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Clase: 08/05/2023

Parte III DEL FUNDAMENTO DE NUESTROS JUICIOS ACERCA DE NUESTROS


PROPIOS SENTIMIENTOS Y CONDUCTA, Y DEL SENTIDO DEL DEBER
Resúmen
En este capítulo, Adam Smith explora cómo fundamentamos nuestros juicios sobre
nuestros propios sentimientos y conducta, y cómo surge nuestro sentido del deber. Smith
sostiene que nuestras evaluaciones de nosotros mismos son esencialmente sociales, ya que
dependen de cómo creemos que los demás nos ven. Este proceso se produce a través de la
imaginación simpática, que nos permite ponernos en el lugar de los demás y juzgar cómo
ellos nos perciben.
Además, Smith argumenta que nuestro sentido del deber surge de la aprobación o
desaprobación social. Cuando hacemos algo que creemos que es moralmente correcto,
buscamos la aprobación de los demás, mientras que la desaprobación social nos lleva a
sentir culpa y remordimiento. Este proceso se basa en la idea de que los seres humanos
tienen una naturaleza social que nos lleva a buscar la aprobación de los demás.
En última instancia, Smith sostiene que el sentido del deber y la moralidad no son
universales o inmutables, sino que son producto de la sociedad y la cultura en la que
vivimos. Aunque todos compartimos ciertos principios básicos de moralidad, la forma en
que estos principios se aplican y se interpretan varía de una sociedad a otra.

Ideas principales
1. Los seres humanos tienen un sentido innato de moralidad que se expresa a través de
sentimientos como la simpatía, la empatía y el amor por los demás.
2. La moralidad no es simplemente un conjunto de reglas o principios abstractos, sino
que se basa en los sentimientos que los individuos tienen hacia los demás.
3. Los sentimientos morales son la base de la conducta ética, ya que nos llevan a
reconocer los derechos y necesidades de los demás.
4. La educación y la cultura pueden influir en el desarrollo de nuestros sentimientos
morales y en nuestro sentido del deber.
5. La responsabilidad individual es esencial para la moralidad, ya que cada individuo
es responsable de sus propias acciones y decisiones.
6. La justicia y la equidad son fundamentales para la moralidad y se basan en los
sentimientos morales de empatía y simpatía.
7. La moralidad no es subjetiva, sino que existe un conjunto de principios morales
objetivos que son reconocidos por todas las culturas y sociedades.
Se presenta la idea de que los sentimientos morales son la base de la conducta ética,
que la moralidad no es simplemente un conjunto de reglas abstractas y que la educación y
la cultura pueden influir en el desarrollo de nuestros sentimientos morales y en nuestro
sentido del deber. También destaca la importancia de la responsabilidad individual y de la
justicia y la equidad en la moralidad, y sostiene que la moralidad no es una cuestión
subjetiva, sino que existe un conjunto de principios morales objetivos.

¿A que se refiere Adam Smith con el sentido del deber?


Adam Smith se refiere al sentido del deber como una motivación interna que nos
impulsa a cumplir con nuestras obligaciones y responsabilidades morales. Él argumenta
que el sentido del deber no solo es una construcción social, sino que también está arraigado
en la naturaleza humana. El sentido del deber se basa en nuestra capacidad de ponernos en
el lugar de los demás y entender cómo nuestras acciones pueden afectarles. Él cree que esta
empatía es parte fundamental de nuestro sentido moral y nos lleva a actuar en beneficio del
bien común, incluso si esto significa hacer sacrificios personales.

1. ¿Qué quiere decir Adam Smith cuando afirma que los sentimientos morales
son innatos en el ser humano?
Cuando Adam Smith afirma que los sentimientos morales son innatos en el ser
humano, está sugiriendo que las personas nacen con cierta predisposición a tener
sentimientos como la empatía, la simpatía y la justicia, que les permiten entender y
responder a las necesidades y sentimientos de los demás. En otras palabras, Smith sostiene
que la capacidad de sentir empatía y simpatía hacia los demás es parte de la naturaleza
humana, y que estos sentimientos son fundamentales para el desarrollo de la moralidad y la
conducta ética. Según Smith, estos sentimientos son el origen de nuestros juicios morales y
nos permiten juzgar la bondad o maldad de nuestras propias acciones y las de los demás.
Cabe destacar que, aunque Smith afirma que estos sentimientos son innatos, también
reconoce que pueden ser moldeados y desarrollados a través de la educación y la cultura, lo
que sugiere que su expresión y aplicación pueden variar según el contexto y la experiencia
individual.

2. ¿Es posible actuar moralmente sin sentir empatía hacia los demás?
Según Adam Smith, la empatía y la simpatía son fundamentales para el desarrollo
de la moralidad y la conducta ética. Sin embargo, esto no significa que la empatía sea la
única forma de actuar moralmente. Smith sugiere que el sentido del deber también puede
jugar un papel importante en la toma de decisiones morales, especialmente en situaciones
en las que la empatía no es posible o no es suficiente para guiar nuestras acciones. Por
ejemplo, puede haber ocasiones en las que una persona debe tomar una decisión difícil que
puede afectar negativamente a otra persona, pero que es necesaria para proteger a un grupo
más grande o para cumplir con un deber profesional o legal.

3. ¿Cómo se relacionan los sentimientos morales con el sentido del deber?


Según Adam Smith, los sentimientos morales y el sentido del deber están
estrechamente relacionados, aunque representan dos formas diferentes de guiar nuestras
acciones morales.
Los sentimientos morales, como la empatía y la simpatía, nos permiten entender y
responder a las necesidades y sentimientos de los demás, y son fundamentales para el
desarrollo de la moralidad y la conducta ética. Los sentimientos morales nos impulsan a
actuar de manera que respete los derechos y el bienestar de los demás, y nos ayudan a
juzgar la bondad o maldad de nuestras propias acciones y las de los demás. Por otro lado,
el sentido del deber se refiere a la idea de que tenemos ciertas obligaciones y
responsabilidades morales que debemos cumplir, independientemente de nuestros
sentimientos o deseos personales. El sentido del deber nos guía hacia la acción correcta,
incluso cuando esta acción puede resultar difícil o incómoda.

4. ¿Cómo influyen la cultura y la educación en el desarrollo de nuestros


sentimientos morales y en nuestro sentido del deber?
La cultura y la educación pueden afectar la forma en que entendemos y expresamos
nuestros sentimientos morales. Por ejemplo, diferentes culturas pueden valorar diferentes
virtudes o vicios, y pueden tener diferentes expectativas sobre cómo se deben expresar o
controlar ciertos sentimientos. La educación también puede proporcionar modelos de
conducta y ayudar a desarrollar habilidades para comprender y responder a los
sentimientos de los demás.
Además, la cultura y la educación también pueden influir en nuestro sentido del
deber. La educación puede proporcionar una comprensión de las normas y valores éticos, y
puede enseñarnos a identificar nuestras obligaciones y responsabilidades hacia los demás y
hacia la sociedad. La cultura también puede transmitir expectativas y normas sociales que
nos guíen hacia comportamientos moralmente aceptables. En conjunto, la cultura y la
educación pueden ayudar a desarrollar nuestros sentimientos morales y nuestro sentido del
deber, proporcionándoles modelos y valores que guíen nuestra conducta moral. Por lo
tanto, la educación y la cultura pueden ser consideradas importantes en la formación de
una sociedad moralmente consciente y justa.

5. ¿Cuál es la relación entre la responsabilidad individual y la moralidad? ¿Es la


moralidad una cuestión subjetiva o objetiva según Adam Smith?
Cada individuo tiene la responsabilidad moral de actuar de manera que respete los
derechos y el bienestar de los demás. Esta responsabilidad individual deriva de nuestra
capacidad innata para sentir empatía y simpatía hacia los demás, y no solo de las normas y
leyes sociales. En cuanto a si la moralidad es subjetiva u objetiva, Adam Smith sostiene
que la moralidad tiene una base objetiva, aunque también admite que hay un componente
subjetivo en la forma en que aplicamos los principios morales a situaciones específicas.
Según Smith, la moralidad se basa en la capacidad innata del ser humano para
sentir empatía y simpatía hacia los demás, lo que le lleva a reconocer los derechos y
necesidades de los demás. Esta capacidad innata es lo que Smith llama el "sentido moral",
y es la base objetiva de la moralidad. Sin embargo, Smith también reconoce que la forma
en que aplicamos los principios morales a situaciones específicas puede estar influenciada
por factores subjetivos, como nuestras propias emociones, intereses y circunstancias
personales. Esto significa que puede haber cierto grado de subjetividad en la aplicación de
los principios morales a situaciones específicas.

6. ¿Cómo se relacionan los sentimientos morales con la justicia y la equidad?


Para Adam Smith, los sentimientos morales son fundamentales para entender la
justicia y la equidad. Los sentimientos morales, como la empatía y la simpatía, nos llevan a
reconocer los derechos y necesidades de los demás, y por lo tanto son la base para el
concepto de justicia. Según Smith, la justicia implica dar a cada uno lo que le corresponde,
respetando sus derechos y necesidades. La equidad, por otro lado, se refiere a la
imparcialidad en la aplicación de la justicia. Es decir, tratar a todas las personas de manera
igual y justa, sin discriminación ni favoritismos.
Los sentimientos morales son esenciales para que la justicia y la equidad sean
posibles. Sin ellos, no habría base para reconocer los derechos y necesidades de los demás,
y por lo tanto no podría haber justicia ni equidad. Además, Smith señala que la justicia y la
equidad no pueden ser reducidas a reglas o leyes abstractas, sino que deben ser aplicadas
de manera contextual y flexible, teniendo en cuenta las circunstancias y necesidades
específicas de cada situación. Esto significa que los sentimientos morales también juegan
un papel importante en la aplicación justa y equitativa de la justicia.
Smith analiza cómo juzgamos nuestros propios sentimientos y comportamientos, y cómo
esto se relaciona con nuestros juicios sobre la conducta de los demás. También se discute la
naturaleza del autoengaño y la utilidad de las reglas generales para corregirlo. Las reglas
generales se basan en la experiencia y se utilizan para determinar lo que es justo y
apropiado en situaciones particulares. Sin embargo, la pasión puede llevar a las personas a
quebrantar estas reglas, lo que puede llevar a sentimientos de remordimiento y
arrepentimiento.

¿Que significa que nuestros juicios sobre nosotros mismos siempre establecerán una
referencia a lo que es el juicio de los demás o a lo que bajo ciertas condiciones podría
ser?
Significa que nuestra percepción de nosotros mismos y de nuestra apariencia física está
influenciada por la opinión de los demás. Es decir, nos juzgamos a nosotros mismos en
función de cómo creemos que los demás nos ven y cómo nos evalúan. Incluso cuando no
estamos en presencia de otras personas, seguimos evaluándonos a nosotros mismos en
función de lo que creemos que sería el juicio de los demás en una situación determinada.
En resumen, nuestra autoevaluación está influenciada por la opinión de los demás y por las
normas sociales.

¿Que significa que las personas tienen una visión parcial de su comportamiento y les
resulta difícil analizarlo objetivamente?
Significa que las personas tienen dificultades para evaluar su propio comportamiento de
manera objetiva y precisa. Esto se debe a que nuestra percepción de nosotros mismos está
influenciada por nuestras emociones, sentimientos y prejuicios personales. Por lo tanto,
tendemos a justificar nuestras acciones y a minimizar nuestros errores y defectos. Además,
nuestra visión de nosotros mismos es parcial, ya que no podemos ver todos los aspectos de
nuestra personalidad y comportamiento. Por lo tanto, es difícil para nosotros analizar
nuestro comportamiento de manera objetiva y precisa, y necesitamos la perspectiva de
otras personas para obtener una evaluación más completa y precisa.

¿Que significa que la observación de la conducta ajena les lleva a formar reglas
generales sobre lo que es justo y apropiado hacer?
Significa que al observar la conducta de otras personas, las personas pueden formar reglas
generales sobre lo que es justo y apropiado hacer en situaciones similares. Por ejemplo, si
observamos que la mayoría de las personas consideran que mentir es inapropiado y poco
ético, podemos formar una regla general de que mentir es incorrecto. Estas reglas generales
se basan en la experiencia y se utilizan para determinar lo que es justo y apropiado en
situaciones particulares. Además, estas reglas pueden ayudar a corregir el autoengaño y la
parcialidad en la evaluación de nuestro propio comportamiento, ya que nos permiten
evaluar nuestras acciones en función de normas sociales y morales más amplias.

¿Que significa que una vez establecidas, estas reglas son útiles para corregir las
tergiversaciones del amor propio con relación a lo que es justo y apropiado hacer en
un contexto particular?
Significa que una vez que se han establecido reglas generales sobre lo que es justo y
apropiado hacer en una situación particular, estas reglas pueden ser útiles para corregir las
tergiversaciones del amor propio. El amor propio se refiere a la tendencia de las personas a
justificar sus acciones y a minimizar sus errores y defectos. Las reglas generales pueden
ayudar a las personas a evaluar sus acciones de manera más objetiva y a corregir su
autoengaño. Por ejemplo, si una persona tiene una regla general de que mentir es
inapropiado, puede usar esta regla para evaluar su propia conducta y corregir su
autoengaño si ha mentido en una situación particular.

¿Que significa que la pasión puede llevar a las personas a quebrantar estas reglas, lo
que puede llevar a sentimientos de remordimiento y arrepentimiento?
Significa que cuando las personas están bajo la influencia de fuertes emociones y pasiones,
pueden actuar en contra de las reglas generales que han establecido para sí mismas. Esto
puede llevar a sentimientos de remordimiento y arrepentimiento después de que la pasión
se haya calmado. Por ejemplo, una persona que ha establecido una regla general de no
mentir puede mentir en una situación en la que está bajo la influencia de una fuerte
emoción, como el miedo o la ira. Después de que la emoción se haya calmado, la persona
puede sentir remordimiento y arrepentimiento por haber quebrantado su regla general.

¿Qué quiso expresar Smith?


Adam Smith explora cómo juzgamos nuestros propios sentimientos y comportamientos, y
cómo esto se relaciona con nuestros juicios sobre la conducta de los demás. Smith
argumenta que nuestra autoevaluación está influenciada por la opinión de los demás y por
las normas sociales, y que tendemos a justificar nuestras acciones y minimizar nuestros
errores y defectos. Además, Smith discute la naturaleza del autoengaño y la utilidad de las
reglas generales para corregirlo. Las reglas generales se basan en la experiencia y se
utilizan para determinar lo que es justo y apropiado en situaciones particulares. Sin
embargo, la pasión puede llevar a las personas a quebrantar estas reglas, lo que puede
llevar a sentimientos de remordimiento y arrepentimiento.
Smith explora cómo nuestras percepciones y juicios sobre nosotros mismos y los demás
están influenciados por factores sociales y emocionales, y cómo podemos utilizar reglas
generales para corregir nuestro autoengaño y parcialidad en la evaluación de nuestra propia
conducta.

¿Cómo influyen las opiniones de los demás en nuestra autoevaluación?


las opiniones de los demás tienen una gran influencia en nuestra autoevaluación. Si vemos
que los demás aprueban nuestra conducta, nos sentimos satisfechos y seguros de que
somos objeto de aprobación natural y apropiada. Por otro lado, si percibimos que somos
objeto del disgusto de los demás, cualquier muestra de su desaprobación nos mortifica
enormemente.
Nuestras primeras ideas sobre la belleza y la fealdad personal son derivadas de la figura y
el aspecto de otros, y que estamos ansiosos por saber en qué medida nuestro aspecto
merece su reproche o aplauso.

¿Por qué es difícil para las personas analizar su propio comportamiento de manera
objetiva?
Es difícil para las personas analizar su propio comportamiento de manera objetiva porque
tienen una tendencia a autoengañarse y a ser parciales en su evaluación. Las personas
tienen una fatal debilidad que les impide analizar su comportamiento de manera objetiva y
que les hace ser parciales en su evaluación. Cuando las personas examinan su propia
conducta, se desdoblan en dos personas, el juez y el procesado, y que es imposible que
ambos sean iguales. Es desagradable pensar mal de uno mismo y que las personas suelen
apartar los ojos de aquellas particularidades que podrían torcer su juicio hacia lo
desfavorable.
¿Cómo se forman las reglas generales sobre lo que es justo y apropiado hacer en
situaciones particulares?
Las reglas generales sobre lo que es justo y apropiado hacer en situaciones particulares se
forman a través de la observación de la conducta ajena y de la experiencia de lo que en
casos particulares aprueban o desaprueban nuestras facultades morales, nuestro sentido
natural del mérito y la corrección. Nuestra continua observación de la conducta ajena nos
conduce insensiblemente a formarnos reglas generales sobre lo que es justo y apropiado
hacer o dejar de hacer. Una vez que esas reglas generales son formuladas y establecidas por
los sentimientos confluyentes de los seres humanos, se apela a ellas como patrones de
juicio al debatir sobre el grado de elogio o reproche que merecen ciertos actos de
naturaleza complicada o dudosa. Las reglas generales se formulan a partir de la experiencia
que hemos tenido acerca de los efectos que las acciones de diversa clase producen
naturalmente en nosotros.

¿Cómo pueden las reglas generales ayudar a corregir el autoengaño y la parcialidad


en la evaluación de nuestra propia conducta?
Las reglas generales pueden ayudar a corregir el autoengaño y la parcialidad en la
evaluación de nuestra propia conducta al proporcionar un estándar objetivo y comúnmente
aceptado para juzgar la corrección de nuestra conducta. Una vez que las reglas generales
son formuladas y establecidas por los sentimientos confluyentes de los seres humanos, se
apela a ellas como patrones de juicio al debatir sobre el grado de elogio o reproche que
merecen ciertos actos de naturaleza complicada o dudosa. Las reglas generales se formulan
a partir de la experiencia que hemos tenido acerca de los efectos que las acciones de
diversa clase producen naturalmente en nosotros. Al seguir estas reglas generales, podemos
evaluar nuestra propia conducta de manera más objetiva y corregir nuestro autoengaño y
parcialidad.

¿Cómo puede la pasión llevar a las personas a quebrantar las reglas generales que
han establecido para sí mismas?
la pasión puede llevar a las personas a quebrantar las reglas generales que han establecido
para sí mismas porque las emociones intensas que experimentan en el momento de actuar
pueden alterar su visión de las cosas y hacer que regresen a su sitio, donde todas las cosas
aparecen magnificadas y desfiguradas por el amor propio. Cuando estamos a punto de
actuar, la avidez de la pasión raramente nos permitirá prestar atención a lo que hacemos
con la sinceridad de una persona indiferente. La pasión puede renacer con furia renovada e
impulsar a la persona a cometer lo que un momento antes había decidido no hacer. La
persona puede sentir los aguijones del remordimiento y el arrepentimiento después de que
la pasión se ha satisfecho y saciado.

¿Cómo se relaciona la observación de la conducta ajena con la formación de reglas


generales sobre lo que es justo y apropiado hacer?
La observación de la conducta ajena es fundamental en la formación de reglas generales
sobre lo que es justo y apropiado hacer. Nuestra continua observación de la conducta ajena
nos conduce insensiblemente a formarnos reglas generales sobre lo que es justo y
apropiado hacer o dejar de hacer. Al observar la conducta de los demás, podemos
comprobar que algunas acciones conmueven todos nuestros sentimientos naturales y que
todos en nuestro derredor expresan una repugnancia análoga hacia ellas. Esto confirma aún
más y hasta exaspera nuestro sentido natural de su monstruosidad. Comprobamos que las
ponderamos de la forma acertada cuando vemos que otras personas lo hacen igualmente.
Decidimos no ser nunca responsables de nada parecido, y no transformarnos jamás, por
ninguna razón, en objetos de esa universal reprobación. Y así naturalmente estipulamos
para nosotros una regla general: es necesario evitar todas las acciones que tienden a
hacernos odiosos, despreciables o punibles, objetos de todos los sentimientos por los que
tenemos el mayor pavor y aversión. En resumen, la observación de la conducta ajena nos
permite formarnos reglas generales sobre lo que es justo y apropiado hacer o dejar de
hacer.

¿Cómo se desdobla la persona en dos cuando examina su propia conducta?


Cuando una persona examina su propia conducta, se desdobla en dos personas, por así
decirlo. El yo que examina y juzga representa una personalidad diferente del otro yo, el
sujeto cuya conducta es examinada y juzgada. El primero es el espectador, cuyos
sentimientos con relación a la conducta se intentan asumir al ponerse en su lugar y pensar
en cómo la evaluaría desde ese particular punto de vista. El segundo es el agente, la
persona que con propiedad se designa como yo mismo, y sobre cuyo proceder se trata de
formar una opinión como si fuese un espectador. El primero es el juez; el segundo, la
persona juzgada.

¿Cómo puede la observación de la conducta ajena ayudar a corregir la debilidad del


amor propio?
La observación de la conducta ajena puede ayudar a corregir la debilidad del amor propio
al permitirnos formarnos reglas generales sobre lo que es justo y apropiado hacer o dejar
de hacer. Se menciona que nuestra continua observación de la conducta ajena nos conduce
insensiblemente a formarnos reglas generales sobre lo que es justo y apropiado hacer o
dejar de hacer. Al observar la conducta de los demás, podemos comprobar que algunas
acciones conmueven todos nuestros sentimientos naturales y que todos en nuestro derredor
expresan una repugnancia análoga hacia ellas. Esto confirma aún más y hasta exaspera
nuestro sentido natural de su monstruosidad. Comprobamos que las ponderamos de la
forma acertada cuando vemos que otras personas lo hacen igualmente. Decidimos no ser
nunca responsables de nada parecido, y no transformarnos jamás, por ninguna razón, en
objetos de esa universal reprobación. Y así naturalmente estipulamos para nosotros una
regla general: es necesario evitar todas las acciones que tienden a hacernos odiosos,
despreciables o punibles, objetos de todos los sentimientos por los que tenemos el mayor
pavor y aversión. Al seguir estas reglas generales, podemos corregir la debilidad del amor
propio y evitar acciones que puedan hacernos odiosos, despreciables o punibles.

¿Cómo se basan las reglas generales en la experiencia de lo que aprueban o


desaprueban nuestras facultades morales?
Las reglas generales se basan en la experiencia de lo que aprueban o desaprueban nuestras
facultades morales, nuestro sentido natural del mérito y la corrección. Las reglas generales
de conducta se forman a partir de la observación de la conducta ajena y de la experiencia
de lo que en casos particulares aprueban o desaprueban nuestras facultades morales. Al
observar la conducta de los demás, podemos comprobar que algunas acciones conmueven
todos nuestros sentimientos naturales y que todos en nuestro derredor expresan una
repugnancia análoga hacia ellas. Esto confirma aún más y hasta exaspera nuestro sentido
natural de su monstruosidad. Comprobamos que las ponderamos de la forma acertada
cuando vemos que otras personas lo hacen igualmente. Decidimos no ser nunca
responsables de nada parecido, y no transformarnos jamás, por ninguna razón, en objetos
de esa universal reprobación. Y así naturalmente estipulamos para nosotros una regla
general.
¿Por qué es importante la formación de reglas generales en la moralidad?
La formación de reglas generales es importante en la moralidad porque nos permite tener
una guía para saber qué acciones son justas y apropiadas y cuáles no lo son. La naturaleza
humana tiene una importante debilidad en el amor propio, lo que puede llevar a la
realización de acciones que no son apropiadas o justas. Sin embargo, la observación de la
conducta ajena nos permite formarnos reglas generales sobre lo que es justo y apropiado
hacer o dejar de hacer. Estas reglas generales se basan en la experiencia de lo que aprueban
o desaprueban nuestras facultades morales, nuestro sentido natural del mérito y la
corrección. Al seguir estas reglas generales, podemos corregir la debilidad del amor propio
y evitar acciones que puedan hacernos odiosos, despreciables o punibles. Además, estas
reglas generales son útiles para corregir las tergiversaciones del amor propio con relación a
lo que es justo y apropiado hacer en nuestro contexto particular.

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