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Mariana Díaz Zepeda – Lic.

En Nutrición
Ejercicio preventivo y en la clínica – Eduardo Armando Arrañaga

CAPILARIZACIÓN DEL MÚSCULO CARDÍACO

Imaginemos que el músculo cardíaco es como un edificio grande con muchas


habitaciones. Cada habitación representa una célula muscular en el corazón. Ahora,
para que esas células musculares funcionen correctamente, necesitan recibir
oxígeno y nutrientes, al igual que deshacerse de los productos de desecho.
Aquí es donde entran en juego los capilares. Los capilares son como pequeños
tubitos o vasos sanguíneos muy finos que se ramifican por todo el músculo cardíaco,
como si fueran tuberías que llegan a cada una de las habitaciones del edificio.
La sangre, que lleva oxígeno y nutrientes, fluye a través de estos capilares y se
acerca a las células musculares. Los capilares son tan delgados que la sangre se
mueve muy despacio a través de ellos, permitiendo que los nutrientes y el oxígeno
se filtren hacia las células musculares. De esta manera, las células pueden obtener
lo que necesitan para funcionar correctamente.
Pero eso no es todo. Al mismo tiempo, las células musculares producen productos
de desecho, como dióxido de carbono. A través de los capilares, estos productos de
desecho son recogidos y llevados lejos de las células, de vuelta a la sangre. Luego,
la sangre los llevará a los pulmones u otros órganos encargados de eliminarlos del
cuerpo.
En resumen, la capilarización del músculo cardíaco se refiere a la red de pequeños
vasos sanguíneos, llamados capilares, que se extienden por todo el corazón y
suministran oxígeno y nutrientes a las células musculares, al tiempo que recogen
los productos de desecho. Es una red vital que asegura que el músculo cardíaco
funcione de manera eficiente.

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