El encuentro me dejó resonando varias ideas, comentaré algunas y luego intentaré
adentrarme en tres lugares-ideas que me anclaron y me dejaron pensando.
Me resultó muy interesante la relación que hubo al comienzo entre los silencios, la superficie de silencios y las significaciones tanto arraigadas como posibles en él. Esta comparación entre un silencio en zoom y un silencio que puede haber en un encuentro de espacio no virtual, un silencio “nuestro”, un silencio corporizado, un silencio en donde ocurren cosas. En este sentido es que me quedó retumbando esta relación entre silencio y significado, el silencio en las narrativas, el silencio entre las palabras, las pausas también como énfasis. La puntuación escrita no es la mejor plataforma para ejemplificar ni experienciar esos silencios y pausas, pero sí lo es los momentos de debates y, sobretodo los encuentros en las clases. ¿En qué pregunta voy a dejar una pausa más larga para que se establezca con más ganas? ¿Qué cadenas de preguntas voy a preguntar unaseguidadeotra, dónde establezco el punto, cuál puedo repetir, cuál reformular? En ciertas pausas y ciertos silencios, dependiendo cómo aparecen luego de lo dicho, se habilita justamente el espacio para la otra voz, el espacio para que ocurra y tome cuerpo lo que acabo de decir, para que haga lugar lo dicho y pueda ser tomado o dejado de lado y retomado después, para que alguien más entre. También me resultó interesante pensar la palabra como vida, la vitalidad de las palabras, como hacer vitalidad con las palabras, dónde radica su potencia vital. Pienso… una palabra no nos dará de comer ni aumentará los salarios, pero la palabra escrita como la palabra en tanto voz, la palabra como autonomía, la posibilidad (el derecho) de poder contar la propia historia, de dar las batallas contra los distintos régimenes de sometimiento y las profundas desigualdades… esas palabras, tienen una potencia vital que, entiendo, no está dada de antemano ni es develada a quien la encuentra, es una potencia que debe contextualizarse, trabajarse, ponerse en-común. Me quedé pensando también en la importancia de situar las preguntas y el sentido de dirección, en relación a las preguntas del debate último que trabajamos en grupo. Y esto como un ejercicio insistente y laborioso, un poco es ir contracorriente de “la” filosofía, del espíritu filosófico o del espíritu imperial/colonial, de suponer un sujeto, un contexto, un valor, un modelo. De la importancia de la parcialidad de las preguntas y la parcialidad de las respuestas, de los alcances fragmentarios; y, en ese sentido, de la relevancia del trabajo grupal para compartimentar un poco de todas esas dimensiones. Para finalizar comento dos cuestiones en las que sigo pensando… La primera en relación a las ideas y escritos del Papa Francisco, y la segunda en relación al comentario de Ernesto al final del curso sobre la alienación sistemática, compleja y enredada en la que vivimos. La respuesta automática que tuve frente a pensar y tomar las ideas del Papa en relación a la hermandad con la tierra y entre todes, no fue una reacción amigable. Personalmente elijo pensar ideas de otras personas, que representan otras instituciones, que están en otras luchas y que, por lo tanto, acarrean con otros significados y otros pesos históricos, que el Papa. Es una elección personal. Por eso me quedé pensando esto de “pensar las ideas más allá -o más acá- de la persona que las dice o las piensa”. Me quedé pensando porque frente a eso no tengo una respuesta argumentada digamos. Digo… sabemos que toda idea es una idea situada, que el conocimiento es un conocimiento situado, de una cultura, con sus supuestos de comprensión y visión/sensibilidad (término que uso de Mignolo) de mundo, las palabras tienen historia, y la historia tiene sentidos, y pueden re-significarse como cambiar, pero es algo que lleva su tiempo y su trabajo. Entonces me quedé pensando… y anoté unas preguntas en el mismo curso: ¿Qué significa pensar las ideas.. es lo mismo la idea del Papa que la de Klein, que la de Haraway, que la de Korol, Segato, Galindo, Preciado, Videla, Laje? ¿El contexto de enunciación en el que son dichas las ideas, y las historias que pueden importar respecto al lugar donde resuenan cuando se pronuncian, son los mismos en todos los casos? ¿Podemos despojar las ideas de esa corporalidad? ¿Queremos hacerlo, qué importaría hacerlo y no hacerlo? ¿Por qué lo haríamos y por qué no lo haríamos? ¿Qué significa pensar una idea en sí misma y qué significa situarla? ¿Cuál es la necesidad del primer ejercicio y cuál del segundo? Bueno, y para terminar… respecto a la red de alienación en la que estamos inmerses. Creo que es un cable -un cableado- de fondo de toda práctica, rol, impronta y propósito político que podríamos plantear y hablar hoy. No me animaría a decir una condición general pero casi… Pienso en esto de la importancia de situar, de cuidar las consignas y las prácticas (cosa de no hacerlo un “tareismo”), cuidar los espacios y fomentar el “autoestima” intelectual -cosas que fueron saliendo en el encuentro, que las pienso entramadas y en sintonía con estos puntos que comento aquí-. ¿Cómo pensar estos ejercicios, estas necesidades de la política educativa, del sentido educativo, de la práctica docente, del protagonismo del estudiante, en contacto con el régimen de alienación laboral y temporal en el que vivimos? ¿Como pensarlo a través de las exigencias, los destratos y a veces desamparos a las que está expuesto el trabajo docente? ¿Cómo pensar la práctica en ese conjunto de situaciones? Bueno, siento que es un montón todo lo que apareció en el segundo encuentro, para múltiples lados y sentidos. También siento que es complejo trabajar cada rama y cada punto con la atención que le quisiéramos dar cada une. Y también siento que es de un gran valor que hayan surgido, que puedan estar presentes esas problemáticas, que puedan exponerse, que asienten antecedentes, para que sean próximos y futuros lugares para seguir pensando y profundizando.