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BUENA S PRÁC TIC A S

Para difundir los Principios de Hong Kong


(https://revistapesquisa.fapesp.br/es/para-difundir-los-principios-de-
hong-kong/)
Un estudio reúne iniciativas tendientes a recompensar a los científicos que
comparten datos y mantienen un comportamiento ético y transparente

William Vanderson/Fox Photos/Hulton Archive/Getty Images

E
n un artículo publicado el año pasado en la revista PLOS Biology se analizaron
en forma pormenorizada los cinco Principios de Hong Kong, un conjunto de
directrices definidas en 2019 en el marco de la 6ª Conferencia Mundial de
Integridad Científica con miras a evaluar exhaustivamente el desempeño de los
investigadores y recompensar los comportamientos éticos y transparentes. El paper está
firmado por el epidemiólogo David Moher, de la Universidad de Ottawa, en Canadá, junto
a otros ocho científicos que participaron en la organización de la conferencia. El grupo
también enumeró otras iniciativas de instituciones académicas y de agencias de fomento
de la investigación en consonancia con las cinco recomendaciones, que conforman una
especie de guía de buenas prácticas para promover una cultura de la integridad
empleando criterios apropiados de evaluación. “Desarrollamos los Principios de Hong
Kong centrándonos en la necesidad de impulsar la calidad en la investigación científica,
garantizando el reconocimiento y una recompensa a los científicos que promuevan
acciones para reforzar la integridad”, explicó Moher en su cuenta de Twitter, al momento
de la publicación del artículo.

El primer principio propone valorar las prácticas responsables en todas las etapas de un
proyecto científico, desde su concepción hasta la publicación de los resultados. Moher y
sus colegas critican la utilización aislada de indicadores cuantitativos para distinguir el
mérito académico, como la cantidad de artículos publicados y sus citas. Se recomienda
premiar también a los investigadores comprometidos en actividades tendientes a reforzar
la fiabilidad de los resultados. Uno de los buenos ejemplos mencionados es el de los
Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, que en 2018 modificaron las
instrucciones para la presentación de proyectos. En ellas se orienta a los proponentes para
que utilicen una herramienta disponible en forma online, el Asistente de Diseño
Experimental (EDA, en inglés), que ayuda en la planificación de los experimentos con
animales de laboratorio, calculando el tamaño adecuado de las muestras y orientando la
adopción de métodos de análisis para evitar los sesgos.

El segundo principio vela por garantizar que los datos consignados en un estudio sean
sólidos y puedan reproducirse en trabajos ulteriores. La propuesta consiste en hallar las
maneras de considerar el conjunto completo de los datos obtenidos en un experimento
científico, incluyendo los resultados negativos, como una forma de evitar que se divulgue
información parcial o selectiva que distorsione las conclusiones. Esta preocupación ha
motivado que las plataformas de publicación en acceso abierto de la organización
Wellcome Trust y de la Fundación Bill & Melinda Gates les exijan a los autores que
suministren los protocolos de sus trabajos junto con los resultados finales, con el
propósito de verificar si las hipótesis iniciales fueron modificadas en el transcurso del
proyecto. Algunas instituciones, como la Universidad de Toronto, en Canadá, establecen
para sus investigadores el uso de la Herramienta de Protocolo Electrónico Spirit. Se trata
de un software que se encuentra disponible en forma online y que genera y gestiona
protocolos de ensayos clínicos registrando automáticamente su información en el banco
de datos clinicaltrials.gov.
En tanto, la tercera recomendación se refiere a recompensar a aquellos que adoptan los
principios de la ciencia abierta, esto es, un conjunto de prácticas que promueven la
transparencia en la investigación y el trabajo cooperativo. Entre los ejemplos apuntados
figura el de la Facultad de Medicina de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en
Singapur, que audita los planes de gestión de datos de sus investigadores para constatar
que los datos brutos hayan quedado realmente disponibles en el repositorio de la
institución.

La importancia de asegurar la libertad de los científicos es el meollo del cuarto principio


de Hong Kong, que propone el reconocimiento de los aportes de diversos tipos de
actividades de investigación, desde aquellas impulsadas por la mera curiosidad de los
científicos hasta las que persiguen aplicaciones comerciales, pues no es nada raro que el
desarrollo de nuevas tecnologías se base en descubrimientos realizados en forma
accidental, sin que el autor haya podido prever lo que lograría. Otra de las
recomendaciones consiste en premiar también a los investigadores que prueban o
certifican nuevos métodos y herramientas o a aquellos que se ocupan de confirmar los
resultados hallados por otros, cuya labor resulta esencial para activar los mecanismos de
autocorrección de la ciencia. Uno de los más destacados es la Organización Neerlandesa
de Investigación Científica (NWO), que ya ha emitido tres llamados a la presentación de
propuestas para financiar estudios de replicación de otros trabajos.

Por último, el quinto principio contempla el reconocimiento de la labor de los


investigadores que realizan actividades consideradas auxiliares, tales como la revisión de
artículos, la dirección y supervisión de alumnos y jóvenes investigadores, la divulgación
científica y las actividades de extensión. Hay buenos ejemplos en ese sentido: la
Universidad de Glasgow ha incluido en los criterios de promoción de sus docentes las
actividades de revisión por pares. Esto es posible cuando las revistas publican opiniones
abiertas donde consta el nombre del revisor. Otra propuesta es la de la Agencia Irlandesa
de Investigación en Salud (HRB), que ofrece a los investigadores financiación adicional
para actividades de difusión, con el propósito de acelerar las aplicaciones en el ámbito
clínico.

El texto del artículo en PLOS Biology fue traducido al portugués en el mes de enero por la
Asociación Brasileña de Editores Científicos (Abec) y se encuentra disponible para
consultas en el sitio web de la institución: bit.ly/3dUIM4b. “Estos principios son
importantes para promover la integridad científica, como así también para valorar el rol
de la investigación y el trabajo de los científicos, a los que se les ha reconocido un papel
fundamental en la lucha contra la pandemia”, dice el odontólogo Sigmar de Mello Rode,
presidente de la Abec e investigador de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), quien
ayudó a traducir el artículo junto a las investigadoras Sonia Vasconcelos, de la
Universidad Federal de Río de Janeiro y Carmen Penido, de la Fundación Oswaldo Cruz.
Según De Mello Rode, Brasil cuenta con ejemplos convergentes con los principios de
Hong Kong. “En el estado de São Paulo tenemos un estímulo creciente para que los
investigadores compartan sus datos de investigación, lo que facilita el trabajo de quienes
vayan a replicar los estudios y permite reaprovechar la información en nuevos trabajos”,
dice, en referencia a las iniciativas de la FAPESP, como la que establece la exigencia de
que todas las modalidades de proyectos de investigación presenten su plan de gestión de
datos. “Hay una revalorización de la ciencia abierta”, sostiene.

Las cinco directrices


Qué enuncian los Principios de Hong Kong

1. Valorar, desde la perspectiva de los investigadores, las prácticas


responsables desde la concepción hasta la ejecución de las investigaciones,
incluyendo el desarrollo de la idea inicial del trabajo, el plan de investigación, la
metodología, la ejecución y la divulgación efectiva de sus resultados
2. Valorar la información precisa y transparente de las investigaciones,
independientemente de sus resultados
3. Valorar las prácticas de la ciencia abierta, incluyendo métodos, materiales y
datos abiertos
4. Valorar un amplio espectro de investigaciones y contribuciones académicas,
entre ellas la replicación, la innovación, la traducción, la síntesis y la
metainvestigación
5. Valorar una serie de otros aportes a los efectos de fomentar la investigación
científica responsable y la actividad académica, tales como la revisión por
pares de proyectos y publicaciones, la supervisión, la difusión y el intercambio
de conocimientos

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