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Decada de Los 80
Decada de Los 80
Durante los años 80, Honduras enfrentó numerosos desafíos sociales, incluida
la pobreza generalizada y la desigualdad económica. La mayoría de la
población vivía en condiciones de extrema pobreza, con acceso limitado a
servicios básicos como salud y educación.
Además, los derechos humanos fueron violados por el gobierno y las fuerzas
de seguridad. Se reportaron casos de desapariciones forzadas, tortura y
represión contra los opositores políticos.
La violencia también estaba presente en la sociedad hondureña debido a la
actividad de las guerrillas y la respuesta del gobierno. Los enfrentamientos
armados y los ataques guerrilleros tuvieron un impacto negativo en la
seguridad y la estabilidad del país.
Uno de los problemas que se acentúa es el déficit fiscal, por cuanto el gasto
público se incrementa y los ingresos tienen un comportamiento hacia abajo.
La fórmula más gastos con menos ingresos genera un déficit fiscal que se
solventa con la utilización de las reservas internacionales, o la emisión de
dinero sin respaldo, parece ser una conducta gubernamental en los primeros
cinco años de la década del 80.
Curiosamente, Negroponte ahora irá a Irak, donde suenan fuerte, otra vez, las
denuncias sobre violaciones a los derechos humanos.
En 1983 se creó la Asociación para el Progreso de Honduras bajo control de
las Fuerzas Armadas que buscó unir a empresarios, intelectuales, políticos,
sindicalistas que estableciesen diagnósticos y propuestas para el Estado. De
esta Asociación no sólo surgió la idea de solicitar a EEUU la invasión de
Nicaragua sino la propuesta de organizar a más de 120.000 familias
campesinas sin tierras en cooperativas bajo régimen militar persiguiendo como
objetivos: a-organizar y controlar a las familias sin tierra, bajo una forma de
organización militar que permitiese con el tiempo estructurar patrullas civiles
alertas frente a la amenaza comunista, b-Incrementar la producción maderera y
mejorar las condiciones de esas familias y c-dificultar cualquier desarrollo de
organizaciones armadas que pretendiesen utilizar los bosques como
retaguardia. Así, en Honduras el rol contrainsurgente regional poseía sus
correlatos internos. Era obvio para sus dirigentes políticos y militares que no
podía librarse una batalla contra el denominado poder soviético instalado en la
región si en su propio país se permitía el desarrollo de los movimientos
revolucionarios y la inestabilidad política. Por lo tanto, la condición para el
establecimiento de una plataforma militar que dirija las actividades de represión
y desaparición de personas en la región era la estabilidad política del país en
que se realizaría esto. Y de alguna forma, Honduras –y Costa Rica en menor
medida- cumplía con este requisito. El gobierno constitucional de Honduras,
permitió y reforzó el rol de su país en la estrategia contrainsurgente regional
ideada por los EEUU implicando esto:
Las Fuerzas Armadas de Honduras, durante los años ochenta, fueron más
corruptas que represivas. Aceptaban la subordinación a los Estados Unidos a
cambio de la cuantiosa ayuda militar que recibían. Entre 1980 y 1987 Honduras
recibió US$ 1.288 millones en ayuda de EUA, de los cuales 358.7 millones, el
27.8%, fue ayuda estrictamente militar. La disputa por los recursos económicos
entre los militares dio lugar a contradicciones y defenestraciones de jefes
castrenses. Entre 1980 y 1987, cuatro jefes supremos se sucedieron en el
mando de las Fuerzas Armadas; curiosamente, el mismo número de
embajadores que se sucedieron en la diplomacia estadounidense en el país.