Capitulo 1
LA RELIGION NATURAL
La ciudad de los hombres se construiria segtin Iineas sencillas, una vez
destruidas las arquitecturas desordenadas que cubrian la tierra, e incluso los
cimientos antiguos, que sélo habian sostenido edificios frustrados. En un suelo
allanado levantaria sus construcciones ldgicas; sus obreros, sin tratar de sacar
partido del pasado, de mejorarlo mediante correcciones de detalle, faena
demasiado lenta, trazarian un plano perfecto para habitantes que dejarian al fin
de no tener otra morada que Babel, otra esperanza que un cielo inseguro,
Una palabra exaltaba a los audaces que se ponian a la tarea, una palabra
talisman que se agregaba a las que ya hemos visto, la raz6n, las luces; y era la
palabra Naturaleza. Le atribuian una virtud atin més eficaz, puesto que la
naturaleza era la fuente de las luces y la garantia de la razén. Era sabiduria y
bondad; que el hombre consintiera en, escuchar a la naturaleza y ya no se enga-
fiaria munca; le bastaba obedecer a su benéfica ley.
Por tanto, para empezar, la religién debia hacerse natural. Natural, porque
ya no seria més que la emanacién de la naturaleza; y, ademas, porque seguiria el
instinto que la naturaleza pone en nosotros para permitimnos distinguir lo
verdadero de lo falso y el bien del mal; y también porque, en lugar de hacernos
considerar nuestra vida mortal como una prueba, obedeceria a la ley natural que
quiere, sin prueba, nuestra felicidad. Hacia mucho tiempo que algunos profetas
habjan anunciado su venida; se habia preparado
105106 Segunda parte. La ciudad de los hombres
lentamente, en profundidades desconocidas de la miultitud; desde entonces
aparecia a plena luz; y no era su contenido, sino su orgullo, su audacia y su
proselitismo los que la hacian aparecer como un advenimiento prodigioso.
Se conservaria un Dios; pero tan lejano, diluido y palido, que ya no
molestaria a la ciudad de los hombres con su presencia, ni la turbaria ya con sus
céleras, ni la ofuscaria ya con sus glorias. El deismo o teismo no implifearia ya
ningiin acto de fe, por ser el resultado de una pura operacién intelectual, que
conduce a una afirmacién elemental y suficiente: la existencia de Dios. Una mi-
rada lanzada sobre la creacién basta para comprobar efectos admirables; ahora
bien: no se pueden coneebir efectos sin causa; tenemos ante los ojos un reloj bien
dispuesto, luego existe un habil operario que lo ha fabricado, que lo regula, y que
es Dios.
(Para qué fines ha sacado Dios el mundo de la nada? La cuestién es
dificultosa. Pero seria mas dificultoso todavia admitir la hipétesis de un mundo
que no habria sido concebido por nadie, que funcionaria azarosamente y no se
dirigia hacia ningin fin; lo mismo seria decir que se habrian creado entes
racionales sin intervencién de la razon. Prefiramos, en buena légica, lo dificil a lo
absurdo, y admitamos las causas finales, expediente que satisface atin.
El deismo procedia a una especie de depuracién. Si quitamos todo lo que nos
parece supersticioso en la Iglesia romana, luego en la Iglesia reformada, luego en
toda Iglesia y en toda secta, al final de estas sustracciones quedara Dios. Un Dios
desconocido, un Dios incognoscible; por esto s6lo se le ha conservado el ser; entre
todos los calificativos posibles, s6lo se le ha dado el mas vago y mas honroso, y se
Je ha Hamado el Ser supremo.
@Para qué, sacramentos, ritos, iglesias, templos, mezquitas? La isla de la
raz6n seria mas bella sin cépulas ni campanarios. {Para qué sacerdotes o
pastores? Dios sélo puede ser honrado por el culto interior que reside en el alma.
Reconocer, en general, un primer Ser; elevar de vez en cuando el corazén hacia
él; abstenerse de las acciones que deshonran en el clima que se habita, y cumplir
ciertos deberes en relacidn con la sociedad, esto es lo tinico necesario; todo el resto
es accidental. En estos deberes no entran los ejercicios piadosos que apartaban a
los fieles de la verdadera adoracién. Ocupados en or el sermén, descuidaban el
socorrer a su prdjimo, Org6n tenia por tinica compafifa a su hija Filotea. Le dio
un sincope; su hija le hizo respirar agua de los Carmelitas, que no lo alivié. Sin
embargo, la hora del oficio apremiaba; Filotea encomienda a su padre a Dios y a
la criada, cogeI. La religion natural 107
su cofia y su libro de horas y corre a los Agustinos; el oficio fue largo; era un oficio
de cofradia. Orgon muere sin auxilio... Pero Filotea habia creido que el tafiido de
las campanas era la voz de Dios que la Ilamaba, y que era hacer una accién
heroica preferir el mandamiento del cielo al grito de la sangre; por ello, a la
vuelta, hizo generosamente a Dios el sacrificio de la vida de su padre y creyé su
devocién tanto mas meritoria cuanto mas le habia costado... Toussaint el deista,
que cuenta esta historia!, piensa que nada impedira a los hombres entregarse a
la virtud cuando Filotea haya dejado de santiguarse.
Renuncia a las imagenes del Hijo en su cruz, de las asambleas de los
Angeles, de los rostros transfigurados de los santos, abandono de las tradiciones
que reunian a los fieles en torno al pesebre, cuando Iegaba Navidad, que les
hacian cantar el Aleluya el dia de Pascua; ni siquiera los nifios tendran ya
derecho a prestar a Dios un cuerpo; brazos para atraer y manos para bendecir; si
no queremos hacer de ellos idélatras, importard prohibir a los maestros
elementales, toda alusién, toda expresién que tenderia a hacer creer a sus
discipulos que el Ser puede representarse. Se cuenta que el didcono Fotino,
hombre sabio, visitando un dia a los Padres del yermo, encontré entre ellos a un
santo monje que se Ilamaba Serapién. Este era muy austero y de conducta
irreprochable, pero tenia la costumbre de figurarse a Dios a semejanza de los
mortales. Fotino hablé tan bien al viejo Serapién que lo desengaiié de su error, y
Tuego continud su viaje. Pero desde aquel momento, Sera- pién, cuando queria
rezar, sentia una gran desesperacion: « ;Ay, qué desgraciado soy: me han quitado
ami Dios! Ahora ya no sé a quién he de apegarme, o a quién tengo que adorar, o
a quién puedo dirigirme..»?, Para el pobre Serapién, para sus sentimientos y sus
lagrimas, los deistas no hubieran tenido la sombra de una indulgencia, sélo
desdén.
Esperaban que esta permanencia de Dios, conservada, les aseguraria una
catolicidad mas vasta que la que el catolicismo mismo aleanzé nunca. Pues segiin
ellos, la religion de Cristo, por no haber empezado hasta una fecha relativamente
proxima y no haberse promulgado mas que a una minoria de los habitantes de la
tierra, era doblemente limitada; mientras que el deismo reclutaba sus partidarios
en la inmensidad del tiempo y del espacio. Profesamos que nuestra religion es
tan antigua como el mundo, que es la de Adan, de Set y de Noé; ese Li, ese
Changti, ese Tien que adora-
1 Toussaint, Les Mocurs, 1748; Discurso preliminar sobre la virtud.
2Jean Brémond, Les Peres du désert, 1927, tomo II, p. 524-526.108 Segunda parte, La dudad de los hombres
ban los séricos; ese Birmah, padre de Brahma, que adoraban los pueblos del
Ganges; ese Gran Ser llamado Ormuz entre los antiguos persas, el Demiurgos
que Platén celebré entre los griegos, el Jupiter 6ptimo y mAximo de los romanos,
cuando, en el Senado, éstos dictaban leyes a los tres cuartos de la tierra entonces
conocida, son figuraciones diversas de un mismo Dios, del Ser Supremo ®. Incluso
si hubiese habitantes en las estrellas de la Via Lactea, esos también serian
deistas. «Yo meditaba esta noche; estaba absorto en la contemplacién de la
naturaleza; admiraba la inmensidad, el curso; las relaciones de esos globos
infinitos que el vulgo no sabe admirar; admiraba mas atin la inteligencia que
preside esos grandiosos resortes, Me decia yo: hay que estar ciego para no
sentirse deslumbrado por este espectéculo; hay que ser esttipido para no.
reconocer a su autor; hay que estar loco para no adorarlo. {Qué tributo de
adoracién debo rendirle? Este tributo, {no debe ser el mismo en toda la
extensién? Un ser pensante que habite en una estrella de la Via Lactea, {no le
debe el mismo homenaje en toda la extensién? La luz es uniforme para el astro
de Sirio y para nosotros...»4,
Nadie sera ya excluido; nadie sera ya condenado: toda criatura humana
participa en esta religion universal. Los americanos participaron en ella, aunque
estuvieran perdidos en su continente no descubierto; los paganos participaron en
ella, todos los paganos de buena voluntad que vivieron antes de la revelacién
cristiana.
{Cuales fueron, al lado del deismo, las fuerzas del ateismo?
Contemos ante todo entre sus partidarios a ciertos herederos de la tradicién
libertina. Por ejemplo, «un pequefio abate jorobado Hamado Méhégan, que,
cuando el célebre Boindin tuvo que abandonar el café Procope, donde profesaba
bastante abiertamente el ateismo, quiso sucederle en este hermoso cargo; y no
contento con dogmatizar de viva voz, escribio un libro bastante mal hecho,
titulado Zoroastre, en el que aplastaba toda revelacién para establecer el
naturalismo. Esta obrita hizo que lo encerrasen en la Bastilla durante mas de un
aiion®. O aquel piamontés, irritado contra todos y contra si mismo, que tuvo que
salir de su pais y fue a Inglaterra, donde trabé relacién con Thomas Morgan,
paso de Inglaterra a Holanda y murié sin dejar con qué pagar su entierro: segiin
Alberto Radicati di Passerano, de catélico convertido en
2 Voltaire, Les Adorateurs ou les louanges de Dieu, 1769.
4 Idem, Questions sur I'Eneyclopédie, articulo Religién, 1771,
® Grimm, Correspondance littéraire, tomo Il, p. 218, 1754.I. Lareligién natural 109
calvinista, de calvinista hecho deista y de deista ateo, no hay ni justicia en este
mundo, ni vida eterna: la idea de comienzo es un absurdo, como Ia idea de fin; la
muerte no es mas que la disolucion de elementos de que se sirve la naturaleza
para fabricar nuevos seres; no hay que temerla, y si se es desgraciado basta con
matarse, simplemente.
Estos exaltados se recortan sobre un conjunto que se va haciendo menos
hostil a sus negaciones. En lugar de considerar al ateo como un criminal, se
gusté de concederle algunas circunstancias atenuantes; acaso no era mas que un.
hombre que se equivocaba; a decir verdad, habia dos clases de ateos, los ateos
viciosos e inmorales, que estén contra la religién porque la religion declara
contra su vida: esos merecen reprobacién. Pero {no existian también ateos
virtuosos, que amaban lo que es bueno, razonable y bello? Amaban a la
humanidad, se mostraban sociables, sélo habian caido en el prejuicio a causa de
su honradez nativa; habian mamado la supersticion con la leche de su nodriza, y
entonces habian confundido supersticién y religién. Equivoco perdonabl
después de todo, era mas facil de corregir un ateo que un entusiasta o un
faniatico.
Muchos de los que han repetido la paradoja de Bayle han tenido cuidado de
aiiadir, en defensa del ateo, que sin duda no tenia razon, pero que, en fin, no se le
debia sefialar el tiltimo lugar en la escala de los hombres. Por otra parte, no se
abusaba del nombre? {No se lo utilizaba para desacreditar a filésofos muy esti-
mables, que no habian tenido otra culpa que la de querer disipar los prejuicios de
la multitud? {No se lo habia aplicado a pensadores admirables, como Sécrates?
Se habia quemado a Vanini por acusacion de ateismo y Vanini no era ateo.
Una vez admitido que una larga meditacién, un estudio profundo, buenas
costumbres, una perfecta renuncia a los prejuicios, pueden conducir a un gran
genio al ateismo; 0, si se quiere, que el ateismo es el vicio de algunas personas de
talento; dado que por primera vez un ateo, M. de Wolmar, se convirtié en figura
de héroe simpatico en la mas célebre de las novelas del siglo, la Nouvelle
Héléise: esta sombra de indulgencia, que sucede a una severidad total, indica
una primera modificacin del estado de espiritu anterior; he aqui la segunda.
Un deslizamiento hacia un materialismo filoséfico.
El espiritu diferia especificamente de la materia, nada estaba mejor
establecido. Ahora bien: esta diferencia se desvanece por110 Segunda parte. La ciudad de los hombres
obra de un hombre que queria seguir siendo cristiano, Locke, y de otro hombre
que permanecia deista convencido, Voltaire. No faltan ejemplos de que algunas
ideas se desvien, se tomen en sentido contrario y, en este contrasentido mismo,
encuentren su éxito, Esta escapé a su inventor y lo traicioné; hecha para mostrar
mejor la omnipotencia de Dios, sirvié para confundir el espiritu con la materia y
para probar, para toda una categoria de fildsofos, la inutilidad de lo que
lamaban la hipétesis alma.
Locke, en efecto, habia conservado una conciencia puritana; tenia al
Evangelio como norma de su fe y se afligia cuando se lo clasifieaba entre los
impios. Pero, ocupado en sefialar los limites estrictos de nuestro conocimiento,
mostraba hasta la saciedad la imposibilidad en que estamos de encontrar las
certidumbres a que aspiramos
Por ejemplo: tenemos las ideas de un cuadrado, de un circulo y de lo que
significa igualdad; sin. embargo, quizd no seamos nunca capaces de encontrar un
circulo igual aun. cuadrado y de saber ciertamente si lo hay. Tenemos ideas de la
materia y del pensamiento; pero acaso no seamos nunca capaces de conocer si un
ente puramente material piensa o no, por la razén de que nos es imposible
descubrir, mediante la contemplacién de nuestras propias ideas, sin revelacién, si
Dios no ha dado a algunos montones de materia, dispuestos como juzga
conveniente, la facultad de apercibir y de pensar; 0 si ha juntado y unido a la
materia asi dispuesta una sustancia inmaterial que piensa...6.
Voltaire se detuvo ante este pasaje, cuando consagré al incomparable Locke
la decimotercera de sus Lettres philosophiques; le hizo un sortilegio, alegrandolo
un poco, para no chocar de frente con los sefiores tedlogos, gentes que ven tan
claramente la espiritualidad del alma, que harian quemar, si pudieran, el cuerpo
de los que dudan de ella. Asi hablaba en sus confidencias a sus amigos; en su
texto destinado al ptiblico mostraba mas prudencia, pero su actitud era apenas
menos decidida:
Locke, después de haber eliminado las ideas innatas... considera por tiltimo
la extensién 0, mejor dicho, la nada de los conocimientos humanos. En este
capitulo es donde se atreve a insinuar modestamente estas palabras: Acaso nunca
seamos capaces de conocer si un ente puramente material piensa o no.
Con este motivo, tedlogos y devotos dieron la alarma.
Se grité que Locke queria destruir la religién: no se trataba, sin embargo, de
religin en este asunto; era una cuestion pura-
6 An Essay concerning Human Understanding, libro IV, capitulo IIT.I. La religion natural 111
mente filosofica, muy independiente de la fe y de la revelacién; s6lo habia que
examinar sin acritud si hay contradiccién en decir: la materia puede pensar, y
Dios puede comunicar el pensamiento a la materia.
Voltaire volvié diez veces, veinte veces, sobre la misma idea; a su modo, la
adorné; la hizo chispear, le dio una resonancia y un alcance nuevos. Antes de él,
y desde la publicacién del Ensayo sobre el entendimiento humano, amigos y
enemigos se habian afanado acerca de ella: habiéndose escandalizado Edward
Stillingfleet, obispo de Worcester, Locke habia respondido; Coste, el traductor,
habia resumido esta respuesta: El sefior Locke viene a decir que no hay
contradiccién légica en suponer que la omnipotencia de Dios pueda llegar hasta
dotar a la materia de pensamiento: nada mas. Bayle, que se habia impuesto la
funcién de extraer el contenido de todas las formulas, habia preguntado a aquélla
lo que queria decir en suma: «Esta doctrina del sefior Locke nos conduce
derechamente a no admitir mas que una especie de sustancia, que por uno de sus
atributos se aliaré con la extensién, y por otro con el pensamiento: sentado lo
cual, no se podra ya concluir que si una sustancia piensa es inmaterial.» Collins y
Toland se habian dado cuenta del partido que podian sacar de un argumento
tanto mas precioso cuanto que venia de su adversario, y se habian regocijado
malignamente. Leibniz se habia afligido de que la religién natural misma se
debilitaba extremadamente: algunos hacen corpéreas las almas; otros hacen
corporeo a Dios: el sefior Locke y sus partidarios dudan si las almas no son
materiales y perecederas. Clarke, replicando a Leibniz, habia puesto las cosas en
su punto: si, algunos pasajes en los escritos de Locke pueden hacer sospechar que
dudaba de la inmaterialidad del alma; pero en esto sélo ha sido seguido por
algunos materialistas, que no aprueban en las obras del sefior Locke casi nada
més que sus errores. La idea contaba ya casi medio siglo de vida, ya se habia
cargado de un grave peso de discusiones e interpretaciones, cuando la hizo
rebrotar Voltaire, encontrandola tan sencilla, tan luminosa, que al punto
desaparecia una dificultad que se habia tenido por invencible: «Mi carta sobre
Locke se reduce tinicamente a esto: la razon humana no podria demostrar que
sea imposible para Dios agregar el pensamiento a la materia. Esta proposicion
es, creo yo, tan verdadera como ésta: los triangulos que tienen la misma base y la
misma altura, son iguales.» (A M. de la Condamine, 22 de junio de 1734.)
Por tanto, después de Voltaire, los adversarios del espiritualismo
consideraron que el asunto estaba zanjado y tomaron su argu-112 Segunda parte. La dudad de los hombres.
mento como decisivo. {Para qué conservar una dualidad de sustancias? Locke lo
ha dicho bien: el alma puede ser material.
Una tentativa de materialismo cientifico.
Toda la vida se explica por la materia, y s6lo por la materia, decian sabios
que venian en ayuda de los mas audaces de los filésofos, mientras los desdefiaban
un poco. Pues los desdefiaban como a gentes que se satisfacen con su verborrea y
que, aunque pretenden no tener en cuenta mas que hechos, s6lo razonan sobre
palabras. Mientras que ellos, los hombres de ciencia que pretendian ser, ha-
blaban como observadores qué estudian la naturaleza en vivo y saben lo que es.
Si proseguian obstinadamente, de obra en obra, el debate sobre la cuestién de
saber si los animales tienen alma o no la tienen, es porque juzgaban que los
espiritualistas mismos les proporcionaban un argumento precioso: seres
organizados pueden vivir muy bien sin almas, decian. El sistema de Epicuro, los
Atomos y las combinaciones de dtomos, las innumerables tiradas que han
producido la jugada de dados que ha formado el mundo, todo esto seguia siendo
caro a su espiritu; sin embargo, esos sistemas no les parecian capaces de explicar
totalmente el fendmeno vital; convenia rejuvenecerlos.
Es lo que hicieron varios originales. Aquel diplomatico retirado, Benoit de
Maillet, que después de haber sido consul en Egipto, embajador en Ab
cénsul en Liorna, inspector de los establecimientos franceses de Levante y en las
costas de Berberia, publicé en 1748 su Telliamed, o Entretiens, d'un philosophe
indien avec un missionaire francais, sur la diminution de la mer, la formation
de la terre, Vorigine de Uhomme, etc... Recuerdos del Oriente, pais de las
maravillas y pais de los sabios; la influencia de Fontenelle y de sus Entretiens; el
deseo de responder a una preocupacién contemporanea, por qué se encuentran
conchas en la cima de las montajfias, verdades avant la lettre; y, todo junto,
credulidades ingenuas... Los limites del mar no son fijos; retroceden, la extensién
del mar disminuye: esto se prueba con medidas ciertas. Por otra parte, sondeos
no menos ciertos muestran que el fondo del mar presenta semejanzas con la
disposicién de nuestras montaiias, de nuestros valles. Luego el mar recubrié en
otro tiempo toda la tierra; las conchas que encontramos hasta en las cumbres lo
atestiguan. Luego el Diluvio no es mas que la interpretacién de un hecho cien-
tifico, que no supone intervencién divina. Luego nuestro planeta se ha formado
por una lenta evolucién de la materia, que excluye la idea de una creacion ex
abrupto. La materia eterna toma formas
nia,I. La religion natural 113
que varian, como puede comprobarse mediante la contemplacién del sistema
solar, en que nada es fijo més que con una fijeza relativa; unas estrellas han
desaparecido y otras aparecen; la suerte de nuestra misma tierra es incierta,
acaso algin dia se desecard, se caleinara. Tal vez la vida ha nacido en el mar,
como atestigua la existencia de las sirenas y de los hombres peces...
Al principio era un caos de semillas, que se organizaron después de su
fecundacién. La tierra y el agua, el aire y el fuego se pusieron a crecer; las
piedras y los metales empezaron a surgir; las montafias y los picos se formaron
lentamente; aparecieron los vegetales; la naturaleza multiplied los ensayos que la
conduciran a la formacién del hombre; y tal fue el origen de la vida en nuestro
planeta, segtin Robinet y sus Considerations philosophiques de la gradation
naturelle des formes de létre, que se publicaron en 1768. A estas visiones
grandiosas agregaba Ronibet que las huellas que encontramos en las piedras
fosiles, los guijarros que tienen la forma de un dedo, de una oreja, de una tibia o
de un corazén son los ensayos de la naturaleza, que, torpe y pacientemente,
trazaba los primeros esbozos del hombre.
Hardey el médico: mantenia la autoridad de la revelacién e incluso construia
una teologia; una teologia a su manera, que excluia la posibilidad de las penas
eternas; al mismo tiempo, afirmaba que el pensamiento se reduce a movimientos
de las fibrillas de la sustancia medular, y que el alma es material.
Priestley el quimico: deista, finalista, partidario del cristianismo razonabk
el alma es material, y {por qué temer la demostracién de este, hecho? Nos hace
admirar mas al Ser Supremo que ha dado a la materia la capacidad de pensar.
Maupertuis. Y el mas ruidoso de todos: La Mettrie. El materialismo es la
salvacion, clama a grito pelado; el materialismo es la verdad. Hay que partir de
Ja naturaleza, fuerza sin conocimiento ni sentimiento, tan ciega cuando da la
vida como inocente cuando la destruye. {Cémo opera? {Crea semillas de todas las
especies, esparcidas por el universo y que acaban por encontrarse? {Sigue una
especie de evolucién, siendo las primeras generaciones imperfectas, monstruosas,
y sobreviviendo sélo los entes a los que no haya faltado ninguna parte esencial?
Lo que es cierto es que todas las experiencias, anatémicas y_fisioldgica
muestran que lo que se ha convenido en lamar alma no es mas que una
dependencia del cuerpo. Sus manifestaciones estan ligadas, en efecto, a estados
corporales; se altera en las enfermedades, se calma con el opio, se excita con el
café y el vino; el hambre la pone cruel y salvaje; es adolescente, madura,
decrépita; cambia con la edad, lo mismo que4 Segunda parte. La ciudad de los hombres
varia con los climas. En una palabra, no existe, en cuanto diferente de la
materia; es materia. Es un término vano del que no se tiene idea y del que se
sirve uno para nombrar la parte que piensa en nosotros; cuando el pensamiento
no es més que una propiedad de la materia organizada, tal como Ia electricidad,
la facultad motriz, la impenetrabilidad o la extensién. Su estudio entra en la
historia natural, Histoire naturelle de lame (1745). El hombre no se distingue por
ningtin privilegio del conjunto mecénico de los seres vivos: Lihomme machine
(1747). «Ser maquina, sentir, pensar, saber distinguir el bien del mal, como el
azul del amarillo; en una palabra: haber nacido con la inteligencia y un instinto
seguro de moral, son cosas que no son mas contradictorias que ser un mono o un
loro y saber proporcionarse placer.» O si se quiere, es planta, pues las plantas
mismas son maquinas: L/homme plante (1748): «El que ha considerado al hombre
como una planta no ha perjudicado a esa hermosa especie mas que el que ha
hecho de él una pura maquina. El hombre crece en la matriz por vegetacion, y su
cuerpo se descompone y se arregla como un reloj, ya por sus propios resortes,
cuyo juego suele ser feliz, ya por el arte de los que los conocen, no los relojeros,
sino los fisicos quimicos.» Aceptemos esta fatalidad: «No somos més criminales al
seguir el impulso de los movimientos primitivos que nos gobiernan, que lo es el
Nilo por sus inundaciones y el mar por sus estragos» O, mejor dicho,
alegrémonos de ello: «{Sabéis por qué hago todavia algin caso de los hombres?
Porque los creo seriamente maquinas. En la hipétesis contraria, conozco pocos
cuya compafiia fuese estimable. El materialismo es el antidoto de la
misantropia.»
La Mettrie, de aventura en aventura y de escdndalo en escandalo, habia
encontrado asilo junto a Federico II; el ateo del rey, decia Voltaire. Tenia mas
materia que el término medio de los hombres, pues era gordo, mofletudo,
panzudo, enorme y glotén; el 11 de noviembre de 1758, su m&quina murié a
consecuencia de una indigestion.
Una vulgarizacién del ateismo, por tiltimo, se expres en una multitud de
obras, y en dos en particular, Le systéme de la nature (1770) y Le Bon sens, ou
idées naturelles opposées aux idées surnaturelles (1772), resumen del primero.
Hubo un ateo de profesién, que se hizo leer por los sabios y los ignorantes, por las
duquesas y las doncellas; y fue Paul Thiry, barén de Holbach, Aleman de origen y
nacido en Hildesheim, habia ido a Paris para hacer alli sus estudios, y se habia
quedado. Un hotel propio, bue-I. La religién natural 115
nas comidas dos veces por semana; una casa de campo acogedora: jqué medios de
accién! Muchos europeos de nota recibieron la hospitalidad de la calle real de
Saint-Honoré, o del castillo de Grandval. No es que el barén tuviese genio; sus
ideas son recogidas a diestra y siniestra: su prosa es pesada y pastosa, y sus efec-
tos de grandilocuencia no bastan para levantarla, la hinchan. Tampoco es que su
caracter fuese perfecto: leno de contrastes, caprichoso; imaginad, para repetir
las expresiones de Diderot, que fue de sus intimos, un sdtiro alegre, mordaz,
despreocupado, nervioso; un tono original y libre; un humor variable, que lo
llevaba a contrariar y tratar con brusquedad a sus amigos; un corazén generoso y
que gustaba de hacer beneficios, pero capaz también de amarguras que hacian
dificil la vida en su proximidad; los buenos momentos compensaban los malos,
pero no siempre; atraia y repelia... Pero era rico, era sociable y tenia su puesto
sefialado en la mejor sociedad; era laborioso y activo, y sentia en si una vocacién
imperiosa: su funcién era disminuir, aniquilar, si podia, toda religion.
Contra el cristianismo nunca eran bastantes las injurias, nunca. A los
imnumerables libros que entonces habian aparecido contra la religién, afadia
otros, en mont6n, que ofrecian a la masa el pasto mds groseramente anticlerical:
Le Tableau des Saints, De l'impos- ture sacerdotale, Les Prétres démasqués, De
la cruauté religieuse, L'Enfer détruit. Tan numerosos, que es dificil establecer su
lista exacta y dificil distinguir su parte personal de la de Jos colaboradores que le
ayudaban, Si habia en los tiempos antiguos o en los tiempos modernos alguna
obra que pudiera servir para su designio, la mandaba traducir. Si entraba en
posesién de algim manuserito que fuese ttil para su campajia, Jo exhumaba;
como el que habia dejado el difunto sefior Boulanger sobre L'Antiquité dévoilée
par ses usages, donde probaba que nuestras ideas religiosas venian de la
impresién de terror que el Diluvio habia dejado a los escasos supervivientes.
Dirigia el taller, la oficina, el despacho de donde salia una propaganda tan
simplista, tan encarnizada, que cansaba hasta a los cofrades, que acababan por
ver en su persona un capuchino ateo.
Algunos otros los acompaiiaban y prolongaban su accién; una pequefia tropa,
no ya de despreciados y humillados, sino de orgullosos, que no temian reivindicar
un puesto en la sociedad, el primero, puesto que se proclamaban los sabios y
afiadian que el sabio es superior a la divinidad. Boulanger, Naigeon, Charles-
Frangois Dupuy, Sylvain Maréchal, Jérme Lalande, para no citar sino a los mas
conocidos, ofrecen un aire de parentesco: la misma mo-116 Segunda parte, La dudad de los hombres
nomania. Naigeon, el secuaz de Diderot, el proveedor y revisor del barén de
Holbach, retine en su Recueil philosophique, ou Mélanges de piéces sur la religion
et a morale (1770) los textos esenciales de la irreligién, breviario a contrapelo.
Sylvain Maréchal quiere ser el Lucrecio francés y compone un poema cuyos
versos son un desafio:
No existe la virtud si se admiten los dioses.
Compila un Dictionnaire des athées, donde atrae hacia si a los personajes mas
inesperados, desde Abelardo hasta Zoroastro, Berkeley y Boccaccio, Gregorio de
Nazianzo y Jurieu, Wolff el filésofo y Young el poeta; y donde figuran pueblos
enteros, los ingleses, los brasileftos, los chilenos y los americanos en general. Este
diccionario es la obra de un maniatico; y el Discurso preliminar, hinchado de
pretensién, desbordante de vanidad, no tendria mas valor si no, nos mostrara la
exasperacién de ideas cuyo nacimiento y desarrollo hemos visto: el ateo es el
hombre de la naturaleza; el hombre que, aceptando la limitacién del
conocimiento, no ve eémo ese conocimiento limitado le permitiria Hegar a Dios; el
hombre que, deseoso sdlo de su felicidad presente, no necesita a Dios para
realizarla, «La cuestién de saber si hay un Dios en el cielo no es para 61 mas
importante que el saber si hay animales en la luna»; el hombre que, por haber
admitido que toda la civilizacién cristiana se funda en un error, quiere que la
destrucci6n de ese error que se mezclaba con todo, que lo desnaturalizaba todo,
hasta Ja virtud; que era una trampa para los débiles, una palanca para los
poderosos, un barrera para los hombres de genio; la destruccién plena y completa
de ese imponente error cambiaria la faz del mundo»
Su influencia fue menor que el ruido que hicieron.
Un contemporanes, Pilati, declara que no hay ninguna parte del mundo que
esté tan Iena de ateos y de deistas como Italia; aunque la expresién del
pensamiento italiano no nos mostrase lo contrario, la confusién que comete entre
deistas y ateos bastaria para invalidar su decir. La evolucién de la psicologia
inglesa, lejos de conducirla a las negaciones, la devuelve a la fe. En Francia,
Helvétius declara que los tedlogos han abusado tanto de la palabra materialista,
que se ha hecho sinénima de espiritu ilustrado, y que designa a los escritores
célebres que se leen avidamente: no es mas que un rasgo polémico. Se conoce esta
anécdota: vuelto aI. Lareligién natural IT
Pais como secretario de embajada, Hume declara en una comida que no cree que
baya ateos porque nunca ha visto ni a uno sdlo. Somos dieciocho a la mesa, le
responde su anfitrién; quince son ateos, los otros tres no saben qué pensar. Pero
estaba en casa del barén de Holbach. Todo el esfuerzo de los Aufkldrer alemanes
tiende a establecer, no el ateismo, en modo alguno, sino eine verniinftige
Brkenntniss Gottes, un conocimiento racional de Dios.
Si ya no se pedia que se quemase a aquellos impios, sus libros daban todavia
horror. Cuando La Mettrie dedicé su Homme machine al sabio Haller, éste se
consideré insultado y envié al Journal des Savants, el mes de mayo de 1749, una
protesta solemne: «Como el autor anénimo de L’homme machine me ha dedicado
esta obra, tan peligrosa como poco fundada, creo deber a Dios, a la religion y a mi
mismo la presente declaracién, que ruego a los sefiores autores del Journal des
Savants insertar en su obra. Desautorizo ese libro como totalmente opuesto a
mis opiniones. Considero la dedicatoria como una afrenta mas cruel que todas las
que el autor anénimo ha hecho a tantas personas honradas, y ruego al puiblico
que tenga la seguridad de que nunca he tenido relacién, conocimiento,
correspondencia ni amistad con el autor de L’homme machine, y que miraré
como la mayor de las desgracias toda conformidad de opinién con él» Haller era
piadoso; pero d'Alembert, Federico II, Voltaire, no lo eran; y refutaron Le systéme
de la Nature.
Contra los ateos, los deistas argumentaban profusamente, contradiciendo
sus argumentos unos tras otros; la experiencia prueba, dicen los ateos, que las
materias que consideramos inertes y muertas adquieren accion, inteligencia y
vida cuando se combinan de cierta manera; no es verdad, dicen los deistas. La
materia y el movimiento bastan para explicarlo todo; no es verdad. La materia es
eterna y necesaria; no es verdad; «cuando se atreve uno a asegurar que no ha
Dios, que la materia actiia por si misma, por una necesidad eterna, hay que
demostrarlo como una proposicién de Euclides, sin lo cual no apoyais vuestro
sistema mas que en un quiza. (Qué fundamento para la cosa que interesa mas al
género humano!’,
Pero los Ateos no se abandonaban, y tenian para el deismo la actitud
despreciativa que los deistas tenian para la devocién. «Un materialista, un dia,
me decia que un deista era una especie de hombre que no tenia bastante
debilidad para ser cristiano, ni bas-
‘Voltaire, Dictionnaire philosophique, articulo Ateo, Atetsmo; articulo Dios.118 Segunda parte. La ciudad de los hombres
tante valor para ser ateo» 8, Se cita la frase de una adoradora arrebatada de la
filosofia, que decia de Voltaire que, siendo deista, era beato. {Qué entendian esos
espiritus débiles, partidarios de las causas finales, por una religion sin misterio?
Y {por qué timidez conservaban un Dios del que ellos mismos decian que no
podian concebirlo? La diferencia entre el Dios del deista, del optimista, del
entusiasta, y el del devoto, del supersticioso, del celoso, sélo reside en la
diversidad de las pasiones y los temperamentos: nunca habra mas que un paso
del deismo a la supersticién®. El deista, y cualquier otro sectario que admita una
religién, podria ser designado con la expresién vulgar: Eece homo; mientras que
el ser viril que no dobla la rodilla ante nadie es el ateo: Ecce vir... 1.
En estos términos se interpelaban, en tono agudo, aquellos aliados de un
momento, que habian querido luchar juntos contra un enemigo comin, pero que
crejan cada vez mas claramente que su pensamiento discrepaba en una cuestion
esencial.
El siglo XVIII, en su conjunto, fue deista, no ateo. Pero tuvo que dejar lugar,
de grado o por fuerza, aun ateismo que le reproché la misma timidez de que los
deistas acusaban a los creyentes.
® P. Bonhomme, L ‘anti-Uranie ou le déisme comparé au christianisme, 1763.
° Barén de Holbach, Le Bon Sens, ou idées naturelles opposées aux surnaturelles, TI.
10 Sylvain Maréchal, Dictionnaire des athées, aito VIII. Discurso preliminar.Capitulo II
LAS CIENCIAS DE LA NATURALEZA
La ciencia seria la de la naturaleza; y, en efecto, la historia natural fue
puesta en primer lugar; la geometria, en el segundo.
Ciertamente, muchos continuaron deleitandose con las matematicas,
consideradas como el mas hermoso ejercicio de la raz6n, el mas claro, el mas
s6lido y el mas metédico, Europa no se quedé de repente sin matematicos
ilustres: todavia abundaron. Siempre habré en el mundo gentes semejantes a
aquel sefior de Lagny, cuya historia se nos cuenta; cuando estaba moribundo y le
decian en vano las cosas mas tiernas, leg el senor de Maupertuis y puso
empeiio en hacerle hablar: «Sefior de Lagny, jel cuadrado de doce?» «Ciento
cuarenta y cuatro», respondié el enfermo con voz débil; y ya no dijo una palabra
mas.
Unicamente la geometria perdié la supremacia que se le habia conferido,
porque se advirtié decididamente que no afiadia nada al conocimiento, que se
contentaba con desarrollar, por deduccién, principios ya establecidos y que, por
consiguiente, no aprehendia lo real. Dado que en la naturaleza no existe ni
superficie sin profundidad, ni linea sin anchura, ni ningtin punto sin dimensién,
ni ningtin cuerpo que posea la regularidad hipotética que le supone el geémetra,
su ciencia no parece ya mas que un sueiio puesto en ecuaciones. Ilusién el querer
recrear el mundo con el movimiento y la extensién: habia sido la del sefior
Descartes, cuyo reinado habia pasado.
Habia llegado el reinado de Newton, que habia puesto las ma-
119120 Segunda parte. Laciudad de los hombres.
tematicas al servicio de la fisica, reduciéndolas asi a su papel justo. Porque no
habia partido de abstraceiones ni de axiomas, sino de hechos, para llegar a otros
hechos debidamente comprobados; porque habia sacado de la naturaleza las
leyes de la naturaleza, la generacién ascendente lo habia adoptado entre sus
semidioses. Habia salido del periodo de las incomprensiones, y se lo explicaba a
los ltimos incrédulos. Sus discipulos, en las Academias, en las cdtedras,
comentaban sus obras, cuyo contenido parecia inagotable; incluso se lo ponia al
aleance del gran ptiblico, como hacia Voltaire en su claro francés; como hacia
Algarotti en italiano: eccovi il Neutonianismo per la Signore. Su gloria se
afirmaba progresivamente: los sabios enviados al Pert en 1735 y a Borneo en
1736 para comprobar sus medidas de la tierra volvian diciendo que, hecha la
experiencia, no se habia equivocads. Ante la vieja Sorbona misma encontraba
defensores, y penetraba en las escuelas, guardia- nas de las ideas, lentas en
adoptarlas, obstinadas en mantenerlas. «El furor de la atraccién es hoy mas
fuerte en Holanda y en Inglaterra que lo fue nunca en Francia el de los
torbellinos imaginarios de Descartes. Se ven abogados que abandonan el foro
para ocuparse del estudio de la atraceién; hay eclesiasticos que olvidan por ella
todos los ejercicios teolégicos...»!.
Galileo, sin alcanzar la misma gloria, obtuvo reparaci6n: en 1737, con una
ceremonia solemne, habian sido trasladadas sus cenizas a Santa Croce, la iglesa
florentina donde Italia celebra el culto de sus muertos ilustres. Pero habia un
nombre que simbolizaba una ciencia menos abstracta, menos altiva, mas
facilmente accesible que la fisica matematica; mas natural todavia, si puede
decirse: el del canciller Bacon. El precursor, el sabio de los sabios, el enemigo de
las hipétesis vanas, el maestro del pensar, el que habia restaurado el imperio de
la razén, trazado los caminos, suprimido las dificultades, indicado los trabajos
que quedaban por hacer, el mas grande y el mas universal de los filésofos; el
genio experimental en persona, Cuando Bacon habia dicho, con su acento a la vez
sencillo y patético, que la légica formal era més propia para consolidar y
perpetuar los errores que para descubrir la verdad; que el silogismo ataba las
inteligencias y no Ilegaba a las cosas; que no habia que jurar ya sobre las
palabras de los maestros, ni adorar los idolos; que habia que cambiar de método,
practicar la observacién, recurrir a la experiencia, habia sembrado ideas que,
jouum Organum, han germinado, han fermentado,
unos cien afios después del
1 El marqués de Argens: La philosophie du Bon Sens, 1746, Reflexion
TIL, par. 20.TL. Las dendas de la naturaleza 121
han formado una cosecha que cubrié Europa. Aphorismi de inter- pretatione
naturae et regno hominis.
Desde la superficie, y a la primera ojeada, se percibe una efervescencia. En
todas partes se ponen a la obra curiosi; éste empieza una coleccién de mariposas,
y este otro un album de plantas; éste hace traer del extranjero los prismas que, le
permitiran, descomponer la luz, o los anteojos que le harén ver el anillo de Sa-
turno. El que quiere agradar a su amada le envia insectos raros que se colocaran
en su vitrina; el que quiere parecer sabio publica la descripcién de un gabinete de
historia natural; el que viaja se provee de cajas, de redes, de tijeras y de lupas.
Gersaint no vende sélo cuadros, sino conchas. Los grandes seiiores dan el ejem-
plo; y tanto mejor, dice otro, porque, arruinados por arruinados, mas vale que lo
sean por un quimico que por un hombre de negocios: la ciencia, por lo menos,
saldra ganando. El contagio aleanza a los reyes: Luis XV quiere poseer
colecciones; el Delfin toma lecciones de fisica; Jorge III es boténico; Juan V asiste
a investigaciones astronémicas, y Victor Amadeo II repite con Gerdil las
experiencias del abate Nollet. A la puerta del abate Nollet, que en Paris, calle del
Mouton, cerca de la Gréve, profesa un curso de fisica experimental, se agolpan
las carrozas de las duquesas, que quieren ser electrizadas. Los burgueses siguen
el movimiento; y los jévenes, a los que el abate Pluche muestra el Espectdculo de
la naturaleza, o las particularidades mas adecuadas para volverlos curiosos y
formar su espiritu.
Si, extrafiado por estas primeras apariencias, se busca su fundamento, se
comprueba pronto la gravedad del esfuerzo que la moda no ha hecho sino
explotar. Los periédicos dan a la recensién de las publicaciones cientificas un
lugar tan considerable, que es invasor; libros de fisica, de botanica, de medicina,
son cada vez mas numerosos; pero por el progreso mismo de la disciplina ala que
pertenecen, pronto envejecen y piden ser sustituidos, y lo son. A estos multiples
libros, a las comunicaciones que anuncian tal o cual novedad, se abren de par en
par las Academias: la Academia de Berlin, vivificada por Federico II en 1744; la
Academia de San Petersburgo, fundada en 1725; la Academia de Estocolmo,
fundada en 1739; la Real Sociedad de Copenhague, fundada en 1745; mientras el
Instituto de Bolonia, la Academia de Ciencias de Paris, la Royal Society de
Londres, venerables sociedades, mantienen su tradicién, pues cada compaiia se
honra asociando a los extranjeros a estos trabajos. Es una prueba de estimacion,
vivamente122 Segunda parte. La dudad de los hombres
deseada, ser discutido ante su tribunal; en 1746, habiendo escrito Voltaire una
Disertacién sobre los cambios ocurridos en nuestro globo y sobre las
petrificaciones que se pretende ser todavia sus testimonios, la dirige en italiano al
Instituto de Bolonia; en inglés, a la Real Sociedad de Londres; incluso se proponia
ponerla en latin, para enviarla a la Academia de San Petersburgo. En 1735, esta
Ultima habia ofrecido libros a la Academia de Lisboa, cuyo presidente era
entonces el viejo conde de Ericeira, el mismo que en otro tiempo habia traducido
a Boileau. El conde pronuncia un discurso de gracias, todavia leno de frases
redundantes y floridas; habla de la reina de Saba, de la Sibila de Oriente que,
desde los hielos del Septentrién, ha expedido, escritas en hojas de oro, las obras
de su académicos; pero habla también de Bacon, del sutilisimo René Descartes,
que supo aliar el Algebra con la geometria; de Newton, el mas grande filésofo de
Inglaterra, que ha demostrado lo que es demostrable en filosofia natural y cuyos
principios son seguidos muy justamente. A la vez, las viejas figuras retéricas y la
expresion del gusto nuevo.
El movimiento es doble: una expansién, una voluntad que impulsa a los
investigadores a salir de su provincia, de su reino, de su continente, para
conquistar poco a poco todo lo creado: Cata- logus plantarum quibus consitus est
Patavii amoenissimus hortus; Flora Noribergensis, Botanicon parisiense; Hortus
uplandicus, Flora lapponnica, Historia naturalis curiosa regni Poloniae, The
Natural History of England; Flora cochinchinense Como se presiente todavia la
existencia de algunas tierras desconocidas, los bareos que parten para el
descubrimiento Hevan a bordo naturalistas, que levarén a Europa ejemplares de
una flora y una fauna que hasta entonces se habian ocultado a los hombres. A
medida que la indagacién se extiende, el mimero de especies animales y vegetales
aumenta desmesuradamente, ya no se llega a contarlas; las cifras que se inscri-
ben hoy, resultarén falsas majiana; se esta como desbordado por esas incesantes
aportaciones; la vida, la vida inmensa, trastorna las nociones que se tenian de
ella. Al mismo tiempo se produce una concentracidn: los mas curiosos de esos
curiosos se encierran entre cuatro paredes y Ilaman hacia si a esa misma vida
prolifica. Se entregan a operaciones misteriosas, recortan, disecan, miran con mi-
croscopios, agitan frascos en que han encerrado extraiias sustancias: el sabio de
laboratorio ha nacido. Pobres laboratorios, que carecen con frecuencia de los
instrumentos mas sencillos; investigadores mal equipados, que vacilan en
quitarse los trajes de terciopelo y remangarse sus mangas de encaje, pero que no
por ello dejan de empezar a vivir la epopeya de la experimentacion.TL. Las ciencias de la naturaleza 123
Entonces aparecieron, como en serie, los nombres que permanecen unidos,
cada uno, al recuerdo de una victoria: en astronomia, la linea de los Cassini; en
geologia, Johann Gottlob Lehman y Horace Bénédict de Saussure; en botanica,
Carlos de Linneo y los primeros de los cinco Jussieu; en entomologia, René-
Antoine Ferchault de Réaumur, Charles Bonnet; en fisica, Guillermo-Jacobo
SGravesande, Leonardo Euler, Alessandro Volta; en fisiologia, Her- mann
Boerhave, Friedrich Hoffmann, Albrecht von Haller, Caspar: Friedrich Wolff,
Lazzaro Spallanzani, Georg-Emest Stahl, Joseph Priestley, Carlos-Guillermo
Scheele; con frecuencia es un error confinarlos en una especialidad: todo se
descubria a la vez. Evoquemos para no nombrar a tantos como son, las figuras
legendarias: un Galvani, provocando las contracciones musculares de las ranas
desolladas; un Lavoisier, ante sus tubos y retortas, grave y apuesto.
Pertenecian a los paises ms diversos, pues casi ninguno habia dejado de
delegar algunos de sus representantes en la gran obra; a decir verdad, no
formaban més que una nacién tinica en medio de las naciones. Sus sibditos
continuaban su trabajo aun en medio de las guerras; incluso en los momentos en
que las comunicaciones eran més dificiles, se hacian sefiales; se inspeccionaban
unos a otros, se aprobaban, se felicitaban, Tal era la reptiblica ideal de los
hombres de ciencia.
No era tan facil.
Las ambiciones eran demasiado vastas; se repetia que sdlo se podia avanzar
con pies de plomo, pero se partia con un impulso tan gozoso que se crefa tener
alas, y se lanzaban, para empezar, en proyectos desmesurados; como el que
inicié, el ao 1719, la joven Academia de Burdeos: nada menos que la historia de
la tierra y de todos los cambios que se han producido en ella, tanto generales
como particulares, sea por los terremotos y las inundaciones 0 por otras causas;
con una descripcién exacta de los progresos de la tierra y del mar, de la
formacién o la pérdida de las islas, de los rios, de las montaiias, de los valles,
lagos, golfos, estrechos, cabos, y de todos sus cambios; de las obras hechas por la
mano del hombre que han dado una nueva faz a la tierra... Las Memorias debian
ser enviadas al seflor de Montesquieu, presidente de birrete del Parlamento de
Guyemne, que pagaria su porte. {Tuvo que pagar mucho el sefior de
Montesquieu? Nunca se ejecuté el proyecto.
Ya no se querian prodigios. Pero costaba trabajo desprenderse de lo
maravilloso, sobre todo al principio, cuando todavia no esta-124 Segunda parte. La dudad de los hombres
ba asegurado el método. Ya no se querian hipétesis. Pero jqué comodo era
enunciar una, siempre que se encontraba uno en un apuro! La peste hace
estragos en Marsella y Provenza: qué es la peste y como se propaga? No es
contagiosa, seria un absurdo negro sostenerlo. Es contagiosa, pero sélo al modo
de una epidemia, y ésta viene de la mala alimentacién. Es contagiosa por las
Iagas, por las orinas, por la transpiracién, y, por tanto, por los colchones, por las
ropas, por todo lo que el enfermo ha toeado. ,Cual es su naturaleza? Consiste en
miasmas, en particulas gorgo- nicas, en particulas de antimonios, en gusanillos
que por la mafiana nadan como peces, a mediodia vuelan como pajaros y mueren
por la noche; consiste en insectos que se insintan por los mas pequeiios orificios
de la piel, sobre todo en invierno, porque son frioleros. ¢Cémo curarla? Con café.
Con agua tomada en abundancia. Con cocimientos de escorzonera, a los que se
afiadirén unas gotas de zumo de limén o de espiritu de azufre. Con tintura de
oro, esencia emética, pociones cordiales, pildoras purgantes, sudorificos. Sobre los
bubones, cataplasmas o piedras de cauterio, que se dejaran durante varias horas.
Lyon, Montpellier, Paris, Zurich, Londres, discutieron, y los enfermos se morian
siempre.
No bastaba con maldecir el espiritu de sistema para librarse de él. Se
atacaba lo mas dificil; el problema de la generacién, el problema de la formacién
de los cuerpos orgénicos; y antes de haber acumulado las observaciones se
formulaban teorias, a las que respondian en seguida otras teorias: pronto la
confusién resultaba inextricable, ;Preformacién y encajonamiento? {Epigénesis?
{Moldes y matrices? 2. Para probar la superioridad de una u otra de estas
explicaciones, se discutia indefinidamente, y se hubiera dicho que la ciencia,
desviada, no progresaba ya.
A veces, un error atraia la atencién por su caracter espectacular. En 1748,
John Tuberville Needham, fisico inglés, habia visto producirse generaciones
esponténeas. Dejémosle la palabra, escuchémoslo mientras nos cuenta las
experiencia que ha dispuesto, las precauciones que ha tomado contra todo posible
error, los resultados sorprendentes que ha obtenido: «Tomé jugo de carne muy
caliente y lo puse en un frasco, que cerré con un tapén de corcho, pegado con
tantas precauciones que era como si se hubiese sellado
2 Se encontrarén estas teorias formuladas del modo mas preciso en los textos
siguientes, para el encajonamiento: Maupertuis, Essais sur la formation des corps
organises, pardgrafos IX y X. Para la epigénesis: Charles Bonnet, Contemplation de la
nature, séptima parte, capitulo X: La generacién. Para los moldes y matrices: Buffon,
Histoire naturelle, De los animales, capitulos IH y IV.TI. Las ciencias de la naturaleza 125,
el frasco herméticamente. Eliminé asi el aire exterior para que no se pudiera
decir que mis cuerpos méviles tenian su origen en insectos o huevos esparcidos
por la atmésfera. La pequefia cantidad de agua que mezclé con el jugo para
hacerlo un poco mas fluido no constituia, creo yo, mas de un sexto, y la eché
hirviente, por miedo a que pudiera imaginarse que hubiese algunos gérmenes
contenidos en esa agua... No descuidé ninguna precauci6n, ni siquiera la de
meter entre cenizas muy calientes el cuerpo del frasco después de haberlo
tapado, para que, si habia algo en la pequefia fraccién de aire que enaba el
cuello, se consiguiera destruirlo y hacerle perder la facultad reproductora... Todo
mi frasco se Ilené, en cuatro dias de tiempo, de animales microseépicamente
vivos..» Y era admirable, y no era verdad; y se necesitaron afios para examinar
la teoria de Needham, inspeccionarla, refutarla, para probar que la fermentacién
de vida comprobada por él venia de gérmenes traidos del exterior, por mucho
cuidado que hubiera tenido en eliminarlos: detenci6n, indecision, vuelta atras...
‘Todas las aventuras de que nos da el espectaculo la historia de las ideas, las
filiaciones inesperadas, las victorias que terminan en derrotas, los fracasos
fecundos, se encuentran aqui en su paroxismo. Los botanicos, imbuidos de
espiritu cientifico, aspiraban a hallar una clasificacién de las plantas que no se
fundara sino en hechos objetivamente observados; y después de Tournefort,
Linneo creyé haber acertado, a partir de su Systema naturae (1735). «Yo soy el
primero que ha inventado el utilizar para los géneros los caracteres naturales...»
Pero al mismo tiempo, estos botanicos, como los demas cientificos hermanos
suyos y como los filésofos, sus maestros confesados o inconfesados, intentaban
hacer entrar el universo y sus producciones en un plan preconcebido.
Tmaginaban lo que Ilamaban la gran escala de los seres; los seres no podian
ordenarse de otro modo que segtin esa escala, donde no faltaba ningan tra-
vesafio; se pasaba de uno a otro por gradaciones tan menudas que apenas se
podian distinguir, pero que no eran menos reales; lo discontinuo estaba excluido
a priori; ningin lugar tenia derecho a quedar vacio; no habia corte entre los
grados de una serie, entre la serie animal y la serie vegetal, entre la serie vegetal
y la serie mineral; una conexién imperceptible existia entre los hombres y las
criaturas superiores, los Angeles; en la ciispide, el tinico, aislado, se encontraba
Dios. Era menester a cualquier precio que todas las casillas estuviesen ocupadas;
si no se distinguian atin sus ocupantes, éstos no dejarian de aparecer algin dia.
De suerte que los mismos hombres que se proclamaban servidores del hecho so-
metian el hecho, de grado o por fuerza, al a priori.126 Segunda parte. La dudad de los hombres
Para pasar del dogma de la fijeza de las especies a la idea de una evolucién
vital era necesaria una larga y dura lucha. Sin embargo habia que hacer constar
que, bajo la influencia de los climas exéticos, ciertos animales, ciertos vegetales
habian cambiado. Habia que aceptar los resultados aportados por la
paleontologia, que encontraba en las capas profundas del suelo la huella de seres
desaparecidos; los resultados aportados por la fisiologia, que registraba
fenémenos de degeneracién y otros de hibridacién. Pero no sin resistencia, Se
tomaba a Maupertuis por un cerebro extrafio; sus visitantes contaban con
asombro que su casa era una casa de fieras, lena de animales de todas clases,
que no mantenian en ella la limpieza, y que él se divertia de un modo extraiio en
aparear animales dispares. Mas loco todavia parecia La Mettrie, que afirmaba
que las primeras generaciones habjan tenido que ser muy perfectas, que aqui
habia faltado el es6fago y alli los intestinos; que s6lo habian sobrevivido los
animales dotados de todos los érganos necesarios y los mas fuertes. Habia que
levantar un peso inmenso de ignorancia y de prejuicios para ver emerger poco a
poco el transformismo de Lamarck.
Largos trabajos, contratiempos, sinsabores; pero también exaltaciones y
alegrias. Se traicionaria a la época si no se mostrase el estremecimiento que la
animé. {Oh maravillas, oh mundo prodigioso de los insectos! He aqui que Charles
Bonnet descubre, observando los pulgones, el mas asombroso de los fenémenos:
se reproducen sin intervencidn del macho, por partenogénesis. ;Oh mundo
prodigioso de las plantas! He aqui que Abraham Trembrey descubre, observando
unos tallos acuaticos, que se alargan, mueven cuernos o brazos y hasta se
desplazan; jserian animales? Corta esos pélipos en varios trozos, y cada uno de
estos trozos da otro pélipo: son plantas, se reproducen por esquejes. Pero no, no
son plantas; los pélipos cogen pequefios gusanos, los introducen por la boca en la
cavidad de su cuerpo, los digieren: son animales. Son animales plantas; las dos
cosas a la vez...2. Réaumur reproduce algunas de las experiencias de Trembley:
«Confieso que cuando vi por primera vez formarse poco a poco dos pélipos del que
habia cortado en dos, me cost6 trabajo creer a mis ojos; y es un hecho que no me
acostumbro a verlo, después de haberlo visto y revisto cien y cien veces»
Entonces se cortaban en trozos gusanos
3 Abraham Trembley, Mémoire pour servir a Uhistoire d'un genre de
Polypes deau douce.., 1744.TI. Las ciencias de la naturaleza 127
de agua dulce Hamados nayades, incluso lombrices de tierra, y siempre se
regeneraban por si mismos. Spallanzani les cortaba los euernos 0 la cabeza a los
caracoles; los cuernos volvian a brotar, la cabeza volvia a formarse. Dirigiéndose
entonces a las salamandras acuaticas, animales de sangre roja, les cortaba las
patas, iy esas patas volvian a crecer! Se habia vuelto al tiempo de los milagros,
pero milagros naturales. Las plantas respiraban; el aire no era ya uno de los
cuatro elementos simples; se componia de bases que se conseguia disociar; desde
Filadelfia, en el Nuevo Mundo, se anunciaba que un hombre, Benjamin Franklin,
habia captado el rayo, habia tomado posesién del fluido celeste, como se decia; lo
habia arrebatado a los dioses. «Estoy cansado de contar prodigios» 4,
La recompensa habia Iegado ya: del saber nacia el poder; se dominaba la
naturaleza conociéndola, La materia estaba subyugada. ;Qué bien se habia hecho
al abandonar la vana indagacién de los primeros principios, de las esencias y las
sustancias! Poco importaban las causas primeras, desde el momento en que se
encontraba medio de hacerlas producir de una manera segura los efectos que se
necesitaban; de este cambio resultaba una abundancia de sus bienes. Bienes
reales, a los que Ilegaban las ciencias mas desinteresadas en apariencia: «Los
descubrimientos de los hombres de ciencia son las conquistas del género
humano»®, Man is no weak®: ya no era verdad que el hombre fuese débil; su
fuerza iria creciendo de dia en dia.
Gracias a la ciencia, la vida se haria buena y bella. Entonces aparecia,
rodeado de una nueva aureola, el que poseia la ciencia, el que corregia a la
naturaleza cuando se extraviaba, el que curaba los males de la vida: el médico. El
teatro continuaba riéndose de Diafoirus, por costumbre; pero Boerhave de
Leyden, Tronchin de Ginebra, Bordeu de Paris, ilustres en toda Europa,
encarnaban el nuevo poder. El ptiblico asistia al largo debate sobre la inocula-
cién; y al final, la viruela estaba vencida. «Todo cede al gran arte de curam,
exclamaba La Mettrie, que entonces olvidaba sus diatribas contra sus colegas; «el
médico es el tinico filésofo que merezca de su patria... Aparece como los hermanos
de Helena en las tempestades de la vida. {Qué magia, qué encanto? Sdlo su
vision calma la sangre, devuelve la paz aun alma agitada y hace renacer
4 Charles Bonnet, Considérations sur les corps organisés, 1762, capitulo XI.
% Joseph Landon, Réflexions de mademoiselle X, comédienne francaise, 1750, p. 54.
68, Johnson, Rasselas, 1759, capitulo XII: «Man is no Weak answered his compassion
(mlac); Knowledge is more than équivalent to Force»128 Segunda parte. La dudad de los hombres
la dulce esperanza en el corazén de los desdichados mortales. Anuncia la vida y
la muerte, como un astrénomo predice un eclipse...»”. El tinico filsofo, en verdad:
el timico que habla en nombre de la experiencia, pues «s6lo él ha visto los
fendmenos, la maquina tranquila o furiosa, sana o rota, delirante u ordenada,
sucesivamente imbécil, esclarecida, estipida, ruidosa, letargica, actuante, viva y
muerta» §,
El 14 de febrero de 1750, Buffon mismo registraba el éxito de su Histoire
naturelle, tres de cuyos vokimenes se habian publicado el aiio precedente; la
primera edicién, aunque tirada en gran mimero, se ha agotado al cabo de seis
semanas; se han hecho ya una segunda y una tercera, que van a aparecer; la
obra esta traducida al alemén, al inglés, al holandés... Buffon no es tal vez el mas
grande genio cientifico de su época, pero es el mas representativo.
Se le debia un nuevo Discurso del método, De la maniere de traiter l'histoire
naturelle, Alli habia descalificado las matematicas, habia proclamado que las
mentes, mejor que una evidencia geométrica, pedian ahora una certeza de hecho.
Una revolucién se indicaba en estas lineas:
Hay varias especies de verdades, y se acostumbra a poner en el primer orden
las verdades matemdticas; sin embargo, no son. mds que verdades de definiciones;
estas definiciones se refieren a suposiciones sencillas, pero abstractas; y todas las
verdades de este género no son mds que consecuencias compuestas, pero siempre
abstractas, de esas definiciones. Nosotros hemos hecho suposiciones, las hemos
combinado de todas maneras; ese cuerpo de combinaciones es la ciencia
matemdtica; no hay, por tanto, en esa ciencia nada més que lo que nosotros
hemos puesto en ella... Las verdades fisicas, por el contrario, no son en modo
alguno arbitrarias y no dependen de nosotros, en lugar de estar fundadas en.
suposiciones que hemos hecho, no se apoyan mds que en hechos... En matemdtica,
se supone; en fisica se afirma y se establece. Alli son definiciones, aqui son hechos.
Se va de definiciones en definiciones en las ciencias abstractas; se marcha de
observaciones en observaciones en las ciencias reales. En las primeras se llega a la
evidencia; en las tiltimas, a la certeza.
Llevaba hasta la paradoja la voluntad de poner al hombre en el centro del
universo. No le gustaba la clasificacion de las plantas
7 La Mettrie, dedicatoria de L’homme machine, 1748.
8 Diderot, Encyclopédie, articulo Locke.TI. Las ciencias de la naturaleza 129
que habia propuesto el sefior Linneus: su propia clasificacién, que no se limitaria
a las plantas, sino que comprenderia la creacién entera, partiria de otro
principio. Un individuo se despierta como si lo hubiera olvidado todo; est en un
campo donde los animales, los pajaros, los peces, las piedras se presentan a sus
ojos nuevos. Primero estara perdido, sin distinguir nada, confandiéndolo todo.
Pero pronto percibira una diferencia entre la materia inanimada y la materia
animada; en esta ultima no tardara en percibir una diferencia entre los animales
y las plantas; de ahi esa primera gran divisién, reino mineral, reino vegetal,
reino animal. Mirando los animales, ese mismo individuo llegar en poco tiempo
a formarse una idea particular de los que habitan la tierra, 0 el agua, o el aire; de
ahi la divisién en cuadripedos, aves, peces, Clasificard los cuadripedos segiin las
relaciones que tengan con é1 mismo; los mas ttiles a su vida ocuparén la primera
fila: el caballo, el perro, el buey. Una vez agotada la lista de estos animales
familiares, se ocupar de los que no dejan de habitar los mismos lugares, como
serian las liebres, los ciervos y otros animales salvajes. Sélo al final, su
curiosidad, lo llevara hacia los que habitan en los climas extraiios, los elefantes,
los dromedarios, etc... Poner juntas las cosas que se parecen, separar las que
difieren, organizando semejanzas y diferencias en relacién con el hombre; ofrecer
al hombre un retrato de la naturaleza, obtenido por medio de una descripicién
completa: tal era su ambicién.
Su Histoire de la terre y Les époques de la nature sirvieron para sustituir
por una concepcién evolutiva la concepcién estatica de la ciencia. Mostré que no
se podia conocer esa realidad, cuya masa y cuyo detalle ambiciona aprehender,
més que si se la veia formarse en su existencia anterior y en las vicisitudes de su
pasado. Habia partido del aspecto cadtico de la naturaleza —alturas, abismos,
llanuras, mares, pantanos, rios, cavernas, simas, volcanes, montafias hundidas,
rocas hendidas y rotas, comareas sumergidas— para penetrar, gracias a la
geologia, en sus profundidades. Por la accion milenaria del fuego, de las grandes
aguas, habia explicado ese enigma; como decia en su lenguaje sonoro, habia
registrado los archivos del mundo y puesto piedras numerarias en la ruta eterna
del tiempo.
‘Todo parecia hacer de él un simbolo, incluso sus errores. Pues se equivocd
algunas veces: habia mirado mal cuando habia acercado el ojo al microscopio que
le habia prestado el sefior Needham, y que era sin embargo mejor que los suyos;
habia hecho mal sus preparaciones; habia comprobado mal sus resultados; habia
considerado como una tarea inferior las ocupaciones menudas, indignas130 Segunda parte. La ciudad de los hombres
de él. Aquel enemigo de los sistemas se habia enfrascado a fondo en la teoria de
las matrices y los moldes, que habia sostenido mucho tiempo y con ardor. Pero si
habia pecado era contra su propia sabiduria, contra la ley a que siempre volvia; de
suerte que, siendo falible, no por ello legaba menos a los que vendrian después de
él, el método que permitiria refutarlo.
‘imboliza la labor y la larga paciencia que resulta genio. El tiempo, el
precioso tiempo que los demas malgastan en futilezas, en placeres, incluso en
ocupaciones exteriores a su tarea, él lo reservaba para su obra, el Jardin del Rey,
la Historia natural. Habia resistido a las tentaciones de la holgura, de la vida
social, de los viajes, pues no habia pasado mas que algunos meses en Italia y
habia permanecido en Inglaterra justo lo bastante para hacer alli su aprendizaje
cientifico; y, duefio de su vida, después de haber disciplinado su temperamento, su
caracter, su fuerza, daba tranquilamente el maximo de su esfuerzo. La hora de
levantarse; de la comida, del paseo, la habia fijado de un modo inmutable: como el
que no descansa nunca, porque sabe que nunca ha acabado.
Simbolizé la moralidad de la ciencia, la constancia de su dura ley. Simbolizé
las esperanzas que da la ciencia: «Acumulemos siempre experiencias y
apartémonos, si es posible, de todo espiritu de sistema, al menos hasta que
estemos informados, encontraremos facilmente un dia dénde colocar esos
materiales; y aun cuando no fuésemos bastante afortunados para construir el
edificio entero, nos servirdn ciertamente para poner sus cimientos, y quiz para
adelantarlo incluso mas alla de nuestras esperanzas» ®.
Para él no habia anochecer; al envejecer entraba en una apoteosis, Sus
defectos, cierto aspecto material de su caracter, su habilidad para hacerse ayudar
por colaboradores escogidos, su gusto por los amores rapidos y faciles, todas sus
imperfecciones se difu- minaban en una humareda de incienso. Uno de los
cuarenta de la Academia francesa, tesorero perpetuo de la Academia de Ciencias,
miembro de las Academias de Londres, Edimburgo, Berlin, San Pe- tersburgo,
Florencia, Filadelfia, Boston; coronado, adulado, mimado, pudo ver en sus jardines
el monumento que su hijo habia hecho elevar a su gloria, y su propia estatua en
su amadisimo Jardin del Rey. Montbard se convertia en un lugar de
peregrinacién, rival de Ferney; el principe Enrique de Prusia iba a visitar al hom-
bre ilustrisimo, al que enviaba luego un juego de porcelana que representaba
cisnes; Jean-Jacques Rousseau se ponia de rodillas para
° Buffon, prefacio ala traduccion de La estdtica de los vegetales, de Ha- ler, 1735.TI. Las ciencias de la naturaleza 131
besar el umbral de su puerta. Le dirigian versos, en que lo celebraban como el
espiritu creador y el genio sublime; madame Nec- ker lo Hamaba el hombre de
todos los siglos; Catalina de Rusia, en una carta autégrafa, le escribia que,
después de haber dado Newton el primer paso, él habia dado el segundo. Cuando
se habian recorrido las trece terrazas se habia contemplado el gabinete de
trabajo, austero, y desnudo, donde se habia elaborado la obra maestra, y se
llevaban los ojos a su autor, se veia un porte majestuoso, un rostro hermoso y
tranquilo, todavia fresco a los setenta y ocho aiios. Houdon habia podido
reproducir, en el busto que le habia hecho, su gravedad, su nobleza, pero no el
brillo de sus ojos, el color de sus cejas negras en contraste con sus hermosos
cabellos blancos. Se parecia al hombre tal como lo habia representado: el hombre
se mantiene erguido y levantado; su actitud es la del mando; su cabeza mira el
cielo y presenta una faz augusta en la cual esta impreso el caracter de su
dignidad.
{Todo este trabajo, todo este esfuerzo, todas estas discusiones, para hacer
valer esa verdad tan sencilla de que en asuntos de ciencia hay que partir de la
observacién escrupulosa del hecho? Seguramente. Ya habia sido afirmada, y en
diferentes ocasiones; aun habrd de serlo en el porvenir; Claude Bernard no hara
sino volver a Bacon. Todo sucede como si las mareas recubriesen, de siglo en
siglo, de generacién en generacién, las islas descubiertas, y como si fuese
menester cada ver, sefialarlas de nuevo, con gran gasto de trabajo y de genio.Capitulo IIT EL
DERECHO
Manos a la obra, para explotar las conquistas de Grocio, de Pufendorf, de
Cumberland, de Leibniz, de Gravina; para que toda Europa y toda la tierra
comprendan al fin que no existe mas que un solo derecho del que se derivan
todos los demas: el derecho natural.
Manos a la obra, para refutar a los que se atreven atin a atacarlo, para
alcanzar en el pasado hasta al malvado Hobbes, que quiso hacer de la fuerza el
nico principio de las relaciones humanas. Manos a la obra, para definir,
desarrollar también, para transformar en ciencia adquisiciones todavia confusas,
para pasar de la teoria a la préctica, si es posible. La ensefianza del derecho
natural se multiplica en toda Europa; se fundara una catedra de derecho natural
en el Colegio real, en 1771. La edad de los inventores esté cerrada, ha llegado la
de los profesores.
Y seran Ensayos, Investigaciones, largas explicaciones verbosas; en
apariencia, un oscuro juego de especialistas. Y sera en realidad un poderoso
esfuerzo, que se sittia en el corazén mismo de la vida; un esfuerzo que concuerda
con todos los que se intentaron entonces, y que con frecuencia Ios domina; un
esfuerzo para arrebatar a la divinidad la Ley, organizadora del mundo; la divini-
dad no conservard el derecho entre sus atributos sino en la medida en que no
ser ya otra cosa que la raz6n.
132III. El derecho 133
1730. Elementa juris naturae et gentium.
Es un hombre muy sabio Johann Gottlieb Heinecke, en latin Heineccius, que
sélo deja la Universidad de Halle para volver a ella, hasta tal punto se encuentra
alli en su lugar; un jurista de primer orden, un clasico. Quiere proporcionar a los
estudiantes un manual que sellaré la unién del derecho natural y la jurispruden-
cia, Pues la jurisprudencia seria vana si no estuviese animada del espiritu de ese
derecho; en el fondo, ges otra cosa la jurisprudencia que el derecho natural
aplicado a los hechos humanos? Definicién: «E] derecho natural es el conjunto de
las leyes que Dios ha promulgado al género humano por medio de la recta razén.
Si se lo quiere considerar en tanto que ciencia, la jurisprudencia natural ser la
manera practica de conocer la voluntad del legislador supremo, tal como se
expresa por la recta razén y de aplicarla a todos los casos especiales que puedan
presentarse.»
1740-1748. Jus naturae methodo scientifica pertractatum.
Johann Christian Wolff entra en la partida, ya no se detendra. Le toca hacer
del derecho natural una l6gica e insertarlo en el gran cuadro sistematico que
representa la verdad con la vida.
El hombre esta compuesto de alma y cuerpo; del mismo modo que el conjunto
de nuestros érganos tiende a la conservacién de nuestro cuerpo, asi la razon
tiende a conducir al alma hacia su perfeccién. Por ello, nuestras acciones
adquieren un cardcter de bondad o de malicia intrinseca: es bueno lo que
contribuye a esa perfeccién; malo lo que la contraria, Asi lo quiere la ley natural,
que tiene su razén suficiente en la esencia de los hombres y de las cosas. «Como
la naturaleza, siempre intimamente unida a la verdad, no tolera la contradiccion,
enemiga eterna de la verdad, la tinica direccién de las acciones humanas que le
conviene es que estén determinadas por las mismas razones finales que las
natura- les, y que asi tiendan juntas al mismo fin.» Sentado esto, vengamos al
derecho. Para que podamos cumplir esas obligaciones naturales, hemos de tener
la facultad de hacer aquello sin lo cual no podriamos cumplirlas; y de ahi viene
un derecho, ya a usar de las cosas, ya a realizar ciertos actos. La organizacion en
sociedad ha hecho nacer otros deberes que los que se imponen al individuo; luego
ha hecho nacer otros derechos, que se llaman el derecho privado, el derecho
publico, el derecho de gentes. Y Wolff realiza el alarde de hacer derivar todos los
casos particulares de esas premisas. Des-134 Segunda parte. La ciudad de los hombres
ciende al detalle, habla del dominio, de los derechos qne resultan de él, de las
obligaciones inherentes; de las donaciones, de los contratos, de los cuasi-
contratos, de los deberes y los derechos domésticos que se refieren a las
sociedades conyugales, paternal y heril; del derecho de los Estados, del derecho
de gentes. Ante la légiea de su demostracién, uno de sus admiradores, Formey, se
maravilla: «La naturaleza quiere que el hombre sea tan sano de cuerpo y de
espiritu como pueda serlo; la razén lo quiere también. Suponed un hombre en
quien la naturaleza y la razén obren siempre de concierto: tendréis un hombre
perfecto. Ese es el gran principio en que se apoyan todas las demostraciones del
sefior Wolff, y ningiin filésofo los habia empleado atm tan luminosos y tan fecun-
dos» A decir verdad, todavia falta algo a la jurisprudencia; pero el sefior Wolff ha
trabajado tan bien que la ha Ievado no muy lejos de su acabamiento. Ahora es
como una maquina a la que no le falta mas que ajustar las partes para poder
emplearla. Otro llegara que, aprovechando las luces del sefior Wolff, corregira lo
que se le ha escapado, de menos exacto; Ilegara tal vez un tiempo en que este
sistema, desarrollado en toda su extensi6n, se establecera sobre las ruinas de los
demés y servird de guia a todos los jurisconsultos.
1740. Recherches nouvelles de l'origine et des fondements du droit de la nature.
Desde 1732, al comprobar que ni los autores ni los profesores se entendian
sobre la definicién de las leyes naturales, y consultando sus propias luces,
Frédéric Henri Strube de Piermont publied su Recherche de Uorigine et des
fondements du droit de la nature. Ahora cree tener el gran secreto.
Los filésofos més antiguos designaban con el nombre de leyes naturales el
orden eterno e inmutable de todas las cosas creadas; los jurisconsultos, romanos
veian en ellas instrucciones dadas por la naturaleza a todos los animales; la
mayoria de los moralistas las han tomado como normas dictadas por la razén, y
las han limitado sdlo al hombre. En realidad, son otra cosa. Todo ente creado no
puede haber sido hecho sino para su conservacién; cierta identidad de razén lo
obliga también a pensar en la conservacién de los demés. Luego todo hombre
debe conservarse a si mismo, conservar a los demas que estén unidos con ély, en
una palabra, hacer durar el género humano. Este es el primero, el tmico y el gran
principio de las leyes o del derecho natural.III. El derecho 135
Unicamente la razén, que se limita a considerar las relaciones que se
presentan entre las ideas, no est en condiciones de hacernos descubrir aquello de
que es menester que las leyes nos instruyan. Otra de nuestras facultades, la
voluntad, es igualmente incapaz de ello. La pasién, por el contrario, es el principio
activo del alma; est acompafiada por una fuerza que asegura la ejecucién. Ella es
la que nos incita a la aplicacién del derecho natural.
1742. Essai sur les principes du droit et de la morale.
Le toca la vez, al sefior d’Aube, maitre des requétes de su estado, y por su
familia sobrino de Fontenelle: la ley natural, que tiene un eardcter de eternidad y
universalidad, que no puede ser abrogada y que no necesita intérprete, esta
grabada en todos los corazones. E] hombre es un ente material, luego tiende a su
conservacién; un ente espiritual, luego tiende a su felicidad. La naturaleza,
garantizada por Dios, supremo sefior del universo, es la inspiradora de esa ley, que
se confunde con el bien de la sociedad.
1748. Principes du droit naturel.
Intrépido, locuaz geométrico y analitico, mas dogmatico que lo que piensa,
Jean-Jacques Burlamaqui, profesor de derecho natural y civil en Ginebra, define
sin descanso: define el hombre, puesto que la idea del derecho, y mas atin la del
derecho natural, son relativas a la naturaleza del hombre; define la felicidad a que
el hombre aspira naturalmente, el entendimiento que es naturalmente justo, que
posee en si mismo la fuerza suficiente para reconocer la verdad y distinguirla del
error; define la evidencia contra la cual no podrian prevalecer las pasiones
humanas; la razén que lleva siempre consigo una idea de perfeccién, y la virtud.
Asi provisto ampliamente, aborda la nocién de ley:
Se entiende por Ley natural una Ley que Dios impone a. todos los hombres, ¥
que pueden descubrir y conocer con las solas luces de la razén, considerando con
atencién su naturaleza y su estado,
El Derecho Natural es el sistema, la reunién 0 el cuerpo de esas mismas
Leyes,
Por tiltimo, la jurisprudencia natural serd el arte de llegar al conocimiento de
las leyes de la naturaleza, de desarrollarlas y aplicarlas a las acciones humanas.
La ley natural es también:
Todo lo que la razén reconoce ciertamente como un medio seguro y breve de
Hegar ala felicidad, y que aprueba como tal.
«Una ley que Dios impone a todos los hombres»: ,eonservaria136 Segunda parte. La ciudad de los hombres
Burlamaqui algtin vestigio del derecho divino? Entendamonos: como Dios es el
autor de la naturaleza de las cosas y de nuestra constitucién, si a consecuencia de
esa naturaleza y esa constitucién estamos determinados racionalmente a juzgar
de cierta manera y a obrar de acuerdo con ella, la intencién del Creador esta bas
tante manifiesta, y ya no podemos ignorar cual es su voluntad. El lenguaje de la
razén es, pues, el lenguaje de Dios mismo. Como Dios es razon, y la razén es la
razon humana, la obligacién no viene de Dios, en el sentido de que no se puede
obedecer a la orden de un superior mas que por una adhesin previa a un
principio que inspira esa orden. En suma: Dios se reabsorbe en la razén, la razon
en la naturaleza y el antiguo derecho divino se convierte en un derecho natural y
racional. Del derecho divino es menester que no quede ninguna huella; hay que
llegar a la definicién de la Enciclopedia, articulo Ley: la ley, en general, es la
raz6n humana, en tanto que gobierna todos los pueblos de la tierra; y las leyes
politicas y civiles de cada nacién no deben ser mds que los diversos casos
particulares en que se aplica esa razén humana.
1757. Essai sur l'histoire du droit naturel.
;Cémo se hubiese querido mostrar que el derecho natural estaba inscrito en
el corazén de todos los hombres, hasta los confines de la tierra y desde el origen
del tiempo! {Qué bueno hubiese sido remontarse al estado de naturaleza y apoyar
asi sobre datos experimentales la teoria de ese mismo derecho! {Qué emocién
excité la noticia de que se habia encontrado una muchacha salvaje en los bosques
de Champaiia, un hombre salvaje en las selvas de Hannover! jSe iba a poder
interrogarlos y apuntar las respuestas de la naturaleza, al natural! El teatro, la
novela, suplieron con la imaginacién la decepeién de esos personajes. En la
comedia titulada La Dispute, Marivaux busca de dénde ha venido la inconstancia
inicial: {del hombre o de la mujer? El Principe a quien pone en escena lo decidira.
«El mundo y sus primeros amores van a reaparecer ante nuestros ojos tales como
eran, o al menos tales como debieron ser...» El padre del Principe, que era
filésofo, hizo trasladar a un lugar solitario, fuera de todo contacto con la sociedad,
cuatro nifios todavia en la cuna, Aquellos dos nitios y aquellas dos nifias, criados
aparte, y que no se han visto nunca, han crecido; ha llegado el momento en que
se les dejard la libertad de salir de su recinto y encontrarse: «Se puede considerar
el comercio que van a tener juntos como la primera edad del mundo.» Pero Mari-IIL El derecho 137
vaux no se decide y no sabremos nunea de quién ha venido la inconstancia, pues la
conelusién es que los dos sexos no tienen nada que reprocharse y que el vicio y la
virtud les pertenecen igualmente. En su novela L'Eléve de la Nature (1766),
Beaurieu es mas audaz. Un marido habia conseguido de su mujer esta concesion:
que si tenian més de seis hijos, el exceso se dedicaria a interrogar a la naturaleza.
Como tuvieron siete, el séptimo y tiltimo fue encerrado en una jaula, sin contacto
con nadie: se le pasaba su alimento por medio de un torno. La jaula fue trasladada
a.una isla desierta; sdlo a la edad de veinte aiios empez6 el héroe de la novela a to-
mar contacto con los demas hombres. Y fue bueno, fue razonable, creé una familia
que llegé a ser luego una sociedad perfecta...
La literatura no cuenta. Pero lo que se podia bosquejar al menos, y por
primera vez, era una historia del derecho natural: un danés, Martin Hubner,
intenté la empresa. Gozo, en él, al repetir las formulas embriagadoras: he
razonado como un hombre que no tiene otro guia que las luces de la razén: llamo
derecho natural al conjunto de las normas obligatorias que la razén sola nos pres-
cribe para conducimos seguramente a la felicidad; la idea de ley natural es
indiscutiblemente relativa a la naturaleza del hombre, es decir, se refiere a su
esencia; el hombre quiere ser feliz, el hombre s6lo obra en vista de su felicidad;
pero para satisfacer ese deseo que lo aguijonea sin cesar y para llegar al fin que se
propone con tanta constancia, tiene que querer necesariamente los medios propios
para conducirlo a él; dé ahi se sigue que el hombre necesita algunas normas, y las
normas de direccién de nuestra conducta, los medios de la felicidad humana, son
Jo que Hamamos leyes naturales; la naturaleza misma del hombre ha sido, por
decirlo asi, el primer doctor en derecho natural... Entonces exhumaba del fondo de
las edades a los grandes hombres que habian encarnado sucesivamente a ese
doctor; el escritor respetable a quien debemos la historia del tiempo que precedié
al Diluvio, que dio un resumen muy sucinto de las leyes naturales: y era Moisés;
los chinos; los griegos; el Montesquieu de la antigitedad, por el cual fue reconocido
formalmente el derecho natural: y era Sécrates. Los romanos, a pesar de las
presunciones politicas que tuvieron algo de fanatismo: y eran Cicerén, Séneca. Y
luego Epicteto, y después Marco Aurelio. En la Edad Media se habia producido un
descenso, como era de esperar, puesto que la época era gotica y barbara. Pero el
Renacimiento habia ensefiado a pensar bien: habia surgido Bacon. Se llegaba asi a
Grocio, Pufendorf, Cumberland, Wolff, Barbeyrac, Burlamaqui. El derecho
natural conquistaba a los ingleses y a los daneses; en Alemania, el éxito era casi
demasiado vivo:138 Segunda parte. La ciudad de los hombres
este vasto imperio de multiples provineias rebosa, por decirlo asi, de
Universidades, y en cada una existe por lo comin una cétedra establecida para el
derecho natural; los Ensayos, los Compendios y los Sistemas se multiplican alli
basta tal punto, que se ba perdido el hilo bace mucho tiempo. Se podria componer
con ellos toda una biblioteca, si valiera la pena reunirlos y hacer esos gastos. In-
cluso las personas que son menos apropiadas para reflexionar se repliegan con
frecuencia en ese pais sobre esa materia cuando no saben cual elegir para ejercitar
la actividad de su pluma. El derecho natural habia encontrado, ciertamente,
adversarios; incrédulos, como Spinoza; heréticos, como Bayle y Mandeville y
Bolingbroke. Pero sus escritos ya no podian hacer nada, o tan poco, contra ver-
dades reconocidas...
1783-1788. Detta Scienza della Legislazione.
Goethe ha hecho de Gaetano Filangieri, a quien encontré en Napoles y que le
hizo conocer a un viejo autor Hamado J.-B. Vico, un elogio memorable. «Forma
parte de esos jévenes dignos de estimacién que no pierden de vista la felicidad de
los hombres y una libertad bien entendida. En sus maneras se puede reconocer el
soldado, el caballero y el hombre de mundo; este aire aristocratico, esta templado,
sin embargo, por la expresién de un sentimiento moral delicado que, difundido por
su persona, irradia con mucho encanto de sus palabras y de todo su ser»
Benedetto Croce Jo Hama un apéstol del nuevo Evangelio, el Evangelio de la razén.
Con la Ciencia de la Legislacién, el derecho acaba de perder su caracter de
hecho hist6rico para convertirse en una ideologia que, tan pronto como entre en la
practica, reformaré la vida. El conocimiento histérico sélo podra dar, en efecto, el
espectéculo de una desoladora confusion; la experiencia nos muestra un ctimulo
de leyes emanadas de diversos legisladores, en diversos momentos. Al contrario,
reduzeamos los hechos a una ciencia sistematica; entonces todo resultard facil y
bueno. «Simple e infalible naturaleza, cada vez observo mas tu plan y aborrezco
més el de los hombres; intento mas seguir el tuyo y estoy mas contento de
alejarme del suyo...» Partamos de definiciones seguras, y por una cadena de
principios sabremos cual debe sor el derecho criminal, civil, politico, religioso;
cuales deben ser la educacién, la familia, la propiedad. En la oscura selva donde se
solazaban «nuestros padres barbaros», «el sabio legisladom trazaré avenidas
rectas, que nos conduciran a la justicia y a la felicidad. Los principes escucharén
su voz y seguirénIII. El derecho 139
sus consejos: «a los ministros de la verdad, a los filésofos pacificos, corresponde
este sagrado ministerio». El amor a la humanidad sustituira a los egoismos; el
sentido de la equidad aboliré los abusos; se rasgarén los viejos pergaminos, los
comentarios y las glosas; no se invocarén ya mas los precedentes; pleiteantes,
abogados, jueces, se convertirn en discipulos de la pura ley natural, y el mundo
se salvar. Al hablar asi, Gaetano Filangieri se conmueve; se siente animado por
una pasion vehemente; predica, catequiza; cuando considera los errores antiguos,
sufre y lo dice; se exalta cuando entrevé los progresos del porvenir; no habla
solamente su razén, sino su coraz6n.
Con todo, gpor qué ese gran desorden en las leyes, ese barullo, ese caos? La
m de los legisladores, imbéciles o interesados, de un modo o de otro,
trai
guardianes infieles de un depésito sagrado: sea. Pero se sentia que esto era hablar
demasiado de prisa,
Montesquieu es grande porque tuvo esta voluntad de explicacién: para llegar
al punto culminante en que el orden aparece en el desorden, hizo de su vida una
ascensién hacia las més altas cimas. Es hermoso verlo instalarse en su hacienda y
no contentarse con ella; conquistar una reputacién provincial y no contentarse;
llegar a la gloria literaria con el éxito europeo de las Lettres per- sanes y no
contentarse; lejos de descansar, vuelve a partir, silo tiene ambien de lo mas
arduo. Ha trabajado: jcudnto ha traba
jado! Ha leido: jcudntos libros ha leido!; Jos mas ricos de sustancia y los mas
ingratos, los que le gustaban y los que le parecian «frios, secos, insipidos y duros»,
que tragaba «omo la fabula dijo que, Saturno devoraba piedras». Llegado el
momento, ha salido de su gabinete de trabajo; y, abandonando su querida
Guyemne, su cargo, su patria, ha partido, para ver de cerca el juego de las cons-
tituciones y la vida de los hombres. Ha vuelto a Francia, a La Bréde, y ha vuelto a
empezar a trabajar, a leer, a meditar, para dominar la masa de los conocimientos
adquiridos. Dominados todos los conocimientos y madurados todos los
pensamientos, ha empezado a ver desde més alto lo que los demas habian visto
mal. Tanto saber y tanta inteligencia; un derroche tan prodigioso de claridad; una
conciencia tan precisa del tema que hay que escoger, del modo de tratarlo, del
estilo mismo; una moderacion que le ha permitido no dejarse nunca arrebatar mas
all de la verdad; un egoismo sagrado, que lo ha defendido contra todo lo que
aparta del fin, las pasiones, incluso los afectos, el amor a los bienes fal-140 Segunda parte, La ciudad de los hombres
sos, la dulzura del ocio; y para acabar, la recompensa: «Aqui es donde hay que
darse el espectculo de las cosas humanas...»
1748. L'esprit des lois,
Las leyes, en. la significacién mds amplia, son las relaciones necesarias que se
derivan de la naturaleza de las cosas.
La inquietud del tiempo, la experimentd. Leyes de los romanos y leyes de los
francos; leyes de Africa y de Asia, leyes del Nuevo Mundo; leyes que regian, hace
miles de aiios, la vida de los hombres todavia salvajes, leyes que dictan hoy los
fallos de la Audiencia de Londres 0 del Parlamento de Paris: no se puede
considerar su multiplicidad y su incoherencia sin una especie de desesperacion.
Luego se manifesté a su observacién una primera claridad. Una ley, por
caprichosa que parezea, supone siempre una relacién. Una ley es relativa al
pueblo para el que ha sido hecha, a un gobierno, a la realidad fisica de un pais, al
clima, a la calidad del terreno, al género de vida, a la religién de los habitantes, a
sus riquezas, a su ntimero, a su comercio, a sus costumbres, a sus maneras. Las
leyes tienen relaciones entre si, las tienen con sus origenes, con el objeto del
legislador.
{Cémo se establece esta relacién? Es la consecuencia de la naturaleza de un
ente; va de un ente dado a las manifestaciones de su existencia. Dado el mundo
material, existen las leyes que convienen a su naturaleza material; dado un angel,
existen las leyes que convienen a su naturaleza angélica; dado un animal, existen
las leyes que convienen a su naturaleza animal. La divinidad misma tiene sus
leyes; Dios tiene relacién con el universo como creador y como conservador; las
leyes segtin las cuales ha creado son aquellas segim las cuales conserva; obra
segiin esas reglas, porque las conoce; las conoce porque las ha hecho; las ha hecho
porque tienen relacién con su sabiduria y su potencia.
Esta relaci6n no es arbitraria, sino légica; es racional. Esta ordenada por una
razon primitiva, que preexistia a las cosas. Antes de que hubiese entes
inteligentes eran posibles; tenian, pues, posibles relaciones de justicia. Al pasar de
lo posible a lo real, esas relaciones de justicia se han adaptado a la razén que las
presuponia. Decir que no hay nada justo ni injusto mas que lo que ordenan o
prohiben las leyes positivas es decir que antes de que se hubiesen trazado este
circulo no eran iguales todos los radios. Ocurre lo mismo con todas las leyes