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MUERTE

No hay novedad en esta vida que valga la pena, para pagar con ella.
La muerte es un ejercicio introspectivo para quien la ve con ojos vivos, no hay
razón para temerle, pero tampoco una para hacerlo, es un hecho neutral que
conlleva la fase final de la vida. Quien no muere, no sabe que está vivo; “los
dioses no están vivos, son seres sempiternos que no conocen fin”, siempre se ven
desde el cielo o su presencia en aires, corrientes marinas o circunstancias
paranormales, siempre los mantiene vivos en nuestros recuerdos. Para desgracia
humana y ciertamente agraviante, somos polvo que toma forma para regresar a
serlo.
No hay vanidad en la muerte, solo el cuerpo inerte y un ambiente entre tristeza e
hipocresía que se alimenta de palabras vacías, dichas por bocas arrepentidas y
almas fúnebres. No hay respeto en ella, se alaba en muerte lo que en vida ni se
recordó, el difunto no es malo solo incomprendido. No existe una polarización en
las opiniones, todos fardan acerca de que nadie como él habrá otra vez y de cómo
una buena despedida hubiera bastado.
La muerte es promiscua e inverosímil, todos tenemos el privilegio de gozarla, sin
distinción de clase o raza, también es increíble en la forma que vemos al muerto.
Nos cuesta creer, que aquel saco inmóvil de huesos y carne pasada, solía ser
nuestro amigo, familiar o conocido. Juramos que escuchamos su voz o nos
refugiamos en nuestra imaginación, soñando algún recuerdo vago y rellenado por
nuestro cerebro.
La muerte es vida, porque de aquel desfase existe un nacimiento de un ser, que
incomprendido y cuasi perfecto, penetra en la alma tristeza de los pobres llantos,
que emanan de la gente.
Cuesta comprender lo que sucede, los niños no entienden la muerte, pero si
comprenden el vacío apabullante que es. Los adultos somos quienes entendemos
la muerte, pero nunca la comprendemos. Somos libres de extrañar, olvidar, y
borrar personas que nos hicieron daño, pero al final la muerte siempre nos
recordará que existe un fin para todo lo material, menos el alma.
Reflexionemos acerca de lo que cuesta vivir y abracemos a la muerte, como algo
natural e imparable, que sin importar como se viva, siempre vendrá por nosotros.
El miedo a la muerte, es el miedo con el que uno madura, sabiendo que puede
hacerlo por cualquier cosa, vive limitándose a solo sobrevivir en está jungla de
asfalto.
La vida es cruel y despiadada, arranca los sueños, destroza el alma del poseedor
siendo la víctima y victimario. La muerte a comparación de la vida, es un abrazo
cálido que consuela el alma.
VIVAN HOY A COLORES, PARA QUE LA MUERTE NO LUZCA TAN GRIS.
AGUA

Mi vida la manejo como el agua, siempre estoy en movimiento; Fluyendo en la inmensidad del
universo, hasta que algo externo me hace cambiar de forma, me transforma. Soy el agua, soy el
ciclo en el que está, el eterno movimiento que de ella procede. En momentos soy líquido, es
cuando mejor me muevo y me adapto. Nada ni nadie me mantiene estático, me escapo de las
manos de quien me intenta agarrar, no le pertenezco a nadie, me pertenezco a mí. Muchas veces
he sido hielo, algo me solidifica, me atrapa, me encapsula y me mantiene rígido, pierdo mi
transparencia y opaco. Pierdo mi movimiento, pero con el ambiente adecuado recupero mi forma,
me recupero, aunque cuando esta cambia demasiado, me evaporo. El vapor es mi estado menos
apacible, menos controlable, pierdo el rumbo con la ventisca del día, los aires guían mi rumbo,
levitó hasta que precipito, volviendo a ser líquido. Todo regresa a su forma original, yo regreso a
ser agua.

VIDA
Siempre he vivido con miedo y tomando el argumento del gran Kundera es, que no
existe otra vida para asegurarnos de nuestras decisiones. Siempre me quejare de
la gran incógnita que es el futuro y como todo lo incierto, tiene su dosis de
mortalidad. Algo que tienen los libros que he leído, es el planteamiento de la duda,
pero de todos he aprendido casi como una vivencia propia lo que es el envejecer
siendo, una sola persona.
Lo mejor que puede hacer un hombre, para llegar a ser lo que de verdad quiere,
es cambiar ante la incertidumbre que es la vida misma. Todo lo que vemos, es el
confort del hombre actual siendo sedentario y con ligeros escapes a lo que puede
obtener. Trabajas para ganarte la vida, que la terminas perdiendo, se drena entre
pequeñas grietas, que cuando uno se da cuenta, ya es demasiado tarde. Y es por
eso, que el hecho de vivir me causa cierto repudio en mi ser, casi empujándome
ciegamente al borde del suicidio, pero por fortuna, carezco de valentía dirigida
para mí.
Todo me parece malo, aunque mi eslogan de vida es “sonríe, la vida es hermosa.
Debemos aprender a vivirla”. Soy hipócrita, pero las palabras y el tono en que lo
digo, creo yo que le ha retumbado en la cabeza a más de uno.
La vida debería ser vivida 2 veces, no sabiendo nada y la otra, que se con la
experiencia para afrontar sus peripecias. A mí todo me parece triste, casi sin
chiste de vivir. Soy un pesimista de closet, casi callo lo que de verdad pienso, pero
eso no va con mis principios, tampoco soy un ser de virtudes según Aristóteles en
sus tratados de ética. Soy un hombre camello, como, bebo, meo y cago, como un
animal de corral, pero le agrego un trabajo que me deprime al estar ahí y lo único
que me motiva a regresar, es poder irme de ahí. Uno transforma en alivio, hasta el
propio veneno.
Si pregunta a que le encuentro placer, es al sexo ocasional, la comida y a la
lectura, también un poco al masoquismo por las decisiones que tiendo a tomar,
pero ese es más una variante. Soy adicto a la adrenalina que el error, se siente
como un golpe de placer en la libido que recorre como corriente en agua todo mi
cuerpo. Aunque, mucho se lo debo al pecado, que no te hace cometer los otros 6,
“la pereza”.
La vida es deprimente, pero es necesario para acomodarnos a los que nos damos
la tarea de retratar una opinión sin importancia. El arte me gusta, no realizarlo por
la misma razón que mencione antes, pero de observar, interpretar y analizar,
también es uno de mis gustos. Todo me aburre, pero en lo aburrido encuentro mi
forma de entretenerme en cosas vagas del devenir humano.
Una palabra para definir lo que soy, tal vez sean 3, “amante del sufrimiento”. Me
alegra que la vida termine en la inexistencia, pero la intriga de saber a cuál de los
cielos o los infiernos, me voy a ir.

Pensamiento 1
Creo que ya le perdí el sabor a la vida o me sabe siempre tan sosa, que ya es tan
desabrida su sensación que acaparó mi buen sentir. Todo ya lo veo en gris, sin un
color siendo siempre monocromático, casi como una película de la antigüedad,
solo que sin la comedia voluntaria y burda. Me entristece un poco, saber que ya no
habrá más de mi para dar, ya lo entregué todo y no quiero seguir dando,
recibiendo algo que no quiero.
Me ha quitado el sabor, saber que por ahora y en mi futuro próximo, habrá un ente
que me acompañará satisfaciendo mi necesidad inasequible de poder. Lo previsto
me aburre y es en parte del porqué no me preparo para las pruebas de la vida. Me
encanta la adrenalina de saber que todo lo que verás, es novedoso tal vez siendo
lo mismo o similar que alguna otra cosa, pero en una presentación que no habías
visto. Soy fan de ver cosas continuas y amante de los giros esperadamente
inesperados, con sus claras excepciones.
Me considero hoy y siempre, un amante del amor. No un conocedor y menos un
sabio, solo un amante de lo que genera. Amo el conocer, el aprender, analizar y
reflexionar, de todo lo que me rodea. Mi mente tiene una carga de interpretación
tan subjetiva, que, en la monotonía de nuestras vidas, puedo encontrar pequeños
caramelos que me quiten la amargura. Aprecio todo mi alrededor, tratando de dar
nuevos enfoques e interpretaciones, buscando, escuchando y juzgando la palabra
de quien escucho.
Mi juicio de valor, depende únicamente de la utilidad a lo que digiero. Si no me
sirve, lo transformo en algo que, si lo haga, pero siempre estoy en búsqueda de
nueva inspiración.
Como dije antes, cierta concordancia está matando mi sentido inspirador y con
ella, aniquilándolas palabras que debería de plasmar, convirtiendo mis impulsos
creativos en estímulos sexuales. Me duele decirlo de cierta forma, pero si lo veo
desde afuera, sabiendo cómo me siento, fácilmente me daría un consejo de
“abandona lo que te está carcomiendo”. Hacer no es tan fácil como decir, es una
tortura vivirlo y un gozo tremendo, el aconsejar dándote palmadas de
autocomplacencia diciéndote a ti mismo, “te la rifaste con ese comentario,
deberías de subirlo a tus redes sociales”.

Cuando saqué a pasear a mi perro.


Nunca fui un chico atlético o amante de la salud, siempre me decanté por la
comida y las bebidas azucaradas. Sentía un alivio por cada mordida que daba, un
golpe anémico por cada sorbo a un refresco muy frío. Nunca me gustó el alcohol y
dejé el cigarro por la comida, ya que después de fumar el sabor no se quita.
Para mí, la vida se basaba en la experiencia a través de la boca, un impulso casi
orgásmico recorría mi cuerpo por cada alimento que ingería, entre más dañino,
resultaba mejor. Entendí por las clases que en su día tomé, acerca de la
importancia de la buena alimentación y una vida con ejercicio, pero siempre me
consideré como un gordito bonachón.
El tiempo cobra factura y el descuido cobra los intereses. Eso lo noté, el día que
saqué a pasear a mi perro. Al caminar me gusta observar mi entorno y tratar de
detallar lo mucho que cambia con el tiempo, hablo solo acerca de nimiedades
tratando de hacer más amena mi propia locura, pero entre mi calle, hay una casa
con ventanas que se miran como espejos, reflejan con crudeza lo que se atreve a
pasar frente a ellos. Rara vez sacaba a pasear a mi perro, tanto que él ya no
recordaba la calle y orinaba por todas partes. En mi debate acerca de la voluntad
de la arena, vi mi reflejo en aquellas ventanas y como una revelación, sentí que no
conocía a la persona que estaba enfrente mío. Uno debe reconocerse ante el
espejo y tratar de ver más allá de su propio cuerpo, interactuar con el alma, yacía
mucho tiempo en el que siquiera me rasuraba.
Caí en el conformismo y la ignorancia estética, porque yo era todo lo contrario a
bello en ese entonces. Mi ropa estaba más ajustada y siempre mi cara redonda
opacaba una buena foto. Hay días donde uno se siente más guapo que otros, pero
yo ya no tenía esos días.
Tarde unos minutos en reaccionar, estaba atónito por no reconocer mi Rioja
silueta. Era un enorme monstruo que devoraba sus sentimientos, ya que como
niño retraído aprendí a comerme lo que sentía y no expresarlo nunca. Mi infancia
fue dual, nunca tuve lujos, pero estar en medio de una familia separada y ser el
nexo que une a 2 personas, que por voluntad no están juntas, me llego a pesar
durante un tiempo. Diré de forma callada, que nunca entendí la familia, yo era feliz
yendo y viniendo en las vacaciones, disfruté los instantes con mi padre y mis
abuelos, aprendí de mi madre el valor del trabajo y el sacrificio, pero en lo que
concordaban era en no leerme. En mi infancia de describirán como un niño
sonriente y perspicaz, amable y poco gracioso, educado y moderado, pero con un
desorden emocional enorme.
Al ser hijo y criado en su mayoría por una madre soltera, el ver y ser tan empático
como lo era, hacía muy difícil el decirle a mi madre como me sentía, era de tal
magnitud que, como un payaso, pinte mi sonrisa cada mañana. Es por momentos
donde, la comida de dio un alivio enorme desde pequeño. En la primaria me
encantaba la hora del desayuno y nunca me la podía perder, al ser hijo de maestra
podía comprar muchas cosas que luego mi madre, con dolor en el bolsillo pagaría.
Me comía todo e inclusive muchas veces, llegué a lamer mi plato.
Crecí con ese desorden, el preocuparme por mi madre, me hizo alguien que le
costaba hablar de lo que sentía y con eso llegaron las burlas. En mi caso
particular, mis compañeros nunca se burlaron de mí, tampoco me hacían mofa de
mi peso o complexión física, es aquí donde entra mi familia. Mi madre y la ropa,
eran mis más grandes temores, y que se juntaran me daba pesadillas. Probarme
ropa, aparte de cansado, me bajaba la autoestima que tenía. Fui como un globo,
siempre inflándome, y mi madre notaba eso. Mi recuerdo en los vestidores, era a
ella regañándome porque no me quedaba ropa de mi edad y tenía que comprar de
adulto, ya que el “gordo” de su hijo, no paraba de comer y endeudarla. Me miraba
al espejo, con sus gritos de fondo y en mi mente me veía como una masa amorfa
que no encajaba por gordo. De noche siempre lloré por eso, mis lágrimas eran de
absoluta tristeza y rechazó a mí mismo, no me quería por culpa de mi familia. Con
mi padre no cambiaba la cosa y siempre se quejó de mi peso, él fue delgado, pero
ahora está en mí misma condición, a pesar de que lo niegue.
Tuve padres desalmados, que con su boca me lanzaban insultos y con sus manos
me servían mi veneno. En ese tiempo, mi salud emocional deterioro tanto que me
convertí en un niño súper inseguro. En mi escuela hacían pruebas de salud,
sacado el IMC y yo al apellidarme cruz, era de los primeros. En ese momento
estaba en cuarto año de primaria, pesando cerca de los 80 kilos, yo un día antes
me había pesado para saber el resultado y no sorprenderme cuando me lo dictara
mi robusta enfermera. Para mi sorpresa ese día bajé un kilo, ya que la noche
anterior me negué a cenar y estaba recién salido de clase de educación física. Mis
compañeros al contrario de hacerme burla, lo tomaron como algo normal y no
paso de ello.
Los años pasaban y yo crecía tanto a los lados, como para arriba, llegue a ser uno
de los más altos de mi clase y también uno de los más pesados en secundaria. Yo
entré con miedo a la secundaria, por las suaves advertencias que mi madre, con
tanta delicadeza me dio, “te llamarán el tetón”, “el cerdo” o “el saco de grasa” y
finalizó diciendo, “yo no quiero ser mamá de ese niño”. Ese día comí como loco,
hundiéndome en el autodesprecio y sintiéndome miserable con mi situación. Por
suerte, nunca me llamaron así, tuve problemas con ciertas personas que osaron
en molestarme, pero me arreglé como también mi madre me solía decir “eres
hombre y las cosas se resuelven a golpes. Si te defiendes yo no tendré problema,
pero si no te defiendes, yo si lo tendré”.
Me cambié de escuela, mi madre fue despedida de su trabajo y yo “rebote” en un
colegio que en mi vida había escuchado. Ahí conocí la amistad, el romance y el
odio. Las cosas son como son, pero cambian según la percepción. Si tomas todo a
mal y te dejas influir por tus defectos, verás que eres humano, pero si te aferras a
lo que eres bueno, te darás cuenta de que sigues siendo humano. Ser gordo no
está mal, pero no querer cambiar sí. La obesidad no es algo bueno, es un peso
que simboliza todo lo que nos comemos en esta vida, el rencor, la tristeza y la
debilidad.

“Comes para vivir o vives para comer”


~Cicerón

Pensamiento 2
He querido matar, no mentiré acerca de eso. He deseado ahorcar o ahogar al
agua, ver como los ojos de la presión que mis manos ejercerán sobre mi víctima,
se vuelvan rojos como la misma sangre. Ver mis manos y sentir que tienen
residuos de una vida, una que se fue por mi propia voluntad. Someter de una
forma que solo las grandes mentes han podido, pero en vez de sobajarlo será
quitando lo único que realmente le pertenece.
No me malentiendan, sé que no estoy “bien” y que dentro de mi cabeza debe
haber algún que otro tornillo suelto, que al no detectarse a tiempo provocó que mi
primera y posiblemente última víctima este atada a mi lado. Tiene una pequeña
mordaza hecha con una de las playeras viejas de mi madre y sus extremidades ya
no son del mismo color que el resto de su cuerpo.
En su cuerpo hay ligeras cortadas y uno que otro golpe, todavía no he dado ni un
golpe fatal. Respira jadeando, luego de que he puesto un paño mojado en cara
para saber si seguía con vida. Su ropa ya esta siendo consumida por el mismo
fuego donde he puesto mi yerra, para marcarla cual ganado; También tengo una
pistola con una sola bala y esa esta apartada para mí.
No quiero sonar como un héroe, pero el castigo para el delito debe ser el mismo,
no podemos juzgar con una vara y creer que resarcirá los daños que ha
ocasionado. Al ser así, habría menos gente que se atrevería a ser

CUM NIMIS ABSURDUM


El universo es absurdo y todo lo que defensemos de él, corre por el mismo lado. Reducir al
absurdo, es limitar a lo imaginativo fantasioso cualquier idea que se tenga, con el fin de
hacer reflexionar otros individuos la razón de porque lo consideramos así. Imaginemos por
un momento que nuestra existencia es producto del azar, somos una casualidad de factores
que desencadenaron en una forma de vida avanzada, capaz de generar otras cosas. Bajo esta
perspectiva, nosotros veríamos el origen de nuestra existencia como algo absurdo e
imposible, aquí surge otra incógnita, ¿cómo lo absurdo se une con lo aleatorio?

Regresemos al primer ejemplo, somos producto de una casualidad de factores, ¿qué


factores entrarían en esa aleatoriedad?, todo lo que dentro de ella se pueda argumentar. Si a
nuestro absurdo, lo reducimos todavía más encontraremos respuestas certeras y con una
mayor veracidad. Sí a lo aleatorio le decimos Bing Bang, le habremos encontrado un
nombre y explicación a lo que veíamos como algo absurdo.

Lo absurdo, está para ser descubierto en una idea que se plantea desde un modo poco fiable,
es por ello que hemos podido hacer cosas que no hubiéramos podido hacer antes. El
planteamiento de una hipótesis ilógica, puede derivar en un intento lógico de realizar un
evento. ¿cómo el ser humano pudo volar?, sencillo nosotros no volamos como tal, no
somos aves, no obstante, inventamos maquinas absurdas que pudieran hacer eso por
nosotros. El absurdo está malentendido o mal explicado, porque reiterando mi idea, un
producto imaginativo puede ser creado si se tiene la tecnología necesaria.

Otro ejemplo de esto pudiera ser, ¿cómo una maquina más grande que nosotros, puede
ayudarnos a volar?, bueno porque de este absurdo se piensa de forma matemática, creado
maquinas cada vez mejores que puedan cumplir con la tarea impuesta. En conclusión, todo
lo que se le considera absurdo, puede llegar a existir si le encontramos la manera.

El parque donde los niños juegan.


Se cuenta que, en Bahía Blanca, los niños pueden ser ellos. Por los días se les ve
corriendo y riendo, buscando ostras en la costa o recorriendo el malecón
persiguiéndose los unos a los a otros. El pueblo no cuenta con más de 5,000
habitantes y en su mayoría, originarios de ese mismo lugar. Siempre se ha dicho
que quien nace ahí, el mar lo enamora y lo hace perecer allí mismo.
Describir al pueblo, es como escudriñar un baúl de un tiempo mejor. Donde las
casas se quedan a puertas abiertas y podemos saludar de mano a todos, con la
misma que callamos nuestros secretos. Todos se conocen y todos se quieren, allí
los 3 de marzo, en honor al presidente municipal, se hace una enorme fiesta, con
comida por montones y con tanto baile, que dejan el piso gastado.
En ese lugar, naces sabiendo lo que te toca. Nunca hace falta ni un oficio, es
como si aplicarán eugenesia, cada que se muere quien lo hace, su hijo toma el
puesto. Aquí hay generaciones hasta de 10 carpinteros al hilo, sin que ninguno
rezongué de su ocupación. No hay mayor preocupación que tener bien su casa.
Todo es tan fraternal, como si una gran familia habitara esos rumbos. Aunque lo
que de verdad destaca de aquel sitio, es su imponente Parque Central. Una obra
digna de enmarcar, donde yace el alma del pueblo; un árbol tan grande, que los
mismos habitantes dicen que acaricia el cielo. Es tan fastuoso y con una copa tan
enorme, que todas las hectáreas del parque, están cubiertas con su sombra y sus
hojas. El parque está lleno de juegos para niños, desde resbaladillas, columpios
hasta grandes castillos dignos de una película de princesas. Todo allí es impoluto
y fantástico, es entrar en un cuento. La tierra de la eterna felicidad, como se le
conoce.
Las familias se hacen ahí, se enamoran nada más entre ellos y como si cuidaran
un linaje, solo tienen hijos con originarios de ese mismo lugar. Uno puede ir a ver
o pagar una noche al único hostal de la ciudad, que colinda con la panorámica
vista entre el parque y el mar. No hay lujos allí, ni siquiera autos o motos, como es
tan pequeño no tardas en llegar a ningún lugar, por ese motivo sus calles son muy
estrechas, apenas y caben los carruajes que te dan el paseo. Un lugar tan familiar,
que la única taberna que hay, cierra a las 12 en punto, por órdenes del presidente.
Casi todo lo que se debe ver, está sitiado en las cercanías del parque. La misma
gente no te deja acceder a ciertas zonas del pueblo, ya que serán muy amigables,
pero aman su privacidad. Los foráneos siempre se han preguntado ¿Qué habrá
cruzando las rejas que están tapizadas con publicidad del pueblo?, no se puede
ver nada detrás y siempre que se les pregunta lo que hay, la respuesta es lo que
uno se imagina. Siempre se especula lo que habrá detrás, aunque no hay fotos o
indicios de lo que puede haber, la gente se calma como si fuera un secreto de
estado. Los rumores van desde que son alienígenas y ahí es donde guarden su
nave, hasta que son un culto que adora algún Dios pagano.

Cómo dije al principio, Bahía Blanca es un pueblo chico, pero siempre se dice que
entre más pequeño el paraje, más grande es el infierno. Lo que realmente cubre la
cerca, es la realidad de lo que es la vida en aquel sitio. Nadie vive en la zona
visible, todos al acabar el horario, que es a las campanadas de la iglesia que está
en la misma esquina que la heladería “Sonali”, la gente sin refunfuñar entra a esa
zona por la única puerta que hay, se meten en fila india sin mirar a los lados, solo
al frente. Manteniendo la vista fija. De un lado de la puerta se encuentra la
secretaria del presidente, pasando lista de toda la gente que vive allí. Los únicos
que pueden estar afuera, son los que les toca guardia y los que atienden el hotel.
Otra cosa curiosa de la ciudad, es que solo hay algunas casas del lado visible,
pero todas y sin excepción pertenecen al alcalde. Allí es donde reside la gente que
hace las guardias. Nunca una misma persona hace la guardia, siempre están
cambiando. Nadie sale después de las 12 y quien lo hace, ya no es bienvenido al
Pueblo. Como el ambiente es tan aniñado, los jóvenes prefieren quedarse en el
Pueblo vecino, donde casi no hay reglas y teniendo hospedaje en alguno de los
dos, en el otro es gratis. Desde la llegada del presidente, siempre ha sido así.
La gente que se ha quedado a dormir en ese Pueblo, no reporta nada inusual, solo
el gran silencio. Ha habido veces, que inclusive se escuchan las olas del mar. En
el hotel no hay tele o aire acondicionado, solo una gran ventana que, con la misma
briza, refresca todo el cuarto.
HISTORIA DEL OPIAMIGO
Tenía 11 años cuando empecé a consumir, no recuerdo muy bien el día como algunas otras
cosas que ya no recuerdo, lo único que logro evocar son las sensaciones de mi cuerpo que
ya no son las mismas que son ahora. En ese momento me invadía un profundo dolor, una
sensación de como si algo muy pesado callera sobre mi en todo momento. Me dolía mi
estómago, mi cabeza y mis extremidades, incluso algunas veces pensé en arrancármelas del
intenso dolor que llegaba a sentir. Entrenaba cuando el sol se asomaba y logra darme unas
caricias con sus leves rayitos, al salir la luna ya lo había reemplazado y ese abrazo
mañanero se transformaba en una fría indiferencia. Muchas veces le había dicho a mi mamá
mis dolencias, inclusive algunos moretones parecían marcas de nacimiento por lo que
perduraban en mi piel, en ese momento les decía “besos de mamá”. Mi entrenador veía mi
dolor, en mi rostro se reflejaba mi letargo en cada momento que tenía para descansar,
trataba de hacer lo más deprisa que pudiera, así solo sería un largo sufrimiento en vez de
muchos. Uno aprende a manejar el dolor, de pronto es como si no estuviera, a veces te
inunda y te ahoga, sientes que no respiras pero este solo es un intento de perder la
consciencia para dejar de sentir. De mi infancia también recuerdo que era muy sensible,
lograba percibir mi ambiente a partir de todos mis sentidos. En ese momento podía tomar
un descanso y acostarme en el pasto de mi colegio, en el que mi vista se reflejaba en el
cielo, mi olfato en la hierba y mi tacto en el calor que emana del sol. Ahora ya no me
quedaba eso, ya no me quedaba nada. En una competencia a la que fui, un amigo me
ofreció “un viaje al espacio, donde no sentiría nada, solo como floto en el espacio mientras
el placer invadía cada parte de mi cuerpo”. No sabía lo que era, tal vez sería marihuana
muchas veces la había olfateado. Lo que sacó de su bolsillo era una pastilla azul con los
bordes más claros que las caras. Sonrió y me dijo que me la regalaba, para después
mostrarme que uno de mis compañeros ya lo había consumido, señalo a los lockers que
estaban detrás de nosotros y allí lo vi, tirado con una sonrisa. Parecía que dormía
plácidamente, algo que en ese momento envidiaba. No lo pensé mucho, la metía a mi boca
y me sentí como nunca lo había hecho. Me sentía liberado del dolor, ya no existía en
ninguna parte de mí, se había ido. En ese momento mi momento que más esperaba eran las
competencias, para ver a mi “amigo espacial”, quien me vendería mi boleto a mi viaje
deseado. Eso fue hace 7 años, ahora no tengo más entrenamientos, ni más madre que me
obligue. Solo me tengo a mí y a mi perra “Laika”, quien me acompaña por el espacio
cuando estoy en el viaje.

Pensamiento 4
Hoy te vi, mi animo no fue el mejor, pero verte lo alegro un poco. De lejos o de cerca, oliendo tu
pelo o tu esencia de mujer, prende en mi un instinto casi primitivo que enerva hasta mi última
célula. En mis sueños te he hecho de todo, desde un simple beso hasta el acto más pérfido que he
podido imaginar. Me has subyugado, soy tu esclavo, tu piso y tu manto que te protege del frío.
Fuiste mi todo, pero significando nada no podré recordar tu olor, pero tu risa quedo impregnada
en cada uno de nuestros recuerdos, tal vez no hice lo suficiente o no fui lo necesario. En las
mismas noches donde te aconseje acerca del amor y sus demonios, eran las mismas donde me
imaginaba que pensabas en mí.

Tiene meses que no nos hablamos, poco se de ti y probablemente no sabes nada de mí, creo que
es lo mejor. Estar así me hace sentirte cerca, cada vez que me llora mi ojo izquierdo fantaseo con
que me hayas recordado. No puedo borrar nuestro pasado, tampoco me gustaría hacerlo. Un beso
por aquí, un abrazo por allá y un cambio de dirección.

En tu presencia tuve muchas parejas, todas tenían celos de ti o se sentían inseguras de si misma.
Como muchas veces me lo dijeron, te veía como una diosa y sigues estando allí para mí, digna de
estar en un altar y ser adorada. Te idolatré demasiado, te volviste mi sol y yo como un planeta,
giré alrededor tuyo durante mucho tiempo. Fui rehén de unos labios que nunca probé y me
aprisionaron unas manos que nunca me tocaron.

Fuiste mi revelación temporal, ya que por tiempos siempre me sentí atraído hacia ti. Tu ausencia
dejaba un socavón en mi alma, que trataba de llenar con amores pasajeros, porque tu siempre
fuiste mi destino. En tantas caras te vi, en tantos labios te sentí y en cuantos cuerpos te imaginé.
Tu piel tersa y blanquecina, es mi textura favorita.

Siempre negué mi amor por ti, siempre dije que eras mi hermana o mi mejor amiga, apuñalé mis
convicciones solo por estar a tu lado y lo seguiría haciendo. Tú me podrías apuñalar, disparar o
matar y si sobrevivo te podría adorar.

CARTA NÚMERO 1.
He planteado el perdonarte más de una vez, si me preguntas el cómo se siente.

Es una mezcla entre desagrado y necesidad, como una medicina que sabe

horrible, pero es la única cosa que te podrá sanar. Así eres tú, una necesidad que

por más que quiero no puedo cubrir, una medicina que hasta la fecha no han

encontrado un sustituto.

Has dado muchas vueltas en mi memoria. Más de las que me gustaría admitir,

eres un sueño repetitivo, que de pesadilla pasa a un deseo inconsciente. ¿Un

antojo?, ¿una señal del destino?, no sabría definirlo, eres tantas cosas que por

cada palabra que encuentro, que tal vez te podría definir sé que te queda corta.

Me has motivado, de buena y de mala forma. Fuiste un obstáculo, casi tan bueno

como un apoyo, tal vez hasta mejor. Veía una imagen mental de ti y me daban

ganas de coger con la primera persona que pasará enfrente mío. El si quiera

pensar en lo que podrías estar haciendo, revolvía mi estomago de maneras en las

que ni la peor diarrea pudo haber hecho. Lo leerás raro, ya que durante mi

compromiso nunca fui celoso.

Fueron meses difíciles, lo que más me costó fue admitir que apenas habían

pasado ocho semanas. El tiempo es relativo y como tan poco, puede parecer

tanto. Me hiciste disentir, entre mi persona. Cree un personaje, que para amarte

tenía que alejarse lo más de ti, una personalidad que fuera tu antónima y que cada

afirmación que asintiera con la cabeza o de un monosílabo que saliera de mi boca,

fuera para ti, una tremenda victoria. Con tu partida, mi otra personalidad resurgió,

tal como Jekyll y mr. Hyde, aunque no podía saber cual era la mala. Está

seminueva personalidad, tenía mi mismo toque. Un acento irónico por cada


oración que hacía, aunque en su parte ahora no tan profunda tenía cosas que

odiaba de ti. Me parece una mofa del universo, el que ahora que estamos lejos,

nos parezcamos tanto. No tanto como gotas de agua, pero teniendo ciertas

semejanzas. Odio los sabores que odiabas, los detesto porque cada vez que los

pruebo viene a mi mente una imagen tuya haciendo una mueca de desagrado. Mi

olor me recuerda a ti, tu frase de “tienes un olor que me encanta”, retumba cada

vez que me cercioro de que no huela feo. Es curioso, que ahora que nos

separamos, por fin nos hayamos juntado.

Urie propone un sistema “Bioecológico” que costa de las relaciones que tiene un individuo con
otros individuos (figuras construidas a partir de una cultura familiar y social), figuras de autoridad
a su momento, los medios de comunicación y por último el estado.

Estas relaciones con el sujeto son bilaterales, o sea que consta de cierta reciprocidad en algunos
aspectos. Un alumno puede perturbar a una maestra y viceversa. Lo mismo pasaría en el caso de
un padre a su hijo, por ende, una de las características de este modelo es la simultaneidad, que las
relaciones sus acciones y dinámicas tienen entre ambos. Esto no se cumple cuando se trata de algo
superior a un individuo (en el caso de los medios de comunicación o del estado). Ellos tienen una
relación unilateral y desinteresada con las personas, a menos que estas se unan y generen una
perturbación a un mayor. Esto es cuando un conjunto de individuos pasa a ser un colectivo y para
que esto suceda pierden una parte de su esencia individual aceptando ser un grupo que lucha por
algo en común, aunque es importante que mantenga cierta distancia para que la motivación no
falle. Porque no hay nada que motive más al ser humano que sí mismo y como su influencia a los
demás.

Mi existencia
A lo largo de mi vida, mi inconsistencia me ha marcado. Empieza fácil, termina
difícil. Complicado es divisar la meta si el camino es incierto, ¿Cómo continuo algo
que no se a dónde voy? es una de las preguntas más complejas que tengo en mi
repertorio. La apatía es una respuesta natural en mí, es como si renunciara a todo
únicamente por querer no fallar, estoy lleno de promesas falsas y palabras que he
enunciado sin querer decirlas, mi boca es mi debilidad. En ocasiones es como si
pudiera decir mil cosas sin poder sentir una. Un ocaso prematuro en un sol que no
ha salido.
“No seas tan apático, muestra un poco más de entusiasmo”, es una de las frases
que más me han repetido a lo largo de todos mis años, de ahí nace otra duda,
“¿Cómo demostrar algo que no siento? ¿Cómo fingir al punto que los demás me
crean?”. No quiero fingir, quiero ser yo, pero no puedo serlo, estoy atrapado en
una burbuja que me deja ver el exterior y que obnubila mi interior, tengo el deseo
de escapar, de huir y dejar todo lo que tengo, entre ellos todas las palabras con
las que me han definido ¿Cómo algo tan pequeño como una palabra, podrá definir
algo tan inmenso como una persona?
Etiquetas, apodos, sobrenombres, peyorativos, adjetivos y todo lo que encierre mi
humanidad me asfixia, quiero ser yo, pero ¿Cómo ser yo, sí todo lo que me rodea
me dice cómo soy?, ¿Cómo definirme a través de mi propio vocabulario sí lo único
que conozco es lo que me han dicho?
La vida me ha enseñado que está llena de placeres, cortos y largos, rodeados de
sufrimiento, que solo a través de él es como podremos alcanzar el verdadero
gozo, ¿Qué caso tendría sentirnos bien sí no sabemos lo que es sentirnos mal?,
esos recuerdos que me llenan de gratitud me hacen sentirme tan mal, no puedo
sentirme satisfecho con lo que hago, no puedo sentirlo ¿Es por ello que no
acabó?, ¿Es por ello que me arrepiento?, todo lo que veo me dicta que no estoy
donde quiero, que debo seguir caminando, formándome o construyendo, ¿Es
acaso que los seres humanos tendremos otro fin más que la muerte?, ¿Debemos
construir nuestro sentido de vida únicamente dando sentido a nuestra propia
defunción?, ¿seremos victimas de nuestras palabras o de nuestra consciencia?

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