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Cuando vayan mal las cosas Detente, sombra de mi bien esquivo

Cuando vayan mal las cosas Deténte, sombra de mi bien esquivo,


como a veces suelen ir, imagen del hechizo que más quiero,
cuando ofrezca tu camino bella ilusión por quien alegre muero,
sólo cuestas que subir,
dulce ficción por quien penosa vivo.
cuando tengas poco haber
pero mucho que pagar,
y precises sonreír Si al imán de tus gracias atractivo
aun teniendo que llorar, sirve mi pecho de obediente acero,
cuando ya el dolor te agobie ¿para qué me enamoras lisonjero,
y no puedas ya sufrir, si has de burlarme luego fugitivo?
descansar acaso debes
pero nunca desistir.
Mas blasonar no puedes satisfecho
Tras las sombras de la duda, de que triunfa de mí tu tiranía;
ya plateadas ya sombrías, que aunque dejas burlado el lazo estrecho
puede bien surgir el triunfo,
no el fracaso que temías, que tu forma fantástica ceñía,
y no es dable a tu ignorancia poco importa burlar brazos y pecho
figurarse cuan cercano, si te labra prisión mi fantasía.
puede estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano,
lucha, pues por más que en la Sor Juana Inés de la Cruz
brega tengas que sufrir.
¡Cuando todo esté peor,
más debemos insistir!

Si en la lid el destino te derriba,


si todo en tu camino es cuesta arriba,
si tu sonrisa es ansia satisfecha,
si hay faena excesiva y vil cosecha,
si a tu caudal se contraponen diques,
¡Date una tregua, pero no claudiques!

Rudyard Kipling
El Enamorado
Me gusta cuando callas (Poema XV)
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero, Me gustas cuando callas porque estás como
las nueve cifras y el cambiante cero, ausente,
debo fingir que existen esas cosas. y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
Debo fingir que en el pasado fueron y parece que un beso te cerrara la boca.
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena Como todas las cosas están llenas de mi alma
que los siglos de hierro deshicieron. emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
Debo fingir las armas y la pira y te pareces a la palabra melancolía.
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares. Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Debo fingir que hay otros. Es mentira. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Sólo tú eres. Tú, mi desventura déjame que me calle con el silencio tuyo.
y mi ventura, inagotable y pura.
Déjame que te hable también con tu silencio
Jose Luis Borges claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
El primer beso
Me gustas cuando callas porque estás como
Yo ya me despedía.... y palpitante ausente.
cerca mi labio de tus labios rojos, Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
«Hasta mañana», susurraste; Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
yo te miré a los ojos un instante Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente Pablo Neruda
iluminado por mi dicha cierta.

Salí a la calle alborozadamente


mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí... Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»

Amado Nervo

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