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Trauma Grave
PREPARACIÓN
Cuidados prehospitalarios
El tratamiento del paciente con trauma grave debe iniciarse en el lugar del accidente, en
donde es impor tante contrarrestar los daños que en ese momento comprometen la vida.
Durante esta fase debe enfati zarse la necesidad de efectuar el establecimiento de una vía
permea ble, efectuar tratamiento del choque, controlar hemorragias externas, inmovilizar
adecuada mente al paciente y trasladarlo de inmediato al sitio más cercano y apropiado, de
preferen cia un centro especializado en trauma.
Cuidados intrahospitalarios
Es importante planificar por adelantado los requerimientos para la llegada del pa ciente al
hospital donde debe proveerse equipo necesario para establecer una vía aérea y tener listas
soluciones cristaloides tibias (solución Hartman) También deberá contarse con lo necesario
para iniciar monitorización inmediata y disponer de apoyo médico extra cuando sea
necesario. Es indispensable ase gurar la presencia inmediata del personal de laboratorio y
radiología.
• Levantamiento de la mandíbula
Se toman los ángulos mandibulares, una mano en cada lado, y se empuja la
mandíbula hacia arriba y hacia adelante.
• Cánula orofaríngea
Se usa un abatelenguas para deprimir la lengua e insertar la cánula atrás de la
lengua. Esta no debe empujar la lengua hacia atrás. No se debe utilizar en pacien te
consciente porque puede provocar reflejo nauseoso, vómito y aspiración.
• Cánula nasofaríngea
Se inserta en uno de los orificios nasales y pasada suavemente en dirección
posterior hacia orofaringe. Es mejor tolerada en paciente conscientes.
La instalación de una vía aérea definiti va implica la presencia en la tráquea de un
tubo con balón inflado y este conectado a alguna forma de ventilación asistida rica
en oxígeno. La decisión de una vía aérea definitiva se basa en hallazgos clínicos
como: apnea, incapacidad para mantener vía aérea por otros medios, protección de
la vía aérea inferior de aspiración de sangre o vómito, compro miso inminente o
potencial de la vía aérea (lesión por inhalación, fracturas faciales, convulsiones
persistentes), lesión craneoencefálica cerrada que requie re hiperventilación,
incapacidad de mantener oxigenación adecuada por medio de mascarilla.
• Intubación orotraqueal
El abordaje orotraqueal requiere adiestramiento previo; se necesita un laringos
copio y un tubo endotraqueal de calibre adecuado. Si es necesario se administra un
relajante muscular como la succinilcolina a dosis de 1 mL/kg. Mientras tanto, se
asiste al paciente con el ambú proporcionando oxígeno al 100%. Se introduce la
hoja del laringoscopio por la parte lateral de la cavidad bucal rechazando la lengua
al extremo colateral y bajo visión directa de las cuerdas vocales se introduce el tubo
endotraqueal. La colocación se verifica mediante la auscultación de los ruidos
respiratorios en el tercer espacio intercostal sobre la línea medioclavicular y en el
sexto espacio intercostal sobre la línea axilar media de ambos hemitórax. La
ausencia de ruidos respiratorios en el pulmón izquierdo, sugiere que el tubo se
encuentra en bronquio derecho; en este caso, se retira lentamente hasta que los
ruidos estén presentes en el hemitórax izquierdo. La presencia de ruidos hidroaéreos
en el epigastrio durante la ventila ción, indica que el tubo se encuentra en el
esófago; en esta situación, debe retirarse inmediatamente el tubo, ventilar con
oxígeno al 100% con una máscara durante 5 minutos y reinstalar otro tubo en el
sitio adecuado.
Cuando lo anterior no es suficiente se podrá efectuar la intubación nasotraqueal o
cricotiroidotomía.
2. Respiración y ventilación
Se debe exponer el tórax para realizar una buena evaluación: una inmediata auscultación
nos permite conocer el estado del intercambio aéreo en los pulmones; la percusión detecta
la presencia de aire o sangre en la cavidad pleural.
Las lesiones traumáticas que en forma aguda alteran de manera importante la ventilación
son: el neumotórax a tensión, hemotórax masivo, el tórax inestable aso ciado a una
contusión pulmonar y el neumotórax abierto. Otras lesiones que la comprometen en menor
grado son: el neumotórax simple, hemotórax, fracturas costales y contusión pulmonar.
• Neumotórax a tensión
Ocurre cuando existe un escape de aire unidireccional, por efecto de válvula de una
sola vía, bien sea el pulmón o a través de la pared torácica. El aire entra en cavidad
pleural sin vía de escape, produ ciendo colapso en el pulmón afectado. Se produce
disminución del retorno venoso y afectando la ventilación contralateral, se desplaza
la tráquea y el mediastino hacia el lado opuesto.
Dentro de las causas más comunes tenemos la utilización de ventilación mecánica
con presión positiva al final de la espiración (PEEP), el neumotórax espontáneo por
rup tura de bulas enfisematosas y el trauma cerrado de tórax con lesión de
parénquima pulmonar que no sella. También existe una relación con colocación de
catéteres centrales (subclavia o yugular interna). El diagnóstico es clínico y no
radiológico. Este se caracteriza por dificultad respiratoria, taquicardia, hipotensión,
desviación de la tráquea, ausencia unilateral de ruidos respiratorios, ingurgitación de
las ve nas del cuello y como manifestación tardía la cianosis. Sus manifestaciones
clínicas son similares al taponamiento cardíaco, siendo mas común el primero. Su
diferen ciación principal es por hipertimpanismo a la percusión en el tórax afectado.
• Hemotórax masivo
Es el resultado de la acumulación rápida de más de 1,500 mL de sangre en la
cavidad torácica. Su principal causa son las heridas penetrantes con lesión de
grandes vasos. Otra causa puede n ser los traumatismos cerrados. Se diagnostica
cuando se encuentra asociado choque con ausencia de ruidos respiratorios o matidez
a la percusión en un lado del tórax.
Su tratamiento inicial es restauración de volumen con descompresión torácica. Si el
tubo drena inicialmente más de 1,500 m L de sangre o si el sangrado es de
200mL/hora en un periodo de cuatro horas el paciente requerirá toracotomía.
• Tórax inestable
Es producido cuando dos o más arcos costa les están fracturados en dos o más
sitios; esto conlleva a un desplazamiento de la pared del tórax afectado hacia
adentro du rante la inspiración y hacia afuera durante la espiración (respiración
paradójica).
El diagnóstico se realiza inicialmente con la palpación de movimientos respiratorios
anormales y crepitación de fracturas costales. Una radiografía torácica no muestra la
separación costocondral.
El tratamiento inicial va encaminado a una ventilación adecuada, oxígeno húme do
y líquidos endovenosos. El pulmón le sionado aquí es sensible tanto a la pobre
resucitación del choque como a la sobre carga de líquidos.
• Neumotórax abierto
Es producido por grandes defectos en la pared torácica. El equilibrio entre las pre
siones intratorácica y atmosférica es in mediato. Cuando la herida es de dos tercios
del diámetro de la tráquea el aire penetra a través del defecto, produciéndose alte
ración de la ventilación que conlleva a hipoxia.
Su tratamiento inicial es cubriendo el defecto con un vendaje estéril y oclusivo
asegurando tres de los cuatro bordes con tela adhesiva. Esto funcionará como vál
vula de escape unidireccional. Se deberá colocar un tubo de tórax distante a la
herida y generalmente se necesitará cierre quirúrgico definitivo.
Entre las causas de mortalidad hospitalaria temprana capaces de responder efi cientemente
al tratamiento está la hemorragia. Siempre se debe suponer que la hipotensión que sigue a
un traumatismo es causada por hipovolemia hasta que no se demuestre lo contrario. Por
esto es importante hacer una evaluación rápida y precisa del estado hemodinámico del
paciente traumatizado. Hay elementos que proporcionan una información clave en
segundos y estos son:
• Estado de conciencia: si el volumen sanguíneo se reduce a la mitad o más, la
perfusión cerebral diminuye críticamen te, causando alteraciones a nivel de
conciencia.
El tratamiento inicial es establecer rápi damente un acceso vascular instalando dos catéteres
gruesos (calibre 16 o mayor). Estos deben ser gruesos y cortos para permitir la transfusión
de grandes volúmenes. Los sitios apropiados son por vía percutánea en el an tebrazo o
venas antecubitales y por venodisección de la vena safena o vena de los brazos.
Debe ser colocada una sonda de Foley para realizar monitoreo del flujo urinario. El
reemplazo adecuado de volumen debe producir una diuresis aproximada de 50m L/hora.
4. Déficit neurológico
Esta evaluación neurológica pretende so lamente establecer el nivel de conciencia y el
tamaño y reacción de las pupilas del paciente.
5. Exposición
El paciente deberá ser desvestido comple tamente para facilitar el examen, si es necesario
se deberá cortar la ropa. Se debe evitar la hipotermia en la sala de urgencias. Es útil el uso
de frazadas, mantener templada la sala y entibiar las soluciones endovenosas.
II. RESUCITACIÓN
En esta etapa se mantiene una evaluación constante de la vía aérea utilizando el méto do
más conveniente.
2. Examen físico
• Cabeza
Se debe examinar toda la cabeza y el cuero cabelludo en busca de laceraciones, con
tusiones y/o fracturas. También debe explorarse la agudeza visual, el tamaño de las
pupilas, hemorragias conjuntivales o en fondo de ojo, lesiones penetrantes, lentes de
contacto, luxación del cristalino.
• Trauma maxilofacial
Si no está asociado a obstrucción de la vía aérea o hemorragia mayor será tratado
después de la estabilización y solución de lesiones con riesgo vital.
• Tórax
Se debe iniciar con una inspección de la cara anterior y posterior, palpación de toda
la caja torácica y percusión cuidadosa. Las lesiones significativas se manifiestan por
dolor y dificultad respiratoria. La evalua ción de estructuras internas se realiza por
medio de la auscultación y se complemen tará con radiografías. Los ruidos serán
auscultados principalmente en la parte anterosuperior del tórax en busca de neu
motórax y en la cara posterior de la base para hemotórax. Los ruidos cardíacos apa
gados con presión de pulso disminuida puede indicar taponamiento cardíaco. La
ingurgitación de las venas yugulares se presenta en taponamiento cardíaco y neu
motórax a tensión.
La ruptura aórtica puede ser sugerida cuando en una placa de tórax encontramos:
ensanchamiento del mediastino (más confiable), fractura de la primera y segunda
costillas, borramiento del borde del cayado aórtico, desviación de la tráquea hacia la
derecha, presencia de un capuchón pleural, elevación y desviación hacia la derecha
del bronquio mayor derecho, depresión del bronquio mayor izquierdo, obliteración
del espacio entre la arteria pulmonar y la aorta y desviación del esófa go (sonda
nasogástrica) hacia la derecha.
Taponamiento cardíaco: es el resultado de heridas penetrantes aunque también en el
traumatismo cerrado se puede presentar el hemopericardio. El pericardio es un saco
fibroso que con pequeña cantidad de sangre restringe la actividad cardíaca e inter
fiere con el retorno sanguíneo y el llenado del corazón. La clásica tríada de Beck
con siste en el aumento de la presión venosa central, disminución de la presión
arterial y ruidos cardíacos velados o apagados. El manejo del taponamiento cardíaco
se hace por medio de una pericardiocentesis temprana por vía subxifoidea. La sola
aspira ción de sangre puede mejorar los síntomas temporalmente; sin embargo, la
pericardiocentesis positiva por trauma necesita tora cotomía con examen directo del
corazón.
Otras lesiones importantes a tener en cuenta son: la contusión pulmonar con o sin
tórax inestable, contusión cardíaca, ruptura traumática del diafragma, lesiones del
árbol traqueobronquial, trauma del esófago.
• Abdomen
Las lesiones abdominales son potencialmente peligrosas y deben ser diagnostica das
y tratadas agresivamente. No es tan importante establecer el diagnóstico espe cífico
sino el hecho de si existe o no una complicación abdominal y determinar la
necesidad de una intervención quirúrgica. En el examen inicial puede no ser
representativa alguna lesión y por eso la reevaluación frecuente, ojalá por el mismo
examinador, es importante en el trauma cerrado. A menudo el dolor es enmascara do
por un trauma craneoencefálico o por ingestión de sustancias tóxicas. Hasta un 20%
de pacientes con hemoperitoneo agudo tienen examen abdominal normal en la
primera revisión.
Se deberá realizar lavado peritoneal o tomografía computada cuando el examen clí nico
abdominal es:
• Musculoesquelético
Se debe realizar inspección de las extremi dades con el fin de descartar contusiones
y deformidades. Se deberán palpar los hue sos en busca de dolor, crepitación y
movilidad anormal. La presión con las palmas en sentido anteroposterior sobre
espinas ilíacas anterosuperiores y sínfisis púbica permite identificar fracturas
pélvicas. La disminución en la sensibilidad y el compro miso musculoesquelético es
imputable a daño neurológico, isquemia y síndrome compartamental. Este último se
caracteriza por: dolor que aumenta cuando se elongan los músculos comprometidos;
disminución de la sensibilidad de los nervios que pasan por los compartimientos
comprometidos; tumefacción tensa de la re gión comprometida; debilidad o parálisis
de los músculos comprometidos; los pulsos distales y el llenado capilar no son
signos confiables para el diagnóstico.
• Evaluación neurológica
Debe incluir funciones sensitivas y motoras de las extremidades, reevaluación del
estado de conciencia, tamaño pupilar y capacidad de respuesta. La Escala de Coma
de Glasgow es una evaluación numérica que facilita la detección temprana de
alteraciones en el estado neurológico. La pa rálisis o paresia sugiere lesión
importante de columna vertebral o sistema nervioso periférico. La inmovilización
total del pa ciente es fundamental hasta que se hayan descartado lesiones de la
columna.
Toda lesión neurológica requiere partici
pación inmediata del neurocirujano. Este
Se ha adoptado del francés el
último decidirá si las lesiones tales como
término "triage" para describir
hematomas epidurales, subdurales y fracturas
el método de selección de
con hundimiento craneano requie ren una
pacientes que permita definir y
intervención quirúrgica.
decidir sus necesidades
terapéuticas y prioridades.
El personal del departamento de urgencias junto con los cirujanos deben utilizar estos
criterios con el fin de determinar si el paciente requiere traslado a un centro de trauma o
bien a una institución cercana capaz de proporcionar atención médica más especializada.