz encargado del tren y con 19 hom-
bres se dirigió a la población de Sevilla, no obstante los rue-
gos de algunos civiles y policías para que no cometiera seme·
jante temeridad.
En verdad que el asunto no era fácil si se tiene en cuenta
el que los amotinados subían de dos mil y estaban todos ar.
mados de machetes a más de los fusiles que sin duda sabrían
usar; con todo, este valeroso oficial sólo escuchó la voz de su
deber y con ánimo resuelto emprendió Ja marcha hacia Se-
villa.
Los amotinados al sorprender en el patio de Ja casa de la
finca Villavicencio al teniente Botero y envolverle su5 tropas,
se deshicieron del oficial apartándolo sistemáticamente de sus
hombres sin que a este señor se le ocurriera hacer uso del ar-
ma de defensa personal que portaba. Los soldados y el sar·
gento envueltos por la muchedumbre y aislados los unos de
los otros, no se atrevieron a hacer uso de sus armas por temor
de herirse entre ellos y porque, según dicen, el oficial gritó al
sargP.nto: •Queda encargado>.
Don Eduardo Noguera fue aprisionado al tiempo con la
tropa que había ido a su finca a darle garantías; en la plaza
de la población de Sevilla, que estab" llena de amotinados,
fueron recibidos los prisioneros con las mayores muestras de
regocijo¡ los dirigentes ordenaron preparar una buena comida
para aquellos ccamaradas>, así como la orden para aprestarse
a la defensa. En um de las aceras de Ja plaza sentaron a los
25 hombres custodiados por algunos centenares de amotina-
dos armados de machete, en tanto que otros les predicaban sus
principios y los excitaban a la fraternización.
Cuando era mayor el alboro5o, cundió la nueva de que el
ejército venfa a rescatar a los soldados; antes de que pudieran·
cerciorarse los amotinados de si era o no cierta la noticia, hizo
irrupción en la plaza el capitán Guarln dentro del pequeño
cuadro formado por sas 19 soldados y algunos agentes de la
policía departamental que los habían alcanzado en el camino
por orden del Comandente Fuentes. Al llegar el oficial cerca
a los soldados cautivos, los mandó formar, orden que cumplie·
ron de muy mala gana, fue menester toda la energía del capi·
jl -
tán para hacerse obedecer. Incorporados los soldados a su
tropa, regresó a la Estación Sevilla sin novedad.
El movimiento de concentración ya no tenía objeto; dispu-
simos el inmediato regreso de las tropas a sus respectivas
guarniciones. Los trenes efectuaron los cambios y a las siete
de la noche se inició el movimiento. El capitán Fernández
con el batallón del Regimiento cNariño> siguió hacia Araca-
taca, el mayor Manuel Medina E. con un batallón del Regimien-
to «Córdoba>, hacia Ciénaga, así como el capitán Julio Gara-
vito con una compañía del cNariño>.
Las noticias en toda la zona se difundían velozmente, el
teléfono de la Compañía frutera y el del ferrocarril era nuestro
medio de comunicación más rápido pero el más inseguro; los
telefonistas simpatizaban todos con el movimiento; de consi-
guiente es fácil de adivinar, que apenas ordenáramos el me-
nor movimiento de tropas o sucediera cualquier ocurrencia, se
sabía en todas partes. También tenían relevos del telégrafo,
como se pudo constatar; de esta suerte, los centros dirigentes
estaban al tanto de todo lo que pasaba.
Inmediatamente que salimos esa tarde de Ciénaga, el pue-
blo en masa se levantó e invadió la Estación del ferrocarril y
los playones adyacentes; a la voz de «paralizar el tráfico> del
ferrocarril dado por los dirigentes, tomamaron posesión de
las locomotoras y las apagaron en los patios o las metieron en
los talleres. El capitán Francisco Mutis con el destacamento
de Papare acudía a cumplir la orden de concentración sobre
la Estación Sevilla; al llegar en su tren a la Estación de Ciéna-
ga, fue asaltado por los amotinados, quienes detuvieron el
tren, apagaron la máquina y le quisieron tomar los soldados
prisioneros; él, revólver en mano, defendió sus hombres, Jos
que permanecieron largas horas recluidos dentro de un vagón
de carga.
Nosotros viajábamos en un autoferro a toda velocidad ha-
cia Ciénaga, ignorantes de lo que allí pasaba¡ nuestros amigos
en vano trataron de buscar comunicación para prevenirnos
del peligro; no fue posible que los telefonistas del tránsito co-
municaran noticia alguna; muy por el contrario, iban avisan-
do que íbamos solos. Cuando sentimos el vocerío de la apiña-
4
 - 52 -
'
'
da multitud, ya era tarde, el vehículo estaba virtualmente den-
tro de la gran masa q11e h1bía salido a ene ntrarnos. Asalta-
I> ron el carro y nos sacaron en vilo; «ya tenemos un capitán
preso con su gente•, gritaban tod.1.:; en són de triunfo. cLos
soldados para el Catatumbo, no contra sus hermanos», se oía
por todas parte . c~foeran los piratas del petróleo y la canalla
que los defiendern. Hombre , mujeres y niños en confundida
masa no rodearon¡ en pocos m imentos debían llegar las tro-
I< pas y temimos, no sin r.1zó 1, qne aqu ella multitud irreflexiva
fuera castigada al asaltar el tren. cA.;o m,láñenos a ver dónde
esta el cápitán que tienen preso», les gritábamos; entonces
nos llevaron casi en peso por entre la mole hu mana que grita-
ba delirante, hacia el otro extremo de los patios de la Esta-
ción; entre tanto llegó uno de los trene~ en q ne venía el capi-
tán Julio Garavito, quien fue rodeado por la multitud e inmo·
vilizado. , fomentos de~pués llt:gó el mayor Medina con su
batallón¡ hombres, mujeres y niñ >S se tendían sobre la vía
férrea para impedir el avance de la máquina; mas como no
tenía necesidad de seguir adelante, logró desembarcar y formar
sus tropas que, magdalenence , se comportaron con la mayor
disciplina y serenidad, logrando distanciar la multitd, con lo
t.>
cual se conjuró el peligro.
Ordenamo~ al capitán Mutis regresar inmediatamente a su
I·
puesto, una vez efectni io el desembarc l de sus soldados, los
que habían desempeñ vio el panel po.:o airom' d..: perm mecer
encerrados como ratas entre un vag)1 <le car~a durante más
de cuatro horas; a despech0 de los amntinados nos dirigimos a
nuestro cuartel; por fortuna ya estaban allí las tropas que ha-
bían aesembarcado. Faltaba c;í, el teniente, Calderón Reyes,
quien venía hecho cargo del tren de presos que el capitán
Guarín había capturado. Era ese en esos momentos un verda-
dero problema.
Habíamos ordenarlo qne esos presos fneran conducidos
directamente a Santa Marta¡ el mayor Medina, en previsión
de ..:ualquier trastorno, había ordenad0 a su turno, que dicho
tren esperara a unos pocos kilómetros. de Ciénaga, en sitio
donde había teléfono para comunicarle la Mden de marcha.
Enviamos al mayor Medina con lo tenientes Rodríguez y van
Arken pa/a que averiguaran si era posible pasar dicho tren
- 53 -
sin que hiciera alto en la Estación de Ciénaga. Noticia que no
convenía solicitar por tdéfono, pues sería conocida por los
amotinados al momento.
La multitud ya sabía que un tren con presos debía de lle-
gar de un momento a otro a la Estación; en cuanto vieron a
los tres oficiales, los cercaron y les pidieron como rescate la
libertad de sus camaradas; era imposible obtener vía libre
para el paso de aquel tren, todas habían sido obstruídas con
material rodante y con postes y otros obstáculos. Sabedores
nosotros de que era una temeridad dar la orden de seguir con
el tren de presos hasta la Estación, ordenamos que el subte-
niente Calderón lo abandonara y siguiera con su tropa al
cuartel.
Los amotinados, viendo que no llegaba el tren, resolvieron
mandar una comisión numerosa a buscarlo¡ cuando llegaban
los amotinados ya el oficial tenía la orden de abandonarlo y
así lo llevó afecto, no siri que cayera prisioner.J don Eduardo
Noguera, quien había sido libertado en Sevilla después de
obligarlo a firmar un compromiso que él no tuvo ocasión de
leer. Este incidente, si bien previno un accidente fatal, pues
el oficial no hubiera cedido a las amenazas e instancias de la
multitud, les dio a entender que el ejército en verdad simpati·
zaba con el m0vimiento desde que ronía en libertad los pre-
sos antes de solicitárselo; el oficial y su tropa no fue molesta-
do por esa causa y regresaron al cuartel a eso de las 1 r de la
noche. Entre tanto, ninguna noticia se tenía del señor mayor
Medina y los oficiales que lo acompañaean.
*••
A cada momento llegaban al comando noticias de los atro-
pellos y amenazas de los amotinados; se sentía el rumor de la
multitud que rugía amenazante¡ mucgos caballeros se acerca-
ron a informarnos que corría el rumor de un próximo ataque
al cuartel, otros nos decían alarmados que de un m''mento a
otro los soldados se sublevarían y seríamos asesinados; la
consternación de la población era enorme, nadie se sentía
seguro, las turbas recorrían las calles pidiendo a gritos la ca-
beza de algunos caballeros de los firmantes de la protesta que
atrás publicamos. Las tropas permanecían listas, los soldados
 54 -
silenciosos, se reunían en grupos para comentar los aconteci-
mientos¡ Jos oficiales los exhortaban al fi ·!l cumplimiento del
deber¡ todo presagiaba que la tempestad se avecinaba.
A todas estas, los despachos que recibíamos, tanto de la
gobernación como de las guarniciones, eran alarmantes: de
Fundación el Capitán Luis E. Luna decía: e Desde anoche
hanse presentado considerable número de huelguistas impe-
dir trabajos fincas vecinas. Tropa mis órdenes insuficiente
prestar protección por no disgregarlas. Ruégale ordenar com-
plétese personal compañía•. De Aracataca informaba el capi-
tán Fernández: «En este momento comunica la central de
teléfonos de esta población, que han cortado la línea telefóni-
ca de Sevilla a Aracataca». De Santa Marta decía el señor
Gobernador: cAcaba informarme señor Alberto Dávila que en
su finca "María Luisa", ubicada Orihueca, impiden sacar fruta;
que han amarrado al maquinista y levantado un riel de tra·
yecto vía férrea dentro de Ja finca. Señor Dávila solicita pro-
tección. Encarézcole enviar auxilio inmediato Orihueca•. Al
propio tiempo se recibía el siguiente telegrama también de Ja
gobernación: clnfórmaseme situación Riofrío delicadísima.
Inspector ha tenido que salir población. Sí fuerzas pedíle ano.
che mantuviérase allí no despacháronse, sírvase ordenar inme-
diatamente su movilización. Reitérole también orden mante-
ner fuerzas Sevilla. Permítome advertirle que para que auxilio
tropas sea eficaz no debe limitarse vigilar la línea férrea, sino
que debe penetrar en las poblaciones para imponer orden
perturbado. Ruégole informarme si acuerdo mi telegrama
anoche ha hecho escoltar trenes fruta de hoy•.
La vía férrea en poder de los amotinados así como todo el
material rodante, las tropas seguras sólo tras de los muros de
sus cuarteles, con Ja incertidumbre de si de veras fraternizarían
con las turbas; de todas.partes solicitando protección, las no·
ticias de la orden dada por los dirigentes de efectuar una
concentración sobre Ciénaga para tomar del comercio los
víveres que se habían negado a seguir suministrando; las salí·
das de la ciudad guardadas con retenes de los amotinados
que no dejaban salir sin pasaporle firmado por Cristial Ven-
ga!¡ en plena azonada y sin que ninguna autoridad se resol·
viera a dar la orden por escrito de aplicar el capítulo pertinen·
J
- 55 -
te del Código penal; las familias golpeando a las puertas del
cuartel en busca de protección. Tal la situación en esa noche
de zozobra para todos y más para el comando de las tropas
que representaba un papel desairado: con fuerza, e inerme
f,' para dar garantías a los ciudadanos.
Al telegrama en que dimos cuenta al Ministerio de Guerra
sobre los acontecimientos de Sevilla, recibimos esa noche la
comunicación siguiente:
«1312-Bogotá, 4 de diciembre-Refiérome su extraordina.
rio de hoy. Deploro muy de veras suceso de que usted da
cuenta debido en parte, como usted dice, a prudencias y con-
templaciones exageradas y a reportajes de cierta índole, pero
también, y acaso especialmente, a no haber cumplido órdenes
terminantes y reiteradas ha dado este Ministerio en sentido
no fraccionar tropas en ningún caso, puesto que ello equivale
a debilitarlas. Este despacho aprueba determinación usted en
sentido concentrar fuerzas para someter a los amotinados.
lmportantbimo procúrese recobrar soldados y armas que fue-
ron cogidas por revoltosos. Es preciso proceder con toda
prudencia, pero también con toda energía en caso nece-
sario •••• Servidor, Ignacio Rengifo B.>
En último análisis, el comando de las tropas tenía la culpa
de haber caído el teniente Botero, según se desprende del
despacho anterior. Esto a primera vista era verdad, mas, cómo
desatender las órdenes del señor Gobernador, quien deseaba,
como ya vimos, guarnición para todas y cada una de las ha-
ciendas de la Zona; allí lo que hubo fue falta de personalidad
del oficial: si cien soldados hubiera comandado, otros tantos
le arrebatan.
•••
Es fácil de suponer la tortura de un comandante de tropas
a quien le piden protección de todas partes y tiene orden ter-
minante de no fraccionar sus escasas fuerzas. En pie, listos,
permanecimos todos durante aquella noche en espera de los
acontecimientos que de un momento a otro por fuerza debían
•. desarrollarse. Con las primeras luces del día 5 de diciembre
cobraron mayores ánimos los amotinados: se hicieron dueños
de la plaza de mercado y no dejaban vender sin orden del
comité ejecutivo; los productos de quienes ellos consideraban

como su!> enemigos, fueron arrojados al caño donde atracan
los barcos, las tropas no pudieron proveerse de carne; la ciu-
dad estaba prácticamente en manos de un soviet de gente in-
rresponsable; todos eran dirigentes, según decian, cnando se
les preguntaba de dónde emanaban esas órdenes.
Cediendo a enorme presión, el Alcalde había librado bo-
leta de captura contra Cristián Vengal, en la madrugada de
ese día se le logró prender, ya en la cárcel pública aquel ex-
tranjero dirigente, creímos calmaría un tanto la agitación. A
medida que el día avanzaba el movimiento iba tomando ma-
yor intensidad; grupos compactos desfilaban por frente de los
cuarteles con aire desafiante, algunos individuos llegaron hasta
llamar a los números de la guardia para preguntarles si eran
reclutas o antiguos los soldados y cuántos habían¡ ya no ocul-
taban que esa noche llegarían todos los camaradas de Ja Zona
a reforzarlos; antes, por el contrario, lo decían en voz alta.
El Alcalde de Ciénaga nos dirigió con fecha 5 el oficio nú-
mero 947, concebido en estos términos: cComunico a usted
que un gran número de huelguistas, reunidos en la Estación
del ferrocarril de esta ciudad, impiden la salida de los trenes¡
por consiguiente el tráfico está paralizado. Pido a u.sted el
apoyo necesario a fin de que se sirva impartir las órdenes del
caso para despejar esas multitudes, en el menor tiempo posi·
ble- De usted atento seguro servidor, Víctor Manuel Fuentes>.
Significamos al señor Alcalde verbalmente que, de acuer-
do con el artículo 60, del Acto legislativo de 1910, es el Gober-
nador quien pueden requerir el auxilio de la fuerza armada
y el jefe militar obedecerá sus instrucciones, salvo las disposi-
ciones especiales que dicte el Gobierno; pero en ningún caso
un simple alcalde puede impartir órdenes o solicitar por sí tal
auxilio. Esto lo hicimos en acatamiento de la Constitución y
por la desconfianza que tal funcionario nos merecía.
No obstante la negativa al Alcalde, se dio la orden de
despejar la vía férrea y los patios de la Estación de Ciénaga,
empresa ésta muy difícil toda vez que los amotinados se reti-
raban de un lugar bajo la presión de las trópas, para invadir
las partes libres de vigilancia. El personal de maquinistas y
fogoneros se había ocultado, ya por complicidad con los amo-
tinados, ya por temor a posibles represalias. El formar un
-p-
tren y moverlo, era cometido hastante difícil. Toda la ciudad
era patrullada por grupos de amotinados que infundían el te-
rror entre los habitantes; los moradores pacíficos no pensaban
sino en emigrar para ponerse 2 salvo.
Al medio día recibimos el siguiente telegrama de Araca-
taca: cComandante Militar Zooa, Ciénaga. Tengo dos máqui-
nas a mi disposición. Prefecto y varios delegados, entre ellos
un general Durán (José Rosario), dirigente liberalismo toda
esta región, necesitan trasladarse a Santa Marta a conferen-
ciar con Gobernador objeto solucionar huelga, con aumen-
to salarios reconocen propietarios particulares. Como es bas-
tante difícil, manifesteles que no podía permitir saliera tren
por necesitar máquina, que en todo caso cumplía órdenes su-
yas. En Retén encuéntrase número considerable huelguistas.
Capitán Fernández. • Inmediatamente dimos la siguiente res-
puesta:
cN. IJ8-Capitán Femández-Aracatacd.
cPuede franquear máquina para que Prefecto, delegados y
General Durán sigan Santa Marta. Me complacería mucho
ver solucionado conflicto>.
A eso de las ocho de la noche llegó a Ciénaga el tren
con los delegados que venían de Aracataca, los amotina.
dos se tendieron sobre la vía férra, desengancharon la loco-
motora e hicieron apear a los pasajeros. Aquello fue un verda-
dero asalto; la confusión y el desorden que produjo la llegada
del aquel tren fue espantoso; para evitar fatales consecuencias
se ordenó el retiro de las tropas a sus cuarteles, los amotina·
dos quedaron de nuevo dueños de la Estación. Antes de esto,
el señor Julio Charris, Director de El Diario del C6rdoba, pe·
riódico incendiario y que con sus publicaciones había caldea-
do los ánimos durante todos esos días, fue a la Alcaldía e exi·
gir la libertad de Cristián Venga!, so pretexto de que las ma-
sas no dejarían partir el tren con los delegados para Santa
Marta si no era conducidn por el mismo Vengal, maquinista
en el ferroc:irril. El Alcalde cedió a la presión del señor Cha-
rri~ y puso en libertad al cabecilla. Con todo es~, fue imposi-
ble a los mismos dirigentes obtener de los amotinados la fer·
mación del tren; er. el ténder de la máquina difícilmente lo-
graron subirse el General Durán, el señor Prefecto y algunos
 - 58 -
delegados. Vengal puso en 111ovimiento la locomotra y rom-
piendo la masa de gentes logró salir de la Estación. El rodar
de esa máquina hacia Santa Marta, llenó de consternación la
capital del Magdalena, pues corrió la voz de que un tren con
tres mil huelguistas iba sobre la ciudad.
El movimiento de amotimdos armados de machetes, re-
vólveres y escopetas ya se había iniciado en toda la Zona
con dirección a Ciénaga. Aracataca no podía abandonarse,
pues es un centro importarte y además allí se encontraban
varias familias de ciudadaa¡os americanos empleados de la
Compañía; en la Estación de Sevilla había una escolta de po·
licia departamental suficienlemente fuerte para amparar las
vidas de los americanos que allí residían; en el cuartel de Cié-
naga había una gran cantidad de elementos de guerra que
era preciso defender¡ no ob$tante que la fuerza de que dispo.
níamos para la defenza de la ciudad de Ciénaga era muy es-
casa: un batallón del Regimiento Córdoba, mitad recluta y
mitad antiguos, y una Compañía del Regimiento Nariño, en
total 300 hombres, se ordenó efectuar en Aracataca la con-
centración de las fuerzas qae había en Fundación para así te-
ner dos nucleos: uno ea dicha población y el otro en Ciénaga.
La ciudad de Ciénaga es de una extensión considerable,
sus 27,000 habitantes viven en su mayoría en casas de tabla
y techo de pajci, solo las manzanas del centro están completa·
mente edificadas con buenos edilicios de mampostería, las
demás, apenas cuentan con ocho a doce casas cada una, lo
que hace el área de la población muy extensa. El terreno es
completamente plano¡ al norte, el mar, al occidente, la Cié·
naga, o sea las aguas del Magdalena y de los ríos que bajan
de la Sierra Nevada y forman extensa y bella laguna comuni·
cada en La Barra con el mar¡ al sur, grandes playones secos
en verano¡ al oriente, allá a lo lejos, las moles de la Sierra.
La vía férrea y el camino que por el corregimiento de Sevi-
llano va a Riofrío, son las vías que de la Zona Bananera vie·
nen a la ciudad, ambas desembocan en los playones¡ de esta
suerte, es casi imposible, sin tener que ir muy lejos de la po-
blación, interceptar las vías antes nombradas.
De Barranquilla el señor General Justo A. Guerrero Co·
mandate de la División comunicaba:
59 -
cN. 4143-Gmeral Cortés Vargas-Ciénaga.
cDe Santa Marta el Coronel Páramo por teléfono díce-
me que situación ésa y Zona es gravísima, pues huelguistas
están armándose para atacarlos a ustedes {}Ue todo material
rodante, máquinas, motores; ferrocarril está poder ellos, que
número es abrumador. Sírvase informar detalladamente sobre
situación y si esto es verdad. En caso de ser así aconséjole
concentrar toda la tropa en lugares que usted crea convenien-
te e informar si necesita refuerzos•. Inmediatamente rendimos
informe del caso acorde con el despacho anterior. Al propio
tiempo, recibíamos de Aracataca el telegrama siguiente:
«Tengo conocimiento que su vida se en cuentra amenaza-
da por huelguistas. En este momento siguen obreros ar'.11a-
dos a esa población, de Riofrío, Sevilla y otros lugares, ob¡eto
asaltar cuartel. Creo prudente seguir ésa con tropa inmedia-
tamente, dispersando amotinados a balazos. Es imposible per-
mitir más abusos. Capitán Fernánden.
Se le reiteró la orden de permanecer hasta nuevo aviso en
su guarnición listo para acudir donde fuera menester. .
Manteníamos al corriente al gobierno de todo lo que iba
sucediendo así como de las noticias que a cada momento nos
llegaban, y~ de las autoridades ya de nuestro servicio secre~o;
en Jos copiadores de correspondencia está la prut:~a de la m-
tensidad y constancia de nuestra labor y de que m alarmamos
ni ocultamos cosa alguna. Fieles cumplidores de las órdenes,
con criterio propio las poníamos en práctica, afrontando toda
Ja responsabilidad de nuestros actos como cumple a mi.Ji.tares:
Observantes dd conocido y viejo aforismo de que, <el militar 01
se brinda ni se excusa>, resignados soportamos la ponderosa car·
ga de afrontar una campaña en plena paz, fustigados inmise·
ricordemente por la prensa enemiga, que en su afán de a~o­
yar al comunismo, cumplió con los preceptos de T.omás Unbe
Márquez de hacernos aparecer en situación desairada como
traidores a la patria. . .
Serían las cinco de la tarde cuando recibimos el siguiente
telegrama:
cN. I5,824-Minislerio Guerra-Bogotá, .~iciembre s de
1928-General Carlos Cortés Vargas - Cienaga.
Refiérome sus telegramas de anoche y el de hoy que acabo

- 60 -
de recibir. Compláceme hayan sido rescatados soldados y armas
cojidas por huelguistas. Hoy fírmase decreto ejecutivo de·
clarando en estado de sitio Provincia Santa Marta y nombran.
do a usted Jefe Civil y Militar de la misma. Excelentísimo
Presidente recomiéndame decirle debe usted proceder inme·
diatamente despejar ferrovías y a facilitar movimiento trenes
hacia el norte y hacia el sur, haciendo uso fuerza en caso
necesario y previas las facultades que sobre prevenciones, avi-
sos y señales establece el Código Penal para los casos de aso.
nada o tumulto, que además queda usted plenamente faculta·
do para tomar las medidas y adoptar todos los procedimien·
tos que las circunstancias requieran, en el sentido de someter
a los revoltosos, restablecer la normalidad y conservar el orden.
Gobierno confía en todo caso en '7alor, pericia y prudencia
de usted y espera saldrá airoso en actual emergencia, dejando
bien puesto y con honor el buen nombre y merecidad fama
del Ejército. Ante delicada situación usted refiérese es preci-
so haga saber terminante y reiteradamente a Oficiales y tropa
que cualquiera indecisión o acto de deslealtad o burla o co·
bardía será considerado como cometido en frente del enemigo
y que por consiguiente será castigado inmediatamente con
todo el rigor de la ley. Importantísimo proceder a detener
príncipales cabecillas o agitadores, suspender, impedir toda
clase de propaganda subversiva. Sírvase avisar recibo este te-
legrama y avisarme manera como sean cumplidas órden~s en
él impartidas. IGNACIO RE~GIFO B•.
Había, pues, la esperanza de recibir de un momento a otro
el decreto declarando en estad0 de sitio la región, así se po-
drían evitar los males que veíamos venir y asumir una actitud
definida. Mas o menos a las cinco y media de la tarde de ese
día se acercó a nuestro despacho el señor Gerente del ferroca·
rril de Santa Marta, quien vino con el exclusivo objeto de pre·
_guntarnos si podíamos dar garantías a las vidas y propiedades
de extranjeros amenazadas por los amotinados¡ csólo en usted
confiamos», fueron sus palabras finales cuando· le garantiza.
mos que podían estar tranquilos. Esa visita fue hecha tam·
bién a nombre del señor Gerente de la United Fruit Company.
Persona digna de todo crédito nos informó que sabía
de fuente segura había dos barcos al pairo frente a las cos-
:
-61-
tas de Santa Marta; era de su ponerse lo fueran de guerra
de la marina americana. Hicimos llamar a nuestro despacho
al señor Coronel don Efraín Díc1z, digno Comandante del Re-
gimiento «Córdoba• , único comandante del regimiento con
~: quien contábamos durante todo el conflicto, pues el del Regi-
.. miento cNariño:o, Teniente Coronel Cogollos, aún no había ve-
nido de Barranquilla. Hablamos al Coronel Díaz de esta suerte:
«prepare su ánimo, para que encabecem0s las turbas de amotina-
dos e ir a hacernos matar antes de que tropas extranjerds h~- A'-
llen nuestro suelo. Le expusimos la gravedad de la situación
y quedó conforme con nosotros. Ahora, viendo en calma los
asuntos, seguimos creyendo en la inminencia de ese peligro al
·'
leer en Tlie New York Times, del 7 de diciembre un despacho
de Washington que dice: c .... Secretary Kellogg said he und-
erstood the Colombian governmemt is fully capable of main-
taiming order and that he does not contemplate asking the
Navy Department to land marines to protect American lives
and property ... » El Secretario de estado no habla de man-
dar, sino de desembarcar, esto es, que estaban cerca los
marinos, listos para tal maniobra al darse la orden del caso.
Llegó la noche y los desmanes de los amotinados subieron
.• de punto¡ el barco que estaba a punto de zarpar para Barran-
K quilla fue dt!tenido y los pasajeros ultrajados y sacados por la
li
fuerza a tierra¡ el señJr Israel Cruz vino a nuestro despacho
a informarnos que a don Atilio Correa, rico propietario y per-
sona pacifica y altruista, lo estaban maltratando los amotina-
dos después de haberlo hecho desembarcar. Por fortuna es-
taba presente el Alcalde, a quien excitamos para que fuera a
libertar al señor Correa.
Veamos cómo apreciaba la situación El Estado, diario de
la tarde, de Santa Marta¡ este periódico, de filiación liberal,
dirigido por los señores Luis y Aurelio Echeverría, en su edi-
tori~l del día 5 de diciembre, pintaba el momento en que se
vivía, con estas palabras, fiel expresión de la verdad:
«El angustioso p,,.oblema de la huelga.-Las informaciones
sobre la huelga son cada día más alarmantes. La curva del
movimiento ha tenido en estos tres últimos días ascensiones
tan violentas, tan angustiosas, que hoy puede decirse que el

- 62 -
Departamento del Magdalena está al borde de una verdadera
catástrofe social, que no sabemos a dónde vaya a parar.
cHa sido ya confirmada la noticia de que un grupo nume·
roso de huelguistas hicieron capitular ayer tarde, en la finca
del señor Eduardo Noguera, a treinta soldados, apoderándose
•,
de los rifles y de los cartuchos de municiones. Al principio no
le dimos crédito a tan gravísima especie, pero habiendo obte.
nido su ratificación por distintos conductos, podemos trasmi·
tiria hoy a nuestros lectores como absolutamente cierta. ¿Cómo
se cumplió esa rendición? Tal es la pregunta que sale de to.
dos los labios. Sea como haya sido, el hecho es superlativa.
mente grave. Si se rindieron por medio de la amenaza, grave¡
• si lo hicieron mansamente, por propia voluntad, más grave
aún.
cAnte esta realidad el espíritu patriota no puede menos
que sobrecogerse de angustia. No se trata ya solamente del
ataque a la propiedad, ni del atentado contra la libertad indi·
vidual¡ se trata de nuestra institución armada, del poder con
que cuenta la República para garantizar Ja vida y la hacienda
de los r.iudadanos, llámense nacionales o extranjeros.
cEn los momentos en que escribimos estas líneas nos llega
de Bogotá la noticia de que se halla reunido el Consejo de mi·
nistros en sesión extraordinaria, para deliberar sobre esta
amenazante situación. Quizá cuando este diario entre en cir·
culación ya habrá llegado a Ja gobernación el decreto en vir·
tud del cual se declara turbado el orden público en la zona
bananera. Y de esta manera, suspendidas allí las garantías in·
di viduales y establecido el imperio de la ley marcial, quizá sea
posible reducir a los rebeldes por los medios que la gravedad
del momento reclama. No se trata ya de una simple huelga¡
lo que está ocurriendo ahora en la zona reviste todos los ca·
racteres de una asonada bolchevique, que pide a grito herido
Ja intervención pronta y eficaz del gobierno nacional.
cSería doloroso que un encuentro entre el ejército y los
huelguistas fuera a regar con sangre de hermanos el territorio
de este departamento, y ojalá que tan inquietante perspectiva no
llegara a realizarse. Para evitarlo, el gobierno está en el deber
de agotar todo género de recursos, aun el sometimiento por
.
- 63 -
medio de la cárcel, si es que la prevención militar no bastare
para contener el empuje de Jos revoltosos.
cDesgraciadamente, el alma de las multitudes, sobre todo
de estas multitudes nuéstras, de imaginación tropical y sensi·
bilidad hiperestésica, no atiende razonamientos de ningún
linaje y se guía únicamente por la creencia que embarga toda
su psicología. Un espíritu diabólico de destrucción se apodera
de las huestes populares, que irrumpen por todas partes si no
encuentran puntos de resistencia capaces de contenerlas.
cTal es el angustioso problema que lepemos por delante>.
Por todas partes corría la noticia que estaba declarado el
estado de sitio¡ efectivamente, en Santa Marta ya había hecho
el señor Gobernador fijar carteles y por bando se estaba pro-
clamando, solo nosotros no teníamos noticia oficial alguna. El
señor Secretario de Gobierno, doctor Lázaro Díaz Granados,
llegó por mar a Ciénaga a recoger su familia en vista de lo
inminente del peligro que amenazaba la ciudad, varias fami-
lias aprovecharon Ja coyuntura y, no sin grave riesgo de sus
vidas, fueron a Pueblo Viejo a tomar una lancha. Los amotina·
nados persiguieron los automóviles, mas cuando llegaron a la
playa ya la embarcación había zarpado.
A las once y media de la noche llegó el telegrama con el
Decreto Legislativo número 1 1 sobre la declaratoria del esta.
do de sitio. Acto seguido se sentó Ja diligencia de posesión,
la cual tomamos ante los testigos señores don César Riascos
y don Enrique González, caballero:; liberales y ricos propieta.
rios de la región, ambos oriundos de Ciénaga. Después de
llenado ese requisito legal, dictamos el Decreto número 1 que
dice:
«DECRETO NUMERO 1
El Jefe Civil y Militar de la Provincia de Santa Marta,
en uso de sus facultades legales y
CONSIDERANDO:
Que Ja huelga de trabajadores en esta Provincia ha dege-
nerado en asonadas, motines y tumultos que están impidien-
do el tráfico de los trenes y demás elementos de transporte¡
ejerciendo actos de autoridad, tales como detener, amarrar y
.[
llevar a pri ión ciudadanos pacíficos por el mero hecho de
no considerarlos afectos.
Que han desconocido Ja autoridad legalmente constituída
y apresado a individuos del Ejército y que es menester tomar
m~didas rápidas y enérgicas como son las que autoriza el im-
perio de la ley marcial;
DECRETA:
Art. 1.º De conformidad con el Decreto Legi Jativl) núme-
ro 1 de 5 de dicie01bre de 192 • ordeno perentoriamente la
inmediata disolución de toda reunión mayor de tres indi·
viduos¡
Art. 2. 0 Ordénase a la fuerza pública que, con las preven·
dones legales, dé estricto cumplimiento a este Üt'creto, dis·
parando sobre la multitud si fuere el ca o;
Art. 3.º Ninguna persona podrá tran itar después del to-
que de retreta;
Publíquese por bando y cúmplase.-Ciénaga, 5 de diciem-
bre de 1928.-CARLOS CORTÉS VARGAS, J.- fe ci\'il y militar de
la provincia de Santa Marta.-Roberlo Gó111ez R., Secretario
ad-hoe>.
Entre tanto, en espera de los refuerzos de la zona, los amo·
tinados eran arengados en la Estación del ft:rrocarril P' r los
cabecillas Mahecha, Castrillón y el Alcalde Fuentes. Sobre un
vagón del ferrocarril, los oradores, en encendidas arengas,
alentaban al pueblo a matenerse firme, pues la hora del sacri-
ficio había llegado con la declaratoria del estado de sitio.
De todos los puntos de la zona lleg;i ban noticias avi. ando
el paso de columnas de amotinados armados que se dirigían a
Ciénaga¡ hacía bastante tiempo que el grueso había salido de
Riofrío, de suerte que estaban llegando i no era que ya ha·
bían entrado a la población. El pa o que !ie iba a dar, dando
cumplimiento al decreto dictado por la Jdatura, era urna.
mente grave, ya por su hecho en sí, ya por la incertidumbre
en que estábamos de si sería o ni) verdad que dado el ca o, los
soldados contemporizarían con los amotinad•1s; resolvimos to-
mar el mando de las tropas para afrontar nosotros toda la res·
ponsabilidad y saber de una vez a qué atenernos respecto de
la moral y disciplina de nuestros soldauos .
.
- 65 -
Se ordenó alistar todas las tropas, dejando tan sólo las
guardias en los cuarteles, no era prudente que un destacamen-
to reducido saliera, pues se corría el peligro de ser copados, y
~ por otra parte, había que jugar el todo por el todo con res-
pecto a la fidelidad de los soldados. Así se hizo, una vez for-
madas las unidades con sus ametralladoras, nos pusimos al
frente de ellas y con el señor Coronel Díaz salimos en direc-
ción de la Estación del ferrocarril.
La columna desembocó por la calle más cercana a la Es-
tación del ferrocarril; era la una y media de la madrugada del
día seis de diciembre, los amotinados al percibir la presencia
de las tropas intensificaron sus gritos, la columna se formó en
línea y se ordenó resguardar algunas bocalles para tener cu-
bierta nuestra espalda; los tambores tocaron bando por más
de cinco minutos¡ luégo, el señor capitán don Julio Garavito,
con vibrante voz, leyó el Decreto Ejecutivo de declaratoria del
estado de sitio y luégo el Decreto número 1 de Ja Jefatura ci-
vil y militar¡ a renglón seguido, advirtió a los amotinados que
debían retirarse a sus hogares antes de tener que proceder
por la fuerza. Esas palabras fueron contestadas con grandes
gritos en que llamaban a los soldados a confraternizar con ellos;
dimos orden de que se diera un toque de atención con Ja cor-
neta; el capitán les advirtió en alta voz: «tienen cinco minu-
tos para retirarse>; nuevos gritos e insultos a los oficiales; pa·
sados los cinco minutos se dio un toque corto¡ «un minuto
más y se romperá el fuego», gritó el capitán; al minuto otro
nuevo toque¡ nadie se movió de su puesto, un nuevo toque, ha-
cían mofa de las prevenciones¡ en el transcurso de ese último
minuto gritamos nosotros mismos: «¡señores, retírense, se va
a hacer fuego!» cLe regalamos el minuto que falta•, gritó una
voz de entre el tunrnlto. Habíamos cumplido con el Código
Penal. El último toque rasga los aires, la multitud parecía cla-
vada en el suelo. Era menester cumplir la ley, y se cumplió.
Ji Fuego!!, gritamos. Una voz dentro de la multitud gritó al
mismo tiempo: e¡¡ Tenderse l !»
La masa humana cayó como un solo hombre, el fragor de
la descarga ahogó el vocerío. ¡¡Alto el fuego!!, gritamos;
la tropa, con admirable disciplina, no disparó un cartu-
cho más. La multitud se levantó y huyó dejando el suelo lite-
 - 66 -
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ralmente cubierto de machetes, sombreros y algunas prendu ,,, 41
de vestir. Si la tropa no hubiera obedecido con tanta pronti· ;¡.E
tud, habría habido centenares de muertos. Como había entre º e
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los soldados mitad reclutas y mitad antiguos, no se dio la vor ~ :g

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de: 1Preparen. Ar! Se disparó de pie; de consiguiente, los ti· ,,, 41
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ros fueron altos, consecuencialmente fueron muy pocas las bao
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jas que sufrió el pueblo.
Para fortuna nuestra, a esa hora ya no había mujeres ni =
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niños entre la turbamulta; solo hombres había. La gran mole ""
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de los amotinados que venía de la zona, en esos precisos mo-
mentos, estaba ya llegando a la población; diez minutos de de-
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mora y habría habido centenares de víctimas, muchas de ellas 41
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inocentes. Un combate en las calles de Ciénaga habría sido

algo espantoso, nuestros proyectiles habrían atravesado las
delgadas paredes de bahareque o tabla y habrían ido a buscar
las mujeres y los niños inermes. Los que huyeron arrollaron a
los invasores.
ueve hombres quedaron muertos, de su levantamiento
quedó la constancia del caso.
ACTA DEL LEVA."lTAMIENTO DE LOS CADÁVERES QUE RESULTARON
AL DISPARARLE A LOS AMOTINADOS EN LA MADRUGA.DA
DEL DÍA 6 DE DICIEMBRE DE 1928.

En Ciénaga, a seis de diciembre de mil novecientos vein-

tiocho, siendo las seis de la mañana, el señor Jefe Civil y Mili·
tar del Distrito en asocio del señor Personero Municipal, de
loa peritos nombrados y juramentados al efecto, señores doc·
torea Anselmo Martínez.R. y Manuel del Castillo-facultati-
vos-y del suscrito Secretario, se trasladó a la Estación del
ferrocarril en esta ciudad con el objeto de practicar el exa·
men de unos cadberes que fueron encontrados. Acto conti·
ouo los peritos expusieron: entre las primeras de las parale·
las principal y el ramal <'{ue inmediatamente sigue, se encoo·
traban ocho individuos que fueron reconocidos muertos. Los
cuatro primeros yacían en decúbito dorsal, con los brazos el·
tendidos y las piernas en abducción. Todos ellos presentaban
mú de dos heridas mortales por proyectil y eran los set'tores
Adin Castro, Dámaso Bermejo, Carlos Mendoza, y un embo·
lador a quien nombraban cMatraca• . Luégo seguían tres en
decúbito abdominal con los brazos extendidos hacia adelante.
 - 67 -
Uno de ellos-descono~ido-presentaba una herida en la re-
gión occipital, Jos otros dos, comci los primeros, en la región
toráxica, y eran los señores Gregorio Varela y Felipe Galán.
~I octavo estaba igualmente en decúbito dorsal con heridas
en Ja región toráxica y las piernas-desconocido. En la ter-
cera paralela había vagones y en uno de ellos, en frente de los
muertos, se encontró otro cadáver que fue herido en la base
del sar.ro, probablemente en el momento de treparse al carro,
quedando instantáneamente muerto, también desconocido.
Del otro lado del mismo carro y en el suelo, se hallaba un
hombre herido en Ja parte postero-superior de la nalga dere-
cha cnn orificio de salida en Ja pared abdominal, sin interesar
ninguna víscera. Este individuo dijo nombrarse Nicolás No-
riega. Dos pasos más adelante había otro herido nombrado
Copérnico y hacia el oeste de la Estación, contra unas me-
sas en que se venden frescos, se recogió otro herí~ que dijo
nombrarse José Martín Campo, estos dos, heridos en la región
toráxica. Los heridos fueron trasladados al hospital inmedia-
tamente y puestos bajo la vigilancia de los médicos de allí.
A las ocho de la mañana se dio por terminado el acto. En
constancia se extiende esta diligencia que se firma como apa-
rece. El Jefe civil y militar del Distrito, AURELIO LINERO C.,
Cap.-EI Personero Municipal, GILBERTO VALDÉS C.-Los
peritos, M. J. del Castillo, Anselmo Martínez R.-EI Secreta-
rio, Miguel González Hidalgo.
De los heridos, murieron en el hospital de Ciénaga: Octa-
vio Sobrino y José Campo; los -demás salieron curados y fue-
ron: Salvador Bornacely, Marcelino Rodríguez, Carlos Cár-
denas, Bienvenido Mira.nón, José Padilla, José Dolores Gó-
mez, Jerónimo Churrio, José del C. Pachecho, Nicolás Norie-
ga, José Gutiérrez, Santiago Lobo y Copérnico.
Otros heridos no fueron hospitalizados por tener sus fami-
lias, y fueron: Esteban López, José Cabana, N. N., alias .:Ma-
rayero> (peluquero), Antonio Bajo, Saúl Barros, Felipe Carpin .
tero y N. Avendaño; de estos últimos no murió ninguno.
El señor José Concepción González D., quien accidental-
mente murió en su lecho de enfermo.
Total de muertos: trece (13) ¡ total de heridos: diez y nue-
ve (19).
5

- 68 -
En el edificio de la estación se refugiaron unos cuarenta
individuos, que fueron tomados presos y se ordenó llevarlos a
la cárcel pública en medio de una escolta; cuando iban por
las calles de la ciudad uno de ellos huyó; clespués de darle re.
petidas veces la voz de ¡alto!, un soldado disparó sobre él hi·
riéndol0 por la espalda; cuando se fue a recoger el herido, ya
lo habían transportadq sus parientes; ese individuo se curó y
reconoció luégu su imprudencia y la razón que asistió al sol·
dado para dispararle.
Al regresar la escolta de la cárcel, un soldado que se ha·
bía rezagado algunos metros, fue golpeado con un garrote
desde detrás de una cerca de palos, disparó su fusil dos veces
sobre la sombra que bula, con tan mala suerte, que un proyec-
til, atravesando una pared, un baúl y la barandilla de la cama,
fue a herir de muerte a un antiguo servidor del gobierno, el
señor José Concepción González, penetrándole la bala en el
cráneo, lo que le ocasiooo la muerte instantánea (1) .
Esas fueron las única; desgracias ocurridas en la ciudad
de Ciénaga durante el estado de sitio; la imaginación popu·
lar y la meledicencia de los enemigos del orden, han inventa-
do crímenes espeluznantes cometidos por los militares duran-
te su gobierno. De todos nuestros actos se dejó constancia
ante la autoridad competente; mucho antes de la declaratoria
del estado de sitio, solicitanos del señor Juez del Circuito de
San Juan del Córdoba (Ciénaga), levantara un informativo ten·
diente a probar cuáles habían sido los orígenes de la huelga;
luégo, ese mismo funcionario, a petición nuestra, levantó un
expediente completo sobre los sucesos que se desarrollaron el
día seis y siguientes de diciembre. El 19 de diciembre, al salir
a vacaciones, fue comisionado el señor Jefe Civil y Militar de Cié-
naga para continuar el informativo. El expedier;te en cuestión
reposa en nuestro poder y oportunamente será pasado al ar.
chivo del Ministerio de Guerra para que pueda ser consulta-
do por quien lo desee. Por aliara, de él hemos sacado las co-
pias que en seguida insertamos para reforzar con ellas esta
parte de nuestra narración.
(1) Véase anexo N.º 5.
,
*••
En la carátula del expediente se lee:
cRep1íblica de Colombia - Departamento del Magdalena-Dis-
ltito fudicial de Santa Marta- Juzgado del Circuito .de San
Juati del CtJrdoba-Ciénaga.
Sumario para averiguar quiénes son los responsables de los
hechos crimit1osos sucedidos en esta ciudad y en la región banane-
ra en los primeros días del mes de diciembre de I928. Iniciado en
el Juzgado del Circuito el 7 de diciembre de I928. Radicado bajo
el número I84 , folio 46, y del L. R».
DECLA.RACION IINDA.GATORIA DE ALBERTO L. CA.STRILLÓN
En San Juan del Córdoba, a diez y seis de enero de mil
novecientos veintinueve, se hizo venir a este Despacho a un
individuo que libre de prisión y apremio fue advertido de que
tiene derecho para nombrar un apoderado que lo asista en
estas diligencias; como manifestara el indagado que no tiene
a quién nombrar, el señor Jefe Civil y Militar del Distrito bizo
nombramiento en la persona del señor Custodio Santo~, quien
debidamente juramentado por el señor Jefe Civil y Militar
prometió cumplir bien y fielmente con los deberes del cargo.
Estando presente el apoderado se interrogó al sindicado así:
Diga usted su nombre y apellido, el de sus padres, su edad,
naturaleza, vecindad, estado, profesión u oficio y religión.
Contestó: me llamo Alberto Castrillón, hijo natural de Teo-
doro Castrillón y Gregaria Rodríguez, de treinta y dos años
de edad, natural de Bogotá, vecino de Barranquilla, residente
en este municipio de Ciénaga, casado, tipógrafo, C. A. R. .•••
Preguntado-Cuáles fueron sus gestiones o qué hizo usted
durante la huelga que se inició en esta región el día 12 de
noviembre d~l año pasado? Contestó. Llegué a Ciénaga en la
mañana que llegó de paso para Santa Marta el doctor Hoyos
Becerra, jefe de la Oficina del Trabajo, iba para la ciudad de
Santa Marta con el objeto de inquirir el pago de una letra de
cincuenta pesos, girada por la señora viuda de Héctor Parias,
de Barranquilla, contra el declarante, y el señor José Solano;
como me informaran que el señor Solano, se encontraba en
 - ¡o -
a e as sei eg a un
av te efónico ue había recibido, ese mismo dfa cinco de
diciembre de anta arta. las siete de la noche circuló en
la ciudad la noticia de que el señor Gobernador había llegado
acompañado del Gerente hasta cPozos Colorados», pero que
allí el señor Riascos (a) Capaburro, le había mandado decir
al Gobernador por medio de un expreso que no llegara a esta
ciudad, pues se le estaban dando abajas a él y al gobierno,
visto lo cual el señor Gobernador resolvió regresarse a Santa
Marta, esta era voz popular en la población. Algunos indivi·
duos, cuyos nombres no sé que habían oído mi saludo al Jefe
de la Oficina del Trabajo, según ellos mismos me informaron,
me pidieron que fuera a la estación y que le hablara al pue-
blo, allí reunido al efecto; así lo hice desde uno de los wago·
nes del ferrocarril; excité al pueblo a la compactación, le hice
ver las fabulosas ganancias de la Compañía y le dije, como
así es, que yo había visto vender en Europa, un solo guineo
por la suma de cincuenta centavos, hice el análisis sobre la
legislación obrera colombiana y traté de probar que la com·
pañía americana eludía el cumplimiento de ella por medio
de sus contratos individuales, hice también un análisis del
modo como los países imperialistas, tales como los Estados
Unidos, buscan su penetración en los países vecinos o donde
pongan su mirada a fin de darle expansión a la enorme indus-
tria que producen¡ dije también que el Gobierno de Colom-
bia del:.ía cerca de trescientos millones de dólares a los Esta-
dos Unidos, que ese dinero se había gastado en empezar y no
concluir ninguna obra de provecho nacional, que todo ese
dinero o gran parte de él había penetrado a los bolsillos de
los grandes contratistas, entre los que se encontraban firmas
americanas como la cUlen Company>, que los Estados Uni-
- 71 -
dos cuando prestaban su dinero lo daban para obras públicas
y casi todo venía convertido en material pata esas obras, ma-
terial en su mayoría inservible, como era del dominio público.
Que ese dinero a pesar de haber tenido inversiones no satisfac-
torias que en nada aprovecharían al pueblo colombiano era ese
mismo pueblo quien tendría con el sudor de su frente que sub-
venir al pago de esos compromisos adquiridos por el gobierno;
que éste, agradecido por los constantes préstamos que le ha-
bían hecho los Estados Unidos y que le ofrecían para el futuro,
se apresuraba a satisfacer las ambiciones de la U nited Fruit y
se negaba o no quería obligar a dicha compañía al cumpliqiien-
to de las leyes de carácter social, que deben amparar a todos y
cada uno de los trabajadores, pues no se justifica el que hu-
biera unos que por su condición de trabajadores inferiores,
no :iuedaran protegidos por las leyes, siendo así que justa-
mente debían ser los que mayor atención merecían por parte
del gobierno, puesto que cada ciudadano es parte integrante
de la nacionalidad, que necesita para vivir, de ellos. Terminé
estas palabras, con las siguientes frases: ¡Vivan los obreros
de la Zona Bananera! ¡Abajo la penetración imperialista!
Como una hora después me encontraba comiendo en la casa
del señor Cristián Vengal, cuando un grupo de trabajadores
llegó allí para solicitar que nombrara una persona para con-
testar un discurso que estaba pronunciando un productor cuyo
nombre no recuerdo; el señor Venga! dijo que no había otra
persona que pudiera llenar ese cometido que yo y me suplicó
el favor de desempeñar esa comisión. Inmediatamente me
transladé a la estación y ví y oí que el orador, dirigiéndose a
la multitud, le ofrecía interponer sus oficios para conseguir lo
que justamente pedían los obreros en sus peticiones referen-
tes al seguro colectivo y pago por accidentes de trabajo, les
suplicaba que regresaran al trabajo¡ que él, por su palabra de
honor, no desaprovecharía ningún medio para llenar las aspi-
raciones de los trabajadores. Acto seguido subí yo al mismo
wagón del ferrocarril y les dije a los obreros que por las pa-
labras que acababa de pronunciar el orador que se bajaba, no
debían regresar al trabajo, sino por el contrario, mantenerse
más firmes, pues las promesas de nada servirían. Que en mi
concepto los trabajadores necesitaban garantías efectivas, que
 - 72 -
ya se sabía que bahía ido en tren expreso a Santa Marta un
número considerable de productores con el fin de obligar al
gerente de la compañía americana a que firmara siete puntos
que el Jefe de la Oficina del Trabajo había ofrecido conse-
guir, pero que la compañía se negaba a conceder. Que ante la
compactación de los trabajadores, ante su firme negativa para
regresar al trabajo, no le quedaría más remedio al procónsul
del imperialismo americano, el gerente de la compañía ameri-
cana, sino acceder a las peticiones hechas por los obreros,
que el gobierno tenía obligación de hacer cumplir puesto que,
a más de ser justas, estaban consagradas en las leyes del país.
Terminé vivando la huelga, la solidaridad de los trabajadores.
A estas horas serían las di.::z de la noche del día cinco de di·
ciembre. Acto seguido me dirigí nuevamente a la casa del
señor Vengal, que se encontraba ocupada por gran número de
trabajadores. Se comentaba allí que no se ha debido impe·
dir el despacho de un' tren expreso, que llevara los producto-
res a Santa Marta; algunos dijeron que eran Jos obreros y unas
mujeres que se habían acostado sobre la línea, para no dejar
salir la máquina. A eso de las once de la noche, se presentó
un individuo alto, ligeramente moreno, vestido de blanco y
de bastón, solicitó por el señor Venga! y como la mujer de
éste le dijera que había salido, el visitante manifestó a los allí
presentes que sabía de fuente autorizada que acababa de irer
turbado el orden público, que ya había sido declarado el esta·
do de sitio en S<;inta Marta y que dentro de pocos momentos
se leería el bando en la ciudad; los presentes le preguntaron
si eso sería cierto, que corrían tantas mentiras y tantos deci-
res, que ya no se podía creer en nada; él aseguró, bajo su pa·
labra de honor, que esa noticia era verídica. Algunos de los
obreros preguntaron: ¿Qué hacemos? un señor de apellido
Piedrabíta se dirigió a mí y me dijó que sería conveniente
hacer, yo le dije: «mi concepto es que cada uno se retire para
su casa y espere el regreso de los productores que se fueron
hace un ra.to para Santa Marta; en todo caso, hay que evitat
que nos echen plomo•. El señor Piedrahíta salió con direc-
ción a la estación, regresando al poco rato, diciendo que los
trabajadores le ihan a pegar, que Jo trataban de cobarde a él,
y que igual cosa sería los que aconsejaran la retirada por mie-
- 73
do a las bolas que corrían por la calle o que si era que el co-
mité ejecutivo ya se había vendido. Yo me retiré a dormir y
unas horas después sentí el redoble del tambor, tres toques
de corneta y una descarga. • . • • • . . . . . •..•...••••••.••••.•
Preguntado. Pero usted no avisó 'a sus camaradas que se re-
tiraba el cinco a las once de la noche; tal vez si así lo hubiera
hecho desde un wagón, como lo hacía con sus discursos, ha -
bría salvado mucha gente de la que murió esa noche, por el
estado de ánimo en que los mantenían sus directores y la de-
cisión que en ellos habían despertado, a no desmayar. Con-
testó: No fuí porque no quería que me dijeran que estaba
vendido y además me :exponía hasta a un linchamiento po~
parte de los huelguistas ••.••••• . .•.•.••.•••.......•......
Preguntado. ¿Puede usted decirme quién fue la persona que
en sus discursos convenció a los huelguistas de la especie que
el Ejército no dispararía contra ellos? Yo fui esa persona• ••••
DECLARACIÓN DE MILAGROS DUQUE
e En San Juan del Córdoba, a diez de enero de mil novecien-
tos veintinueve, se presentó en este Despacho el señor Mila-
gros Duque, testigo citad0 en estas diligencias, con el fin de
rendi(la declaración que de él se solicita. El señor Jeje Civil
y Militar, previa lectura de la disposición penal aplicable, le
recibió el juramento legal y por su gravedad prometió decir
la verdad en lo que le conste con respecto al movimiento
armado que se desarroltó en la Zona Bananera e':l los prime-
ros días de diciembre del año pasado. Contestó. El día cinco
de diciembre del año pasado recibimos los productores de
Orihueca una comunicación de los productores de Araca-
taca firmada por José Rosario Durán y otros produtores de allí
y e.n ella se nos invitaba para esta ciudad a una reunión que
debía tener lugar con el fin de arreglar los asuntos de la
huelga. Debíamos tomar un tren que pasaría por la tarde,
así lo hicimos tomando el tren que para el efecto pasó por
Orihueca como a las cinco y media de la tarde del día cinco
de diciembre pasado. Al llegar ese tren a la Estación de esta
ciudad de Ciénaga el movimiento armado lo detuvo y hacien-
do desenganchar el carro decían que el tren no podia pasar
para Santa Marta porque ellos ordenaban, lqs huelguistas, di-
rigidos por Raúl Eduardo Mabecba, Castrillón, José Russo y
 - 74 - ·
•
Cristián Venga!. Ese tren llegó a esta ciudad como a las ocho
y media de la noche, desde esa hora hasta las once de la no-
che estuvimos deliberando qué hadamos y a esa hora toma·
mos la resolución de dirigirnos para Orihueca a pie los seño·
res Luis V. Gámez, Milagros Duque, José María Fragoso,
Emiliano Ballesteros y Pablo Salas, todos productores y resi·
dentes en Ocihueca. Esta resolución la tomamos porque OÍ·
mos discursos de Mahecha y Castrillón en los que se decia
que el Gobierno estaba podrido de raíces y que a la vista estaba
el miedo que tenía por la misma opresión en que vivía el obrero,
que era el único, que dignamente le haría saber de cuánto era
capaz el comunismo de esta región y del país entero y que
por eso mismo se sentía tambaleante. Castrillón hablaba más
o menos lo mismo y agregaba que el comunismo que él había
traído de Rusia triunfaría en Colombia. Al oír nosotros esas
frases, comprendimos que ya uo se trataba de tal huelga. Ade·
más se nos amenazaba por todas partes, por la multitud de
revolucionarios armados que ascendía más o menos a tres mil
hombres. Salimos para Orihueca a las once más o menos, y l!n
la finca La Palma fuímos atacados y hechos prisioneros por
una multitud de comunistas armados que venían sobre Ciéna·
ga, esto después de hacernos varios disparos para poder co-
gernos¡ nos registraron y me quitaron un revólver que traía, y
me robaron del bolsillo, haciendo ft:erza, naturalmente, ochen·
ta pesos oro, los cigarrillos y el pañuelo que llevaba¡ al señor
Luis Gámez que me acompañaba, le pasó idéntica cosa, fui·
mos él y yo los úniccs prisioneros de los revolucionarios, pues
los demás compañeros lograron botarse por unos potreros y
así escaparon. Nos traían presos para esta ciudad, los que
nos traían eran como tres o cuatro mil hombres armados que
venían Jpara Ciénaga, naturalmente con el fin de atacar los
cuarteles, incendiar y seguir luégo, después del saqueo para
Santa Marta, donde deberían de hacer lo mismo. Esto se lo
oí en el camino a la multitud, que lanzaba palabras de ame·
naza contra el Ejército, el Gobierno y todas las autoridades
del Departamento. Y era muy justificable lo que ellos decían,
porque venían armados todos y para hacer un arreglo, como
ellos decían, no son necesarias las armas .••••.••••••••••..•
Entre once y media y doce de la noche del día cinco de di.
- 75
ciembre (1), cuando nos traían presos, encontramos en el
puente de Agua Coca a Raúl Eduardo Mahecha, Castrillón, José
Russo a quien conocí perfectamente, y lo aseguro sin temor
de equivocarme. Ellos llevaban un pelotón de no menos de
cuatrocientas personas armadas, que se dirigían para la Zo·
na, Mahecha les dijo: cMis camaradas, no creo que consiga-
mos ningún punto, lo mejor es que tomemos la resolución an-
tes dicha: productor y capataz para arriba, cabeza abajo con
ellos• ; en estos momentos Mahecha se dirigió a los que custo.
diaban al suscrito declarante, manifestándoles que me solta-
ran y que yo quedaba comprometido a seguir con ellos hasta
Riofrío, que era donde se debía librar el primer combate, con
fuerzas del Gobierno. En vista de las circunstancias apremian-
tes acepté y seguí con ellos. .1\1 llegar a la finca San Antonio,
de propiedad de la Compañía, Mahecha ordenó que ·se rom·
piera el comisariato y sacaran cuantas armas hubiera allí y se
llevaran la mercancía o los artículos que quisieran, orden que
dio en presencia del declarante y del señor Luis V. Gámez ....
DECLARACIÓN DE LUIS V. GÁMEZ
«En San Juan del Córdoba, a diez de enero de mil nove-
vientos veintinueve, compareció en el despacho de la Jefatura
Civil y Militar del Distrito el señor Luis V. Gámez, testigo ci-
tado en estas diligencias, con el fin de rendir declaración jura-
ramentada en forma legal ; •ofreció decir verdad en lo que va
a declarar. Dijo ser mayor de edad, natural de Santa Marta,
vecino de este Municipio, residente en Orihueca, casado,
agricultor y católico. Preguntado acerca de lo que sepa y le
conste con relación a los hechos criminosos ocurridos en la
Zona, originados por la huelga, etc .•••••..••••••...••.. . •..
El día cinco de dici6mbre recibí un telegrama de Fundación
firmado por el señor José R. Durán y otros agricultores, con
el fin de que en mi cali :iad de agricultor me preparara ese
(1) El declrante se equivocó en la hora, cosa muy natural si se tie-
ne en cuenta la excitación de los momentos, no era entre once y media
o dore de la noche que llegaron a la quebrada de Agua Coca, sino la
una o más de la madrugada del día seis. La quebrada en cuestión está
bien cerca a la entrada de la ciudad y los amotinados que huyeron des-
pués de la descarga en la Estación no pudieron gastar más de qnínce
minutos en recorrer esa distancia.
 - 76 -
día y tomara un tren donde venían ellos para ir a Santa Marta
con el propósito de hablar con el señor Gobernador y el Ge·
rente de la United y ver si llegábamos a algún arreglo para
terminar con Ja huelga que cada día se presentaba con carac
teres más alarmantes; accedí y tomé el tren donde venían eE·
tos señores como a las cinco de la tarde, llegando a Ciénaga
como a las seis y media; en este lugar los huelguistas dueños
y señores impidieron que continuara Ja marcha del tren y fui-
mos sacados de los carros de Ja manera más brusca y grosera
por los huelguistas. Como nuestro viaje fracasaba y quedaban
mis intereses y familia en 0rihueca, resolví regresar a pie,
pues no se encontraba vehiculo debido a que todo estaba pa-
ralizado por los huelguistas¡ asociado de los señores Milagros
Duque, Emiliano Ballesteros, José María Fragoso y Pablo
Salas, safimos a las diez de la noche; en la finca Palma fuímos
hechos presos por una cuadrilla de más de dos mil bandidos,
que de la manera más infame y cobarde nos querían asesinar
después de estar amarrados vejados y maltratados. en toda
forma¡ solo la Providencia de Dios y algunos amigos y entre
ellos estaban Abel Rodríguez, que de la manera más enérgica
protestaba ante la multitud de que se cometiera tan salvaje
crimen; éste hubo momentos de exponer su propia vida con
el fin de salvarnos. Presos y amarrados nos obligaron a seguir
a Ciénaga donde esta multitud se airigía hechos unos leones y
dispuestos a terminar con todos los que no fueran amigos de
ellos. En los playones de Agua Coca nos vimos cara a cara
con un grupo de cuatrocientos huelguistas más o menos entre
los que venían Mahecha, Castrillón, Russo, otros tantos¡ en
este lugar Mahecha manifestó a la turba que momentos antes
nos traía presos, se volvieran a Riofrío donde darían el pri-
. para no retirarse. Contestó: Sí oí leer el bando por un oficial
mer combate, pues en Ciénaga habían mátado sesenta cama-
das y que debían vengarlos a toda c-o:;ta: debido al pánico que
en ese momento cundió pudimos quedar en libertad apartán·
danos a un lado de la línea del ferrocarril, dando tiempo que la
partida de facinerosos pasara y nos dejara solos. Siguiendo
un poco atrás, de la multitud, solo oíamos la voz de Mahecha
compartiendo órdenes negras y horrorosas que más tarde fue.
ron cumplidas, diciendo más o menos: camaradas, han matado
sesenta hermanos, la sangre de ellos debe ser vengada a toda
costa, infundiendo el pánico, asesinando, robando e incendian-
- 77 -
do, pues el brazo fuerte de Colombia somos nosotros los
obreros•.
DECLARACIÓN DEL HERIDO JOSÉ MARTÍN CAMPO
cEn San Juan del Córdoba, a ocho de diciembre de mil no-
vecientos veintiocho, el Juez del Circuito en asocio del Secre-
tario se trasladó al hospital de caridad de esta ciudad, con el
fin de continuar la recepción de las declaraciones a que se re-
fiere la comunicación anterior. Estando presente José Martín
Campo (herido), el suscrito Juez por ante su secretario le reci-
bió el juramento legal previa lectura de la disposición penal
contenida en el artículo 408 y por su gravedad ofreció decir
la verdad en lo que supiere y le fuere preguntado, y se inte-
rrogó al herido así: Diga usted cuál es su edad, naturaleza y
vecindad, profesión u oficio. Contestó: Tengo veintitrés años,
natural de Fonseca, obrero, trabajador en la zona. Preguntado.
En dónde pasó usted la noche del cinco de los corrientes, de
qué se ocupó y qué asuntos trató y en compañía de quiénes
estuvo? Contestó: La noche del cinco de los corrientes la pasé
en la Estación del ferrocarril de esta ciudad, en compañía de
los obreros de la huelga que eran como dos mil¡ nosotros es·
tábamos allí esperando el resultado de la huelga. Preguntado.
Quién o quiénes eran los que d_irigían el movimiento obrero
en esa no~he? Contestó: Dui:ante todo el movimiento obrero
estábamos dirigidos por Erasmo Coronel, un señor de apelli-
do Mahecha y otros. Preguntado. Diga si oyó el bando que
leyó un oficial del ejército de perturbación del orden público,
si oyó asimismo los toques de corneta y las insinuaciones que
les hiciera el oficial del ejército con el fin de que se dispersa-
ran y cuál fue la causa que tuvieron usted y sus compañeros
del ejército, en él se decía que se declaraba turbado el orden
público, oí asimismo los toques de: corneta, no oí las insinua-
ciones a que se refiere la pregunta. No nos retiramos de allí
porque nuestros jefes nos habían manifestado que el ejército
no dispararía contra nosotros, porque estaba de acuerdo con
nosotros¡ la confianza en esa actitud del ejército fue la que no
nos dejó retirar de allí . • • . . . . • . . . • . • • • • • • • • • • • • • • . •...
JosÉ ASUNCIÓN PAcHÓN.-A ruego del declarante por no
saber firmar, .HelamitJio Taine. - Osear E. Attgislo, Secretario.•
 -
- 78 -
DECLARACION DEL HERlDO JOSÉ DOLORES GÓMEZ
«En San Juan del Córdoba, a ocho de diciembre de mil no-
vecientos veintiocho el señor Juez del Circuito en asocio de
su Secretario se trasladó al hospital de caridad con el fin de
recibir declaración a José Dolores Gómez, quien se encuen-
tra herido en un brazo y se halla reducido a cama, Una
vez en su presencia, el señor Juez por ante su Secretario lo
impuso de las disposiciones penales sobre testigos falsos y
perjuros, le recibió juramento y por tal gravedad ofreció decir
verdad en la declaración que va a rendir. Preguntado por su
nombre y demás generalidades, dijo llamarse como está di·
cho, natural de Sitio Nuevo, cuarenta y cuatro años, vecino de
Ciénaga y trabajador últimamente en Orihueca, en la finca de
un señor Daza, cuyo nombre no recuerda, esposo de la señora
Virginia Noguera. Preguntado acerca del motivo, de quién lo
hirió, cómo vino aquí al hospital, dijo: Fui herido en el brazo
derecho por un proyectil de arma de fuego en la noche del
seis de los corrientes como a las dos de la mañana, que me
encontraba en la Estación del ferrocarril de Santa Marta en
esta ciudad en compañía de los huelguistas que eran bastan·
tes y nos encontrábamos allí desde el día anterior por lama·
ñana, que yo había venido procedente de Orihueca. A Ja hora
,, dicha, dos de la mañana del día seis de este mes, se presentó
a la Estación un cuerpo del ejército compuesto como de cien
soldados armados al mando de un oficial, y manifestó a todos
los huelguistas que estaban en la Estación, que estaba turba·
do el orden público y leyó la resolución que no oí bien, pero
sí entendí que hablaba de que estaba turbado el orden públi ·
co, el oficial del ejército manifestó a los huelguistas que nos
retiráramos dentro del término de diez minutos. Para leer el
bando o resolución fue precedido del toque de corneta o to·
que de atención. En el intervalo de los diez minutos el oficial
mandó tocar la corneta orden de retirada y pasados los diez
minutos oí otra vez que se dio orden de retirada y como los
huelguistas no se retiraran rompieron los fuegos. Entre el tu-
multo de huelguistas, no pude darme cuenta si con ametralla-
doras o con fusiles. Preguntado. A qué distancia estaba el
ejército de los huelguistas cuando se dio la orden de retirada
- 79 -
y después cuando los disparos? Contestó: estabamos como a
veinte metros de distancia. Preguntado. Por qué razón no se re-
tiró el grupo de los huelguistas cuando el oficial manifestó que
se retiraran? Contestó: Porque los dirigentes de la huelga nos
habían manifestado que no huyéramos, que cuando fueran a
disparar sobre nosotros se extendeíra la bandera y que enton-
ces el ejército no dispararía, nos habían manifestado eso en
esta misma ciudad las misma noche de los disparos un poco
antes..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... >
DECLARACIÓN DEL HERIDO MARCELIANO RODRÍGUEZ
cEn San Juan del Córdoba, a diez de diciembre de mil no-
vecientos veintiocho, el suscrito Juez del Circuito en asocio del
Secretario se trasladó al local del hospital de caridad de esta
ciudad, con el fin de continuar la recepción de las declaracio-
nes de la nota anterior. Estando presente Marceliano Rodrí-
guez, el Juez le recibió, previa lectura del artículo 408 del Có-
digo Penal, el juramento legal y por su gravedad prometió
decii: verdad en Jo que supiere y le fuere preguntado y expu-
so: Me llamo Marceliano Rodríguez, natural de Bello, de cua-
renta años de edad, vecino de Aracataca y residente en estos
últimos días de la huelga en Orihueca. Preguntado. En dón-
de se encontraba usted en la noche del cinco de los corrien-
tes y la madrugada del día seis de los mismos, en compañía
de quién o quiénes, de qué asuntos trató y de qué se ocupó.
Contestó: En la noche del cinco de los corrientes me encon-
traba en la Estación del ferrocarril, lo mismo que en Ja ma-
drugada del día seis, en compañía de más de mil quinientos
hombres, me ocupaba de asuntos relativos a la huelga, hasta
la hora de la una y media de la mañana más o menos que fue
cuando llegó allí un regimiento del ejército. Preguntado. Qué
hizo allí el regimiento de que usted habla? Contestó: Ese re-
gimiento llegó_allí con un oficial que leyó el decreto de turba-
ción del orden público, y dieron tres toques de corneta con
intervalos de cinco minutos cada toque y como prevención de
que harían fuego sobre nosotros si no nos dispersábamos y
como permaneciéramos allí, el ejército hizo fuego y resulté
herido en el brazo izquierdo, no supe más de mí hasta cuan-
do me trajeron al hospital. Preguntado. Por qué motivo o qué
 - 80
causa tuvieron ustedes para no retirarse de la Estación, no
obstante haber oído el bando y los tres toques de corneta de
que usted ha hablado? Contestó: A nosotros se nos había con·
vencido de que nada nos pasaría y de que el ejército no dis·
pararía contra nosotros, eso era lo que se nos repetía por to.
das partes y para convencernos más se nos dijo que el pelotón
de Sevilla se había dejado desarmar antes que disparar contra
los huelguistas. Preguntado. Diga usted los nombres de los
jefes o de las personas que dirigían el movimiento huelguista.
Contestó: En el Retén, un señor que llaman Pancita (Manuel
V. Panza): los demás los conozco y podía decir quiénes son si
los viera, pero sus nombres no los sé. También era jefe en el
Retén un señor Zuleta y un señor Ballesteros, ellos estuvieron
presos en Santa Marta, pero los soltaron •. , •••..........• .>
DECLARACIÓN DEL HERIDO JOSf: GUTIÉRREZ
«En San Juan del Córdoba, en el hospital de caridad de la
ciudad, a ocho de diciembre de mil novecientos veintiocho,
estando presente José Gutiérrez (herido), el suscrito juez le
recibió el juramento legal, previa lectura de la disposición pe-
nal aplicable, artículo 408 1 y por su gravedad ofreció decir
verdad en todo lo que le supiere y le fuere preguntado, y ex-
puso: Soy mayor de eriad, vecino de este municipio, residen-
te en Riofrío, de donde vine el martes por la tarde a esta
ciudad. Preguntado: ¿En dónde estuvo usted en las horas de
la noche del día de los corrientes (martes) y las de la madru·
gada del día seis de los mismos, de qué se ocnpó y en com·
pañía de quiénes estuvo? Contestó: Las primeras horas de la
noche del martes las pasé en esta ciudad paseando por las ca-
lles y en la estación las siguientes, pues allí llegámos como a
las nueve de la noche, me encontraba en compañía de más de
dos mil quinientos hombres del movimiento huelguista y nos
íbamos a reunir con unos tres mil hombres más que debían lle·
gar esa noche y que se devolvieron porque oyeron los tiros
que se hicie~on como a la una de la mañana, otros tres o cua-
tro mil hombres quedaron en El Retén y en Sevilla y en Gua·
camayal para sostener el movimiento y para no dejar trabajar
en las fincas de la zona. En la estación esperábamos el resulta·
do de la huelga. Me acosté como a las once de la noche y me
- 81 -
desperté como a la una con los tiros . . • Desde los primeros
días de la huelga se nos venía diciendo por boca de los jefes
que el Ejército no dispararía contra nosotros y se nos daba
como consigna que cuando se nos apuntara con los rifles des-
plegáramos el pabellón nacional que el Ejército en ese caso
no haría fuego; esto se decía en conferencias en el Retén, en
Aracataca, en Sevilla, en Ríofrío. en fin, en todas parte3, y to-
dos nosotros contábamos con que el Ejército estaba con
nosotros ... ·"
DECLARACIÓN DE FRANCISCO PADILLA
En ~'.\n Juan del Córdoba, a doce de diciembre de mil no-
vecientos veintiocho, compareció en el Despacho del Juzgado
del Circuito el señor Francisco Padilla, en vista de citación
que se le hizo, con el fin de rendir d~claración en estas dili-
gencias. Impuesto de las disposiciones penales sobte testigos
falsos y perjuros, el señor Juez, por ante su Secretario, le re-
cibió el juramento en forma legal y por su gravedad ofreció
decir verdad en Ja declaración que va a rendir. Dijo ser ma-
yor de edad, vecino de Santa Marta y residente actualmente
en esta ciudad de Ciénaga. Preguntado: Sírvase usted decir
lo que sepa y le conste C')n relación a Jos hechos ocurridos
últimamente con motivo de la huelga de trabajadores de la
zona bananera. Contestó: Sobre los acontecimientos desarro-
llados por más de cuatro mil a cinco mil individuo que se
reunieron en esta ciudad, fui testigo presencial que a un señor
de nombre Atilio Correa, R 1mó11 G:ircía, los capturaron y los
llevaron a la estación del ferrocarril y allí les dieron maltratos
de obra, que a no ser por la intervención de varias personas
de los mismos huelguistas, los hubieran asesinado, y busca
a César Riascos y a Palacio Vargas, Pepe Torres con
interés para castigarlos¡ estuvieron en el mercado, qaitaron
las carnes, impidieron la venta y por último las tiraron al agua.
Todos estos hechos sucedieron al siguiente día de haber lle-
gado el que declara a este lugar, o sea el día cinco de l~s co-
rrientes. También me consta por haber presenciádo desde
la esquina de la casa de asistencia de •La Copa de Oro>, la
cual queda diagonal a la estación del ferrocarril y que poco
más o menos dista una distancia de cuarenta metros, que el
 - 82
general Cortés Vargas en persona colocó una escolta en dicha
esquina (Copa de Oro) y que entre medio de la estación del
ferrocarril y la casa de comercio de los Izquierdos y herma-
nos presencia~a la lectura del decreto de perturbación del
arden público, y terminada que fue dicha lectura, oía las vo.
ces desde la esquina donde estaba presenciando los hechos
excitando a la turba que en esos momentos se encontraba reu·
nida en la estación, para que se dispersara a nombre de la
autoridad. A esa excitación le contestaron los huelguistas ezi·
giéndole que hiciera fuego, dando vivas a la huelga y otras
palabrerías que revelaban rebeldía contra el gobierno. Luégo
..
rn
u
o
.CI
u
u
volvió a excitarlos por segunda vez a que se retiraran Y. le con- .CI
¡¡
testar-0n con una partida de improperios y actitud amenazante e
contra la fuerza a mada; seguidamente, o sea después¡de ha. l.ll
.2
bcr ocurrido de nno a cinco minutos, nuevamente los volvió
a excitar a que se dispersaran, que se fueran a recoger a sus
casas y otros términos por el estilo que no alcancé a penetrar¡
y ~ el ~aso que a todas estas exigencias respondieron los que
componían la turba de foragidos que querían aparecer como
huelguistas a última hora, respondieron con nuevas amenazas
y exigían que dispararan, que ellos no obedecían semejantes
órdenes. Seguidamente siguió la burla y calificación de maja·
defos y otros improperios por el estilo contra el general Cor·
tés y la tropa, y fue entonces cuando ésta disparó. Debo ad·
vertir q~ en cada uno de los espacios que mediaban de una
advertencia a otra, oí un toque de corneta, así como para leer
el decreto antes citado lo hicieron por medio de un bando,
.,,u
que la caja se oía palpablemente por todos los que componían
esa aeera, o sea esa línea que ocupaban los revoltosos. De los .
e
·u
disparos resultaron ocho muertos, y a no ser por la compasión ;::
o
del general Cortés y la prudencia, quien dispuso que no con-
.!
tinuaran las descargas, el número de muertos hubiera sido u
~
miyor ••••
DECLARACIÓN DE RAFAEL QUINTERO
.
ti)

a
·:¡
ai::
cEn San Juan del Córdoba, a trece de diciembre de mil
novecientos veintiocho, compareció en el despacho del Juzgado
del Circaito el señor Rafael Quintero por citación que se le
hizo con el fin de rendir declaración en estas diligencias. lm·
•

puesto de las disposiciones penales sobre testigos falsos y per-

juros, el señor Juez por ante su Secretario le recibió juramen-
to en la for:na legal y por tal gravedad ofreció decir verdad
en la declaración que va a rendir. Dijo ser mayor de edad,
vecino de Aracataca, natural de Chía (Cundinamarca), de pro-
fesión abogado y c;üólico. Preguntado acerca de lo que sepa
y Je conste con relación a los hechos ocurrido en estos días
con motivo de la huelga de trabajadores de la zona, expuso:
Que en el día en que salí de Aracataca, que fue el cuatro de
Jos corrientes, la huelga habida en la región empezaba a mos-
trar Jos dientes, porque al haber corte ese día, todas las ma-
sas obreras se iban a impedir los cortes a las fincas de parti-
culares y de la United. Con esta impresión subí al tren a la
una y media de la tarde y en toda la región de Aracataca a
este lugar no oí má que las quej'.l de 1 s particulares de que
les habían picado la fruta y otro tanto de los empleados de la
United Fcuit Company. En ese día a las cinco o seis de la
tarde se paró el primer tren de fruta que se dirigía a Santa
Marta y vi personalmente que en la Estación de esta ciudad
un número considerabilísimo de mujeres con niitos en los bra-
zos y hombres que se tiraban en la línea y decían: «Pásenlo
por sobre nosotros:.; el maquinista se cansaba de pitar pero
nada conseguía, ni uno solo se movía de la línea y había en los
alrededores de tres a cuatro mil trabajadores. Que este núme-
ro fue creciendo gradualmente con todas las gentes que llega-
ban Je Orihueca, Riofrío, Sevilla, Guacamaya!, el Retén y
fueron suspendiendo uno a uno los trenes que llegaban con-
duciendo fruta, en medio de una algazara extraordinaria.
Amaneció el miércoles en la misma actitud y más crecido el
número de obreros; llegó el tren ordinario de Santa Marta y
como cien o doscientos metros más allá de la Estación fue
detenido por los amotinados y obligados todos los pasajeros
a bajar del tren. Con esta actitud, y sín que la fuerz~ militar
hiciera nada para restablecer el orden, los obreros creyeron
llegar al pináculo de la gloria y detenían, encarcelaban, se opo-
nían a la venta de determinados individuos en el mercado,
tomaban lanchas para alcanzar los vapores que salían por los
caños de Ciénaga Grande para Barranquilla y trajeron a indi-

6
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I•
1
1
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1i t~ ..
- 84 -
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viduos honrados y pacíficos como el señor Atilio Correa y
Ramón García en medio de burlas y escarnios y ultrajes de
toda especie. En la noche de ese día venía un piquete militar
para la región bananera, el que detuvieron igualmente acos.
¡:f:~'
tándose sobre la línea y llamando a los :.oldados «Camaradas».
Como a las diez de la noche se subió el señor Castrillón sobre
1·,.;.
un carro de tantos que había en la Estación y pronunció un
1~~. discurso lleno de rabia contra los productores particulares,
¡·.·,_.
contra la United y contra los americanos especialmente, en
¡'~
que le imbuía a la gran masa del pueblo, que no bajaban en
; tonces de siete mil almas, todas las doctrinas comunistas y del
' soviet ruso, pues decía entre otras cosas que toda la región
,, ¡
era de ellos, que los americanos se habían venido a tragársela
~ y que había que rescatarla de cualquier manera. Acto seguido
~ subió Raúl Eduardo Mahecha, quien pronunció un discurso
no tan violento como el de Castrillón, pero sí más filosófico y
... con más aplomo, pues les. decía que cél era un conductor de
,, pueblos, que como en todas las épocas habían muerto estos
¡·,
conductores asesinados por la espalda o de una muerte trági·
~
~ ca, él estaba convencido que al bajarse, quizá, cualquier cama-
rada que no sabía quién sería le diera una puñalada o la me-
tralla del gobierno que al día siguiente había de dispararles
1
lo cruzara>. Les ponía ejemplos como el de Jesucristo, que
murió en el Gólgota por un ideal que ha favorecido a toda la
raza humana, y terminó poco más o menos con estas pala-
bras: ¡Camaradas! Mañana probablemente las metrallas del
gobierno os despedazarán, porque está turbado el orden pÚ·
blico, pero, camaradas, no tembléis, firmes, que vuestra sangre
surgirá algún día». Un aplauso estruendoso se oyó por todos
los ámbitos. Al separarme de allí cabizbajo pensando en la
situación que se le presentaba a .la República con la interven~
ción americana que parecía inminente, me tocó por la espal·
da un jbven de Santa Marta, con quien había hablado en el
día, me dijo: qué opina usted de estos asuntos? A lo que con·
" ejército nacional l. ••..••.• :.:..:..:.:..:.: •....... , ........_.
testé en voz baja, por que no estábamos para hablar en voz
alta, que no veía sino la intervención americana dentro de
veinticuatro horas, y entonces un individuo de los amotinados
1
me haló fuertemente de un bralo y me dijo: Qué es la cosa?
(con una cara de rabia y de bandalaje que me asustó). Yo le
respondí que era consultando con nn amigo la situación crea-
da para la República de Colombia, porque los americanos de
seguro intervendrían, y me contestó haciendo la señal de ba·
• jar cabezas con machetes, que se los comerían a todos. El jo-
ven que me acompañaba les hizo una explicación del poder
tan enorme que tienen hoy los Estados Unidos, y decía este
hombre que no importaba, por que el Japón y ta Rusia les
habían ofrecido ayudarles. De manera que deduje de esta
conversación que los señores Mahecha, Castrillón, Coronel y
todo el resto de secuaces del soviet, tenían engañadas a to das
ª.quellas turbas con la ayuda eficaz y rápida del Japón y Ru.
s1a. En estos momentos llegó un señor Pablo Olaya de Araca-
taca j me dijo que el orden público estaba turbado y en pre-
visión de cualquier cosa llamé al compañero y nos retiramos.
Serían las once u once y media de la noche. Llegué al hotel,
comuniqué la nueva a todos los comensales y como queda a
inmediaciones de la Estación, me dí cuenta de todos los acon-
tecimientos posteriores, y al segundo toque de corneta me le-
vanté y desde el hotel, desde donde se ve la Estación, me di
cuenta de todo lo ocurrido. Así que a las dos menos diez mi-
nutos de la mañana ordenaron hacer fuego a las multitudes y
se hizo la primera descarga de las ametralladoras y los fusiles
Y la gente se dispersó sin que la tropa hubiera seguido en
persecución de los amotinados que huían, porque de haber
sido así los muertos hubieran alcanzado a centenares. En mi
carácter de liberal declaro que el General Cortés Vargas ha pro-
cedido muy hllmanitariamenle y ha tratado a los hllelguistas si
se quiere con g11ante blanco, porque les advirtió después del
redoble del tambor y la leída del decreto de perturbación .del
orden público, que debían retirarse, que él no los quería matar;
la contestación de los amotinados era: ¡Viva el comunismo!
¡Viva el soviet ruso, viva la República de Colombia, viva el
Con estas declaraciones bastan para comprobar la veraci-
dad del relato que hemos hecho de los acontecimientos luc-
•
-
tuosos que se desarrollaron en la Estación del ferrocarril de
Ciénaga, así como la justicia de nuestros procedimientos, en
un todo acordes con las prescripciones que para esos casos
comtempla el Código Penal colombiano. Cualquier juez hu..

- 86 -
hiera tenido que proceder en idéntica forma en e!ias circuns-
tancias; clementes fuimos hasta el último momento. Tenemos
la conciencia tranquila, pues cumplimos con nuestro deber: le
prestamos al país el servicio de librarlo de mayores males,
afrontando personalmente una responsabilidad de la cual es-
tuvimos conscientes en todos los momentos; esa virtud, el
amor a la responsabilidad, es la que no nos perdonan nuestros
enemigos, acostumbrados como están a que nadie aparece
responsable de actos que vayan a ser juzgados por la opinión
pública; a gue los acontecimientos se revistan de ropajes ex·
traños, bajo los cuales desaparece la verdad; a que la fuerza
armada, pusilánime y retraída, sirva sólo de elemento decora
tivo por temor a la censura de la prensa adversaria, que se
ha convertido en dictadora, en este país de las libertades abso-
lutas.
Si no procedemos con la energía que las circunstancias de-
mandaban, si permitimos la invasión de las turbas que llega.
ban sobre la ciudad de Ciénaga, si en esas horas decisivas nos
limitamos a darle cuenta al gobierno de la gravedad de la si·
tuadón, si por temor a errar no tomamos una determinación
rápida y eficaz, hoy estaríamos en la picota, no por timoratos,
sino por traidores o cobardes; hay que convenir en que, para
no recibir el calificativo de asesino, por cumplir con el deber;
ni el de traidor, ni el de cobarde, por sacarle el cuerpo a las
responsabilidades, la República debía prescindir de mantener
hombres de armas y dejar que el pueblo soberano se entregue
a toda suerte de retosos democráticos.
Ningún pan más amargo que el del militar que sabe cum-
plir con so deber. En esta nuestra amada patria es un delito
la defensa de la sociedad, de Ja integridad nacional, la estir·
pación del comunismo y el mantenimiento del orden. Quienes
se benefician de tales bienes, callan; quienes solo aspiran al
desorden, son los que hablan y dirigen la opinión pública.
• ••
En las horas de la madrugada, después de haber disuelto
las turbas en la Estación del ferrocarril, procedimo~ a hacer
red.ucir a P.risión a los agitadores. Se capturaron los señores:
Juho Chams, Pedro Barrios Boch, Aristides Facholas, Edgar·
- 87 -
do de Zola y otros varios. Al propio tiempo se hacían condu.
cir los heridos al Hospital de Caridad y se patrullaba la ciu-
dad para prevenir desórdenes.
Tan pronto como huyeron los amotinados fueron cortando a
su pas0 las líneas telegráficas y telefónicas, así como causando
daños de consideración a la línea férrea; todo esto, ya en direc-
ción a Santa Marta, ya hacia la Zona Bananera. Como vimos por
las declaraciones anteriores, las órdenes del cabecilla Mahecha
fueron de exterminio; desde La Palma, a pocos kilómetros de la
ciudad, comenzaron los incendios y saqueos, nada respetaban
a su paso aquellas hordas;
,. en la finca Normandia asesinaron al
señor Corzo y una señora; luégo, en la Estación Sevilla, pren-
dieron fuego a todos los edificios de propiedad de Ja United
Fruit Company y del ferrocarril.
Con las primeras luces del día seis de diciembre orden a·
namos al s~ñor Coronel don Efraín Díaz, Comandante del
Regimiento cCórdoba», que al mando de un batallón se pusiera
en marcha hacia la Zona Bananera con el fin de proteger las
vidas e intereses de los ciudanos nacionales y extranjeros.
Muy difícil fue lograr localizar un equipo de maquinista y fo-
gonero que movieran un tren para el transporte de las tropas.
A las diez más o menos emprendió la marcha el destacamen-
to en dirección al sur.
La línea férra estaba inf'errumpida en partes y en partes com-
pletamente destruída, de ahí que la marcha de aquella tropa,
que no llevaba cometido definido, fuera muy lenta y peligrosa,
los postes de las líneas telefónica y telegráfica estaban sobre la
carrilera, los desvíos rotos o variados, tramos enteros de rieles
levantados, puentes quemados, en una palabra, casi inservible
la vía
Entre tanto un avión que había sido despachado de Ba-
rranquilla con los señores Teniente Coronel Víctor A. Cogo.
llos, Mayor Enrique García Isaza y Teniente Luis Alfredo
Garcés, quienes venían a incorporarse en las tropas, voló so-
bre la Zona y sus pasajeros pudieron contemplar el horroroso
cuadro que se desarrollaba a su vista.
El Mayor Garcia Isaza rindió informe de su viaje áereo y
del cual tomamos la parte pertinente, a saber:
<5-Al pasar por sobre Riofrío vímos que en la Estación
 88 -
había algunos habitantes en actitud de espectativa que hacían
señales al avión.
c6-Como a unos kilómetros antes de llegar a Sevilla vi-
mos un tren que conducía soldados que viajaban hacia el sur.
•7 -Al pasar por sobre Sevilla vímos una de las dos colum-
nas de humo que habíamos observado desde que pasamos por
sobre la Ciénaga corrrespondían a un gran incendio que consu-
mía el edificio de la Estación, otro edificio grande y cuatro ca-
sas más. Observamos también que al lado de los edificios incen-
diados estaban como unos cien hombres que presenciaban el
incendio en actitud de espectativa y dentro del grupo de casas
incendiadas vímos que salió un hombre con un palo largo
que llevaba en la punta de él un hachón encendido y lo acer-
có a una casa que aún no ardía. Todos los que estaban allí le-
vantaban las manos que estaban armados de machetes o rulas
como dicen aquí.
c8-AI llegar sobre Orihueca, observamos que allí quema·
ban también dos edificios grandes y dos casas pequeñas y que
varias personas en número de unos sesenta contemplaban im-
pasibles el incendio y también tenían machetes en la mano y
los levantaban gritando algunclS cosas que no pudimos oír.
c9-Aunque nuestra intención fue volar hasta Aracataca
por lo menos, el piloto del avión nos mamifestó que no era
prudente avanzar más porque el aguá estaba a mucha distan-
cia y en caso de accidente no tenía a dónde acuatizar y se re-
gresó al norte.
no-Como habíamos pasado muy alto en dirección al sur,
deseosos de observar más de cerca los incendios y las poblacio-
ciones, le dijimos al piloto que bajara lo más posible, como al
efecto lo hizo, bajando a una altura de cincuent& metros y
volvímos a pasar por sobre las poblaciones dichas, compro-
bando lo que anteriormente dijimos.
c11-Cuando pasamos sobre Sevilla, sentimos el silbido de
dos proyectiles, lo que nos convenció que le estaban disparan-
do al avión y volvimos a tomar la altura rápidamente•.
En vista de este informe apreciamos la situación, como en
realidad lo era, muy delicada; lo primero que se nos vino a la
.mente fue la protección enérgica y rápida de las vidas y ha-
ciendas ya no amenazadas de palabra sino de obra; asimismo,
tuvimos en cuenta respaldar la actitud que nuestros subalter-
nos se vieran precisados a tomar para restablecer el orden y
la tranquilidad públicas en la región confiada a nuestro cuida-
do. De ahí que no vaciláramos en tomar medidas extremas y
dolorosas, como el Decreto número 4 1 que a la letra dice:
cDECRETO NUMERO 4
por el cual se declara cuadrilla de malhechores a los revoltosos de la
Zona Bananera.
cEl Jefe Civil y Militar de la P1 ovincia de Santa Matta
en uso de sus facultades y
«CONSIDERANDO:
cQue los huelguistas amotinados se sabe están cometiendo
toda clase de tropelías; que han incendiado varios edificios
de nacionales y extranjeros; que han saqueado, cortado las
comunicaciones telegráficas y telefónicas; que han destruído
las líneas férreas; que han atacado a mano armada a ciudada-
nos pacíficos¡ que han cometido asesinatos que por sus carac-
teres demuestran un pavoroso estado de ánimo, muy confor-
mescon las doctrinas comunistas y anarquistas; que tanto de pa-
labra, en arengas, conferencias y discursos, como por la prensa
en el Diario del Córdoba y en hojas volantes, han propalado
los dirigentes de este movimiento, que en un principio fue con-
siderado como huelga de trabajadores pacíficos; que es un
deber ineludible de la autoridad legítimamente constituída
dar garantias efectivas a los ciudadanos, tanto nacionales como
,, extranjeros, y restablecer el imperio del orden adoptando to·
das las medidas que el derecho de gentes y la Ley Marcial
t! contempla,
«DECRETA:
cArt. 1.º Declárase cuadrilla de malhechores a los revol·
tosos, incendiarios y asesinos que pululan en la actualidad en
la Zona Bananera.
cArt. 2.º Los dirigentes, azuzadores, cómplices, auxiliado-
res y encubridores deben ser perseguidos y reducidos a pri-
sión para seguirles las responsabilidades del caso.
cArt. 3. 0 Los miembros de la fuerza pública quedan facul·
L
 - 90 -
tados para castigar con las armas a aquellos que se sorpren-
dan en infraganti delito de incendio, saqueo y ataque a mano
armada y, en una palabra, son los encargados de cumplir este
decreto.
cPublíquese y cúmplase.
cDado en Ciénaga a 6 de diciembre de 1928.
e El Jefe Civil y Militar de la Provincia de Santa Marta,
cGeneral CARLOS CORTÉS VARGAs-El Secretario, EnriqUl
García Isaza• .
Mucho se nos ha criticado este decreto, pero pregunta·
tamos: ¿en vista de los desmanes y crímenes cometidos por
estos foragidos podía permanecer indiferente un comandante
de tropas sobre qnien gravitaba toda la responsabilidad de lo
ocurrido j que pudiera ocurrir, a quien el Gobierno había in-
vestido, por Decreto Legislativo, del sumun de autoridad? Los
11 hechos son la mejor defensa de nuestra actuación. El solo
1
decreto fue suficiente para infundir terrnr a los revoltosos; las
tropas, con admirable disciplina, no hicieron en ningún mo-
mento mal uso de esta autorización, comp se verá más ade-
lante.
Esta medida fue aprobada por el Ministerio de Guerra en
¡,
telegrama del 9 que dice: cRecibido su t52 de ayer transcrip-
tivo de decreto número cuatro, por el cual se declara cuadrilla
malhechores a los revoltosos de la zona b'lnanera, ministerio
estima que esa importante providencia está en un todo ajusta-
da a facultades de usted como Jefe civil y militar y a lo que
actuales circunstancias exigen urgente e imperiosamente para
salvar República. Congratúlome y felicítolo por su actividad y
energía. Servidor, IGNACIO RENGIFO B.•
Cabe aquí hacer presente, que si no hubiera habido orden
terminante de los cabecillas comunistas, como ya se constató
por las declaraciones que vimos, de incendiar, saquear y ase·
sinar, fanto los que huyeron de la Estación de Ciénaga, como
los que en su fuga arrollaron, no hubieran pensado más que
en ponerse a salvo¡ el Código Penal en el capítuln sobre cua-
drilla de malhechores dice cuáles son y determina las penas;
nosotros no inventamos ese calificativo; de ahí que el señor
Ministro de Guerra, quien jamás rehuye responsabilidades ni
busca el aplauso de los enemigos del principio de autoridad,
...
- 91 -
aplaudiera esa medida salvadora. Muy agradecidos le estamos
al señor doctor Rengifo por su franco e irrestrictivo apoyo y
así debe estarlo la República.
La casa de la hacienda cNormandia» de la Compañía fru-
tera, queda situada cerca a la Estación Sevilla y a pocos me-
tros de la vía férrea, que es un camino real, toda vez que sirve
para las comunicaciones de la gente de a pie de toda la re-
gión; la vanguardia de los revoltosos llegó a dicha tinca y co-
menzó por destrozar la línea telefónica que comunica la casa
con el resto de la zona; acto seguido rompieron las puertas y
por las ventanas comen2.aron a hacer fuego hacia adentro.
Los hermanos Corso, al ver caer la mujer de uno de ellos,
rompieron los fuegos con sus revólveres y sostuvieron el
combate por casi una hora; pero como a cada momento cre-
cía el número de los atacantes, resolvieron ponerse en salvo;
en la retirada murió uno de ellos y el otro logró escapar. El
tiroteo librado allí advirtió el peligro a lo!! vecinos y muy es·
pecialmente a los habitantes de la Estación Sevilla. Los que
estaban en casas aisladas huyeron y los otros se atrincheraron
para resistir el ataque (1). Los revoltosos perdieron con esto
un tiempo para ellos precioso; de no, hubieran hecho muchas
víctimas.
Veamos el acta de levantamiento de los cadáveres de las
víctimas que dentro de · su casa fueron ultimadas cruelmente
por los secuaces de Mahecha:
e El suscrito Secretario de Inspección de Policía de Orihue·
ca, en siete de diciembre de mil novecientos veintit>cbo, es-
tando presente el señor Inspector, se trasladó a la ~nea llama-
da cNormandía», de propiedad de la United Fruit Co., con el
objeto de verificar el levantamiento de dos cadáveres que el
suscrito encontró ayer a las 4 p. m., acompañado del señor
coronel Efraín Díaz y su comitiva, que con fuerza pública si-
guió a Sevilla.
El suscrito Secretario, acumpañado de los señeres Baldo-
mero García, Olimpo Retamoso, Juan Castillo, Angel Barrios
y otros, penetró a la casa, a las 8 a. m., que se hallaba con las
( 1) Véase la declaración de Anselmo Corzo, folios 37, 38 y 39 vuel-
ta del expediente respectivo.
 - 92 -
puertas todas perfectamente abiertas¡ en la primera pieza del
lado de la calle se encontró el cadáver de una mujer colocado
en decúbito dorsal, extendidos en cruz los brazos, en la
mano derecha apretaba un frasco de alimento de niño¡ exami-
nado el cuerpo, se le hallaron dos heridas en el bajo vientre
de arma de fuego, revólver, una en cada lado. Preguntados
a los presentes si Ja conocían, dijeron ser la compañera del
señor Anselmo Corso, manjador de la finca cNormandia•;
que era madre de una niña de un mes de nacida, y quien fue
tomada de los brazos de la madre ya muerta, por la mujer
Tránsito Toscano, quien la tiene bajo su cuidado y atencio·
nes. En la pieza contigua fue hallado, también con los brazos
extendidos y ligeramente recostado b0ca arriba, el cadáver
de un señor, de unos 38 años de edad, que se dice era her-
mano del mandador de la finca, de nombre Luis Corso; éste
presentaba una herida de bala y tres de arma cortante, una
de éstas, que Je cortó transversalmeute el tórax. La mujer
fallecida representa unos 25 años de edad y de nombre .Mar-
garita, dicen los que la conocían. Al cadáver del señor Corso
se le sacaron de los dedos dos argollas sin marca y a la di-
funta un anillo, prendas que ha guardado el Secretario de la
Inspección. Encontramos los muebles, vitrola, máquina de
escribir, etc. destruídos, y estos actos fueron cometidos ayer
a las 8 a. m. más o menos por los huelguistas que de Orihueca
se dirigian a Sevilla. ...
Los presentes colocamos los cadáveres en un carro de mano
y los trasladámos a Orihueca, en donde se les dio sepultura.
Parece que el señor Anselmo Corso, quien tiene su fami-
lia en Ciénaga, haya tenido un desgraciado fin, pues desde
ayer a Ja hora del ataque salió de la casa a caballo huyendo
y hasta la fecha n0 se tienP. noticia de él. En constancia de
todo lo cual se extiende esta acta que se firma por los que en
la diligencia intervinieron. No pudo encontrarse un facultativo
o médico para el dictamen- pericial correspondiente-El Se-
cretario de la Inspección, Carlos R. Fonseca, Baldomero Gar·
cia, Olimpo Retamoso, Angel Barrios, Juan Castillo, Isaac C.
Retamoso, Secretario, ad-hoe>. (Folios 413 a 414 vuelta del
expediente).
- 93 -
Los sucesos de la estación de Sevilla están relatados en los
informes del señor Comandante de Policía don Salvador Fuen-
tes, y del señor Capitán don Luis F. Luna, Comandante de la
6.ª Compañía del Regimiento C6rdoba, primera en llegar al res·
cate de los extranjeros que, en unión de Ja escolta de policía
departamental, se defendieron desde la mañana hasta la caída
de Ja tarde. Hé aquí los informes en cuestión:
•••
«INFORME QUE RINDE EL SEÑOR SALVADOR FUENTES, JEFE DEL
PELOTÓN DE POLICIA DEPA.RTAMENTAL EN COMISIÓN, SOBRE LOS
SUCESOS DE LA ZONA. BANANERA
•Santa Marta, 15 de diciembre de 192.8
Señor Comandante de la Policía departamental.
........................... ........................ .
'
cEl 4 de diciembre al llegar a la Estación de Sevilla un
camión de don Eduardo Noguera con el objeto de sacar fruta
de su finca, los huelguistas se agruparon para impedir el paso
al vehículo y que trabajaran los mozos que con él venían. El
chofer me pidió protección y yo se la presté con cuatro agen-
tes, número suficiente para el caso, pues por la vía del ramal
cSevilla:u número 1 Je iba al señor Noguera un auxilio de 25
soldados al mando del señor Teniente Botero, quien al seguir
por tierra con dirección a la finca del señor Noguera, fue ines-
peradamente asaltado con la voz de CIERREN, tras de lo
cual quedó envuelto por unos 300 huelguistas, los cuales hi-
cieron retroceder la escolta basta el pueblo de Sevilla en don-
de quedaron los soldados en el local de la Inspección de Po-
licía. Los mismos huelguistas trajeron también al señor Eduar-
do Noguera, a quien custodiaban machete en mano. Los agen-
tes con los jóvenes Elías Padilla y Joaquín Posada pudieron, por
caminos extraviados, regresar a la estación, alarmados de le, que
sucedía con Ja tropa y co'l el señor Noguera. Por la tarde, a eso
de las cuatro, se presentó el Teniente Botero a la estación per-
fectamente solo, puei; la tropa había quedado en poder de los
huelguistas. Aquel Oficial traía la resolución de trasladarse a
Ciénaga con el fin de darle parte de lo sucedido al General I
Cortés Vargas, y se puso en marcha en un motor manejado
 94 -
por el Jefe del despacho de trenes. A poco rato de haberse
separado el Teniente Botero llegó en un tren el Capitán Gua·
rín, quien con una escolta y ametralladora conducía 40 huel·
guistas a Ciénaga. Informado p r el suscrito de lo que le
acontecía a la escolta del Teniente Botero exclamó: clmposi.
blel Yo tengo que rescatar a mis soldados•. Acto continuo
hizo bajar a la tropa que traía y cercando la locomotra y el
carro en que venían los presos, maniobra que efectuó con ocho
Agentes de Policía, dejó al Oficial que lo acompañaba con
unos pocos soldados en el centro y nos dijo: e Ustedes me res·
ponden por esos señoresc· Dio luégo órdenes perentorias a
los civiles que se hallaban por allí y se dirigió al pueblo de
Sevilla con ió soldados, una ametralladora y 8 agentes de Po.
licia. Quedé en verdadera espectativa, pues el número de
huelgnistas en el pueblo era considerable. Como se me infor.
mó inmediatamente, al llegar el intrépido Capitán Guarín a
Ja pequeña población, los huelguistas le abrieron paso, y por
entre ellos se trasladó enérgicamente al local de la Inspec.
ción en donde con definitivas voces de mando logró incorpo·
rar en sus filas con sus armas y equipos a los soldados secues-
trados que no habían sido desarmados, y victoriosamente se
presentó a caballo, a la cabeza de la tropa, a la estación. En
ese momento tuvimos noticia de que el señor General Cortés
Vargas se aproximaba con tropas, y el Capitán Guarín resol·
vió aguardarlo. No tardó en llegar el General, y el Capitán
Guarín, después de darle parte de lo ocurrido, Je presentó
como trofeo los soldados rescatados. El Capitán Guarín reci·
bió calurosas felicitaciones de su Jefe y de Ja distinguida Ofi·
cialidad que lo acompañaba. La tropa siguió a Ciénaga, con
excepción de una escolta que al día siguiente se retiró por
orden superior a Aracataca.
El cinco fue de vi~ible agitación entre los huelguistas, pues
se preparaban en verdaderas legiones a seguir a Ciénaga, se-
gún se rumoraba. Con efecto: a eso de las tres de la tarde
desfiló delante del balcón en que me encontraba instalado, una
crecida multitud, en filas organizadasr todos con machete en
mano y precedidos de un pabellón rojo. Muchas mnjeres ce·
rraban el desfile. Un poco más tarde pasó un verdadero ba·
tallón de huelguistas procedente de Guacamayal, encabeza-
- 95
dos por meretirces que llevaban el pabellón de Colombia y
una bandera roja.
En la madrugada del día 6 tuve conocimiento de las enér
gicas medidas que en fueºrza de las circunstancias se vio 0bli-
gado a tomar el señor General Cortés Vargas para disolver los
agresivos y compactos grupos de los huelguistas en Ciénaga;
estas noticias me hicieron suponer que aquellas gentes desban-
dadas vendrían cometiendo atrocidades, como en efecto su-
cedía, y ya en la mañana a las 6, se me informó que habían
robado el comisariato de Orihueca, incendiándolo luégo y ase-
sinando a la esposa del mandador Corso y a su hermano. Así
las cosas, me entrevisté con el señor Crespi, Superintendente
de la United en la zona de Sevilla, para deliberar en el senti-
do del plan que debiéramos adoptar para la defensa, y acaba-
mos por elegir el local que sirve para oficiná de Ingeniería de
aquellas dependencias, y acto seguido me trasladé con la po-
licía (12 agentes) al referido local, en donde se refugiaron
también u extranjeros y 3 colombianos. Principiaron a llegar
los desbandados, que se agrupaban en la estación, armados de
rifles, machetes y revólver, y el Teniente José María Quin-
tero, de la Policía departamental, junto con el Subvigilante
Carranza, se acercaron a aquellos grupos; excitándolos patrió-
ticamente a la prudencia. Los dos Oficiales de policía multi-
plicaban las razones y reflexiones; les hacían ver la magnitud
del peligro que entrañaba para Colombia la agresión contra
extranjeros pacíficos¡ les invocaban el nombre de la patria
para que guardaran cordura; pero aquellos, ebrios y sordos
a todo llamamiento, sólo contestaban con obscenas palabras y
rudos improperios, llegando basta desarmar a los dos oficia-
les que tan patrióticamente los excitaban con elevados fines.
Sin explicarme cómo, pudieron regresar al sitio en que nos
hallábamos atrincherados. Entre tanto llegaban sin cesar cre-
cidos grupos de huelguistas armados como los primeros y aun
de grases que habían sido quitados a los cuatro agentes que
estaban en Orihueca y a Ja comisión que se encargaba de pro-
teger a los guardas de la línea telefónica. Aquellos hombres
enfurecídos y en aterradora actitud, sitiaron el local en que
me hallaba con mis hombres. Desde las ventanas, tanto yo
como mi valiente ayudante, el Teniente Quintero y el Subvigi-
lante Carranza, les suplicábamos una vez más que tuvieran
11
calma, que reflexionaran y tuvieran en cuenta las consecuen.
cias que le traerían al país sus atentados contra los extranje·
ros y sus propiedades. Nos contestaron únicamente que les
entregáramos las armas y que saliéramos a vestirnos de civiles
y a mezclarnos con ellos. Como naturalmente nos negamos a
tan inaudita pretensión, una voz de la multitud ordenó: <FUE·
GO .••• » En seguida sonaron unos disparos, y el Teniente
Quintero cayó a mi lado mortalmente herido¡ sin poder au1i·
liarlo, murió pocos minutos después. Se empeñó un verdade.
ro combate entre fuerzas notoriamente desiguales, pues eran
más de ochocientos los hombres que nos atacaban. Nosotros
11
11 debidamente atrincherados, con calma pero con la decisión
11 resultante de lo inevitable, dimos principio a la defensa. Lo-
gramos causar algunas bajas, y en vista de ello nuestros ata·
r
1: cantes se replegaban a la línea férrea, donde se atrincheraban
tras unos carros del ferrocarril; desde esa posición y por to·
dos los costados del edificio donde nos encontrábamos dispa·
raban contra nosotros a tiempo que prendían fuego a todos
los edificios de la United y se entregaban al robo del Comi·
sariato. A eso de las nueve y media de la mañana un hidroavión
voló a poca altura sobre el lugar de los acontecimientos, lo
cual nos alentó y llenó de esperanza, pues supimos que los tri.
pulantes de la nave aérea se habían dado cuenta de lo que
ocurría, que darían parte y que vendría auxilio de la fuerza
pública. Sin embargo se aproximaba la tarde y la tropa no
venía en nuestro auxilio, circunstancia que aumentaba nues·
tr-t impaciencia porque presumíamos, con sobrada razón, que
al entrar la noche aquella multitud nos asaltaría en masa. Fir·
mes, no obstante. en cumplimiento de nuestro deber, repelía·
mos la agresión resueltos a sacrificarnos en aras del orden y
de las instituciones nacionales, cuando los silbidos de los pro·
yectiles del ejército de la República, a eso de las cuatro de la
tarde, después de diez horas de lucha, se dejaron oír. Grande
fue nuestra alegría, en aquellos momentos de angustia al oír
la voz de unos de nuestros compañeros, que gritaba: cAllá van
los militares•. Ante la p-esencia de las tropas que llegaron, en·
viadas por el Capitán Luis Carlos Fernández, Jefe Civil y
Militar de Aracataca, y comandadas por el Capitán Luna,
\ quien no sabía nuestra situación, los huelguistas se desbanda·
roo. Esto fue nuestra salvación, pues como lo habíamos pre·
- 97 -
sumido, los huelguistas tenían preparado para la noche el asal-
to con dinamita y demás elementos mortíferos. Rato después
llegó también de Ciénaga el señor Coronel Díaz con más tro-
pas, a las cuales nos unimos para seguir a Sevilla en persecu·
ci6n de los revoltosos y malhechores, a los cuales no pudimos
dar alcance porque se internaron en los espesos guineales.
Regresamos a la estación y allí ordenó el Coronel Díaz seguir
a Aracataca. Antes de emprender la marcha examinamos el
campo del combate y pudimos contar hasta ocho muertos, en-
tre los cuales estaba Erasmo Coronel, c1becilla comunista.
Hubo, naturalmente, varios heridos, pero en nuestras filas no
hubo más novedad que la muerte del valeroso Teniente Quin-
tero. Conduje su cadáver a Aracataca, en donde le di sepultu-
ra con todos los merecidos honores, de acuerdo con el Coro-
nel Díaz y el Presbítero doctor Angarita.
Es de justicia reconocer aquí que el Teniente Quintero,
prudente, abnegado y valeroso, prestó durante largo tiempo
que estuvo al servicio de la Policía un concurso inteligente y
eficaz. Fue modelo de disciplina y corrección.
En Aracataca continué prestando mis servicios con el pi-
quete de policía a mi mando, a órdenes del Capitán l<"'ernán-
dez, hasta el día doce de los corrientes en que recibí el ofiéio
de usted, ordenándome mi regreso a esta ciudad, a la cual
llegué con todos los Agentes con que salí, excepción hecha
del lamentado oficial de este Cuerpo a que ya he hecho refe-
rencia.
En los anteriores términos dejo relatada en forma verídica
y exacta las ocurrencias de Sevilla con motivo de las actitu-
des de los comunistas.
Del señor Comandante atento ~eguro servidor,
¡, SALVADOR FUENTES R.
Jefe del Pelotón de Policía que fue en comisión a la región
bananera.
Es fiel copia del original que expido por orden del señor
Comandante.
El Secretario de la Policía Departamental, Electo R. !tlier.
 - 98 -

RBUCIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS OCURRIDOS EN SEVILLA Y

ACTUACIÓN DE LA VI COMPA;"'ÍA DEL REGI UE. 'TO
•CÓRDOBA• EN DRFENSA DE LOS EMPLEADOS COLO !BU.NOS
Y AMERICANOS

Conforme a las disposiciones y medidas di tadas por la Jo-

fatora superior de la Zona, me hallaba de guarnición en Fu~
dación con la 6.*' Compañía de mi mando.
El día cinco recibí orden de ponerme en marcha en direc-
ción a Aracataca, en donde debían concentrarse las fuel'QJ
destacadas en esa región¡ allá perm,mecimos durante todo el
día, embarcados en dos trenes esperando la orden de marcha. 41
::1
La espectación crecía por momentos en todos los ánimos <:r

al ver las tropas listas para emprender la marcha¡ no cesaban

rJl
de llegar las noticias de que por diferentes puntos de la zona• =
Q
8
veían· pasar numerosos grupos de huelgui tas armados de ma. e
chetcs, revólveres, puyas y palos, y que se dirigían a la pobla. iñ
ci6n de Ciénaga, en donde debían reunirse tod0s. Todo o:
esto era confirmado por las noticias que nos trasmitían de ~
Ciénaga, de donde nos daban cuenta de la enorme aftueocia
de gente.
La situación no cambiaba, pendientes durante toda la no-
che estuvimos de lo que pudiera ocurrir¡ del teléfono no DOI
~; por esta razón llegamos a imponemos, como a
.., de las once de la noche, que de la Estación central de
Santa arta un empleado del ferrocarril hablaba con o~ro y
le decía que era urgente que todos se armaran con lo que tu·
wiern a su alcance y se fueran a reunirse a Ciénaga. La una
de la maftaoa era cuando comunicó J.a Estación de Riofrio
que se acababa de interrumpir la comunicación con Ciénaga,
tanto telegdfita como telefónica, y sucesivamente fueron avi·
1ando lo mismo de las demás estaciones hasta Sevilla. Nuca·
-tras comunicaciones por el norte estaban perdidas, pero al sur
q11edaba la línea con Fundación y de allí a Barranquilla, San.
ta Marta y Ciénaga. Todo esto ocasionaba más demora en la
ne,ac1a de nuevas comunicaciones.
La lituaci6o era angustiosa hasta el momento en que reci·
bimoa el telegrama en que el señor General, Comandante de
la División, comunicaba el Decreto declarando el estado de
 - 99 -
sitio en la provincia de Santa Marta y el choque de las tro-
pas con unos huelguistas y sus resultados; pero nos quedaba
el interrogante de lo que estuviera ocurriendo en los puntos
intermedios de la zona, con los cuales estábamos incomunica-
- dos. A la una de la tarde, preocupados por la incomunicación
con las estaciones intermedias, recibí orden de marchar con
mi compañía a Sevilla, con el fin de protejer las familias que
pudieran estar amenazadas.
Creo conveniente consignar aquí un rasgo de disciplina y
abnegación muy encomiable de los soldados costeños. Cuan-
do recibí la orden de marchar a Sevilla, hice formar la com-
pañía para pasarle revista, ordenándoles que almorzaran en el
menor tiempo posible, porque nos íbamos a una comisión a
Sevilla; pero ellos, que también estaban apercibidos de la si-
tuación y enterados de lo que había ocurrido en Sevilla el día
anterior, deseaban vengar el ultraje inferido a sus compañeros
por los huelguistas en aquel lugar, y a una voz manifestaron
todos que era mejor marchar inmediatamente y que al regre-
so almorzarían.
Así fue que en el acto nos embarcamos y con todo el cui-
dado que las circunstancias exigían, pues se tenía noticia de
que la línea térrea también había sido dañada, seguimos en
viaje lento, pues a todo lo largo de la vía teníamos que ir qui-
tando los postes de las líneas telefónicas que al trozarlos los
habían atravesado sobre la carrilera. Al fin encontramos un
obstáculo insuperable en la línea, de donde ya no pudo pasar
la máquina, pues habían roto el suiche del ramal de •La Pau-
lina>, a unos dos kilómetros de Sevilla. Unos trabajadores de
la línea que estaban allí, me informaron de lo que estaba pa-
sando en Sevilla: que los huelguistas habían saqueado el Co-
misariato; que le habían prendido candela a todas las casas
de los americanos y a ellos los tenían encerrados en una casa
para prenderles fuego¡ y que a unos militares los tenían sitia-
dos en una casa, que probablemecte ya los habrían matado
porque les tiraban con los grasses que les habían quitado a
once policías, con revólveres y con escopetas¡ que no intenta-
ra seguir de allí porque había más de mil huelguistas y esta-
I
ban armados y borrachos.
7
 100 -
Inmediatamente mandé desembarcar la compañía, dejé
una escuadra con un suboficial custodiando el tren, con orden
de no dejar pasar de allí a nadie ni permitir que se acercaran
a los carros.
Ya por el camino me había imaginado la situación que se
me pudiera presentar, y para el caso de que tuviera que ata-
car, me había formado el plan. Al efecto ordené que el pri.
mer pelotón, a órdenes del teniente Duque, al pasar el puente
de hierro, avanzara por la derecha del camino que traíamos;
el segundo pelotón, a órdenes del subteniente Martínez, con la
escuadra de ametralladora, que avanzara por la carrilera¡ y el
tercero, a órdenes del subteniente Castilla, marchara detrás
como sostén.
Todo el trayecto, desde donde emprendimos la marcha a
pie, lo hicimos al trote y a medida que nos acercábamos íba-
mos viendo las llamas y el humo del incendio y oíamos las de·
tonacio1Je:. de los grasses y los gritos espantosos de la dantes-
ca orgía; pero los grupos que se divisaban desde lejos en la
Estación, los interceptaban grupos de mujeres y niños que ve.
oían cargados de objetos producto del saqueo.
Cuando el primer pelotón llegó a la vista de los grupos
que estaban al rededor de los árboles y las casas, abrió los
fuegos, que fueron contestados por unos dispa(os de grass, re·
vólver y carabina, según se distinguían las detonaciones. Inme-
diatamente avanzó el segundo pelotón y emplazó la ametraUa-
dora, que empezó a funcionar correctamente, de tal manera
que al sentirla se infundió el pánico y en desbandada huyeron
en distintas direcciones.
Llegados los pelotones a la altura de la Estación, se pudo
apreciar la situación que ofrecía el campo con sus.casas incen·
diadas, las detonaciones de los grasses guardados en los <lepó·
sitos, los numerosos grupos de hombres entregados al saqueo
y al asesinato y las mujeres que, embriagadas con licores sa·
cadas de los comisariatos azuzaban los grupos para que se
hiciera mayor su ferocidad y mataran sin piedad a todo em·
picado que encontraran a su alcance. Por todas partes se veían
grupos de mujeres y de niños que huían horrorizados a bus·
car refugio en las montañas. Todas estas escenas que se suce-
dían en el teatro de los acontecimientos infundían pavor a los
- 101 -
que de cerca contemplábamos aquello. Todo esto me obligó a
tomar una rápida determinación para acortar la agonía de los
que estaban amenazados por los grupos a volar con dinamita
que intentaban acercarse a la casa do11de se econtraban reuni-
dos todos los empleados defendiéndose con los últimos cartu-
chos de la horrorosa muerte que les esperaba.
Dada la orden de ataque, dispuse que el segundo pelotón
se desplegara hacia la izquierda del primero para atacar los
grupos que se hallaban sobre la carretera que conduce a Sevi-
lla. Los grupos que se internaron en la bananera, que tenía-
mos a nuestra derecha y que nos hacía fuego de flanco, fue
suficiente con una escuadra para hacer frente a este ataque¡
los grupo& estacionados en los patios de las quintas y sobre la
vía férrea, tomaron unos las bananeras de nuestra izquierda y
otros las del frente o sea las que quedan detrás de las quintas;
también siguieron grupos en dirección a Sevilla. Contra los
que siguieron por la bananera de nuestra izquierda, mandé en
su persecución al tercer pelotón que estaba de sostén. Dadas
estas órdenes empezó el ataque. El humo de las casas incen-
diadas, los carros estacionados a lo largo de la línea, no nos
permitían ver los grupos que tras ellos se ocultaban¡ esto me
obligó a hacer avanzar mi línea de tiradores con todas las pre-
cauciones que las circunstancias imponían. Cuando salimos de
estos obstáculos, ordené el avance de toda la línea, que como
un huracán cruzó jardines y cercas de alambre en persecución
de los pocos que quedaban en el campo, que sorprendidos
por el inesperado ataque corrían en todas direcciones. La
presencia de la línea de tiradores que avanzaba por entre los
edificios incendiados y los jardines del prado, fue ovacionado
con un estruendoso grito de ¡Viva Colombia! ¡Viva el Ejérci-
to! dado por los americanos y demás empleados colombianos
que se hallaban sitiados, quienes sintiéndose libert~dos y es-
capados de una muerte segura y atroz, salieron inmediata-
mente de su provisional fortaleza haciendo las manifestacio-
nes más patéticas de agradecimiento.
Cuando ya la línea de tiradorns ocupó el límite de las ba.
naneras, ordené hacer alto y allí permanecimos en espectativa
de un contra ataque del enemigo¡ pero se pudo constatar que
huían en desbandada por todas las bananeras. Convencido de
 - 102 -
la ausencia de los malhechores, ordené la reunión de Ja com-
pañia sobre Ja carretera de Sevilla, y recibí el parte de los co-
mandantes de pelotón, sin novedad. En este momente se oyó
un tiroteo abajo de la línea del ferrocarril, e inmediatamente
ordené al teniente Castilla que con su pelotón fuera a ver qué
ocurría, y mandé hacia Sevilla al teniente Duque pc1.ra que con
su pelotón, y apoyado por el segundo, continuara la persecu-
ción de los que en esta dirección huían.
El subteniente Castilla regresó a darme parte de la misión
que le había dado, informándome que los disparos que se ha-
bían oído hacia abajo de la línea del ferrocarril, habían sido
hechos por unos grupos que perseguían a tres policías y dos
particulares a quienes habían desarmado e intimado rendí·
ción. El pelotón a su mando se desplegó atacando los grupos y
haciendo una corta persecución, pues los bandoleros salieron
' en precipitada fuga.
En espera del cumplimiento de las órdenes dadas a mis
11 oficiales, permanecí en el teatro de los sucesos, acompañado
" de los empleados americanos, colombianos, algunos agentes de
policía, la escuadra de ametralladoras y el tercer pelotón que
babia regresado después de cumplida su misión.
Comentando los acontecimientos y admirados de ver has·
ta dónde había llegado la barbarie de aquellos hombres, al.
canzamos a oír que por el norte se acercaba una locomotora a
corta velocidad, indicándortos con esto que traía algunas pre-
cauciones. Alarmados por Ja presencia de este tren, pues per·
11
fectamente sabíam0s que la vía férrea estaba destruida en di-
ferentes trayectos, y por lo tanto se hacía imposible el tránsi-
to de trenes; no teniendo noticia de la llegada de este tren, y
en vista de las circunstancias anotadas, no podíamos suponer
que fueran nuestras tropas, sino algún grupo de ba11didos que
lo hubieran capturado y venían con Ja intención de atacarnos¡
previendo que esto sucediera di orden para que el tercer pe-
lotón se desplegara aprovechando los abrigos que tenían al
al frente y emplazara Ja ametralladora en el centro listos para
abrir los fuegos si era el caso. Al avistarse la locomotora divi·
samos sobre el ténder un grupo de soldados; permanecimos
todavía en espectativa, pues podrían ser huelguistas disfrazados
de militares; aguardamos que se acercaran hasta donde la segu-
- 103 -
ridad de nuestros abrigos lo permitían. En los primeros gru-
pos que desembarcaron se adelantó el señor Coronel Díaz, a
cuyo encuentro salí y le di parte de lo currido y del estado de
la situación hasta ese momento. Deseoso el señor Coronel de
cerciorarse de lo sucedido, me ordenó que siguiera con él ha-
cia Sevilla, en donde se me reunieron Jos dos pelotones de mi
compañía, enviados en la persecución de la gente que en esa
dirección había emprendido la desbandada.
Soln el terror y el pánico se reflejaba en el rostro de los
pobladores, pero Ja llegada nuestra hizo que los ánimos se cal-
maran y volviera la tranquilidad a aquellos hogares en que no
se veían sino rostros de mujeres convulsas, aterradas por la
amenaza de ser quemadas vivas, pues varias eran las casas en
que había recaído esta terrible amenaza, únicamente por el
hecho de ser empleados de la compañía extranjera.
Terminada la requisa por los dos pelotones enviados ante.
riormente, recibimos la orden de regresar llevando las fami-
lias que buscaban refugio al amparo de nuestros soldados. En
un tren militar regresamos a Aracataca teniendo a todo lo lar-
go de la vía infinidad de obstáculos que habían puesto los
malhechores y que eran salvados con rapidez y habilidad por
una patrulla de exploración . enviada adelante en un motor
para asegurar la marcha del tren. A la una y media de la ma-
ñana llegamos a Aracataca con todas las familias que habían
emigrado, el cadáver del teniente de la policía departamental
y algunos presos, quedando con esto terminada la misión que
se me había encomendado.
Al señor General Carlos Cortés Vargas, Jefe superior de la Zona ba-
nanera.
Atentamente,
LUIS F. LUNA
Capitán.
•••
De acuerdo con los partes oficiales, los muertos habidos en
la refriega de la Estación de Sevilla, fueron los siguientes:
Juan Torres, Demetrio Pallares, Bernardino Hernández,
Erasmo Coronel, venezolano, delegado obrero enterrado en
Guacamaya!, Alejandro Alvarino (alias cEI poeta:.), Andrés
 104 - - 105 -

Núm. Localidad. Descripción.

Martínez, Pedro Matallana, Juan Conrado, Nazario Villamil,
José Martínez (alias e Panadero•), Adán Ariza, Nicolás Mira- 8u3 Finca Abarca Estación de recibo de gui-
món, Tomás Sarabia, Femando Ochoa, Agustín Gutiérrez, neo.
Manuel Gutiérrez, José Rosalía Ruá (folios 544), y doce que no 10200 Ecuador Residencia.
se pudieron identificar fueron hallados en los alredores de la 1020J id. Tienda.
Estación. Eu total veintinueve muertos (29). Uno de los mata. 10202 id. Residencia .
dores del señor Corso y la señora fue Nicolás Fernández, ve. 10209 id. Cocina.
nezolano, quien cayó quizá herido de manos del finado y fuejuz. 10301 Finca Guatemala Residencia.
gado y condenado por uno de los Consejos de guerra verbales. 10302 id. Residencia.
Los demás heridos fueron ocultados cuidadosamente para no 10400 Motagua Residencia.
caer bajo la acción de la justicia. 10401 id. Tienda.
En la madrugada del día siete de diciembre las tropas a 10408 id. Campamento de 20 cuartos.
órdenes del señor Coronel Díaz continuaron la persecución de 10425 id. Residencia.
los revoltosos que, a órdenes de Mahecha, tomaron la vía del 10$00 Patuca Residencia.
Retén, por el pie de la cordillera¡ al darles alcance fue 10501 id. Residencia.
muerto Eladio Barbosa y heridos José Pacheco, Juan Ruiz y 10502 id. Residencia.
Perfecto Vareta, y según informes, quedó herido el mismo ca· 10600 Mame Residencia.
becilla Mahecha. En la noche del siete los puestos avanzados 10602 id. Campamentl) de 6 cuartos.
de la guarnición de Aracataca se vieron precisados a disparar 10603 id. id. id.
sobre algunos atacantes, resaltaron heridos Arcadio González 10604 id. id. id.
y Carlos Cárdenas.-En la Estación de cCandelita> murieron 10700 Soplador Residencia.
a manos de una patrulla José V. Fontalvo y Mercedes Avenda- 10900 Indiana Residencia.
ño. Ese día quedó absolutamente pacificada toda la región y de 10903 id. Campamento de 6 cuartos.
ahí en adelante no hubo, en toda la zona, ni un solo hecho de 10908 id. Residencia.
sangre que lamentar. 11100 Sinú Residencia.
• •• 11103 id.
Antioquia
Campamento de 6 cuartos.
Tienda.
12101
Las pérdidas de la United Fruit Company fueron, de
acuerdo con informes fidedignos, las siguientes: MUEBLES

«EDIFICIOS INCENDIADOS Núm. Localidad. Motiv.:> de la pérdida.

Núm. Localidad. Descripción. 5501 Tienda Riofrb Saqueada.

5501 Dispensario Riofrío Saqueado.
7002 Orihueca Tienda (Comisariato) 8401 Tienda Latal id.
8001 Prado, Sevilla Oficina. 12301 Tienda Guajira id.
8002 id. Tienda. Tienda Camito id.
14509
8003 id. Ri:sidencia. 7002 Tienda Orihueca Quemada.
8005 id. Casa de solteros. 8001 Prado, Sevilla id.
8o23 id. Bodega. id.
8002 id.
8o31 id. Establo.
8003 id. id.
 106 - - 107

Núm. Localidad. Motivo de la pérdida. Núm. Localidad. Motivo de la pérdida.

8005 Prado, Sevilla Quemada 9212 Gabriela Saqueado.
8oo6 id. id . 10201 Ecuador id.
8o23 id. id. 10401 Mota gua id.
10200 Ecuador id. 12101 Ca uca id.
10301
8010
Guatemala id.. 14202 Miami id.
Oficina Sevilla Saqueada.
DINERO EFECTIVO
10400 Motagua Quemado.
10401 Tienda Motagua id. Núm. Localidad. Motivo de Ja pérdida.
10425 Motagua id. 8001 Oficina de Sevilla Saqueada.
10500 Patuca id. 7002 Tienda Orihueca id.
10501 id. id. 8002 id. Sevilla id.
10600 Maro e id. 9212 id. Gabriel a id.
10700 Soplador id. 10201 id. Ecuador id.
10900 Indiana id. 10401 id. Motagua id.
10908 Indiana id. 8401 id. La tal id.
11100 Sinú id. 1.2101 id . Cauca id.
12101 Antioquia id.
SEMOVIENTES
HERRAMIENTAS y EQUIPOS. Pequeños movibles
Varios robaron y mataron>.
Núm. Localidad. Motivo de la pérdida.
DAÑOS CAUSADOS AL FERROCARRIL DE SANTA MARTA
S-401 Tienda Latal Saqueada.
12301 id. Goajira id. «Todos los cambiavías entre Ciénaga y Riofrío fueron inu-
14509 id. Orihueca id. tilizados por rotura de sus candados y palancas y dobladas las
7002 Camilo (tienda) Quemada. agujas. La máquina número 20 fue descarrilada en el desvia-
8oo2 Sevilla id. id. dero de «Lucía Vieja,., kilómetro 48 1 el 6 de diciembre, debi-
8003 Sevilla, bodega id. do a daños en el cambiavía. Dos rieles fueron levantados del
10201 Tienda Ecuador id. lódo norte del puente de Riofrío. El puente de madera núme-
10401 id. Mota gua id. ro 130, en el kilómetro 52, fue dañado arrancándosele todos
12101 id. Cauca id. los durmientes y cabezales. Todos los cambiavías entre Rio-
frío y Sevilla fueron dañados 'más o menos. Un riel fue arran-
EXISTENCIAS DE MERCANCÍAS
cado del lado norte del puente de Sevilla y se atentó la· des-
Núm. Localidad. Motivo de la pérdida. trucción del mismo puente con dinamita, causando daño
Ricfrío Saqueado. leve al estribo de concreto.
5501
La tal id. En la línea recta al sur de Sevilla (poste telefónico número
8401
Goajira 1388, kilómettlo 70), los clavos y eclisas fueron removidos de
12301 id.
14509 Orihueca un riel. El puente número 182 A, el 73 fue quemado. El puen.
id.
7002 Sevilla te número 186 fue quemado también. La carrilera fue desali-
id.
8302 Florida id. neada y el astre arrancado en un trayecto de tres rieles de lar-
 - 108 -
go en el kilómetro 76 (poste telefónico número 1492). Y por
el largo de seis rieles al poste telefónico número 1506 en el
mismo kilómetro. Un riel fue arrancado en el kilómetro ¡¡.
poste telefónico número 77. Un riel fue arrancado en el extre·
mo sur del puente Tucurinca. En el ramal <Paulina> el puen·
te de la Quebrada Honda, kilómetro 5, fue quemado y todos
los cambiavías entre «Paulina> y Marne fueron dañados. El
extremo norte de la Estación Marne fue casi destruído por las
llamas. Dos rieles fueron arrancados en la curva «Guatemala>
en el kilómetro 5 del ramal. Dos rieles fueron arrancados en
el kilómetro 2 del ramal, todos los cambiavías dañados entre
Mame y Tucurinca. No hubo daño a Ja línea recta al sur
det puente Tucurinca, excepto la rotura de los candados
de los cambiavías en los boca-ramales Aracataca números
1 y 2. Varios candados de cambiavías fueron rotos en el
ramal Las Flores. Todos los alamhres telefónicos fueron cor-
tados del poste número 693, kilómetro 35 (Ciénaga) y di·
cho poste fue cortado y derribado. El poste número 776, en
el kilómetro 39, fue derribado y todos los alambres cortados.
El poste número 830 en el kilómetro 42 sufrió la misma suer-
te y los alambres también. El poste número 985 en el kilóme-
tro 50 fue derribado. Todos los alambres fueron cortados del
poste número 1004, kilómetro 53¡ los postes números 1004 y
1005 fueron derribados. Los postes números 1008 y 1009, en
el kilómetro 51 1 fueron derribados y todos los alambres corta·
dos. El poste número 1024, kilómetro 52, fue derribado. El
poste número 1033 fue derribado y los alambres cortados. Los
postes números 1089 y 1090 en el kilómetro 55, fueron derri·
bados y los alambres cortados. Los postes números 1104,
I ro5 y 1 IOÓ, en el kilómetro 56, fneron tumbados y todos los
alambres cortados. Los postes números u63 y 1164, en el ki-
lómetro 59, y los postes u81 y u83, en el kilómetro 60, fue·
ron derribados y los alambres cortados. Los alambres del pos·
te número 1125, en el kilómetro 62, fueron cortados. Todos
los alambres que entraban a la torre de despacho (en Sevilla)
vinieron abajo por motivo del incendio del edificio. Los postes
números 1325 y 1326, en el kilómetro 67, fuero9 derribados y
todos los alambres cortados. El poste número 1340, en el kiJó.
metro 68, fue derribado. Todos los alambres en los postes nú.
109 -
meros 1398 y r403, en el kilómetro 71, fueron cortados y que.
dar on en tierra. El poste número r402, en el kilómetro 71, fue
derribado. Todos los alambres, entre los postes números 1466
y 1471, en el kilómetro 74 (Guamachito), fueron cortados y que-
daron en tierra. Los postes números 1469 y 1470, en el kiló·
metro 74, y los 1493 y 1494, en el kilómetro 81, fueron derri-
bados y todos los alambres cortados.
En el Ramal c?aulina>, el poste número 8, en el kilóme-
tro 1 1 fue derribado y todos los alambres cortados, En el Ra-
mal Tucurinca, los postes números 28 y 29, en el kilómetro 1,
derribados y todos los alambres cortados. El poste número
69, en el kilómetro 4, fue derribado. En el Ramal Las Flores
todos los alambres del poste número 48, en el kilómetro 3,
fueron cortados, y los postes números 256 y 257, en el kilóme-
tro io (El Retén), f:ueron derribados y todos los alambres cor-
tados.
Los siguientes aparatos telefónicos fueron totalmente des-
truídos: los de las casillas de La Elena, Neerlandia, Pantoja,
Varela, Santa Ana, Orihueca, La Unión, Ramal Sevilla núme-
ro 1, Ramal Sevilla número 2 1 Mame, Macando, Guamachito,
Tucurinca, Goajira, El Retén, y todos los candados de estas
casillas fueron destruidos; y en algunos casos las casillas mis-
mas fueron dañadas. Cinco aparatos telefónicos fueron des-
truidos en el incendio de la oficina de los despachadores en
Sevilla.
Todos los muebles de la oficina de despacho de trenes en
Sevilla se quemaron, así como el cargamento que había en la
bodega de la Estación de dicho lugar>.
*••
Entre tanto nos ocupámos de organizar el gobierno civil
y militar de la provincia dictando los decretos de nombra-
mientos de los Jefes civiles y militares de los municipos. Di-
chos nombramientos recayeron en los señores Teniente Coro-
nel don Víctor A. Cogollos, para el de Santa Marta; Capitán don
Aurelio Linero, para el de Ciénaga; Capitán don Luis Carlos
Fernández 1 para el de Aracataca; Teniente en retiro Agustín
Rangel, para el de Pueblo Viejo, y señor Francisco Gámez Fer.
nández, para el de Pivijay.
 - 110 -
Es del caso advertir que no todos los señores nombrados
se dieron cuenta de cuáles eran sus funciones¡ de esta suerte,
los jefes civiles y militares de Santa Marta y Aracataca dejaron
funcionando los alcaldes civiles respectivos, lo cual implicaba
una dualidad de mando inaceptable; el de Pivijay, al tomar
posesión, se puso a órdenes del señor Gobernador, sin dar
cuenta al Jefe civil y militar de la provincia de donde emana·
ba su autoridad; tan pronto como llegó a nuestro conocimien·
to tal irregularidad, procedimos a nombrar nuevos funciona·
rios para el primero y el último de estos municipios, nombra-
mientos que recayeron respectivamente en los señores Capi-
tán don Luis F. Enciso y Teniente don José María Henao.
Como ocurre en épocas de revuelta, comenzaron a llegar
denuncios contra los responsables y también contra personas
que luégo resultaron inocentes, mas como no podíamos ni
desoír ni prejuzgar, las órdenes de captura se libraban y las
autoridades perseguían y apresaban a los presuntos responsa-
bles; el señor Juez del Circuito adelantaba sin tregua ni des-
canso las investigaciones, recibía declaraciones, e indagatoria·
ba a los sindicados; entre tanto las cárceles se iban llenando
de detenidos en su mayoría inocentes, pero que no podíamos
poner en libertad sin saber a qué atenernos.
Para la captura de los responsables se solicitó del sei'lor
General don Justo A. Guerrero, Comandante de la 2.ª División,
que de la guarnición de Barranquilla hiciera guardar la salida
de Ciénaga a aquella ciudad; al efecto, y con el mayor celo
y actividad, ordenó colocar un retén en un lugar apropiado del
caño «Clarín•, asímismo envió tropas de Calamar sobre Pivijay,
las que fueron de grande utilidad. Las aguas de la Ciénaga
fueron patrulladas día y noche por una flotilla de lanchas de
gasolina a las órdenes del señor Teniente don Luis Alfredo
Garcés, quien se distinguió por su actividad.
Por mar, el guardacosta cPichincha.o, a Jas órdenes del
Capitán Robinson, prestaba el servicio de vigilancia efectuan-
do cruceros a lo largo de la costa.
Sin cesar se despachaban comisiones a proteger y trasladar
a parte segura las familias que andaban huyendo entre las
plataneras y en los montes; varias patrullas prestaban apoyo
a los empleados de telégrafos que reparaban las líneas que
- III -
habían sido totalmente destruídas; las cuadrillas de recons-
trucción de los teléfonos de la Compañía del ferrocarril, así
como de la vía• férrea, eran protegidas por las tropas.
Se ordenó y efectuó el decomiso de las armas, dinamita y
demás explosivos que había en el comercio, elementos que
después fueron entregados a sus dueños. En una palabra, se
dictaron y pusieron en práctica todas las medidas que, a nues -
tro juicio, contribuían al pronto restablecimiento de la norma-
lidad.
El señor Coronel Díaz desde la mañana del día seis estuvo
en activa campaña persiguiendo los revoltosos y dando garan-
tías a los ciudadanos pacíficos; como se recibieran noticias de
que una partida de más de ochocientos hombres, algunos arma-
dos y llevando caballos y mulas robadas, había seguido en di-
rección a Valledupar, las autoridades de aquella Provincia se
alarmaron y solicitaron protección ¡ se ordenó al señor Coronel
Díaz montara cuarenta hombres y los mandara hacia aquellas
regiones. Acto continuo se cumplió la orden y al efecto el
señor Capitán don Julio Guarín con los Subtenientes Carlos
A. Palacios y Carlos Martínez, organizaron en dos horas un
pequeño escuadrón y el día 12 de diciembre se pusieron en
marcha desde Aracataca en persecución de los bandidos. La
comisión fue desempeñada brillantemente, rescataron varios
semovientes y lograron capturar algunos de los ladrones así
como disolver la cuadrilla.
Como apareciera en La Nación de Barranquilla, el día 11 1
una información en la cual se culpaba a nuestras tropas de
haber usado balas estilo c: dum-dum>, noticia dada, según el
diario en referencia, por el señor doctor don Carlos Acosta
García, caballero oriundo de Ciénaga y médico del Hospital
de Caridad de dicha ciudad, llamamos al referido doctor para
que explicara la veracidad de su dicho; él se comprometió
ha desmentir la especie muy grave por cierto. Mas el señor
doctor Acosta, en vez de desmentir la versión, en carta a La
Nación trató el asunto en forma maleante. De ahí que nos
viéramos en la necesidad de reducirlo a prisión para que ex·
plicara ante los tribunales tan inaudito cargo. No anduvimos
errados en nuestra apreciación con respecto a la importancia
de tal información en boca de un facultativo educado en Eu-
 •
- 112 -
ropa; en El Diario Nacional del 9 de enero, el General don
Jorge Martínez L. bajo el título cPor el Derecho de Gentes y
por el honor ~ilitar», trae un artículo que comienza así: e La
tradición gloriosa de las armas colombianas impone una ver-
dadera investigación sobre el uso que de ellas hicieran lastro
pas a órdenenes del General Carlo5 Cortés Vargas contra los
huelguistas de la Zona Bananera». Después de transcribir par-
te de la carta del doctor Acosta García, termina el articulista:
cuna investigación verdadera, como la que se impone ante el
denuncio que ha dado el médico del Hospital de Ciénaga, es
la única que puede determinar la inculpabilidad del comando,
o la responsabilidad en que incurrieron los que hicieron uso
arbitrario y criminal de procedimientos reprobados y repro-
bables por todos los pueblos civilizados de Ja tierra; y esa in-
vestigación es tanto más necesaria cuanto el honor del Ejérci·
to de la Repúbli.::a la hace indispensable para conservar intac-
ta la tradicción humanitaria hasta hoy nunca alterada».
cTal es la única solución para el múltiple problema plan-
teado con los factores de derecho, humanitari~s, científicos y
de honor militar que hemos recogido en las líneas anteriores•.
En Universidad, el doctor Jorge Eliécer Gaitán , en su ar-
tículo 11:condenados a los tribunales de guerra», dice: 11: : . •• ha-
blar del Derecho de Gentes cuando en la matanza se han em-
pleado balas .:dum-dum• condenadas por todas la naciones .... >
Tan pronto como se abrieron los tribunales solicitamos se
abriera l~ investigación correspondien~e para poner en claro
la actuación de nuestras tropas y decirle al país la verdad de
los hechos. Insertamos en seguida todas las piezas del infor.
mativo levantado por el señor Juez del Circuito de San Juan
de Córdoba el cual es de verdadero interés.
••*
Jefatura Civil y Militar de la Provincia del Santa Marta -Co-
mando Superior-Número r42:_CiJnaga, enero 2 r de r929.
Señor juez del Circuito de San fu<;in del Córdoba-Ciénaga.
Atentamente solicito de ese Despacho abra una investiga-
ción para poner en claro la clase de proyectiles usados por
las tropas de mi mando; asímismo, si los proyectiles usados
- 113 -
fueron deformados de alguna ma nera y si esto fuere verídico,
quién o quiénes dieron la orden. Como bien lo sabe ese Des-
pacho, en la madrugada del día seis de diciembre del año
próximo pasado las tropas a mis órdenes y bajo mi mando
inmediato, se vieron precisadas a disparar sobre Ja masa . de
amotinados reunidos en la estación del ferrocarril de esta ciu-
dad. Las tropas de guarnición en esta plaza eran de los Re ·
gimientos de Infantería «Córdoba» y «Nariño" . El señor doc-
tor don Carlos Acosta García dijo, y así fue publicado por Ja
prensa, que los efectos de los proyectiles usados en la fecha
citada se parecían a los ca usados por balas dum-dum. Como
no se. oculta al ilustrado criterio de ese Despacho, dicha clase
de proyectiles, así como la deformación de los usados, están
prohibidos por el artículo 1.052 del Derecho d.! gentes - De
usted atento servidor, Carlos Cortés Vargas, General Jefe Civil
y Militar.
NOTA D E RECIBO
Recibido hoy veintiuno de enero de mil novecientos vein-
tinueve y al Despacho al día siguiente-Osear E. Angulo,
Secretario en propiedad.
AUTO DEL JUZGADO
juzgado del Circuito-San Juan del Córdoba, enero veintidós de
mil novecientos veinl11meve.
En vista del oficio anterior procédase a lo siguiente: x. 0
Abrese investigación para poner en claro la clase de proyecti-
les usados por las tropas al mando del señor Jefe Civil y Miii-
tar de la Provincia de Santa Marta; 2.º Si los proyectiles usa-
dos fueron deformados de alguna manera, en cuy.e caso se
averiguará quién o quiénes dieron la orden de deformación .
Para poner en claro el punto primero, practíquese una inspec-
ción ocular en los depósitos del parque del Comando, con
asistencia del señor Personero Municipaf y tres peritos, quie-
nes dictaminarán si la clase de municiones usadas por el ejér-
cito en esta Provincia corresponde a las denominadas dum
dum o nó. Igual inspección y con los mismos peritos, se prac-
ticará en la estación del ferrocarril de esta ciudad con el fin
de averiguar si hay rastros o huellas de los disparos habidos
 - 114 -

en la madrugada del seis de diciembre último y si en esos

rastros o huellas se encuentran signos de que esos di.sparos
hayan sido hechos o nó con proyectiles de los denominados
d""'-dum. Nómbrase como peritos para esta diligencia a los
seiiores Ezequiel García Pérez, doctor Alejandro Araq1,1e l
seftor José Antonio Fernández de Castro, a quienes se daai
posesión del cargo bajo el juramento legal. Para averiguar el
puoto segundo tómese declaración jurada a dos de los oficia·
les que asistieron con la tropa al luglr de los disparos el día seis
de diciembre en las horas de la madrugada. También se red.
birá declaración sobre el particular a tres de los soldados que
hacían parte de la tropa¡ estos testigos dirán qué clase de
municiones usaron, si fueron deformadas y en este caso quiéQ
o quiénes ordenaron esa deformación. La inspección ocular
ordenada se practicará hoy a las cuatro de la tarde. Cúmpla.
se-José Asunción Pachón, Osear E. Angulo, Secretario en pro-
piedad.
CITACIÓN DE LOS TESTIG-OS

Se citó a lo~ señores Ezequiel García Pérez, Alejandro

Araque y José Antonio Fernández de Castro, hoy ,·eintidós
de enero de mil novecientos veintinueve - Rafael Gonzála
Aicardi.
POSESION DE LOS PERITOS

En San Juan del Córdoba, a veintidós de enero de mil no·

vecientos veintinueve, se presentó en este Despacho el señor
doctor Alejandro Araqae, con el fin de tomar posesión del
cargo de perito para que ha sido nombrado en el auto anterior,
de fecha de hoy. El señor Juez le recibió el juramento legal
y pól' so gravedad ofreció cumplir bien y fielmente con los
deberes del cargo para que se le ha designado. En constancia
-se firma como aparece-fosé Asunción Pachón-Alejandro Ara-
qtu-Oscar E. Angulo, Secretario en propiedad.
En San Juan del Córdoba, a veintidós de enero de mil no-
vecientos veintinueve, se presentó en este Despacho el señor
Ezequiel García Pérez, con el fin de tomar posesión del cargo
de perito par¡ que ha sido designado en estas deligencias. El
sciior jaez le recibió el juramento legal y por su gravedad
ofreció decir verdad y proceder en el dictamen que rinda de
 - Il5 -
acuerdo con su leal saber y entender. Para constancia se fir.
ma como aparece-José Asunción Pachón-Ezequiel García
Pérez-Oscar E. Angulo, Secretario en propiedad.
En San Juan del Córdoba, a veintidós de enero de mil no-
vecientos veintinueve, compareció en el Despacho del Juzga-
do del Circuito el señor José Antonio 1''ernández de Castro
con el fin de tomar posesión del cargo de perito para que ha
sido nombrado. En tal virtud, el señor Juez por ante su secre-
tario le recibió juramento en la forma legal y por su gravedad
ofreció cumplir bien y fielmente con 1>S deberes de su cargo.
Firma en constancia-El Juez, .Jos¿ As1mció11 Pachón-El po-
sesionado, f. Antonio Femández de Castro-El ecretario, Os-
ear E. Angulo.
INSPECCIÓ:-l OCULAR

En San Juan del Córdoba, a veintidós de en ro de mil no-

vecientos veintinueve, siendo la hora señalada en el auto ante-
rior de fecha de h y, para la práctica de la diligencia de ins·
pección ocular allí mismo ordenada, el eñ r Juez del Circuito,
asociado del Secretario y de los peritos señores doctor Alejan-
dro Araque, José Antonio Fernández de Castro y Ezequiel
García Pérez, se trasladó al Comando Superior de esta ciudad
con el fin de practicar la inspección mencionada, a la cual
asistió el señor General Carlos Cortés Vargas. Llegados al Co-
mando Superior y enterado el señor Jete Civil y Militar de la
Provincia de anta Marta del objeto o del fin ya indicado, se
hizo abrir el depósito de las municiones del ejército por orden
del señor General Cortés Vargas, y de allí los señores peritos
escogieron una caja de municione:. herméticamente cerrada,
y en presencia del per onal del Juzgado, de los señores peritos
y del señor Personero Municipal, quien también a istió a esta
diligencia, fue abierta. Dicha caja, después de quitada la cu-
bierta de madera, dejó ver una cubierta de zinc perfectamente
soldada; rota esta cubierta se sacó una caja que contenía va-
rios paquetes de municiones de las destinadas al servicio del
ejército de la República, Abiertos varios paquetes pequeños,
los cuales se encontraban perfectamente cerrados y sellados,
se vio que cada uno de ellos contenía tres proveedores con
cinco tiros cada uno. En presencia de los peritos y a peti-
8
 116
c1on de éstos, se orden.) partir en dos partes iguales y
por el centro de él, un proyectil con el · fin de examinar de·
tenidamente su contenido. Para practicar esta operación fue
necesario despuntar el proyectil por tener una punta demasia·
do aguda. Acto seguido, el señor Jefe Civil y Militar presentó
varios soldados que tomaron parte en los acontecimientos que
tuvieron lugar en la madrugada del día seis de diciembre del
año pasado en la •!stación del ferrocarril¡ a petición de lo)
peritos se interrogar0n sobre si ellos habían tomado parte en
los sucesos ya dichos, y éstos respondieron afirmativamente.
Asimismo se hizo que cada uno de ellos exhibiera algunas de
las municiones que llevaban consigo, y exhibieron cada uno
un proveedor con cinco tiros, que examinados por los señores
peritos, resultaron idénticos a los sacados de la caja del depó·
sito. También interrogaron los peritos a los soldados ya men·
cionados sobre si esa clase de proyectiles habían sido los usa-
dos en la madrugada del seis de diciembre último, y contesta-
ron que sí. Seguidamente, el señor Jefe Civil y Militar de la
Provincia, para que los señores peritos observaran los efectos
producidos por los proyectiles, ordenó hacer funcionar una
ametralladora, poniendo comn blanco un grueso tronco y un
tarro de lata desocupado. Acto continuo ordenó el señor Jefe
Civil y Militar, a petición de los peritos, hacer un disparo de
fusil, teniendo como blanco un tarro con agu a y detrás un saco
de lona con arena. Seguidamente el personal ya dicho se tras-
Iadó a la estación del ferrocarril, al sitio donde se desarrolla·
ron los acontecimientos del seis de diciembre último. Una vez
allí, fueron examinados detenidamente por los peritos los efec-
\ tos producjdos por los disparos efectuados en el día mencio·
nado y se encontraron algunos rieles perforados y en una de
las paredes de la estación varios orificios producidos por las
balas, entre las que figura uno que :;e introdujo como seis o
1 siete centímetros en la pared de concreto del edificio de la es·
tación. ~n·este estado, los señ~res peritos pidieron ..término
de veinticuatro horas para rendir fundadamente su dictamen.
El señor Juez hallando justa esta petición accedió a ella. Para
\
constancia se firma esta diligencia por todos los que en ella
han intervenido.
Jos¡'.; ASUNCIÓN PACHÓN -Carlos Cortés Vargas-Gilberto
117 -
Vald~s Castillo-]. Antonio Fernández de Castro-Ezequiel
García P. - Alejandro Araque-Oscar E. Angiilo, Secretario en
propiedad.
DICTAMEN DE LOS PERITOS
Señor Juez del Circuito-Presente- Nosotros, Alejandro
Araque, José Antonio Fernández de Castro y Ezequiel García
Pérez, nombrados por usted peritos para la práctica de una
inspección ocular, consistente en establecer si la clase de mu-
niciones usadas por el ejército corresponde a las denominadas
DUM-DUM o nó, o si de las señales o rastros que dejaron
los disparos hechos en la estación del ferrocarril de esta ciu-
dad el día seis de diciembre último en las horas de la madru-
gada, puede deducirse si fueron hechos o no por los proyecti-
les denominados DUM-DUM. exponem0s lo siguiente: En
cumplimiento de lo ordenado por usted en auto de fecha de
ayer, nos trasladámos, c:n asocio del personal del Juzgado,
al Comando Superior de esta ciudad, donde fuimos recibidos
por el señor General Cortés Vargas, Jefe Civil y Militar de la
Provincia de Santa Marta. Una vez enterado el señor General
Cortés Vargas del objeto de nuestra presencia allí, mandó abrir
el depósito de las municiones que usa el ejército; allí encon-
trámos varias cajas en arrumes, escogimos de ellas una al ac:a-
so; la hicimos abrir y encontrámos que contenía varios pa..que-
tes grandes; tomado al acaso uno de esos paquetes, lo abrimos
y encootrámos que contenía varios paquetes pequeños, y cada
uno de esos pequeños paquetes contenía tres proveedores con
cinco cápsulas o proyectiles delgados de forma perfectamente
cónica; uno de esos proyectiles fue cortado al través en varias
partes y a golpes fuertes de machetes y encontrámos que
dentro del cilindro perfectamente cónico, de acero niquelado,
hay una masa de plomo perfectamente compacta y dura¡ lué-
go procedimos a abtir a lo largo otro de esos proyectiles, para
lo cual fue necesario cortarle la punta para que la cegueta en-
contrara dónde apoyarse para iniciar el corte¡ abierto el pro-
yectil en Ja forma ya dicha, encontrámos, como en el otro ya
descrito, una masa de plomo bien fuerte y compacto sin nin-
guna cavidad o vacío. Este proyectil se acompaña al presente
dictamen.
 - 118 -
- 119 -
Terminado esto, el señor General Cortés Vargas no~ hizo
en Ja Estación tántas veces citada nada hemos encontrado que
pasar al patio del cuartel, una vez allí, junto a un montón de
deje Ja menor señal de un estallido; por el contrario, ob·
ladrillos hizo colocar, por exigencia de los suscritos peritos,
servamos con precisión que la bala usada en ese día pasó los
una rueda de hierro, una barra de acero, un tronco bastante
rieles perforándolos como un barreno; Ja madera la pasó de·
grueso de árbol y un galón vacío; sobre esos objetos hizo fun·
jando un orificio pequeño a la entrada y otro más grande a la
cionar Ja ametralladora por tres veces. Examinados Jos re·
salida, y en la pared penetró algunos centímetros sin estallar en
sultados de los disparos encontramos lo siguiente: La rueda
parte alguna, pues no· se ve la menor deformación en élla, fue-
de hierro fue pasada de soslayo, la barra también fue pasada
ra del orificio por donde entró la bala. Según el conocimiento
de la misma manera, el tronco del árbol fue pasado de parte
que tenemos del dum-dum, este es un proyectil de forma ci-
a parte por varios proyectiles dejando apenas un pequeño ori-
lindrico-ojival con una envoltura de acero que en unos tipos
ficio a Ja entrada y uno más grande al salir, cosa idéntica su-
deja de cubrir la parte ojival y en otros solamente la punta
cedió con el galón vacío que resultó perforado por varias
de la ojiva. Esta tiene una cavidad cilíndrica que se rellena
partes sin haber caído de Jos ladrillos donde estaba colocado¡ •
de plomo blando, o se deja vacía para que almacen'e aire com-
acto seguido se mandó llenar un galón de agua y se colocó
prido durante la marcha del proyectil. Cuando éste choca
delante de un saco lleno de arena; el General Cortés Vargas
contra un cuerpo cualquiera se aplasta, deforma y estalla y
ordenó a un soldado que disparara su fusil sobre el galón, el
destroza los tejidos y huesos que encuentra durante su reco
cual disparo dio el siguiente resultado: el galón quedó com·
rrido sinuoso a través del cuerpo humano, del que sale por
pletamente desbaratado abierto por las soldaduras y roto en
orificios de diez y ocho a veinte centímetros de diámetro. Por
otras partes, en pedazos, y en el lado por donde entró la bala,
la comparación que hicimos de los proyectiles sacados de la
solo había un orificio pequeño igual al diámetro del proyectil¡
caja que puso a nuestra disposición el señor General Cortés
en el saco de arena que estaba detrás del galón, encontramos
Vargas, con los que tenían los soldadoe que dispararon el día
Ja camiseta de acero nikelado del proyectil y la parte de plo·
seis de diciembre del año pasado en las horas de la ma-
mo del mismo proyectil separados, pero sin haber perdido
drugada, según manifestación de ellos en nuestra presencia,
su forma, con Ja punta perfectamente intacta. Estos dos cuer-
y los efectos producidos por esos proyectiles con los que pro·
pos Jos acompanamos también al presente dictamen. Termi·
ducen los proyectiles dum-dum, según el conocimiento que
nada esta operación nos dirigimos a la Estación del ferroca-
tenemos de ellos, de conformidad con la definición transcrita
rril, donde tuvieron lugar los acontecimientos desarrollados en
arriba. conceptuamos, según nuestro leal saber y entender,
la madrugada del seis de diciembre último, acompañados del
que las balas o proyectiles que usa el Ejército acantonado en
Personero Municipal, quien había asistido a la primera parte
la Provincia de Santa Marta, no son de los denominados
de esta diligencia, del señor Jefe Civil y Militar de la Provir:cia
dum-dum y que los disparados por ese mismo Ejército en la
y del personal del Juzgado. Allí encontramos dos perforado·
madrugada del día seis de diciembre último, tampoco fueron
nes en un riel de la línea férrea, perforaciones perfectamente
dum-dum. Los peritos, J. Antonio Fernández de Castro-Ale-
circulares y como hechas con barreno, otra perforación en un
• jandro Araque-Ezequiel García Pérez
pilar de hierro del edificio de la Estación, otro en un pilar
de madera y varias en la pared; una de éstas penetra en la NOTA DE PRESENTACIÓN
pared, que es de concreto, en una extensión de tres pulgadas
más o menos con un diámetro que apenas dá cabida a un lápiz Presentado personalmente hoy veinticuatro de enero de
común. En ninguno de los experimentos u observaciones que mil novecientos veintinueve, y lo agrego en sus autos. Osear
hicimos vimos estallar un proyectil y en los rastros y huellas E. Angulo, Secretario en propiedad.
 - 120 -
DECLARACIONES
En San Juan del C)rdoba, a veinticuatrn de enero de mil
noveciento;; veintinueve, se presentó en este Despacho el
señor Subteniente Luis A. Rodríguez, varón mayor de edad y
de este vecindario, con el fin de rendir la declaración que de
él se solicita. El señor Juez, previa lectura del artícul11 408
del Código Penal, le recibió el juramento legal y por su gra·
vedad ofreció decir verdad en lo que supiere y le fuere pre-
guntado.
Preguntado. Diga usted si los proyectiles que se usaron
para los disparos que se hicieron en la madrugada del día seis
de diciembre último fueron o nó deformados de alguna ma-
nera y quién o quiénes dieron la orden de esa deformación.
Contestó. Los proyectiles usados en la m.1 ñana del día seis de
diciembre último no fueron deformados, de ninguna manera,
ni nadie dio orden para que se hiciera deformación alguna.
Esos proyectiles se usaron tal como fueron sacados de las ca.
jas que vienen del Exterior para el servicio del Ejército de la
República y los cuales conozco detalladamente por haber per-
manecido cinco años en la Escuela Militar y llevar hasta hoy
tres años de servicios como Oficial del Ejército . . Preguntado.
¿Puede usted decirme si este proyectil (se le puso de presente
un proyectil de los que usa el Ejército de la República) es
igual a los que usa el Ejército y por lo mismo igual a los que
se dispararon en la madrugada el día seis de diciembre último
•
en esta ciudad, en la Estación del ferrocarril? Contestó. Sí se-
ñor, ese cartucho es de los mismos que usa el Ejército de la
República y exactamente igual a los disparados en la madru-
gada del día seis de diciembre en esta ciudad, en la Estación
del ferrocarril. Preguntado. Diga usted a qué unidad pertene-
ce y cuándo fueron municionadas las tropas de su mando con
cartuchos de guerra. Contestó. Pertenezco al cHegimiento
de Infantería Córdoba número 7•, y soy encargado del coman-
do de la quinta Compaliía del segundo batallón; las tropas a
olis órdenes fueron dotadas de munición de guerra cuando en
Santa Marta recibimos la orden de marchar para la ciudad de
Ciénaga, con motivo del movimiento en que degeneró la huelga
pasada, y como digo en contestación a la pregunta anterior
- 121 -
los cartuchos que se le dieron a los soldados son exactamente
iguales al que se me puso de presente; lo que digo por haber
ordenado y presenciado el reparto, y apertura de las cajas que
contienen las municiones. Preguntado. ¿Y entre los cartuchos
que fueron repartidos a las tropas había algunos que fueran
de construcción distinta al que se le puso de presente o había
algunos deformados? Contestó. Los cartuchos que se le repar-
tieron a las tropas son exactamente iguales al que se me puso
de presente y tengo absoluta seguridad, sin temor de equivo-
carme, que entre esos cartuchos no había siquiera uno que tu-
viera alguna deformación. Se termina esta diligencia, la que
después de leída fue aprobada por el declarante y se firma en
constancia como aparece. Se observó el artículo 633 del Códi-
go Judicial; agrega el declarante que él con las tropas de su
mando estuvo presente en la Estación del ferrocarril, en esta
ciudad, en la noche de los acontecimientos y que esa noche
como siempre puede dar fe, de que sus soldados tenían car-
tuchos iguales al que se le puso de presente. Así se firma. El
Juez, JosÉ Asu. CIÓN PACHÓN-Luis A. RODRÍGUEZ, Subte-
niente-Osear E. Angulo, Secretario.
..•• En San Juan del Córdoba, a veinticuatro de enero de
mil novecientos veintinueve, se presentó en este Despacho
Pablo Enrique Roldán, Suboficial de la sexta compañía del
<Regimiento Córdoba», con el fin de rendir la declaración
que de él se solicita. El señor Juez, previa la lectura del ar-
tículo 408 del Código Penal, le recibió el juramento legal y
por su gravedad ofreció decir verdad en lo que supiere y le
fuere preguntado, y expuso: Soy mayor de edad, vecino de
esta ciudad y suboficial de la sexta compañía del «Regimiento
Córdoba». Preguntado.-Dígame usted si el día seis de di-
ciembre, en las horas de la madrugada, estuvo presente en la
estación del ferrocarril de esta ciudad. Contestó: Sí señor,
yo estuve presente con dos pelotones de la compañía a que
pertenezco, en la estación del ferrocarril de esta ciudad, el
día seis de diciembre último. Preguntado. Puede usted decir-
me qué clase de municiones o cartuchos llevaban los soldados
de la sexta compañía a que usted pertenece, en esta ciudad,
en la estación del ferrocarril, en la madrugada del seis de di-
ciembre último y si estos cartuchos estaban intactos y sin
 - 122
señales de. haber sido deformados y si estaban deformados
quién o quiénes dieron la o~den de la deformación de ellos?
Contestó. Llevaban munición austriaca de Ja que usa el ejér·
cito de la República, el cual tiene un proyectil delgado de
forma cónica, de plomo, con camiseta de acero nikelado;
nadie dio orden de deformar los proyectiles y no había ni uno
deformado entre los que llevaban los soldados entre las forni·
turas, de esto tengo absoluta seguridad, por las frecuentes
revistas que se hacen a los soldados para ver si tienen las mu-
niciones completas. Preguntado. Qué clase de proyectil es
éste? (Se Je puso de presente uno de los que usa el Gobierno
para los ejércitos de Ja República). Contestó. Este es un car·
tucho de los que usa el ejército de la República y es de los
mismos que llevaban los soldados que componían los dos pe-
lotones que estuvieron presentes en los acontecimientos del
seis de diciembre último, en esta ciudad, en la estación del
ferrocarril. Se termina esta declaración, Ja que leída al decla-
rante, fue aprobada por él, en fe de lo cual se firma como
aparece, Se observó el artículo 633 del C. J.-El Juez, /osi
Asunción Pachón-El declarante, Pablo E. Roldán, Cabo se·
gundo, Osear E. Angulo, Srio.
•••• En San Juan del Córdoba, a veinticuatro de enero de
mil novecientos veintinueve, compareció en el Despacho del
Juzgado del Circuito, Carlos H. Molina, a quien se citó pre-
viamente con el fin de recibirle declaración. El señor Juez,
previa imposición de las disposiciones penales sobre testigos
falsos y perjuros, le recibió juramento en forma legal y por
tal gravedad ofreció decir verdad en la declaración que va a
rendir. Preguntado por su edad, vecindad, naturaleza, estado,
profesión y religión, contestó: Tengo diez y ocho años de
· edad, natural de Barranquilla, vecino de esta ciudad de Cié-
naga, soltero, soldado del ejército y católico. Preguntado. Se
encontraba usted en esta ciudad, en la noche del día cinco de
diciembre próximo pasado y en la madrugada del seis del
mismo mes, en esta ciudad prestando el servicio de soldado
del ejército y en caso afirmativo, puede decir qué aconteci·
miento importante hubo esa.noche? Contestó. Me encontraba
en esta ciudad en la noche del cinco al seis de diciembre
próximo pasado, prestando mis servicios de soldado del se-
- 123 -
gundo batallón del Regimiento Córdoba; como a eso de las
doce de la noche nos hicieron levantar y faltando unos diez
minutos para la una de la mañana, nos condujeron a Ja esta-
ción del ferrocarril; allí había una gran cantidad de individuos
de los que se denominaban huelguistas, estacionados en la es.
tación; cuando vieron el ejército dichas gentes, se envalento-
naron contra éste manifestándose muy desagradadas con su
presencia, allí se les dio toques de corneta, se les leyó bando
advirtiéndoseles que se debían retirar, dándoles tiempo sufi-
ciente para que hicieran esto; pero los acantonados allí, o sea
los que se denominaban huelguistas, no se retiraron y pasados
unos veinte minutos, durante los cuales cada cinco minutos se
les tocaba corneta para que se retiraran, no lo hicieron, enton-
ces, agotados todos los recursos, el General ordenó disparar.
Preguntado. Qué clase de armas portaban los soldados que
componían esa comisión y qué clase de proyectiles usaron?
Contestó. Portábamos las armas que siempre están a nuestro
servicio, o sea máuser; las municiones las propias de esta ar-
ma, o sean unas puntiagudas, nikeladas, delgadas, es decir,
balas de máuser Preguntado. Dónde les repartieron a uste-
des esas municiones, cuándo y puede decir si esas municiones
fueron modificadas en forma alguna para entregárselas a uste-
des para disparar esa noche? Contestó: Esas municiones fue.
ron repartidas en esta ciudad como veinte días antes de la
noche de que se trata, fueron repartidas en el cuartel, aquí en
Ciénaga, desde cuando se principiaron los desórdenes de la
huelga. Tales proyectiles fueron sacados directamente de las
cajas en que vienen empacados y entregados a nosotros sin
que se les modificara para nada, y son los mismos que porta-
mos en el servicio, exactamente iguales, no hay sino una sola
clase y esa es la que se usa, y para entregárnoslos, no fueron
deformados en manera alguna. Con lo cual se termina esta
declaración. Leída al deponente, la aprobó y firma en cons-
tancia. Se observó el artículo 633 del Código Judicial.- El
Júez, .fosé A.sunción Pachón-El declarante, Carlos H. Moli-
na - El secretario, Osear E. A11g11/o.
•..• En San Juan del Córdoba, a veinticuatro de enero de
mil novecientos veintinueve, compareció en el Despacho del
Juzgado del Circuito Lorenzo Vásquez, a quien se citó pre·
 - 124 -
viamente con el fin de rendir declaración. Impuesto de las
disposiciones penales sobre falsos declarantes, el señor Juez
le exigió juramento en forma legal y por tal gravedad ofreció
decir verdad en Ja declaración que va a rendir. Dijo: tengo
veintitrés años de edad, natural de Santa Marta, pero hace
dos meses que estoy aquí en Ciénaga prestando mis servicios
de soldado del ejército, soltero y católico. Preguntado. Se en·
contraba usted en esta ciudad en la noche del cinco al seis de
diciembre próximo pasado y sahe qué acontecimiento hubo
esa noche? Contestó. Esa noche del cinco al seis de diciem·
bre ordenaron que fueran tres compañías a Ja estación del fe.
rrocarril de esta ciudad donde estaban los que se denomina-
ban huelguistas; estas compañías fueron, aunque incompletas;
una vez en la estación ordenaron a los huelguistas que se di·
solvieran y se retiraran, se les tocó la corneta, se les leyó ban-
do y se les dio tiempo suficiente para que se retiraran, pero
los huelguistas al oír la voz del Capitán Garavito que fue
quien dio la orden en alta voz, de que se retiraran, lo que hi-
cieron fue burlarse de esas voces y hacerle la tiradera. Con
reloj en mano se les puso término de retirada, y no obedecie-
ron¡ faltando un minuto, les volvió a advertir el capitán que
' se retiraran, entonces los huelguistas lo que hicieron fue ha·
cer bulla y escándalo burlándose de la tropa; agotados todos
los medios y después de haber usado todos los medios pru·
dentes, como Jos huelguistas no se retiraron, dieron orden de
disparar. Preguntado. Qué clase de armas tenía esa noche el
ejército y qué clase de municiones? Contestó. Teníamos las
armas que usamos o sea el máuser y municiones también de
máuser, o i:;ea proyectiles de esos delgados, puntiagudos, nike·
lados¡ también las ametralladoras que usa el ejército con los
mismos proyectiles máuser-austriacos, nombre que conozco
desde que estoy en el cuartel. Preguntado. CuánJo les ha-
bían entregado esos cartuchos que usaron esa noche y en qué
parte? Contestó. Bastantes días antes de la catástrofe en la
estación, no recuerdo cuantos días, nos habían sido entrega·
dos los proyectiles que se usaron esa noche en esta ciudad.
Preguntado. Fueron deformados o modificados esos cartu-
chos para entregarlos a ustedes? Contestó. De las cajas nue-
vas en que vienen, sacaron esos cartuchos y nos los entregaron
- 125 -
sin que fueran modificados o deformados los cartuchos que se
usaron esa noche, éstos no tuvieron alteración de ninguna
forma y son los mismos proyectiles máuser que usa el ejérci-
to. Con lo cual se termina esta diligencia. Leída al declarante,
la aprobó y firma en constancia. Se observó el artículo 633 del
Código Judicial-El Juez, José Asunción Pachón- El declaran-
te, Lorenzo R. Vásquez-El Secretario, Osear E. Angulo.
En San Juan del Córdoba, a veinticinco de enero de mil
novecientos veintinueve, compareció en el Despacho del Juz-
gado del Circuito el señor Coronel Efraín Díaz, Comandante
del «Regimiento Córdoba número 6J,, con el fin de rendir de-
claración. Impuesto de las disposiciones penales sobre testi-
gos falsos y perjuros, el señor Juez le recibió juramento en la
forma legal y por su gravedad ofreció decir verdad en la de-
claración que va a rendir. Dijo ser mayor de edad, natural de
Timbio (Cauca), vecino de Santa Marta, de tránsito en Ciéna-
ga, casado, de profesión militar y católico. Preguntado. Sírva-
se decir si se encontraba usted en esta ciudad en la noche del
cinco al seis de diciembre del año próximo pasado, la inter-
vención que tomara con motivo de los movimientos de los in-
dividuos que se llamaron huelguistas, si los proyectiles usados
para disparar esa noche fueron deformados de alguna mane-
ra, en caso afirmativo quién dio esa orden de deformación.
Contestó. En la noche del cinco al seis de diciembre próximo
pasado, me encontraba en el Cuartel del trRegirniento Córdo-
ba• a mis órdenes y como tal, me tocó intervenir directamen-
te en la publicación del bando que se hizo en la madrugada
del día seis del citado mes de diciembre, a la una de Ja ma-
ñana más o menos, situadas las tropas en la madrugada del
día citado, se procedió a dar lectura al bando por el cual se
ordenaba disolverse el motín, prohibiendo las reuniones de
más de tres individuos; terminada la lectura del bando se le
hizo presente que en seguida se iba a dar un toque largo de
atención y después de él dejar transcurrir cinco minutos para
que se retiraran, y a continuación se darían tres toques con-
secutivos de atención con intervalos de un minuto y que si al
tercer toque no se disolvían, serían dispersados por el fuego.
Hechas estas advertencias y dados los toques, como las tur-
bas no se retiraran, se ordenó fuego contra ellas, haciendo
 - 126 -
uso de proyectiles austriacos, bala P, introducida por el go-
bierno en el año de mil novecientos doce a mil novecientos
trece (1912 a 1913), los cartuchos usados me consta que ellos
no han sido deformados de ninguna manera, porque tal como
se encontraban en la caja al ser destapada, se les distribuyó
a los soldados, sin que hubiese habido tiempo para rayarlos,
recortarlos, ni hacerles ninguna otra clase de deformaciones.
Además me consta como Comandante del «Regimiento Cór-
doba> que en todas las revistas pasadas por mí al armamento y
a las municiones jamás he encontrado ni se me ha dado parte
por ninguno de mis subalternos que los proye.;tiles en men-
ción hayan sido rayados o deformados de alguna manera y
mucho menos que alguna persona hubiese dado orden para
recortar, rayar o agujerear los proyectiles mencionados. Con
lo cual se termina esta declaración. Leída por el declarante
mismo, fue aprobada, y en constancia firma con los suscri·
tos Juez y Secretario. Se observó el artículo 633 del Código
Judicial. El Juez, fosé Astmción Pachón - El declarante, E/rain
Diaz, Coronel-El Secretario, Osear E. Angulo.
Es fiel copia de sus originales que se expide en virtud de
lo ordenado en auto de esta fecha.
San Juan del Córdoba, enero 26 de 1929.
El Secretario, Osear E. Angulo.
Este penoso incidente tuvo su término el 13 de febrero,
día en que se reunió el Consejo de Guerra verbal que debía
fallar la causa contra el doctor Carlos Acosta García; de su
resultado dimos cuenta al Ministerio de Guerra en los siguien·
tes términos:
• cEn la mañana de hoy reuniose Consejo de Guerra para
juzgar al doctor Carlos Acosta García por el delito de calum·
nia al ejército. Después de tomadas las declaraciones y leídas
las piezas conducentes, se ind.agatorió al sindicado, quien se
acogió al artículo setecientos cincuenta y uno (751} del Códi-
go Penal, que dice: <El culpable de calumnia quedará en cual-
quier tiempo relevado de pena, mediante sati facción que
acepte el ofendido>; y suscribió la siguiente declaración: cAde·
más de la indagatoria que rendí, declaro de una manera fran·
ca y precisa y me ratifico en ello, que mi intención al exprc-
- 127 -
sar el concepto de que clos efectos producidos por las balas
empleadas por el ejército en Ja noche del seis (6) de diciem-
bre de 19281 eran parecidos a los de las llamadas dum-dum,
era puramente hum anitaria, y que no quise en forma alguna
asegurar que fueran efectivamente dum-dum, ya que no co-
nozco siquiera dichos proyectiles, ni su composición, sino so-
lamente sus efectos, y eso por referencias. Nunca estuvo en mi
ánimo ofender la dignidad del ejército, ni la del gobierno, ni
la de persona alguna, pues considero el ejército y lo respeto,
como el guardián del honor y de la soberanía de nuestra pa-
tria. Tampoco pasó por mi mente que tal dicho, expresado
como de paso y en form a profesional, pudiera tener la tras-
cendencia que periodistas mal informados y malquerientes del
gobierno constituído, Je han dado. Agrego que la dicha refe.
rencia publicada en cLa Nación», no lo fue a manera de re·
portaje ni se me advirtió que se iba a publicar, ni se me pidió
el permiso para ello, a lo que n.o hubiera accedido, como no
accedería hoy. Retiro todo aquello que en mi artículo pudiera
ofender la honra de la nación o la de sus representantes, par-
ticularmente del ejército, pues esa no ha sido mi intención en
ningún caso. En cuanto a la publicación de mi artículo en cLa
Nación> del día veintisiete de diciembre (27) declaro que lo
hice con la sola intención de dar una explicación acerca de
la causa de los efectos producidos en los heridos por las balas
empleadas y creí que la mejor manera de hacerlo, era trans-
cribir las palabras mismas del General Cortés Vargas, quien
como versado en balística y como representante del ejército,
tenía más autoridad que yo en J¡{ materia>.
Después de esta declaración, de firmarse el acta respecti-
va y de aceptarla el Jefe civil y militar de la provincia en re-
presentación del Gobierno y del ejército, levantó la sesión el
Consejo de guerra verbal y se puso en libertad incondicional
al sindicado.
•*•
Para seguir hasta donde es posible el orden cr~:mológico
de los acontecimientos, no creemos fuéra de lugar dar a cono·
cer algunas comunicaciones que tuvimos la honra de recibir,
referentes a nuestra actuación; si no hubiera sido por los
constantes y rudos ataques de q11e hemos sido víctimas, no
 - 128 -
nos atreveríamos a publicar tales documentos, que si bien nos
hacen justicia, nos abruman por la bondad que ellos demues-
tran.
«República de Co/ombia.-Deparlamenlo del llfagdalena.-Dí·
rectorio conservador departamental. -Presidencia.-Numero
Io.-Sanla Marta, diciembre 9 de I9l8.
Señor General Garles Cortés Vargas, Jefe civil y militar dt la
Provi11cia de Santa Marta.-Ciénaga.
El Directorio departamental conservador, que me honro
en presidir, fiel intérprete de los sentimientos de la colectivi·
dad que representa, aprobó en su sesión de ayer la siguiente
Resolución que:: me permito transcribir a usted para su cono·
cimiento y demás fines.
La Resolución en referencia dice así:
cResolución número 2.-EI Directorio conservador del Mag.
dalena,
CONSIDERANDO:
1.º Que el día 12 del mes próximo pasado estalló uoa
huelga en la llamada Zona bananera, que aunque al principio
se mantuvo dentro de la ley, empezó luégo a degenerar en
movimiento subversivo, distinguiéndose últimamente por los
atropellos cometidos contra las libertades individuales, la pro·
piedad privada y el desconocimiento de las autoridades legi.
timamente constituídas, no obstante las medidas preventivas
tomadas por los encargados ~e velar por el mantenimiento
del orden y el reinado de la ley;
2.º Que a pesar de las medidas de que se ha hecho mérito,
llevadas a cabo por los encargados de hacer restablecer el or·
den, con el ánimo de llegar a una solución pacífica, sin derra·
mamiento de sangre, los dirigentes de la huelga siguieron in·
fundiendo en las masas obreras, aprovechándose de su igno-
rancia, ideas sediciosas que cristalizaron en nuevos hechos
subversivos;
3.0 Que la delicada situación provocada por los dichos di·
rigentes e inspirada más que en el ánimo de favorecer los
verdaderos intereses de los huelguistas, en ide~s abiertamen-
te revolucionarias y anticristianas, hizo que el supremo Go·
- 129 -
bierno adoptara providencias acordes con las circunstancias,
como la de declarar turbado el orden público en la provincia;
4. 0 Que como consecuencia de tal providencia fue nom·
brado con singular acierto el señor General Carlos Cortés
Vargas, Jefe civil y militar de la provincia, quien inmediata-
mente procedió a llenar su delicado cometido conforme la si-
tuación lo demandaba;
5.º Que es canon del partido conservador mantener incó-
lume el principio de autoridad, y deber de cada uno de sus
miembros prestar apoyo a ésta en todas las circunstancias, es-
pecialmente en los difíciles momentos que se contemplan,
RESUELVE:
1.º Respaldar en nombre de la colectividad que represen-
ta y con todo el apoyo de su autoridad, las medidas tomadas
por el señor General Carlos Cortés Vargas, como Jefe civil y
militar de la provincia y en representación del supremo Go-
bierno, y prestar, tanto al uno como al otro, su desinteresado
concurso para el restablecimiento del orden y el imperio de
la ley común, y
2.º Lamentar, como verdaderamente lo lamenta, el derra-
mamiento de sangre, habido como consecuencia de Ja acción
mal intencionada de los dirigentes de los obreros, que hizo
desoír a éstos las voces de cordura y bien inspirado patriotis-
mo con que fueron conminados previamente por el señor Jefe
civil y militar de la provincia, para hacerlos volver al camino
del orden y para amoldar sus actividades al mandato de la
ley.
Transcríbase esta resolución al Excelentísimo seño~ Presi-
dente de la República, a los señores Ministros de Gobierno,
de Guerra y de Industrias, al Directorio conservador y al se-
ñor General Carlos Cortés Vargas.
Dada en Santa Marta, a los ocho dí,11s del mes de diciem-
bre de mil novecientos veintiocho.
Soy de usted atento y seguro servidor,
NICOLÁS DÁVILA>
 - 130 -

«Ba1·ra11quitla. diciemb1·e II de 1928.

Señor General don Carlos Cortés Vargas, Jefe civil y militar de

la Provincia de Santa. M arla. -Ciénaga (111agdalena).

Me es altamente grato transcribir a usted la proposición

aprobada anoche unánimemente por el Centro de unión con·
servadora que tengo el honor de presidir:
«El Centro de unión conservadora, interpretando fielmen-
te el sentimiento de todos y cada uno de sus miembros, pre-
senta las más rendidas felicitaciones al señor General Carlos
Cortés Vargas, Jefe civil y militar de la Provincia de Santa
.ti
o
..el
u
u
Marta, Departamento del Magdalena, por la manera como ha :9
llevado a cabo la pacificación de la mencionada provincia, en •a
donde el Gobierno nacional a virtud de los acontecimientos
provocados por cierto-; elementos extraños al obrerismo, que
concitamn a los gremios de trabajadore al desconocimiento de
~
.z..
1a autoridad legalmente constituída y a la rebelión, alterando o
'a
de esta manera la paz de la República, se vio precisado a res-
a•
u
tablecer el dominio del orden y de la garantía social, valién· :a
O'
dose de los medios de la acción armada. ' ....
o
Al cumplir el mandato de la Corporación me es muy hon· 'a

roso saludar a asted muy atentamente y suscribirme de S. S.

•u:a
O'
copartidario, •"'
ROBERTO A. CARBONELl> .¡

Funilación, diqe,,,bre zB de 1928 -Excelenlfsimo se1ior Presidetiú

de la Rep"bUca-Ministro de Gue1ra-Bogotá.
Sdscritos, ·n distingos colores políticos, congratulárnonos
~ Gobierno acional por modo enérgico, aunque dolorosa.
mente necedi10, como pudo sofocarse en pocos días el movi·
miento revol cionario comunista estallado en esta región desde
el trece (13) del pasado, bajo antifaz una huelga cuyos Direc·
torea.exigieron desde ti principio puntos no detinidris por las
leyes del ramo ni la Constitución Nacional. Buena parte tan
feliz resaltado corresponde al tacto y prudencia distinguido
Jefe ilitar General Cortés Vargas, al valor y energía sus co·
laboradores, fidelidad soldados al honor de la República>.
 ..

- 131 -

cEl P':1eblo recogerá enseñanzas útiles ste penoso capítulo

historia patria que todos deploramos, apmdiendo distinguir
entre los beneficios de la paz y el orden,:>ajo cuyo amparo
desarróllase riqueza pública país, en puga con insanos prin-
cipios horror, para buscar una igualdad iiposible reprobada
por las mismas leyes de la naturaleza, que ·elan por el equili-
brio permanente de todas las fuerzas que aiman el mundo.
Compatriotas amigos: Roberto Hernáncz, Antonio López,
Emilio Madrid, Marco Arango V., Manuel e J. Acuña, Pedro
A. García M., Pedro Segovia, Antonio de Cruz, Leonardo
Mendoza, E. Zúiíiga Lara, Luis Hernáncz, E. E. Zúñiga,
Rafael de Armas W, José Calazans de LimaRafael Guillermo
Pavageau, Félix del Castillo, Tobías Barbo1, Rafael A. Fer-
nández, Andrés Durán, etc.

Santa Marta, r2 de diciembre de r928-Genell Cortés Vargas.

Ciénaga.
Digna, patriótica actitud suya conjurar avancba comunis-
ta, merece reconocimiento general pueblo dombiano, espe-
cialmente nuestro Departamento que arrollao por funestas
doctrinas soviéticas, ve en usted su verdaderoalvador. Ad mi·
rámoslo y presentámosle efusivos parabienes.
Empresa La Razón, Esparragosa y Linero .

• ••
Como atrás dijimos, las diligencias sumaria las seguía el
señor Juez del Circuito con rapidez y constana admirables.
El 18 de diciembre, cuando ya se iban a cerraos tribunales,
recibimos de aquel integérrimo magistrado Ja suiente comu-
nicación:
«República de Colombia-Poder Judicial-f"zgm del Circuito
de San lrian del Córdoba, Ciénaga
Soñor General, Jefe Civil y Militar de la Provincia de lnta Marta.
E. S. D.
En las diligencias sumarias que en este Juzga:> se adelan-
tan en averiguación de los hechos criminosos >metidos en

9
 - 132 -
esta ciudad y la repn bananera en los primeros días del mes
que cursa, se ha dtado con fecha de hoy auto de prisiót1 con·
tra los individuos ·t umerados en seguida. En la misma provi.
dencia se ha orderdo solicitar el apoyo de ested para que por
medio de la:;, autodades a su mando se lleve a efecto la cap-
tura de dichos sidicados y sean puestos a disposición de este
Despacho. Los idividuos contra quienes se ha dictato auto
de prisión son:
Gn,po A-Ra. Eduardo Mahecha, Bernardino Guerrero,
Calixto Cantillo, rancisco Fornaris, Miguel Fornaris, Tomás
Martínez, Fidel J>ntalvo, Elías Correa, R')drigo Reyes, Flo·
rencio GranadosJregorio Ahumada, Padro Jaramillo, Camilo
Barros, EduardcSantos, Antolín Arias, Miguel Angel Cortece-
ro, Elías Cohen,osé Berti Camachito, Herminio Berrío, Abe!
Rodríguez, Domgo Alvarez. De estos sindicados, a excepción
de los dos primos, son conocidos o residen en el C')rregi·
miento de Sevil.
(]rupo B-Atonio Herrera, Justiniano Castrill6n, Miguel
Fonseca, Manu Pedrosa, Ignacio Pallares, Ventura Gámez,
Mitón Tovar, .anuel Espinosa, Dionisio Moreno, Severiano
Tapias, Luis S1rez, Carlos Navarro, Nicanor Serrano. Resi·
den o son cootidos en Guacamaya). 1 terio de Gobierno tan sólo autorizó para que el referido ma-
"' Grupo C-)bertn González, Tiburcio Camaño, José Do·
mingo AvilésJoaquín Figueroa, Juan A. Morales, Santiago
Peinado, Jnaqn Rijano, Domingo Berrío, Gertrudis Bravo,
Bernardino ernández, Mercedes Arias, Víctor Rodríguez,
Bartolo Velei, Demetrio Pallares, Tito Peñalosa, Néstor Ló·
pez, Nicolás !rnánd~z. Catalina Uribe. Residen 0 son cono-
cidos en Orileca.
Grupo D Miguel Castrillón, Manuel Urueta, Edmundo
Moreno, JosH. Meneses, Pablo A. Ballesteros, Gilberto Bo·
rrés, Manuel. Panza. Residen en El Retén o son conocidos.
Grupo E Austreberto Quintero, Indalecio Pacheco, Julio
Mu ni ve, Dcres Jaramillo, Víctor M. López, Lino García. Re-
siden o sononocidos en Riofrío.
Grupo FAgustín Díaz, Bernardo Gámez, Marceliano Arias,
Luis Oval! Rodolfo García. Residen o son conocidos en la
finca rorandía>.
- 133 -
Grupo G-juan Gómez, Luis Muñoz, Sinforoso Rivera. Re-
siden o son conocidos en Tucurinca.
Grupo H-Juan de Dios Berbén, Manuel Pertuz, Gabriel
Charris. Estos residen o son conocidos en El Bongo, corregi-
miento de Aracataca.
Grupo I - Ignacio Blanco, Simón Malina. Residen o son
conocidos en Fundación.
Grupo /-Francisco Redondo, Joaquín Salas. Residen o
son conocidos en Aracataca.
Si alguno o algunos de estos sindicados se encuentra dete-
nido, usted se servirá comunicar a este Despacho para los
fines legales consiguientes.
Soy de usted atento servidor,
josÉ ASU:s'CIÓS PACHÓ,'> (e)
Se procedió inmediatamente a cumplir la orden del señor
Juez, poniendo en actividad todos los medios que teníamos a
nuestro alcance; la policía de todos los municipios se puso en
campaña a fin de capturar a los sindicados. Lástima fue que,
no obstante nuestra solicitud para que se nombrara al mismo
funcionario para seguir adelante las investigaciones, el Minis-
gistrado siguiera durante las vacaciones judiciales trabajando,
cuando tenía derecho al descanso o a una mayor remunera-
ción. De esta suerte, el sumario fue pasado en comisión al
señor Jefe Civil y Militar del Distrito de Ciénaga, quien si-
guió el trabajo comenzado por el señor Juez (folios 160 y 161
del expediente).
El 31 de diciembre el Gobierno dictó el Decreto Legisla-
tivo número 2 de 1928, que dice:
\CDECRETO LEGISLATIVO NfoIERO 2 DE 1928
(Diciembre 31)
por el cual se dictan algunas disposiciones sobre juzgamiento
de Jos delitos cometidos en la Provincia de Santa Marta, du-
rante el imperio de la Ley marcial.
(1) Véase folio 116, cuaderno 1.° del expediente.
 - 134 - - 135 -
cEl Presidente de la República, como sindicadas de delitos cometidos por causa o con motivo
del movimiento subversivo ocurrido últimamente en esa Pro·
en uso de las facultades de que se halla investido, conforme
vincia, cualquiera que sea la índole o naturaleza de tales deli-
al artículo 33 del Acto legislativo número 3 de 1910, teniendo
tos, y también las personas que sean detenidas en lO'sucesivo
en cuenta lo establecido en los artículos 43 de la Ley 153 de
por las mismas causas arriba expresadas, serán juzgadas por
1887 1 1099, noo, 1369, numeral 2. 0 , 1374 y 1523 del Código
Consejos de Guerra verbales, los cuales se instalarán y funcio-
Militar, y
<CONSIDERANDO: narán conforme a lo dispuesto en el Código Militar y a las
leyes y disposiciones que lo adicionan y reforman.
cQue actualmente se hallan detenidos en la Provincia de
cArt. 2.º Los sindicados podrán ser juzgados en juicios
Santa Marta, tanto por orden de las autoridades civiles como
separados, si Ja buena marcha de los procedimientos y los
de las militares, muchos individuos sindicados por los delitos
intereses de la justicia así lo exigieren.
cometidos durante Ja revuelta recientemente allí ocurrida;
cArt. 3.º A los detenidos contra los cuales aparezca Ja
cQue es indispensable que esos detenidos sean juzgados lo
prueba legal no se les concederá el beneficio de la excarce-
más pronto posible para satisfacer los intereses de la justicia
lación.
y evitar que se prolongue la detención de las personas que
cArt. 4. 0 Las sentencias que de conformidad con este de-
resulten inocentes y al mismo tiempo obtener el castigo inme·
creto dicten los Consejos de Guerra verbales se ajustarán a lo
diato de los' responsables;
dispuesto en el artículo 1533 del Código Militar.
cQue el artículo 40 de la Ley 15z de 1887 establece que
cArt. 5.° Como los Oficiales del Ejército que están actuan-
las leyes concernientes a la sustanciación y ritualidad de los
do en la Provincia de Santa Marta no pueden ser distraídos
juicios prevalecen sobre los anteriores desde el momento en
en sus atenciones militares, el Ministerio de Guerra, de acuer-
que deben empezar a regir, y el artículo 43 de dicha ley esta.
do con el señor Jefe civil y militar de la misma Provincia,
tuye que las reglas establecidas en el respecto de la aplica.
designará el personal que debe integrar el respectivo Consejo
ción preferente de la ley preexistente en materia penal sólo
de Guerra verbal.
se refiere a las leyes que definen y castigan los delitos, pero
cArt. 6.º Quedan suspendidas temporalmente las leyes
no a aquellos que establecen los Tribunales y determinan el
incompatibles con el presente decreto, el cual empezará a
procedimiento, y
regir desde su publicación en la Provincia de Santa Marta.
<tQue conforme al artículo 33 del Acto legislativo número 3
de J910, mediante la declaración del estado de sitio, el Go· cComuníquese y publíquese.
bierno tendrá además de las facultades legales, las que con- «Dado en Bogotá, a 31 de diciembre de 1928.
forme a las reglas afectadas por el derecho de gentes, rigen
cMIGUEL ABADÍA MÉNDEZ.-Por el Ministro de Gobierno,
para la guerra entre naciones, conforme a los cuales y según
el Secretario autorizado, Francisco Castilla G.-EI Ministro de
la costumbre observada invariablemente por los países civili·
Relaciones Exteriores, Carlos Uribe.-El Ministro de Hacien-
zados en los territorios sometidos al estado de sitio, corres-
da y Crédito público, Esteban Jaramillo.-El Ministro de Gue-
ponde a los tribunales militares el juzgamiento en Consejo de
rra, Ignacio Rengifo B.-EI Ministro de Industrias, José Anto-
Guerra verbal de todos los delitos que se cometan por perso·
nio Montalvo.- El Ministro de Educación nacional, J. Vicente
nas militares o civiles durante la vigencia de la ley marcial,
H11ertas.-EI Ministro de Correos y Telégrafos, José Jesús:
cDECRETA: Garcta.-EI Ministro de Obras públicas, Solero Peñuela•.
cArt. 1.º Las personas que actualmente se hallan deteni·
das dentro del territorio de la Provincia de Santa Marta,
 - 136 -
En desarrollo de ese Decreto, el Ministerio de Guerra de.
signó un grupo de Oficiales superiores para que en calidad de
ayudantes de la Jefatura Civil y Militar, se trasladaran a Cié-
naga, junto con los señores Coroneles Eduardo Cortés Lee y
José Frahard M., nombrados auditores de los dos consejos de
guerra verbales que debían funcionar simultáneamente. El 18
de enero estuvieron reunidos los señores Oficiales, y la Jefa·
tura dictó el Decreto número 8, por el cual, de acuerdo con el
artículo 1523 del Código Militar, se convocaron los dos conse-
jos de guerra verbales en la ciudad de Ciénaga, integrados en
su orden por los señores: Coronel Leovigildo Maldonado, Te·
nientes Coroneles Antonio Tamayo y Macario Upequi; Audi-
tor, Coronel Eduardo Cortés Lee; Fiscal, Mayor Manuel Me·
dina Escobar. Para el segundo a los señores Coroneles Fid~
Lorenzo Casas, Antonio L. Cubillos y Teniente Coronel Elías
J. Bohórquez; Auditor, Coronel José Frahard M. y Fiscal, Capi-
tán don Luis F. Luna. Para llenar las funciones de que trata
el artículo 1525 del Código Militar, fue nombrado el señor
Coronel don Efraín Díaz. Presidentes de Jos consejos fueron
elegidos: para el primero, el Coronel Maldonado y para el ~e­
gundo, el Coronel Casas.
Los consejos de guerra, sean de la clase que sean, funcio-
nan como Jos jurados de la justicia ordinaria, esto es, el Ge-
neral en Jefe o de operaciones y en el caso presente el Jefe
Civil y Militar, como los magistrados de los tribunales, nada
tienen que ver con la actuación de tales entidades y solo les
compete, cuando sea del caso, conocer en segunda instancia.
Esto lo decimos, por cuanto el público ha creído, siguiéndose
por lo que ha dicho cierta prensa, que nosotros somos res-
ponsables, de haber sometido a los sindicados a esos Con-
sejos, que nosntros los presidim:>s y que actuaron bajo
nuestra mano. Tocónos a nosotros tan solo remitir a los sin·
dicados y esperar las decisiones.
Para ilustrar el criterio, quizá no esté fuera de lugar, citar
los artículos pertinentes del Código Militar, en la parte que
trata sobre los consejos de guerra verbales, para que se vea
cuál es la tramitación requerida para fallar según ellos.
cArtículo 1524. El Consejo de guerra verbal se compon-
drá de tres vocales en lugzr de cinco exigidos para los ordina-
137 -
ríos o de oficiales generales respectivamente; a menos que Ja
gravedad del caso requiera el número completo de vocales y
que lo haya en el lugar sin inconvenientes>. Como no había
los oficiales .suficientes, se integraron con tres vocales ca-
da uno.
«Artículo 1525. Instalado el Consejo con la concurrencia
del ~uditor de guerra si lo hubiere, se notificará al reo que
nombre defensor que asista a Ja sesión del consejo y a la prác-
tica de las diligencias. Presente el defensor nombrado, se ha-
rán comparecer todos los testigos que de antemano deberán
citarse por el estado mayor, como encargado de dictar cuan-
tas providencias sean conducentes al exacto cumplimiento de
las órdenes del genreal.
cArtículo 1527. El fiscal examinará allí mismo a cada tes-
tign separadamente cuidando que no sean oídos por los de-
más que deben declarar, e irá dictando al secretario el ex.
tracto de cada declaración, de manera que ni se ponga lo inú-
til ni deje de ponerse lo que sea esencial con relación a los
hechos.
cArtículo 1528. Terminado el interrogatorio que a cada
testigo hiciere el fiscal, puede el defensor interrogarle a su vez
y repreguntarle; pero se le prohíbe hacer a los testigos pre-
gunta alguna en tono de autoridad ni de reconvención ni ame-
naza, ni reconvenirles por lo que hubieren respondido ante-
riormente. Lo esencial de esos interrogatorios se extractará
también por el secretario.
cArtículo 1530. Cuando probado el delito, los testigos es-
tuvieren contestes en las circunstancias esenciales en favor o
en contra del acusado bastará que se reciban de tres a cinco
declaraciones, aun cuando hubiere más testigos. En este caso
se tomará confesión al reo y se procederá a examinar a los
testigos presentes que citare, con las mismas formalidades
que a los otros.
cArtículo 1531. Recibirlas todas las declaraciones en se-
sión permanente del Consejo, se suspenderá ésta por cuatro
horas, para que en dos de ellas el fiscal formule su conclu-
sión, dejando las otras dos horas al defensor, para formar su
alegato en vista de las pruebas y de Ja conclusión final, todo
lo cual se le franqueará.
 - 138 -
<Articulo 1532. Terminadas las cuatro horas, el Consejo
oirá Ja acusación del fiscal y la exposición del defensor, y re-
tirándose Juégo las personas extrañas al tribunal, fallará la
causa como en los demás consejos».
Estos son los trámites de un consejo de guerra verbal, a
ellos se ajustaron los reunidos en la ciudad de Ciénaga, donde
fueron presenciados por un .gran concurso que, ansioso, e~pe­
raba hasta la madrugada, muchas veces, a que se reanudara
la sesión para saber el resultado. Los defensores se esforzaron
por llenar su cometido y en veces hasta llegaron a atacar al
gobierno, sin que se les coartare la libertad de palabra en lo
más mínimo.
Como en el artículo 4. 0 del Decreto Legislativo número 21
el Ejecutivo había citado el artículo 1533 del Código Mi·
litar, que dice: cLa sentencia de un consejo de guerra
verbal puede ser reformada por el general o comandante
en jefe, o mandada ejecutar bajo su responsabilidad. Dicha
sentencia no podrá ser reagravada, y en ambos casos se
dará cuenta con Jos documentos al Poder Ejecutivo>. Mas,
como este artículo está derogado, consultamos nosotros si se
entendía que el artículo 4.º de la ley 26 de 1905, como susti-
tuto del 15331 se debía aplicar, éste dice: cLa sentencia de
un consejo de guerra será consultada con el general o CO·
mandante en jefe respectivo, y confirmada, reformada o revo-
cada por el Presidente de la República, el cual únicamente
puede mandarla ejecutar bajo su responsabilidad>.
cParágrafo. El Presidente de la República puede delegar
la facultad que le confiere el artículo anterior a los jefes de
ejército respectivos, salvo el caso de pena de muerte, del cual
sólo conocerá el Presidente de la República>.
Esta consulta fue absuelta por medio del artículo 2. 0 del
Decreto Legislativo número 3 de 19291 que dice: <De confor.
midad con lo establecido en el parágrafo del artículo 4.º1 de
la ley 26 de 1905, reformatorio del artículo 1533 del Código
Militar, delégase al Jefe Civil y Militar de la proviricia de
Santa Marta, jefe del Ejército de tal provincia, la facultad de
que trata el mencionado artículo 4. 0 de la citada ley>.
Grande era la responsabilidad que recaía sobre nosotros al
tener que conocer en segunda y última instancia. las senten-
- 139 -
cias proferidas por los Consejos de guerra verbales; mas,
ignorantes en materias jurídicas, no podíamos afrontar solos
aquel nuevo cometido. La legislación militar contempla el
caso de que los miembros del Ejército, por lo regular, en sus
funciones judiciales, no están capacitados para resolver dichos
asuntos sin ser asesorados por persona competente. De ahí que
exi_$ta en el Ejército el cargo de Auditor General de Guerra,
puesto que es desempeñado por un jurbconsulto; en el caso
presente, dadas las condiciones de honorabilidad, prudencia y
competencia innegables del señor doctor don Telésforo Jimé-
nez, solicitamos del Ministerio de Guerra el concurso de tal
funcionario para que él estudiara y conociera de las sentencias
dictadas y redactara las confirmaciones, anulaciones o reba-
jara las penas, según su leal saber y entender y su ilustrado
criterio.
Para ello nos apoyamos en el artículo 1420 del Código Mi-
litar que dice: e •••••• Podrán igualmente asistir a la práctica
de las diligencias iniciadas por cualquier funcionario de ins-
trucción militar; y cuando el Poder Ejecutivo o el General o
Comandante en jefe de las fuerzas respectivas lo disponga,
será obligatorio al auditor practicar el sumario o las diligencias
que se le recomienden». Además, dice el artículo 1421: <Los
auditores deben ser oídos en todo asunto relacionado con la
justicia militar.... • •• >. De suerte que nuestro procedimien-
to se ajustó a la letra y espíritu de la ley.
Sin apartarnos del criterio del señor Auditor de Guerra,
hicimos copiar, después de detenido estudio, los conceptos
sobre las sentencias de segunda instancia y firmamos tales
documantos, confiados en el criterio sereno y justo, como libre
de todo apasionamiento, desde luego que él no estuvo en el
lugar de los acontecimientos sino cuando ya la calma y la paz
imperaban allí. Como jueces de derecho, que éramos, tenía-
mos que sujetarnos a la ley¡ así lo hicimos, asesorados por
quien tenía el derecho y la obligación de hacerlo. No por eso,
rehuimos la responsabilidad que nuestra firma, estampada al
pie de cada sentencia, nos pueda aparejar; hacemos esta acla-
ración para que se vea la prudencia con que procedimos en tan
delicado asunto.
 - 140 -
El día 15 de febrer0 ocurrió en Santa Marta una desgra-
cia que enlutó un hogar: el señor Agatón Robles dio mul!rte
violenta a don Rafael Linero Perea, quien estaba en su casa
rodeado de los suyos; el occiso desempeñaba el cargo de
Inspector Civil y Militar de uno de los barrios de aquella ciu.
dad. Tan pronto tuvimos conocimiento del hecho en cuestión
se impartieron las ~rdenes del caso para que el sindicado fue-
ra traído a Ciénaga y juzgado en consejo 1de guerra verbal;
el 16 fue puesto a disposición del Tri~unal Militar y ese mis·
mo día fue sentenciado.
Los consejos de guerra ' laboraron con tino, patriotismo y
laboriosidad encomiables: reuníanse a las ocho de la mañana
y por lo regular levantaban la sesión en la madrugada del si
guiente día; de ahí que fue menester ordenar que los trabajos
se realizaran dando algún descanso al personal de oficiales;
así, los días lunes y martes funcionaban ambos consejos, el
miércoles y el jueves solo uno alternado, el viernes y el sába·
do ambos de nuevo. De lo contrario, habría sidn imposible
que hubieran resistido tan arduo trabajo en clima tan ardiente.
Estos tribunales son jueces de hecho, de acuerdo con su con·
ciencia y su leal saber y entender, juzgan y sentencian; si en
alguna ocasión se extralimitaron, si llegaron a errar, lo hicie·
ron de buena fe; la sociedad debe estarles reconocida, como
el gobierno y el Ejército.
Se juzgaron cincuenta y cuatro (54) sindicados, de los
cuales fueron absueltos veintidós (22) y conden'\dos treinta
y uno (31). Los absueltos fueron: Severiano Tapia, Florencia
Granados, José H. Meneses, Justiniano Zuleta, láximo Gil,
Marco T. Delgado, • fanuel Escobar, Eduardo Lozano, Carlos
Acosta García, Aristides Facholas, Víctor M. Royera, José
María Fragoso, Tito Peñalosa, Modesto Caballero, Miguel For·
naris, Rafael Acosta, Miguel Angel Corcetero, Juan A. Carri·
llo, Justiniano Castrillón, José J. Ahumada, Fidel Fontalvo, e
Ignacio Caballero.
Los condenados fueron:
Luis A. Quiroz, jornalero, condenado a to años, natural de
Antioquia.
Ignacio Pallares, comerciante, condenado a 5 años, natural
de Bolívar.
- 141 -
Alvaro Girón, comerciante, condenado a 5 años, dijo ser
de Antioquia.
Camilo Barros, comerciante, condenado a 5 años, natural
del Magdalena.
Isidro Izquierdo, comerciante, condenado a 6 años o;:hl)
meses, se le rebajó la pena a 2 años, natural de Cundinamarca:
Santiago Peinadc\ sastre, condenado a 15 años, se le reba-
jó la pena a 2 años, es natural de Santander del Norte.
Julio Charris, comerciante, periodista y político, condena-
do a 5 años nueve meses, se le rebajó la pena a 4 años seis
meses, es natural del Magdalena.
~icolás Fernández, agricultor, condenado a 25 años, vene
zolano.
Rafael Pájaro, agricultor, condenado a 15 años, natural de
Bolívar.
.Mercedes Arias, doméstica, condenada a 18 años, se le re·
bajó la pena a 5 años seis meses, es natural de Santander del
Norte.
Gertrudis Bra>"o, doméstica, condenada a 7 años, natural
de Bolívar.
Elías Correa, comerciante, condenado a 22 años, se le re·
bajó la per.a a 5 años dos meses, es natural del Tolima.
Bernardino Guerrero, tipógrafo, condenado a 14 años dos
meses, oriundo de Santander del Norte.
Alberto Castrillón R., tipógrafo, condenado a 24 años ocho
meses, se le rebajó a 10 años cuatro meses, natural de Bogotá.
Agatón Robles, comerciante, condenado a 24 años, del
Magdalena.
Rodrigo Reyes, comerciante, condenado a 8 años seis me-
ses, se le rebajó la pena a 2 años, natural de Santander del
Norte.
José Montenegro, constructor, condenado a ocho meses,
de Cundinamarca.
Efraín Ruiz, comerciante, condenado a 3 años, de Boyacá.
Manuel V. Panza, comerciante, condenado a 5 años, de
Bolívar.
Pablo Ballesteros, carpintero, condenado a 5 años, de Bo-
lívar.
Daniel Pérez, jornalero, condenado a un año cuatro me-
ses, de Bolívar.
 - 142 -
Miguel A. Fonseca, carpintero, condenado a un año, del
Magdalena.
Tulio Alvarez, mecánico, condenado a 2 años, natnral de
Caldas.
María Castro, doméstica, condenada a un año, se le rebajó
a seis meses.
Pedro Barribs Boch, periodista, condenado a cuatro me·
ses, natural de Santander del Norte.
Julio Arana, negociante, condenado a un año cuatro meses,
de Santander del Norte.
Dolores Jaramillo, doméstica, condenada a seis meses, del
Chocó.
Simón Molina, jornalero, condenado a 3 años, se le rebajó
a 2 años, natural del Magdalena.
José J. Solano, constructor, condenado a 2 años seis meses,
de Atlántico.
Félix Cabeza, jornalero, condenado a 4 años seis meses,
de Atlántico.
Pastora Gómez, doméstica, condenada a un año, de An·
ticquia.
· En diez casos se modificó la sentencia, en algunas en for.
ma muy sustancial¡ eso y P.l haberse absuelto 22 sindicados,
son la mejor prueba de que tanto los consejos de guerra como
el Jefe civil y militar, procedimos con la mayor imparcialidad.
Solo cinco jornaleros fueron condenados, así como otros tan-
tos de los sentenciados son magdalenenses, esto nos da a en·
tender que elementos extraños al obrerismo fueron los princi·
pales comprometidos y que el pueblo oriundo de la zona ba-
1 nanera es de buena índole y casi extraño al movimiento que
tuvo lugar allí.
· Los consejos de guerra, si bien juzgaron por el procedi·
miento prescrito en el Código militar, aplicaron los artículos
pertinentes del Código penal. En la gran mayoría de los ca·
sos sirvió de base el informativo qne comenzó a levantar el
señor Juez del Circuito, el cual, como ya vimos, pasó en comi·
sión al señor Jefe civil y militar del Distrito de Ciénaga. Mu·
cbos testigos tan sólo tuvieron que ratificarse en sus declara·
ciones, fue de esta manera como pudo establecerse, en casi
todos los procesos, la inocencia o culpabilidad de los sindicados.
143 -
•••
Para finalizar esta desgreñada pero verídica historia de los
sucesos de la llamada Zona bananera, réstanos hablar sobre la
manera como gobernamos la Provinda de Santa Marta du·
rante el lapso comprendido del 5 de diciembre de 1928 al 15
de marzo de 1929. Respetuosos de la autonomía de cada mu-
nicipio, procuramos ceñirnos a los preceptos del Código de
régimen político y municipal; de suerte que los señores Jefes
civiles y militares gozaron de la mayor suma de libertad para
poder gobernar sus respectivos distritos.
Intervinimos tan solo en la pronta y correcta recaudación
de los impuestos, dictando el decreto número 7 de 29 de di-
ciembre de 1928.
En los informes que rindieron loi. señores Jefes civiles y
militares de cada municipio, cuyos extractos publicamos más
adelante, se apreció el efecto que produjo el decreto sobre re-
caudo del impuesto predial. Tan sólo la United Fruit Compa-
ny y la Compañía del ferrocarril de Santa Marta estaban al día
con el pago de sus impuestos; aún más, la primera adelanta
por lo regular el valor de ellos, en los municipios donde así se
lo exigen. Los particulares, y muy especialmente los naciona-
les, son remisos a consignar en las arcas municipales sus co-
rrespondientes cuotas. Como era natural, la Jefatura de la
provincia nada tuvo que ver en la percepción e inversión de
las rentas municipales ni mucho menos en las departamenta-
les. Más a' n, los Jefes civiles y militares de los municipios re-
cibieron, a más de sus sueldos como oficiales del ejército, los
emolumentos fijados para los alcaldes en los respectivos pre-
supuestos. Nosotros seguimos percibiendo tan sólo nuestra
paga de acuerdo con el grado que tenemos. El prefecto de la
provincia siguió ocupaudo su puesto y desempeñando sus es-
casas funciones, sin que se nos ocurriera disturbarlo en lo más
mínimo, no obstante que dicho puesto nos correspondía de
derecho; mas el señor Gobernador no se dio por entendido
de aquello y efectuó cambio de aquel funcionario sin corres-
ponderle tal medida.
Ya que tratamos de la administración, no podemos pasar
desapercibido un incidente por demás desagradable. El I s-
peclor de Policía de Fundación, persona absolutamente civil,
 - 144 -
quien gobernó correctamente aquel corregimiento del muni·
cipio de Aracataca, solicitó en préstamo del subcolector depar-
tamental de hacienda una suma de pesos para pagar unos ma-
teriales destinados a un local para la escuela pública de aquella
población, dinero que fue reintegrado dos días después. Esto
bastó para que el señor Gobernador nos acusara ante el Minis·
terio de gobierno, acusación que: desvanecimos con la publica-
ción en un diario de Santa Marta de los siguientes documen-
tos, sin que se ensayara una rectificación:
Bogotá, 28 de enero de r929- General Carlos Cortés• Vargas-
]efe civil y militar-Ciénaga.
Para que usted prevea prolija investigación graves hechos
denunciados por gobernador del departamento, se sirva, caso
resultaren ciertos, ponerles remedio eficaz e inmediato, trans·
críbole:
cGobernación-Sitionuevo, enero r6 de r929 -llfinistro Gobierno.
Bogotá. ·
Colector distrito Aracataca comunica jefe civil y militar
corregimiento Fundación dispuso fondos departamentales ha·
bía recaudado subcolector dicho lugar, entregándole simple
recibo. Hasta ahora medidas adoptadas contra fondos públi·
cos por militares habianse reducido respectivos fondos muni-
cipales nada más, pero procedimiento denúnciole extendióse
tondos departamentales. Tal procedimiento va contra inciso
30 artículo 33 acto legislativo número 3 de 1910. Ruégole
•
providenciar evitar ma)ores perjuicios, departamento, pues si
no se pone correctivo, mañana atentarán contra todos los fon·
dos departamentales-Firmado, fosé María Núñez Roca•-Ser·
vidor, IGNACIO RENGIFO B. · nuación un certificado, 1 acerca de si por esta jefatura o por
El suscrito, subcolector de hacienda departamental en el
corregimiento de Fundación, CERTIFICA.: Que el dinero que
de las rentas departamentales a mi cargo dí en calidad de
préstamo al señor inspector de policía de este corregimiento
para gastos de obras públicas, fue reintegrado satisfactoria·
mente y entregado en la oficina de la colecturía de hacienda
d racataca según información del señor colector -Funda·
ci6n, enero 30 de 1929-]acinto. Vil/arrea/.
- 145 -
cSa11ta Atarla, 30 de cne1·0 de I929-Se1ior general jefe civil y
militar provincia Santa Marta-Ciénaga.
En atención solicitud usted telegrama número 207, fecha
28 presente, transcríbole respuesta tesorero distrito:
•Tesorería Municipal - Santa .ll-tarta, 29 de enero de r929-Señor
jeje civil y militar--E . .S. D.
En respuesta a su oficio número 137 de esta misma fecha,
tengo el gusto de certificar a usted que los gastos que se es-
tán haciendo en las obras de terminación del palacio munici-
pal, escuela pública de niñas y arreglo de los caminos de
Gaira y Banda están consignados en el presupuesto de gastos
de 1928. Para la compra del automóvil para la alcaldía y auxi-
lios para el regreso de los campeones samarios que fueron a
las olimpiadas de Cali, se abrieron por esa jefatura los crédi-
tos respectivos adicionales al presupuesto. Los demás gastos ·
que se relacionan con el servicio público se han hecho de
confo~midad con acuerdos respectivos. Para terminar, me per-
mito manifestarle que los dineros del distrito se han destina-
do, fuera del pago del servicio público, única y exclusivamen-
te en obras de aliento para la ciudad, que por escasez de re-
cursos estaban paralizadas desde hacía varios años, sin que
hasta la fecha se haya invertido un solo centavo para gastos
extraños a los intereses municipales-De usted muy atento
seguro ser~idor, Alejandro Marltnez R.-Atentamente, Luis
Felipe Enciso» .
•Ciénaga, 28 de mero de 1929-Tesoreria municipal-Ciudad.
Encarecidamente suplico a usted, se sirva expedir a conti-
cualquier otra autoridad se haya ordenado algún pago, que no
sea detallado y comprobado y que no esté señalado en el pre-
supuesto. También sería conveniente saber si por esta jefatu-
ra se ha ordenado la traslación de una suma de un capítulo a
otro y si cualquier otra autoridad distinta al suscrito, se ha
entendido con usted sobre asuntos municipales-De usted
atento seguro servidor, A urelio Li11ero C., Capitán .
 _,,_

cSeilor }efe civil y militar del distrito- E. S. D.

En atención al contenido de su nota anterior me es grato
certificar que esa jefatura civil y militar, así como ninguna
otra autoridad, ha ordenado gasto alguno que no se halle den-
tro de los presupuestados, ni ordenado traslado de un capítulo
a otro. También me permito certificar .que basta la fecha solo
nsted en su carácter de jefe civil y militar del distrito, se ha
r.ntendido con el suscrito en los asuntos que dicen relación a
la hacienda pública municipal-De usted atentamente, fosé M.
Ba"anco>.
•Ciénaga, 28 de enero de 1929-Scñor colector de ltacic11da muni·
cipal-Ciudad.
Suplico a asted se sirva certificar a continuación, si por
esta jefatura se ha ordenado algún pago que no esté previsto
eci e~ presupuesto departamental y st se ha pretermitido algu.
na disposición sobre hacienda, por esta jefatura o por cual-
quier otra entidad-De usted atento seguro servidor, Aurelio
LifWo C., Capitin;.
«Cokdwia de iacienda dqartamerital- Ciénaga, enero 28 de
r929.
El suscrito, colector municipal de hacienda departamental,
éo atención al contenido del presente oficio distinguido con
el •mero 166, del señor jefe civil y militar de este distrito,
CBRTIFic.&: Que la jefatura civil y militar del distrito, como
ninguna otra entidad, ha ordenado pago alguno que se reta-
do* con la hacienda departamental; que únicamente ha vi·
saao los docmGentos de empleados cuyos sueldos paga el de-
partamento y .que se encuentran previstos en el presupuesto
departamental, y que por consiguiente, no ha sido pretermiti·
da disposición de hacienda alguna. Para constancia extiendo
la presente en Ciénaga, a los veintiocho días del mes de enero
de 1929- Osear D. González•.
chebl«riejo, z8 de enero de 1929-General Co,tés Vargas, jefe
civil y tnilítar-Ciét1aga.
Transcribole. cEI infrascrito tesorero municipal de Pue·
bloviejo, CERTIFICA: Que el señor jefe civil y militar del muni·
cipio no ha ordenado gasto alguno que no esté contemplado

.
 - 147 -
presupuesto. Por tal motivo no ha dispuesto de dineros mu-
nicipales para ga tos extraños. Puebloviejo, enero 28 de 1929,
Marco D. Moreno G.-Refiérome suyo número 207 de hoy.
Atentamente, Agustín Rangel, Jefe civil y militar».

cAracataca, 29 de e11ero de 1929 -General jefe civil J militar

Ciénaga.

En atención suyos 28 transcríbole: el suscrito tesorero mu.

nicipal CERTIFICA: Que los gastos autorizados contra esta ofi-
cina por el señor Luis C. Fernández, jefe civil y militar de
este distrito, han sido para trabajos de obras públicas, corres-
pondientes a este distrito-Nicolás R. Má1quez-Hay un sello.
El jefe civil y militar, Capitán Ferná11den.
cLos suscrito en su carácter de empleados públicos, en
honor a la verdad, a petición de parte interesada y a fe de
caballeros y hombres imparciales, CERTIFICA. IOS: Que el dis-
tinguido capitán del ejército señr>r don Luis Carlos Fernán-
dez, actual jefe civil y militar del distrito, en su carácter de
tal, no ha autorizado absolutamente, con su firma, nin1;una
clase de pagos con dineros municipales, que no haya sido para
obras públicas de la mayor importancia para el mismo muni·
cipio, tales como la construcción del palacio municipal, jardín
público en la parte más frecuentada de la ciudad, apertura
de nuevas calles para ensanche de la misma, lotes y organiza-
ción de un terrc.:no inculto de propiedad del distrito, y otras
gestiones para empezar la magna obra del acueducto munici-
pal. En el corregimiento de Fundación la terminación de un
edificio nuevo para escuelas de varones y la construcción del
matadero y mercadc públicos. En la sección del Retén, la
consecución y arreglo de una casa por cuenta del municipio
para oficina telegráfica y todo lo concerniente a dotar a la
inspección de policía de un cómodo local. Fuera de estas
cosas, que todas vienen a embellecer y dar realce de grande.
za al municipio, no tenemos noticias de que el señor capitán
Fernández, como jefe civil y militar del distrito, haya autori-
zado pagos de otra naturaleza con los dineros públicos. Para
• constancia firmamos el presente· en Aracataca, a 31 de enero
de 19z9-El tesoreav municipal, Nicolás R. Márquez-El per

10
 - 149 -
sonero municipal, José Marta Benavides Ma cea-El contralor
DECLA.RACIÓN
municipal, Roberto Hernánden.
Primera copia de la escritura de declaración que a favor del Ge-
1Pitrijay, 29 ele enero de r929-Jefe civil y militar de la provincia.
neral Carlos Cortés Vargas y otros, otorga Thomas Bradshaw
Ciénaga
Númeto cuatrocientos cincuenta y cinco (455) ..•••••• En
CERTIFICO. Que tod1)s los gastos hechos durante estado
la ciudad de la Ciénaga, cabecera del Distrito Municipal de
sitio bajo administración jefe civil y militar este municipio,
San Juan del Córdoba, Departamento del Magdalena, RepÚ·
Teniente Henao, háse señido presupuesto municipal, contem.
blica de Colombia, a los veintinueve días del mes de diciem·
piando necesidades urgentes obras públicas principales. Falso
bre del año de mil novecientos veintiocho, ante mí Antonio
háyahse hecho gastos extrañ0s.-Papel sellado-Servidor,
Castañeda R., Notario Segundo Público principal de este se-
fosé Herrera. ·
gundo Circuito, y de los testigos instrumentales, hábiles para
Todas las acusaciones que se han hecho al régimen militar intervenir en este acto, por no asistirles causal legal de impe·
son de esta clase; el señor Gobernador, en su afán de crear· dimento, señores Ramón González Piñeres y Nelson A. Sán·
nos dificultad~s y desacreditar a los guardianes de la sobera· chez, compareció el señor Thomas Bradshaw, mayor de edad
nía e integridad de la patria, tenía que valerse, como se valió, y vecino de Santa Marta, actualmente de tránsito en esta ciu-
del más nimio detalle, ya que no le dimos pie para formulac· dad, de mi conocimiento personal y dijo: Primero. Que según
nos cargo alguno justificado. L0s certificados anteriores soo consta en la escritura pública número veintiocho, de veinticin·
una apología de I~ corrección y pulcritud con que nuestros
.
subalternos manejaron
. la cosa pública¡ motivo debe ser éste de
justo orgullo para la oficialidad del ejército.
co de enero de mil novecientos veintiocho, otorgada en la
Notaría primera de Santa Marta, es apoderado general de la
United Fruit Company, sociedad anónima, domiciliada en New
Jersey, Estados Unidos de América, con funcionamiento legal
••• y negocios permanentes en Colombia. Segundo. Que en el ex-
ORDEN PUBLICO presado carácter de apoderado de la United Fruit, con facnJ.
tad suficiente para ello, declara por medio de este instrumento
Para prevenir desórdenes se prohibió la venta de bebidas
que dicha entidad se obliga, irrevoc:tblemente desde esta fe-
fermentadas, orden que se cumplió en forma tan estricta, que
cha, a cumplir con fidelidad las concesiones que en los mo -
ni aun en la época del carnaval se quebrantó.
mentos en que se desarrollaba el pasado movimiento obrero,
Para afianzar sobre ba~es de justicia la paz y tranquilidad
convino en hacer, a favor de sus trabajadores, concesiones que
de los asociados y muy especialmente de la masa obrera, so-
quedaron consignadas en la carta que con fecha veinticinco
licitamos del Ministerio de Guerra obtuviera del de Industrias
de noviembre último dirigió a los señores doctores José R.
autorización para pactar con la United Fruit C. 0 un arreglo
Hoyos Becerra y Miguel Velandia, Jefe y Abogado, respectiva-
en el cual quedaran garantizados los derechos de los obreros
mente, de la Oficina General del Trabajo del Ministerio de
en todo aquello quP. fue motivo de reclamo y que estuviera de
Industrias, y que después de ampliada3 y aclaradas, quedan
acuerdo con lae leyes socialei del país. Obtenida la autoriza.
en la forma siguiente: a) DentrG del menor término posiLle
d6n del caso y una vez que fue completa la calma y todos los
la United Fruit Company procederá a mejorar e higienizar
obreros volrieron al trabajo, citamos a nuestro despacho al
las habitaciones de sus trabajadores en las fincas de la región
sellor Gerehte de la Comp-añía para formular, por escritora
bananera, de conformidad con las disposiciones de la Direc· ·
pública. el pacto en cuestión. ·
ción Nacional de Higiene. b) También dará la Compañia co-
Con 11 mejor buena voluntad por parte del señor Gerente,
mienzo a fa construcción de dos hospitales de emergencia
se firmó el 29 de diciembre la siguiente:
 - 150 -
para atender a los enfermos que urgentemente necesitaren
hospitalización y asistencia médica. Los referidos hospitales
se establecerán en Sevilla y en Aracataca, serán dotados de
todos los elementos necesarios, serán atendidos por dos mé·
dicos diplomados y tendrá cada uno un carro de ambulancia.
Ambos hospitale~ se darán al servicio el día veinte de julio
de mil novecientos veintinueve. La Compañia continuará to-
mando las medidas preventivas y curativas contra las enfer·
medades predominantes en Ja región bananera. e) La Compa·
iía reemplazará el pago quinct:na l por el pago semanal a sus
trabajadores y se obliga a suprimir los vales u órdenes de eré·
dito para las tiendas. En cambio de los vales hará anticipos
en dinero efectivo, cuyos comprobantes serán recibos firma·
dos por el respectivo trabajador y que no son negociables.
En ningún caso pasarán dichos anticipos del cincuenta por
ciento del precio total del trabajo ejecutado y no pagado.
d) Se obliga la Compañía a no pagar un salario menor de un
peso veinte centavos oro legal en Ríofrío; un peso cincuenta
centavos oro legal en Sevilla, Tucurinca y Aracataca, y dos
pesos oro legal en Santa Ana o Retén; y e) Tan prcnto como
la Nación, el Departamenlo o los Municipios provean de per·
sonal y elementos necesarios, la Compañía suministrará los
locales respectivos para escuelas rurales, al tenor de lo dis·
puesto por el artículo octavo de la Ley cincuenta y seis (56)
de mil novecientos veintisiete (1927). Terceto. Que ha sido ruo·
tivo de especial complacencia para la Compañía que repre·
senta, oír el concepto favorable del señor General Carlos Cor·
tés Vargas y los doctores José R. Hoyos Becerra y Miguel Ve.
landia acerca de la manera correcta corno Ja United Fruit
Company cumple las leyes sobre seguro colectivo, indemniza·
ciones por accidentes de trabajo y descanso dominical, de
acuerdo con los conceptos y resoluciones que sobre estas le·
yes ha emitido el Ministerio de Industrias, cuya falta de cum·
plimiento habían alegado los trabajadores. Presente el señor
General Carlos Cortés Vargas, mayor y vecino de este distrito,
actualmente Jde Civil y Militar de la Provincia de Santa Mar·
ta, declarada· en estado de sitio por providencia del Supremo
Gobierno, manifestó que en nombre de éste, habiendo sidtl
previamente autorizado para ell0, acepta las declaraciones he·
- 151 -
chas por el señor Gerente de la United Fruit Company a favor
de sus trabajadores en la región bananera de este Departa.
mento. Leída que fue esta escritura a los otorgantes, la apro·
baron, y advertidos de la obligación del registro, firman todos
por ante mí el Notario segundo que doy fe. Se pagó el dere-
cho de registro, y la boleta comprobante se copia: «Número
once mil doscientos trece-República de Colombia-Departa-
mento del Magdalena-Contaduría de Hacienda-Ciénaga,
diciembre 29 de 1928-Señor Gerente de la United Fruit Com-
pany Debe: Registro y anotación, S 1-00-Hace una declara-
ción al señor General Carlos Cortés Vargas, Jefe Civil y Mili·
tar de la Provincia de Santa Marta. Recibí hoy la suma ex-
presada arriba-El Colector, Osear D. González.-Hay un se-
llo-Firmado, 11iotnas Bradshaw, Carlos Cortés Vargas, R. Gon-
zález Piñeres, N.A. Sánchez-El Notario 2. 0 , Antonio Castañe-
da R.-Es fiel y primera copia que expido de su original en la
fecha de su otorgamiento a peticion de parte interesada señor
Carlos Cortés Vargas-El Notario 2.º, Anlonio Castamda R.
Hay un sello.
Como se verá, aquí hay un punto que ni) está contempla·
do en las leyes que regulan los establecimientos agrícolas, sino
los de hidro.carburos, pero en tratándese de la instrucción
pública, el señor Gerente no tuvo inconveniente en acceder.
Declaramos que la Compañía cumple con las leyes de acci·
dentes del traba jo, seguro obligatorio y descanso dominical,
pues así es; sus asalariados no tienen queja alguna a este res-
pecto y son a ellos a quienes benefician las disposiciones so-
bre la materia. Sería de desearse que se obtuviera del Cnn-
greso una reforma de las leyes, en el sentido de que cobije
también a los trabajadores no asalariados, tan sabias prescrip·
ciones.
El gobierno se apresuró a despachar tropas para la Zona
bananera tan pronto como supo los sucesos de los días b y 7
de diciembre; las primeras fuerzas que llegaron a Ciénaga
fueron: un batallón del Regimiento cCartagena:t, de la guarni-
ción de Cartagena, al mando del capitán don Luis E. Lara.
Dicho batallón llegó en la mañana del día 8 y fue destinado a
guarnecer el sector comprendido entre Riofrío y Estación
Sevilla.
 - 152 -
El día 15 llegó por mar a Santa Marta el batallón de ferro·
carrileros <Mejía>, de la guarnición de Facatativá; dicho cuer-
po prestó servicio relevando al batallón del «Cartagena• ¡ así
como en el cometido propio de sus funciones, corriendo tre-
nes militares y estudiando la vía férrea y organización del fe.
rrocarril de Santa Marta.
El :z6 de diciembre llegó una compañía del batallón del
Regimiento cRicaurte>, el que desde hacía días había llegado
de Bucaramanga a Barranquilla. Dicha compañía, cuyo co-
mandante era el señor teniente don H. Gómez Pereira, estuvo
muy poco tiempo en la provincia de Santa Marta.
El servicio sanitario fue prestado durante todo el e~tado
de sitio por los oficiales de sanidad, doctores Manuel J. del
Castillo, Francisco Pradilla y Miguel Angel Lemos. Todos es-
tos tres facultativos trabajaron con actividad y celo encomia.
bles en los rudas labores que les tocó desempeñar.
Por disposición del Ministerio de Guerra se aumentó a un
peso diario la partida de alimentación de la tropa, medida
muy acertada y gracias a la cual se pudo suministrar comida
sana y abundante a los soldado;; durante el estado de sitio.
Réstanos tan sólo hacer presente el apoyo franco y deci-
dido que nos· prestó en el movimiento de tropas y demás
· salientes, en los cuales puede verse la labor realizada por cada
asuntos del servicio, la Compañía del ferrocarril de Santa
Marta; esos servicios fueron prestados en la forma más acti·
va y obligante. Su concurso fue factor importantt> para la paci-
ficación de la región, así como para conservar la tranquilidad
pública, desde luego que siempre se tuvieron listos los trenes
y demás vehículos que el Comando necesitó.
•••
GASTOS HECHOS POR EL TESORO NACIONAL
Los gastos que ocasionó la huelga y la perturbación del
orden público fueron, de acuerdo con el dato rendido por el
señor don Arturo Villareal, contador del Regimiento cNari·
ño• y único encargado de cubrir tales cuentas, los siguientes:
- 153 -
«En diciembre se legalizaron cuentas por
valor de ••..•..••.•• . ..•.•.••••.. $ 26,945 11
En e1ero y febrero. . . . . • . • • . . . . ....•• 18,498 00
Por valor de hospitalizaciones, arrenda·
mientos, teléfonos, instalaciones eléc-
tricas, etc ••••••.•..••.....••.•••. 8,600 00
Total. ..•......... ·t
.. Non.-Autorizadas por el General Carlos Cortés Var-
gas, solamente las cantidades presupuestadas en diciembre
($ 26 1945 u) y las partidas por valor de hospitalizaciones,
instalaciones, etc. ($ 8,600). El resto de las cuentas fueron
legalizadas por el Comando de la división».
Casi el total de estos gastos fueron oc~sionado::. por trans-
portes de tropas por la vía fluvial; se consiguió que no hubiera ·
despilfarro alguno, haturalmente, sin restarle comodidad y
bienestar a los oficiales y tropas.
* ••
De los informes rendidos por los señores Jefes civiles y
Militares de los municipios de Santa Marta, Ciénaga, Araca-
taca y Pivijay. tenemos en honor d~ extractar los apartes más
uno de aquellos funcionarios, labores que dejaron ampliamen-
te satisfecho al Jefe Civil y Militar de la Provincia y por lo
cual se complace en presentarles sus más debidas gracias en
nombre del Gobierno.
El Jefe civil y militar de Santa Marta, Capitán don Luis F.
Enciso, estuvo al frente de ese municipio desdt! el día 20 de
diciembre hasta el 1. 0 de marzo, fecha en la cual se levantó el
estado de sitio en aquel municipio, en virtud del Decreto Le-
gislativo número 3 de 1929.
Durante estos pocos días logró realizar una intensa y be·
néfica labor que mereció el aplauso de los ciudadanos aman-
tes del orden y la paz. Mantuvo la tranquilidad pública en
forma inalterable y propendió por el recaudo e inversión de
los dineros municipales en forma que sólo encomio merece.
La recaudación de los impuestos, que antes apenas alean.
zaba para cubrir e:.casamente los sueldos del tren de emplea-
 - 154 -
dos, gracias a su energía y diligencia, montó, durante su
administración, a la suma de cincuenta y ocho mil ochocien·
tos veintitres pesos con treinta y siete centavos moneda legal
(S 58,823 37). Con esos dineros siguió la construcción del pa·
lacio municipal, edificio que casi queda concluído. Lo propio
ocurrió con el local para la Escuela San Luis Gonzaga¡ se re·
construyó en un tramo de IO kilómetros la carretera al corre-
gimiento de Gaira, se reparó una parte de la carretera a Bon.
da. Por último, se dotó la oficina de la alcaldía de muebles
modernos; amén de otras obras de menor importancia.
El extenso y rico municipio de Ciénaga estuvo durante
todo el estado de sitio bajo la administración del señor Capi·
tán don Aurelio Linero; dicho oficial no ahorró esfuerzo algu.
no para lograr encausar la administración municipal por las
vías de la más estricta economía y pulcritud en la inversión de
los dineros públicos. Basta comparar las entradas municipa-
les en los meses de o~tubre y noviembre de 19281 con las de
enero y febrero de 1929, para apreciar la activa recaudación;
he aquí los datos:
Producto de las rentas en octu·
bre ............... . ...... $ 9,765 97
Prodocto de las rentas en no-
viembre •..•......... •.. . ...
$ 17,408 37
Producto de las rentas en enero ••..•..•••••
> febrero .•••. , ••••
" Tesoro Municipal $ 700-00. Hizo arborizar todas las calleos y
$ 37.939 ~
Diferencia a favor de la recaudación durante el régimen
militar: veinte mil quinientos treinta y un pesos con cincuenta
y siete centavos ($ 20,531 57).
Una de las mayores necesidades de la ciudad era la cons-
trucción de un matadero público,que llenara las condiciones de
higiene tan indispensables en aquellos climas; al efecto, obtu·
vo por donación del artruista caballero señor don César Rias-
cos, un lote apropiado y bien surtido de agua, en él pr:>cedió
a levantar una fábrica de concreto, previo contrato con una
firma constructora, por la suma de $ 10,587,00. El edificio, que
es de dos pisos, quedó casi concluído. Se hicieron garajes para
I
- 1 55 -
los automóviles del aseo municipal y 3e dotaron las oficinas,
tanto de la alcaldía como el ·salón del consejo municipal, con
muebles mudemos y lujosos en armonía con el bello edificin
en que funcionan estas oficinas.
Fue el Capitán Linero un mandatario culto y enérgico que
no obstante los difíciles momentos en que le tocó actuar,
dejó las mejores impresion~s en la ciudad. En Ciénaga, como
en Santa Marta, los honorables Concejos Municipales no qui-
sieron sesionar durante el régimeu militar, razón por la cual,
fu~ menester que los jefes civiles y militares prorrogaran las
vigencias de los respectivos presupuestos municipales por me-
dio de decretos legislativos.
En el Municipio de Aracataca desempeñó las funciones
de Jefe Civil y Militar el señor Capitán don Luis Carlos Fer-
nández, quien desplegó grandes dotes de mandatario y admi-
nistrador. Su labor allí fue altamente benéfica desde todn
punto de vista. Logró recaudar impuestos por valor de cua-
renta mil ochenta y dos pesos con cuarenta y nueve centavos
($40,082-49) moneda legal, con los cuales además de atender
a los gastos comunes y cubrir algunas deudas de vigencias an-
teriores, emprendió la construcción del Palacio Municipal,
edificio de ladrillo, de grandes proporciones, que dejó muy
adelantado. Con un hermoso parque y un edificio para escue-
la en uno de sus ángulos dio realce a la población. Abrió va-
rias calles previa compra de lJs terrenos, vendiendo sobre di-
chas calles lotes para edificar¡ en esa operación Se! ganó el
obligó a los vecinos a construir andenes. Estableció el servi-
cio de asel) por medio de camiones e higienizó la población
con la desecación, auxiliado por la United Fruit Company,
de unos pantanos adyacentes al poblado.
Llevó a cabo varias e importantes obras de progreso en
las poblaciones de Retén y Fundación, cabeceras de sendos
corregimientos que pertenecen a dicho municipio. En la pri-
mera, el señor Capitán don Julio Garavito, Comandante Milli-
tar de ella, construyó una casa para oficina telegráfica; a
línea que nne dicha oficina con la población de Aracataca fue
costeada por los vecinos, el servicio fue inaugurado solemne-
mente. También el seilor Capitán Garavito instaló una bomba

para surtir de agua el poblado. En .la segunda de dichas po-
blaciones se comenzó a levantar un edificio para mercado pú
blico en un lote cedido por la Compañía Frutera, se terminó
un local para escuela y se levantó un matadero público.
Muy adelantado quedó el proyecto del acueducto público de
Aracataca, mejora ésta que de llegar a cristalizarse en un he·
cho, traerá para aquella próspera población grande ventajas.
La United Frnit Company cedió el derecho a to mar el agua,
el sitio para la construcción del tanque y la faja de terreno
para extender la tubería matriz; esta concesión fue elevada a
escritura pública y avaluada en 50,000 pesos oro.
Las labores del Capitán Férnández fueron reconocidas
por el honorable Concejo Municipal; con fecha 9 de enero di·
cha Corporación aprobó esta proposición: «El Concejo Mu ni·
cipal de Aracataca, reunido en la fecha, después de su decla·
ratoria de receso, en virtud de convocatoria hecha para sesión
extraordinaria por el Jefe Civil y Militar señor Capitán Luis
Carlos Fernández, presenta un respetuoso saludo a tan distin-
guido militar y caballero, y se complace en reconocer que sus
actividades en el lleno de sus atribuciones como Jefe Civil y
Militar del Municipio, han sido saludables y benéficas para
asegurar el orden social en este Municipio, amenazado por
una turba desenfrenada que recientemente cometió toda clase
de delito.; en la región bananera y puso en peligro h vida de
nacionales y extranjeros. Transcríbase esta proposidón en
nota de estilo al referido Capitán Fernández. De u:>ted aten .
to seguro sevidor, J. H. CASTRO C., Presidente del Con -
cejo,>
Al declararse restablecido el orden público el honorable
Concejo aprobó la siguiente propnsición: •El Concejo Muni·
_cipal de Aracataca, en su sesión de la fecha, saluda atentamen-
te al señor Capitán don Luis ·Carlos Fernández, hasta ayer
Jefe Civil y Militar del Distrito, se complace en reconocer su
benéfica e intensa labor de progreso en beneficio de 10~ altos
intereses públicos locales, y lamenta su separación del Dis·
trito. Déjese constancia en el acta de este día, de la justicia
qoe encierra la presente proposición y transcríbase en nota
de estilo al señor Capitán Fernández. De usted atento seguro
servidor, M. GoNZÁLEZ JIMÉNEz, Secretario del Concejo.
Aracataca, marzo 17 de 1929>.
- 157 -
El señ )r Teniente don José Henao M., Jefe Civil y Militar
1
del Municipio de Pivijay, fue incansable en el logro de nues-
tras comunes aspiraciones en bien de los pueblos que nos tocó
en suerte regir sus destinos por un corto tiempo. Con una
guarnición de 25 hombres, en aquella apartada población, Jo .
gró mantener el orden y la tranquilidad públicas sin medidas
extremas, sino antes por el contrario, infundiendo confianza y
respeto a la autoridad por su constante esfuerzo en pro del
progreso material y moral de aquel Municipio.
Consiguió el Teniente Henao elevar las rentas municipa·
les de$ 10,323-30 que contcmplab:r n los presupuestos ante-
riores, a Ja no despreciable de $ 23,303-rn. Al recibir el cargo
de primera autoridad del lugar había en caja 464-00¡ al re-
tirarse por haberse restablecido el orden público, dejó conta-
bilizada en la Tesorería Municipal, la suma de$ 6,230-10. Em-
prendió y llevó a cabo la apertura de un camino carreteable
de Pivijay al Retén. Construyó un buen edificio para escuela
pública, cuyos planos fueron hechos por él mismo. Hermoseó
la población, propendió por la construcción de la casa muni·
cipal y de la iglesia y organizó la administración pública so-
bre bases bien firmes. Varios vecinos de aqueJla población
solicitaron del Comando permitiera al señor Teniente Henao
demorarse algunos días con el objeto de que coadyuvara a la
crmclusión de algunas obras por él emprendidas.
Muy satisfactorio fue para nosotros recibir el siguente tele-
grama:
«Pivijay, marzo I7 de r929.
General Carlos Cortés Vargas.-Ciénaga.
Honor transcribirle siguiente proposición aprobada ayer
unánimente por corporación presido:
•Esta corporación deja constancia de su satisfacción por
el levantamiento del estado de sitio en que permanecía pro-
vincia de Santa Marta¡ celebra que hayan desaparecido las
causas que tuviera el Ejecutivo para declarar turbado el or-
den público y deja constancia de que durante el tiempo en
fueron regidos los destinos de este municipio por el señor te-
niente José Henao Muñ.n , en su carácter de Jefe civil y mili-

lar, pudo disfrutarse de garantía-. ciudadanas, y de adelantos
materiales e higiénicos, como dictadas por un militar deco.
roso.
El Presidente del Concejo,
SANTANDER LóPEZ»
El Municipio de Pueblo Viejo, que más parece un barrio
de la ciudad de Ciénaga que una entidad independiente, estu-
vo por algún tiempo gobernado por el teniente en retiro
Agustín Rangel; luégo (ue nombrado el Subteniente Carlos
Martínez, quien en pocos días organizó la administración pú-
blica y propendió por hermosear la población.
•••
Inmediatamente que se decretó el restablecimiento del or-
den público, lo que ocurrió el día 15 de marzo, se hizo entre-
ga del gobierno civil a los alcaldes nombrados por la goberna-
ción. Tan pronto como los señores je(es civiles y militares rin.
dieron informe de su actuación, dimos cuenta al Excelentísi·
mo señor Presidente y al señor Ministro de Guerra; dichos
magistrados nos honraron con las siguientes respuestas:
«Bogotá, marzo 29 de 1929.
General Carlos Cortés Vargas. -Ciinaga. -Batranquilla.
Agradézcole su telegrama de, fecha 16. El Gobierno reite-
ra a usted sus felicitaciones. lo mismo que a los oficiales y tro-
pa, por la manera valerosa, digna y atinada, como supieron
cumplir con su deber para restablecer el orden y la tranquili·
dad en ese departamento. La conducta de los jefes y oficiales
que •1sted señala será tomada en cuenta para el futuro.
Servidor,
I ABADIA MENDEZ,
«Bogotá, 18 de marzo de r929.
General Cortés Vargas.-Ciénaga o donde esté.
Recibido sn (508) del (16). Restablecido orden público en
provincia Santa Mart¡, Ministerio C'umple grato deber felici-
tar usted y por ~u conducto a jefes y oficiales han actuado
- 159 -
bajo su dependencia, por manera inteligente, acertada y pa-
triótica, como cada cual, en su respectiva esfera de acción,
sopo cumplir la delicada misión que le fue encomendada. Es
de esperarse que no obstante la ingratitud, que es por desgra·
cia no pocas veces el legado que corresponde al verdadero
mérito, la República habrá de premiar algún día los buenos y
oportunos sevicios de usted.
Amigo servidor,
IGNACIO RE~GIFO B.•
•••
Quienes, con criterio sereno e imparcial, lean con atención
estas páginas, verán q11e hemos procedido en todos y cada
uno de nuestros actos, durante esta época de peligro para la
paz y la tranquilid:ld de la República, con toda la cordura, la
prudencia y la energía de que somos capaces y las circunstan·
cias requerían; así lo han reconocido los altos poderes del Estado.
Una gran parte de la sociedad, sabemos, también está con no-
sotros. Se sabrá, quizá en no lejano día, cuál era el verdaJero
alcance del movimiento que nos tocó debelar.
Si bien es cierto que las huelgas son a manera de gimnasia
o entrenamiento de las futuras agitaciones comunistas, también
hay que tener en cuenta las regiones escogidas para llevarlas
,
a cabo; en Barranca Bermeja, campo petrolero americano, fo.
mentaron los disturbios Raúl Eduardo ~!ahecha, Bernardino
Guerrero y Erasmo Coronel, los mismos cabecillas de la Zona
Bananera del Magdalena, donde tiene radicados sus negocios
una fuerte compañía americana.
Si logramos, secundadns por subalternos pundonorosos y lea-
les, que supieron cumplir con su deber en todos los momentos
a la medida de sus cometidos y fuerzas, apagar con mano fir.
me aquel incendio; si, sorteando innúmeros obstáculos, m~n­
tnrimos el equilibrio con serenidad y tino: si esquivamos, hasta
donde nos fue posible, intervenir con las armas, fue tan solo
movidos por el deseo de cumplir con nnestro deber fielmente.
Por temperamento y por educación somos enemigo¡ de la
violencia¡ el estudio de la historia patria nos ha embargado
más tiempo que las disciplinas militares; si desde la niñez t0-
mamos armas al lado del partido político que tiene como lema
 - 160 -

<la libertad y el orden>, ha sido por defender a la República

de quienes buscan en el exterior sus aliados, a trueque de re-
trogradar a la época de los «retozo!.' democráticos•.
Jamás nuestros actos han tenido por mira galardón alguno
de nuestros copartidarios ni de la patria¡ pero tampoco creímos,
que por tener el valor civil de afrontar una situación,;J' el va- } •
ronil empuje de desafiar, en beneficio de la sociedad, las iras ANEXOS
del comunismo, tuviéramos que soportar las afrentas públicas
que se nos han inferido. Contra toda ley y el derecho que nos
asiste, se nos ha cerrado la puerta de nuestra casa solariega, el
l!.jército. Veinti~cho años de servicio y una conduct.t intachable
en paz y en guerra, sólo nos han valido presenciar la amargura
de un hogar, donde seres inocentes sufren afrentas que sólo
sabemos soportar los que confiamos en la Divina Providencia.
Esperamos el fallo de la historia, conscientes como esta-
mos, de que le hemos prestado un servicio a la patria. Si hoy ANEXO PRIMERO
las pasiones no les permiten a nuestros compatriotas reflexio-
nar, el tiempo llegará en que se duelan de haber vilipendiado DECLARACIONES DE CÓMO COMENZÓ LA HUELGA
y lanzado al ostracismo a un soldado del orden, que ni ordenó
asesinar, como lo han gritado por calles y por plazas, en la cEn el Corregimiento de Orihueca a los diez y seis días del
zona bananera, ni es responsable de los acontecimientos que mes de noviembre de mil novecientos veintiocho, estando el
tuvieron Jugar en esta capital en el mes de junio pasado. señor Inspector en audiencia pública con su Secretario, com-
Pedimos que el Congreso, actualmente reunido, nombre una
pareció al Despacho el señor Anselmo Corzo, con el fin de
conisión que, en vista de los documentos que tenemos y de
renrlir la declaración que de él se solicita. Al efecto el señor
los procesos que adelanta el poder judicial, le diga al país la
Inspector le recibió el juramento, el cual prestó en forma le-
\''!rdad de los acontecimientos.
gal, y bajo su gravedad promdió decir la verdad en lo que
supiese y le fuese preguntado. Siéndolo por sus particularida-
des dijo: llamarse como queda dicho, natural de Cúcuta, De-
partamento de Santander del Norte, soltero, agricultor y cató-
lico. Preguntado: desde el día que estalló la huelga hasta hoy
qué actos de violencia han llevad1J a efecto lo~ huelguistas en
la finca de que usted es man dador? C mtestó: El domingo once
del presente en la noche se presentaron en la finca, aproximada-
mente como imos cuarenta liuel1f11islas penetrando al campamen-
to, empujando las puertas a golpes y obligando a los trabajadores
a seguir con ellos en el mismo ambiente.. . ....
<El Inspector. DIÓGEN_Es HE:-llQUEz.-EI Secretario, R.
Cabrato.-EI declarante, Anselmo Corzo>.
 - 162 -

cEn el Corregimiento de Orihueca, a los diez y seis días

del mes de novie.nbre de mil novecientos veintiocho, estando
etc., compareció al Despach0 el señor Rodrigo Robles C. con
el fin :le rendir la declaración que de él se solicita. Al e(eclo
el señor Inspector le recibió el juramento, el cual prestó en la
forma legal, y b1jo su gravedad prometió decir la verdad en
lo que supiere y le fuere preguntado, siéndolo por sus parti·
cularidades dijo llamarse como queda dicho, natural de Santa
Marta, soltero, agricultor y católico. Preguntado : Desde el día
que estalló la huelga hasta la fecha qué actos de violencia han
llevado a efecto en las fincas de su propiedad? Contestó: al día
siguiente lunes en la noche llegué e ir.mediatamente me infor·
maron mis capataces Manuel Laborde, Manuel Ariza, Salva·
dor Torres, Felipe Vides, L'lrenzo de la Hoz y José N. de
León de que en la mañana de ese día llegaron allá co111isio1ies
de huelguistas introdr1ciéndose a los lotes de gllineo a sacar los tra-
bajadores que estaban ejecutando el corle, amenazándolos¡ inmc·
diatamente después se reunieron como doscientos hombres,
parte del personal de mi finca, y me manifestaron todos la
buena voluntad que les asistía para c::mtinuar en sus trabajos.
Preguntado: después de ese dh qué otr.os actos de voilencia
han llevado a la práctica los huelguistas en las fincas de su
propiedad? Contestó: El día martes (I3) repartí yo mismo los
tl'•bajadores para el corle, y como a la hora y nedia se p1esen·
taron nuevamente siendo casi empujados por los lmelguislas yendo
ellos armados de ganotes. El miétcoles (r4) la finca de 111i pro-
piedad cEl Tiempo- cortó fruta y mandaron los liuelg1ú~tas una
comisión a impedir que continuaran el corle, lo wal lograron.,
cEI Inspector, DIÓGE:SES H E:SIQUEZ. -El Secretario, R.
Cabrato.-El declarante, Rodrigo Robles».

cEn el Corregimiento de Orihuec t, a los diez y seis días

del mes de noviembre de mil novecit:ntos veintiocho, estando
el señor Inspector en audiencia pública con su Secretario,
compareció al Despacllo el señr)r Manuel L'lb >rde Gnecco
con el fin de rendir la declaración qne de él se solicita. Al
efecto el señor Inspector le recibió el juramento, el cual pres-
tó en forma legal y bajo su gravedad prometió decir verdad
en lo que supiere y le fuere preguntado. Preguntado: desde
el día en que estalló la huelga qué actitud han tomado los
~din
tando
taño,
neceo
a. Al
pres·
erdad
desde
o Jos

ZONA BA A ERA
OEPTO.OEL AGDALE
REP. Of CO O 8

I..iA Z O NA BANANERA
PLANO DE
exlumo e lá la fi11ca Villai'iceucio; después el ,11Sevilla N.º 2>, a
metro ade/011 /c e de prende a la dCJ ec Ita el ramal <Paulüza>>, y e1l
~ <E1~tl1a»,
De la ""dad de Cil11ag" a <La Palma. ftay 11 kilómeh·o; de a/ti e11 adelante com ie11can las pla11 Iacio11es de gzú11eo:_ d p1·im"'· 1·ama 1 que se despre11de a la derech 11 es <Tabla:; o• ; luég o a la iiq11 ¡,., da el < ,,,.¡/la X : I , a 01,1·0
kiló11telro está la Es!arióu Sevilla co11lig1la alli es el kilómch·o 23, a partir de Citnaga. Al pa.<ar el rlo Sn•illa e lá G11acnmayal )' 1nw dMfr11tos
1111 feguida, a la riquieda, el <.M a con do• . fa T11cmmca eulra « 1« trouca1 el <Pa11lina>; ;• en segilida, a la derecha, sale11 los ramales A raea la ra I )' 2; do.< kiló ·
me/ros de p11és e lá la poblarió1l de A aeataca; de aht se desprende el ramal <Las Flores., q11e va a la p oblac1ó11 de Retén . La tronral ·wte
a F1mdació11, que qmda a uno y otro lado del rlo de 11 uombtc .obre el kilómdr<> 91·
1
 - 163 -
huelguistas? Contestó: ••• . desde el dta en que estalló la huelga
los huelguistas /tan asumido la siguiente actitud: desde ese .d ía
eUos han estado t1ombrando comisiones cuya misión ha sido ir a
sacar a los trabajadores de entre los lotes, amenaeándolos con
darles palos si no los seguían. El miércoles (I4) en la maflana
tlerlol~eron a los cortadores de guineo que iban para sus respec
lñtos trabajos de corte, y por la tarde del mismo dia fueron a la
finca •El Tiempo> e impidieron que se sacara de los lotes la fruta
qtu ya estaba cortada . ...•
cEI Inspector, DIÓGENES HENJQUEZ.-EI Secretario, R.
Cabtato.-EI detlarante, M. Loborde G.-.
cEn el Corregimiento de Guacamaya!, a los diez y seis
días del mes de noviembre de mil novecientos veintiocho,
compareció en el Despacho el señor Urbano de la Hoz, y
preguntado: diga usted lo que sucedió en su finca, respondió:
que el lunes trece del presente se presentó un grupo de huelguistas
armados en su mayor parte de palos, impidiendo a los trabaia-
Jores continuar cortando la fruta que le había pedido la Com-
;añta, que con tal motivo tuvo que petder toda la fruta corlada.
cEl Inspector, M. TROCONJS.-El Secretario, Elio M. Raa-
ta j. - El declarante, Urbano T. de la Hoz"'.
cEn el mismo Corregimiento, el señor Juan Dávila rindió
la siguiente declaración: preguntado qué ocurrió en la finca a
su cargo denominada cCairo>, contestó: que el lunes doce del
tf'esente tnes habiendo recibido órdenes de cortar fruta, ordené
""ro al personal que cortara, que entregado el personal a las
/aenas del corte se presentó una cuadrilla de huelguistas prohi-
biéndoles rotundam~nte toda clase de trabajos, que atemorizados
los trabajadores tuvieron que abandonar el trabajo. • •. "'
Hay un gran leg:ajo de declaraciones en el mismo sentido
que serán pasadas, junto con el informativo general, al archi-
vo d1=1 Ministerio de Guerra, donde podrán ser consultadas.

11

A EXO EG DO
Par/8 de los documetilos perle11ecienles al Inspector de la oficina
del trabajo, se1ior Alberto Afarlfoez Gómez , y que fuerot1
encontrados en poder de Bernarditzo Guerrero, secretario del
cabecilla co1111mista Raúl Eduardo M aheclJfJ.
Según estas comunicaciones, el pliego de peticiones era
todo legal y los delegados obreros también estaban dentro de
la ley. Se ha visto que una ni otra co a era verídica, pero este
joven, entregado como estaba en manos de los dirigentes co-
munistas, veía el problema obrero bajo ese prisma errado.
En la declaración del eñor Barrenecha consta que Martí-
nez, con Mahecha y Guerrero, estDvo en la zona, quizá no es·
ludiando el conflicto obrero, sino dando, con Sll presencia, per-
sonería a los agitadores.
Oficial. -Santa M arla, octubre 28 de I928.
Jefe de la oficina general trabajo. -Bogotá.
Halléme tres días Zona bananera estudiando sobre justas
reclamaciones obreros, encontrándolas justificadas. Compañía
dice no hallarse Gerente en Santa Marta y Subgerente no re-
suelve situación. Obreros resueltos decretar paro si no son
atendidos. Favor contestar éste. Correo llevarálc detalles.
I decir verdad en la declaración que iba a rendir. Dijo ser ma-
Servidor,
ALBERTO MARTÍNU
Al respaldo hay un sello de la telegrafía y dice recibido,
firmado Lamuz.
cSanta Marta, noviembre 3 de I928.
Señor Gobernador del Departamento del Magdalena.-Presente.
En mi carácter dt: Inspector del trabajo,- nombrado por el
Ministerio de Industrias, hago constar que, habiendo hablado
con el señor Gerente de la United Fruit Company sobre la
obligación que él tiene de recibir la delegación de tres indivi-
duos que nombran los obreros de la Zona para representarlos
en sus peticiones, negóse a darles tal audiencia, alegando que
no estaban dentro de la ley. Yo investigué el asunto y vi que sí
se ajustan a ella, pues de awerdo con el articulo 2. 0 de la Ley
2I de I920, son idividuos colombianos mayores de edad, emplea-
dos de la Compañia y debidamente autorizodos por los obretos de
ésta, para que los representen. Adjunto a la presente remito a
usted .::opia de un memorial que he recibido de los peticiona-
rios. Viendo la situación, sírvase usted disponer lo convenien-
te. De usted atento, seguro servidor.
El Inspector,
ALBERTO MARTÍNEZ>
Ministerio de ltidustrias - Bogotá, noviembre 5 de 1928.
Alberto Martínez - Inspector trabajo-Santa Marta.
Informe detalladamente sobre actitud United Fruit Com-
pany respecto acatamiento leyes obreras.
Secretario, ,
Campo E, A churi
cEn San Juan del Córd0ba, a diez y siete de diciembre de
mil novecientos veintiocho, compareció en el despacho del
Juzgado del Circuito el señor Camilo M. Barreneche, tes-
tigo citado en estas diligencias, con el fin de rendir declara-
ción. Impuesto de las disposiciones pepales sobre testigos
falsos y perjuros, el señor Juez por ante su Secretario, le
recibió juramento en la forma legal, y por su gravedad ofreció
yor de edad, natural de Santa Marta, vecino de Ciénaga, ca-
sado, comerciante en ganado, y católico, apostólico, romano.
Preguntado acerca de lo que conste y sepa con relación a los
hechos criminosos habidos en el presente :nes, con motivo de
la huelga de trabajadores de la región bananera, contestó:
ePor conocer la región bananera, por tener intereses, me
consta lo siguiente... . ..••..•..•........••..........•..
Ü~~~ ~~¡; ~:Ú~~ ~·n·t~~: •p~~~ ·~á~. ~ ·~~;1~~·d~ .e.st~lt~r ·I~ . b~;lga·,
yendo el declarante para Aracataca, en el tren local, en el ca-
rro en que iba, iban también tres individuos más, que al prin-
cipio no me interesaron porque no sabía quiénes eran, pero
observé que iban en conversación íntima y que en las estacio-
nes de ésta a Aracataca, uno de ellos se bajaba a hablar con
un grupo de obreros que en todas dichas estaciones salían a
 - 166 -
verse con tal individuo, quien les entregaba un papel; en la
de Guacamayal bajaron todos tres, siendo uno de los que ha-
bló con ellos, un individuo Serrano, jefe de los obreros; corno
me llamara la atenc:ión que en todas parte se b ajara dicho in-
dividuo, como a dar órdenes, pregunté a alguien que no re-
cuerdo su nombre, y me informó que eran Mahecha, Guerre-
ro su secretario y Martínez, Jefe de la oficina del trabajo¡ así
pude enterarme que el que se' bajaba en las estaciones era
Guerrero. En Guacamaya! le dijeron a Serrano que estuvie-
ran listos, que uno de ellos, :de los tres que iban en el tren,
volvería de a caballo; y de esto informé al alcalde de esta ciu-
dad, pero nada se hizo para averiguar de qué se trataba. Des.
pués de estallar la huelga, y como supiera que Martínez esta-
ba en connivencia con Mahecha y Guerrero, lo encontré en
esta ciudad-a Marlínez, jefe de la oficina del trabajo-y al
preguntarle sobre el hecho de la ida en el tren con Mahecha
y Guerrero, no lo negó, haciendo esta afirmación en presencia
del señor General Carlos Cortés Vargas y otros oficiales ......
................. .. .................
' . . . .... ...... ' ..
Leída al deponente, la arrobó en todas sus partee, y firma en
constancia con los suscritos Juez y Secretario. Se observó el
artículo 633 del Código Judicial.-JosÉ ASUNCIÓN PACHÓN.
Camilo M. Barreneche.- o~car E. Angulo, Secretario•.
ANEXO TERCERO
En San Juan del Córdoba, a doce de diciembre de mil no-
vecientos veintiocho, compareció en el Despacho del Juzgado
del Circuito el señor Francisco Padilla, en vista de la citación
que se le hizo, con el fin de rendir declaracióu en estas dili-
gencias. Impuesto de las disposiciones penales sobre testigos
falsos y perjuros, el señor Juez, por ante su Secretario, le reci-
bió juramento en la forma legal, y por su gravedad ofreció
decir verdad en la declaración que va a rendir. Dijo ser ma-
yor de edad, vecino de Santa Marta y residente actualmente
en esta ciudad de Ciénaga. Preguntado. Sírvase usted decir
lo que sepa y le conste con relación a los hechos ocurridos
últimamente con motivo de la huelga de trabajadores de la
- l67 -
zona bananera. Contestó: . . . Supongo las descargas a que me
he referido fueron a eso de la una y media de la mañana del
día seis de este mes, y lo !>ucedi:io con el señor Atilio Correa
y Ramón (iarcía fue de ocho a nueve de la noche del día cin-
co. Y pocos momentos de esta hora siguieron los discursos que pro·
nunciaron los se1lores Mahecha, Castrelt6n, Erasmo Coronel, el
Alcalde Víctor Fuentes, los cuales no llegué a penetrarme por la
distancia del lugar en que me encontraba, pero entiendo que eran
e~cilaciones, porque aplaudía mucho la turba que componían la
gente que se encontraba aglomerada en la estación. Para termi-
nar esta declaración dejo constancia que el día cuatro al lle-
gar a este lugar en el ferrocarril, el tren fue asaltado por un
número de gente con:;iderable e impidieron que siguiera su
curso para la región bananera, y en este camino todos los de-
más trenes que llegaron ese día fueron detenidos en la esta-
ción de este lugar por los que se llamaban huelguistas. Se ter-
minó la presente declaración, la que fue leída y aprobada por
el declarante y en constancia firma, ratificándose y afirmándo-
se en ella. Se observó el artículo 433 del Código Judicial.
JOSÉ ASUNCIÓN PACHON-El declarante, Francisco Padi-
lla P.-Oscar E. Angulo, Secretario.
{Página 113)-jefatura Civil y Militar de la Provincia de San-
ta Marta-Comando Supetior -Niímero a93-Ciénaga, I8
de diciembre de 1928.
Al señor Juez del Circuito-Ciénaga
Atentamente adjunto un ejemplar de la hoja subversiva ti-
tulada cSoldados del Ejército Colombiano, compañeros de
infortnnio, Salve•, que fue editada clan'destinamente en la im-
prenta del señor Edgardo de Solá. También le inserto adjtmto
la prueba de mi aserio en la c11al usted e11co11trará que el e.i Al·
ca/de señor Víctor M. Fuwles f11e encubridor del delito de azuzar
al Ejército a la rebelión. Pongo en conocimiento del señor juez
el hecho de haber dado este Comando demmcio al e:r:-Alcalde
Fuentes d~ la existencia de ta mencionada hoja para que impi-
diera su cirwlacióti, lo cual fue preseeciaclo por los señores César
Riascos, Enrique Gonzálezy otros.
Del señor fuea ate,,to servidor, CARLOS CORTÉS VARGAS, GIS·
neral Jeje Ojvil y JJfililar,
 - 168 -
Recibid y se agrega a su - antecedentes hoy diez y ocho de nifestándole lo que le había ocurrido a usted con Mahecha
diciembre de mil novecientos veintiocho y pasa al despacho. respecto a su neg:1tiva para el tiro de la hoja «Los soldados
O. A ng11lo, Secretario de la República y los mercenarios del Magdalena>, mostró
usted la hoja al Alcalde antes de entregar el trabajo a Mahechaf
(Legajo número :i) página 215 vuelta En Ciénaga, a vein-
Contestó: Despu¿s de habu entregado el trabajo a Mahecha, en
tinueve de diciembre de mil novecientos veintiocho, compare.
las primeras horas del día 24, esto es, a las tres de la mañana, sal!
ció en el Despacho el señor Edgardo D'Sola, a quien el señor
e11 busca del sefior Alcalde y lo encontré inmediato a la estación
Jefe Civil y Militar recibió juramento, que prestó en forma
del ferrocarril de esta ciudad y le entregué u11 ejemplar de la hoja
legal, previa lectura de los artículos de la ley penal sobre tes-
aludida y me dijo lo que ya he referido. P1·eg1mtado: ,Quién era
tigos falsos y perjuros, ofreciendo decir verdad en lo qne su-
el Alcalde de este Distrito en la noche del veintitrés a veinticua-
piere y le fuere interrogado: manifestó nombrarse como que-
tro <le nc,viembre último ? Contestó: El Alcalde de este Distrito
da expresado, mayor de edad, soltero, natural de Curazao,
e11 la noche del vei11tilrés al vei11ticuntro de t1oviemb1e último era
vecino de esta ciudad, tipógrafo y católico. Preguntado para
el setiór Víctor Manuel Fuentes. Que ha expuesto la verdad, y
que diga todo lo que sepa y le conste de lo ocurrido con mo·
leída esta si' declaración la aprobó, y en constancia firma, después
tivo de la huelga en los primeros días del corriente mes, con
del señor Jefe Civil y Mitita r pot ante el suscrito Secretario.
testó: ..•• Preguntado: ¿Hizo usted algunos trabajos tipográ-
El Jefe Civil y Militar del Distrito, AURELIO LINERO C.
ficos a los huelguistas y qué clase de trabajos? Contestó: Sí
Cap.-EI declarante, Edgardo D'Sola E. -El Secretario, Mi·
señor¡ hice varios trabajos tipográficos consistentes en hojas
guel González Hidalgo.
sueltas, así: una al señor Antonio Beltrán Viana titulada «La
Prensa>¡ otra al señor Antonio Romero, titulada .:Himno>;
otra a Algemiro Becerra, titulada «La Voz de los vendidos>;
una reproducción tomada de El Estado, titulada «Cuatro años
cerca al obrero de la Zona> al señor Isidro Iz4uierdo, en re- A EX CUARTO
presentación del comercio de esta ciudad; varias al señor Ma
nolo Campo; y una hoja titulada ~Los soldados de la República U~A E~TREVISTA CON EL SECRETARIO DE GOBlERMO
y los mercenarios del Magdalena> fue tirada en mi estableci-
El doctor Lcízaro Díaz Granados nos hace importantísimas de-
miento, por ser muy grande y no poderse tirar en la prensa
llaracione. en relación con la huelga.-Se recrudece el movi-
del señ:Jr Raúl Eduardo Mahecha, quien solicitó mis servicios
miento tomando un cariz subversivo .... Doc1m1e11tos compromete-
para ello, y como yo hiciera resistencia negativa, me amenazó
dores-Montenegro, Giró11y Solano e11 la cárcel - El t1m111lto
en medio de sus secuaces de llevar~ e preso a su guarida si
de ayer en Oriliueca.-El aeneral Cortés Vargas no tiene
no la tiraba; que la formación de la plana fue hecha en la im-
confianza en el soldado magdalené' .-La traída del Regimien-
prenta de Mahecha, pues h galera me la llevaron ya lista a
to cNari1io•, compuesto de antioqueños--Una silllació11 suma-
mi prensa para la tirada. Preguntado: ¿Qué cieterminación
mente grave.
tomó usted sobre este particular? Contestó: Inmediatamente
de tirada la hoja aludida ocurrí al señor Alcalde del Distrito Alarmados por las impresionantes noticias que han llegado
manilesiándole lo que me había pasado con Mahecha y los a nuestra redacción con motivo de la huelga. quisimo solici-
suyos respecto a la publicación de la hoja y me dijo que no me tar esta mañana una entrevista con el señor gobernador, quien
preocupara po1 tal cosa que estaba ya para arreglarse los debido a sus múltiples ocupacione no pudo recibirnos, en-
puntos de petición entre la Compaíiia United y los huelguistas. viándonos a la secretaría de gobierno en solicitud de noticias.
Preguntad(,; ¿Cuándo ocurrió usted al señor Alcalde ma- (Un detalle: la secretaría de gobierno tiene ahora un atra-
 170 - - 171 -

yente aspecto de oficina ordenada, muy distinto del que hasta sión es justa o no. No siénd .10, será pue to en libertad; en
hace poco tenía). caso contrario, se cumplirá la ley.
El doctor Lázaro Diaz Granados, con su acostumbrada -¿Es verdad que ya ha habido varios altercadns?
gentileza, se presia en el momento a darnos toda posible in. -En Orihueca la situación se puso anoche de suma gra-
formación: vedad. Se temió que pudiera haber derramamiento de.sangre.
SI hubo motín y protesta, pero afortunadamente no tomó la
-Hay cosas que no puedo decirle, porque pertenecen a la
cuestión caracteres de gravedad.
creserva del sumario:. que ha de iniciarse. Pero todo lo que
-eEs verdad que ha llegado un contingente de trescientos
no sea un secreto lo oirá usted de mis labios.
90Jdados antioqueños?
-¿Es verdad que el sábado en la noche hubo varias de·
-Sí. Los del regimienro t: 'a riño•, pedidos por el general
tenciones en esta ciudad?
Cortés, son casi en su mayoría antioqueños. El comandante
-Sí. El sábado fueron detenidos, en esta ciudad, siete in·
los ha pedido porque teme que en el momento de un conflic-
dividuos, a quienes sorprendió la policía en una reunión de
to, los soldado del fagdalena, que tienen sus hermanos y sus
carácter aparentemente sedicioso. Los documentos que se les
parientes entre muchos trabajadores de la huelga y que fueron
encontraron ya no dicen simple relación con la huelga, sino
anteriormente trabajadores del guineo, puedan, por motivos
que implican el desarrollo de un plan francamente subversivo
muy explicables, vacilar en caso de tener que asumir una ac-
y de carácter comunista.
titud decisiva.
-¿Quiénes eran esos individuos?
-¿El regimiento cNariño> viene a suplir a los soldados
-No tengo la lista de todos, y no son nombres muy im-
que están en la zona o se quedan como guarnición comple~
portantes los de la mayoría. Pero entre ellos están Montene·
mentaria permanente?
gro y Solano, como los más destacados.
-Son simplemente un refuerzo que permanecerá aquí
-¿Hubo también detenciones en la región?
hasta que se resuelva esta situación difícil.
-Ha habido varias. Alvaro Girón, por ejemplo, fue pues·
-¿Es verdad que el general Cortés Vargas ha sido puesto
to preso anoche, de orden del general Cortés Vargas, por la
a órdenes de la gobernación?
razón, dice éste, de haber sido sorprendido en momentos en
-El general Cortés siempre tuvo órdenes de obrar de
que arrancaba el decreto últimamente dictado por la Gober·
acuerdo con la gobernación. Si él procedió al principio por
nación.
cuenta propia, seguramente fue por haber creído que la rapi-
-¿Qué importancia tiene ese decn:to?
dez de la acción no permitía otra cosa. Ahora, para proceder,
-No tiene el carácter de importancia qne se ha querido
siempre pide órdene5 de la gobernación. Legalmente, no
darle. Simplemente prohibe las reuniones y loe; conglomera-
puede rer de otro modo.
dos numerosos, por motivo de que la sola presencia de masas
-¿Es verdad que ha sido reemplazado el general C rtés
grandes de huelguistas constituye un amedrentamiento para
como comandante, por el general Hernández?
los que quieran trabajar y que por ese temor e intranquilidad
- No hay tal. El general Cortés ha enviado al general
en que están han comenzado a abandonar la zona.
Hernández a la Zona como representante de su autoridad,
-¿Es verdad que los presos serán remitidos a Cartagena?
pero no como su reemplazo.
-No se sabe todavía nada sobre el particular, hasta no ver
-¿Es cierto que la United Fruit Company ha enrolado
qué resulta de los re_spectivos sumarios, de los cuales depende
varios cientos de trabajadores de otros lugares para que ven-
el tiempo que deban estar presos o detenidos. Respecto de
gan a trabajar en la región bananera?
Girón, he dado orden al alcalde de Ciénaga para que inicie el
sumario ya que tiene facultad legal para ello, y vea si la pri-
 - 172 -
-Hasta ahora no ha traído a trabajar elementos contra
tados fuéra.
-¿Pero existe Ja intención de hacerlo?
-Si así foera, el gobierno no podría impedírselo, sino por
el contnuio, proteger a los que vinieran a trabajar honrada·
mente.
-Cómo ve usted, en general, la situación de la pr~sente
huelga?
-Muy delicada.
-¿Opina usted que se prolongará por mucho tiempo?
-No podría decírselo. Por lo que parece, la huelga ter-
minará cuando ceda alguna de las partes. Los términos de la
conciliación amistosa no parece que hayan tenido éxito nin·
guno.
-,fil gracias por su importantisima información.
El doctor Díaz Granados sabe atender a un humilde repór-
ter. EJ Estado le da las gracias.
HABLA EL SEÑOR SECRETA.RlO DE GOBIERNO
Escrito nuestro comentario editorial de hoy, hemos recibi-
do la nota que sigue:
Santa Marta, 4 de noviembre de r928.
Señor den Gabriel Echevuría, director de 11.El Estado• .
P1·eset1le.
Mi estimado señor y amigo:
En el reportaje que su diarin sacó a luz en la eciición de
ayer como expresión de Ja entrevista que conmigo tuvo su
repórter, he notado algunas confusiones, debidas, sin duda, a
la circunstancia de no bab~rse tomado ninguna anotación es-
crita durante la breve charla que sostuve con el entrevistador.
No he manifestado, ni sé que ello sea cierto, que Jos indi-
viduos capturados en esta ciudad el sábado por la policía, se
encontraran en una reunión, ni menos que tal reunión tuviera
ccarácter aparentemente sedicioso». Pero sí es cierto que se
les encontraron documentos de carácter tendencioso y acaso
subversivo.
En cuanto a la razón de la presencia de nuevas tropas, la
he explicado sencillamente por Ja circunstancia de ser Ja ma·
- 173 -
yoría de los soldados acantonados en estas plazas individuos
que apenas comienzan el aprendizaje de las maniobras mili·
tares. Además, el número de unidades existentes, bien valía
la pena de aumentars ~ un tanto. Nada me ha expresado el
comandante ni nada he expresado yo sobre el temor de que
los soldados magdalenenses, por razones regionales, puedan
•vacilar en caso de tener que asumir una actitud decisiva>.
Le ruego acoger esta carta a modo de rectificación.
Anticipándole mis agradecimientos me suscribo su atento
servidor y amigo afect1simo,
LÁZARO DiAZ GRANADOS.
A EXO QUINTO
DOCUMENTOS REFERENTES A LA MUERTE DEL SEÑOR JOSÉ
CO~CEPCIÓN GONZÁLEZ, OCURRIDA E. CIÉNAGA, EN LA
MADRUGADA DEL DÍA SEIS DE DICIEMBRE DE 1928
cEn Ciénaga, a seis de diciembre de mil novecientos vein-
tiocho, se trasladó a la casa de habitación donde se encuentra
el cadáver de un señor González, el señor Jefe Civil y Militar
del Distrito, con el objeto de tomar las declaraciones a las
personas que se hallaran presentes cuando ocurrió la muerte
que e investiga. En tal virtud, el señor Jefe Civil y Militar se
acere•) a una señ'Jra que se dij'l ser la viuda de González, y
previa la lectura de las disposiciones penales sobre testigos
falsos y perjuros en materia criminal, fue interrogada por su
nombre, apellido y demás generales, y contestó: Me llamo Jo-·
efina González de González, mayor y de este vecindario, y
viuda, desde hoy, de mi finado esposo Jo é Concepción Gon-
zález, y católica. Preguntada para que diga lo que sepa con
relación a la desgracia que hoy aflige a su hogar, o sea sobre
la muerte de su esposo, y contestó: Como a las .::uatro y me-
dia de la mañ.lna del día de hoy, sentí que pasó un piquete
clel Ejército por el callejón. Yo estaba acostada con mi esposo
pero hube de levantarme a cojer la niñita que estoy criando,
que estaba en la cunita y lloró, pue al oír un disparo yo me
a5usté y cuando sentí el otro disparo y ya CQn la niñita en los
 - 174 - - 175 -
brazos, corr i para la cama a ampararme con él, pero al aga. recogiendo los herido~ paca llevarlos luégo a l hospital, fu í ll a-
rrarle la mano sentí una co·a extraña y me pareció que tenía mado de urgencia a casa de José Concepción González, en
como un ataque. En vista de ello, llamé a mamá y a los demás donde hallé un hombre ya muerto en su lecho de enfermo.
de la casa, quiene;; corrieron inmedi.itamente a ver qué ocu- Examinado el enarto encnntré una perforación de la pared ,
rría. Uno de mis primos lo levantó y entonces fue cuando nos otra en un baúl, luégo la tabla cabecera del lecho, q ue corres·
dimos cuenta que no era ataque sino un tiro •••• El proyectil pondía al sitio en que se hallct ba el occL;o, que presentaba
entró por una endija de las cercas, pasó la pared de la recá- una herida con descalabro de l hueso por proyectil. El occiso
mara, la del aposento, atravesó un baúl, la cama, o sea la ca- se llamaba José Concepc ión González. Que ha expuesto la ver-
becera de madera de ella, y le hizo blanco por el oído izquier- dad según su leal saber y entender. En constancia se extiende
d~. Hoy, como a las seis de la mañana, llegó el señor doctor esta diligencia que e firma como aparece. El Jefe Civil y i-
Castillo y ya no había nada que hacer, pues estaba muerto; el titar, Aurelio Linero C.- El perito, M. / . del Castillo-El Se·
doctor llegó acompañado del señor Marco Donado, se exten- cretario, Jf1gutl González H idalgo>.
dió la diligencia que le fue leída y firmó después que el señor
Jefe Civil y Militar y en presencia del señor Agente del Mi-
nisterio Público, por ante mí el secretario. - EI Jefe Civil y
Militar, Aurelio Lit1ero-La declarante, Josefina viuda de Gon-
zález- El Personero Municipal, Gilberto Valdt!s C.-El Secre-
tario, Miguel Gonzálei Hidalg0>.
cHoy, seis de diciembre de mil novecientos veintiocho,
se notificó al señor Manuel del Castillo el nombramiento
de perito reconocedor del cadáver de J osé Concepción Gon-
zález y firma.-M. ]. del Castillo-González Hidalgo, Secre-
tario,..

cEn Ciénaga, a seis de diciembre de mil novecientos vein-

tiocho, presente en la Jefatura civil y militar del distrito, el
señor Manuel J. del Castillo, con el objeto de tomar posesión
del cargo de perito reconocedor del cadáver de José Con·
<?epción González. En tal virtud, el señor Jefe Civil y Militar
le recibió la promesa legal de desempeñar correctamente el
cargo expresado. En constancia se extiende la presente dili-
gencia que 'se firma como aparece. El Jefe Civil y Militar,
Aurelio Linero C.-EI posesionado, M. ]. del Castillo-El S.!·
cretario, Miguel González Hidalgo• .
cEn Ciénaga, a seis de diciembre de mil novecientos vein-
tiocho, compareció en el Despacho de la Jefatura civil y mili·
tar del distrito el señor doctor Manuel del Castillo, perito
nombrado para el reconocimiento del cadáver de José Con-
cepción González, y expuso: En la madrugada de este día,
I

IND/OE
Págs.
Comienzo de la huelga. - Ordm de paro general. . . • .... • . • 3
Las tropas se mueven hacia Aracataca.................. I2
GesHones de arreglo................................. IS
Telegramas cruzados................................. 24
Actas de las reuniones para tratar de solucionar el conflicto. 28
Sigue la /melga con mayoY intensidad................... 37
Los huelguistas toman unos so/dalias p1'esos. . • • • . . . .. . . . • 48
Los amohna®s interrumpen el tráfico del ferYocarril.. . . . . S3
Se declara el estatf() de sitio y se ordena disolver los moti-
nes .-Muertos JI heridos........................... SS
Declaraciones de varios individWJs. . . . . . . . . . • • • . • • • • • • . . 69
Consideracio11es sobre lo oettrriM...................... 8s
Combate de la Estación de Sevilla (informes de/Jefe de poli-
cia )I del Capitán Luis F. Luna).................... 93
Muertos en la Estación .5evillla y sttS alredetf()res. . • • . . . . ro3
Edificios i"ncendiatf()s, saqueaMs JI daños en el f errocarri'l. • IO/
Organización del Gobierno civi"I.. . . . . . . . . . . . . . . . . . .' . . Io9
Las balas dum-dum.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • • • . . . . . . . . . . I r2
Voces de aplauso..................................... r27
Consejos de Guerra Verbales.......................... IJI
Acusación del señor Gobernador....................... I4J
Arreglo con la United Fntit Co........................ I48
Costo de la !me/gay es/atf(} de sih"o....... ... . . • . . . • . . . . • r52
Gobien1os 11mni'cipales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IS3
Congratulaciones.- Consideraciones finales. . . . . • . . . . . . . . IS 8
Anexo I. 0 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. • r6r
Anexo 2. 0 • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • r6.¡
Anexo 3.º ••....•..•..• , ...........•.•.•.•. , . . . . • . . . r66
Anexo 4. 0 • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • ••• • • r69
Anexo S. 0 •• , • • • • • • • • • • • • • , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ••••• I7J